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Juan Jesús Oviedo

El Amor y la Pasión
por Internet
Villa Gesell / Buenos Aires / Argentina

Diseño de Tapa: Silvana Caraccioli

Ilustración de Tapa: Carlos Sanchez Roempler

Producción Gráca: Hispanograf

E-mail: atenas.oviedo@gmail.com

Todos los Derechos Reservados


Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

IMPRESO EN ARGENTINA

Oviedo, Juan Jesús


El amor y la pasión por Internet.
1a ed. -Villa Gesell : el autor, 2014.
132 p. ; 21x14 cm.

ISBN 978-987-33-4568-5

1. Ensayo Sociología. I. Título


CDD 301

Fecha de catalogación: 07/03/2014


A

Vos que no te nombro...


Prólogo

¿Es que hay otra forma de amar que no sea la conocida y la


cantada por los poetas? Juan Jesús Oviedo nos desafía a pensarlo
y desata nuestra curiosidad.

Leí el manuscrito de este nuevo libro de Oviedo el 31 de


diciembre en la playa mientras me bronceaba al sol. Algo
concreto y real, por lo que surgió en mí un instintivo rechazo a la
teoría que él proponía, que lo que llamamos “virtual” con base en
los viejos conceptos aprendidos y todavía vigentes y practicados,
dejaba de ser virtual para pasar a ser lo “verdadero” y real. Difícil
de aceptar. Quienes nos criamos no sólo hablando cara a cara y
mirándonos, sino también palpando y tocándonos, se nos hace
complejo entender y aceptar la propuesta de Oviedo.

Mientras leía y reexionaba sobre el tema, miré a mi alrededor y


pude comprobar, “en vivo y en directo” a través de personas que
veía y podía tocar, que una de cada dos tenía en sus manos un
teléfono celular, una tablet y en algunos casos una notebook
conectada a otra remota instalada en alguna parte distante del
mundo, en cuyas pantallas aparecían las imágenes de quienes
estaban conversando. Es decir, lo real era lo que acontecía en esos
aparatos y lo virtual era lo que yo estaba observando. Esa gente
sentada a mi alrededor bronceándose con el mismo sol que yo lo
hacía, estaba “virtualmente” en la playa (aunque físicamente lo
estuviera) ya que en realidad estaba instalada en algún lugar del
ciberespacio en el cual mantenía contacto con otro u otros.

Horas más tarde, viendo por televisión como se celebraba en


diferentes partes del mundo la despedida del año 2013 y la llegada
del 2014, llamó mi atención que la inmensa mayoría de las
personas, en lugar de participar de manera directa del espectáculo
que se les ofrecía, estaban con sus celulares o tablet en las manos
observando y lmando lo que acontecía, convirtiendo en virtual
la realidad de ese momento que, con seguridad, la estaba

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compartiendo de forma instantánea con alguien de algún lugar
remoto. Esa virtualidad pasó a convertirse en ese instante en lo
real.

Entendí entonces que Oviedo tenía razón cuando armaba que:


“Por tales aspectos podemos considerar a lo tecnológico aquello
que envuelve, involucra y posibilita lo virtual, proveyendo las
condiciones para el participar de todas las personas vinculando
entre sí a todos los lugares del mundo y concebir a lo remoto, una
idea típica de siglos anteriores hoy día perimida ante el fantástico
universo que representa lo inmediato que lo virtual abastece, y
ese estar todos conectados con todos en simultáneo ¡rompa con
los ejes modernos de la espacialidad y la temporalidad!, instale
la presencia de lo lejano y del instante remoto, mixture ayer con
hoy y predicarse a lo virtual medio trascendente a toda
coordenada geográca”.

El desafío es grande pero necesario. No entender y aceptar es


quedarse en el tiempo, en un pasado remoto que ya no existe.

La pregunta que me haría es sino fue el cambio de conductas y


comportamientos sociales lo que permitió que la tecnología
progresara y se pusiera disposición de la nueva manera de
comunicación humana. Las costumbres cambiaron,
especialmente en lo que respecta a lo sexual. El noviazgo
tradicional, casto y desgenitalizado hasta la noche de bodas que se
suponía se perdía la virginidad, pasó a ser un relato “virtual” de
una realidad inexistente. El conocer al otro o a la otra, para
producir el encuentro amistoso que podría transformarse en un
encuentro sexual, se modicó radicalmente. Gracias a Internet,
podemos establecer lazos profundos y sinceros (aunque también
pueden haber de los otros, superciales y mentirosos) tal vez más
fuertes que los construidos cara a cara, ya que lo real es la imagen
que elaboramos de quien nos vamos relacionando

Sostiene Oviedo que: “Si lo real es la imagen, la realidad será

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mediada trastocando el sentido mismo de lo real y pierda su signo
característico, ser hecho dinámico, movilizante de sucesos y
quede congelada desde la mediación de la imagen, empero ¿por
ello perderá signicación?, no, sin embargo, al quedar lo real
sujeto a la imagen, apresada en ella por siempre, lo real quede
cosicado en aquello que representa y pierda contacto con lo
contingente, extraviándose del mundo de los hechos ante la no
autonomía de toda imagen”. Y como era de esperar, el
relacionamiento erótico-sexual también sufrió una modicación
profunda.

Para explicarla Oviedo recurre a la imagen de Narciso perdido


dentro de su propia imagen reejada en el agua y la compara con
la imagen que van construyendo los internautas, que se relaciona
con actitudes voyeuristas, que se instala como una nueva realidad.
La posibilidad de acceder al amor a través de Internet está
instalada, por lo que dice el autor que: “…, el narcisismo
encuentra su mayor campo de acción al postular en la imagen el
punto sostenedor de la relación erótica con el otro.
Junto a cierto voyeurismo que despierta, porque aquel que se
muestra decide ¡como mostrase! y aquel que mira, asistir
pasivamente a la generosidad del mostrarse del otro pues lo que
se muestra y los ángulos del mostrarse no los maneja quien mira,
sino aquel que quiere mostrarse, ahora, ¿cuál es el sentido
presente que provoca esa doble condición de mirar y mostrarse?,
he aquí los pasos iniciales de una sensualidad que sólo puede
ejercerse desde el ámbito de la mirada y a la espera de su mayor
recompensa, la desnudez del otro a través de la Cam y hecho
supremo ante el reclamo de los ojos que la esperan y
transparente el grado del involucrar en los que se muestran”.

Como sexólogo debo reconocer que el desafío de pensar una


nueva manera de relacionarse amorosa y eróticamente a través de
Internet abre un nuevo campo de estudio y reexión que nos
obligará a re-aprender lo aprendido y comprender lo que hasta
ahora no comprendíamos o no aceptábamos, como las relaciones

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paralelas al matrimonios (¿indelidad?), ya que Oviedo sostiene
que: “Como corolario de todo esto, el incremento de relaciones
paralelas y de indelidades se incrementen con el emerger de
Internet, pero no se trata por la oportunidad de la privacidad o el
conocer a algún tercero que potencia el fenómeno de la trampa,
sino que previamente el germen de la trampa se encuentre
alojado e Internet, implique esa vía fabulosa para tal hecho, al
considerar la ausencia de referentes que lo virtual sugiere como
exposición menor”.

Y para profundizar en esta idea sostiene también que: “La


conexión a Internet y su posicionamiento de lo simultáneo se le
asocie el de la cantidad donde el número no represente mucho,
pues tres, cuatro o cinco momentos que la aventura del Chat
desata o la misma cantidad de amores, mantengan la misma
condición por la ausencia de lo cerca y lo lejos, resulte
signicativo por su no referencia con lo real, así, las cantidades
de relaciones desde lo simultáneo y su condición virtual, no
hacen más que pregonar vínculos virtuales y licencia al
hedonismo que tales actos representan”.

No sé si puedo compartir lo concreto de la siguiente idea, pero sí


reconozco que nos obliga a analizarla cuidadosamente y entender
que ésta es nuestra nueva realidad: “Ahora, más allá del
tergiversar y de las condiciones limitantes del ciberespacio como
ámbito amoroso, lo real concreto asume el estatuto de veraz,
referente y juez por las construcciones realizadas en los
internautas, y determine si tienen o no correspondencia objetivas
y sospechar de experiencias, deseos e intenciones como meras
ilusiones si algo de lo real es mediado mínimamente,
imponiéndose el juicio de fabular o mero ejercicio imaginativo
como expresión de toda subjetividad hilarante y distante de lo
objetivo que es lo real”.

Termino este Prólogo reconociendo que comencé a leer el libro y


las teorías que propone con escepticismo y cierto rechazo y que lo

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nalicé convencido que sino entendemos que esa virtualidad es lo
real nos quedaremos fuera de lo cierto, lo concreto.

Luis María Aller Atucha


Pinamar, enero 2014

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Introducción

Lo virtual se posicionó como real al liberarse de las fauces de lo


concreto y propuso un escenario nuevo conforme a tal novedad,
surgiendo otras formas de nombrar y también de comunicar,
allende a un perl extraño de aparecer, hablamos de la irrupción
de los Nick, el Chat y la Cam, que hubieron de transformar a
Internet: de inicial espacio comunicativo mudar a espacio
existencial, ante el devenir de sus hijos dilectos: los internautas
del mundo entero.

Aunque, Internet implique una red interconectada de


comunicación y proveedora de una serie de servicios en el que se
incluyen la Web como medio de trasmisión con sus siguientes
prestaciones: el envío de correo electrónico (e-mails), la
transmisión de archivos, entablar conversaciones en línea,
presencia y comunicación multimedia etc., posicione a lo virtual
sin más.
Y que nos lleva a interrogar ¿cómo se entiende eso virtual?

Un medio para contactarse con otro pero sin accederse


directamente, tal como sucede con el contacto físico sino que tal
conectar, necesite si o si de una mediación porque lo que se
conecta, no comparte una presencia física ni espacial alguna,
enlazando a individuos distantes entre sí, así, tal forma de
acercamiento posicionar la paradojal de hacer presente aquello
ausente.

Por tales aspectos podemos considerar a lo tecnológico aquello


que envuelve, involucra y posibilita lo virtual, proveyendo las
condiciones para el participar de todas las personas vinculando
entre sí a todos los lugares del mundo y concebir a lo remoto, una
idea típica de siglos anteriores hoy día perimida ante el fantástico
universo que representa lo inmediato que lo virtual abastece, y ese
estar todos conectados con todos en simultáneo ¡rompa con los
ejes modernos de la espacialidad y la temporalidad!, instale la

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presencia de lo lejano y del instante remoto, mixture ayer con hoy
y predicarse a lo virtual medio trascendente a toda coordenada
geográca.

Lo virtual tecnológico fue precedido por la virtualidad de lo


mental y su operar en lo mundano como sucede en todo recordar,
imaginar, soñar, planicar, hacer presente algo que de por sí, no
está sensorialmente ni en forma de hecho, pero presente como
signicado y aquí, señalamos una empatía favorecedor de todo lo
virtual: la dimensión del símbolo.

La virtualidad, el signicado y los símbolos comparten una


característica en común y vigente en toda condición plástica,
categoría que permite trasladar la signicación en diversas
formas, y encontremos aquí el elemento nuclear de toda
virtualidad que posiciona en lo mundano, la señalada mediación.
Cuya presencia más acabada es Internet.

Pues, el ciberespacio, es el lugar de todos los lugares sin un lugar


concreto, porque sólo se trata de una codicación sujeta a una
decodicación que abstrae al hombre de las raíces del domicilio y
del lugar, proyectándolo a una espacialidad inexistente y a un
viaje imaginario sin moverse, en el escenario del todo sucede y
acontece, desde el útil al que llamamos procesador, ¡ todo ya, todo
aquí y ahora!, rotas la dimensión del espacio y de lo temporal
instale lo inmediato y lo simultáneo, incubando un nuevo sujeto
de nuestra posmodernidad: el internauta, una devenida extraña
antropología al cual deniremos como la del capricho, ¡el ya! por
sobre la espera, ¡lo quiero ahora!, e inicie un trayecto de incierta
teleología.

La codicación del ciberespacio y la decodicación del


internauta habrán de ir generando pautas de conductas diferentes
y novedosas, desde el irrumpir de un contexto distinto hasta a
posicionar un desconocido a través del Nick, vale decir, lo
desconocido se hace patente donde lo único familiar será ese Nick

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como aceptada presencia de una persona detrás de él, aquí lo
familiar es lo oculto y posibilitado desde el inujo de lo propio en
proyección ajena, se trata del otro desde uno, por ello siempre se
trate de un extraño, aunque, la distancia de lo virtual hará que esa
persona oculta tras el Nick no constituya una amenaza seria
porque se trata de alguien que no existe como entidad física pívot
de la realidad concreta.

La familiaridad de dejar entrar “al hogar” a un desconocido es


una de las primeras de las conductas que el ciberespacio provoca
en los internautas, claro, la mediación implique la doble
condición de hacer ingresar a un tercero pero con la dicultad de
comprobar si lo que él dice o cómo él se presenta, si es verdadero,
real o no, porque los usuarios pueden ser lo que quieran ser, ngir,
jugar, mentir, por momentos ser honestos, alejarse o no de sus
relaciones en la Web etc., por supuesto que nadie se ha
materializado, es decir, pasar de un ordenados a otro hasta ahora y
eso, genere un sentido de seguridad que sólo lo virtual dispensa,
desde el estar pero sin ese estar concreto.

Y todo aliente a la apertura de un escenario donde una obra de


teatro se inicie, un protagonismo se adquiera, puedo ser el que
quiera ser ante cualquier tercero, de hecho, seré eso que deseo ser,
una licencia a la fatiga de mi ser ¡es algo que me merezco!, así, un
coqueteo, una aventura, una indelidad, un pensamiento, un
diálogo, un juego, es mi obra, mi pieza en la que actúo, en
especial, para todos aquellos desconocidos y que no tienen
referencia de mí en la vida real, una mímesis y una transformación
es posible realizar, un juego de identidades de lugar en el
ciberespacio donde los internautas acepten tácitamente tal
plasmar, pues todo Nick es tarjeta de apertura pero cerrazón
también.

Ante esa tentación posicionada desde lo virtual que es el


camuarse, se apelen a las fotos favorecedoras y a las posturas
sugerentes, la imagen prevaleciendo por sobre todas las cosas sea

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el contenido primordial y emisión sublimada hacia los otros,
buscando atrapar y seducir, inuir y ser aceptado por esos otros,
se trata de todas mediaciones en consonancia con la mediación
mayor de todas, Internet.

Y momento de la pregunta, lo virtual, ¿favorece lo que no es,


favorece el engaño por tratarse de un medio donde se tarda en
descubrir lo falso como tal?, la posibilidad señalada de la
tentación pueda predisponer a tales actitudes, aunque, la ocasión
no hace al ladrón, sin embargo, el medio de la red al ser mucho
más manejable a la intensión de cada usuario, predisponga el
emerger del camaleón virtualizado.

Por ello es que Internet, de ser inicial espacio informático devino


modo del interactuar con terceros, justicado desde las
calamidades del mundo contemporáneo donde mandan las
soledades, las tristezas, los hastíos, encierro y la fatiga de lo
mismo, fácilmente puedan mitigarse con sólo prender el
ordenador, buscar una página y chatear con quien sea, solos y
solas, acompañantes circunstanciales, buscando parejas etc.,
acciones cotidianas desde el escenario afín a tales apetencias,
donde lo azaroso, lo contingente y las disposiciones personales
impliquen un curso inesperado, y atrapen a las propias como a las
ajenas expectativas por igual.
Como es el nacimiento del amor y la pasión por Internet.

Tal espacio originalmente no creado para tal emerger, nos señale


la presencia de lo complejo y de lo indeterminado fuera de toda
voluntad, tal como sucede con la naturaleza persistiendo bajo el
cemento urbano y su impulso a la vida en forma de yuyo, de pasto
rompiendo veredas, calles y asfaltos, con tal persistir lo haga el
amor y la pasión también, ellos emergen sin quedar afuera a
participar de la paradoja del lugar sin lugar que implica el
ciberespacio.

Por ello, el sentido del presente texto busque bucear las diferentes

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formas que pueda adquirir ese amor y esa pasión detonados desde
la virtualidad y también, la característica que adopte el deseo y su
inujo pasional, pues al perderse los límites de lo real deban
situarse en lo posible que les depare el campo de lo virtual.

Nuestra tesis plantea que el ámbito del afuera prontamente ceda


ante la explosión interior que el amor y la pasión signican, y la
virtualidad, antes de atentar contra ellos los posibilite hechos, y
sin que ellos puedan sospecharse como enajenados o ser
considerados trastornos, delirios o señalarse simplemente meros
actos excéntricos en aquellos internautas que experimenten tal
situación.

Tales epítetos formen parte de cierta cadena psiquiatrizante de las


emociones humanas, vaya como ejemplo la persona tímida y
según parámetros de tal cadena, caracterizarla fóbica, la distancia
con tales juicios buscan preservar un espacio propio y distinto en
los sujetos, como posibilidad al maravilloso vuelo que todo amor
y pasión representan. Si ayer, tales vuelos eran parte de un existir
original, hoy, formen parte de una oposición a lo instrumental de
lo real, a lo asxiado de la vida y a la disecación de las vitalidades.
Sin embargo, lo dicho sólo ponga de maniesto a un ámbito de lo
real sin hacer mención a una esfera vigente, la metafísica, por el
cual si nos adentramos ahí, es que incursionemos en la misma
esencia de lo paradojal al decirnos, que todo lo que existe y lo que
somos, tiene a la nada como su preceder.

Pues, después del Big Bang se incubó la creencia que tal preceder
fue superado ante el emerger de la masa, energía y materia etc.
Sin embargo, el reejo del vacío siempre existió en el interior del
átomo como propiedad destacada por sobre electrones y núcleo
atómico, el vacío por sobre toda onda o partícula y que las
posibilito tales.

Pero, lo paradojal no termine allí, la determinación de la


causalidad será sospechada, cuando las redes neuronales no

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impliquen expresiones condicionantes a eso llamado mente,
entonces, cada una de esas cuestiones nos permitan considerar
que lo indeterminado y el vacío, reinan, mientras que lo
determinado involucre el resultado de una previa disposición
eligiendo ser onda o corpúsculo según el reino de lo quántico.

En el inicio mismo de lo cosmológico, el vacío, la nada o


sinónimo más o sinónimo menos, nos remitan a una nueva
valoración de tales conceptos, que no habrán de interpretarse o
valorados según el clásico sentido negativo o estériles para con la
vida, ni ser entendidos como amenazantes en la dicotomía del ser
y el no ser, ni vacuidad acechante en la experiencia existencial,
sino entenderlos como principios constitutivos para que esa vida,
ese ser y esa existencia lo sean.
Porque desde esa cosmología iniciada con la gran explosión lleve
en sí, el preceder de todo origen: el vacío, así, el posterior esparcir
onticado implicó también un reclamo de completitud y el
universo traslade el sentido de lo carente, donde la futura
necesidad necesitó esperar por la nueva licencia presente en todo
devenir y posarse en ese extraño acontecimiento denominado
hombre.

Así, la carencia adquiere expresión ontológica cuando se


posiciona en el ente humano y fundamenta su pendular ser y no
ser, ente disponiéndose ser, por ello, el hombre amenazado por la
creciente cosmología inundada de entes y de cosas, creó un
curioso fenómeno para suplir la carencia heredada, hablamos de
la ilusión.

Y con ella, irrumpa la mayor provocación a toda realidad posible


al posicionar en lo terreno al amor, con él, una inuencia y
manipulación opera atrapando al ser humano, pues un sortilegio
de deniciones instrumentales designe al amor como felicidad,
realización, plenitud etc. La existencia humana adquiere lumbre,
primero, a través de la ilusión y después, a través de la vivencia y
la experiencia del amor, pero la hermenéutica es simple y clara,

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tanta realización sólo puede provenir como solaz a un espacio
carente, ese ente humano e incluyendo también a su arquetipo
sustancial: todo enamorado.

Este será alfa y omega de la realidad amorosa, con el enamorado


germina en la tierra la fenomenología del amor encarnado, una
poesía se conjugue bajo el emerger romántico que signica tal
condición idílica junto al despertar sensual de los sentidos
rendidos, a la or de los labios húmedos y testimonio amoroso en
la piel sobre la amada piel, pero claro, si lo vives lo agotas y ahí, la
miel se torne prontamente agria, y surja algo impensado, que lo
postulado y señalado como plenitud en el fondo implique
presencia de lo vacuo y vacío mimetizado como pleno.

Tales características preparen el desastre existencial a toda


persona que ama, una inversión se hubo de llevar a cabo para que
ese ser humano haya quedado más empobrecido como efecto de
su práctica amorosa, y consistió en trocar la carencia como pleno
por su afán dialéctico de trastocar eso vacuo.

Sin embargo, la carencia no será posible de ocultar, pues es


presencia constante en todo ser humano, es lo vacuo, el hastío, la
morticación del tedio, los insoportables aburrimientos y las
ausencias de sentidos, ellos son sus indicadores, y la pretensiosa
plenitud que la ilusión destina, se nos revela mero epifenómeno
en el terreno de lo físico, cuando por origen, el amor, enreda
carencia.

Todo el espacio del existir humano quede abierto a tales azares


cuando de amor se trate, éste, implique plenitud mundana,
aunque, sea carencia metafísica enredando a todo el ser, y
expresión tácita del vacío inserto en lo real, y transversal
presencia en el escenario del ciberespacio.
Por el cual un nuevo horizonte y Psukhé necesiten constituirse y
así, posibilitar un existir menos agobiante al hijo de Prometeo.

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Cap. I

1.1 Reejos

El doble, no nació en aquellos trashumantes de la sabana africana


abrazados por el calor del sol y sus presencias silentes por su mero
estar allí, sino cuando uno de ellos y sin saber por qué fue
consciente de una estampa: se trataba de su sombra, sendero
mágico al devenir del alma y antesala de otro emerger, la gura de
Narciso y su célebre quedar prendido en aquello que miraba: su
imagen, al encontrar en ella el reejo de lo hermoso, nacería el
imperativo a imantar aquello que lo mirara y al ser primeros sus
ojos, Narciso, se enamoraría de sí.

Pero, nada es gratuito incluso en la realidad mítica del mundo,


pues al violar cierta mesura, cierto equilibrio, devenga tragedia tal
desmadrar como implica lo exagerado de todo amor por su sí
mismo, pues al proyectar en reejo lo real, congeló eso real en
imagen y virtualizo a su sí mismo lejos del sí real, por el cual el
ensimismamiento que experimentó Narciso inicio el ahogo de sus
propios días.

Si lo real es la imagen, la realidad será mediada trastocando el


sentido mismo de lo real y pierda su signo característico, ser
hecho dinámico, movilizante de sucesos y quede congelada desde
la mediación de la imagen, empero ¿por ello perderá
signicación?, no, sin embargo, al quedar lo real sujeto a la
imagen, apresada en ella por siempre, lo real quede cosicado en
aquello que representa y pierda contacto con lo contingente,
extraviándose del mundo de los hechos ante la no autonomía de
toda imagen.

Así, este cosicar de lo real atente contra lo característico de toda


realidad: su condición equívoca por las múltiples dimensiones
que la componen, ya que toda realidad es e implica una
construcción personal relacionando un plano de interioridad

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(semántico) y otro exterior (pragmático) del mundo de la cultura,
educación y contexto, campos necesarios del hombre en su diario
convivir, posibilitando el juego entre las representaciones y lo
representado provocantes de un feedback, y condición necesaria
para todo equilibrio en su desenvolver cotidiano.

Pero, si por las causas que fueren tal equilibrio se rompiere, la


imagen y lo real se entremezclaren, entonces, pierdan sus
pertinentes límites y en este punto, el mito de Narciso adquiera
relevancia al erguirse modelo de resistencia, porque lo real al
quedar jo en la imagen queda congelado y concebirse
unívocamente, ¿y eso qué signica?, una mirada única que
manda a entender o a un situar unidimensional de lo real,
congurando un mundo que sólo existe para producir y consumir,
a posicionar el tener e incorporar como sustancial la mera
distracción del entretener la simple imitación y la apariencia del
ser entre la frivolidad del mero estar, tales actos anulen la
capacidad de cuestionar o clamor por otra alternativa distinta e
instale la insignicancia como signicación predominante.

Así, el mundo del afuera permanezca congelado y en él, toda


independencia anularse, y necesidad de un nuevo surgir desde el
emerger interior buscando autonomía y oponerse a la
repetitividad del mundo exterior que la mirada unidimensional ha
congelado, y tal interioridad ser la de Narciso.
Sin equívoco alguno este Narciso del siglo XXI, no participe de
ninguna estructura psíquica ni moralizante ni termine ahogado
por su condición de tal, aquí Narciso se predica principio ante el
sofocar que la realidad signica e impone, aquí Narciso es
rebeldía a un sistema sospechado de opresor enfatizando la
importancia de la interioridad al son de cada voluntad pivotando
en el sí mismo y desde allí, luchar contra los agobios que los
sistemas contemporáneos han provocado al enquistarse en lo real.

Tal narcisismo resiste al abatimiento existencial y postule al sí


mismo como objeto de realidad, combatiendo la condición

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morticante del mundo y por ello, busque en el señalado sí mismo
la fuente donde pueda abrevar y nutrirse a través de la
imaginación, las fantasías y sus ilusiones, elementos que
enriquezcan la intencionalidad devaluada y utilizarlas como
armas en su lucha contra los hastíos y desasosiegos diarios, contra
las imposiciones de terceros y las tensiones que provocan todo
vivir ajetreado cuan única condición válida y a la que sí o sí se
debe aceptar.

Y este Narciso venga apoyado por una herramienta sin igual


surgida del mundo tecnológico, medio apelado por muchos para
cimentar la resistencia a las calamidades que el mundo moderno
provoca, tal herramienta se llama Internet, pues desde esta
dimensión los nuevos narcisos llamados internautas se avoquen
por otras vivencias, y prestos, marchen por nuevas experiencias
que lo virtual por el momento les depare.

Decimos lo virtual y como hemos señalado, un contacto que en


principio no es algo directo, tal como se entiende una presencia
física del estar cara a cara o in situ junto a un otro, sino con un
contacto diferente porque tal estar se halle mediado, patentizando
lo separado y sin contacto entre sí, porque el signo distintivo de
todo mediar sea el conectar a aquellos que a la distancia se
encuentran como condición destacable del funcionalismo
mediado.

Por ello en el comienzo mismo, Internet, se muestra no solo como


un sistema de comunicación sino como un universo diferente,
pero desligado de lo cosmológico y fruto de un sujeto
tecnocéntrico (internauta) con su utopía personal por gestar su
propia tierra, busque tomar para sí manejando todo lo que
incumbe en el ámbito del ciberespacio y éste, se rinda a sus
caprichos, y sin que tal condición ponga en tela de juicio sus
vivencias o experiencias, y su sentir o su pensar, ser concebido
irreal porque los estímulos sean provistos fuera del mundo de lo
concreto.

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Nótese la interesante relación con Narciso, ya que desde el
ordenador se disponga al invisible mundo del ciberespacio
determinando a qué, quienes o suceso cualquiera pueda
acontecer, pues todo internauta hace, dispone y despliega en
Internet sus intereses particulares como usuario, seguro y a salvo,
amparado ante ese sistema que lo virtual implica desde su equipo
junto a la identidad que use, y nadie lo pueda amenazar, ni
sentirse intimidado de la misma forma que se experimenta en lo
real.

El recorrido del mundo de Internet queden testimoniados por los


enlaces, las páginas Web utilizadas, los blog, los lugares sociales
y siempre llevado desde su esfera de decisión nuestro Narciso
también comparta otra facultad mítica, la del Demiurgo que
ordena según sus intereses al Kaos informático que la
codicación binaria supo estructurar.

Nuestro mundo actual reviste al mito con un distinto signicado,


Narciso reivindica el sí mismo pero no desde el reejo de un lago
sino desde lo real de un ordenador, y ese simple hecho provoque
que la bruta masicación se licue cuando cada sujeto se comunica
con otro, y humanismo reformulado, renueve con su presencia las
relaciones interpersonales, ligando entre sí a intereses propios y
ajenos, combatiendo a la mera instrumentalidad que el sistema
actual destina al hombre de nuestro tiempo.

Instrumentalidad que provoque el mayor desastre posible y sólo


percibido a través de una autoconciencia mostrando en forma
cruel el mal de la deuda contemporánea, se trata de lo que pende
en la vida de cada persona, es lo pendiente, lo que se encuentra
irresuelto, lo que se ha aplazado por cumplir con lo
instrumentalizado del mandato social y por ello, el contacto
virtual implique una nueva oportunidad para intentar resolver eso
que pende ahí en la vida, en especial, en el ámbito de las
relaciones interpersonales.
Y si bien lo virtual jamás logre el mismo peso que lo real destina

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para superar tal hecho una inversión deba suceder, que el
ciberespacio tome las riendas de lo real y el espacio que implica
Internet, no solo constituya herramienta al servicio del internauta
sino espacio existencial, por el cual una autonomía se disponga a
navegar y también a existir en el mundo de lo simultáneo, lo
virtual se torne nuevo horizonte del estar, por el cual toda lo real
del ciberespacio se vuelva sustancialmente narcisista sin límites
alguno, excepto, el que dicte cada interioridad conectada.

Internet posiciona a lo real en otra esfera distinta, esfera acorde a


la necesidad humana por llevar a cabo sus insuciencias
pendientes, por ello el ciberespacio es acorde para el estallido
amoroso, aun, enfrentado la necesidad empírica del diario
contacto que todo amor reclama, sin embargo, Internet y el amor
compartan la misma categoría de lo simbólico y ámbito donde las
signicaciones mandan.

Porque ¿qué es un emoticón?, he allí lo exible del signo en toda


su dimensión, ¿quién es o está detrás de ese Nick?, he ahí la
pregunta que interroga e inquiere por la persona que se encuentra
detrás de él, ¿cuál es tu mail?, el sentido paradójico de hallar a
alguien no concreto en el lugar del no-lugar, ¿chateamos?, la
empatía pendiente del decir gráco en el chat, ¿me das una foto?,
la apropiación del otro ante algo muy personal como es todo
retrato y para completar el circuito de medios vinculantes se
encuentren la cámara y el micrófono también.

Por ello, cualquier lugar del ciberespacio implique presencia


tangible a la cita o a la conquista por lograr, pincelando como
nadie la subjetividad en curso que toda posibilidad amorosa
signica.
Y cuando ese amor surge en Internet, el romanticismo se torna
amor virtualizado por el cual crea y delimita un umbral entre lo
real y lo virtual, desde un sentimiento despertado y eje de las
signicaciones de ese amor, y si bien no son posibles los contactos
directos con ese otro, lo idílico provea esplendor y fascinación por

23
ese estar enamorado e inducir ilusionado por el futuro del estar
juntos, apertura por sobre cerrazón y el mundo se humanice ante
la potencia creadora del ser romántico que hace del otro una
emanación in sito, aunque, ese otro se encuentre distante pero
jamás lejano.

La condición romántica permite que las bases ónticas de lo


ordinario, asignicativo y del hastío mundanal muden, al
emerger lo extraordinario que signica todo enamorar, la magia
se hace patente prevaleciendo lo cercano por sobre lo lejano junto
a la rosa que no tiene porqué.

Así, los rasgos simbólicos predominantes y presente en todo


idilio permiten lo potencial entre esos enamorados, se vinculen y
se liguen más allá de presencias concretas, y tales ausencias no
inhiban las expectativas de los anhelos, esperanzados y
aletargando toda urgencia por estar frente a quien no se puede
estar, ese al que se ama, por ello lo virtual no atente contra el amor
sino desde la paradoja de lugar del no lugar, permita como nadie
que lo nacido en la interioridad se proyecte y se despliegue como
romance en el mundo del ciberespacio.

Tal virtualidad permita la creación de un Cupido simbólico


consistente en mantener cierta autonomía como ejercicio vital de
la actividad romántica, suspendiendo esa necesidad del contacto
hasta el momento que pueda llevarse a cabo la relación en lo
concreto y este Cupido, viva su amor desde la dimensión del
llegar a ser y del porvenir -virtualidad pura-, pivotando en la
quimera de su propia utopía, desde ahí ejerza su amor, aceptando
las reglas del juego a trascender los límites de lo concreto.

Desde el ámbito de lo pendiente y el espejo de lo simultáneo, nace


ese llegar a ser, unido al correspondiente Nick y bajo la atenta
mirada de Narciso, sujetos e individuos se vinculen como
sentimiento, como signo, como símbolo y el amor, se posicione
como virtualidad en cada uno de ellos. Sin embargo, algo espíe y

24
se trate de la dimensión que origina todo amor: la metafísica y en
ello, la sombra de tanta luz aceche en silencio.

1.2 La metafísica del amor

Cuando la inteligencia articial determine lo real, lo será como


fruto de su preceder, la inteligencia humana, sólo lo creado no
está precedido, quizás la pregunta por ¿cuánta creación hay en el
mundo?, nos muestre que la creación participe sólo como
interrogación porque todo lo existente se encuentre precedido
como la pasión, el deseo, el placer, tales emergentes fueron
precedidos por lo sexual en iniciado acto reproductivo y su
acontecer: la copula, como semilla de la especie humana, allí,
desde el escenario de la cigota comenzó tal devenir, eso fue lo
sexual, ciega dirección por la búsqueda del complemento y
tránsito semejante al del amor.

El mundo e Internet como medio a la fenomenología amorosa


cargue con una peculiaridad a cuestas, refracte en la tierra a su
origen metafísico: la nada, y tal hecho refractario le competa por
lo sexual, éste subsidie al amor con los emergentes señalados más
allá que lo sexual no implique un principio, irrumpe en la vida del
hombre a través de la presencia candorosa del deseo en estrecha
unidad con lo amoroso, e allí el motivo fenomenológico en lo
mundano opacante del origen metafísico del amor.

En una hipotética subasta de seres, el ser del amor implique el


más buscado, el más necesario, el más sustancial como
experiencia profunda y transformador de todo lo humano e
interpretado fenómeno constitutivo y no mera liviandad afectiva.
Como realidad en lo terreno, todo amor necesite de algo que lo
realice en el mundo y a tal n surja el señalado enamorado,
entidad que dispute al yo su cualidad de centramiento, así, este
enamorado actúe centrado en su objeto amoroso, el otro al cual
ama, no se trata que el yo adosa a ese sujeto enamorado a su

25
ejercer, porque el yo como centro desparece, no obstante, el uso
instrumental de las personas no sufra quiebre alguno, si bien el
amor nace ante un porque sí, el buscar al otro al que se ama, no
implique porque sí alguno.

Su porque es ese torrente provocante de energía que despierta y


resignica la realidad en la reciprocidad de quienes se aman, y la
existencia se torna espacio para el ejercicio amoroso, y eufóricos,
los amantes esculpan la imagen ajena de su enamorada/do
congurando sus características según sus propias necesidades.
La aceptación condescendiente ajena y propia, instale lo
empático y desde la instancia especular que imagina, se vaya
construyendo un delimitado ser, se trata del ser de la persona a la
que se ama, en suma, por lo especular el otro deviene entidad
conjugada desde el verbo amar.
Un estar y pensar en el otro, provoque todo tipo de cavilar y sentir,
como ejercicio del involucrar afectivo.

Pero, si desde el contexto terrestre o físico, el amor implique


sumun antropológico, desde la dimensión metafísica ese amor no
represente lo mismo, como lo señalamos en el refractar, la
refracción nace por el origen tormentoso del amor: la nada,
fundamento de su inicial carencia buscando ser y por ello, deba
seducir a la materia humana desde el cúmulo de sensaciones para
inuirla sin más, y presencia de pasiones, deseos y placeres
cautivando los sentidos humanos. Así, desde el espacio de la
sensación y la presencia imaginaria, el amor, adquiere aspecto y
se torna fundamento en el hombre como realidad, aún, con su
instancia tormentosa y a la que adquiere sin saber que se la
adquiere y lo que adquiere.

En el estado de enamoramiento una cadena de signicantes al


servicio de lo permanente y duradero prontamente nace, designan
al amor desde la impronta de lo eterno, pero tales asociaciones son
expresiones ilusorias en busca de permanencia, cuando, según la
original experiencia amatoria sólo se vivan fugacidades, así, el

26
durar del amor, su inmortalidad o perennidad, solo son frases que
la misma experiencia se encarga de colisionar, porque no hay
nada más sujeto a lo efímero que el ejercicio amoroso.

De allí se congure culturalmente un vínculo y trasfondo cticio


de la plenitud perpetua entre aquellos que se aman, y más allá de la
evidencia falsa de tales enunciados, si nos enamoramos, ocurra
por el poder de la ilusión como sugestión que atrapa, por ello el
amor cargue con esa ilusión trasformadora donde nadie pueda
negarse a sus encantos y sugerencias que enredan.

Entramos en un terreno curioso, extraño y altamente paradojal, el


de la apariencia y sus pertinentes reejos, donde nada es lo que
parece ser, una cadena extraña se inicie con el instante eterno del
primer beso por ejemplo, o como implica querer a quien no se
conoce en realidad - si es posible tal conocer- y también, en la
presencia de lo ausente, cadena que nos señala el terreno de lo
indeterminado como insinuación de toda disposición buscando
ser, y para ello, el río de la nada se torne escenario al que acuda
todo es buscando parecer.

La mayor y mejor representación de lo no delimitado entre ser y


no ser lo encontremos al congurarse el ser del enamorado y la
citada dimensión paradojal hacerse presente porque ese ser, para
ser, debe estar precedido por la nada como contexto posibilitante
al emerger continuo. Así, posicionar a la nada como evento
abierto a todo nacimiento enrede el gran acontecimiento para
millones de disposiciones indagando por los posibles seres a los
que se podrá amar, ahí, brotando sin más desde la fuente de lo
vacuo.

De lo indeterminado a lo determinado, implique un ser que aun no


es y se posicione como forma que informa de algo concreto a la
materia, y fuente de posteriores dicotomías tales como la mente y
el cerebro, espíritu y materia, el beso y los labios, la
representación y lo representado, evidencien un previo vacío

27
habitando a todo lo que es y única puerta abierta para que lo
indeterminado se determine.

Pero, lo indeterminado no puede pedirse, no puede invocarse, no


puede manejarse tal como sucede con lo eterno del amor, porque
lo eterno no posee propiedades ónticas concretas sino que lo
eterno se opone a la condición de lo nito, de lo efímero, por el
cual lo escatológico de lo eterno no pueda determinarse desde ahí,
desde propiedades mundanas, ya que lo eterno ni siquiera es
verdadera ilusión tal como lo es todo amor.

Y si el amor e ilusión comparten el origen de ese vacío en común,


uno como carencia y el otro como ensueño, su imantar como
complemento explique su cción y su anidar en lo real. El salto de
la ilusión en lo mundano postula a algo que no es ni será desde la
indeterminación, por ello toda ilusión en el fondo polemiza con lo
real al disputarle sus espacios en la entidad humana con la ventaja
de operar dentro de ella.

Que la ilusión se posiciona en el amor y el amor forje su ilusión,


implique el combo perfecto para esa cadena de representaciones
entre el amor, el deseo y lo sexual, donde lo sexual, se revela
cadena vinculante preparando el terreno a un devenir más
arrasador y profundo, el devenir pasional o la prohibición de lo
prohibido.

El presente vinculo luche desde la plenitud del enamorado contra


aquel plano metafísico de lo carente, del posicionado deseo en la
tierra como logénesis, evolucione como placer en toda
ontogénesis, y se asista a un surgir insospechado en el mundo, el
devenir de la familia e indicador asombroso de otro notable
acontecer: el egoísmo como trasfondo en la gura ensalzada de
toda madre y todo padre.
Pone en la palestra a la representación inmaculada de los padres,
sin embargo, en ellos se incuba esa carencia buscando ser plena a

28
través de los hijos, la egolatría consista que ellos posicionan en el
mundo a seres para la vida y por ende, también para la muerte, los
padres en el fondo condenan a quienes dicen amar, sus hijos, y
éstos, reproduzcan con sus vidas los mismos padecimientos que
hubieron de pasar sus padres, deleguen una condena cuando
decidan tener hijos, también bajo la ilusión de llenar la carencia
que ellos como seres son, y colaboren que vida y existencia
espejen el grotesco existencial de lo paterno y aspecto oculto por
la sociedad universal, al ensalzarse la condición noble de toda
maternidad y paternidad.

Así, el padecer humano se renueve en la gura de cada hijo y se


halle sufriendo el dolor a enfrentar los terrores diarios, a la vida, a
la muerte, el sin sentido del hastío cotidiano, el entretenimiento
salvador como olvido de sí ante la vaciedad de su propia vida que
los muestra como son, un absurdo ajeno y un insistir propio, así,
presos del aburrimiento, con la soledad y la rutina a cuestas,
deambulen en ese segmento temporal que denominan vida,
reproduciendo en la especie, la condena de posicionar a entes para
la muerte.

Lo expresado, forme parte de una cadena iniciada en la carencia


del amor y su recurrencia al deseo y desde el seducir del placer, se
mimeticen valores que el hombre justica fundamento del
devenir matrimonial, de la familia y los pertinentes hijos, pero
tales enlaces y signicantes fueron posicionados por la ilusión
desde el trasfondo de lo carente, porque ninguna plenitud será
posible ante un oculto acechar, que detrás de todo inicial encanto
siempre aceche el desencanto como expresión del vacío, y lo
carente, mostrarse sin mascarada alguna en lo mundano.

El adagio que sostiene que “de la nada, nada es”, no sopese al


advenir paradojal del ser y del no ser, del siendo y del no siendo e
iniciada quimera que espeja a la nueva cción en inútil
reproducir, y actor principal del señalado amor, éste precedido por

29
su metafísica se muestre muy diferente como fenómeno en el
mundo, tanto en lo real como en lo virtual también.

30
Cap. II

2.1 Llamas

El nirvana, sublime categoría del budismo es entendido como


ausencia de llamas cuyo signicado último implique ausencia del
yo, el yo como entidad provocadora de todo deseo, entonces, la
pregunta no tarde en llegar, si el amor por Internet es real y sujeto
a una plástica simbólica que ayuda a mantenerlo en plena
virtualidad, a la hora o el momento de la pasión ¿cómo habrá de
ser?

Pues, todo el ámbito anterior del Cupido simbolizado


prontamente desaparezca ante la urgencia del deseo clamando
por condiciones distintas, mucho más vinculada a la dimensión
de la acción, por el cual todo romanticismo vaya perdiendo
fuerza desde ese desplegar de la llama con su rme llamado por lo
erótico y despertada necesidad en los sujetos enamorados.

Así, desde el irrumpir pasional tal autonomía provista por lo


romántico quede de lado ante el llamado primordial de la pasión y
la presencia de un imperativo, vedar la vigencia del inteligir
simbólico y reemplazarlo por el mandato del hacer, la pasión
reclame en el corazón de aquellos enamorados ejercerse a través
de la acción del deseo, y “hacer el amor con quien se ama”,
implique el nuevo escenario e interrogación por hacer ese amor
desde la virtualidad, pregunta que no tarde en posicionarse en la
conciencia de tales amantes.

Entre el corresponder del amor el deseo y su posible devenir


pasional, se instituya el reclamo por esa nueva forma de relación
y si bien ese contacto con el otro no es posible, en modo alguno
atempere los calores que entre amantes surgen y reservan,
constituyéndose el ciberespacio en lugar de cita y área de
encuentro distinto al real, ante el señalado imperativo del
ejercicio pasional.

31
Y tal ejercer se inicie en lo visual, la óptica como órgano de
conocimiento hubo de estar presente en los inicios mismos de la
cultura occidental griega, y la mirada tras la Cam será quien logre
preeminencia como marco de la mediación virtual posicionando
la dialéctica del mirar y lo mirado, imponiendo y disponiendo del
único modo respecto al imperativo que manda hacer en el ámbito
del ciberespacio, así, inicialmente sólo desde la visión, se acate y
se obedezca el mandato pasional.

Una erótica reclama ser ejercida consistente en tacto,


sensaciones, junto a caricias y desnudeces mutuas, como
contenidos tácitos y presentes en la insistencia del deseo que
ordena hacer y sólo obedecido desde ese mirar al otro.
Tal erótica será posible por la inscripción del deseo en ejercida
insistencia desde su actividad placentera, porque el deseo no
implica placer por poseer aquello que desea, sino se inicie en el
mismo instante al imaginar eso deseado, en éste a priori se
encuentre la fuente misma de todo placer, ya que si el placer
emerge como tal, lo es por diagramarse realidad desde el
imaginar en el interior de cada conciencia, mucho antes de
plasmarse realidad al obtener lo deseado ¡se trata del placer
como apetecer en sí mismo!, aunque, aceche la posibilidad del
tormento y se frustre su raíz si no logra al nal conseguir su objeto
deseado.

Entonces, el deseo no internalice realidades sino hechos y por eso


inventa lo real creando situaciones, sucesos, momentos que aún
no son, hablamos de una pura virtualidad postulando su
fenómeno a través del objeto deseado, y realidad deseada
participando en la conciencia de todo deseador y por ello, toda
erótica tenga su espacio desde el deseo ejercido y potenciado ante
el vínculo del placer en la fantasía.

Y momento del instante ya señalado de la acción mediada ante el


hecho de mirarse a través de la Cam y “conocer” al otro, así, una
sucesión de mediaciones acontezcan a través de la Cam y

32
principal medio para que el otro llegue a uno y viceversa, con el
papel protagónico de la vista ante el mostrar de uno y el mostrarse
del otro, en la presencia de la red que atrapa a través de la imagen,
ahí, el narcisismo encuentre su mayor campo de acción al postular
en la imagen el punto sostenedor de la relación erótica con el otro.

Junto a cierto voyeurismo que despierta, porque aquel que se


muestra decide ¡como mostrase! y aquel que mira, asistir
pasivamente a la generosidad del mostrarse del otro pues lo que se
muestra y los ángulos del mostrarse no los maneja quien mira,
sino aquel que quiere mostrarse, ahora, ¿cual es el sentido
presente que provoca esa doble condición de mirar y mostrarse?,
he aquí los pasos iniciales de una sensualidad que sólo puede
ejercerse desde el ámbito de la mirada y a la espera de su mayor
recompensa, la desnudez del otro a través de la Cam y hecho
supremo ante el reclamo de los ojos que la esperan y transparente
el grado del involucrar en los que se muestran.

Porque existen ciertos actos como ciertas palabras que inauguran


momentos o generan nuevos escenarios, la palabra amor ser una
de ellas y el hecho de la desnudez implique el otra, con la
desnudez se abre un espacio privado sujeto a mostrarse tal cual se
es, el cuerpo media la interioridad propia y ajena como verdad
suprema de todo mostrar iniciado en ese desnudo listo a ser
devorado por los ojos ajenos, lo que se es, buena, linda, feo o mala
quede de lado ante el impacto que toda desnudez provoca, en
especial, cuando tal hecho entre los amantes sucede por primera
vez.

Cierto avergonzar puede acompañar esa primera vez,


curiosamente la vergüenza signica el tener que mostrarse sin la
voluntad del querer mostrarse, pero este avergonzarse lo sea
como parte del pudor nacido por la exposición a la mirada ajena,
pero a la vez, es mirada que se desea y sentido de fondo de todo
mostrar, compartirse en ese mostrar.

33
Del mirar, del sugerir y del mostrar hasta el devenir de los
desnudos cuerpos, nos señalen un creciente sensualismo y
devenga en propio sensualismo e iniciado entre el bullir del deseo
y su búsqueda por mayor realización, pues la erótica exacerbada
por la presencia exigua que implica todo mirar y mostrar, redunde
más en un carecer que en cierto realizar, por ello reclame
posicionarse en una forma más concreta, más sensual en el mundo
virtual, hablamos del devenir autosensual.

En este punto, la distancia con lo idílico y la condición semántica


se liguen en tal fenómeno, lo pasional exigió hechos instalando la
preeminencia de lo físico y de lo concreto, por ello emerge lo
autosensual como disposición por tal exigua realización y signo
amoroso entre el involucrar de los amantes.
Donde la conducta del despertar autoerótico implique un medio
de acercamiento distinto al realizado en el mundo de lo real, pues
la presencia del otro que se quiere y se desea, puede amilanar o
inhibir, pero con el contacto indirecto se zanje con más donaire la
tensión y el nerviosismo que implica ese primer paso hacia el otro
en el plano del sexo.

Porque el hecho sexual del primer contacto siempre envuelve un


exponerse, ante la apertura necesaria y el consiguiente grado de
vulnerabilidad que toda apertura signica.
Así, la distancia de lo virtual juegue a favor de una autoerótica no
tan traumática y facilite el camino a su ejercicio, ya que la relación
sexualidad e interioridad son aspectos soslayados cuando nada
mejor habla de nosotros el actuar en el ámbito privado de la cama,
escenario de la interioridad expresando sus formas de ser y que lo
sexual, desoculta sin más.

Y a medida que la erótica se expresa, se demande más y más e


inquiera por más graticación y supere la preeminencia de la
óptica centrada en ese mostrar-mirar, y mude al señalado auto
ejercicio en la genitalidad, allí, la autoerótica se arma y el

34
imperativo del hacer redunde más que nunca en el incursionar
masturbatorio y momento en que algunos de los amantes muestre
a su partenaire tal incursionar, y tácito pedido de reciprocidad
para compartir el mismo sentido, desde el mismo deseo y la
misma necesidad ante el imperativo del hacer.

Aunque, antes se deban superar poco a poco los temores y


prejuicios a cuestas, traumas latentes e inseguridades varias, y
presencias ocultas en la cita privada del escenario amatorio del
ciberespacio, y superada tales latencias, la desinhibición brote
buceando en el cauce de lo fantasioso y de lo prohibido también,
tras un mayor poder hacer en Internet, momento del despertar de
la imaginación en cada amante y de la condición lúdica plasmada
en lo erótico.

Una vez más el juego milenario de los sentidos surge desde la


fenomenología del “te pido, te digo no”, ante el poder de decisión
que lo virtual envuelve y permita manejar esos momentos o
situaciones sin riesgo, colaborando notablemente al liberar
interior de los individuos sexuados y junto a ello, la lencería como
los juegos eróticos impliquen medios al servicio del imperativo
pragmático en ciernes.

Ahora, lo dicho signica que tal sexualidad adquiere el tinte


pornográco, pues el deseo centrado en lo genital mostrado-
mirado, sea un modo de respuesta a las condiciones que lo virtual
permite por su escenario limitante.
Nacida en el círculo de lo propio y destinada al otro, el hacer
pasional en presente autoerótico brota desde el fondo mismo del
deseo en presencia empática del amor y en proyectado ejercer
hacia el ser amado, busque poseerlo, asirlo, desde ese mostrar y
tácito ocultar en desgranado autosensual.

Pero la oposición mostrar-ocultar no cabe meramente por la


condición virtual sino que mucho tenga en cuenta a la historia

35
personal de lo sexual en los amantes involucrados, porque lo
sexual y lo erótico excedan largamente a las cuestiones del
penetrar y del ser penetrado, o una sensibilidad dispuesta al
clímax de lo orgásmico, si bien todos estos aspectos formen parte
de esa historia, exista un aprendizaje que postula, sugiere o
despierta otras posibilidades, y si bien nadie ejerce su sexualidad
para aprender, en el fondo, toda sexualidad enseñe.

Como ejemplo de lo dicho acerca del aprender apelemos a la


novedad sexual en la práctica del sexo anal, ahí se mesclan
sensaciones en la mujer ante tal petición del varón, entre
complacer u oculto desear en la propia mujer, acoplando la
molestia por la naturaleza de tal penetrar, por ello la delicadeza
como el cuidado sean recomendaciones continuas y posicione la
instancia del gustar, el molestar o en no gustar como una
mescolanza patente en toda penetración anal.

Tal fantasía por el sexo anal como novedad, sea provocado por esa
confesión que seduce a todo varón, su apetecer por tal
posibilidad, por el cual la instancia lujuriosa de la cola se hace
presente en toda mujer, hasta el punto de tornarse elemento
seductor y permanente incitación hacia el hombre deseoso, como
también, volverse un suplicio para ellas mantener rme esa parte,
desarrollar bien sus glúteos, ardua y dura tarea en todas por igual.

La cola o mejor dicho, la incitación al sexo anal, se torne


imaginario desinhibitorio ante los prejuicios que rondan a toda
sodomización, por el cual sea deseada, apetecida y querida,
posicionada como parte de un a priori sexual complemente la
fantasía básica del hombre bogando por tal premio y por otro lado,
un saber latente del poder que tiene y provoca toda mujer, porque
en algún lugar en ella, la cola y la prohibición se junten
íntimamente, así, una idea se hace presente al son de una avidez
compartida, el deseo por penetrar la cola y el deseo de ella, por
experimentar tal penetración.

36
Y aquí, se deba considerar a la disposición como parte litigante en
ciertas prácticas fantasiosas, que nos habla, nos dice, de la
preeminencia de la disposición respecto a la sensación, pues lo
sexual se revela disposición cuando la erótica toma las riendas del
ejercer y experimentar, donde no se hace distinción entre virtual o
real, porque más allá de los diferentes escenarios, toda eroticidad
habrá de adecuarse al medio donde pueda realizarse como tal.

Así, lo que muestren u oculten los amantes, las fantasías que


puedan surgir o no, siempre hablará de su cultura amatoria donde
todo desinhibir o inhibir, sugerir como incitar, hable de ellos
como tales.
Por el cual el emerger fantasioso y su ejercer erótico no surja
porque sí, sino por un saber que se torna disposición buscando
vincularse de la forma que sea, tal es lo que subyace en lo erótica y
su postergado encuentro en lo real, tal hecho no extinga en
absoluto la llama del mutuo deseo y se presente en la voz y las
palabras entre el fervor mismo de lo dicho, se trate del leguaje
obsceno y expresividad como acento del bullicio interior de los
amantes, connotando genitalidades en términos excitados,
erecciones, lubricidades, deseando el complemento de la
genitalidad ajena, conguren un repertorio que ayude a provocar
y a acrecentar la llama de cada sí mismo y su explosiva
autoerótica, desmadrada y potenciada bajo el curioso escenario
de lo virtual, espacio no concebido para “hacer el amor por
Internet” y sin embargo, ejercerlo desde allí.

2.2 Un poema

Cuando me dijiste “hacer el amor” aquel 19


Desde el ámbito del ciberespacio
Mi inocencia creyó que se trataba de un decir liviano
O un rapto del momento destinado a lo fugaz

37
E insinuación juguetona de adulto aburrido.

Después, el inerno en la tierra o el cielo abatido


Testimoniaron que aquello dicho como “hacer el amor”
Dio paso al mundo incandescente del “poseernos” y de allí
A la irrupción del universo libidinoso
Lujurioso y obsceno, buscando superar
Los limites del espasmo que todo fenecer provoca.

Estar, vivir, y morir ahí, miles de veces en tu cuerpo


Junto al universo lascivo que Internet no permitía ejercer.

Obseso por tu desnudez


En la fantasía de ser célibe y casto de nuevo
E iniciar otra vez el camino a fenecer
Y apetecer tu carne desde el mismo momento
En que me invitaste a “hacer el amor” en lo virtual
Aquel 19.

Y desde el día del encuentro en la tierra


Hasta el día de hoy, nos devoremos sin cesar
En la mente y en los labios, con el deseo a diario
De tenerte a mis pies o por arrodillarme frente a ti
Mezclando el deseo y el sometimiento
Llevando a cabo la nueva invitación
Muy distinta a la original de aquel mes venerado.

Porque si eres mi meretriz


O yo tu cliente, o seas vos quien me contrate
No importe nada de eso
Porque todo se inicio en aquel 19
Con ese inocente “hacer el amor” por Internet
Y hoy, tierno recuerdo del inerno lejano
Del no acceso al tesoro de tu desnudez.

38
Cap. III

3.1 A la mano

La mano y el cerebro se construyeron correlativamente pues para


el desarrollo del segundo, primero, se necesitaron las
herramientas y después, su diario eslabonar, así, el mundo
exterior se asimilo en la interioridad del hombre como gura
procesada, después, en imagen e imaginación y culminar en icono
elaborado, todos bajo el signo del representar, por el cual si el
tierno Cupido con sus echas a cuestas o la fuerza del león con su
exuberante melena nos dicen cosas, tales formas fueron por
mixturar signicado e imagen en correspondido alegorizar, desde
el trasfondo pertinente de la actividad simbólica que hizo de la
signicación su principal condición.
Como Hermes al patentizarse en el mundo comunicare sentidos
en el trasmitir cotidiano que los hombres inteligen en su diario
existir.

Ante el escenario signicativo que precede al hombre y su


capacidad por manejar desde el centro de su intencionalidad, cada
internauta hará de Internet un espacio propio y por ello mágico,
donde lo previo, muchos antes que se plasme presencia o hecho
cabal, posea su pertinente importancia.

Como sucede con las echas de Cupido y su operar en la


interioridad de mujeres y hombres, pues el destino nal de sus
echas se inicien al otear los posibles corazones por atravesar, así,
este arquero se encuentre presente mucho antes que acto en la
conciencia en los hombres, en el mismo hecho de su otear.

Y nos dice que lo llegado ya hubo desandando su camino mucho


antes del acto de llegar señalando la importancia de lo previo, lo
antes como condición de toda llegada, un antes que comparte el
mismo signicado que Cupido, Hermes y Narciso, la importancia
del preceder de los hechos e instale, la presencia de lo potencial

39
como realidad a vivenciar en la tierra del mañana, he aquí en esta
cadena en lo que precede, en lo que sucede y en lo potencial,
nexos del hombre en su diario acontecer.

Ahora, si de potencialidad hablamos, entonces, ¿quién puede


negar que ello será virtual y también real?, nadie, pero será
necesario delimitar ese ángulo de lo real; que el peso de lo virtual
no sea subsidiado desde lo real, señalamos aquellas relaciones
afectivas nacidas en lo real y continuadas en el espacio de lo
virtual, por ello determinar a la relación virtual nacida ahí, sin
que importen las atípicas condiciones del ciberespacio y sin
subsidio alguno de lo real, será instalar realidad en lo virtual.

Así, lo que pueda nacer por Internet será tan real como lo que
surja fuera del ciberespacio, sin embargo, desde las urgencias y
las necesidades de cada internauta aquellas se maniesten según
la actitud por dominar a las cosas, tener entre manos la
posibilidad de manipular según deseo de cada uno, tal como las
identidades por Internet, pues todo internauta pueda ser el que
desee ser ante cualquier tercero, y cada usuario tenga entre sus
manos las riendas de lo que surja como relación, amistad o lo que
fuera y ahí, autodeterminarse según los antojos de su propio
ánimo, aunque, por tal posibilidad surjan las sospechas, las dudas
y las desconanzas acerca de las identidades que navegan por
Internet.

Y tales cuestiones ronden entre aquellos que se conecten entre sí,


poniendo en tela de juicio las veracidades, compatibilidades y
necesidades anes nacidas en todo primer momento.
Si bien en el mundo concreto de lo real, lo que somos, esté
denido en términos de conductas y acciones correlacionando
decir y hacer, en el mundo virtual tales hechos no serán posibles y
ser reemplazados, por el cual la dimensión dialógica de los
hablantes adquiera preeminencia y determinen pactos de
encuentro en la red, tener efectivamente ese contacto ahí y los
vínculos generados responderlos según estímulos recibidos, tal

40
como implica recibir e-mails de terceros y contestarlos o acudir al
llamado del chateo diario etc., denote la correspondencia entre
decir y hacer, como una forma de comprobar el es ajeno, aunque,
lo que se es, exceda completamente los ejemplos señalados
diculte al extremo poder delimitar al es de todo ser en Internet.

Lo dialógico con su arsenal a cuesta involucre el nexo para


romper el hielo en todo nuevo contacto pero al que no se podrá
mensurar, captar, medir y responsable de esa no captación, lo sea
la presencia del giro copernicano como la capacidad del
internauta por construir su identidad de acuerdo a su parecer, vale
decir, ser aquello con lo que se identica y le gusta ser.

Por ello la red bien puede ser analogizada con el espacio quántico
donde las disposiciones reinan por sobre las determinaciones y
abierto a la admósfera de lo indeterminado, la indeterminación de
lo virtual se preste al juego del poder ser esto, aquello o lo otro,
donde los juicios de lo que se es no existen y la construcción que
hacen de mí los terceros en el mundo real, quedaron desplazados
ante el signicado del giro de ser según mi propia iniciativa
autoconstruida en lo virtual, donde cada internauta será quien se
haga a sí mismo testimoniado de sus conexiones en la Web, en la
utilización de frases, palabras, dichos y fotos, etc., signos de una
identidad in situ.

Sin prejuicio alguno, Internet, envuelva una instancia distinta


mucho más privada y más diversa a la hora del relacionarse con
terceros que en el mundo de lo real, porque pone a resguardo lo
personal de cada individuo, cuyo conectarse en la distancia
provoque el doble juego de la conanza y la desinhibición, donde
cada sujeto “se permite” cosas a las que corrientemente frente a
extraños no se permitiría hacer, mostrar, decir.

Desde el imperio de lo desconocido privando en el ciberespacio


motive a los individuos a posicionar sus quimeras ontológicas,
aunque, quienes proyectan ¡sean reales!, la plástica signicativa

41
congura a cada Nick como alguien concreto y la inicial
desconanza, ceda ante una familiaridad en construcción, así, los
Blog se constituyen puertas abiertas a la participación ilimitada y
las redes sociales, los nuevos bares de la cita y encuentros,
adoptando el internauta las pautas que de la virtualidad dispone.
El giro copernicano de la identidad que permite el ciberespacio
poner en manos propias lo que se quiere ser donde la historia
personal de cada sujeto que habita en el mundo real no tenga
rastros en lo virtual, implica el n de esa historia y tener en la
mano la posibilidad generar otra nueva como aparecer y
desaparecer, poseer cientos de Nick o estar como no estar,
congure un collage en el lugar sin lugar relativizando los
vínculos entre todos ellos.

Pero, si la condición previa, desde el símbolo, la distancia, la


privacidad con el giro señalado pongan todo al alcance de
nuestras manos, lo mismo no suceda con el emerger del amor y de
la pasión, aquí las intencionalidades compartan el mismo límite
que en el mundo de lo concreto, el amor no esté sujeto a la
voluntad como la pasión tampoco emerja porque así se la desee, si
bien existan como virtualidad en términos de lo previo y de lo
potencial, el acto concreto del irrumpir no suceda por el deseo ni
por lo volitivo de ningún sujeto, persona o internauta.

Todo puede quedar a la mano menos, aquello que escapa a su


radio de acción pero el ordenador, actualice la paradoja que
aquello fuera de la mano, este de nuevo al alcance de la mano.
Con ello postulamos que la afectividad no hace distinción de
medio alguno al momento de nacer e Internet, medio relevante
para su germinar ante el resultado exponencial de la condición
simultánea y su poder de conexión con gente de todo el mundo
bajo el imperativo del ¡ya!, ¡del ahora!, aunque, no decimos que
tener a la mano potencie la búsqueda del otro sino que tal
búsqueda, ya se encuentre en el antes, en lo previo de cada uno
como inquietud entre los propios usuarios y expectación por esos
deseados y queridos encuentros.

42
Lo previo hace a la metáfora de tenerlo a la mano con sólo
desearlo, a que la omnipotencia en cierto modo recorra al lugar sin
lugar del ciberespacio y el ordenador, implique el mayor
signicante al cual pertenecen todos los signicados junto a la
capacidad del internauta para decodicarlos, y en ello redunde tal
omnipotencia señalada, después, lo indeterminado que pulula,
existe y navega por Internet, hacen de la red un espacio
incognoscible e indescifrable, tal como sucede con el amor y la
pasión, lejos de pertenecernos, le pertenecemos y en este punto,
asistir a otro giro copernicano.
Por lo previo, estemos entre sus manos antes que en las nuestras.

3.2 El otro

Si señalamos que el ciberespacio permite tenerlo todo a la mano,


la misma actitud se plasme a la hora del congurar a los otros, y
sentido instalado de lo propio espejando la gura del otro, la
amante alteridad será inducida en el mundo desde el escenario
de simpatías/empatías y devenido espacio del encuentro
proyectado, hablamos de la carismática alteridad como fruto de
cada si mismo mimetizado como extraño.

Así, no exista clamor más profundo que situar en la interioridad


propia que la presencia del otro y su construida alteridad, e inicio
al recíproco rescate del citar afectivo, pues ¿por qué convocar o
acudir a un desconocido?, he aquí la evidencia vinculante de todo
llamado amoroso.
Y momento en que el espacio de los amantes se cimente día a día
desde orillas opuestas del cada uno propio en embelesante tarea,
que el tercero congurado responda a las expectativas de quien lo
hubo de congurar, así, amar al otro, consista en amar a alguien
mediado desde la conanza y la expectación de un extraño y la
vez, familiar otro.

Estamos ante la gura y el sentido nal de todo amor, estar con

43
quien se ama, pero ¿sabemos cómo es ese otro?, ciertamente que
no hay ni existe tal conocer, porque lo que ese otro es, no es
concreto sino interpretación de uno hacia ese nuevo y
desconocido ser, pues no existe cosa concreta o entidad palpable
en el llamado ser, así, lo ajeno del otro será cubierto con notas
propias y extrañas a su sí mismo, desde la rareza que lo propio de
toda alteridad, consista en una construcción ajena.
Por el cual ese otro será reejo de una particular conciencia, que
no involucra la totalidad del ser amado, sino de aquello que
agrada a la conciencia creadora.

No asistimos al abordaje de la totalidad del ser del otro, sino que


aquello construido hubo de ser mediado desde los agrados,
deseos, expectativas y motivaciones ocurridas en la conciencia
receptora, hablamos del hecho de esa doble replicación, el hecho
de uno dotando el ser del otro y viceversa, como instancia burlona
a toda efectiva alteridad, pues la alteridad en el fondo siempre se
pierda y nos encontremos con un mero designado cuyo denotado,
ha sido construido fuera de él.

La quimera amorosa dice presente en tal ontologizar, cuando, los


enamorados intercambian disposiciones, deseos, empatías y
anidades, pero totalmente ciegas a todo planteo respecto por
quién es ese otro, porque los enamorados jamás cuestionan sus
experiencias idílicas y menos, en la etapa de las mieles del pleno
embeleso entre las reciprocidades de la dulce conexión.

Una actitud va in crecendo en ese intercambio amoroso y será la


del poseer al otro, el fetiche del complemento postula en el
poseer, aquello que se halla separado de uno y se lo posea, pero en
el fondo ¿qué es lo que se posee?: nada, la posesión parte de la
infantil creencia que tanto uno como el otro, desde la
coimplicación de los deseos, se posee, se adueña, pero no
entiende que tanto amante y amado mezclen carencias, por el cual
nada se posee excepto, la ilusión del deseo por hallar algo en lo
ajeno desde ese poseer, y eso implique toda la cuestión, mera

44
ilusión como instancia nal de toda posesión.
La quimera del deseo y la posesión enreden dos caras de la misma
moneda, carencia de lo propio buscando sustentarse en lo ajeno.
Pues, la sentencia que sostiene que un naufrago no puede salvar a
otro naufrago, nos señale que ninguna carencia jamás pueda
sustentarse en otra carencia, si el otro me sustenta es porque en el
fondo, el contexto de lo amoroso a quedado subordinado al juego
de las apariencias entre las marquesinas de las dádivas en
pretendida auto satisfacción.

Se tiende hacia el otro como noción superadora de lo propio,


pivotando en la cadena del espejar haciendo corresponder al
amor, el deseo y el otro, se destinen en el mundo ejerciendo un
funcionalismo social en términos de parejas y convivencias, sin
entender que acecha la posterior cosicación brutal cuando
aprisiona a tales enamorados a la estrechez del hogar y devienen
en cónyuges e individuos sin sorpresa, así, lo especial del
encuentro mudar en previsible rutina insertos en eso llamado
familia. Tal despertar a lo ilusorio inscriba una nueva modalidad
en ese ámbito construido: la separación, los divorcios y nuevos
intentos con sus previsibles fracasos.

Estamos ante el efecto dominó provocado por lo construido a base


de apariencias, pues el emerger empático, ligando lo propio con lo
ajeno, en un momento cesa, se rompe y la falta de intercambios
provoque tal colapsar.
Ahora, ¿de qué se trata, qué implica, cual es el sustrato
ontológico de lo propio?, nuevamente la misma carencia presente
en toda previa autodeterminación, por el cual jamás la entidad
humana se desligue completamente de aquello del cual forma
parte, el señalado vacío, he aquí la cimiente del otro impuesta en
su construida pseudo alteridad.

Un doble aspecto se halla en curso, primero, una ontología


carente buscando por todos los medios cubrir, llenar, congurar
un rme ser y segundo, lo que surja, cargue el tinte de lo cticio

45
por ello es que en tal estado de cosas, se busque el arraigo en el
mundo y precioso n buscando sustentarse desde la señalada
cadena vinculante.
Así, el otro, el deseo, el placer como complementos, serán
signicaciones al servicio del gran signicante mimetizado como
pleno: el amor.

Como oposición a la amenaza de lo vacuo, broten en el ámbito de


lo terrestre conceptos aludiendo a una realidad superior cuyo
intento será anular la señalada presencia de lo efímero, de lo
breve y lo perecedero, y escenario del nacer de conceptos como lo
eterno, la felicidad, lo verdadero, los dioses, los cielos, el
paraíso, las energías cósmicas, solares, humanas etc.
O en otro orden de cosas será como decir que el no ser se disfraza
de ser y superar su origen oscuro.

A tales efectos, el amor potenciarse cuando crea su particular


gura: la del enamorado y su correlativo manifestar del nosotros,
sin embargo, como corolario, el mudar del amor espíe y al
esfumarse, la cenicienta desenamorada retorne a su otrora
individualidad, vale decir, a la condición fútil, inerte sin magia
alguna del enamoramiento.

¿Y por que el mudar del amor?, porque las insuciencias


ontológicas se posicionan bajo el instante ilusorio del
complemento, así, dos reejos se inicien desde su mutuo espejar,
el amor y el ser humano provocando la quimera de ser acechado
por su carecer, tal ser el fundamento del mudar del amor y su peor
consecuencia, pues cuando el amor desaparece, tal brutal
experiencia desfonde al ser humano, se trata del mudar de su
inicial dicha, donde lo leve se hace carne en él y la soledad
irrumpe en su vida conduciendo al hombre a una terrible
experiencia, la experiencia de estar solo.

El enamorado paga con soledad la irrupción del amor en su vida,


donde su ser muestra su cabal carencia al hacer de su sí mismo la

46
peor de las compañía, tal ser el precio por un instante ilusorio del
complemento con un otro.
Por ello, hemos armado que la magia pregnante del enamorado
prontamente desaparece y también él, entonces, como realidad
mundana insista e intente reiterar el fulgor de la vida, volverse a
enamorar y repetir la ilusión del nuevo complemento.
La ilusión busque ser nuevamente en ese ser abrumado, y si bien
se apoye en su voluntad, la plástica de la disposición no será la
misma al comprobar el mudar del amor y el mudar del
enamorado, entidades no disponibles ni sujetas a su voluntad y
junto a ello, la desilusión adquiera presencia, pues el amor no será
según deseos de nadie sino más azaroso que nunca y aspecto al
que no se puede manejar. El ser humano no podrá enamorarse a
voluntad, sino simplemente que ocurra cuando otro, advenga
desde un porque si en eventual momento.

Y aquí, golpee a las puertas un devenir no deseado, lo trágico se


posicione en el mundo, la tragedia humana por rebelarse a la
condena amorosa del mudar amoroso, es lo que provoque eso
trágico, el amor es dios que destina al hombre su ser y su padecer,
“lo que eres te destina”, iniciada en el congurar ajeno,
posicionó la alteridad según realización propia pero sujeta a la
contingencia de lo efímero.
La carencia universal habitando lo real halla su eco en lo virtual,
la posicione en internautas o en personas, en mujeres y hombres
por igual.

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48
Cap. IV

4.1 Encanto

Como lo supo sentenciar el viejo Protágoras “somos la medida de


todas las cosas”, cuyo signicado es que lo real del mundo pivota
alrededor de nuestras experiencias y lejos ya del sosta,
condición necesaria para vivir en la realidad de lo concreto ante la
obligación de arreglárnosla allí, mundo encantado en nuestra
niñez y posterior desencanto en nuestra adultez, un mudar
provocado por los compromisos, los deberes, las necesidades
contraídas, que licuó de fantasías, ilusiones, utopías al mundo, y
este adquirió el tinte previsible del desengaño y apenas combatido
por el viaje a alguna exótica y lejana tierra donde el mundo
recupera su perdido hechizo, pero jamás el que supo ser en
nuestra niñez, fuente de inocencia y encantamientos.

Y si existe el mundo del afuera como medida propia, es porque


existe un mundo internalizado y paralelo, ¿virtual?, claro que si,
a la mano, en simultáneo y centrado en el operar de cada sujeto en
Internet, medio propicio para recuperar el sentido del mundo
entre los internautas conectados y recuperar la magia desde el
dispensar virtual.

Si bien el mundo real al comienzo hubo de subsidiar a ese


internauta en sus primeros pasos en la realidad paralela del
ciberespacio, el mundo de la interioridad vaya ganando primacía
y en ello dos autonomías nacer, la interioridad despegándose de la
exterioridad y el ciberespacio, respecto al mundo real. Tales
independencias posicionen a ambas realidades como paralelas
hasta que una mujer y un hombre se conozcan y se relacionen por
Internet, decidiendo conocerse in situ concreto, ahí se entrecrucen
y se mezclen los mundos ante la urgencia por plasmar en lo
material-físico la relación amorosa, sexual o lo que fuere ante el
encanto recuperado.

49
Pero, si lo hemos de considerar se trate de una situación que
conlleve un tinte de tensión porque situarse frente a ese sujeto y
vía de conocimiento directa, compita con lo previamente
construido de él en el ciberespacio, donde lo construido mediado
y el ser de esa persona ante el contacto directo, no compatibilicen
entre sí, no concuerden, así, el inicial encanto termine ahí en ese
primer encuentro, donde la voz, pues los gestos, las formas de
decir etc., proveen mensajes y sean decodicados al instante,
buscando ahí en esos detalles la justicación y el fundamento a
decidir por sí o por no, a continuar tal posible relación o en otras
palabras, el sortilegio busque su realización.

¿Y ello por qué?, porque el ciberespacio es fuente de distorsión


respecto al ser de las personas, Internet permite un trato pero
también condiciona las formas de ese contacto y si bien en el
mundo cotidiano nos las pasamos congurando a los otros y
viceversa, en lo virtual, tal congurar se exacerbe y la fuente de
distorsión potenciarse entre todos los internautas posibles, el
encantamiento puede emerger en base de una ilusión distante de
toda realidad.

Sin embargo, habrá de privilegiarse a lo vivido en el mundo de lo


concreto y fuente de todo retorno y no exento de cierta paradoja,
porque si Internet posiciona una oportunidad al encanto y
respuesta al desencanto del mundo, se entienda al mundo como
único lugar para vivir sin límite aquello nacido por Internet, pues
las relaciones restringidas, fragmentadas, condicionadas,
denunciadas desde el eco de las pasadas voces y experiencias
previas de los pasados amores, ordenen el encuentro en el mundo
de lo real, a ejercer el amor sin condicionante alguno, ante el
dictado de la experiencia amorosa revelada a cada internauta,
ordenen superar los límites al ejercer amoroso ante el
condicionamiento del ciberespacio.

No obstante, también será digno a tener en cuenta que lo virtual

50
posibilite las relaciones más duraderas si éstas por la mediación,
se hallan más sujetas a lo reexivo que cada internauta ejerce,
aspecto difícil de pensar en jóvenes y adultos cuarentones, sin
embargo, a medida que se comienza a ingresar en la etapa de la
vejez, internet implique un útil ideal para encontrar y mantener
una compañía, una relación, una tangente a la realidad oscura e
inerte y representada en familias con hijos tiranos y dominantes,
determinando de lo que pueden hacer o no sus ancianos padres
desde la condición de viudos.

La dicotomía por quedarse en el paralelo mundo de Internet,


entendida como realidad análoga a la otra o por el contrario,
mantener tal paralelismo, impliquen criterios de urgencias y a las
que denimos como existenciales, pues el mundo concreto del
trabajo, los apremios, los mandatos adquiridos, jamás puedan
competir con la diversidad, la cantidad, el momento, como el
manejo dependiente de las capacidades de cada usuario, de allí
que las urgencia personales sean las determinantes de tales
elecciones.

Lo importante es la delimitación que ambos mundos representan


en aquellos a optar ante el desafío del encuentro con un otro, sin
dejar de señalar una posibilidad muy cierta, la del extravío,
aspecto también precedido por otras formas de extravío como las
que encontramos entre lo real y lo virtual, la interioridad y la
exterioridad, la del ser y el tener y la del estar para consumir, en el
parecer tras el aparecer, en la identidad y el nuevo Nick, en la
cantidad de horas frente al ordenador sin ser herramienta de
trabajo, el extravío de estar conectado a la red como mero hábito,
entretenido y distante de lo real.

Claro, decimos extravío y tal juicio formularlo desde el criterio de


estar en una realidad sujeta al mundo de lo concreto con sus
relaciones actuales, incluyentes del mundo económico y
productivo, donde aquel que no consume ni produce se halle

51
también extraviado respecto al canon capitalista, pero tales
formas de enjuiciar como extravíos partan de previas
valoraciones cuyo referente implique lo real del mundo físico,
aunque, desde otro punto de vista y valorativo también, estemos
ante una justicación al funcionalismo que manda adaptarse,
fuente de anquilosamientos general y principio del desencantar.
Mostrando que en todo juicio subyacen formas y signicados de
¡cómo debe entenderse al mundo y a la sociedad!, aunque, según
proyección tecnológica se congure un mundo distinto si en el
futuro virtual, lo tecnológico, se posicione más y más, y aquello
situado fuera de tal proyección, sea enjuiciado como marginal,
enfermo mental, disidente, vago y cuantas cosas más, por el cual
lo real de hoy como su correspondiente criterio de extravío, ya
tengan su carta de defunción.

A tales efectos, ¿Internet es la avanzada de un mundo tecnológico


utilizado por máquinas y según la ciencia cción, tras la
adquisición de su inteligencia articial congure su propia
conciencia y peligre lo humano?, por el momento hemos dicho
que pertenece a lo humano, pero investigaciones dadas a conocer
revelaron que el 60% de las repuestas que circulan en el
ciberespacio son manejadas por máquinas, ¿será el hombre el
Prometeo de las máquinas?

Aunque, más allá de ello exista un presente ingrato, el desencanto


del mundo y suplido por nuevos encantamientos al cual
accedemos sin reservas, el mundo que implica nuestra
interioridad asociado al ciberespacio, diagramen ese nuevo
horizonte donde navegan anhelos, deseos, motivos, buscando
saldar reveses o lograr posibles encuentros, por ello las frases
sugerentes o los videos utilizados como estrategia para atrapar a
través de ese estar diferentes y red en la red.
La interioridad posicione otras interioridades y al conectarse, un
cúmulo de halagos y embustes se encuentren a diario, como
hechos habituales en el vincular entre internautas.

52
Ahora, en las personas que pertenecen a la tercera o cuarta edad,
hallen en Internet una instancia muy distinta de lo que ellas
tropiezan en lo real, pues las capacidades adultas poseen una
vigencia productivas en el mundo de lo concreto y después de
cierta edad, ¡ya se es viejo!, mientras, en lo virtual tal concepto no
exista, las capacidades no son medidas según parámetro de la
productividad sino según su estar activo, pues las relaciones que
implican actividades sociales o habilidad social y culturales, les
permita a las personas de la tercera y cuarta edad a no vivir en la
postergación ni en la exclusión generacional y tener una
presencia positiva en tales áreas, cuyas ausencias suelen afectan
la calidad de vida en aquellos ancianos que no pueden encontrar o
integrarse con sus pares.

Por ello el ciberespacio implica apertura sin más a todas las


relaciones humanas, donde el amor implique una de ellas y revele
que el humano demasiado humano, espeje si o si a su interioridad,
por el cual ciertas amenazas del mundo real como las
desigualdades sociales, la marginalidad en la vejez, la exclusión
por ser pobre, en Internet por el momento no se reejen, porque el
ciberespacio se halla allí, sin dar cabida a discriminación alguna
abierto a todos aquellos que desde cualquier ordenador puedan y
deseen navegar.

Con Internet, se posiciona un nuevo encantamiento antes que


medio informático o herramienta de trabajo y su encantar
consista resistencia al mundo cotidiano de todos los días, mundo
que va disecando el gusto por sentir, el gusto del hacer y el gusto
por pensar.
Sin embargo, ciertas preguntas no puedan dejar de formularse,
pues ¿hemos de quedarnos en lo conocido que lo virtual depara o
acudir a la percepción directa del otro?, también ¿deberemos
permanecer en el encantamiento que esa distancia provoca o
enfrentar el posible desencanto que surja ante el frente a frente

53
con ese otro?, quizás ¿vivir la ilusión que lo desconocido induce
o aceptar la desilusión que el conocer incita? y aquí el adagio de
“ser la medida de todas las cosas” se halle más vigente que
nunca en la conciencia virtualizada.

4. 2 La instrumentalidad jaqueada

Ahora, en lo real o en internet, en la interioridad o exterioridad, no


exista mayor encantamiento que lo producido por el
romanticismo o si se preere, momento que entre el decir y lo
dicho superen el hiato que los acecha, al emerger algo distinto, se
trata del ser de la mujer como algo diferente y como nadie,
revitalice al sentido que subyace en todo decir y lo dicho,
superando la otrora y perversa dualidad que la supo denigrar y
condenar a esa otrora mujer. Pues, la dualidad que mencionamos
fue producto del mixturar el ser de la mujer con su pertinente
instrumentalizar, hablamos de la época cuando su ser lo
constituía su condición reproductiva o si mudaba de identidad,
hacerlo ante el contexto epocal de la igualdad de género, mujer
personicada y simbolizada según intereses patriarcales y
endilgar a su condición, tareas funcionales como lo indican sus
opuestos míticos del sublimizar virginal o mácula de la meretriz.
Desde la presencia cotidiana de madres, hermanas, hijas, esposas
y amantes, tal funcionalidad, en el fondo, opaco al ser de toda
mujer.

Pero, la vida y la muerte no dialectizan por el simple nombrar,


sino hacerlo desde su mundana presencia, acompañando
reivindicaciones y sus miles de luchas y millones de dolores, ellas
acompañaron el largo recorrido de la mujer sometida, mostrando,
señalando la condición más propia del sojuzgar femenino, sus
caracteres velados ante la impuesta instrumentalidad patriarcal.

El hiato entre el decir y lo dicho siempre existió cuando se hablo

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de la mujer, siempre la hubo de ocultar, entonces, ella como ser
¿dónde existe, como es y donde reside?, y para tal develar, será
necesario suspender sus funcionalidades epocales, y decir ¡basta
ya de maternidades, ni virginidades, ni roles, ni papeles exitosos,
dejemos ya su condición de ser ama de casa, ecaz secretaria o
ejemplar maestra asexuada, basta ya de tales cosas!

Y para ello, aun dejar de lado su día festivo, porque tal celebrar
reproduzca como festejo expresiones de la condición
instrumental, entonces, ir a la pregunta directa y preguntarnos por
aquello que la hace mujer, entonces, mujer ¿qué te hace
mujer?......
Sólo en la unión entre el decir y lo dicho exista lo que la hace
mujer, y sustancial decir romántico interrogando por el ser de esa
desconocida mujer, que supo impactar la mirada de aquel que la
supo mirar, y allí, despierte el inquirir en despliegue poético al
nombrarla como cielo, como vida, como primavera y rosa, porque
se trata de nombrar a quien se desconoce, y la palabra recupere la
inspiración divina cuando se revela en palabra poética e inquiere
y narra, desde la alquimia amorosa de la unidad perdida y jamás
olvidada entre ese decir y lo dicho.

Es la palabra romántica que no sólo interroga y poetiza, sino que


devela al propio ser del varón, lo atiborrado que signica vivir
desde ese sí mismo y ella, con su sola presencia, se torne
sugerente posibilidad de ir contra eso que a él lo atiborra.
Por ello, el desear del varón por la maravilla de los labios lejanos,
precedido por aquel despertar y mirado ser distante, provoque el
sueño por abandonarse en esos labios de esa única e irrepetible
mujer y a la que jamás podrá dejar de besar.

Y eso es lo que hace mujer a toda mujer, ser algo único en cada
una de ellas y que no se comparte con ninguna otra mujer, ninguna
mujer se repita en otra, junto a ese otro y al que tampoco tiene par:
el amor, pues lo irrepetible, lo singular, lo que no se comparte, no
son instrumento de nadie, como son las instrumentalidades de

55
todas las madres, de todas las secretarias, de todas las esposas, por
ello lo único en cada una de ellas, es lo que las hace mujer.

La mujer comparte con el amor un sendero único y destino


reclamando por lo eterno, revelando lo liviano de toda mismidad
como falso sustento y señalar el desfondo del varón en la tierra
porque sin la mujer y sin amor, aun como ilusión, no hay nada por
el cual se justique ser ni tampoco estar.
Como aquel día del extraordinario atardecer, un naranja pálido se
iba situando en la despedida del sol, aun, un poco alto sobre el
azulado horizonte, allí se destacaba el polvo otando en el aire,
típico de la tierra cuando se halla seca, bajo un cielo despejado sin
nubes y sin ereza eólica alguna, nació una premonición.
Era el día del atardecer en ese enero del espacio verdoso entre
esporádicos árboles, y presencia de lo distante, lejana e inmensa,
provoco la paradoja de hacerte más patente en mi mente, pues
¡eras el más extraordinario verdor, en el desierto de mis ensueños
y ausencia sin distancia de tu apreciado ser!

No tenias raíz ni existía familiaridad contigo y no obstante, mi


mente se abocaba al absurdo de pensar en ti sin saber de ti, allí
estabas y sin vivencia alguna de ti, eras pura presencia en sublime
acontecimiento, demasiada orgullosa para pedirle migajas a la
vida y demasiada digna para convertirte en ocaso de tu propia
aurora.
Todo eso, mientras iba camino a la casa frente de tu casa y ya
llegando, todo fue olvidado, excepto, el deseo por vislumbrar tu
rostro que aun, siendo futuro, siempre recuerdo.

Lejos de toda instrumentalidad, el romanticismo pincela el nuevo


eco del futuro no previsto y originalidad sospechada habitando en
esa nueva mujer, lejos de los mandatos que la hubieron de
extraviar, ahora, libre al espacio no condicionado de preceptos y
deberes, se postula devenir y sugerente realidad pero no a
pensarse, sino a existir desde sí, por ello inspire la más noble de
las acciones, romantice la realidad a través del posible beso, del

56
esperado encuentro, del poder abrazar y en especial, por
posicionar nuevamente la palabra de los dioses en el poetizado
“te quiero”.

Y tal exaltación, se haga presente también en Internet y como


medio más, la instrumentalidad pase a ser la máquina y
posibilidad a todo encuentro donde lo desconocido manda y el
azar vigoriza, mientras, el espíritu romántico sobrevuele entre los
Nick, los emoticones, se pose en sugerida fecundidad y fantasía
arrebatada a la realidad instrumental opacante de experiencias.

La nueva medida, lo otorgue ese vuelo romántico posado en la


tierra, develando el ser de la mujer, ¡algo único que no se repite!,
tal ser, el ser de la mujer y sin instrumentalidades posibles.
“Tú, me romantizas”, sea lo acaecimiento en palabra y se unan el
decir y lo dicho ante la presencia del ser de la nueva mujer.

57
58
Cap. V

5.1 Ni cerca ni lejos

Si lo virtual posiciona un mundo al alcance de nuestras manos, sin


embargo, lo apropiemos tras previa selección e incluyendo a
también a algunas de las personas, a ellas no las incautamos
cuando recién las conocemos sino tras previo explorar por sus
particularidades, y en Internet, serán los usuarios quienes se
destaquen de otros usuarios, las empatías o las indiferencias como
las simpatías que emergen, liguen o no a las personas, lo sean
desde la inquietud por superar la distancia del percibido acercar.

Si bien en Internet todo se halla a la mano, la forma clásico del


contacto lo es a través del Chat y los tonos variar según la
familiaridad que va naciendo, tal como sucede en las redes de
usuarios públicos invitando a chatear en modo privado, sin
embargo, nuevas formas expresivas suceden cuando los usuarios
usen el carácter privado del Chat y desde la inicial grafía, se pase a
la palabra y por último a lo visual, vale decir, grados de intimidad
que se han ido conquistando.

Los mensajes y las signicaciones que registran la voz y la vista


son distintos a los de las frases escritas, pues palabras y grafía
enuncien una diferencia cultural siempre presente entre los que
chatean, porque la sintaxis no se registra en el habla ni el seseo en
las frases y si bien, no se diga nada al respecto, no pase
desapercibido por algunos de los involucrados ese cambio del
chateo a lo verbal, y todo aparentar inicial pueda desmoronarse
ante el capital cultural o su ausencia, descubierto por alguno de
los implicados.

Pero, la privacidad del Chat es sin lugar a dudas consecuencia de


algo muy particular y aceptado tácitamente por todos los
internautas: la seducción, fenómeno presente en todo Chat y
escenario abierto a la construcción de estereotipos para atrapar

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desde allí.
En lo cotidiano, ya estemos atrapados por esa red en lo real y al
conectarnos, se potencie mucho más la inquietud por el seducir,
éste se halle como propósito oculto e íntima experiencia que
sobrevuela la red por la acción del atrapar, pues la seducción en el
fondo es una acción que busca apartar al sujeto seducido del resto
del mundo donde el seductor, aspira a que el seducido quede
centrado en aquel como eje de toda mirada, inquietud y relación,
la seducción será presencia latente en el ciberespacio y contexto
pertinente abierto a todo seductor.

Así, chatear implique la creación de un tejido creando la debida


malla buscando asir, captar, atraer y a tal n, asistir a la
construcción de personalidades heterogéneas muy diversas entre
sí e incluimos a desinhibidos, superados, respetuosos, sociales,
amigables y comprensivos, a intelectuales y las sexys, las amigas,
las compañeras y cuantos adjetivaciones más, rondando entre
mujeres y hombres de todas las edades detrás de cada Nick,
buscando personicar lo que se es desde allí, donde la charla en
tono íntimo y privado, implique el momento más buscado y
generador de cosquilla en la interioridad de cada internauta por
poder llevarla a cabo.

Una estrategia consistente en el agradar y el caer bien se inicie a


diario y el impactar positivamente a los terceros comience con el
“todo está bien, todo está genial” acompañados por los
insoportables ja, ja, ja, y los correspondientes emoticones
tratando de provocar un clima positivo en los otros internautas
entre el acontecer del irteo disimulado en el chateo inicial.

La distancia, el desconocimiento y cierta impunidad si se quiere


que recorre el ciberespacio, induzcan a los géneros a concebir al
otro como posible lance y por lo tanto, objetos del seducir
presente desde la condición aceptada de amantes e ineles o su no
aceptación, sin embargo, más allá de admitirse como tal, se
disfruten al lograrse ciertas intimidades justicadas desde el

60
neologismo del juego, porque todos participen del sobrevuelo
señalado seductor, donde nadie comienza un simple coloquio por
un acto ingenuo comunicativo o mera información, como no se
responden a atentos saludos para quedar bien.

Los unos y los otros apelan a tales expresiones estratégicas en


consonancia con ese saber privado y reproducido por todo
internauta, la posibilidad de encantar.
Se trata del cautivar, agradar, quedar bien, acciones muy
diferentes a la actitud del no ser rechazado, pues cuando
agradamos vamos perdiendo anonimato como efectos del mutuo
agrado, por el contrario, con el no ser rechazados intentamos no
ser expulsados de la consideración ajena, ser considerados por los
otros y a tales efectos la educación, el decoro, el quedar bien,
prontamente surjan como estrategia del no rechazo pero que
pueden confundirse con expresiones de aceptación a los
desubiques y fanfarronerías que los seductores proponen.

He aquí dos actitudes distintas las que atraviesan Internet a la hora


de denir tales relaciones interpersonales, los que buscan seducir
como autoarmación de cada sí mismo y aquellos que buscan no
ser rechazados de los lugares comunes que el lugar del no lugar
posibilita.
Como corolario de todo esto, el incremento de relaciones
paralelas y de indelidades se incrementen con el emerger de
Internet, pero no se trata por la oportunidad de la privacidad o el
conocer a algún tercero que potencia el fenómeno de la trampa,
sino que previamente el germen de la trampa se encuentre alojado
e Internet, implique esa vía fabulosa para tal hecho, al considerar
la ausencia de referentes que lo virtual sugiere como exposición
menor.

También lo exponencial a las nuevas relaciones por lo simultáneo


congure el círculo virtuoso de lo paralelo y realidad abierta a la
notable vivencia de la atracción y sus variables, como juego e
inquietud o inocencia a vislumbrar.

61
El proceso del seducir quede reejado en la siguiente
fenomenología, la intensicación de las sesiones del chateo con
ese otro y la modicación de los modos al inicial encuentro, vale
decir, pasar de lo gráco a la voz y de allí a la imagen, el tiempo
entre ambos incrementarse, así, el Nick quede de lado y los
verdaderos nombres van siendo asimilados y familiarizados, si
son casados, separados, divorciados o solteros, todo ello nos
hable de una cadena de condencia que los va a ir desnudando
poco a poco e indicadores del inujo de la mutua atracción
entablada entre ellos.

Puede resultar risueño describir el siguiente hecho como parte de


la fenomenología de la seducción, se trata de los cambios de los
contenidos del emoticón, puesto que el signicado de sus íconos
al ir variando, cambien sus formas del connotar expresivo y de
carácter más afectivo, hablamos de una carita y su pasar a otra
carita o a la rosa, a los corazones y a la del beso, el abrazo y
cuantas cosas más, por el momento, la gama de los emoticones no
roza lo sexual ni lo pornográco, sin embargo, no se los pueda
descartar en un futuro como parte de un signicar.

La conexión a Internet y su posicionamiento de lo simultáneo se


le asocie el de la cantidad donde el número no represente mucho,
pues tres, cuatro o cinco momentos que la aventura del Chat
desata o la misma cantidad de amores, mantengan la misma
condición por la ausencia de lo cerca y lo lejos, resulte
signicativo por su no referencia con lo real, así, las cantidades de
relaciones desde lo simultáneo y su condición virtual, no hacen
más que pregonar vínculos virtuales y licencia al hedonismo que
tales actos representan.

¿Y esto que signica en última instancia?, una ruptura respecto


con lo que se establece en el mundo no virtual, el ciberespacio si
se quiere será ese escenario permisivo -por ello la trampa-, antes
que de disciplina, donde priva lo que me permito, lo que deseo
hacer, lo que quiero ser y lo que el otro me hace, ¿qué me hace?,

62
¡cómo saberlo!, pues cada uno hace y es hecho según los hábitos
aprendidos en el mundo de lo real y extensible al mundo virtual
pero excluyendo al giro copernicano señalado en capítulos que
nos anteceden.

Como también, si bien el exponerse en términos físicos declina no


por eso se excluya a toda exposición, los e-mails y los chateos
guardados, las grabaciones varias adquieren un valor a la hora del
quiebre de la relación nacida en el interior de lo virtual, y aceche el
peligro de la difamación, ésta no posea difamador pero ¡sí
difamado!, surgiendo a lo público del ciberespacio las diferentes
situaciones e instancias privadas que hubieron de vivir los
internautas involucrados.

El despecho, los rencores la malevolencia por parte de difamador,


busque ejercer acciones destructoras violando la privacidad del
tercero involucrado, con la consiguiente impunidad que todo
difamador obtiene, no obstante, tales hechos no formen parte de
una cadena extensa, aun operando desde el lugar sin lugar que
Internet implica.

Ahora, más allá de tales hechos censurables, surge un mandato


más sujeto a una moral hedónica y bajo la condición céntrica de
usuario potencie la velocidad por navegar, la disponibilidad por
conectarse en cualquier lugar, el quererlo todo inmediatamente
implique esa condición caprichosa del poder navegar e involucre
un fantástico mar cuyos frutos se hallan a la mano con saber cómo
buscar en los adecuados link y allí, poder descargar música,
películas, fotos, diarios, videos, celebridades, deportes,
información, libros, personas, encuentros, contacto, citas, viajes,
amor, pasión, ¡todo al momento! según la capacidad y el ejercicio
volitivo de cada internauta, porque lo simultaneo hubo
posicionado que nada es cerca y nada es lejos en ese mundo
paralelo y desconocedor de tales coordenadas.

63
5.2 Lo virtual en lo virtual

Que todo se halle a la mano desde el epicentro que se convierte el


ordenador, propicie el retorno de un nomadismo olvidado por la
condición sedentaria de todo internauta, como es deambular y
moverse por los diferentes ámbitos y espacios de la red, porque en
el fondo, ello implique un traslado dentro de lo virtual y un virtual
transportarse estando quieto, la imaginación activada conera
movilidad en ese ámbito de la no espacialidad real y otorgue un
terreno indispensable a esa entidad metafísica al que llamamos
ser, junto a sus coordenadas existenciales del estar y del hacer,
siempre participando en el ordenador, así, la trinidad ontológica
de ser, estar y hacer, se patentice también en lo virtual.

Sin embargo, tal virtualidad en la medida que adquiera realidad


experimente la paradoja de virtualizarse ella a sí misma, tal
extraña característica lo provoque el mudar ya señalado del
espacio comunicativo a espacio existencial, pero tal innovar llevo
en sí un peligro, que lo real se haga más presente entre los
internautas en lo virtual, otorgue más realidad en lo virtual y
posicione zozobra en la condición de lo virtual, su mediación y
autonomía.

Y si señalamos que no hay referentes de cerca ni lejos en Internet,


ante el acecho de lo real, lo virtual provoque en sí un hiato, vale
decir, una suerte de virtualidad en lo virtual, hablamos de una
metavirtualidad que tiene lugar cuando el usuario no está
conectado y deambula por el mundo de lo físico, de lo concreto,
pero como internauta y Nick se halla presente, por ello la
metavirtualidad emerge desde el permanecer del internauta en el
plano de lo concreto, pero no como sujeto o individuo en lo real
sino usuario enlazado con sus pertinentes redes.

Ese aspecto de andar por ese plano concreto y antes impedido a


conectarse a la red, hoy, haya sido superado por el auxilio
tecnológico de los nuevos celulares y las conexiones

64
inalámbricas y satelitales, por ello tal metavirtualidad jamás se
pierda ante ese paso concreto por acceder a Internet, puesto que ya
es común y cotidiano ver a la gente pendiente de lo que sucede en
su mundo virtual a través de sus celulares en el mundo de lo real,
gente expectante por su virtualidad, entonces, cuando la persona
es jaqueada por el internauta decimos que la metavirtualidad tiene
lugar.

Porque el internauta propicie en lo virtual un espacio de fuga


cuando es amenazado por lo real al inducirlo a ciertas
obligaciones y compromisos como el leer e-mails, a visitar blog,
el deber de tener un link y a responder a otros Nick, se trata de la
mediación acechada y pérdida de la original autonomía.
La presente metavirtualidad tiene su historia que nos dice que lo
real es un fenómeno expansible pero pasible a ser invadido
también, e iniciado cuando internet devino e invadió a lo real
como virtualidad, ese fue primer momento y que le sucedió el
segundo, cuando de mero espacio comunicativo surgió ese
potente espacio existencial, y concluir con el posicionamiento de
lo virtual en lo real, jaqueándolo cuando en sus coordenadas
espaciales opera un Nick en el mundo concreto de lo real.

Tal metavirtualidad nos muestra un preservar y se trata la del no


perder terreno de lo virtual en su antagonismo con lo real, como
implica todo estar virtual como real, mediado desde el Nick tal
internauta aparezca ausente cuando en el fondo, está ahí presente,
la ausencia de lo presente en lo virtual signique virtualidad en lo
virtual.

La autonomía lograda de lo virtual respecto a lo real fue la gran


seducción que hubo de experimentar todo internauta, deseoso él
mismo por poder vivenciar la misma autonomía desde una
realidad de ser, estar y hacer, ejerce una metafísica afín al
ciberespacio y representación ontológica desde su condición de
internauta.
Y ejemplo de esa autonomía la inferimos cuando la muerte del

65
internauta no implica muerte del individuo real y viceversa,
mientras que una máquina simplemente con responder, pase a ser
real, pero no como máquina sino como usuario, he aquí el mayor
ejemplo de lo virtual con su virtualidad, sin perder lo privativo y
decisivo que la determina como tal, mediación por sobre todo,
llegue a lo real mediándolo también, tal como sucede con todo
celular, pues lo tácito y lo potencial, lo ausente y lo distante, ahí en
simultáneo dicen ¡presente!

Si hemos nombramos a la muerte, también debemos hacerlo con


la vida, y se encuentren sin lugar a dudas entre las esferas de lo
real y lo virtual, pero adaptándose como pseudo realidad y pseudo
virtualidad, lo pseudo implique una suerte de umbral entre uno y
otro momento, porque ¿no es todo internauta expresión pseudo
real por persona concreta y todo emoticón, ser entendido como
pseudo hecho que existe?

Lo real y lo virtual, la vida y la muerte, dialéctica y fermento de


todo devenir entre mujeres y hombres, ya sea como personas o
como internautas, experimenten esa virtualidad y sufran lo real en
lo virtual, mientras, que el siguiente momento, virtual en lo
virtual, no lo sea por mero despliegue de un porque sí, ni tampoco
simple escape de las fauces de lo real o distancia caprichosa
bizantina, sino que tal fenómeno represente búsqueda de libertad
respecto a lo real. Porque sin cierto habitar de lo complejo y sin
esa presencia de lo azaroso hermanado con lo posible, lo virtual
sería devorado por lo real, y se agotarían inmediatamente las
posibilidades soberanas del ciberespacio, se extinguiría la
emergencia de toda autonomía y fundamentalmente, terminarse
el mismo devenir.

Esta lucha iniciada cuando lo real invadió a lo virtual, Internet,


fue el espacio elegido por ambos contendientes, allí libren su dura
batalla, sin embargo, lo virtual invadió a lo real, desde los
señalados procesadores y la telefonía celular, posicionen hoy día
un giro total y revolucionario en la historia del hombre, y victoria

66
de lo virtual por sobre lo real desde la mediación instalada, pero
no como real instalado sino como virtualidad que media lo virtual
al servicio de ella.
El nuevo referente se hace presente en lo real, el estar conectado, y
el navegar se posiciona en el mundo enlazando hechos
simultáneos, distantes y ajenos, la red se plasma en todo celular y
un rapto sucede a la vista de todos y a plena luz del día frente a los
ojos presentes, es la presencia del internauta y entidad virtual que
rapta al individuo real cuando opera como Nick, ahí, rodeados por
sujetos concretos, él, posiciona lo virtual en lo real invadiendo el
mundo de lo concreto.

Por el cual toda metavirtualidad, implica el combate que se hace


de lo real instalado en lo virtual y operando en lo real.

67
68
Cap. VI

6.1 Mediaciones

La realidad mediada que signica Internet, necesariamente fue


precedida por otras formas de mediaciones porque si lo
consideramos más detenidamente, no hay realidad directa ni
siquiera la interior, sino que las mediaciones están allí presentes
como lo es toda sensación o sentimiento, comunican acerca de lo
que sucede en el cada uno de nosotros con nuestro estar mundano.
Tales aspectos interiores formen parte de aquello en donde pivota
todo “darse cuenta” o sea, nuestra conciencia designe el darse
cuenta de lo que sucede en el afuera y en el adentro de cada uno.
Como son las apetencias, disposiciones y sus diversas respuestas,
nada de ello sería posible de saber o llevar cabo sin ese sustancial
sentido de las mediaciones, que nos proveen mensajes del
acontecer en nuestra interioridad.

La propia conciencia implique una suerte de efecto ante el


derrotero de algunas realidades a las que atrapa, cabiéndole al
lenguaje una posición cardinal por su signicación de lo presente
y lo ausente, guiando a fonemas y morfemas en la construcción de
la palabra y signos en derrotero hacia la grafía, creando el
contexto de lo omitido, lo distante y también de lo perdido, como
también de lo intangible y de lo oculto, que todo signo, su
signicado y simbolismo vehiculiza.

Nuestro entendimiento espejó al mundo desde el principio de lo


verdadero y su edicar cientíco, hizo teorías y enunciados
versando acerca de la regularidad de lo físico y la interpretación
de lo social, por ello la necesidad de la mediación en el presente
humano si o si involucre básica condición.
No obstante, nada sería posible si no existiera previamente el
modelo de lo mental, nos referimos a la mente creadora, allí reside
el principio entre paralelo y no, respecto al universo de lo concreto
y desde la esfera intangible del ser paralelo, transforme la materia

69
de todo imaginar y reexionar humano, en invisible operar del
diario acontecer.

Entonces, ¿todo es mediación, todo implique medios para nes a


realizar?, y la respuesta es no, el amor desde la exclusiva mirada
mundanal jamás involucre mediación de nada ni de nadie porque
es su propio contenido lo que se hace presente, y su propio vuelo
quien transforma al sujeto que ama cuando deviene enamorado,
así, todos los restantes aspectos de lo real impliquen mediaciones
al servicio de la condición del amor: contenido trascendente.

Por ello es que el amor hace de lo mundano un medio para su


servicio y el mundo reciba al amor como un orecer esperado y la
conciencia del amor, no lo sea acerca del amor universal sino de la
persona a quien se ama y junto a la palabra, advenga el preciado
sonido del “te amo”. El amor no es expresión sino contenido en
la conciencia, en la palabra y en la mente de todo enamorado.

Este contendido y esa trascendencia lo posicione n, supere de


una vez y por todas la vieja distinción entre medios y nes, junto
al peligro acechante de tal tergiversar donde el medio adquiera
más importancia que el n, hechos reejados en la sentencia “no
hay mal por bien que venga”, sin embargo, tal sentencia no tenga
en cuenta las jerarquías del mundo y según lo expresado, el amor
instale un orden por su condición trascendente y determine al
mundo sólo como medio para él.
Esto hace que todo amor no pueda ser trocado como medio para
otros nes, tal es lo que implica la instancia jerárquica de lo
amoroso en lo mundano siempre desde la vista terrenal y lejos de
su esfera metafísica.

E Internet, ¿es medio o es n? y en ese ciberespacio, el amor,


¿sufrirá la mediación o no?, si Internet estuvo precedida como
mediación y el amor siempre fue un n en sí mismo, la jerarquía
presente nos dirá que el amor por Internet no trastoque lo
sustancial entre medios y nes, el medio será siempre medio y el

70
n siempre será n donde Hermes jamás será el mensaje y sí el
mensajero.

La jerarquía presente del contenido trascendente del amor nos


dice que todo n habrá de necesitar su correspondiente medio, y
romper con la frase instrumental sostenedora que “el n justica
cualquier medio”, pues violar no es hacer el amor, embarazarse
por interés no participe de la construcción consensuada familiar,
ni lo pornográco un vínculo afectivo mediado sexualmente,
donde engañar, mentir, hacer trampas tarde o temprano muestren
su mediación impropia para el n buscado, pues el amor jamás
podrá nacer en aquellos que desprecien la condición humana de
concebir a la mentira, el engaño, el embuste etc., como medios
para sus nes, puesto que tales individuos, impliquen ellos
mismos medios impropios del orecer amoroso.

Si bien Internet como medio provoque desde la potencialidad de


lo numeral, el delirio por los futuros encuentros, futuros amores,
posibles aventuras y cosquillantes momentos, en tales apetencias
toda jerarquía se halle ausente porque se trata de algo por llegar y
diferente a la presencia del amor concreto.

Así, la pregunta que interroga por lo real del amor en lo virtual no


tarde en llegar ¿qué hay de real cuando es virtualizada tal
posibilidad aun en lo virtual?, así, un n inexistente no concreto y
ante un amor también inexistente, extravíen al internauta en su
búsqueda por aquel, máxime, si lo hace desde un mundo
empequeñecido y reducido a su ordenador subsidiando su
realidad desde lo virtual, participe como ente con su
correspondiente Nick y su condición de usuario.

Y tales hechos sitúen a esa persona al nivel del mero estar y desde
allí, poco a poco congurar su mundo con actividades pasivas e
indiferentes a la vitalidad de la propia vida, implicantes de
acciones mecánicas y siológicas como dormir, descansar,
comer, trabajar y nada más sustancial.

71
Cuando las jerarquías no existen o se han roto y los medios como
los nes extraviarse, el mundo es caos, es desmadre, y si bien cada
internauta no es una tabula rasa sin experiencia del mundo de lo
concreto, puede llegar a perderse y la conciencia engañarse
interactuando por la red como medio para llegar a lo real, como
resabios de algo olvidado tales internautas participen como seres
que emergidos del río de la Lethe, sin disposición por cambio
alguno.

Se trata de personas que perdieron el sentido de lo real, hecho que


los aleje de las experiencias de lo real y adopten a lo virtual como
a su principal realidad y tal tergiversar no despierte
cuestionamiento alguno, pues el fantástico mundo que el
ciberespacio posibilita rompa coordenadas tales como medios y
nes, mixturándolos en simultáneo ¡ya y ahora!

Tal internauta ya ingresó al orden de la adicción, a ser adicto de


Internet, el ciberespacio será el medio donde gire buena parte de
su vida y mimetice su realidad con el orden de la adicción, claro,
hablamos de adicciones no químicas tales como las que incluyen
el juego, el sexo, el trabajo o simplemente el ir de compras, así, la
pérdida de control y la dependencia a ese medio lo torne
simplemente adicto.

¿Estará en condiciones de encontrar el amor ese adicto?, si


concebimos al amor efecto de un mapeo genético, si involucrara
esa condición previa, entonces, por los motivos que sean en algún
momento nacería y la respuesta seria por sí, orezca en lo virtual o
en lo real.

Aunque, en el hecho de amar tal suceso ¿signica haberse


originado en la necesidad del afecto contraído en nuestra
indefensa niñez y hallarse allí la germinalidad del futuro amor?,
hablamos de una inicial afectividad reclamando volver a ser en
ese individuo ya adulto.
Sin lugar a dudas que lo previo existe en la condición humana y

72
guie los pasos de toda singularidad, pero cuando mujer y hombre
se enamoran e incluimos a aquellos que pertenecen a los géneros
igualitarios, no lo hacen por el antecedente en su niñez respecto a
lo afectivo, pues el amor es emergencia no sujeta a causalidad
alguna.
Causalidad es lo que rige a los cuerpos físicos y orgánicos con
algo previo y su devenir tal, donde el antes y el después quedan
encadenados, ligados y mundo explicado desde tal encadenar
pero decir emergencia, no signica decir causalidad, sino que algo
emerge sin causa y si existe algo previo, eso no habrá de
determinarlo como efecto, y lo que emerge no será por
determinismo alguno.

Piénsese en el lenguaje como ejemplo, lo previo del aparato


fonador, la guturalidad reinante, la socialización presente y su
correlato comunicativo unidos a la capacidad cerebral, no
explican en términos causales el emerger del símbolo ni el salto
conceptual que implica todo lenguaje, señalamos una dimensión
simbólica sin precedente alguno, por ello el lenguaje consista en
una de las mayores emergencias (y misterios) del mundo humano.

Sostener que el amor no implica mediación alguna y ser


emergencia, es sostener su condición trascendente y por ello,
adopte para sí a todo el cúmulo de signicantes posibles, como la
palabra, la conciencia, la mente e Internet con su peculiaridad a
cuestas, todos resulten medios al servicio de la actividad amorosa
y antídoto a todo posible extravío porque se trata de una jerarquía
que sitúa el orden en el espacio donde brota.

Y por lo dicho, el extraviado, difícilmente pueda amar porque de


su extravío hará un medio para aquel n y el amor, sólo es n en sí
mismo, sin mediación de naturaleza alguna, contenido por sobre
todas las cosas.

73
6.2 Complejidades

Decimos acerca de lo emergente como contrario a causalidad,


decimos acerca del origen metafísico del amor y la nada, decimos
acerca de lo real y lo virtual, lo pseudo real y lo pseudo virtual,
decimos mediación, carencia y cuantas cosas más, como la vida y
la muerte, el estar y el transcurrir, todo denota complejidad en el
sentido de la incapacidad de poder denir con una palabra certera
y esclarecedora todo lo señalado e incluimos, al preceder y el
devenir también.

El resultado tecnológico al que denimos como Internet, fue


producto no tanto de una complejidad sino de una forma lineal de
entender lo real y sujeta a una causalidad empirista y una
cuanticación cartesiana postulando lo simple como paradigma
dominante, por ello, la complejidad señalada suene más a pastiche
que a una descripción de lo real, a una instancia anárquica antes
que al orden que pretende controlarlo todo, el cambio mismo que
el internauta produjo, hubo de suceder ante los estrechos
márgenes que lo comunicativo representó en Internet, por ello el
ciberespacio reeja como nunca la complejidad que es
desapercibida o busca ser anulada por un tipo de pensamiento
único, autoritario y digitador.

Por ello, para ilustrar esto del explicar y su estrechez nada mejor
que acudir al ejemplo del beso, pues ¿cómo explicar un beso?, él
se hubo de iniciar mucho antes que el sellar mutuo de los labios y
según las disciplinas cientícas pertinentes, al analizarlo según
sus respectivas miradas lo irán reduciendo más y más, tales
explicaciones acerca del preceder del beso terminen por disecar la
riqueza que envuelve el magma signicativo que precede a todo
beso.

¿Qué diseca?, lo previo explicado tras separar todos los


componentes presentes que hicieron posible a ese beso, el beso
tomado como un efecto de causalidad, pero el beso como el amor,

74
es emergencia, y a ello agregar el no poder predecir el futuro que
ese beso genera y provoca, puesto que toda explicación causal
ciñe un pasado sin un devenir, el ayer sin futuro deje de lado el
llegar a ser privilegiando la unidad a la que congela y eso es e
implique tal disecar, se anula el mañana y se cosica lo explicado,
en unidades estancadas sin relación alguna con lo contextual, pero
en el fondo, eso contextual aporta el soporte de esa unidad
estudiada, hablar del beso sin lo contextual es hacerlo solo desde
las disciplinas biológica-físicas como es el posar un labio sobre el
otro, o desde la neurociencia con la liberación de endornas o la
psicológica sujeta al pasado etc., ellas en sí mismo no puedan
explicar ni predecir el beso que estalla entre toda mujer y todo
hombre, en su verdadera cabalidad y ni que decir de ese disparo de
todo beso lanzado hacia al futuro.

Y todo beso posicione un principio imposible de eludir, el amor, y


al respecto, señalar algo de capital importancia, no existe la
disciplina propia del amor, éste no posee una mirada compatible
desde sí, ya que el amor siempre fue abordado desde otras
disciplinas, naturalizándolo o desnaturalizarlo por el cual la
amorología si se quiere o algo parecido, debe posicionarse como
disciplina que busque no explicar sino entender el signicado del
amor en la vida de mujeres y hombres.

El amor, nada hay más esencial en el hombre que provoque y


genere mayor sensación de vida y estímulo a vivir que el estar
enamorado, sin embargo, su estudio desde una mirada propia no
ha nacido aún, por lo tanto, la pregunta no tarde en aparecer ¿ por
qué no se ha inventado la disciplina propia del amor?, porque tal
objeto siempre se ha revelado complejo al vehiculizar o poner en
la palestra la importancia del sujeto, de lo subjetivo, éste es alfa y
omega del ámbito de lo amoroso, algo de difícil mapeo y
objetividad, desde la pretendida objetividad y que ha sabido
denir como complejo. Sin lugar a dudas que toda complejidad
refracte lo cuanticable, lo simple, el orden y las explicaciones
presentes de las prácticas cientícas actuales.

75
El amor, desde la preeminencia de la subjetividad pone en jaque a
todo el andamiaje cientíco posicionado en nuestra modernidad,
por el cual la complejidad se hace presente en Internet y ésta,
estalle ante esa signicación incontrolable del devenir amoroso y
la pasión pertinente emergidos en el ciberespacio.

La complejidad posicione a lo simbólico como categoría con


igual fuerza que lo biológico y que el deseo detentan a la hora del
germinar del amor, e Internet, sin ser pensado como contexto
apropiado para ese emerger amoroso, la criatura humana igual se
enamore sin cuestionamiento alguno acerca del medio donde ha
nacido tal presencia y compartan junto al otro, el devenir azaroso
de lo real y de lo virtual.
El amor en Internet, ¡¿qué más complejidad que eso?!............

76
Cap VII

7.1 Devaluación

Según se entienda eso real, todo aquello que en su fuero ocurra o


suceda, tendrá un tinte distinto si lo mismo acontece en lo virtual,
ya sea contactarse con personas o si de relaciones amorosas se
trata, una suerte de juicio se lleva a cabo ante ciertos hechos que
tienen el mismo sentido y signicado, pero considerados
valorativamente desemejantes según acontezcan en lo real o lo
virtual.

Por ejemplo, si alguien seduce a alguien y según donde se haya


realizado tal seducción -real o virtual-, implique mayor o menor
dicultad para llevar a cabo tal hecho, como si los límites de lo
real en las relaciones interpersonales fueran menos franqueables o
inviolables que por el lado de lo virtual, ante la sospecha que los
límites virtuales son leves, permisivos y colaboren a que las
personas no posean una disposición tan a la defensiva y
favorecedor del fenómeno seductor.

Lo mismo de interesante sucede con el espinoso tema de la


indelidad, porque ser inel por Internet ¿qué signica?, la
atracción y el inujo que logra un tercero, cuyos pensamientos
rondan acerca de ella o de él y también, la serie de inquietudes
amorosas e incluimos el desear a ese otro, por suceder en lo
virtual ¿determine que tal persona no sea inel?
Y aquí el no ejercicio en el plano de lo real parecería ser lo
determinante para calicar de el a aquel que desde la
intencionalidad, ha sido claramente inel.

Es claro que el no poder hacer lo que íntimamente se quiere o se


desea, no signica delidad alguna, simplemente que no se ha
podido llevar a cabo eso deseado, pues de hecho la indelidad ya
es en la interioridad de tales personas porque en el mundo
subjetivo de la conciencia particular, ya se ha sido inel y lo real

77
del mundo objetivo, sólo ser una mera fachada que termine por
ocultar el sentido latente de lo inel en cada internauta.
La paradoja que lo visible no muestra sino que oculta es notable.

Como sucede con todas las acciones que involucran interioridad,


sus hechos estén precedidos por lo intencional y ámbito que
determina respecto a todo hacer sin distinción alguna por virtual o
real, por lo tanto, decir o dudar que no se es inel por el
ciberespacio es devaluar la intención en lo virtual como algo
diferente a lo real y hacer de tal medio, receptor de liviandades,
lisonjas, juegos, chistes, nimiedades, donde nada serio puede
nacer respecto a los afectos humanos.

Desde tal mirada, seducir a alguien en lo real implique una mayor


complejidad que el seducirlo por Internet y la indelidad, si no
termina en un hecho concreto en lo real no sea catalogada de
inel.
Pero, por el contrario si desde el ciberespacio se pergeña el futuro
encuentro al espacio concreto, sin lugar a dudas que la mirada
cambia, será distinta por la necesidad que fuerce a los
involucrados al encuentro y contacto fuera de la red, porque más
allá del grado que implique todo encuentro en lo real, la red
cargue con el juicio que lo verdadero sucede fuera de lo virtual
porque Internet, no tiene ni provee las mismas condiciones físicas
ni contextuales que implica lo real.

No obstante, tales personas con tal concepción de fondo jamás


hubieron de poner en tela de juicio que lo nacido entre ambos en la
red fuera sospechado de irreal, así, la discusión no verse sobre si
los afectos son falsos o verdaderos sino que el medio del
ciberespacio no ser el apropiado o no se acomode a la exigencia de
aquellos internautas que vivencian tales afectos.

En especial, cuando median ciertas urgencias en aquellos por


construir parejas o por hallarse presos de fuertes enamoramientos
o bajo fulminantes romances, la función instrumental de Internet

78
en todos ellos ser clara, mera herramienta al servicio del
encuentro y no obstante, la pregunta necesaria ¿y si no fuera
posible tal encuentro en lo real, sería ilusorio el sentir de ellos?, y
la respuesta ya fue dada en los primeros capítulos del presente
texto, el amor, se ejerce desde el momento mismo que dice
presente, más allá de tiempo y espacio pues el amor simplemente
implica su propio ejercer.

¿Es platónico el amor en lo virtual si naciera desde allí y quedara


allí tal como ya ha sido sugerido?, no, el ejercicio entre ambos
amantes si bien mediados, no quite de fondo el hecho recíproco
del amor correspondido pues todo amor platónico hace referencia
a un amor inalcanzable y al que no puede materializarse, por lo
general entendiendo que tal materialidad implique acto sexual, el
amor platónico es congurado de forma mental e imaginativa, se
trata de un amor vivido intelectualmente desligado de lo físico.

Por ello el afecto que liga, unido a un ejercicio autoerótico aleje a


los amantes del amor platonizante, la interioridad afectada desde
el deseo provocado y en ejercida autoerótica correspondida, nos
muestre a un amor limitado en sus formas físicas pero no a un
amor de corte platonizado, pues lo que limita no debe quitar o
impedir aquello no limitado, como contrapartida, los hechos en el
plano del ejercer sexual por el sexo mismo, tampoco nos permita
entender que exista ningún tipo de amor, y se trate de un mero
involucrar físico entre amantes.

Lo platónico puede entenderse como aludiendo a un ámbito


espiritual, entonces, Internet por su relación con lo virtual ¿será
ámbito propicio de tal dimensión?, tampoco lo creemos así, el
ámbito del espíritu y el simbólico representan diferentes
escenarios por el cual une, alude al planteo de una antropología
losóca cuyo tematizar inquiere por si el hombre es poseedor
de alma, espíritu, yo superior o no es poseedor de nada de eso,
mientras que la otra, alude a una instancia semántica, sin
embargo, lo que es Internet, lejos se halle de haber sido agotado en

79
las presentes líneas, la propia escenografía que implica la red la
aleje de catalogaciones unívocas y menos que menos, un sentido
universal compartido por todos pues como sucede con el resto de
lo real, los propios internautas le otorguen el sentido con el uso
que le dispensan.

Como sucede con un texto, éste puede ser utilizado para enseñar o
ser utilizado por el lector para abstraerse de lo real, y en la medida
en que el ser humano quede preso de su sedentarismo, ni cambie
tales hábitos, quede jo a una determinada espacialidad y no
logre nuevas amistades, el uso que haga de la red consista puerta
de salida ante el inexorable asxiar por tal estilo de vida elegido,
impuesto o simplemente el que pudo construir.

Un espacio revolucionario han provocado las Tecnologías de la


Información y la Comunicación (TIC) estableciendo nuevas
formas de relacionarse socialmente, de pensar, de aprender y de
entretenerse, puesto que si hipotetizamos que los niños
comiencen a manejar la red a temprana edad, la misma con el
correr de los años pierda ese sentido de virtualidad, por el cual el
mundo para tales personas ya adultas provendrá de Internet, y no
nos referimos al servicio utilizado para saldar cuentas, realizar
pagos, buscar cosas, sino todo lo concerniente a relaciones,
contactos, encuentros, tratos etc., la Web, implique el lugar por
excelencia superando denitivamente la dicotomía valor o
disvalor.

Como ejemplo vaya la gura del Hacker, el juicio que ronda


cuando se escucha tal nombre siempre gire en relación a lo
delictivo, sin embargo, si bien hay delincuentes informáticos en
el fondo enreda una actividad como resultado de adquirir
conocimientos relacionado con operaciones en computación,
entonces, un Hacker es alguien con capacidades y conocimientos
acerca de redes, seguridad etc., y dependiendo del Hacker,
invadirá sistemas informáticos ajenos o no, así, el nombre de
Hacker no designa a un delincuente ni a un adulto, puesto que

80
Hacker puede ser indistintamente un niño travieso o un gran
profesional, pero fundamentalmente, Hacker, designa a un
individuo que logró una sapiencia de Internet porque la hubo de
pensar como realidad sustancial.

Curiosamente, la Web tomada seriamente para la información, sin


embargo, se la conciba espacio lúdico y resistido para los vínculos
afectivos, quizás por la caja de Pandora que Internet representa
respecto a los usuarios que navegan, porque abrirse a la
posibilidad de los afectos por nacer en el ciberespacio, será abrir
esa caja que implica la presencia de todo ser humano, aspectos a
los que no cabe ninguna distinción en términos de real o virtual.

La caja de Pandora es la condición que tiene todo ser humano y


temerle o no, aspecto mitigado ante el amparo que la distancia y el
anonimato que ese no lugar provoca, desde la seguridad implícita
que lo sucedido en el sistema binario, no ingrese como realidad si
no es por la propia voluntad de cada usuario.

Ahora, la dicotomía de más real o menos real, de lugar a la


diferencia del medio respecto a las relaciones interpersonales y en
los casos especícos del seducir, las estrategias se acomoden al
ámbito donde se intente seducir y no por eso, implique menor o
mayor importancia si es realizado o no por Internet.

7.2 El engaño

Ahora ¿la oportunidad hace a la ocasión?, quizás sea que la


ocasión potencie lo que de alguna forma se encuentra ahí, en cada
sujeto, y si dijimos que Internet es propicio para la trampa, eso no
quiere decir que proponga la trampa, sin embargo, sutilmente y
por las características del ciberespacio, éste propicie los
enmascaramientos, pues la trampa, los engaños, los embustes
muestren a un es y una condición no tan presente ni ejercida a la
luz de las relaciones en el mundo de lo concreto y relacionado con

81
lo maldito.
Una suerte de maldición es la que vamos cargando y a la que
sospechamos tal, al comprender que tenemos alojado en nuestra
interioridad una suerte de genio maligno pero bien distinto del
cartesiano, eso que espera salir, hacer de las suyas y reconocerlo
como íntima presencia de siempre e Internet, propicie tal
aparecer, por el cual la mascarada que lo cubre, pierda sentido en
esa dualidad de lo privado y lo público del relacionarse por la
Web.

Pues, dejar salir a esta condición de genio en lo normal y común de


las relaciones, sí o si no tarde en provocar choques y
encontronazos en las personas con las que se trata e insistimos, no
hablamos y ni hacemos referencia del genio creador típico de
artistas y poetas, sino de cierta condición maldita presente en cada
ser humano y a la que estamos condenados sin más, el duende
lanza su malecio o si se quiere, su hechizo, ocasionando la
maledicencia, el embuste, los engaños, posicionando la
calamidad entre personas e internautas globales.

Tal realidad es la fatalidad de toda maldición, la instancia de lo


maldito en cada uno de nosotros y a la que las normas, las reglas, la
ética y la moral, intentan poner coto, la fórmula de lo público es
utilizada para debilitar la mácula inserta en nuestra condición
privada y a la que hubimos de aludir con la caja de Pandora, se
halle en ese fuero íntimo del cada uno en nosotros.

Esa condición censurada posicionó ciertas conductas e


intenciones opuestas a su característica soez como el ser sutil o
buena persona, tener tacto para no herir diferentes sensibilidades,
el tan mentado políticamente correcto, la formalidad empresarial,
lo impersonal, la objetividad, pero desde la condición de lo
privado, se halle tácitamente y emerja públicamente o deslice su
presencia desde la instancia de la trampa, el engaño, el embuste,
por el cual la distancia respecto al otro en Internet, permite o
provoque una suerte de ocasión mejor que nadie para que esa

82
condición maldita se trasluzca, salga a ote, sin necesidades que
sean justicadas desde una realidad a que la detonen como tal.

Señalamos como justicación a esa condición de genio maligno


en la realidad, cuando opera en el mundo desde el estereotipo de
las jerarquías y en aquellos poseedores de autoridad, por ejemplo,
en la gura de patrones, jefes, directores y diferencia de trato con
sus subordinados, estas diferencias y estas jerarquías es lo que
queremos señalar con la justicación del genio maldito para que
se exprese en lo real, y se generen las relaciones del mal trato y
sumisión al poder, por el cual los mandatos y las consiguientes
subordinaciones no impliquen relaciones personales sino
relaciones funcionales detentando tratos no simétricos, lo que
esconde y tapa, la condición privada de lo maldito en cada persona
que lo provoca como también, en aquellos que lo sufren.

Por ejemplo, cuando el patrón o jefe pisotea o denigra a algún


empleado que hizo algo equivocado, cuando se está de mal
humor pero a los terceros hay que tolerarlos, el mal trato que
existe en el seno de las relaciones familiares y argumentado que
ella o él, hija e hijo, se lo merecen, con críticas destructivas, gritos
al por mayor, manipulaciones, silencios, indiferencias y
desprecios, mientras que por el lado contrario, todo sufrir
obediente, manso y disciplinado e impotente para cambiarlo,
también alimente ese espacio de lo maldito, se repliegue y espere
salir tarde o temprano y al hacerlo, emerja explosión desde la
víctima o en otras palabras, se trata del lugar o espacio de lo
maldito alojado por igual entre amos y esclavos.

La condición de víctima implica el ser pisoteado por patrones y


jefes, pero aguantarse por recibir un buen salario o ser explotado,
pero mantener ese trabajo porque no hay otro, sufrir la
discriminación como nuevo vecino, en el pueblo, lugar o
institución y deber soportarla etc., así, cada uno de esos casos
particulares en la medida que se reiteran, redenirlo en términos
de un colectivo y producto de una instalada mala convivencia

83
social.
Tal condición se patentice más en el ciberespacio, como de hecho
sucede entre los que comentan notas en los periódicos digitales, la
descalicación, el insulto, la condición de chusma de opinar
sobre todo es algo diario y común, por ello Internet no provoque
sutileza alguna.
El hecho de maldecir, nace de un lugar maldito y la Web, ayude a
plasmarlo.

Y desear que pase algo malo a un lugar, un contexto, una


institución, exceda largamente desearle el mal a una persona y
señalar que tal sociedad, es presa de toda mala convivencia, el
genio ha ganado su batalla, pero en Internet, no hay una sociedad
sino múltiples expresiones de muchas sociedades y creer que
insultos, guarangadas, excesos varios impliquen un fenómeno de
la ocasión, en el fondo, aluden a esa condición maldita que posee
toda persona y del que participa todo engaño.

Como el emoticón del beso al hecho del beso, si bien distintos,


desde un ejercer sincero no exista diferencia en la intención del
beso dado en lo real pero cuando tal beso no es sincero, entonces,
el emoticón no es más ni menos real sino que engaña, como
también engaña toda boca al decir a alguien, “te amo” y quien lo
dice, no ame, tales hechos ya sea en lo real, en lo virtual, en lo
posible o donde sea, siempre se tratará de un burdo engaño y
expresión de lo maldito.

Carguemos con tal condición al sufrir el efecto más primordial e


impensado y es el nacer sin querer y el morir de la misma forma,
sin quererlo e ahí, en ello, una maldición inscripta y a la que
llevamos como un castigo latente y presente en cada individuo
cuyos contenidos son históricos y sociales, pero que a la hora del
vivirlos, el sujeto abstrae de todo ello porque quien vive es él y no
lo histórico ni lo social, en este mundo que no es el mejor de los
mundos y la mirada geocéntrica a publicitado como único.
Por lo tanto, no existan las ocasiones para lo maldito sino el

84
perenne genio maligno esperando emerger desde lo privado en lo
público, en lo real y lo virtual y quizás, la mayor maldición de
todas, es el nacimiento y el brotar del amor en donde no debió
nacer y ni brotar.

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86
Cap. VIII

8.1 Empereia

Una de las cuestiones menos preguntadas versa sobre la


experiencia que los internautas tienen en Internet porque navegar
en el ciberespacio ¿puede decirse que implica una experiencia?,
sin lugar a dudas que sí, puesto que lo real y lo virtual envuelven
mundos diferentes y listos a ser experimentados, sin embargo, al
tratarse de escenarios distintos y experiencias conformes a tal
distinción ¿signique que lo que me señala acerca de una
experiencia, es más fuerte en lo real que lo virtual?

Se trata de los indicadores involucrados acerca de las


experiencias, éstas sufrirán alguna modicación, su testicar de
lo que nos sucede y nos afecta por estar sujetos al medio donde
detonan y se encuentran ligados, pero no por ello pierdan su
condición de indicadores al servicio de la conciencia y sensor
máximo del experimentar, vale decir, ¡decirnos que vivimos algo!
Sin embargo, lo que puede detonar tal emerger, el hecho que les
hace se posar en el umbral de la conciencia en lo virtual se revele
distinto.

Por ejemplo, nuestra función visual acerca de la captación no


sufrirá modicación alguna pero mirar en lo virtual no involucra
un ojo a ojo sino a través de una Cam y el registro del otro, será
sólo desde ese medio, un registro condicionado tal como lo son las
fotos y los videos, enfatizando y favoreciendo a quien se muestra.
La virtualidad y la distancia no quitan la función del ojo, sin
embargo, la visualidad reinante del ojo no solo mire la presencia
de lo que se muestra sino que vislumbre lo ausente y en este punto,
tener acceso a la experiencia paradojal de percibir lo ausente
desde el registro de los ojos, ver lo ausente no implique un
desatino personal sino contenido de un tipo de experiencia que
nos revela el intrincado sentido que representa todo fenómeno del
experimentar.

87
En la experiencia de mirar en Internet, lo mirado sólo suceda
desde un mirar condicionado reduciendo la riqueza de lo visto y
limite ese acceso a lo real.
Por lo tanto, si lo único que nos permite tener evidencia que algo
existe viene dado por el ámbito de la experiencia y el medio la
condicione, entonces, la experiencia no será un testimonio cien
por ciento conable y en este punto, una pregunta será necesaria y
a la que todo el mundo cree saber responder, porque ¿que
entendemos por experiencia?

La mejor denición acerca de tal entender se halle en el sentido


del vocablo pasar por, alguien que se pone en contacto con algo
implique estar ahí, la curiosidad del decir de estar como paso de
algo es lo que denimos como experiencia, por lo tanto la
experiencia si bien alude a un asimilar desde los sentidos a lo
sensible lo sea en parte, ya que existe otra orilla que involucran a
las experiencias, los deseos, las apetencias, los anhelos también
mandan, por el cual el experimentar implique un resultado
emocional, intelectual o volitivo, como expresiones de ese pasar
por y al que hemos denidos como experiencia.

Experimentar signica un estar ahí y caracterizado como un


suceder de algo en el sujeto que experimenta, ahora ¿pueden
repetirse las experiencias?, claro que si, en el sentido de
encontrarnos en el mismo escenario habremos de repetir la
vivencia de la misma, pero en los casos que ese pasar se torne
hábito, curiosamente quite el tono cualitativo del pasar de la
experiencia y la instancia de su vivencia pierda ese brillo inicial, y
sólo la imagen constituida cuando sucedía por primera vez se
repita, tal como acontece con el primer beso a quien se ama, la
posterior sucesión de besos durante, meses o años, despierten ese
recuerdo y no esa vivencia del beso. Sin embargo, si bien toda
repetición y su correspondiente hábito quiten vivencia, las
mismas son vitales para el consolidar.

Pues, la experiencia envuelve una cadena de asociaciones y

88
compilación de sucesos, construcción de habilidades, creación de
conocimientos etc., en el fondo, nace como resultado de la
presencia de alguien que está para vivenciar y mantener o no, sus
certezas, credulidades y del ser de las cosas en lo mundano, así, la
vivencia hace posible todo estar ahí como registro personal e
involucre al nal y al cabo, lo que se quiere consignar con la
palabra experimentar, alguien o algo in situ.

Así, otra pregunta nos surge al respecto, ¿están en relación al


sujeto las experiencias o hay gratuidad en ellas?, de seguro que
no podemos predicar la gratuidad de las experiencias, el escenario
virtual o real de los hechos, la vida y las cosas, todo aquello
pasible a experimentar serán provocados según las inquietudes y
las disposiciones de las personas, se trate de personas en el mundo
real o como internautas en el mundo virtual porque la experiencia,
acontece en la conciencia de cada sujeto al ser buscada y
encontremos ahí, el germen que la posibilita.

Se trata de algo que se busca y se quiere por el cual no exista


gratuidad alguna en las experiencias, vale decir, no hay
experiencias porque sí sino que las buscamos, las deseamos y las
queremos, ellas testimonian el existir en la personas con su
suceder, ¿aún las accidentales, las dolorosas y negativas?, si, aún
allí en lo indeseable de esos momentos más allá de no quererlas,
participen de la voluntad de las personas bajo la dualidad del
mundo, y por ello las posibilitamos al movernos hacia el orden de
lo que queremos, así, lo que nos vulnera forme parte la dualidad
constitutiva de lo mundano.

Ahora, sostener que las experiencias en el plano de lo real son más


genuinas que las virtuales antes que superioridades ontológicas se
trate de cuestiones de manejo y cierta habilidad del hacer, porque
como ocurre con los juegos virtuales de asesinar, conducir,
competir, ¿acaso no provocan su correspondiente adrenalina? y
la excitación neuronal de nuestro cerebro no haga distinción

89
alguna respecto a los mundos, sino que reaccione y tal reacción
implique experiencia.

Sin embargo, ¿asesinar en la virtualidad es lo mismo que


asesinar en lo real?, no, claro que no, se trata de hechos virtuales y
de hechos reales con sus pertinentes diferencias pues en una priva
un sujeto virtual y en el otro el real, los hechos virtuales se hallan
sujetos a la dimensión de lo simbólico, mientras que en lo real
subordinados a un hacer físico y no representacional.

8.2 La experiencia del amor.

No obstante, hay una pregunta que espera pues si formulamos el


mismo interrogar, pero cambiando de objeto, es decir, si hacemos
intervenir el amor, según lo expresado podremos inferir que la
experiencia del amor desde la virtualidad no posea la misma
fuerza del amor en lo real.
Una vez más la trama que hace a la experiencia se halle en el tapete
mismo, una trama pivotando en términos de real y virtual por no
real, no obstante, cuando nos referimos a los hechos no sólo lo
hacemos por referencia al mundo sino al interior de las personas,
pues la subjetividad interviene como ira, bronca, ternura, nos
señale de un existir llamado interioridad y único lugar donde el
hecho del amor se posiciona.

Así, la experiencia de lo que somos se centre en el mundo donde


reina e impera la subjetividad, muy diferente del mundo del
afuera, entendido como objetivo y mensurable.

Pero, el ciberespacio desde el no lugar sintetice ambos mundos,


del afuera como del adentro, porque es espacio y escenario de
experiencia, así, cada internauta viva el Chat como un dialogo con
alguien y el Nick, involucre la presencia de otra persona o toda
nueva red social, implique un lugar de encuentro con otros

90
habitantes del mundo, la red entonces, sintetice aquello que
siempre ha sido antíteco, lo externo y lo interno como recinto
abierto a las experiencias.

Por lo tanto, la síntesis y no la diferencia entre real o virtual


implique la red, sin atentar contra la experiencia del amor ya que
todo amante, no es virtual sino real y si sostuvimos a la
experiencia como escenario de un pasar por, entonces, la
experiencia del amor por Internet acontezca en seres concretos
ejerciendo su genuina expresión amorosa, donde virtual y real,
más allá de sus distintas condiciones, desaparecen ante la síntesis
que Internet representa.

Concebir Internet en términos dicotómicos virtual o real, es no


entender ni ver la implicancia superadora que signica tal
presencia, pues lo subjetivo siempre será lo determinante al hablar
de experiencia tanto en lo real como en el ciberespacio, en un
mundo trazado por lo impersonal, las nuevas relaciones que
surjan en ese modo de vincularse no quiten su relación y
experiencia como tal.
Y aquellos que no entienden al ciberespacio como instancia de
síntesis, será porque prive en ellos el sentido dicotómico y al
momento del emerger amoroso se mezclen los mundos
yuxtaponiéndolos.

En tales instancias una dialéctica negativa se encuentre en


germen, cuando alguno de los mundos implique obstrucción entre
real o virtual, y la persona opte por alguno de ellos, y en la opción
se niegue a la otra.
Porque el ser que ama y el ser amado, como seres concretos al no
poder accederse se transformen en virtuales y amar en lo virtual,
implique amor insustancial y los deseos por ese encuentro
concreto, los conduzca a interpretar lo virtual como medio hacia
la ilusión amorosa, más allá que exista esa vivencia afectiva,
yuxtaponiendo los amores como real y virtual respectivamente.

91
Nótese que hemos partido del amor como algo ya hecho, algo que
ha nacido, vale decir, que lo previo del mismo y su instancia
idílica han tenido lugar en el escenario de lo virtual, por lo tanto
nos preguntamos por la pertinencia de llevar a lo real aquello que
ha nacido en lo virtual.+
Tal pregunta pone en la palestra la interrogación por el tergiversar
de Internet y contexto dónde se debe contestar tal pregunta,
porque de ser cierta la tergiversación, la misma incluya la
experiencia de todo internauta.

Pues la mediación congure hechos y realidades no tan veraces o


precisas en las relaciones interpersonales, pero la pregunta debe
ser respondida desde el propio perímetro del ciberespacio y
efectivamente, armar que la falta de adecuación de los sentidos
con lo sensible nos lleve a entender que ¡sí hay tergiversar!

Ahora, tal tergiversar no incurra por acciones deliberadas de los


propios internautas sino fenómeno provocado por la mediación y
respuesta al dinamismo de lo real operando en lo virtual, por ello
es que los sujetos no se quedan en lo estático de las fotos ni del
Nick conocido ni a especular acerca de los otros, sino que tales
cuestiones busquen superarse por el dinamismo propio de lo real y
el tergiversar, una consecuencia por la falta de correspondencia
con lo sensible, y marco ausente de las experiencias que lo virtual
incita.

Más allá del tergiversar y de las condiciones limitantes del


ciberespacio como ámbito amoroso, lo real concreto asume el
estatuto de veraz, referente y juez por las construcciones
realizadas en los internautas, y determine si tienen o no
correspondencia objetivas y sospechar de experiencias, deseos e
intenciones como meras ilusiones si algo de lo real es mediado
mínimamente, imponiéndose el juicio de fabular o mero ejercicio
imaginativo como expresión de toda subjetividad hilarante y
distante de lo objetivo que es lo real.

92
Como seres devenidos y situados desde una antropología de lo
fáctico, la concepción de lo real pivote en el mundo habitado,
conquistado y eje de las relaciones concretas y tal anteceder,
provoque desconanza respecto a las relaciones nacidas en lo
virtual, en especial, por lo limitante de la experiencia afectiva que
tal plano provoca, pues el lugar sin lugar no puede competir contra
esa antropología devenida de un estar y ceñida al área de lo físico
establecida por su larga hominización.

Aunque, más allá de matices y fronteras o sospechas que nihilicen


las experiencias amorosas en lo virtual, tales desavenencias se
licuen con la siguiente propuesta de fondo: cercanía por sobre las
distancias cuando desde el ciberespacio alguien sostiene “te amo,
jamás serás lejana ni holografía alguna”.
Y ya no se trate de signicaciones ni de valoraciones sino de
experiencias y en ellas, nos hallemos porque somos eso: las
experiencias.

93
94
Cap. IX

9.1 Mesto y Fausto

Habíamos expresado la instancia de síntesis que representa


Internet respecto al mundo virtual y real, donde lo real es
determinado según el mundo físico donde ordenan los hechos, no
obstante, la signicación es lo que manda en los sujetos y
determinante para completar el círculo de lo real, pues sin
signicación todo lo existente pase a ser virtual más allá que
frente a los ojos ahí se encuentre, pero no registrado por
indiferencia y falta de signicación, puesto que toda persona
ocupa sus lugares y espacios según previa intención.

Y si fue superada la hominización por el devenir humano, lo fue


gracias a una creación original de nuestros antepasados: la
cultura y tras ella, dotar de signicados al mundo e irrumpir
tecnológico en el dominio a lo natural, sello distintivo de su
transformar y ejercicio cultural en lo mundano.
Pero, si la signicación es importante, también le caben los
cambios sufridos a toda signicación porque puedan degradar al
mundo y sus signicados epocales adquieran el perl de lo
instrumental, borrando categorías tales como lo azaroso, lo
indeterminado o un simbolismo metafísico –muy distinto del
origen-, postulante de lo trascendente.

La nueva signicación posiciono a lo instrumental como


resultado del pensamiento pragmático, mentalidad moderna
liderando hoy el mundo posmoderno junto a su dilecta creación: la
maquina, y tras mixturación mercantil, no tardar en posicionar al
ciberespacio como parte del negocio utilitario, empero, el sentido
del te uso, te tiro y te vuelvo a comprar, típico de la ideología del
consumo, en el ciberespacio se hubo de romper, donde los usos no
son determinados a priori sino construidos según los propios
internautas, los sentidos y los usos no son impuestos sino que los
propios internautas sean quienes los impongan.

95
Lo emergente se hace patente, así, las signicaciones y los
sentidos o la misma condición teleológica del hacer por Internet
serán determinados desde la propia virtualidad ante el uso que el
internauta dispone, así, el uso en denitiva, congura como
determinante lo signicativo tanto en lo real como en lo virtual.
Por ello, determinar a priori el vivenciar y si tal vivencia participe
de una cción o entender al ciberespacio como mera tangente de
evasión personal, impliquen juicios que instalan la sospecha
acerca de la condición articial del suceder y acontecer fuera de
lo físico, juicios que oponen dos tipos de culturas, la de Internet y
la del mundo concreto, internautas e individuos.

Pues, lo real y las signicaciones van de la mano, si lo real muda


lo es ante las signicaciones que cambian, tal como sucedió con
aquel geocentrismo y nuevo interpretar heliocéntrico ¿cambió la
realidad física del universo?, no, porque aquel cambio no trató
acerca del mudar de las cosas sino del cómo funcionaba el
universo y lo que mudo fue su interpretar. Ahora, si el plano de las
cosas queda sujeto al uso y a la interpretación, entonces, puede
suceder que aquello que originalmente no es cosa, llegue a
devenir tal según un nuevo interpretar.

Hablamos de la cosidad, hablamos de Mestófeles y su inefable


víctima, nos referimos al desencantado Fausto y su reactualizar
en lo mundano la eterna tentación por el saberlo todo y
desilusionado, busque las fuente de lo oculto y de la magia , pero
fundamentalmente la tentación de Mestófeles para Fausto
consista en una vuelta hacia atrás, a la época en que era joven y
sugerencia del existir misterioso en lo mundano, y retorno a su
pasión antes de ser sabio, sabiduría que opacó toda nueva
experiencia y posibilidad cierta por inhibir todo llegar a ser, nexo
impostergable con la experiencia, por el cual toda ausencia de
experiencia y desencanto lo amenace como ente y cosidad.

Decimos que la existencia humana carente de signicados no


tiene sentido y va camino a ser cosa, porque aquello que lo hace

96
existente, el o los sentidos ociales del mundo, no alcancen a
otorgarle verdaderamente sentidos conduciéndolo a un horizonte
apático donde reinan los aburrimiento, tedios y desidias, e
indicadores de la vacuidad existencial y presencia de la cosidad en
ese ser y para colmo, potenciado desde el caldo de cultivo del
surgir mediático y su entretener vulgar, mediocre y soez, imperio
del mal gusto donde lo acrítico reina.

La condición mestofélica se cierne en lo mundano al patentizar


al Fausto, que no es más que la carga de su perdido sentido y por
ello, entidad acechada y vulnerada por lo cósico, vagando en un
mundo sin tener conciencia de su vagar y sin experiencia de tal
mundo por no poseer motivo pleno o tener aquello que hacía del
mundo su habitar y espacio para el vuelo del alma.

Y este Fausto moderno inicio su pérdida al entender lo real por su


estructura física y el posicionado pragmatismo disecador de las
propiedades trascendente y sus contenidos, los nuevos símbolos
carentes de toda jerarquía numinosa y escenario al surgir de
incautos signicados posicionarse en el mundo globalizado,
hablamos del éxito inmediato, el parecer y el opinar, de las marcas
comerciales, la compra de objetos, pues la suma de todo ello
terminó por sepultar aquello que no implicare un ¡compre ya!,
representando el consumo y lo mediático.

Tal fue la enunciada degradación simbólica, afectar al propio


símbolo y comienzo de lo trivial instalado en lo real y cabida a lo
insubstancial del mundo, así, lo leve y su insignicante
corresponder adoptaron en lo mundano su lugar de asentamiento,
inferiorizando a lo simbólico y erradicar de lo real, toda raíz
trascendente y a su esfera metafísica sustentante.
Lo físico consistente como lo único y real, fue el resultado nal
del correlacionar económico- político en sustancial corresponder,
por ello el nuevo estatuto de lo trascendente degradó al mundo de
otrora al reemplazarlo por la importancia del mercado, ajustando
al hombre contemporáneo a sus inquietudes e intereses y

97
posicionar el perl mestofélico en todos los órdenes de lo real,
dar para quitar.

Ya sabemos lo que da, logro a través del parecer, lo mediático y el


consumo, sabemos que Mesto le quita el alma al Fausto,
entonces, ¿qué quita el mercado?, el ámbito de las experiencia y
única fuente permitida del hombre como justicación de su estar
mundano, estructurado en responsabilidades y pagar sus cuentas
contraídas, aletargar las conciencias por tales deudas, y continuar
con las respectivas vidas porque eso es la vida, el vivir pase por
eso, desde la estrategia instalada del marketing empresarial bajo
la complicidad de los Estados globalizados.

Pero, la paradoja resultante de Internet y ámbito del ciberespacio,


implique un aglutinar de voluntades y novedoso resistir: el
internauta, presencia predispuesta a combatir lo utilitario de lo
mundano, a los usos y a las necesidades adoptadas, implique una
actitud de intransigencia al considerar a Internet un espacio
distinto para lo real, una luz en medio de tanta sombra y horizonte
para denunciar a la estrechez y lo insulso de cada trabajo, función
o tarea vacía, poniendo en tela de juicio a los poderes instituidos,
hablamos de una disposición en contra de un sistema creado
ordenando obedecer.

La realidad virtual ser una realidad al cual cada internauta quiere


y se maniesta, los límites del mundo real como estructuras
asxiantes no participen del mundo del ciberespacio y una
apertura a deseos, apetencias e imaginación, impliquen nuevos
elementos apuntalando a la potencialidad del éter a posibilitar,
¿qué cosas?, a los encuentros con otros, al ejercitar afectivo, a
construir secretos, a provocar vivencias, a realizar catarsis, a
favorecer los íntimos pensamientos, a desplegar el mundo
anímico en su totalidad, a que el espacio subjetivo humano ya no
quede postergado por hacerle caso al mundo objetivo del afuera,
siempre dispuesto a la censura o al degradar subjetivo, y desde
los usos en Internet, se pueda volver a rescatar tales aspectos

98
encarnados como signicantes en todo internauta.

Se trata de recuperar el alma que Mesto ha quitado porque el


Fausto ya no tiene experiencia y crear un escenario dionisíaco e
inquietud del recuperar humano y allí, el amor como la pasión
impliquen la primera manifestación del alma recuperada, ¿moral
o inmoral?, la misma necesidad plasmada se abstrae de tal
interrogar, las imposiciones morales son coerciones que no hacen
más que ordenar sus acciones funcionales a las estructuras del
mundo ordinario y a sus interese, y que en ese nuevo espacio no
son pertinentes, pues las formas del estar son las que lleven la
delantera respecto a la forma de ser, ya que primero estemos como
Nick, como interrogación, como respuesta, como jolgorio como
mero y simple je, je o ja, ja, ja.

Lo dicho no consiste en la confusión de virtualidad con mundo


real, sino de estar frente a un hecho emancipado del mundo físico
y nueva condición con propias leyes estructuradas por los
usuarios, porque el uso determina lo real haciendo del
ciberespacio un medio exponencial para todo tipo de
signicaciones posicionadas por los foros, los blog, las redes
sociales y los miles de millones de mensajes, misivas, ideas,
conceptos etc.

Ahora, ¿qué impacto o que podrán causar tales cosas en el mundo


de lo real?, por el momento es un misterio, sin embargo, la
vidriera que signica Internet no tiene competidor posible.
La sobrecarga del contemporáneo Fausto ya no consista por su
saber sino por un vivir asignicativo y en la pesadumbre del
desencanto donde mandan los hechos y las obligaciones
contraídas obedientes a la ley del consumo, sujeto a liviandades
mediáticas y sumiso a la burla de la representación política
–democracia- ejes del vivir actual, colaboren con el mundo
mestolizado, mundo nacido del sueño moderno de libertad,
progreso y explotación de lo natural, creó los Sísifos del mayo del
68 y a sus fallidos intentos por superar la carga impuesta.

99
Por ello lo virtual es uso signicativo que dispensa a Fausto
recuperar su alma y crítica a lo real, a Mesto, a todo lo que él
representa y simboliza, mercado, sumisión, docilidad, por el cual
Internet implique posibilidad abierta desde el uso que los propios
usuarios le dispensan como tal, la libertad del ensueño por sobre
la esclavitud de los actuales sentidos que Mesto, día a día
posiciona.

9.2 Palabra y amor

Y es lo que Fausto experimenta con su recobrada pasión, es


reactualizar o recuperar el emerger de la palabra y el decir del
amor, cuando ese amor es escenario en las bocas que lo
mencionan, hablamos de la palabra iniciada en el silencio,
vulnerando el sonido en su decir que pronuncia, en balbuceo
amoroso o metáfora graca, ya sea como sonido y signo, se
reera al presente o los futuros hechos en preanunciado decir, no
sólo desde el sonido del habla, sino desde el sentido de la palabra
que nos dice, nos habla, nos susurra sin cesar porque pensamos y
sentimos con palabras.

Así, con la palabra amor se inicie una apertura en el mundo y tal


frase implique irresistible condición sin indiferencia posible a
partir del pronunciar te amo, aquí, en tal signicado se encierra un
acertijo milenario y sin apatía posible entre aquellos que
involucre ese decir, toda liviandad queda superada cuando se
expresa eso único, profundo de intensa interioridad que la
palabra amor supone.
Si, con la palabra amor adviene al mundo un sentido distinto,
privado y particular entre quien lo dice y quien lo escucha, ya sea
como halago o trazo del alma, en la lírica del cielo o la lujuria de la
noche, tal es lo que suscite ese decir.

Ahora, ¿es por el sentido que otorga la palabra del signicar que
posiciona lo ausente?, ¿o se trata del contenido del amor que

100
hace posible la relevancia de la palabra?, claro, la signicación
no implica relevancia sino que lo relevante se halle en lo que
designa, el amor eleva a la palabra y la palabra, concentre todo su
haz de signicados desde el decir amoroso.
¡Qué mejor y cabal representante de tal lenguaje que la poesía
romántica!, universo abierto a la dimensión interior de la palabra
vuelto signo que pincela y dibuja, alegoriza y escribe su inspirada
realidad trasmitiendo sabores y desazones del mundo habitado
por los amantes, allí, sin prisa, en la noche divagando entre el
titilar que los acecha.

Sin embargo, el amor y la palabra puedan llegar a traicionarse


mutuamente cuando sólo se aludan y no se contengan, como
sucede cuando la palabra designa sin su denotado, como implica
decir te amo sin amar o la experiencia encerrada en sí, sin
trascenderse en palabra, implique la ausencia reexiva acerca de
ese primordial contenido, entonces, tal mutuo deshabitar ponga
en tela de juicio la importancia de una y de otra, alusiones sin
contenido aludido.

La poesía amatoria y la palabra se involucraron cuando el amor


inspiró el devenir poético, como también se hubieron de separar
cuando nuevamente el decir y lo dicho tomaron por diferentes
carriles y el decir, aludió al amor sin su presencia en lo dicho, en
tal divorcio, la palabra mantuvo su preeminencia, actualizó lo
perdido desde aquel crédulo apresado por lo ausente, pero la
palabra y el amor ya se hubieron de bifurcar, una quedó como
símbolo y la otra, disecada como experiencia en el mundo.

Por ello, el naufragio del amante devenga en pseudo poeta y


traición del amor hacia la palabra, como un decir y mero
signicante, una estatua con signicado oscuro, y la palabra será
verborragia compulsiva buscando anestesiar ese sí mismo ante el
amor fracasado. La prohibida experiencia como amante trasmute
su sensibilidad inicial en interioridad perdida y desde allí, el
devenido pseudo poeta lo sea como respuesta al agrio vino de la

101
copa trisada y aquí, la palabra no dibuje ni pincele sino que sea
armadura utilizada contra aquello que mas anhelaba, vivir su
amor y cuyo naufragio será desilusión en testimonio escrito.
Ahora, ¿quién puede dudar que en todo poeta exista un amante?

Pero, una cosa es amar a alguien y otra, a enamorarse del amor,


esto es dejar de lado a quien se ama y tomarse a sí mismo como
objeto de amor, y si bien en el fondo todo enamorado ame al otro
construido desde lo propio, debe existir ese tercero como ilusión a
realizar, pero al quedar anclado en su sí mismo, no congure a
ese otro, y el eje de su amor implique un mero auto postular. Un
desfondamiento acontece en ese decir te amo, porque al no existir
ese otro a quien se dice amar, sólo se trate de un fetiche y traición
de la palabra hacia el amor.

No obstante, ambas traiciones, del amor para con la palabra y


viceversa, nos diga que no pueden negarse, ya que la palabra
adquiere relevancia y profundidad cuando espeja al amor en ese
“te amo” e idílico momento necesitando expresar tal sentimiento
y vía para llegar a la conciencia del otro enamorado, tales hechos
nos hablen de la necesaria reciprocidad entre esos dos
inmortales, del amor y la palabra.
Entonces, si amor y palabra se traicionen, lo será sobre el previo
reconocimiento de su condición por espejarse, porque sólo desde
el reconocer se puede negar, porque lo que se ignora no existe
como tal.

Desde el inicial vuelo de la palabra, el amor adquiere pertinencia


como realidad y experiencia provocadora de esa conmoción que
el hombre aloja, la sintonía entre los dos inmortales posicione lo
leve y lo profundo, el encanto como al desencanto y en especial,
tránsito del hombre por ejercerlas por semejante preceder.

Tal preceder implique una suerte de determinismo en la


interioridad humana y se atente contra una condición esencial: su
autodeterminación y el hombre, quede destinado al amor, quede

102
condicionado al destino amoroso y congurado de antemano ante
el ejercer de la palabra, como sucede con el nacer para la muerte,
he aquí donde nace toda subordinación imposible de eludir,
hombre iniciado en la vida y en tránsito hacia la muerte, la criatura
humana debe experimentar otras determinaciones como la
presencia del amor y su decir desde la palabra, esencia y destino
enlacen a la criatura humana y ésta, para sobrellevar tal carga,
necesite provocar la fantasía volitiva del querer o el deseo por
enamorarse.

No será gratuito, entonces, que el amor adquiera representaciones


cuyos contenidos se liguen a la potencia del hacer ilusorio, el
romper los límites que atenten contra su condición, si los tabúes,
prejuicios, conformidades etc., se posicionaron con el advenir de
la palabra, la quimera predilecta de ésta será la de instalar la
felicidad, la dicha y lo pleno, como destinos a aspirar ante el
devenir del amor propicie la paradoja que lo indeterminado,
determine, y atropelle la noción de voluntad y libertad, por ello
mientras el hombre haga de lo indeterminado algo determinado,
labrará su destino no deseado: ser determinado y no, auto
determinado.

Pero, el vínculo pleno entre la palabra y el amor, impliquen ese


estremecimiento señalado habitando toda conciencia humana,
más allá de la cabal condición que representan el sobrevolar
metafísico de la nada, un sobrevolar vedado a la comprensión
humana, cuya responsabilidad le cabe por la experiencia del amor
junto a la palabra que sacude, sin permitirle vislumbrar tal
presencia ominosa en lo terreno.
Porque, si hipotetizáramos, ¿qué sería del hombre sin ambos
inmortales?

Una animalidad y una humanización disputen su condición según


la presencia de ambas indeterminaciones con su diario competir,
rivalizando entre sí sobre quién puede inuir más en la criatura
humana, y ésta, determine al vencedor, ya sea al amor como pura y

103
ciega experiencia o la palabra, como voz enlazando todo decir y lo
dicho.

Como el hecho que la palabra instale al amor y acertijo en la


conciencia humana con su cotidiano decir, y la posicione
necesidad mandando lo amoroso en el hombre, así, el amor,
adquiera su sentido otorgado en lo previo de la palabra, el ser del
amor quede jo según el sentido proporcionado por aquella, y
ante el vacío de esa vivencia surja la inquietud por poder vivir
aquello que supo posicionar la palabra, una a-sincronía nace y
surge entre lo hablado y no experimentado junto al deseo de la
persona por experimentar esa impronta que la palabra posiciono.

La palabra hubo de caracterizar al amor en términos de felicidad,


completitud, maravilla, pasión, realización, matrimonio, familia,
hijos y paternidad, desde tales supuestos el amor implique
prerrogativa de realización, por el cual si o si todo ser humano está
en la obligación de transitar.
Pero, el amor no implica un sendero cierto y medible, por el
contrario es lo más azaroso que existe, pues emerge sin previo
aviso en donde quizás no hubiera debido emerger, ni contar con
ninguna permanencia ni en lo real o lo virtual y de su miel inicial,
prontamente la espina brote, estas y cientos de cosas más pueden
suceder acerca de la experiencia amorosa y que la palabra oculta
desde el a-priori del amor posicionado prerrogativa como
realización humana.

Por el cual la a sintonía entre palabra y amor, será sentido común


existiendo en mujeres y hombres y sólo sintonizar, en periodos
muy cortos de tiempo en la historia personal de ellos como
amantes.
Así, palabra y amor, también carguen su propia condena, al
aludirse sin poder unirse ellas misma queden sujetas a la
condición efímera de la capacidad del hombre, capacidad
subordinada a la sentencia que señala, “si vives algo, entonces lo
agotas”, donde el amor queda agotado como vivencia y la

104
palabra, pierda sentido en el decir “te amo” con un amor ya
muerto.

Un eterno retorno acontezca en lo mundano cuando llega a su n


la disputa entre el amor y la palabra, con el emerger del olvido y el
silencio de lo ausente, silencio empobreciendo a la palabra y
olvido testimoniando lo ausente: el amor.
Hasta que el ordenador se enciende y la palabra, tras plástica de
por medio, se torna emoticón, signo………

105
106
Cap. X

10.1 Fantasías

La imaginación al poder, -antes que consigna sesentista- nos sitúe


frente a un ejercicio antropológico pues hablamos de un producto
exquisito del cerebro humano presente en todo acto creativo, ya
sea cultural, técnico o social y la imaginación esté presente en
todos los órdenes de lo real, como es dar sensibilidad a lo ideal o
idealizar lo sensible, tal es lo que involucra el ejercicio de la
conciencia imaginante.
Sin embargo, el hecho de la imaginación pueda sufrir cierto
atentado en todo patentizar del porque sí, del. ¡ya fue! o del ¡es lo
que hay!, disecadores de toda inquietud imaginativa porque si en
el mundo no hay nada que la detone, entonces, no surgirán
operaciones imaginativas.

Por ello, siempre podrán recuperarse o crear nuevos


encantamientos desde el accionar de la imaginación, y si el
mundo no la detona, entonces ¿dónde?, y aquí nuevamente la
alternativa del ciberespacio que la Web representa, desde el
ejercer imaginativo como expresión de tal recupero.

El hecho de imaginar incluya casi todos los órdenes de la realidad


humana y cuando esa imaginación posee un componente sexual,
es hablar de una presencia muy privada en la conciencia de cada
individuo, porque la imagen será fantasía y en el escenario de la
presencia-ausencia que Internet implica, potencie esa alianza
entre sexualidad, deseo e imaginar fantasioso.
La fantasía al inundar la conciencia del internauta habrá de
esparcirse en un medio no cimentado para tal n.

Como expresiones del deseo, las fantasías sexuales participen en


todo el espectro de lo sexual y provoquen un alto grado de
excitación, aunque, con una peculiaridad a cuestas, que en el
fondo jamás se concreten porque lo que yace en lo más privado

107
del ser humano, jamás tiene correspondencia con lo real, por más
que los elementos fantaseados pertenezcan y participen de esa
realidad. La fantasía virtualiza el deseo, lo instala como algo que
se quiere pero al que no puede obtener, sin embargo, el alto vuelo
erótico que toda fantasía implica, arrebate al sujeto de lo real y lo
recluya a la cárcel del deseo con su fantasía a experimentar.

Una curiosa situación se entable entre fantasía y realidad, ambas


porten virtualidad, la Web respecto a lo real y lo no operable en la
fantasía, desde tal dicotomía lo virtual en Internet se convierte en
escenario a la irrupción de contenidos ocultos, cargados de toda
fantasía, vaya como ejemplos las parejas en deseos cuasi
orgiásticos, innitas posiciones amatorias o encuentros
sadomasoquistas, el tener sexo en lugares públicos de índole
cualquiera, vivir un momento sexual con salvaje y violencia
extrema, encuentros sexuales con desconocidos o utilizar
juguetes sexuales por doquier, todo ello expresiones surgidas del
pertinente imaginar sexuado de la fantasía.

Y si señalamos a la Web como el lugar para el ejercicio


fantasioso, serlo por el ámbito del no registro que ella implica
porque lo desconocido y lo impersonal siempre alientan a la doble
condición del emerger oculto, a la aceptación pero también a su
rechazo, puesto que la fantasía en el fondo muestra lo que soy
(según los contenidos, algo reprochable desde lo social), sin
embargo, el no registro de tal quimérico hacer, anule toda
autocensura y potencie el espectro del imaginar, así, en el espacio
del no lugar surge aquello furtivo, puesto que el rastro de lo que
soy se pierda ante el medio donde lo realizo.

La Web y su impersonalismo susciten y potencien la liberación de


contenidos latentes y la cción interior se instale, mixture en
lugar al no lugar con la condición interior del amante, por ello
situaciones y momentos serán opciones viables bajo la nueva
alquimia ejercida, evocación y búsqueda desde la catarata de
iconografías fantasiosas cuan marco conceptual previo, se

108
estimulen tales internautas, por ello el inujo virtual de sus
ensueños, ellos impliquen el camino para realizarlos en fantasías.

Un erotismo se ejerce en la trama del protagonismo virtual, allí en


medio de la ensoñación se sitúe el torrente representativo de lo
prohibido, sede de lo más oculto y venerado también, porque lo
prohibido no vela a la imaginación sino que la potencia, porque
¿quién no pensó por un momento el experimentar la vivencia del
mítico Tiresias?, como también los actos de sodomización, el
ejercicio de la hipoxilia -asxia erótica-, el canibalismo etc.,
tales ser las apetencias que encierran aquellos deseos prohibidos.

Prohibiciones estigmatizadas como tabú y señal del caudal


destructor de tales apetitos y deseos, pero prohibición y tabú como
expresiones protectoras hacia aquellas personas imantadas o
atraídas por tales contenidos de la imaginación sexuada, distintas
en grado con aquellas pseudo fantasías pertenecientes más a lo
lúdico y no porten una verdadera amenaza, hablamos de esas
fantasías del orden de lo infantil como el desear ser penetrada por
dos hombres o tener sexo con algún jefe o correspondiente
superior, con amigos del novio/a y viceversa, tener sexo en
lugares exóticos pero acompañadas de la respectiva pareja, el
sexo circunstancial con cualquiera, se trata de expresiones muy
distintas a aquellas que surgen de un nivel comprometedor a la
propia condición de la persona que fantasea.

Sin embargo, el despertar -aun de la fantasía lúdica-, nos señala


que somos algo y tal aspecto nos marque un lado oculto buscando
ejercerse e implicantes de un exponer porque la imaginación
devela lo que somos, exposición y miedo simultáneamente se
hallen allí, aunque, desde el carácter anónimo del no lugar y
distancia correlacionadas como seguridad ayuden al desinhibir y
su manifestar, no deja de ser llamativo que en los blog donde se
tematizan cuestiones en relación de las fantasías sexuales, las
personas opinan, dicen, expresan sus diversos deseos y miedos,
tal diversidad nos habla de esa dualidad que la fantasía implica,

109
dualidad asociada con la condición pública y privada
participando en todo Blog ante el permanecer oculto de las
identidades expresando sus pareceres personales.

La curiosidad por el oculto mundo sexual que las fantasía


muestran en las redes por la Web, señalen esa necesidad por
compartir secretos como también placeres que otros han
experimentado y puedan mentes abrir, así, una suerte de
competencia se entable cuando se versa acerca de las fantasías y
los internautas leen, mentalmente lleven a cabo la cuenta de “hice
esto, aquello y lo otro”, un examen y una puntuación dice
presente a la hora de comparar aquellos ítems de lo fantasioso
sujeto a lo lúdico.

Pero, una cosa es clara, la circulación de información por la Web


respecto a lo sexual es una de las más densas, de allí que sea el
canal expresivo más utilizado y el escenario más real para
expresar e informarse, enterarse del contenido amplio de las
fantasías, pues no sólo el pensarlas forme parte de la acción sino el
decirlas, el comunicar a terceros y socializarlo con desconocidos,
pues la socialización colabore notablemente en esto de facilitar la
objetivación, el plasmar y en cierto modo, realizar de alguna
forma el ejercer fantasioso.

La importancia del fuero de lo privado colabore notablemente con


el expresar fantasioso, pues las personas al no verse
comprometidas ni expuestas por expresar sus intimidades y
hacerlas públicas, de mantener ese resguardo, desconocido frente
a otros también desconocidos, sean aspectos favorecedores por la
peculiaridad de toda fantasía, lograr su espacio en lo público
saliendo del fuero del adentro.

Socializar lo íntimo pero permanecer oculto, y destapar ese


privado contenido sin dar lugar al brotar de la vergüenza por lo
que se desea, se fantasea o se imagina, habla de una virtualidad en
la propia subjetividad o una subjetividad objetivada, y que no es

110
algo de menor importancia sino que testimonia la diversidad de lo
que somos bajo el imperio de las sensaciones explotadas desde la
imaginación.

Porque toda imaginación explora el contenido oculto de lo que


somos y colisione primariamente con nosotros mismos ante
nuestra propia representación, y germen de esa señalada
vergüenza y todo avergonzarse, recordemos que la vergüenza
siempre sucede por la tensión público-privado, por no poder
mantener en privado algo propio e íntimo y ser hecho público, tal
suceso es provocador de vergüenza pero que en el caso de la Web,
excepto por los casos de amantes despechados no ser algo
corriente, mientras, que en todo avergonzar encontremos la
misma condición pero relacionado con lo íntimo de cada persona,
se trata de una reacción intrapersonal del sujeto para consigo
mismo, por ciertas características suyas y a las que creía ausentes
pero que allí se encuentran, pues tal rechazo a ese sí mismo ser la
fuente del propio avergonzar.

Por el cual ante el escenario de la doble correspondencia, vale


decir, entre la fantasía como deseo virtualizado y la Web como
realidad virtualizada, necesariamente se unan en la imaginación
creadora y hagan del ciberespacio su canal preferido.
Tal sucesión de hechos provoquen de Internet un escenario para el
resurgir del encantamiento en aquellos millones de internautas
que por las razones que fueren, lo hubieron perdido y hoy, a través
de las fantasías lo puedan rescatar.

10.2 Tiresias o punto g

Desde el emerger fantasioso, todo el ciberespacio colabore


notablemente, sin embargo, no pueda colaborar con una fantasía
en especial y que hemos dejamos para el nal e iniciada desde una
íntima interrogación del varón por las sensación que experimenta
toda mujer cuando hace el amor, y la inquietud de ese varón por la

111
posibilidad de poder experimentar tal sensación femenina, como
si escuchara una voz privada o saber intuitivo que le expresa que
en su sexualidad, existe un complemento desde la condición
contraria a toda genitalidad, es decir, la femenina en la masculina
y la masculina en la femenina.

Por el cual tal fantasía, implique la más oculta de todas ellas


porque en cierto modo comprometa la identidad de aquel que la
cobija y alienta, manifestándose con una pregunta simple, ¿cómo
son las sensaciones de la mujer en el sexo?, según el varón o
¿cómo son esas sensaciones en todo varón?, según la mujer.

Como ya lo señalamos, le cupo al mítico Tiresias caberle tal


posibilidad, porque siendo hombre supo experimentar como
mujer y dejar abierto el interrogante que la sexualidad ejercida
como mujer o como hombre, deberse más a un acto cultural antes
que a una estricta división determinada desde la faz genital,
división que la dimensión erótica no tarde en cuestionar. En tal
sentido, lo erótico es el patrimonio cultural que todo sujeto va
adquiriendo a lo largo de su vida como sujeto sexuado y
curiosamente, aquello que hubo de nacer desde el ejercicio de lo
genital habrá de cuestionar tal sexualidad centrada
exclusivamente en esa genitalidad, porque la eroticidad implica
un componente cognoscitivo y como tal, criticar desde ese saber a
ciertos mandatos y pautas que preestablezcan formas del ejercer
sexual y allí, en tal romper, lugar y cabida al espacio oculto donde
abrevan las fantasías e imaginaciones esperando por su salir.

Por ello esa suprema fantasía pertenece no sólo a la pregunta por


“cómo es el placer de la mujer” sino que siendo varón, se
interrogue por la posibilidad de sensaciones que no forman parte
de la condición masculina sino de la femenina, y no estamos
planteando ninguna categoría de homosexualidad ni lesbianismo
alguno.
La sensibilidad corporal de la mujer es notablemente superior a la
del hombre, éste por lo general deja centrado en su genitalidad el

112
eje de todas sus sensaciones, de allí que el interrogar por tal
experimentar necesite del a priori de una apertura mental que
permita el plasmar de tal pregunta en oculto y prohibido deseo.

Como derrotero hacia tal supremo experimentar, los sujetos


involucrados no jueguen un rol de mujer ni de hombre sino que se
trate de una experiencia como tal, pero también, tal práctica sólo
posibilitada y llevada a cabo entre aquellos que comparten el
mismo saber e inquietud erótica, sugeridores de tales fantasías
como posibilidad cierta.

Entonces, la pregunta por tal sensación, ¿cómo habrá de


producirse? y momento del irrumpir de la sodomización como el
primer paso a tal oculta aspiración, pues tener sexo anal con una
mujer aparte de ser una práctica anhelada por todo varón, en los
recovecos de esa interioridad implique un pedido a ser ejercida en
él, vale decir, querer él ser también sodomizado, así, la
fascinación de la penetración anal en la mujer implique un deseo
del varón a ser penetrado también, posicionando al críptico
axioma de hacer en el otro lo que uno en el fondo, quiere o desea
que le hagan, por el cual el penetrar anal, signique un pedido a
ser penetrado analmente también, por ejemplo, es común y
corriente que los hombres suelan pedir a sus parejas que los
penetren con sus dedos como una forma de incrementar su placer
y dar rienda suelta a tal fantasía oculta, y expresión de algo más
profundo aún.

El modus animatium que tanto excite en el hombre tal postura en


la mujer, compone cierta ancestralidad de dominio y también,
provoque en la mujer ese deseo por dominar que implica todo
poseer y vivenciar cierta masculinidad cuando penetra al varón,
no se trata de un cambio de rol pasivo-activo sino despertar tal
condición de varón en esa mujer e insistimos, no se trata de una
postura lésbica porque tal postura es ejercida con un varón.

Pues, en el ámbito de las dominaciones la clásica postura en

113
cuatro si bien es querida y buscada como mayor apertura a la
penetración, pero no solo por la relación apertura-penetración sea
requerida y deseada, sino también porque es acompañada por una
sensación de predominio y sumisión latente entre los amantes,
por el cual la fantasía no solo va censando sensualidades sino que
va involucrando componentes que enredan aspectos ocultos que
lían dominio-sumisión, colaborando en el despertar de
excitaciones y apetencias posibles, abarcando el gusto por la
posesión del otro expresado en el cabalgar de la mujer sobre el
varón y su penetrar también, mientras que la contraparte pasiva y
receptiva, interpretarse acatamiento, subordinación y sumisión,
ser dominado como amante.

El ser dominado, suele ser un componente de fondo y traducido


como el no poder decir no y fenómeno también buscado por el
varón, vale decir, encontrar en su experiencia de ser esclavo es
interpretar que ya ha sido atrapado por la pasión pues si él, vive la
condición de amo al ejercer sexo anal con la mujer activamente,
ahora, desee completar tal condición desde la sumisión. Lo que
señalamos no puede ser realizado en la circunstancialidad de
amantes porque no pueden despertarse los géneros opuestos en
cada género desde la liviandad de las relaciones sexuales sino que
tales experiencias ser posibles ante el mismo compartir y concebir
erótico, y tal profundidad ser posible en la intimidad, buceo,
frescura y placer de amantes posicionados en el tiempo, porque
los partenaires por lo general llevan al fracaso a tal despertar al no
compartir la reciprocidad de un despertar verdadero y empático, y
se trate de actuaciones sujetas a la mera complacencia, sin
entender y menos, compartir el sentido profundo que aluden tales
cuestiones.

Pero, no todo queda en la sensación anal en el hombre sino


también en sus tetillas, otra zona erógena central en la mujer y que
el hombre no ha sabido abrirse a tal posibilidad placentera,
hablamos de sus pectorales como fuente de placer, acostumbrado
a ejercer él tal placer no hubo de haber pensado jamás la

114
reciprocidad, y nacer como posibilidad solo ante el interrogar por
su condición femenina a experimentar en y por todo su cuerpo.
Tales fantasía abre un horizonte distinto en nuestra sexualidad y
no solo en dos personas que se aman o compartan la aventura de la
eroticidad sino que el sexo ya no será "normal" sino que otras
posibilidades se despiertan, por el cual el despertar del otro sexual
en uno, ya sea el varón en la mujer y la mujer en el varón, excedan
toda práctica centrada en la simple genitalidad.

Si consideramos esa relación entre penetrar y dominar, lo es por la


cuestión siempre presente a la hora de toda penetración anal
relacionando delicadeza y desenfreno, entre molestia, dolor y
placer, como fases de mutuo ajustamiento entre lo físico y lo
mental que tal hecho representa, he aquí en esta representación la
fuente de toda verdadera excitación que genera y provoca las
mencionadas fases entre aquel que penetra y aquella penetrada,
que hace a la dominación y la sumisión, cierto sadismo y
masoquismo porque la molestia de la penetración provoque
placer, y mescla de sensaciones y componentes de una lascivia de
la dominación y también presente en la yuxtaposición de la mujer
en el varón o del varón en la mujer.

¿Asusta, provoca espanto, genera rechazo, tal fantasía?, si, claro


que sí pero como toda cosa oculta y según el grado de liberación
que la cultura sexual permita, el despertar estará allí al acecho y su
primer emerger lo haga como fantasía.
La fantasía por Internet a la hora de su ejercicio lo sea
socializando sus contenidos, en preguntas y aseveraciones en los
blog, ejes de una erótica que se va desplegando en sensual diálogo
con otra autoconciencia y fuente de toda expresividad de la
imaginación sexuada.
Por el cual un laberinto tenga lugar en tales interioridades donde
muy pocos se atreven a reconocer y también, a recorrer.

115
116
Cap. XI

11.1 Laberinto

El innito suele ser asociado con la cantidad no mensurable,


ahora, si sostenemos que el ciberespacio es innito lo hacemos
para referirnos a la posibilidad de la cantidad y de lo simultáneo
como propiedades inmensurables, pues las conexiones que la
virtualidad desarrolla así lo testimonian, sin embargo, una
cuestión será precisa señalar y versa acerca de ¡qué tipo de
personas encontramos allí!, por la calidad de sujetos detrás de
cada internautas con los que tropezamos en la Web, y poder
discernir sobre ellos tal como hacemos lo hacemos en el mundo de
lo real, pero con una fundamental diferencia, la ocultación que
implica Internet diculte enormemente determinar ¡por el tipo de
prójimos que nos hemos topado!, donde tal desentrañar es
peliagudo.

Pues, ¿todos los cibernautas que navegan, desean o quieren lo


mismo, participen del mismo sentido con el que otro busca? y en
este punto la Web, pierda en relación a lo real como escenario para
tal discernir, puesto que todo internauta se disfrace, despliegue un
papel y jamás en lo inmediato, usuario alguno pueda darse cuenta
de nada, porque ese no contacto directo colabore en mantener a
identidades e intencionalidades muy disímiles a las propias.

Ahora, que Internet potencia todo lo relacionado a lo oculto, si


bien es una temeraria generalidad sin lugar a dudas también
implique una condición muy probable, donde deseos, fantasías,
anhelos, frustraciones, esperanzas, se alojen detrás de cada Nick
con el que uno se relaciona y saberlas posteriormente, no obstante,
una suerte de terapia suceda al entablarse ese encuentro especial
en aquellos que están solos combatiendo el mal de este tiempo
entre adultos de cuarenta años en adelante: el mal de la soledad.

En el orden de las condencias surgidas vaya de la mano tal

117
acontecer catártico en la nacida conanza del familiar contacto
entre esos internautas, porque el motor de la historia que
sobrevuela el ciberespacio respecto a los vínculos personales son
los carentes, compatibilizando lo que se quiere, con lo aplazado y
desalojar el tener y todo status como característica encandilante
en las relaciones recién entabladas. Una tangente se crea
mixturando necesidad con lo temporal, y conguren el futuro y el
llegar a ser, como objetivo nal de ese hacer respecto a los
vínculos interpersonales gestados en la Web.

La necesidades de lo pendiente y la urgencia por superarlo como


la imposibilidad de acciones concretas instalen el señalado
futuro, por ello ningún internauta se presenta solo para quedarse
en su ser actual, sino por un llegar a ser y encontrar en ese
porvenir una puerta de salida a su presente actual, así, los
proyectos a futuro serán el desafío a la presente disconformidad
que encarcela a todo internauta, por ello el ciberespacio
sobrevuela ese que aun no es y también, eso que hará para llegar a
ser y por el momento no hace.

Los vínculos interpersonales buscados, logrados o vislumbrados


posicionen discursos pivotando en ese porvenir, en especial, con
el discurso amoroso bajo los anhelos por toda extraña diversidad
de las personas del mundo entero, pululando y bullendo en ese
mundo virtual.

Pero lo diverso, fácilmente pueda asustar al usuario que lo


enfrenta cuando se relaciona con individuos desde la creencia
que comparten idéntica e iguales patrones culturales en común y
no ser así, entonces, la alteridad se torne amenaza para aquel que
tropiece con ella, algo distinto a lo esperado surge provocando el
choque entre lo que se desea y lo que se encuentra, y fuente de
juicios negativos hacia aquella alteridad descubierta y
rechazando lo extraño, aquello incomprendido, repulsa
desagradables o incluso de asco por el traspié con tales personas
por sus distintas formas de pensar y actuar a las esperadas.

118
Lo expresado es el resultado del laberinto que el ciberespacio
implica porque Internet es eso, aunque, no por lo difícil de hallar
una salida sino por lo que contiene y lo que se aloja allí, hablamos
de la presencia de senderos que se entrecruzan y erróneamente
solo tildado de informático, sino del ya señalado espacio
existencial y marco apelado por la persona de carne y hueso, en su
esperanza por superar lo pendiente contraído en su vida y mundo
concreto. El laberinto es un horizonte sin salida y potenciado por
ese inocente creer que todo termina cuando se apaga el
procesador.

Porque si bien lo que nace en lo virtual allí queda, la conciencia de


cada internauta pone en el mundo real a las experiencias y
vicisitudes del mundo virtual, la virtualidad es una latencia que
acompaña en lo real como la presencia de una pegajosa sombra
perpetuándose ante su invadir en lo real.

El novedoso fenómeno del internauta por concebir al no lugar


como espacio a existir, enrede un no saber ni entender lo que ello
signica, pues nos topamos con un laberinto y su condición mítica
de fondo, un lugar distinto a todo lo conocido y solo denible en
términos metafísicos o esotéricos, y para ofrecer una cabal idea de
tal signicado apelemos a expresiones tales “como es arriba es
abajo”, “todos somos uno”, “no puedes recorrer el sendero antes
que el sendero seas tú mismo”, “un error mínimo al principio
puede ser máximo al nal”, “conócete a ti mismo”, “un viaje de
mil kilómetros comienza con el primer paso”, nos dicen cosas que
no están en el mismo decir y hacernos recelar por el signicado
oculto de lo dicho, posicionando como nunca esa sospecha hacia
el laberinto.

Si bien hoy día el laberinto es una construcción arquitectónica sin


aparente nalidad más que la simple representación lúdica o
decorativa, en sí mismo implique una complicada estructura cuyo
interior este ordenado para el extravío, por ello la ausencia de
referentes que guíen, y el hecho de perdernos será la condición

119
exitosa de todo laberinto, por ello el peligro que subyace en
considerar con tono existencial el ámbito de la Web, nos lleve a
ese laberinto y de difícil salida.

Podemos perdernos recorriendo miles de horas en los caminos


que signican los sitios, los blog, las redes sociales, los Chat, los
buscadores que no conducen a ninguna parte, a recorrer extensos
espacios que tenemos a la mano y sin movernos del sitio, sin topar
con lo que deseamos encontrar y también al hallar algo, lo
encontrado o descubierto lo sea por nuestra necesidad de
encontrar la propia virtualidad del laberinto es como lo real ahí, es
que el extravío ya tiene su lugar.

El laberinto que porta el ciberespacio o salida al ahogo de lo real


de toda persona en el fondo incluye al propio sujeto porque él, es
la fuente de su debilidad y pobreza vivencial, postulando desde la
carencia la alternativa del ciberespacio y un nihilismo por lo real,
así, el ¿porque no?, el ¡quizás!, ¡con probar nada se pierde!,
terminen por conrmar al ciberespacio como alternativa a ese
ahogo cotidiano.

Así, la tendencia de proyectar en ese por venir acompañado por


todo llegar a ser, haga que el laberinto ubique la paradoja del
futuro como salida, cuando el problema es que no hay salida en
los laberintos y menos que menos, proyectar un futuro en él.
La maraña del laberinto cargue con la impronta de su condición
mágica y por ello, se busquen soluciones inesperadas ahí, porque
¿cómo sabemos que habremos de encontrar lo que deseamos o
reaccionar adecuadamente ante lo inesperado que de él surge y
nace? pues navegar en él es posibilidad cierta de los
imponderables e inconmensurable universo donde la sospecha
manda y la desconanza reina, en relaciones interpersonales
surgidas que nos sugieren que tal espacio nada de mágico tiene,
sin embargo, cargar con él será mil veces preferible al no tener
nada, en un mundo donde la vacuidad y el aburrimiento son y la
soledad del desencuentro patente, por ello el laberinto, antes que

120
elección implique imposición e intento de fuga a la liviandad
mundana que lo real implica.

La metafísica subyacente en todo esto es que el ser, solo lo será


estando y en un espacio donde los entes concretos no existen,
prevalezca todo estar, estar para chatear, estar en las redes
sociales, estar para intercambiar frases, estar en las fotos, estar en
los blog, todo nos habla de un estar como intercambio de
levedades ontológicas en el universo de lo posible que Internet
provoca, pero tal concebir resulte parte de ser engullido por las
fauces del laberinto, al cual no se sospecha como tal.

Su inicial horizonte jamás implicó lugar sin salida alguna y


aquellos que no supieren entender al laberinto como cárcel, no
concibieron lo devaluado del propio ser y condenado a mero estar
y quedar encadenados al intercambio de emoticones,
onomatopeyas varias, deambular entre Nick, vale decir, de
signicantes construyendo la cadena del internauta remodelando
la nueva caverna del residir penumbroso.

Entonces, ¡qué oportunidad puede tener el amor, en un horizonte


que no es tal, en una realidad que hace del estar su parecer y de
éste, su condición de ser?, sin embargo, el laberinto ya se halle
precedido por algo que lo exceda largamente, el amor, pues nadie
llega al amor volitivamente sino que es él quien llega y una vez
llegado, no exista salida alguna sino el vivirlo en y desde ese
amor que atrapa, tal, es lo que preceda al laberinto virtualizado,
ser antecedido por el laberinto de Eros.

Porque el amor invadió al ciberespacio cuando al escribirse un e-


mail, alguien leyó lo mismo con ese TE AMO.

11.2 Real, virtual……

Sin confusión posible entre lo real y lo virtual, el amor y su

121
correlato, la pasión por Internet, se nos vislumbre como un tipo de
vínculo comenzado con un irteo, hasta derivar en cita en el
mundo real, lo dicho son historias comunes que circulan a diario
por la Web, sin embargo, el amor nacido y quedado en el
ciberespacio, de existir tales casos, son los menos conocidos.
Al entablarse una relación con alguien en la Web, las razones
esgrimidas y el sentido nal del encuentro fuera de lo real, no son
aspectos esclarecidos donde se pueda determinar
fehacientemente en ¡qué se va a terminar! pues se trata del inicio
de algo sin saber muy bien que puede acontecer, pero de gestarse
algún tipo de relación difícilmente continúe ese vínculo por la
Web.

En uno u otro caso, a la hora de todo eventual surgir empático, tal


emerger determine a Internet un escenario creador que hizo
posible a los actores internautas excediendo todo medio
comunicativo e informático, fuente donde sólo circulan datos o
búsquedas de cualquier naturalezas, textos, documentos etc., pues
tales internautas se abocaron a una experiencia vital, la del
encuentro con otros.

¡Sin lugar a dudas que se experimenta por Internet como en el


mundo real!, como tampoco negar que lo virtual ser real como
virtualidad ejercida y según los grados del estar conectado, tales
internautas quede atrapados en lo real y pierda la inicial seducción
de la autonomía ante los límites violados que lo real implica, pero
el espacio virtual tenga su revancha y responda con la ya señalada
metavirtualidad donde el uso de la telefonía celular, lo virtual
presentarse en todo momento, en charlas, comidas, mensajes por
Chat y los SMS compitiendo a diario en los encuentros del mundo
real.

Ahora, hay que convenir que Internet no se convierte en una


simulación de lo real porque ante todo se trata de otro tipo de
realidad, porque si fuere o se intentare copiar a lo real, entonces,
ya perdería su condición virtual implicante de una continuidad

122
menos física y parodia platónica de ser mera copia imperfecta y
allí sí, calicar a Internet como algo insustancial.

Contrario a tal óptica, se sitúe a cada internauta en paulatino


experimentar, como un individuo navegando en un mundo en
continua amplitud y expansión, por el cual nada se pueda predecir
lo que pueda suceder en la red, erradicando toda instancia
oracular ante una totalidad abierta al aquí y ahora, fuera de toda
causa eciente y nal sin que se enreden, pues en tal mundo se es
según las capacidades adquiridas y desarrolladas de los usuarios
donde la disposición manda.

La Web como un nuevo mundo y la singularidad del usuario


rompan con el sentido masicador del mundo físico, cuando se
comparten opiniones o puntos de vista con las demás
singularidades y destruyen ese sentido de lo masicado, porque el
decir, pensar y comunicar distintos puntos de vista, rompan con la
argamasa del pensamiento único que manda hacer y a repetir
acciones entre sujetos que no se vinculan entre sí.

La apertura que el lugar del no lugar provoca, determinen otras


condiciones a las viejas expectativas que por equis razones
quedaron truncas y hubieron de provocar la creación de lo
pendiente, lo incompleto y el ciberespacio, tornarse rueda de
auxilio para tales necesidades creadas desde la carencia.
Y fuerte presencia en aquellos que de una u otra forma no viven ni
experimentan ni se relacionan como así lo quisieran hacer,
anclando la espada de la insatisfacción en lo cotidiano de sus
vidas.

Pero claro, siempre sostuvimos la dicotomía real-virtual, pues los


entrecruzamientos bien lo señalan, de conocer a alguien en la Web
y citarse en el mundo real es lo que hoy impera, los
entrecruzamientos, empatías, afectos y deseos que nacen en el
ciberespacio suelen ser el comienzo de algo resistido a quedarse
allí, pues la experiencia lograda en lo real determine que lo virtual

123
no pueda competir con el ejercer afectivo, amatorio o sexual en el
mismo sentido e intensidad que sí es posible hacerlo en lo real
concreto, y congure el criterio que exige un mundo sujeto a lo
determinado y delimitado a la hora del amor, donde lo virtual, ser
un mero medio que hubo colaborado en tal conocer y relacionar.

Y si por las razones que sean y sin poder tener un contacto fuera de
Internet, lo nacido allí deba quedar ahí, no por ello ser menos
real, pues lo que nace en la interioridad ya sea por lo pendiente, lo
aplazado o lo carente, provoquen su dinámica esperanzadora y el
lugar del no lugar devenga espacio al entrecruzar ilusorio por
llegar a ser con un otro.
La utopía proponga el nuevo encantamiento ¿paralelo,
entrecruzado?, en un mundo viejo y desencantado donde lo
virtual, pergeña su voz, su canto, sea un medio posibilitante a
tales gritos resistentes.
El amor y la pasión por Internet, impliquen el mayor de
ellos………………..

Virtual

De aquel oculto rostro


Edique un lejano lugar
E intuí una nueva ausencia.

Y fue que mi desnudez


Despertó ilusionada
Dibujando a la tuya.

Jugar en mi interior
Dialécticamente del que no eras mía
Pero quizás sí
Tal cosa no pareció importarle
A la posesión.

124
Porque si bien
Lejana pernoctas escondida
Desde allí me atrapas
Tantas veces como te pienso
En la simulación del pensar.

Pero allí estas


Desde esta Web-cam estas
Tienes Nick, tienes imagen
Estas en el aire, en el éter, en la Web
En todos los lugares que hacen posible un lugar
Bueno, allí entre tantas mediaciones
Sé que estas.

¿Acaso no media al átomo el microscopio?


¿Y al propio ser ante el relato del Big-Bang?
¿En la ilusión de lo que somos
Desde la importancia del tener?
Pues, ¿acaso no son los laboratorios
Las teorías y el capitalismo
Todas grandes mediaciones?

Si lo que nos explica está mediado


Entonces, aquello que nos atrapa
Es encuentro simultáneo
Y lugar sin mediación posible.

Y a ese encuentro voy


Desde la mayor mediación posible
La esperanza………..de por n hallarte.

125
126
Conclusión

Real y virtual no posean la misma complejidad que signica el


existir y fuente en común con ese todo precedido por la nada,
como también que el amor y su pertinente pasión presentados
como plenitud -tras tal experiencia vivida-, provoquen soledad,
vaciedad y desazón en los seres humanos que los experimentan,
como que la impronta de la nada se vehiculiza en indicadores
existenciales en esa vaciedad y en la otrora desesperación por
volverse a enamorar, ante lo vacuo y el sin sentido que la vida
diaria tiene.

El ser, no es desde un solipsismo sino que él es con un otro, el ser


en sí mismo no es más que nada, por ello se es con el otro, la mayor
plenitud del ser es estando con otros y no importa que esos otros
estén fuera de las coordenadas espaciales de los lugares, sino que
estén, y en tal sentido, Internet, se torne vía para esa comunión
ontológica por el cual la mediación al ser apelada, invada al ser
poniendo a su disposición a todos los seres del mundo que viven
entre sus necesidades y lo pendiente, sus pequeños éxitos y
grandes fracasos, más allá que la ontología de cada ser implique
eso y mucho más.

Por ello el mudar de espacio comunicativo a existencial fue parte


del fenómeno dialéctico que envuelve a todo lo virtual y a todo lo
real desde el signo predominante de lo complejo, diciéndonos y
señalándonos que todo está en movimiento donde la causalidad y
lo azaroso viajan juntos y lo indeterminado, se posiciona
esperanza en la conciencia del hombre y rompa con esas
coordenadas que lo determinan, el amor desde hace mucho
tiempo y ahora, el ciberespacio, se torne posibilidad y ruptura con
lo viejo, superando los hastíos y cuanta calamidad más.

Pero, hasta que no se entienda el sustrato del amor, más allá que
Internet lo posibilite, el hombre sufra la instrumentalidad
impuesta que se ha hecho del amor e inserte el cielo y el inerno

127
en una misma persona, en una misma pareja, en un mismo beso y
la misma caricia, ante el acecho permanente de la nada jaqueando
al ser y sustrato metafísico posicionado en lo real.
Tal como implica el amor y la pasión por Internet.

128
Índice

Introducción

Cap. I.
1.1 Reejos 19
1.2 La metafísica del amor 25

Cap. II.
2,1 Llamas 31
2.2 Un poema 37

Cap. III.
3.1 A la mano 39
3.2 El otro 43

Cap. IV.
4.1 Encanto 49
4. 2 La instrumentalidad jaqueda 54

Cap. V.
5.1 Ni cerca ni lejos 59
5.2 Lo virtual de lo virtual 64

Cap. VI.
6.1 Mediaciones 69
6.2 Complejidades 74

Cap. VII.
7.1 Devaluación 77
7.2 El engaño 81

Cap. VIII.
8.1 Empereia 87
8.2 La experiencia del amor 90

129
Cap. IX.
9.1 Mesto y Fausto 95
9.2 Palabra y amor 100

Cap. X.
10.1 Fantasías 107
10.2 Tiresias o punto g 111

Cap. XI.
11.1 Laberinto 117
11.2 Real, virtual 121

Conclusión 127

Índice 129

130
Se terminó de imprmir en General
Madariaga en la imprenta
Hispanograf, a los 31 días del mes
de Marzo de 2014

131
132

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