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Esquema de Santo Tomás................................................................................................

1. Contexto Histórico, Sociocultural y filosófico..............................................................2

2. Pensamiento de Santo Tomás.......................................................................................3

2.5. SANTO TOMÁS DE AQUINO (1225-1274) Y EL APOGEO DE LA


ESCOLÁSTICA................................................................................................................................10
2.5.1. VIDA..............................................................................................................10
2.5.2. ESCRITOS...................................................................................................15
2.5.3. INFLUENCIAS RECIBIDAS POR SANTO TOMÁS..............................22
2.5.4. LA INFLUENCIA DE SANTO TOMÁS....................................................24
2.5.5. SANTO TOMÁS Y EL PENSAMIENTO MODERNO............................30

2.6. La Doctrina teológico-filosófica de Santo Tomás........................................................34


2.6.a. EL PROBLEMA DE DIOS.........................................................................37
2.6.b. LA CREACIÓN y la ciencia de Dios.......................................................42
2.6.c. EL PROBLEMA DEL HOMBRE................................................................44
2.6.d. MORAL Y POLITICA. Leyes “naturales” y “sobrenaturales”...............46
2.7. Texto de la Summa Teológica (moralidad).......................................................48
2.7.1. La cuestión 90: De la esencia de la Ley..................................................53
2.7.2. Cuestión 91: De las distintas clases de leyes...........................................54
2.7.3. Cuestión 92: De los efectos de la ley.......................................................55
2.7.4. Cuestión 93: De la ley eterna...................................................................56
2.7.5. Cuestión 94: De la ley natural (Selectividad)..........................................57
Artículo 1: La ley natural, ¿es un hábito?......................................................57
Artículo 2: La ley natural, ¿comprende muchos preceptos o uno solamente?
....................................................................................................................................59
Artículo 3: Los actos de las virtudes ¿son todos de ley natural?....................61
Artículo 4: La ley natural, ¿Es la misma para todos?....................................62
Artículo 5: ¿Puede cambiar la ley natural?.....................................................65

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Esquema de Santo Tomás
1. Contexto Histórico, Sociocultural y filosófico
Histórico:
-Santo Tomás vive en el siglo XIII, en la Baja Edad Media en que el "sistema
Feudal", que se inició con la caída del Imperio Romano, empieza a decaer a causa
de diversos factores sociales, económicos y culturales.
-Es preciso destacar el papel jugado por la Iglesia como Institución
"supraestatal" (especie de O.N.G.) y como red de conexión de los distintos reinos
cristianos a través del latín y del "cristianismo" (monoteísta), ya asumido con
Teodosio y Constantino como "religión oficial del imperio Romano" y que más tarde
se opondrá al Islam.
- Pero las relaciones no siempre fueron armónicas, pues los distintos reinos (y
el Sacro Imperio Romano Germánico) chocaban políticamente con las pretensiones
de una Iglesia que, sobre todo a partir de S. Agustín (s. V), pretende englobar
(también políticamente) en una Iglesia Militante (y triunfante) a todos los hombres.

Social:
- En la época de Santo Tomás empiezan a cuajar los Estados modernos, cada
vez más poderosos, a través del resurgir de las ciudades, las universidades (a partir
de las escuelas monacales y episcopales) y la nueva clase "burguesa" ligada a la
actividad comercial.
- La nobleza (surgida de la guerra entre "feudos) era la clase dominante, y
convivía junto al clero (ora et labora) y el “pueblo llano” (agricultores y artesanos).
Pero empiezan a surgir ciertos “burgos” (ciudades) al hilo de un mayor comercio. Los
burgueses irán limando paulatinamente el poder de la nobleza (hasta que en el siglo
XVIII rompan con la mayoría de sus privilegios).
- Con el renacimiento de la vida ciudadana se crean las primeras Catedrales y
Universidades (París, Bolonia, Oxford, Salamanca...). Éstas darán pie al "auge de la
escolástica", de la que Santo Tomás es el máximo representante. Esto propiciará
que el saber salga de los claustros religiosos (monasterios) para abrirse al mundo
"laico" (de las clases superiores). ((Buscar Cultura)).

Filosófico:

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- Hasta ahora había predominado (como en San Agustín) una filosofía
cristiana de raíces platónicas (de Aristóteles apenas se conocían algunas obras de
Lógica, transmitidas por Boecio). Pero en esta época se descubren otras obras de
Aristóteles (Física, Metafísica, De Anima, etc.). Dichas obras son transmitidas, por
medio de los árabes como Averroes, a Europa gracias a la traducción de la Escuela
de Traductores de Toledo). Pero, a pesar de que la filosofía de Santo Tomás está
inspirada en la filosofía clásica, sobre todo aristotélica, sin embargo es
importantísimo destacar la ruptura que supone, respecto al "necesitarismo" griego, el
"contingentismo" cristiano (el mundo es "contingente", creado por Dios a partir de la
"nada" -nacido, no eterno-).
- Los escolásticos cristianos recogerán en “Summas” los temas fundamentales
de la filosofía de entonces y su “discusión” (disputatio) con vistas al fin último del
hombre: la “salvación” (Bienaventuranza, que es muy distinta a la “felicidad” de
Aristóteles).
- La idea de que un Dios omnipotente había creado el mundo rompía con el
necesitarismo imperante hasta entonces. El Dios aristotélico ni conoce el mundo (“se
piensa a sí mismo”, es mera causa final, a la que las cosas y el hombre intentan
imitar). Pero, para Santo Tomás, el mundo y el hombre son obra de Dios, y están
"ordenados" por Dios y para Dios (deben volver a Él).
- De aquí que la Filosofía sea sierva (ancilla) de la Teología para un
cristianismo, que se impuso a las corrientes "racionalistas" (declaradas "herejes").
Por eso lo que Santo Tomás llama "doble verdad" muchos lo interpretan hoy
anacrónicamente (creyendo que entonces Razón y Fe eran contradictorias, en
general), pero en el siglo XIII aún no se habían desarrollado las verdades científicas
como lo harán en la modernidad, por lo que, para Santo Tomás, la Razón era una
forma de conocer tal que si se oponía a la fe debía someterse a ella (ancilla), pues
los dogmas de Fe (como el conocimiento de la esencia de Dios), eran inalcanzables
para el conocimiento racional, que se consideraba "inferior".

2. Pensamiento de Santo Tomás


Siguiendo los temas tratados en la Summa Theol. nos referiremos a
Dios (y la posibilidad de conocerlo), al Mundo (Ontología), y su Conocimiento -Teoría
del conocimiento y Epistemología: la "razón especulativa") y al Hombre (ética, moral
y política: la "Razón práctica").
Teología (Sobre Dios y su "conocimiento").
- Hay que tener en cuenta las diferencias entre la concepción de Dios de
Aristóteles (que más que demostrar su existencia lo que hace es conceptuarlo como
concepto "límite" de la idea de “conciencia” -pensamiento del pensamiento-) y de
Santo Tomás, que piensa a Dios como "causa eficiente" y "formal" del mundo, no
sólo "final". Y, además, la idea de creación de la nada rompe con el necesitarismo
(eternidad).

3
- Según el dominico no es posible el conocimiento (racional) de la "esencia"
de Dios (-sólo por la fe-), en contra de San Anselmo. Santo Tomás pretenderá
demostrar la existencia de Dios a través de Argumentos “a posteriori” (Ver), a través
de "analogías" y "via eminentiae" (ver las 5 vías). En dichas vías resaltar la diferencia
entre la conclusión (p.e. "Por consiguiente es necesario llegar a un primer motor que
no sea movido por nadie”) y el "escolio" en el que Santo Tomás añade (sin haberlo
demostrado) "y éste es el que todos entienden por Dios" (pero para “todos los
hombres” –quoad nos- no siempre es así). Además es conveniente resaltar que
Santo Tomás se basa, sobre todo en las tres primeras vías, en las propiedades
"impersonales" (propia del "SER físico") de Dios para "demostrar" su existencia. Pero
las propiedades de tipo “personal” (recogidas en los dogmas: Trinidad, Naturalezas
de Cristo, Amor a los hombres, etc.) son las más importantes desde el punto de vista
"religioso" (piedad), y sólo se descubren por "revelación" sobrenatural, sobrerracional
(por eso dicho Dios tan "impersonal" será el que luego será llamado "el Dios de los
filósofos", muy distinto al de los creyentes).

Ontología (sobre el Mundo)


Recordar, de nuevo, la diferencia entre el mundo "eterno" de los griegos
(necesitarismo) y el mundo creado de los cristianos (contingentismo). Sólo Dios sería
un ser Necesario en sentido estricto (y las verdades "necesarias" de la ciencia lo son
por provenir de Dios). Dios es Causa final (partiendo de Aristóteles), formal
(valiéndose de la concepción de San Agustín, que pone las ideas de Platón en la
"mente" de Dios) y eficiente del mundo, y del hombre como parte de él. Ver apuntes
(La creación y la ciencia de Dios). Dios es el único ser en cuya “esencia” está
contenida su “existencia” (pero dicha identificación no es accesible racionalmente al
hombre, en contra de lo que pretendía San Anselmo).
- La Ley Eterna de Dios se manifiesta en todo. Hay que destacar que en el
orden del Cosmos, aunque los ángeles son seres superiores al hombre
(intelectualmente, pues son “espíritus incorpóreos”), sin embargo Dios decide
“encarnarse” en un hombre (Cristo). Esto hace que el mundo esté pensado (y
creado) por Dios con vistas a “salvar” a los hombres (para borrar el pecado original),
por lo que el hombre será “el centro del universo” (concepción Geocéntrica, además).

Epistemología y Teoría del conocimiento (sobre el conocimiento del mundo)


- Según Santo Tomás (como Aristóteles), todo conocimiento comienza en los
sentidos (ver). Distingue entre "Entendimiento paciente (pasivo)" y "agente" (rechaza
la propuesta "colectivista" de Averroes). El Entendimiento Agente es el encargado de
"abstraer" las formas o "especies inteligibles" (ideas en Platón) que luego reconoce
el entendimiento pasivo en las figuras sensibles. Esta capacidad racional abstractiva
es específicamente humana, y la que más nos aproxima a los ángeles, que, para
Santo Tomás, no tienen cuerpo (y por eso cada uno es una especie distinta, pues no
tienen "materia" que les individualice dentro de una especie).
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-También hay acontecimientos del mundo (milagros) que sólo son
comprensibles por la Fe "sobrenatural" (que dios nos da), no por la "luz natural de la
Razón".
- Entre los juicios (proposiciones) que forma el Entendimiento (a partir de los
sentidos), Santo Tomás distingue los que son “verdaderos en sí” y/o los que son
“verdaderos para nosotros”. Los juicios verdaderos (evidentes) “en sí” son
“analíticos” (la verdad del Predicado está contenida en el Sujeto). Por eso Santo
Tomás dice que los predicados que califican (definen) a Dios “esencialmente” no
podemos entenderlos los hombres (seríamos como dioses), en contra de lo que
pretende San Anselmo (que, según Santo Tomás, no supo distinguir entre
imaginación y realidad –aunque el problema está más bien en la generalidad de la
definición de San Anselmo-).

Ética, moral y Política (no es conveniente llamar a este apartado


"Antropología", por el significado muy distinto que tiene la actual "ciencia”).
Aunque en aspectos generales mantiene la concepción desarrollada
por Aristóteles, sin embargo ya hemos hablado de las diferencias entre la filosofía
clásica y la cristiana (y eso que Santo Tomás es de la corriente más "concordista", no
de la del "Credo quia absurdum"). La "Felicidad" y "el bien común" de Aristóteles (con
vistas a una Sociedad "inmanente", terrenal, incluido el Imperialismo universal de
Alejandro Magno, o el universalismo moral o ético -de los estoicos y los epicúreos-),
es pensada por el Cristianismo (ver San Agustín y su "Iglesia militante") como
"Bienaventuranza" (vuelta a Dios, "visión de Dios" por parte del hombre que muere
en GRACIA de Dios). La Virtud por tanto no es sólo "termino medio racional" de la
conducta, sino conducta precisa para "salvarse" (el cristianismo es una religión de
Salvación), y el vicio es pecado y condenación (cuando es “grave” o mortal, no
venial).
Para Santo Tomás los hombres obran por fines (propios: son fines
ordenados por sí mismo, libremente, según la razón o no). El fín último del hombre
“debe ser” la Bienaventuranza (pues Dios es el principio y fin común de todo).
Luego se plantea las cuestiones relativas a los Medios para alcanzar dichos
fines. Dichos medios están representados por los "Actos" (actualización de las
potencias -disposiciones- naturales y de las disposiciones adventicias, que son
difíciles de cambiar o mudar). Cabe hablar de actos como "acción", propiamente
dichos, que proceden de principios, y de actos como "pasión", que se dirigen a un
término cuyo principio no es uno mismo (no sería propiamente “humano”, sino común
con las bestias). Los componentes de dicho actos son múltiples, y es preciso
tenerlos en cuenta para dilucidar si dicho acto es voluntario realmente, o si bien es
más bien involuntario -como las "circunstancias".
El acto humano voluntario (apetito racional: guiado por el conocimiento de la
razón) es el sujeto de la Moralidad (propio de los hombres, no de los animales). Pero
si se acompañan de libertar y razón pueden dar lugar a virtudes morales (buenas).
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De aquí el que Santo Tomás se preocupe por los Hábitos (buenos: virtudes, y malos:
vicios y pecados, en términos teológicos). Los hábitos son modos cualitativos
de ser (o estar: buenos o malos, etc., desde una perspectiva moral). Hábito y
disposición (naturales o adventicias) son cualidades (de los sujetos, respecto de su
conducta). Los hábitos son fácilmente mudables (corrompibles, etc,) y las
disposiciones difíciles de mudar (naturales, para estar en potencia o en acto).
El hábito es una disposición (potencia) según la cual alguien se
encuentra bien o mal dispuesto a actuar (acto, actualizar sus potencias, frente a las
pasiones). Cuando tiene un modo conveniente a la naturaleza de la cosa, entonces
es bueno. De lo contrario es malo.
El hábito es necesario en aquellas potencias (en las sensitivas no
directamente) que pueden ordenarse de diversos modos a obrar (es decir cuando
el fin puede obtenerse por diversos medios). La voluntad es una potencia de este
tipo, sobre la que cabe aplicar los hábitos. Es decir, “podemos” hacer muchas
cosas (actuar o actualizar nuestro “potencial voluntario” de diversas formas), y por
eso es conveniente estar “bien (pre) dispuestos” para evitar el mal (vicios). De ahí la
importancia de implantar en nuestra personalidad (conducta global) “buenos hábitos”,
para que sean como una especie de “segunda naturaleza” que nos predispongan a
actuar bien (canalizar las pasiones racionalmente). Explicado con más detalle:
Las acciones humanas (voluntarias) tienen unos principios internos y
unos principios exteriores.
Los “Interiores” se manifiestan en la Virtud (que es una especie de Segunda
naturaleza que encauza las acciones racionalmente), pero que muchas veces es
impotente por sí misma para formarse en los individuos.
Los principios "exteriores" según Santo Tomás son de 3 tipos:
a) La Tentación, por la que el Diablo inclina al mal (como en el pecado
original); b) La Ley, por la que Dios instruye al Bien, aunque cabe desviarse de tal
instrucción y entonces uno se deja "guiar" por el "fomes" o por la pasión irracional
(ley del pecado original, y del pecado en general) que es "ley" en el sentido de que
se constituye en una "desviación" del bien absoluto de manera habitual (y puede ser
un "bien", en el sentido relativo" de ser un "buen ladrón", que sabe con pericia
cometer sus fechorías, lo cual lo convierte en más perverso aún); c) La Gracia
(sobrenatural) por la que Dios ayuda a alcanzar el Bien.
La Ley Eterna de Dios se manifiesta en todos los seres del Universo,
en el ámbito de las cosas “físicas” (cuya “ley natural –física-“ analiza la “razón
especulativa”) y en las cuestiones humanas morales y políticas (cuya “ley natural –
humana-“ analiza la “razón práctica”).
Por tanto, aunque la ley natural humana (práctica) es un principio
extrínseco del actuar humano, sin embargo está “impresa” en el alma de tal
forma que se puede llegar a asimilar “de manera habitual”.

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Las tres tendencias naturales, origen de los tres preceptos (leyes
naturales humanas) básicos son: a) la conservación del ser humano; b) la tendencia
al bien de la especie humana o a la procreación o educación de la prole (matrimonio
uno e indisoluble, según Santo Tomás, que rechaza como tendencias contra natura
la poligamia, etc. ); y tendencias al conocimiento de la verdad y a la vida social
(totalidad atributiva). [No es que estas inclinaciones sean "leyes" (también caben
leyes del pecado), sino que la Sindéresis lee e interpreta estas inclinaciones hacia un
bien racional como leyes primarias del orden moral, y que se resumen en el principio
formal que expresa dicha sindéresis (genérica): <<el bien conforme a la razón debe
ser hecho, y el mal, evitado>>. Pero la razón puede avanzar hacia nuevos preceptos
que desarrollan la ley "natural".]
La “ley natural” (“humana”), de manera “genérica” (sin desarrollar en
casos concretos) incluye un solo precepto (norma): La Sindéresis (“el bien debe ser
hecho y el mal evitado”).
Santo Tomás parte de una triple clasificación para afrontar estos artículos (el
4, sobre todo):
a) La distinción entre conocimiento (razón) especulativo y práctico
b) la distinción entre "verdad en sí" y "verdad para nosotros" (grados en que
puede ser conocida por los hombres distributivamente).
c) La distinción entre "conocimientos generales" (principios universales
genéricos, comunes, concepciones comunes) y "conocimientos
particulares" (que, según Santo Tomás, y Aristóteles, provienen de lo
general: la ciencia es la práctica de la deducción de lo particular a partir de
lo general, como en los Silogismos) .1

Por eso nos dice que la Ley natural, (a) si se entiende como la expresión de
los primeros principios universales (tanto en el ámbito especulativo -principio de
no contradicción o de tercio excluso, verdades demostradas a partir de dicho ámbito
especulativo, como los teoremas matemáticos- como en el ámbito práctico -como
se expresa en la sindéresis-), entonces es la misma para todos los hombres (es
verdad "en sí", objetivo-idealmente, como diría Platón).
Mas, dicha ley natural, (b) en cuanto a ciertos conocimientos o preceptos
particulares (derivados o desarrollados de los universales en “casos concretos”)
también es, en la mayoría de los casos, la misma "en sí" (y “para todos”) , tanto en
el aspecto especulativo como en el práctico. En este ámbito dichos conocimientos no
tienen por qué ser "verdad para nosotros" (para todos los hombres), y puede haber
gente que desconozca ciertas verdades "en sí". Por eso fue necesaria la "ley escrita"
(positiva) para completar las normas concretas y determinadas que "condujesen"

1 No ven que el conocimiento siempre se inicia "in medias res", a partir de


unos principios medios ligados a toda concepción y práctica social determinada, no a
partir de "principios absolutos indemostrables".
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(orientasen, dirigiesen “racionalmente”) las conductas particulares y concretas de los
sujetos, que corren el peligro de desviarse de la "luz natural de la razón práctica".
Respecto de la servidumbre (y la esclavitud) opina que es un tipo de
relación útil por sus consecuencias, tanto para el "señor" como para el "siervo", pues
es útil al siervo ser dirigido por el más sabio (aunque no sea justo en sí, por
naturaleza, en sentido "general"). No cabe atribuir a Santo Tomás (ni a sus
seguidores) un pensamiento “racista” al respecto, más aún teniendo en cuenta la
época en la que vivieron, en la que la “igualdad” política entre los ciudadanos no
existía (tal como ocurre con el nacimiento de la “nación política” en la Revolución
Francesa…).

- Hay que destacar que en lo que llaman los escolásticos "ley natural" humana
se encierra el germen de un Derecho de Gentes que desarrollarán los escolásticos
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españoles (Francisco de Vitoria sobre todo) y que dará lugar a los actuales
"Derechos Humanos".
En el terreno político hay que hacer, respecto de Aristóteles,
apreciaciones similares. El "bien Común" racional del que habla Santo Tomás está
entroncado con la "comunidad de fieles" (la Iglesia Militante y Triunfante de la
concepción de la Historia de San Agustín -ver-) y por eso mismo la " política" está
supeditada (subrogada) a la religión.
Ese es un motivo de que, en el plano político, valore de forma especial
la Monarquía, que reproduce en el ámbito humano la "monarquía" de Dios sobre el
Mundo, y de su representante en la Tierra (el Papa) en la Iglesia (entendida como
"cuerpo místico de Cristo", como decía San Pablo), aunque dicho gobierno debe ser
contrapesado por un poder (democrático) que evite abusos. Vemos cómo mantiene
la clasificación de los "tipos de gobierno" (buenos y malos) de Aristóteles. El buen
gobierno debe proporcionar el “bien común”, implantando leyes adecuadas
(positivas) que posibiliten la realización de la “ley natural”, de la Justicia (humana que
no contradiga la divina). La sociedad estamental es “útil” (desarrollo útil de la ley
natural). La desobediencia civil es admitida cuando el gobierno se sale de esta
norma y cae en la tiranía (no “bien común”).
- Como hemos dicho, admite la esclavitud (servidumbre) como un "desarrollo
útil" de la "ley natural" (que en sus primeros principios admite la "igualdad" de todos
los "hijos de Dios").

Esquema:
Conducta humana libre y voluntaria (moral): Fines y medios. Medios: Actos
(actualización de potencialidades): Principios internos y externos.

1 De las “naciones étnicas”, gentiles –no creyentes-, que no puede confundirse


con las “naciones políticas” que surgirán con la Revolución Francesa.
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Internos: hábitos (virtuosos y viciosos). Externos: Tentación, Ley (Divina en
general) y Gracia (don).
Ley: Eterna (ley natural física y ley natural práctica) –que recoge las tres
“causas” conformadoras del mundo: eficiente, formal y final-, Ley humana… La ley
natural práctica lleva impresa el Principio general práctico de la Sindéresis, que en
sus desarrollos particulares puede ser múltiple, y por eso también precisa de la ley
humana positiva para conducirse adecuadamente.

Sobre los antecedentes e influencias ver lo expuesto en apuntes.


En Antecedentes hablar de Clásicos (Aristóteles sobre todo, cuyos originales
llegan a través de la Escuela de Traductores de Toledo, pero también Platón , los
Santos Padres y San Agustín, Cierón, Boecio, San Isidoro y San Alberto Magno).
Hay que destacar en las influencias al mismo Kant (autor que también
veremos), en su división de la Razón en Teórica (especulativa) y Práctica (moral y
política), con la diferencia de que Kant ya contaba en la Razón teórica con la
constitución de la Física Clásica (Galileo, Newton, etc.). Los tipos de "juicios", etc.
son una transcripción de las clasificaciones escolásticas.... Y los autores modernos
tuvieron muy en cuenta a Santo Tomás, aunque fuese para partir de su sistema e
intentar luego superarlo críticamente (p.e. Descartes y Hume con su crítica a la
escolástica o Nietzsche con su crítica al cristianismo).

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2.5. SANTO TOMÁS DE AQUINO (1225-1274) Y EL APOGEO DE LA
ESCOLÁSTICA

En Primer lugar vamos a ver algo de la Vida y la obra de Santo Tomás transcribiendo
lo expuesto en la Web de la Enciclopedia Católica (desde una visión católica, por
tanto, que no compartimos en muchas ocasiones):
Tomás de Aquino, Santo (para la Iglesia católica). Filósofo, teólogo, doctor de
la Iglesia (Angelicus Doctor), patrono de las universidades y escuelas Católicas.
Nacido en Rocca Secca, en el Reino de Nápoles en 1225 ó 1227; fallecido en Fossa
Nuova el 7 de marzo de 1274.

2.5.1. VIDA
Se conocen los acontecimientos principales de su vida, pero los biógrafos
difieren en cuanto a algunos detalles y fechas.
Landolfo, su padre, era Conde de Aquino. Teodora, su madre, Condesa de
Teano. Su familia estaba emparentada con los Emperadores Enrique VI y Federico
II, y los Reyes de Aragón, Castilla y Francia. Calo cuenta que un santo ermitaño
predijo su carrera, diciéndole a Teodora antes de su nacimiento: "Entrará en la
Orden de los Frailes Predicadores, y su conocimiento y santidad serán tan grandes
que en vida, no se encontrará nadie que le iguale". (Prümmer, op. cit., 18). A los
cinco años, según las costumbres de la época, fue enviado a recibir su primera
formación con los monjes Benedictinos de Monte Casino. Diligente en sus estudios,
desde muy pequeño se observó su buena disposición para la meditación y la
oración, y su maestro se sorprendió al oírle preguntar repetidas veces: "¿Que es
Dios?"
Alrededor del año 1236, le enviaron a la Universidad de Nápoles. Calo dice
que el traslado se hizo por iniciativa del Abad de Monte Casino, quien escribió al
padre de Tomás que un chico de su talento no debe ser dejado en la sombra
(Prümmer, op. cit., 20). En Nápoles, sus maestros fueron Pietro Martín y Petrus
Hibernos. El cronista dice que pronto superó a Martín en gramática y fue transferido
a Pedro de Irlanda quién le formó en Lógica y ciencias Naturales. Las costumbres de
la época dividían “Filosofía y Letras” en dos cursos: el Trivium, que cubría Gramática,
Lógica y Retórica; el Quadrivium, que se componía de Música, Matemática,
Geometría y Astronomía. Tomás repetía las lecciones con mayor profundidad y
lucidez que sus maestros. El corazón del joven se había conservado puro en medio
de la corrupción que le rodeaba, y decidió abrazar la vida religiosa.
Entre 1240 y 1243 recibió el hábito de la Orden de Santo Domingo, atraído y
dirigido por Juan de San Julián, un conocido predicador del convento de Nápoles. La
ciudad estaba asombrada al ver a un noble joven como él tomar el hábito de un
pobre fraile. Su madre, con sentimientos de alegría y tristeza a la vez, se apresuró a
ir a Nápoles a ver a su hijo. Los Dominicos, temiendo que se lo llevaran, le enviaron
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a Roma, aunque su destino final sería París o Colonia. Teodora convenció a los
hermanos de Tomás, que eran soldados del Emperador Federico, capturaron al
novicio cerca del pueblo de Aquependente y le recluyeron en la fortaleza de San
Juan de Rocca Secca. Allí estuvo detenido casi dos años, mientras sus padres,
hermanos y hermanas hacían todo lo posible para destruir su vocación. Sus
hermanos incluso tendieron trampas a su virtud, pero el puro novicio echó de la
habitación a la tentadora con un tizón que sacó del fuego. Hacia el fin de su vida,
Santo Tomás le confió a su fiel amigo y compañero, Reinaldo de Piperno, el secreto
de un favor especial que recibió entonces. Cuando echó a la tentadora de la
habitación, se arrodilló y ardientemente imploró a Dios que le concediera la
integridad de mente y cuerpo. Cayó en un sueño ligero, y mientras dormía, [tal como
cuenta la leyenda] dos ángeles se le aparecieron para asegurarle que su oración
había sido escuchada. Le ciñeron un cinturón, diciendo: "Te ceñimos con el cinturón
de la virginidad perpetua." Y desde ese día en adelante jamás experimentó el más
leve movimiento de la concupiscencia.
El tiempo en cautiverio no fue perdido. Su madre empezó a ceder tras los
primeros impulsos de ira y tristeza; se les permitió a los Dominicos proporcionarle
nuevos hábitos, y con la ayuda de su hermana obtuvo algunos libros –las Sagradas
Escrituras, la Metafísica de Aristóteles y las "Sentencias" de Pedro Lombardo. Tras
año y medio o dos en prisión, sea porque su madre se dio cuenta de que la profecía
del ermitaño se cumpliría o bien porque sus hermanos temían las amenazas de
Inocencio IV y Federico II, fue puesto en libertad bajándolo en un cesto a los brazos
de los Dominicos que se admiraron al darse cuenta de que durante su cautiverio
"había progresado tanto como si hubiera estado en un studium generale" (Calo op.
cit., 24).
Tomás enseguida hizo sus votos, y sus superiores le mandaron a Roma.
Inocencio IV examinó con atención los motivos que le llevaron a entrar en la Orden
de Predicadores, le despidió con una bendición y prohibió cualquier interferencia en
su vocación. Juan el Teutón, cuarto Maestro General de la Orden, llevó al joven
estudiante a París y según la mayoría de los biógrafos del santo, a Colonia, en 1244
o 1245, a cargo de Alberto Magno, el más famoso profesor de la Orden. En las
escuelas, el carácter humilde y taciturno de Tomás fue mal interpretado como
indicios de retraso mental, pero cuando Alberto escuchó su brillante defensa de una
difícil tesis, exclamó: "Llamamos a este joven un buey mudo, pero su mugido
doctrinal un día resonará hasta los confines del mundo."
En 1245 enviaron a Alberto a París y Tomás le acompañó como alumno. En
1248 ambos volvieron a Colonia. Alberto había sido nombrado regente del nuevo
studium generale, erigido aquel año por el Capítulo General de la Orden y Tomás
debía enseñar bajo su autoridad como Bachiller. (Sobre el sistema de titulación en el
siglo XIII ver ORDEN DE PREDICADORES --- II, A, 1, d). Durante su estancia en
Colonia, probablemente en 1250, fue ordenado sacerdote por Conrado de
Hochstaden, arzobispo de esa ciudad. Durante toda su vida, con frecuencia predicó
la Palabra de Dios en Alemania, Francia e Italia. Sus sermones se caracterizaban por

11
su fuerza, piedad, solidez en la enseñanza y abundantes referencias bíblicas. En
1251 o 1252, el Maestro General de la Orden, aconsejado por Alberto Magno y Hugo
de San Caro, nombró a Tomás Bachiller (subregente) del studium Dominico en París.
Este nombramiento puede considerarse como el principio de su vida pública, ya que
su enseñanza rápidamente llamó la atención tanto de profesores como de alumnos.
Sus deberes consistían principalmente en explicar las "Sentencias" de Pedro
Lombardo, y sus comentarios sobre ese texto teológico le proporcionaron el material
y en gran parte, en esquema general para su obra magna, la "Summa Theologica".
En el transcurso del tiempo, se le ordenó prepararse para el Doctorado de Teología
por la Universidad de París, pero aplazaron la concesión del título por una disputa
entre la universidad y los frailes. El conflicto, en su origen una disputa entre la
universidad y las autoridades civiles, surgió tras un incidente con la guardia de la
ciudad que resultó en un estudiante muerto y otros tres heridos. La universidad,
celosa de su autonomía, exigía una satisfacción que le fue negada. Los doctores
cerraron sus facultades, juraron solemnemente que no las abrirían hasta ver
satisfechas sus demandas y decretaron que en e futuro a nadie se le conferiría el
título de doctor a menos que jurase seguir la misma línea de conducta en
circunstancias similares. Los Dominicos y Franciscanos, que habían seguido
enseñando en sus escuelas se negaron a hacer el juramento exigido, y de aquí
surgió un amargo conflicto que estaba en su punto álgido cuando Santo Tomás y
San Buenaventura estaban preparados para recibir sus doctorados. Guillermo de
San Amour extendió la disputa más allá del tema original, atacó violentamente a los
Frailes, de los que estaba evidentemente celoso, y les negó su derecho a ocupar
cátedras en la universidad. Contra su libro "De periculis novissimorum temporum"
(Los peligros de los Últimos Tiempos) Santo Tomás escribió el tratado "Contra
impugnantes religionem", una apología de las órdenes religiosas (Touron op. cit., II
cc. vii sqq.). El libro de Guillermo de San Amour fue condenado por Alejandro IV en
Anagni, el 5 de octubre de 1256 y el Papa ordenó que los frailes mendicantes fueran
admitidos al doctorado.
Por estas fechas, Santo Tomás también combatió un libro peligroso, "El
Evangelio Eterno" (Touron op. cit., II, cxii). Las autoridades universitarias no
obedecieron inmediatamente; fueron necesarias la influencia de San Luis IX y once
Breves papales para lograr de nuevo la paz. Santo Tomás recibió su doctorado en
teología. La fecha que dan la mayoría de sus biógrafos es la del 23 de octubre de
1257. Su tema fue "La Majestad de Cristo". Su texto, "Él riega los montes desde sus
aposentos: del fruto de sus obras se sacia la tierra" (Salmo 103, 13) sugerido, según
se cree, por un visitante celeste [según sus admiradores], fue profético de su vida
futura. La tradición cuenta que San Buenaventura y Santo Tomás recibieron el
doctorado el mismo día y que hubo una "lucha" de humildad entre los dos amigos
para ver quién sería nombrado primero.
Desde entonces, la vida de Tomás puede resumirse en pocas palabras, orar,
predicar, enseñar, escribir, viajar. La gente deseaba más escucharle a él que a
Alberto, a quien Santo Tomás superaba en precisión, lucidez, concisión y fuerza de
expresión, sino en universalidad de conocimientos. París le reclamaba como suyo;
12
los Papas deseaban tenerle junto a ellos; los studia de la Orden ansiaban disfrutar de
los beneficios de su enseñanza; así, le encontramos sucesivamente en Anagni,
Roma, Bolonia, Orvieto, Viterbo, Perugia y París de nuevo y finalmente en Nápoles,
siempre enseñando y escribiendo, viviendo en la tierra con una pasión, un celo
ardiente por exponer y defender la verdad Cristiana. Tan dedicado estaba a su
sagrada misión que con lágrimas pedía que no le obligaran a aceptar la titularidad
del Arzobispado de Nápoles, que le fue conferido por Clemente IV en 1265. Si
hubiese aceptado este nombramiento, muy probablemente nunca hubiera escrito la
"Summa Theologica.".
Cediendo a las peticiones de sus hermanos, en varias ocasiones participó en
las deliberaciones de los Capítulos Generales de la Orden. Uno de dichos capítulos
tuvo lugar en Londres en 1263. En otro, celebrado en Valenciennes (1259) colaboró
con Alberto Magno y Pedro de Tarentasia (que sería el Papa Inocencio V) a formular
un sistema de estudios que substancialmente permanece hasta hoy en los studia
generalia de la Orden Dominicana. (cf. Douais, op. cit.)
No sorprende leer en las biografías de Santo Tomás que frecuentemente se
abstraía y quedaba en éxtasis. Hacia el final de su vida éstos momentos de éxtasis
se sucedían con mayor frecuencia. Una vez en Nápoles, en 1273, tras completar su
tratado sobre la Eucaristía, tres hermanos le vieron levitar en éxtasis [sobra decir que
toda referencia a posibles “milagros” es inadmisible desde el materialismo filosófico] ,
y oyeron una voz que venía del crucifijo del altar que decía: "Has escrito bien de mí,
Tomás, que recompensa deseas?". Tomás respondió, "Nada más que a ti, Señor".
(Prümmer, op. cit., p.38). Se dice que esto se repitió en Orvieto y París.
Y el 6 de diciembre de 1273, dejó su pluma y no escribió más. Ese día,
durante la Misa, experimentó un éxtasis de mucha mayor duración que la
acostumbrada; sobre lo que le fue revelado sólo podemos conjeturar por su
respuesta al Padre Reinaldo, que le animaba a continuar sus escritos: "No puedo
hacer más. Se me han revelado tales secretos que todo lo que he escrito hasta
ahora parece que no vale para nada" (modica, Prümmer, op. cit., p. 43). La Summa
Theologica había sido terminada solo hasta la pregunta 90 de la tercera parte (De
partibus poenitentiae).
Tomás comenzó su preparación inmediata para la muerte. Gregorio X,
habiendo convocado un concilio general a celebrar en Lyon el primero de mayo de
1274, invitó a Santo Tomás y San Buenaventura a participar en las deliberaciones,
ordenó al primero traer al concilio su tratado "Contra errores Graecorum" (Contra los
Errores de los Griegos). Intentó obedecer y salió a pie en enero de 1274, pero le
fallaron las fuerzas; cayó desplomado cerca de Terracina, desde donde le llevaron al
Castillo de Maienza, hogar de su sobrina la Condesa Francesca Ceccano. Los
monjes cistercienses de Fossa Nuova, insistieron para que se alojara con ellos, y así
fue trasladado a su monasterio, y al entrar, le susurró a su compañero: "Este es para
siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré porque lo deseo" (Salmo 131:14).
Cuando el P. Reinaldo le pidió que se quedase en el castillo, el santo replicó: "Si el
Señor desea llevarme consigo, será mejor que me encuentre entre religiosos que
13
entre laicos". Los Cistercienses le brindaron tantas atenciones y bondad, que
abrumaron el sentido de humildad de Tomás. "¿A qué viene tanto honor", exclamó,
"que siervos de Dios lleven la leña para mi hoguera?". Ante la insistencia de los
monjes, el santo dictó un breve comentario sobre el Cantar de los Cantares.
El final se acercaba; se le administró la Extremaunción. Cuando entraron con
el Sagrado Viático a su habitación, pronunció el siguiente acto de fe:
Si en este mundo hubiese algún conocimiento de este sacramento mas fuerte
que el de la fe, deseo ahora usarlo en afirmar que creo firmemente y sé de cierto que
Jesucristo, Dios Verdadero y Hombre Verdadero, Hijo de Dios e Hijo de la Virgen
María está en este Sacramento... Te recibo a Ti, el precio de mi redención, por cuyo
amor he velado, estudiado y trabajado. A Ti he predicado, a Ti he enseñado. Nunca
he dicho nada en Tu contra: si dije algo mal, es sólo culpa de mi ignorancia.
Tampoco quiero ser obstinado en mis opiniones, así que someto todas ellas al juicio
y enmienda de la Santa Iglesia Romana, en cuya obediencia ahora dejo esta vida.
Murió el 7 de marzo de 1274. Numerosos milagros atestiguaron su santidad.
Fue canonizado por Juan XXII, el 18 de julio de 1323. Los monjes de Fossa Nuova
querían a toda costa quedarse con sus sagrados restos, pero Urbano V ordenó que
el cuerpo fuera entregado a sus hermanos Dominicos, siendo trasladado
solemnemente a la iglesia Dominica de Toulouse, el 28 de enero de 1369. La
magnífica capilla erigida en 1628 fue destruida durante la revolución francesa y su
cuerpo trasladado a la iglesia de San Sernin, donde reposa hasta el día de hoy en un
sarcófago de oro y plata, que fue solemnemente bendecido por el Cardenal Desprez
el 24 de julio de 1878. El hueso mayor de su brazo izquierdo se conserva en la
catedral de Nápoles. El brazo derecho, donado a la Universidad de París y
originalmente conservado en la Capilla de Santo Tomás de la iglesia Dominicana, se
guarda actualmente en la iglesia Dominicana de Santa María sopra Minerva en
Roma a donde llegó tras la revolución francesa.
Calo (Prümmer, op. cit., p. 401) dio una descripción de la apariencia del santo:
dice que sus rasgos se correspondían con la grandeza de su alma. Era alto y
corpulento, erguido y bien proporcionado. Su tez era "como el color del trigo nuevo":
su cabeza era grande y bien formada y era algo calvo. Todos los retratos lo
representan con porte noble, meditativo, dulce y a la vez fuerte. San Pío V proclamó
a Santo Tomás Doctor de la Iglesia en 1567. En la Encíclica "Aeterni Patris" del 4 de
agosto de 1879 sobre la restauración de la filosofía cristiana, León XIII le declaró
"príncipe y maestro de todos los doctores escolásticos". El mismo ilustre pontífice,
mediante una Breve del 4 de agosto de 1880, le designó patrono de todas las
universidades, academias y escuelas católicas de todo el mundo.
2.5.2. ESCRITOS
A. Comentarios Generales
Aunque Santo Tomás vivió menos de cincuenta años, escribió más de sesenta
obras, algunas cortas, otras muy largas. Esto no significa que toda la producción
auténtica haya sido escrita directamente a mano; le ayudaron secretarios, y sus
14
biógrafos aseguran que podía dictar a varios escribientes a la vez. Le han sido
falsamente atribuidas otras obras, que fueron en realidad escritas por sus discípulos.
En "Scriptores Ordinis Praedicatorum" (París 1719) el P. Echard dedica
ochenta y seis folios a la obra de Santo Tomás, las diversas ediciones y traducciones
(I, pp. 282-348) Touron (op. cit., pp. 69 sqq.) dice que se encontraron copias
manuscritas en casi todas las bibliotecas de Europa, y que tras la invención de la
prensa, se multiplicaron las ediciones en Alemania, Francia e Italia, siendo la
"Summa Theologica" una de las primeras obras importantes impresas. Peter
Schoeffer, editor de Mainz, publicó "Secunda Secundae" en 1467. Esta es la primera
copia impresa conocida de las obras de Santo Tomás. La primera edición competa
de la "Summa" fue editada en Basilea, en 1485. Muchas otras ediciones de ésta y
otras obras salieron a la luz en los siglos XVI y XVII, especialmente en Venecia y
Lyon. Las ediciones principales de la Obra Completa (Opera Omnia) son: Roma,
1570, Venecia, 1594, 1612, 1745; Amberes, 1612; París, 1660, 1871-80 (Vives);
Parma, 1852-73; Roma 1882 (la Leonina). La edición romana de 1570, llamada "la
Piana" llamada así por Pío V, quien la mandó editar, fue la norma durante muchos
años. Además de un texto cuidadosamente revisado, contenía los comentarios del
Cardenal Cayetano y la valiosa "Tabula Aurea" de Pedro de Bergamo. La edición
veneciana de 1612 fue muy estimada porque el texto iba acompañado de los
comentarios "Cayetano-Porrecta"... La edición Leonina, comenzada baja el patrocinio
de León XIII, continuaría entonces bajo el Maestro General de los Dominicos, sin
duda la más perfecta de todas. Se insertarían comentarios críticos de cada sección,
se emprendería una revisión muy cuidadosa del texto y se comprobarían todas las
referencias. Por orden de León XIII (Motu Proprio del 18 de enero de 1880) la
"Summa contra gentiles" se editaría con los comentarios de Silvestre Ferrariensis,
mientras que los comentarios de Cayetano van con la "Summa Theologica".
Esta última obra se ha publicado, siendo los volúmenes IV-XII de la edición (el
último en 1906).
La obra de Santo Tomás puede clasificarse como filosófica, teológica,
escriturística y apologética. Esta división, sin embargo, no siempre se mantiene. La
"Summa Theologica ", por ejemplo, contiene mucha filosofía, mientras que la
"Summa contra Gentiles " es principalmente, aunque no exclusivamente, filosófica y
apologética. Sus obras filosóficas son principalmente comentarios a Aristóteles y
sus primeros escritos teológicos fueron comentarios de los cuatro primeros libros de
"Sentencias" de Pedro Lombardo. Pero no sigue servilmente ni al Filósofo, ni al
Maestro de las Sentencias (para comentarios sobre el Lombardo rechazado por los
teólogos, véase Migne, 1841, edición de la "Summa Theologica" I, p. 451).

B. Sus obras principales en detalle


Entre las obras que muestras la personalidad y método de Santo Tomás, las
siguientes merecen destacada atención:

15
(1) "Quaestiones disputatae" (Cuestiones Disputadas): Tratados más
completos sobre temas que no quedaron lo bastante claros en sus conferencias y
clases y sobre los cuales había recibido preguntas solicitando su opinión. Son
valiosos porque en ellos, el autor, libre de los límites del tiempo y espacio, se
expresa libremente y proporciona todos los argumentos, en pro y en contra de las
opiniones en cuestión. Estos tratados, que contienen las Cuestiones "De potentia",
"De malo", "De spirit. creaturis", "De anima", "De unione Verbi Incarnati", "De virt. in
communi", "De caritate", "De corr. fraterna", "De spe", "De virt. cardinal.", "De
veritate", fueron editadas a menudo, por ejemplo, recientemente por la Asociación de
San Pablo (2 volúmenes, París y Friburgo, Suiza, 1883).
(2) "Quodlibeta" (Temas Varios), presenta cuestiones o argumentos
propuestos y sus respuestas, dadas dentro o fuera de las salas de conferencias,
principalmente en los ejercicios escolásticos más formales, denominados "circuli",
"conclusiones" o "determinationes", que tenían lugar una o dos veces al año.
(3) "De unitate intellectus contra Averroístas": Este opúsculo refuta un error
muy peligroso y difundido, es decir, que existía una sola alma para todos los
hombres, una teoría que eliminaba la libertad y responsabilidad individual. (Ver
AVERROES).
(4) "Commentaria in Libros Sententiarum" (antes mencionado): Esta y la obra
siguiente fueron los predecesores inmediatos de la "Summa Theologica".
(5) "Summa de veritate catholicae fidei contra gentiles" (Tratado sobre la
Verdad de la Fe Católica contra los Infieles): Este obra escrita en Roma, entre 1261 y
1264, la compuso bajo demanda de San Raimundo de Peñafort, que quería una
exposición filosófica y defensa de la Fe Cristiana, para utilizarla contra los Judíos y
Moros en España. Es un modelo perfecto de apologética sólida y paciente, en la que
prueba [emic: desde la perspectiva católica] que ninguna verdad demostrable
(ciencia) se opone a la verdad revelada (fe). Las mejores ediciones recientes son la
de Roma 1878 (de Ucelli), la de París y Friburgo, Suiza, 1882, y la de Roma de 1894.
Se ha traducido a muchos idiomas. Se divide en 4 libros: I. De Dios como es en Sí
mismo; II. De Dios y el Origen de las Criaturas; III. De Dios y el Fin de las Criaturas;
IV. De Dios en Su Revelación. Es digno de mención que los Padres del Concilio
Vaticano, tratando sobre la necesidad de la revelación (Coast. "Dei Filius", c. 2)
emplearon casi las mismas palabras de Santo Tomás escritas por el Santo en esta
obra (I, cc. iv, V) y en la "Summa Theologica" (I, Q. i. a. 1).
(6) Tres obras escritas por orden de Urbano IV
El "Opusculum contra errores Graecorum" refutaba los errores de los griegos
sobre doctrinas en disputa entre ellos y la Iglesia Romana, tales como la procedencia
del Espíritu Santo del Padre y del Hijo, el primado del Romano Pontífice [la
superioridad doctrinal y jerárquica del Papa sobre el resto de creyentes], la Sagrada
Eucaristía, y el Purgatorio. Se utilizó contra los griegos con gran efecto en el Concilio
de Lyon (1274) y en el Concilio de Florencia (1493). En el ámbito de los
razonamientos humanos sobre temas profundos, no puede encontrarse algo tan
16
sublime [emic] como el argumento aducido por Santo Tomás para demostrar que el
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (cf. Summa Theol., I, Q. xxxvi, a. 2); pero
recuérdese que nuestra fe no depende solamente de este razonamiento.
"Officium de festo Corporis Christi". Mandonnet (Ecrits, p. 127) declara que es
sin duda seguro que Santo Tomás es el autor del bello Oficio del Corpus Christi, en
el que se combina la firme doctrina, la sentida piedad e instructivas citas de las
Escrituras, expresado todo ello en un lenguaje de gran precisión, belleza, pureza y
poesía. Aquí encontramos los conocidos himnos "Sacris Solemniis", "Pange Lingua"
(que concluye con el "Tantum Ergo"), "Verbum Supernum (que concluye con el "O
Salutaris Hostia") y en la Misa, la bella secuencia "Lauda Sion". En los responsos del
Oficio, Santo Tomás pone palabras del Nuevo Testamento que afirman la presencia
real de Cristo en el Santísimo Sacramento junto a textos del Antiguo Testamento que
prefiguran ya la Eucaristía. Santeuil, un poeta del siglo XVII, dijo que daría todos sus
versos por una estrofa del "Verbum Supernum". "Se nascens dedit sociu, convescen
in edulium: Se moriens in pretium, Se regnans dat in praemium": "Del hombre
naciendo fue su compañero, en la mesa su alimento, muriendo su Redentor y en el
Reino su premio". Quizás la joya del Oficio es la antífona "O Sacrum Convivium"
(véase Conway, "St. Thomas Aquinas", Londres y Nueva York, 1911, p. 61). Con
"Catena Aurea", aunque no alcanza la originalidad de sus otras obras, demuestra su
íntimo conocimiento de los Padres de la Iglesia. La obra contiene una serie de
pasajes seleccionados de los escritos de los varios Padres, ordenados de tal manera
que los textos encadenados forman un comentario coherente al Evangelio. El
comentario sobre San Mateo lo dedicó a Urbano IV. Hubo una traducción al inglés
editada por John Henry Newman (4 vols., Oxford 1841-1845; véase Vaughan, op.
cit., vol.II, pp. 529 sqq.)

(7) "Summa Theologica". Esta obra inmortalizó a Santo Tomás. El autor


mismo la consideraba sencillamente un manual de la doctrina Cristiana para
estudiantes. En realidad es una completa exposición, ordenada con criterio científico
[con un orden peculiar] de la Teología y a la vez un sumario de la Filosofía Cristiana.
.... En el breve prólogo, Santo Tomás destaca las dificultades experimentadas por los
estudiantes de la doctrina sagrada en su tiempo, citando como causas: la
proliferación de cuestiones, artículos y argumentos inútiles; la falta de un orden
científico; frecuentes repeticiones, "que engendran disgusto y confusión en la mente
de los alumnos". Entonces añade: "con ánimo de evitar estas dificultades,
intentaremos, confiando en la ayuda Divina, tratar sobre cosas que pertenezcan a la
sagrada doctrina de manera tan concisa y clara como la complejidad del tema
permita." En la cuestión introductoria "De la Doctrina Sagrada", demuestra que
además del conocimiento que proporciona la razón, la Revelación es necesaria
también para salvarse, primero porque sin ella, el hombre no puede conocer el fin
sobrenatural al que deben tender por sus actos voluntarios y segundo, porque sin la
Revelación, incluso las verdades sobre Dios que pueden demostrarse con la razón
serían conocidas "sólo por unos pocos, tras mucho tiempo, y con gran cantidad de

17
errores". Cuando se han aceptado las verdades reveladas, la mente del hombre
puede explicarlas y sacar conclusiones de ellas. De aquí nace la Teología, que es
una ciencia, porque procede de principios ciertos (a. 2) [según la Iglesia católica]. El
objeto, o el sujeto, de esta ciencia es Dios; lo demás se considera sólo en cuanto a
su relación con Dios (a. 7). La razón se usa en Teología no para demostrar las
verdades de la fe, que se aceptan por autoridad divina, sino para defender, explicar
y desarrollar las doctrinas reveladas (a. 8).

Así, anuncia la división de la "Summa": "Ya que el fin de esta sagrada


ciencia es proporcionar el conocimiento de Dios, no solo como El es en sí mismo,
sino como el Principio y el Fin de todo, especialmente de las criaturas racionales,
trataremos primero de Dios; en segundo lugar del progreso de la criatura
racional hacia Dios (de motu creaturae rationalis in Deum); en tercer lugar de
Cristo, quien como Hombre, es el camino mediante el cual tendemos a Dios."
Dios en sí mismo, como Creador, como el Fin de todas las cosas, en especial del
hombre; Dios como el Redentor –– éstas son las principales ideas, las grandes
categorías, bajo las que se contiene todo lo que es la Teología.

(a) Subdivisiones

La Primera Parte se divide en tres tratados: [alpha] De aquellas cosas que


pertenecen a la Esencia de Dios; [beta] De la distinción de Personas en Dios (el
misterio de la Trinidad); [gamma] De la producción de la criaturas por Dios y de las
criaturas por Él producidas.
La Segunda Parte, De Dios en Sí mismo como Fin del hombre, se denomina
a veces "la Teología Moral de Santo Tomás, es decir, su tratado sobre el fin del
hombre y sobre los actos humanos. Se subdivide en dos partes, conocidas como la
Primera Sección de la Segunda (I-II, o 1a 2ae) y la Segunda de la Segunda (II-II, o
2a 2ae.)
La Primera de la Segunda. Las cinco primeras cuestiones se dedican a
demostrar que el último fin del hombre, su beatitud, consiste en la posesión de Dios.
El hombre puede alcanzar o desviarse de ese fin mediante sus actos propiamente
humanos, es decir, mediante actos libres y deliberados . Sobre los actos humanos
trata primero, de manera general (en todas excepto las primeras cinco cuestiones de
la I-II), en segundo lugar, en detalle (en toda la II-II). El tratado sobre los actos
humanos en general se divide en dos partes: la primera, sobre los actos humanos
en sí mismos; la otra sobre los principios o causas, extrínsecas o intrínsecas de esos
actos. En estos tratados y en la Segunda de la Segunda, Santo Tomás, siguiendo a
Aristóteles, ofrece una perfecta descripción y un análisis maravillosamente
penetrante de los movimientos de la mente y el corazón del hombre. [ Los Apartados
de la primera de la segunda -I-II- son los siguientes: Tratado de la Bienaventuranza
18
(cuestiones 1-5); Tratado de los Actos humanos (6-21); Tratado de las Pasiones
del Alma (22-48); Tratado de los Hábitos en general (49-54); Tratado de las
virtudes en general (55-67; en que distingue entre virtudes intelectuales y morales,
como Aristóteles; y añade a las virtudes "cardinales", las "teologales"); Tratado de los
Dones del Espíritu Santo (68- 70); Tratado de los vicios y pecados ( 71-89; Tratado
de la Ley en general (cuestiones 90 a 97 -que son las que más afectan a los textos
que veremos); Tratado de la Ley Antigua -Antiguo Testamento y de la Ley Nueva
-Evangelios-; Tratado de la Gracia; ]

La Segunda de la Segunda , considera los actos humanos, es decir, las virtudes y


los vicios, en particular. En ella, Santo Tomás trata primero sobre aquellas cosas
que afectan a todos los hombres, sea cual sea su estado social, y después sobre
aquellas cosas que afectan sólo a algunos. Lo que afecta a todos se reduce a siete
apartados: Fe, Esperanza y Caridad [Virtudes teologales]; Prudencia, Justicia,
Fortaleza, y Templanza [Virtudes cardinales]. En cada apartado, para evitar
repeticiones, Santo Tomás trata no solo de la virtud misma, sino de los vicios
opuestos a ella, los mandamientos para practicarla, y del don del Espíritu Santo que
le corresponde. Lo que afecta a algunos solamente, se reducen a tres apartados:
las gracias dadas libremente (gratia gratis datae) a ciertos individuos para el bien de
la Iglesia, tales como el don de lenguas, de profecía o de milagros; la vida activa y la
contemplativa; los estados de la vida y los deberes de cada estado, sobre todo de
obispos y religiosos.

La Tercera Parte trata de Cristo y de los beneficios que ha dado al hombre, de


ahí, tres tratados: De la Encarnación, y sobre lo que el Salvador hizo y padeció; De
los Sacramentos, instituidos por Cristo y derivan su eficacia de Sus méritos y
sufrimientos; De la Vida Eterna, es decir, del fin del mundo, la resurrección de los
muertos, el juicio, el castigo de los malos, la felicidad de los justos que mediante
Cristo alcanzan la vida eterna en el cielo.
Tardó ocho años en escribir la obra, que comenzó en Roma, donde escribió la
Primera y la Primera de la Segunda Parte (1265-69). La Segunda de la Segunda, la
comenzó en Roma y la acabó en París (1271). En 1272 Santo Tomás viajó a
Nápoles, donde escribió la Tercera Parte hasta la cuestión 90 del tratado De la
Penitencia (ver edición Leonina, I, p. xlii). La obra se ha "terminado" añadiendo un
suplemento, basado en otros escritos de Santo Tomás, atribuidos en algunos casos
a Pedro de Auvergne, en otros a Enrique de Gorkum. Atribuciones que son
rechazadas por los editores de la edición Leonina (XI, pp. viii, xiv, xvii). Mandonnet
(op. cit., 153) favorece la muy probable opinión que fue recopilado por el P. Reinaldo
de Piperno, el fiel compañero y secretario del santo. La "Summa" contiene 38
Tratados, 612 Cuestiones , subdivididas en 3120 artículos, en los que se proponen
y responden 10.000 objeciones . El orden prometido está tan perfectamente
conseguido que refiriéndose al comienzo de los Tratados y Cuestiones, se puede ver
enseguida qué lugar ocupa en el plan general, que comprende todo aquello que es
19
posible saber mediante la teología, sobre Dios, sobre el hombre y de su mutua
relación... "Toda la Summa va ordenada según un plan uniforme. Cada tema se
presenta como una cuestión y se divide en artículos... Cada artículo tiene también
una disposición uniforme de partes.
El tema de las cuestiones se presenta como una pregunta para ser
discutida, bajo el término Utrum, "Es que..." por ejemplo, “¿Utrum Deus sit?”
Entonces, se presentan las objeciones contra la tesis propuesta. Son generalmente
tres o cuatro en número, pero a veces se extienden a siete o más. La conclusión
adoptada se presenta entonces con las palabras, Respondeo dicendum. Al final de la
tesis expuesta, se responden las objeciones, bajo las formas ad primum, ad
secundum, etc."... La Summa es doctrina Cristiana en forma científica [según la
Iglesia católica]; es la razón humana rindiendo el máximo servicio en la defensa y
explicación de las verdades de la religión cristiana. Es la respuesta del maduro y
santo doctor a la pregunta de su juventud: ¿Qué es Dios? La Revelación, conocida
por las Escrituras y la Tradición; la razón y sus mejores logros; la solidez y plenitud
de la doctrina; el orden, concisión y claridad de expresión, la abnegación, el amor de
la verdad sola, de lo que se sigue una sorprendente equidad hacia los adversarios y
una gran tranquilidad al combatir sus errores; sobriedad y firmeza de juicio, junto a
una piedad abundante en ternura y claridad – todo ello se encuentra en esta
"Summa" mas que en sus otras obras, mas que en las obras de sus
contemporáneos, porque "entre los doctores escolásticos, destaca por encima de
todos su jefe y maestro Tomás de Aquino, que como dice Cayetano (In 2am 2ae, Q
148, a. 4) ‘porque veneró los antiguos doctores de la Iglesia, parece haber heredado
de alguna manera el intelecto de todos ellos’" (Encíclica "Aeterni Patris" de León
XIII).

(b) Ediciones y Traducciones


Es imposible enumerar las varias ediciones de la "Summa", que se han usado
constantemente durante más de setecientos años. Muy pocos libros han tenido
tantas reediciones. A la primera edición completa, impresa en Basilea en 1485,
pronto le siguieron otros, por ejemplo, Venecia 1505, 1509, 1588, 1594; Lyon 1520,
1541, 1547, 1548, 1581, 1588, 1624, 1655; Amberes 1575. Estas se enumeran en
Touron op. cit., p. 692, donde dice que a la vez otras ediciones salieron en Roma
Amberes, Rouen, París, Douai, Colonia, Ámsterdam, Bolonia, etc. Los editores de la
edición Leonina estiman dignas de mención las de París 1617, 1638, 1648; Lyon
1663, 1677, 1686; y una edición Romana de 1773 (IV, pp. xi, xii). De todas las
ediciones antiguas consideran las más exactas las de Padua, 1698 y 1712, así como
las Veneciana de 1755. De las más recientes, las mejores son: la Leonina, las Migne
(París 1841 y 1877); el primer volumen de la edición de 1841 que contiene el "Libri
quatour sententiarum" de Pedro Lombardo; la muy práctica edición de Faucher (5
tomos. tamaño cuartilla, París 1887), dedicada al Cardenal Pecci, enriquecida con
valiosas notas; una edición Romana de 1894. La "Summa" ha sido traducida también
a muchos idiomas modernos.
20
C. Método y Estilo de Santo Tomás.
No es posible expresar el método tomista en una palabra, si no es con la
palabra "ecléctico". Es Aristotélico, Platónico y Socrático; es inductivo y deductivo; es
analítico y sintético. Tomó lo mejor que encontró en aquellos que le precedieron,
separando la paja del grano, aprobando lo cierto, rechazando lo falso. Su poder de
síntesis era extraordinario. Ningún escritor le superó en la facultad de expresar en
pocas, pero bien escogidas palabras la verdad recogida de una multitud de opiniones
diversas y antagónicas; y en casi cada caso, el estudiante puede ver la verdad y
quedarse perfectamente satisfecho con los sumarios y afirmaciones del santo. No es
que quiera que sus estudiantes crean sin más la palabra del maestro. En filosofía, los
argumentos basados en la autoridad son de importancia secundaria; la filosofía no
consiste en saber lo que han dicho los hombres, sino en saber la verdad (In I lib. de
Coelo, lect xxii; II Sent., D. xiv, a. 2 ad lum). Le da el lugar que le corresponde a la
razón en la teología (véase más adelante, Influencia de Santo Tomás), pero la
mantiene dentro de sus propios límites. Contra los Tradicionalistas la Santa Sede ha
declarado que el método de Santo Tomás y San Buenaventura no lleva al
Racionalismo (Denzinger-Bannwart, n 1652). Aunque no fue tan original al investigar
la naturaleza como Alberto Magno y Roger Bacon, era un adelantado a su tiempo en
la ciencia, y muchas de sus opiniones son de valor científico incluso en el siglo
veinte. Veamos por ejemplo, lo siguiente: "En la misma planta hay una virtud doble,
activa y pasiva, aunque algunas veces la activa se encuentra en una y la pasiva en
otra, así que una planta dícese ser masculina y la otra femenina" (3 Sent., D. III Q ii,
a 1).
El estilo de Santo Tomás es un término medio, entre la ruda expresividad de
algunos Escolásticos y la fastidiosa elegancia de Juan de Salisbury; es destacable
por su exactitud, brevedad, y plenitud. El Papa Inocencio VI (citado en la Enc.
"Aeterni Patris" de León XIII) declaró que con la excepción de los escritos canónicos,
las obras de Santo Tomás superan a todas las demás en "exactitud en su expresión
y veracidad en sus afirmaciones". (habet proprietatem verborum, modum
dicendorum, veritatem sententiarum). Los grandes oradores, como Boussuet,
Lacordaire, Monsabre, han estudiado su estilo, y han sido influenciados por él, pero
no han sido capaces de reproducirlo. Lo mismo es cierto de los escritores teológicos.
Cayetano conocía el estilo de Santo Tomás mejor que ninguno de sus discípulos,
pero éste no alcanza a su gran maestro en la claridad y exactitud de expresión, en la
sobriedad y la solidez de sus juicios. Santo Tomás no logró esta perfección sin
esfuerzo. Aunque era un genio singular, también era un trabajador infatigable, que
con la práctica continua alcanzó el singular grado de perfección en el arte de escribir,
en la que el "arte" desaparece. "El manuscrito del autor de la Summa Contra Gentiles
existe todavía casi en su totalidad. Se encuentra en la Biblioteca Vaticana. El
manuscrito es de tiras de pergamino de diversos matices de color, cubiertos por una
antigua tapa también de pergamino a la que las páginas iban cosidas originalmente.
La escritura es a dos columnas y difícil de descifrar, llena de abreviaturas, a menudo
convirtiéndose en una especie de taquigrafía. Muchos pasajes están tachados."
(Rickaby, op. cit., prefacio, ver Ucelli ed., "Sum. coat. gent." Roma, 1878).
21
2.5.3. INFLUENCIAS RECIBIDAS POR SANTO TOMÁS
¿Cómo se formó este genio? Las causas que ejercieron su influencia en Santo
Tomás fueron de dos clases, naturales y sobrenaturales [recordemos lo advertido
sobre la perspectiva “emic” de esta introducción por parte de teólogos predicadores].
A. Causas Naturales
(1) Como fundamento, "era un niño listo, y había recibido un buen corazón"
(Sabiduría, 8, 19). Desde el principio se manifestó su precocidad, talento y carácter
pensativo, siempre por delante de su edad.
(2) Su educación fue tal que se podían esperan grandes cosas de él. Su
formación en Monte Casino, Nápoles, París y Colonia fue la mejor que el siglo 13
podía ofrecer, siendo ese siglo la edad dorada de la educación. Es evidente que
ofreció excelentes oportunidades para formar grandes filósofos y teólogos, como
prueba recordemos el carácter de los contemporáneos de Santo Tomás , Alejandro
de Hales, Alberto Magno, San Buenaventura, San Raimundo de Peñafort, Roger
Bacon, Hugo de S. Caro, Vicente de Beauvais, y muchos más. Esto demuestra que
eran días de auténticos estudiosos y sabios. (véase Walsh, "The Thirteenth Greatest
of Centuries" Nueva York, 1907). Los profesores de Santo Tomás fueron los de
Monte Casino y Nápoles, pero entre ellos destaca Alberto Magno, con el que estudió
en París y Colonia.
(3) Los libros que más le influyeron fueron la Biblia, los Decretos de los
concilios y los Papas, las obras de los Padres, griegos y latinos, especialmente San
Agustín, las "Sentencias" de Pedro Lombardo, los escritos de los filósofos,
especialmente de Platón, Aristóteles y Boecio. Si de entre ellos destaca alguno,
son sin duda Aristóteles, San Agustín y Pedro Lombardo [y las fuentes de San
Isidoro de Sevilla]. En otro sentido, sus escritos fueron influenciados por Averroes
[filósofo musulmán], el principal oponente a combatir para defender al auténtico
Aristóteles.
(4) Recordemos que Santo Tomás poseía la bendición de una extraordinaria
memoria y gran poder retentivo. El P. Daniel d’Agusta una vez le insistió para que
dijera cuál consideraba la mayor gracia que había recibido, exceptuando,
naturalmente la gracia santificante. "Creo que haber entendido todo aquello que he
leído", contestó Santo Tomás. San Antonino declaró que "recordaba todo lo que leía
y que su mente era como una enorme biblioteca" (ver Drane op. cit., p. 427; Vaughan
op. cit., II p 567). La relación de los textos bíblicos citados en la Summa Theologica
llena ochenta columnas con letra pequeña en la edición de Migne, y muchos
suponen no sin razón que se había aprendido de memoria la Biblia entera mientras
estaba en la cárcel en el Castillo de San Giovanni. Como Santo Domingo, amaba de
manera especial las Epístolas de san Pablo, de las que escribió comentarios (edición
en 2 volúmenes de Torino, 1891).

22
(5) Un profundo respeto por la Fe, transmitida por la Tradición, caracteriza
toda su obra. La práctica de la Iglesia (consuetudo ecclesiae) debe prevalecer sobre
la autoridad de cualquier doctor (II-II Q x a 12). En la "Summa" cita 19 concilios, 41
Papas y 52 Padres de la Iglesia. Un somero conocimiento de su obra mostrará que
entre los Padres, su favorito era San Agustín (sobre los Padres Griegos, ver
Vaughan op. cit., II cc iii sqq).
(6) Como San Agustín , (II De doctr. Christ. c. xl), Santo Tomás mantenía que
debemos tomar lo que haya de verdad de las obras de los filósofos paganos, en
calidad de "injustos poseedores" y adaptarlo a las enseñanzas de la religión
verdadera (Summa Theologica I, Q. lxxxiv a 5). Solo en la "Summa" cita de las obras
de 46 filósofos y poetas, siendo sus autores favoritos Aristóteles, Platón y entre los
autores cristianos, Boecio. De Aristóteles, aprendió ese amor por el orden y la
exactitud de expresión que caracteriza su propia obra. De Boecio aprendió que se
podían usar los escritos de Aristóteles sin causar detrimento al Cristianismo . Sin
embargo, no siguió el vano intento de Boecio de reconciliar a Platón con Aristóteles .
En general, el Estagirita fue su maestro, pero la elevación y grandeza de los
conceptos de Santo Tomás y la majestuosa dignidad de su método hablan con gran
fuerza del sublime Platón.

B. Causas Sobrenaturales [según la Iglesia católica]


Incluso si no aceptamos literalmente la declaración de Juan XXII de que Santo
Tomás realizó tantos milagros como artículos hay en la "Summa", hemos de buscar
más allá de las causas naturales para intentar explicar su extraordinaria carrera y
maravillosos escritos.
(1) La pureza de mente y cuerpo contribuyen en gran medida a la claridad de
visión (véase Santo Tomás , Comentarios sobre 1 Corintios, c.vii, Lección v).
Mediante el don de la pureza, concedido milagrosamente en el episodio del cinturón
místico, Dios hizo angélica la vida de Tomás; la perspicacia y hondura de su
intelecto, con la ayuda de la gracia, le hizo el "Doctor Angélico".
(2) El espíritu de oración, su gran piedad y devoción, atrajeron las bendiciones
del cielo a sus estudios. Explicando por qué leía diariamente fragmentos de las
"Conferencias" de Casiano, dijo: "En estas lecturas encuentro la devoción, mediante
la cual asciendo rápidamente a la contemplación". (Prümmer, op. cit., p. 32). En la
lectura del Oficio Divino correspondiente a su festividad, se dice que nunca
empezaba a estudiar sin invocar la ayuda de Dios en oración; y que cuando luchaba
por entender oscuros pasajes bíblicos, añadía el ayuno a la oración.
(3) Testimonios de quienes le conocieron en vida o escribieron en el momento
de su canonización, demuestran que recibió ayuda celestial. Declaró al P. Reinaldo
que había aprendido más en oración y contemplación que de hombres y libros
(Prümmer, op. cit., p. 36). Los mismos autores cuentan sobre ciertos misteriosos
visitantes que le animaban e iluminaban. Se le apareció la Santísima Virgen para
asegurarle que sus escritos eran aceptables ante Dios, y que se le concedería
23
perseverar en su santa vocación. San Pedro y San Pablo vinieron a ayudarle a
interpretar un difícil pasaje de Isaías. Cuando su humildad le hizo considerarse
indigno del doctorado, un venerable religioso de su orden, (se cree que fue Santo
Domingo) se le apareció para animarle y sugerirle el texto de su discurso de apertura
(Prümmer op. cit., 29, 37; Tocco en "Acta SS.", VII Mar.; Vaughan, op. cit., , II 91). Ya
se han mencionado sus estados de éxtasis. Todos sus biógrafos relatan sus
abstracciones en presencia del Rey Luis IX (San Luis) y de distinguidos personajes.
De manera que incluso si admitimos un excesivo entusiasmo por parte de sus
admiradores, hemos de concluir que su extraordinaria sabiduría no puede atribuirse
meramente a causas naturales. Puede decirse que trabajó como si todo dependiera
de sus propias fuerzas y oró como si todo dependiera de Dios.

2.5.4. LA INFLUENCIA DE SANTO TOMÁS


A. Influencia en la Santidad
Los grandes Escolásticos eran hombres santos y sabios. Alejandro de Hales,
San Alberto Magno, Santo Tomás y San Buenaventura demuestran que la sabiduría
no seca necesariamente la devoción. El angélico Tomás y el seráfico Buenaventura
representan los máximos ejemplos de la sabiduría Cristiana, combinando unos
conocimientos eminentes con una santidad heroica. El Cardenal Bessarion llamó a
Santo Tomás "el sabio más santo y el santo más sabio".En sus obras alienta el
espíritu de Dios, una tierna e iluminada piedad, basada en sólidos cimientos, es
decir, en el conocimiento de Dios, de Cristo y del hombre. La Summa Theologica es
un manual de piedad así como un texto teológico. (Ver Drane op. cit., p. 446). San
Francisco de Sales, San Felipe Neri, San Carlos Borromeo, San Vicente Ferrer, San
Pío V, San Antonino continuamente estudiaban a Santo Tomás . Nada más inspirado
que sus tratados sobre Cristo, en su Sagrada Humanidad, en su Vida y sufrimientos.
Su tratado sobre los sacramentos, especialmente los de la Penitencia y la Eucaristía,
son capaces de derretir los corazones más endurecidos. Se esfuerza por explicar los
diversos ritos de la Misa ("De Ritu Eucharistiae" en Summa Theologica III Q lxxxiii).
Ningún autor ha expuesto con mayor claridad los efectos que produce en el alma
humana este Pan celestial (ibid. Q lxxix). La Comunión frecuente, recomendada
recientemente por Pío X ("Sacra Trid. Synodus", 1905) se encuentran ya en Santo
Tomás (Q lxxix a. 8; Q lxxx a. 10), aunque no sea tan explícito sobre este tema como
lo es con la Comunión de niños. En el Decreto "Quam singulari" (1910) el papa cita a
Santo Tomás que enseña que cuando el niño comienza a tener uso de razón, para
que pueda desarrollar la devoción al Santísimo Sacramento, se les puede permitir
comulgar (Q lxxx a. 9 ad 3um). Los aspectos espirituales y devocionales de la
teología de Santo Tomás han sido destacados por el P. Contenson, O.P., en su
"Teología mentis et cordis". Se desarrollan más en a obra del P. Vallgornera O.P., en
Teología Mystica D. Thomae", donde el autor conduce el alma a Dios a través de las
vías purgativa, iluminativa y unitiva. La encíclica sobre el Espíritu Santo de León XIII
se basa en gran medida en Santo Tomás, y los que han estudiado la "Prima
Secundae" y la "Secunda Secundae" conocen cuán admirablemente el santo explica
24
los dones y frutos del Espíritu Santo, así como las Bienaventuranzas y su relación
con las diversas virtudes. Casi todos los buenos autores espirituales buscan en
Santo Tomás las definiciones de las virtudes que ellos recomiendan.
B. Influencias en la Vida Intelectual.
Desde los días de Aristóteles, probablemente nadie ha ejercido tan poderosa
influencia en el mundo del pensamiento como Santo Tomás [tanto por basarse en él
como por criticarle –a veces sin haberle leído-, como se hará en la modernidad] . Su
autoridad fue grande durante su vida. Los Papas, las universidades, los studia de su
Orden deseaban aprovecharse de su sabiduría y prudencia. Varias de sus
principales obras fueron escritas por encargo y todos buscaban su opinión. En
diversas ocasiones los doctores de París le sometieron sus disputas y quedaron
agradecidos de poderse dirigir por su dictamen (Vaughan op. cit., II 1 p. 544). Sus
principios, dados a conocer en sus escritos, continúan ejerciendo su influencia hasta
el día de hoy. Este tema no puede ser considerado en todos sus aspectos, ni sería
necesario hacerlo. Su influencia en temas puramente filosóficos se explica en obras
sobre la historia de la filosofía. (Los teólogos que siguieron a Santo Tomás se
mencionan en TOMISMO. Ver también ORDEN DE PREDICADORES II, A, 2, d) Su
capital importancia e influencia puede explicarse si lo consideramos como el
Aristóteles Cristiano, combinando en su persona lo mejor que el mundo ha conocido
en filosofía y teología. Es en esta luz que León XIII le ha puesto como modelo en la
famosa encíclica "Aeterni Patris". La obra de su vida puede resumirse en dos
enunciados: estableció la verdadera relación entre Fe y Razón; sistematizó la
teología.
(1) Fe y Razón
Los principios de Santo Tomás sobre la relación entre Fe y Razón se
proclamaron solemnemente en el Concilio Vaticano. Los capítulos 2, 3 y 4 de la
Constitución "Dei Filius" tienen un enorme parecido a los escritos del Doctor
Angélico. En primer lugar, la sola razón no basta para guiar a los hombres:
necesitan la Revelación; hemos de distinguir cuidadosamente las verdades
conocidas por la razón de las verdades más elevadas (misterios) conocidas por la
Revelación. En segundo lugar, la razón y la Revelación, aunque distintas, no se
oponen entre sí [desde su perspectiva. Desde la nuestra vemos que si la razón se
opone a la fe, es sometida por ella]. En tercer lugar, la Fe preserva la razón del error;
la razón debe servir la causa de la Fe. Y en cuarto lugar, este servicio se realiza en
tres formas:
- La razón debe preparar la mente humana para recibir la Fe demostrando las
verdades que la Fe propone (praeambula fidei); [recuérdense los tipos de
Nematología]
- La razón debe explicar y desarrollar las verdades de la Fe y exponerlas de
forma científica;
- La razón debe defender las verdades reveladas por Dios Todopoderoso.

25
Esto es un desarrollo de la famosa frase de San Agustín (De Trin., XIV s i), en
la que dice que el recto uso de la razón es "aquel que engendra...nutre, defiende y
refuerza la Fe". Estos principios los propone Santo Tomás en muchos lugares,
especialmente en "In Boethium d a Trin. Proem.", Q ii a. 1; "Sum. Cont. gent.", I cc I
iii-ix; "Summa", I, Q. i aa. 1, 5, 8; Q xxxii, a. 1; Q I lxxxiv, a. 5. El servicio de Santo
Tomás a la Fe lo resume León XIII en la encíclica "Aeterni Patris": "Ganó esta
distinción por sí mismo: que él sólo combatió victoriosamente los errores de tiempos
antiguos y dio armas invencibles para vencer cualquiera que en el futuro pudieran
surgir. Distinguiendo con claridad, como debe ser, la razón y la fe, preservó y
consideró los derechos de cada una, tanto así que la razón remontada en las alas de
Tomás puede apenas elevarse más, mientras que la fe difícilmente puede esperar
mayores o más potentes auxilios de la razón que los que ya ha obtenido por medio
de Tomás". Santo Tomás no combatió enemigos imaginarios; atacaba adversarios
vivos. Las obras de Aristóteles habían llegado a Francia en malas traducciones
llenas de comentarios engañosos de filósofos judíos y musulmanes. Ello dio lugar a
una ola de errores que tanto alarmaron las autoridades que la lectura de la Física y
Metafísica de Aristóteles fue prohibida por Roberto de Courçon en 1210, siendo
moderado el decreto por Gregorio IX en 1231. En la Universidad de París se
introdujo subrepticiamente el espíritu insidioso de irreverencia y "Racionalismo",
representado especialmente por Pedro Abelardo y Raimundo Lullus (Lulio),
quienes mantenían que la razón podía conocer y demostrar todas las cosas, incluso
los misterios de la Fe. Averroes propagó doctrinas peligrosas [desde diversas
perspectivas], destacando dos perniciosos errores: el primero, que en filosofía y
religión, siendo dos cosas diferentes, lo que es cierto en una puede ser erróneo en la
otra; y el segundo, que todos los hombres tienen una sola alma [partiendo del
entendimiento agente de Aristóteles, lo que propicia que un suicida musulmán
considere que su alma está fundida en otra superior…]. Averroes era llamado
comúnmente "El Comentador", pero Santo Tomás dice que "era, más que un
Peripatético, un corruptor de la filosofía Peripatética" (Opuse. De unit. Intell.).
Aplicando un principio de San Agustín, (véase I Q lxxxiv, a. 5), siguiendo los pasos
de Alejandro de Hales y Alberto Magno, Santo Tomás decidió tomar lo verdadero de
los "injustos poseedores", para ponerlo al servicio de la religión revelada. Las
objeciones contra Aristóteles cesarían si se conociese el verdadero Aristóteles; por
eso su primer interés fue obtener una traducción nueva de las obras del gran filósofo.
Había que purificar a Aristóteles, refutar los falsos comentaristas, de los que
Averroes es el más influyente, por eso Santo Tomás continuamente se emplea en
refutar sus falsas interpretaciones [esas obras llegaron a Europa a través de la
escuela de traductores de Toledo, de Alfonso X "El Sabio"].
(2) La Teología Sistematizada
El próximo paso fue poner la razón al servicio de la Fe, dando forma científica
a la doctrina Cristiana. La Escolástica no consiste, como algunos imaginan, en
inútiles discusiones y sutilezas, sino en expresar la verdadera doctrina en lenguaje
exacto, claro y conciso. En la encíclica ""Aeterni Patris", León XIII, citando a Sixto V
(Bula "Triumphantis", de 1588) declara que mucho le debemos al uso recto de la
26
filosofía por "esos nobles dones que hacen de la teología Escolástica tan formidable
contra los enemigos de la verdad" porque "la inmediata coherencia entre causa y
efecto, el orden y la disposición de un ejército disciplinado en la batalla, esas claras
definiciones y distinciones, aquellos poderosos argumentos y agudas discusiones por
las que la luz se distinguen de las tinieblas, lo verdadero de lo falso, exponen y
desnudan las falsedades de los herejes envueltas en una nube de subterfugios y
falacias". Cuando los grandes Escolásticos escribían, había luz donde antes había
tinieblas, había orden donde antes prevalecía la confusión. La obra de San Anselmo
y Pedro Lombardo, fue perfeccionada por los teólogos Escolásticos., Desde
entonces, no se ha hecho ninguna mejora substancial en el plan y sistema de la
teología, aunque el campo de la apologética de ha ensanchado, y la teología positiva
ha cobrado mayor importancia.
C. Seguimiento de la Doctrina Tomista
Poco después de su muerte, los escritos de Santo Tomás eran universalmente
estimados. Los Dominicos naturalmente fueron los primeros en seguir al Santo. El
Capítulo General de París se 1279 prometió grandes penas para todo aquel que se
atreviese a hablar irreverentemente de él o de sus obras. Los Capítulos de París de
1286, de Burdeos de 1287 y de Lucca de 1288, expresamente dispusieron que los
frailes tenían que seguir la doctrina de Tomás, que en aquel momento no había sido
canonizado (Const. Ord. Praed. N. 1130). La Universidad de París, coincidiendo con
la muerte de Tomás, envió una misiva oficial de pésame al capítulo general de los
Dominicos, diciendo que con los hermanos, la universidad expresaba su dolor por la
pérdida de aquél que era como suyo propio por sus muchos títulos (véase el texto de
la carta en Vaughan op. cit., II, p. 82). En la encíclica "Aeterni Patris", León XIII
menciona las Universidades de París, Salamanca, Alcalá, Douai, Toulouse,
Lovaina, Padua, Bolonia, Nápoles, Coimbra, como "las sedes del conocimiento
humano donde Tomás reinaba supremo, y donde las mentes de todos, maestros y
discípulos, disfrutaban de una maravillosa armonía bajo la tutela y autoridad del
Doctor Angélico". A esta relación, podemos añadir Lima y Manila, Friburgo y
Washington. Los seminarios y escuelas siguieron a las universidades. La "Summa"
gradualmente sustituyó a las "Sentencias" como texto de teología. Las mentes se
formaban según los principios de Santo Tomás; se convirtió en un gran maestro,
ejerciendo una vasta influencia universal sobre las opiniones de los hombres y sus
obras; porque incluso los que no adoptaban todas sus conclusiones, quedaban
obligados a considerar sus opiniones. Se estima que se han escrito unos seis mil
comentarios sobre la obra de Santo Tomás. Durante los últimos 600 años, se han
publicado manuales de teología y filosofía, compuestos con la intención de impartir
su enseñanza; traducciones, estudios o resúmenes (études), de partes de sus obras,
y hasta hoy, su nombre se honra en todo el mundo (véase TOMISMO). En cada uno
de los Concilios Generales que han tenido lugar después de su muerte, Santo
Tomás siempre ha ocupado un lugar de honor. En el Concilio de Lyon su obra
"Contra errores Graecorum" fue utilizado con gran efecto contra los Griegos. En
disputas posteriores, antes y durante el Concilio de Florencia, Juan de Montenegro,
el campeón de la ortodoxia Latina, encontró en Santo Tomás una fuente inagotable
27
de argumentos irrefutables. El "Decretum pro Armenis" (Instrucción para los
Armenios) emitido por la autoridad de ese concilio, está tomado casi literalmente de
su tratado "De fidel articuli et septem sacramentis (véase Densinger-Bannwart n.
695). "En los Concilios de Lyon, Vienne, Florencia y el Vaticano", escribe León XIII
(encíclica "Aeterni Patris"), "casi podríase decir que Tomás participó y presidió las
deliberaciones y decretos de los Padres contendiendo contra los errores de los
Griegos, herejes y Racionalistas, con una fuerza invencible y con los más felices
resultados. Pero la mayor y más especial gloria de Tomás, que no comparte con
ningún otro Doctor Católico, es que los Padres de Trento hicieron parte del orden del
cónclave poner sobre el altar, junto al códice de las Sagradas Escrituras y los
Decretos de los Sumos Pontífices, la Summa de Tomás de Aquino, para buscar
consejo, razones e inspiración. Mayor influencia, nadie puede tener. Antes de
concluir esta sección, debemos mencionar dos libros muy conocidos y apreciados,
inspirados por y basados en los escritos de Santo Tomás. El Catecismo del Concilio
de Trento, compuesto por discípulos del Doctor Angélico, es en realidad un
compendio de su teología, presentada en forma apropiada para uso de los párrocos.
La Divina Comedia de Dante se ha llamado "la Summa de Santo Tomás en verso", y
los comentaristas hacen derivar las divisiones y descripciones de las virtudes y los
vicios del gran poeta florentino a la "Secunda Secundae".
D. Aprecio de Santo Tomás.
(1) En la Iglesia
La estima de que disfrutaba en vida no ha disminuido, sino aumentado, en el
transcurso de los seis siglos transcurridos desde su muerte. El lugar que ocupa en la
Iglesia lo explica el gran León XIII en la encíclica "Aeterni Patris", en la que
recomienda el estudio de la filosofía escolástica: "Es sabido que casi todos los
fundadores y legisladores de órdenes religiosas ordenaron a sus frailes estudiar y
hacer suyas las enseñanzas de Santo Tomás... Además de la familia Dominica, que
justamente reclama como suyo a éste gran maestro, los estatutos de los
Benedictinos, Carmelitas, Agustinos, Jesuitas y muchos otros, dan testimonio de su
acatamiento de esta ley." Entre los "muchos otros", Servitas, Pasionistas, Bernabitas
y Sulpicianos se han dedicado de manera especial al estudio de Santo Tomás. Las
principales universidades donde Santo Tomás brillaba como gran maestro han sido
enumeradas más arriba. Los doctores parisinos le llamaban estrella del alba, sol
luminoso, luz de la Iglesia entera. Esteban, Obispo de París, reprendiendo a aquellos
que se atrevían a atacar la doctrina de aquel "excelentísimo Doctor, el bendito
Tomás", le llama "la gran luminaria de la Iglesia Católica, la joya del sacerdocio, la
flor de los doctores, el lustroso espejo de la Universidad de París" (Drane, op. cit., p.
431). En la antigua Universidad de Lovaina, los doctores tenían que descubrirse e
inclinarse cuando pronunciaban el nombre de Tomás (Goudin, op. cit., p. 21).
"Los concilios ecuménicos, donde florecen las flores de todo el conocimiento
terrenal, siempre han procurado de honrar de manera singular a Santo Tomás. (León
XIII en la encíclica "Aeterni Patris"). Este tema ha sido tratado con detalle más arriba.
El "Bullarium Ordinis Praedicatorum", publicado en 1729-39, cita 38 bulas en las que
28
18 soberanos pontífices alabaron y recomendaron la doctrina de Santo Tomás
(véase también Vaughan op. cit., II, c, ii; Berthier op. cit., pp. 7 sqq). Estas
aprobaciones las repite y renueva León XIII, que pone especial énfasis en "el
destacado testimonio de Inocencio VI: ‘Su enseñanza, por encima de todas,
exceptuando sólo los cánones, posee tal elegancia en sus frases, un método en sus
afirmaciones, una verdad en sus proposiciones, que aquellos que la siguen, nunca
se desviarán del camino de la verdad, y el que se atreva a refutarla, siempre será
sospechoso de error (ibid.) León XIII sobrepasó a sus predecesores en su
admiración por Santo Tomás, y declaró que en sus obras se encuentra el remedio
para los muchos males que afligen a nuestra sociedad. (véase Berthier, op. cit., ,
introducción). Las Encíclicas de ese ilustre Pontífice demuestran que había estudiado
las obras del Doctor Angélico. Esto es evidente en las epístolas sobre el matrimonio
Cristiano, la constitución Cristiana de los Estados, la condición de las clases
trabajadoras, y el estudio de la Sagrada Escritura. El Papa Pío X, en varias Epístolas,
por ejemplo en "Pascendi Dominici Gregis" (septiembre 1907), insiste en observar las
recomendaciones de León XIII sobre el estudio de Santo Tomás. Intentar dar los
nombres de los escritores católicos que han expresado su admiración por Santo
Tomás sería una tarea imposible, porque la lista incluiría a casi todos los autores de
filosofía o teología desde el siglo XIII, además de cientos de autores de otros temas.
En los capítulos introductorios de todo buen comentario, encontramos alabanzas y
elogios. Una relación incompleta de autores que han recogido estos testimonios la da
el P. Berthier (op. cit., p. 22).
(2) Fuera de la Iglesia
(a) Antiescolásticos –– Algunas personas han sido y siguen siendo opuestos a
todo lo que se llame Escolástica, que dicen es sinónimo de sutilezas e inútiles
discusiones. Del prólogo de la "Summa" se desprende con claridad que Santo Tomás
se oponía a todo lo superfluo y confuso en los estudios Escolásticos. Cuando se
entiende lo que realmente significa la verdadera Escolástica, desaparecen las
objeciones.
(b) Herejes y Cismáticos –– "Un último triunfo se reservaba para este hombre
incomparable – el obligado homenaje, las alabanzas y la admiración incluso de los
mismísimos enemigos de la palabra Católico" (León XIII, ibid.) La ortodoxia de Santo
Tomás atrajo sobre sí mismo el odio de todos los Griegos [ ortodoxos] opuestos a la
unión con Roma. Los Griegos unidos, sin embargo, admira a Santo Tomás y
estudian sus obras (véase más arriba, "Traducciones de la "Summa"). Los líderes de
la revolución del siglo XVI honraron a Santo Tomás con sus ataques, en especial el
mismo Lutero, con sus violentas invectivas contra el gran Doctor. Citando el alegato
de Martín Bucer, "Quitad a Tomás y yo destruiré la Iglesia", León XIII (ibid.) comenta,
"La esperanza era vana, pero el testimonio tiene su valor". Calo, Tocco, y otros
biógrafos cuentan que Santo Tomás, viajando de Roma a Nápoles, convirtió a dos
célebres rabinos Judíos que conoció en la casa de campo del Cardenal Richard.
(Prümmer, op. cit., p. 33; Vaughan, op. cit., , I, p. 705). El Rabino Pablo de Burgos,
en el siglo XV, se convirtió leyendo las obras de Santo Tomás. Teobaldo Thamer,

29
discípulo de Melanchton, abjuró su herejía tras haber leído la "Summa" con el
propósito de refutarla. El Calvinista Duperron se convirtió de manera similar, y llegó a
ser Arzobispo de Sens y cardenal. (véase Conway op. cit., p. 96). Pasada la
amargura del primer período de Protestantismo, los protestantes vieron la necesidad
de conservar muchas partes de la filosofía y teología Católicas, y los que legaban a
conocer a Santo Tomás no tenían más remedio que profesarle su admiración.
Uberweg dice que "Elevó la Escolástica a su más alto grado de desarrollo,
efectuando la más perfecta acomodación posible de la filosofía aristotélica a la
ortodoxia eclesiástica" (op. cit., p 440). R. Seeberg, en la "New Schaff-Herzog
Religious Encyclopedia" (New York, 1911) dedica 10 columnas a Santo Tomás, y
dice que "en todo logró defender la doctrina de la Iglesia como creíble y razonable.
(XI, p. 427). Durante muchos años, especialmente desde el tiempo de Pusey y
Newman, Santo Tomás ha sido muy considerado en Oxford. Recientmente la
"Summa Contra Gentiles" figura en la lista de temas que pueden ser ofrecidas por un
candidato en las "final honour schools" de Litterae Humaniores de esa Universidad
(cf. Walsh, op. cit., c. xvii). Durante varios años, el P. De Groot, O.P., ha sido
profesor de filosofía Escolástica en la Universidad de Ámsterdam, y se han instituido
cursos de filosofía Escolástica en algunas de las principales universidades no
católicas de Estados Unidos. Los Anglicanos profesan una gran admiración por
Santo Tomás. Alfred Mortimer, en el capítulo "The Study of Theology" de su obra
titulada "Catholic Faith and Practice" (2 tomos, Nueva York, 1909), se queja de que el
sacerdote o ministro inglés no tiene conocimientos científicos de la Reina de las
Ciencias", y ofreciendo un remedio, afirma, "El esquema más simple y perfecto de la
teología universal se encuentra en la Summa Theologica de Santo Tomás " (vol. II,
pp. 454, 465).

2.5.5. SANTO TOMÁS Y EL PENSAMIENTO MODERNO


En el Syllabus de 1864 Pío IX condenó una afirmación que decía que los
métodos y principios de los antiguos doctores escolásticos no se adaptaban a las
necesidades de nuestro tiempo y al progreso científico (Denzinger-Bannwart, n.
1713). En la encíclica "Aeterni Patris", León XIII señala los beneficios que se derivan
de "una reforma práctica de la filosofía, restaurando las reconocidas enseñanzas de
Santo Tomás de Aquino". El Papa exhorta a los obispos a "restaurar la sabiduría
áurea de Tomás [neotomismo] y difundirla por todas partes en defensa y para mayor
belleza de la Fe Católica, para el bien de la sociedad y para el avance de todas las
ciencias. En las páginas de la Encíclica que preceden inmediatamente a esas
palabras, explica por qué la enseñanza de Santo Tomás llevarían a tal deseable
resultado: Santo Tomás es el gran maestro para explicar y defender la Fe, porque
suya es "la sólida doctrina de los Padres y Escolásticos, que con tanta claridad y
vigor demuestran los firmes fundamentos de la Fe, su origen Divino, su certera
Verdad, los argumentos que la sostienen, los beneficios que ha dispensado a la
humanidad, y su perfecto acuerdo con la razón de tal manera que satisface
completamente las mentes abiertas a la persuasión, aunque estén indispuestas para
ello". La carrera de Santo Tomás en sí misma hubiera justificado a León XIII cuando
30
aseguró a los hombres del siglo XIX que la Iglesia Católica no se oponía al recto uso
de la razón. También se destacan los aspectos sociológicos de Santo Tomás: "Las
enseñanzas de Santo Tomás sobre el verdadero significado de la Libertad, que
ahora se está convirtiendo en libertinaje, sobre el origen Divino de toda autoridad,
sobre las Leyes y su fuerza, sobre el justo y paternal gobierno de los príncipes, sobre
la obediencia a las máximas autoridades, sobre la mutua caridad fraterna –– en fin,
sobre todos estos y otros temas, poseen una gran e invencible fuerza para
conquistar y vencer aquellos principios del "nuevo orden" que hacen peligrar el
pacífico orden de cosas y la seguridad pública" (ibid.). Los males que afectan la
sociedad moderna han sido señalados por el Papa en la epístola "Inescrutabili" del
21 de abril de 1878, y en la que versa sobre el Socialismo, Comunismo y
Nihilismo. ("Las Grandes Encíclicas de León XIII", pp. 9 sqq.; 22 sqq.) De qué
manera los principios del Doctor Angélico proveerán un remedio para estos males,
se explica aquí de manera general, y de manera más particular en las epístolas
sobre la constitución Cristiana de los estados, la libertad humana, los principales
deberes de los cristianos como ciudadanos, y cobre las condiciones de las clases
trabajadoras. (ibid., pp. 107, 135, 180, 208).
Es en relación a las ciencias, que algunos dudan de la actualidad de los
escritos del Santo; se refieren a las ciencias físicas y experimentales, ya que en la
metafísica, los escolásticos son reconocidos maestros. León XIII llama la atención a
las siguientes verdades: (a) Los Escolásticos nunca se opusieron a la investigación.
Sosteniendo como principio antropológico "que la inteligencia humana es llevada al
conocimiento de las cosas sin cuerpo y materia sólo mediante las cosas sensibles,
entendieron bien que nada era más útil a un filósofo que la indagación diligente en
los misterios de la naturaleza, y la constancia en el estudio de los fenómenos físicos"
(ibid. p. 55). Este principio se llevaba a la práctica: Santo Tomás, San Alberto Magno,
Roger Bacon, y otros, "prestaron gran atención al conocimiento de la naturaleza"
(ibid., p. 56). (b) La investigación sola no basta a la verdadera ciencia. "Cuando se
establecen los hechos, es necesario aplicarnos al estudio de los objetos corpóreos,
para indagar las leyes que les gobiernan y los principios de los que surgen su orden
y unidad diversa" (p. 55) Pretenderán los científicos de hoy en día razonar o
sintetizar mejor que Santo Tomás? León XIII recomienda el método y los principios
del Santo: "Si algo es tratado con demasiada sutileza por los doctores escolásticos;
si hay algo que no concuerda con los descubrimientos modernos, o en una palabra,
es de alguna manera indemostrable, no se nos ocurriría proponerlo como ejemplo
para nuestro tiempo" (p.56) De la misma manera que Santo Tomás en su día asistió
a un movimiento hacia Aristóteles y la filosofía, incontrolable, pero susceptible de ser
dirigido para servir a la causa de la verdad, León XIII, viendo en el mundo de su
época, un espíritu de estudio e investigación que podía producir tanto bien como mal,
no quiso ahogarlo, sino que se propuso presentar un moderador y maestro que
pudiera guiarlo por los caminos de la Verdad.
Y ningún otro podía haberse escogido, más que Tomás de Aquino, el maestro
de la mente clara, del análisis, de la síntesis, de la comprensión. Su paciencia
extraordinaria y equidad al tratar con los filósofos equivocados, su aprobación de
31
todo lo verdadero en sus escritos y su delicadeza en condenar sus falsedades, su
claridad de visión al señalar la ruta hacia el conocimiento en todas sus ramas, su
aptitud y precisión al expresar la Verdad –– estas cualidades le distinguen como un
gran maestro no solo del siglo XIII, sino de todos los tiempos. Si alguien le considera
demasiado sutil, es porque no saben lo claro, conciso y sencillo de sus definiciones y
divisiones. Sus dos "Summae" son obras maestras de la pedagogía, y le otorgan el
título de "el más grande de los maestros humanos". Incluso tuvo que lidiar con
errores muy similares a los que hoy en día se encubren con los apelativos de
filosofía o ciencia. El Racionalismo de Abelardo y otros, engendraron los luminosos y
eternos principios sobre la verdadera relación entre fe y razón. El ontologismo fue
sólidamente refutado por Santo Tomás casi seis siglos antes de Malebranche,
Gioberti y Ubaghs (véase Summa Theologica I, Q lxxxiv, a, 5). La verdadera doctrina
sobre los primeros principios y universalidades, dados por él y por otros escolásticos,
es la mejor refutación a la crítica de Kant de las ideas metafísicas (véase por
ejemplo, "Post. Analyt.", I, lect. Xix, "De ente et essentia", c, iv; Summa Theologica, I
Q xvii, a. 3, corp. y ad 2um; Q lxxix, a. 3; Q lxxxiv, a. 5, a. 6, corp. y ad 1um, Q lxxxv,
a. 2, ad 2um, a. 3, ad 1um, ad 4um. Véase en el índice a la "Summa", "Veritas",
"Principium", "Universale"). El Panteísmo psicológico moderno no difiere
substancialmente de la teoría de "una sola alma para todos los hombres" de
Averroes (véase "De unit. Intell." Y Summa Theologica, I, Q lxxvi, a, 2; Q lxxix, a. 5).
El error Modernista que distingue al Cristo de la Fe del Cristo de la Historia, tuvo su
precursor en el principio Averroísta de que una cosa puede ser cierta en la filosofía y
falso en la religión.
En la encíclica "Providentissimus Deus" (18 de noviembre de 1893) León XIII
extrae de las obras de Santo Tomás los principios y sabias reglas de deben gobernar
la crítica científica de la Sagrada Escritura. De la misma fuente, los escritores
modernos han sacado principios muy útiles para la solución de problemas
relacionados con el Espiritismo y el Hipnotismo. ¿Debemos concluir, entonces, que la
obra de Santo Tomás, tal y como él la dejó, ofrece suficiente instrucción para los
científicos, filósofos y teólogos de nuestros días? De ninguna manera. Vetera novis
augere et perficere –– "Reforzar y completar lo Viejo con la ayuda de lo Nuevo" es el
lema de la restauración propuesta por León XIII. Si Santo Tomás viviese hoy,
adoptaría sin dudarlo todos los datos y hechos desvelados por las recientes
investigaciones científicas e históricas, pero sopesando con esmero toda la evidencia
ofrecida a favor de tales hechos. En nuestros días, una teología positiva es más
necesaria que en el siglo XIII. León XIII defiende su validez en su Encíclica y su
afirmación se confirma y renueva en la Epístola sobre el Modernismo de Pío X.
Pero ambos pontífices declaran que la teología positiva no debe ser entronizada
relegando un segundo plano la teología Escolástica. En la Encíclica "Pascendi", al
ofrecer remedios contra al Modernismo, Pío X, siguiendo a su ilustre predecesor,
pone en primer lugar "la filosofía Escolástica, especialmente como fue enseñada por
Tomás de Aquino". Santo Tomás sigue siendo "El Ángel de las Escuelas".

32
D.J.KENNEDY
Transcrito por Kevin Cawley
Traducido por Rafael Corrales Pacheco

The Catholic Encyclopedia, Volume I


Copyright © 1907 by Robert Appleton Company
Online Edition Copyright © 1999 by Kevin Knight
La Enciclopedia Católica Copyright © ACI-PRENSA
Nihil Obstat, March 1, 1907. Remy Lafort, S.T.D., Censor Imprimatur +John Cardinal
Farley, Archbishop of New York

Como vemos, esta transcripción no puede ser asumida en su


integridad por el materialismo filosófico, aunque hay muchos componentes
racionales, de verdadera filosofía (sobre todo en sus raíces griegas), en la filosofía
de Santo Tomás, a pesar de que no sea una filosofía verdadera. A continuación nos
ceñiremos a una exposición más cercana al Materialismo filosófico que propugnamos
nosotros.

33
2.6. La Doctrina teológico-filosófica de Santo Tomás.

Un elemento fundamental para el desarrollo de la Teología (Teo-logía:


tratado de Dios, intento de racionalizar la esencia divina) fue la discusión con
disputas que consisten en "comparar" críticamente distintos textos para contrastar su
verdad. Esta actividad típica de las escuelas episcopales y monacales desembocará
en lo que se llama escolástica, cuyo fruto fundamental fueron las Summas o
Sistemas teológico-filosóficos que tratan de englobar (summa) todos los aspectos de
la realidad.
El Siglo XIII será el siglo en el que resurja definitivamente la vida "ciudadana"
(burgo), y se crearán las primeras Universidades -cuyo germen eran las escuelas
episcopales y monacales- que tendrán una importancia decisiva como mecanismos
institucionales de transmisión de la enseñanza. Destacan las de París, Bolonia,
Salerno, Oxford, Cambridge, Salamanca...

Aunque en principio la Iglesia fue reticente para admitirla, la filosofía de


Tomás de Aquino será la que marque las directrices doctrinarias de la Iglesia
Cristiana oficial (Católica sobre todo).
Aristóteles será la nueva fuente de inspiración para los pensadores
cristianos. Pero se trata de un Aristóteles algo adulterado, pues fue reinterpretado en
primer lugar por los filósofos mahometanos (Avicena y Averroes fundamentalmente)
y por los filósofos cristianos posteriormente. El Aristóteles medieval es una
reinterpretación interesada del Aristóteles original que, como griego que era, no se
armonizaba demasiado bien con los Dogmas de las Religiones Monoteístas
(Judaísmo, Mahometismo y Cristianismo).
Para Tomás el filósofo sólo utiliza la Razón, sin admitir principios
sobrenaturales que contravengan la racionalidad. Sin embargo el Teólogo (él) utiliza
la razón, pero cuando ésta choca con la "revelación" sobrenatural debe someterse
a ella, aunque no pueda comprender las razones de este sometimiento. Según él,
esto debe ser así porque el hombre está ordenado (finalidad) a Dios como a un fin
que excede la capacidad de comprensión de nuestro entendimiento. Los medios
para llegar a tal fin nos los "da" Dios por la Revelación (de los Dogmas: Encarnación,
Trinidad, Transustanciación, Resurrección de la carne, Asunción, Virginidad, etc.).

Así, se parte de un principio indiscutible, que nadie pone en duda en la Edad


Media (aunque a nosotros nos resulte chocante que esto sea así): que "el hombre
está ordenado a Dios", es decir, lo fundamental es la Salvación. Por lo tanto que Dios

34
existe sólo lo niegan los "insensatos". El problema va a consistir en demostrar la
Existencia de Dios. El Hombre es libre, y pecó. Sólo se Salva por medio de Dios.
Por la Razón, según Santo Tomás, podríamos llegar a Dios (al menos a
alguna de sus propiedades, aunque indirectamente), pero es más "seguro" y "rápido"
llegar por la Fe {No es que haya una doble verdad, como dicen algunos
comentaristas "anacrónicamente" dando por válida la posición de Santo Tomás
respecto a la Fe (como un “hecho” irrefutable). Pero, desde nuestro punto de vista,
parece irreconciliable Razón y Fe, y por eso decimos que si eran verdaderas y se
contradecían, había una doble Verdad. Pero para los cristianos medievales, y para
Santo Tomás aunque utilice una expresión equívoca ("doble verdad"), sólo la Fe era
cierta absolutamente. En caso de conflicto, la Razón se sometía a la Fe. Luego la
Verdad era sólo Una: la revelada}.
Según Santo Tomás en las relaciones entre Razón y Fe cabe hacer una
división (Vid. Suma Contra Gentiles, I, 3):

«Sobre lo que creemos de Dios hay una doble verdad . Hay ciertas
1

verdades de Dios que sobrepasan la capacidad de la razón humana, como es, por
ejemplo, que Dios es uno y trino. Otras hay que pueden ser alcanzadas por la razón
natural, como la existencia y la unidad de Dios; las que incluso demostraron los
filósofos guiados por la luz natural de la razón»

Como vemos, según Santo Tomás hay una "doble forma" de conocer a
Dios, la revelada y la racional. Pero la segunda no es tan profunda como la
primera, y no conoce realmente la "esencia" de Dios de forma directa (o, lo que es lo
mismo, no puede demostrar su existencia a partir de su esencia -sino sólo por "via
negativa" o "via analogía"-). Cuando la Razón no "entiende" lo que dice la Fe,
entonces Santo Tomás apela a la "incapacidad" del entendimiento humano para
entender a Dios, y se niega que haya una contradicción entre ambas, pues "cómo iba
Dios, que nos ha creado, a engañarnos con verdades contrapuestas". Esto significa
que la Razón siempre tiene las de perder . Por tanto podemos decir que la Teoría de
2

1 como también decía Siger de Brabante, vid. Bueno "Cuestiones..." p. 62.


2 Como dice G. Bueno (en "Cuest...", pp. 62 y ss.) al hablar de la oposición
entre Razón y Fe en la Edad Media hay que distinguir dos planos: el de la oposición
Ciencia / Teología , y el de la oposición Filosofía / Teología. Respecto a la primera
oposición se puede decir que planteada así es un tanto "anacrónica", pues en la
Edad Media apenas había ninguna Ciencia (en sentido estricto) desarrollada. Pero, a
pesar de todo hay proposiciones (que luego se han demostrado con la determinación
de la estructura celular) que pueden considerarse como contrarias a la Fe, y que sin
embargo fueron sometidas al criterio religioso. Así, por ejemplo, en lo referente a la
"condicional de Cicerón": "Si parió -María- ,yació con varón" ("si peperit cum viro
concubuit"). «Dicha proposición planteaba un conflicto frontal con el dogma de la
35
la Doble Verdad es absurda, pues la verdad sólo es una, y el hecho es que Sto.
Tomás se refiere a una doble vía de acceso a la verdad, pero siempre que se
contradigan la vía de la revelación es primordial. Se podría decir que la Razón
armoniza mejor con la Fe (en Santo Tomás) en aquellos ámbitos en que se introduce
la Razón Griega para reinterpretar principios dogmáticos en que se habla de Dios
como un Ser al estilo griego (como se ve en las "conclusiones" de las 5 Vías ). 1

Justamente las propiedades alcanzadas en estas investigaciones racionales


llevan a propiedades de dios que no tienen nada que ver con su "Personalidad"
(infinita), sino más bien con conceptos propios del "arjé" griego: simplicidad, unidad,
perfección, infinidad e Inmutabilidad. No se deduce "racionalmente" ninguna
propiedad esencial que tenga que ver con la "conciencia" (voluntad, libertad,
"conocimiento", etc.). Y, normalmente, cuando se introducen propiedades
"personales" (interpretadas como "perfectas") es cuando la "Razón" no alcanza a
comprenderlas y sólo se puede llegar a ellas por la Fe (Omnisciencia, libertad
absoluta, triple personalidad -en una sustancia o esencia- , etc.)
2

Así Santo Tomás pretende mantener una "armonía" entre Razón y Fe. La
Razón debe ejercitarse hasta donde sea posible para "comprender la Fe". Pero hay
un límite en el que aquella no puede comprender ciertas propiedades de Dios (que
normalmente coinciden con Dogmas ligados a la "Personalidad" de Dios).
En lo que se llama "Preambula Fidei " (Preámbulos pretendidamente
3

“racionales” para luego pasar a los Dogmas de la Fe) Santo Tomás intenta llevar a
cabo esa labor de "armonización" entre Razón y Fe. Las llamadas 5 vías de la
demostración de la existencia de Dios pertenecen a este intento de "entender" con la
luz natural de la Razón lo máximo posible de los misterios sobrenaturales de la Fe.

concepción de Cristo ex Maria Virgine» (op. cit. p. 63). Por otro lado,« "si el hombre
es un animal mortal" (y esto es, más que una tesis filosófica, una tesis zoológica),
¿Cómo admitir que Cristo ha resucitado?...» (Ibid.)
1no en los "escolios", como se pone de manifiesto en San Anselmo y santo
Tomás, que parten del hecho de Dios para, incitados por el insipiens, desarrollar su
"conocimiento", (op. cit. p. 167-8). Estas investigaciones "racionales" pertenecen a
los Preambula Fidei, que configuran el aspecto más "filosófico" de la Teología
Cristiana.
2 Sin embargo, y paradójicamente, la interpretación Personal, a la vez que
creacionista, de Dios por parte de los cristianos, será importantísima para la
concepción de la realidad que posean los "modernos" (tras la oportuna "inversión
teológica" que "secularice" y racionalice el Ego Transcendental y su relación con
M3).

3Recuérdese lo dicho el año pasado acerca de las Nematologías.


36
Para ver los distintos aspectos de la FILOSOFIA de Santo Tomás
seguiremos el orden expositivo adoptado por él mismo. Primero veremos el problema
de Dios, pues es la base de toda su Teología. Después el enlace entre Dios y las
Criaturas ("nacidas", venidas de la Nada, contingentes) a través de la Creación.
Luego hablaremos de los ángeles, lo más perfecto después de Dios, para continuar
con el hombre y demás criaturas.

2.6.a. EL PROBLEMA DE DIOS

Santo Tomás intenta "demostrar racionalmente" la existencia de Dios -


aunque sea un "hecho" de fe-. Y lo intenta hacer partiendo del Mundo (a posteriori).
Si Dios creó el mundo, debe quedar algo de la Razón divina en él, aunque Dios sea
infinitamente superior a las cosas (que son una casi nada). La utilización de medios
aristotélicos, y su distinción entre "idealidad" (esencia) y "realidad" (existencia) para
negar la validez de la demostración anselmiana hará que la Iglesia, en principio,
rechace la filosofía tomista (pues veía en la racionalización de los dogmas un peligro
de herejía, un intento de comprender lo Infinito a través de las cosas finitas. Sus 5
vías de la demostración de la existencia de Dios son "a posteriori", es decir, parten
de las cosas para posteriormente llegar a Dios. Para el Hombre (“A nos”: para
nosotros, no "en sí" o “a se”) sólo es posible llegar racionalmente a Dios partiendo de
sus "efectos". Se parte de las cosas creadas para, "regresando" (via remotionis)
causalmente, llegar a la primera causa (que según Tomás es Dios : en el escolio).
1

Por tanto, según Santo Tomás, no se puede "conocer" la Esencia o


Sustancia de Dios de forma directa (pues nos igualaríamos a Él, lo que es imposible).
No podemos entender las notas esenciales de Dios, y que se suponen
"analíticamente", según santo Tomás, en cualquier predicado sobre Dios, incluido el
de que existe (aunque ya veremos, como dirá Kant, que el predicado "existe" no
añade nada al sujeto en la proposición "Dios existe"). Si entendiésemos dichas
notas eso significaría que tendríamos la potencia del mismo poseedor de dichas

1lo cual es introducido como "escolio" o "coletilla" al final de cada


"demostración". Pero, "racionalmente" lo único que se podría deducir es la
"conclusión" («algo que es para todas las cosas causa de su ser, de su bondad y de
todas sus perfecciones», en 4ª vía), pero no el "escolio" ("a lo cual todos llaman
Dios”) que no es algo deducido de la propia demostración, sino presupuesto como un
"hecho" -que Dios existe y es principio de todo-. La prueba de que el mismo Santo
Tomás diferencia ambos aspectos -lo que muestra su meticulosidad- es que nunca
"concluye" apelando directamente a Dios, sino que concluye refiriéndose a un
Principio de tipo aristotélico (impersonal o "límite de la personalidad") y luego
apostilla identificándolo con Dios (persona infinita para los cristianos). Además
distingue entre saber “quad se” (objetivado –alfa-) y “quad nos” (sin objetivar –beta-).
Ver textos.
37
notas, la potencia de Dios, pero eso es imposible pues Dios es Necesario y nosotros
contingentes, etc..
<<En lo que confesamos de Dios hay un doble modo de verdad. Hay algunas verdades acerca de Dios que
exceden toda la capacidad de la razón humana; por ejemplo, que Dios es uno y trino. Otras, por el contrario, son
accesibles a la razón natural, como, por ejemplo, que Dios existe, que es uno, etc.; los filósofos probaron estas
verdades acerca de Dios de un modo demostrativo llevados por la luz de la razón natural.

     Es evidentísimo que hay algunos inteligibles divinos que exceden completamente de la inteligencia de la razón
humana.

     Pues, dado que el principio de todo saber científico que la razón capta de alguna cosa es la intelección de la
sustancia, porque según la doctrina del Filósofo, el príncipe de la demostración es la esencia, conviene, por lo
tanto, que, según el modo como es entendida la sustancia, así sea también el modo de todo lo que se conoce de
la cosa. Si el entendimiento humano aprehende la sustancia de alguna cosa, por ejemplo de la piedra o del
triángulo, ninguno de sus inteligibles excede la capacidad de la razón humana. Lo cual, ciertamente, no nos
ocurre tratándose de Dios. Pues el entendimiento humano no puede llegar por virtud natural a captar la sustancia
divina, ya que el conocimiento de nuestro entendimiento, según el modo de la vida presente, empieza por los
sentidos. Y, por tanto, todo lo que no cae bajo el sentido no puede ser captado por el entendimiento humano sino
en la medida en que su conocimiento se colige de los sentidos. Los sensibles no pueden conducir al
entendimiento humano a que se vea en ellos «qué es» la divina sustancia, puesto que son efectos que no igualan
la virtud de la causa. No obstante, nuestro intelecto es llevado de los sensibles a un conocimiento divino, de
suerte que conoce de Dios «que existe», y otras cosas que es pertinente atribuir al primer Principio.>>

SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa contra gentiles, (1259-60), lib. 1, cap. 3. Recoge: M. Artola, Textos
fundamentales para la Historia, Madrid, 1968, p. 148.

Lo Primero que hay que hacer es "demostrar" su existencia (no directa o


inmediatamente, pues la Razón natural no alcanza a "ver" a Dios directamente, pues
Dios es un Espíritu Puro imperceptible sensorialmente), sino partiendo de la
existencia característica de los seres creados sensibles (ya que, según Santo
Tomás, el hombre sólo puede conocer racionalmente partiendo de "lo sensible" para
luego abstraer lo inteligible o "esencial"). Una vez "demostrada" su existencia será
posible deducir su esencia o definición (conjunto de propiedades). Estas
"propiedades" son paralelas a las conclusiones de las 5 vías. La esencia divina (en la
medida en que se conoce "racionalmente") sólo podrá captarse "indirectamente" a
través de las cosas creadas. Este conocimiento será conseguido, o bien por
"negación" -de las propiedades de las cosas mundanas-, o bien por "analogía" o
semejanza con las cosas mundanas, pero "superlativizando" las propiedades divinas
("via eminentiae"). Veamos, en primer lugar, la Demostración de la Existencia de
Dios a través de las 5 vías:

1ª Vía. Movimiento. De la Potencia al Acto. Primer Motor.


«La existencia de Dios se puede demostrar por cinco vías. La primera y más
clara se funda en el movimiento. Es innegable, y consta por el testimonio de los
sentidos, que en el mundo hay cosas que se mueven. Pues bien, todo lo que se
mueve es movido por otro, ya que nada se mueve más que en cuanto está en
potencia respecto a aquello para lo que se mueve. En cambio, mover requiere estar
38
en acto, ya que mover no es otra cosa que hacer pasar algo de la potencia al acto, a
la manera como lo caliente en acto, por ejemplo el fuego, hace que un leño, que está
caliente en potencia, pase a estar caliente en acto. Ahora bien, no es posible que
una cosa esté, a la vez, en acto y en potencia respecto a lo mismo, sino respecto a
dos cosas diversas: lo que, por ejemplo, es caliente en acto, no puede ser caliente
en potencia, sino que en potencia es, a la vez, frío [Puede ser caliente o frío, pero
aún no es ninguna de las dos cosas]. Es pues imposible que una cosa sea por lo
mismo y de la misma manera motor y móvil, como también lo es que se mueva a sí
misma. Por consiguiente, todo lo que se mueve es movido por otro. Pero si lo que
mueve a otro es, a su vez, movido, es necesario que lo mueva un tercero y a éste
otro. Mas no se puede seguir indefinidamente, porque así no habría un primer
motor, pues los motores intermedios no mueven más que en virtud del movimiento
que reciben del primero, lo mismo que un bastón nada mueve si no lo impulsa la
mano. Por consiguiente (conclusión), es necesario llegar a un primer motor que no
sea movido por nadie, y éste es el que todos entienden por Dios (escolio)».

2ª Vía. Causalidad eficiente. Primera Causa.

«La segunda vía se basa en la causalidad eficiente. Hallamos que en este


mundo de lo sensible hay un orden determinado entre las causas eficientes; pero no
hallamos que cosa alguna sea su propia causa, pues en tal caso habría de ser
anterior a sí misma, y esto es imposible. Ahora bien, tampoco se puede prolongar
indefinidamente la serie de las causas eficientes, porque siempre que hay causas
eficientes subordinadas, la primera es causa de la intermedia, sea una o muchas, y
ésta causa de la última; y puesto que, suprimida una causa, se suprime su efecto, si
no existiese una que sea la primera, tampoco existiría la intermedia ni la última. Si,
pues, se prolongase indefinidamente la serie de las causas eficientes, no habría
causa eficiente primera, y, por tanto, ni efecto último ni causa eficiente intermedia,
cosa falsa a todas luces. Por consiguiente es necesario que exista una causa
eficiente primera, a la que todos llaman Dios ».
1

Pero el escolio es producto de la fe, no de la demostración racional. Hoy en


día muchos astrofísicos plantean el origen del universo y concluyen que el universo
debe partir de la Materia, pero no “lo llaman Dios”.

3ª Vía. Necesidad y contingencia. Ser Necesario por sí.

1Ni que decir tiene que el planteamiento que hace Sto. Tomás del concepto de
causalidad es abstracto y metafísico. El concepto de causa no tiene sentido fuera de
un “contexto” o Armadura y sin un Esquema de Identidad Sintética en el que
desenvolverse. Sólo así se evita la “recurrencia hasta el infinito a causas
anteriores”.... Además hay que distinguir entre “determinación” y “causalidad”.
39
« La tercera vía considera al ser posible o contingente y el necesario, y
puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no
existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto,
hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los
seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no
ser hubo un tiempo en que no fue. Si pues todas las cosas tienen la posibilidad de no
ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco
debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más
que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que
empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa
evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o
contingentes, sino que, entre ellos, forzosamente ha de haber alguno que sea
necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no
la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al
tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas contingentes, es
forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la
causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo que
todos llaman Dios ».

4ª Vía. Grados de perfección. El Ser Perfecto.


« La cuarta vía considera los grados de perfección que hay en los seres.
Vemos en los seres que unos son más o menos buenos, verdaderos y nobles que
otros, y lo mismo sucede con las diversas cualidades. Pero el más y el menos se
atribuye a las cosas según su diversa proximidad a lo máximo, y por esto se dice lo
más caliente de lo que más se aproxima al máximo calor. Por tanto, ha de existir algo
que sea verísimo, nobilísimo y óptimo, y por ello, ente o ser supremo; pues, como
dice el Filósofo ((Aristóteles)), lo que es verdad máxima es máxima entidad. Ahora
bien, lo máximo en cualquier género es causa de todo lo que en aquel género existe,
y así el fuego, que tiene el máximo calor, es causa del calor de todo lo caliente,
según dice Aristóteles. Existe, por consiguiente, algo que es para todas las cosas
causa de su ser, de su bondad y de todas sus perfecciones ((y a ésta la llamamos
Dios))».
Esta vía tiene que ver con lo que Aristóteles llama “causa formal” (que recoge
componentes objetivo ideales de las ideas de Platón). El problema es, como dijimos
al hablar de la demostración de San Anselmo, que no se determina
“sincategoremáticamente” de qué tipo de “perfección” se habla, pretendiendo que
hay un ser (que, supuestamente, debería poseer cualidades “personales”,
prolépticas) que recoge las perfecciones de todos los tipos de categorías de ser, que
es modelo de “ser”.

5ª Vía. La finalidad, el orden. El Fin Supremo como Ordenador.

40
« La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que
cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin,
como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma
manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no
van a su fin obrando al acaso ((por azar)), sino intencionadamente (como personas o
seres conscientes)). Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si
no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la
flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y
a éste llamamos Dios » (Suma Teológica, I-II, q.2, art. 1-3).
1

En esta vía Santo Tomás parte de lo que Aristóteles llama “causa final”, y
considera al universo como una especie de “obra” (artificiosa, proléptica) realizada
por un demiurgo (artesano) todopoderoso (que incluso crea de la nada la materia
con la que construye el mundo). El Cristianismo coloca en la “mente” de Dios las
formas (ideas, modelos) de Platón y la materia no la considera preexistente (para
evitar restar poder a Dios, pues la materia es “potencialidad” de ser), sino creada por
Dios de la Nada (no de sí mismo, para evitar el Panteísmo). Como vemos, Santo
Tomás lleva a cabo una Analogía en que se rompen las relaciones analógicas, pues
entre Dios y un artesano efectivo (humano) hay una distancia infinita. De hecho,
como sugirió Nicolás de Cusa, la “figura personal” se desintegra cuando se llevan al
límite infinito sus propiedades (como el círculo que se transforma en algo muy
distinto, una recta, cuando se lleva al infinito su radio).
(como el cántaro que hace un
Como vemos, todas la vías acaban con la frase "y a éste llamamos Dios".
Pero, como algunos le critican, eso no es algo evidente para todo el mundo, ni algo
que se derive de la argumentación tomista. Esa coletilla (escolio) es algo que pone
Tomás sin que se derive racionalmente en la demostración. En los escolios
presupone la identidad entre lo concluido (por ejemplo un "primer motor") y Dios. Un
Dios con cualidades reveladas que son incompatibles con la Racionalidad, pues,
como dirá en otro lugar, el verdadero conocimiento de Dios se alcanza no por
razones naturales, sino por "razones" que desbordan el mero razonamiento que
puedan llevar a cabo los hombres:
«por la Gracia [sobre-natural: sobre-racional] adquirimos un conocimiento de
Dios más perfecto que por la razón natural...» y es la Gracia la que: «hace que le
1Los Testigos de Jehová, actualmente, también pretenden demostrar la
existencia de Dios basándose en esta característica de la “prolepsis” de la conducta
aplicada al universo entendido como “obra de Dios”. El problema es que El universo
no es como una casa (proléptica, obra intencionada…) ni Dios una persona (que es
lo que habría que demostrar). De forma genérica se podría decir que Santo Tomás
parte en las tres primeras vías parte de algo “físico” y concluye que Dios (una
superpersona) es su causa. En las últimas vías parte de conceptos más
relacionados con la “persona” (beta-operatorios) y pretende extenderlos al universo
físico (como se hacía en los mitos al personalizar la naturaleza). Mezcla una
causalidad “física” y una “intencional”, proléptica.
41
conozcamos mejor, porque pone a nuestro alcance más y más perfectas obras
suyas, porque merced a la revelación, le atribuimos propiedades que la razón no
alcanza a conocer como la de ser uno y trino ».
1

2.6.b. LA CREACIÓN y la ciencia de Dios

Una vez "demostrada" (según Santo Tomás) la existencia de Dios y su


esencia, Tomás trata de averiguar cómo hizo Dios el mundo, «las operaciones
divinas».
El Dios de los Cristianos es abiertamente distinto al de Aristóteles, aunque
Tomás pretenda asemejarlo a éste. El Dios de Aristóteles no tiene nada que ver con
el mundo, se piensa a sí mismo (es el "limite" de la idea de Personalidad o
Conciencia), no sale de sí mismo, pues nada le mueve a actuar (es Acto Puro
inmóvil). Santo Tomás tratará de evitar esta separación entre pensar y actuar
diciendo que Dios produce las cosas (partiendo de la "nada" como material) a la vez
que las conoce o piensa:

«Dios produce las cosas por su entendimiento, ya que su ser es su


entendimiento, es necesario que la ciencia sea causa de las cosas en cuanto lleva
adjunta la voluntad».
Dios es "causa eficiente" (también final y formal) de las cosas, pero no
"causa material", pues, de lo contrario, se caería en el Panteísmo (todo sería divino).
Las cosas son creadas al ser pensadas. Y la creación es voluntaria o libre, pues no
era necesario que Dios crease el mundo. Dios "entiende" lo que "quiere" y "quiere" lo
que "entiende". Además «el mundo no es producto del acaso, sino fabricado por
Dios, que obra por entendimiento», lo que implica que «en el entendimiento divino
exista la forma a cuya semejanza fue hecho el mundo, y esto es lo que entendemos
por idea». La Causa formal del mundo, los Patrones o Formas respecto a las cuales
fueron hechas las cosas, están en la Mente de Dios (se podría decir que el Mundo
de las Ideas de Platón no es externo a Dios, sino que dichas ideas son su propia
esencia ):
2

1Propiedades “no personales”, sino abstractas y del Dogma religioso.


2recordemos que el mundo sensible de Platón fue hecho por el Demiurgo
partiendo de Ideas externas a éste, y de una materia igualmente externa. Tomás
conserva la exterioridad de la materia respecto a Dios (con la gran peculiaridad de
que viene de la Nada), pero introduce las Formas en Dios.
42
«Existen en la sabiduría divina las razones de todas las cosas, a las que
hemos llamado ideas, o sea, formas ejemplares existentes en la mente divina.
Estas, aunque se multipliquen no son, sin embargo, algo realmente distinto de la
esencia divina, según que su semejanza [analogía] participase de diversas maneras
por los diversos seres».

Sólo podemos hablar de Ideas en Dios. Por tanto la Verdad tiene en Dios su
único fundamento.
La Infinitud es algo Actualizado en Dios, por eso Dios es considerado como
Perfecto y Omnipotente. Para los griegos, sin embargo, lo infinito no es algo
aplicable a la "cualidad" (y menos a la "personalidad"), sino que sobre todo se aplica
al plano de la Cantidad, de la magnitud, significando algo "indeterminado", sin límites,
pura "potencialidad", Imperfección (lo contrario del Dios Cristiano).

Respecto a en qué momento fue creado el mundo, Santo Tomás respeta a


los Teólogos mahometanos (Avicena, Averroes) que mantienen, como Aristóteles,
que el mundo es Eterno, por lo que fue creado en la Eternidad. Según Tomás esta
versión es tan razonable como la de San Buenaventura que cree que el mundo tiene
un comienzo en el tiempo, por lo que:
«En consecuencia, que el mundo haya tenido un comienzo, es objeto de la
fe. No es objeto de demostración ni, por tanto, de la ciencia...La fe sólo establece
que el mundo no ha existido siempre: de ello no se pueden dar más pruebas que las
que puedan darse para demostrar la existencia de la Trinidad»

Si Dios es Bueno, ¿Cómo es posible que haya mal en el mundo?


Santo Tomás justifica esta pregunta diciendo que en el mundo hay una
graduación de los seres: «Dios hizo, por consiguiente, el universo perfectísimo en
conjunto, en cuanto era compatible con la naturaleza y fin de la criatura; pero no hizo
cada criatura absolutamente perfecta, sino unas más que otras» «...porque no sería
perfecto el universo si en las cosas hubiese un solo grado de bondad»
Hay una graduación (como en el emanantismo neoplatónico, pero partiendo
de la nada…) entre los seres.

2.6.c. EL PROBLEMA DEL HOMBRE

43
Los ángeles son la cúspide de lo creado. La definición de los ángeles
permitirá situar respecto a ellos al hombre. El ángel es totalmente incorpóreo; el
hombre no. El ángel no está compuesto de materia y forma; el hombre sí (y cuando
el hombre perece, la sustancia formal -espíritu y alma racional- abandona el cuerpo).
Los ángeles son de distintas especies; el hombre pertenece a la misma. El
Entendimiento acerca bastante al hombre respecto a los ángeles, pero éstos poseen
un Entendimiento mucho más perfecto (por no partir de lo sensible).
Si el hombre posee sustancia material -cuerpo- y formal 25 ¿qué es lo que
"diferencia" a un hombre de otro hombre (a Juan de Pedro). Aristóteles no llegó a
contestar adecuadamente a esta pregunta, pues lo más característico de ambos
sería el pertenecer a la "especie" hombre (animal racional, etc.) equivalente a la
"sustancia segunda" de ambos (cuya definición esencial se consigue por "género
próximo" y "diferencia específica"). Por tanto la "diferencia" última es la referida a la
especie (que permite distinguir a un caballo de un hombre) pero no habla claramente
de "diferencias" individuales que permitan distinguir esencialmente a un Individuo de
otro (pues, en el fondo, Aristóteles ve a la Especie, en cuanto Patrón Formal, como lo
más esencial o sustancial de los individuos, siendo las características particulares
-ser rubio o moreno, etc.- meras "cualidades accidentales" expresadas a través de
las restantes categorías).
Santo Tomás no puede mantener esta equiparación indiscriminada entre los
distintos Individuos, pues cada hombre, creado por Dios 261, es bueno o malo y se
salvará o no, por lo que la idiosincrasia de cada individuo es fundamental. Cada
hombre es querido por Dios individualmente, no como especie.
Santo Tomás, por lo tanto, dirá que la Forma no es Principio de
Individuación (pues no diferencia a unos individuos de otros), sino que más bien lo es
la Materia "determinada por la cantidad" (signata quantitate). Pero en la medida en
que la "materia" es "materia segunda" (pues la materia primera es pura
"indeterminación" sin cualidades, por lo que no puede servir para "determinar" nada),
entonces ya dice referencia a una forma (la carne posee ya cierta conformación,
como la madera antes de ser tallada como estatua -cualquier synolón, ser real
concreto, es materia y forma-). Por consiguiente no queda del todo explicada la
"individuación", pues se vuelve a apelar a una forma supraindividual [Duns Scoto,

126sobre todo en su Espíritu, o Alma Racional, que es el equivalente a la


Forma. La materia de cada individuo es reproducida por los padres a través de la
"generación", pero el alma es creada por Dios "individualmente" para cada hombre.
Un problema derivado de aquí es el saber cuándo crea dios el alma de cada
individuo, ¿en el momento de la concepción? ¿antes de nacer? ¿después de nacer?
¿al nacer? ¿a los 3 meses? ,etc. La Iglesia ha cambiado de opinión, a este respecto,
varias veces a lo largo de su Historia. Esto es fundamental para delimitar si el Aborto
es un "asesinato" o no (problema ligado también a la diferenciación entre individuo y
persona). Actualmente, valiéndose de la ciencia de la Biología, la Iglesia dice que el
individuo es Persona desde la formación del Cigoto (pues liga el concepto de
Persona a la recepción, en ese momento, del Espíritu).
44
dentro de la polémica de negación de los "universales" -especie, género, etc.-
apelará a una "forma concreta" para cada sujeto: la "haecceitas" (de "haec: éste),
pero esta conlleva el problema de saber si la "ciencia" es un saber de "lo particular",
o más bien de "lo universal" como opinan Santo Tomás y Aristóteles –que aún no
conocen la idea de “función”].

La Teoría del Conocimiento de Santo Tomás será una consecuencia de


esta concepción de la Materia y la Forma (como en Aristóteles).

Según Santo Tomás, "nada hay en el entendimiento que antes no haya


estado en los sentidos", es decir, la "génesis" del conocimiento empieza en los
"sentidos" que nos permiten percibir colores, sabores, etc. Pero ¿Se reduce el
"conocimiento esencial" a su génesis sensible? Recordemos que Aristóteles habla
de un Entendimiento pasivo que parece "recibir" (como una película fotográfica, o
una "tabula rasa" de cera) las "imágenes sensibles" de los objetos. Pero para captar
la "forma universal" (esencia) de algo es preciso la intervención del Entendimiento
Agente (propio de "especialistas avezados") que capta lo universal de lo sensible
concreto (lo que hace, por ejemplo, que "este animal" sea un hombre, en vez de un
mono). Separa el Entendimiento agente de toda "sensación" -separa la Forma de la
Materia-.
Santo Tomás, en vez de apelar al Entendimiento Agente como una
capacidad típica del "especialista avezado" que capta la "especie" o "forma esencial",
apelará a dicho entendimiento diciendo que tiene la capacidad de abstracción. Y
aquí ya no hay mera "receptividad" pasiva que dependa de los "sentidos" (o del
sentido común, o de la Imaginación que recibe imágenes: fantasmas – de “faino”:
aparecer-) o del Entendimiento pasivo, que sólo recibe los aspectos más genéricos
de las imágenes concretas, sino que el Entendimiento agente "abstrae" activamente
la Forma esencial Universal de los objetos. Así el Entendimiento pasivo se podría
decir que sólo capta la "materia" del conocimiento (sensaciones), y en dicha materia
"re-conoce" la impresión de la "forma" que previamente ha debido captar el
Entendimiento Agente. El Entendimiento Agente es el abstractor de la "forma", que
está separada de la materia, es la facultad que más nos aproxima a los ángeles.
El problema, con todo, mantiene los mismos matices que en Aristóteles. Si la
forma es Universal, cómo se conocen los individuos esencialmente, qué hay de
esencial en ellos, es decir, cómo es posible captar la ”forma” partiendo de las
sensaciones? Hasta que no se parta, en la Edad Moderna, del concepto de
“función” no se comprenderá cómo se vinculan universalidad e individualidad.

45
2.6.d. MORAL Y POLITICA. Leyes “naturales” y
“sobrenaturales”

La Moral de Santo Tomás es, en lo que se refiere al gobierno humano


natural, Eudaimonista, como la de Aristóteles. Pero hay una diferencia radical entre
ambos: la introducción del aspecto sobrenatural, por encima del natural, por parte de
santo Tomás: la moral «es un movimiento de la criatura racional hacia Dios». Dios es
el último Fin del hombre. Esto, sin embargo, no significa para Santo Tomás que Dios
mate la voluntad libre del hombre.
El hombre es libre de guiarse por Dios o no. Dios sólo "ayuda" a que el
hombre acepte libremente la Gracia que le lleve a Dios (Fe).
Respecto al hombre como "ser social", no sólo individualmente, Santo
Tomás dice que la Justicia o el Amor entre los hombres deriva de Dios, es una
expresión de Amor a Dios. La ley "positiva" de la ciudad debe ser una concreción de
la Ley moral natural. Pero esta ley moral natural en el fondo es "sobrenatural",
pues está impresa en el corazón de los hombres por Dios.
Por esto la Iglesia debe estar por encima del Estado, pues lo Sobrenatural
está por encima de lo Político positivo.
En cuanto a las formas de Gobierno admite (como Platón y Aristóteles):
-Buenas: Democracia observante de la ley, aristocracia y monarquía.
-Malas: Democracia demagógica, oligarquía y Tiraría.
La Monarquía es la mejor, pues proporciona unidad, y es más "natural"
(entendiendo la Naturaleza como la expresión de la Ley de Dios, y por lo tanto,
como algo Sobrenatural, sobrerracional), pues rige al pueblo como la cabeza al
cuerpo, o la reina a las abejas (o el Papa único a la Iglesia militante). Pero como no
es fácil conseguir un monarca bueno, dicho poder debe ser moderado por
magistrados elegidos por el pueblo: lo que en términos modernos equivaldría,
aproximadamente, a una Monarquía parlamentaria (aunque como ya hemos visto la
clasificación de Aristóteles de los Sistemas de Gobierno es muy vaga y confusa).
Con Todo sigue admitiendo la "esclavitud" (desde la concepción de la
“justicia” de su época –dar a cada uno lo suyo-): es natural que «uno sea el fin que
conviene a los hombres libres y otro el que conviene a los esclavos, ya que el
hombre libre es causa de sí mismo, mientras el esclavo es en todo su ser cosa de
otro»
Para concluir diremos que en Santo Tomás se da el intento de llegar al
máximo adonde puede llegar la razón en los problemas que conciernen al orden
religioso, no descuidándose ni el más mínimo detalle; así, por ejemplo, es
extremadamente meticuloso al tratar de averiguar si en la Resurrección de la Carne

46
(del Cuerpo) los hombres tendrán que presentarse ante Dios con uñas, dientes, y
demás partes perdidas a lo largo de la vida.

47
2.7. Texto de la Summa Teológica (moralidad)

Antes de abordar las cuestiones de las leyes, el aquinate ha tratado multitud


de cuestiones ligadas a la Moralidad del ser humano.
Así afronta la explicación del fín último del hombre (la felicidad o
Bienaventuranza que consistiría en la "visión de Dios", pues es el Bien universal y
común de todo). Los hombres, como tales, obran por fines (propios: son fines
ordenados por sí mismo, libremente).
Luego se plantea las cuestiones relativas a los Medios para alcanzar dichos
fines. Dichos medios están representados por los "Actos" (actualización de las
potencias -disposiciones- naturales y de las disposiciones adventicias, que son
difíciles de mudar). Cabe hablar de actos como "acción", propiamente dichos, que
proceden de principios, y de actos como "pasión", que se dirigen a un término cuyo
principio no es uno mismo. El acto humano voluntario (apetito racional, guiado por
el conocimiento de la razón) es el sujeto de la Moralidad (propio de los hombres, no
de los animales).
Los actos comunes con los animales son las "pasiones" (del alma).
Los componentes de dicho acto son múltiples, y es preciso tenerlos en cuenta
para dilucidar si dicho acto es voluntario realmente, o si bien es más bien involuntario
-como las "circunstancias"- (T. II, p. 93):
1. De los Actos propios de la voluntad (querer) diferencia: A) Respecto al Fin
distingue Santo Tomas la volición (la simple voluntad, el motivo de la voluntad y el
modo de ser movida), el gozo o fruición y la intención. B) Respecto a los Medios
distingue la elección (en sí misma, el consejo), el consentimiento y el uso. La
voluntad está limitada por la ignorancia y la violencia (siempre que no sean
"voluntarias" -no evitadas de manera voluntaria-)
De los Actos Imperados por la voluntad (que mueve la voluntad mediante
otras potencias, por ejemplo motrices: una cosa es querer hacer algo y otra hacerlo –
obras-) trata El Imperio.
Luego también trata de la bondad o malicia de los actos humanos.
A continuación trata el Angélico de las Pasiones del alma (y emociones), que
son actos secundarios (por participación) comunes al hombre y a los animales. Sus
facultades son el apetito concupiscible y el irascible. Pero si se acompañan de
libertar y razón pueden dar lugar a virtudes morales (buenas). Las pasiones las
considera Tomás en su aspecto psicológico y en su lado moral. Dentro del apetito
concupiscible considera el amor (y su contrario: el odio), el deseo y su contrario la
huida y el placer (o la alegría) y su contrario, el dolor (o la tristeza). Del apetito

48
irascible trata la esperanza y la desesperación, la audacia y el temor, y la ira. Dentro
de las pasiones distingue Santo Tomás su lado material (orgánico, conocido poco en
su época) y el "formal" (anímico). El santo realza el lado "voluntario" y moral de las
pasiones, su "dominio" (como en política, no servil ni despótico) sobre el apetito
sensitivo, mediante el juicio estimativo de la cogitativa o "ratio particularis" (p. 221).
Luego trata Santo Tomás de los Hábitos (buenos: virtudes, y malos: vicios y
pecados, en términos teológicos). Los hábitos son modos cualitativos de ser ((o
estar, diríamos en español, muy ligados a las costumbres cuando se dan
socialmente)). En la Cuestión 49 trata sobre el hábito como cualidad. Hábito y
disposición (naturales o adventicias) son cualidades. Los hábitos son fácilmente
mudables (corrompibles, etc,) y las disposiciones difíciles de mudar (naturales, para
estar en potencia o en acto).
Para Santo Tomás el modo o determinación del sujeto en su ser accidental
puede entenderse o bien en orden a la misma naturaleza (cualitativa) del sujeto, o
bien según la acción y la pasión que derivan de los principios de la naturaleza,
materia y forma, o bien según la cantidad.
El modo y determinación del sujeto en orden a la naturaleza de la cosa nos da
la primera especie de cualidad, que es el hábito y la disposición, pues, como decía
Aristóteles, “los hábitos son las disposiciones de lo perfecto para lo óptimo; y llamo
perfecto a lo que está dispuesto conforme a la naturaleza". La misma forma y
naturaleza de la cosa es el fin y la causa de que algo se haga, por lo que tiene
relación con el bien o el mal, y con la dificultad para moverlo.
2. El hábito es una disposición según la cual alguien se encuentra bien o mal
dispuesto (respecto de las pasiones). Cuando tiene un modo conveniente a la
naturaleza de la cosa, entonces es bueno. De lo contrario es malo.
En los hábitos importa la permanencia más o menos segura. Si alguien posee
la ciencia (virtud dianoética) imperfectamente, de modo que pueda perderla con
facilidad, entonces no sólo debe preocuparse por mejorar lo que sabe, sino por evitar
perderlo.
3. El hábito está ordenado al acto, a conseguir que la potencia se actualice.
Todo hábito ligado a alguna potencia (anímica) es importante en relación a los actos.
Por eso importa la división de los hábitos en Buenos y Malos; y éstos en
fácilmente mudables (sin figura acabada y perfecta) y permanentes.
Pero no basta con un solo acto realizado para que se haya constituido el
hábito que mira a dicho acto (como medio para un determinado fin). Son precisos
muchos actos (para que haya "constancia" en el comportamiento personal). En los
hábitos es importante la remoción de obstáculos para alcanzar su constitución.
4. El hábito es necesario en aquellas potencias (en las sensitivas no
directamente) que pueden ordenarse de diversos modos a obrar (es decir cuando
el fin puede obtenerse por diversos medios). La voluntad es una potencia de este
tipo, sobre la que cabe aplicar los hábitos.
49
A continuación trata Santo Tomás de la Ley (en general y en particular) y de
la Gracia (con la que dios nos ayuda, más allá de la instrucción de otras leyes).
5. Las leyes, por el contrario, son principios extrínsecos a la voluntad (hasta
que se asimilan sus fines). Aunque son principios extrínsecos, de “manera habitual”
acaban interiorizándose, asimilándose “internamente”.

La cuestión 94
de la parte "primera de la segunda" (parte I-II), versa sobre La Ley Natural
(que está relacionada con lo que con el tiempo se ha convertido en parte del
"derecho de gentes" o "Derecho Natural" o "Los Derechos Humanos"). Dicha
cuestión está dentro de un conjunto de cuestiones pertenecientes al Tratado de la
Ley en General (cuestiones 90-97)
Si ya en Aristóteles (y antes en Platón) apreciamos la necesidad de las
leyes de la Comunidad política como norma o regla directiva que "perfeccione" la
naturaleza racional del hombre (dirigiendo hacia el "bien común" de la comunidad las
distintas clases sociales y sus respectivas virtudes), con Santo Tomás esta
necesidad sigue manteniéndose, pero subordinada a otra dimensión que los griegos
no consideraron: la dimensión "espiritual" del hombre, la vida en Gracia de Dios.
El hombre, para los cristianos no sólo es un sujeto que precise de "virtudes
prometeicas" y "herméticas" que constituyan una "segunda naturaleza" que, a través
de la razón, complete su incapacidad "natural" (animal), sino que además, su propia
naturaleza racional se vió seriamente "degenerada" al principio de su creación
(Adán y Eva) por culpa del "pecado original", sugestionado exteriormente por el
demonio. El hombre fue creado por Dios para disfrutar de una vida perfectamente
racional y "bienaventurada" (que le permitía captar la misma esencia de la verdad
divina), pero tras el pecado original su naturaleza sensitiva (deseos, pasiones) se
desvió de su cauce racional perfecto, y le conduce fácilmente al pecado. Sólo con la
ayuda "sobrenatural" de la Gracia divina (el don de la Gracia que se manifiesta
con la Fe) puede el hombre volver a ser "bienaventurado" (feliz) y alcanzar su
último Fin que es Dios. Sólo ordenando su vida a Dios puede el hombre salvarse.
6. Las acciones humanas (voluntarias) tienen unos principios interiores y
unos principios exteriores.
Los “Interiores” se manifiestan en la Virtud (que es una especie de Segunda
naturaleza que encauza las acciones racionalmente), pero que muchas veces es
impotente por sí misma para formarse en los individuos.
Los principios "exteriores" según Santo Tomás son de 3 tipos:
a) La Tentación, por la que el Diablo inclina al mal (como en el pecado
original); b) La Ley, por la que Dios instruye al Bien, aunque cabe desviarse de tal
instrucción y entonces uno se deja "guiar" por el "fomes" o por la pasión irracional
50
(ley del pecado original, y del pecado en general) que es "ley" en el sentido de que
se constituye en una "desviación" del bien absoluto de manera habitual (y puede ser
un "bien", en el sentido relativo" de ser un "buen ladrón", que sabe con pericia
cometer sus fechorías); c) La Gracia (sobrenatural) por la que Dios ayuda a
alcanzar el Bien.
7. Dentro de la Ley, santo Tomás distingue entre :
7.1. La ley eterna (que es la ley Impresa en todas las obras de la creación, y
que Dios previó con su Providencia, tanto en las cosas naturales (leyes de la
naturaleza física (especulativa, teórica) celestial y terrestre, en las plantas y los
animales), como en las acciones humanas "racionales", ordenadas o desordenadas
respecto a Dios, pero que son obra de Dios, y en ese sentido " participan" de él como
la obra del arquitecto que la planifica (y a través de estos "efectos" podemos llegar a
saber algo de Dios, pero no a comprender su esencia). Todo (especialmente lo
racional) deriva de la ley eterna. Y el bien y el mal son lo conforme o desordenado
respecto a la ley eterna. La ley eterna es fundamento moral (impreso) de toda ley (no
sólo de las "divino-positivas", de palabra o escrito, sino de toda ley impresa en la
creación y, por lo tanto, en el alma natural del hombre también).
7. 2. La Ley Natural (humana, práctica) (questio 94), que está impresa en
todos los hombres, tanto en los “creyentes” (o "agraciados", que podrán ser
"bienaventurados" de forma perfecta y plena) y "gentiles" (los que no disfrutan de la
Gracia de Dios, pero que poseen "razón", a diferencia de los animales). Esta ley se
asemeja a los primeros principios indemostrables del conocimiento científico (de la
razón "especulativa" como luego dirá Kant), y son principios que están detrás de los
"silogismos prácticos". Estos principios no son "innatos" (conocidos al nacer), sino
"tendencias o inclinaciones naturales al bien moral", en la medida en que expresan la
"participación" de la ley eterna divina en el hombre.
Por tanto, aunque la ley natural humana (práctica) es un principio
extrínseco del actuar humano, sin embargo está “impresa” en el alma de tal
forma que se puede llegar a asimilar “de manera habitual”.

Ley eterna: Ley natural especulativa, teórica (física, cósmica) y ley natural
práctica (humana, moral y política)
[Desde el materialismo filosófico distinguimos en el “espacio antropológico” en
el que se desenvuelven los hombres 3 sectores o ejes: el eje radial (en que se
analizan las relaciones del hombre con la naturaleza impersonal), el eje circular (en
que se analizan las relaciones del hombre con otros hombres), y el eje angular (en
que se analizan las relaciones del hombre con otros sujetos “personales” pero no
humanos –númenes-: Dios, ángeles, demonios, extraterrestres y “animales
numinosos”. Por lo tanto dividimos el ámbito de la “ley práctica” tradicional en dos
ejes].

51
Las tres tendencias naturales, origen de los tres preceptos (leyes) básicos
son: a) la conservación del ser humano; b) la tendencia al bien de la especie humana
o a la procreación o educación de la prole (matrimonio uno e indisoluble, según
Santo Tomás, que rechaza como tendencias contra natura la poligamia, etc. ); y
tendencias al conocimiento de la verdad y a la vida social (totalidad atributiva). No es
que estas inclinaciones sean "leyes" (también caben leyes del pecado), sino que la
Sindéresis lee e interpreta estas inclinaciones hacia un bien racional como leyes
primarias del orden moral, y que se resumen en el principio formal que expresa dicha
sindéresis (genérica): <<el bien conforme a la razón debe ser hecho, y el mal,
evitado>>. Pero la razón puede avanzar hacia nuevos preceptos que desarrollan la
ley "natural".
7. 3. La ley Humana (positiva) que es "guía" o regla de actuación forjada por
el propio hombre, y que será Justa si mira por el "bien común" y está, por tanto,
confeccionada con la razón. Según el tipo de "sociedad" que se considere así será la
ley como regla de su "bien común" que integra a los individuos (como totalidad
Atributiva).
Las fuentes de las que parte Santo Tomás en esta temática son sobre todo
la Ética y la Política de Aristóteles, y las obras de juristas romanos (como Tulio
Cicerón), leídos a través de San Isidoro de Sevilla (Etimologías). La ley natural no
alcanza a regular todo el espectro de la vida social humana (y que aún con las leyes
positivas tampoco se alcanza, como muestran las leyes "permisivas"). Las leyes
humanas serán determinaciones "artesanales" (artificiales, como las del artista) de
las exigencias de la "razón natural", con lo que santo Tomás no admitirá toda ley
"positiva" (promulgada de palabra o por escrito) como "justa", sino que, si es
contraria a la razón del "bien común", cabe su desobediencia y propuesta de
"cambio". Pero el problema es determinar dicha racionalidad (cuestión que no afronta
dialécticamente el propio Santo Tomás).
7. 4. La ley Divina. Esta se diferencia (como la potencia y el acto, por su
grado de perfección) en la Ley antigua (la del Antiguo Testamento, cuyo impulso es
sobre todo el "temor" al castigo, propio de los sujetos "inmaduros", que muchas
veces se apartar de los fines racionales), y la Ley Nueva (la del Evangelio, cuyo
Impulso o "fuerza de obligar" proviene sobre todo del Amor, pues es propia de
sujetos "maduros" espiritualmente). La Ley divina es "regla" del "bien común" de la
comunidad "sobrenatural" de los creyentes (la Iglesia Militante y Triunfante que
vimos en San Agustín, que es una totalidad metafinita peculiar ).
1

7. 5. La ley del Pecado Original o del Fomes (del latín fomes-itis: causa que
promueve o excita o fomenta una cosa), que aunque es "natural", después del
pecado original (por culpa del diablo) se puede convertir en una "legalidad
desordenada" respecto a la razón: irracional; y por eso es la ley de todos los vicios o
pecados (cuya raíz está en el original). Para la filosofía griega (en general), o para un
ateo, vicio y pecado no son lo mismo. Pero para los cristianos todo vicio va contra la
1 En los mosqueteros de A. Dumas se recoge también la totalización metafinita
del individuo personal en la sociead: "Todos como uno" y "uno como -para- todos".
52
"ley de Dios" (contra Dios, creador "monoteísta" de todas las cosas, de la
Naturaleza), y en ese sentido el vicio es considerado como "pecado" también
(“contra natura”).

2.7.1. La cuestión 90: De la esencia de la Ley

La ley no es una potencia de la razón, ni un hábito (en sentido propio) de la


misma (las virtudes), ni su acto, sino que es una "regla" o "norma" (dirección,
medida) de la acción humana: <<Hay que decir que la ley es una regla o medida de
nuestros actos según la cual uno es inducido a obrar o dejar de obrar; pues ley
deriva de ligar; porque obliga en orden a la acción. Ahora bien, la regla y medida de
nuestros actos es la razón>>. La ley no es un hábito (virtud como algo similar a una
segunda naturaleza), sino una regla que conduce las acciones "de manera habitual"
hacia la virtud (si es razonable), o hacia el vicio (si es "desviada" respecto a esa regla
o "canalización" o "vía" racional). Así la Ley, en general, es una guía para la acción.
Si la ley es racional contribuirá a alcanzar la virtud, según los distintos tipos de
virtudes "sociales" que caben (aquí santo Tomás no diferencia explícitamente entre
totalizaciones distributiva y atributivas, entre ética y moral, y además mezcla justicia
con eutaxia política, que es una conformación sintáctica de las partes "desiguales"
del todo atributivo que conforman el Estado). Las leyes escritas suelen recoger esas
reglas de acción que se "han hecho habituales" y se manifiestan en las "costumbres"
(morales).
La ley tiene como objeto (fin) primero y principal el orden al "bien común", y
corresponde a la "multitud" (multitudo, todo el pueblo), o alguien que haga sus veces.
La Institución de la ley pertenece a todo el pueblo o a la "persona pública" (no
privada) que tiene el cuidado del mismo. El representante de la autoridad es
siempre de la Totalidad (lógica), no de "mayorías" o partes. Sólo así puede tener la
ley "fuerza coactiva" para inducir con eficacia a la virtud. (X Etica 1180 a 20)
El bien del individuo está subordinado, como dijo Aristóteles, al "bien común"
de la "Sociedad" (política, sobre todo, en que se perfecciona).
La ley debe ser promulgada (aunque su esencia no está en dicha
promulgación), para tener fuerza de ley (indicadora). La ley natural, según el
aquinate, puede conocerse por el hombre pues está impresa o implantada en su
mente (y en los efectos de sus obras: ley eterna). La promulgación da validez a la ley
en cuanto se conoce por uno mismo o puede conocerse por medio de otros (luego la
"dejación" sería punible). La promulgación actual se extiende al futuro merced a la
escritura que es como una continua promulgación (San Isidoro: ley -lege- proviene
de leer -legere-, porque está puesta por escrito).

2.7.2. Cuestión 91: De las distintas clases de leyes

53
La ley eterna es la ordenación al gobierno de Dios de todo lo que él
previamente conoce. Dicha ley está escrita (metáfora) o "promulgada" en la obra del
universo (metáfora muy utilizada en el Renacimiento) y en el "libro de la vida".
La ley natural se da en el hombre de una manera "racional" (no como en las
bestias, en que se da de manera irracional, o en los hombres que se desvían de
dicha ley: los viciosos). Mediante la ley natural cada uno entiende y es consciente de
lo que es bueno y malo. El hombre participa de la "regla" de la divina providencia no
como "causa", sino como efecto de su "obra" (pues todo, incluido el hombre, es obra
de Dios). Esta participación de la ley eterna en la criatura racional es lo que se llama
ley natural, que ha quedado impresa en nuestras mentes como "luz de la razón
natural", es la impresión de la luz divina en nosotros.
Las disposiciones "particulares" de la ley natural descubiertas por la razón
humana reciben el nombre de "leyes humanas" (positivas). Por esto Tulio Cicerón
<<dice en Retórica que en su origen el derecho procede de la naturaleza; luego,
con la aprobación de la razón, algunas cosas se convirtieron en costumbres;
finalmente, estas cosas surgidas de la naturaleza y aprobadas por la costumbre,
fueron sancionadas por el temor y el respeto de las leyes>>. Y añade Santo Tomás
<<La razón humana no puede participar plenamente del dictamen de la razón divina,
sino sólo a su manera e imperfectamente>> (si no se da la Gracia). Por la razón
natural conocemos algunos principios generales del orden práctico , pero la razón
humana debe sancionar leyes particulares, siendo regla y medida de las acciones
(práctica):
<<La razón práctica versa sobre lo operable, que es singular y contingente, y
no sobre lo necesario, como la razón especulativa. Por eso las leyes humanas no
pueden alcanzar aquella infalibilidad que tienen las conclusiones científicas
obtenidas por demostración. Aunque tampoco es necesaria que toda medida sea
absolutamente infalible y cierta, sino sólo en cuanto a su género>> (Ver el origen de
los dos planos de Kant, aunque Kant no ve que se trata de 2 momentos
-determiación y libertad- disocialbles, no de dos "reinos" separados).
Además de la ley natural y la ley humana, <<era necesario para la
dirección de la vida humana contar con una ley divina>> Porque el hombre está
ordenado a un fin sobrenatural (bienaventuranza: volver a Dios, ver a Dios
esencialmente), porque así se evita la incertidumbre de los juicios humanos y sus
"contradicciones" (gracias a la Infalibilidad de "ley divina"..), porque así dirige no sólo
los movimientos "exteriores" del hombre (conducta visible), sino también su
conciencia interna (aquí cae el angélico en mentalismo, al suponer que la mente es
"interna" y la conducta algo externo, cuando en realidad la conducta es parte de los
pensamientos, expresados a través de la musculatura de relación), porque así se
pueden castigar o prohibir todas las acciones malas (externas o internas: pecados de
pensamiento y omisión, no sólo de obra o palabra).
La ley divina (positiva) se da de dos maneras: como antigua y como nueva.
Pero sólo por el amor infundido por Cristo en los hombres (frente a lo que dicen los
judíos, según los cristianos) cabe la salvación plena y perfecta. La ley antigua es
54
preparatoria, pero la verdadera justicia salvadora se da con la Nueva, pues la ley se
"asimila" como propia, sin necesidad del "temor" de dios propio de los "niños" o
inmaduros del Antiguo testamento (esto es lo que, más allá de la "ley natural"
genérica, buscaba Ginés de Sepúlveda al convertir a gentiles, frente a Las Casas, y
por eso sabía que era precisa la eficacia de la autoridad para la buena asimilación de
la "buena nueva". De estas cuestiones también trata Piaget al hablar del curso
evolutivo de la moralidad, de la heteronomía a la autonomía).
La ley del fomes, como hemos dicho, es ley para el hombre en un sentido
"privativo" respecto a la razón (que debería ser guía de las inclinaciones naturales:
deseos e impulsos básicos). Esto lo expresa Tomás diciendo que el hombre en su
primer estado (antes del pecado original) era racional plenamente, pues ningún acto
podía ser irracional. <<Mas desde que se apartó de Dios decayó hasta dejarse
arrastrar por los impulsos de la sensualidad, y esto le ocurre a cada individuo en
mayor grado cuanto más se desvía de la razón, tanto que así viene a hacerse en
cierto modo semejante a las bestias (...) el impulso de la sensualidad, bajo cuyo
impulso cae, adquiere para él carácter de ley, de una ley penal y consiguiente a la
ley divina [castigo] por la que fue destituido de su dignidad propia>>. Lo que en los
animales es una inclinación ordenada al bien común (conservación de la especie), en
el hombre es así si se subordina a la razón. De lo contrario es irracional y aleja del
"bien común".

2.7.3. Cuestión 92: De los efectos de la ley


La ley, para santo Tomás, tiene como efecto hacer buenos a los hombres,
en la medida en que es racional, ordenada al bien común. Pero cabe ser buenos
en este sentido absoluto, y en otro relativo: cuando hace buenos a los hombres "para
un determinado régimen" (aunque sea malo en términos absolutos), como ocurre con
el "buen ladrón", que obra "inteligentemente" de acuerdo con sus fines (no con los
comunes ordenados a la sociedad en su conjunto y a Dios). Según Aristóteles "los
legisladores hacen buenos a los hombres suscitando buenas costumbres. Los
ciudadanos "dirigidos" obedecerán por "asimilación" de la norma o por "temor", eso
es secundario en principio, pero el "dirigente" sólo será bueno si es prudente
políticamente, con lo que debe armonizar las restantes virturdes [Maquiavelo dirá
que la Política se preocupa de la Salud -eutaxia- de la República, dejando aparte la
moralidad del Príncipe, pero sin ver las relaciones entre los estados dentro de la
Historia Universal, en que los "ortogramas" políticos van ligados a distintos tipos de
Imperialismo -generador o depredador, sobre todo-]. La ley tiránica no es
"propiamente" ley, sino perversión de la ley, aunque consiga que los súbditos sean
buenos en términos relativos, respecto a un régimen concreto, al obedecer bien las
órdenes.
Santo Tomás clasifica los "actos de la ley" en cuatro tipos: Preceptiva
(imperativa, mandando cumplir actos de las virtudes), prohibitiva (prohibiendo lo
contrario a la virtud), permisiva (permitiendo actos indiferentes respecto al bien o al
mal) y penal (castigando para inducir a la obediencia). [Aquí podríamos decir que
55
Santo Tomás mezcla los tipos de actos de ley con el castigo que es un tipo de
"impulso" de la propia ley (de su fuerza de obligar)] <<San Isidoro afirma en V
Etymol.: Toda ley, o permite algo, por ejemplo que el varón valeroso reclame una
recompensa; o prohíbe algo, por ejemplo, pedir en matrimonio a una virgen
consagrada; o castiga, por ejemplo condenando a muerte al asesino>>. Premiar lo
puede hacer cualquiera, de forma particular, mientras que castigar no pertenece sino
al tutor de la ley. Además, cuando uno se va acostumbrando a <<evitar las malas
acciones y a practicar la buenas por temor al castigo [en los casos de sujetos
díscolos], acaba a veces haciéndolo con gusto y voluntariamente. Y de este modo
castigando coopera la ley a que los hombres sean buenos>>.

2.7.4. Cuestión 93: De la ley eterna


<<Así como en cualquier artífice preexiste la razón de cuanto produce con su
arte, así en el gobernante tiene que preexistir la razón directiva de lo que han de
hacer los que están sometidos a su gobierno. Y al igual que la razón de lo que se
produce mediante el arte se llama precisamente arte o idea ejemplar [ver la
influencia de Platón a través de S. Agustín, pero introduciendo las Ideas en la mente
de un demiurgo "artífice" a partir de una materia "creada"] de la obra artística, así la
razón directriz de quien gobierna los actos de sus súbditos es lo que se llama ley (...)
Ahora bien, Dios es creador de todas las cosas por su sabiduría, y respecto de esas
cosas guarda una relación semejante a la del artífice respecto de sus artefactos... El
gobierna todos los actos y movimientos de cada una de las criaturas... mueve todas
las cosas a sus propios fines>>
Una cosa puede ser conocida en sí misma o en sus efectos [analogía que
aplica a las 5 vías]. La ley eterna nadie la puede conocer tal como es en sí misma
(esencialmente), a no ser los bienaventurados, que contemplan a Dios en su
esencia. Sin embargo toda criatura racional la conoce en una irradiación suya más o
menos perfecta [como quien conoce el Sol a través de sus rayos] . Y la verdad es de
alguna manera conocida por todos, al menos en cuanto a los principios comunes de
la ley natural. En lo demás, unos participan más y otros menos en el conocimiento de
la verdad y, a tenor de esto, conocen más o menos la ley eterna.
La ley eterna es la razón o plan de gobierno existente en el supremo
gobernante. Toda ley, en la medida en que participa de la recta razón, se deriva de la
ley eterna. Y la ley del fomes también se deriva de la ley eterna como "pena"
consiguiente a la justicia divina, pero en cuanto inclina al pecado no tiene razón de
ley.
Las cosas creadas por Dios, contingentes (ámbito de la moral y la política) o
necesarias (leyes naturales, cósmicas), están sometidas a la ley eterna.
La voluntad de Dios en sí misma no está "sometida" a la ley eterna, sino que
es la misma ley [luego Ockham tirará de aquí para exponer un voluntarismo divino
por encima del bien y del mal "razonable" -humano-]. Pero en cuanto que "lo querido
por Dios, en relación a las criaturas", tal voluntad sí que está sometida a la ley
56
eterna, puesto que su razón directriz es la divina sabiduría, y en este sentido la
voluntad divina puede llamarse razonable, mientras que en el primero se identifica
con la razón misma [con la Inversión Teológica se dirá que en el Mundo está Dios,
luego a través del conocimiento de las propiedades racionales de Dios (M3)
conocemos el Mundo: los fallos que ocurren en los procesos naturales están sujetos
a la ley eterna].
Una cosa puede estar sujeta a la ley eterna de dos maneras. Primera,
participando de ella por vía de conocimiento (como el hombre que por su razón
también entiende de "proyectos", finalidades y gobiernos); segunda, sometiéndosele,
por vía de acción y de pasión al participarla, en calidad de principio motor intrínseco
(como las criaturas irracionales). La naturaleza humana tiene ambas, porque posee
en cierto modo la noción (conocimiento) de la ley eterna, y existe en ella una
inclinación natural hacia lo que está en consonancia con la ley eterna (tendencia a
virtud). Pero ambos modos están mermados, desvanecidos en los malos, porque la
inclinación natural se entrega en ellos al vicio, y el conocimiento natural del bien es
oscurecido por las pasiones y los hábitos pecaminosos. Por el contrario en los
buenos ambos se encuentran reforzados, porque al conocimiento natural del bien se
junta el impulso interior de la Gracia y de la virtud. Los hombres espirituales se
someten a la ley porque cumplen voluntariamente lo que manda bajo el impulso de la
caridad, que el Espíritu Santo infunde en sus corazones, no por temor al castigo.
Incluso en los pecadores queda algo de bien natural a hacer lo que pide la ley
eterna (pasivamente, como castigo), y pueden hacer buenas obras en ciertos
contextos (por ejemplo impedir que un compañero de atraco se ensañe con una
víctima de sus fechorías).

2.7.5. Cuestión 94: De la ley natural (Selectividad)

Artículo 1: La ley natural, ¿es un hábito?


Como en las demás cuestiones, El Doctor Angélico (como se referían algunos
a Santo Tomás) introduce el tema con objeciones a lo planteado, luego suele dar una
opinión en contra, para luego dar la Solución y la Respuesta a las objeciones
planteadas.
Santo Tomás plantea tres objeciones (opiniones que presuponen que la ley
natural es un hábito). Luego plantea una opinión contraria. Y en la solución matiza
las propuestas anteriores, viendo lo que tienen de acertado o de erróneo a través de
la clasificación, si es posible, de los conceptos o posturas.
En la Solución nos dice el santo que el hábito puede entenderse de dos
maneras.
En sentido propio o esencial la ley natural no es un hábito, no es un
principio interno de la acción (como las virtudes -o los vicios-), pues los hábitos son

57
"medios" para predisponer los actos hacia un fin determinado (medios de las
"operaciones" humanas). La ley tiene que ver más directamente con los fines
(racionales, producto de la razón humana que mira por su consecución) que con los
medios. La ley es una especie de "guía" o regla, como hemos dicho, para la
obtención de un determinado fin con los medios precisos (como el hábito). Pero
dichas leyes por sí mismas no garantizan la obtención de dicho fin, no garantizan
que los actos se realicen (en contra de lo que muchas veces ocurre a través de las
virtudes, que consiguen que ciertos actos se realicen, frente a otros, de manera
habitual). Lo conseguido gracias a unas determinadas leyes (que ciertos hábitos se
implanten y se consigan determinadas relaciones) no es lo mismo que las mismas
leyes (las leyes son normas que "luchan" con otras posibles normas que se
constituyen para regular y ordenar las conductas humanas, pero no basta con esto
para que sean vigentes, y menos de una forma permanente).
En segundo lugar cabe hablar de hábito de forma sesgada, "participada",
refiriéndose a su "contenido", y como los contenidos de los hábitos (no dañar a los
semejantes, respetar a los ancianos, etc.) han podido implantarse gracias a la
"normatividad" de alguna ley (su coactividad que las haga efectivas y "normales" o
"habituales" –al asimilarse “internamente”, por estar “impresa” en la “naturaleza
humana”-), entonces se dice que la ley (natural, en aspectos muy "genéricos") se
hace presente a la Razón (y sus fines) de "manera habitual ". <<En función de esto
último puede decirse que la ley natural es un hábito>>.
Ocurre como con los principios "indemostrables" del orden especulativo , que
no son el hábito mismo [medios para obtener un fin, sino el contenido de éste hábito
(expresión de la canalización o regulación que la ley promueve para actuar con
vistas a algún fin -racional-)]. Esto es lo que se expresa en la respuesta a la segunda
objeción, cuando se habla de la Sindéresis, que es la ley de nuestro entendimiento
(razón natural), porque es un hábito (en este segundo sentido) que contiene los
preceptos de la Ley natural, que son principios primeros del obrar humano. Por eso
(respuesta 4ª objeción) se dice que la ley la poseemos de manera habitual (y actual
en otros casos, como cuando un asesino sigue teniendo cierta lucidez sobre lo
bueno, a pesar de que habitualmente haga el mal, anclado en hábitos viciosos).
Recordamos, por tanto, que la Ley es un principio extrínseco, pero al
estar “impresa” en la “naturaleza humana” (en el corazón de los hombres,
aunque en un sentido muy genérico, poco “particularista” respecto a los fines)
llega a asimilarse (asumirse como algo propio, interno) hasta el punto de que
los hombres siguen sus preceptos (genéricos) de “manera habitual”.

Artículo 2: La ley natural, ¿comprende muchos preceptos o uno


solamente?
Las leyes se expresan en preceptos (normas). Cuando un precepto indica un
determinado cumplimiento (acto) entonces se habla de "precepto" en sentido
particular (normas “preceptivas”). Pero el precepto puede implicar normas

58
prohibitivas (indicar no hacer algo) o permisivas (permitir ciertos actos, como en la
"ley del aborto" actual) también.
Los actos humanos tienen un fin, como hemos dicho, y ese tiene que ver con
el Bien. Pero la razón, que es la facultad encargada de discriminar la adecuación de
nuestra conducta a tal fin general y común, puede determinarse de múltiples
maneras, dependiendo de las circunstancias y de las potencias o pasiones de que
parta. Por eso Santo Tomás, como ya Platón y Aristóteles se habían planteado
acerca de múltiples conceptos (clase), se plantea la cuestión de si la (ley de la) razón
es una o múltiple en sus preceptos. Santo Tomás dirá que la Razón es genérica a
todas sus determinaciones específicas (de una manera "plotiniana"), por ser la "raíz"
común de sus especificaciones (y pondrá en el origen de tal potencia a Dios, creador
de todas las cosas, y de la razón humana en especial como más semejante a Él que
otros seres naturales).
Tradicionalmente se considera que una proposición (o juicio) es analítica si el
sujeto de la oración o proposición contiene en su esencia el significado que se
expresa en el predicado. Y dichas proposiciones son verdaderas, pero eso no
significa que dicha "verdad" sea accesible para todo el mundo, y en el mismo grado
[franja, diríamos hoy] de verdad. Los ejemplos que pone Santo Tomás son propios
de su época, pero cabría poner ejemplos actuales: las leyes de Newton son
verdaderas (evidentes "en sí" o "por sí" mismas), pero no son "evidentes" para todo
el mundo (para quien no tenga ni idea de Física clásica).
La distinción "en sí"/ "para nosotros" conlleva la distinción entre "verdad
objetiva" / "conocimiento subjetivo (más o menos adecuado)" que ya tematizó Platón
cuando hablaba de las "Ideas" como "irreductibles" estructuralmente a su proceso
de conocimiento (fenoménico), pues las ideas no son "subjetivas" (aunque se
admitiese la necesidad de la acción humana en su constitución, cosa que Platón no
afronta de forma directa, aunque habla de ello con mitos -reminiscencia, mito de la
caverna, etc.-).
Hay cosas, según sigue diciendo el santo, que son conocidas por todos (tanto
en el orden "teórico" -especulativo dirá Kant- como en el práctico). Santo Tomás,
como Aristóteles, conjuga Lógica (principio de no contradicción) y Ontología (algo no
puede ser y no ser). Así como el ente es el primer principio del "conocimiento"
(teórico), así el Bien será el primer principio de la razón práctica:
<< De ahí que el primer principio de la razón práctica es el que se funda
sobre la noción de bien, y (el cual, cuya noción) se formula así: "el bien es lo que
todos apetecen>>. En consecuencia, el primer precepto (norma) de la ley es éste:
"El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse" (como indica el contenido
de la Sindéresis, tanto en su exposición positiva como negativa o prohibitiva: "el
bien ha de quererse e imperarse y el mal ha de prohibirse". Este es un principio
general de toda acción racional práctica, en el que se fundan los demás preceptos de
la ley natural [es el principio, dicho en términos materialistas, fundamental de la
moralidad, que se desarrolla en sus momentos éticos y morales -y cuya dialéctica
intenta resolver el Derecho].
59
La ley natural recoge, en el hombre, las "normas básicas y generales" de su
actuar, regulados, por ser parte de la naturaleza (creada por Dios), hacia
determinados fines. Dichos "fines naturales" pueden obtenerse con el uso de la
razón, o no (con lo que podríamos caer en hábitos no ordenados racionalmente).
Pero, en principio, las tendencias naturales del hombre (potencias o
pasiones) no son ni buenas ni malas (como ocurre en los animales), y sólo lo serán
en la medida en que, cuando sea precisa la regulación de la Razón para su
desarrollo, se dejen guiar (o no) por ella. Aunque Santo Tomás no lo menciona
aquí, dicho ámbito de la moral no se reduce a la consideración del Hombre
biológicamente, sino como Persona (lo que implica un conjunto de estructuras
normativas peculiares y con alternativas de acción no cerradas "naturalmente" , y la
1

manifestación del “dominio” –asimetría- del hombre sobre los animales –


dominación-). Y, además, está la noción cristiana de que el hombre sólo es persona
plenamente, perfectamente, cuando se actualiza como tal al "ver a Dios" como
"bienaventurado" (por lo tanto, después de la muerte), cosa de Aristóteles nunca se
planteó así. [En Santo Tomás vemos, como en San Agustín, el reduccionismo que se
aplica a la sociedad de personas "gentiles", al verla desde la perspectiva de la
Etología (comportamiento de los animales), dejando la realización plena de la
sociedad política en su orientación hacia (subrogación a) Dios, ordenada por y hacia
un Dios "sobrenatural"].
En el hombre se darían las tendencias de sus "almas" inferiores hasta llegar a
la racional: la vegetativa (inanimada) que se guía por la permanencia en el ser, como
ente; la sensitiva que busca la reproducción (animada, animal); y la racional,
específicamente humana, la inclinación al bien racional, evitar la ignorancia, respetar
a los conciudadanos y otras cosas, como vivir en sociedad (como Aristóteles), pero
también (más allá de Aristóteles) buscar la verdad acerca de Dios, formar una
sociedad de bienaventurados en la "visión de Dios" (Iglesia militante y triunfante).
En la Respuesta a las Objeciones nos dice lo siguiente: El hombre puede
guiarse por dicha "luz natural" de la Razón o no. Sus inclinaciones naturales
(pasiones), comunes a los otros animales, pueden racionalizarse o no (con lo que se
implantarán hábitos viciosos fácilmente). Las inclinaciones de las potencias anímicas
concupiscible e irascible son indiferentes al Bien o al Mal como tales. Pero son
buenas si, en el orden "humano" específico (personal), se someten a la razón, que
será única como "raíz" común de todas las determinaciones a que dé lugar. Todo lo
que esté "ordenado" racionalmente cae bajo el orden de la razón única. En el
siguiente artículo explicita lo dicho al final de éste.
Debemos recordar que para los cristianos Dios no sólo es causa final de todo
(como dijo Aristóteles: Dios "mueve" al mundo, y al hombre, finalísticamente, porque
todo ser quiere parecerse a él "imitándolo", dejando de moverse, "perfeccionándose"
en su pura actualidad sin potencialidades no actualizadas, aunque Dios "no se
preocupe" de eso, según Aristóteles). Para los cristianos Dios es causa final, pero lo
1 Ver el artículo de Gustavo Bueno de El Catoblepas 51, pág 2, sobre la idea
de persona y los supuestos “derechos” de los animales.
60
sabe y lo ha ordenado Él así. Además, en el cristianismo Dios también es también
Causa eficiente original (todo se produce y se mueve por su "empuje") y Causa
formal (pues en su mente están los "planes" ideales de todo lo real). Pero no es
causa material (pues Dios crea la misma materia de la nada, con lo que se evita el
"panteísmo" material). Por tanto Dios no es sólo aquello a lo que se tiende por
"imitación", sino aquello de lo que venimos y cuya impronta "artesanal" llevamos
inscrita en nuestra naturaleza. Dios es Principio y Fin (Alfa y Omega). Y lo que el
hombre debe hacer es volver a Él (como rezan las Bienaventuranzas:
"bienaventurados los que... ").

Artículo 3: Los actos de las virtudes ¿son todos de ley natural?


Aquí vuelve a considerar un doble aspecto en el concepto de "actos
virtuosos", los que son virtuosos esencialmente (la virtud sería un hábito de la
voluntad que "naturalmente", según Santo Tomás, tiende a ser "apetito racional") y
aquellos que, aunque pertenecen al ámbito (especie) de la virtud, sin embargo
pueden ser "desviaciones" (privaciones) de dicha tendencia "natural" en la aplicación
concreta (específica o "en sí misma") de la conducta de manera "irracional",
desproporcionada (en los casos concretos de búsqueda de los medios concretos
para vivir, que puede hacerse de manera irracional).
Pues lo natural del hombre es su "forma" racional. Santo Tomás, además
(yendo más allá de Aristóteles), identifica dicha naturaleza con una obra de Dios, que
nos hizo racionales, aunque tras el pecado original dicha facultad quedase
mermada y precisase de la ayuda de la Gracia. Por eso para los cristianos los vicios
no son sólo desviaciones habituales de la conducta "racional" (del termino medio
aristotélico), sino que, más allá de los griegos, son un "pecado" contra Dios (una falta
de Caridad: amor a Dios y al prójimo derivadamente). El hombre será
Bienaventurado si "regresa" a Dios (a su "visión" esencial tras la muerte) después de
haber salido de Él (por la creación). Todo lo que se desvíe de tal Fin último, y
"común" del Universo entero, es contrario a la Virtud (pecaminoso).
Respuesta a segunda objeción: Los casos en los que, además el hombre no
sólo va en contra de su naturaleza específica (racional, como "forma" propiamente
humana, pues el hombre se define como "Animal racional", es decir como "animal"
-en género- pero con una diferencia específica que es la "racionalidad"), sino que
además va en contra del género "animal", entonces dichos pecados van
especialmente en contra de la naturaleza (como la Sodomía: homosexualidad), pues,
según el santo, van contra el intercambio común entre macho y hembra. Santo
Tomás no sabía que los etólogos han descubierto conductas animales similares a la
homosexualidad. Además reduce la sexualidad humana al ámbito institucional del
matrimonio (entendido, además, como sacramento), en lo cual incidirían, además,
las complicaciones jurídicas derivadas de la procreación fuera del matrimonio como
institución aseguradora de la herencia de la propiedad privada, o los problemas de la
falta "control de natalidad" en aquellos tiempos, etc.

61
Artículo 4: La ley natural, ¿Es la misma para todos?
Santo Tomás parte de una triple clasificación para afrontar este artículo, que
es continuación del anterior en gran parte:
d) La distinción entre conocimiento (razón) especulativo y práctico
e) la distinción entre "verdad en sí" y "verdad para nosotros" (grados en que
puede ser conocida por los hombres distributivamente).
f) La distinción entre "conocimientos generales" (principios universales,
comunes, concepciones comunes) y "conocimientos particulares" (que,
según Santo Tomás, y Aristóteles, provienen de lo general: la ciencia es la
práctica de la deducción de lo particular a partir de lo general, como en los
Silogismos) .
1

Por eso nos dice que la Ley natural, (a) si se entiende como la expresión de
los primeros principios universales (tanto en el ámbito especulativo -principio de
no contradicción o de tercio excluso, verdades demostradas a partir de dicho ámbito
especulativo, como los teoremas matemáticos- como en el ámbito práctico -como
se expresa en la sindéresis- ), entonces es la misma para todos los hombres (es
verdad "en sí", objetivo idealmente, como diría Platón).
Mas, dicha ley natural, (b) en cuanto a ciertos conocimientos o preceptos
particulares (derivados de los universales) también es, en la mayoría de los
casos, la misma "en sí" (para todos) , tanto en el aspecto especulativo como en el
práctico. En este ámbito dichos conocimientos no tienen por qué ser "verdad para
nosotros" (para todos los hombres), y puede haber gente que desconozca ciertas
verdades "en sí".
En estos conocimientos particulares caben contingencias y excepciones. En
el ámbito especulativo es lo que intentaba expresar Platón cuando hablaba del
mundo de las "apariencias" (de la Doxa, de las opiniones, que pueden ser falsas),
que no es necesario ("mundo de las ideas"). En el ámbito práctico ocurre que, (casi)
2

siempre caben diversos medios (alternativas) para llegar a un fin determinado (en el
cual, además, no todos tienen por qué estar de acuerdo, aunque, según Santo
Tomás, los fines comunes prácticos sí serían universales: hacer el bien; y sería en
las "determinaciones" concretas en las que se producirían los mayores
desacuerdos). En este ámbito práctico particular "la verdad o la rectitud ni es la

1 No ven que el conocimiento siempre se inicia "in medias res", a partir de


unos principios medios ligados a toda concepción y práctica social determinada, no a
partir de "principios absolutos indemostrables".
2 Desde nuestra perspectiva la diferencia entre saberes “especulativos” y
“prácticos” (aunque sólo quepa un medio para alcanzar un determinado fin, y que,
por lo tanto quepa decir que “el fin justifica los medios) se debe al distinto tipo de
“causalidad” que se considera (“natural” y “proléptica”: situaciones alfa y
betaoperatorias…).
62
misma en todos (en sí) ni en aquellos en que es la misma es igualmente conocida
(no es "verdad para nosotros" en el mismo grado). Así, todos consideran recto y
verdadero el "obrar de acuerdo con la razón" (como principio universal práctico). Mas
de este principio se sigue como conclusión particular que un depósito debe ser
devuelto al dueño, pero sólo en la "mayoría de los casos", pues la Prudencia (que
implica conocimiento racional de las alternativas y de los medios más adecuados, sin
poder partir, en muchos casos, de un conocimiento necesario de las circunstancias y
consecuencias) puede aconsejar hacer excepciones, como quien quiere el dinero
devuelto para atacar a la Patria. Y esto es así, más casuístico, cuanto más
"particular" es el caso.
Es en estos casos "determinados" cuando la razón puede verse "desviada"
por diversos intereses y circunstancias (ya sea por un impedimento, intelectual, por
ejemplo, o por un conocimiento de grado muy escaso por tener la "razón" oscurecida
por las pasiones o costumbres "torcidas"). Así Santo Tomás aprecia que para ciertos
"pueblos" el robo no es considerado como malo, a pesar de que es "expresamente
contrario a la ley natural" (tanto en una sociedad "comunalista" como de "propiedad
privada"). Pero, desde nuestro punto de vista, Santo Tomás no ve que no hay
“derecho de propiedad” como tal en las sociedades “naturales”, y se roba a los
enemigos atendiendo a factores funcionales (protopersonales ), pues aún no cabe
1

hablar de la humanidad como una totalización atributiva (Sociedad Universal). Aquí


Santo Tomás no distingue entre "sociedades naturales" (en que el concepto de
"persona" es muy limitado -y, por tanto, la "moralidad"- pues están más cerca del
"mundo animal" que actúa "funcionalmente", no por "normas" morales, como se ve
en el canibalismo, etc.. Además de que son sociedades "prehistóricas", aisladas, o
que sólo se enfrentan como las especies animales) y "sociedades políticas" (con
divergencias objetivas en las normas y medios para alcanzar determinados fines : la2

1 Además, habría que tener en cuenta la dialéctica ética (no robar a próximos,
ética de un radio muy corto –por la presión moral funcional-) / Moral (la supervivencia
del grupo exige no fiarse de los extraños, y se les puede robar).
2 Ya hemos dicho que una acción voluntaria implica "conocimiento" (o
posibilidad de alcanzarlo) para ser "libre" (responsable). Por poner un ejemplo actual:
El hundimiento del Prestige. Saber si el gobierno es responsable o no de su
hundimiento y las consecuencias de dicho hundimiento depende de varios factores,
entre ellos el "conocimiento" de las circunstancias. Está claro que de su hundimiento
no es responsable el gobierno del PP (o al menos no directamente, pues si se
hubiese promovido una legislación más vigilante del estado de los barcos quizá no
hubiera ocurrido el desastre). Pero una vez que el barco se estaba hundiendo el
gobierno debía recopilar toda la información posible de las circunstancias del
hundimiento y de las alternativas posibles (medios) para alcanzar el fin de causar el
menor perjuicio posible. Pero aquí nos encontramos con que los "conocimientos"
sobre el comportamiento del fuel en el agua a bajas temperaturas no está
contrastado (los mismos científicos no se ponen de acuerdo). El calado del puerto de
la Coruña no parece conocerse con precisión, ni el calado del barco, etc. Es decir, si
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pervivencia del grupo ya no está garantizada actuando "funcionalmente" respecto del
medio y sin alternativas objetivamente distintas respecto a todos los miembros del
grupo o respecto de todos los hombres).
Desde nuestro punto de vista (desde el Materialismo Filosófico) la Sindéresis
(como principio genérico) o los “Derechos Humanos” no son un conjunto de “leyes
naturales” impresas por Dios en el Hombre (como una especie de programa genérico
de conducta), ni siquiera son (como para muchos etólogos o antropólogos) el
resultado de la “evolución biológica” o de “leyes funcionales” de adaptación a un
medio “cultural”, sino que son la “resultante” de procesos “histórico-políticos” que
rebasan el ámbito de la etología (Biología) o la Antropología Categorial. Y dichos
procesos conllevan una dialéctica entre distintas “sociedades políticas” particulares
(ver apuntes sobre la idea de “Persona”).
Santo Tomás pretende que hay un fundamento "natural" (en sí) verdadero
para todos los hombres (de manera similar a como hoy lo pretenden los Derechos
Humanos), pero interpreta ciertas conductas "funcionales" de una sociedad natural
como "contrarias a la ley natural de la moralidad". Los germanos, en la época de
Julio César, eran sociedades tribales que consideraban como dignos de ser
respetados sólo a los individuos de su "grupo" -con una "protoética" de alcance muy
limitado-, y por eso les estaba permitido "robar" a los extraños (como a los árabes a
los que les está permitido mentir a los extraños -ver Respuesta a la objeción 1, en
que se extiende idealmente la ética a todos los hombres-).
Hay que advertir, de nuevo, que Santo Tomás considera los Principios como
"absolutos", no como "resultantes" dialécticas transcendentales al conocimiento y la
práctica del hombre (transcendentalidad positiva: ver en Diccionario filosófico, en
www.filosofia.org)

Para entender estos artículos sería conveniente hacer un esquema o gráfico


similar a un árbol con un tronco “genérico” (común, universal) y diversas
ramificaciones (cuanto más alejadas del tronco más “particulares”). Además habría
el gobierno hubiera "podido" saber (y por dejación no hubiera sabido) cuáles eran las
alternativas, para "elegir" la mejor, entonces podríamos atribuirle mayor
responsabilidad. Pero ¿realmente ha habido dejación en el conocimiento de tales
circunstancias? ¿Podían haberse previsto casos similares (aunque cada caso es
peculiar, y por eso requiere de la Prudencia)?, etc. Además hay que tener en cuenta
los "fines" (intereses) distintos que se daban en tal caso. Pues en términos
distributivos (respecto de la Humanidad) el Prestige perjudica tanto si se hunde cerca
de las costas de España como de las de Francia o Portugal, pero en términos
estatales está claro que no es lo mismo, y el gobierno quizá pecó de ingenuo al
permitir que el petrolero se hundiera en perjuicio de nuestras costas. Sólo en el caso
de que, sabiendo cuál era la mejor opción para España, el gobierno hubiera elegido
otra opción, entonces cabría culparle de mal premeditado (dolo, etc.).

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que imaginar una especie de cilindro o esfera alrededor de la copa del árbol, que
“limitase” la dirección y longitud de las ramas, de manera que las que se mantuvieran
dentro de los límites de dicha esfera podrían considerarse “rectas” (razonables),
mientras las que se alejasen mucho del tronco común correrían el peligro de hacerse
irracionales (por lo complejo de los razonamientos para acertar con la conducta
particular recta, evitar los desvíos de la pasión, etc.). Como vemos, Santo Tomás
parte de “principios” naturales originarios (dados por Dios –hoy algunos hablan de “la
naturaleza”), pero tendríamos que decir que “Los derechos humanos” son, más bien,
el resultado de la dialéctica de multitud de normas enfrentadas. Normas de
sociedades “civilizadas”… que dejarían el poso de una serie de principios abstractos
consecuencia de cientos de años de enfrentamiento.
Artículo 5: ¿Puede cambiar la ley natural?
Partiendo de la distinción anterior, entre principios comunes y particulares,
Santo Tomás nos contestará a la pregunta de forma distinta. Si nos atenemos a los
primeros principios, según Santo Tomás, no cabe cambio, sustracción o
degeneración (los mismos criminales conservan en su conciencia los principios
generales de la ley natural, de que el bien debe ser hecho, aunque su razón nublada
les lleve a hacer todo lo contrario).
Pero en lo que se refiere a los preceptos secundarios (derivados, particulares)
de la razón práctica, entonces sí caben "excepciones", contingencias, alternativas
concretas, por motivos especiales (fines y medios particulares) aunque mantenga su
inmutabilidad en "la mayoría de los casos". En estos casos caben desviaciones de
los preceptos propios de la "ley natural", cabe el vicio y la corrupción.
Por eso (Respuesta a primera objeción) fue necesaria la "ley escrita"
(positiva) para completar las normas concretas y determinadas que "condujesen"
(orientasen, dirigiesen) las conductas particulares y concretas de los sujetos, que
corren el peligro de desviarse de la "luz natural de la razón práctica".
En la objeción segunda vemos los límites (que Santo Tomás no reconoce por
culpa de una "falsa conciencia" clarísima) y contradicciones de lo que se conoce
como "positivismo moral transcendente", es decir, aquella doctrina moral que pone el
fundamento de las normas morales y éticas en algo "exterior" (y sobre-natural, sobre-
humano, sobre-racional) al propio hombre (a los principios de su constitución
transcendental, de su permanencia como tal, sin necesidad de apelar a factores
extrarracionales e irracionales).
El dominico intenta justificar (fundamentar) cómo es que Dios, creador de
todas las cosas, y por lo tanto "fundamento" de la misma "ley natural" (el bien debe
ser hecho, siendo el asesinato un caso explícito de mal) hace "milagros" (físicos o
morales) que van más allá de las propias leyes que se fundamentan en él como
"artífice" de las mismas (expresadas en la "ley eterna"). Como veremos más
adelante, en el siglo XVI y XVII, se produce una "inversión teológica" en la que se ve
al mundo desde un Dios "necesario" (representado por las leyes de la naturaleza
-M3- el mundo de las ideas de Platón), de manera que el mismo Dios se ve sometido
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a dicha legalidad. Esto significa que el Dios de los creyentes (personal, milagroso,
etc.) deja de ser un recurso para explicar el mundo (se trata, en todo caso, del "Dios
de los filósofos", de Descartes, de Aristóteles, de Newton, de Leibniz, de Espinoza,
que, como dirá Pascal, no tiene que ver nada con el de los cristianos -Varela dirá que
"ni la Virgen, a pesar de ser su madre, lo reconocería"-).
Santo Tomás recurre a un argumento analógico respecto al "derecho de
propiedad" (como si éste pudiera aplicarse sobre las personas: ¿Acaso son
"esclavizables" como tales?). Hay que tener en cuenta que en la Edad Media, como
en el mundo romano (o antes con los griegos), la esclavitud estaba permitida (al igual
que los hijos eran considerados como esclavos en su minoría de edad). Para Santo
Tomás la servidumbre es "útil" como precepto "particular" derivado de la ley natural
(universal) que considera "racionales" a todos los hombres (para un cristiano como
Santo Tomás, con todo, es más radical la separación entre "santos" y "pecadores"
que entre "libres" y "bárbaros" , pues la verdadera "esclavitud" es el pecado...)
Así Dios sería dueño de todas las cosas (como creador suyo), y por lo tanto
podría mandar sobre ellas como se le antojase (cosa que, como hemos dicho, se
negará en el siglo XVII con la "inversión teológica"). Tanto en el orden físico
(milagros cósmicos, impersonales) como en el moral sería "natural" (necesario,
obligatorio) lo que Dios mandara (por ejemplo cuando manda a Abraham matar a su
hijo Isaac, aunque al final un ángel lo detiene después de comprobar su sumisión a
la ley de dios “transcendente” –positivismo moral transcendente-).
En la Respuesta a la Tercera objeción responde con la distinción ya vista
entre Primeros principios de la naturaleza (que conllevarían ciertos preceptos que
nos "inclinarían" a una determinada acción, como "no hacer daño al prójimo), y otros
preceptos derivados en los que la razón puede determinarse de múltiples formas
(como a través del arte) e incluso oscurecerse y oponerse a dicha racionalidad. Para
Santo Tomás la Propiedad Privada (o el vestirse), es de este tipo de preceptos
"artificiales", aunque la ve como más útil que la "propiedad comunal" (que no se
opone tampoco a la naturaleza, como ocurre también con el ir desnudo ) (ver pp.
1

544-5).
Respecto de la servidumbre (y la esclavitud) opina otro tanto: es un tipo de
relación útil por sus consecuencias, tanto para el "señor" como para el "siervo", pues
es útil al siervo ser dirigido por el más sabio (aunque no sea justo en sí, por
naturaleza, en sentido "general", ver p. 469 y 473).
Aquí Santo Tomás también se ve condicionado por la época en la que vivió, y
por eso admite la esclavitud como parte del Ius Gentium (Derecho de Gentes, que
posteriormente los escolásticos españoles desarrollaron: Vitoria, Suárez, Ginés de
Sepúlveda, Báñez, Molina, etc., y que fueron la avanzadilla de los Derechos

1 Tampoco ve aquí Santo Tomás, lo mismo que algunos etólogos actuales,


que el hombre es, más bien, un “mono vestido” de manera constitutiva, no accidental
(la cultura objetiva ha contribuido a formar al hombre: “el fuego hizo al hombre”).
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Humanos ). En la Edad Media el Derecho político admitía el trato desigual entre
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distintos tipos de "ciudadanos" (los mismos romanos fueron ampliando el "derecho


de ciudadanía" a lo largo del Imperio).
Sin justificar a Santo Tomas, y desde una perspectiva actual, no hay que caer
en las interpretaciones facilonas del Relativismo Cultural o del Multiculturalismo, que
no afronta las diferencias, a veces incompatibles, entre los rasgos culturales de
distintas culturas (que no son megáricas, ni "inconmensurables" de forma absoluta).
La exigencia de "conmensurar" y enjuiciar las distintas conductas exige "valorar"
unas frente a otras en muchos casos (por ejemplo respecto a la trata de esclavos
degradante, la ablación del clítoris, etc) . Ver en este sentido El catoblepas nº 2, 4 y 8
en www.nodulo.org

2Aunque teniendo en cuenta que dicha ampliación se llevaba a cabo de


manera eficaz a través de un Imperio (generador), convirtiendo a los hombres
(éticamente considerados semejantes) en ciudadanos (asimilados a una civilización
concreta, con unos derechos y deberes políticos) que, hoy en día, no son ciudadanos
de un estado universal, sino de estados muchas veces enfrentados..
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