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MÁS DURA SERA LA CAIDA

Bittor Nuñez Rodriguez – Escritor (Iruñea)


EL BANQUETE DE BUITRES Y LA MACABRA LIGA

Ruido de sables. La carnaza está servida. Con servilletas de seda se sientan los poderosos a repartirse el
banquete en un dantesco festín. Lo ocurrido el once de septiembre de 2001 es un enorme drama sobre el que los
buitres más poderosos de la tierra, los estadistas de pluma negra y afilado pico, planeaban a las pocas horas para
arrancar compulsivamente en su propio beneficio, los réditos posibles que siempre sabrán rentabilizar:
socializando la responsabilidad, la culpa, satanizando a muchos inocentes que morirán bajo sus bombas,
aprovechando la coyuntura creada para aplicar reajustes sociales, represivos y políticos, listos desde hace
algunos años a la espera de hallar el momento oportuno. Esta vez el bocado, aunque les sea indigesto, tratarán de
digerirlo y cuando su colitis de odio, su indigestión de soberbia, avaricia y prepotencia trate de sobreponer el
cuerpo mal trecho, la purga excrementicia salpicará a algún chivo expiatorio dejándolo todo pringado de un
nauseabundo olor a muerte, destrucción y sangre. Como si de un campo de fútbol se tratara, van a tratar de ganar
por goleada. Lo dantesco, lo terrible es que aquí lo que se cuentan no son goles, sino muertos, y es terrible saber
que frente a los veinte mil de EEUU, este país tratará de endosar millones al contrario. Está acostumbrado a
ganar sin encajar un solo tanto. Saltarán al campo santo dispuestos a practicar el macabro juego que vienen
practicando en campo ajeno siempre. Ellos no estaban dispuestos a prestar nunca sus porterías, porque saben que
balones tan amargos es mejor jugarlos fuera de casa. Alguien decidió comenzar una nueva y tenebrosa liga en su
propio territorio. Practicaron el mismo juego sucio que EEUU viene practicando en todos sus campeonatos, en
donde truca las reglas, compra árbitros, y paga al público para tenerlo de su lado.

Uno de los pun tos neurálgicos del poder político-económico mundial ha sido dinamitado de facto. Los
norteamericanos, y no me alegro por ello, tuvieron que experimentar el mismo pánico, el mismo terror, la misma
sensación de inseguridad, miedo e incertidumbre, que experimentan cientos de millones de hombres y mujeres
en todo el planeta, víctimas inocentes, sí, víctimas inocentes ellas también, de las que nadie habla. Les cito a
muertos de hambre, a los oprimidos por la política belicomilitar y geoestratégica de Estados Unidos de
Norteamérica en todo el planeta tierra, durante más de cinco lustros. Por primera vez en la historia de la
hegemonía norteamericana, en su propio territorio han vivido las consecuencias de los manuales de guerra. La
estrategia militar, la planificación propia de los servicios de inteligencia más sofisticados. En ello han sido
especialistas los soldados de la U.S Army en toda Latinoamérica. Los adalides de la democracia y la libertad
tienen entre sus artes democráticas y defensa de las libertades, prácticas tan humanas como abrir con un cuchillo
en vivo a un enemigo, desde el cuello hasta la base del estómago. Enseñaban estas y otras monstruosas artes en
la escuela de las Américas. Que se lo pregunten a los nicaragüitas. En términos reales, y con otros medios y
prácticas, las estrategias militares que han usado durante décadas los E.E.U.U, esta vez han sido vivenciadas en
el corazón mismo de la bestia. Para los ciudadanos norteamericanos el impacto causado por un ataque sin
precedentes como el del once de septiembre de 2001, ha sido una cruel novedad. Era curioso escuchar y observar
la perplejidad de algunos periodistas y comentaristas aduciendo a que imágenes como las vistas, tan sólo eran
posibles de imaginar en el cine. Como si los ataques a Irak, Libia, Hirosima, Nagasaki, Panamá, no hubiesen
existido; allí los norteamericanos borraron del mapa un barrio entero, seis mil personas murieron tan sólo en
aquel distrito. Les basta con mirar para casa, los propios soldados estadounidenses afectados por el llamado
síndrome del golfo, están muriendo. Fueron expuestos a las terribles armas químicas usadas en Irak, y van
cayendo... Son reales. Los ataques que se materializan en otros lugares lejos de la civilización occidental y que el
aparato mediático se cuida de filtrar ofreciéndonos imágenes de una guerra aséptica, tecnológica, en donde tan
sólo surgen pequeños fallos técnicos bautizados como daños colaterales; son mucho más dantescos, mucho más
destructivos y letales que lo ocurrido el fatídico martes. El día once de septiembre los ciudadanos
norteamericanos se convirtieron inexplicablemente en Iraquíes, serbios, vietnamitas, (en estos casos no procede,
no resulta políticamente correcto, llamar daños colaterales a tanto muerto, familia destrozada, tanto pánico y
dolor).

UNA PELICULA DE DESASTRES EN VIVO Y EN DIRECTO

Washington y New York se transformaron en los Balcanes, el olor a plástico quemado, el humo y la destructiva
y dolorosísima muerte, ya no formaban parte de una película en donde tan solo la invasión de unos marcianos
podría hacer frente a todo el poderío de los Estados Unidos de Norteamérica. De la forma más inexplicable, y en
la tranquila y propia realidad estadounidense, un verdadero ataque por sorpresa sembraba el pánico y el
desconcierto por todo el país. La estatua de la libertad, estatua pétrea, gélida y sin capacidad de movimiento,
observaba desde lo alto, el primer ataque sobre New York y Washington de toda la historia de la humanidad. Y
en una irónica y durísima burla al potencial espectacular de la industria yanqui, sintetizaban en un doloroso
hibrido, un remake de “El coloso en llamas”, “ Air force One”, “Indepence Day” y cualquiera de las películas
que sobre aviones en apuros ha sido producida para el consumo de las masas. Solo que esta vez estaba pasando y
ningún héroe estuvo allí para remediarlo.
El asunto es de película, y película americana. Cine al que nos tienen acostumbrados los yanquis. Los
políticos también se apoderan de ese lenguaje cinematográfico, cuando nos presentan a un malo malísimo, al que
unos héroes norteamericanos, van a borrar del mapa. El problema es que lo que se representa en el mapa de los
bombarderos, en la ruta de los objetivos, no son esos monstruos telúricos, intangibles, inhumanos; lo que se
representan son países que van a ser bombardeados indiscriminadamente, y allí no habitan las fuerzas del mal,
habitan pueblos y naciones, seres humanos cuya única diferencia con los que murieron el martes negro, es que
probablemente sean pobres, nadie les defienda y cuando mueran, no tienen nada que dejar en herencia a sus
familiares. Ni un seguro de vida, ni bienes de ningún tipo.
Bush Junior, conoce al ciudadano medio norteamericano, y emplea el lenguaje cinematográfico para
amansar a las fieras “Se busca Bin Landen, vivo o muerto”. Ese tipo de romanticismo rancio e infantilesco, es el
que emplean en U.S.A, para dirigirse al pueblo. Esa simplificación maquiavélica es de una irresponsable
ingenuidad, que ha servido para mantener en la inopia a los ciudadanos del país de la libertad: Estados unidos de
Norteamérica. Lo verdaderamente perverso es que es así como se entiende la ignorancia del pueblo
norteamericano cuando clama, “¿Por qué nos odian tanto? ¿Por qué son tantos los enemigos?”. Estos días
despertaron de un dulce sueño, se alzaron de su letargo, de su propia disneylandia: Parecieran ser
desconocedores absolutos del sufrimiento que padece el mundo.

SUFRIR EN LAS PROPIAS CARNES LO QUE OCURRE EN PAISES LEJANOS

Las torres gemelas no cayeron por culpa de un aparatoso experimento de Steve Urkel. No hago bromas, ni
ironizo. Sencillamente quiero plasmar de la forma más grafica posible, que por primera vez ocurrió. Los U.S.A
sembraron durante demasiado tiempo su macabra política internacional. Parecieran estos, tiempos de recoger por
fin la cosecha. Ser humano exige ser ecuánime, ser solidario exige plantear argumentos sólidos, no caer en
simplismos, tener una visión de conjunto de que los efectos son motivados por unas causas. Ya no somos niños
para que nos sigan contando cuentos de indios y vaqueros, de ángeles y demonios, de moros y cristianos. Los
conflictos humanos son complejos, cuando éstos no se enfrentan, se enquistan; si la injusticia y la desigualdad
social se acrecientan, el recurso a la violencia es una drástica consecuencia de todo ello. Existe una grave
responsabilidad política que jamás es asumida. En medio de tan graves circunstancias, las negras mentes de los
estrategas de estado, de los jefes de estado, tratan de sacar crédito y partido del pastel, y al unísono, cuando se
resquebrajan sus fórmulas, sus malas recetas, insisten en su discurso “La globalización no corre peligro, lo que
hace falta es más seguridad, más armas, más control y opresión, más pensamiento único, más unidad frente a los
terroristas”. Tratan de achicar a cañonazos un modelo generador de tanta injusticia social y descontento, que
comienza a dar síntomas evidentes de su absoluta insostenibilidad. El barco hace aguas por todos los costados,
nadie se plantea que se haya quedado obsoleto, que haya que volver a puerto, que el rumbo no sea el correcto.
Todo funciona bien, y tan sólo existe una terrible confabulación terrorista. El significado y significante del
terrorismo y el terrorista, cada vez engloba un mayor número de aplicaciones. Terroristas somos todos los parias
de la tierra que levantamos el dedo y agitándolo decimos “oiga usted, señor, que eso no es así, que yo no estoy
de acuerdo”. ¿Quiénes son estos obscuros criminales que atentaron contra EEUU? Lo decía un articulista de un
rotativo estatal, parafraseando a Nixon, atribuía los hechos a una fraternidad internacional de terroristas e
indicaba a renglón seguido: libios, chechenos, iraníes, afganos, coreanos, vascos. Núcleos de población enteros,
naciones enteras, así a las claras, son responsables de lo ocurrido en New York. En circunstancias tan graves y
determinantes para el devenir histórico de todo el planeta, es muy grave atreverse a señalar mediante
generalizaciones el posible enemigo. Parece ser que nadie aprendió la lección de la Alemania nazi. Estigmatizar
y señalar sea con una cruz o una estrella el blanco posible sobre el que descargar la ira colectiva en momentos
como la grave crisis que estamos viviendo, puede traer consecuencias impredecibles. Los campos de
concentración ya no son territorios acotados por barreras de alambres ni espinos. Hace décadas que son países
enteros los que sufren las mismas o peores condiciones de vida, y cuando algunos tratan de escapar de esa
situación, vuelven a ser devueltos, a ser confinados a las propias fronteras-cárcel, en donde poco sentido tiene la
vida, si no es arriesgándola a bordo de una frágil patera en busca de un futuro mejor. Y aún hay quien desde su
más profunda inhumanidad pretende gasear a aquellos que no soportando más la situación, han osado de una vez
por todas y a la desesperada llamar la atención pública internacional, atacando al máximo gendarme
internacional, al mismísimo país del fuhrer. Es grande desde luego la osadía. Ya nada será lo mismo, porque no
sé si para bien o para mal, se ha demostrado que el fuhrer no es intocable, ni tan siquiera en su territorio.
Mientras llamaba cobardes a los responsables del ataque, él volaba huyendo en medio del caos generalizado,
desconcertado y sin saber muy bien qué le depararían las próximas horas.
OPORTUNISMO NEOLIBERAL EN MEDIO DE LAS TINIEBLAS

Nos tienen acostumbrados los poderosos. Es en épocas de crisis cuando el falso cordero, el supuesto demócrata,
decide despojarse de su piel, afilar los dientes y salir en busca de sus presas. Tras lo ocurrido, medidas que
venían siendo patentes en todos los países occidentales en los que se aplica la misma política neoliberal, van a
ser reforzadas y agravadas con un único objetivo. El mensaje es claro y directo. Hay que borrar del mapa a la
disidencia mundial, hay que obviar el creciente descontento mundial. Y coyunturalmente éste es un momento
idóneo, propicio, hay que aprovechar la alarma social generada por los hechos acaecidos. No existen
consecuencias represivas de control social, policial, de políticas concretas de seguridad y rearme que puedan
vincularse a los atentados. Porque éstos han servido de pretexto únicamente para seguir reforzando los
planteamientos, que durante meses y años, se llevan tratando en los distintos foros de poder, con la clara
intención de frenar la respuesta social y popular a sus abusos y desmanes. Se están preparando para la guerra, y
hablan de paz, de democracia, de libertad, de derecho a la vida. Nadie rechista. Todos corren a servir al amo. La
tomadura de pelo es tal que muy a pesar del referéndum del 86, el estado español es miembro de pleno derecho,
se halla integrado en la estructura militar de la Otan. El jefe ha mandado a filas a sus soldaditos ingleses,
alemanes, españoles, a la Europa vieja y senil, inválida y sometida al imperio. Todos corren a servir al amo. Y
de paso aprovechan para introducir la cuña casera. Todos los grandes países tienen conflictos internos por
resolver y se van a aliar esperando que tío Sam, intervenga cuando sea preciso para ayudarles en sus respectivas
áreas calientes. Marchas militares, engranajes engrasados para lanzaderas de muerte, industriales americanos
felices y contentos. La primera industria americana es la armamentística. Ya han pasado diez años de la guerra
del Golfo. Se cerró un nuevo ciclo. Los almacenes ya están listos nuevamente, a rebosar. Hay que vaciarlos, hay
que oxigenar los stocks, engordar nuevamente las cuentas de estos industriales. Ya habitan perfectamente
ordenadas en sus maletas las pedreas y los premios bien merecidos. Les serán entregadas a su tiempo a quienes
posibilitan que la industria siga cumpliendo sus ciclos.

REVELDES DEL MUNDO, UNIOS

El simplismo y reduccionismo político es una gran arma. La dicotomización a la que nos tienen acostumbrados,
va a aumentar conforme el pensamiento único logra anular la capacidad de criterio, e instalar sistemáticamente
estados de opinión cuidadosamente estructurados, con todos sus aparatos de propaganda mediática. Disentir, ser
crítico y discernir es ser cómplice de la gran fraternidad terrorista internacional. Los poderosos del mundo nunca
tuvieron dificultades para unir sus fuerzas y aprovechar fenómenos tan dantescos como el que ha motivado este
análisis. Son salvaguardas de un viejo modelo, de una sociedad caduca, de un mundo viejo al que con sus
reformas han venido sometiendo, engatusando, conformando durante siglos. Han acumulado durante años mucha
experiencia para seguir defendiendo algo que tienen que tratar únicamente de conservar. Tienen todos los medios
a su favor. Y los usan cada vez más eficazmente, han aprendido a aislar el germen de oposición para tratar de
exterminarlo más eficazmente. Han comprendido que es más eficaz alimentar bien al rebaño y procurarle
cuidados, que usar la vara indiscriminadamente. Hay que aislar a la oveja negra. Ya sabemos que es más difícil
unirse cuando todo está por inventar, cuando hay que construir de nuevo y defenderse de la opresión. Cuando
construir un mundo nuevo y vertebrar una sociedad diferente arroja una gran multiplicidad de visiones, ideas y
métodos posibles. Pero el gran paradigma de la globalización, o lo que es lo mismo, del frente común abierto de
oposición al neoliberalismo ( una reformulación del capitalismo), es comprobar la necesidad absoluta que existe
de unirse y de trabajar conjuntamente a favor de la justicia, la igualdad y el verdadero respeto a los derechos
humanos de todos los pueblos y personas. Frente a esa unidad de los tiranos del mundo, las clases populares, los
disidentes del mundo, deberán prepararse para abandonar diferencias y pequeños matices, y unir fuerzas. Hay
que defenderse frente a los cambios cualitativos y estratégicos que la opresión y represión en todo el mundo, va a
ir encaminada a eliminar toda disidencia, todo discurso crítico que alimente una mayor beligerancia contra el
pensamiento único y la bestia capitalista. Hay que hacerlo con un sentido de unidad histórica no coyuntural, sino
plenamente estratégica y estructural, por que los cambios que están operando en el mundo y sobre todo los que
ha realizado el sistema, lo exigen para dar respuestas inteligentes y adecuadamente integradas, para poder llegar
con un mínimo de fuerza a la sociedad y multiplicar así la capacidad de incidencia en el debate social y de base.
Es imposible predecir con exactitud el futuro. Lo que es verdaderamente posible, urgente y necesario es saber
mirar al pasado para aprender y no repetir viejos esquemas, seguir utilizando instrumentos obsoletos y
agarrarnos a antiguas maneras de funcionar. Es importante saber cambiar de herramientas, incluso de metas,
siempre y cuando no renunciemos al sueño, porque como dice Coelho, cuando uno aspira con todas sus fuerzas a
lograr sus sueños, todo el universo junto con sus estrellas conspirara para que éste se haga realidad.

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