Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
1
Esquema de Santo Tomás
1. Contexto Histórico, Sociocultural y filosófico
Histórico:
-Santo Tomás vive en el siglo XIII, en la Baja Edad Media en que el "sistema
Feudal", que se inició con la caída del Imperio Romano, empieza a decaer a causa
de diversos factores sociales, económicos y culturales.
-Es preciso destacar el papel jugado por la Iglesia como Institución
"supraestatal" (especie de O.N.G.) y como red de conexión de los distintos reinos
cristianos a través del latín y del "cristianismo" (monoteísta), ya asumido con
Teodosio y Constantino como "religión oficial del imperio Romano" y que más tarde
se opondrá al Islam.
- Pero las relaciones no siempre fueron armónicas, pues los distintos reinos (y
el Sacro Imperio Romano Germánico) chocaban políticamente con las pretensiones
de una Iglesia que, sobre todo a partir de S. Agustín (s. V), pretende englobar
(también políticamente) en una Iglesia Militante (y triunfante) a todos los hombres.
Social:
- En la época de Santo Tomás empiezan a cuajar los Estados modernos, cada
vez más poderosos, a través del resurgir de las ciudades, las universidades (a partir
de las escuelas monacales y episcopales) y la nueva clase "burguesa" ligada a la
actividad comercial.
- La nobleza (surgida de la guerra entre "feudos) era la clase dominante, y
convivía junto al clero (ora et labora) y el “pueblo llano” (agricultores y artesanos).
Pero empiezan a surgir ciertos “burgos” (ciudades) al hilo de un mayor comercio. Los
burgueses irán limando paulatinamente el poder de la nobleza (hasta que en el siglo
XVIII rompan con la mayoría de sus privilegios).
- Con el renacimiento de la vida ciudadana se crean las primeras Catedrales y
Universidades (París, Bolonia, Oxford, Salamanca...). Éstas darán pie al "auge de la
escolástica", de la que Santo Tomás es el máximo representante. Esto propiciará
que el saber salga de los claustros religiosos (monasterios) para abrirse al mundo
"laico" (de las clases superiores). ((Buscar Cultura)).
Filosófico:
2
- Hasta ahora había predominado (como en San Agustín) una filosofía
cristiana de raíces platónicas (de Aristóteles apenas se conocían algunas obras de
Lógica, transmitidas por Boecio). Pero en esta época se descubren otras obras de
Aristóteles (Física, Metafísica, De Anima, etc.). Dichas obras son transmitidas, por
medio de los árabes como Averroes, a Europa gracias a la traducción de la Escuela
de Traductores de Toledo). Pero, a pesar de que la filosofía de Santo Tomás está
inspirada en la filosofía clásica, sobre todo aristotélica, sin embargo es
importantísimo destacar la ruptura que supone, respecto al "necesitarismo" griego, el
"contingentismo" cristiano (el mundo es "contingente", creado por Dios a partir de la
"nada" -nacido, no eterno-).
- Los escolásticos cristianos recogerán en “Summas” los temas fundamentales
de la filosofía de entonces y su “discusión” (disputatio) con vistas al fin último del
hombre: la “salvación” (Bienaventuranza, que es muy distinta a la “felicidad” de
Aristóteles).
- La idea de que un Dios omnipotente había creado el mundo rompía con el
necesitarismo imperante hasta entonces. El Dios aristotélico ni conoce el mundo (“se
piensa a sí mismo”, es mera causa final, a la que las cosas y el hombre intentan
imitar). Pero, para Santo Tomás, el mundo y el hombre son obra de Dios, y están
"ordenados" por Dios y para Dios (deben volver a Él).
- De aquí que la Filosofía sea sierva (ancilla) de la Teología para un
cristianismo, que se impuso a las corrientes "racionalistas" (declaradas "herejes").
Por eso lo que Santo Tomás llama "doble verdad" muchos lo interpretan hoy
anacrónicamente (creyendo que entonces Razón y Fe eran contradictorias, en
general), pero en el siglo XIII aún no se habían desarrollado las verdades científicas
como lo harán en la modernidad, por lo que, para Santo Tomás, la Razón era una
forma de conocer tal que si se oponía a la fe debía someterse a ella (ancilla), pues
los dogmas de Fe (como el conocimiento de la esencia de Dios), eran inalcanzables
para el conocimiento racional, que se consideraba "inferior".
3
- Según el dominico no es posible el conocimiento (racional) de la "esencia"
de Dios (-sólo por la fe-), en contra de San Anselmo. Santo Tomás pretenderá
demostrar la existencia de Dios a través de Argumentos “a posteriori” (Ver), a través
de "analogías" y "via eminentiae" (ver las 5 vías). En dichas vías resaltar la diferencia
entre la conclusión (p.e. "Por consiguiente es necesario llegar a un primer motor que
no sea movido por nadie”) y el "escolio" en el que Santo Tomás añade (sin haberlo
demostrado) "y éste es el que todos entienden por Dios" (pero para “todos los
hombres” –quoad nos- no siempre es así). Además es conveniente resaltar que
Santo Tomás se basa, sobre todo en las tres primeras vías, en las propiedades
"impersonales" (propia del "SER físico") de Dios para "demostrar" su existencia. Pero
las propiedades de tipo “personal” (recogidas en los dogmas: Trinidad, Naturalezas
de Cristo, Amor a los hombres, etc.) son las más importantes desde el punto de vista
"religioso" (piedad), y sólo se descubren por "revelación" sobrenatural, sobrerracional
(por eso dicho Dios tan "impersonal" será el que luego será llamado "el Dios de los
filósofos", muy distinto al de los creyentes).
6
Las tres tendencias naturales, origen de los tres preceptos (leyes
naturales humanas) básicos son: a) la conservación del ser humano; b) la tendencia
al bien de la especie humana o a la procreación o educación de la prole (matrimonio
uno e indisoluble, según Santo Tomás, que rechaza como tendencias contra natura
la poligamia, etc. ); y tendencias al conocimiento de la verdad y a la vida social
(totalidad atributiva). [No es que estas inclinaciones sean "leyes" (también caben
leyes del pecado), sino que la Sindéresis lee e interpreta estas inclinaciones hacia un
bien racional como leyes primarias del orden moral, y que se resumen en el principio
formal que expresa dicha sindéresis (genérica): <<el bien conforme a la razón debe
ser hecho, y el mal, evitado>>. Pero la razón puede avanzar hacia nuevos preceptos
que desarrollan la ley "natural".]
La “ley natural” (“humana”), de manera “genérica” (sin desarrollar en
casos concretos) incluye un solo precepto (norma): La Sindéresis (“el bien debe ser
hecho y el mal evitado”).
Santo Tomás parte de una triple clasificación para afrontar estos artículos (el
4, sobre todo):
a) La distinción entre conocimiento (razón) especulativo y práctico
b) la distinción entre "verdad en sí" y "verdad para nosotros" (grados en que
puede ser conocida por los hombres distributivamente).
c) La distinción entre "conocimientos generales" (principios universales
genéricos, comunes, concepciones comunes) y "conocimientos
particulares" (que, según Santo Tomás, y Aristóteles, provienen de lo
general: la ciencia es la práctica de la deducción de lo particular a partir de
lo general, como en los Silogismos) .1
Por eso nos dice que la Ley natural, (a) si se entiende como la expresión de
los primeros principios universales (tanto en el ámbito especulativo -principio de
no contradicción o de tercio excluso, verdades demostradas a partir de dicho ámbito
especulativo, como los teoremas matemáticos- como en el ámbito práctico -como
se expresa en la sindéresis-), entonces es la misma para todos los hombres (es
verdad "en sí", objetivo-idealmente, como diría Platón).
Mas, dicha ley natural, (b) en cuanto a ciertos conocimientos o preceptos
particulares (derivados o desarrollados de los universales en “casos concretos”)
también es, en la mayoría de los casos, la misma "en sí" (y “para todos”) , tanto en
el aspecto especulativo como en el práctico. En este ámbito dichos conocimientos no
tienen por qué ser "verdad para nosotros" (para todos los hombres), y puede haber
gente que desconozca ciertas verdades "en sí". Por eso fue necesaria la "ley escrita"
(positiva) para completar las normas concretas y determinadas que "condujesen"
- Hay que destacar que en lo que llaman los escolásticos "ley natural" humana
se encierra el germen de un Derecho de Gentes que desarrollarán los escolásticos
1
españoles (Francisco de Vitoria sobre todo) y que dará lugar a los actuales
"Derechos Humanos".
En el terreno político hay que hacer, respecto de Aristóteles,
apreciaciones similares. El "bien Común" racional del que habla Santo Tomás está
entroncado con la "comunidad de fieles" (la Iglesia Militante y Triunfante de la
concepción de la Historia de San Agustín -ver-) y por eso mismo la " política" está
supeditada (subrogada) a la religión.
Ese es un motivo de que, en el plano político, valore de forma especial
la Monarquía, que reproduce en el ámbito humano la "monarquía" de Dios sobre el
Mundo, y de su representante en la Tierra (el Papa) en la Iglesia (entendida como
"cuerpo místico de Cristo", como decía San Pablo), aunque dicho gobierno debe ser
contrapesado por un poder (democrático) que evite abusos. Vemos cómo mantiene
la clasificación de los "tipos de gobierno" (buenos y malos) de Aristóteles. El buen
gobierno debe proporcionar el “bien común”, implantando leyes adecuadas
(positivas) que posibiliten la realización de la “ley natural”, de la Justicia (humana que
no contradiga la divina). La sociedad estamental es “útil” (desarrollo útil de la ley
natural). La desobediencia civil es admitida cuando el gobierno se sale de esta
norma y cae en la tiranía (no “bien común”).
- Como hemos dicho, admite la esclavitud (servidumbre) como un "desarrollo
útil" de la "ley natural" (que en sus primeros principios admite la "igualdad" de todos
los "hijos de Dios").
Esquema:
Conducta humana libre y voluntaria (moral): Fines y medios. Medios: Actos
(actualización de potencialidades): Principios internos y externos.
9
2.5. SANTO TOMÁS DE AQUINO (1225-1274) Y EL APOGEO DE LA
ESCOLÁSTICA
En Primer lugar vamos a ver algo de la Vida y la obra de Santo Tomás transcribiendo
lo expuesto en la Web de la Enciclopedia Católica (desde una visión católica, por
tanto, que no compartimos en muchas ocasiones):
Tomás de Aquino, Santo (para la Iglesia católica). Filósofo, teólogo, doctor de
la Iglesia (Angelicus Doctor), patrono de las universidades y escuelas Católicas.
Nacido en Rocca Secca, en el Reino de Nápoles en 1225 ó 1227; fallecido en Fossa
Nuova el 7 de marzo de 1274.
2.5.1. VIDA
Se conocen los acontecimientos principales de su vida, pero los biógrafos
difieren en cuanto a algunos detalles y fechas.
Landolfo, su padre, era Conde de Aquino. Teodora, su madre, Condesa de
Teano. Su familia estaba emparentada con los Emperadores Enrique VI y Federico
II, y los Reyes de Aragón, Castilla y Francia. Calo cuenta que un santo ermitaño
predijo su carrera, diciéndole a Teodora antes de su nacimiento: "Entrará en la
Orden de los Frailes Predicadores, y su conocimiento y santidad serán tan grandes
que en vida, no se encontrará nadie que le iguale". (Prümmer, op. cit., 18). A los
cinco años, según las costumbres de la época, fue enviado a recibir su primera
formación con los monjes Benedictinos de Monte Casino. Diligente en sus estudios,
desde muy pequeño se observó su buena disposición para la meditación y la
oración, y su maestro se sorprendió al oírle preguntar repetidas veces: "¿Que es
Dios?"
Alrededor del año 1236, le enviaron a la Universidad de Nápoles. Calo dice
que el traslado se hizo por iniciativa del Abad de Monte Casino, quien escribió al
padre de Tomás que un chico de su talento no debe ser dejado en la sombra
(Prümmer, op. cit., 20). En Nápoles, sus maestros fueron Pietro Martín y Petrus
Hibernos. El cronista dice que pronto superó a Martín en gramática y fue transferido
a Pedro de Irlanda quién le formó en Lógica y ciencias Naturales. Las costumbres de
la época dividían “Filosofía y Letras” en dos cursos: el Trivium, que cubría Gramática,
Lógica y Retórica; el Quadrivium, que se componía de Música, Matemática,
Geometría y Astronomía. Tomás repetía las lecciones con mayor profundidad y
lucidez que sus maestros. El corazón del joven se había conservado puro en medio
de la corrupción que le rodeaba, y decidió abrazar la vida religiosa.
Entre 1240 y 1243 recibió el hábito de la Orden de Santo Domingo, atraído y
dirigido por Juan de San Julián, un conocido predicador del convento de Nápoles. La
ciudad estaba asombrada al ver a un noble joven como él tomar el hábito de un
pobre fraile. Su madre, con sentimientos de alegría y tristeza a la vez, se apresuró a
ir a Nápoles a ver a su hijo. Los Dominicos, temiendo que se lo llevaran, le enviaron
10
a Roma, aunque su destino final sería París o Colonia. Teodora convenció a los
hermanos de Tomás, que eran soldados del Emperador Federico, capturaron al
novicio cerca del pueblo de Aquependente y le recluyeron en la fortaleza de San
Juan de Rocca Secca. Allí estuvo detenido casi dos años, mientras sus padres,
hermanos y hermanas hacían todo lo posible para destruir su vocación. Sus
hermanos incluso tendieron trampas a su virtud, pero el puro novicio echó de la
habitación a la tentadora con un tizón que sacó del fuego. Hacia el fin de su vida,
Santo Tomás le confió a su fiel amigo y compañero, Reinaldo de Piperno, el secreto
de un favor especial que recibió entonces. Cuando echó a la tentadora de la
habitación, se arrodilló y ardientemente imploró a Dios que le concediera la
integridad de mente y cuerpo. Cayó en un sueño ligero, y mientras dormía, [tal como
cuenta la leyenda] dos ángeles se le aparecieron para asegurarle que su oración
había sido escuchada. Le ciñeron un cinturón, diciendo: "Te ceñimos con el cinturón
de la virginidad perpetua." Y desde ese día en adelante jamás experimentó el más
leve movimiento de la concupiscencia.
El tiempo en cautiverio no fue perdido. Su madre empezó a ceder tras los
primeros impulsos de ira y tristeza; se les permitió a los Dominicos proporcionarle
nuevos hábitos, y con la ayuda de su hermana obtuvo algunos libros –las Sagradas
Escrituras, la Metafísica de Aristóteles y las "Sentencias" de Pedro Lombardo. Tras
año y medio o dos en prisión, sea porque su madre se dio cuenta de que la profecía
del ermitaño se cumpliría o bien porque sus hermanos temían las amenazas de
Inocencio IV y Federico II, fue puesto en libertad bajándolo en un cesto a los brazos
de los Dominicos que se admiraron al darse cuenta de que durante su cautiverio
"había progresado tanto como si hubiera estado en un studium generale" (Calo op.
cit., 24).
Tomás enseguida hizo sus votos, y sus superiores le mandaron a Roma.
Inocencio IV examinó con atención los motivos que le llevaron a entrar en la Orden
de Predicadores, le despidió con una bendición y prohibió cualquier interferencia en
su vocación. Juan el Teutón, cuarto Maestro General de la Orden, llevó al joven
estudiante a París y según la mayoría de los biógrafos del santo, a Colonia, en 1244
o 1245, a cargo de Alberto Magno, el más famoso profesor de la Orden. En las
escuelas, el carácter humilde y taciturno de Tomás fue mal interpretado como
indicios de retraso mental, pero cuando Alberto escuchó su brillante defensa de una
difícil tesis, exclamó: "Llamamos a este joven un buey mudo, pero su mugido
doctrinal un día resonará hasta los confines del mundo."
En 1245 enviaron a Alberto a París y Tomás le acompañó como alumno. En
1248 ambos volvieron a Colonia. Alberto había sido nombrado regente del nuevo
studium generale, erigido aquel año por el Capítulo General de la Orden y Tomás
debía enseñar bajo su autoridad como Bachiller. (Sobre el sistema de titulación en el
siglo XIII ver ORDEN DE PREDICADORES --- II, A, 1, d). Durante su estancia en
Colonia, probablemente en 1250, fue ordenado sacerdote por Conrado de
Hochstaden, arzobispo de esa ciudad. Durante toda su vida, con frecuencia predicó
la Palabra de Dios en Alemania, Francia e Italia. Sus sermones se caracterizaban por
11
su fuerza, piedad, solidez en la enseñanza y abundantes referencias bíblicas. En
1251 o 1252, el Maestro General de la Orden, aconsejado por Alberto Magno y Hugo
de San Caro, nombró a Tomás Bachiller (subregente) del studium Dominico en París.
Este nombramiento puede considerarse como el principio de su vida pública, ya que
su enseñanza rápidamente llamó la atención tanto de profesores como de alumnos.
Sus deberes consistían principalmente en explicar las "Sentencias" de Pedro
Lombardo, y sus comentarios sobre ese texto teológico le proporcionaron el material
y en gran parte, en esquema general para su obra magna, la "Summa Theologica".
En el transcurso del tiempo, se le ordenó prepararse para el Doctorado de Teología
por la Universidad de París, pero aplazaron la concesión del título por una disputa
entre la universidad y los frailes. El conflicto, en su origen una disputa entre la
universidad y las autoridades civiles, surgió tras un incidente con la guardia de la
ciudad que resultó en un estudiante muerto y otros tres heridos. La universidad,
celosa de su autonomía, exigía una satisfacción que le fue negada. Los doctores
cerraron sus facultades, juraron solemnemente que no las abrirían hasta ver
satisfechas sus demandas y decretaron que en e futuro a nadie se le conferiría el
título de doctor a menos que jurase seguir la misma línea de conducta en
circunstancias similares. Los Dominicos y Franciscanos, que habían seguido
enseñando en sus escuelas se negaron a hacer el juramento exigido, y de aquí
surgió un amargo conflicto que estaba en su punto álgido cuando Santo Tomás y
San Buenaventura estaban preparados para recibir sus doctorados. Guillermo de
San Amour extendió la disputa más allá del tema original, atacó violentamente a los
Frailes, de los que estaba evidentemente celoso, y les negó su derecho a ocupar
cátedras en la universidad. Contra su libro "De periculis novissimorum temporum"
(Los peligros de los Últimos Tiempos) Santo Tomás escribió el tratado "Contra
impugnantes religionem", una apología de las órdenes religiosas (Touron op. cit., II
cc. vii sqq.). El libro de Guillermo de San Amour fue condenado por Alejandro IV en
Anagni, el 5 de octubre de 1256 y el Papa ordenó que los frailes mendicantes fueran
admitidos al doctorado.
Por estas fechas, Santo Tomás también combatió un libro peligroso, "El
Evangelio Eterno" (Touron op. cit., II, cxii). Las autoridades universitarias no
obedecieron inmediatamente; fueron necesarias la influencia de San Luis IX y once
Breves papales para lograr de nuevo la paz. Santo Tomás recibió su doctorado en
teología. La fecha que dan la mayoría de sus biógrafos es la del 23 de octubre de
1257. Su tema fue "La Majestad de Cristo". Su texto, "Él riega los montes desde sus
aposentos: del fruto de sus obras se sacia la tierra" (Salmo 103, 13) sugerido, según
se cree, por un visitante celeste [según sus admiradores], fue profético de su vida
futura. La tradición cuenta que San Buenaventura y Santo Tomás recibieron el
doctorado el mismo día y que hubo una "lucha" de humildad entre los dos amigos
para ver quién sería nombrado primero.
Desde entonces, la vida de Tomás puede resumirse en pocas palabras, orar,
predicar, enseñar, escribir, viajar. La gente deseaba más escucharle a él que a
Alberto, a quien Santo Tomás superaba en precisión, lucidez, concisión y fuerza de
expresión, sino en universalidad de conocimientos. París le reclamaba como suyo;
12
los Papas deseaban tenerle junto a ellos; los studia de la Orden ansiaban disfrutar de
los beneficios de su enseñanza; así, le encontramos sucesivamente en Anagni,
Roma, Bolonia, Orvieto, Viterbo, Perugia y París de nuevo y finalmente en Nápoles,
siempre enseñando y escribiendo, viviendo en la tierra con una pasión, un celo
ardiente por exponer y defender la verdad Cristiana. Tan dedicado estaba a su
sagrada misión que con lágrimas pedía que no le obligaran a aceptar la titularidad
del Arzobispado de Nápoles, que le fue conferido por Clemente IV en 1265. Si
hubiese aceptado este nombramiento, muy probablemente nunca hubiera escrito la
"Summa Theologica.".
Cediendo a las peticiones de sus hermanos, en varias ocasiones participó en
las deliberaciones de los Capítulos Generales de la Orden. Uno de dichos capítulos
tuvo lugar en Londres en 1263. En otro, celebrado en Valenciennes (1259) colaboró
con Alberto Magno y Pedro de Tarentasia (que sería el Papa Inocencio V) a formular
un sistema de estudios que substancialmente permanece hasta hoy en los studia
generalia de la Orden Dominicana. (cf. Douais, op. cit.)
No sorprende leer en las biografías de Santo Tomás que frecuentemente se
abstraía y quedaba en éxtasis. Hacia el final de su vida éstos momentos de éxtasis
se sucedían con mayor frecuencia. Una vez en Nápoles, en 1273, tras completar su
tratado sobre la Eucaristía, tres hermanos le vieron levitar en éxtasis [sobra decir que
toda referencia a posibles “milagros” es inadmisible desde el materialismo filosófico] ,
y oyeron una voz que venía del crucifijo del altar que decía: "Has escrito bien de mí,
Tomás, que recompensa deseas?". Tomás respondió, "Nada más que a ti, Señor".
(Prümmer, op. cit., p.38). Se dice que esto se repitió en Orvieto y París.
Y el 6 de diciembre de 1273, dejó su pluma y no escribió más. Ese día,
durante la Misa, experimentó un éxtasis de mucha mayor duración que la
acostumbrada; sobre lo que le fue revelado sólo podemos conjeturar por su
respuesta al Padre Reinaldo, que le animaba a continuar sus escritos: "No puedo
hacer más. Se me han revelado tales secretos que todo lo que he escrito hasta
ahora parece que no vale para nada" (modica, Prümmer, op. cit., p. 43). La Summa
Theologica había sido terminada solo hasta la pregunta 90 de la tercera parte (De
partibus poenitentiae).
Tomás comenzó su preparación inmediata para la muerte. Gregorio X,
habiendo convocado un concilio general a celebrar en Lyon el primero de mayo de
1274, invitó a Santo Tomás y San Buenaventura a participar en las deliberaciones,
ordenó al primero traer al concilio su tratado "Contra errores Graecorum" (Contra los
Errores de los Griegos). Intentó obedecer y salió a pie en enero de 1274, pero le
fallaron las fuerzas; cayó desplomado cerca de Terracina, desde donde le llevaron al
Castillo de Maienza, hogar de su sobrina la Condesa Francesca Ceccano. Los
monjes cistercienses de Fossa Nuova, insistieron para que se alojara con ellos, y así
fue trasladado a su monasterio, y al entrar, le susurró a su compañero: "Este es para
siempre el lugar de mi reposo; aquí habitaré porque lo deseo" (Salmo 131:14).
Cuando el P. Reinaldo le pidió que se quedase en el castillo, el santo replicó: "Si el
Señor desea llevarme consigo, será mejor que me encuentre entre religiosos que
13
entre laicos". Los Cistercienses le brindaron tantas atenciones y bondad, que
abrumaron el sentido de humildad de Tomás. "¿A qué viene tanto honor", exclamó,
"que siervos de Dios lleven la leña para mi hoguera?". Ante la insistencia de los
monjes, el santo dictó un breve comentario sobre el Cantar de los Cantares.
El final se acercaba; se le administró la Extremaunción. Cuando entraron con
el Sagrado Viático a su habitación, pronunció el siguiente acto de fe:
Si en este mundo hubiese algún conocimiento de este sacramento mas fuerte
que el de la fe, deseo ahora usarlo en afirmar que creo firmemente y sé de cierto que
Jesucristo, Dios Verdadero y Hombre Verdadero, Hijo de Dios e Hijo de la Virgen
María está en este Sacramento... Te recibo a Ti, el precio de mi redención, por cuyo
amor he velado, estudiado y trabajado. A Ti he predicado, a Ti he enseñado. Nunca
he dicho nada en Tu contra: si dije algo mal, es sólo culpa de mi ignorancia.
Tampoco quiero ser obstinado en mis opiniones, así que someto todas ellas al juicio
y enmienda de la Santa Iglesia Romana, en cuya obediencia ahora dejo esta vida.
Murió el 7 de marzo de 1274. Numerosos milagros atestiguaron su santidad.
Fue canonizado por Juan XXII, el 18 de julio de 1323. Los monjes de Fossa Nuova
querían a toda costa quedarse con sus sagrados restos, pero Urbano V ordenó que
el cuerpo fuera entregado a sus hermanos Dominicos, siendo trasladado
solemnemente a la iglesia Dominica de Toulouse, el 28 de enero de 1369. La
magnífica capilla erigida en 1628 fue destruida durante la revolución francesa y su
cuerpo trasladado a la iglesia de San Sernin, donde reposa hasta el día de hoy en un
sarcófago de oro y plata, que fue solemnemente bendecido por el Cardenal Desprez
el 24 de julio de 1878. El hueso mayor de su brazo izquierdo se conserva en la
catedral de Nápoles. El brazo derecho, donado a la Universidad de París y
originalmente conservado en la Capilla de Santo Tomás de la iglesia Dominicana, se
guarda actualmente en la iglesia Dominicana de Santa María sopra Minerva en
Roma a donde llegó tras la revolución francesa.
Calo (Prümmer, op. cit., p. 401) dio una descripción de la apariencia del santo:
dice que sus rasgos se correspondían con la grandeza de su alma. Era alto y
corpulento, erguido y bien proporcionado. Su tez era "como el color del trigo nuevo":
su cabeza era grande y bien formada y era algo calvo. Todos los retratos lo
representan con porte noble, meditativo, dulce y a la vez fuerte. San Pío V proclamó
a Santo Tomás Doctor de la Iglesia en 1567. En la Encíclica "Aeterni Patris" del 4 de
agosto de 1879 sobre la restauración de la filosofía cristiana, León XIII le declaró
"príncipe y maestro de todos los doctores escolásticos". El mismo ilustre pontífice,
mediante una Breve del 4 de agosto de 1880, le designó patrono de todas las
universidades, academias y escuelas católicas de todo el mundo.
2.5.2. ESCRITOS
A. Comentarios Generales
Aunque Santo Tomás vivió menos de cincuenta años, escribió más de sesenta
obras, algunas cortas, otras muy largas. Esto no significa que toda la producción
auténtica haya sido escrita directamente a mano; le ayudaron secretarios, y sus
14
biógrafos aseguran que podía dictar a varios escribientes a la vez. Le han sido
falsamente atribuidas otras obras, que fueron en realidad escritas por sus discípulos.
En "Scriptores Ordinis Praedicatorum" (París 1719) el P. Echard dedica
ochenta y seis folios a la obra de Santo Tomás, las diversas ediciones y traducciones
(I, pp. 282-348) Touron (op. cit., pp. 69 sqq.) dice que se encontraron copias
manuscritas en casi todas las bibliotecas de Europa, y que tras la invención de la
prensa, se multiplicaron las ediciones en Alemania, Francia e Italia, siendo la
"Summa Theologica" una de las primeras obras importantes impresas. Peter
Schoeffer, editor de Mainz, publicó "Secunda Secundae" en 1467. Esta es la primera
copia impresa conocida de las obras de Santo Tomás. La primera edición competa
de la "Summa" fue editada en Basilea, en 1485. Muchas otras ediciones de ésta y
otras obras salieron a la luz en los siglos XVI y XVII, especialmente en Venecia y
Lyon. Las ediciones principales de la Obra Completa (Opera Omnia) son: Roma,
1570, Venecia, 1594, 1612, 1745; Amberes, 1612; París, 1660, 1871-80 (Vives);
Parma, 1852-73; Roma 1882 (la Leonina). La edición romana de 1570, llamada "la
Piana" llamada así por Pío V, quien la mandó editar, fue la norma durante muchos
años. Además de un texto cuidadosamente revisado, contenía los comentarios del
Cardenal Cayetano y la valiosa "Tabula Aurea" de Pedro de Bergamo. La edición
veneciana de 1612 fue muy estimada porque el texto iba acompañado de los
comentarios "Cayetano-Porrecta"... La edición Leonina, comenzada baja el patrocinio
de León XIII, continuaría entonces bajo el Maestro General de los Dominicos, sin
duda la más perfecta de todas. Se insertarían comentarios críticos de cada sección,
se emprendería una revisión muy cuidadosa del texto y se comprobarían todas las
referencias. Por orden de León XIII (Motu Proprio del 18 de enero de 1880) la
"Summa contra gentiles" se editaría con los comentarios de Silvestre Ferrariensis,
mientras que los comentarios de Cayetano van con la "Summa Theologica".
Esta última obra se ha publicado, siendo los volúmenes IV-XII de la edición (el
último en 1906).
La obra de Santo Tomás puede clasificarse como filosófica, teológica,
escriturística y apologética. Esta división, sin embargo, no siempre se mantiene. La
"Summa Theologica ", por ejemplo, contiene mucha filosofía, mientras que la
"Summa contra Gentiles " es principalmente, aunque no exclusivamente, filosófica y
apologética. Sus obras filosóficas son principalmente comentarios a Aristóteles y
sus primeros escritos teológicos fueron comentarios de los cuatro primeros libros de
"Sentencias" de Pedro Lombardo. Pero no sigue servilmente ni al Filósofo, ni al
Maestro de las Sentencias (para comentarios sobre el Lombardo rechazado por los
teólogos, véase Migne, 1841, edición de la "Summa Theologica" I, p. 451).
15
(1) "Quaestiones disputatae" (Cuestiones Disputadas): Tratados más
completos sobre temas que no quedaron lo bastante claros en sus conferencias y
clases y sobre los cuales había recibido preguntas solicitando su opinión. Son
valiosos porque en ellos, el autor, libre de los límites del tiempo y espacio, se
expresa libremente y proporciona todos los argumentos, en pro y en contra de las
opiniones en cuestión. Estos tratados, que contienen las Cuestiones "De potentia",
"De malo", "De spirit. creaturis", "De anima", "De unione Verbi Incarnati", "De virt. in
communi", "De caritate", "De corr. fraterna", "De spe", "De virt. cardinal.", "De
veritate", fueron editadas a menudo, por ejemplo, recientemente por la Asociación de
San Pablo (2 volúmenes, París y Friburgo, Suiza, 1883).
(2) "Quodlibeta" (Temas Varios), presenta cuestiones o argumentos
propuestos y sus respuestas, dadas dentro o fuera de las salas de conferencias,
principalmente en los ejercicios escolásticos más formales, denominados "circuli",
"conclusiones" o "determinationes", que tenían lugar una o dos veces al año.
(3) "De unitate intellectus contra Averroístas": Este opúsculo refuta un error
muy peligroso y difundido, es decir, que existía una sola alma para todos los
hombres, una teoría que eliminaba la libertad y responsabilidad individual. (Ver
AVERROES).
(4) "Commentaria in Libros Sententiarum" (antes mencionado): Esta y la obra
siguiente fueron los predecesores inmediatos de la "Summa Theologica".
(5) "Summa de veritate catholicae fidei contra gentiles" (Tratado sobre la
Verdad de la Fe Católica contra los Infieles): Este obra escrita en Roma, entre 1261 y
1264, la compuso bajo demanda de San Raimundo de Peñafort, que quería una
exposición filosófica y defensa de la Fe Cristiana, para utilizarla contra los Judíos y
Moros en España. Es un modelo perfecto de apologética sólida y paciente, en la que
prueba [emic: desde la perspectiva católica] que ninguna verdad demostrable
(ciencia) se opone a la verdad revelada (fe). Las mejores ediciones recientes son la
de Roma 1878 (de Ucelli), la de París y Friburgo, Suiza, 1882, y la de Roma de 1894.
Se ha traducido a muchos idiomas. Se divide en 4 libros: I. De Dios como es en Sí
mismo; II. De Dios y el Origen de las Criaturas; III. De Dios y el Fin de las Criaturas;
IV. De Dios en Su Revelación. Es digno de mención que los Padres del Concilio
Vaticano, tratando sobre la necesidad de la revelación (Coast. "Dei Filius", c. 2)
emplearon casi las mismas palabras de Santo Tomás escritas por el Santo en esta
obra (I, cc. iv, V) y en la "Summa Theologica" (I, Q. i. a. 1).
(6) Tres obras escritas por orden de Urbano IV
El "Opusculum contra errores Graecorum" refutaba los errores de los griegos
sobre doctrinas en disputa entre ellos y la Iglesia Romana, tales como la procedencia
del Espíritu Santo del Padre y del Hijo, el primado del Romano Pontífice [la
superioridad doctrinal y jerárquica del Papa sobre el resto de creyentes], la Sagrada
Eucaristía, y el Purgatorio. Se utilizó contra los griegos con gran efecto en el Concilio
de Lyon (1274) y en el Concilio de Florencia (1493). En el ámbito de los
razonamientos humanos sobre temas profundos, no puede encontrarse algo tan
16
sublime [emic] como el argumento aducido por Santo Tomás para demostrar que el
Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo (cf. Summa Theol., I, Q. xxxvi, a. 2); pero
recuérdese que nuestra fe no depende solamente de este razonamiento.
"Officium de festo Corporis Christi". Mandonnet (Ecrits, p. 127) declara que es
sin duda seguro que Santo Tomás es el autor del bello Oficio del Corpus Christi, en
el que se combina la firme doctrina, la sentida piedad e instructivas citas de las
Escrituras, expresado todo ello en un lenguaje de gran precisión, belleza, pureza y
poesía. Aquí encontramos los conocidos himnos "Sacris Solemniis", "Pange Lingua"
(que concluye con el "Tantum Ergo"), "Verbum Supernum (que concluye con el "O
Salutaris Hostia") y en la Misa, la bella secuencia "Lauda Sion". En los responsos del
Oficio, Santo Tomás pone palabras del Nuevo Testamento que afirman la presencia
real de Cristo en el Santísimo Sacramento junto a textos del Antiguo Testamento que
prefiguran ya la Eucaristía. Santeuil, un poeta del siglo XVII, dijo que daría todos sus
versos por una estrofa del "Verbum Supernum". "Se nascens dedit sociu, convescen
in edulium: Se moriens in pretium, Se regnans dat in praemium": "Del hombre
naciendo fue su compañero, en la mesa su alimento, muriendo su Redentor y en el
Reino su premio". Quizás la joya del Oficio es la antífona "O Sacrum Convivium"
(véase Conway, "St. Thomas Aquinas", Londres y Nueva York, 1911, p. 61). Con
"Catena Aurea", aunque no alcanza la originalidad de sus otras obras, demuestra su
íntimo conocimiento de los Padres de la Iglesia. La obra contiene una serie de
pasajes seleccionados de los escritos de los varios Padres, ordenados de tal manera
que los textos encadenados forman un comentario coherente al Evangelio. El
comentario sobre San Mateo lo dedicó a Urbano IV. Hubo una traducción al inglés
editada por John Henry Newman (4 vols., Oxford 1841-1845; véase Vaughan, op.
cit., vol.II, pp. 529 sqq.)
17
errores". Cuando se han aceptado las verdades reveladas, la mente del hombre
puede explicarlas y sacar conclusiones de ellas. De aquí nace la Teología, que es
una ciencia, porque procede de principios ciertos (a. 2) [según la Iglesia católica]. El
objeto, o el sujeto, de esta ciencia es Dios; lo demás se considera sólo en cuanto a
su relación con Dios (a. 7). La razón se usa en Teología no para demostrar las
verdades de la fe, que se aceptan por autoridad divina, sino para defender, explicar
y desarrollar las doctrinas reveladas (a. 8).
(a) Subdivisiones
22
(5) Un profundo respeto por la Fe, transmitida por la Tradición, caracteriza
toda su obra. La práctica de la Iglesia (consuetudo ecclesiae) debe prevalecer sobre
la autoridad de cualquier doctor (II-II Q x a 12). En la "Summa" cita 19 concilios, 41
Papas y 52 Padres de la Iglesia. Un somero conocimiento de su obra mostrará que
entre los Padres, su favorito era San Agustín (sobre los Padres Griegos, ver
Vaughan op. cit., II cc iii sqq).
(6) Como San Agustín , (II De doctr. Christ. c. xl), Santo Tomás mantenía que
debemos tomar lo que haya de verdad de las obras de los filósofos paganos, en
calidad de "injustos poseedores" y adaptarlo a las enseñanzas de la religión
verdadera (Summa Theologica I, Q. lxxxiv a 5). Solo en la "Summa" cita de las obras
de 46 filósofos y poetas, siendo sus autores favoritos Aristóteles, Platón y entre los
autores cristianos, Boecio. De Aristóteles, aprendió ese amor por el orden y la
exactitud de expresión que caracteriza su propia obra. De Boecio aprendió que se
podían usar los escritos de Aristóteles sin causar detrimento al Cristianismo . Sin
embargo, no siguió el vano intento de Boecio de reconciliar a Platón con Aristóteles .
En general, el Estagirita fue su maestro, pero la elevación y grandeza de los
conceptos de Santo Tomás y la majestuosa dignidad de su método hablan con gran
fuerza del sublime Platón.
25
Esto es un desarrollo de la famosa frase de San Agustín (De Trin., XIV s i), en
la que dice que el recto uso de la razón es "aquel que engendra...nutre, defiende y
refuerza la Fe". Estos principios los propone Santo Tomás en muchos lugares,
especialmente en "In Boethium d a Trin. Proem.", Q ii a. 1; "Sum. Cont. gent.", I cc I
iii-ix; "Summa", I, Q. i aa. 1, 5, 8; Q xxxii, a. 1; Q I lxxxiv, a. 5. El servicio de Santo
Tomás a la Fe lo resume León XIII en la encíclica "Aeterni Patris": "Ganó esta
distinción por sí mismo: que él sólo combatió victoriosamente los errores de tiempos
antiguos y dio armas invencibles para vencer cualquiera que en el futuro pudieran
surgir. Distinguiendo con claridad, como debe ser, la razón y la fe, preservó y
consideró los derechos de cada una, tanto así que la razón remontada en las alas de
Tomás puede apenas elevarse más, mientras que la fe difícilmente puede esperar
mayores o más potentes auxilios de la razón que los que ya ha obtenido por medio
de Tomás". Santo Tomás no combatió enemigos imaginarios; atacaba adversarios
vivos. Las obras de Aristóteles habían llegado a Francia en malas traducciones
llenas de comentarios engañosos de filósofos judíos y musulmanes. Ello dio lugar a
una ola de errores que tanto alarmaron las autoridades que la lectura de la Física y
Metafísica de Aristóteles fue prohibida por Roberto de Courçon en 1210, siendo
moderado el decreto por Gregorio IX en 1231. En la Universidad de París se
introdujo subrepticiamente el espíritu insidioso de irreverencia y "Racionalismo",
representado especialmente por Pedro Abelardo y Raimundo Lullus (Lulio),
quienes mantenían que la razón podía conocer y demostrar todas las cosas, incluso
los misterios de la Fe. Averroes propagó doctrinas peligrosas [desde diversas
perspectivas], destacando dos perniciosos errores: el primero, que en filosofía y
religión, siendo dos cosas diferentes, lo que es cierto en una puede ser erróneo en la
otra; y el segundo, que todos los hombres tienen una sola alma [partiendo del
entendimiento agente de Aristóteles, lo que propicia que un suicida musulmán
considere que su alma está fundida en otra superior…]. Averroes era llamado
comúnmente "El Comentador", pero Santo Tomás dice que "era, más que un
Peripatético, un corruptor de la filosofía Peripatética" (Opuse. De unit. Intell.).
Aplicando un principio de San Agustín, (véase I Q lxxxiv, a. 5), siguiendo los pasos
de Alejandro de Hales y Alberto Magno, Santo Tomás decidió tomar lo verdadero de
los "injustos poseedores", para ponerlo al servicio de la religión revelada. Las
objeciones contra Aristóteles cesarían si se conociese el verdadero Aristóteles; por
eso su primer interés fue obtener una traducción nueva de las obras del gran filósofo.
Había que purificar a Aristóteles, refutar los falsos comentaristas, de los que
Averroes es el más influyente, por eso Santo Tomás continuamente se emplea en
refutar sus falsas interpretaciones [esas obras llegaron a Europa a través de la
escuela de traductores de Toledo, de Alfonso X "El Sabio"].
(2) La Teología Sistematizada
El próximo paso fue poner la razón al servicio de la Fe, dando forma científica
a la doctrina Cristiana. La Escolástica no consiste, como algunos imaginan, en
inútiles discusiones y sutilezas, sino en expresar la verdadera doctrina en lenguaje
exacto, claro y conciso. En la encíclica ""Aeterni Patris", León XIII, citando a Sixto V
(Bula "Triumphantis", de 1588) declara que mucho le debemos al uso recto de la
26
filosofía por "esos nobles dones que hacen de la teología Escolástica tan formidable
contra los enemigos de la verdad" porque "la inmediata coherencia entre causa y
efecto, el orden y la disposición de un ejército disciplinado en la batalla, esas claras
definiciones y distinciones, aquellos poderosos argumentos y agudas discusiones por
las que la luz se distinguen de las tinieblas, lo verdadero de lo falso, exponen y
desnudan las falsedades de los herejes envueltas en una nube de subterfugios y
falacias". Cuando los grandes Escolásticos escribían, había luz donde antes había
tinieblas, había orden donde antes prevalecía la confusión. La obra de San Anselmo
y Pedro Lombardo, fue perfeccionada por los teólogos Escolásticos., Desde
entonces, no se ha hecho ninguna mejora substancial en el plan y sistema de la
teología, aunque el campo de la apologética de ha ensanchado, y la teología positiva
ha cobrado mayor importancia.
C. Seguimiento de la Doctrina Tomista
Poco después de su muerte, los escritos de Santo Tomás eran universalmente
estimados. Los Dominicos naturalmente fueron los primeros en seguir al Santo. El
Capítulo General de París se 1279 prometió grandes penas para todo aquel que se
atreviese a hablar irreverentemente de él o de sus obras. Los Capítulos de París de
1286, de Burdeos de 1287 y de Lucca de 1288, expresamente dispusieron que los
frailes tenían que seguir la doctrina de Tomás, que en aquel momento no había sido
canonizado (Const. Ord. Praed. N. 1130). La Universidad de París, coincidiendo con
la muerte de Tomás, envió una misiva oficial de pésame al capítulo general de los
Dominicos, diciendo que con los hermanos, la universidad expresaba su dolor por la
pérdida de aquél que era como suyo propio por sus muchos títulos (véase el texto de
la carta en Vaughan op. cit., II, p. 82). En la encíclica "Aeterni Patris", León XIII
menciona las Universidades de París, Salamanca, Alcalá, Douai, Toulouse,
Lovaina, Padua, Bolonia, Nápoles, Coimbra, como "las sedes del conocimiento
humano donde Tomás reinaba supremo, y donde las mentes de todos, maestros y
discípulos, disfrutaban de una maravillosa armonía bajo la tutela y autoridad del
Doctor Angélico". A esta relación, podemos añadir Lima y Manila, Friburgo y
Washington. Los seminarios y escuelas siguieron a las universidades. La "Summa"
gradualmente sustituyó a las "Sentencias" como texto de teología. Las mentes se
formaban según los principios de Santo Tomás; se convirtió en un gran maestro,
ejerciendo una vasta influencia universal sobre las opiniones de los hombres y sus
obras; porque incluso los que no adoptaban todas sus conclusiones, quedaban
obligados a considerar sus opiniones. Se estima que se han escrito unos seis mil
comentarios sobre la obra de Santo Tomás. Durante los últimos 600 años, se han
publicado manuales de teología y filosofía, compuestos con la intención de impartir
su enseñanza; traducciones, estudios o resúmenes (études), de partes de sus obras,
y hasta hoy, su nombre se honra en todo el mundo (véase TOMISMO). En cada uno
de los Concilios Generales que han tenido lugar después de su muerte, Santo
Tomás siempre ha ocupado un lugar de honor. En el Concilio de Lyon su obra
"Contra errores Graecorum" fue utilizado con gran efecto contra los Griegos. En
disputas posteriores, antes y durante el Concilio de Florencia, Juan de Montenegro,
el campeón de la ortodoxia Latina, encontró en Santo Tomás una fuente inagotable
27
de argumentos irrefutables. El "Decretum pro Armenis" (Instrucción para los
Armenios) emitido por la autoridad de ese concilio, está tomado casi literalmente de
su tratado "De fidel articuli et septem sacramentis (véase Densinger-Bannwart n.
695). "En los Concilios de Lyon, Vienne, Florencia y el Vaticano", escribe León XIII
(encíclica "Aeterni Patris"), "casi podríase decir que Tomás participó y presidió las
deliberaciones y decretos de los Padres contendiendo contra los errores de los
Griegos, herejes y Racionalistas, con una fuerza invencible y con los más felices
resultados. Pero la mayor y más especial gloria de Tomás, que no comparte con
ningún otro Doctor Católico, es que los Padres de Trento hicieron parte del orden del
cónclave poner sobre el altar, junto al códice de las Sagradas Escrituras y los
Decretos de los Sumos Pontífices, la Summa de Tomás de Aquino, para buscar
consejo, razones e inspiración. Mayor influencia, nadie puede tener. Antes de
concluir esta sección, debemos mencionar dos libros muy conocidos y apreciados,
inspirados por y basados en los escritos de Santo Tomás. El Catecismo del Concilio
de Trento, compuesto por discípulos del Doctor Angélico, es en realidad un
compendio de su teología, presentada en forma apropiada para uso de los párrocos.
La Divina Comedia de Dante se ha llamado "la Summa de Santo Tomás en verso", y
los comentaristas hacen derivar las divisiones y descripciones de las virtudes y los
vicios del gran poeta florentino a la "Secunda Secundae".
D. Aprecio de Santo Tomás.
(1) En la Iglesia
La estima de que disfrutaba en vida no ha disminuido, sino aumentado, en el
transcurso de los seis siglos transcurridos desde su muerte. El lugar que ocupa en la
Iglesia lo explica el gran León XIII en la encíclica "Aeterni Patris", en la que
recomienda el estudio de la filosofía escolástica: "Es sabido que casi todos los
fundadores y legisladores de órdenes religiosas ordenaron a sus frailes estudiar y
hacer suyas las enseñanzas de Santo Tomás... Además de la familia Dominica, que
justamente reclama como suyo a éste gran maestro, los estatutos de los
Benedictinos, Carmelitas, Agustinos, Jesuitas y muchos otros, dan testimonio de su
acatamiento de esta ley." Entre los "muchos otros", Servitas, Pasionistas, Bernabitas
y Sulpicianos se han dedicado de manera especial al estudio de Santo Tomás. Las
principales universidades donde Santo Tomás brillaba como gran maestro han sido
enumeradas más arriba. Los doctores parisinos le llamaban estrella del alba, sol
luminoso, luz de la Iglesia entera. Esteban, Obispo de París, reprendiendo a aquellos
que se atrevían a atacar la doctrina de aquel "excelentísimo Doctor, el bendito
Tomás", le llama "la gran luminaria de la Iglesia Católica, la joya del sacerdocio, la
flor de los doctores, el lustroso espejo de la Universidad de París" (Drane, op. cit., p.
431). En la antigua Universidad de Lovaina, los doctores tenían que descubrirse e
inclinarse cuando pronunciaban el nombre de Tomás (Goudin, op. cit., p. 21).
"Los concilios ecuménicos, donde florecen las flores de todo el conocimiento
terrenal, siempre han procurado de honrar de manera singular a Santo Tomás. (León
XIII en la encíclica "Aeterni Patris"). Este tema ha sido tratado con detalle más arriba.
El "Bullarium Ordinis Praedicatorum", publicado en 1729-39, cita 38 bulas en las que
28
18 soberanos pontífices alabaron y recomendaron la doctrina de Santo Tomás
(véase también Vaughan op. cit., II, c, ii; Berthier op. cit., pp. 7 sqq). Estas
aprobaciones las repite y renueva León XIII, que pone especial énfasis en "el
destacado testimonio de Inocencio VI: ‘Su enseñanza, por encima de todas,
exceptuando sólo los cánones, posee tal elegancia en sus frases, un método en sus
afirmaciones, una verdad en sus proposiciones, que aquellos que la siguen, nunca
se desviarán del camino de la verdad, y el que se atreva a refutarla, siempre será
sospechoso de error (ibid.) León XIII sobrepasó a sus predecesores en su
admiración por Santo Tomás, y declaró que en sus obras se encuentra el remedio
para los muchos males que afligen a nuestra sociedad. (véase Berthier, op. cit., ,
introducción). Las Encíclicas de ese ilustre Pontífice demuestran que había estudiado
las obras del Doctor Angélico. Esto es evidente en las epístolas sobre el matrimonio
Cristiano, la constitución Cristiana de los Estados, la condición de las clases
trabajadoras, y el estudio de la Sagrada Escritura. El Papa Pío X, en varias Epístolas,
por ejemplo en "Pascendi Dominici Gregis" (septiembre 1907), insiste en observar las
recomendaciones de León XIII sobre el estudio de Santo Tomás. Intentar dar los
nombres de los escritores católicos que han expresado su admiración por Santo
Tomás sería una tarea imposible, porque la lista incluiría a casi todos los autores de
filosofía o teología desde el siglo XIII, además de cientos de autores de otros temas.
En los capítulos introductorios de todo buen comentario, encontramos alabanzas y
elogios. Una relación incompleta de autores que han recogido estos testimonios la da
el P. Berthier (op. cit., p. 22).
(2) Fuera de la Iglesia
(a) Antiescolásticos –– Algunas personas han sido y siguen siendo opuestos a
todo lo que se llame Escolástica, que dicen es sinónimo de sutilezas e inútiles
discusiones. Del prólogo de la "Summa" se desprende con claridad que Santo Tomás
se oponía a todo lo superfluo y confuso en los estudios Escolásticos. Cuando se
entiende lo que realmente significa la verdadera Escolástica, desaparecen las
objeciones.
(b) Herejes y Cismáticos –– "Un último triunfo se reservaba para este hombre
incomparable – el obligado homenaje, las alabanzas y la admiración incluso de los
mismísimos enemigos de la palabra Católico" (León XIII, ibid.) La ortodoxia de Santo
Tomás atrajo sobre sí mismo el odio de todos los Griegos [ ortodoxos] opuestos a la
unión con Roma. Los Griegos unidos, sin embargo, admira a Santo Tomás y
estudian sus obras (véase más arriba, "Traducciones de la "Summa"). Los líderes de
la revolución del siglo XVI honraron a Santo Tomás con sus ataques, en especial el
mismo Lutero, con sus violentas invectivas contra el gran Doctor. Citando el alegato
de Martín Bucer, "Quitad a Tomás y yo destruiré la Iglesia", León XIII (ibid.) comenta,
"La esperanza era vana, pero el testimonio tiene su valor". Calo, Tocco, y otros
biógrafos cuentan que Santo Tomás, viajando de Roma a Nápoles, convirtió a dos
célebres rabinos Judíos que conoció en la casa de campo del Cardenal Richard.
(Prümmer, op. cit., p. 33; Vaughan, op. cit., , I, p. 705). El Rabino Pablo de Burgos,
en el siglo XV, se convirtió leyendo las obras de Santo Tomás. Teobaldo Thamer,
29
discípulo de Melanchton, abjuró su herejía tras haber leído la "Summa" con el
propósito de refutarla. El Calvinista Duperron se convirtió de manera similar, y llegó a
ser Arzobispo de Sens y cardenal. (véase Conway op. cit., p. 96). Pasada la
amargura del primer período de Protestantismo, los protestantes vieron la necesidad
de conservar muchas partes de la filosofía y teología Católicas, y los que legaban a
conocer a Santo Tomás no tenían más remedio que profesarle su admiración.
Uberweg dice que "Elevó la Escolástica a su más alto grado de desarrollo,
efectuando la más perfecta acomodación posible de la filosofía aristotélica a la
ortodoxia eclesiástica" (op. cit., p 440). R. Seeberg, en la "New Schaff-Herzog
Religious Encyclopedia" (New York, 1911) dedica 10 columnas a Santo Tomás, y
dice que "en todo logró defender la doctrina de la Iglesia como creíble y razonable.
(XI, p. 427). Durante muchos años, especialmente desde el tiempo de Pusey y
Newman, Santo Tomás ha sido muy considerado en Oxford. Recientmente la
"Summa Contra Gentiles" figura en la lista de temas que pueden ser ofrecidas por un
candidato en las "final honour schools" de Litterae Humaniores de esa Universidad
(cf. Walsh, op. cit., c. xvii). Durante varios años, el P. De Groot, O.P., ha sido
profesor de filosofía Escolástica en la Universidad de Ámsterdam, y se han instituido
cursos de filosofía Escolástica en algunas de las principales universidades no
católicas de Estados Unidos. Los Anglicanos profesan una gran admiración por
Santo Tomás. Alfred Mortimer, en el capítulo "The Study of Theology" de su obra
titulada "Catholic Faith and Practice" (2 tomos, Nueva York, 1909), se queja de que el
sacerdote o ministro inglés no tiene conocimientos científicos de la Reina de las
Ciencias", y ofreciendo un remedio, afirma, "El esquema más simple y perfecto de la
teología universal se encuentra en la Summa Theologica de Santo Tomás " (vol. II,
pp. 454, 465).
32
D.J.KENNEDY
Transcrito por Kevin Cawley
Traducido por Rafael Corrales Pacheco
33
2.6. La Doctrina teológico-filosófica de Santo Tomás.
34
existe sólo lo niegan los "insensatos". El problema va a consistir en demostrar la
Existencia de Dios. El Hombre es libre, y pecó. Sólo se Salva por medio de Dios.
Por la Razón, según Santo Tomás, podríamos llegar a Dios (al menos a
alguna de sus propiedades, aunque indirectamente), pero es más "seguro" y "rápido"
llegar por la Fe {No es que haya una doble verdad, como dicen algunos
comentaristas "anacrónicamente" dando por válida la posición de Santo Tomás
respecto a la Fe (como un “hecho” irrefutable). Pero, desde nuestro punto de vista,
parece irreconciliable Razón y Fe, y por eso decimos que si eran verdaderas y se
contradecían, había una doble Verdad. Pero para los cristianos medievales, y para
Santo Tomás aunque utilice una expresión equívoca ("doble verdad"), sólo la Fe era
cierta absolutamente. En caso de conflicto, la Razón se sometía a la Fe. Luego la
Verdad era sólo Una: la revelada}.
Según Santo Tomás en las relaciones entre Razón y Fe cabe hacer una
división (Vid. Suma Contra Gentiles, I, 3):
«Sobre lo que creemos de Dios hay una doble verdad . Hay ciertas
1
verdades de Dios que sobrepasan la capacidad de la razón humana, como es, por
ejemplo, que Dios es uno y trino. Otras hay que pueden ser alcanzadas por la razón
natural, como la existencia y la unidad de Dios; las que incluso demostraron los
filósofos guiados por la luz natural de la razón»
Como vemos, según Santo Tomás hay una "doble forma" de conocer a
Dios, la revelada y la racional. Pero la segunda no es tan profunda como la
primera, y no conoce realmente la "esencia" de Dios de forma directa (o, lo que es lo
mismo, no puede demostrar su existencia a partir de su esencia -sino sólo por "via
negativa" o "via analogía"-). Cuando la Razón no "entiende" lo que dice la Fe,
entonces Santo Tomás apela a la "incapacidad" del entendimiento humano para
entender a Dios, y se niega que haya una contradicción entre ambas, pues "cómo iba
Dios, que nos ha creado, a engañarnos con verdades contrapuestas". Esto significa
que la Razón siempre tiene las de perder . Por tanto podemos decir que la Teoría de
2
Así Santo Tomás pretende mantener una "armonía" entre Razón y Fe. La
Razón debe ejercitarse hasta donde sea posible para "comprender la Fe". Pero hay
un límite en el que aquella no puede comprender ciertas propiedades de Dios (que
normalmente coinciden con Dogmas ligados a la "Personalidad" de Dios).
En lo que se llama "Preambula Fidei " (Preámbulos pretendidamente
3
“racionales” para luego pasar a los Dogmas de la Fe) Santo Tomás intenta llevar a
cabo esa labor de "armonización" entre Razón y Fe. Las llamadas 5 vías de la
demostración de la existencia de Dios pertenecen a este intento de "entender" con la
luz natural de la Razón lo máximo posible de los misterios sobrenaturales de la Fe.
concepción de Cristo ex Maria Virgine» (op. cit. p. 63). Por otro lado,« "si el hombre
es un animal mortal" (y esto es, más que una tesis filosófica, una tesis zoológica),
¿Cómo admitir que Cristo ha resucitado?...» (Ibid.)
1no en los "escolios", como se pone de manifiesto en San Anselmo y santo
Tomás, que parten del hecho de Dios para, incitados por el insipiens, desarrollar su
"conocimiento", (op. cit. p. 167-8). Estas investigaciones "racionales" pertenecen a
los Preambula Fidei, que configuran el aspecto más "filosófico" de la Teología
Cristiana.
2 Sin embargo, y paradójicamente, la interpretación Personal, a la vez que
creacionista, de Dios por parte de los cristianos, será importantísima para la
concepción de la realidad que posean los "modernos" (tras la oportuna "inversión
teológica" que "secularice" y racionalice el Ego Transcendental y su relación con
M3).
Es evidentísimo que hay algunos inteligibles divinos que exceden completamente de la inteligencia de la razón
humana.
Pues, dado que el principio de todo saber científico que la razón capta de alguna cosa es la intelección de la
sustancia, porque según la doctrina del Filósofo, el príncipe de la demostración es la esencia, conviene, por lo
tanto, que, según el modo como es entendida la sustancia, así sea también el modo de todo lo que se conoce de
la cosa. Si el entendimiento humano aprehende la sustancia de alguna cosa, por ejemplo de la piedra o del
triángulo, ninguno de sus inteligibles excede la capacidad de la razón humana. Lo cual, ciertamente, no nos
ocurre tratándose de Dios. Pues el entendimiento humano no puede llegar por virtud natural a captar la sustancia
divina, ya que el conocimiento de nuestro entendimiento, según el modo de la vida presente, empieza por los
sentidos. Y, por tanto, todo lo que no cae bajo el sentido no puede ser captado por el entendimiento humano sino
en la medida en que su conocimiento se colige de los sentidos. Los sensibles no pueden conducir al
entendimiento humano a que se vea en ellos «qué es» la divina sustancia, puesto que son efectos que no igualan
la virtud de la causa. No obstante, nuestro intelecto es llevado de los sensibles a un conocimiento divino, de
suerte que conoce de Dios «que existe», y otras cosas que es pertinente atribuir al primer Principio.>>
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Summa contra gentiles, (1259-60), lib. 1, cap. 3. Recoge: M. Artola, Textos
fundamentales para la Historia, Madrid, 1968, p. 148.
1Ni que decir tiene que el planteamiento que hace Sto. Tomás del concepto de
causalidad es abstracto y metafísico. El concepto de causa no tiene sentido fuera de
un “contexto” o Armadura y sin un Esquema de Identidad Sintética en el que
desenvolverse. Sólo así se evita la “recurrencia hasta el infinito a causas
anteriores”.... Además hay que distinguir entre “determinación” y “causalidad”.
39
« La tercera vía considera al ser posible o contingente y el necesario, y
puede formularse así. Hallamos en la naturaleza cosas que pueden existir o no
existir, pues vemos seres que se producen y seres que se destruyen, y, por tanto,
hay posibilidad de que existan y de que no existan. Ahora bien, es imposible que los
seres de tal condición hayan existido siempre, ya que lo que tiene posibilidad de no
ser hubo un tiempo en que no fue. Si pues todas las cosas tienen la posibilidad de no
ser, hubo un tiempo en que ninguna existía. Pero, si esto es verdad, tampoco
debiera existir ahora cosa alguna, porque lo que no existe no empieza a existir más
que en virtud de lo que ya existe, y, por tanto, si nada existía, fue imposible que
empezase a existir cosa alguna, y, en consecuencia, ahora no habría nada, cosa
evidentemente falsa. Por consiguiente, no todos los seres son posibles o
contingentes, sino que, entre ellos, forzosamente ha de haber alguno que sea
necesario. Pero el ser necesario o tiene la razón de su necesidad en sí mismo o no
la tiene. Si su necesidad depende de otro, como no es posible, según hemos visto al
tratar de las causas eficientes, aceptar una serie indefinida de cosas contingentes, es
forzoso que exista algo que sea necesario por sí mismo y que no tenga fuera de sí la
causa de su necesidad, sino que sea causa de la necesidad de los demás, a lo que
todos llaman Dios ».
40
« La quinta vía se toma del gobierno del mundo. Vemos, en efecto, que
cosas que carecen de conocimiento, como los cuerpos naturales, obran por un fin,
como se comprueba observando que siempre, o casi siempre, obran de la misma
manera para conseguir lo que más les conviene; por donde se comprende que no
van a su fin obrando al acaso ((por azar)), sino intencionadamente (como personas o
seres conscientes)). Ahora bien, lo que carece de conocimiento no tiende a un fin si
no lo dirige alguien que entienda y conozca, a la manera como el arquero dirige la
flecha. Luego existe un ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a su fin, y
a éste llamamos Dios » (Suma Teológica, I-II, q.2, art. 1-3).
1
En esta vía Santo Tomás parte de lo que Aristóteles llama “causa final”, y
considera al universo como una especie de “obra” (artificiosa, proléptica) realizada
por un demiurgo (artesano) todopoderoso (que incluso crea de la nada la materia
con la que construye el mundo). El Cristianismo coloca en la “mente” de Dios las
formas (ideas, modelos) de Platón y la materia no la considera preexistente (para
evitar restar poder a Dios, pues la materia es “potencialidad” de ser), sino creada por
Dios de la Nada (no de sí mismo, para evitar el Panteísmo). Como vemos, Santo
Tomás lleva a cabo una Analogía en que se rompen las relaciones analógicas, pues
entre Dios y un artesano efectivo (humano) hay una distancia infinita. De hecho,
como sugirió Nicolás de Cusa, la “figura personal” se desintegra cuando se llevan al
límite infinito sus propiedades (como el círculo que se transforma en algo muy
distinto, una recta, cuando se lleva al infinito su radio).
(como el cántaro que hace un
Como vemos, todas la vías acaban con la frase "y a éste llamamos Dios".
Pero, como algunos le critican, eso no es algo evidente para todo el mundo, ni algo
que se derive de la argumentación tomista. Esa coletilla (escolio) es algo que pone
Tomás sin que se derive racionalmente en la demostración. En los escolios
presupone la identidad entre lo concluido (por ejemplo un "primer motor") y Dios. Un
Dios con cualidades reveladas que son incompatibles con la Racionalidad, pues,
como dirá en otro lugar, el verdadero conocimiento de Dios se alcanza no por
razones naturales, sino por "razones" que desbordan el mero razonamiento que
puedan llevar a cabo los hombres:
«por la Gracia [sobre-natural: sobre-racional] adquirimos un conocimiento de
Dios más perfecto que por la razón natural...» y es la Gracia la que: «hace que le
1Los Testigos de Jehová, actualmente, también pretenden demostrar la
existencia de Dios basándose en esta característica de la “prolepsis” de la conducta
aplicada al universo entendido como “obra de Dios”. El problema es que El universo
no es como una casa (proléptica, obra intencionada…) ni Dios una persona (que es
lo que habría que demostrar). De forma genérica se podría decir que Santo Tomás
parte en las tres primeras vías parte de algo “físico” y concluye que Dios (una
superpersona) es su causa. En las últimas vías parte de conceptos más
relacionados con la “persona” (beta-operatorios) y pretende extenderlos al universo
físico (como se hacía en los mitos al personalizar la naturaleza). Mezcla una
causalidad “física” y una “intencional”, proléptica.
41
conozcamos mejor, porque pone a nuestro alcance más y más perfectas obras
suyas, porque merced a la revelación, le atribuimos propiedades que la razón no
alcanza a conocer como la de ser uno y trino ».
1
Sólo podemos hablar de Ideas en Dios. Por tanto la Verdad tiene en Dios su
único fundamento.
La Infinitud es algo Actualizado en Dios, por eso Dios es considerado como
Perfecto y Omnipotente. Para los griegos, sin embargo, lo infinito no es algo
aplicable a la "cualidad" (y menos a la "personalidad"), sino que sobre todo se aplica
al plano de la Cantidad, de la magnitud, significando algo "indeterminado", sin límites,
pura "potencialidad", Imperfección (lo contrario del Dios Cristiano).
43
Los ángeles son la cúspide de lo creado. La definición de los ángeles
permitirá situar respecto a ellos al hombre. El ángel es totalmente incorpóreo; el
hombre no. El ángel no está compuesto de materia y forma; el hombre sí (y cuando
el hombre perece, la sustancia formal -espíritu y alma racional- abandona el cuerpo).
Los ángeles son de distintas especies; el hombre pertenece a la misma. El
Entendimiento acerca bastante al hombre respecto a los ángeles, pero éstos poseen
un Entendimiento mucho más perfecto (por no partir de lo sensible).
Si el hombre posee sustancia material -cuerpo- y formal 25 ¿qué es lo que
"diferencia" a un hombre de otro hombre (a Juan de Pedro). Aristóteles no llegó a
contestar adecuadamente a esta pregunta, pues lo más característico de ambos
sería el pertenecer a la "especie" hombre (animal racional, etc.) equivalente a la
"sustancia segunda" de ambos (cuya definición esencial se consigue por "género
próximo" y "diferencia específica"). Por tanto la "diferencia" última es la referida a la
especie (que permite distinguir a un caballo de un hombre) pero no habla claramente
de "diferencias" individuales que permitan distinguir esencialmente a un Individuo de
otro (pues, en el fondo, Aristóteles ve a la Especie, en cuanto Patrón Formal, como lo
más esencial o sustancial de los individuos, siendo las características particulares
-ser rubio o moreno, etc.- meras "cualidades accidentales" expresadas a través de
las restantes categorías).
Santo Tomás no puede mantener esta equiparación indiscriminada entre los
distintos Individuos, pues cada hombre, creado por Dios 261, es bueno o malo y se
salvará o no, por lo que la idiosincrasia de cada individuo es fundamental. Cada
hombre es querido por Dios individualmente, no como especie.
Santo Tomás, por lo tanto, dirá que la Forma no es Principio de
Individuación (pues no diferencia a unos individuos de otros), sino que más bien lo es
la Materia "determinada por la cantidad" (signata quantitate). Pero en la medida en
que la "materia" es "materia segunda" (pues la materia primera es pura
"indeterminación" sin cualidades, por lo que no puede servir para "determinar" nada),
entonces ya dice referencia a una forma (la carne posee ya cierta conformación,
como la madera antes de ser tallada como estatua -cualquier synolón, ser real
concreto, es materia y forma-). Por consiguiente no queda del todo explicada la
"individuación", pues se vuelve a apelar a una forma supraindividual [Duns Scoto,
45
2.6.d. MORAL Y POLITICA. Leyes “naturales” y
“sobrenaturales”
46
(del Cuerpo) los hombres tendrán que presentarse ante Dios con uñas, dientes, y
demás partes perdidas a lo largo de la vida.
47
2.7. Texto de la Summa Teológica (moralidad)
48
irascible trata la esperanza y la desesperación, la audacia y el temor, y la ira. Dentro
de las pasiones distingue Santo Tomás su lado material (orgánico, conocido poco en
su época) y el "formal" (anímico). El santo realza el lado "voluntario" y moral de las
pasiones, su "dominio" (como en política, no servil ni despótico) sobre el apetito
sensitivo, mediante el juicio estimativo de la cogitativa o "ratio particularis" (p. 221).
Luego trata Santo Tomás de los Hábitos (buenos: virtudes, y malos: vicios y
pecados, en términos teológicos). Los hábitos son modos cualitativos de ser ((o
estar, diríamos en español, muy ligados a las costumbres cuando se dan
socialmente)). En la Cuestión 49 trata sobre el hábito como cualidad. Hábito y
disposición (naturales o adventicias) son cualidades. Los hábitos son fácilmente
mudables (corrompibles, etc,) y las disposiciones difíciles de mudar (naturales, para
estar en potencia o en acto).
Para Santo Tomás el modo o determinación del sujeto en su ser accidental
puede entenderse o bien en orden a la misma naturaleza (cualitativa) del sujeto, o
bien según la acción y la pasión que derivan de los principios de la naturaleza,
materia y forma, o bien según la cantidad.
El modo y determinación del sujeto en orden a la naturaleza de la cosa nos da
la primera especie de cualidad, que es el hábito y la disposición, pues, como decía
Aristóteles, “los hábitos son las disposiciones de lo perfecto para lo óptimo; y llamo
perfecto a lo que está dispuesto conforme a la naturaleza". La misma forma y
naturaleza de la cosa es el fin y la causa de que algo se haga, por lo que tiene
relación con el bien o el mal, y con la dificultad para moverlo.
2. El hábito es una disposición según la cual alguien se encuentra bien o mal
dispuesto (respecto de las pasiones). Cuando tiene un modo conveniente a la
naturaleza de la cosa, entonces es bueno. De lo contrario es malo.
En los hábitos importa la permanencia más o menos segura. Si alguien posee
la ciencia (virtud dianoética) imperfectamente, de modo que pueda perderla con
facilidad, entonces no sólo debe preocuparse por mejorar lo que sabe, sino por evitar
perderlo.
3. El hábito está ordenado al acto, a conseguir que la potencia se actualice.
Todo hábito ligado a alguna potencia (anímica) es importante en relación a los actos.
Por eso importa la división de los hábitos en Buenos y Malos; y éstos en
fácilmente mudables (sin figura acabada y perfecta) y permanentes.
Pero no basta con un solo acto realizado para que se haya constituido el
hábito que mira a dicho acto (como medio para un determinado fin). Son precisos
muchos actos (para que haya "constancia" en el comportamiento personal). En los
hábitos es importante la remoción de obstáculos para alcanzar su constitución.
4. El hábito es necesario en aquellas potencias (en las sensitivas no
directamente) que pueden ordenarse de diversos modos a obrar (es decir cuando
el fin puede obtenerse por diversos medios). La voluntad es una potencia de este
tipo, sobre la que cabe aplicar los hábitos.
49
A continuación trata Santo Tomás de la Ley (en general y en particular) y de
la Gracia (con la que dios nos ayuda, más allá de la instrucción de otras leyes).
5. Las leyes, por el contrario, son principios extrínsecos a la voluntad (hasta
que se asimilan sus fines). Aunque son principios extrínsecos, de “manera habitual”
acaban interiorizándose, asimilándose “internamente”.
La cuestión 94
de la parte "primera de la segunda" (parte I-II), versa sobre La Ley Natural
(que está relacionada con lo que con el tiempo se ha convertido en parte del
"derecho de gentes" o "Derecho Natural" o "Los Derechos Humanos"). Dicha
cuestión está dentro de un conjunto de cuestiones pertenecientes al Tratado de la
Ley en General (cuestiones 90-97)
Si ya en Aristóteles (y antes en Platón) apreciamos la necesidad de las
leyes de la Comunidad política como norma o regla directiva que "perfeccione" la
naturaleza racional del hombre (dirigiendo hacia el "bien común" de la comunidad las
distintas clases sociales y sus respectivas virtudes), con Santo Tomás esta
necesidad sigue manteniéndose, pero subordinada a otra dimensión que los griegos
no consideraron: la dimensión "espiritual" del hombre, la vida en Gracia de Dios.
El hombre, para los cristianos no sólo es un sujeto que precise de "virtudes
prometeicas" y "herméticas" que constituyan una "segunda naturaleza" que, a través
de la razón, complete su incapacidad "natural" (animal), sino que además, su propia
naturaleza racional se vió seriamente "degenerada" al principio de su creación
(Adán y Eva) por culpa del "pecado original", sugestionado exteriormente por el
demonio. El hombre fue creado por Dios para disfrutar de una vida perfectamente
racional y "bienaventurada" (que le permitía captar la misma esencia de la verdad
divina), pero tras el pecado original su naturaleza sensitiva (deseos, pasiones) se
desvió de su cauce racional perfecto, y le conduce fácilmente al pecado. Sólo con la
ayuda "sobrenatural" de la Gracia divina (el don de la Gracia que se manifiesta
con la Fe) puede el hombre volver a ser "bienaventurado" (feliz) y alcanzar su
último Fin que es Dios. Sólo ordenando su vida a Dios puede el hombre salvarse.
6. Las acciones humanas (voluntarias) tienen unos principios interiores y
unos principios exteriores.
Los “Interiores” se manifiestan en la Virtud (que es una especie de Segunda
naturaleza que encauza las acciones racionalmente), pero que muchas veces es
impotente por sí misma para formarse en los individuos.
Los principios "exteriores" según Santo Tomás son de 3 tipos:
a) La Tentación, por la que el Diablo inclina al mal (como en el pecado
original); b) La Ley, por la que Dios instruye al Bien, aunque cabe desviarse de tal
instrucción y entonces uno se deja "guiar" por el "fomes" o por la pasión irracional
50
(ley del pecado original, y del pecado en general) que es "ley" en el sentido de que
se constituye en una "desviación" del bien absoluto de manera habitual (y puede ser
un "bien", en el sentido relativo" de ser un "buen ladrón", que sabe con pericia
cometer sus fechorías); c) La Gracia (sobrenatural) por la que Dios ayuda a
alcanzar el Bien.
7. Dentro de la Ley, santo Tomás distingue entre :
7.1. La ley eterna (que es la ley Impresa en todas las obras de la creación, y
que Dios previó con su Providencia, tanto en las cosas naturales (leyes de la
naturaleza física (especulativa, teórica) celestial y terrestre, en las plantas y los
animales), como en las acciones humanas "racionales", ordenadas o desordenadas
respecto a Dios, pero que son obra de Dios, y en ese sentido " participan" de él como
la obra del arquitecto que la planifica (y a través de estos "efectos" podemos llegar a
saber algo de Dios, pero no a comprender su esencia). Todo (especialmente lo
racional) deriva de la ley eterna. Y el bien y el mal son lo conforme o desordenado
respecto a la ley eterna. La ley eterna es fundamento moral (impreso) de toda ley (no
sólo de las "divino-positivas", de palabra o escrito, sino de toda ley impresa en la
creación y, por lo tanto, en el alma natural del hombre también).
7. 2. La Ley Natural (humana, práctica) (questio 94), que está impresa en
todos los hombres, tanto en los “creyentes” (o "agraciados", que podrán ser
"bienaventurados" de forma perfecta y plena) y "gentiles" (los que no disfrutan de la
Gracia de Dios, pero que poseen "razón", a diferencia de los animales). Esta ley se
asemeja a los primeros principios indemostrables del conocimiento científico (de la
razón "especulativa" como luego dirá Kant), y son principios que están detrás de los
"silogismos prácticos". Estos principios no son "innatos" (conocidos al nacer), sino
"tendencias o inclinaciones naturales al bien moral", en la medida en que expresan la
"participación" de la ley eterna divina en el hombre.
Por tanto, aunque la ley natural humana (práctica) es un principio
extrínseco del actuar humano, sin embargo está “impresa” en el alma de tal
forma que se puede llegar a asimilar “de manera habitual”.
Ley eterna: Ley natural especulativa, teórica (física, cósmica) y ley natural
práctica (humana, moral y política)
[Desde el materialismo filosófico distinguimos en el “espacio antropológico” en
el que se desenvuelven los hombres 3 sectores o ejes: el eje radial (en que se
analizan las relaciones del hombre con la naturaleza impersonal), el eje circular (en
que se analizan las relaciones del hombre con otros hombres), y el eje angular (en
que se analizan las relaciones del hombre con otros sujetos “personales” pero no
humanos –númenes-: Dios, ángeles, demonios, extraterrestres y “animales
numinosos”. Por lo tanto dividimos el ámbito de la “ley práctica” tradicional en dos
ejes].
51
Las tres tendencias naturales, origen de los tres preceptos (leyes) básicos
son: a) la conservación del ser humano; b) la tendencia al bien de la especie humana
o a la procreación o educación de la prole (matrimonio uno e indisoluble, según
Santo Tomás, que rechaza como tendencias contra natura la poligamia, etc. ); y
tendencias al conocimiento de la verdad y a la vida social (totalidad atributiva). No es
que estas inclinaciones sean "leyes" (también caben leyes del pecado), sino que la
Sindéresis lee e interpreta estas inclinaciones hacia un bien racional como leyes
primarias del orden moral, y que se resumen en el principio formal que expresa dicha
sindéresis (genérica): <<el bien conforme a la razón debe ser hecho, y el mal,
evitado>>. Pero la razón puede avanzar hacia nuevos preceptos que desarrollan la
ley "natural".
7. 3. La ley Humana (positiva) que es "guía" o regla de actuación forjada por
el propio hombre, y que será Justa si mira por el "bien común" y está, por tanto,
confeccionada con la razón. Según el tipo de "sociedad" que se considere así será la
ley como regla de su "bien común" que integra a los individuos (como totalidad
Atributiva).
Las fuentes de las que parte Santo Tomás en esta temática son sobre todo
la Ética y la Política de Aristóteles, y las obras de juristas romanos (como Tulio
Cicerón), leídos a través de San Isidoro de Sevilla (Etimologías). La ley natural no
alcanza a regular todo el espectro de la vida social humana (y que aún con las leyes
positivas tampoco se alcanza, como muestran las leyes "permisivas"). Las leyes
humanas serán determinaciones "artesanales" (artificiales, como las del artista) de
las exigencias de la "razón natural", con lo que santo Tomás no admitirá toda ley
"positiva" (promulgada de palabra o por escrito) como "justa", sino que, si es
contraria a la razón del "bien común", cabe su desobediencia y propuesta de
"cambio". Pero el problema es determinar dicha racionalidad (cuestión que no afronta
dialécticamente el propio Santo Tomás).
7. 4. La ley Divina. Esta se diferencia (como la potencia y el acto, por su
grado de perfección) en la Ley antigua (la del Antiguo Testamento, cuyo impulso es
sobre todo el "temor" al castigo, propio de los sujetos "inmaduros", que muchas
veces se apartar de los fines racionales), y la Ley Nueva (la del Evangelio, cuyo
Impulso o "fuerza de obligar" proviene sobre todo del Amor, pues es propia de
sujetos "maduros" espiritualmente). La Ley divina es "regla" del "bien común" de la
comunidad "sobrenatural" de los creyentes (la Iglesia Militante y Triunfante que
vimos en San Agustín, que es una totalidad metafinita peculiar ).
1
7. 5. La ley del Pecado Original o del Fomes (del latín fomes-itis: causa que
promueve o excita o fomenta una cosa), que aunque es "natural", después del
pecado original (por culpa del diablo) se puede convertir en una "legalidad
desordenada" respecto a la razón: irracional; y por eso es la ley de todos los vicios o
pecados (cuya raíz está en el original). Para la filosofía griega (en general), o para un
ateo, vicio y pecado no son lo mismo. Pero para los cristianos todo vicio va contra la
1 En los mosqueteros de A. Dumas se recoge también la totalización metafinita
del individuo personal en la sociead: "Todos como uno" y "uno como -para- todos".
52
"ley de Dios" (contra Dios, creador "monoteísta" de todas las cosas, de la
Naturaleza), y en ese sentido el vicio es considerado como "pecado" también
(“contra natura”).
53
La ley eterna es la ordenación al gobierno de Dios de todo lo que él
previamente conoce. Dicha ley está escrita (metáfora) o "promulgada" en la obra del
universo (metáfora muy utilizada en el Renacimiento) y en el "libro de la vida".
La ley natural se da en el hombre de una manera "racional" (no como en las
bestias, en que se da de manera irracional, o en los hombres que se desvían de
dicha ley: los viciosos). Mediante la ley natural cada uno entiende y es consciente de
lo que es bueno y malo. El hombre participa de la "regla" de la divina providencia no
como "causa", sino como efecto de su "obra" (pues todo, incluido el hombre, es obra
de Dios). Esta participación de la ley eterna en la criatura racional es lo que se llama
ley natural, que ha quedado impresa en nuestras mentes como "luz de la razón
natural", es la impresión de la luz divina en nosotros.
Las disposiciones "particulares" de la ley natural descubiertas por la razón
humana reciben el nombre de "leyes humanas" (positivas). Por esto Tulio Cicerón
<<dice en Retórica que en su origen el derecho procede de la naturaleza; luego,
con la aprobación de la razón, algunas cosas se convirtieron en costumbres;
finalmente, estas cosas surgidas de la naturaleza y aprobadas por la costumbre,
fueron sancionadas por el temor y el respeto de las leyes>>. Y añade Santo Tomás
<<La razón humana no puede participar plenamente del dictamen de la razón divina,
sino sólo a su manera e imperfectamente>> (si no se da la Gracia). Por la razón
natural conocemos algunos principios generales del orden práctico , pero la razón
humana debe sancionar leyes particulares, siendo regla y medida de las acciones
(práctica):
<<La razón práctica versa sobre lo operable, que es singular y contingente, y
no sobre lo necesario, como la razón especulativa. Por eso las leyes humanas no
pueden alcanzar aquella infalibilidad que tienen las conclusiones científicas
obtenidas por demostración. Aunque tampoco es necesaria que toda medida sea
absolutamente infalible y cierta, sino sólo en cuanto a su género>> (Ver el origen de
los dos planos de Kant, aunque Kant no ve que se trata de 2 momentos
-determiación y libertad- disocialbles, no de dos "reinos" separados).
Además de la ley natural y la ley humana, <<era necesario para la
dirección de la vida humana contar con una ley divina>> Porque el hombre está
ordenado a un fin sobrenatural (bienaventuranza: volver a Dios, ver a Dios
esencialmente), porque así se evita la incertidumbre de los juicios humanos y sus
"contradicciones" (gracias a la Infalibilidad de "ley divina"..), porque así dirige no sólo
los movimientos "exteriores" del hombre (conducta visible), sino también su
conciencia interna (aquí cae el angélico en mentalismo, al suponer que la mente es
"interna" y la conducta algo externo, cuando en realidad la conducta es parte de los
pensamientos, expresados a través de la musculatura de relación), porque así se
pueden castigar o prohibir todas las acciones malas (externas o internas: pecados de
pensamiento y omisión, no sólo de obra o palabra).
La ley divina (positiva) se da de dos maneras: como antigua y como nueva.
Pero sólo por el amor infundido por Cristo en los hombres (frente a lo que dicen los
judíos, según los cristianos) cabe la salvación plena y perfecta. La ley antigua es
54
preparatoria, pero la verdadera justicia salvadora se da con la Nueva, pues la ley se
"asimila" como propia, sin necesidad del "temor" de dios propio de los "niños" o
inmaduros del Antiguo testamento (esto es lo que, más allá de la "ley natural"
genérica, buscaba Ginés de Sepúlveda al convertir a gentiles, frente a Las Casas, y
por eso sabía que era precisa la eficacia de la autoridad para la buena asimilación de
la "buena nueva". De estas cuestiones también trata Piaget al hablar del curso
evolutivo de la moralidad, de la heteronomía a la autonomía).
La ley del fomes, como hemos dicho, es ley para el hombre en un sentido
"privativo" respecto a la razón (que debería ser guía de las inclinaciones naturales:
deseos e impulsos básicos). Esto lo expresa Tomás diciendo que el hombre en su
primer estado (antes del pecado original) era racional plenamente, pues ningún acto
podía ser irracional. <<Mas desde que se apartó de Dios decayó hasta dejarse
arrastrar por los impulsos de la sensualidad, y esto le ocurre a cada individuo en
mayor grado cuanto más se desvía de la razón, tanto que así viene a hacerse en
cierto modo semejante a las bestias (...) el impulso de la sensualidad, bajo cuyo
impulso cae, adquiere para él carácter de ley, de una ley penal y consiguiente a la
ley divina [castigo] por la que fue destituido de su dignidad propia>>. Lo que en los
animales es una inclinación ordenada al bien común (conservación de la especie), en
el hombre es así si se subordina a la razón. De lo contrario es irracional y aleja del
"bien común".
57
"medios" para predisponer los actos hacia un fin determinado (medios de las
"operaciones" humanas). La ley tiene que ver más directamente con los fines
(racionales, producto de la razón humana que mira por su consecución) que con los
medios. La ley es una especie de "guía" o regla, como hemos dicho, para la
obtención de un determinado fin con los medios precisos (como el hábito). Pero
dichas leyes por sí mismas no garantizan la obtención de dicho fin, no garantizan
que los actos se realicen (en contra de lo que muchas veces ocurre a través de las
virtudes, que consiguen que ciertos actos se realicen, frente a otros, de manera
habitual). Lo conseguido gracias a unas determinadas leyes (que ciertos hábitos se
implanten y se consigan determinadas relaciones) no es lo mismo que las mismas
leyes (las leyes son normas que "luchan" con otras posibles normas que se
constituyen para regular y ordenar las conductas humanas, pero no basta con esto
para que sean vigentes, y menos de una forma permanente).
En segundo lugar cabe hablar de hábito de forma sesgada, "participada",
refiriéndose a su "contenido", y como los contenidos de los hábitos (no dañar a los
semejantes, respetar a los ancianos, etc.) han podido implantarse gracias a la
"normatividad" de alguna ley (su coactividad que las haga efectivas y "normales" o
"habituales" –al asimilarse “internamente”, por estar “impresa” en la “naturaleza
humana”-), entonces se dice que la ley (natural, en aspectos muy "genéricos") se
hace presente a la Razón (y sus fines) de "manera habitual ". <<En función de esto
último puede decirse que la ley natural es un hábito>>.
Ocurre como con los principios "indemostrables" del orden especulativo , que
no son el hábito mismo [medios para obtener un fin, sino el contenido de éste hábito
(expresión de la canalización o regulación que la ley promueve para actuar con
vistas a algún fin -racional-)]. Esto es lo que se expresa en la respuesta a la segunda
objeción, cuando se habla de la Sindéresis, que es la ley de nuestro entendimiento
(razón natural), porque es un hábito (en este segundo sentido) que contiene los
preceptos de la Ley natural, que son principios primeros del obrar humano. Por eso
(respuesta 4ª objeción) se dice que la ley la poseemos de manera habitual (y actual
en otros casos, como cuando un asesino sigue teniendo cierta lucidez sobre lo
bueno, a pesar de que habitualmente haga el mal, anclado en hábitos viciosos).
Recordamos, por tanto, que la Ley es un principio extrínseco, pero al
estar “impresa” en la “naturaleza humana” (en el corazón de los hombres,
aunque en un sentido muy genérico, poco “particularista” respecto a los fines)
llega a asimilarse (asumirse como algo propio, interno) hasta el punto de que
los hombres siguen sus preceptos (genéricos) de “manera habitual”.
58
prohibitivas (indicar no hacer algo) o permisivas (permitir ciertos actos, como en la
"ley del aborto" actual) también.
Los actos humanos tienen un fin, como hemos dicho, y ese tiene que ver con
el Bien. Pero la razón, que es la facultad encargada de discriminar la adecuación de
nuestra conducta a tal fin general y común, puede determinarse de múltiples
maneras, dependiendo de las circunstancias y de las potencias o pasiones de que
parta. Por eso Santo Tomás, como ya Platón y Aristóteles se habían planteado
acerca de múltiples conceptos (clase), se plantea la cuestión de si la (ley de la) razón
es una o múltiple en sus preceptos. Santo Tomás dirá que la Razón es genérica a
todas sus determinaciones específicas (de una manera "plotiniana"), por ser la "raíz"
común de sus especificaciones (y pondrá en el origen de tal potencia a Dios, creador
de todas las cosas, y de la razón humana en especial como más semejante a Él que
otros seres naturales).
Tradicionalmente se considera que una proposición (o juicio) es analítica si el
sujeto de la oración o proposición contiene en su esencia el significado que se
expresa en el predicado. Y dichas proposiciones son verdaderas, pero eso no
significa que dicha "verdad" sea accesible para todo el mundo, y en el mismo grado
[franja, diríamos hoy] de verdad. Los ejemplos que pone Santo Tomás son propios
de su época, pero cabría poner ejemplos actuales: las leyes de Newton son
verdaderas (evidentes "en sí" o "por sí" mismas), pero no son "evidentes" para todo
el mundo (para quien no tenga ni idea de Física clásica).
La distinción "en sí"/ "para nosotros" conlleva la distinción entre "verdad
objetiva" / "conocimiento subjetivo (más o menos adecuado)" que ya tematizó Platón
cuando hablaba de las "Ideas" como "irreductibles" estructuralmente a su proceso
de conocimiento (fenoménico), pues las ideas no son "subjetivas" (aunque se
admitiese la necesidad de la acción humana en su constitución, cosa que Platón no
afronta de forma directa, aunque habla de ello con mitos -reminiscencia, mito de la
caverna, etc.-).
Hay cosas, según sigue diciendo el santo, que son conocidas por todos (tanto
en el orden "teórico" -especulativo dirá Kant- como en el práctico). Santo Tomás,
como Aristóteles, conjuga Lógica (principio de no contradicción) y Ontología (algo no
puede ser y no ser). Así como el ente es el primer principio del "conocimiento"
(teórico), así el Bien será el primer principio de la razón práctica:
<< De ahí que el primer principio de la razón práctica es el que se funda
sobre la noción de bien, y (el cual, cuya noción) se formula así: "el bien es lo que
todos apetecen>>. En consecuencia, el primer precepto (norma) de la ley es éste:
"El bien ha de hacerse y buscarse; el mal ha de evitarse" (como indica el contenido
de la Sindéresis, tanto en su exposición positiva como negativa o prohibitiva: "el
bien ha de quererse e imperarse y el mal ha de prohibirse". Este es un principio
general de toda acción racional práctica, en el que se fundan los demás preceptos de
la ley natural [es el principio, dicho en términos materialistas, fundamental de la
moralidad, que se desarrolla en sus momentos éticos y morales -y cuya dialéctica
intenta resolver el Derecho].
59
La ley natural recoge, en el hombre, las "normas básicas y generales" de su
actuar, regulados, por ser parte de la naturaleza (creada por Dios), hacia
determinados fines. Dichos "fines naturales" pueden obtenerse con el uso de la
razón, o no (con lo que podríamos caer en hábitos no ordenados racionalmente).
Pero, en principio, las tendencias naturales del hombre (potencias o
pasiones) no son ni buenas ni malas (como ocurre en los animales), y sólo lo serán
en la medida en que, cuando sea precisa la regulación de la Razón para su
desarrollo, se dejen guiar (o no) por ella. Aunque Santo Tomás no lo menciona
aquí, dicho ámbito de la moral no se reduce a la consideración del Hombre
biológicamente, sino como Persona (lo que implica un conjunto de estructuras
normativas peculiares y con alternativas de acción no cerradas "naturalmente" , y la
1
61
Artículo 4: La ley natural, ¿Es la misma para todos?
Santo Tomás parte de una triple clasificación para afrontar este artículo, que
es continuación del anterior en gran parte:
d) La distinción entre conocimiento (razón) especulativo y práctico
e) la distinción entre "verdad en sí" y "verdad para nosotros" (grados en que
puede ser conocida por los hombres distributivamente).
f) La distinción entre "conocimientos generales" (principios universales,
comunes, concepciones comunes) y "conocimientos particulares" (que,
según Santo Tomás, y Aristóteles, provienen de lo general: la ciencia es la
práctica de la deducción de lo particular a partir de lo general, como en los
Silogismos) .
1
Por eso nos dice que la Ley natural, (a) si se entiende como la expresión de
los primeros principios universales (tanto en el ámbito especulativo -principio de
no contradicción o de tercio excluso, verdades demostradas a partir de dicho ámbito
especulativo, como los teoremas matemáticos- como en el ámbito práctico -como
se expresa en la sindéresis- ), entonces es la misma para todos los hombres (es
verdad "en sí", objetivo idealmente, como diría Platón).
Mas, dicha ley natural, (b) en cuanto a ciertos conocimientos o preceptos
particulares (derivados de los universales) también es, en la mayoría de los
casos, la misma "en sí" (para todos) , tanto en el aspecto especulativo como en el
práctico. En este ámbito dichos conocimientos no tienen por qué ser "verdad para
nosotros" (para todos los hombres), y puede haber gente que desconozca ciertas
verdades "en sí".
En estos conocimientos particulares caben contingencias y excepciones. En
el ámbito especulativo es lo que intentaba expresar Platón cuando hablaba del
mundo de las "apariencias" (de la Doxa, de las opiniones, que pueden ser falsas),
que no es necesario ("mundo de las ideas"). En el ámbito práctico ocurre que, (casi)
2
siempre caben diversos medios (alternativas) para llegar a un fin determinado (en el
cual, además, no todos tienen por qué estar de acuerdo, aunque, según Santo
Tomás, los fines comunes prácticos sí serían universales: hacer el bien; y sería en
las "determinaciones" concretas en las que se producirían los mayores
desacuerdos). En este ámbito práctico particular "la verdad o la rectitud ni es la
1 Además, habría que tener en cuenta la dialéctica ética (no robar a próximos,
ética de un radio muy corto –por la presión moral funcional-) / Moral (la supervivencia
del grupo exige no fiarse de los extraños, y se les puede robar).
2 Ya hemos dicho que una acción voluntaria implica "conocimiento" (o
posibilidad de alcanzarlo) para ser "libre" (responsable). Por poner un ejemplo actual:
El hundimiento del Prestige. Saber si el gobierno es responsable o no de su
hundimiento y las consecuencias de dicho hundimiento depende de varios factores,
entre ellos el "conocimiento" de las circunstancias. Está claro que de su hundimiento
no es responsable el gobierno del PP (o al menos no directamente, pues si se
hubiese promovido una legislación más vigilante del estado de los barcos quizá no
hubiera ocurrido el desastre). Pero una vez que el barco se estaba hundiendo el
gobierno debía recopilar toda la información posible de las circunstancias del
hundimiento y de las alternativas posibles (medios) para alcanzar el fin de causar el
menor perjuicio posible. Pero aquí nos encontramos con que los "conocimientos"
sobre el comportamiento del fuel en el agua a bajas temperaturas no está
contrastado (los mismos científicos no se ponen de acuerdo). El calado del puerto de
la Coruña no parece conocerse con precisión, ni el calado del barco, etc. Es decir, si
63
pervivencia del grupo ya no está garantizada actuando "funcionalmente" respecto del
medio y sin alternativas objetivamente distintas respecto a todos los miembros del
grupo o respecto de todos los hombres).
Desde nuestro punto de vista (desde el Materialismo Filosófico) la Sindéresis
(como principio genérico) o los “Derechos Humanos” no son un conjunto de “leyes
naturales” impresas por Dios en el Hombre (como una especie de programa genérico
de conducta), ni siquiera son (como para muchos etólogos o antropólogos) el
resultado de la “evolución biológica” o de “leyes funcionales” de adaptación a un
medio “cultural”, sino que son la “resultante” de procesos “histórico-políticos” que
rebasan el ámbito de la etología (Biología) o la Antropología Categorial. Y dichos
procesos conllevan una dialéctica entre distintas “sociedades políticas” particulares
(ver apuntes sobre la idea de “Persona”).
Santo Tomás pretende que hay un fundamento "natural" (en sí) verdadero
para todos los hombres (de manera similar a como hoy lo pretenden los Derechos
Humanos), pero interpreta ciertas conductas "funcionales" de una sociedad natural
como "contrarias a la ley natural de la moralidad". Los germanos, en la época de
Julio César, eran sociedades tribales que consideraban como dignos de ser
respetados sólo a los individuos de su "grupo" -con una "protoética" de alcance muy
limitado-, y por eso les estaba permitido "robar" a los extraños (como a los árabes a
los que les está permitido mentir a los extraños -ver Respuesta a la objeción 1, en
que se extiende idealmente la ética a todos los hombres-).
Hay que advertir, de nuevo, que Santo Tomás considera los Principios como
"absolutos", no como "resultantes" dialécticas transcendentales al conocimiento y la
práctica del hombre (transcendentalidad positiva: ver en Diccionario filosófico, en
www.filosofia.org)
64
que imaginar una especie de cilindro o esfera alrededor de la copa del árbol, que
“limitase” la dirección y longitud de las ramas, de manera que las que se mantuvieran
dentro de los límites de dicha esfera podrían considerarse “rectas” (razonables),
mientras las que se alejasen mucho del tronco común correrían el peligro de hacerse
irracionales (por lo complejo de los razonamientos para acertar con la conducta
particular recta, evitar los desvíos de la pasión, etc.). Como vemos, Santo Tomás
parte de “principios” naturales originarios (dados por Dios –hoy algunos hablan de “la
naturaleza”), pero tendríamos que decir que “Los derechos humanos” son, más bien,
el resultado de la dialéctica de multitud de normas enfrentadas. Normas de
sociedades “civilizadas”… que dejarían el poso de una serie de principios abstractos
consecuencia de cientos de años de enfrentamiento.
Artículo 5: ¿Puede cambiar la ley natural?
Partiendo de la distinción anterior, entre principios comunes y particulares,
Santo Tomás nos contestará a la pregunta de forma distinta. Si nos atenemos a los
primeros principios, según Santo Tomás, no cabe cambio, sustracción o
degeneración (los mismos criminales conservan en su conciencia los principios
generales de la ley natural, de que el bien debe ser hecho, aunque su razón nublada
les lleve a hacer todo lo contrario).
Pero en lo que se refiere a los preceptos secundarios (derivados, particulares)
de la razón práctica, entonces sí caben "excepciones", contingencias, alternativas
concretas, por motivos especiales (fines y medios particulares) aunque mantenga su
inmutabilidad en "la mayoría de los casos". En estos casos caben desviaciones de
los preceptos propios de la "ley natural", cabe el vicio y la corrupción.
Por eso (Respuesta a primera objeción) fue necesaria la "ley escrita"
(positiva) para completar las normas concretas y determinadas que "condujesen"
(orientasen, dirigiesen) las conductas particulares y concretas de los sujetos, que
corren el peligro de desviarse de la "luz natural de la razón práctica".
En la objeción segunda vemos los límites (que Santo Tomás no reconoce por
culpa de una "falsa conciencia" clarísima) y contradicciones de lo que se conoce
como "positivismo moral transcendente", es decir, aquella doctrina moral que pone el
fundamento de las normas morales y éticas en algo "exterior" (y sobre-natural, sobre-
humano, sobre-racional) al propio hombre (a los principios de su constitución
transcendental, de su permanencia como tal, sin necesidad de apelar a factores
extrarracionales e irracionales).
El dominico intenta justificar (fundamentar) cómo es que Dios, creador de
todas las cosas, y por lo tanto "fundamento" de la misma "ley natural" (el bien debe
ser hecho, siendo el asesinato un caso explícito de mal) hace "milagros" (físicos o
morales) que van más allá de las propias leyes que se fundamentan en él como
"artífice" de las mismas (expresadas en la "ley eterna"). Como veremos más
adelante, en el siglo XVI y XVII, se produce una "inversión teológica" en la que se ve
al mundo desde un Dios "necesario" (representado por las leyes de la naturaleza
-M3- el mundo de las ideas de Platón), de manera que el mismo Dios se ve sometido
65
a dicha legalidad. Esto significa que el Dios de los creyentes (personal, milagroso,
etc.) deja de ser un recurso para explicar el mundo (se trata, en todo caso, del "Dios
de los filósofos", de Descartes, de Aristóteles, de Newton, de Leibniz, de Espinoza,
que, como dirá Pascal, no tiene que ver nada con el de los cristianos -Varela dirá que
"ni la Virgen, a pesar de ser su madre, lo reconocería"-).
Santo Tomás recurre a un argumento analógico respecto al "derecho de
propiedad" (como si éste pudiera aplicarse sobre las personas: ¿Acaso son
"esclavizables" como tales?). Hay que tener en cuenta que en la Edad Media, como
en el mundo romano (o antes con los griegos), la esclavitud estaba permitida (al igual
que los hijos eran considerados como esclavos en su minoría de edad). Para Santo
Tomás la servidumbre es "útil" como precepto "particular" derivado de la ley natural
(universal) que considera "racionales" a todos los hombres (para un cristiano como
Santo Tomás, con todo, es más radical la separación entre "santos" y "pecadores"
que entre "libres" y "bárbaros" , pues la verdadera "esclavitud" es el pecado...)
Así Dios sería dueño de todas las cosas (como creador suyo), y por lo tanto
podría mandar sobre ellas como se le antojase (cosa que, como hemos dicho, se
negará en el siglo XVII con la "inversión teológica"). Tanto en el orden físico
(milagros cósmicos, impersonales) como en el moral sería "natural" (necesario,
obligatorio) lo que Dios mandara (por ejemplo cuando manda a Abraham matar a su
hijo Isaac, aunque al final un ángel lo detiene después de comprobar su sumisión a
la ley de dios “transcendente” –positivismo moral transcendente-).
En la Respuesta a la Tercera objeción responde con la distinción ya vista
entre Primeros principios de la naturaleza (que conllevarían ciertos preceptos que
nos "inclinarían" a una determinada acción, como "no hacer daño al prójimo), y otros
preceptos derivados en los que la razón puede determinarse de múltiples formas
(como a través del arte) e incluso oscurecerse y oponerse a dicha racionalidad. Para
Santo Tomás la Propiedad Privada (o el vestirse), es de este tipo de preceptos
"artificiales", aunque la ve como más útil que la "propiedad comunal" (que no se
opone tampoco a la naturaleza, como ocurre también con el ir desnudo ) (ver pp.
1
544-5).
Respecto de la servidumbre (y la esclavitud) opina otro tanto: es un tipo de
relación útil por sus consecuencias, tanto para el "señor" como para el "siervo", pues
es útil al siervo ser dirigido por el más sabio (aunque no sea justo en sí, por
naturaleza, en sentido "general", ver p. 469 y 473).
Aquí Santo Tomás también se ve condicionado por la época en la que vivió, y
por eso admite la esclavitud como parte del Ius Gentium (Derecho de Gentes, que
posteriormente los escolásticos españoles desarrollaron: Vitoria, Suárez, Ginés de
Sepúlveda, Báñez, Molina, etc., y que fueron la avanzadilla de los Derechos