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Terapia celular

La terapia génica y el ARNi tienen limitaciones en cuanto al número de genes sobre los que
pueden actuar en las células. Una forma de superar esa limitación es sustituyendo las
células, proceso conocido como "terapia celular". Debido a la existencia de algunas
restricciones teóricas como el número de modificaciones genéticas que puede tolerar
una célula, la terapia celular presenta un mayor "ancho de banda". Por ejemplo, en un
experimento dirigido a tratar la enfermedad por déficit inmunológico SCID-X1, se
extrajeron células del sistema inmunológico de un paciente, se modificaron genéticamente
y se le volvieron a inocular, produciendo resultados alentadores [19].
Un área en expansión son las células madre. Una célula madre es una célula
desprogramada que tiene potencial para convertirse en cualquier tipo de célula del cuerpo
de un adulto. El envejecimiento se ha unido a una incapacidad de las células madre,
asociada a la edad, para reponer las células maduras, y por consiguiente las intervenciones
terapéuticas que mejoren la capacidad funcional de las células madre podrían mejorar las
atrofias derivadas del envejecimiento de algunos sistemas y órganos [20]. Y lo que es más
importante, con experimentos de transferencia nuclear como Dolly [3], es posible dar
marcha atrás y generar células madre embrionarias a partir de un adulto [21; 22].
En teoría es posible modificar genéticamente estas células según las necesidades,
diferenciarlas para que se conviertan en los tejidos u órganos necesarios, e implantarlas
para tratar enfermedades relacionadas con el envejecimiento, procedimiento denominado
"clonación terapéutica" [23; 24]. Ya que estas células son genéticamente idénticas a las del
paciente, se producen muy pocas o nulas probabilidades de rechazo inmunológico.
La capacidad de las células madre para regenerar todo tipo de tejidos es prometedora [25].
En teoría es posible crear prácticamente todos los componentes de un cuerpo humano en
un laboratorio y reemplazar los órganos y tejidos del paciente uno por uno. Las células
madre se han utilizado con éxito para combatir las enfermedades coronarias [26], o para
reparar daños en el cerebro [27] y en la médula espinal [28]. Por tanto, las células madre
son increíblemente versátiles: los trasplantes de células madre mesenquimales en la médula
ósea han demostrado que pueden viajar a través del cuerpo y convertirse en hueso o
músculo donde sean necesarias [29]. Estos experimentos muestran cómo unas pocas
células pueden impactar en todos los órganos propiciando regeneración, es decir, cómo
pocas células pueden transmitir cantidades inmensas de información al cuerpo humano.
Aunque aún es necesaria mucha investigación y las células madre aún son caras para el uso
generalizado, conocemos lo elemental para utilizar estas técnicas, y podemos suponer más
aplicaciones prácticas en un futuro próximo. La capacidad de las células madre para la
regeneración y reparación de tejidos, las convierte en excelentes candidatas para las
terapias antienvejecimiento.
Nanotecnología
Un humano adulto que una vez fue una célula diminuta, es una máquina autoensambladora
compuesta por billones de componentes microscópicos. En líneas generales, el cuerpo
humano consta de unos 7x1027 átomos y unos 105 tipos de moléculas diferentes,
principalmente proteínas [30]. Los genes y las proteínas son nanoestructuras orgánicas que
actúan con precisión molecular para formar componentes complejos como las células
humanas. El concepto de nanotecnología, propuesto por primera vez por Richard Feynman
y desarrollado más tarde por Eric Drexler, es la capacidad que tenemos para
manipular materia y energía a escalas menores (si fragmentamos una unidad determinada
en mil millones, cada una de esas partes se denomina "nano"). Esta capacidad aumentará
hasta que alcancemos y superemos nuestras propias nanoestructuras biológicas [4; 31]. Un
concepto clave en nanotecnología es el ensamblador molecular, una máquina capaz de
ensamblar otras moléculas mediante una serie de instrucciones y con
los recursos adecuados. Los ribosomas, las estructuras donde se crean las proteínas
siguiendo las instrucciones de los genes, son ensambladores moleculares conocidos. Un
ensamblador molecular sintético capaz de construir máquinas a escala molecular para
orientar reacciones químicas específicas, nos permitiría crear dispositivos de precisión
atómica con capacidad para realizar miles de funciones.
En teoría, las nanoestructuras se pueden crear para invertir reacciones químicas que
inviertan el envejecimiento y los daños subsecuentes. El objetivo sería crear las
nanoestructuras necesarias para invertir los cambios relacionados con el envejecimiento,
produciendo las perturbaciones mínimas. Por ejemplo, el daño en el ADN aumenta con la
edad. Incluso a pesar de que es discutible si esto es causa o efecto del envejecimiento,
parece probable que si podemos crear nanoestructuras para invertir tales cambios, se
podrían invertir al menos algunos de los aspectos de las enfermedades relacionadas con el
envejecimiento. El cuerpo ya cuenta con muchas de estas nanoestructuras como parte de la
maquinaria de reparación del ADN. Mejorarlas con nuevas nanoestructuras podría ayudar a
que la balanza del daño en el ADN contra su reparación se incline a nuestro favor, y por
tanto invierta este tipo de daño. Las aplicaciones de la nanotecnología son diversas y no es
posible describirlas todas, pero una posible aplicación sería diseñar bacterias, virus o
incluso células madre que actuaran en terapias génicas sin que se produjera rechazo por
parte del sistema inmunológico. Por ejemplo, tomando las nanoestructuras virales para
integrar ADN extraño en células huésped y aplicarlo a las células madre.
La nanotecnología levanta mucha expectación y resulta prometedora. El principal problema
es que, de momento, la nanotecnología es casi exclusivamente teórica sin posibilidad de
muchos ensayos médicos o clínicos. Pero aún así, pueden ser necesarias nanomáquinas
dirigidas a corregir los defectos moleculares para los que no existe otra herramienta natural
(por ejemplo, la eliminación de la lipofuscina, también llamada pigmento del
envejecimiento) [33].

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