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Paradigma de la complejidad
Teoría de Freud
Es en el primer período del desarrollo del psicoanálisis que Freud descubre la realidad
del psiquismo inconsciente, y lo hace a partir de su experiencia como terapeuta. Es a partir de
los síntomas neuróticos, de los sueños y de los actos fallidos, que Freud postula la hipótesis
de la existencia de un psiquismo inconsciente, al cual le atribuye una importancia mayor que
al psiquismo consciente en la causación de esos fenómenos clínicos observados.
Freud sostiene que nuestra vida mental está conformada por un organismo somático;
es decir por un sistema nervioso, y por los actos conscientes, que en muchos casos
ignoramos. Entonces, la teoría Psicoanalítica trata de elaborar un modelo del funcionamiento
psicológico consciente, pero sostiene que los principales determinantes de la conducta son el
inconscientes y le interesa estudiar motivación de la actividad que es atribuida a una energía
interna organismo. Dicha energía, Freud la considera como pulsión una exigencia que plantea
el cuerpo a la vida psíquica y que, resulta necesario satisfacer y constituye, a su vez, el motor
del psiquismo.
Entre las pulsiones se pueden distinguir: la autoconservación o las del yo, que tienden
a la conservación y del individuo; y las pulsiones sexuales son la conservación de la especie.
Las pulsiones del yo o autoconservación se refiere a las satisfacciones físicas que posee cada
individuo como la respiración, el hambre, el sueño, entre otros. Su satisfacción se lleva a
cabo por sí sola o en forma directa y su interés psicológico es menor. Las pulsiones sexuales
tienen una importancia psicológica mayor ya que aquí se entre juega el ello y el súper yo. No
se pueden satisfacer de forma directa sino existe un cambio de objeto pulsional que, en
algunas oportunidades son reprimidas.
Por otro lado, Freud considera que la mente consciente es todo aquello de lo que nos
damos cuenta en un momento particular: las percepciones presentes, memorias,
pensamientos, fantasías y sentimientos. Cuando trabajamos muy centrados en estos apartados
es lo que Freud llamó preconsciente, algo que hoy llamaríamos “memoria disponible”: se
refiere a todo aquello que somos capaces de recordar; aquellos recuerdos que no están
disponibles en el momento, pero que somos capaces de traer a la conciencia. Freud, establece
también, que hay una parte de nuestra conciencia que no accedemos y la denomina
inconsciente. Éste incluye todas aquellas cosas que no son accesibles a nuestra consciencia,
incluyendo muchas que se habían originado allí, tales como nuestros impulsos o instintos, así
como otras que no podíamos tolerar en nuestra mente consciente, tales como las emociones
asociadas a los traumas. De acuerdo con Freud, el inconsciente es la fuente de nuestras
motivaciones, ya sean simples deseos de comida o sexo, compulsiones neuróticas o los
motivos de un artista o científico. Además, tenemos una tendencia a negar o resistir estas
motivaciones de su percepción consciente, de manera que solo son observables de forma
disfrazada.
La realidad psicológica freudiana empieza con el mundo lleno de objetos. Entre ellos,
hay uno especial: el cuerpo. El cuerpo en tanto actúa para sobrevivir y reproducirse y está
guiado a estos fines por sus necesidades (hambre, sed, evitación del dolor y sexo). Una parte
(muy importante, por cierto) del cuerpo lo constituye el sistema nervioso, del que una de sus
características más prevalentes es la sensibilidad que posee ante las necesidades corporales.
En el nacimiento, este sistema es poco más o menos como el de cualquier animal, una “cosa”,
o más bien, el Ello. El sistema nervioso como Ello, traduce las necesidades del cuerpo a
fuerzas motivacionales llamadas pulsiones (en alemán “Triebe”). Freud también los llamó
deseos. Esta traslación de necesidad a deseo es lo que se ha dado a conocer como proceso
primario. El Ello tiene el trabajo particular de preservar el principio de placer, el cual puede
entenderse como una demanda de atender de forma inmediata las necesidades. Imagínese por
ejemplo a un bebé hambriento en plena rabieta. No “sabe” lo que quiere, en un sentido
adulto, pero “sabe” que lo quiere… ¡ahora mismo! El bebé, según la concepción freudiana, es
puro, o casi puro Ello. Y el Ello no es más que la representación psíquica de lo biológico.
Pero, aunque el Ello y la necesidad de comida puedan satisfacerse a través de la imagen de un
filete jugoso, al cuerpo no le ocurre lo mismo. A partir de aquí, la necesidad solo se hace más
grande y los deseos se mantienen aún más. Uno se habrá percatado de que cuando no ha
satisfecho una necesidad, como la de comer, por ejemplo, ésta empieza a demandar cada vez
más su atención, hasta que llega un momento en que no se puede pensar en otra cosa. Este
sería el deseo irrumpiendo en la consciencia. Menos mal que existe una pequeña porción de
la mente a la que nos referimos antes, el consciente, que está agarrado a la realidad a través
de los sentidos. Alrededor de esta consciencia, algo de lo que era “cosa” se va convirtiendo
en Yo en el primer año de vida del niño. El Yo se apoya en la realidad a través de su
consciencia, buscando objetos para satisfacer los deseos que el Ello ha creado para
representar las necesidades orgánicas. Esta actividad de búsqueda de soluciones es llamada
proceso secundario. El Yo, a diferencia del Ello, funciona de acuerdo con el principio de
realidad, el cual estipula que se “satisfaga una necesidad tan pronto haya un objeto
disponible”. Representa la realidad y hasta cierto punto, la razón. No obstante, aunque el Yo
se las ingenia para mantener contento al Ello (y finalmente al cuerpo), se encuentra con
obstáculos en el mundo externo. En ocasiones se encuentra con objetos que ayudan a
conseguir las metas. Pero el Yo capta y guarda celosamente todas estas ayudas y obstáculos,
especialmente aquellas gratificaciones y castigos que obtiene de los dos objetos más
importantes del mundo de un niño: mamá y papá. Este registro de cosas a evitar y estrategias
para conseguir es lo que se convertirá en Superyo. Esta instancia no se completa hasta los
siete años de edad y en algunas personas nunca se estructurará. Hay dos aspectos del
Superyo: uno es la consciencia, constituida por la internalización de los castigos y
advertencias. El otro es llamado el Ideal del Yo, el cual deriva de las recompensas y modelos
positivos presentados al niño. La consciencia y el Ideal del Yo comunican sus requerimientos
al Yo con sentimientos como el orgullo, la vergüenza y la culpa. Es como si en la niñez
hubiésemos adquirido un nuevo conjunto de necesidades y de deseos acompañantes, esta vez
de naturaleza más social que biológica. Pero, por desgracia, estos nuevos deseos pueden
establecer un conflicto con los deseos del Ello. Ya ve, el Superyo representaría la sociedad, y
la sociedad pocas veces satisface sus necesidades.
Teoría de Piaget
Jean Piaget fue uno de los principales autores en acuñar el concepto de “Desarrollo”,
sin embargo, al igual que Freud, no se explayó explícitamente en la psicología evolutiva si no
que su preocupación fundante es por el conocimiento. Piaget buscaba generar una teoría del
conocimiento, lo que años posteriores llamaría “Epistemología genética”
Piaget cree que los organismos humanos comparten dos "funciones invariantes":
organización y adaptación. La mente humana, de acuerdo con Piaget, también opera en
términos de estas dos funciones no cambiantes. Sus procesos psicológicos están muy
organizados en sistemas coherentes y estos sistemas están preparados para adaptarse a los
estímulos cambiantes del entorno. La función de adaptación en los sistemas psicológicos y
fisiológicos opera a través de dos procesos complementarios: la ASIMILACIÓN Y LA
ACOMODACIÓN.
Por otro lado, Piaget plantea el concepto de esquema que tiene relación con el tipo de
organización cognitiva que, necesariamente implica la asimilación: los objetos externos son
siempre asimilados a algo, a un esquema mental, a una estructura mental organizada. Para el
autor, un esquema es una estructura mental determinada que puede ser transferida y
generalizada. Un esquema puede producirse en muchos niveles distintos de abstracción. Uno
de los primeros esquemas es el del objeto permanente, que permite al niño responder a
objetos que no están presentes sensorialmente. Más tarde el niño consigue el esquema de una
clase de objetos, lo que le permite agruparlos en clases y ver la relación que tienen los
miembros de una clase con los de otras. En muchos aspectos, el esquema de Piaget se parece
a la idea tradicional de concepto, salvo que se refiere a operaciones mentales y estructuras
cognitivas en vez de referirse a clasificaciones perceptuales.
Teoría de Vygotsky
Vygotsky rechazará por completo los enfoques que reducen la psicología, y en este
caso el aprendizaje, a una mera acumulación de reflejos o asociaciones entre estímulos y
respuestas. De todas maneras, su posición está más cerca a los supuestos organicistas que a
las ideas mecanicistas asociacionistas, tal es el caso de los análisis por globalidades en lugar
de por elementos, carácter cualitativo del cambio en lugar de cuantitativo, procesos
conscientes y no sólo automáticos, etc. Se puede considerar a su teoría como una variante del
enfoque organicista Tiene una clara influencia del materialismo histórico, donde se basa en la
concepción que tenía Engels de la actividad como motor de la humanización, una psicología
basada en la actividad.
La actividad, para el autor, es un proceso de transformación del medio a través del uso
de instrumentos. Al basar su psicología en el concepto de actividad, Vygotsky considera que
el hombre no se limita a responder a los estímulos, sino que actúa sobre ellos,
transformándolos. Ello es posible gracias a la mediación de instrumentos que se interponen
entre el estímulo y la respuesta.
Hace referencia a la mediación que cumplen los diferentes instrumentos, que en los
divide en herramientas y signos, dándole la importancia mayúscula a los signos, en el caso
del lenguaje hablado, el que tendrá mucha influencia en esta teoría cognitiva.
Distingue entonces dos clases de instrumentos en función del tipo de actividad que
hacen posible. El tipo más simple de instrumento sería la herramienta que actúa
materialmente sobre el estímulo, modificándolo. Así, un martillo actúa de manera directa
sobre el clavo, de tal forma que la acción a que da lugar no sólo responde al entorno, sino que
lo modifica materialmente. Este es el tipo de instrumento al que hacía referencia Engels
cuando consideraba la importancia del trabajo en el proceso de hominización.
Para Vygotsky los significados provienen del medio social externo, pero deben ser
asimilados o interiorizados por cada niño o individuo concreto. Su posición coincide con la
de Piaget al considerar que los signos se elaboran en interacción con el ambiente, pero, en el
caso de Piaget, ese ambiente está compuesto únicamente de objetos, algunos de los cuales son
objetos sociales, mientras que, para Vygotsky está compuesto de objetos y de personas que
median en la interacción del niño con los objetos.
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