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Solórzano Suverza Víctor Daniel

Historia de la Filosofía V

28 noviembre 2019

RAWLS

La cita que vamos a comentar está ubicada después de una breve explicación de
las teorías intuitivas y utilitaristas, las cuales son las teorías que Jhon Rawls ha
criticado y que no está de acuerdo. Después de esta explicación de las teorías
intuitivas y utilitaristas, el texto nos lleva a ubicarnos en las teorías contratualistas,
las cuales proponen un contrato hipotético en el que todos los sujetos que
conforman tal acuerdo.
Después de este breve contexto, procedemos al fragmento
A pesar de las razones que encontremos para mirar con desconfianza el tipo de
contrato que defendería Hobbes, existen varias otras razones para ser escépticos,
también, frente al tipo de contrato hipotético que propone Rawls. En una típica
crítica aplicable tanto a Rawls como a Locke, Rousseau o Hobbes, muchos
objetan al contractualismo sosteniendo que no tiene sentido pensar en contratos
que en la práctica no han existido. Frente a Locke, Rousseau, o Hobbes, este
reclamo viene simplemente a desmentir la existencia de algo así como un contrato
original «real», presente en los comienzos de la vida civilizada: ¿quién ha firmado
dicho contrato?, ¿dónde ha quedado registrado el mismo?1

De la cita anterior, podemos observar que se muestra una desconfianza ante el


acuerdo de voluntades que propone la diversidad de las teorías contractualistas, en donde
el aparente acuerdo de poner los derechos y las obligaciones de cada sujeto no es
concreto y visible ante la realidad, sino que más bien es algo que está presupuesto. De
esto hay un reclamo y un cuestionamiento sobre el cómo se ha realizado el mismo y en
donde ha quedado la huella de este contrato que nos permite vivir en sociedad.
Lo que se suscita en mi reflexión ante este cuestionamiento es que ante la crítica y
el deseo de saber quién ha escrito el contrato, cuando se ha celebrado y cual es el
contenido está determinado por el grupo o la sociedad a la que pertenecemos.
Ciertamente no podríamos establecer una fecha y rostros específicos, en virtud de que
tendríamos que ir al origen de la sociedad o del grupo; de igual forma los derechos y
obligaciones que contienen son establecidos por las circunstancias que nos envuelven y
por las costumbres que se tienen como grupo.
En el establecimiento de la teoría contractualista, logro observar como la ciencia
del derecho permea y es clave en el establecimiento de la misma, en razón de que se
podría equiparar la formulación de este contrato con cualquier otro, en donde lo
importante no es la existencia material, sino que la centralidad de la importancia es en el
ejercicio de la voluntad vertida por los celebrantes, es decir, que su actuar manifiesta el
estar de acuerdo con el contrato de manera tácita. De tal forma veo la importancia

1
R. Gargarella, “Las teorías de la justicia después de Rawls”, Paidos, Buenos Aires, 1999, p. 28,
y relevancia de la teoría contractual en la búsqueda de respuestas de cómo nos
organizamos socialmente.

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