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• ORACIÓN DE OFRECIMIENTO

• LECTURA DE LA PALABRA: SALMO 32 Y SALMO 51


• ORACIÓN CONFESIÓN
• SEGURIDAD DEL PERDÓN: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la
muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no
sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por
quien hemos recibido ahora la reconciliación.” (Romanos 5.10–11)
• CANTOS
HIMNO #93 «MI CULPA EL QUITÓ»
1 2

Cansado y triste a Cristo yo acudí, No temo ya de mal condenación,


Mi culpa él quitó, mi culpa él quitó; Mi culpa él quitó, mi culpa él quitó;
Mi corazón al fin se vio feliz, Mi fuerza es él en toda tentación,
Mi culpa él quitó. Mi culpa él quitó.

Coro 3

Mi culpa él quito, mi culpa él quitó El peso de mis faltas grave fue,


Y siempre mi alma guardará. Mi culpa él quitó, mi culpa él quitó;
“Soy feliz” yo canto por doquier, Y libre ya camino por doquier,
“mi culpa él quito”. Mi culpa el quitó

HIMNO #161 «HUBO QUIEN POR MIS CULPAS»


1 2

Hubo quién por mis culpas muriera en El es tierno y amante cual nadie lo fue,
la cruz, Pues convierte al infiel corazón;
Aunque indigno y vil como soy: Y por esa paciencia y ternura yo sé,
Soy feliz pues su sangre vertió mi Jesús, Que soy libre de condenación.
Y con ella mis culpas borró.
3
Coro
Es mi anhelo constante a Cristo seguir,
Mis pecados llevó, en la cruz do murió Mi camino su ejemplo marcó;
El sublime, el tierno Jesús; Y por darme la vida él quiso morir,
Los desprecios sufrió, y mi alma salvó En su cruz mi pecado clavó.
El cambió mis tinieblas en luz.

1
ARREPENTIMIENTO VERDADERO

• REFLEXIÓN

Llegamos al final de esta primera serie de devocionales. Hoy trataremos sobre los be-
neficios del arrepentimiento.
En la parte final de nuestro texto encontramos cómo el Señor bendice y favorece a los
que le buscan en humilde arrepentimiento: perdón de pecados y restauración («y perdo-
naré sus pecados, y sanaré su tierra»).
¿Qué puede traer más pesar y lamento al hijo de Dios que haber pecado contra su amo-
roso Padre? ¿No es acaso una carga terrible y lastimosa el estar alejados de nuestro Rey a
causa de nuestra desobediencia y maldad? ¿Acaso no ha experimentado las noches de
insomnio y los días de tormenta a causa del pecado que esconde? ¿Cuál podría ser el ma-
yor bien que podría recibir un alma angustiada por su pecado? ¡Perdón; perdón de Dios!
Bien lo dice el salmista «Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y
cubierto su pecado» (Salmo 32.1), pero para dejar en claro cuál es ese perdón que importa
continua diciendo «Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad” (Salmo
32.2). Es el perdón del SEÑOR el que hace al hombre feliz, realmente dichoso.
Muchas personas se lamentan por años diciendo que no pueden perdonarse a sí mismos
por algún error o pecado de su pasado, lo cual los deja en un estado de terrible desdicha.
Estos piensan que su desdicha es no poder perdonarse a sí mismos, pero, en realidad, el
perdón que necesitan es el de Dios. El hombre bienaventurado no es el que se perdona a
sí mismo, sino el que es perdonado por Dios, el Rey y Juez del universo.
Pero entendamos esto, ninguno será perdonado sin arrepentimiento. Ninguno que
amando su pecado y aferrándose a él venga a Dios por perdón lo encontrará. El SEÑOR
rechaza dar perdón a aquellos que no se acercan a él en arrepentimiento.
Pero, también es importante decir claramente que ninguno que se acerque a Dios en
arrepentimiento será rechazado. Todo aquel que se presente a Dios en contrición y humil-
dad será recibido pues «…al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» 1
¡Que precioso beneficio! Lo que el alma del atribulado tanto necesita, Dios lo promete.
No exige un pago, ni una remuneración, todo lo que pide es arrepentimiento y recibiremos
perdón. Arrepentimiento y fe son las demandas del Evangelio (Marcos 1:15; Hechos 2:38;
3:19; 17:30), pero perdón y vida eterna son su promesa para el que así hiciere (Hechos 2:38;
3:19). “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad.” (1 Juan 1.9, RVR60)
El segundo beneficio es igual de hermoso que el primero. Además de perdón, del Señor
recibimos restauración. Aquel que se aflige por su pecado quiere apartarse de él, pero
¿podemos por nosotros mismos, en nuestras propias fuerzas abandonar el pecado que nos

1
Reina Valera Revisada (1960). (1998). (Sal 51.17). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

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ARREPENTIMIENTO VERDADERO
asedia? En ninguna manera. Jeremías lo expresa cuando dice «¿Mudará el etíope su piel, y
el leopardo sus manchas? Así también, ¿podréis vosotros hacer bien, estando habituados
a hacer mal?»2 No, el Etíope no puede mudar su piel, ni tampoco el leopardo puede des-
hacerse de sus manchas. Así pues, tampoco podemos abandonar nuestros pecados y ha-
cer el bien estando, por naturaleza, tan acostumbrados a hacer el mal. Necesitamos que
alguien nos libre no solo de la culpa de nuestro pecado, sino también de nuestra corrup-
ción. Necesitamos que alguien nos transforme, nos cambie, nos renueve, nos restaure, nos
limpie y ayude a hacer el bien.
Ese es nuestro Dios, ¡Él promete restaurarnos! Él nos llama a cuentas y promete que si
prestamos oído a su reprensión el convertirá nuestra mancha y corrupción en blancura y
pureza: «Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como
la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a
ser como blanca lana». 3
Las palabras del Señor a Jeremías también son para nosotros «Por tanto, así dijo Jehová:
Si te convirtieres, yo te restauraré, y delante de mí estarás; y si entresacares lo precioso de lo
vil, serás como mi boca. Conviértanse ellos a ti, y tú no te conviertas a ellos». (Jeremías 15.19,
RVR60)
Deberíamos orar como David cuando clamaba pidiendo perdón por su pecado con
Betsabé:

Solo Dios puede darnos perdón y restauración, esto cuando venimos a él en arrepenti-
miento. Venid a Cristo y hallaréis descanso para vuestras almas. En Cristo, todo pecador
que se acerca arrepentido a Dios hallará el perdón de sus pecados y será hecho una nueva
criatura.

2
Reina Valera Revisada (1960). (1998). (Jr 13.23). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.
3
Reina Valera Revisada (1960). (1998). (Is 1.18). Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas.

3
ARREPENTIMIENTO VERDADERO

Oh, mi Dios, vengo a ti reconociendo mi pecado; mis maldades están delante de ti. Yo
no puedo librarme de esta carga, no puedo deshacerme de ella, Mientras más trato de
ocultarla, más pesada se hace sobre mí y más me atormenta. Por eso vengo a Ti, el Único
que puede perdonar mis pecados y librarme de toda maldad (1 Juan 1:9). Oh, Dios, te su-
plico que quietes mi culpa y me hagas limpio. Me aferro solamente a tu misericordia y tu
gracia que es ofrecida a mi vida por la fe en Jesús. Concédeme la dicha y bienaventuranza
de ser perdonado de todas mis transgresiones y de ser declarado justo por ti y delante de
ti, por la obra de Jesús en mi favor. Oh, Señor, tu perdón me basta, por eso te ruego: per-
dona mis rebeliones y lávame de mi maldad. Te lo ruego en el nombre del Cordero que
fue inmolado para darme perdón y pureza, Cristo Jesús. Amén
• CANTO

GRACIAS
1 CORO
Me has tomado en tus brazos y me has [Para darte las] Gracias, gracias, Señor.
dado salvación Gracias, mi Señor Jesús
De tu amor has derramado en mi corazón 2
No sabe agradecerte lo que has hecho En la cruz diste tu vida, entregaste todo
por mí allí
Solo puedo darte ahora mi canción Vida eterna regalaste al morir
Por tu sangre tengo entrada, ante el
trono celestial
Puedo entras confiadamente ante ti

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