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5. BIBLIOGRAFÍA 48
1
¡Ojo! No es la misma tesis en la Lógica de la Fe (§37).
4
Se llenaron todos de Espíritu Santo. […el discurso de Pedro citando a la profecía de Jl 3,1:
Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas…] 37Al
oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: “¿Qué hemos
de hacer, hermanos?” 38Pedro les contestó: “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga
bautizar en (epi) el nombre de Jesucristo, para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo; 39pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos
los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.” 40Con otras muchas palabras
les conjuraba y les exhortaba: “Poneos a salva de esta generación perversa.” 41Así pues, los
que acogieron su palabra fueron bautizados. Y aquel día se les unieron unas tres mil personas.
42
Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción
del pan y en las oraciones. […] tenían todo en común (Hch 2,4.37-42.44).
Los que se habían dispersado fueron por todas partes anunciando la Buena Nueva de la
palabra. Felipe bajó a una ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. 6La gente escuchaba con
atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque ellos oían y veían los signos que
realizaba; 7pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y
muchos paralíticos y cojos quedaron curados. 8Hubo una gran alegría en aquella ciudad. 9Sin
embargo, ya de tiempo atrás había en la ciudad un hombre llamado Simón que practicaba la
magia y tenía atónito al pueblo de Samaria y decía que él era alguien importante. 10Y todos,
desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: “Éste es la Potencia de Dios
llamada la Grande.” 11Le prestaban atención porque les había tenido atónitos por mucho
tiempo con sus artes de magia. 12Pero cuando creyeron a Felipe que anunciaba la Buena
Nueva del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, empezaron a bautizarse hombres y
mujeres. 13Hasta el mismo Simón creyó y, una vez bautizado, no se apartaba de Felipe; y
estaba atónito al ver los signos y grandes milagros que se realizaban. Al enterarse los apóstoles
que estaban en Jerusalén de que Samaría había aceptado la palabra de Dios, les enviaron a
Pedro y a Juan. Éstos bajaron y oraron por ellos para que recibieron el Espíritu Santo; pues
todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en
(eis) el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
18
Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu,
les ofreció dinero diciendo: 19“Dadme a mí también ese poder: que reciba el Espíritu Santo
aquel a quien yo imponga las manos.” 20Pedro le contestó: “Que tu dinero sea para ti tu
perdición; pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero. 21En este asunto no
tienes tú parte ni herencia, pues tu corazón no es recto delante de Dios” (Hch 8,4-21).
Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: “Saúl, hermano, me ha enviado a
ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la
vista y te llenes del Espíritu Santo.” Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y
recobró la vista; se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas (Hch 9,17-
18).
Estaba Pedro diciendo estas cosas cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos los que
escuchaban la palabra. Y los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron atónitos
al ver que el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, pues les
oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro dijo: “¿Acaso puede alguno negar el
agua del bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?” Y mandó que
fueron bautizados en (en) el nombre de Jesucristo (Hch 10,44-47; cf. 11,15-16).
Ocurrió que mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Éfeso
y encontró algunos discípulos; les preguntó: “¿Recibisteis Espíritu Santo cuando abrazasteis la
fe?” Ellos contestaron: “Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que haya Espíritu
Santo.” Él replicó: “¿Pues qué bautismo habéis recibido?” “El bautismo de Juan”,
respondieron. Pablo añadió: “Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo
que creyesen en él que había de venir después de él, o sea en Jesús.” Cuando oyeron esto, se
bautizaron en (eis) el nombre del Señor Jesús. Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos,
vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar. Eran en total
unos doce hombres (Hch 19,1-5).
CONCLUSIONES (Hch 2,38; 8,17; 9,17; 10,47; 16,15.33; 18,8; 19,5; 22,16)
1. contexto narrativo, en el cual el bautismo se da por hecho y con frecuencia como una
práctica común para incorporarse a Cristo + a su Iglesia
2. No es auto-administrado: Hch 2,38
3. ritual iniciático vinculado a la fe pero no se dice que es sacramento: kerygma -> fe ->
bautismo
4. bautismos individuales y de casas: distintos modos de acercarse a la fe e incorporarse
a la Iglesia
5. “en el nombre del Señor Jesús” (2,38; 8,16; 10,48; 19,5) = fórmula más antigua:
sumergirse en él (distinto del bautismo de Juan (19,3); después: trinitaria (Mt 28,19))
6. Espíritu Santo: don (2,4; 10,47); bautismo (2,38); imposición (8,17; 9,17; 19,6)
7. Dos campos simbólicos: agua (perdón de pecados) + Espíritu (divinización, don,
palabra)
8. doble signo: bautismo: conversión, metanoia (pasado), reservado a diakonoi (Felipe:
Hch 8,16) + imposición: para la misión (futuro), ‘reservado’ a los apóstoles: Hch 8,17
(= prueba escriturística para afirmar el obispo como ministro ordinario de la
confirmación: Inocencio I, Inocencio III, Florencia)
13 25
Pues todos nosotros, judíos y griegos, Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo
esclavos y libres, fuimos bautizados en (eis) amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
26
un solo Espíritu para que formásemos un para santificarla, purificándola mediante el
solo cuerpo, y a todos se nos dio a beber un baño del agua, en virtud de la palabra, 27y
solo Espíritu (1Co 12,13). presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que
1 tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que
Nuestros padres estuvieron todos bajo la
sea santa e inmaculada (Ef 5,25-27).
nube; todos atravesaron el mar; 2 y todos, en
la nube y en el mar, fueron bautizados en Habéis sido lavados, habéis sido santificados,
(eis) Moisés (1Co 10,1-2). habéis sido justificados en el nombre del Señor
21 Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios (1Co
Es Dios el que nos conforta juntamente
6,11).
con vosotros en Cristo y el que nos ungió, 22
11
y el que nos marcó con su sello (sphragis) y Revestíos de las armas de Dios para poder
nos dio en arras el Espíritu en nuestros resistir a las acechanzas del diablo. […] 14Poneos
corazones (2Co 1,21-22). en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad y
4 revestidos de la justicia como coraza […] para dar
Cuando se manifestó la bondad de Dios
a conocer con valentía el misterio del Evangelio (Ef
nuestro Salvador y su amor a los hombres, 5
6,11-19).
Él nos salvó, no por obras de justicia que
23
hubiésemos hecho nosotros, sino según su Antes de que llegara la fe estábamos encerrados
misericordia, por medio del baño de bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que
regeneración y de renovación del Espíritu debía manifestarse. 24De manera que la ley fue
Santo, 6 que derramó sobre nosotros con nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser
largueza por medio de Jesucristo nuestro justificados por la fe. 25Mas, una vez llegada la fe,
Salvador, 7 para que, justificados por su ya no estamos bajo el pedagogo. 26Pues todos sois
gracia, fuésemos constituidos herederos en hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 27Los que os
esperanza de vida eterna (Tt 3,4-7). habéis bautizado en (eis) Cristo os habéis
revestido de Cristo: 28ya no hay judío ni griego; ni
esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3,23-28).
2. PNEUMATOLÓGICO
• Espíritu = primer don del bautismo = sphragis (sello; 2Co 1,21; Ef 1,13; 4,30): somos
marcados del Espíritu que nos capacita a decir “Padre” (Rm 8,15): filiación adoptiva.
Ser dóciles al Espíritu: dejarle hacer.
3. ECLESIOLÓGICO
• Somos constituidos en el Cuerpo de Cristo por el Espíritu que nos reúne y nos
reconcilia (Ef 4,4). Como el judío pertenece al pueblo por la circuncisión, también
nosotros pertenecemos al pueblo de Dios por la circuncisión del bautismo (Col 2,11-
13; Ef 2,11-22).
• Un nuevo Pueblo nace del Mar Rojo (1Co 10,2)
• Esponsal: por las aguas del bautismo, Cristo purifica a su esposa (Ef 5,27).
4. ESCATOLÓGICO
• La victoria sobre la muerte, que “ha perdido su aguijón” (1Co 15,55). Se asperja al
difunto con agua, para recordar esta victoria escatológica del bautismo (cf. Dura-
Europos: David-Goliat).
• Somos liberados y purificados del pecado.
• El Espíritu aporta las arras, la herencia escatológica (2Co 1,22).
• tiene su correlato ético: DON y TAREA (Rm 6,11: cf. Hch 2,38).
Quienes están vestidos de blancas vestiduras, son los que vienen de la gran tribulación. Han lavado
sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Y el que está sentado en el trono los
acogerá en su tienda; ya no tendrán hambre ni sed. Porque el Cordero que está en medio de ellos
será su Pastor y los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida. (Ap 7,13-17; cf. Sal 23)
18
Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. 19En el espíritu fue también a predicar a los
espíritus encarcelados, 20en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los
días en que Noé construía el arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a
través del agua; 21a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la
suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de
Jesucristo, 22que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios, y le están sometidos los ángeles, las
dominaciones y las potestades. (1Pe 3,18-22; probablemente catequesis primitiva, tipos AT-NT)
Mc 1,1-12 Lc 3,1-4,18 se creía hijo de José, hijo de Elí, 24hijo de Juan, para ser bautizado por él. 14Pero
1 1
Comienzo del Evangelio de Jesucristo, En el año quince del imperio de Tiberio Matat, hijo de Leví, hijo de Melkí, hijo de Juan trataba de impedírselo diciendo:
Hijo de Dios. 2Conforme está escrito en César, […] fue dirigida la palabra de Dios a Janái, hijo de Amós, hijo de Naúm, hijo de “Soy yo el que necesita ser bautizado por
Isaías el profeta: Mira, envío mi Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3Y se Eslí, hijo de Nangái, […] 38hijo de Adán, ti, ¿y tú vienes a mí?” 15Jesús le respondió:
mensajero delante de ti, el que ha de fue por toda la región del Jordán hijo de Dios. 1Jesús, lleno de Espíritu “Déjame ahora, pues conviene que así
preparar tu camino. (Ml 3,1) 3Voz del que proclamando un bautismo de conversión Santo, regresó del Jordan y era conducido cumplamos toda justicia (dikaiosunèn).”
clama en el desierto: Preparad el camino para perdón de los pecados, 4como está en el Espíritu en el desierto, 2durante Entonces le dejó. 16Bautizado Jesús,
del Señor, enderezad sus sendas (Is 40,3), escrito en el libro de los oráculos del cuarenta días, tentado por el diablo inmediatamente subió (euthus anebè) del
4
apareció Juan bautizando en el desierto, profeta Isaías: Voz del que clama en el (diabolou). […] Si tu eres el Hijo de Dios… agua; y en esto se abrieron
proclamando un bautismo de conversión desierto: Preparad el camino del Señor, […] 14Jesús volvió (hupestrephen) a (èneóikhthèsan) los cielos y vio (eiden) al
para perdón de pecados. 5Y salía a él toda enderezad sus sendas […] 16b“Yo os Galilea en la fuerza del Espíritu (en tèi Espíritu de Dios que bajaba en forma de
la región de Judea y todos los de bautizo con agua; pero viene el que es dunamei tou pneumatos) y su fama se paloma y venía sobre él. 17Y una voz de los
Jerusalén, y eran bautizados por él en el más fuerte que yo, y no soy digno de extendió por toda la región. […] 18Espíritu cielos decía: “Este es mi Hijo amado, en
río Jordán, confesando sus pecados. 6Y desatarle la correa de sus sandalias. El os del Señor sobre mí, porque me ha ungido quien me complazco.” 1Entonces Jesús
Juan llevaba un vestido de piel de bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17En para evangelizar (euaggelisasthai) a los fue llevado (anèkhthè) al desierto por el
camello; y se alimentaba de langostas y su mano tiene el bieldo para limpiar su pobres… (Is 61,1-2) Espíritu (hypo tou pneumatos) para ser
miel silvestre. 7Y proclamaba: “Detrás de era y recoger el trigo en su granero; pero tentado por el diablo (diabolou).
mí viene el que es más fuerte que yo; y no Mt 3,1-4,1
la paja la quemará con fuego 1
Por aquellos días aparece (paraginetai) Jn 1,29-34
soy digno de desatarle, inclinándome, la inextinguible.” 18Exhortando también con 29
Juan el Bautista, proclamando en el Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él
correa de sus sandalias. 8Yo os he otras muchas cosas, evangelizaba al
desierto de Judea: 2“Convertíos porque y dice: “He ahí el Cordero de Dios, que
bautizado con agua, pero él os bautizará pueblo. 19Pero Herodes, el tetrarca,
ha llegado el Reino de los Cielos.” 3Este es quita el pecado del mundo. 30Este es por
con Espíritu Santo.” 9Y sucedió que por reprendido por él por el asunto de
aquél de quien habla el profeta Isaías quien yo dije: Detrás de mí viene un
aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Herodías, la mujer de su hermano, y por
cuando dice: Voz del que clama en el hombre, que se ha puesto delante de mí,
Galilea, y fue bautizado por Juan en el todas las malas acciones que había hecho,
desierto: Preparad el camino del Señor, porque existía antes que yo. 31Y yo no le
Jordán. 10En cuanto salió del agua vio que 20
añadió a todas ellas la de encerrar a
enderezad sus sendas. […] 11“Yo os conocía, pero he venido a bautizar en
los cielos se rasgaban (skhizomenous) y Juan en la cárcel. 21Sucedió que cuando
bautizo en agua para conversión; pero agua para que él sea manifestado a
que el Espíritu, como paloma, bajaba a él. todo el pueblo estaba bautizándose,
11 aquel que viene detrás de mí es más Israel.” 32Y Juan dio testimonio diciendo:
Y una voz de los cielos: “Tú eres mi Hijo, bautizado también Jesús y puesto en
fuerte que yo, y no soy digno de llevarle “He visto al Espíritu que bajaba como una
el Amado, en ti me complazco.” (Is 42,1) oración (proseukhomenou), se abrió
12 las sandalias. El os bautizará en Espíritu paloma del cielo y se quedaba sobre él.
A continuación, el Espíritu le empuja (aneóikhthènai) el cielo, 22y bajó sobre él 33
Santo y fuego. 12En su mano tiene el Y yo no le conocía pero el que me envió
(ekballei) al desierto, 13y permaneció en el el Espíritu Santo en forma corporal, como
bieldo y va a limpiar su era: recogerá su a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre
desierto cuarenta días, siendo tentado una paloma; y surgió una voz del cielo:
trigo en el granero, pero la paja la quien veas que baja el Espíritu y se queda
por Satanás. Estaba entre los animales del “Tú eres mi hijo; yo hoy te he
quemará con fuego inextinguible.” sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu
campo y los ángeles le servían. engendrado.” (Sal 2,7) 23Tenía Jesús, al 13
Entonces aparece (paraginetai) Jesús, Santo." 34Y yo le he visto y doy testimonio
comenzar, unos treinta años, y era según de que éste es el Elegido de Dios.”
que viene de Galilea al Jordán donde
- Piscina de Bethesda (Jn 5,1-18) [Tertuliano, Dídimo, Ambrosio, Sacr II,3-7; Myst 22-24 + uno
de los motivos más frecuentes en los baptisterios!! + en liturgia etíope y egipcia de la
consagración del agua bautismal + se leía durante la Octava de Pascua!!!]
o Lugar de curaciones milagrosas
§ para un solo individuo
§ periódicamente
§ por intervención de un ángel que bajaba (se lavaba) en el agua
o Con Jesús quedan abolidas estas condiciones: la salvación opera
§ para todos;
§ en todo momento;
§ sin intermediarios
o Hay algo más (semeion de una realidad invisible): no simplemente una curación del
cuerpo sino el perdón de los pecados. El sábado queda abolido porque Cristo es el
Señor del sábado.
o Jesús lo hace simplemente con la palabra: “Levántate, toma tu camilla y anda.” (Jn 5,8)
[Quizá por esta centralidad (efecto de la misma) está pintada esta escena en Dura, y
no la piscina misma, que figura en la piscina bautismal]
o El bautismo cristiano en piscinas de aguas vivas (la agitación por el ángel)
2
Cf. DANIÉLOU, “Cap. XIII, Las figuras neotestamentarias”, op. cit., 298s.
Un ángel intervenía agitando la Piscina de Bethesda. Quienes se sentían aquejados por algún
mal estaban a la espera, porque el primero en descender se veía, después del baño, libre de
su dolencia. Esta forma de curación corporal preanunciaba la curación espiritual, según la ley
en virtud de la cual las cosas materiales preceden siempre a las espirituales. 6Porque la gracia
de Dios va progresando en la humanidad, el ángel y las aguas han recibido un poder mayor
(plus aquis et angelo accessit). Entonces sólo remediaban los males del cuerpo, ahora
remedian los del alma; entonces sólo operaban una salud temporal, ahora restauran la vida
eterna; entonces sólo libraban a una persona cada año, ahora cada día salvan a multitudes,
destruyendo la muerte por el perdón de los pecados. (Tertuliano, De bapt. V,5-6)3
- En ambos casos, se trata de una virtud comunicada a las aguas. Esta virtud es más grande con
el bautismo. Nota: para Tertuliano hay todavía un ángel del Señor operando en el bautismo =
rasgo típico de la teología bautismal de Tertuliano y Orígenes:
“Cuando te fue administrado el sacramento de la fe, allí estaban presentes las virtudes
celestes, los ministerios angélicos, la Iglesia de los primogénitos.” (HmJos IX,4) “Ven, oh ángel,
recibe por la palabra al que se ha convertido del antiguo error, de la doctrina de los dominios;
tómalo para concederle el bautismo del segundo nacimiento.” (HmEz I,7)
[el ángel parece administrador invisible del sacramento (lo que contrasta con Santo Tomás, ST
III q64,7: los ángeles no pueden ser ministros del sacramento porque la virtud de los
sacramentos deriva de la Pasión de Cristo, quien era hombre, no ángel; no obstante, Dios no
ha vinculado su poder a la Iglesia de tal manera de no concedérsele también a los ángeles)]
También el Pastor de Hermas alude a un ángel encargado del bautismo. En este tiempo, los
cristianos asignaban a los ángeles muchas tareas que los paganos confiaban a los dioses. Este
ángel es el precursor del Espíritu Santo, como Juan Bautista de Cristo.
En el plano visible, la piscina engendra nuestro cuerpo visible por el ministerio de los
sacerdotes; en el plano invisible, el Espíritu de Dios regenera a la vez nuestro cuerpo y nuestra
alma con asistencia de los ángeles. (Dídimo el Ciego, De Trin (PG 39, 672C)
- La asistencia de los ángeles muestra el carácter oficial de las acciones litúrgicas. Hay un
paralelismo con la presencia de los ángeles y la entrada del alma en el cielo.
- La mención del ángel de Tertuliano sigue una tradición, pero Tertuliano le da un sentido
propio: el ángel es el precursor del Espíritu Santo, quien está relacionado con la unción:
No es en el agua donde recibimos el Espíritu Santo, sino que, purificados en el agua por un
ángel, quedamos preparados para el Espíritu Santo. Y también aquí la figura precedió a la
realidad: Juan fue el precursor del Señor, el que preparó sus caminos; así el ángel agente
(arbitrer) del bautismo prepara los caminos al Espíritu, que vendrá, por la purificación de los
pecados obtenida por la fe en cuanto sellada en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu
Santo. (De bapt, VI,1)
- El bautismo como preparación para recibir el Espíritu Santo, lo enseña también Cipriano (Ep
73,9), refiriéndose a Hch 8,1-17 los samaritanos son bautizados antes de recibir el Espíritu
Santo. Primero hay que nacer: primero Dios plasmó a Adán y luego sopló (Gn 2,7) (Ep 74,7).
- Optato de Milevi (+392) preguntará a los donatistas: “¿Acaso tenéis vosotros un ángel que
agite las aguas?” (Contra Parmenianum II,16)
- Para Ambrosio, el ángel era figura de Cristo (Sacr II,3-7) y del Espíritu Santo (Myst 22-24).
3
El testimonio de Tertuliano es importante para la autenticidad de la mención del ángel, omitido en muchos
manuscritos, por lo extraño de un ángel lavándose en agua.
“Y lo mismo que el que se mueve en la noche, (Mt 3,11).” (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Cat VII, 4) (cf.
no ve, mientras que quien camina de día se Cat VIII, 17-21 sobre el resplandor de las
mueve en la luz, así durante la inmersión no vestiduras)
veíais nada, como en la noche, mientras que al
“Imitamos a Pedro y Juan: vamos a toda prisa
salir os encontrabais como a la luz del día. Y en
al bautismo como ellos al sepulcro y a la
el mismo instante moristeis y volvisteis a nacer;
resurrección” (San GREGORIO NACIANCENO,
y aquella agua de salvación fue para vosotros
Discurso 40, 25).
sepultura y seno materno.” (SAN CIRILO DE
JERUSALÉN, Myst II, 4) “Entrado, pues, para pelear contra tu
adversario, a quien pensaste que tenías que
“¡Bendito sea Dios! Ved que también de la
renunciar cara a cara, te vuelves hacia el
tierra nacen estrellas, estrellas más rutilantes
Oriente, porque quien renuncia al diablo se
que las del cielo. Estrellas sobre la tierra, por
vuelve hacia Cristo y lo mira directamente al
causa de aquel que apareció sobre la tierra
rostro” (SAN AMBROSIO, Myst 7).
venido del cielo. Pero no sólo estrellas sobre la
tierra, sino también estrellas en pleno día. “Se te exhorta a mantener también con el
¡Segundo prodigio éste! ¡Estrellas en pleno día diablo esa concordia que proviene del pacto de
más rutilantes que las nocturnas! Éstas, la fe, pues pactaste que renunciabas a él, a su
efectivamente, se ocultan cuando aparece el pompa y a sus ángeles. Hubo acuerdo entre
sol, aquéllas, en cambio, cuando aparece el sol vosotros acerca de esto. Esta ‘amistad’ se
de justicia resplandecen aún más.” (SAN JUAN mantendrá si cumples lo prometido: así que no
CRISÓSTOMO, Cat VII, 1) vuelvas a tomar después algo suyo de entre las
cosas a las que renunciaste y le devolviste, para
“De fuego es la naturaleza de aquellas estrellas;
que no te lleve ante Dios juez como tramposo,
de fuego es también la substancia de estas
como transgresor del pacto.” (TERTULIANO, De
otras. Pero allí se trata de un fuego sensible;
anima 35,3) La muerte al pecado: “en imagen
aquí, de un fuego inteligible: Él mismo os
morimos en el bautismo” (Res 47,12); bautismo
bautizará – dice – con Espíritu Santo y fuego
= symbolum mortis (Paen. 6,12)
2.2. Algunos textos prenicenos: Did VII; TA 15-21; 1Apol 61; Ireneo; Tertuliano
a. Didaché tôn dôdeka apostolôn (Doctrina de los Doce Apóstoles, siglo II)
- el escrito cristiano no canónico más antiguo, incluso antes de algunos escritos del NT
- pequeña obra en 16 capítulos
- el Didajista recopiló escritos previos (no es un solo autor, ni es un escrito homogéneo)
- 4 partes o unidades literarias:
o I-VI. Los Dos Caminos: catequesis moral (prebautismal? Audet piensa que no, y que la frase que
empalma las dos secciones era de un interpolador buscando unión de las dos secciones) (cf. Dt
30: vida/muerte; también en el Pastor de Hermas, Doctrina apostolorum, Didascalia
apostolorum, Epístola de Bernabé, etc.)
o VII-X. Sección litúrgica: bautismo, ayuno, oración, eucaristía
o XI-XV. Sección disciplinar: comunidades cristianas (estructura, ministerios)
o XVI. Conclusión escatológica
VII. 1. En cuanto al bautismo, bautizad de esta manera: Después de haber dicho previamente todas
estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva. 2. Si no tienes
agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, con agua caliente. 3. Y si no tienes ninguna
de las dos, derrama tres veces agua en la cabeza en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo. 4. Antes del bautismo ayune el que bautiza y el que va a ser bautizado, así como algunos otros
que puedan. Pero ordena que el que va a recibir el bautismo ayune uno o dos días antes.
b. La Tradición Apostólica (atribuida a san Hipólito de Roma (siglo III))
Original griego perdido, sólo se conserva traducciones (latín, copto, siriaco, árabe, etíope). Tres partes:
I.Cap. 1-14: La constitución de la Iglesia: obispos, sacerdotes, diáconos, confesores, viudas, lectores…
II.Cap. 15-21: Ritos de iniciación
III.Cap. 22-42: Usos de la comunidad: comidas, ayunos, oraciones
15. Los que se presentan por primera vez a escuchar la palabra, serán conducidos ante los doctores antes que
acuda el pueblo. Serán interrogados acerca de las razones que los condujeron a la fe y quienes los trajeron darán
testimonio respecto de su capacidad para escuchar la palabra. Se les preguntará sobre su estado de vida: […] Si
un hombre tuviera mujer o una mujer marido, se les enseñará a contentarse, al marido con su mujer y a la mujer
con su marido. […] Si alguien estuviera poseído por el demonio, no escuchará la palabra de la enseñanza hasta
no estar purificado.
16. Se hará una encuesta a fin de conocer cuáles son los oficios y profesiones de aquellos que fueron traídos
para su instrucción. Si alguno tuviera una casa de prostitución, cesará o será rechazado. Si alguno fuera escultor
o pintor, se les enseñará a no fabricar ídolos: […] Si hemos omitido algo, las profesiones mismas os instruirán, ya
que todos tenemos el Espíritu de Dios.
17. Los catecúmenos serán instruidos oralmente durante tres años. Pero, si alguno fuera celoso y aplicado en el
cumplimiento de sus obligaciones, no se juzgará el tiempo, sino solamente su conducta.
18. Cuando el doctor concluye la catequesis, los catecúmenos orarán separados de los fieles laicos. […]
19. Cuando el doctor, después de la plegaria, imponga la mano sobre los catecúmenos, orará y los aceptará.
Aquél que enseñe, sea clérigo o laico, siga siempre esta norma. Si un catecúmeno es arrestado en nombre del
Señor, torturado o muerto antes de que sus pecados hayan sido perdonados, que no tema ni se inquiete. El será
ampliamente justificado, ya que recibió el bautismo con su propia sangre.
20. Cuando se elige a los que van a recibir el bautismo, se examina su vida: ¿Vivieron honestamente mientras
eran catecúmenos? ¿Honraron a las viudas? ¿Visitaron a los enfermos? ¿Hicieron todo tipo de buenas obras? Si
los que los presentaron dan testimonio de que cada uno actuó de este modo, ellos escucharán la palabra del
Evangelio. A partir del momento en que fueron elegidos, se les impondrá la mano todos los días exorcizándolos.
Cuando se aproxime el día en que serán bautizados, el obispo exorcizará a cada uno de ellos para saber si es
puro. Al que no es bueno ni casto, se lo alejará: puesto que no escucharon la palabra con fe es imposible que el
Extranjero se oculte siempre.
El día jueves se advertirá a los que serán bautizados que deben lavarse y bañarse. Si una mujer está indispuesta,
se la eximirá y recibirá el bautismo otro día. El viernes ayunarán. El sábado, el obispo reunirá a todos los que
recibirán el bautismo y les ordenará ponerse de rodillas y orar. Imponiéndoles la mano, impetrará para que todo
espíritu maléfico los abandone y no retorne más a ellos. Cuando haya terminado de exorcizarlos, el obispo
soplará sobre sus rostros y, después de haberlos señalado la frente, las orejas y la nariz, los hará ponerse de pie.
Pasarán toda la noche en vigilia; se les harán lecturas y se los instruirá. Los que serán bautizados no llevarán
consigo cosa alguna, excepto lo que cada cual aporte para la eucaristía. […]
21. En el momento en que el gallo cante, se orará primero sobre el agua. Esta será, siempre, el agua que corre
en la fuente o la que baja de lo alto. Pero si hubiera una necesidad permanente y urgente, se utilizará aquella
que se encuentre. Una vez desvestidos se bautizará en primer lugar a los niños. Todos los que pueden hablar
por ellos mismos hablarán. En cuanto a los que no puedan hacerlo, sus padres, o alguien de su familia, lo hará
por ellos. Se bautizará a continuación a los hombres. Finalmente, se lo hará con las mujeres después que
hubieran desatado sus cabellos y dejado sus joyas de oro, pues nadie llevará consigo un objeto extraño al
introducirse en el agua.
En el momento fijado para el bautismo, el obispo dará las gracias sobre el aceite que colocará en un
vaso: al cual se lo denomina aceite de acción de gracias. Tomará luego otro aceite el cual exorcizará: a este se le
llama aceite de exorcismo. Un diácono tomará el aceite del exorcismo y se situará a la izquierda del sacerdote;
otro diácono tomará el aceite de acción de gracias y se situará a la derecha del sacerdote. Este, dirigiéndose a
cada uno de los que reciben el bautismo, les ordenará renunciar diciendo: “Yo renuncio a ti, Satán, y a toda tu
pompa y a todas tus obras.” Después que cada uno hubiera renunciado, el sacerdote lo ungirá con el aceite
diciendo: “Que todo espíritu malvado se aleje de ti.”
De esta manera lo confiará desnudo al obispo o al sacerdote que, a fin de bautizarlo, se encuentra cerca
del agua. Un diácono lo acompañará. Cuando aquél que será bautizado hubiera descendido al agua, el que lo
bautiza, imponiéndole la mano, preguntará: “¿Crees tú en Dios Padre Todopoderoso?” Y él responderá: “Yo
creo.” Seguidamente, teniendo la mano puesta sobre su cabeza lo hará por primera vez.
A continuación, dirá: “¿Crees tú en Jesucristo, Hijo de Dios, que nació por el Espíritu Santo de la Virgen
María, que fue crucificado bajo Poncio Pilato, que murió y al tercer día resucitó de entre los muertos; que subió
a los cielos y está sentado a la diestra del Padre; que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos?” Y cuando él
haya dicho: “Yo creo,” será bautizado por segunda vez.
Se le preguntará a continuación: “¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia?” Y el responderá: “Yo
creo,” y así será bautizado por tercera vez.
Será luego ungido con el aceite de la acción de gracias por el sacerdote, quien pronunciará estas
palabras: “Yo te unjo con el santo aceite en nombre de Jesucristo.”
Después, una vez que se hubiera secado, cada uno se vestirá y entrará en la iglesia. El obispo imponiéndole la
mano pronunciará la invocación: “Señor Dios, tú que los tornaste dignos de obtener la remisión de los pecados
por el baño de la regeneración, hazlos merecedores de llenarse del Espíritu Santo y envía sobre ellos tu gracia, a
fin de que te sirvan cumpliendo tu voluntad; ya que para ti es la gloria, Padre e Hijo con el Espíritu Santo, en la
santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.”
Luego, expandiendo el aceite de acción de gracias en su mano, y posando sobre su cabeza, dirá: “Yo te
unjo con el santo aceite en Dios Padre todopoderoso, en Cristo Jesús y en el Espíritu Santo.”
Y, después de haberle persignado la frente, le dará el beso y dirá: “El Señor contigo.” Y el que fue
persignado responderá: “Y con tu espíritu.” El hará lo mismo con cada uno. Luego orarán todos juntos haciendo
participar también al pueblo. Y cuando hubieran terminado su oración se darán el beso de la paz.
Entonces será presentada la oblación al obispo y él dará gracias, sobre el pan porque es el símbolo (exemplum)
del cuerpo de Cristo; sobre el cáliz de vino mezclado, porque es la imagen (antitypum) de la sangre que se
derramó por todos los que creen en él; sobre la leche y la miel mezcladas, indicando la promesa hecha a nuestros
padres al hablarles de la tierra donde abundan la leche y la miel, por cuyo cumplimiento Cristo dio su carne, de
la cual, como pequeños niños, se alimentan los creyentes; sobre el agua presentada en ofrenda para significar el
baño, a fin de que el alma del hombre obtenga los mismos efectos que el cuerpo.
Todas estas cosas el obispo las explicará a los que reciben la comunión. Cuando parte el pan, al presentar
cada trozo, dirá: “El pan del cielo en Cristo Jesús” y el que recibe responderá: “Amén.”
Si los sacerdotes no son suficientes, los diáconos ayudarán sosteniendo los cálices y manteniéndose en
perfecto orden: en primer lugar, el que tiene el agua, luego el que tiene la leche. Y después, el que tiene el vino.
Los que reciban la comunión gustarán de cada uno de los cálices.
Con el primer cáliz, el que lo ofrece dirá: “En Dios todopoderoso,” y el que lo recibe responderá: “Amén.” Con el
segundo cáliz, el que lo ofrece dirá: “Y en el Señor Jesucristo,” el que lo recibe responderá: “Amén.” Con el tercer
cáliz, el que lo ofrece dirá: “Y en el Espíritu Santo y la Santa Iglesia,” y el que lo recibe: “Amén.” Todo esto se
repetirá con cada uno de los comulgantes y, al terminar este Oficio, cada uno se aplicará a realizar buenas obras,
a agradar a Dios, a conducirse bien, a ser celoso custodio de la Iglesia, practicando lo que aprendió y progresando
en la piedad.
Nosotros os hemos transmitido estas breves nociones sobre el Santo Bautismo y la Santa Oblación, y ya
habéis sido instruidos en temas relativos a la resurrección de la carne y otras enseñanzas según lo que está
escrito. Pero si es necesario recordar alguna otra cosa, el obispo lo dirá bajo el secreto a los que recibieron la
eucaristía. Los infieles no deben tener conocimiento de todo esto. Sólo podrán tenerlo después de recibir la
Eucaristía. Esta es la piedra blanca de la que Juan dijo: Un nombre nuevo está escrito allí, que nadie lo conozca a
excepción de aquél que recibirá la piedra (Ap 2,7).
c. Carta de Bernabé
Respecto al agua, está escrito, refiriéndose a Israel, que los judíos no recibían bautismo que procura la
remisión de los pecados (Bern 11,1).
Al renovarnos mediante la remisión de los pecados, el Señor nos ha moldeado, hasta el punto de que
tenemos alma de niños pequeños, como si él nos hubiese creado de nuevo, pues es de nosotros de
quien habla la Escritura cuando dice a su Hijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza (Gn
1,26) (Bern 6,8).
Esta tierra es Cristo, el nuevo Adán, a quien el bautizado recibe en la comunión pascual, pan y vino,
con la leche y la miel mezcladas (Bern 6,9).
d. San Justino mártir
1Apol 61,1. Vamos a explicar ahora de qué modo, después de renovados (re-creados) por Jesucristo,
nos hemos consagrado a Dios. […] 2. Cuantos se convencen y tienen fe de que son verdaderas estas
cosas que nosotros enseñamos y decimos, y prometen poder vivir conforme a ellas, se les instruye
ante todo para que oren y pidan, con ayuno, perdón a Dios de sus pecados anteriormente cometidos,
y nosotros oramos y ayunamos juntamente con ellos. 3. Luego los conducimos al sitio donde hay agua,
y por el mismo modo de regeneración con que nosotros fuimos también regenerados, son
regenerados ellos, pues entonces toman en el agua el baño en el nombre de Dios, Padre y Soberano
del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo y del Espíritu Santo. 4. Y es así como Cristo dijo: Si no
volviereis a nacer, no entraréis en el reino de los cielos (Jn 3,3) (1Apol 61,1-4).
[5-9 cita Is 1,16-20: Lavaos, volveos limpios, quitad las maldades de vuestras almas, aprended a hacer
el bien…]
10. Puesto que de nuestro primer nacimiento no tuvimos conciencia, engendrados que fuimos por
necesidad de un germen húmedo por la mutua unión de nuestros padres y nos criamos en costumbres
malas y en conducta perversa; ahora, para que no sigamos siendo hijos de la necesidad y de la
ignorancia, sino de la libertad y del conocimiento, y alcancemos juntamente perdón de nuestros
anteriores pecados, se pronuncia en el agua sobre el que ha determinado regenerarse y se arrepiente
de sus pecados el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo. […] 12. Este baño se llama
iluminación (photismos), para dar a entender que son iluminados los que aprenden estas cosas. 13. Y
el iluminado se lava también en el nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo Poncio Pilato, y en
el nombre del Espíritu Santo, que por los profetas nos anunció de antemano todo lo referente a Jesús
(1Apol 61,10-13).
1Apol 65, 1. Después de así lavado el que ha creído y se ha adherido a nosotros, le llevamos a los que
se llaman hermanos, allí donde están reunidos, con el fin de elevar fervorosamente oraciones en
común.
1. Catecumenado
o Roma y Alejandría: 3 años (TA 17; Strom II 96,1); España: 2 años (Concilio de Elvira)
o Catequesis “bautismales” sobre el Credo, Padrenuestro…
o Metanoia, conversión, cambio de vida: penitencia, ayuno, oración
o Sphragis, imposición de sal, imposición de manos, exorcismos (Didajé, Bernabé)
o Renuncia solemne a Satanás mirando hacia Occidente (tinieblas) y la profesión de fe con las
manos extendidas orientado (hacia Oriente), el retorno del Sol Víctor
2. Ritos del bautismo (Noche pascual)
a. Baptisterio
2. edificio separado cuadrangular, circular u octogonal (el número ocho simboliza la
resurrección: 1 Pe 3, 20; Justino, Dial 138, 2-3)
3. piscina central, en la cual el bautizado baja en occidente y sube en oriente: paso del mar
Rojo o del Jordán (Ravenna: Jordán personificado)
b. Desnudez
i. Despojo del hombre viejo/pecado/mal/corruptibilidad/vergüenza
ii. Imitación de Cristo victorioso, el nuevo Adán, que “con su desnudez despojó los
principados y las potestades y triunfó resueltamente en la cruz” (Cirilo, Cat XX, 2)
(Crisóstomo incluye a la nueva Eva: del costado abierto nace la Iglesia: Cat VII, 17)
iii. Recobra inocencia, familiaridad y parrhesia paradisíacas de Adán y Eva:
“¡Oh maravilla! Estabais desnudos a la vista de todos y no os avergonzabais. Y era
porque en verdad ofrecíais la imagen de nuestro primer padre, Adán, que estaba
desnudo en el paraíso terrenal y no se sonrojaba” (Cirilo, Cat XX, 2).
c. La unción prebautismal
i. El cuerpo entero (antigua costumbre: antes de bañarse para proteger el cuerpo)
ii. Aceite = medicinal (cura contra pecado y sus efectos)
iii. Fortifica el atleta para el combate: “el aceite del exorcismo” (TA 21; Cirilo, Cat XX,3))
d. El rito bautismal
i. A medio cuerpo, el bautizante derrama tres veces agua sobre el bautizado
ii. Inmersión total (Dura-Europos) no era generalizado, pero expresaba mejor el
simbolismo de la muerte oscura (Rm 6,3) de la cual se renace a la luz: “Con toda razón
4
HAMMAN, A. ed. El bautismo y la confirmación (Barcelona: Herder, 1982).
5
Adán y Eva no han mantenido su inmortalidad.
El bienaventurado David te da a conocer la virtud del sacramento [de la eucaristía] diciendo: Has
preparado ante mí una mesa frente a quienes me persiguen. Lo que intenta decir es esto: Antes de tu
venida, los demonios preparaban a los hombres mesas inmundas, llenas de poderes diabólicos. Pero,
una vez que viniste, Señor, preparaste ante mí una mesa, que no es sino la mesa sacramental [mústikè]
y espiritual que Dios nos ha preparado? Has ungido mi cabeza con óleo. Ungió tu cabeza en la frente,
mediante la sphragis de Dios que recibiste, para que lleves impresa la sphragis, signo de consagración
a Dios. Tu cáliz embriagador es maravilloso. Como ves, se trata aquí del cáliz, sobre el cual Cristo dijo
después de haber dado gracias: Este es el cáliz de mi sangre que será derramada por muchos en
remisión de los pecados. San CIRILO DE JERUSALÉN, Myst IV,33; PG 1101D-1104A
6
Jean DANIÉLOU, Sacramentos y culto según los SS. Padres, “Cap. XI: El salmo 22,” 255-274.
• CREACIÓN: todo nace del agua (Gn 1,2) + jardín con fuente de cuatro ríos (Gn 2,6)
• DILUVIO: perece lo antiguo; nace lo nuevo y renueva la Alianza (con el Arca) (Gn 7)
• PASO DEL MAR ROJO: perece lo antiguo; nace lo nuevo y renueva la Alianza (Ex 14-15)
• PASO DEL JORDÁN: primero baja el Arca abriendo camino (Jos 3-4) [el neófito tomaba
leche y miel, signo de la Tierra Prometida]
• EL AGUA DE MARÁ: Moisés echó un leño y el agua queda dulce (Ex 15,23-25)
• NAAMÁN: purificación (2 Re 5,1-19)
• AGUA DE VIDA: Ez 47 templo; Is 41,17-20; Dios como fuente de agua viva (Jer 2,13); “Mi
alma tiene sed de Dios” (Sal 42); “Lávame y quedaré más blanco que la nieve.” (Sal
51,4)
Myst 21. Así pues, aquel sirio se sumergió siete veces en la Ley; tú, en cambio, fuiste bautizado en el
nombre de la Trinidad. Confesaste al Padre –recuerda lo que hiciste-, confesaste al Hijo, confesaste al
Espíritu Santo. Observa el orden de los hechos. En esta fe has muerto para el mundo y has resucitado
para Dios, y en cierto modo fuiste sepultado en este elemento del mundo y, muerto para el pecado,
resucitaste para la vida eterna. Cree, pues, que esta agua no es vana.
22. Por eso se te ha dicho que un ángel del Señor bajaba cada cierto tiempo a la piscina y se agitaba el
agua, y el primero que descendía a la piscina después de la agitación del agua, se curaba de cualquier
enfermedad que lo afligiera. Esta piscina estaba en Jerusalén y en ella se sanaba una persona al año,
pero no se sanaba nadie antes de que el ángel descendiera. Descendía, pues, el ángel y se agitaba el
agua, para que hubiera un signo de que había descendido el ángel. El agua se movía para los incrédulos.
Para éstos había un prodigio; para ti está la fe. Para ellos descendía un ángel; para ti el Espíritu Santo.
Para ellos se agitaba una criatura; para ti obra Cristo mismo, Señor de las criaturas.
23. Entonces sólo uno era curado; ahora son sanados todos o, ciertamente, uno solo: el pueblo
cristiano. Porque también hay entre algunos un agua engañosa. No sana el bautismo de los pérfidos,
no limpia, sino que mancha. El judío lava jarros y copas, como si las cosas insensibles pudiesen contraer
culpa o recibir la gracia. Bautiza tú este cáliz sensible que eres tú, en el que brillen tus buenas obras,
en el que resplandezca el esplendor de tu gracia. Así pues, aquella piscina era también una figura, para
que creas que a esta fuente desciende la fuerza divina. (Myst 21-23)
Sacr III,5. No ignoramos que la Iglesia romana no tiene esta costumbre, aunque nosotros seguimos en todo su
ejemplo y su rito. Sin embargo, no tiene esta costumbre de lavar los pies. Mira que quizá sea que se haya
apartado de esa costumbre a causa del gran número (de los que se bautizan). No faltan, sin embargo, quienes
tratan de excusarla diciendo que no hay que hacer esto durante el sacramento, en el bautismo, en la
regeneración, sino que hay que lavar los pies como se lava a un huésped. Pero una cosa manifiesta la humildad
y la otra, la santificación. En fin, escucha: es un misterio y una santificación. Si yo no te lavo los pies, no tendrás
parte conmigo (Jn 13,8). No digo esto para criticar a los demás, sino para justificar lo que yo hago. Deseo seguir
en todo a la Iglesia romana. Pero, con todo, también nosotros tenemos capacidad de razonar. Por ello, lo que en
otra parte se mantiene por razones mejores, también nosotros lo conservamos con razones fundadas. (Sacr III,5)
8. Después de la fuente sólo falta, para llegar a la perfección, que cuando el obispo haga la invocación, sea
infundido el Espíritu Santo, el Espíritu de sabiduría y de entendimiento, el Espíritu de consejo y fortaleza, el
Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de santo temor (Is 11,2-3) que son como las siete virtudes del
Espíritu. […] 10. Estas son las siete virtudes que recibes cuando eres signado. Porque, como dice el santo Apóstol,
la sabiduría de Dios es multiforme (Ef 3,10). Así, también el Espíritu Santo es multiforme. (Sacr III,8-10)
11. Puedes acercarte al altar. […] Para ser curado se acercó un ciego al Salvador (Jn 9,1-7). Éste curaba a los
demás con su palabra y discurso, y con sólo su mandato devolvía la luz de los ojos. Sin embargo, en el libro del
evangelio que se titula según san Juan –el que vio, indicó y explicó grandes misterios más que los otros–, en aquel
ciego quiso prefigurar este misterio. Sin duda todos los evangelistas son santos, todos los apóstoles son santos,
excepto el traidor. Sin embargo, san Juan, el que escribió el último evangelio, como amigo buscado y elegido por
Cristo, hizo oír con trompeta más potente los misterios eternos. Todo lo que dijo es misterio. Otro dijo que el
ciego fue curado, lo dijo Mateo, lo dijo Lucas, lo dijo Marcos. ¿Qué es lo que sólo Juan dice? Tomó barro, lo
extendió sobre sus ojos y le dijo: Vete a Siloé (Jn 9,6-7). Y levantándose, fue y se lavó y volvió con vista (Jn 9,7).
12. Considera tú también los ojos de tu corazón! Las cosas que son corporales las veías con los ojos corporales,
pero aquellas que conciernen a los sacramentos aún no podías verlas con los ojos de tu corazón. Así pues, cuando
diste tu nombre, Él tomó barro y lo extendió sobre tus ojos. ¿Qué significa? Que tenías que reconocer tu pecado,
examinar tu conciencia y hacer penitencia de tus delitos, es decir, reconocer la suerte del linaje humano. Pero,
aunque no confiese pecado el que viene al bautismo, sin embargo, con esto mismo hace confesión de todos
sus pecados, porque pide ser bautizado para ser justificado, es decir, para pasar de la culpa a la gracia.
13. No lo consideres algo inútil! Hay alguno –por lo menos sé ciertamente que hubo uno– que, cuando nosotros
le dijimos: “A tu edad tienes mayor obligación de bautizarte”, respondió: “¿Para qué bautizarme? No tengo
pecado. ¿Acaso he contraído pecado?” Éste no tenía barro porque Cristo no se lo había extendido, es decir, no
le habían abierto los ojos. Porque no hay hombre sin pecado.
14. Por tanto, se reconoce que es hombre aquel que se refugia en el bautismo de Cristo. Así pues, a ti también
te puso barro, es decir, pudor, prudencia, conciencia de tu fragilidad, y te dijo: Vete a Siloé. ¿Qué significa Siloé?
Esto se traduce, dice el evangelista, como enviado (Jn 9,7). Es decir, vete a aquella fuente en la que se predica la
cruz del Señor, vete a esa fuente en la que Cristo ha redimido los errores de todos.
15. Fuiste, te lavaste, viniste al altar, comenzaste a ver lo que antes no veías. Es decir, por la fuente del Señor y
por la predicación de la pasión del Señor, se abrieron tus ojos. Tú, que parecías antes como ciego de corazón,
comenzaste a ver la luz de los sacramentos. (Sacr III,10-15)
El bautismo es resplandor de las almas, cambio de vida, compromiso de la conciencia de Dios (1Pe
3,21); el bautismo es ayuda para nuestra debilidad; el bautismo es renuncia a la carne, docilidad al
Espíritu, comunión con el Verbo, restauración de la criatura, purificación del pecado, participación en
la luz, desaparición de las tinieblas; el bautismo es vehículo que nos conduce hasta Dios, muerte con
Cristo, sostén de la fe, perfección del espíritu, llave del reino de los cielos, transmutación de la vida,
supresión de la esclavitud, ruptura de las cadenas, transformación de las costumbres; el bautismo –
¿hay necesidad de continuar con esta enumeración?– es el más bello y magnífico de los dones de Dios.
[…] Lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de
regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan
nada; gracia, porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua;
unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz
resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos
guarda y es el signo de soberanía de Dios (GREGORIO NACIANCENO, Or. 40,4).
1. Cristo (meshiha) y el óleo (mesha) se han asociado, el Invisible con lo visible se ha mezclado.
El óleo unge visiblemente, Cristo marca invisiblemente
a los corderos nuevos y espirituales (ruha-na), un rebaño cuya gloria es doble:
pues su concepción es de óleo y su nacimiento del agua7.
RESPONSORIO: Cristo marca con el óleo los nuevos corderos de su rebaño.
2. ¡Qué elevado es vuestro rango! Mientras la pecadora ungía Mc 14,3-9; Lc 7,36
los pies de su Señor como sirvienta, es Cristo mismo quien, como servidor,
a través de sus ministros ha marcado y ungido vuestros cuerpos.
Conviene al Señor del rebaño marcar su ganado consigo mismo (b-qnumah).
7. El aceite del moderado y humilde hace que los duros se asemejen a su Señor.
Los pueblos eran lobos y tuvieron miedo del duro cayado de Moisés. Ex 7,15
He aquí que el aceite marca y crea a partir de lobos un rebaño de ovejas.
Y los lobos que huyeron del cayado, he aquí que han encontrado su refugio en la cruz. (Epif III)
Alaph 1. ¡Oh Juan, quien vio al Espíritu que sobre la gran Cabeza descansó Mc 1,10
para mostrar que la Cabeza de lo alto descendió, se bautizó y ascendió
para ser la Cabeza del mundo! Hijos del Espíritu habéis sido hechos: Col 2,18-19
para vosotros Cristo se ha hecho Cabeza, y vosotros para Él miembros. Ef 4,15-16
Yudh 5. Jesús mezcló su fuerza en las aguas: revestíos de ella, hermanos míos, como los que saben discernir.
Hay los que solo perciben agua en el bautismo. ¡Con nuestro cuerpo se bautice también nuestra mente!
Perciba las aguas visibles el cuerpo y la fuerza invisible la mente
para que asemejáis tanto lo invisible como lo visible.
Mim 10. El bautismo sin consciencia es un tesoro pleno pero insuficiente:
su receptor permanece pobre porque no sabe lo grande que es la riqueza
en la cual ha entrado y reside. Hay pues en ella un gran don
que el débil no percibe: su propio engrandecimiento junto a ella.
Mim 11. Levantad vuestra mente y contemplad, hermanos míos, la columna oculta en el aire
cuya base reposa en las aguas y asciende hasta la Puerta de lo alto,
como la escalera que vio Jacob: he aquí que de ella descendió la luz hasta el bautismo
y la mente ascendió al cielo para ser mezclados (mzg) en un único amor.
Mim 12. Nuestro Señor, bautizado por Juan, envió doce manantiales
que salieron y lavaron con sus olas la suciedad de las naciones.
Sus adoradores resplandecieron como sus vestidos: los vestidos en el monte y los cuerpos en las aguas.
En lugar de vestidos resplandecieron las naciones y se hicieron para Él atuendo de gloria.
Alaph 14. También el sol, en una casa pequeña, es pequeño, aunque sea grande.
Pero si brilla en una casa grande y espaciosa,
multiplica y extiende en ella sus rayos. Aunque el sol sigue siendo sí mismo en su naturaleza,
en las casas se somete a cambios, como nuestro Señor en los seres humanos. (San Efrén, Epif IX)
Como con un sello estáis fundidos, ¡aceptad sus imágenes! (Epif IX,6)
El nombre ungüento, pues, es como símbolo y en él es retratado el nombre Ungido […]
Porque así el Rabí de los discípulos los acompañaba al enviarles
y cuando ungían y curaban con ungüento era retratado el Ungido en secreto […] (Virg IV,7)
Con óleo visible se retrata la imagen invisible de nuestro Rey invisible (Virg VII,5).
El ungüento, pues, es el amigo del Espíritu Santo y su servidor
y como discípulo le sigue, porque con ella signa a presbíteros y ungidos (Virg VII,6).
7
Este orden de evocación sugiere la unción prebautismal más que la confirmación.
Acerca de la confirmación de los niños, es evidente que no puede hacerse por otro que por el obispo.
Porque los presbíteros, aunque ocupan el segundo lugar en el sacerdocio, no alcanzan, sin embargo,
el ápice del pontificado. Que esta atribución pontifical se reserve a los obispos, tanto para ungir como
para comunicar el Espíritu Santo, no sólo lo demuestra la costumbre de la Iglesia, sino también aquel
pasaje de los Hechos de los Apóstoles […] (Hch 8,14-17). Porque a los presbíteros que bautizan en
ausencia o en presencia del obispo, les es lícito ungir a los bautizados con el crisma, pero sólo si éste
ha sido consagrado por el obispo. Sin embargo, no les es lícito signar la frente con el mismo óleo. Esto
corresponde exclusivamente a los obispos, cuando comunican el Espíritu Paráclito. (INOCENCIO I, Carta
a Decencio de Gubbio (416): DH 215)
DESDE
EL
CONCILIO
VATICANO
II…
3.1. TEOLOGÍA ESCOLÁSTICA 30
IMPOSICIÓN DE MANOS = transmisión de fuerza, vida, salud, poder, autoridad, gracia, carisma, misión, protección
Bendición: Gn 48,13-15; Mc 10,16
Curación: Mc 5,23; 6,5; 16,17-18; Hch 28,8
Delegación: Nm 27,18-20; Dt 34,9; Hch 6,6; 13,2-4; 1Tm 4,14; 5,22; 2Tm 1,6
Don del Espíritu Santo: Hch 9,17; 19,6; Hb 6,2
Por la unción de la frente se designa la imposición de las manos, que por otro nombre se llama
confirmación (confirmatio), porque, por ella, se da el Espíritu Santo para el crecimiento y la fuerza.
De ahí que, pudiendo realizar el simple sacerdote o presbítero las demás unciones, ésta no debe
conferirla nada más que el sumo sacerdote, es decir, el obispo. En efecto, de solos los apóstoles, cuyos
vicarios son los obispos, se lee que daban el Espíritu Santo, mediante la imposición de las manos (Hch
8,14-17). (INOCENCIO III, Carta a Basilio de Trnovo (1204): DH 785)
La confirmación como sacramento fue rechazada desde la antigüedad por los donatistas, los valdenses, y los
protestantes. Enumeración en el septenario:
• “La confirmación, hecha por el obispo, es decir, la imposición de las manos, la tenemos por santa y ha
de ser recibida con veneración.” (INOCENCIO III, Credo para los Valdenses (1208)
• “…el sacramento de la confirmación que confieren los obispos por medio de la imposición de las manos,
crismando a los renacidos…” (CONCILIO DE LYÓN II (1274))
• “Por la confirmación aumentamos en gracia y somos fortalecidos en la fe.” (CONCILIO DE FLORENCIA (1439))
SANTO TOMÁS, ST III q72:
a1 Confirmación = sacramento
a2 Materia = crisma
a3 Crisma consagrado por el obispo (por razón Cristológica, no jerárquica)
a4 Forma = “Te signo con la señal de la cruz”
a5 Carácter
a6 Carácter confirmación supone el carácter bautismal
a7 Confirmación confiere gracia santificante
a8 Para todos (intención divina = perfección)
a9 En frente (porque es lo más visible y porque el temor y la vergüenza suben directamente en la frente:
son 2 obstáculos que impiden confesar libremente a Cristo)
a10 Confirmando tiene que ser sostenido por otro (porque es todavía débil e inmaduro y tiene que
ser orientado en la lucha)
a11 Sólo obispo (porque la confirmación es la
coronación del bautismo)
a12 Rito = adecuado
Acerca de la institución de este sacramento, hay tres opiniones. (1) Algunos (Alejandro de Hales, Buenaventura)
dijeron que este sacramento no fue instituido ni por Cristo ni por los apóstoles, sino posteriormente, pasado ya
un cierto tiempo, por un Concilio. (2) Otros (Guillermo de Auxerre), sin embargo, dijeron que lo instituyeron los
apóstoles. (3) Pero esto es imposible, porque instituir un nuevo sacramento pertenece a la potestad de
excelencia, que compete sólo a Cristo. Por eso hay que decir que Cristo instituyó este sacramento no
confiriéndolo él, sino haciendo una promesa sobre él cuando dijo en Jn 16,7: Si yo no me voy no vendrá a
vosotros el Paráclito, pero si me voy os lo enviaré. Y lo hizo así porque en este sacramento se da la plenitud del
Espíritu Santo, plenitud que no debía conferirse antes de la Resurrección y de la Ascensión de Cristo,
ateniéndonos a las palabras de Jn 7,39: No se había dado todavía el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido
glorificado aún. (ST III q72 a1 ad1)
Donde quiera que se encuentre un efecto especial de la gracia, allí hay un sacramento especial. Ahora bien,
puesto que las cosas sensibles y corporales son imagen de las espirituales e inteligibles, por las cosas que suceden
en la vida corporal podemos percibir lo que ocurre de especial en la vida del espíritu. Es manifiesto que en la vida
corporal supone una cierta perfección el hecho de que el hombre llegue a una edad madura, que es cuando el
hombre es capaz de realizar acciones perfectas, por lo que el Apóstol dice en 1Co 13,11: al hacerme hombre
abandoné las cosas de niño. Efectivamente, sabemos que, además del proceso generativo, por el que uno recibe
la vida corporal, se da en nosotros un proceso evolutivo por el que uno llega a la edad perfecta. Así que el hombre
recibe la vida espiritual también con el bautismo, que es una regeneración espiritual. En la confirmación, sin
embargo, el hombre llega en cierto modo a la edad perfecta de la vida espiritual. (ST III q72 a1)
El bautismo es una suerte de regeneración espiritual, por la que se nace a la vida espiritual; la confirmación es
también una suerte de crecimiento que conduce al hombre a la edad madura de la vida espiritual. Ahora bien,
si se considera la analogía que ofrece la vida corporal, vemos evidentemente que el hombre no se desenvuelve
en el instante de nacer como es capaz de hacerlo cuando llega a la edad adulta. (ST III q72 a5 ad2)
El crisma es materia adecuada de este sacramento. Como ya se dijo, en este sacramento se da la plenitud del
Espíritu Santo para obtener el robustecimiento espiritual que es el propio de la edad madura. Ahora bien, el
hombre cuando llega a esta madurez comienza a comunicarse con los demás, mientras que antes vivía solamente
para sí mismo. Pues bien, la gracia del Espíritu Santo es designada con el óleo, ya que se dice que Cristo fue
ungido con el óleo de la alegría por la plenitud que tuvo del Espíritu Santo. Y, por tanto, el óleo es materia
adecuada de este sacramento.
Se mezcla, sin embargo, con bálsamo para indicar el perfume que llega hasta los otros, por lo que el Apóstol
dice en 2Co 2,15: Somos la fragancia de Cristo, etc. Y, aunque haya otras muchas sustancias olorosas, se utiliza
principalmente el bálsamo por la intensidad de su perfume y porque confiere incorrupción, por lo que se dice en
Eclo 24,21: Mi olor es como bálsamo puro. (ST III q72 a2)
Cristo, por el poder que tiene sobre los sacramentos, confirió a los Apóstoles el efecto de este sacramento, o
sea, la plenitud del Espíritu Santo, prescindiendo del sacramento, ya que ellos recibieron las primicias del Espíritu
Santo, como se dice en Rm 8,23. No obstante, algo parecido a la materia de este sacramento fue dado a los
Apóstoles sensiblemente en la entrega del Espíritu Santo. Porque el hecho de que el Espíritu Santo descendiese
sobre ellos visiblemente en forma de fuego tiene el mismo significado que el óleo, excepción hecha de que el
fuego tiene una fuerza activa, mientras que el óleo la tiene pasiva, ya que es materia y combustible del fuego. Y
esta diferencia significaba que la gracia del Espíritu Santo había de comunicarse a los demás a través de los
Apóstoles.
Sobre los Apóstoles el Espíritu Santo descendió también en forma de lenguas. El significado es el mismo que el
del bálsamo, con la diferencia de que la lengua se comunica con otro a través de la palabra, mientras que el
bálsamo lo hace a través del olor. Porque los Apóstoles quedaron llenos del Espíritu Santo como doctores de la
fe, y los otros creyentes quedaban llenos del Espíritu Santo para trabajar en la edificación de los fieles.
De modo semejante, también cuando los Apóstoles imponían las manos, y cuando predicaban (Hch 10,44),
descendía la plenitud del Espíritu Santo sobre los fieles con signos visibles, como en el principio había descendido
sobre los Apóstoles, por lo que san Pedro dice en Hch 11,15: Cuando comencé a hablar descendió el Espíritu
Santo sobre ellos, al igual que sobre nosotros al principio. Y, por eso, no hacía falta la materia sacramental
sensible cuando Dios ofrecía signos sensibles de modo milagroso. (ST III q72 a2 ad1)
SANTO TOMÁS, ST III q70:
a1 Circuncisión = figura y preparación al Bautismo
a2 Institución conveniente
a3 Rito conveniente
a4 Circuncisión confería gracia santificante pero no como el bautismo (= sacramento de la nueva Ley – la
novedad de Cristo), quien lo confiere por propia virtud, como un instrumento de la Pasión de Cristo (= realidad
presente), que imprime carácter e incorpora a Cristo; sino como signo de la fe en la Pasión de Cristo (= realidad
esperada) – Rm 4,11: Abrahán “recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe”
3.2.2. PATRÍSTICA
- Siglos II-III: sello = sacramento (no hay carácter como tal)
o Pastor de Hermas: agua = sello = bautismo
o Tertuliano: bautismo = signaculum (= sello)
o Cipriano: confirmación = signaculum dominicum
- Siglo IV: avance: sello = efecto espiritual e indeleble
o Cirilo de Jerusalén: admirabile sigillum (Cat I, 3)
o Ambrosio de Milán se refiere a Ef 1,13 y 2 Co 1,22 (sello del Espíritu Santo)
- San Agustín (sphragis, signaculum, character)
o primera vez distinción entre gracia y carácter como los dos efectos del sacramento
o motivo de reflexionar sobre el carácter: donatistas (“el pecador no confiere la gracia”)
o es un motivo de comunión eclesial
o respuesta de Agustín: validez del bautismo fuera de la Iglesia: hay carácter, por lo tanto, no
hay que rebautizar los herejes conversos
o analogía militar: la marca imperial se vuelve contra el desertor! (In Ioannis evangelium IV, 15
(BAC XIII, 139), 204-5)
o carácter = consagración a Cristo (Contra Epistulam Parmeniani II, 28 (BAC XXXII, 98) 289)
8
Desafortunadamente, no se ha traducido el término quoddam en el FIC.
3.4. Lutero y el bautismo de niños: en contra (antes 1523) y a favor (después 1523)
Buscamos los sacramentos instituidos por Dios y no hallamos ningún motivo para contar la confirmación entre
los sacramentos. Para fundamentar un sacramento, es necesario, ante todo, tener una promesa divina por la
cual la fe esté sometida a una obligación. Pero en ninguna parte leemos que Cristo haya formulado una promesa
relativa a la confirmación, aunque él mismo impusiese las manos a muchas personas. (LUTERO, De captivitate
Babylonica 6,550)
CALVINO: “El bautismo es para nosotros como una entrada en la Iglesia de Dios” (Catecismo, 48) por el cual
estamos “incorporados a Cristo”. Dios lo hace todo, y nosotros solamente recibimos. “En el bautismo, somos
revestidos de Jesucristo y recibimos su Espíritu, siempre que no nos hagamos indignos de las promesas que nos
son hechas. Somos lavados y purificados una vez para todo el tiempo de nuestra vida. Sin embargo, todas las
veces que volvamos a caer en pecado, nos es necesario recurrir a la memoria del bautismo, y por ésta
confirmarnos en la fe de que siempre estamos ciertos y seguros de la remisión de nuestros pecados”
(Instituciones, IV,14-15.26).
También defiende el bautismo de niños: “Se les debe administrar el bautismo como un signo y un testimonio de
que ellos son herederos de la bendición que Dios ha prometido a la posteridad de los fieles, con el fin de que,
llegados a la edad del discernimiento, reconozcan la verdad de su bautismo para que se aprovechen de ella”
(Catecismo de Ginebra, 119) Pero no acepta la confirmación: “la cual ni siquiera puede nombrarse sin ultrajar el
bautismo; pero [sí admito] una instrucción cristiana por la cual los niños, o aquellos que hubiesen pasado la
niñez, viniesen a exponer la razón de su fe ante la Iglesia” (Inst. IV, 84-85).
“El bautismo sirve para dar certeza de tu fe a la Iglesia más que a ti mismo.” (Ulrich ZWINGLIO)
La condición sagrada y orgánicamente constituida de la comunidad sacerdotal se actualiza tanto por los
sacramentos como por las virtudes. Los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautismo, quedan destinados por
tal carácter al culto de la religión cristiana y, regenerados como hijos de Dios, tienen el deber de confesar
delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia. Por el sacramento de la confirmación
se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fortaleza especial del Espíritu Santo y de
esta forma se obligan con mayor compromiso a difundir y defender la fe, con sus palabras y obras como
verdaderos testigos de Cristo. (LG 11)
Los cristianos seglares obtienen el derecho y la obligación del apostolado por su unión con Cristo Cabeza. Ya
que, insertos por el bautismo en el Cuerpo místico de Cristo, robustecidos por la confirmación en la fortaleza
del Espíritu Santo, son destinados al apostolado por el mismo Señor. Se consagran como sacerdocio real y gente
santa (1Pe 2,4-10) para ofrecer sacrificios espirituales por medio de todas sus obras y para dar testimonio de
Cristo en todas las partes del mundo. (AA 3)
El bautismo constituye un poderoso vínculo sacramental de unidad entre todos los que con él se han
regenerado. Sin embargo, el bautismo por sí mismo es tan solo un principio y un comienzo, porque todo él se
dirige a la consecución de la plenitud de la vida en Cristo. (UR 22)
Revísese también el rito de la confirmación, para que aparezca más claramente la íntima relación de este
sacramento con toda la iniciación cristiana; por tanto, conviene que la renovación de las promesas del bautismo
preceda a la celebración del sacramento. La confirmación puede ser administrada, según las circunstancias,
dentro de la Misa. Para el rito fuera de la Misa, prepárese una fórmula que será usada a manera de introducción.
(SC 71)
Renovación del sacramento de la confirmación (PABLO VI, Divinae consortium naturae, 1971)
El sacramento de la confirmación se confiere por la unción del crisma en la frente, unción que se hace con la
imposición de la mano, y por estas palabras: Accipe signaculum doni Spiritus Sancti. “Recibe por esta señal el
don del Espíritu Santo.”
Sin embargo, la imposición de las manos sobre los elegidos, que se realiza con la oración prescrita antes de la
crismación, aunque no pertenece a la esencia del rito sacramental, hay que tenerla en gran consideración, ya
que forma parte de la perfecta integridad del mismo rito y favorece la mejor comprensión del sacramento. Está
claro que esta primera imposición de las manos, que precede, se diferencia de la imposición de la mano con la
cual se realiza la unción crismal en la frente. Está claro, por todo lo que hemos recordado, que en la
administración de la Confirmación en Oriente y en Occidente, aunque de modo diverso, el primer puesto lo
ocupó la Crismación, que representa de alguna manera la imposición de las manos usada por los Apóstoles. Y
dado que aquella unción con el crisma significa convenientemente la unción espiritual del Espíritu Santo que se
da a los fieles, Nos queremos confirmar la existencia y la importancia de la misma.
4.2. ¿Es el bautismo necesario para la salvación?9
Can. 5. Si alguno dijere que el bautismo es libre, es decir, que no es necesario para la salvación, sea anatema.
[Concilio de Trento, Sesión VII, Cánones sobre el bautismo (1547): DH 1618]
El sagrado Concilio pone ante todo su atención en los fieles católicos. Enseña, pues, fundado en la Escritura y en
la Tradición, que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Porque sólo Cristo es el mediador y el
camino de salvación, que se nos hace presente en su Cuerpo, que es la Iglesia, y Él, inculcando con palabras
concretas la necesidad del bautismo (cf. Mc 16,16; Jn 3,5), confirmó a un tiempo la necesidad de la Iglesia, en la
que los hombres entran por el bautismo como puerta (ianua) obligada. Por lo cual no podrían salvarse quienes,
sabiendo que la Iglesia católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, desdeñaran entrar o no quisieran
permanecer en ella. […] No se salva, sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando
en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia “en el cuerpo,” pero no “en el corazón.” (LG 14)
Algunos parecen estar dentro cuando en realidad están fuera, en tanto que otros parecen estar fuera cuando
en realidad están dentro. (San Agustín, De bapt. V, 37-38: MT 43,196) No desvincular bautismo de la fe y de la
vida. El bautismo es un programa de vida; no un hecho.
El bautismo, puerta de los sacramentos (ianua sacramentorum), cuya recepción de hecho o al menos de deseo
es necesaria para la salvación, por el cual los hombres son liberados de los pecados, reengendrados como hijos
de Dios e incorporados a la Iglesia, quedando configurados con Cristo por el carácter indeleble, se confiere
válidamente sólo mediante la ablución con agua verdadera acompañada de la debida forma verbal (CIC 849).
Dios conduce “por caminos que Él sabe.” (AG 7) “Lo realmente necesario para la salvación es la comunión con
el Dios trino, vivida en la práctica del amor al prójimo. Frente a esta verdad, el sacramento y la pertenencia a la
Iglesia sólo tienen una función mediadora.” (Nocke 877)
Dios “quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1Tm 2,4).
Cristo murió por todos y la vocación última del hombre es realmente una sola, es decir, la vocación divina. En
consecuencia, debemos mantener que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo
conocido sólo por Dios, se asocien a este misterio pascual (GS 22).
En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como
hace en el rito de las exequias por ellos (CEC 1261).
Aun considerando el Bautismo sacramental necesario en cuanto medio ordinario establecido por Jesucristo
para configurar consigo a los seres humanos, la Iglesia no ha enseñado nunca la «necesidad absoluta» del
Bautismo para la salvación; existen otras vías por las cuales se puede realizar la configuración con Cristo. (CTI,
La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo (2007), 66)
Existen tres bautismos: bautismo sacramental (fluminis), bautismo de deseo (votum) (implícito) (flaminis),
bautismo de sangre (sanguinis). No hay que oponerlas: “No son más que expresiones de las polaridades creativas
en el ámbito de la realización de la voluntad salvífica universal de Dios a favor de la humanidad, que incluye una
real posibilidad de salvación y un diálogo salvífico en libertad con la persona humana.” (CTI, La esperanza… 67)
9
FIC 535-537; LF 553-555; Nocke 876-877; Ponce 148-149.
10
Bernard SESBOÜÉ, SJ, “La pastoral del bautismo y el bautismo de los niños en la actualidad”, en Invitación a creer
121-127.
- Por ejemplo, si los padres no han enviado a sus hijos mayores a catequesis, tampoco habrá expectativa
que el niño va a ser educado en la propuesta de la fe. En estos casos, puede diferirse el bautismo de un
niño (CIC 868). Es difícil discernir estas condiciones, pero hay que evitar dos excesos:
o Una práctica laxa, sin estas condiciones
o Una practica elitista, basado en un rigor excesivo
CIC 867 §1: “Los padres tienen obligación de hacer que los hijos sean bautizados en las primeras semanas; cuanto
antes después del nacimiento, e incluso antes de él, acudan al párroco para pedir el sacramento para su hijo y
prepararse debidamente.”
- “Lo deseable es que la decisión se tome después de un diálogo serio con los padres.” (124) “En lugar de
insistirles a los padres sobre la obligación del bautismo, deberá establecer un diálogo con ellos para
ayudarles a asumir la responsabilidad que les corresponde en la educación de sus hijos en la fe.” (125)
CIC 868 §1. Para bautizar lícitamente a un niño, se requiere:
1. Que den su consentimiento los padres, o al menos uno de los dos, o quienes legítimamente hacen sus veces;
2. Que haya esperanza fundada de que el niño va a ser educado en la religión católica; si falta por completo esa
esperanza, debe diferirse el bautismo, según las disposiciones del derecho particular, haciendo saber la razón a
sus padres.
§2. El niño de padres católicos, e incluso de no católicos, en peligro de muerte, puede lícitamente ser bautizado,
aun contra la voluntad de sus padres.
- CDF, Instrucción Pastoralis actio (1980): “La Iglesia […] no acepta dar el sacramento sin el
consentimiento de los padres y la garantía seria de que el niño bautizado recibirá la educación católica.”
No se trata de negar el bautismo sino de aplazarlo, manteniendo el contacto con los padres hasta
obtener las garantías requeridas.
CIC 872 “En la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se la ha de dar un padrino, cuya función es
asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va
a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla
fielmente las obligaciones inherentes al mismo.”
Puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, los niños necesitan
también el nuevo nacimiento en el Bautismo (Trento, Decreto sobre el P.O.: DH 1514) para ser librados del poder
de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios (Col 1,12-14), a la que todos los
hombres están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el
bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios
si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento (cf. CIC 867; CCEO 686). (CEC 1250)
11
LgF 532-536; ST III q63; ARNAU 307-346; GRANADOS 233-260; SCHILLEBEECKX, Cristo, sacramento del encuentro con
Dios 174-211; RAHNER, La Iglesia y los sacramentos.
4.5. La confirmación
“El que te ha convertido en miembro de su Iglesia sin ti en el bautismo,
no te convertirá en apóstol de su Iglesia sin ti.” (Johann AUER)
La confirmación culmina los efectos del bautismo: por el bautismo se recibe una vida nueva; por la confirmación
esta vida se extiende, se despliegue en testimonio personal y responsable de vida cristiana.
“Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la
verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis
porque mora con vosotros y estará en vosotros.” (Jn 14,16-17)
“Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede
del Padre, él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo
desde el principio. (Jn 15,26-27)
La confirmación no es una simple bendición: es una consagración, una unción para una misión personal y
responsable. La confirmación consagra la edad adulta del cristiano, y con ello todas las vocaciones laicas,
religiosas y sacerdotales, porque tienen aquí su principio como testigos públicos de Cristo. Por esto es el obispo,
la plenitud del sacramento del orden, que consagra la plenitud de la vida cristiana. Por esto también imprime
carácter indeleble, porque está en línea de la consagración sacerdotal operada en el bautismo. (J. COLLANTES, 638)
¿Necesidad para la salvación?
Todos los sacramentos son de algún modo necesarios para la salvación, pero hay algunos sin los cuales esta
salvación no se puede conseguir, mientras que hay otros que concurren a la perfección de la misma. En este
sentido es necesaria para la salvación: aunque sin ella pueda obtenerse la salvación, no debe ser omitida, sin
embargo, por desprecio. (ST III q72 a1 ad3)
Omitirlo por desprecio sería un pecado grave dice el papa Martin V en 1418: DH 1259.
Los bautizados pueden, sin confirmación, alcanzar la vida eterna. (ELVIRA (305) y TRENTO (1546): DH 121, 1515)
La nueva concepción de la Iglesia misionera, del sacerdocio bautismal y del apostolado de los laicos, puestos de
relieve por el concilio Vaticano II, nos permiten saber que lo que aquí se halla en juego no es la necessitas medii
(problema de salvación personal), sino más bien la plenitud cristiana del individuo para su servicio a la Iglesia y
la propagación y consumación de la Iglesia para el servicio de los individuos. No se trata aquí de la necesidad
salvífica individual o de la obligatoriedad jurídica, sino más bien de la consumación histórico-salvífica de la
existencia cristiana de la Iglesia y de la consumación histórico-salvífica de la Iglesia mediante el influjo que irradia
toda existencia plenamente cristiana. No es la preocupación por la seguridad de la salvación propia (egoísmo
salvífico), sino más bien la preocupación por el Reino de Dios (Mt 6,33: buscad primero el reino de Dios y su
justicia) y la gratitud por la gracia de ser cristianos la conciencia de la grandeza de este sacramento. (J. AUER)
La confirmación no es la comunicación primera y fundamental del Espíritu Santo.
La gracia de Dios no es otra cosa sino Dios mismo, y su morar en el centro más íntimo del hombre depende única
y exclusivamente de la libre iniciativa de Dios. En la confirmación, el Espíritu Santo presente en el hombre mueve
al creyente en una determinada dirección para cumplir la voluntad de Dios.
La confirmación no es el sacramento específico del apostolado de los laicos.
La confirmación designa el inicio del ser cristiano ante la opinión pública del mundo y de la Iglesia como don y
tarea. Por consiguiente, es, junto con el bautismo, un sacramento fundamental para todos los estados y servicios
de la Iglesia.
La confirmación tiene una gran importancia como expresión sensible de la dependencia en que el hombre se
encuentra respecto del Espíritu Santo de Dios. (VORGRIMLER 171)
LEER: K. RAHNER, La Iglesia y los sacramentos, 97-99; G. FOUREZ, Sacramentos y vida del hombre, 107-118
¿Qué llama la atención? ¿Qué acentos ponen los autores para diferenciar el bautismo y la confirmación? ¿Cómo
definen la confirmación? ¿Cómo ayudan estos textos para entender/celebrar la confirmación, especialmente la
riqueza de la praxis católica?
4.5.1. Karl RAHNER, La Iglesia y los sacramentos, Herder, Barcelona 1964, 56-99 (extractos)
Toda teología [de los sacramentos] habla de una gracia común a todos los sacramentos, sin que por
ello se crea atentar contra la pluralidad de los sacramentos, y al mismo tiempo se entiende muy
plausiblemente la gracia específicamente sacramental que caracteriza y distingue a cada sacramento
particular, no como un aditamento exterior a la común gracia sacramental, sino como especificación
interna de una misma gracia sacramental, como una especie de disección impresa a la única vida de
gracia del Espíritu, que puede hacer que sus variadísimas energías vitales se actúen en las direcciones
más diversas. Si esto es exacto, entonces los diversos sacramentos se distinguen, no sólo por el rito
exterior, sino también por su efecto; sin embargo, esta diferencia en los efectos no es una diferencia
entre cosas heterogéneas, sino la diferencia que un mismo don – a saber, la gracia – tiene y puede
tener en el despliegue de su propia dinámica, de modo que aunque primariamente se haya dado en
una dirección determinada, con ella se comunican también virtualmente las posibilidades de las demás
direcciones de toda la dinámica vital de la única gracia. […] En este sentido es perfectamente posible
que por el bautismo – en cuanto distinto de la confirmación – uno quede ya incorporado a la Iglesia y
posea el Espíritu y que, sin embargo, la colación del Espíritu Santo, en cuanto se distingue del perdón
de los pecados, pueda ser representada y operada por un rito distinto. Y el hecho de ser la misma la
potencialidad de una misma gracia, no obstante las diversas direcciones de su actualización, no exige
que se suprima la dualidad de los sacramentos. (56-57)
Para que Cristo instituyera el sacramento de la confirmación, basta que quisiera que existiese
en la Iglesia una iniciación de índole tangible que confiriera a los hombres lo que es esencial para esta
Iglesia: la remisión de los pecados y la plenitud del Espíritu. Si la Iglesia de los apóstoles desdobla de
una vez para siempre esta única iniciación en dos actos que se suceden en el tiempo y como ritos,
entonces cada uno de estos actos participa del sentido y de la eficacia de una única iniciación y es, por
consiguiente, sacramento. Y así cada uno de estos sacramentos que surgen en la iniciación única,
puede decirse instituido por Cristo. (62-63)
Sólo cuando por fin la Iglesia, en Pentecostés, se experimente como la Iglesia del Espíritu,
carismáticamente colmada, prestará atención refleja a que el rito pleno de admisión de comprender
la purificación de la culpa y también la comunicación del Espíritu por la imposición de las manos:
entonces se verá explícitamente en la confirmación una realización fundamental de la Iglesia, que
expresa necesariamente su propio ser en la constitución del ciudadano pleno, es decir, un sacramento.
(86)
Tampoco en la confirmación es difícil descubrir un aspecto eclesiológico. Si reflexionamos
sobre la doctrina de los Hechos de los Apóstoles acerca de la confirmación, observamos sin dificultad
que el Espíritu que se confiere en la confirmación mediante la imposición de las manos se considera
siempre como un Espíritu que se manifiesta al exterior en forma carismática. Como ello no se
comprueba por el solo bautismo, se dice: todavía no han recibido el Espíritu Santo. El “Espíritu que no
se ha recibido” es el Espíritu cuyos potentes e impetuosos efectos no se han experimentado todavía.
En este sentido debe conferirse todavía el Espíritu. No es necesario que esto ocurra en la forma en que
hoy nos imaginamos los “carismas”: bajo un aspecto exteriormente sorprendente y maravilloso.
Vemos, en efecto, que san Pablo, en la primera epístola a los Corintios, incluye entre los carismas dones
y talentos muy corrientes, que el Espíritu otorga a diferentes cristianos y miembros de la Iglesia para
bien de la misma.
De lo que aquí se trata es de esto: la gracia de Cristo se mueve en dos direcciones. Es la gracia
de la muerte con Cristo, una gracia de la cruz y de la ruina del mundo, la gracia de ser sustraídos a la
era de la ley, de la muerte, del pecado y, con ello, de todos los fines intramundanos. Esto adquiere su
expresión en el bautismo en cuanto que es un perderse con Cristo en la muerte, lo cual sucede en el
bautismo por el hecho de ser representado en el signo. Pero la gracia de Cristo es al mismo tiempo
gracia de la encarnación, gracia de asunción del mundo para glorificarlo, gracia cuya victoria en el
mundo quiere hacerse patente, visible, es decir, en el restablecimiento de su salud, en su preservación,
en su redención de la nada y de la vanidad a que está sometido; por eso tal gracia es también gracia
de misión al mundo, de encargo en el mundo, de glorificación del mundo. Qué función de esta gracia
sea impartida a cada uno en forma más saliente y apremiante, como su encargo propio y especial, esto
lo determina Dios mediante su vocación y mediante su repartición de los carismas del Espíritu, que no
son otra cosa sino direcciones preferidas en las que se desenvuelve un mismo Espíritu, Espíritu que
todos reciben y con el que pueden y deben servir a todos, incluso a aquellos que parecen haber
recibido un don enteramente opuesto. Siendo esta segunda orientación de una misma gracia de Cristo,
de Cristo hecho carne, crucificado y resucitado, tan esencial como la primera que nos sume en la
muerte de Cristo, por eso debe también hallar su expresión en un rito sacramental especial, si bien en
cierto modo en este sacramento se trata sólo de que se manifieste y se haga históricamente visible la
misma gracia que en el bautismo, con la sola diferencia de “manifestarse” bajo otro aspecto (con lo
cual, ciertamente, como con toda manifestación sacramental, se profundiza y acrecienta). Este
segundo sacramento es la confirmación, la imposición de las manos para la recepción del Espíritu
carismático de la misión glorificadora del mundo mediante el cumplimiento del encargo que es propio
de la Iglesia en cuanto tal, dado que ésta, siendo la Iglesia santa, con la plenitud de su fuerza vital y de
su poder de glorificación, ha de ser en el mundo el testimonio dado por Dios de que él no deja al
conjunto de la creación mundana abandonado a la nada y al pecado, sino que la redime, la preserva y
la glorifica.
Cuando llamamos a la confirmación el sacramento de la robustez de la fe y de la profesión de
la fe ante el mundo, no debemos entender únicamente que el cristiano recibe en la confirmación la
gracia de “preservar” (de salvar a duras penas), por medio del Espíritu Santo, su fe en medio de un
mundo hostil a la misma, sino que se entiende esto en el sentido amplio y complexito que acabamos
de insinuar. En este sentido se debe entender también el apostolado, al que se envía al cristiano, hecho
ya “mayor” en la confirmación. No se trata tanto, en primera y última línea, de un apostolado de
defensa y de afirmación de la Iglesia misma, cuanto de un envío para la misma función que fue confiada
a la Iglesia, no para que ella misma se afirme ansiosamente y se salve, sino para que salve al mundo
por medio de sí. El encargo dado al cristiano con la confirmación es, por consiguiente, el encargo de
una misión apostólica al mismo mundo, como parte de la función y del encargo de la Iglesia de hacer
que el mundo retorne glorificado a la casa paterna, al reino de Dios que está por venir. No es tanto la
gracia de procurar su propia salud individual del alma, sino el don carismático (= provechoso para los
demás) de colaborar en la misión de la Iglesia con todos los dones que pueden servir a la salud de
todos. (97-99)
4.5.2. Gérard FOUREZ, “La toma de la palabra,” en Sacramentos y vida del hombre: Celebrar las
tensiones y los gozos de la existencia, Sal Terrae, Santander 1983, 107-118 (extractos)
La crisis del sacramento de la confirmación
Son muchos los que hoy día proponen retrasar el momento de la confirmación, porque piensan que
los jóvenes deben haber alcanzado una cierta madurez para comprometerse. La concepción popular
más frecuente y una cierta teología “vulgarizada” presentan la confirmación, efectivamente, como el
sacramento del compromiso, por el que uno se hace “soldado de Cristo”, promete vivir en adelante en
pro de la fe y de la Iglesia y renueva las promesas del bautismo. La mayor parte de las veces se vive
este sacramento como el rito de la integración plena en la Iglesia, considerada esta última como
comunidad establecida: en virtud del sacramento, el cristiano se hace miembro de pleno derecho de
la Iglesia y participa de su vida con mayor profundidad. El resultado de todo ello es que el discurso
acerca de la confirmación suele ser muy moralizante: especifica lo que la comunidad espera del
individuo, ahora que ya es miembro de ella de pleno derecho. De ahí la impresión de muchos jóvenes
(y menos jóvenes) de que este sacramento es una especie de “embargo” del confirmado por parte de
la Iglesia. Si el confirmado está dispuesto a embarcarse en la Iglesia, parece normal que se le confirme;
pero muchos añadirán, sin duda, que es demasiado joven para comprometerse de ese modo y se
preguntan, además, si es razonable adoptar un compromiso para toda la vida, siendo así que nadie
posee el futuro.
En suma, el rito y la preparación de la confirmación son muchas veces vistos como un intento
de “recuperación” de los jóvenes y de los nuevos miembros por parte de la institución. Semejante
visión del asunto me parece que constituye una perversión del sacramento, porque es difícilmente
compatible con la celebración de un “don gratuito” de Dios, dado que, lejos de desear “recuperar” a
los jóvenes o a los adultos, lo que Dios quiere para todos y cada uno es la libertad. (107-108)
Tensiones de cara al nuevo miembro
[…] Cuando se toma en serio el discurso teológico relativo al Espíritu, este mismo sacramento puede
ser el rito de la acogida del Espíritu, de quien no se sabe de dónde viene ni adónde va.
Desde sus orígenes, la Iglesia siempre se ha interrogado acerca de la actitud que habría que
adoptar frente a los recién llegados y acerca del modo de reconocer el Espíritu que éstos han recibido.
En efecto, ya en los primeros tiempos la adhesión de los paganos supuso una conmoción para la Iglesia,
inicialmente formada por judíos. […] “Los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron
atónitos al ver que el don del Espíritu había sido derramado también sobre los gentiles.” (Hch 10,45)
Una estupefacción parecida se apodera de muchos adultos frente a las nuevas generaciones: les
resulta difícil creer que también éstos han recibido el Espíritu. […] Sin embargo, la irrupción del Espíritu
es un acontecimiento que obliga a las comunidades a abrirse a ciertas actitudes que, de otro modo,
habrían rechazado; por lo general, son los neófitos – menos habituados a la rutina – quienes señalan
nuevos caminos en los que la Iglesia, a veces después de ciertas dudas, reconoce la marca del Espíritu.
(109-110)
Celebrar la palabra nueva en la comunidad
[…] Nadie sabe de dónde viene ni a dónde va este Espíritu, el cual sopla impetuosamente, con toda la
fogosidad de la juventud. Por eso tenemos necesidad de ritos y de fiestas para hacer frente a su
irrupción, para vivir a la vez su fuerza y su ternura. Semejante perspectiva es prácticamente lo opuesto
al “reclutamiento”: lo que está en juego es saber si la comunidad va a aceptar (y hasta qué punto va a
hacerlo) al nuevo miembro como a una persona a la que hay que escuchar, que tiene algo que decir,
en la que se expresa el Espíritu y que, finalmente, ha de seguir su propio camino. (111)
5. BIBLIOGRAFÍA