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El socialismo es la teoría, doctrina o práctica social que promueve la posesión pública

de los medios de producción y un control colectivo y planificado de la economía en


pro del interés general de la sociedad. El socialismo puede ser no-estatal (mediante la
propiedad comunitaria en un sentido amplio) o estatal (a través de la nacionalización y la
planificación económica de la producción).
En un sistema socialista, al establecerse la propiedad social (colectiva) de los medios
de producción, desaparece cualquier forma de propiedad privada de los bienes de
capital y con esta el capitalismo como forma de apropiación del trabajo asalariado.

Definición

Frecuentemente coexisten diferentes movimientos políticos que adoptan el título


Socialismo: desde aquellos con vagas ideas de búsqueda del bien común e igualdad
social, hasta los proyectos reformistas de construcción progresiva de un Estado socialista
en términos marxistas, o las variantes pre y post-marxistas de socialismo (sean obreristas
o nacionalistas), o al intervencionismo, definiciones de socialismo o de sus métodos que
pueden variar drásticamente según varíen los interlocutores políticos y que algunas veces
se distancian en mayor o menor medida de su etimología: estatistas, nacionalistas,
marxistas, cooperativistas, corporativistas gremiales clásicos, corporativistas de Estado o
fascistas, socialistas de renta, socialistas de mercado, mutualistas, socialdemócratas
modernos, etc.
El socialismo continúa siendo un término de fuerte impacto político, que permanece
vinculado con el establecimiento de un orden socioeconómico construido por, para, o
en función de, una clase trabajadora organizada originariamente sin un orden
económico propio, y para el cual debe crearse uno público (por vía del Estado o no),
ya sea mediante revolución o evolución social o mediante reformas institucionales,
con el propósito de construir una sociedad sin clases estratificadas o subordinadas
unas a otras; idea esta última que no era originaria del ideario socialista sino del
comunista y cuya asociación es deudora del marxismo-leninismo. La radicalidad del
pensamiento socialista no se refiere tanto a los métodos para lograrlo sino más bien a los
principios que se persiguen.

Principios básicos

Por socialización de los medios de producción, se entiende, en economía política y


ciencia política, etc, el proceso de pasar de un régimen de propiedad privada individual de
tales medios hacia uno de propiedad social, ya sea comunitaria o estatal.
La propiedad comunitaria de activos u organizaciones, es aquella donde éstas se
poseen y se controlan a través de ciertos mecanismos deliberativos o de
representación democrática que permitan a una comunidad o grupo ser parte de su
gestión, ya sea, usando o disfrutando de los beneficios que se presentasen con dicho
activo. El desarrollo de la propiedad comunitaria, como concepto y herramienta social,
representa un símbolo de la emancipación colectiva, lo cual hace del concepto un principio
de corrientes políticas y sociales, tal como lo es, el Anarcocomunismo, del cual se
amparaba Piotr Kropotkin junto a otros pensadores del Anarquismo.
La estatización o estatalización es el conjunto de disposiciones y operaciones mediante
las cuales el Estado asume, en forma variada, la administración de
empresas  privadas, de grupos de empresas o de la totalidad de ciertos sectores
económicos manejados con anterioridad por particulares. La estatización es lo
opuesto a la privatización. También se le denomina nacionalización de los medios de
producción, aunque una empresa estatizada puede ser previamente tanto de propiedad
nacional  como extranjera.
La propuesta de socializar los bienes no se extiende a los bienes de consumo y/o
pertenencias personales, ni busca evitar sueldos o ganancias derivadas del esfuerzo
personal. Así, por ejemplo, Makhaiski escribe “La socialización de los medios de
producción no significa otra cosa que la abolición del derecho de propiedad privada y de la
gestión privada de las fabricas y de la tierra”.
Para corrientes comunitarias -tales como el comunismo, socialismo, cooperativismo,
anarquismo, mutualismo etc.- el concepto tiene el sentido especifico de reintegrar los
procesos económicos al control de la sociedad a fin de lograr la libertad del ser
humano: “La otra idea que es enormemente importante es esta noción de libertad, la idea
que es tan diferente de la noción liberal. No podemos ser libres a menos que controlemos
nuestro destino, a menos que nosotros, en lugar de ser arrastrados por el viento de las
circunstancias económicas (para Marx) o dirigidos por la mano invisible de la razón (para
Hegel) realmente tomemos control, realicemos nuestro poder, realicemos la capacidad
colectiva de los seres humanos para controlar nuestro destino, y lo hagamos... es una idea
de gran importancia. Ahora que ha sido presentada por Hegel y Marx, no creo que será
olvidada”. En ese sentido, se puede decir socialización es el proceso opuesto a alienación.
Sin embargo, de hecho, existen diferencias sobre medios y fines en relación a como se
podría o debería efectuar tal control social, por ejemplo, poniendo tales procesos bajo el
control de alguna forma u organización política (comunas, consejos, federaciones de tales
comunas o consejos, etc.) o bajo el control directo de los trabajadores, lo que junto a otras
consideraciones sobre lo que una socialización implica o no (ej. el contraste entre el
Estado socialista, el comunismo sin Estado -ideal supremo del marxismo- y el
anarcocomunismo) han ocasionado un debate prolongado -aunque no siempre activo-
acerca de lo que el proceso es y el cómo efectuarlo.

Teóricos

La palabra "socialismo" (que apareció por primera vez en 1834 bajo los auspicios de
Robert Owen) describe la organización colectiva de la producción y la distribución en tanto
el consumo permanece siendo particular. En el siglo XIX en proceso de proletarización
masiva por el ascenso del capitalismo industrial la idea socialista evolucionó como
concepto e ideología de economía política proponiendo un sistema social, económico y
político basado en la organización consciente (planificada) de la producción de acuerdo a
unos fines preestablecidos de contribución al bien general: sería el denominado
movimiento socialista (en algunos lugares movimiento para la reforma del trabajo).
Sintetizado a partir de las ideas y escritos de distintos grupos y pensadores que buscaban
alumbrar un sistema justo, el socialismo recibe un gran impulso de la teoría marxista que
desprende al socialismo de todo idealismo moral y político, y lo fundamenta como una
necesidad para el desarrollo del presente período tecnológico, que es lo único que podría
hacerlo realizable (no-utópico) según la doctrina del materialismo histórico.
El Comunismo, entendido como movimiento socio-político, es un conjunto de corrientes y
agrupaciones cuyo principal objetivo histórico es -particularmente desde la adopción de la
doctrina marxista- la supresión revolucionaria de la sociedad capitalista en tanto última
forma de sociedad con clases, y el establecimiento de una sociedad socialista como paso
previo a la construcción gradual de una organización social comunista. Las doctrinas de
las diversas corrientes comunistas coinciden en la necesidad de suprimir la propiedad
privada (especialmente la de los medios de producción sociales) y en la emancipación
social del proletariado  como la primer clase oprimida sin economía propia, negación de
toda posible apropiación privada y por ende tendiente a desaparecer como clase en una
comunidad comunista.
La teoría marxista se construye en debate con el anarquismo. El anarquismo se podría
inscribir dentro de los debates tempranos del socialismo, que como ideal busca que las
personas decidan sobre sus vidas directamente. Propugna la abolición del Estado y de
toda autoridad. Es la corriente con un trasfondo de respeto y valoración al sujeto o
individuo, y que considera a la libertad como el camino y el objetivo del socialismo y que
propone la horizontalidad en las asociaciones humanas voluntarias, la autonomía local
junto con la autoorganización de los movimientos sociales frente a las instituciones del
Estado y a las multinacionales y monopolios propios del capitalismo. La meta del
socialismo libertario es construir una sociedad basada en las libertades civiles, la equidad
social, la iniciativa personal, la cooperación moral de un individuo, eliminando las clases
sociales estratificadas, promoviendo estructuras políticas y económicas autogestionarias,
descentralizadas o distribuidas.
 
Este artículo trata sobre la explicación de la sociedad por Marx. Para el modelo político
previo al comunismo según Marx y Engels, véase socialismo científico.

Karl Marx

Friedrich Engels

El marxismo es el modelo teórico explicativo de la realidad, compuesto principalmente por


el pensamiento desarrollado en la obra de Karl
Marx, filósofo, sociólogo, economista y periodista revolucionario alemán de origen judío,1
quien contribuyó en la sociología, la economía, el derecho y la historia; así como también
la serie de pensadores que complementan o reinterpretan este modelo, tradición que va
desde el coeditor de Marx, Friedrich Engels, hasta otros pensadores
como Lenin, Stalin, León Trotski, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, Georg
Lukács o Mao Zedong. Por lo tanto es correcto hablar de marxismo como una corriente del
pensamiento humano. El marxismo se asocia principalmente al conjunto de movimientos
políticos y sociales que surgieron durante el siglo XX, entre los que destacaron
la Revolución rusa, la Revolución china y la Revolución cubana. Es incorrecto plantear
estos movimientos como sinónimo de «marxismo», porque ni todo su componente humano
ni toda su doctrina política se basó en el marxismo como tal.[cita  requerida]
Los componentes centrales del modelo teórico explicativo marxista son esencialmente
cuatro elementos:
En primer lugar, el concepto de «lucha de clases», que es formulado por primera vez en
el Manifiesto comunista y que progresivamente se va transformando en el método de
análisis de la historia humana en torno a los conceptos de «clase social», «contradicción»
y «división social del trabajo». Este método está a la vez basado en la lógica hegeliana
comúnmente llamada «dialéctica» (aunque en términos estrictamente hegelianos se trata
de una «lógica ontológica», modelo que a la vez sobrepasa al concepto hegeliano de
dialéctica). Curiosamente, Marx nunca especificó en una obra en particular cuáles eran los
límites globales de este método, ni cuál era el concepto que él tenía de dialéctica, sin
embargo se cita el prólogo de la Crítica de la economía política, de 1859, como su
formulación más precisa.
El segundo punto central del modelo teórico marxista es la crítica a la economía capitalista,
el cual es desarrollado extensamente en su obra El capital, compuesta por tres tomos
oficiales y un cuarto tomo editado de manera póstuma bajo el nombre de Historia crítica de
la teoría de plusvalía. En esta obra Marx desarrolla, entre otras cosas, un modelo
alternativo para calcular el concepto de «valor» de la economía capitalista, basado en el
«tiempo de trabajo socialmente necesario» para la producción de «mercancías». Esta
investigación tiene directas consecuencias políticas, pues la hipótesis marxista probaría
que en realidad la sociedad capitalista se funda en torno al robo del trabajo humano a
través del concepto de «plus valor», legitimado en el estado de derecho a través de la
propiedad privada sobre los medios de producción y el libre usufructo de esas ganancias.
El tercer punto central es el concepto de «ideología», que es desarrollado por Marx en sus
primeros libros como La ideología alemana (en coautoría con Engels) y que intenta
explicar las formas de dominación mental de la sociedad capitalista y su relación con la
composición económica de esta. Este concepto es abandonado durante algunos años por
Marx para centrarse en el análisis político. Sin embargo, vuelve a aparecer con fuerza en
su libro El capital, bajo el concepto de «fetichismo de la mercancía», que sería una forma
de explicar la incapacidad psicológica de una persona de percibir el «valor de uso» de una
mercancía. Este concepto es extremadamente importante, porque describe todas las
consecuencias de las formas de producción de la vida dentro del capitalismo.
El cuarto punto central del modelo teórico marxista es el concepto de «comunismo», un
modo de producción generado a partir del modo de producción capitalista, que puede
sobrepasar los límites de la sociedad capitalista fundada en la explotación humana, en la
extracción de valor. Marx utilizó muchas veces la palabra, pero jamás explicó cuales eran
sus alcances y características (salvo algunas referencias relativamente cortas pero lúcidas,
como por ejemplo las que pueden encontrarse en su Crítica del programa de Gotha de
1875). Un análisis crítico de la obra de Marx demostraría que él no habría estado
dispuesto a describir algo que todavía no existe; por lo tanto, el significado de
«comunismo» se encuentra en una síntesis, tanto como de los problemas económicos
fundamentales encontrados de manera explícita en El capital como un análisis de la crítica
política-jurídica hecha por Marx a las instituciones capitalistas.
Engels acuñó el término socialismo científico para diferenciar el marxismo de las
corrientes socialistas anteriores englobadas por él bajo el término socialismo utópico.
También se emplea el término socialismo marxista para referirse a las ideas y propuestas
específicas del marxismo dentro del marco del socialismo.
El objetivo que se propone es que los trabajadores tengan acceso a los medios de
producción en forma institucionalizada; es decir, utilizando las instituciones públicas del
Estado para que los trabajadores obtengan medios de producción y evitar que
«la burguesía vaya concentrando cada vez más los medios de producción, la propiedad y
la población del país. Reúne a la población, centraliza los medios de producción
(principalmente, las fábricas) y concentra en pocas manos la propiedad».2
Marx propone la abolición de la apropiación privada (un concepto más amplio que el de
propiedad, que es meramente jurídico) sobre los medios de producción, esto es, «la
abolición del sistema de propiedad burguesa», tal y como lo menciona en su Manifiesto
comunista: «Lo que caracteriza al comunismo no es la abolición de la propiedad en
general sino la abolición del sistema de propiedad burgués»,3 ya que la burguesía no
solamente se apropia del producto social mediante la ley, sino que también corrompe las
instituciones u otros mecanismos legales para apropiarse de la propiedad de los
trabajadores. Un ejemplo de ello ha sido el robo (despojo) de tierras a indígenas y
campesinos para la instalación de agroindustrias y proyectos minero-energéticos.
Con el acceso a los medios de producción por parte de los trabajadores, el marxismo
concluye que se logrará una sociedad sin clases sociales donde todos vivan con dignidad,
sin que exista la acumulación de propiedad privada sobre los medios de producción por
unas cuantas personas, porque supone que ésta es el origen y la raíz de la división de la
sociedad en clases sociales. Esto implicaría una enorme competencia y eficiencia en la
economía; además, el trabajador no se podría explotar a sí mismo ni tampoco podría
explotar a otro trabajador porque ambos tendrían medios de producción. Lo que dicho
panorama podría ocasionar es que los trabajadores se organizarían para crear empresas
más grandes a través de asociaciones justas; por tal motivo Marx expresa que «el precio
medio del trabajo asalariado es el mínimo posible. Es decir, el mínimo necesario para que
el obrero permanezca vivo. Todo lo que el obrero asalariado obtiene con su trabajo es,
pues, lo que estrictamente necesita para seguir viviendo y reproduciéndose. Nosotros no
aspiramos en modo alguno a impedir los ingresos generados mediante el trabajo personal,
destinados a adquirir los bienes necesarios para la vida». Y recalca en su Manifiesto:
«Solo aspiramos a destruir el carácter ignominioso de la explotación burguesa, en la que el
obrero solo vive para multiplicar el capital». Así, entonces, el trabajador o trabajadores
serán dueños de sus propios negocios, iniciando un elevado comercio; por esa razón, en
el Manifiesto especifica que «el comunismo no priva a nadie del poder de adquirir bienes y
servicios».
Marx considera que cada país tiene sus particularidades y, por tanto, las medidas para
proveer a los trabajadores de medios de producción pueden ser diferentes, y que al
principio parecerá que no son suficientes. Marx tiene en clara la ley de la escasez y por
ende la distribución de medios de producción en forma institucionalizada y legal se dará
poco a poco en una transición lenta pero efectiva; por tal motivo concluye en su Manifiesto:
«(...) por medio de medidas que, aunque de momento parezcan económicamente
insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte
propulsor, y de las que no puede prescindirse, como medio para transformar todo el
régimen de producción vigente».
En conclusión, Marx propone el uso de las instituciones del Estado, como por ejemplo el
uso de los impuestos para financiar la compra y distribución de los medios de producción a
los trabajadores, que al paso del tiempo formará un mercado de competencia perfecta.

Índice

 1Las raíces filosóficas del marxismo

 2Influencias intelectuales en Marx y Engels

 3La concepción materialista de la historia

 4La economía marxista

 5Análisis de clases

 6El marxismo y la religión

 7Conceptos y nociones abstractas principales de Karl Marx

o 7.1Marx, observador de la evolución de las sociedades humanas


o 7.2Las fuerzas productivas, relaciones sociales de producción y el modo de
producción

o 7.3La acumulación de capital, trabajo, mano de obra excedente y la alienación

o 7.4La teoría marxista del trabajo

o 7.5La lucha de clases

 8Partidos, movimientos y gobiernos inspirados en el marxismo

 9Corrientes surgidas del marxismo clásico

 10Críticas al marxismo

 11Algunas de las obras de Karl Marx

 12Véase también

 13Referencias

 14Bibliografía

 15Enlaces externos

Las raíces filosóficas del marxismo[editar]

Primera edición del Manifiesto del Partido Comunista.

Marx tuvo grandes influencias filosóficas, la de Feuerbach, que le aportó y afirmó su visión
materialista de la historia, y la de Hegel, que inspiró a Marx para la aplicación de la
dialéctica al materialismo. Aunque para su trabajo de disertación doctoral eligió la
comparación de dos grandes filósofos materialistas de la antigua
Grecia, Demócrito y Epicuro, Marx ya había hecho suyo el método hegeliano, su dialéctica.
Ya en 1842 había elaborado su Crítica de la filosofía del derecho de Hegel desde un punto
de vista materialista. Pero a principios de la década de 1840, otra gran influencia filosófica
hizo efecto en Marx, la de Feuerbach, especialmente con su obra La esencia del
cristianismo. Tanto Marx como Engels abrazaron la crítica materialista de Feuerbach al
sistema hegeliano, aunque con algunas reservas. Según Marx, el materialismo
feuerbachiano era inconsecuente en algunos aspectos, por ello lo llama «contemplativo».
Es en las Tesis sobre Feuerbach (Marx, 1845) y La ideología alemana (Marx y
Engels, 1846) donde Marx y Engels ajustan sus cuentas con sus influencias filosóficas y
establecen las premisas para la concepción materialista de la historia.
Si en el idealismo de Hegel la historia era un devenir de continuas contradicciones que
expresaban el autodesarrollo de la Idea Absoluta, en Marx son el desarrollo de las fuerzas
productivas y de las relaciones de producción las que determinan el curso del desarrollo
socio-histórico. Para los idealistas el motor de la historia era el desarrollo de las ideas.
Marx expone la base material de esas ideas y encuentra el hilo conductor del devenir
histórico.

Influencias intelectuales en Marx y Engels [editar]


Marx y Engels se basaron en la filosofía alemana de Hegel y de Feuerbach, la economía
política inglesa de Adam Smith y de David Ricardo, y el socialismo y comunismo francés
de Saint-Simon y Babeuf respectivamente, para desarrollar una crítica de la sociedad que
fuera tanto científica como revolucionaria. Esta crítica alcanzó su expresión más
sistemática en la obra más importante dedicada a la sociedad capitalista, El capital: crítica
de la economía política. Además de las raíces mencionadas, algunos pensadores
marxistas del siglo XX, como Louis Althusser o Miguel Abensour, han señalado en la obra
de Marx el desarrollo de temas presentes en la obra de Maquiavelo o Spinoza. También
diversos sociólogos y filósofos, como Raymond Aron y Michel Foucault, han rastreado en
la visión marxista del final del feudalismo como comienzo del absolutismo y la separación
del Estado y la sociedad civil, la influencia de Montesquieu y Tocqueville, en particular en
sus obras sobre el bonapartismo y la lucha de clases en Francia.

Karl Marx.

La concepción materialista de la historia[editar]


Véase también: Materialismo histórico
Marx resumió la génesis de su concepción materialista de la historia en Contribución a la
crítica de la economía política (1859):
El primer trabajo emprendido para resolver las dudas que me azotaban, fue una revisión crítica de la
filosofía hegeliana del derecho, trabajo cuya introducción apareció en 1844 en los Anales
francoalemanes, que se publicaban en París. Mi investigación me llevó a la conclusión de que, tanto
las relaciones jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni por la
llamada evolución general del espíritu humano, sino que, por el contrario, radican en las condiciones
materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel siguiendo el precedente de los ingleses y franceses
del siglo XVIII, bajo el nombre de “sociedad civil”, y que la anatomía de la sociedad civil hay que
buscarla en la economía política.

En Bruselas, a donde me trasladé a consecuencia de una orden de destierro dictada por el


señor Guizot, proseguí mis estudios de economía política comenzados en París. El resultado
general al que llegué y que una vez obtenido sirvió de hilo conductor a mis estudios puede
resumirse así: en la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones
necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase
determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de
producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la
superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia
social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y
espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario,
el ser social es lo que determina su conciencia.
Al llegar a una fase determinada de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad
entran en contradicción con las relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la
expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto
hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en
trabas suyas, y se abre así una época de revolución social.
Al cambiar la base económica se transforma –más o menos rápidamente– toda la inmensa
superestructura erigida sobre ella. Cuando se estudian esas transformaciones hay que distinguir
siempre entre los cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y que
pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las formas jurídicas, políticas,
religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra las formas ideológicas en que los hombres
adquieren conciencia de este conflicto y luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos
juzgar a un individuo por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de
transformación por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta conciencia por
las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente entre las fuerzas productivas
sociales y las relaciones de producción.
Ninguna formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas productivas que
caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más elevadas relaciones de producción antes de
que las condiciones materiales para su existencia hayan madurado dentro de la propia sociedad
antigua. Por eso, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar,
porque, mirando mejor, se encontrará siempre que estos objetivos sólo surgen cuando ya se dan o,
por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos,
podemos designar como otras tantas épocas de progreso en la formación económica de la sociedad
el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno burgués.
Las relaciones burguesas de producción son la última forma antagónica del proceso social de
producción; antagónica, no en el sentido de un antagonismo individual, sino de un antagonismo que
proviene de las condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas que se
desarrollan en la sociedad burguesa brindan, al mismo tiempo, las condiciones materiales para la
solución de este antagonismo. Con esta formación social se cierra, por lo tanto, la prehistoria de la
sociedad humana.
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La economía marxista[editar]
Artículo principal: Economía marxista
Adam Smith

David Ricardo

Los economistas burgueses criticados por Marx.

La economía política es esencial para esta visión, y Marx se basó en los economistas
políticos más conocidos de su época, los economistas políticos clásicos británicos, para
posteriormente criticar su forma de pensar. La economía política, que es anterior a la
división que se hizo en el siglo XX de las dos disciplinas, trata las relaciones sociales y las
relaciones económicas considerándolas entrelazadas. Esta teoría de la explotación la
desarrolló en El capital, investigación dialéctica de las formas que adoptan las relaciones
de valor.
En su labor política y periodística, Marx y Engels comprendieron que el estudio de la
economía era vital para conocer a fondo el devenir social. Fue Marx quien se dedicó
principalmente al estudio de la economía política una vez que se mudó a Londres. Marx se
basó en los economistas más conocidos de su época, los británicos, para recuperar de
ellos lo que servía para explicar la realidad económica y para superar críticamente sus
errores.
Vale aclarar que la economía política de entonces trataba las relaciones sociales y las
relaciones económicas considerándolas entrelazadas. En el siglo XX esta disciplina se
dividió en dos.
Marx siguió principalmente a Adam Smith y a David Ricardo al afirmar que el origen de la
riqueza era el trabajo y el origen de la ganancia capitalista era el plustrabajo no retribuido
a los trabajadores en sus salarios. Aunque ya había escrito algunos textos sobre economía
política (Trabajo asalariado y capital4 de 1849, Contribución a la Crítica de la Economía
Política4 de 1859, Salario, precio y ganancia4 de 1865) su obra cumbre al respecto es El
capital.
El capital ocupa tres volúmenes, de los cuales sólo el primero (cuya primera edición es de
1867) estaba terminado a la muerte de Marx. En este primer volumen, y particularmente en
su primer capítulo (Transformación de la mercancía en dinero), se encuentra el núcleo del
análisis marxista del modo de producción capitalista. Marx empieza desde la «célula» de la
economía moderna, la mercancía. Empieza por describirla como unidad dialéctica de valor
de uso y valor de cambio. A partir del análisis del valor de cambio, Marx expone su teoría
del valor, donde encontramos que el valor de las mercancías depende del tiempo de
trabajo socialmente necesario para producirlas. El valor de cambio, esto es, la proporción
en que una mercancía se intercambia con otra, no es más que la forma en que aparece el
valor de las mercancías, el tiempo de trabajo humano abstracto que tienen en común.
Luego Marx nos va guiando a través de las distintas formas de valor, desde el trueque
directo y ocasional hasta el comercio frecuente de mercancías y la determinación de una
mercancía como equivalente de todas las demás (dinero).
Así como un biólogo utiliza el microscopio para analizar un organismo, Marx utiliza la
abstracción para llegar a la esencia de los fenómenos y hallar las leyes fundamentales de
su movimiento. Luego desanda ese camino, incorporando paulatinamente nuevo estrato
sobre nuevo estrato de determinación concreta y proyectando los efectos de dicho estrato
en un intento por llegar, finalmente, a una explicación integral de las relaciones concretas
de la sociedad capitalista cotidiana. En el estilo y la redacción tiene un peso extraordinario
la herencia de Hegel.
La crítica de Marx a Smith, Ricardo y al resto de los economistas burgueses reside en que
sus análisis económicos son ahistórico (y por lo tanto, necesariamente idealista), puesto
que toman a la mercancía, el dinero, el comercio y el capital como propiedades naturales
innatas de la sociedad humana, y no como relaciones sociales productos de un devenir
histórico y, por lo tanto, transitorias. Junto con la teoría del valor, la ley general de la
acumulación capitalista, y la ley de la baja tendencial de la tasa de ganancia, son otros
elementos importantes de la economía marxista[cita  requerida].

Análisis de clases[editar]
Los marxistas consideran que la sociedad capitalista se divide en clases sociales, de las
que toman en consideración principalmente dos:

 La clase trabajadora o proletariado: Marx definió a esta clase como «los individuos


que venden su mano de obra y no poseen los medios de producción», a quienes
consideraba responsables de crear la riqueza de una sociedad (edificios, puentes y
mobiliario, por ejemplo, son construidos físicamente por miembros de esta clase;
también los servicios son prestados por asalariados).
 La burguesía: quienes «poseen los medios de producción» y emplean al
proletariado. Constituyen la clase mercantil por excelencia: su riqueza proviene de la
administración intelectual de los negocios. Se apropian del excedente económico de
toda la sociedad por el mecanismo de la plusvalía, capaz de confiscar de forma no
coercitiva (mercantil, racional) el valor trabajo, pilar de todo valor y riqueza.
Existen otras clases que integran aspectos de las dos principales, o que estando
asociadas a alguna, manifiestan nuevos rasgos propios particulares.
 El lumpenproletariado: los que viven en pobreza extrema y no pueden hallar
trabajo con regularidad. Abarca desde la amplia masa de indigentes desocupados y/o
con trabajos precarios, hasta sectores en extremo marginales como las prostitutas y
los soldados del crimen organizado, etc.
 La pequeña burguesía: forma parte del pueblo trabajador, pero en menor o mayor
medida su trabajo crea capital y encuentra en él su sostén, aunque en niveles de
acumulación siempre muy inferiores al de la gran burguesía. Este capital genera los
más diversos segmentos sociales, según sea principalmente intelectual
(profesionales), o mercantil (pequeños comerciantes), o inmobiliario (pequeños y
medianos campesinos, rentistas urbanos) o financiero (pequeños especuladores) o
directamente industrial (pequeños empresarios).

El marxismo y la religión[editar]
El marxismo ha sido tradicionalmente opuesto a todas las religiones. Marx escribió al
respecto que "«el fundamento de la crítica irreligiosa es: el ser humano hace la religión; la
religión no hace al hombre» y la frase cuyo final se haría célebre:
La miseria religiosa es, por una parte la expresión de la miseria real y, por la otra, la protesta contra
la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón,
así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el  opio del pueblo.5

La referencia al opio ha prestado a una interpretación vulgar ya que este no es –como


suele suponerse– un estupefaciente ni tampoco un alucinógeno, sino un
narcótico analgésico. Este equívoco del lector contemporáneo ha derivado en una
confusión frecuente respecto de la sentencia marxista, según la cual parecería que Marx
despreciaba la religión.6 La cita completa revela el porqué de la referencia a un opiáceo:
jamás pretende que la religión se considere una forma de degradación intelectual ni
tampoco una mera ilusión generada por las clases dominantes (interpretación no marxista
que suprimiría la idea que este tenía de la ideología, esto es, la ilusión de universalidad
dentro de cada clase), sino que la religión sea, por el contrario, el anestésico necesario de
la sociedad entera frente a la alienación social y de las clases oprimidas frente a sus
condiciones materiales de existencia.
En Marx, la crítica de la religión no es una defensa del ateísmo, sino la crítica de la
sociedad que hace necesaria a la religión. La supresión de estas condiciones y la
realización plena de la comunión humana se desvincula de la condición biológica,
proyectándose «al cielo» como intervención divina en una parusía futura, particularmente
en el especial caso del cristianismo,7 en vez de construirse políticamente mediante la
abolición de la propiedad privada y la división del trabajo. El fundamento filosófico del
rechazo marxista de la religión ha estado vinculado al desarrollo del materialismo
dialéctico por parte de Engels y Lenin.
En cualquier caso, ha habido diversos teóricos que consideran que ser marxista y religioso
es compatible. Dentro de ellos se puede señalar al irlandés James Connolly y a diversos
autores dentro de la teología de la liberación como Camilo Torres y Leonardo Boff. Pero la
crítica teórica hacia cualquier religión se basa en que ésta es concebida como el resultado
de la producción de la superestructura de la sociedad, es decir, de la fabricación de
ideas ideológicas que se hace una sociedad sobre sus propios modos de producción
económicos. Así, la religión siempre es una concepción de ideas políticas que tienden a
reafirmar la estructura económica existente. Los textos marxistas donde se puede
encontrar información sobre la concepción marxista de la religión son: La ideología
alemana de Marx y Engels, y La filosofía como arma de la revolución de Louis Althusser.
Marx describe a la religión como un ente alienador, el cual le pone como meta alcanzar a
Dios, situación imposible para un humano pues Dios es la esencia humana deificada, es
decir: la humanidad le ha dado sus mejores características a Dios. La religión haría
conformista al hombre y lo obligaría a no luchar en este mundo, pues este es solo un
preludio del verdadero. La síntesis cristiano-marxista de los teólogos de la liberación
replica que el marxismo no implica este aserto y que, de ser así, también las clases
dominantes impregnadas de espíritu religioso serían conformistas respecto de su
existencia material e incluso serían pasivas frente a un conflicto con otras clases sociales.
Para estos, en cambio, la religión –y en particular la cristiana– siempre exige una lucha en
este mundo en función de una comunidad religiosa: sea con o sin clases dependiendo de
cómo se la entienda políticamente. Debe recordarse que para el catolicismo la
resurrección es el regreso al edén en la tierra y que, aunque dependa de Dios, ningún
esfuerzo individual tendría sentido si estuviera coronado por una muerte sin retorno
(incluso si la realización plena de la humanidad pudiera hacerse sólo socialmente y no
biológicamente como en la resurrección cristiana), ya que la salvación de cada hombre de
acuerdo a su esfuerzo dentro del alienado mundo presente sólo puede ser asegurado con
la eternidad y la participación en el mundo venidero. Esto es igualmente cierto tanto para el
ideario de autorrealización personal de la derecha cristiana (calvinista o al menos
reconciliada con la burguesía), como para la lucha de clases de la izquierda cristiana
(marxista o no), como para las originarias posiciones ascéticas y apolíticas del cristianismo
primitivo. Estas últimas en particular dieron forma estamental a la dicotomía interna entre
la vida económica y la religiosa del occidente medieval extramundano y a su peculiaridad
histórica de fusión entre «sociedad civil» y «sociedad política» descrita con atención por
Marx en su obra Sobre la cuestión judía, cuya visión llegaría, junto con la opuesta
de Nietzsche, a Max Weber, y que entroncaría en el debate marxista-weberiano sobre la
influencia económica de la religión.
En su versión más ortodoxa, la interpretación marxista de la religión sería la de una forma
de alienación cuya consecuencia para el hombre sería perder sus virtudes para
adjudicárselas a un inventado ser supremo. Según Karl Marx, esto es lo que ocurriría en
particular con la religión monoteísta: el hombre toma toda virtud que posee y toda
idealización metafísica posible, y se la atañe a un ser supremo de su propia creación,
devaluándose a sí mismo y dedicando su ser y propio destino a su voluntad y una
trascendencia irreal posibilitada por su existencia.

Conceptos y nociones abstractas principales de Karl


Marx[editar]
Marx, observador de la evolución de las sociedades
humanas[editar]
El concepto de clase social no fue inventado por Karl Marx, sino por los fundadores de
la economía política (Adam Smith…), los fundadores de la tradición de la historia política
francesa (Alexis de Tocqueville), y de la historia de la revolución francesa (Guizot, Mignet,
Thierry). Para los teóricos ingleses, los criterios de identidad de una clase social, se
encuentran en el origen de los ingresos: los tipos de ingresos, la renta de la tierra, las
ganancias y los salarios. Estos tres grupos son los principales para la nación;
terratenientes, trabajadores y empresarios.
Entre los pensadores franceses, el término de “clase” es un término político. Por ejemplo
para autores como Tocqueville, existen diferencias entre clases cuando los diversos
grupos sociales compiten por el control de la sociedad.
Por lo tanto, Marx toma prestado de los economistas clásicos la idea implícita de clases
como un factor de producción, la historia de las clases y el conflicto como productor de la
historia. A todas estas teorías, Marx aporta el concepto del estado de la clase social como
su lucha intrínseca: sin lucha no hay clases. Las clases sociales se consiguen con las
luchas perpetuas históricamente determinadas. Marx señaló su contribución a la
comprensión de las clases sociales:
Ahora, para mí, que no soy yo quien merece el mérito por el descubrimiento de la existencia de las
clases en la sociedad moderna, al igual que de la lucha que se dedica a ella. Los historiadores
burgueses habían puesto delante de mí, el desarrollo histórico de esta lucha de clases y, algunos
economistas burgueses me describieron la anatomía económica. Lo que yo aporto es: la
demostración de que la existencia de las clases sociales sólo va unida a las fases históricas a través
del desarrollo de la producción, que la lucha de clases conduce, necesariamente, a la dictadura del
proletariado y que esta misma dictadura no representa sino una transición hacia la abolición de
todas las clases y hacia una sociedad sin clases.

Carta a J. Weydemeyer. 5 de marzo de 1852.

Para Marx, las clases sociales son parte la realidad social. Las luchas de estas clases
sociales, señalan el cambio social como un fenómeno duradero. Estas clases son el
resultado de un mecanismo de división del trabajo, que se desarrolló al mismo tiempo que
la privatización de los medios de producción. Las clases sociales surgen cuando la
diferenciación de las tareas y las funciones dejan de ser cosa del azar para convertirse en
una herencia. Hay una tendencia hacia la polarización entre las dos clases más
antagónicas entre sí. Este antagonismo es la base de toda transformación que afecte al
funcionamiento de la organización social y que modifique el curso de la historia. Para
Marx, el proceso de producción capitalista crea dos posiciones: la de los explotadores
(empresarios) y los explotados (trabajadores). Los comportamientos individualistas y
colectivos se explican a través de estas posiciones en la reproducción de un sistema. El
conflicto de clase es un rasgo cultural de la sociedad. Estos conflictos son el motor de los
grandes cambios sociales. Marx se interesa por los cambios endógenos, es decir, aquellos
que nacen del funcionamiento de la sociedad.

Las fuerzas productivas, relaciones sociales de producción y


el modo de producción[editar]
Cada etapa de la sociedad que se ha dado a lo largo de la historia se puede caracterizar a
través de un modo de producción diferente.
Un modo de producción se basa en el conjunto formado por las fuerzas productivas y las
relaciones sociales de producción que se dan en la sociedad. En cada una de las etapas
de la evolución, el modo de producción demuestra un estado de la sociedad. Este es
tomado como algo social, ya que sin fuerzas productivas, no puede haber ninguna duda
sobre la falta de producción. Dichas fuerzas productivas son: los instrumentos de la
producción, la fuerza de trabajo de los hombres, los objetos de trabajo, los conocimientos y
las técnicas, la organización… Con motivo de todas estas actividades de producción y a
través de ellas, los hombres entran en las relaciones sociales. El modelo de producción no
puede ser reducido a un simple aspecto técnico, ya que es uno de los conceptos más
importantes para Marx.
La sucesión de modos de producción a lo largo de la historia se puede resumir de la
siguiente manera: se pasa de un comunismo primitivo al modo de producción esclavista,
de este al feudal, después al capitalista y finalmente al socialista/comunista (ambos son
sinónimos). En la sociedad comunista/socialista, la contribución productiva será aplica al
principio resumido en la frase: “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su
necesidad”.
Sin embargo, Marx forma parte de un pensamiento dialéctico, en contraposición al
mecanismo que está presente en el materialismo anterior, ve la convivencia entre clases,
como un papel determinante en el desarrollo de la historia. A través de esta visión, el
proletariado se transforma en una clase en sí y para sí, se vuelve consciente de sus
intereses de clases, que son: socializar los medios de producción (socialismo) con el fin de
maximizar las fuerzas productivas, la extinción de las diferentes clases sociales y la
existencia de un estado político (comunismo). La historia sigue siendo la suma de las
contingencias sujetas a los vaivenes de las luchas sociales de clases. La historia no es
una evolución lineal entre los modos de producción, sino que es una transformación
dialéctica de tomar conciencia de clases que experimentan fluctuaciones de lucha de
clases en determinados momentos de la historia. En este desarrollo, las fuerzas
productivas son cada vez más contradictorias con respecto a las relaciones sociales de
producción, ya que no evolucionan al mismo ritmo.
Más allá de un cierto nivel de producción, los sistemas sociales se bloquean. Una época
de revolución social que comienza a funcionar, permite eliminar las viejas relaciones de
producción para dar paso al desarrollo de relaciones más coherentes al nivel alcanzando
por las fuerzas productivas.

La acumulación de capital, trabajo, mano de obra excedente


y la alienación[editar]
La acumulación primitiva de capital está definida como: proceso de creación de las
condiciones para el nacimiento del capitalismo. La creación del capitalismo supone el uso
de dos condiciones anteriores: la existencia de un grupo social (formado por hombres
desprovistos de medios de producción y obligados a vender su fuerza de trabajo a cambio
de un salario) y la acumulación de la riqueza indispensable para crear negocios
capitalistas. Esta creación requiere de la unión de las condiciones necesarias para el
nacimiento de dos clases fundamentales de la sociedad capitalista: explotados
(trabajadores) y explotadores (empresarios).
La distinción entre trabajo y fuerza de trabajo es central para el análisis de la distribución.
La retribución del obrero se establece en un nivel correspondiente a los gastos
socialmente necesarios para asegurar su renovación. Es una mercancía cuyo valor está
determinado por la cantidad de trabajo social que pide la producción de cada obrero.
Lo que afirma Marx se basa en la teoría aristotélica de la materia prima que, distingue el
valor de uso (utilidad del objeto) del valor de cambio (lo que el objeto nos permite
conseguir). En el proceso de intercambio se produce tanto, una inversión en el valor de
cambio como, una inversión en el valor de uso.
El diagrama de Adam Smith: ley de la oferta y la demanda, informa de la existencia de
un valor añadido al producto en el que los beneficios son obtenidos por los capitalistas,
pero no por el trabajador. Los salarios a partir del valor social del producto (el valor social
del objeto producido es una función de las materias primas, las herramientas de
producción y la mano de obra necesaria para la producción).
El valor de cambio de un producto es el valor social que se aplica a una ganancia como
resultado de un exceso de trabajo. Es en torno a los beneficios del valor agregado, que
está emergiendo la lucha de clases, como proletarios capitalistas. Marx va a demostrar
que el trabajador está en su derecho de reclamar el beneficio de este valor añadido, ya
que este es un valor del mismo uso. Lo que hará el empresario capitalista, es hacer del
trabajo un producto que cueste menos que el que utiliza, o dar más trabajo del que se
requiere en la mano de obra. La ganancia es el valor añadido producido por el empleado,
que el capitalista se apropia gratuita y legalmente.
El aumento de la producción, por parte del capitalista se puede obtener mediante la
ampliación de la jornada laboral, aumentando la intensidad de trabajo o reduciendo los
salarios de desempleo, el cual es la presión a la baja sobre los salarios. Esta ganancia es
la forma de expoliación del proletariado en el capitalismo. Es la ganancia modificada que
se produce como una forma excedente, es la búsqueda del beneficio, es el motivo principal
del capitalismo. Una actividad se desarrolla si es rentable, y esta rentabilidad es la tasa de
beneficio obtenido (relación entre las ganancias y el capital total invertido). La acumulación
de capital conlleva una disminución a largo plazo de la tasa de beneficio y una bajada en la
tendencia de la tasa de provecho. Es un índice de los límites históricos del capitalismo.
Si la modernización se incrementa, se trata de una sustitución creciente entre el "trabajo
muerto" y "trabajo vivo”. En este momento sólo existe el trabajo vivo, que está creando
valor, el trabajo muerto no anima al capital por medio de la fuerza de trabajo. La
acumulación excesiva de capital dará como resultado el empobrecimiento de la clase
obrera.
El capitalismo es víctima de su propia lógica. Hay cada vez menos capacidad de manejar
sus contradicciones y avances hacia una crisis inevitable.
La teoría marxista del trabajo[editar]
El trabajo no se trata solo de la transformación de una persona física (puesto que también
podemos encontrarlo en los animales), esto implica una facultad de representación por
parte de las personas.
La razón por la que Marx se dio cuenta de que esta actividad es totalmente aristotélica (ya
que comienza por la representación de un fin), fue mostrando por lo que el fin es un mismo
principio. El trabajo es principalmente una representación comprensiva que comprende la
finalidad del objeto y difiere a este respecto al caso de los animales. El producto del trabajo
humano debe existir en la representación ideal del trabajador, es decir, el trabajo deseado
es un objeto que cumple perfectamente una de las funciones de la vida humana. En el
capítulo VII de El capital, Marx toma el esquema aristotélico en el que, es el trabajador el
que está subordinado al mismo fin que el mismo da. El trabajo es tal, que el individuo se
identifica y se reconoce con lo que hace: al realizar el trabajo, el hombre también lleva a
cabo su propio poder, su poder de conceptualización y puede mejorar, por lo tanto, su
capacidad de producción. La Inteligencia, puesto que es relevada a través de la realización
del trabajo, en tanto que el hombre actualice en su trabajo las facultades que le son
propias, será conducido a un proceso de identificación: en el producto del trabajo, el
individuo una parte de su identidad.
Como el trabajo participa en la identidad de la persona, podemos decir que, el trabajo no
es solamente tener (la producción), pero igualmente debe de ser una dimensión ontológica
adecuada al trabajo.
Por eso Marx acusa al modelo de producción industrial capitalista de alienar a los
trabajadores. En efecto, el trabajador ya no se encuentra en este caso, en el de la
representación comprensiva, ya que se ignora el producto final y por lo tanto, la razón de
su actividad. La cuestión relativa a la identidad es entonces anulada porque el único
problema es el de la remuneración. Lo humano se convierte en animal, revelando un
reflejo del automatismo mecánico (véase la película "Tiempos modernos" de Charlie
Chaplin).8 En este sentido, se puede entender la abolición de la esclavitud, no como una
cuestión ética, sino más bien como un cuestión de interés económico, ya que cuesta más
mantener a la gente en la servidumbre bajo el marco de la esclavitud que en el del trabajo
bajo marco del asalariado (véase la película “Queimada” de Gillo Pontecorvo con Marlon
Brando).

La lucha de clases[editar]
Artículo principal: Lucha de clases

Para Karl Marx y Friedrich Engels, "La historia de todas las sociedades humanas hasta
nuestros días es la historia de la lucha de clases”9 (aunque sea en una nota posterior
Engels califica esta afirmación).10
La posición del individuo en las relaciones de producción (trabajador o explotador) es
según él, es el elemento que permite la definición de la clase. Marx considera que, para
que no haya una clase social, debe haber una conciencia de clase: la conciencia de tener
un lugar común en la sociedad. Marx señaló que no basta con que muchos hombres estén
del lado de un solo plan económico para que se forme el espíritu de clase. Según Marx, los
personajes principales en la lucha de clases son, en la época capitalista, la burguesía y el
proletariado. El comunismo constituye para él, el estado de la sociedad sin divisiones de
clase y por lo tanto, es una sociedad sin lucha de clases.
Según el análisis marxista, la clase social dominante organiza la sociedad mediante la
protección de sus mejores privilegios.
Para ello, se instaura el Estado, instrumento político de dominación: “policía y ejército
responsable de mantener la seguridad y el orden público, el orden “burgués”. Marx
también habla de "la ideología dominante". En cualquier sociedad, hay ideas, creencias y
valores que dominan la vida social y cultural. Estas ideas dominantes son producidas por
la clase dominante, es decir, la burguesía. Por lo tanto, estas ideas expresan la opinión de
estas clases, es decir, la justifican y se esfuerzan en perpetuarse. Estas ideas penetran la
mente, y a menudo funcionan como una visión del mundo en contra de sus intereses
reales. Karl Marx no "inventó" el concepto de la lucha de clases. En realidad, la lucha de
clases se ha teorizado mucho antes que él, por historiadores de la restauración,
como François Guizot y Augustin Thierry.
La contribución fundamental de Marx en este concepto, en relación a estos historiadores,
es haber demostrado que la lucha de clases no se extingue en la Revolución Francesa,
sino que se prolonga en oposición burguesía/trabajadores en la de era capitalista. Así, al
final de la lucha de clases se llegaría a una clase única, una vez extinguidas las clases
sociales en el comunismo.

Partidos, movimientos y gobiernos inspirados en el


marxismo[editar]
Véase también: Categoría:Organizaciones comunistas

Mao Zedong (China)
 

Vladímir Ilich  Lenin (URSS)


 

León Trotsky (URSS)
Desde la muerte de Marx en 1883, varios grupos del mundo entero han apelado al
marxismo como base intelectual de sus políticas, que pueden ser radicalmente distintas y
opuestas. Una de las mayores divisiones ocurrió entre los reformistas, también
denominados socialdemócratas, que alegaban que la transición al socialismo puede ocurrir
dentro de un sistema pluripartidista y capitalista, y los comunistas, que alegaban que la
transición a una sociedad socialista requería una revolución para instaurar la dictadura del
proletariado. La socialdemocracia resultó en la formación del Partido Laborista y
del Partido Socialdemócrata de Alemania, entre otros partidos; en tanto que
el comunismo resultó en la formación de varios partidos comunistas; en 1918 en Rusia,
previo a la formación de la Unión de Repúblicas Socialistas soviéticas, dimanan dos
partidos del Partido Obrero Social Demócrata de Rusia: el Partido Comunista, formación
comunista, y el Partido Social Demócrata de Rusia.
En la actualidad sigue habiendo muchos movimientos revolucionarios y partidos
políticos en todo el mundo, desde el final de la Unión Soviética, aunque el
internacionalismo obrero ha sufrido una grave crisis. Aunque hay partidos
socialdemócratas en el poder en varias naciones de Occidente, hace mucho que se
distanciaron en aspectos relevantes de sus lazos históricos con Marx y sus ideas. En la
actualidad en Laos, Corea del Norte, Vietnam, Cuba, la República Popular
China y Moldavia hay en el poder gobiernos que se autoproclaman marxistas.
Muchos gobiernos, partidos políticos, movimientos sociales y teóricos académicos han
afirmado fundamentarse en principios marxistas. Ejemplos particularmente importantes
son los movimientos socialdemócratas de la Europa del siglo XX, el bolchevismo ruso, la
Unión Soviética (Lenin, Trotsky, Stalin) y otros países del bloque oriental, Mao
Zedong, Fidel Castro, Ernesto "Che" Guevara, Santucho, Kwame Nkrumah, Julius
Nyerere, Thomas Sankara y otros revolucionarios en países agrarios en desarrollo. Estas
luchas han agregado nuevas ideas a Marx y, por lo demás, han transmutado tanto el
marxismo que resulta difícil especificar el núcleo de este. Actualmente las
transformaciones socio-económicas han obligado a repensar al marxismo en una línea
llamada posmarxismo en la cual se encuentran autores como Ernesto Laclau y Chantal
Mouffe.
La Revolución de octubre de 1917, encabezada por los bolcheviques (cuyas figuras
principales eran Vladímir Lenin y León Trotsky) fue el primer intento a gran escala de
poner en práctica las ideas socialistas de un Estado obrero.
Se suceden otra serie de gobiernos o dobles poderes obreros de relativamente breve
duración, impulsados por revueltas proletarias con activa participación de los partidos
comunistas locales, inspirados en el modelo de república de consejos obreros. La mayoría
de estos son aplastados por las fuerzas de la reacción capitalista de las distintos gobiernos
y potencias burguesas y fracasan. Son el caso de la Revolución de noviembre de 1918,
encabezada por los espartaquistas en Alemania, la República Soviética Húngara de 1919,
la República Soviética Bávara de 1919, el bienio rojo o movimiento de consejos de fábrica
del norte de Italia de 1919 a 1920, el Sóviet de Nápoles, la República Socialista Soviética
Galiciana en 1920, la República Popular Soviética de Bujará de 1920 a 1925, la República
Socialista Soviética de Persia o República Soviética de Gilan, de 1920 a 1921, etc.
Tras morir Lenin, Iósif Stalin se había hecho con una gran concentración de poder en sus
manos en el seno del Partido Comunista y del Estado soviético, el cual fue fortaleciendo en
detrimento de los propios soviets (ya de por sí debilitados durante el hambre, la bancarrota
económica y las masacres ocasionadas por la Guerra Civil Rusa). Hasta su
muerte, numerosas purgas se vivieron en la URSS, bajo consignas tales como la "lucha
contra el trotskismo", "los sabotajes", o "los agentes del fascismo", en las que se logró
inhabilitar a los principales elementos críticos del PCUS y la sociedad soviética, muchos de
ellos comunistas, testigos directos de la Revolución y opositores en mayor o menor medida
a la deriva burocrática y la concentración de poderes que se estaba generando en seno de
la URSS, encarnada en una casta de funcionarios y burócratas del partido, cuya
divergencia de intereses respecto a la clase trabajadora y el peligro que entrañaban para
la revolución obrera comienzan a manifestarse desde la primera mitad de los años 20, aún
en vida del propio Lenin. Dichas purgas sólo logran fortalecer el poder de la nueva
dirección del PCUS, encabezada ahora por Stalin, y pronto se extenderán a las secciones
nacionales del Komintern, que, a nivel internacional, comienza a ser dirigido desde
el comisariado de asuntos exteriores en Moscú.
Aunque llevaron a cabo pequeñas aportaciones teóricas al marxismo, Stalin y sus
seguidores se caracterizan por haber dado cobertura ideológica a sus métodos y
posicionamientos tácticos y políticos, encaminados al fortalecimiento del control sobre los
medios de producción y administración del Estado por parte de la burocracia y dirección
central del partido, a través de la falsificación o la adaptación de los principios ideológicos
del marxismo y del leninismo a sus propios fines. Esto derivará en un sistema de gobierno
y pensamiento formulado bajo el nombre de marxismo-leninismo (si bien sus críticos
dentro del leninismo rechazan que se lo denomine de esta forma y reclaman para sí esta
denominación) y la teoría del socialismo en un solo país, también llamado estalinismo,
considerado por sus críticos marxistas como un alejamiento o distorsión de los postulados
y principios de la tradición marxista y pensadores como Marx, Engels o Lenin;
particularmente insistentes en esta postura son aquellas corrientes basadas en los
planteamientos de Trotsky y Lenin (trotskismo) y las del denominado comunismo de
izquierda, el marxismo libertario o el comunismo de consejos, también críticos en este
sentido con la denominada corriente del leninismo (y por ende el trotskismo). A raíz de la
muerte de Stalin, esta burocracia termina por acaparar el poder y afianzarse en la
llamada nomenklatura. Ésta comenzará a medio plazo un proceso de progresiva
liberalización de la economía, que culminará con la perestroika.
Al final de la II Guerra Mundial se produjo una expansión, por la vía militar, del poder
político de la URSS, que se consolidó mediante el establecimiento de los
llamados Estados satélites o del Pacto de Varsovia, en los países del Este que quedaron
bajo su zona de influencia tras los acuerdos de Yalta y de Potsdam. Estos Estados
reprodujeron estructuras políticas y sociales y tipos de economía y de gobierno muy
similares a los de la Unión Soviética. Fueron gobernados mediante la formación de
Partidos Comunistas, encuadrados en la Komintern, y adscritos a las fórmulas
del marxismo-leninismo oficial. Algunos de los partidos adscritos a la Internacional
Comunista que llegaron a formarse por sí mismos, lograron a la postre tomar el poder a
través de insurrecciones guerrilleras y, en algunos casos, con bastante apoyo popular, y
establecer un estado que seguía el modelo marxista-leninista oficial. Estas naciones
comprendían a la República Popular China, Vietnam, Corea del
Norte, Yugoslavia, Albania, Etiopía, Yemen del Sur, Angola, y otros. Después de la
invasión militar por parte de Vietnam de Kampuchea Democrática, gobernada por el Jemer
Rojo, un gobierno de estructura similar a aquel será establecido en Camboya.
En Chile, el gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Salvador Allende, que duró
desde 1970 hasta el golpe de estado de 1973, tenía una fuerte inspiración marxista. Si
bien cambió radicalmente las formas de lucha conocidas al concretar un gobierno por la
vía electoral, la revolución a la chilena buscaba la transformación de la sociedad hacia el
socialismo. Al mismo tiempo, la coalición que llevó a Allende al gobierno estaba construida
por la unión del Partido Comunista y el Partido Socialista, ambos declarados marxistas-
leninistas en ese tiempo.
En 1991, la Unión Soviética se disolvió y el nuevo Estado ruso ya no se identificó con el
marxismo. Otras naciones del mundo siguieron el mismo camino. Actualmente el
socialismo científico ha dejado de ser una fuerza política prominente en la política mundial.
China, donde gobierna el Partido Comunista, relajó su concepción económica del
marxismo en 1978 avanzando progresivamente hacia un sistema económico más cercano
al libre comercio. Este proceso continúa hoy en día.
Desde el comienzo de la democracia en España, en 1975, el PSOE se presentó a las
elecciones como un partido marxista, proclamándose primera fuerza de oposición en el
gobierno. Posteriormente, en 1982, con Felipe González a la cabeza, el PSOE abandonó
su postura marxista; ese mismo año el partido ganó las elecciones.

Corrientes surgidas del marxismo clásico[editar]


Durante el siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, el marxismo se divide en varias corrientes,
entre otras:

 Austromarxismo
 Comunismo de izquierda
 Freudomarxismo
 Luxemburguismo
 Maoísmo
 Movimiento autónomo
 Marxismo-leninismo
 Marxismo libertario
 Marxismo occidental
 Posmarxismo
 Trotskismo
 Situacionismo

Críticas al marxismo[editar]
Artículo principal: Críticas al marxismo

El marxismo, tomado como cosmovisión, implica por su propia naturaleza un sistema de


pensamiento y un sistema de organización política dirigido a la realización particular y
socialmente consciente de un orden social mediante la planificación central de la economía
(p.e. un socialismo políticamente establecido) que según este es un necesario paso de la
historia del hombre. El marxismo funciona, según su propia doctrina, a manera de
catalizador e impulsor de la transición para la clase que de otra manera no podría ver
edificado para sí el socialismo y la realización posterior del comunismo. Es por esto que es
difícil de separar a sus más importantes críticos en categorías, siendo que estos se han
confrontado por separado o a la vez con los regímenes marxistas instaurados por
diferentes partidos únicos, usualmente comunistas, con los movimientos que los llevaron al
poder y con la teoría marxista del mundo (i.e., el materialismo dialéctico y el materialismo
histórico), sin que nunca termine de quedar suficientemente claro si estos tres aspectos del
marxismo son verdaderos corolarios. En términos generales se puede, sin embargo,
diferenciar a efectos prácticos las críticas al marxismo por las disciplinas de estudio más
comprometidas en ellas.
Antropológicamente, el marxismo se confrontaría con el darwinismo quien rechazaría que
dicha teoría se analogara con el materialismo histórico11 y con Sigmund Freud quien
llegaría decir que "las obras de Marx, como una fuente de revelación, han tomado el lugar
de la Biblia y el Corán, a pesar de que éstas no están más libres de contradicciones y
oscuridades que aquellos antiguos libros sagrados"12En contraposición a la antropología
del americano Lewis H. Morgan que Marx y Engels hicieran suya en El origen de la
familia y según la cual todas las economías primitivas serían de carácter comunista, la
antropología contemporánea de autores como Bronisław Malinowski y Fustel de
Coulanges entre otros, presenta una visión casi opuesta del origen de la propiedad
privada, que es resumida en la obra del historiador Richard Pipes Propiedad y libertad.
Respecto de la noción marxista de "ideología de clase", el autor liberal-
conservador Kenneth Minogue fue uno de los primeros en invertirla en La teoría pura de la
ideología, volviendo contra las propias doctrinas sistémico-clasistas (que tratan de
"ideológico" a todo pensamiento) la acusación de reificación ideológica por parte de
intereses revolucionarios en una lucha de clases cuya existencia no puede ser puesta en
duda sin apelar a una instancia neutral.
El sociólogo clásico Max Weber continuaría la afirmación de Engels acerca de la evolución
propia, autónoma e interactiva de cada uno de los factores determinantes del progreso
histórico,13 pero insistiría en que no podría haber entonces un determinante económico-
tecnológico de última instancia: si se acepta, con Engels, que la historia es la suma de
todos estos factores entonces necesariamente la influencia recíproca de fuerzas en un
todo debe implicar que, si la religión y la cultura no se adaptan necesariamente a la
producción económica, la economía como producción debe adaptarse a estas.
Implícitamente en su obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo se demostró la
independencia de la superestructura ideológica respecto a la infraestructura tecnológica,
tesis usualmente malentendida como una suerte de reverso del marxismo, como sí sería el
caso del espiritualismo histórico de Werner Sombart. Esta exposición weberiana creó un
cisma dentro de la sociología académica respecto del marxismo más dogmático, y la
apertura a posiciones más complejas como la del historiador Eric Hobsbawm o las
amistosamente separadas del marxismo como las esbozó el sociólogo analítico Charles
Wright Mills.
El economista y sociólogo austríaco Joseph Schumpeter revisó los orígenes del
capitalismo y rechazó la noción marxista de acumulación originaria como una contradicción
autorreferente que requiere capital inicial para la actividad de una supuesta burguesía
violenta originaria. A su vez, el institucionalista Douglass North ha ofrecido en sus estudios
una revisión paralela de la historia del capitalismo que ha sido tenido muy en cuenta entre
los historiadores marxistas.
La deontología marxista respecto de la praxis revolucionaria se enfrentaría a serios
problemas filosóficos que intentarían ser resueltos por pensadores como Sartre desde una
vía existencialista. Éticamente Marx llegó a considerar que "un fin que requiere medios
injustificables no es un fin justificable",14 sin embargo dentro del marxismo como sistema la
moral es en sí misma consecuencialista ya que en este los fines juzgan a los medios,15
luego toda justificación depende de su funcionalidad para un fin determinado (fin que
tampoco es juzgado desde un set de principios morales salvo el interés "históricamente
determinado" de un grupo de pertenencia: en su caso, una clase social). Contra este
historicismo predeterminado (con sus contradicciones éticas para un interés individual
enfrentado al interés del progreso histórico), el epistemólogo y filósofo Karl
Popper realizaría sus más agudas críticas en La sociedad abierta y sus enemigos, obra
que podría considerarse a su vez una de las principales réplicas globales al marxismo, y
que junto con las objeciones de Bertrand Russell sería la más representativa de entre las
críticas epistemológicas al marxismo como un "dogma reforzado" imposible de ser puesto
a prueba mediante falsación, lo que llevaría a muchos marxistas a volcarse a una posición
epistemológica en las ciencias en general cercana a la de Thomas Kuhn por la cual las
contradicciones del marxismo deberían ser probadas dentro de la misma teoría, y no frente
a hechos que serían en sí expresiones de una carga teórica previa.
En lo económico, V. K. Dmitriev en 189816 y Ladislaus von Bortkiewicz en 1906-0717 y
subsecuentes críticos expusieron que la teoría del valor de Marx y su ley de tendencia a la
baja en la tasa de beneficio eran internamente inconsistentes. Como contrapropuesta, los
más importantes economistas marxistas y/o sraffianos, tales como Paul Sweezy, Nobuo
Okishio, Ian Steedman, John Roemer, Gary Mongiovi y David Laibman, propusieron sus
propias versiones correctas de lo que debería ser la economía marxista abandonando
como inadecuado el intento de Marx en El capital para el mismo fin, confrontándose así
con los marxistas que defienden a aquel y que en respuesta se apoyan en una segunda
teoría desarrollada a fines del siglo XX para interpretar, según ellos en forma más
adecuada, las últimas obras de Marx.18
En el ambiente académico las críticas a la teoría económica de Marx derivaron
principalmente de su incompatibilidad (nunca resuelta por ninguna de las partes) con los
descubrimientos microeconómicos del marginalismo. El conflicto con la visión marxista de
la producción tomó forma en la obra de dos de los más importantes sistematizadores del
marginalismo, representantes de las variantes austríaca y británica: primero Eugen von
Bohm-Bawerk, que dirigiría las más conocidas críticas a la teoría del valor-trabajo y con
ésta la explotación por adquisición de plusvalía, tanto dentro de la teoría marxista19 como
desde el subjetivismo austríaco (por el cual incluso los costos dependen de la demanda); y
luego Alfred Marshall que insistiría en la utilidad del capital y la gestión en la creación del
valor,20 así como la consideración de la demanda como autónoma de la oferta aunque ésta
se reconozca determinada por los costos.
Desde la macroeconomía, John Maynard Keynes llegaría a decir que El capital era "un
manual obsoleto" al cual no sólo encontraba "científicamente equivocado sino además sin
interés o aplicación para el mundo moderno", consideración que Joan Robinson criticaría
como consecuencia de una pobre lectura de Marx, así como de Say. Una aproximación
macroeconómica compatible con el marxismo fue esbozada por el economista
polaco Michał Kalecki.
Respecto a la aplicación práctica del método marxista y a sus resultados políticos, las
críticas usuales han sido menos a la doctrina marxista y más a los aspectos empíricos
contra el movimiento Comunista y sus regímenes. Estas críticas se sostienen en términos
humanistas y objetan el sacrificio en vidas humanas en persecuciones sociales y políticas,
y además sólo se han dirigido al fenómeno totalitario como una situación circunstancial
impuesta deliberadamente por los dirigentes marxistas, o sea, como un fenómeno aislado
o al menos aislable de la teoría. Sin embargo algunas de estas críticas han tenido una
dimensión teórica (especialmente por parte de liberales clásicos
como Mises, Hayek, Isaiah Berlin y Raymond Aron, y anarquistas
como Proudhon, Bakunin, Piotr Kropotkin y Noam Chomsky)21 según las cuales el fracaso
político del totalitarismo, la interdependencia entre la falta de propiedad personal y libertad
personal, el colapso de la planificación centralizada de la economía y la doctrina marxista-
leninista serían elementos inseparables y codependientes, por lo cual, o la teoría marxiana
del progreso histórico debe de estar equivocada y la dictadura científica pasaría a ser una
profecía autocumplida con resultados perjudiciales para la clase obrera, o bien la noción
de un "necesario progreso histórico" puede ser mayormente verdadera pero sin embargo
el marxismo la habría malinterpretado a su favor: esta última opción sería planteada por el
heredero de la crítica hegeliana al marxismo de Alexandre Kojève,
el neoconservador Francis Fukuyama.
Finalmente, diversos autores de orientación centrista y socialdemócrata han hecho
profundas reflexiones críticas de las bases filosóficas del marxismo, a saber Jürgen
Habermas,22 Hannah Arendt,23 Anthony Giddens, y particularmente –por recordar las
implicancias de que las relaciones sociales de producción no pueden determinar la
superestructura jurídico-política ya que la presuponen– el jurista y pensador político Hans
Kelsen quien, en su libro La teoría comunista del derecho y el Estado, realizaría la que tal
vez pueda considerarse la objeción más incisiva a casi todos los aspectos relevantes de la
doctrina marxista, tanto en sus facetas políticas, su teoría jurídica e institucional, social y
económica.24

Algunas de las obras de Karl Marx[editar]

 Crítica de la filosofía del derecho de Hegel  (1843)


 Manuscritos (1844)
 La ideología alemana (1845, con Engels)
 El manifiesto comunista (1848, con Engels)
 El capital (1867)
 La guerra civil en Francia (1871).
 Salario, Precio y Ganancia (1898).

Véase también[editar]

  Portal:Socialismo. Contenido relacionado con Socialismo.


  Portal:Marxismo. Contenido relacionado con Marxismo.
 Comunismo
 Filosofía marxista soviética
 Izquierda judía
 Marxología
 Economía marxista
 Carta sobre el socialismo
Referencias[editar]

1. ↑ Álvarez Chillida, Gonzalo (2002). El antisemitismo en España: la imagen del


judío, 1812-2002. Madrid: Marcial Pons, ediciones de Historia, S.A. p. 173. ISBN 8495379449.
2. ↑ El manifiesto comunista
3. ↑ El Manifiesto Comunista
4. ↑ Saltar a:a b c d Marx, Karl (1859). Prólogo a la Contribución a la Crítica de la
Economía Política. Consultado el 21 de octubre de 2018.
5. ↑ Crítica de la filosofía del derecho de Hegel, 1843
6. ↑ Hitchens, Christopher (2016). Los derechos del hombre de Thomas Paine.
Barcelona: Ed. Debate. p. 166. ISBN 978-8483067918.
7. ↑ Sobre la cuestión judía, 1844
8. ↑ https://web.archive.org/web/20110302112045/http://p2tpe.e-
monsite.com/rubrique,l-alienation-des-travailleurs,139551.html
9. ↑ Manifiesto del partido comunista, K. Marx et F. Engels, 1848
10. ↑ Engels dice que esta fórmula se limita a "la historia escrita". Y agrega: "En 1847,
la historia de la organización social que precedió a toda la historia escrita, la prehistoria, era
casi desconocido”. (Nota de Engels en el Manifiesto Comunista 1888).
11. ↑ «"Darwin, Marx y las dedicatorias de El capital». Archivado desde el original el 29
de julio de 2014. Consultado el 16 de enero de 2012.
12. ↑ "Lecture XXXV: A Philosophy of Life", Sigmund Freud, New Introductory Lectures
on Psycho-analysis, Hogarth Press, 1933, last lecture.
13. ↑ "Weber y Marx", Gianfranco Poggi, Weber, Alianza Editorial, 2006, cap. 3, § 5,
pp. 64-67
14. ↑ "Censorship", Karl Marx, On Freedom of the Press, May 15th 1842, Rheinische
Zeitung No. 135
15. ↑ "Dialectic Interdependence of End and Means", Leon Trotsky, Their Morals and
Ours, June 1938, The New International, Vol.IV No.6, pp.163-173
16. ↑ V. K. Dmitriev, 1974 (1898), Economic Essays on Value, Competition and Utility.
Cambridge: Cambridge Univ. Press
17. ↑ "Value and Price in the Marxian System", Ladislaus von Bortkiewicz, 1952 (1906–
1907), International Economic Papers 2, 5–60; Ladislaus von Bortkiewicz, 1984 (1907),
Philadelphia: Orion Editions.
18. ↑ "A Temporal Single-system Interpretation of Marx's Value Theory", Andrew
Kliman y Ted McGlone
19. ↑ Eugen von Böhm-Bawerk, Karl Marx and the Close of His System, T.F. Unwin,
1898
20. ↑ Todd Bucholz, New Ideas from Dead Economists, New York: A Plume Book,
1998, pp. 166-167.
21. ↑ "Anarquismo, marxismo y esperanzas para el futuro", Noam Chomsky
22. ↑ "La crítica de Habermas a Marx" Archivado el 20 de junio de 2015 en la Wayback
Machine. Cristian Guillen,
23. ↑ "Hannah Arendt (1906—1975)", Majid Yar, Internet Encyclopedia of Philosophy,
Lancaster University, United Kingdom
24. ↑ "Sobre la crítica de Kelsen al marxismo" Archivado el 14 de febrero de 2012 en
la Wayback Machine., Juan Ruiz Manero, Doxa: Cuadernos de filosofía del derecho, ISSN
0214-8676, Nº 3, 1986, art. 14
Leninismo
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Vladimir Ilich Ulianov.


Se conoce como leninismo al conjunto de teorías políticas, económicas y filosóficas
desarrolladas por el líder bolchevique Vladímir Ilich Lenin dentro del marxismo.1

Índice

 1Ideas principales

 2Corrientes leninistas

 3Véase también

 4Referencias

o 4.1Bibliografía

o 4.2Enlaces externos

Ideas principales[editar]
El leninismo es un conjunto de doctrinas políticas y reflexiones que se inscriben dentro de
la tradición del marxismo. El marxismo es un análisis socioeconómico crítico
del capitalismo del siglo XIX que trataba de promover una estrategia favorable para la
clase obrera en el conflicto frente a la clase burguesa. La propuesta marxista pasaba por
superar la dinámica propia del capital y sustituir el capitalismo por un nuevo sistema
socioeconómico denominado socialismo. El leninismo reanaliza algunos aspectos que
habían cambiado en el capitalismo desde la época de Karl Marx y propone a la clase
obrera una estrategia algo más concreta para instaurar el socialismo. Para ello el leninismo
propugna una "asociación" de los trabajadores más conscientes sobre la situación
del proletariado, que sería un Partido Comunista, el cual organizaría la lucha de manera
coherente y con el objetivo final en mente, ya que Lenin pensaba que los trabajadores
menos conscientes podrían perseguir equivocadamente objetivos reformistas a corto
plazo, en lugar de objetivos genuinamente revolucionarios.
Uno de los aportes más importantes de Lenin fue la cuestión de la organización comunista.
Argumentaba que la lucha económica del proletariado sólo lo llevaría a adquirir una
ideología sindicalista-reformista y que la conciencia marxista-revolucionaria debía ser
introducida desde fuera. Además, planteaba que la clase obrera, para llevar a cabo su
actividad revolucionaria, debería contar con un destacamento de vanguardia que dirigiera
su lucha, el Partido Comunista.
Según Lenin, los objetivos del partido sólo podrían ser alcanzados a través de una forma
de organización disciplinada conocida como centralismo democrático. El Leninismo
mantiene que el imperialismo es el estado más alto del capitalismo, y que el capitalismo
sólo puede ser vencido a través de los medios revolucionarios (según él, cualquier intento
de reformar el capitalismo está destinado al fracaso). Lenin creía en la destrucción
del Estado capitalista a través de la revolución proletaria, y en reemplazar a ese Estado
por la dictadura del proletariado (un sistema de democracia de los trabajadores, en el que
los trabajadores tendrían el poder político a través de consejos llamados soviets).
La teoría de Lenin sobre el imperialismo tenía como objetivo mejorar la obra de Karl
Marx explicando un fenómeno que Marx no había predicho: el Capitalismo que se
convierte en un sistema global (Marx había descrito un sistema nacional). En el centro de
esta teoría del imperialismo está la idea de que las naciones capitalistas avanzadas están
intentando evitar la revolución forzando a que su sobreproducción entre en los mercados
coloniales y explotando los recursos de estas colonias. Esto permitía a las naciones
capitalistas industrialmente avanzadas el mantener contentos a sus trabajadores, en parte
también a través de la creación de una aristocracia obrera. Como resultado el capitalismo
sería dirigido por ese sector privilegiado o aristocracia obrera, representada por los
partidos socialdemócratas, hasta el punto de que la revolución no ocurriría en las naciones
más avanzadas (como Marx había previsto)[cita  requerida] sino en el Estado imperialista más
débil: Rusia.
Si la revolución solo puede llevarse a cabo en un país subdesarrollado esto conlleva un
problema serio: ese país no será capaz de desarrollar un sistema socialista (en la teoría
marxista el socialismo es el estado que sucede al capitalismo, antes de llegar
al comunismo), porque el capitalismo no ha seguido su curso completo todavía en ese
país, y porque los poderes extranjeros intentarán acabar con la revolución a cualquier
costo. Para solucionar este problema Lenin propone dos posibles soluciones:

1. La revolución en un país subdesarrollado desata una revolución en un país


capitalista desarrollado (por ejemplo, Lenin esperaba que la Revolución Rusa
provocaría una revolución en Alemania). El país desarrollado establece el
Socialismo y ayuda al subdesarrollado a hacer lo mismo.
2. La revolución tiene espacio en numerosos países subdesarrollados al mismo
tiempo o en una sucesión rápida; los países subdesarrollados se juntan en un
estado federal capaz de intimidar a las potencias capitalistas y establecer el
Socialismo. Esta era la idea original durante la fundación de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
El socialismo no puede sobrevivir sólo en un país pobre y subdesarrollado. Por eso, el
Leninismo aboga por la revolución mundial en una forma u otra.

Corrientes leninistas[editar]
El término leninismo —o, a menudo, marxismo-leninismo— ha sido empleado por
ideologías distintas para autodefinirse, cada una de las cuales reconoce sus raíces
históricas en el Leninismo: trotskismo, estalinismo y maoísmo.
Las teorías de Lenin han sido una fuente de controversia desde su implementación,
teniendo críticos tanto en la izquierda política (socialdemócratas, socialistas
democráticos, anarquista, e incluso otros marxistas: véase luxemburguismo o consejismo)
como en la derecha (liberales o conservadores).

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