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DE SACRAMENTIS IN SPECIE: BAUTISMO Y CONFIRMACIÓN

El BAUTISMO por el que el hombre


recibe el Espíritu Santo y
se incorpora a Cristo y
a la Iglesia,
y la CONFIRMACIÓN
como plenitud del bautismo y gracia de la misión al mundo,
son sacramentos de INICIACIÓN cristiana con vistas a la Eucaristía y a la plena comunión.

Ambos sacramentos imprimen CARÁCTER,


por el cual los cristianos se configuran en Cristo, el Ungido,
y participan de su sacerdocio. (TESIS DE BACHILLER 26)1

1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA


1.1. Hch: un contexto narrativo 2
1.2. Teología paulina 4
1.3. El bautismo de Jesús 6
1.4. Teología joánica – La piscina de Bethesda (Jn 5,1-18) 8
2. LA INICIACIÓN CRISTIANA EN LA PATRÍSTICA
2.1. El baptisterio de Dura-Europos (siglo III) 10
2.2. Algunos textos prenicenos: Did VII; TA 15-21; 1Apol 61; Ireneo; Tertuliano 11
2.3. El rito bautismal en la patrística 16
2.4. El salmo 23 en clave sacramental 19
2.5. San Ambrosio, De sacramentis; De mysteriis – figuras veterotestamentarias 20
2.6. San Cirilo de Jerusalén, Myst 3, Sobre el crisma 22
2.7. La unción, configuración con Cristo sacerdote, rey, profeta 23
2.8. San Efrén de Nisibe, configuración con Cristo 25
2.9. La confirmación, sacramento distinto del bautismo 26
2.10. Controversias bautismales:
2.10.1. San Cipriano – San Esteban (siglo III) 27
2.10.2. San Agustín – donatistas y pelagianos (siglo V) 28
3. EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN EN LA EDAD MEDIA Y EN TRENTO
3.1. Teología escolástica: institución, materia, forma, ministro, efecto 29
3.2. El carácter sacramental 32
3.3. Concilio de Florencia, Decreto Pro Armeniis (1439): DH 1314-16; 1317-19 35
3.4. La Reforma 36
3.5. Concilio de Trento, Sesión VII (1547): DH 1614-27; 1628-30 37
4. LOS SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA HOY
4.1. Concilio Vaticano II 38
4.2. ¿Es el bautismo necesario para la salvación? 39
4.3. El bautismo de infantes 40
4.4. La reviviscencia sacramental y el carácter 41
4.5. La confirmación 43
4.5.1. K. Rahner 44
4.5.2. G. Fourez 46

5. BIBLIOGRAFÍA 48


1
¡Ojo! No es la misma tesis en la Lógica de la Fe (§37).

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1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA 2

1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA

1.1. Hch: un contexto narrativo


TEXTOS CLAVES: Hch 2,38 (Pentecostés); 8,16 (bautismo sin recibir el Espíritu); 8,38 (Felipe – eunuco);
9,18 (Pablo); 10,47 (Cornelio y su casa: Pentecostés de los gentiles); 16,15 (Filipos: Lidia y su casa);
16,33 (carcelero y su casa); 18,8 (Corinto: Crispo y su casa); 19,5 (Éfeso); 22,16 (Pablo)

4
Se llenaron todos de Espíritu Santo. […el discurso de Pedro citando a la profecía de Jl 3,1:
Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas…] 37Al
oír esto, dijeron con el corazón compungido a Pedro y a los demás apóstoles: “¿Qué hemos
de hacer, hermanos?” 38Pedro les contestó: “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga
bautizar en (epi) el nombre de Jesucristo, para perdón de vuestros pecados; y recibiréis el
don del Espíritu Santo; 39pues la Promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos
los que están lejos, para cuantos llame el Señor Dios nuestro.” 40Con otras muchas palabras
les conjuraba y les exhortaba: “Poneos a salva de esta generación perversa.” 41Así pues, los
que acogieron su palabra fueron bautizados. Y aquel día se les unieron unas tres mil personas.
42
Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción
del pan y en las oraciones. […] tenían todo en común (Hch 2,4.37-42.44).

Los que se habían dispersado fueron por todas partes anunciando la Buena Nueva de la
palabra. Felipe bajó a una ciudad de Samaría y les predicaba a Cristo. 6La gente escuchaba con
atención y con un mismo espíritu lo que decía Felipe, porque ellos oían y veían los signos que
realizaba; 7pues de muchos posesos salían los espíritus inmundos dando grandes voces, y
muchos paralíticos y cojos quedaron curados. 8Hubo una gran alegría en aquella ciudad. 9Sin
embargo, ya de tiempo atrás había en la ciudad un hombre llamado Simón que practicaba la
magia y tenía atónito al pueblo de Samaria y decía que él era alguien importante. 10Y todos,
desde el menor hasta el mayor, le prestaban atención y decían: “Éste es la Potencia de Dios
llamada la Grande.” 11Le prestaban atención porque les había tenido atónitos por mucho
tiempo con sus artes de magia. 12Pero cuando creyeron a Felipe que anunciaba la Buena
Nueva del Reino de Dios y el nombre de Jesucristo, empezaron a bautizarse hombres y
mujeres. 13Hasta el mismo Simón creyó y, una vez bautizado, no se apartaba de Felipe; y
estaba atónito al ver los signos y grandes milagros que se realizaban. Al enterarse los apóstoles
que estaban en Jerusalén de que Samaría había aceptado la palabra de Dios, les enviaron a
Pedro y a Juan. Éstos bajaron y oraron por ellos para que recibieron el Espíritu Santo; pues
todavía no había descendido sobre ninguno de ellos; únicamente habían sido bautizados en
(eis) el nombre del Señor Jesús. Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
18
Al ver Simón que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se daba el Espíritu,
les ofreció dinero diciendo: 19“Dadme a mí también ese poder: que reciba el Espíritu Santo
aquel a quien yo imponga las manos.” 20Pedro le contestó: “Que tu dinero sea para ti tu
perdición; pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero. 21En este asunto no
tienes tú parte ni herencia, pues tu corazón no es recto delante de Dios” (Hch 8,4-21).

Fue Ananías, entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: “Saúl, hermano, me ha enviado a
ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías, para que recobres la
vista y te llenes del Espíritu Santo.” Al instante cayeron de sus ojos unas como escamas, y
recobró la vista; se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas (Hch 9,17-
18).

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1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA 3

Estaba Pedro diciendo estas cosas cuando el Espíritu Santo cayó sobre todos los que
escuchaban la palabra. Y los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron atónitos
al ver que el don del Espíritu Santo había sido derramado también sobre los gentiles, pues les
oían hablar en lenguas y glorificar a Dios. Entonces Pedro dijo: “¿Acaso puede alguno negar el
agua del bautismo a éstos que han recibido el Espíritu Santo como nosotros?” Y mandó que
fueron bautizados en (en) el nombre de Jesucristo (Hch 10,44-47; cf. 11,15-16).

Ocurrió que mientras Apolo estaba en Corinto, Pablo atravesó las regiones altas y llegó a Éfeso
y encontró algunos discípulos; les preguntó: “¿Recibisteis Espíritu Santo cuando abrazasteis la
fe?” Ellos contestaron: “Pero si nosotros no hemos oído decir siquiera que haya Espíritu
Santo.” Él replicó: “¿Pues qué bautismo habéis recibido?” “El bautismo de Juan”,
respondieron. Pablo añadió: “Juan bautizó con un bautismo de conversión, diciendo al pueblo
que creyesen en él que había de venir después de él, o sea en Jesús.” Cuando oyeron esto, se
bautizaron en (eis) el nombre del Señor Jesús. Y, habiéndoles Pablo impuesto las manos,
vino sobre ellos el Espíritu Santo y se pusieron a hablar en lenguas y a profetizar. Eran en total
unos doce hombres (Hch 19,1-5).

CONCLUSIONES (Hch 2,38; 8,17; 9,17; 10,47; 16,15.33; 18,8; 19,5; 22,16)
1. contexto narrativo, en el cual el bautismo se da por hecho y con frecuencia como una
práctica común para incorporarse a Cristo + a su Iglesia
2. No es auto-administrado: Hch 2,38
3. ritual iniciático vinculado a la fe pero no se dice que es sacramento: kerygma -> fe ->
bautismo
4. bautismos individuales y de casas: distintos modos de acercarse a la fe e incorporarse
a la Iglesia
5. “en el nombre del Señor Jesús” (2,38; 8,16; 10,48; 19,5) = fórmula más antigua:
sumergirse en él (distinto del bautismo de Juan (19,3); después: trinitaria (Mt 28,19))
6. Espíritu Santo: don (2,4; 10,47); bautismo (2,38); imposición (8,17; 9,17; 19,6)
7. Dos campos simbólicos: agua (perdón de pecados) + Espíritu (divinización, don,
palabra)
8. doble signo: bautismo: conversión, metanoia (pasado), reservado a diakonoi (Felipe:
Hch 8,16) + imposición: para la misión (futuro), ‘reservado’ a los apóstoles: Hch 8,17
(= prueba escriturística para afirmar el obispo como ministro ordinario de la
confirmación: Inocencio I, Inocencio III, Florencia)

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1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA 4

1.2. Teología paulina


TEXTOS CLAVES: Rm 6; 1Co 1,13-14; 2Co 1,21-22; Ga 3,27; Ef 1,13; 4,5-30; Col 3,1-13; Tt 3,5
1
¿Qué diremos, pues? ¿Que debemos permanecer en el pecado para que la gracia se multiplique? ¡De
ningún modo! 2Los que hemos muerto al pecado ¿cómo seguir viviendo en él? 3¿O es que ignoráis que
cuantos fuimos bautizados en (eis) Cristo Jesús, fuimos bautizados en su muerte? 4Fuimos, pues, con
él sepultados por el bautismo en la muerte, a fin de que, al igual que Cristo resucitó de entre los
muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros vivamos una vida nueva. 5Porque si
nos hemos injertado en él por una muerte semejante a la suya, también lo estaremos por una
resurrección semejante; 6sabiendo que nuestro hombre viejo fue crucificado con él, a fin de que fuera
destruido el cuerpo del pecado. 7Pues el que está muerto, queda libre del pecado. 8Y si hemos muerto
con Cristo, creemos que también viviremos con él, 9sabiendo que Cristo, una vez resucitado de entre
los muertos, ya no muere más, y que la muerte no tiene ya señorío sobre él. 10Su muerte fue un morir
al pecado, de una vez para siempre; mas su vida, es un vivir para Dios. 11Así también vosotros,
consideraos como muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús. 12No reine, pues, el pecado en
vuestro cuerpo mortal de modo que obedezcáis a sus apetencias. 13Ni hagáis ya de vuestros miembros
instrumentos de injusticia al servicio del pecado; sino más bien ofreceos vosotros mismos a Dios como
muertos retornados a la vida; y vuestros miembros, como instrumentos de justicia al servicio de Dios.
14
Pues el pecado no dominará ya sobre vosotros, ya que no estáis bajo la ley sino bajo la gracia (Rm
6,1-14).

13 25
Pues todos nosotros, judíos y griegos, Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo
esclavos y libres, fuimos bautizados en (eis) amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella,
26
un solo Espíritu para que formásemos un para santificarla, purificándola mediante el
solo cuerpo, y a todos se nos dio a beber un baño del agua, en virtud de la palabra, 27y
solo Espíritu (1Co 12,13). presentársela resplandeciente a sí mismo, sin que
1 tenga mancha ni arruga ni cosa parecida, sino que
Nuestros padres estuvieron todos bajo la
sea santa e inmaculada (Ef 5,25-27).
nube; todos atravesaron el mar; 2 y todos, en
la nube y en el mar, fueron bautizados en Habéis sido lavados, habéis sido santificados,
(eis) Moisés (1Co 10,1-2). habéis sido justificados en el nombre del Señor
21 Jesucristo y en el Espíritu de nuestro Dios (1Co
Es Dios el que nos conforta juntamente
6,11).
con vosotros en Cristo y el que nos ungió, 22
11
y el que nos marcó con su sello (sphragis) y Revestíos de las armas de Dios para poder
nos dio en arras el Espíritu en nuestros resistir a las acechanzas del diablo. […] 14Poneos
corazones (2Co 1,21-22). en pie, ceñida vuestra cintura con la verdad y
4 revestidos de la justicia como coraza […] para dar
Cuando se manifestó la bondad de Dios
a conocer con valentía el misterio del Evangelio (Ef
nuestro Salvador y su amor a los hombres, 5
6,11-19).
Él nos salvó, no por obras de justicia que
23
hubiésemos hecho nosotros, sino según su Antes de que llegara la fe estábamos encerrados
misericordia, por medio del baño de bajo la vigilancia de la ley, en espera de la fe que
regeneración y de renovación del Espíritu debía manifestarse. 24De manera que la ley fue
Santo, 6 que derramó sobre nosotros con nuestro pedagogo hasta Cristo, para ser
largueza por medio de Jesucristo nuestro justificados por la fe. 25Mas, una vez llegada la fe,
Salvador, 7 para que, justificados por su ya no estamos bajo el pedagogo. 26Pues todos sois
gracia, fuésemos constituidos herederos en hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús. 27Los que os
esperanza de vida eterna (Tt 3,4-7). habéis bautizado en (eis) Cristo os habéis
revestido de Cristo: 28ya no hay judío ni griego; ni
esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Ga 3,23-28).

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1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA 5

CONCLUSIONES: CUATRO DIMENSIONES FUNDAMENTALES


1. CRISTOLÓGICO
• Nos sumergimos en la muerte de Cristo para renacer con Él. (cf. Dura: ‘tumba’) Nos
abandonamos como Cristo al Padre, Dios de vivos y muertos. (Rm 6,3)
• Recuperamos la desnudez de Adán; nos despojamos del hombre viejo para
revestirnos del nuevo Adán, Cristo. Tiene un correlato ético. (Ga 3,27)
• Pascua, paso con Cristo del reino de la sarx al reino del Espíritu. (tipo
veterotestamentario = paso del Mar Rojo (todos bautizados en (el nuevo) Moisés):
1Co 10,2)
• Conformación con Cristo: “Ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí” (Ga 2,20).
• Bautismo = “circuncisión de Cristo” (Col 2,11-13)

2. PNEUMATOLÓGICO
• Espíritu = primer don del bautismo = sphragis (sello; 2Co 1,21; Ef 1,13; 4,30): somos
marcados del Espíritu que nos capacita a decir “Padre” (Rm 8,15): filiación adoptiva.
Ser dóciles al Espíritu: dejarle hacer.

3. ECLESIOLÓGICO
• Somos constituidos en el Cuerpo de Cristo por el Espíritu que nos reúne y nos
reconcilia (Ef 4,4). Como el judío pertenece al pueblo por la circuncisión, también
nosotros pertenecemos al pueblo de Dios por la circuncisión del bautismo (Col 2,11-
13; Ef 2,11-22).
• Un nuevo Pueblo nace del Mar Rojo (1Co 10,2)
• Esponsal: por las aguas del bautismo, Cristo purifica a su esposa (Ef 5,27).

4. ESCATOLÓGICO
• La victoria sobre la muerte, que “ha perdido su aguijón” (1Co 15,55). Se asperja al
difunto con agua, para recordar esta victoria escatológica del bautismo (cf. Dura-
Europos: David-Goliat).
• Somos liberados y purificados del pecado.
• El Espíritu aporta las arras, la herencia escatológica (2Co 1,22).
• tiene su correlato ético: DON y TAREA (Rm 6,11: cf. Hch 2,38).

Quienes están vestidos de blancas vestiduras, son los que vienen de la gran tribulación. Han lavado
sus vestiduras y las han blanqueado en la sangre del Cordero. Y el que está sentado en el trono los
acogerá en su tienda; ya no tendrán hambre ni sed. Porque el Cordero que está en medio de ellos
será su Pastor y los conducirá a las fuentes de las aguas de la vida. (Ap 7,13-17; cf. Sal 23)
18
Pues también Cristo, para llevarnos a Dios, murió una sola vez por los pecados, el justo por los
injustos, muerto en la carne, vivificado en el espíritu. 19En el espíritu fue también a predicar a los
espíritus encarcelados, 20en otro tiempo incrédulos, cuando les esperaba la paciencia de Dios, en los
días en que Noé construía el arca, en la que unos pocos, es decir ocho personas, fueron salvados a
través del agua; 21a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en quitar la
suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la Resurrección de
Jesucristo, 22que, habiendo ido al cielo, está a la diestra de Dios, y le están sometidos los ángeles, las
dominaciones y las potestades. (1Pe 3,18-22; probablemente catequesis primitiva, tipos AT-NT)

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1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA 6

1.3. El bautismo de Jesús

- inminente juicio escatológico


Lustraciones judías (Lv 11- Bautismo de Juan
15)
Purificación basada en el “para la conversión y el perdón de los
contraste sagrado-profano pecados” (Mc 1,4)
auto-administradas Recibido (no sólo era signo de su propia
voluntad sino también de la singular
oportunidad ofrecida)
reiterables Irrepetible, aunque provisional: anuncia
un bautismo en Espíritu y fuego (Mc 1,8)
- ¿Por qué fue bautizado Jesús?
§ Razón escatológica: también Jesús se define por su espera del fin inminente
§ Razón antropológica: solidaridad con los pecadores (Mt 3,14-15) – es modelo
para el bautismo cristiano
§ Razón pneumatológica: es ungido por el Espíritu Santo para la misión
- ¿Bautizó Jesús mismo? Los exegetas no están de acuerdo.
§ NO: En los sinópticos, el Jesús histórico nunca bautiza ni da encargo a los
apóstoles de bautizar. Al enviar los discípulos, Jesús no les impone ningún tipo
de rito (Mt 10,8).
§ SÍ: “Jesús estaba con ellos y bautizaba.” (Jn 3,22) Pero esta afirmación es
matizada después: “aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus
discípulos.” (Jn 4,2) Se puede explicar en el sentido de que la comunidad
eclesial quería fundamentar su práctica bautismal en el Jesús histórico.
19
Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo, 20y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he
aquí que estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. (Mt 28,19-20)
15
Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. 16El que crea y sea
bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. 17Estos son los signos que acompañarán
a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
18
agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán
las manos sobre los enfermos y se pondrán bien. (Mc 16,15-18)

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1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA 7

Mc 1,1-12 Lc 3,1-4,18 se creía hijo de José, hijo de Elí, 24hijo de Juan, para ser bautizado por él. 14Pero
1 1
Comienzo del Evangelio de Jesucristo, En el año quince del imperio de Tiberio Matat, hijo de Leví, hijo de Melkí, hijo de Juan trataba de impedírselo diciendo:
Hijo de Dios. 2Conforme está escrito en César, […] fue dirigida la palabra de Dios a Janái, hijo de Amós, hijo de Naúm, hijo de “Soy yo el que necesita ser bautizado por
Isaías el profeta: Mira, envío mi Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. 3Y se Eslí, hijo de Nangái, […] 38hijo de Adán, ti, ¿y tú vienes a mí?” 15Jesús le respondió:
mensajero delante de ti, el que ha de fue por toda la región del Jordán hijo de Dios. 1Jesús, lleno de Espíritu “Déjame ahora, pues conviene que así
preparar tu camino. (Ml 3,1) 3Voz del que proclamando un bautismo de conversión Santo, regresó del Jordan y era conducido cumplamos toda justicia (dikaiosunèn).”
clama en el desierto: Preparad el camino para perdón de los pecados, 4como está en el Espíritu en el desierto, 2durante Entonces le dejó. 16Bautizado Jesús,
del Señor, enderezad sus sendas (Is 40,3), escrito en el libro de los oráculos del cuarenta días, tentado por el diablo inmediatamente subió (euthus anebè) del
4
apareció Juan bautizando en el desierto, profeta Isaías: Voz del que clama en el (diabolou). […] Si tu eres el Hijo de Dios… agua; y en esto se abrieron
proclamando un bautismo de conversión desierto: Preparad el camino del Señor, […] 14Jesús volvió (hupestrephen) a (èneóikhthèsan) los cielos y vio (eiden) al
para perdón de pecados. 5Y salía a él toda enderezad sus sendas […] 16b“Yo os Galilea en la fuerza del Espíritu (en tèi Espíritu de Dios que bajaba en forma de
la región de Judea y todos los de bautizo con agua; pero viene el que es dunamei tou pneumatos) y su fama se paloma y venía sobre él. 17Y una voz de los
Jerusalén, y eran bautizados por él en el más fuerte que yo, y no soy digno de extendió por toda la región. […] 18Espíritu cielos decía: “Este es mi Hijo amado, en
río Jordán, confesando sus pecados. 6Y desatarle la correa de sus sandalias. El os del Señor sobre mí, porque me ha ungido quien me complazco.” 1Entonces Jesús
Juan llevaba un vestido de piel de bautizará en Espíritu Santo y fuego. 17En para evangelizar (euaggelisasthai) a los fue llevado (anèkhthè) al desierto por el
camello; y se alimentaba de langostas y su mano tiene el bieldo para limpiar su pobres… (Is 61,1-2) Espíritu (hypo tou pneumatos) para ser
miel silvestre. 7Y proclamaba: “Detrás de era y recoger el trigo en su granero; pero tentado por el diablo (diabolou).
mí viene el que es más fuerte que yo; y no Mt 3,1-4,1
la paja la quemará con fuego 1
Por aquellos días aparece (paraginetai) Jn 1,29-34
soy digno de desatarle, inclinándome, la inextinguible.” 18Exhortando también con 29
Juan el Bautista, proclamando en el Al día siguiente ve a Jesús venir hacia él
correa de sus sandalias. 8Yo os he otras muchas cosas, evangelizaba al
desierto de Judea: 2“Convertíos porque y dice: “He ahí el Cordero de Dios, que
bautizado con agua, pero él os bautizará pueblo. 19Pero Herodes, el tetrarca,
ha llegado el Reino de los Cielos.” 3Este es quita el pecado del mundo. 30Este es por
con Espíritu Santo.” 9Y sucedió que por reprendido por él por el asunto de
aquél de quien habla el profeta Isaías quien yo dije: Detrás de mí viene un
aquellos días vino Jesús desde Nazaret de Herodías, la mujer de su hermano, y por
cuando dice: Voz del que clama en el hombre, que se ha puesto delante de mí,
Galilea, y fue bautizado por Juan en el todas las malas acciones que había hecho,
desierto: Preparad el camino del Señor, porque existía antes que yo. 31Y yo no le
Jordán. 10En cuanto salió del agua vio que 20
añadió a todas ellas la de encerrar a
enderezad sus sendas. […] 11“Yo os conocía, pero he venido a bautizar en
los cielos se rasgaban (skhizomenous) y Juan en la cárcel. 21Sucedió que cuando
bautizo en agua para conversión; pero agua para que él sea manifestado a
que el Espíritu, como paloma, bajaba a él. todo el pueblo estaba bautizándose,
11 aquel que viene detrás de mí es más Israel.” 32Y Juan dio testimonio diciendo:
Y una voz de los cielos: “Tú eres mi Hijo, bautizado también Jesús y puesto en
fuerte que yo, y no soy digno de llevarle “He visto al Espíritu que bajaba como una
el Amado, en ti me complazco.” (Is 42,1) oración (proseukhomenou), se abrió
12 las sandalias. El os bautizará en Espíritu paloma del cielo y se quedaba sobre él.
A continuación, el Espíritu le empuja (aneóikhthènai) el cielo, 22y bajó sobre él 33
Santo y fuego. 12En su mano tiene el Y yo no le conocía pero el que me envió
(ekballei) al desierto, 13y permaneció en el el Espíritu Santo en forma corporal, como
bieldo y va a limpiar su era: recogerá su a bautizar con agua, me dijo: "Aquel sobre
desierto cuarenta días, siendo tentado una paloma; y surgió una voz del cielo:
trigo en el granero, pero la paja la quien veas que baja el Espíritu y se queda
por Satanás. Estaba entre los animales del “Tú eres mi hijo; yo hoy te he
quemará con fuego inextinguible.” sobre él, ése es el que bautiza con Espíritu
campo y los ángeles le servían. engendrado.” (Sal 2,7) 23Tenía Jesús, al 13
Entonces aparece (paraginetai) Jesús, Santo." 34Y yo le he visto y doy testimonio
comenzar, unos treinta años, y era según de que éste es el Elegido de Dios.”
que viene de Galilea al Jordán donde

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1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA 8

1.4. Teología joánica – La piscina de Bethesda (Jn 5,1-18)2


BULTMANN: Jn = anti-sacramental (no narra la Cena)
CULLMANN: colección de catequesis sacramentales
JEREMIAS: disciplina del arcano
LATOURELLE: muy sacramental: Yo soy el Pan de vida; la Luz del mundo…

Jn 3,5: nacer de nuevo/arriba (anothên) del agua + del Espíritu (= la novedad)


Jn 4,14: tercer domingo de Cuaresma para los electi; Jesús inaugura un nuevo culto “en Espíritu y en
verdad”; “Créeme, mujer”: mujer, Iglesia, humanidad; sacramentum fidei; AGUA = VIDA: cf. Jn 7,37-
39: “Si alguno tiene sed, que venga a mí, y beberá el que cree en mí, como dice la Escritura: De su
seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu.”
Jn 5 (curación en Bethesda): también en catacumbas y Tertuliano; Jesús es el nuevo culto que lleva
el perdón de los pecados y en el que hay que sumergirse (bapto) como incorporación al misterio de
Cristo
Jn 9 (curación del ciego): insistencia en el nombre (= bautismo), nos bautizamos en el nombre de
Cristo, nombre que da identidad + photismos/iluminación con la luz de Cristo:
“5Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo.” 6Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la
saliva, y untó con el barro los ojos del ciego 7y le dijo: “Vete, lávate en la piscina de Siloé” (que quiere
decir Enviado). Él fue, se lavó y volvió ya viendo.” (Jn 9, 5-7) …Ese hombre que se llama Jesús… (11)
…Crees en el Hijo del hombre?... (35) …Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; pero, como decís: Vemos,
vuestro pecado permanece. (41)
- los evangelios contienen abundantes alusiones a los sacramentos, pues no son solamente
recuerdos del pasado salvador sino también expresan la vida de fe de la comunidad cristiana
- AT = sombra -> NT = imagen -> Igl = sacramento -> esc = realidad: eventos de Cristo = figuras
de la vida de la Iglesia
- Jn presenta simbolismo en tres planos: Éxodo -> Cristo -> Iglesia

- Piscina de Bethesda (Jn 5,1-18) [Tertuliano, Dídimo, Ambrosio, Sacr II,3-7; Myst 22-24 + uno
de los motivos más frecuentes en los baptisterios!! + en liturgia etíope y egipcia de la
consagración del agua bautismal + se leía durante la Octava de Pascua!!!]
o Lugar de curaciones milagrosas
§ para un solo individuo
§ periódicamente
§ por intervención de un ángel que bajaba (se lavaba) en el agua
o Con Jesús quedan abolidas estas condiciones: la salvación opera
§ para todos;
§ en todo momento;
§ sin intermediarios
o Hay algo más (semeion de una realidad invisible): no simplemente una curación del
cuerpo sino el perdón de los pecados. El sábado queda abolido porque Cristo es el
Señor del sábado.
o Jesús lo hace simplemente con la palabra: “Levántate, toma tu camilla y anda.” (Jn 5,8)
[Quizá por esta centralidad (efecto de la misma) está pintada esta escena en Dura, y
no la piscina misma, que figura en la piscina bautismal]
o El bautismo cristiano en piscinas de aguas vivas (la agitación por el ángel)


2
Cf. DANIÉLOU, “Cap. XIII, Las figuras neotestamentarias”, op. cit., 298s.

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1. EL BAUTISMO CRISTIANO EN LA SAGRADA ESCRITURA 9

Un ángel intervenía agitando la Piscina de Bethesda. Quienes se sentían aquejados por algún
mal estaban a la espera, porque el primero en descender se veía, después del baño, libre de
su dolencia. Esta forma de curación corporal preanunciaba la curación espiritual, según la ley
en virtud de la cual las cosas materiales preceden siempre a las espirituales. 6Porque la gracia
de Dios va progresando en la humanidad, el ángel y las aguas han recibido un poder mayor
(plus aquis et angelo accessit). Entonces sólo remediaban los males del cuerpo, ahora
remedian los del alma; entonces sólo operaban una salud temporal, ahora restauran la vida
eterna; entonces sólo libraban a una persona cada año, ahora cada día salvan a multitudes,
destruyendo la muerte por el perdón de los pecados. (Tertuliano, De bapt. V,5-6)3

- En ambos casos, se trata de una virtud comunicada a las aguas. Esta virtud es más grande con
el bautismo. Nota: para Tertuliano hay todavía un ángel del Señor operando en el bautismo =
rasgo típico de la teología bautismal de Tertuliano y Orígenes:

“Cuando te fue administrado el sacramento de la fe, allí estaban presentes las virtudes
celestes, los ministerios angélicos, la Iglesia de los primogénitos.” (HmJos IX,4) “Ven, oh ángel,
recibe por la palabra al que se ha convertido del antiguo error, de la doctrina de los dominios;
tómalo para concederle el bautismo del segundo nacimiento.” (HmEz I,7)
[el ángel parece administrador invisible del sacramento (lo que contrasta con Santo Tomás, ST
III q64,7: los ángeles no pueden ser ministros del sacramento porque la virtud de los
sacramentos deriva de la Pasión de Cristo, quien era hombre, no ángel; no obstante, Dios no
ha vinculado su poder a la Iglesia de tal manera de no concedérsele también a los ángeles)]
También el Pastor de Hermas alude a un ángel encargado del bautismo. En este tiempo, los
cristianos asignaban a los ángeles muchas tareas que los paganos confiaban a los dioses. Este
ángel es el precursor del Espíritu Santo, como Juan Bautista de Cristo.

En el plano visible, la piscina engendra nuestro cuerpo visible por el ministerio de los
sacerdotes; en el plano invisible, el Espíritu de Dios regenera a la vez nuestro cuerpo y nuestra
alma con asistencia de los ángeles. (Dídimo el Ciego, De Trin (PG 39, 672C)
- La asistencia de los ángeles muestra el carácter oficial de las acciones litúrgicas. Hay un
paralelismo con la presencia de los ángeles y la entrada del alma en el cielo.
- La mención del ángel de Tertuliano sigue una tradición, pero Tertuliano le da un sentido
propio: el ángel es el precursor del Espíritu Santo, quien está relacionado con la unción:
No es en el agua donde recibimos el Espíritu Santo, sino que, purificados en el agua por un
ángel, quedamos preparados para el Espíritu Santo. Y también aquí la figura precedió a la
realidad: Juan fue el precursor del Señor, el que preparó sus caminos; así el ángel agente
(arbitrer) del bautismo prepara los caminos al Espíritu, que vendrá, por la purificación de los
pecados obtenida por la fe en cuanto sellada en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu
Santo. (De bapt, VI,1)
- El bautismo como preparación para recibir el Espíritu Santo, lo enseña también Cipriano (Ep
73,9), refiriéndose a Hch 8,1-17 los samaritanos son bautizados antes de recibir el Espíritu
Santo. Primero hay que nacer: primero Dios plasmó a Adán y luego sopló (Gn 2,7) (Ep 74,7).
- Optato de Milevi (+392) preguntará a los donatistas: “¿Acaso tenéis vosotros un ángel que
agite las aguas?” (Contra Parmenianum II,16)
- Para Ambrosio, el ángel era figura de Cristo (Sacr II,3-7) y del Espíritu Santo (Myst 22-24).


3
El testimonio de Tertuliano es importante para la autenticidad de la mención del ángel, omitido en muchos
manuscritos, por lo extraño de un ángel lavándose en agua.

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2.1. EL BAPTISTERIO DE DURA-EUROPOS (SIGLO III) 10

2. LA INICIACIÓN CRISTIANA EN LA PATRÍSTICA

2.1. El baptisterio de Dura-Europos (siglo III)


AGUA = PROTOSÍMBOLO, arquetipo universal (mitos, Enuma Elish, hinduismo, ritos de Mitra, Cibeles…)
• VIDA: purifica, limpia, fecunda, alivia
• MUERTE: mar, diluvio, inundaciones, sin límites, desconocido (miedo), estancado

“Y lo mismo que el que se mueve en la noche, (Mt 3,11).” (SAN JUAN CRISÓSTOMO, Cat VII, 4) (cf.
no ve, mientras que quien camina de día se Cat VIII, 17-21 sobre el resplandor de las
mueve en la luz, así durante la inmersión no vestiduras)
veíais nada, como en la noche, mientras que al
“Imitamos a Pedro y Juan: vamos a toda prisa
salir os encontrabais como a la luz del día. Y en
al bautismo como ellos al sepulcro y a la
el mismo instante moristeis y volvisteis a nacer;
resurrección” (San GREGORIO NACIANCENO,
y aquella agua de salvación fue para vosotros
Discurso 40, 25).
sepultura y seno materno.” (SAN CIRILO DE
JERUSALÉN, Myst II, 4) “Entrado, pues, para pelear contra tu
adversario, a quien pensaste que tenías que
“¡Bendito sea Dios! Ved que también de la
renunciar cara a cara, te vuelves hacia el
tierra nacen estrellas, estrellas más rutilantes
Oriente, porque quien renuncia al diablo se
que las del cielo. Estrellas sobre la tierra, por
vuelve hacia Cristo y lo mira directamente al
causa de aquel que apareció sobre la tierra
rostro” (SAN AMBROSIO, Myst 7).
venido del cielo. Pero no sólo estrellas sobre la
tierra, sino también estrellas en pleno día. “Se te exhorta a mantener también con el
¡Segundo prodigio éste! ¡Estrellas en pleno día diablo esa concordia que proviene del pacto de
más rutilantes que las nocturnas! Éstas, la fe, pues pactaste que renunciabas a él, a su
efectivamente, se ocultan cuando aparece el pompa y a sus ángeles. Hubo acuerdo entre
sol, aquéllas, en cambio, cuando aparece el sol vosotros acerca de esto. Esta ‘amistad’ se
de justicia resplandecen aún más.” (SAN JUAN mantendrá si cumples lo prometido: así que no
CRISÓSTOMO, Cat VII, 1) vuelvas a tomar después algo suyo de entre las
cosas a las que renunciaste y le devolviste, para
“De fuego es la naturaleza de aquellas estrellas;
que no te lleve ante Dios juez como tramposo,
de fuego es también la substancia de estas
como transgresor del pacto.” (TERTULIANO, De
otras. Pero allí se trata de un fuego sensible;
anima 35,3) La muerte al pecado: “en imagen
aquí, de un fuego inteligible: Él mismo os
morimos en el bautismo” (Res 47,12); bautismo
bautizará – dice – con Espíritu Santo y fuego
= symbolum mortis (Paen. 6,12)

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2.2. ALGUNOS TEXTOS PRENICENOS 11

2.2. Algunos textos prenicenos: Did VII; TA 15-21; 1Apol 61; Ireneo; Tertuliano

a. Didaché tôn dôdeka apostolôn (Doctrina de los Doce Apóstoles, siglo II)

- el escrito cristiano no canónico más antiguo, incluso antes de algunos escritos del NT
- pequeña obra en 16 capítulos
- el Didajista recopiló escritos previos (no es un solo autor, ni es un escrito homogéneo)
- 4 partes o unidades literarias:
o I-VI. Los Dos Caminos: catequesis moral (prebautismal? Audet piensa que no, y que la frase que
empalma las dos secciones era de un interpolador buscando unión de las dos secciones) (cf. Dt
30: vida/muerte; también en el Pastor de Hermas, Doctrina apostolorum, Didascalia
apostolorum, Epístola de Bernabé, etc.)
o VII-X. Sección litúrgica: bautismo, ayuno, oración, eucaristía
o XI-XV. Sección disciplinar: comunidades cristianas (estructura, ministerios)
o XVI. Conclusión escatológica

VII. 1. En cuanto al bautismo, bautizad de esta manera: Después de haber dicho previamente todas
estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en agua viva. 2. Si no tienes
agua viva, bautiza con otra agua. Si no puedes con agua fría, con agua caliente. 3. Y si no tienes ninguna
de las dos, derrama tres veces agua en la cabeza en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo. 4. Antes del bautismo ayune el que bautiza y el que va a ser bautizado, así como algunos otros
que puedan. Pero ordena que el que va a recibir el bautismo ayune uno o dos días antes.
b. La Tradición Apostólica (atribuida a san Hipólito de Roma (siglo III))
Original griego perdido, sólo se conserva traducciones (latín, copto, siriaco, árabe, etíope). Tres partes:
I.Cap. 1-14: La constitución de la Iglesia: obispos, sacerdotes, diáconos, confesores, viudas, lectores…
II.Cap. 15-21: Ritos de iniciación
III.Cap. 22-42: Usos de la comunidad: comidas, ayunos, oraciones

15. Los que se presentan por primera vez a escuchar la palabra, serán conducidos ante los doctores antes que
acuda el pueblo. Serán interrogados acerca de las razones que los condujeron a la fe y quienes los trajeron darán
testimonio respecto de su capacidad para escuchar la palabra. Se les preguntará sobre su estado de vida: […] Si
un hombre tuviera mujer o una mujer marido, se les enseñará a contentarse, al marido con su mujer y a la mujer
con su marido. […] Si alguien estuviera poseído por el demonio, no escuchará la palabra de la enseñanza hasta
no estar purificado.
16. Se hará una encuesta a fin de conocer cuáles son los oficios y profesiones de aquellos que fueron traídos
para su instrucción. Si alguno tuviera una casa de prostitución, cesará o será rechazado. Si alguno fuera escultor
o pintor, se les enseñará a no fabricar ídolos: […] Si hemos omitido algo, las profesiones mismas os instruirán, ya
que todos tenemos el Espíritu de Dios.
17. Los catecúmenos serán instruidos oralmente durante tres años. Pero, si alguno fuera celoso y aplicado en el
cumplimiento de sus obligaciones, no se juzgará el tiempo, sino solamente su conducta.
18. Cuando el doctor concluye la catequesis, los catecúmenos orarán separados de los fieles laicos. […]
19. Cuando el doctor, después de la plegaria, imponga la mano sobre los catecúmenos, orará y los aceptará.
Aquél que enseñe, sea clérigo o laico, siga siempre esta norma. Si un catecúmeno es arrestado en nombre del
Señor, torturado o muerto antes de que sus pecados hayan sido perdonados, que no tema ni se inquiete. El será
ampliamente justificado, ya que recibió el bautismo con su propia sangre.
20. Cuando se elige a los que van a recibir el bautismo, se examina su vida: ¿Vivieron honestamente mientras
eran catecúmenos? ¿Honraron a las viudas? ¿Visitaron a los enfermos? ¿Hicieron todo tipo de buenas obras? Si
los que los presentaron dan testimonio de que cada uno actuó de este modo, ellos escucharán la palabra del
Evangelio. A partir del momento en que fueron elegidos, se les impondrá la mano todos los días exorcizándolos.
Cuando se aproxime el día en que serán bautizados, el obispo exorcizará a cada uno de ellos para saber si es
puro. Al que no es bueno ni casto, se lo alejará: puesto que no escucharon la palabra con fe es imposible que el
Extranjero se oculte siempre.

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2.2. ALGUNOS TEXTOS PRENICENOS 12

El día jueves se advertirá a los que serán bautizados que deben lavarse y bañarse. Si una mujer está indispuesta,
se la eximirá y recibirá el bautismo otro día. El viernes ayunarán. El sábado, el obispo reunirá a todos los que
recibirán el bautismo y les ordenará ponerse de rodillas y orar. Imponiéndoles la mano, impetrará para que todo
espíritu maléfico los abandone y no retorne más a ellos. Cuando haya terminado de exorcizarlos, el obispo
soplará sobre sus rostros y, después de haberlos señalado la frente, las orejas y la nariz, los hará ponerse de pie.
Pasarán toda la noche en vigilia; se les harán lecturas y se los instruirá. Los que serán bautizados no llevarán
consigo cosa alguna, excepto lo que cada cual aporte para la eucaristía. […]
21. En el momento en que el gallo cante, se orará primero sobre el agua. Esta será, siempre, el agua que corre
en la fuente o la que baja de lo alto. Pero si hubiera una necesidad permanente y urgente, se utilizará aquella
que se encuentre. Una vez desvestidos se bautizará en primer lugar a los niños. Todos los que pueden hablar
por ellos mismos hablarán. En cuanto a los que no puedan hacerlo, sus padres, o alguien de su familia, lo hará
por ellos. Se bautizará a continuación a los hombres. Finalmente, se lo hará con las mujeres después que
hubieran desatado sus cabellos y dejado sus joyas de oro, pues nadie llevará consigo un objeto extraño al
introducirse en el agua.
En el momento fijado para el bautismo, el obispo dará las gracias sobre el aceite que colocará en un
vaso: al cual se lo denomina aceite de acción de gracias. Tomará luego otro aceite el cual exorcizará: a este se le
llama aceite de exorcismo. Un diácono tomará el aceite del exorcismo y se situará a la izquierda del sacerdote;
otro diácono tomará el aceite de acción de gracias y se situará a la derecha del sacerdote. Este, dirigiéndose a
cada uno de los que reciben el bautismo, les ordenará renunciar diciendo: “Yo renuncio a ti, Satán, y a toda tu
pompa y a todas tus obras.” Después que cada uno hubiera renunciado, el sacerdote lo ungirá con el aceite
diciendo: “Que todo espíritu malvado se aleje de ti.”
De esta manera lo confiará desnudo al obispo o al sacerdote que, a fin de bautizarlo, se encuentra cerca
del agua. Un diácono lo acompañará. Cuando aquél que será bautizado hubiera descendido al agua, el que lo
bautiza, imponiéndole la mano, preguntará: “¿Crees tú en Dios Padre Todopoderoso?” Y él responderá: “Yo
creo.” Seguidamente, teniendo la mano puesta sobre su cabeza lo hará por primera vez.
A continuación, dirá: “¿Crees tú en Jesucristo, Hijo de Dios, que nació por el Espíritu Santo de la Virgen
María, que fue crucificado bajo Poncio Pilato, que murió y al tercer día resucitó de entre los muertos; que subió
a los cielos y está sentado a la diestra del Padre; que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos?” Y cuando él
haya dicho: “Yo creo,” será bautizado por segunda vez.
Se le preguntará a continuación: “¿Crees en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia?” Y el responderá: “Yo
creo,” y así será bautizado por tercera vez.
Será luego ungido con el aceite de la acción de gracias por el sacerdote, quien pronunciará estas
palabras: “Yo te unjo con el santo aceite en nombre de Jesucristo.”
Después, una vez que se hubiera secado, cada uno se vestirá y entrará en la iglesia. El obispo imponiéndole la
mano pronunciará la invocación: “Señor Dios, tú que los tornaste dignos de obtener la remisión de los pecados
por el baño de la regeneración, hazlos merecedores de llenarse del Espíritu Santo y envía sobre ellos tu gracia, a
fin de que te sirvan cumpliendo tu voluntad; ya que para ti es la gloria, Padre e Hijo con el Espíritu Santo, en la
santa Iglesia, ahora y por los siglos de los siglos. Amén.”
Luego, expandiendo el aceite de acción de gracias en su mano, y posando sobre su cabeza, dirá: “Yo te
unjo con el santo aceite en Dios Padre todopoderoso, en Cristo Jesús y en el Espíritu Santo.”
Y, después de haberle persignado la frente, le dará el beso y dirá: “El Señor contigo.” Y el que fue
persignado responderá: “Y con tu espíritu.” El hará lo mismo con cada uno. Luego orarán todos juntos haciendo
participar también al pueblo. Y cuando hubieran terminado su oración se darán el beso de la paz.
Entonces será presentada la oblación al obispo y él dará gracias, sobre el pan porque es el símbolo (exemplum)
del cuerpo de Cristo; sobre el cáliz de vino mezclado, porque es la imagen (antitypum) de la sangre que se
derramó por todos los que creen en él; sobre la leche y la miel mezcladas, indicando la promesa hecha a nuestros
padres al hablarles de la tierra donde abundan la leche y la miel, por cuyo cumplimiento Cristo dio su carne, de
la cual, como pequeños niños, se alimentan los creyentes; sobre el agua presentada en ofrenda para significar el
baño, a fin de que el alma del hombre obtenga los mismos efectos que el cuerpo.
Todas estas cosas el obispo las explicará a los que reciben la comunión. Cuando parte el pan, al presentar
cada trozo, dirá: “El pan del cielo en Cristo Jesús” y el que recibe responderá: “Amén.”
Si los sacerdotes no son suficientes, los diáconos ayudarán sosteniendo los cálices y manteniéndose en
perfecto orden: en primer lugar, el que tiene el agua, luego el que tiene la leche. Y después, el que tiene el vino.
Los que reciban la comunión gustarán de cada uno de los cálices.

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2.2. ALGUNOS TEXTOS PRENICENOS 13

Con el primer cáliz, el que lo ofrece dirá: “En Dios todopoderoso,” y el que lo recibe responderá: “Amén.” Con el
segundo cáliz, el que lo ofrece dirá: “Y en el Señor Jesucristo,” el que lo recibe responderá: “Amén.” Con el tercer
cáliz, el que lo ofrece dirá: “Y en el Espíritu Santo y la Santa Iglesia,” y el que lo recibe: “Amén.” Todo esto se
repetirá con cada uno de los comulgantes y, al terminar este Oficio, cada uno se aplicará a realizar buenas obras,
a agradar a Dios, a conducirse bien, a ser celoso custodio de la Iglesia, practicando lo que aprendió y progresando
en la piedad.
Nosotros os hemos transmitido estas breves nociones sobre el Santo Bautismo y la Santa Oblación, y ya
habéis sido instruidos en temas relativos a la resurrección de la carne y otras enseñanzas según lo que está
escrito. Pero si es necesario recordar alguna otra cosa, el obispo lo dirá bajo el secreto a los que recibieron la
eucaristía. Los infieles no deben tener conocimiento de todo esto. Sólo podrán tenerlo después de recibir la
Eucaristía. Esta es la piedra blanca de la que Juan dijo: Un nombre nuevo está escrito allí, que nadie lo conozca a
excepción de aquél que recibirá la piedra (Ap 2,7).

c. Carta de Bernabé
Respecto al agua, está escrito, refiriéndose a Israel, que los judíos no recibían bautismo que procura la
remisión de los pecados (Bern 11,1).
Al renovarnos mediante la remisión de los pecados, el Señor nos ha moldeado, hasta el punto de que
tenemos alma de niños pequeños, como si él nos hubiese creado de nuevo, pues es de nosotros de
quien habla la Escritura cuando dice a su Hijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza (Gn
1,26) (Bern 6,8).
Esta tierra es Cristo, el nuevo Adán, a quien el bautizado recibe en la comunión pascual, pan y vino,
con la leche y la miel mezcladas (Bern 6,9).
d. San Justino mártir
1Apol 61,1. Vamos a explicar ahora de qué modo, después de renovados (re-creados) por Jesucristo,
nos hemos consagrado a Dios. […] 2. Cuantos se convencen y tienen fe de que son verdaderas estas
cosas que nosotros enseñamos y decimos, y prometen poder vivir conforme a ellas, se les instruye
ante todo para que oren y pidan, con ayuno, perdón a Dios de sus pecados anteriormente cometidos,
y nosotros oramos y ayunamos juntamente con ellos. 3. Luego los conducimos al sitio donde hay agua,
y por el mismo modo de regeneración con que nosotros fuimos también regenerados, son
regenerados ellos, pues entonces toman en el agua el baño en el nombre de Dios, Padre y Soberano
del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo y del Espíritu Santo. 4. Y es así como Cristo dijo: Si no
volviereis a nacer, no entraréis en el reino de los cielos (Jn 3,3) (1Apol 61,1-4).
[5-9 cita Is 1,16-20: Lavaos, volveos limpios, quitad las maldades de vuestras almas, aprended a hacer
el bien…]
10. Puesto que de nuestro primer nacimiento no tuvimos conciencia, engendrados que fuimos por
necesidad de un germen húmedo por la mutua unión de nuestros padres y nos criamos en costumbres
malas y en conducta perversa; ahora, para que no sigamos siendo hijos de la necesidad y de la
ignorancia, sino de la libertad y del conocimiento, y alcancemos juntamente perdón de nuestros
anteriores pecados, se pronuncia en el agua sobre el que ha determinado regenerarse y se arrepiente
de sus pecados el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo. […] 12. Este baño se llama
iluminación (photismos), para dar a entender que son iluminados los que aprenden estas cosas. 13. Y
el iluminado se lava también en el nombre de Jesucristo, que fue crucificado bajo Poncio Pilato, y en
el nombre del Espíritu Santo, que por los profetas nos anunció de antemano todo lo referente a Jesús
(1Apol 61,10-13).
1Apol 65, 1. Después de así lavado el que ha creído y se ha adherido a nosotros, le llevamos a los que
se llaman hermanos, allí donde están reunidos, con el fin de elevar fervorosamente oraciones en
común.

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2.2. ALGUNOS TEXTOS PRENICENOS 14

e. San Ireneo de Lyón


En primer lugar la fe nos invita insistentemente a rememorar que hemos recibido el bautismo para el
perdón de los pecados en el nombre de Dios Padre y en el nombre de Jesucristo, Hijo de Dios
encarnado, muerto y resucitado, y en el Espíritu Santo de Dios; que el bautismo es el sello (sphragis)
de la vida eterna, el nuevo nacimiento en Dios, de tal modo que no seamos ya más hijos de los hombres
mortales, sino de Dios eterno e indefectible (Dem 3).
Aquellos que son bautizados reciben el Espíritu de Dios, que habita en ellos (Dem 7).
Cuando el Espíritu de Dios mezclado al alma se une a la carne, entonces, a causa de la efusión del
Espíritu, el hombre llega a ser espiritual y perfecto. Y entonces es a imagen y semejanza de Dios (AH V
6,1).
En efecto, tal es el estado de los creyentes por el hecho de que en ellos mora constantemente el
Espíritu Santo, que ha sido dado por él en el bautismo y que es guardado por quien lo recibe, a
condición de vivir en la verdad, la santidad, la justicia y la paciencia, pues la resurrección es también
obra del Espíritu Santo, ya que el cuerpo recibe de nuevo el alma, y, con ella, por la fuerza del Espíritu
Santo, resucita y es introducido en el reino de Dios (Dem 42).
No es que el Cristo descendiera entonces sobre Jesús, ni tampoco uno es el Cristo y otro Jesús, sino
que el Verbo de Dios, el Salvador de todos y el Señor del cielo y de la tierra, es Jesús –como ya antes
lo hemos demostrado– asumió la carne y fue ungido con el Espíritu por el Padre y se convirtió en
Jesucristo. […] El Espíritu de Dios descendió sobre él que por los profetas había prometido que lo
ungiría, a fin de que nosotros, recibiendo de la abundancia de su unción, consigamos la salvación (AH
III 9,3).
El Señor prometió por los profetas difundir su Espíritu en los últimos tiempos sobre sus siervos y sus
siervas para que éstos también profeticen (Jl 3,1-2; Hch 2,17-18). Por esto descendió sobre el Hijo de
Dios, hecho Hijo del Hombre, habituándose con él a habitar en el género humano y a reposar sobre
los hombres y a permanecer en la criatura de Dios, cumpliendo en ellos la voluntad del Padre y
renovándolos de la vetustez en la novedad de Cristo. Por eso el Señor prometió también enviar el
Paráclito para adaptarnos a Dios. Del mismo modo que la harina seca no puede formar una sola pasta
sin humedad ni un solo pan, también sin el agua que viene del cielo. Ésta recibió el Señor como un don
del Padre y él mismo la distribuyó a los que participan en él, enviando el Espíritu Santo al mundo entero
(AH III 17,1-2).
Ofrécele un corazón blando y moldeable y conserva la figura con la que te modeló el Artífice,
guardando en ti mismo la humedad, no sea que, endurecido, dejes que se desvanezcan las huellas de
sus dedos. Pues por la habilidad de Dios queda escondido lo que hay de ti en el barro (AH IV 39,2).
Guardamos celosamente la fe recibida de la Iglesia, la misma que, como un depósito de grandísimo
valor colocado en un buen recipiente, rejuvenece siempre bajo la acción del Espíritu de Dios y hace
rejuvenecer incluso al mismo vaso en que se halla depositada. A la Iglesia se ha confiado este don de
Dios (Jn 4,10) como el aliento de vida a la obra modelada (Gn 2,7), a fin de que tengan vida todos los
miembros que lo reciben. Y en él está depositada la comunión con Cristo, es decir, el Espíritu Santo,
garantía de incorrupción (Ef 1,14; 2Co 1,22), confirmación de nuestra fe (Col 2,7) y escala de subida a
Dios (Gn 28,12) (AH III 24, 1).
En el tiempo presente recibimos sólo una parte de su Espíritu, para ir perfeccionándonos y
adaptándonos de antemano a la incorrupción, acostumbrándonos paulatinamente a alcanzar a Dios
y a llevarlo. Esto es lo que el apóstol llamó arras, es decir, sólo una parte de ese honor que Dios nos
prometió (AH V 8,1).

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2.2. ALGUNOS TEXTOS PRENICENOS 15

f. Tertuliano, De baptismo (año 200)


§ Introducción (I) Motivos del tratado
§ 1. (II-V) Defensa del bautismo
• II. Típico de las obras divinas: simples medios – resultados grandiosos
• III. Valor del agua
• IV. Agua habitada por la ruah divina
• V. Agua del demonio entre los paganos, de Dios en el bautismo
§ 2. (VI-IX) Rito bautismal
• VI. Baño en nombre de la Trinidad
• VII. Unción posbautismal
• VIII. Imposición de las manos
• IX. Conclusión: figuras bíblicas (PT+NT) del agua
§ 3. (X-XII) Bautismo de Juan
• X. Eficacia
• XI. Si Cristo y los apóstoles bautizaron
• XII. Si los apóstoles fueron bautizados
§ 4. (XIII-XVI) Cuestiones teológicas
• XIII-XIV. Dos alternativas: ¿fe y/o bautismo? Necesidad del bautismo
• XV. Validez del bautismo por herejes
• XVI. Bautismo del martirio
§ 5. (XVII-XX) Cuestiones disciplinares
• XVII. Quien tiene derecho a bautizar
• XVIII. Quien puede ser bautizado
• XIX. El mejor tiempo para el bautismo
• XX. Cómo prepararse al bautismo
I.1. No será inútil este escrito sobre el sacramento de nuestra agua (sacramento aquae nostrae) –por la que,
lavados los pecados de la ceguera anterior, somos liberados para la vida eterna– […] 3. Pero nosotros – pececillos
según el modelo de Jesucristo, nuestro pez (ichtus) – nacemos en el agua y de ningún otro modo nos salvamos
sino permaneciendo en ella. […]
II.1. (…) No hay nada que desconcierte tanto al espíritu humano como la simplicidad de las obras divinas que
aparece en la acción (in actu) y la grandiosidad que se promete en los resultados (in effectu). […] 2. ¿Porque es
asombroso, por eso no es creído? Al contrario, por eso ha de ser más creído.
III.5. Incluso la tarea de modelar al hombre mismo ¿no fue llevada a cabo, ciertamente, con la participación de
las aguas? La materia fue tomada de la tierra, pero no habría sido manejable de no ser una tierra húmeda y
blanda (…).
IV.4. Por tanto, todas las aguas, en virtud de una antigua prerrogativa que deriva del origen, logran ser, una vez
invocado Dios sobre ellas, el sacramento de la santificación: pues inmediatamente sobreviene desde los cielos
el Espíritu y se posa sobre las aguas, santificándolas en virtud de su propia presencia, y, así santificadas, quedan
empapadas del poder de santificar.
[A aquellos gnósticos que niegan la necesidad del sacramentum aquae porque también a Abrahán le bastó el
sacramentum fidei, Tertuliano responde que una fe desnuda era suficiente antes de la resurrección de Cristo.
Ahora, el sacramento de la fe “se ha ampliado a su nacimiento, pasión y resurrección”, por lo cual se le añadió
un vestimentum quodammodo fidei, o sea, el obsignatio baptismi (sellado del bautismo). Ya no hay fe desnuda
sino fe sellada por el bautismo, que es su ley según Mt 18,29 y Jn 3,5. Incluso Pablo fue bautizado (Bapt XIII,1-4).
En todo caso, primera es la predicación y sólo después el bautismo (XIV).
XV.3. Una sola vez entramos en el baño, una sola vez son lavados los pecados, porque no se deben repetir. Por
el contrario, Israel se lava cada día, porque cada día se mancha. Para que no se acostumbrase a practicar esto
entre nosotros, por eso se ha establecido la norma de un solo bautismo. […] No puede servir de juguete para los
pecadores […].
XVI.2. Hizo salir de la herida de su costado atravesado estos dos bautismos (Jn 19,34), para hacernos con el agua
llamados, con la sangre elegidos. […] ¡Este es el bautismo que sustituye el bautismo no recibido y restituye el
perdido!

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2.3. EL RITO BAUTISMAL EN LA PATRÍSTICA 16

2.3. El rito bautismal en la patrística4

1. Catecumenado
o Roma y Alejandría: 3 años (TA 17; Strom II 96,1); España: 2 años (Concilio de Elvira)
o Catequesis “bautismales” sobre el Credo, Padrenuestro…
o Metanoia, conversión, cambio de vida: penitencia, ayuno, oración
o Sphragis, imposición de sal, imposición de manos, exorcismos (Didajé, Bernabé)
o Renuncia solemne a Satanás mirando hacia Occidente (tinieblas) y la profesión de fe con las
manos extendidas orientado (hacia Oriente), el retorno del Sol Víctor
2. Ritos del bautismo (Noche pascual)
a. Baptisterio
2. edificio separado cuadrangular, circular u octogonal (el número ocho simboliza la
resurrección: 1 Pe 3, 20; Justino, Dial 138, 2-3)
3. piscina central, en la cual el bautizado baja en occidente y sube en oriente: paso del mar
Rojo o del Jordán (Ravenna: Jordán personificado)
b. Desnudez
i. Despojo del hombre viejo/pecado/mal/corruptibilidad/vergüenza
ii. Imitación de Cristo victorioso, el nuevo Adán, que “con su desnudez despojó los
principados y las potestades y triunfó resueltamente en la cruz” (Cirilo, Cat XX, 2)
(Crisóstomo incluye a la nueva Eva: del costado abierto nace la Iglesia: Cat VII, 17)
iii. Recobra inocencia, familiaridad y parrhesia paradisíacas de Adán y Eva:
“¡Oh maravilla! Estabais desnudos a la vista de todos y no os avergonzabais. Y era
porque en verdad ofrecíais la imagen de nuestro primer padre, Adán, que estaba
desnudo en el paraíso terrenal y no se sonrojaba” (Cirilo, Cat XX, 2).
c. La unción prebautismal
i. El cuerpo entero (antigua costumbre: antes de bañarse para proteger el cuerpo)
ii. Aceite = medicinal (cura contra pecado y sus efectos)
iii. Fortifica el atleta para el combate: “el aceite del exorcismo” (TA 21; Cirilo, Cat XX,3))
d. El rito bautismal
i. A medio cuerpo, el bautizante derrama tres veces agua sobre el bautizado
ii. Inmersión total (Dura-Europos) no era generalizado, pero expresaba mejor el
simbolismo de la muerte oscura (Rm 6,3) de la cual se renace a la luz: “Con toda razón

4
HAMMAN, A. ed. El bautismo y la confirmación (Barcelona: Herder, 1982).

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2.3. EL RITO BAUTISMAL EN LA PATRÍSTICA 17

se sumerge enteramente al iniciado en el agua, para que figure la muerte y el


enterramiento, en los que se pierde la figura.” (Pseudo-Dionisio, La jerarquía ecles.
II,7)
iii. Triple inmersión empezó con razones trinitarias (Didajè, Tertuliano, TA 21) pero se
desvía en explicaciones cristológicas: “un símbolo de los tres días que Cristo pasó en
la tumba.” (Cirilo, Cat XX,4 [en Jerusalén!!!]) Por lo tanto, observa: “Pues, para aquel
que emergió de la noche a la luz, ¿por qué volver a hundirse en las tinieblas por
segunda vez?” (Cat XX,4)
iv. “Entonces tú bajas al agua consagrada por la bendición del pontífice. De pie, el
pontífice pone la mano sobre tu cabeza y dice: Fulano es bautizado en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.” (Teodoro de Mopsuestia, Hom 14,16)
v. El testimonio más antiguo de la fórmula Yo te bautizo… se encuentra en Eusebio de
Vercelli (283-371), De Trinitate, VII, 16: HAMMAN 117)
vi. Inmersión y emersión son una misma acción, en que la pasión es simbolizada pero la
salvación realmente recibida: “una comunión con los sufrimientos reales de Cristo por
similitud.” (Cat XX,7)
vii. Fecundidad, maternidad de la Iglesia (Tertuliano, Zénon, Cipriano), creación,
anunciación. “En el bautismo, la Iglesia da a luz a los hijos de Dios.” (HAMMAN 119)
viii. Bendición del obispo consagra al agua: “El agua del nuevo nacimiento no puede llegar
a serlo sino por la venida del Espíritu.” (Teodoro, Hom 14,9)
ix. El agua es a la vez tumba y matriz (Cat XX,4):
“La piscina es el órgano de la Trinidad para la salvación de todos los hombres. Viene a
ser la madre de todos, por el Espíritu Santo, aun permaneciendo virgen. Tal es el
sentido del salmo: Mi padre y mi madre me han abandonado5, pero el Señor me ha
tomado para sí. Y me ha dado por madre la piscina, por padre el Altísimo, por
hermano el Señor bautizado a causa de nosotros.” (Dídimo, Sobre la Trinidad, II, 13)
“El agua es un seno para el que nace, pero la gracia del Espíritu en ella es lo que
engendra al bautizado con vistas a un nacimiento nuevo, cambiándolo de todo en
todo. […] El bautizado se hace enteramente otro. De naturaleza mortal, corruptible y
mudable, se hace inmortal, incorruptible e inmutable. Es absolutamente otro por obra
del poder de aquel que le da forma.” (Teodoro, Hom 14,9)
x. El bautismo forma un único cuerpo:
Nos constituye en “un solo cuerpo por la operación del Espíritu Santo, en el momento
del bautismo. Por esta acción del Espíritu, somos hijos de Dios y formamos el único
cuerpo de Cristo, nuestro Señor, a quien designamos como cabeza nuestra, puesto
que él comparte nuestra naturaleza y es el primero en resucitar de entre los muertos,
para hacernos participar en esos bienes.” (Hom 14, 21) (cf. Zénon)
e. Unción posbautismal
i. Viene del rito antiguo contra el enfriamiento y para proteger la piel
ii. TA 21, Tertuliano, Agustín; Siria: desde el siglo VII. No es el origen de la confirmación.
f. Vestiduras blancas
i. configuración con Cristo: “Todos los que fuisteis bautizados en Cristo, os habéis
revestido de Cristo” (Ga 3,27); Ap 3,5.18; 7,9; Crisóstomo, Cat 2,2
ii. “Me he vestido de nuevo con las vestiduras de tu Espíritu, y tú me quitas las vestiduras
de piel” (Odas de Salomón 25,8).
iii. Transfiguración: sus vestidos eran blancos como la nieve [luz en manuscritos griegos].
(= vestido de gloria escatológica [Efrén]): “Son el signo del mundo radiante y
espléndido y de sus costumbres, donde ya te introducen las figuras. Cuando resucites,
te revestirás de inmortalidad y de incorruptibilidad.” (Teodoro, Hom 14,26)
iv. No en Hipólito de Roma pero sí en Jerusalén, Verona, Milán, Antioquía y Hipona.
v. pureza, inocencia, incorruptibilidad (Teodoro, Hom 14,26; Ambrosio, Myst 34;
Gregorio de Nisa, In Pascha I,1: “Después, has recibido las vestiduras blancas, como
prueba de que te habías despojado de la tosca túnica del pecado y te habías revestido
de los puros hábitos de la inocencia.” (Cirilo, Cat XXII,8) [Ag, Serm 223]


5
Adán y Eva no han mantenido su inmortalidad.

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2.3. EL RITO BAUTISMAL EN LA PATRÍSTICA 18

g. Sphragis, sigillum, signaculum, consignatio: signación, sello


i. señal de la cruz en la frente (Basilio, Espíritu Santo 27,66, opina que es de origen
apostólico)
ii. “Yo he puesto mi sello sobre su rostro” (Odas de Salomón 8,16).
iii. “El bautismo es el sello de la vida eterna” (Ireneo, Dem 3).
iv. rito móvil todavía en el siglo IV: a veces unida a la inscripción al principio del
catecumenado; Teodoro de Mopsuestia: entre la renuncia al demonio y el rito
bautismal (Hom 14,1) y una segunda signación con aceite al final del bautismo; en
Ambrosio (Myst 42) y Agustín (Sermo 324) después de la crismación
v. vinculado al Buen Pastor (Sal 23; Jn 10) que marca a sus ovejas: protección
vi. interpretada como
1. pertenencia a la nueva alianza: el sphragis incorpora a la oveja al rebaño del
Señor. “Acercaos a recibir el sello sacramental (mustikè sphragis) para que
seáis reconocidos por el dueño. Formad parte del santo e inteligente rebaño
de Cristo, para que seáis colocados a su derecha” (Cirilo, Cat XXXIII, 372B);
“Esta marca con que estás ahora señalado significa que has sido distinguido
como oveja de Cristo. Porque una oveja recibe, al momento de la compra, la
marca por la que se sabe a qué dueño pertenece; así pace en los mismos
pastos y se cobija en el mismo redil que las que llevan la misma marca,
indicando que todas pertenecen al mismo dueño” (Teodoro, Hom XIII, 17).
2. circuncisión cristiana: “La circuncisión que se daba en el octavo día era una
especie de figura de la sphragis.” (Gregorio de Nacianzo, Serm 40,28)
3. configuración con Cristo (cruz): “El catecúmeno tiene fe en la cruz del Señor
con la que ha sido marcado” (Ambrosio, Myst 20). Clemente de Alejandría
recomendaba a los cristianos elegir para sus sellos (sphragis) una paloma o
un pez (Pedag. III, 11).
4. don del Espíritu Santo: “sello de la comunión del Espíritu Santo” (Cirilo, Cat
XVIII,33); En muchas cosas, pero sobre todo en lo que se refiere al santo
bautismo, la Escritura parece mencionar sólo al Espíritu Santo –sin duda, a
causa de su identidad de esencia y acción con el Padre y el Hijo– y a su marca
saludable con que fuimos señalados, siendo restaurados en nuestra imagen
primera. En efecto, la oveja no marcada es presa fácil de los lobos, al no tener
la ayuda de la sphragis y no ser reconocida como las otras por el Buen Pastor,
ya que ella tampoco conoce al Pastor del Universo (Dídimo el Ciego, De Trin.:
PG 39, 717B).
h. crismación o unción
i. Eucaristía
3. Catequesis mistagógicas

El bienaventurado David te da a conocer la virtud del sacramento [de la eucaristía] diciendo: Has
preparado ante mí una mesa frente a quienes me persiguen. Lo que intenta decir es esto: Antes de tu
venida, los demonios preparaban a los hombres mesas inmundas, llenas de poderes diabólicos. Pero,
una vez que viniste, Señor, preparaste ante mí una mesa, que no es sino la mesa sacramental [mústikè]
y espiritual que Dios nos ha preparado? Has ungido mi cabeza con óleo. Ungió tu cabeza en la frente,
mediante la sphragis de Dios que recibiste, para que lleves impresa la sphragis, signo de consagración
a Dios. Tu cáliz embriagador es maravilloso. Como ves, se trata aquí del cáliz, sobre el cual Cristo dijo
después de haber dado gracias: Este es el cáliz de mi sangre que será derramada por muchos en
remisión de los pecados. San CIRILO DE JERUSALÉN, Myst IV,33; PG 1101D-1104A

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2.4. EL SALMO 23 EN CLAVE SACRAMENTAL 19

2.4. El salmo 23 en clave sacramental6


…frescos e inscripciones en baptisterios (Dura-Europos, Nápoles, Neón…), sarcófagos y catacumbas
- Sal 23 jugaba un papel durante la liturgia bautismal, y precisamente durante la procesión a la iglesia en
la noche pascual, después del bautismo y antes de la eucaristía, los neobautizados cantaban este salmo
que era un resumen de la iniciación bautismal. Por lo tanto, han tenido que aprenderlo de memoria
para ser recitado (redditio). ¡Pero se explica su verdadero sentido solamente después (junto con la
explicación del Ct y del Padrenuestro)! Lo siguiente es un texto que acompañaba la traditio del salmo:
Os entregamos este salmo, amadísimos hijos que os acercáis presurosos al bautismo de Cristo, para que lo
aprendáis de memoria. Pero es necesario que, a causa de su oculto significado [mysterium], os lo expliquemos,
con la luz de la gracia divina. (Sermón falsamente atribuido a san Agustín: PL 39, 1646)
Aprended de memoria los versículos de este salmo y recitadlos oralmente. […] Aprended el salmo que os ha sido
entregado [traditum], de suerte que, recitándolo con la boca, lo realicéis en vuestra vida, en vuestras palabras
y en vuestras costumbres. (Discurso anónimo sobre los salmos)
- El AT conoce una doctrina del Pastor que vendrá al fin de los tiempos para congregar a las ovejas
dispersas de Israel. El NT dice que esta figura escatológica se ha hecho realidad en Cristo: Jn 10,10.
- El Sal 23 = un desarrollo litúrgico de esta doctrina con objeto el anuncio del Pastor escatológico que se
une con el banquete mesiánico. Interpretado en clave sacramental:
En el salmo, David te invita a ser una de las ovejas cuyo Pastor es Cristo y a las que no falta bien alguno, pues por
ti el Buen Pastor se hace a la vez pasto, agua del reposo, alimento, morada, camino y guía, distribuyendo su
gracia según tus necesidades. Con este salmo Cristo enseña a la Iglesia que, primeramente, debes venir a ser
una oveja del Buen Pastor: la catequesis te guía hacia los pastos y las fuentes de la doctrina. Después debes ser
sepultado con Él en la muerte por el bautismo. Pero esto no es muerte, sino sombra e imagen de muerte. El lo
guía luego con el cayado del Espíritu, pues el Paráclito [el que guía] es el Espíritu. A continuación, él prepara la
mesa sacramental. Luego, unge con óleo del Espíritu. Y, finalmente, presenta el vino que alegra el corazón del
hombre y produce la sobria embriaguez. (San Gregorio de Nisa, De Baptismo: PG 46,692AB)

YHWH es mi pastor, nada me falta.


En verdes pastos me hace reposar.
o Catequesis: Orígenes; Ambrosio; Teodoreto; Cirilo de Alejandría…
Me conduce a fuentes tranquilas, allí reparo mis fuerzas.
Me guía por cañadas seguras haciendo honor a su nombre.
Aunque fuese por valle tenebroso, ningún mal temería.
o Bautismo: Atanasio; Cirilo de Alejandría…
Pues tú vienes conmigo; tu vara y tu cayado me sosiegan.
o Vara: Espíritu guía [paráklèsis]: San Gregorio de Nisa: PG 46,692AB
o Cayado: señal de la cruz en la frente: Ambrosio, De sacr V,13; Teodoreto; Efrén, Epif III,13
Preparas ante mí una mesa, a la vista de mis enemigos;
perfumas mi cabeza, mi copa rebosa.
o Unción: Teodoreto: PG 80, 1028C
Ungió con óleo tu cabeza en la frente, mediante el sello de Dios que recibiste, para que lleves impreso
el sello. (San Cirilo de Jerusalén: PG 33,1102B)
o Eucaristía: Orígenes; Cipriano; Cirilo de Alejandría; Ambrosio, Gregorio de Nisa…
o calix praeclarus aparece en el canon romano: Accipiens et hunc praeclarum calicem.
Un cáliz que no produce embriaguez, sino sobriedad. (San Juan Crisóstomo, De Res II: PG 50,455A)


6
Jean DANIÉLOU, Sacramentos y culto según los SS. Padres, “Cap. XI: El salmo 22,” 255-274.

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2.5. SAN AMBROSIO – FIGURAS VETEROTESTAMENTARIAS 20

2.5. San Ambrosio, De sacramentis; De mysteriis – figuras veterotestamentarias (Myst 9-18)


BAUTISMO (Myst 3-41) – De sacr I (martes de Pascua)
3-4 Apertio, Effeta
5 Ingreso en el baptisterio (sin la unción prebautismal, pero sí en De sacr I,4)
6-7 Renuncia al diablo y su pompa, antes los ministros
8-20 Bendición del agua: Arquetipos AT
9 Creación
10-11 Diluvio – De sacr II (miércoles de Pascua)
12 Paso del mar Rojo
13 Nube en el desierto
14-15 Fuente de Mará
16-18 Naamán el Sirio
19 No lava el agua sin el Espíritu (epíclesis)
20 agua, sangre/cruz, Espíritu – Mt 28,19; Jn 3,5
21 Bautismo en el nombre del P, H, E – Rm 6,14
22-23 Jn 5,4 (Bethesda)
24-28 Bautismo de Cristo en Jordán – fe trinitaria
29-30 Unción postbautismal
31-33 Lavatorio de los pies – De sacr III (jueves de Pascua)
34-41 Vestimenta blanca
CONFIRMACIÓN (42) – signaculum spiritualis
EUCARISTÍA (43-58) – De sacr IV-VI (viernes de Pascua)

• CREACIÓN: todo nace del agua (Gn 1,2) + jardín con fuente de cuatro ríos (Gn 2,6)
• DILUVIO: perece lo antiguo; nace lo nuevo y renueva la Alianza (con el Arca) (Gn 7)
• PASO DEL MAR ROJO: perece lo antiguo; nace lo nuevo y renueva la Alianza (Ex 14-15)
• PASO DEL JORDÁN: primero baja el Arca abriendo camino (Jos 3-4) [el neófito tomaba
leche y miel, signo de la Tierra Prometida]
• EL AGUA DE MARÁ: Moisés echó un leño y el agua queda dulce (Ex 15,23-25)
• NAAMÁN: purificación (2 Re 5,1-19)
• AGUA DE VIDA: Ez 47 templo; Is 41,17-20; Dios como fuente de agua viva (Jer 2,13); “Mi
alma tiene sed de Dios” (Sal 42); “Lávame y quedaré más blanco que la nieve.” (Sal
51,4)
Myst 21. Así pues, aquel sirio se sumergió siete veces en la Ley; tú, en cambio, fuiste bautizado en el
nombre de la Trinidad. Confesaste al Padre –recuerda lo que hiciste-, confesaste al Hijo, confesaste al
Espíritu Santo. Observa el orden de los hechos. En esta fe has muerto para el mundo y has resucitado
para Dios, y en cierto modo fuiste sepultado en este elemento del mundo y, muerto para el pecado,
resucitaste para la vida eterna. Cree, pues, que esta agua no es vana.
22. Por eso se te ha dicho que un ángel del Señor bajaba cada cierto tiempo a la piscina y se agitaba el
agua, y el primero que descendía a la piscina después de la agitación del agua, se curaba de cualquier
enfermedad que lo afligiera. Esta piscina estaba en Jerusalén y en ella se sanaba una persona al año,
pero no se sanaba nadie antes de que el ángel descendiera. Descendía, pues, el ángel y se agitaba el
agua, para que hubiera un signo de que había descendido el ángel. El agua se movía para los incrédulos.
Para éstos había un prodigio; para ti está la fe. Para ellos descendía un ángel; para ti el Espíritu Santo.
Para ellos se agitaba una criatura; para ti obra Cristo mismo, Señor de las criaturas.
23. Entonces sólo uno era curado; ahora son sanados todos o, ciertamente, uno solo: el pueblo
cristiano. Porque también hay entre algunos un agua engañosa. No sana el bautismo de los pérfidos,
no limpia, sino que mancha. El judío lava jarros y copas, como si las cosas insensibles pudiesen contraer
culpa o recibir la gracia. Bautiza tú este cáliz sensible que eres tú, en el que brillen tus buenas obras,
en el que resplandezca el esplendor de tu gracia. Así pues, aquella piscina era también una figura, para
que creas que a esta fuente desciende la fuerza divina. (Myst 21-23)

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2.5. SAN AMBROSIO – FIGURAS VETEROTESTAMENTARIAS 21

Sacr III,5. No ignoramos que la Iglesia romana no tiene esta costumbre, aunque nosotros seguimos en todo su
ejemplo y su rito. Sin embargo, no tiene esta costumbre de lavar los pies. Mira que quizá sea que se haya
apartado de esa costumbre a causa del gran número (de los que se bautizan). No faltan, sin embargo, quienes
tratan de excusarla diciendo que no hay que hacer esto durante el sacramento, en el bautismo, en la
regeneración, sino que hay que lavar los pies como se lava a un huésped. Pero una cosa manifiesta la humildad
y la otra, la santificación. En fin, escucha: es un misterio y una santificación. Si yo no te lavo los pies, no tendrás
parte conmigo (Jn 13,8). No digo esto para criticar a los demás, sino para justificar lo que yo hago. Deseo seguir
en todo a la Iglesia romana. Pero, con todo, también nosotros tenemos capacidad de razonar. Por ello, lo que en
otra parte se mantiene por razones mejores, también nosotros lo conservamos con razones fundadas. (Sacr III,5)
8. Después de la fuente sólo falta, para llegar a la perfección, que cuando el obispo haga la invocación, sea
infundido el Espíritu Santo, el Espíritu de sabiduría y de entendimiento, el Espíritu de consejo y fortaleza, el
Espíritu de conocimiento y de piedad, el Espíritu de santo temor (Is 11,2-3) que son como las siete virtudes del
Espíritu. […] 10. Estas son las siete virtudes que recibes cuando eres signado. Porque, como dice el santo Apóstol,
la sabiduría de Dios es multiforme (Ef 3,10). Así, también el Espíritu Santo es multiforme. (Sacr III,8-10)
11. Puedes acercarte al altar. […] Para ser curado se acercó un ciego al Salvador (Jn 9,1-7). Éste curaba a los
demás con su palabra y discurso, y con sólo su mandato devolvía la luz de los ojos. Sin embargo, en el libro del
evangelio que se titula según san Juan –el que vio, indicó y explicó grandes misterios más que los otros–, en aquel
ciego quiso prefigurar este misterio. Sin duda todos los evangelistas son santos, todos los apóstoles son santos,
excepto el traidor. Sin embargo, san Juan, el que escribió el último evangelio, como amigo buscado y elegido por
Cristo, hizo oír con trompeta más potente los misterios eternos. Todo lo que dijo es misterio. Otro dijo que el
ciego fue curado, lo dijo Mateo, lo dijo Lucas, lo dijo Marcos. ¿Qué es lo que sólo Juan dice? Tomó barro, lo
extendió sobre sus ojos y le dijo: Vete a Siloé (Jn 9,6-7). Y levantándose, fue y se lavó y volvió con vista (Jn 9,7).
12. Considera tú también los ojos de tu corazón! Las cosas que son corporales las veías con los ojos corporales,
pero aquellas que conciernen a los sacramentos aún no podías verlas con los ojos de tu corazón. Así pues, cuando
diste tu nombre, Él tomó barro y lo extendió sobre tus ojos. ¿Qué significa? Que tenías que reconocer tu pecado,
examinar tu conciencia y hacer penitencia de tus delitos, es decir, reconocer la suerte del linaje humano. Pero,
aunque no confiese pecado el que viene al bautismo, sin embargo, con esto mismo hace confesión de todos
sus pecados, porque pide ser bautizado para ser justificado, es decir, para pasar de la culpa a la gracia.
13. No lo consideres algo inútil! Hay alguno –por lo menos sé ciertamente que hubo uno– que, cuando nosotros
le dijimos: “A tu edad tienes mayor obligación de bautizarte”, respondió: “¿Para qué bautizarme? No tengo
pecado. ¿Acaso he contraído pecado?” Éste no tenía barro porque Cristo no se lo había extendido, es decir, no
le habían abierto los ojos. Porque no hay hombre sin pecado.
14. Por tanto, se reconoce que es hombre aquel que se refugia en el bautismo de Cristo. Así pues, a ti también
te puso barro, es decir, pudor, prudencia, conciencia de tu fragilidad, y te dijo: Vete a Siloé. ¿Qué significa Siloé?
Esto se traduce, dice el evangelista, como enviado (Jn 9,7). Es decir, vete a aquella fuente en la que se predica la
cruz del Señor, vete a esa fuente en la que Cristo ha redimido los errores de todos.
15. Fuiste, te lavaste, viniste al altar, comenzaste a ver lo que antes no veías. Es decir, por la fuente del Señor y
por la predicación de la pasión del Señor, se abrieron tus ojos. Tú, que parecías antes como ciego de corazón,
comenzaste a ver la luz de los sacramentos. (Sacr III,10-15)

El bautismo es resplandor de las almas, cambio de vida, compromiso de la conciencia de Dios (1Pe
3,21); el bautismo es ayuda para nuestra debilidad; el bautismo es renuncia a la carne, docilidad al
Espíritu, comunión con el Verbo, restauración de la criatura, purificación del pecado, participación en
la luz, desaparición de las tinieblas; el bautismo es vehículo que nos conduce hasta Dios, muerte con
Cristo, sostén de la fe, perfección del espíritu, llave del reino de los cielos, transmutación de la vida,
supresión de la esclavitud, ruptura de las cadenas, transformación de las costumbres; el bautismo –
¿hay necesidad de continuar con esta enumeración?– es el más bello y magnífico de los dones de Dios.
[…] Lo llamamos don, gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de
regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a los que no aportan
nada; gracia, porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es sepultado en el agua;
unción, porque es sagrado y real (tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz
resplandeciente; vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos
guarda y es el signo de soberanía de Dios (GREGORIO NACIANCENO, Or. 40,4).

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2.6. SAN CIRILO DE JERUSALÉN, MYST 3. SOBRE EL CRISMA 22

2.6. SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Myst 3: “Sobre el crisma”


“Sobre el crisma”. La lectura es de la primera epístola católica de Juan, desde: Y vosotros tenéis la unción de Dios,
y sabéis todo (1Jn 2,20), hasta no quedemos avergonzados lejos de él, en su venida (1Jn 2,28).
1. Bautizados en Cristo y revestidos de Cristo (Ga 3,27), habéis venido a ser conformes con el Hijo de Dios (Rm
8,29). Porque habiéndonos predestinado Dios a la adopción de hijos (Ef 1,5), nos conformó al cuerpo glorioso de
Cristo (Flp 3,21). Hechos, por tanto, partícipes de Cristo (Hb 3,14), con razón os llamáis cristos; de vosotros dice
Dios: ¡No toquéis a mis ungidos! (Sal 104,15). Pero habéis llegado a ser cristos al recibir el antitipo del Espíritu
Santo; y todo ha sucedido en vosotros a manera de imagen, porque sois imagen de Cristo. También Él, bautizado
en el río Jordán, y después de transmitir a las aguas la fragancia de la divinidad, salió de ellas, y le sobrevino una
irrupción sustancial del Espíritu Santo, reposando sobre el igual el que es igual (homoîos). También a vosotros
que salíais de la piscina de corrientes sagradas se os dio el crisma, el antitipo de la unción de Cristo. Ésta es el
Espíritu Santo, del que, en la profecía que a Él se refiere, dice el bienaventurado Isaías en la persona del Señor:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido; me ha enviado para llevar la buena noticia a los pobres
(Is 61,1).
2. Cristo no fue ungido con óleo o ungüento material por los hombres, sino que fue el Padre quien, al designarlo
Salvador de todo el mundo, lo ungió con el Espíritu Santo, como afirma Pedro: A Jesús de Nazaret, a quien ungió
Dios con el Espíritu Santo (Hch 10,38); y el profeta David clamaba con estas palabras: […] Amas la justicia y odias
la impiedad; por eso te ha ungido Dios, tu Dios, con óleo de alegría, más que a tus compañeros (Sal 44,7-8). Y así
como Cristo fue realmente crucificado y sepultado, y resucitó, y por el bautismo vosotros –en semejanza– fuisteis
considerados dignos de ser también con-crucificados y con-sepultados y con-resucitados con Él, lo mismo sucede
con el crisma. Él fue ungido con óleo espiritual de alegría, es decir, con el Espíritu Santo, llamado óleo de alegría
porque Él es la causa de la alegría espiritual; a vosotros se os ha ungido con óleo perfumado, hechos partícipes
de Cristo y viviendo en comunión con Él.
3. Pero, ¡ojo!, no vayas a pensar que aquello es un simple ungüento. Pues igual que el pan de la Eucaristía,
después de la invocación del Espíritu Santo, ya no es un simple pan sino el cuerpo de Cristo, así también este
ungüento santo ya no es un simple ungüento, ni aun en el caso de que alguien después de la invocación lo llamara
ungüento común; es don de Cristo y del Espíritu Santo, que se muestra operativo por la presencia de su divinidad.
Con él se hace simbólicamente la unción sobre la frente y los otros sentidos. El cuerpo se unge con el ungüento
visible, pero el alma es santificada por el Espíritu santo y vivificante.
4. Primero fuisteis ungidos en la frente, para que os libréis de la vergüenza que el primer padre difundió por
todas partes al prevaricar (Gn 3,7-8); y para que, como en un espejo, contempléis con la cara descubierta la gloria
del Señor (2Co 3,18). Después en las orejas, para que recibáis oídos atentos a los divinos misterios, de los que
decía Isaías: Y el Señor me dio oído para oír (Is 50,4); y el Señor Jesús en los Evangelios: El que tenga oídos, que
oiga (Mt 11,15). Luego en la nariz, para que al recibir el divino ungüento digáis: Somos para Dios el buen olor de
Cristo entre los que se salvan (2Co 2,15). A continuación, en el pecho, para que, revestidos de la coraza de la
justicia, estéis firmes contra las asechanzas del diablo (Ef 6,11-14). Igual que Cristo venció al adversario después
del bautismo y la irrupción del Espíritu Santo (Mt 4,1ss), vosotros también, después del sagrado bautismo y del
crisma místico, revestidos de la armadura completa del Espíritu Santo, podéis estar firmes contra el poder
enemigo (Ef 6,11) y vencerlo, diciendo: Todo lo puedo en Cristo que me conforta (Flp 4,13).
5. Al ser considerados dignos de este santo crisma, os llamáis cristianos, y hacéis verdadero el nombre con la
regeneración. Porque antes de que se os considerara dignos de esta gracia, no erais propiamente dignos de este
nombre, sino que estabais recorriendo el camino para ser cristianos.
6. Habéis de saber que en el AT se encuentra el símbolo de este crisma. Cuando Moisés comunicó a su hermano
el mandato de Dios, que lo instituía sumo sacerdote, después de lavarlo con agua, lo ungió (Lv 8,1ss); y fue
llamado cristo (Lv 4,5), evidentemente por el crisma, que era prefigurativo. Lo mismo hizo el sumo sacerdote al
promover como rey a Salomón: una vez que lo hubo lavado en el paraje de Guijón, lo ungió (1Re 1,39.45). Y estas
cosas a ellos les sucedieran como en figura (1Co 10,11); a vosotros no en figura, sino en realidad. Y puesto que
habéis sido ungidos realmente por el Espíritu Santo, el principio de vuestra salvación es Cristo; en verdad que el
principio es Él (1Co 15,23), y vosotros la masa (1Co 5,7); y si el principio es santo, está claro que la santidad se
traspasará a la masa.
7. Custodiadlo sin tacha y os guiará en la enseñanza de todo, si permanece en vosotros, como habéis escuchado
hace poco de labios del bienaventurado Juan (1Jn 2,27), que hace muchas consideraciones sobre este crisma.
Este crisma santo es salvaguardia espiritual del cuerpo, y salud del alma. […] Amén.

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2.7. LA UNCIÓN, CONFIGURACIÓN CON CRISTO 23

2.7. La unción, configuración con Cristo sacerdote, rey, profeta


“El Espíritu que descansó sobre Él en su bautismo atestiguó que Él era el pastor y que recibió el rol de
profeta y de sacerdote a través de Juan” (San EFRÉN, CmtDiatessaron, IV,3). Juan era hijo de sacerdote
(tribu de Levi) y así pudo transmitir el sacerdocio a Cristo (tradición siriaca).
Oración de unción con crisma en el bautismo hoy:
Dios todopoderoso, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que os ha liberado del pecado y dado nueva vida
por el agua y el Espíritu Santo, os consagre con el crisma de la salvación para que entréis a formar parte
de su pueblo y seáis para siempre miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey. Amén.
Vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las alabanzas de
Aquel que os ha llamado de las tinieblas a su admirable luz, vosotros que en un tiempo no erais pueblo y que
ahora sois Pueblo de Dios, de los que antes no se tuvo compasión, pero ahora son compadecidos (1Pe 2,9-10).
UNCIÓN: SACERDOTE (SACERDOCIO COMÚN O BAUTISMAL: LG 10… LEITOURGIA, MUNUS SANCTIFICANDI)
Toma tú aromas escogidos… mirra… cinamomo… aceite de oliva. Prepararás con ello el óleo para la
unción sagrada, perfume aromático como lo prepara el perfumista. Éste será el óleo para la unción
sagrada. Con él ungirás la Tienda del Encuentro y el arca del Testimonio, la mesa con todos sus
utensilios, el candelabro… el altar… Así los consagrarás y serán cosa sacratísima. Todo cuanto los toque
quedará santificado. Ungirás también a Aarón y a sus hijos y los consagrarás para que ejerzan mi
sacerdocio… Cualquiera que prepare otro semejante, o derrame de él sobre un laico, será exterminado
de su pueblo. (Ex 30,23-33; YHWH a Moisés)
El papel del sacerdote, en todas las religiones, es ofrecer sacrificios a Dios. Pero en la tradición judeocristiana, la
esencia es el sacrificio interior, tanto que suple cuando no se puede ofrecer sacrificios:
En este momento no tenemos príncipes, ni profetas, ni jefes; ni holocaustos, ni sacrificios, ni ofrendas, ni
incienso, ni un lugar donde ofrecerte las primicias y alcanzar tu misericordia. Pero acepta nuestra alma
arrepentida y nuestro espíritu humillado, como un holocausto de carneros y toros (Dn 3,38-39).
La vida misma es otro género de sacrificio, “estrechamente emparentado” al sacrificio del altar (Campatelli). Y
como toda ofrenda cultual requiere un altar, el corazón es el “aposento secreto” (Mt 6,6) en el cual ejercitamos
nuestro rol sacerdotal (cf. Rm 12,1; 1Pe 2,5: piedras vivas, edificio espiritual, sacrificios espirituales; 1Co 6,19:
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo: DON + TAREA).
Sacerdotes ungidos ofrecían cuerpos muertos de animales.
Vosotros, ungidos esplendorosos, vuestras ofrendas son vuestros cuerpos.
Levitas ungidos ofrecían riñones de animales (Ex 29,13).
Habéis superado a los levitas porque habéis ofrecido vuestro corazón. (San EFRÉN, Epif III,12)
Se establece una correspondencia profunda entre el culto exterior en el templo y el culto interior en el corazón.
El bautizado se hace ofrenda espiritual, epíclesis de todo su ser, a lo cual Dios responde con un Pentecostés de
dones y frutos diversos. En la tradición siriaca, María es el prototipo de la ofrenda sacerdotal del corazón:
cuando somos capaces, con ayuda del Espíritu, a concebir y hacer nacer a Cristo espiritualmente. El Espíritu
tiene un papel semejante en la Encarnación, la Eucaristía, el Bautismo y el sacrificio espiritual del sacerdocio
común: “hacer nacer algo divino-humano” (Campatelli).
Ahora bien, desde Caín la Biblia está llena de ofrendas rechazadas por Dios, porque el sacrificio debe ser
acompañado por la pureza de corazón, por nuestra integridad como persona. A la ofrenda debe corresponder
el fuego (el Espíritu) que desciende del cielo (cf. Hb 9,14):
“A menudo se le designa al Espíritu Santo como lugar (chôra) de los santificados, y se pondrá de manifiesto que
ni siquiera esta manera de hablar achica al Espíritu, sino más bien lo glorifica. […] Este es el lugar propio de la
verdadera adoración, pues dice: Pon atención, no vayas a ofrecer tus holocaustos en todo lugar, sino en el lugar
que escogió el Señor tu Dios (Dt 12,13-14). ¿Cuál es, pues, el holocausto espiritual? El sacrificio de la alabanza
(Sal 49,14). Y ¿en qué lugar la ofrecemos? “En” el Espíritu Santo. ¿Donde hemos aprendido esto? Del mismo
Señor, que dice: Los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en verdad (Jn 4,23). Jacob vio este
lugar y dijo: Dios está en este lugar (Gn 28,16). Por tanto, el Espíritu es verdaderamente el lugar de los santos. Y
el santo es un lugar propio para el Espíritu, pues él mismo se brinda para habitar con Dios y se llama templo
suyo” (SAN BASILIO, Sobre el Espíritu Santo, XXVI, 62).

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2.7. LA UNCIÓN, CONFIGURACIÓN CON CRISTO 24

UNCIÓN: REY (PASTOREAR, CUIDAR LA CREACIÓN… DIAKONIA, MUNUS REGENDI)


En el PT, los reyes eran ungidos (Saúl, David: 1Sm 10,1; 16,13). Va unido con la ruah.
= capacidad para gobernar las pasiones: Adán = rey (pastor) en el paraíso; dominación universal = libertad +
responsabilidad de continuar la obra divina; tiene la vocación de “hacer entrar el cosmos en el mundo espiritual”
(Campatelli) para que todo sea “lleno de la gloria de Dios” (GREGORIO NACIANZENO, Or. 39,13).
El hombre es creado el último porque Dios le prepara el palacio para que el rey Adán puede entrar (GREGORIO
NACIANZENO, Or. 44,4). Su misión cósmica es estar de pie, para poder hablar a Dios cara a cara (cf Ez 2,2). El pecado
le encierra sobre sí mismo (incurvatus in se) y ya sólo mira su ombligo, memoria de su herida y mortalidad. El
hombre se somete a las pasiones que ocultan a su espíritu. El bautismo devuelve la realeza adámica, la
independencia real al frente de las demás creaturas, su señorío cósmico restaurado en el Rey resucitado.
Sepultado en el Señor crucificado, Adán se despoja de su narcisismo, de su afán de dominio y de autosuficiencia
y recibe la creación como don de Dios: Todo es vuestro; y vosotros, de Cristo; y Cristo, de Dios (1Co 3,22-23).
Restaurado en su naturaleza icónica, en comunión con su Creador y con la creación, solo bautizado el hombre
puede ser rey, capacitado para hacer el mundo de nuevo divino. La única condición es medirlo todo desde la
cruz, como única medida: Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo! (Ga 6,14)
Restaurar la realeza del hombre = liberarlo de todo aquello que reduce su dignidad, que no le ayuda a vivir en
plenitud, devolverle su libertad en la cual todas las cosas vuelven a ser sacramentales, signos de Dios. Sólo
entonces puede realmente disfrutar del mundo y de las cosas, ‘dominarlas’, darles nombres porque experimenta
el mundo como sacramento (cf. A. SCHMEMANN, Para la vida del mundo, Sígueme 2019).
Bautismo = restauración, re-colocación (cf. Gn 2,7) cósmica = concepción mucha más amplia que reducir
-el efecto al perdón del pecado original (modo de asegurar la salvación individual del alma)
-el rito comunitario, eclesial a una ceremonia privada en una esquina de la iglesia
-la Iglesia al ministro que administra
-el cosmos a tres gotas simbólicas, necesarias y suficientes para la validez del sacramento.
El bautismo es, ciertamente, incorporación a la Iglesia, pero no hay que entenderlo como “eclesiolatría” sino en
su dimensión cósmica, como renovada relación de Dios con el mundo. La Iglesia se entiende desde el bautismo
y no al revés. “La liturgia pascual nació del ‘misterio pascual’ del bautismo” (SCHMEMANN).
En la unción de David, hermanos míos, descendió el fuego y sintió el corazón del hombre y le agradó. La
fragancia de su corazón es como la fragancia de su óleo. Tomó el Espíritu morada en Él y cantó a través
de Él. Vuestra unción es mayor porque el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo partieron y descendieron para
habitar en vosotros. (SAN EFRÉN, Epif III,14)
UNCIÓN: PROFETA (DISCERNIMIENTO …MARTYRIA, MUNUS DOCENDI)
Los profetas no eran ungidos en el PT, pero la tradición lo interpretó así:
Cuando llegues, unge rey de Aram a Jazael, rey de Israel a Jehú, hijo de Nimsí, y profeta sucesor tuyo a
Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá (1Re 19,15-16; YHWH al profeta Elías).
Al principio, en el jardín, era natural para el hombre escuchar la voz de Dios y hablar con Él. En este sentido,
Adán era profeta: sabía discernir la voluntad de Dios, leer los eventos con los ojos de Dios, comunicarse con Dios
y comunicar a Dios a otro. El mundo era transparente y sacramental.
Cuando Pedro toma la palabra en Pentecostés es como la restauración de esta vocación profética:
Sucederá en los últimos días, dice Dios: Derramaré mi Espíritu sobre todo mortal y profetizarán vuestros
hijos y vuestras hijas (Hch 2,17; cf. Jl 3,1-5).
En la Iglesia Antigua se llamó profeta a un padre espiritual, alguien con el don del discernimiento.
SCHMEMANN hace la distinción entre el conocimiento no profético, pensar conocer las cosas sin conocer su
sentido en Dios (típico al mundo post-renacimiento) y el conocimiento profético, conocer las cosas desde Dios,
desde su sentido profundo.
El don de la profecía en nuestro bautismo no es un don sobrenatural distinto y opuesto o superpuesto al
conocimiento humano sino un conocimiento íntegro, pleno, que sabe discernir, captar, poseer la realidad en su
totalidad y plenitud. Es también un conocimiento del bien y del mal, del bien en medio del mal: es un
conocimiento que solo puede existir “desde lo alto” (cf. Jn 3,5).

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2.8. SAN EFRÉN DE NISIBE, CONFIGURACIÓN CON CRISTO 25

2.8. San Efrén de Nisibe, configuración con Cristo

1. Cristo (meshiha) y el óleo (mesha) se han asociado, el Invisible con lo visible se ha mezclado.
El óleo unge visiblemente, Cristo marca invisiblemente
a los corderos nuevos y espirituales (ruha-na), un rebaño cuya gloria es doble:
pues su concepción es de óleo y su nacimiento del agua7.
RESPONSORIO: Cristo marca con el óleo los nuevos corderos de su rebaño.
2. ¡Qué elevado es vuestro rango! Mientras la pecadora ungía Mc 14,3-9; Lc 7,36
los pies de su Señor como sirvienta, es Cristo mismo quien, como servidor,
a través de sus ministros ha marcado y ungido vuestros cuerpos.
Conviene al Señor del rebaño marcar su ganado consigo mismo (b-qnumah).
7. El aceite del moderado y humilde hace que los duros se asemejen a su Señor.
Los pueblos eran lobos y tuvieron miedo del duro cayado de Moisés. Ex 7,15
He aquí que el aceite marca y crea a partir de lobos un rebaño de ovejas.
Y los lobos que huyeron del cayado, he aquí que han encontrado su refugio en la cruz. (Epif III)

Alaph 1. ¡Oh Juan, quien vio al Espíritu que sobre la gran Cabeza descansó Mc 1,10
para mostrar que la Cabeza de lo alto descendió, se bautizó y ascendió
para ser la Cabeza del mundo! Hijos del Espíritu habéis sido hechos: Col 2,18-19
para vosotros Cristo se ha hecho Cabeza, y vosotros para Él miembros. Ef 4,15-16

Yudh 5. Jesús mezcló su fuerza en las aguas: revestíos de ella, hermanos míos, como los que saben discernir.
Hay los que solo perciben agua en el bautismo. ¡Con nuestro cuerpo se bautice también nuestra mente!
Perciba las aguas visibles el cuerpo y la fuerza invisible la mente
para que asemejáis tanto lo invisible como lo visible.
Mim 10. El bautismo sin consciencia es un tesoro pleno pero insuficiente:
su receptor permanece pobre porque no sabe lo grande que es la riqueza
en la cual ha entrado y reside. Hay pues en ella un gran don
que el débil no percibe: su propio engrandecimiento junto a ella.
Mim 11. Levantad vuestra mente y contemplad, hermanos míos, la columna oculta en el aire
cuya base reposa en las aguas y asciende hasta la Puerta de lo alto,
como la escalera que vio Jacob: he aquí que de ella descendió la luz hasta el bautismo
y la mente ascendió al cielo para ser mezclados (mzg) en un único amor.
Mim 12. Nuestro Señor, bautizado por Juan, envió doce manantiales
que salieron y lavaron con sus olas la suciedad de las naciones.
Sus adoradores resplandecieron como sus vestidos: los vestidos en el monte y los cuerpos en las aguas.
En lugar de vestidos resplandecieron las naciones y se hicieron para Él atuendo de gloria.
Alaph 14. También el sol, en una casa pequeña, es pequeño, aunque sea grande.
Pero si brilla en una casa grande y espaciosa,
multiplica y extiende en ella sus rayos. Aunque el sol sigue siendo sí mismo en su naturaleza,
en las casas se somete a cambios, como nuestro Señor en los seres humanos. (San Efrén, Epif IX)
Como con un sello estáis fundidos, ¡aceptad sus imágenes! (Epif IX,6)
El nombre ungüento, pues, es como símbolo y en él es retratado el nombre Ungido […]
Porque así el Rabí de los discípulos los acompañaba al enviarles
y cuando ungían y curaban con ungüento era retratado el Ungido en secreto […] (Virg IV,7)
Con óleo visible se retrata la imagen invisible de nuestro Rey invisible (Virg VII,5).
El ungüento, pues, es el amigo del Espíritu Santo y su servidor
y como discípulo le sigue, porque con ella signa a presbíteros y ungidos (Virg VII,6).


7
Este orden de evocación sugiere la unción prebautismal más que la confirmación.

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2.9. LA CONFIRMACIÓN, SACRAMENTO DISTINTO (SIGLOS IV-V) 26

2.9. La confirmación, sacramento distinto del bautismo (siglos IV-V)


Hasta finales siglo IV: la confirmación forma parte del rito de la iniciación cristiana (como un rito
postbautismal que confirma o sella el bautismo: TA 21, Tertuliano).
En Oriente, se mantiene esta tradición hasta hoy (incluso para los bebés, que reciben también la
eucaristía).
En Occidente, se separa del bautismo por cuatro razones:
1. Se reserva este sacramento al obispo para subrayar la comunión eclesial (en contraste con
Oriente, donde un presbítero unge con myron consagrado por el obispo)
2. Muerte infantil y urgencia del bautismo de niños (pecado original)
3. Crecimiento de comunidades
4. Acogida de herejes bautizados con la imposición de manos del obispo
Se habla por primera vez de confirmatio en un concilio de Riez (Galia) en 439 (pero el término no
indica el rito sacramental sino solo la intervención episcopal).
El cual, ayudado por los exorcistas, habiendo caído en una gravísima enfermedad, recibió el bautismo,
cuando ya se pensaba que estaba para morir, si es que se puede decir que recibió un tal bautismo.
Pero ni siquiera después de haberse restablecido recibió todo lo demás que debe recibirse conforme
con la ley eclesiástica; ni fue sellado (sphragistenai) por el obispo. Sin haber recibido este sello, ¿de
qué modo pudo haber recibido el Espíritu Santo? (Papa CORNELIO, Carta a Fabio de Antioquía (251-3)
sobre Novaciano)
Can. 38. Si se navega lejos de tierra, o si no hubiere una iglesia cercana, un cristiano que esté bautizado
perfectamente y no sea bígamo, puede bautizar a un catecúmeno gravemente enfermo; pero si llega
a sobrevivir, le debe llevar al obispo, a fin de que mediante la imposición de manos se complete.
Can. 77. Si algún diácono que dirige una comunidad sin obispo o presbítero, bautizare a algunos, el
obispo deberá completar mediante la bendición. Pero si muriese antes, podrá justificarse con la fe
que cada uno tuvo. (CONCILIO DE ELVIRA (305): DH 120-121)
Aun cuando casi en todas partes se observa la norma de que nadie confeccione el crisma sino el
obispo; sin embargo, puesto que en algunas regiones o provincias se dice que los presbíteros lo
confeccionan, pareció bien que, desde ahora, ninguno, si no es el obispo, haga el crisma, y que se
distribuya por la diócesis. Envíense, pues, diáconos o subdiáconos antes del día de la Pascua al obispo,
de cada una de las iglesias, para que de este modo puede estar para la Pascua el crisma asignado,
confeccionado por el obispo. Es cierto que el obispo puede en cualquier tiempo confeccionar el crisma;
pero sin conocimiento del obispo no se ha de hacer nada en esta materia. Pero se ha decretado que el
diácono no unja con el crisma; el presbítero puede hacerlo en ausencia del obispo; pero si el obispo
está presente, sólo con su mandato. (CONCILIO DE TOLEDO I (400): DH 187 – sólo en 619 (Concilio de
Sevilla) se suprimió esta facultad de los presbíteros a confirmar)

Acerca de la confirmación de los niños, es evidente que no puede hacerse por otro que por el obispo.
Porque los presbíteros, aunque ocupan el segundo lugar en el sacerdocio, no alcanzan, sin embargo,
el ápice del pontificado. Que esta atribución pontifical se reserve a los obispos, tanto para ungir como
para comunicar el Espíritu Santo, no sólo lo demuestra la costumbre de la Iglesia, sino también aquel
pasaje de los Hechos de los Apóstoles […] (Hch 8,14-17). Porque a los presbíteros que bautizan en
ausencia o en presencia del obispo, les es lícito ungir a los bautizados con el crisma, pero sólo si éste
ha sido consagrado por el obispo. Sin embargo, no les es lícito signar la frente con el mismo óleo. Esto
corresponde exclusivamente a los obispos, cuando comunican el Espíritu Paráclito. (INOCENCIO I, Carta
a Decencio de Gubbio (416): DH 215)

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2.10.1. CONTROVERSIA BAUTISMAL: SAN CIPRIANO – SAN ESTEBAN 27

2.10. Controversias bautismales


2.10.1. San Cipriano de Cartago – San Esteban I de Roma (siglo III)
¿Qué hacer con (1) los apóstatas y (2) bautizados por herejes que quieren volver a la Iglesia? Dos tradiciones:
1. admitir con sencilla imposición de manos “para la penitencia”: EGIPTO Y ROMA: Arlés (314); Nicea (325)
2. rebautizar porque no tienen la misma fe: ÁFRICA, ASIA MENOR, ANTIOQUÍA: 4 concilios en Cartago (218-256)
Tres argumentos de Cipriano para rebautizar:
1. Espíritu Santo: Los herejes no tienen ni el Espíritu Santo ni la gracia, porque son pecadores y enemigos
de Dios. Por lo tanto, no pueden dar lo que no tienen (Ep 70,2).
2. Iglesia: “Fuera de la Iglesia no hay salvación” (Ep 73): Cristo confió únicamente a los apóstoles y a sus
sucesores los sacramentos. El bautismo de herejes y cismáticos es inválido porque la Iglesia es una e
indivisible: “Nadie puede tener a Dios por padre si no tiene a la Iglesia por madre” (Ep 69,1).
3. Fe: Como los herejes no confiesan la fe íntegra en la Trinidad, no pueden actuar según las intenciones
del Señor, ni siquiera cuando emplean la fórmula bautismal trinitaria. (Ep 73,5)
Ya lo dijo Tertuliano: “Nosotros y ellos, no tenemos ni un Dios, ni un Cristo, o sea el mismo: por tanto,
ni un bautismo, porque no es el mismo. El cual, como no lo tienen en el modo debido, sin duda no lo
tienen, y no es posible contar como propio lo que no se tiene” (De bapt XV, 2).
Roma, por el contrario, no hace depender la validez del ministro, sino de la acción divina y de la fe del bautizado.
La invocación trinitaria, incluso en boca de hereje, es suficiente para que haya sacramento. Esta argumentación
se apoya en la costumbre (ni siquiera los herejes rebautizan):
“Así pues, si alguno viene a vosotros procedente de cualquier herejía, nada se innove, sino manténgase la
tradición: es decir, impóngansele las manos en señal de penitencia. Porque los mismos herejes no bautizan
conforme a un rito particular a los que se pasan a ellos; sino que los reciben en su comunión” (Cipriano cita
a Esteban en su Ep 74 a Pompeyo (256): DH 110).
Esteban hubiera dicho lo siguiente, según lo cita Firmiliano, obispo de Cesarea, en una Carta a Cipriano (256):
“Pero el nombre de Cristo aprovecha en gran manera para la fe y la santificación por el bautismo; tanto que
quienquiera que fuera bautizado, sea donde sea, en nombre de Cristo, consigue al punto la gracia de Cristo.” (Cf.
OPTATO DE MILEVI (365): Nomen est quod sanctificat, non opus: Contra Parmenianum 5,7).
Comenta Firmiliano: “Esteban, que anda predicando que tiene la cátedra de Pedro por sucesión, no muestra
ningún celo contra los herejes, sino que les atribuye no una gracia cualquiera, sino la mayor. Esto es lo que hace
cuando afirma y asegura que los herejes purifican por el sacramento del bautismo la miseria del hombre viejo, y
perdonan los pecados antiguos que llevaban a la muerte; que hacen hijos de Dios mediante la regeneración
divina.” También Cipriano (Ep 59) usa la expresión “cátedra de Pedro” para designar a la Iglesia de Roma: no
niegan que Esteban sea el sucesor de Pedro. Este texto atestigua por primera vez en la historia la pretensión
romana de tener autoridad moral y jurídica sobre el resto de las iglesias y tradiciones.
“Acerca de los africanos que utilizan su propia ley para rebautizar, se determinó que, si alguno pasare de la
herejía a la Iglesia, se le pregunte el símbolo; y si vieren claramente que está bautizado en el Padre y en el Hijo
y en el Espíritu Santo, impóngasele sólo la mano para que reciba el Espíritu; y si al ser interrogado no diere razón
de esta Trinidad, se le bautice de nuevo.” (CONCILIO DE ARLÉS (314), Can. 9: DH 123)
“Acerca de los que antes se llamaban a sí mismos kátharoi o puros (=novacianos), pero que se acercan a la Iglesia
Católica y Apostólica, plugo al santo y grande Concilio que, puesto que recibieron la imposición de manos,
permanezcan en el clero; pero ante todo conviene que confiesen por escrito que aceptarán y seguirán los
decretos de la Iglesia Católica y Apostólica, es decir, que no negarán la reconciliación a los desposados en
segundas nupcias y a los lapsoi en la persecución.” (CONCILIO DE NICEA (325), Can. 8)
“Acerca de los que fueron paulianistas y luego se refugiaron en la Iglesia Católica, se promulgó el decreto que
sean rebautizados de todo punto; y si algunos en el tiempo pasado pertenecieron al clero, si aparecieron
irreprochables e irreprensibles, después de rebautizados, impónganseles las manos por el obispo de la Iglesia
Católica.” (CONCILIO DE NICEA (325), Can. 19)
El mérito de Roma es haber subrayado el carácter objetivo del bautismo contra una sobrevaloración del ministro.
Cipriano no distingue entre validez y eficacia del bautismo y no concibe que pueda existir un sacramento
válidamente administrado que no dé sus frutos. “La crisis fue, sin duda, grande; y es posible que hubiera
desembocado en un cisma, a no ser por la muerte de Esteban.” (J. COLLANTES, FIC, 433)

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2.10.2. CONTROVERSIAS BAUTISMALES: SAN AGUSTÍN – DONATISTAS Y PELAGIANOS 28

2.10.2. San Agustín (354-430) – donatistas y pelagianos (siglo V)


Los donatistas rebautizan a los católicos que pasan a sus filas. Se basan en san Cipriano. San Agustín no elabora
una teología sistemática del bautismo. Sus dos obras que tratan del bautismo se limitan a la controversia
donatista: De baptismo; De único baptismo contra Petilianum. Se refiere a la consuetudo (costumbre) y la
autoridad de la Iglesia, expresado en decisiones conciliares.
4. San Agustín distingue entre validez y eficacia del bautismo, lo que san Cipriano no hizo. Para la validez
no se requieren ni la fe ni la santidad del ministro. El bautismo puede ser conferido válidamente fuera
de la comunidad católica. El bautismo válido confiere el carácter, que incorpora al cuerpo de Cristo y
dispone al bautizado, miembro del cuerpo, a recibir la gracia sacramental de la Cabeza. La Iglesia no
reitera el bautismo porque imprime carácter indeleble, que es una cierta consagración y es un efecto
directo del signum, que Agustín distingue de la res.
5. Los sacramentos son propiedad de Dios y de la Iglesia y no del ministro: “Hay que distinguir
cuidadosamente entre no tener algo y tenerlo sin derecho o usurparlo ilegalmente. Los sacramentos
no dejan de ser propiedad de Dios y de la Iglesia cuando sean mal utilizados por los herejes y los
impíos” (De baptismo III, 10,13). El ministro no es el ministro principal del sacramento: no es más que
instrumento de Cristo: “Cuando Pedro, Pablo, Judas bautizan, es Cristo quien bautiza” (CmtJn 5,7).
6. No hay más que un bautismo, el de Cristo: “Cuando decimos: Cristo bautiza, no hablamos del ministro
visible, sino de la gracia oculta, el poder oculto en el Espíritu Santo, como decía Juan Bautista: Éste
bautizará en el Espíritu Santo” (Contra litteras Petiliani III,59).
7. El bautismo no depende de la (in)dignidad del ministro: sólo se pide que respete la regula ecclesiastica
(De un bapt. contra Pet. II,19) (cf. Letrán IV (1215): DH 802)
8. ¿Qué pasa con la eficacia del bautismo? Agustín distingue entre el bautismo administrado dentro y
fuera de la Iglesia:
o dentro, a un sujeto bien dispuesto (cualquiera sea el estado moral del ministro): validez
(sacramentum, carácter) + eficacia (res): la disposición del sujeto = conditio sine qua non de la
eficacia (no la causa, que es Cristo). “Recibido en la fe, el bautismo ejerce su efecto en
proporción a esa fe.” (Villette)
o fuera: en principio sólo validez, no eficacia. “No es solamente en su seno donde se halla el
bautismo único, pero es únicamente en su seno donde produce frutos de salvación y de paz.”
(Contra Crescon. I,34) Fuera de la Iglesia, el bautismo es ilícito e incluso pernicioso para el
ministro y el bautizado, quien “queda gravemente herido por el cisma.” (De bapt I,6) Pero en
peligro de muerte, incluso el bautismo por un hereje perdona los pecados a un moribundo bien
dispuesto. (De bapt VI,7)
... y ¿qué pasa con la intención requerida en el ministro? San Agustín no se plantea la cuestión. El ministro actúa
siempre en nombre de Cristo, quien confiere la eficacia. “Los autores de la Edad Media dedujeron de eso que el
ministro debe tener la intención, la voluntad de conformarse a las intenciones de la Iglesia. San Agustín no se
propuso sacar tal conclusión, pero la vivía.” (P. Pourrat)
... y ¿qué pasa con el bautismo de los niños? ¿Cómo puede ser eficaz si falta la fe personal? Soluciones de san
Agustín: 1.La fe de los padres = sustituto (De libero arbitrio III,23)
2.La gracia de Dios suple las disposiciones personales del niño (De baptismo IV, 31)
3.La gracia bautismal es concedida en virtud del don del Espíritu Santo que vive y actúa en los santos
de la madre Iglesia (Ep 98,2)
Este problema reaparece con los pelagianos, que admiten el bautismo de niños no por razón medicinal o
purificadora (puesto que los niños son inocentes) sino por el valor positivo y santificador con vistas al Reino.
San Agustín responde afirmando que todos, párvulos incluidos, necesitamos el bautismo por razón del pecado
original. Según él, los niños muertos sin bautismo se quedan en un estado intermedio entre condena y
recompensa (De libero arbitrio, 388-395), pero después endurece su posición y les condena al fuego eterno
(Contra Julian. III,199). El hecho de bautizar a los niños prueba la existencia del P.O. Según san Agustín, no hay
otro remedio que el bautismo para salvarse. Es absolutamente necesario para la salvación y la vida eterna.
Aunque el martirio es otra forma de bautismo, e incluso el deseo del bautismo (in voto) puede suplirlo, después
de la controversia pelagiana ya no hablará del deseo y se vuelve más rígido. El buen ladrón le deja un poco
perplejo: en el De bapt IV,22 piensa todavía que su intención y conversión reemplazaron al bautismo, pero al
final de su vida prefiere pensar que fue bautizado antes de subir en la cruz (Retractationes II,18).

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3.1. TEOLOGÍA ESCOLÁSTICA 29

3. EL BAUTISMO Y LA CONFIRMACIÓN EN LA EDAD MEDIA Y EN TRENTO

3.1. Teología escolástica: institución, materia, forma, ministro, efecto


“El sacramento del bautismo (que se consagra en el agua por la invocación de Dios y de la indivisa Trinidad, es
decir, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo) aprovecha para la salvación, tanto a los niños como a los adultos
fuere quienquiera el que lo confiera debidamente en la forma de la Iglesia” (Concilio de Letrán IV (1215): DH 802)
¿Cuándo instituyó Jesús el bautismo?
PEDRO LOMBARDO (+1160) habla de diversas posiciones entre los teólogos: (A) Jn 3,5 (B) Mt 28,19
HUGO DE SAN VÍCTOR (+1141): desarrollo genético (institución por grados): bautismo de Jesús -> Jn 3,5 ->Mt 28,19
Summa Halensis (1235): a partir de las cuatro causas aristotélicas:
-causa material: bautismo de Jesús
-causa formal: Mt 28,19
-causa final: Jn 3,5
-causa eficiente: Mc 16,16
TOMÁS DE AQUINO (+1274): “Un sacramento parece instituido, cuando recibe la fuerza para producir su efecto.
Pero el bautismo recibió tal fuerza, cuando Cristo fue bautizado. Entonces fue instituido realmente el bautismo.
[…] Por el contrario, el deber de recibir ese sacramento sólo se impone a los hombres después de la pasión y
resurrección.” (ST III q66 a2)

¿Qué constituye el bautismo?


Sacramentum tantum:
Materia: agua (Santo Tomás distingue entre
materia remota (objeto: agua) y
materia próxima (acción: inmersión o infusión)
Forma: fórmula trinitaria (Mt 28,19)
R+S: carácter
Res tantum: El efecto principal es el perdón de los pecados (original + personales). Efectos secundarios son los
dones del Espíritu Santo y cierta iluminación divina.
El bautismo es el modelo ejemplar de la eficacia ex opere operato: “El bautismo es obra de Dios, no obra
humana.” (ST III q69 a10 ad1) 8/02/18

Si se simula buena disposición, es un bautismo fingido (fictus), que imprime carácter y da el sacramentum pero
el efecto (res) se da más tarde, cuando se elimine el impedimento (obex): reviviscentia baptismi. Para S y R+S no
se requiere la fe, para la R sí. (ST III q68 a8; cf. Inocencio III, Carta Maiores)
Lc
4,18

 CRISMA
EN
LA
FRENTE
CON

(Is
61,1)
 IMPOSICIÓN
DE
MANO
+

Jn
15‐17
 RECIBE
EL
DON


Jn
19,30
 DEL
ESPÍRITU
SANTO

Hch
8,14‐17

PABLO
VI,
1971

SACRAMENTO;
NO

INJURIA
AL
ESPÍRITU;
 SC
71;
SE
VINCULAN,
SE

ENRIQUECEN,
SE
OBLIGAN
(LG

OBISPO=ORDINARIO

TRENTO
 11);
OBISPO=ORIGINARIO

1547
 (LG
26);
ROBUSTEDICOS
Y

LUTERO
 DESTINADOS
AL
APOSTOLADO

CIRILO
DE
 (AA
3)

JERUSALÉN,
 COMPLETAR
POR

TA
21
 IMPOSICIÓN/
MYST
3

BENDICIÓN

CRISMA
EN
LA
FRENTE;
OBISPO
=

ELVIRA
305

ORDINARIO;
DON
DEL
ESPÍRITU
 ST
III
q72

FLORENCIA
1439

SPHRAGISTENAI
 SIGNAR
LA
 CONFIRMATIO

(OBISPO:
DON
 FRENTE
 RIEZ
439

DEL
ESPÍRITU)
 (OBISPO:
DON
 CONFIRMATIO

CORNELIO
 PRESBÍTEROS
 DEL
ESPÍRITU)
 OBISPO;
DON

251‐3
 PUEDEN
 INOCENCIO
I
 DEL
ESPÍRITU

TOLEDO
I

 416
 SEVILLA
 INOCENCIO
III

400
 619
 1204


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DESDE
EL
CONCILIO
VATICANO
II…

3.1. TEOLOGÍA ESCOLÁSTICA 30

Símbolos de la confirmación: IMPOSICIÓN DE MANOS, UNCIÓN CON SIGNACIÓN, OBISPO, COMUNIDAD

IMPOSICIÓN DE MANOS = transmisión de fuerza, vida, salud, poder, autoridad, gracia, carisma, misión, protección
Bendición: Gn 48,13-15; Mc 10,16
Curación: Mc 5,23; 6,5; 16,17-18; Hch 28,8
Delegación: Nm 27,18-20; Dt 34,9; Hch 6,6; 13,2-4; 1Tm 4,14; 5,22; 2Tm 1,6
Don del Espíritu Santo: Hch 9,17; 19,6; Hb 6,2

HUGO DE SAN VÍCTOR, De sacr II,7:


1.De la confirmación
2.Que la imposición de la mano sólo es celebrada por pontífices
3.Lo que el papa Silvestro I (314-355) estableció – que un presbítero debería ungir el bautizado con crisma
4.Lo que es el sacramento mayor – la imposición de manos o el bautismo
5.Que no debería repetirse la imposición de manos, como el bautismo, y que debería ser celebrado con ayunos
6.Cuanto tiempo los que han recibido la imposición de manos deberían estar bajo la disciplina del crisma

Por la unción de la frente se designa la imposición de las manos, que por otro nombre se llama
confirmación (confirmatio), porque, por ella, se da el Espíritu Santo para el crecimiento y la fuerza.
De ahí que, pudiendo realizar el simple sacerdote o presbítero las demás unciones, ésta no debe
conferirla nada más que el sumo sacerdote, es decir, el obispo. En efecto, de solos los apóstoles, cuyos
vicarios son los obispos, se lee que daban el Espíritu Santo, mediante la imposición de las manos (Hch
8,14-17). (INOCENCIO III, Carta a Basilio de Trnovo (1204): DH 785)
La confirmación como sacramento fue rechazada desde la antigüedad por los donatistas, los valdenses, y los
protestantes. Enumeración en el septenario:
• “La confirmación, hecha por el obispo, es decir, la imposición de las manos, la tenemos por santa y ha
de ser recibida con veneración.” (INOCENCIO III, Credo para los Valdenses (1208)
• “…el sacramento de la confirmación que confieren los obispos por medio de la imposición de las manos,
crismando a los renacidos…” (CONCILIO DE LYÓN II (1274))
• “Por la confirmación aumentamos en gracia y somos fortalecidos en la fe.” (CONCILIO DE FLORENCIA (1439))
SANTO TOMÁS, ST III q72:
a1 Confirmación = sacramento
a2 Materia = crisma
a3 Crisma consagrado por el obispo (por razón Cristológica, no jerárquica)
a4 Forma = “Te signo con la señal de la cruz”
a5 Carácter
a6 Carácter confirmación supone el carácter bautismal
a7 Confirmación confiere gracia santificante
a8 Para todos (intención divina = perfección)
a9 En frente (porque es lo más visible y porque el temor y la vergüenza suben directamente en la frente:
son 2 obstáculos que impiden confesar libremente a Cristo)
a10 Confirmando tiene que ser sostenido por otro (porque es todavía débil e inmaduro y tiene que
ser orientado en la lucha)
a11 Sólo obispo (porque la confirmación es la
coronación del bautismo)
a12 Rito = adecuado
Acerca de la institución de este sacramento, hay tres opiniones. (1) Algunos (Alejandro de Hales, Buenaventura)
dijeron que este sacramento no fue instituido ni por Cristo ni por los apóstoles, sino posteriormente, pasado ya
un cierto tiempo, por un Concilio. (2) Otros (Guillermo de Auxerre), sin embargo, dijeron que lo instituyeron los
apóstoles. (3) Pero esto es imposible, porque instituir un nuevo sacramento pertenece a la potestad de
excelencia, que compete sólo a Cristo. Por eso hay que decir que Cristo instituyó este sacramento no
confiriéndolo él, sino haciendo una promesa sobre él cuando dijo en Jn 16,7: Si yo no me voy no vendrá a

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3.1. TEOLOGÍA ESCOLÁSTICA 31

vosotros el Paráclito, pero si me voy os lo enviaré. Y lo hizo así porque en este sacramento se da la plenitud del
Espíritu Santo, plenitud que no debía conferirse antes de la Resurrección y de la Ascensión de Cristo,
ateniéndonos a las palabras de Jn 7,39: No se había dado todavía el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido
glorificado aún. (ST III q72 a1 ad1)
Donde quiera que se encuentre un efecto especial de la gracia, allí hay un sacramento especial. Ahora bien,
puesto que las cosas sensibles y corporales son imagen de las espirituales e inteligibles, por las cosas que suceden
en la vida corporal podemos percibir lo que ocurre de especial en la vida del espíritu. Es manifiesto que en la vida
corporal supone una cierta perfección el hecho de que el hombre llegue a una edad madura, que es cuando el
hombre es capaz de realizar acciones perfectas, por lo que el Apóstol dice en 1Co 13,11: al hacerme hombre
abandoné las cosas de niño. Efectivamente, sabemos que, además del proceso generativo, por el que uno recibe
la vida corporal, se da en nosotros un proceso evolutivo por el que uno llega a la edad perfecta. Así que el hombre
recibe la vida espiritual también con el bautismo, que es una regeneración espiritual. En la confirmación, sin
embargo, el hombre llega en cierto modo a la edad perfecta de la vida espiritual. (ST III q72 a1)
El bautismo es una suerte de regeneración espiritual, por la que se nace a la vida espiritual; la confirmación es
también una suerte de crecimiento que conduce al hombre a la edad madura de la vida espiritual. Ahora bien,
si se considera la analogía que ofrece la vida corporal, vemos evidentemente que el hombre no se desenvuelve
en el instante de nacer como es capaz de hacerlo cuando llega a la edad adulta. (ST III q72 a5 ad2)
El crisma es materia adecuada de este sacramento. Como ya se dijo, en este sacramento se da la plenitud del
Espíritu Santo para obtener el robustecimiento espiritual que es el propio de la edad madura. Ahora bien, el
hombre cuando llega a esta madurez comienza a comunicarse con los demás, mientras que antes vivía solamente
para sí mismo. Pues bien, la gracia del Espíritu Santo es designada con el óleo, ya que se dice que Cristo fue
ungido con el óleo de la alegría por la plenitud que tuvo del Espíritu Santo. Y, por tanto, el óleo es materia
adecuada de este sacramento.
Se mezcla, sin embargo, con bálsamo para indicar el perfume que llega hasta los otros, por lo que el Apóstol
dice en 2Co 2,15: Somos la fragancia de Cristo, etc. Y, aunque haya otras muchas sustancias olorosas, se utiliza
principalmente el bálsamo por la intensidad de su perfume y porque confiere incorrupción, por lo que se dice en
Eclo 24,21: Mi olor es como bálsamo puro. (ST III q72 a2)
Cristo, por el poder que tiene sobre los sacramentos, confirió a los Apóstoles el efecto de este sacramento, o
sea, la plenitud del Espíritu Santo, prescindiendo del sacramento, ya que ellos recibieron las primicias del Espíritu
Santo, como se dice en Rm 8,23. No obstante, algo parecido a la materia de este sacramento fue dado a los
Apóstoles sensiblemente en la entrega del Espíritu Santo. Porque el hecho de que el Espíritu Santo descendiese
sobre ellos visiblemente en forma de fuego tiene el mismo significado que el óleo, excepción hecha de que el
fuego tiene una fuerza activa, mientras que el óleo la tiene pasiva, ya que es materia y combustible del fuego. Y
esta diferencia significaba que la gracia del Espíritu Santo había de comunicarse a los demás a través de los
Apóstoles.
Sobre los Apóstoles el Espíritu Santo descendió también en forma de lenguas. El significado es el mismo que el
del bálsamo, con la diferencia de que la lengua se comunica con otro a través de la palabra, mientras que el
bálsamo lo hace a través del olor. Porque los Apóstoles quedaron llenos del Espíritu Santo como doctores de la
fe, y los otros creyentes quedaban llenos del Espíritu Santo para trabajar en la edificación de los fieles.
De modo semejante, también cuando los Apóstoles imponían las manos, y cuando predicaban (Hch 10,44),
descendía la plenitud del Espíritu Santo sobre los fieles con signos visibles, como en el principio había descendido
sobre los Apóstoles, por lo que san Pedro dice en Hch 11,15: Cuando comencé a hablar descendió el Espíritu
Santo sobre ellos, al igual que sobre nosotros al principio. Y, por eso, no hacía falta la materia sacramental
sensible cuando Dios ofrecía signos sensibles de modo milagroso. (ST III q72 a2 ad1)
SANTO TOMÁS, ST III q70:
a1 Circuncisión = figura y preparación al Bautismo
a2 Institución conveniente
a3 Rito conveniente
a4 Circuncisión confería gracia santificante pero no como el bautismo (= sacramento de la nueva Ley – la
novedad de Cristo), quien lo confiere por propia virtud, como un instrumento de la Pasión de Cristo (= realidad
presente), que imprime carácter e incorpora a Cristo; sino como signo de la fe en la Pasión de Cristo (= realidad
esperada) – Rm 4,11: Abrahán “recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia de la fe”

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3.2. EL CARÁCTER SACRAMENTAL 32

3.2. EL CARÁCTER SACRAMENTAL


3.2.1. INDICIOS BÍBLICOS
- PUEBLO DE DIOS: pertenencia indeleble a Dios, con dignidad sacerdotal como una consagración: Ex 19, 5;
Os 20, 21; circuncisión = marca imborrable de la pertenencia a Dios: señal de la alianza Gn 17,11
(fidelidad irrevocable de Dios incluso cuando el pueblo rompe el pacto)
- SELLO: pertenencia/propiedad + protección
o esclavo (Ex 21,6), ganado
o Caín (Gn 4,15); sangre pascual (Ex 12,23)
o Liberación: Pasa por la ciudad, por Jerusalén, y marca una tau en la frente de los hombres que
gimen y lloran por todas las prácticas abominables que se cometen en medio de ella (Ez 9,4).
o Muchedumbre escatológica: Luego vi a otro Ángel que subía de Oriente y tenía el sello de Dios
vivo; y gritó con fuerte voz a los cuatro Ángeles a quienes se había encomendado causar daño
a la tierra y al mar: “No causéis daño ni a la tierra ni al mar ni a los árboles, hasta que
marquemos con el sello la frente de los siervos de nuestro Dios”. Y oí el numero de los
marcados con el sello: ciento cuarenta y cuatro mil sellados, de todas las tribus de los hijos de
Israel (Ap 7,2-4).
- SELLO DEL ESPÍRITU (cf. Tomás, ST III q63 a1): escatológico (salvación); eclesiológico (comunidad); ético
(compromete)
o Es Dios el que nos conforta juntamente con vosotros en Cristo y el que nos ungió, y el que nos
marcó con su sello (sphragis) y nos dio en arras el Espíritu en nuestros corazones (2Co 1,21-22).
o En él [=Cristo] también vosotros [= los gentiles de Éfeso], tras haber oído la Palabra de la
verdad, la Buena Nueva de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el
Espíritu Santo de la Promesa, que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de
su posesión, para alabanza de su gloria (Ef 1,13-14). [trasfondo litúrgico]
o No entristezcáis al Espíritu Santo de Dios, con el que fuisteis sellados para el día de la redención
(Ef 4,30).
El sello es un símbolo cercano al de la unción. En efecto, es Cristo a quien Dios ha marcado con su sello
(Jn 6,27) y el Padre nos marca también en él con su sello (2Co 1,22; Ef 1,13; 4,30). Como la imagen del
sello indica el carácter indeleble de la Unción del Espíritu Santo en los sacramentos del Bautismo, de la
Confirmación y del Orden, esta imagen se ha utilizado en ciertas tradiciones teológicas para expresar el
carácter imborrable impreso por estos tres sacramentos, los cuales no pueden ser reiterados (CIC 698).
o COMENTARIO: notamos que no se demuestra el paso del sello bíblico al carácter sino solamente
se constata que algunos teólogos (como santo Tomás) han hecho este paso.

3.2.2. PATRÍSTICA
- Siglos II-III: sello = sacramento (no hay carácter como tal)
o Pastor de Hermas: agua = sello = bautismo
o Tertuliano: bautismo = signaculum (= sello)
o Cipriano: confirmación = signaculum dominicum
- Siglo IV: avance: sello = efecto espiritual e indeleble
o Cirilo de Jerusalén: admirabile sigillum (Cat I, 3)
o Ambrosio de Milán se refiere a Ef 1,13 y 2 Co 1,22 (sello del Espíritu Santo)
- San Agustín (sphragis, signaculum, character)
o primera vez distinción entre gracia y carácter como los dos efectos del sacramento
o motivo de reflexionar sobre el carácter: donatistas (“el pecador no confiere la gracia”)
o es un motivo de comunión eclesial
o respuesta de Agustín: validez del bautismo fuera de la Iglesia: hay carácter, por lo tanto, no
hay que rebautizar los herejes conversos
o analogía militar: la marca imperial se vuelve contra el desertor! (In Ioannis evangelium IV, 15
(BAC XIII, 139), 204-5)
o carácter = consagración a Cristo (Contra Epistulam Parmeniani II, 28 (BAC XXXII, 98) 289)

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3.2. EL CARÁCTER SACRAMENTAL 33

3.2.3. TEOLOGÍA ESCOLÁSTICA


- observan que existen pocos antecedentes al carácter en la Biblia y en la Tradición: “Sobre el
carácter, en el sentido en que disputan los Maestros, se encuentra poco en los dichos de los
santos” (San Alberto Magno, In IV Sent. d6 C a4c).
- se fundamenta sobre todo en San Agustín, pero desde una nueva perspectiva (ya no eclesial
sino individual): el vínculo intimista con la Trinidad
- también se relee a Dionisio el Areopagita y su uso del sfragis (sello) bautismal, o señal de la
cruz trazado en la frente (De ecclesiastica hierarchica II 3,1-4.8): tiene carácter
o distintivo (el bautismo transforma al cristiano para que de recto culto a Dios)
o iluminativo (como el aire se puede llenar de claridad y fuego, así el alma se llena de
esplendor y fuego divinos; la capacidad para contemplar la luz divina hace luminoso al
hombre)
o dispositivo (no es reflejo estático de la luz y llama divinas, sino el carácter tensa al
alma, la pone en movimiento para elevarse hacia Dios: el carácter es orientación,
camino (como el leño seco está más dispuesto al fuego que el húmedo))
- Santo Tomás de Aquino, ST III q63:
o SIGNUM DISTINCTIVUM: “Los sacramentos que destinan a los hombres al servicio
espiritual del culto de Dios deben marcar a los fieles con un cierto carácter espiritual”
(a1), igual que el kharakter militar distinguía a los soldados.
o SIGNUM DISPOSITIVUM: como potestad (y no simple signo) (a2); capacitación para un
fin funcional (“para las funciones de la Iglesia peregrina” a1 ad1), para el culto divino
(este efecto tiene con el carácter la misma relación que la finalidad escatológica, o sea,
la fruición de la gloria, con la gracia/res) (a3).
o SIGNUM DEPUTATIVUM AD CULTUM: Deputa al culto divino, que consiste en recibir o
comunicar a los demás (a3).
o SIGNUM CONFIGURATIVUM: Cristológico: configura al sacerdocio de Cristo (a3).
“Todo el culto de la religión cristiana deriva del sacerdocio de Cristo” (a3). El carácter
es “participación del sacerdocio de Cristo” (a3).
o impreso en el alma de manera indeleble: permanece en la vida eterna como signo de
gloria o castigo (a5).
o La eucaristía no imprime carácter porque no deputa al culto, sino que “contiene a
Cristo mismo, en el que reside no el carácter, sino toda la plenitud del sacerdocio”
(a6).
3.2.4. MAGISTERIO
- Inocencio III, Carta Maiores Ecclesiae causas (1201) menciona el carácter en el bautismo,
como algo comúnmente aceptado y entendido, pero no lo define:
Hay quien, para no sufrir daño, recibe el sacramento del bautismo atraído violentamente por
el miedo a la tortura: ése, lo mismo que el que se acerca fingidamente al bautismo, recibe la
impronta del carácter cristiano, y debe ser obligado a observar la fe cristiana, como quien
quiso condicionalmente, aunque no quisiera absolutamente…
Pero el que no ha prestado nunca su consentimiento, sino que se opone en absoluto, no recibe
ni la realidad ni el carácter del sacramento […]. En cuanto a los que están en coma o privados
de razón, si antes de perder la razón o de haber entrado en coma persistieron en oponerse,
puesto que se entiende que la decisión de oponerse perdura en ellos, aun cuando se les
bautice en este estado, no reciben el carácter del sacramento.
Otra cosa sería si antes hubieran sido catecúmenos y hubieran tenido propósito de ser
bautizados. De ahí la costumbre de la Iglesia de bautizar a estas personas en caso de necesidad.
En esos casos, el acto sacramental imprime el carácter, ya que no encuentra el obstáculo
puesto por la resistencia de una voluntad contraria (DH 781).

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3.2. EL CARÁCTER SACRAMENTAL 34

- Concilio de Florencia, Decreto para los Armenios (1439):


Entre estos sacramentos, hay tres (bautismo, confirmación, orden) que imprimen carácter, es
decir, un cierto8 signo espiritual distintivo (spirituale quoddam signum a ceteris distinctivum),
indeleble en el alma. Por lo cual no pueden ser reiterados en la misma persona. Los otros
cuatro no imprimen carácter y admiten ser reiterados (DH 1313).
o COMENTARIO:
§ signum: Tomás (q63 a2) había añadido que es una potencia que habilita al
hombre
§ quoddam: esta indeterminación indica que los teólogos estaban de acuerdo
sobre la práctica pero no sobre la teoría del carácter: “La Iglesia vivía
sacramentalmente el carácter pero no le resultaba muy fácil definirlo” (Arnau
311).
- Lutero no encuentra base escriturística y le parece una doctrina novedosa y mágica que bebe
demasiado de la filosofía y que sirve para mantener el poder de la Iglesia (el carácter del
orden): “Admito que el carácter lo imprime el Papa a espaldas de Cristo” (De capt. babyl.: WA
6,567,23-24). Aunque defiende que no se reitera el bautismo: “permanece siempre e, incluso
cuando se cae y se peca, tenemos acceso a él” (Gran Catecismo: WA 30,221,19-22).
- Concilio de Trento, Sesión VII (1547):
Can. 9 In genere. Si alguno dijere que los tres sacramentos del bautismo, confirmación y orden
no imprimen carácter en el alma, es decir, una especie de señal espiritual e indeleble (signum
quoddam spirituale et indelebile), de donde se sigue que no se pueden repetir, sea anatema
(DH 1609).
o COMENTARIO:
§ repite Florencia: los teólogos no han venido a un acuerdo sobre su definición,
sólo sobre su existencia y su efecto (que no se pueden repetir los sacramentos)
§ abre el espacio para la reflexión teológica
Can. 11 Bautismo. Si alguno dijere que un bautismo verdadero y conferido regularmente debe
ser reiterado a quien haya negado la fe de Cristo entre los infieles, cuando se convierte para
hacer penitencia, sea anatema (DH 1624).
Can. 4 Órden. Si alguno dijere […] que la ordenación no imprime carácter; o que quien una vez
fue ordenado sacerdote puede volver a ser laico, sea anatema (DH 1774; cf. 1767: “no puede
ni borrarse ni quitarse”).


8
Desafortunadamente, no se ha traducido el término quoddam en el FIC.

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3.3. FLORENCIA 35

3.3. Concilio de Florencia, Decreto Pro Armeniis 1439: DH 1314-1316; 1317-1319


Entre todos los sacramentos, el santo bautismo ocupa el primer lugar, ya que es la puerta de
la vida espiritual (vitae spiritualis ianua); mediante él nos hacemos miembros de Cristo y
parte del cuerpo de la Iglesia. Y como por el primer hombre penetró en todos la muerte, si no
renacemos del agua y el Espíritu, como dice la Verdad, no podemos entrar en el reino de los
cielos (Jn 3,5).
La materia de este sacramento es el agua verdadera y natural: poco importa si está fría o
caliente. Y la forma es: Yo te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.
No negamos, sin embargo, que también se administra un verdadero bautismo con aquellas
otras palabras: Que sea bautizado tal siervo de Cristo en el nombre del Padre, y del Hijo y del
Espíritu Santo, o esta otra: Por mis manos es bautizado fulano en el nombre del Padre, y del
Hijo, y del Espíritu Santo. Puesto que, siendo la santa Trinidad la causa principal de la que el
bautismo recibe su virtud; y siendo el ministro, que da externamente el sacramento, la causa
instrumental; si se expresa el acto que realiza el ministro, con la invocación de la santa
Trinidad, entonces se completa el sacramento. (DH 1314)
El ministro de este sacramento es el sacerdote, a quien de oficio compete bautizar. Pero en
caso de necesidad, no sólo puede bautizar el sacerdote o el diácono, sino también un seglar y
una mujer e incluso un pagano o hereje, con tal de que observe la forma de la Iglesia y tenga
intención de hacer lo que hace la Iglesia. (DH 1315)
El efecto de este sacramento es la remisión de todo pecado, tanto original como actual, y
también de toda pena debida por la culpa misma. Por esta razón no se debe imponer a los
bautizados ninguna satisfacción por los pecados pasados; los que mueren sin haber cometido
ninguna culpa, obtienen inmediatamente el reino de los cielos y la visión de Dios. (DH 1316)
El segundo sacramento es la confirmación; su materia es el crisma, elaborado con aceite, que
significa el resplandor de la conciencia, y con bálsamo, que significa el perfume de una buena
reputación; el crisma es bendecido por el obispo. La forma es: Signo te signo crucis, et
confirmo te chrismate salutis, in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. (Yo te signo con el signo
de la cruz y te confirmo con el crisma de la salvación, en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo.) (DH 1317)
El ministro ordinario [LG 26: originario] es el obispo. Y aun cuando un simple sacerdote puede
administrar las demás unciones, ésta no debe conferirla nada más que el obispo. Porque de
solos los apóstoles, cuyo puesto ocupan los obispos, leemos que daban el Espíritu Santo,
mediante la imposición de manos. Así lo manifiesta la lectura de (…) (Hch 8,14-17). Ahora bien,
en el lugar de aquella imposición de manos, se da en la Iglesia la confirmación. Sin embargo,
se lee que alguna vez, por dispensa de la Sede Apostólica, con causa razonable y muy urgente,
un simple sacerdote ha administrado este sacramento de la confirmación con crisma
consagrado por el obispo. (DH 1318)
El efecto de este sacramento es la donación del Espíritu Santo, como se dio a los apóstoles el
día de Pentecostés, para el fortalecimiento (ad robur); es decir, para que el cristiano confiese
valerosamente el nombre de Cristo. Por eso es ungido el confirmando en la frente, donde se
manifiesta el pudor, para que no se avergüence de confesar el nombre de Cristo y, de modo
muy especial, de la cruz, que es escándalo para los judíos y locura para los gentiles, según el
Apóstol (1Co 1,23). Por eso es signado con la señal de la cruz. (DH 1319)

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3.4. REFORMA 36

3.4. Lutero y el bautismo de niños: en contra (antes 1523) y a favor (después 1523)

Buscamos los sacramentos instituidos por Dios y no hallamos ningún motivo para contar la confirmación entre
los sacramentos. Para fundamentar un sacramento, es necesario, ante todo, tener una promesa divina por la
cual la fe esté sometida a una obligación. Pero en ninguna parte leemos que Cristo haya formulado una promesa
relativa a la confirmación, aunque él mismo impusiese las manos a muchas personas. (LUTERO, De captivitate
Babylonica 6,550)
CALVINO: “El bautismo es para nosotros como una entrada en la Iglesia de Dios” (Catecismo, 48) por el cual
estamos “incorporados a Cristo”. Dios lo hace todo, y nosotros solamente recibimos. “En el bautismo, somos
revestidos de Jesucristo y recibimos su Espíritu, siempre que no nos hagamos indignos de las promesas que nos
son hechas. Somos lavados y purificados una vez para todo el tiempo de nuestra vida. Sin embargo, todas las
veces que volvamos a caer en pecado, nos es necesario recurrir a la memoria del bautismo, y por ésta
confirmarnos en la fe de que siempre estamos ciertos y seguros de la remisión de nuestros pecados”
(Instituciones, IV,14-15.26).
También defiende el bautismo de niños: “Se les debe administrar el bautismo como un signo y un testimonio de
que ellos son herederos de la bendición que Dios ha prometido a la posteridad de los fieles, con el fin de que,
llegados a la edad del discernimiento, reconozcan la verdad de su bautismo para que se aprovechen de ella”
(Catecismo de Ginebra, 119) Pero no acepta la confirmación: “la cual ni siquiera puede nombrarse sin ultrajar el
bautismo; pero [sí admito] una instrucción cristiana por la cual los niños, o aquellos que hubiesen pasado la
niñez, viniesen a exponer la razón de su fe ante la Iglesia” (Inst. IV, 84-85).
“El bautismo sirve para dar certeza de tu fe a la Iglesia más que a ti mismo.” (Ulrich ZWINGLIO)

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3.5. TRENTO 37

3.5. Concilio de Trento, Sesión VII (1547): DH 1614-27; 1628-30


Can. 1. Si alguno dijere que el bautismo de Juan tuvo la misma fuerza (vis) que el de Cristo, s.a.
Can. 2. Si alguno dijere que el agua verdadera y natural no es necesaria en el bautismo; y, por tanto,
reduce a una metáfora las palabras de nuestro Señor Jesucristo: Si no se renace del agua y del Espíritu
(Jn 3,5), sea anatema.
Can. 3. Si alguno dijere que, en la Iglesia romana, que es madre y maestra de todas las iglesias, no se
encuentra la verdadera doctrina sobre el sacramento del bautismo, sea anatema.
Can. 4. Si alguno dijere que el bautismo, aun el conferido también por los herejes, en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, con la intención de hacer lo que hace la Iglesia (cum intentione
faciendi quod facit Ecclesia), no es un verdadero bautismo, sea anatema.
Can. 5. Si alguno dijere que el bautismo es libre, es decir, que no es necesario para la salvación, s.a.
Can. 6. Si alguno dijere que el bautizado no puede, aunque quiera, perder la gracia, por más que peque,
a no ser que no quiera creer, sea anatema.
Can. 7. Si alguno dijere que los bautizados únicamente están obligados en razón del bautismo a la fe
sola y no a la observancia de toda la ley de Cristo, sea anatema.
Can. 8. Si alguno dijere que los bautizados están exentos de todos los preceptos de la Iglesia, ya estén
escritos, ya vengan de la tradición; de forma que no están obligados a observarlos, a no ser que
espontáneamente quieran someterse a ellos, sea anatema.
Can. 9. Si alguno dijere que hay que recordar a los hombres la memoria del bautismo recibido, de tal
manera que se les haga comprender que todos los votos hechos después del bautismo son nulos, en
virtud de la promesa hecha en el mismo bautismo; como si estos votos atentaran contra la fe que han
profesado y contra el mismo bautismo, sea anatema.
Can. 10. Si alguno dijere que todos los pecados cometidos después del bautismo, o se perdonan, o se
convierten en veniales, con el solo recuerdo y la fe del bautismo recibido, sea anatema.
Can. 11. Si alguno dijere que un bautismo verdadero y conferido regularmente debe ser reiterado a
quien haya negado la fe de Cristo entre los infieles, cuando se convierte para hacer penitencia, s.a.
Can. 12. Si alguno dijere que nadie debe ser bautizado sino a la edad en la que Cristo se bautizó, o
estando ya para morir, sea anatema.
Can. 13. Si alguno dijere que los niños, puesto que no son capaces de hacer un acto de fe, no han de
ser contados entre los fieles después de recibido el bautismo; y, por tanto, han de ser rebautizados
cuando lleguen a la edad de discernir por sí mismos; o que es preferible no bautizarlos antes que
bautizarlos en la sola fe de la Iglesia, sin que ellos crean con un acto personal, sea anatema.
Can. 14. Si alguno dijere que a estos niños bautizados se les ha de preguntar, una vez que sean
mayores, si quieren ratificar lo que cuando fueron bautizados prometieron en su nombre sus padrinos;
y si respondieren que no quieren, hay que dejarlos a su propio juicio; y, entre tanto, no se les debe
obligar con ninguna otra pena, sino apartarlos de la recepción de la eucaristía y de los otros
sacramentos, hasta que se arrepientan, sea anatema.
Can. 1. Si alguno dijere que la confirmación de los bautizados es una ceremonia vana y no un
sacramento verdadera y propiamente dicho; o que antiguamente no fue otra cosa que una especie de
catequesis, en la cual los que se acercaban a la adolescencia daban cuenta de su fe ante la Iglesia, s.a.
Can. 2. Si alguno dijere que injurian al Espíritu Santo quienes atribuyen alguna virtud al bálsamo
consagrado de la confirmación, sea anatema.
Can. 3. Si alguno dijere que el ministro ordinario de la santa confirmación no es sólo el obispo, sino
cualquier simple sacerdote, sea anatema.

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4. INICIACIÓN CRISTIANA HOY 38

4. LOS SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA HOY

4.1. Concilio Vaticano II: LG 7, 11, 15; UR 3, 22; AG 36


“El corazón del Vaticano II es la recuperación de la conciencia del sacramento del bautismo.” (Card. SUENENS)
- Reforma litúrgica: catecumenado – RICA 1972
- Dimensión eclesial-comunitaria (LG 11)
- Dimensión ecuménica: LG 15; UR 3, 22; BEM 1982
- Inserción en el misterio pascual de Cristo (LG 7)
- Laicado en clave de apostolado (AA 2,3) – sacerdocio común (LG 10): sacerdote, rey, profeta
- Dimensión personalista (Schillebeeckx, Semmelroth): el bautismo es la celebración del encuentro de
Dios y el creyente en una comunión de vida destinada a durar para siempre.
Todos los fieles, como miembros de Cristo viviente, incorporados y asemejados a Él por el bautismo, por la
confirmación y por la Eucaristía, tienen el deber de cooperar a la expansión y dilatación de su Cuerpo para
llevarlo cuanto antes a la plenitud. (AG 36)
En ese cuerpo, la vida de Cristo se comunica a los creyentes, quienes están unidos a Cristo paciente y
glorioso por los sacramentos, de un modo arcano, pero real (cf. ST III q62 a5 ad1). Por el bautismo, en
efecto, nos configuramos en Cristo: porque también todos nosotros hemos sido bautizados en un solo
Espíritu (1Co 12,13), ya que en este sagrado rito se representa y realiza el consorcio con la muerte y
resurrección de Cristo (cf. Rm 6,4-5). (LG 7)
“El Verbo, en cuanto que estaba desde el principio en Dios, vivifica las almas como agente
principal. Su carne, en cambio, y los misterios perpetrados en ella, actúan para la vida del alma
en calidad de instrumentos.” (ST III q62 a5 ad1)
Es necesario que la virtud salvífica promane de la divinidad de Cristo, a través de su humanidad,
hasta los sacramentos. […] Cristo nos ha librado de nuestros pecados por su pasión […]. E,
igualmente, por su pasión inició el culto de la religión cristiana ofreciéndose a sí mismo a Dios
como oblación y sacrificio (Ef 5,2).
Es claro, por tanto, que los sacramentos de la Iglesia reciben su virtud especialmente de la
pasión de Cristo, cuya virtud se nos comunica a nosotros cuando los recibimos, en signo de lo
cual, del costado de Cristo pendiente en la cruz manó agua y sangre: una, refiriéndose al
bautismo; la otra, a la Eucaristía, que son los sacramentos principales. (ST III q62 a5c)

La condición sagrada y orgánicamente constituida de la comunidad sacerdotal se actualiza tanto por los
sacramentos como por las virtudes. Los fieles, incorporados a la Iglesia por el bautismo, quedan destinados por
tal carácter al culto de la religión cristiana y, regenerados como hijos de Dios, tienen el deber de confesar
delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia. Por el sacramento de la confirmación
se vinculan más estrechamente a la Iglesia, se enriquecen con una fortaleza especial del Espíritu Santo y de
esta forma se obligan con mayor compromiso a difundir y defender la fe, con sus palabras y obras como
verdaderos testigos de Cristo. (LG 11)
Los cristianos seglares obtienen el derecho y la obligación del apostolado por su unión con Cristo Cabeza. Ya
que, insertos por el bautismo en el Cuerpo místico de Cristo, robustecidos por la confirmación en la fortaleza
del Espíritu Santo, son destinados al apostolado por el mismo Señor. Se consagran como sacerdocio real y gente
santa (1Pe 2,4-10) para ofrecer sacrificios espirituales por medio de todas sus obras y para dar testimonio de
Cristo en todas las partes del mundo. (AA 3)
El bautismo constituye un poderoso vínculo sacramental de unidad entre todos los que con él se han
regenerado. Sin embargo, el bautismo por sí mismo es tan solo un principio y un comienzo, porque todo él se
dirige a la consecución de la plenitud de la vida en Cristo. (UR 22)
Revísese también el rito de la confirmación, para que aparezca más claramente la íntima relación de este
sacramento con toda la iniciación cristiana; por tanto, conviene que la renovación de las promesas del bautismo
preceda a la celebración del sacramento. La confirmación puede ser administrada, según las circunstancias,
dentro de la Misa. Para el rito fuera de la Misa, prepárese una fórmula que será usada a manera de introducción.
(SC 71)

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4. INICIACIÓN CRISTIANA HOY 39

Renovación del sacramento de la confirmación (PABLO VI, Divinae consortium naturae, 1971)
El sacramento de la confirmación se confiere por la unción del crisma en la frente, unción que se hace con la
imposición de la mano, y por estas palabras: Accipe signaculum doni Spiritus Sancti. “Recibe por esta señal el
don del Espíritu Santo.”
Sin embargo, la imposición de las manos sobre los elegidos, que se realiza con la oración prescrita antes de la
crismación, aunque no pertenece a la esencia del rito sacramental, hay que tenerla en gran consideración, ya
que forma parte de la perfecta integridad del mismo rito y favorece la mejor comprensión del sacramento. Está
claro que esta primera imposición de las manos, que precede, se diferencia de la imposición de la mano con la
cual se realiza la unción crismal en la frente. Está claro, por todo lo que hemos recordado, que en la
administración de la Confirmación en Oriente y en Occidente, aunque de modo diverso, el primer puesto lo
ocupó la Crismación, que representa de alguna manera la imposición de las manos usada por los Apóstoles. Y
dado que aquella unción con el crisma significa convenientemente la unción espiritual del Espíritu Santo que se
da a los fieles, Nos queremos confirmar la existencia y la importancia de la misma.
4.2. ¿Es el bautismo necesario para la salvación?9
Can. 5. Si alguno dijere que el bautismo es libre, es decir, que no es necesario para la salvación, sea anatema.
[Concilio de Trento, Sesión VII, Cánones sobre el bautismo (1547): DH 1618]
El sagrado Concilio pone ante todo su atención en los fieles católicos. Enseña, pues, fundado en la Escritura y en
la Tradición, que esta Iglesia peregrina es necesaria para la salvación. Porque sólo Cristo es el mediador y el
camino de salvación, que se nos hace presente en su Cuerpo, que es la Iglesia, y Él, inculcando con palabras
concretas la necesidad del bautismo (cf. Mc 16,16; Jn 3,5), confirmó a un tiempo la necesidad de la Iglesia, en la
que los hombres entran por el bautismo como puerta (ianua) obligada. Por lo cual no podrían salvarse quienes,
sabiendo que la Iglesia católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, desdeñaran entrar o no quisieran
permanecer en ella. […] No se salva, sin embargo, aunque esté incorporado a la Iglesia, quien, no perseverando
en la caridad, permanece en el seno de la Iglesia “en el cuerpo,” pero no “en el corazón.” (LG 14)
Algunos parecen estar dentro cuando en realidad están fuera, en tanto que otros parecen estar fuera cuando
en realidad están dentro. (San Agustín, De bapt. V, 37-38: MT 43,196) No desvincular bautismo de la fe y de la
vida. El bautismo es un programa de vida; no un hecho.
El bautismo, puerta de los sacramentos (ianua sacramentorum), cuya recepción de hecho o al menos de deseo
es necesaria para la salvación, por el cual los hombres son liberados de los pecados, reengendrados como hijos
de Dios e incorporados a la Iglesia, quedando configurados con Cristo por el carácter indeleble, se confiere
válidamente sólo mediante la ablución con agua verdadera acompañada de la debida forma verbal (CIC 849).
Dios conduce “por caminos que Él sabe.” (AG 7) “Lo realmente necesario para la salvación es la comunión con
el Dios trino, vivida en la práctica del amor al prójimo. Frente a esta verdad, el sacramento y la pertenencia a la
Iglesia sólo tienen una función mediadora.” (Nocke 877)
Dios “quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad” (1Tm 2,4).
Cristo murió por todos y la vocación última del hombre es realmente una sola, es decir, la vocación divina. En
consecuencia, debemos mantener que el Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, de un modo
conocido sólo por Dios, se asocien a este misterio pascual (GS 22).
En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como
hace en el rito de las exequias por ellos (CEC 1261).
Aun considerando el Bautismo sacramental necesario en cuanto medio ordinario establecido por Jesucristo
para configurar consigo a los seres humanos, la Iglesia no ha enseñado nunca la «necesidad absoluta» del
Bautismo para la salvación; existen otras vías por las cuales se puede realizar la configuración con Cristo. (CTI,
La esperanza de salvación para los niños que mueren sin bautismo (2007), 66)
Existen tres bautismos: bautismo sacramental (fluminis), bautismo de deseo (votum) (implícito) (flaminis),
bautismo de sangre (sanguinis). No hay que oponerlas: “No son más que expresiones de las polaridades creativas
en el ámbito de la realización de la voluntad salvífica universal de Dios a favor de la humanidad, que incluye una
real posibilidad de salvación y un diálogo salvífico en libertad con la persona humana.” (CTI, La esperanza… 67)

9
FIC 535-537; LF 553-555; Nocke 876-877; Ponce 148-149.

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4. INICIACIÓN CRISTIANA HOY 40

4.3. El bautismo de infantes (LgF 552-553; SESBOÜÉ10)


EN CONTRA:
1. Falta la fe, según el esquema Fe -> Bautismo (Hch)
2. Ataque contra la libertad y la supuesta neutralidad (nadie tiene derecho de decidir por otro)
3. Ya no vivimos en una sociedad cristiana donde la educación religiosa está garantizada. Situación hoy:
disminución de bautismos, pero un grupo pequeño de adultos: modelo muy personal de la fe.
4. Aunque es más frecuente, desde el punto de vista teológico es el caso límite, excepcional, derivado:
“Sería un grave error levantar una teología del bautismo sobre esta base” (Sesboüé 122).
A FAVOR:
1. En el NT existen dos modelos: el esquema Fe -> Bautismo (Hch) se complementa con el de Bautismo ->
Fe (Rm 6; cf. las catequesis mistagógicas). Esto significa que la fe no es un depósito cerrado sino un
proceso de crecimiento que vive de la experiencia bautismal y del Espíritu recibido en el bautismo.
2. Muestra mejor la absoluta gratuidad de la iniciativa de Dios, de la prioridad del don de Dios en relación
con la respuesta humana. Eso era lo importante para San Agustín: afirmar que Cristo es el Salvador
universal, también de los recién nacidos. Si el bautismo es la puerta para incorporarse a Cristo, el
bautismo es necesario para todos, también los infantes.
3. Muestra mejor la necesaria dimensión comunitaria de la fe, siempre es participación en la fe de los
demás. Además, con los niños se completa la imagen de Pueblo de Dios. Se bautizan “por la fe de la
Iglesia” (ST III q68 a6 ad3: cf. San Agustín, Ep 98,5: “Los niños son presentados […] por la sociedad
universal de los santos y de los fieles […] porque toda ella los engendra a todos y cada uno”; ambos
citados en Pastoralis actio 14). El anuncio del Reino de Dios se destina también a los niños.
4. Argumento antropológico de santo Tomás: con el bautismo se inicia la existencia cristiana
5. Don de los padres, que con la vida ofrecen también el sentido de la vida + inserción en misterio
escatológico (Vorgrimler) (los padres deciden también en la educación deportiva, artística, escolar de
sus hijos).
6. Sesboüé propone el bautismo a la edad de 8-12 años.
7. Ininterrumpida tradición eclesial (al menos desde el siglo III (TA 21); tal vez en “casas” Hch 16,15.33;
18,8) y confirmada por el magisterio (cf. CDF, Pastoralis actio: De baptismo parvolorum (1980)):
o Por causa del pecado original: CARTAGO (418), Can. 2: DH 223; cf. LETRÁN II (1139), Can. 23: DH
718.
o “El pecado original, que se contrae sin consentimiento, se perdona sin consentimiento, por la
virtud del sacramento; pero el actual, que requiere el consentimiento, no se perdona en
absoluto sin consentimiento” (INOCENCIO III, Carta Maiores Ecclesiae al obispo de Arlés (1201):
DH 780).
o “Aprobamos, pues, el bautismo de los niños, los cuales, si murieron después del bautismo,
antes de cometer pecado, confesamos y creemos que se salvan; y creemos que en el bautismo
se perdonan todos los pecados, tanto el pecado original contraído, como los que
voluntariamente han sido cometidos.” (INOCENCIO III, Credo para los Valdenses (1208): DH 794).
o “El sacramento del bautismo (que se consagra en el agua por la invocación de Dios y de la
indivisa Trinidad, es decir, del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo) aprovecha para la salvación,
tanto a los niños como a los adultos, fuere quienquiera el que lo confiera debidamente en la
forma de la Iglesia” (CONCILIO DE LETRÁN IV (1215).
condiciones:
o el compromiso de fe de los padres o padrinos
o la expectativa de la educación en la propuesta de la fe (catequesis): CIC 868
o la maduración personal del niño, para que el sacramento alcance su verdad total. El niño tendrá
su catecumenado después del bautismo (sólo puede empezar con la edad de la discreción) y
se concluye con la renovación de las promesas del bautismo.


10
Bernard SESBOÜÉ, SJ, “La pastoral del bautismo y el bautismo de los niños en la actualidad”, en Invitación a creer
121-127.

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4. INICIACIÓN CRISTIANA HOY 41

- Por ejemplo, si los padres no han enviado a sus hijos mayores a catequesis, tampoco habrá expectativa
que el niño va a ser educado en la propuesta de la fe. En estos casos, puede diferirse el bautismo de un
niño (CIC 868). Es difícil discernir estas condiciones, pero hay que evitar dos excesos:
o Una práctica laxa, sin estas condiciones
o Una practica elitista, basado en un rigor excesivo
CIC 867 §1: “Los padres tienen obligación de hacer que los hijos sean bautizados en las primeras semanas; cuanto
antes después del nacimiento, e incluso antes de él, acudan al párroco para pedir el sacramento para su hijo y
prepararse debidamente.”
- “Lo deseable es que la decisión se tome después de un diálogo serio con los padres.” (124) “En lugar de
insistirles a los padres sobre la obligación del bautismo, deberá establecer un diálogo con ellos para
ayudarles a asumir la responsabilidad que les corresponde en la educación de sus hijos en la fe.” (125)
CIC 868 §1. Para bautizar lícitamente a un niño, se requiere:
1. Que den su consentimiento los padres, o al menos uno de los dos, o quienes legítimamente hacen sus veces;
2. Que haya esperanza fundada de que el niño va a ser educado en la religión católica; si falta por completo esa
esperanza, debe diferirse el bautismo, según las disposiciones del derecho particular, haciendo saber la razón a
sus padres.
§2. El niño de padres católicos, e incluso de no católicos, en peligro de muerte, puede lícitamente ser bautizado,
aun contra la voluntad de sus padres.

- CDF, Instrucción Pastoralis actio (1980): “La Iglesia […] no acepta dar el sacramento sin el
consentimiento de los padres y la garantía seria de que el niño bautizado recibirá la educación católica.”
No se trata de negar el bautismo sino de aplazarlo, manteniendo el contacto con los padres hasta
obtener las garantías requeridas.
CIC 872 “En la medida de lo posible, a quien va a recibir el bautismo se la ha de dar un padrino, cuya función es
asistir en su iniciación cristiana al adulto que se bautiza, y, juntamente con los padres, presentar al niño que va
a recibir el bautismo y procurar que después lleve una vida cristiana congruente con el bautismo y cumpla
fielmente las obligaciones inherentes al mismo.”
Puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, los niños necesitan
también el nuevo nacimiento en el Bautismo (Trento, Decreto sobre el P.O.: DH 1514) para ser librados del poder
de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios (Col 1,12-14), a la que todos los
hombres están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el
bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios
si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento (cf. CIC 867; CCEO 686). (CEC 1250)

4.4. La reviviscencia sacramental y el carácter11


4.4.1. LA REVIVISCENCIA SACRAMENTAL
- La recepción de la gracia (res sacramenti) depende de la disposición del sujeto:
1. indisposición en el momento del sacramento: sacramentum fictum (recepción inconsciente o
indisposición a convertirse de situaciones pecaminosas)
2. pérdida de la gracia después: por una actitud inmoral (pecado mortal)
- Reviviscencia = capacidad del sacramento de causar la gracia después del momento de recibirlo
o constante proceso, dinamismo, profundización, interiorización, apropiación sacramental
o una vez desaparecido el impedimento, el efecto permanente (R+S) causa la gracia (salvo en la
eucaristía y la penitencia)
§ San Agustín, De baptismo, I, XII, 18 (BAC 498), 431
§ Santo Tomás, ST III q69 a10
§ Schillebeeckx 171: “Sólo más tarde, después del primer acto vital cristiano, se apropia
personalmente el efecto y se interioriza en la vida cristiana personal.”
§ Rahner 36: “La ‘reviviscencia’ de los sacramentos no es en sí sino una peculiaridad que
lleva consigo el carácter del opus operatum. Dentro de la dogmática católica, el opus


11
LgF 532-536; ST III q63; ARNAU 307-346; GRANADOS 233-260; SCHILLEBEECKX, Cristo, sacramento del encuentro con
Dios 174-211; RAHNER, La Iglesia y los sacramentos.

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4. INICIACIÓN CRISTIANA HOY 42

operatum es sencillamente la expresión más inequívoca de que Dios da su gracia por


propia iniciativa y que la respuesta del hombre es realmente mera respuesta, que vive
totalmente de la palabra de Dios al hombre […]; esta gracia es gracia de la fe, del amor,
del poder y del realizar, una gracia que logra su realización en la fe amante del
hombre.”
4.4.2. EL CARÁCTER
Matthias Scheeben, Los misterios del cristianismo (1865-97), 615-621: sigue a santo Tomás:
Todo el ser y el significado del carácter estriban, a nuestro parecer, en que éste viene a ser a los
miembros del Cuerpo místico del Hombre-Dios la marca por la cual se indica que pertenecen a la Cabeza
y se establece su unión orgánica con la misma. Y es que el carácter de los miembros de la Cabeza, que
es hombre y Dios, ha de ser un reflejo y una impronta del carácter divino-humano de esta Cabeza. […]
En Cristo la unión hipostática era la raíz de la que brotaba la gracia en su humanidad sacratísima y de la
cual recibía la gracia un valor infinito, quedando asegurada para siempre. También en nosotros la gracia
brota del carácter, no como si éste fuese la materia latente de la gracia, que después de removerse los
obstáculos se halla libre, sino porque nos pone en relación con Cristo […] y nos comunica el derecho
de poseer realmente la gracia, si no le oponemos ningún obstáculo. […]
Todo carácter sacramental nos habilita y obliga más o menos a participar de los actos cultuales de
Cristo. En primer lugar, el sacerdote, mediante su carácter, se configura con Cristo de tal manera que
queda habilitado para realizar –y realizándolo, ofrendar– el sacrificio de Cristo, la actio per excellentiam,
que contiene el supremo culto sobrenatural de Dios;
y mediante el carácter bautismal quedan habilitados todos los fieles, si no para realizar este sacrificio,
mas sí para ofrendarlo como suyo propio a Dios, como sacrificio que les pertenece realmente por ser
miembros del Cuerpo de Cristo […].
La confirmación en sí y por sí no confiere una nueva autorización para realizar actos exteriores o
participar de ellos, sino que solamente confirma la habilitación y la obligación ya existente de hacer
los actos de culto exteriores e interiores. Por lo tanto, todo carácter nos unge y consagra en este
respecto para una participación activa en el sacerdocio de Cristo, en ese sacerdocio divino para cuyo
ejercicio su humanidad fue consagrada mediante la unión hipostática.
- Comentario:
o Habilitado, capacitado: potestad (cf. ST III q63 a2)
o Configuración con Cristo
o Más que alma, la persona humana entera es consagrada para culto, participación
o Basada en la encarnación, unión hipostática
- Edward Schillebeeckx: El carácter confiere una relación con la Iglesia visible, una función y una misión
en su visibilidad histórica. El carácter incorpora al misterio de Cristo mediante la incorporación a la
Iglesia: “El efecto eclesial como sacramento del efecto de gracia” (Cristo, sacramento del encuentro con
Dios, 174-211). Somos sacerdotes por participar de la naturaleza sacerdotal de la Iglesia. El carácter es
una consagración impresa en nuestra alma. El ‘cierto signo’ indefinido se visibiliza como pertenencia
visible a la Iglesia visible.
- Karl Rahner: R+S de todos los sacramentos = dimensión eclesial. El carácter es la incorporación a la
Iglesia. El primer efecto de los sacramentos en vincularnos a, introducirnos en la comunidad. Por
ejemplo, en el sacramento de la reconciliación, la reconciliación con la comunidad es el R+S.
- Víctor Codina (Teología de la liberación): todo sacramento tiene un efecto personal (para el individuo),
un efecto eclesial (para la comunidad) y un efecto basiléico (para la instauración del Reino).
- Síntesis del Vaticano II: “El bautismo incorpora a los creyentes a la Iglesia y, mediante el carácter
sacramental, al culto cristiano” (LG 11): incorporación a la Iglesia (dimensión eclesial, san Agustín) + al
sacerdocio de Cristo (deputación al culto, dimensión cultual, Santo Tomás).
El carácter es “el sello de la consagración que el Espíritu Santo imprime sacramentalmente en el hombre,
y por medio del cual queda consagrado a Dios mediante la incorporación a la Iglesia y unido de modo
indeleble a Cristo sacerdote, para, en unión con Él y con dimensión eclesial, ofrecer a Dios Padre el
sacrificio espiritual de la alabanza” (ARNAU 340).

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4. INICIACIÓN CRISTIANA HOY 43

4.5. La confirmación
“El que te ha convertido en miembro de su Iglesia sin ti en el bautismo,
no te convertirá en apóstol de su Iglesia sin ti.” (Johann AUER)
La confirmación culmina los efectos del bautismo: por el bautismo se recibe una vida nueva; por la confirmación
esta vida se extiende, se despliegue en testimonio personal y responsable de vida cristiana.
“Yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la
verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis
porque mora con vosotros y estará en vosotros.” (Jn 14,16-17)
“Cuando venga el Paráclito, que yo os enviaré de junto al Padre, el Espíritu de la verdad, que procede
del Padre, él dará testimonio de mí. Pero también vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo
desde el principio. (Jn 15,26-27)
La confirmación no es una simple bendición: es una consagración, una unción para una misión personal y
responsable. La confirmación consagra la edad adulta del cristiano, y con ello todas las vocaciones laicas,
religiosas y sacerdotales, porque tienen aquí su principio como testigos públicos de Cristo. Por esto es el obispo,
la plenitud del sacramento del orden, que consagra la plenitud de la vida cristiana. Por esto también imprime
carácter indeleble, porque está en línea de la consagración sacerdotal operada en el bautismo. (J. COLLANTES, 638)
¿Necesidad para la salvación?
Todos los sacramentos son de algún modo necesarios para la salvación, pero hay algunos sin los cuales esta
salvación no se puede conseguir, mientras que hay otros que concurren a la perfección de la misma. En este
sentido es necesaria para la salvación: aunque sin ella pueda obtenerse la salvación, no debe ser omitida, sin
embargo, por desprecio. (ST III q72 a1 ad3)
Omitirlo por desprecio sería un pecado grave dice el papa Martin V en 1418: DH 1259.
Los bautizados pueden, sin confirmación, alcanzar la vida eterna. (ELVIRA (305) y TRENTO (1546): DH 121, 1515)
La nueva concepción de la Iglesia misionera, del sacerdocio bautismal y del apostolado de los laicos, puestos de
relieve por el concilio Vaticano II, nos permiten saber que lo que aquí se halla en juego no es la necessitas medii
(problema de salvación personal), sino más bien la plenitud cristiana del individuo para su servicio a la Iglesia y
la propagación y consumación de la Iglesia para el servicio de los individuos. No se trata aquí de la necesidad
salvífica individual o de la obligatoriedad jurídica, sino más bien de la consumación histórico-salvífica de la
existencia cristiana de la Iglesia y de la consumación histórico-salvífica de la Iglesia mediante el influjo que irradia
toda existencia plenamente cristiana. No es la preocupación por la seguridad de la salvación propia (egoísmo
salvífico), sino más bien la preocupación por el Reino de Dios (Mt 6,33: buscad primero el reino de Dios y su
justicia) y la gratitud por la gracia de ser cristianos la conciencia de la grandeza de este sacramento. (J. AUER)
La confirmación no es la comunicación primera y fundamental del Espíritu Santo.
La gracia de Dios no es otra cosa sino Dios mismo, y su morar en el centro más íntimo del hombre depende única
y exclusivamente de la libre iniciativa de Dios. En la confirmación, el Espíritu Santo presente en el hombre mueve
al creyente en una determinada dirección para cumplir la voluntad de Dios.
La confirmación no es el sacramento específico del apostolado de los laicos.
La confirmación designa el inicio del ser cristiano ante la opinión pública del mundo y de la Iglesia como don y
tarea. Por consiguiente, es, junto con el bautismo, un sacramento fundamental para todos los estados y servicios
de la Iglesia.
La confirmación tiene una gran importancia como expresión sensible de la dependencia en que el hombre se
encuentra respecto del Espíritu Santo de Dios. (VORGRIMLER 171)
LEER: K. RAHNER, La Iglesia y los sacramentos, 97-99; G. FOUREZ, Sacramentos y vida del hombre, 107-118
¿Qué llama la atención? ¿Qué acentos ponen los autores para diferenciar el bautismo y la confirmación? ¿Cómo
definen la confirmación? ¿Cómo ayudan estos textos para entender/celebrar la confirmación, especialmente la
riqueza de la praxis católica?

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4. INICIACIÓN CRISTIANA HOY 44

4.5.1. Karl RAHNER, La Iglesia y los sacramentos, Herder, Barcelona 1964, 56-99 (extractos)
Toda teología [de los sacramentos] habla de una gracia común a todos los sacramentos, sin que por
ello se crea atentar contra la pluralidad de los sacramentos, y al mismo tiempo se entiende muy
plausiblemente la gracia específicamente sacramental que caracteriza y distingue a cada sacramento
particular, no como un aditamento exterior a la común gracia sacramental, sino como especificación
interna de una misma gracia sacramental, como una especie de disección impresa a la única vida de
gracia del Espíritu, que puede hacer que sus variadísimas energías vitales se actúen en las direcciones
más diversas. Si esto es exacto, entonces los diversos sacramentos se distinguen, no sólo por el rito
exterior, sino también por su efecto; sin embargo, esta diferencia en los efectos no es una diferencia
entre cosas heterogéneas, sino la diferencia que un mismo don – a saber, la gracia – tiene y puede
tener en el despliegue de su propia dinámica, de modo que aunque primariamente se haya dado en
una dirección determinada, con ella se comunican también virtualmente las posibilidades de las demás
direcciones de toda la dinámica vital de la única gracia. […] En este sentido es perfectamente posible
que por el bautismo – en cuanto distinto de la confirmación – uno quede ya incorporado a la Iglesia y
posea el Espíritu y que, sin embargo, la colación del Espíritu Santo, en cuanto se distingue del perdón
de los pecados, pueda ser representada y operada por un rito distinto. Y el hecho de ser la misma la
potencialidad de una misma gracia, no obstante las diversas direcciones de su actualización, no exige
que se suprima la dualidad de los sacramentos. (56-57)
Para que Cristo instituyera el sacramento de la confirmación, basta que quisiera que existiese
en la Iglesia una iniciación de índole tangible que confiriera a los hombres lo que es esencial para esta
Iglesia: la remisión de los pecados y la plenitud del Espíritu. Si la Iglesia de los apóstoles desdobla de
una vez para siempre esta única iniciación en dos actos que se suceden en el tiempo y como ritos,
entonces cada uno de estos actos participa del sentido y de la eficacia de una única iniciación y es, por
consiguiente, sacramento. Y así cada uno de estos sacramentos que surgen en la iniciación única,
puede decirse instituido por Cristo. (62-63)
Sólo cuando por fin la Iglesia, en Pentecostés, se experimente como la Iglesia del Espíritu,
carismáticamente colmada, prestará atención refleja a que el rito pleno de admisión de comprender
la purificación de la culpa y también la comunicación del Espíritu por la imposición de las manos:
entonces se verá explícitamente en la confirmación una realización fundamental de la Iglesia, que
expresa necesariamente su propio ser en la constitución del ciudadano pleno, es decir, un sacramento.
(86)
Tampoco en la confirmación es difícil descubrir un aspecto eclesiológico. Si reflexionamos
sobre la doctrina de los Hechos de los Apóstoles acerca de la confirmación, observamos sin dificultad
que el Espíritu que se confiere en la confirmación mediante la imposición de las manos se considera
siempre como un Espíritu que se manifiesta al exterior en forma carismática. Como ello no se
comprueba por el solo bautismo, se dice: todavía no han recibido el Espíritu Santo. El “Espíritu que no
se ha recibido” es el Espíritu cuyos potentes e impetuosos efectos no se han experimentado todavía.
En este sentido debe conferirse todavía el Espíritu. No es necesario que esto ocurra en la forma en que
hoy nos imaginamos los “carismas”: bajo un aspecto exteriormente sorprendente y maravilloso.
Vemos, en efecto, que san Pablo, en la primera epístola a los Corintios, incluye entre los carismas dones
y talentos muy corrientes, que el Espíritu otorga a diferentes cristianos y miembros de la Iglesia para
bien de la misma.

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4. INICIACIÓN CRISTIANA HOY 45

De lo que aquí se trata es de esto: la gracia de Cristo se mueve en dos direcciones. Es la gracia
de la muerte con Cristo, una gracia de la cruz y de la ruina del mundo, la gracia de ser sustraídos a la
era de la ley, de la muerte, del pecado y, con ello, de todos los fines intramundanos. Esto adquiere su
expresión en el bautismo en cuanto que es un perderse con Cristo en la muerte, lo cual sucede en el
bautismo por el hecho de ser representado en el signo. Pero la gracia de Cristo es al mismo tiempo
gracia de la encarnación, gracia de asunción del mundo para glorificarlo, gracia cuya victoria en el
mundo quiere hacerse patente, visible, es decir, en el restablecimiento de su salud, en su preservación,
en su redención de la nada y de la vanidad a que está sometido; por eso tal gracia es también gracia
de misión al mundo, de encargo en el mundo, de glorificación del mundo. Qué función de esta gracia
sea impartida a cada uno en forma más saliente y apremiante, como su encargo propio y especial, esto
lo determina Dios mediante su vocación y mediante su repartición de los carismas del Espíritu, que no
son otra cosa sino direcciones preferidas en las que se desenvuelve un mismo Espíritu, Espíritu que
todos reciben y con el que pueden y deben servir a todos, incluso a aquellos que parecen haber
recibido un don enteramente opuesto. Siendo esta segunda orientación de una misma gracia de Cristo,
de Cristo hecho carne, crucificado y resucitado, tan esencial como la primera que nos sume en la
muerte de Cristo, por eso debe también hallar su expresión en un rito sacramental especial, si bien en
cierto modo en este sacramento se trata sólo de que se manifieste y se haga históricamente visible la
misma gracia que en el bautismo, con la sola diferencia de “manifestarse” bajo otro aspecto (con lo
cual, ciertamente, como con toda manifestación sacramental, se profundiza y acrecienta). Este
segundo sacramento es la confirmación, la imposición de las manos para la recepción del Espíritu
carismático de la misión glorificadora del mundo mediante el cumplimiento del encargo que es propio
de la Iglesia en cuanto tal, dado que ésta, siendo la Iglesia santa, con la plenitud de su fuerza vital y de
su poder de glorificación, ha de ser en el mundo el testimonio dado por Dios de que él no deja al
conjunto de la creación mundana abandonado a la nada y al pecado, sino que la redime, la preserva y
la glorifica.
Cuando llamamos a la confirmación el sacramento de la robustez de la fe y de la profesión de
la fe ante el mundo, no debemos entender únicamente que el cristiano recibe en la confirmación la
gracia de “preservar” (de salvar a duras penas), por medio del Espíritu Santo, su fe en medio de un
mundo hostil a la misma, sino que se entiende esto en el sentido amplio y complexito que acabamos
de insinuar. En este sentido se debe entender también el apostolado, al que se envía al cristiano, hecho
ya “mayor” en la confirmación. No se trata tanto, en primera y última línea, de un apostolado de
defensa y de afirmación de la Iglesia misma, cuanto de un envío para la misma función que fue confiada
a la Iglesia, no para que ella misma se afirme ansiosamente y se salve, sino para que salve al mundo
por medio de sí. El encargo dado al cristiano con la confirmación es, por consiguiente, el encargo de
una misión apostólica al mismo mundo, como parte de la función y del encargo de la Iglesia de hacer
que el mundo retorne glorificado a la casa paterna, al reino de Dios que está por venir. No es tanto la
gracia de procurar su propia salud individual del alma, sino el don carismático (= provechoso para los
demás) de colaborar en la misión de la Iglesia con todos los dones que pueden servir a la salud de
todos. (97-99)

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4.5.2. Gérard FOUREZ, “La toma de la palabra,” en Sacramentos y vida del hombre: Celebrar las
tensiones y los gozos de la existencia, Sal Terrae, Santander 1983, 107-118 (extractos)
La crisis del sacramento de la confirmación
Son muchos los que hoy día proponen retrasar el momento de la confirmación, porque piensan que
los jóvenes deben haber alcanzado una cierta madurez para comprometerse. La concepción popular
más frecuente y una cierta teología “vulgarizada” presentan la confirmación, efectivamente, como el
sacramento del compromiso, por el que uno se hace “soldado de Cristo”, promete vivir en adelante en
pro de la fe y de la Iglesia y renueva las promesas del bautismo. La mayor parte de las veces se vive
este sacramento como el rito de la integración plena en la Iglesia, considerada esta última como
comunidad establecida: en virtud del sacramento, el cristiano se hace miembro de pleno derecho de
la Iglesia y participa de su vida con mayor profundidad. El resultado de todo ello es que el discurso
acerca de la confirmación suele ser muy moralizante: especifica lo que la comunidad espera del
individuo, ahora que ya es miembro de ella de pleno derecho. De ahí la impresión de muchos jóvenes
(y menos jóvenes) de que este sacramento es una especie de “embargo” del confirmado por parte de
la Iglesia. Si el confirmado está dispuesto a embarcarse en la Iglesia, parece normal que se le confirme;
pero muchos añadirán, sin duda, que es demasiado joven para comprometerse de ese modo y se
preguntan, además, si es razonable adoptar un compromiso para toda la vida, siendo así que nadie
posee el futuro.
En suma, el rito y la preparación de la confirmación son muchas veces vistos como un intento
de “recuperación” de los jóvenes y de los nuevos miembros por parte de la institución. Semejante
visión del asunto me parece que constituye una perversión del sacramento, porque es difícilmente
compatible con la celebración de un “don gratuito” de Dios, dado que, lejos de desear “recuperar” a
los jóvenes o a los adultos, lo que Dios quiere para todos y cada uno es la libertad. (107-108)
Tensiones de cara al nuevo miembro
[…] Cuando se toma en serio el discurso teológico relativo al Espíritu, este mismo sacramento puede
ser el rito de la acogida del Espíritu, de quien no se sabe de dónde viene ni adónde va.
Desde sus orígenes, la Iglesia siempre se ha interrogado acerca de la actitud que habría que
adoptar frente a los recién llegados y acerca del modo de reconocer el Espíritu que éstos han recibido.
En efecto, ya en los primeros tiempos la adhesión de los paganos supuso una conmoción para la Iglesia,
inicialmente formada por judíos. […] “Los fieles circuncisos que habían venido con Pedro quedaron
atónitos al ver que el don del Espíritu había sido derramado también sobre los gentiles.” (Hch 10,45)
Una estupefacción parecida se apodera de muchos adultos frente a las nuevas generaciones: les
resulta difícil creer que también éstos han recibido el Espíritu. […] Sin embargo, la irrupción del Espíritu
es un acontecimiento que obliga a las comunidades a abrirse a ciertas actitudes que, de otro modo,
habrían rechazado; por lo general, son los neófitos – menos habituados a la rutina – quienes señalan
nuevos caminos en los que la Iglesia, a veces después de ciertas dudas, reconoce la marca del Espíritu.
(109-110)
Celebrar la palabra nueva en la comunidad
[…] Nadie sabe de dónde viene ni a dónde va este Espíritu, el cual sopla impetuosamente, con toda la
fogosidad de la juventud. Por eso tenemos necesidad de ritos y de fiestas para hacer frente a su
irrupción, para vivir a la vez su fuerza y su ternura. Semejante perspectiva es prácticamente lo opuesto
al “reclutamiento”: lo que está en juego es saber si la comunidad va a aceptar (y hasta qué punto va a
hacerlo) al nuevo miembro como a una persona a la que hay que escuchar, que tiene algo que decir,
en la que se expresa el Espíritu y que, finalmente, ha de seguir su propio camino. (111)

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4. INICIACIÓN CRISTIANA HOY 47

Tomar en serio al Espíritu, que habita en cada uno


No hay dos Iglesias, una “docente” y en posesión del Espíritu y otra “discente” que no tendría otra cosa
que hacer sino escuchar al Espíritu, proveniente de otra parte. Toda la Iglesia es a la vez discente y
docente. […] Así pues, podemos considerar la confirmación como el sacramento de la comunidad
eclesial a la escucha del Espíritu, que le es dado a cada uno de sus miembros, y en particular a los
nuevos. Este sacramento expresa el hecho de que los cristianos, al igual que Jesús y siguiendo a éste,
pueden hablar y obrar con autoridad. […] Aun reconociendo la presencia del Espíritu en todos y en
cada uno de nosotros, siempre habrá que realizar una labor de discernimiento; labor que nunca estará
concluida. (112-114)
Celebrar el acceso a la edad adulta
La confirmación de los jóvenes debe reflejar las tensiones y los conflictos inherentes al acceso a la edad
adulta: los jóvenes comienzan a decir lo que son y lo que viven, mientras que la comunidad se ve de
algún modo conmocionada y trastornada por la intrusión de una nueva palabra y una nueva praxis.
(114)
¿Cuándo “confirmar” a los jóvenes?
En la medida en que se considere la confirmación como el sacramento del compromiso, será difícil
responder a esta pregunta tantas veces planteada. […] Pero si la confirmación consiste en celebrar el
don de Dios que es el Espíritu que habla a través de los nuevos miembros de la comunidad, la respuesta
es más sencilla […y] se admitirá a este sacramento a todos aquellos que estén dispuestos a festejar el
hecho de haber recibido el Espíritu. (115)
El don de Dios en la confirmación
En la confirmación, como en los demás sacramentos, es a través de la comunidad cristiana (la Iglesia)
como se manifiesta con poder el don de Dios. Cuando alguien descubre una comunidad que le toma
en serio y le escucha, reconociendo en su palabra al Espíritu, entonces puede creer que éste está
presente en él. Es gracias a la escucha de la comunidad como las personas son “confirmadas” y
transformadas. Pero si no se da esa escucha, a cualquiera le resulta difícil creer que el Espíritu de Dios
habita en él. Uno de los efectos de este ser tomado en serio por la comunidad consiste, sin duda
alguna, en que también el nuevo miembro tomará conciencia de su importancia y reflexionará en lo
que habrá de decir a la comunidad y a toda la sociedad. De este modo, lo que el sacramento hace
eficaz es la fe y la confianza de la comunidad (la Iglesia) en el Espíritu que actúa concretamente en ella.
(115-116)
Para una auténtica fiesta del acceso a la edad adulta
Para que la celebración sea auténtica, será preciso, pues, que la comunidad conceda verdaderamente
un lugar a la palabra del recién llegado, escuche, discierna y acepte aprender de él. (118)
Conclusión
La celebración del sacramento de la confirmación festeja, pues, el valor de cada persona, a través de
la cual viene el Espíritu, como un intruso, a renovar la faz de la tierra. En el caso de la confirmación de
los jóvenes, es también la fiesta del “enfrentamiento” secular de las generaciones, con todo lo que ello
supone. Los ritos y la preparación del sacramento pueden ayudar eficazmente a la comunidad a vivir
positivamente este “paso” y esta transformación de los vínculos sociales. Y pueden ayudar a todas las
personas implicadas a afrontar, con energía y suavidad a la vez, el misterio del acceso a la palabra, y a
reconocer en ello una manifestación de Dios. (118)

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5. BIBLIOGRAFÍA 48

5. BIBLIOGRAFÍA

Textos patrísticos y medievales


- SAN HIPÓLITO, Traditio Apostolica
- TERTULIANO, “Sobre el bautismo” (De baptismo), en El bautismo, la oración (Madrid: Ciudad Nueva, 2006),
13-199.
- SAN AMBROSIO, “Los sacramentos” y “Los misterios,” en Explicación del símbolo, los sacramentos, los
misterios (Madrid: Ciudad Nueva, 2005), 69-166.
- SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis (Madrid: Ciudad Nueva, 2006), 555p.
- SAN JUAN CRISÓSTOMO, Las catequesis bautismales (Madrid: Ciudad Nueva, 21995), 248p.
- SAN AGUSTÍN, De baptismo
- SANTO TOMÁS, ST III q66-69 (bautismo), 72 (confirmación)
- CONCILIO DE FLORENCIA, Decreto Pro Armeniis (1439): DH 1314-1316 (bautismo); 1317-1319 (confirmación)
- CONCILIO DE TRENTO, Sesión VII (1547): DH 1614-1627 (bautismo); 1628-1630 (confirmación)
Manuales y síntesis
- LGF 536-565
- AUER, Johann, “El sacramento del bautismo” y “El sacramento de la confirmación,” en Los sacramentos
de la Iglesia (Barcelona: Herder, 1983), 25-234.
- BOROBIO, Dionisio, “El sacramento del bautismo” y “El sacramento de la confirmación,” en Celebrar para
vivir: Liturgia y sacramentos de la Iglesia (Salamanca: Sígueme, 2003), 187-286.
- CABIÉ, R., “La iniciación cristiana,” en A.G. MARTIMORT, ed. La Iglesia en oración: Introducción a la liturgia
(Barcelona: Herder, 1992), 572-665.
- LARRABE, José Luis, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Ensayo de teología moral (Madrid:
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- NOCKE, Franz-Josef, “Bautismo” y “Confirmación,” en Theodor SCHNEIDER, Manual de teología dogmática
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- OÑATIBIA, Ignacio, Bautismo y Confirmación (Madrid: BAC, 2000).
- RICO PAVÉS, José, Los sacramentos de la iniciación cristiana: Introducción teológica a los sacramentos del
Bautismo, Confirmación y Eucaristía (Toledo: San Ildefonso, 2006).
- TENA, P. y Dionisio BOROBIO, “Sacramentos de iniciación cristiana: Bautismo y Confirmación,” en La
celebración de la Iglesia, vol. II, Sacramentos (Salamanca: Sígueme, 1988), 27-180.
- VERGES, Salvador, El bautismo y la confirmación (Madrid: Sal Terrae, Razón y Fe, Mensajero, 1972).
- VORGRIMLER, Herbert, “Bautismo” y “Confirmación,” en Teología de los sacramentos (Barcelona: Herder,
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Ensayos y estudios
- BARTH, Gerhard, El bautismo en el tiempo del cristianismo primitivo (Salamanca: Sígueme, 1986), 171p.
- CAMPATELLI, Maria. Il battesimo. Ogni giorno alle fonti della vita nuova (Roma: Lipa, 2007).
- CODINA, Víctor y Diego IRARRAZAVAL, Sacramentos de iniciación: Agua y espíritu de libertad (Madrid:
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- DAELEMANS, Bert. “Un sacramento de iniciación cristiana. La dimensión mistagógica del sacramento.”
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- DANIÉLOU, Jean, Sacramentos y culto según los SS. Padres (Madrid: Guadarrama, 1962).
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- RAHNER, Karl, “Taufe und Tauferneuerung,” en Schriften zur Theologie XVI (Zürich: 1984), 406-417.

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