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de
dimensionar
el
sentido
de
promesa,
se
puede
identificar
como
algo
que
ya
se
da
por
hecho
y
que
luego
se
debe
hacer
cumplir.
En
ese
mismo
sentido,
hablar
de
tierra
prometida
no
solo
la
podemos
identificar
como
un
lugar
geográfico
que
debe
ser
tomado
con
base
en
una
promesa
realizada
en
algún
minuto
en
la
pre-‐historia
de
Israel.
De
hecho,
no
solo
para
Israel,
el
territorio
palestino
era
una
tierra
prometida,
sino
también
muchos
otros
pueblos
consideraban
este
territorio
como
un
mundo
de
oportunidades
para
su
establecimiento
nacional:
promesas
de
desarrollo
social,
promesas
agrícolas
y
ganaderas.
Querer
hablar
de
tierra
prometida
en
un
sentido
geográfico,
es
necesariamente
hablar
del
espacio
geo-‐político
en
el
cual
la
monarquía
de
Israel
se
instauró.
Es
en
ese
contexto
que
podemos
hablar
de
un
territorio
prometido
por
Dios.
Esta
promesa
del
territorio
palestino
para
que
habitara
el
pueblo
escogido,
tiene
su
origen
en
la
promesa
hecha
por
Yahvé
a
Abram,
patriarca
de
Israel.
Génesis
12:
1-‐2,
en
sus
primeros
versículos,
deja
plasmada
la
promesa
de
un
lugar
determinado
que
sería
para
la
descendencia
de
Abram.
Sin
embargo,
esta
tierra
palestinense
no
eran
al
parecer
el
destino
final
de
los
patriarcas.
“Desde
el
punto
de
vista
de
la
promesa
de
la
tierra,
el
momento
más
duro
es
cuando
los
antepasados
de
Israel
deben
ir
a
Egipto
en
busca
de
alimentos”1.
La
escases
de
alimentos
en
ésta
zona,
en
los
tiempos
de
Jacob,
pueden
dar
pistas
o
al
menos
maliciosamente
dar
una
interpretación:
Jacob
no
veía
la
zona
prometida
a
su
antepasado
Abram
como
algo
paradisiaco
a
tal
grado
de
hacerla
suya
y
seguir
viviendo
ahí
a
pesar
de
la
crisis
alimenticia
que
estaba
ocurriendo,
confiando
en
la
promesa
del
mismo
Dios
que
se
reveló
a
él
y
a
sus
padres.
Con
la
historicidad
como
referente
para
apoyar
la
salida
de
los
Hicsos
en
masa
de
Egipto,
podemos
calzar
el
éxodo
de
los
descendientes
patriarcales
de
esta
zona.
Comandados
por
Moisés
y
siguiendo
el
relato
bíblico,
se
ve
un
pueblo
con
destino
final
a
la
tan
anhelada
tierra
prometida.
Con
ese
sentido
de
identidad
por
aquellos
lugares
entregados
por
su
Dios
Yahvé
a
su
padre
Abraham,
es
que
se
comienza
el
desfile
y
también
empiezan
un
sin
número
de
problemas
y
revueltas
internas
que
hacen
difícil
el
viaje.
El
ejercicio
de
dominio
territorial
del
sector
palestinense,
lo
comienza
Josué
tanto
de
forma
pacífica,
al
repartir
la
tierra
(pacto
anfictiónico),
como
también
de
forma
hostil
(Invasión
a
Jericó,
entre
otras
batallas).
Es
con
este
trasfondo
que
podemos
encontrar
un
fundamento
histórico
para
que
la
monarquía
Israelita
encuentre
su
sentido
de
pertenencia
con
la
tierra
Palestina
prometida.
“La
fundación
del
estado
por
parte
de
David,
cuyo
núcleo
lo
formaban
los
reinos
unidos
en
la
persona
de
David,
fuera
en
el
sur,
estado
de
Judá,
en
el
norte,
estado
de
Israel,
y
en
el
centro
la
ciudad
de
Jerusalén”2.
Este
sentido
de
pertenencia
global
de
los
clanes
habitantes
de
la
zona
que
llegaron
en
el
proceso
de
conquista,
es
consolidado
por
David,
quien
realiza
un
esfuerzo
que
dio
su
1
Sicre,
José
Luis.
Introducción
al
Antiguo
Testamento.
Pamplona:
Verbo
Divino,
1992,
pg.
76.
2
North,
Martin.
Estudio
sobre
el
Antiguo
Testamento.
Salamanca:
Sígueme,
1985,
pg.
22.
fruto
en
la
unificación
de
los
mismos
clanes
en
un
estado
nacional
llamado
Israel,
con
límites
geográficos
delimitados
por
la
tan
añorada
tierra
prometida.
Más
tarde
en
la
historia,
llega
el
periodo
triste
para
el
pueblo
israelita
quienes
hasta
entonces,
eran
un
país
relativamente
joven.
Posterior
a
la
muerte
de
Salomón
(931
a.C.)
y
la
separación
del
reino
(926
a.C.),
los
asirios
(721
a.C.)
empiezan
la
conquista
del
reino
norte
y
luego
los
babilónicos,
casi
125
años
después,
toman
dominio
de
Jerusalén.
La
deportación
de
la
clase
aristocrática
de
Judá
(587
a.C.),
nos
da
un
cierto
sentido
teológico
de
la
tierra
prometida.
“Para
muchos
de
ellos,
Yahvéh
había
sucumbido
al
poder
de
los
otros
dioses,
en
particular,
de
los
dioses
de
Babilonia,
pues
¿no
había
olvidado
por
completo
a
su
pueblo?”3.
Yahvé
fue
quien
pactó
con
Abraham
y
les
entregó
la
tierra
desde
mucho
tiempo
antes
que
la
habitaran
como
pueblo;
es
el
mismo
Dios
que
los
ve
partir
de
su
hogar
sin
tener
ninguna
influencia
en
que
eso
no
ocurra,
siendo
deportados
y
exiliados
a
tierra
extranjera.
El
sentido
de
pertenencia
que
el
pueblo
había
adquirido
en
su
periodo
formativo
y
monárquico,
había
sido
brutalmente
destrozado
por
las
invasiones.
El
concepto
de
tierra
prometida
ya
no
es
algo
geográfico,
más
bien
se
transforma
en
un
sueño
y
concepción
teológica.
La
necesidad
de
volver
a
su
país
natal
y
el
desespero
del
destierro,
se
hace
notar
en
uno
de
los
salmos
mas
desgarradores
que
podemos
encontrar,
Salmos
137:
1
leemos:
“Junto
a
los
ríos
de
Babilonia,
llorábamos
al
acordarnos
de
Sión”4.
El
sentido
nacionalista
y
patriotismo
se
ven
en
el
pesar
de
los
exiliados
en
Babilonia,
imaginando
cómo
sería
el
volver
a
estar
en
su
tierra
prometida
de
la
cual
fueron
arrancados
sin
consentimiento
y
a
punta
de
espada.
La
imagen
de
Yahvé
se
ve
al
parecer
muy
deteriorada
ya
que
no
fue
capaz
de
proteger
al
pueblo
a
quien
prometió
la
misma
tierra
que
en
el
exilio
consideran
prometida
desde
un
punto
de
vista
teológico
y
utópico.
La
promesa
de
Yahvé
a
los
patriarcas,
afirman
el
hecho
de
la
tierra
prometida
en
un
sentido
geográfico:
“La
tierra
que
juré
a
tus
antepasados”.
Es
de
imaginar
el
pesar
y
cuestionamiento
teológico
de
parte
de
los
exiliados
en
Babilonia
al
recordar
todas
las
veces
que
su
Dios
les
prometió
la
tierra
de
Canaán.
¿Falto
Dios
a
su
promesa
al
permitir
que
su
pueblo
escogido
fuera
despatriado
a
tierras
extranjeras
y
que
a
su
vez,
la
misma
tierra
prometida
fuera
posesionada
por
extranjeros?
Ante
esto
podríamos
dar
una
respuesta
totalmente
teologizada:
La
idolatría
y
desobediencia
constante
del
pueblo,
hizo
quebrantar,
en
cierta
medida,
la
promesa
de
Dios.
Es
interesante
a
la
vez
que
la
promesa
de
Dios
a
los
patriarcas
están
en
un
marco
de
fe;
“sin
embargo
hay
que
pensar
que
el
yahvista5
quería
hacer
de
la
acogida
dada
por
Abraham
a
la
promesa
una
prueba
de
fe”6.
3
Rad,
von
Gerhard.
Teología
del
Antiguo
Testamento.
Vol.
I.
Salamanca:
Sígueme,
1978,
pg.
119.
4
Sociedades
Bíblicas
Unidas.
Dios
Habla
Hoy.
México
D.F.:
Sociedades
Bíblicas
Unidas,
1987,
pg.
755.
5
El
autor
hace
referencia
a
yahvista
como
una
de
las
tradiciones
existente
dentro
de
las
teorías
de
la
formación
del
Antiguo
Testamento,
de
la
cual
G.
Von
Rad
hace
mención.
6
Rad,
von
Gerhard.
Estudio
sobre
el
Antiguo
Testamento.
Salamanca:
Sígueme,
1982,
pg.
85.
Curioso
además
es
el
hecho
que
la
tierra
fuera
entregada
por
Yahvé,
es
decir,
pertenecía
al
Dios
de
los
patriarcas.
Esto
lo
confirma
el
análisis
de
la
palabra
nblb,
que
tiene
una
connotación
de
pertenencia
de
la
tierra
a
Yahvé7.
Bíblicamente
encontramos
en
Jeremías
2:
7
y
Salmos
68:
10,
por
ejemplo,
en
donde
los
escritores
se
encargan
de
hacer
notar
que
la
tierra
de
la
heredad
pertenece
a
Yahvé.
Toda
nación
necesita
tener
un
territorio
e
Israel
no
era
la
excepción.
Luego
del
éxodo
y
teniendo
como
argumentos
para
poblar
y
conquistar
la
tierra,
se
acogieron
a
la
idea
de
que
Dios
les
entrego
Palestina.
La
justificación
bélica
para
la
ocupación
de
la
tierra
prometida
la
encontramos
en
Josué
y
una
vez
que
“…los
israelitas
conquistaron
Canaán,
el
país
estaba
dividido
en
una
multitud
de
principados”8.
Con
la
llegada
del
periodo
davídico
hay
una
unificación
del
reino
y
es
necesaria
la
designación
y
delimitación,
aunque
no
precisa,
de
los
límites
del
reino.
Sin
duda
que
la
tierra
prometida
tiene
más
un
sentido
geográfico
que
teológico
ya
que
tanto
para
los
patriarcas
y
su
posterior
descendencia,
era
la
tierra
necesariamente
ideal
para
el
asentamiento
sedentario
y
construcción
de
la
identidad
como
pueblo
de
Dios,
como
también
es
el
territorio
ambicionado
por
muchos
a
lo
largo
de
la
historia
y
desarrollo
del
sector
palestinense.
La
promesa
a
Abram
no
necesariamente
era
para
él:
“…
la
tierra
que
ha
recorrido
no
le
pertenecerá
a
él,
sino
a
sus
descendientes”9
y
de
una
u
otra
manera,
la
tierra
como
lugar
geográfico,
existía
destinada
a
sus
hijos.
¿La
promesa
de
Dios
aún
es
aplicable
y
válida
para
que
su
pueblo
habite
la
tierra
prometida?
El
14
de
Mayo
de
1948,
la
ONU
dirimió
la
creación
del
Estado
Judío
realizando
una
partición
del
territorio
palestinense
occidental
entre
judíos
y
árabes.
¿Podemos
considerar
que
la
promesa
de
Dios
en
torno
a
la
tierra
prometida
se
cumple
hasta
el
día
de
hoy?
¿Es
justo
que
después
de
siglos
de
historia
en
donde
Israel
no
tiene
territorio
propio,
una
vez
más
lo
obtenga
por
algún
tipo
de
intervención
externa?
Algunos
dirán
que
la
promesa
de
Dios
entregada
a
los
patriarcas
sigue
vigente
hasta
nuestros
días,
dando
incluso
un
sentido
teológico
y
escatológico
a
las
palabras
de
Dios.
Sin
embargo,
hay
opiniones
diversas
con
respecto
a
estos
eventos.
Lo
que
sí
es
innegable
que
tanto
en
la
actualidad
como
en
la
antigüedad,
remontándonos
a
los
tiempos
patriarcales,
la
región
de
Palestina
es
símbolo
de
un
lugar
codiciado
y
soñado
por
muchos
para
el
establecimiento
de
pueblos
en
busca
de
un
desarrollo
social,
político
y
económico
que
deja
entrever
lo
preciado
y
disputado
que
ha
sido
la
tan
denominada
tierra
prometida.
7
Rad,
von
Gerhard.
Estudio
sobre
el
Antiguo
Testamento.
Salamanca:
Sígueme,
1982,
pg.
83.
8
De
Vaux,
R.
Instituciones
del
Antiguo
Testamento.
Barcelona:
Herder,
1985,
pg.
138.
9
Schreiner,
Josef.
Palabra
y
mensaje
del
Antiguo
Testamento.
Barcelona:
Herder,
1972,
pg.
100.
LA
TIERRA
PROMETIDA:
¿REALIDAD
GEOGRÁFICO
O
TEOLÓGICA?
ENSAYO
EN
CUMPLIMIENTO
PARCIAL
DE
LOS
REQUISITOS
DE
LA
ASIGNATURA
GEOGRAFÍA
BÍBLICA
PRESENTADO
A:
LIC.
JOSÉ
VERDI
SULCA
PRESENTADO
POR:
OMAR
CARMONA
RAMOS
SEMINARIO
SUDAMERICANO
“SEMISUD”
QUITO,
ECUADOR
10
OCTUBRE
2013