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ITINERARIO DE FORMACION PARA JOVENES

INDICE

1. Los jóvenes en el plan de dios

2. Jóvenes modelos de fe en el antiguo y nuevo testamento

3. Jóvenes discípulos de Jesús

4. Jóvenes enviados a hacer discípulos para la comunidad de Jesús

5. La iglesia y los jóvenes en nuestro tiempo

6. Jóvenes templo del Espíritu Santo

7. La vida espiritual de los jóvenes en el mundo actual

8. Hacia la búsqueda de una autentica espiritualidad cristiana en la vida de


los jóvenes

9. La Eucaristía centro y fuerza de la vida espiritual de los jóvenes

10. jóvenes renovados por el Espíritu Santo: pentecostés personal

11.María, modelo del joven cristiano

12. Los jóvenes y la espiritualidad mariana


PRIMERA PARTE: DIMENSIÓN HUMANA
TEMA 1: LA MADUREZ HUMANA
Objetivo: Conocer en qué consiste la Madurez Humana
y su importancia para la vida en comunidad.
INTRODUCCIÓN
Además de ser el cementerio de buenos proyectos, la
falta de madurez es causa de inestabilidad y frustración
en la vida. Hecha la opción fundamental, el siguiente
paso es ser coherente con ella, pero el hombre como
“imago Dei”, imagen de Dios difuminada por el pecado
debe trabajar toda su vida para adquirir esta coherencia.
Ahora bien, éste trabajo de identificación con la opción
por Dios y por la vida virtuosa necesita como plataforma y cimiento de construcción, la
madurez humana.

Todos conocemos hombres y mujeres que tienen el deseo de vivir de acuerdo con lo que
creen, de practicar las virtudes, de conseguir sus metas e inexplicablemente no lo logran a
pesar de tener el deseo profundo de lograrlo. Lo que sucede es que falta la formación y
madurez humana, faltan los cimientos sobre los cuales poder construir el gran edificio de la
santidad y del logro de ser fiel a esa opción fundamental que se ha hecho.

Es un hecho que la gracia de Dios es lo que más perfecciona al hombre, pero la gracia no
tiene sentido sin el hombre. Necesita un hombre maduro como tierra fecunda para que
crezca la semilla. Sin esta base, todo se queda en buenos deseos y buena voluntad, pero
nada más. ¡Cuántas personas conocemos que han llegado a fracasos morales, económicos,
familiares, sabiendo buen lo que querían y debían hacer, pero sin haber puesto los medios
necesarios para realizarlo! Todo esto se debe en gran parte a la falta de madurez humana.
Además de ser el cementerio de buenos proyectos, la falta de madurez es causa de
inestabilidad y frustración en la vida, pues una persona que vive según las pasiones, según
las impresiones del momento, no puede hacer una opción en la vida sin dejar de
replanteársela, ponerla en duda, traicionarla, muchas veces, perdiendo así tiempo y energías
en una serie de obras emprendidas y nunca terminadas.

¿QUÉ ES LA MADUREZ HUMNA?

La madurez humana consiste en la coherencia entre lo que se es y lo que se profesa, y que


tiene su expresión externa más convincente en la fidelidad y responsabilidad en el
cumplimiento de los compromisos y deberes contraídos con Dios, con la Iglesia y con los
hombres. Para ello es necesario hacer un esfuerzo constante para lograr la capacidad de
tomar prudentes decisiones y opciones definitivas, la estabilidad de espíritu, la integración
serena de las fuerzas emotivas y de los sentimientos bajo el dominio de la razón y de la
voluntad, de la fe y de la caridad, la actitud de apertura y donación constante a los demás,
sin excepción de personas, y la rectitud en el modo de juzgar sobre las personas y sobre los
acontecimientos de la vida.

La madurez no es una cualidad única, sino una virtud formada por muchos y variados
aspectos. Es una gama de actitudes ante la vida. El Vaticano II describe así estas
cualidades: estabilidad de espíritu; capacidad para tomar decisiones prudentes; y rectitud en
el modo de juzgar sobre los acontecimientos y los hombres.

IDEAS ERRÓNEAS SOBRE LA MADUREZ HUMANA

Estas son algunas ideas erróneas sobre la madurez que podemos tener y que es necesario
que se vayan clarificando.
-Para algunos la madurez consiste en llegar a una edad en la que se puede hacer todo lo que
se quiera, sin límite.
-A veces sucede que, llegando a cierta edad, el joven es considerado automáticamente
“maduro”, lo cual implica el derecho a consumir bebidas alcohólicas y frecuentar ciertos
lugares reservados para personas “maduras”.
-El error fundamental en estos casos, es una concepción unilateral de la madurez. Quienes
así piensan se preocupan más de lo que se puede hacer que del por qué hacerlo. Ser maduro
es mucho más que poder realizar ciertos actos considerados maduros. En realidad, lo
importante es que el joven que llega a esta edad sepa no solamente lo que puede hacer, sino
por qué y en función de qué puede hacerlo.
-El uso de las cosas tiene que estar determinado por un fin que el mismo hombre pone, y no
viceversa. El hombre no toma cualquier carretera por el mero hecho de tener un coche. Para
saber qué carretera tomar, es preciso tener una idea de dónde quiere ir. Por eso, es necesario
que el joven tenga claro un objetivo de lo que se pretende en la vida, lo cual determinará el
uso de los medios que tiene.
ALGUNAS CUALIDADES DE LA MADUREZ HUMANA
1. Una persona madura se nos presenta como alguien que ha adquirido la capacidad
habitual de obrar libremente. Es decir, una persona que hace opciones conscientes y
responsables, con estabilidad, sin tener que pasarse la vida replanteándose sus decisiones,
sin adquirir una seguridad y una certeza sobre ellas. Esto no se trata de no cometer nunca
errores o de no cambiar nunca de opinión, sino de tener claros algunos principios
fundamentales en la vida.
2. Una persona madura ha logrado la adquisición de un dócil y habitual autocontrol
emotivo con la integración de las fuerzas emotivas bajo el dominio de la razón. La
persona madura no vive a merced de sentimentalismo, impulsos o tendencias, sino que vive
de principios, de dominio personal, ce convicciones, aunque a veces los sentimientos
quieran dominarla. No se aferra a sentimientos o pasiones del momento y recuerda siempre
sus principios y su orientación y estado de vida.
3. Una persona madura se comporta según la autonomía de la propia conciencia
personal, es decir, según los dictámenes de una conciencia rectamente formada a la
luz de la ley natural y de la fe en Dios. El hombre maduro es capaz de sacar de su interior
juicios rectos sobre los acontecimientos y los hombres. Es el que no depende de los
criterios de moda o las ideas llamativas que pululan a su alrededor, desde los grandes
acontecimientos hasta las cosas normales y cotidianas.
4. Una persona madura vive en actitud de donación y de apertura, de servicio, de
entrega a los demás. Rechaza todo tipo de egoísmo, de encerramiento en sí mismo, de
particularismo y de individualismo. En este punto reside la verdadera madurez cristiana,
ya que en ocasiones podemos encontrar personas con control, autonomía, que han hecho
una opción en la vida aparentemente noble y viven de acuerdo a ella, pero todo centrados
en sí mismos. En este caso no es una verdadera madurez cristiana. La principal señal de
madurez cristiana es la capacidad de salir de nosotros mismos y ver por las necesidades de
los demás.
Estos son algunos de los rasgos más destacados de lo que hemos llamado la personalidad
madura, podemos decir en resumen que la persona madura es la que ha aceptado su vida, ha
hecho una opción fundamental correcta y es fiel a la misma. Aquella que ha adquirido un
control emotivo y no es esclava de sus sentimientos y pasiones, que viene en una actitud de
apertura a los demás y sobre todo en una entrega desinteresada y servicial al prójimo. Esta
persona vive en paz y serenidad, firme en sus opciones, coherente con sus determinaciones.
Para el cristiano maduro, el único fin en la vida es Dios, las demás cosas son sólo medios
para alcanzar su fin.
Todo este catálogo de cualidades y virtudes no se presuponen. Para adquirirlas el hombre
tiene que convencerse de la necesidad fundamental de trabajar. Pero trabajar de una manera
eficaz, es decir, colaborando activamente con la gracia de Dios. Así se puede lograr y
encarnar esta personalidad madura en la vida como podemos constatar en las vidas de los
santos, que son, por ende, grandes hombres. Donde hay un cristiano maduro, hay un
hombre auténtico. La autenticidad de vida es el fruto de un cristiano convencido y maduro.
REFLEXION:
1. ¿Qué grado de madurez humana he alcanzado a lo largo de mi vida? ¿Cómo se
manifiestan en medio de mi comunidad?
2. ¿Tomo con seriedad el fomentar la madurez humana en mi personalidad? ¿O es
algo que no tiene importancia en mi vida?
3. ¿Desde la perspectiva cristiana es necesaria la madurez humana? ¿Por qué?
TEMA 2: LA AUTOESTIMA
Objetivo: Conocer el valor de la autoestima, para
tener un mejor conocimiento de nosotros mismo y,
así, afirmarnos con seguridad en la sociedad en
que vivimos.
¿QUÉ ES LA AUTOESTIMA?
La autoestima es el valor que el individuo atribuye
a su persona y a sus capacidades. Es una forma de
pensar positivamente, una motivación para
experimentar diferentes perspectivas de la vida, de
enfrentar retos, de sentir y actuar que implica que
nosotros nos aceptemos, respetemos, confiemos y
creamos en nosotros mismos.
La autoestima presenta dos dimensiones, uno de ellas es el concepto propio, el cual es la
idea que tenemos acerca de quiénes somos o cual va a ser nuestra identidad, y la fabricamos
mediante la conducta que desarrollamos. Y por otro lado tenemos el amor propio, es el
significado más directo de la palabra auto (sí mismo/a) estima (amor, aprecio). Quererse a
sí mismo, ni es egoísmo, ni es enfermizo; es un sentimiento fundamental.
La valoración de uno mismo se basa en todos los pensamientos, sentimientos, sensaciones y
experiencias por las que pasamos y hemos ido recogiendo durante nuestra vida. Ésta puede
variar a través de las diferentes áreas de la experiencia de acuerdo con el sexo, la edad y
otras condiciones.
COMPONENTES DE LA AUTOESTIMA
- Cognitivo: opiniones, pensamientos positivos o negativos con los que percibimos la
realidad que nos rodea.
- Afectivo: sentimientos resultantes o generados de la valoración positiva o negativa
de nosotros mismo.
- Conductual: forma en que actuamos según pensamientos, y sentimos la valoración
positiva o negativa de nosotros mismos.
RASGOS CARÁCTERÍSTICOS DE LA PERSONA CON UN NIVEL DE
AUTOESTIMA SATISFACTORIO
Se acepta a sí mismo como es; percepción clara y eficiente de la realidad, mayor apertura a
la experiencia, mayor integración, cohesión y unidad, mayor espontaneidad, expresividad y
vitalidad, un Yo real, identidad firme, autónoma y con unicidad, objetividad, independencia
y trascendencia del Yo, recuperación de la creatividad, capacidad de fusión de lo concreto y
abstracto, estructura de carácter democrático, gran capacidad para transmitir amor, posee
códigos morales sólidos, tiende a estar centrado en los problemas de los demás y no solo en
los propios, expresa opiniones sin rigidez y es flexible a escuchar las de oros, sentido del
humor sin ser agresivo e hiriente.
RASGOS CARACTERÍSTICOS DE LA PERSONA CON UN NIVEL BAJO DE
AUTOESTIMA
Sensación de ser inútil, innecesario, de no importar, incapacidad de disfrutar, pérdida de
entusiasmo por la vida. Se siente triste y desdichado frecuentemente, no se considera
aceptable físicamente, siente que no tiene amigos, se considera inferior a los demás,
hipercrítico consigo mismo y vive en estado constante de insatisfacción, se reconoce poco
inteligente, tiene miedo a perder la estima ola buena opinión de otros, hipersensibilidad a la
crítica sintiéndose fácilmente atacado o herido, indecisión crónica por temor a equivocarse,
desesperanza, apatía, se siente incapaz de hacer las cosas por sí mimo.
EXPERIENCIA
Hoy en día se habla de la autoestima como una herramienta para generar seguridad en sí
mismo, evitando así, sentirnos menospreciados y reafirmarnos como personas capaces de
alcanzar metas ambiciosas. Pero existe el riesgo de cerrar los ojos a la realidad de nuestra
persona, convirtiéndonos en seres soberbios que piensan únicamente en sobresalir por
encima de los demás.
Nuestra vida transcurre entre logros y fracasos, y la autoestima es el valor que nos hace
tener plena seguridad en nuestras capacidades, además, da la fortaleza necesaria para
superar los momentos difíciles de nuestra vida, evitando caer en el pesimismo y el
desánimo. Para que la autoestima sea realmente un valor, debemos tener un fundamento
sólido sobre el cual queremos edificarla. Si solamente pensamos en ella como un producto
del éxito, la posición profesional, una elevada capacidad intelectual o la aceptación social,
reducimos todo a un actuar soberbio y con fines meramente protagonistas.
Aunque todo lo anterior aporta y contribuye, este valor se sustenta en la sencillez con que
apreciamos nuestras capacidades, sin considerarnos mejores o peores que los demás.
Recordemos que una persona vale por lo que es, y no por lo que aparenta ser o tiene. Es
conveniente señalar que este valor se construye y edifica en nuestro interior, pues existe la
tendencia a pensar que el nivel de autoestima únicamente depende del actuar de las
personas y de la forma como se presentan los acontecimientos y las circunstancias,
surgiendo una evidente confusión entre lo que es la autoestima y nuestros sentimientos.
Una persona puede sentirse mal porque en un determinado momento no pudo concretar un
negocio, tener éxito en un proyecto, ingresar a un nivel superior de estudios o llevar a buen
fin sus relaciones personales. La autoestima nos ayuda a superar ese estado de frustración y
desánimo porque nuestra persona no ha cambiado interiormente, conservamos todo lo que
somos, en todo caso, adquirimos una nueva experiencia y conocimiento para poner más
empeño, tener más cuidado y ser más previsores en lo sucesivo.
Cuando tenemos la conciencia del deber cumplido, el esfuerzo empleado y nuestra rectitud
de intención para hacer o realizar algo, adquirimos esa seguridad que brinda la autoestima
porque sencillamente las cosas no dependían de nosotros en su totalidad… simplemente no
estaba en nuestras manos la solución.
DEBEMOS ESTAR ATENTOS CON NUESTRAS ASPIRACIONES Y PLANES
Casi siempre jugamos con la imaginación y nos visualizamos como triunfadores, dueños de
la admiración general y el control absoluto de las circunstancias: sea la competencia
escolar, la junta de planeación en la oficina, la reunión de amigos o el evento social que
todos esperan. Algunas veces las cosas resultarán como soñamos, pero la mayoría de las
veces todo tiene un fin totalmente opuesto, por eso es conveniente “tener los pies en la
tierra” para no sufrir desilusiones provocadas por nosotros mismos y que indudablemente
nos afectarán.
Si la autoestima debe estar bien fundamentada en una visión realista y objetiva de nuestra
persona, es necesario alcanzar la plena aceptación de nuestros defectos y limitaciones, con
el sobrio reconocimiento de nuestras aptitudes y destrezas.
Este equilibrio interior basado en el conocimiento propio, se logra si procuramos rectificar
nuestras intenciones haciendo a un lado el afán de ser particularmente especiales, buscando
solamente el desarrollo del valor de la autoestima.
REFLEXIONEMOS UN POCO EN ALGUNAS IDEAS QUE NOS AYUDARÁN A
UBICARNOS Y CONOCERNOS MEJOR:
– Evita ser susceptible: no tienes que tomar seriamente todas las críticas hacia tu persona,
primero analiza la verdad que encierran, si de ahí tomas una enseñanza haz lo que sea
necesario para mejorar, si no es así olvídalo, no vale la pena menospreciarse por un
comentario que seguramente es de mala fe.
En sentido opuesto existe el riesgo de considerarse un ser superior, incomprendido y poco
apreciado en su persona, lo cual de ningún modo es un valor… es defecto.
– Procura no sentirte culpable y responsable de los fracasos colectivos, toma sólo lo que a
ti te corresponde, tu esfuerzo y dedicación hablarán por ti. No olvides proporcionar tu
ayuda y consejo para que mejoren las personas, lo cual es muy gratificante.
– Todo aquello que te propongas lograr, debe estar precedido por un análisis profundo de
las posibilidades, reconociendo si está en tus manos alcanzarlo. Evita soñar demasiado.
– Pierde el temor a preguntar y a pedir ayuda, ya que son los medios más importantes de
aprendizaje. Causa más pena la persona que prefiere quedarse en la ignorancia, que quien
muestra deseos de saber y aprender.
– Si tienes gusto por algo (deporte, pasatiempo, habilidades manuales, etc.) infórmate,
estudia y practica para realizarlo lo mejor posible. Si descubres que te falta habilidad, no lo
abandones porque es tu pasatiempo; es muy distinto a dejar las cosas por falta de
perseverancia. Todos tenemos una habilidad (nadar, tocar guitarra, pintar, escribir novelas,
etc.) y debemos buscar la manera de perfeccionarnos en la misma.
– Si te comparas con otras personas, enfoca sus cualidades para aprender de ellas y
cultivar tu persona; en cuanto a los defectos, primero observa si no los tienes y después
piensa como los ayudarías a superarlos, y díselos.
La autoestima aparenta ser un valor muy personalista, sin embargo, todo aquello que nos
perfecciona como seres humanos, tarde o temprano se pone al servicio de los demás; una
vez que hemos recorrido el camino, es más sencillo conducir a otros por una vía más ligera
hacia esa mejora personal a la que todos aspiramos.
REFLEXIÓN:
1. ¿Qué importancia le doy al valor de la autoestima en mi vida personal y
comunitaria?
2. ¿Cómo fomento el valor de la autoestima en medio de la sociedad y de mi
comunidad eclesial?
TEMA 3: EL AUTODOMINO
Objetivo: Fomentar el valor del Autodominio, para crear mejores ambientes de
convivencia fraterna en medio de la sociedad y de la comunidad eclesial en que nos

movemos.
¿QUÉ ES EL AUTODOMINO?
El Autodominio es aquella capacidad humana que tiene una persona y que le permite
controlar las emociones y los impulsos que lo afectan en determinado momento y ante un
evento concreto, o en su cotidianidad. El Autodominio es una disposición muy importante,
ya que nos ayudará a afrontar con calma y serenidad los problemas y los contratiempos
normales de la vida, es decir, nos anima a cultivar la paciencia y a desarrollar mucha
comprensión en las relaciones interpersonales establecidas y por establecer. En relación a
nuestro temperamento, si es que tenemos una tendencia de mal genio, nos ayuda a sabernos
controlar, lo cual nos da serenidad y evita que estallemos ante cualquier problema o
contratiempo.
EXPERIENCIA
Formar un carácter capaz de dominar la comodidad y los impulsos propios de su forma de
ser para hacer la vida más amable a los demás.
Es el valor que nos ayuda a controlar los impulsos de nuestro carácter y la tendencia a la
comodidad mediante la voluntad. Nos estimula a afrontar con serenidad los contratiempos y
a tener paciencia y comprensión en las relaciones personales. El autodominio debe
comprenderse como una actitud que nos impulsa a cambiar positivamente nuestra
personalidad. Cuando no existe esa fuerza interior, se realizan acciones poco adecuadas,
generalmente como resultado de un estado de ánimo; la armonía que debe existir en toda
convivencia se rompe; quedamos expuestos a caer en excesos de toda índole y entramos en
un estado de comodidad que nos impide concretar propósitos.
Cada día que buscamos ejercer ese señorío sobre nosotros mismos, automáticamente
nuestro carácter comienza a madurar por la serenidad y paciencia que imprime este valor, la
voluntad nos libera del desánimo, controlamos nuestros gustos y vivimos mejor la
sobriedad. En pocas palabras, entramos en un proceso de superación constante.
Algunas personas han opinado que la fuente para lograr el autodominio proviene de la
aplicación de algunas técnicas para relajarse, y aunque efectivamente pueden ayudar, no
debemos perder de vista que los valores se forman a través del ejercicio diario, con el
esfuerzo por descubrir en nuestra personalidad aquellos rasgos poco favorables.
Las costumbres y hábitos determinan en mucho la falta de autodominio. Debemos
comenzar por analizar cuáles de ellas nos condicionan e impiden vivir este valor.
El autodominio nos ayuda a reconocer los distintos aspectos de nuestra personalidad y
nuestra forma de reaccionar ante determinadas circunstancias. Debemos cambiar nuestras
disposiciones en sentido positivo: “en lugar de molestarme por la lentitud de “x” empleado
-cuyo ritmo de trabajo es así-, ahora no sólo evitaré el disgusto y llamada de atención,
procuraré darle un buen consejo que le ayude a mejorar”. Lo mismo aplica para los hijos, el
cónyuge y hasta con algunos amigos. Este cambio no es sencillo, requiere atención y
esfuerzo para anticipar nuestras reacciones, lo cual significa remar contracorriente para
corregir este mal hábito.
Otras de las costumbres más arraigadas se encuentran en el terreno de los gustos y
comodidades personales, en apariencia es poco significativo privarse de una golosina a
media mañana, quedarse en cama más de lo debido, terminar de trabajar antes de la hora de
salida, o buscar cómo perder el tiempo para llegar más tarde a casa y evadir alguna
ocupación, pero cada una de estas cosas pequeñas constituye una excelente oportunidad
para practicar el autodominio. Quien tiene la capacidad de privarse de un gusto, también
tendrá la fortaleza para soportar situaciones desagradables.
Para algunas personas, la falta de este valor se manifiesta por el deseo de convertirse en el
centro de atención en todo lugar, acaparar las conversaciones, presumir de sus logros,
compararse continuamente con los demás… El autodominio también ayuda a ser más
sencillos, hombres y mujeres de acción y no de palabras inútiles.
En familia este valor es indispensable para la sana convivencia, pues implica aprender a
tolerar y pasar por alto las pequeñas fricciones cotidianas, no se tratar de desentenderse,
sino de dar ejemplo de serenidad, comprensión y cariño, principalmente cuando se tiene la
responsabilidad de educar a los hijos. También nos ayuda a estar pendientes de las
necesidades de los demás y prestarles servicios, pues la comodidad nos hace esperar ser
atendidos, mientras que el autodominio nos impulsa a ser más participativos en los
quehaceres cotidianos.
En el contexto de las relaciones personales, el autodominio nos impulsa a ser discretos y
maduros para evitar la murmuración, la crítica y la difamación de los demás por cualquier
situación que es incompatible con nuestra forma de pensar. La práctica del autodominio
también nos induce a perfeccionar nuestros hábitos de trabajo, aprovechar más el tiempo,
tener más cuidado en lo que hacemos, “dar el extra” cuando se necesite. En el campo
escolar y profesional siempre es necesario el perfeccionamiento, que sólo se alcanza con
esfuerzo, alejando la pereza y la mentalidad conformista.
PARA INICIAR Y DESARROLLAR EL AUTODOMINIO CONSIDERA
IMPORTANTE:
– Aprende a escuchar. De lo contrario, se convierte en la muestra más clara de la falta de
autodominio.
– Procura no distinguirte por comer abundantemente, decir disparates, vestir de forma
estrafalaria, mostrar poca educación o malos modales.
– Evita el deseo de enterarte de lo que no te incumbe, hacer comentarios imprudentes y dar
consejos no solicitados, eso es ser entrometido.
– Cuida especialmente tus relaciones personales, evita suponer las palabras y actitudes que
los demás tienen y que “motivan” tu enojo. Lo más importante es que tú cambies de actitud,
que hasta ahora también es predecible.
– Dedica unos minutos cada día para reflexionar y elaborar una pequeña lista sobre las
situaciones cotidianas que normalmente te disgustan, provocan pereza, caes en excesos y
aquellas en las que evades tus responsabilidades. No te preocupes si en un principio son
pocas, más adelante seguirás descubriendo otras no menos importantes.
– De la lista obtenida, selecciona dos de todas ellas (puedes elegir entre las interrupciones
en el trabajo, comprar los víveres para el hogar, desvelarte con frecuencia, dedicar el
tiempo necesario al estudio, por ejemplo), reflexiona sobre la actitud correcta que debes
adoptar y llévalas a la práctica por una o dos semanas, después de ese período elige otras y
así sucesivamente.
La persona que aprende a controlarse interiormente tiene el privilegio de vivir una alegría
auténtica, pues jamás se deja llevar por los disgustos y contratiempos; además, tiene la
tranquilidad del deber cumplido, pues por el control que tiene sobre la comodidad, es capaz
de cumplir con sus deberes oportunamente. Consecuentemente, todo esto le ayuda a tener
excelentes relaciones personales, por la cordialidad y delicadeza que mantiene en su trato.
REFLEXIÓN:
1. ¿Qué importancia tiene para mí el valor del autodominio en mi vida
comunitaria?
2. ¿Cómo practico el autodominio en medio de mi familia, sociedad y comunidad
eclesial?
TEMA 4: LA LIBERTAD
Objetivo: Conocer la importancia de la libertad como parte intrínseca de nuestra dignidad
humana.

Un valor que todos reconocemos, pero que pocos


sabemos defender, o del cual podemos abusar.
¿QUÉ ES LA LIBERTAD?
La libertad es un derecho natural de la persona, sin
importar la edad, sexo o cualquier otra diferencia de
cualquier índole. Gracias a la libertad podemos realizar
aspiraciones: un mejor nivel de vida, formar a los hijos
para que aprendan a tomar mejores decisiones, buscar un
lugar adecuado para vivir, participar de manera activa en
beneficio de la sociedad, llevar una vida congruente con la moral y la ética en todo el
quehacer profesional, buscar una educación de calidad… pero estos son los efectos de la
libertad, no la libertad misma.
La libertad puede entenderse como la capacidad de elegir entre el bien y el mal
responsablemente. Esta responsabilidad implica conocer lo bueno o malo de las cosas y
proceder de acuerdo con nuestra conciencia, de otra manera, se reduce el concepto a una
mera expresión de un impulso o del instinto.
Toda decisión se enfrenta a la consideración de lo bueno y lo malo, del beneficio o el
perjuicio de una acción. Si no se realiza este juicio se puede incurrir con facilidad en un
error pues se hace un uso irresponsable de la libertad. Al igual que en otros aspectos de
nuestra vida, el abuso se convierte en un actuar conforme a nuestros impulsos, sin
reconocer barreras, límites, moral o ética, es decir, se convierte en libertinaje.
MAL USO DE LA LIBERTAD DENTRO DE LA SOCIEDAD
El mal uso o abuso de este derecho, siempre tendrá repercusiones en nuestros semejantes.
Es inconcebible pensar que nuestro proceder es independiente y único, no podemos obrar
como si fuéramos los únicos en el mundo o imponer sin ton ni son normas a las cuales
deben sujetarse los que nos rodean; si por alguna razón alguien con autoridad o poder de
cualquier índole afecta abusando “libremente” en perjuicio del prójimo, está olvidando las
bases y principios que le han otorgado esas capacidades para el servicio, bienestar y
desarrollo de los demás.
Tal es la magnitud de la libertad, que ni Dios la condiciona o restringe, pues forma parte de
nuestra naturaleza; sus mandamientos son una guía con la cual se puede ser más humano,
nada parecido a un condicionamiento, pues se nota por las acciones, que todos tenemos la
capacidad de aceptar o rechazar lo propuesto, de asumirlo con alegría o rechazarlo
abiertamente, haciendo lo que mejor nos parece; sin que en este momento se juzgue si esa
aceptación o menosprecio sea bueno o malo, podemos afirmar nuevamente que siempre
estaremos ejerciendo nuestro derecho de ser Libres. La Libertad no se construye. No es
como en el caso de virtudes como la perseverancia, la fortaleza o la paciencia que requieren
de un esfuerzo constante y continuo para hacer de ellas una parte integral de nuestra vida.
La libertad se ejerce de acuerdo con los principios fundamentales que nacen en la
conciencia, en la familia y en la sociedad, es ahí donde este valor se orienta, forma, educa y
respalda, forjando personas íntegras.
Podemos percibir mejor la libertad en nuestra vida diaria en muchos aspectos: En el
momento que procuramos enseñarle a los demás (hijos, empleados, padres, amigos, etc.) a
considerar lo bueno y lo malo de cada acto; cuando tenemos acceso a distintos medios de
comunicación y encontramos que se puede expresar opiniones con respeto y educación;
Cuando usamos correctamente de servicios públicos.
Reflexionar en la libertad es una oportunidad para considerar lo que tenemos, cómo lo
aprovechamos o desaprovechamos, lo que hemos hecho y dejado de hacer. Vivir libremente
es respetar, y al mismo tiempo es decidir, es ejercer un derecho.
LIBRES Y RESPONSABLES: ASPECTO TEOLÓGICO.
El Catecismo de la Iglesia Católica habla de la libertad moral que Dios ha dado al hombre
para elegir. «A la libertad nos ha llamado Dios» (Gal 5,13) y «la verdad os hará libres» (Jn
8, 15) son las expresiones evangélicas que iluminan esta reflexión. Ya las páginas del
Antiguo Testamento recuerdan cómo Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza, por lo
tanto capaz de usar la libertad que Él mismo respeta. «Quiso Dios dejar al hombre en
manos de su propia decisión» (Si 15,14); «de modo que busque a su Creador sin coacciones
y, adhiriéndose a Él llegue libremente a la plena y feliz perfección» (GS 17). Dios no fuerza
la naturaleza humana. Dice San Agustín: «El que te creó sin ti no te salvará sin ti».
La libertad es una de las cualidades más deseadas por todo el mundo porque está en lo más
profundo de la naturaleza humana. Es un poder que, siguiendo la razón y la voluntad, le
hace posible elegir qué acciones quiere realizar y cómo. No hablamos de la libertad en
relación con la esclavitud, ni con la función social que cumple para conseguirla en la
historia de los pueblos. Los cristianos viviendo en plenitud nuestra condición de personas
libres queremos que todos lo sean. Aquí hablamos de libertad moral personal para hacer el
bien o el mal.
La libertad es un don, una gracia, un gran privilegio de Dios y también una tarea para no
perderla y usarla bien. Así lo expresa el Concilio Vaticano II cuando habla de la dignidad
de la conciencia moral y la grandeza de la libertad. «Posee un valor que nuestros
contemporáneos ensalzan con entusiasmo» (GS 17). Cervantes dice que «es uno de los más
preciosos dones que a los hombres dieron los dioses». La libertad es una disposición moral
de la persona. Implica poder elegir entre el bien y el mal.
La verdadera libertad es responsable, es decir, quien la ejerce tiene en cuenta las
consecuencias de sus acciones. No es libertad elegir el mal. El mal uso de la libertad
«conduce a la esclavitud del pecado» (cf. Rm 6, 17). Desde los orígenes de la humanidad la
libertad está herida por el pecado. Por eso es necesario un esfuerzo constante para usarla
bien haciendo un discernimiento responsable. Cada uno debe responder de sus actos y
rogando a Dios le ayude con su gracia.
El Señor pide responsabilidades a Adán después del pecado en el paraíso: « ¿Qué has
hecho?» (Gen. 3,13). También a Caín le pregunta: « ¿Dónde está tu hermano?» (Gen. 4,
10). Así mismo los profetas recriminan a los reyes sus malas acciones. Algunas veces se
fomenta una libertad depravada, que nace de una conciencia deformada, laxa o errónea. La
historia certifica cuántas desgracias y males han venido a cada persona, a grupos sociales y
a la humanidad entera nacidas del mal uso de la libertad, nacido de corazones
depravados. El Infierno es fruto del pecado y a Dios nunca hemos de echarle la culpa; es el
ser humano quien se hace responsable de sus actos que pueden ser buenos o malos. Al final
cada uno dará cuentas de su vida como muy bien nos dice la Biblia.
La gracia de Dios nos ayudará a vivir nuestra libertad con responsabilidad. Nunca la
destruye, sino todo lo contrario. Ayuda a atemperar las pasiones. El cristiano antes de elegir
ora al Espíritu Santo, que es el Consejero de nuestras almas, para tener acierto. «Donde está
Él, está la libertad» (2 Co. 3,17). Los cristianos hemos de ser las personas más libres según
dice San Pablo: «Nos gloriamos de la libertad de los hijos de Dios» (Rm. 8,21). Hoy se
confunde libertinaje con libertad y esto es fruto del relativismo que ciega la auténtica
conciencia y desvía del camino que lleva a la eterna realización que es el Cielo.
REFLEXIÓN:
1. ¿Cómo vivo mi libertad en medio de la sociedad y de la comunidad eclesial en
que me desenvuelvo?
2. ¿Soy responsable de mis actos, o hago mi gusto, sin importarme las
consecuencias que traigan a las personas que me rodea?
TEMA 5: EL LIDERAZGO

Objetivo: Conocer el verdadero sentido del liderazgo dentro de un grupo o comunidad.


¿QUÉ ES EL LIDERAZGO?
Son las cualidades de la personalidad y la capacidad que favorece la guía y el control sobre
otros individuos. Es también, una influencia interpersonal, dirigida a través del proceso de
comunicación, al logro de una o varias metas. Por ello, todo líder tiene el compromiso y la
obligación de velar por la superación personal, profesional y espiritual de quienes lo
rodean. Es una responsabilidad que como personas debemos asumir.
Por lo general se reconoce la figura de un líder por ser quien va a la cabeza, sobre sus
hombros tiene la responsabilidad de llevar adelante todo género de proyectos,
distinguiéndose por ser una persona emprendedora y con iniciativa, con la habilidad de
saber transmitir sus pensamientos a los demás, comprensión de las personas y la
desarrollada capacidad de conjuntar equipos de trabajo eficientes.
Ante esta perspectiva, puede parecer que este nivel de personalidad sólo está reservado para
unos cuantos, lamentablemente, pocas personas saben que un liderazgo efectivo no está
expresado por un nombramiento o designación específica.
EXPERIENCIA DE VIDA
En todos los equipos de trabajo -desde los escolares hasta los de alta dirección de empresas-
encontramos al menos a una persona, que sin tener el peso de una responsabilidad,
sobresale por su iniciativa, amplia visión de las circunstancias, gran capacidad de trabajo y
firmes decisiones; sus ideas y aportaciones siempre son consideradas por la certeza y
oportunidad con que las expresa; por otra parte, se distingue por su facilidad de diálogo y la
habilidad que tiene para relacionarse con todos dentro y fuera del trabajo.
Este tipo de personas sobresalen, además, por poseer un cúmulo de buenos hábitos y
valores: Alegría, amabilidad, orden, perseverancia (entre muchos otros), despertando en
nosotros admiración y respeto. En otras palabras: son un digno modelo y ejemplo.
IPORTANCIA DEL LIDERAZGO
- Es importante por ser la capacidad de un conductor para guiar y dirigir.
- Es vital para la supervivencia de cualquier organización: grupo escolar, grupo
laboral, grupo eclesial (pastoral infantil, juvenil, familiar, acólitos, etc.), grupo
político, grupo económico, grupo científico, etc.
- Es Liderazgo es un valor que se debe fomentar para el buen funcionamiento y
organización de cualquier grupo social.
ASPECTOS PERSONALES DEL LIDERAZGO
- Empatía, respeto y cooperación con los demás.
- Autocontrol (manejar sus emociones).
- Muestra de apertura a diversas opiniones.
- Iniciativa en las responsabilidades que asume.
- Seguridad en las ideas que se plantea.
- Capacidad para respuestas creativas.
- Toma de decisiones con oportunidad.
- Asertividad y manejo adecuado de conflictos.
- Orden y responsabilidad en relación a sus obligaciones.
- Equilibrio entre el decir y el hacer.
- El liderazgo procreativo.
REFLEXIÓN:
1. ¿Cree que es importante fomentar y desarrollar el valor del liderazgo dentro de
cualquier determinado grupo?
2. ¿Ser un verdadero líder significa ser autoritarita en medio de la comunidad? Es
decir yo tengo la última palabra.
TEMA 6: EL SERVICIO
Objetivo: Comprender el
verdadero significado del servicio
en la vida de todo hombre como ser
social y como ser creyente.
¿QUÉ ES EL SERVICIO?
Es un conjunto de acciones las
cuales son realizadas para servir a
alguien, algo o alguna causa. Los
servicios son funciones ejercidas
por las personas hacia otras
personas con la finalidad de que estas cumplan con la satisfacción de recibirlos. La
etimología de la palabra nos indica que proviene del latín “Servitĭum”, haciendo referencia
a la acción ejercida por el verbo “Servir“. Los servicios prestados en una comunidad
cualquiera están determinados en clases, a su vez estas clases están establecidas de acuerdo
a la figura personal o institucional que lo ofrece o imparte. Existen servicios
públicos y servicios especializados.
EXPERIENCIA DE VIDA
Brindar ayuda de manera espontánea en los detalles más pequeños, habla de nuestro alto
sentido de colaboración para hacer la vida más ligera a los demás. Servir es ayudar a
alguien de manera espontánea, como una actitud permanente de colaboración hacia los
demás. La persona servicial lo es en su trabajo, con su familia, pero también en la calle
ayudando a otras personas en cosas aparentemente insignificantes, pero que van haciendo la
vida más ligera. Todos recordamos la experiencia de algún desconocido que apareció de la
nada justo cuando necesitábamos ayuda que sorpresivamente tras ayudarnos se pierde entre
la multitud.
Las personas serviciales viven continuamente observando y buscando el momento oportuno
para ayudar a alguien, aparecen de repente con una sonrisa y las manos por delante
dispuestos a hacernos la tarea más sencilla, en cualquier caso, recibir un favor hace nacer
en nuestro interior un profundo agradecimiento.
LA PERSONA QUE VIVE ESTE VALOR, HA SUPERADO BARRERAS QUE AL
COMÚN DE LAS PERSONAS PARECE INFRANQUEABLE
– El temor a convertirse en el “hácelo todo”, en quien el resto de las personas descargará
parte de sus obligaciones, dando todo género de encargos, y por lo tanto, aprovecharse de
su buena disposición.
La persona servicial no es débil, incapaz de levantar la voz para negarse, al contrario, por la
rectitud de sus intenciones sabe distinguir entre la necesidad real y el capricho.
– Vernos solicitados en el momento que estamos concentrados en una tarea o en estado de
relajación (descansando, leyendo, jugando, etc.), se convierte en un verdadero atentado.
¡Qué molesto es levantarse a contestar el teléfono, atender a quien llama la puerta, ir a la
otra oficina a recoger unos documentos… ¿Por qué “yo” si hay otros que también pueden
hacerlo?
Quien ha superado a la comodidad, ha entendido que en nuestra vida no todo está en el
recibir, ni en dejar la solución y atención de los acontecimientos cotidianos, en manos de
los demás.
– La pereza, que va muy de la mano a la comodidad también tiene un papel decisivo, pues
muchas veces se presta un servicio haciendo lo posible por hacer el menor esfuerzo, con
desgano y buscando la manera de abandonarlo en la primera oportunidad. Es claro que
somos capaces de superar la apatía si el favor es particularmente agradable o de alguna
manera recibiremos alguna compensación. ¡Cuántas veces se ha visto a un joven protestar
si se le pide lavar el automóvil…! pero cambia su actitud radicalmente, si existe la promesa
de prestárselo para salir con sus amigos.
Todo servicio prestado y por pequeño que sea, nos da la capacidad de ser más fuertes para
vencer la pereza, dando a quienes nos rodean, un tiempo valioso para atender otros asuntos,
o en su defecto, un momento para descansar de sus labores cotidianas.
La rectitud de intención siempre será la base para vivir este valor, se nota cuando las
personas actúan por interés o conveniencia, llegando al extremo de exagerar en atenciones
y cuidados a determinadas personas por su posición social o profesional, al grado de
convertirse en una verdadera molestia. Esta actitud tan desagradable no recibe el nombre de
servicio, sino de “servilismo”.
ALGUNOS SERVICIOS ESTÁN MUY RELACIONADOS CON NUESTROS
DEBERES Y OBLIGACIONES, PERO COMO SIEMPRE HAY ALGUIEN QUE LO
HACE, NO HACEMOS CONCIENCIA DE LA NECESIDAD DE NUESTRA
INTERVENCIÓN, POR EJEMPLO:
– Pocos padres de familia ayudan a sus hijos a hacer los deberes escolares, pues es la madre
quien siempre está al pendiente. Darse tiempo para hacerlo, permite al cónyuge dedicarse a
otras labores.
– Los hijos no ven la necesidad de colocar la ropa sucia en el lugar destinado, si es mamá o
la empleada del hogar quien lo hace regularmente.
Algunos otros detalles de servicio que pasamos por alto, se refieren a la convivencia y a la
relación de amistad:
– No hace falta preocuparse por preparar la cafetera en la oficina, pues (él o ella) lo hace
todas las mañanas.
– En las reuniones de amigos, dejamos que (ellos, los de siempre) sean quienes ordenen y
recojan todo lo utilizado, ya que siempre se adelantan a hacerlo.
No podemos ser indiferentes con las personas serviciales, todo lo que hacen en beneficio de
los demás requiere esfuerzo, el cual pasa inadvertido por la forma tan habitual y natural con
que realizan las cosas.
COMO MUHCAS OTRAS COSAS EN LA VIDAD, EL ADQUIRIR Y VIVIR UN
VALOR, REQUIERE DISPOSICIÓN Y REPETICIÓN CONSTANTE Y
CONSCIENTE DE ACCIONES ENCAMINADAS PARA LOGRAR EL
PROPÓSITO. HAGAMOS UNAS BREVES CONSIDERACIONES:
– Esforzarnos por descubrir pequeños detalles de servicio en lo cotidiano y lo común:
ayudar a recoger los platos después de la comida, mantener en orden los efectos personales
(sea en casa o el trabajo), ceder el paso o el lugar a una persona, llevar documentos u
objetos en vez de esperar que alguien venga por ellos… Existen múltiples oportunidades y
el realizar cada una de ellas, nos capacita para hacer un mayor esfuerzo en lo sucesivo.
– Observa cuantas cosas hacen los demás por tu persona y sin que lo pidas. Cada una de
ellas puedes convertirla en un propósito y una acción personal.
– Dejar de pensar que “siempre me lo piden a mí”. Observa cuantas veces te niegas a servir,
seguramente muchas y frecuentemente. Existe un doble motivo para esta insistencia,
primero: que nunca ayudas, y segundo: se espera un día poder contar contigo.
– Si algo se te pide no debes detenerte a considerar lo agradable o no de la tarea, sin aplazar
el tiempo, comenzar inmediatamente sin considerarlo una carga.
Esperar a recibir atenciones tiene poco mérito y cualquiera lo hace, para servir eficazmente
hace falta iniciativa, capacidad de observación, Generosidad y vivir la Solidaridad con los
demás, haciendo todo aquello que deseamos que hagan por nosotros.

RFLEXIÓN:
1. ¿Qué importancia le doy al valor de servicio en mi vida diaria?
2. ¿Cómo vivo el valor de servicio en medio de mi familia, colegio, sociedad e Iglesia?
TEMA 7: LA RESPONSABILIDAD
Objetivo: Tomar conciencia de lo
importante que es el valor de la
Responsabilidad en nuestra vida personal y
social.
¿QUÉ ES LA RESPONSABILIDAD?
La palabra Responsabilidad proviene del
término latino responsum (ser capaz de
responder, corresponder con otro). La
responsabilidad es el cumplimiento de las
obligaciones o cuidado al hacer o decidir algo, o bien una forma de responder que implica
el claro conocimiento de que los resultados de cumplir o no las obligaciones, recaen sobre
uno mismo.
La responsabilidad se puede ver como la conciencia acerca de las consecuencias que tiene
todo lo que hacemos o dejamos de hacer sobre nosotros mismos o sobre los demás.
En el campo del estudio o del trabajo; por ejemplo, el que es responsable lleva a cabo sus
tareas con diligencia, seriedad y prudencia porque sabe que las cosas deben hacerse bien
desde el principio hasta el final y que solo así se saca verdadera enseñanza y provecho de
ellas.
Con la responsabilidad el individuo aprende a comportarse de manera que puedan confiar
en él, ya que ésta garantiza el cumplimiento de los compromisos adquiridos y
genera confianza y tranquilidad entre las personas.
EXPERIENCIA DE VIDA
Todos comprendemos la irresponsabilidad cuando alguien no cumple lo que promete ¿Pero
sabemos nosotros vivirla? La responsabilidad (o la irresponsabilidad) es fácil de detectar en
la vida diaria, especialmente en su faceta negativa: la vemos en el plomero que no hizo
correctamente su trabajo, en el carpintero que no llegó a pintar las puertas en el día que se
había comprometido, en el joven que tiene bajas calificaciones, en el arquitecto que no ha
cumplido con el plan de construcción para un nuevo proyecto, y en casos más graves en un
funcionario público que no ha hecho lo que prometió o que utiliza los recursos públicos
para sus propios intereses.
Sin embargo, plantearse qué es la responsabilidad no es algo tan sencillo. Un elemento
indispensable dentro de la responsabilidad es el cumplir un deber. La responsabilidad es
una obligación, ya sea moral o incluso legal de cumplir con lo que se ha comprometido.
La responsabilidad tiene un efecto directo en otro concepto fundamental: la confianza.
Confiamos en aquellas personas que son responsables. Ponemos nuestra fe y lealtad en
aquellos que de manera estable cumplen lo que han prometido.
La responsabilidad es un signo de madurez, pues el cumplir una obligación de cualquier
tipo no es generalmente algo agradable, pues implica esfuerzo. En el caso del plomero,
tiene que tomarse la molestia de hacer bien su trabajo. El carpintero tiene que dejar de
hacer aquella ocupación o gusto para ir a la casa de alguien a terminar un encargo laboral.
La responsabilidad puede parecer una carga, y el no cumplir con lo prometido origina
consecuencias.
¿POR QUÉ ES UN VALOR LA RESPONSABILIDAD?
Porque gracias a ella, podemos convivir pacíficamente en la sociedad, ya sea en el plano
familiar, estudiantil-universitario, amistoso, profesional o personal.
Cuando alguien cae en la irresponsabilidad, fácilmente podemos dejar de confiar en la
persona. En el plano personal, aquel marido que durante una convención decide pasarse un
rato con una mujer que recién conoció y la esposa se entera, la confianza quedará deshecha,
porque el esposo no tuvo la capacidad de cumplir su promesa de fidelidad. Y es que es fácil
caer en la tentación del capricho y del bienestar inmediato. El esposo puede preferir el gozo
inmediato de una conquista, y olvidarse de que, a largo plazo, su matrimonio es más
importante.
El origen de la irresponsabilidad se da en la falta de prioridades correctamente ordenadas.
Por ejemplo, el carpintero no fue a pintar la puerta porque llegó su “compadre” y
decidieron tomarse unas cervezas en lugar de ir a cumplir el compromiso de pintar una
puerta. El carpintero tiene mal ordenadas sus prioridades, pues tomarse una cerveza es algo
sin importancia que bien puede esperar, pero este hombre (y tal vez su familia), depende de
su trabajo.
La responsabilidad debe ser algo estable. Todos podemos tolerar la irresponsabilidad de
alguien ocasionalmente. Todos podemos caer fácilmente alguna vez en la irresponsabilidad.
Empero, no todos toleraremos la irresponsabilidad de alguien durante mucho tiempo. La
confianza en una persona en cualquier tipo de relación (laboral, familiar o amistosa) es
fundamental, pues es una correspondencia de deberes. Es decir, yo cumplo porque la otra
persona cumple.
El costo de la irresponsabilidad es muy alto. Para el carpintero significa perder el trabajo,
para el marido que quiso pasarse un buen rato puede ser la separación definitiva de su
esposa, para el gobernante que usó mal los recursos públicos puede ser la cárcel.
La responsabilidad es un valor, porque gracias a ella podemos convivir en sociedad de una
manera pacífica y equitativa. La responsabilidad en su nivel más elemental es cumplir con
lo que se ha comprometido, o la ley hará que se cumpla. Pero hay una responsabilidad
mucho más sutil (y difícil de vivir), que es la del plano moral.
Si le préstamos a un amigo un libro y no lo devuelve, o si una persona nos deja plantada
esperándole, entonces perdemos la fe y la confianza en ella. La pérdida de la confianza
termina con las relaciones de cualquier tipo: el chico que a pesar de sus múltiples promesas
sigue obteniendo malas notas en la escuela, el marido que ha prometido no volver a
emborracharse, el novio que sigue coqueteando con otras chicas o el amigo que suele
dejarnos plantados. Todas estas conductas terminarán, tarde o temprano y dependiendo de
nuestra propia tolerancia hacia la irresponsabilidad, con la relación.
Ser responsable es asumir las consecuencias de nuestras acciones y decisiones. Ser
responsable también es tratar de que todos nuestros actos sean realizados de acuerdo con
una noción de justicia y de cumplimiento del deber en todos los sentidos.
Los valores son los cimientos de nuestra convivencia social y personal. La responsabilidad
es un valor, porque de ella depende la estabilidad de nuestras relaciones. La responsabilidad
vale, porque es difícil de alcanzar.
¿QUÉ PODEMOS HACER PARA MEJORAR NUESTRA RESPONSABILIDAD?
El primer paso es percatarnos de que todo cuanto hagamos, todo compromiso, tiene una
consecuencia que depende de nosotros mismos. Nosotros somos quienes decidimos.
El segundo paso es lograr de manera estable, habitual, que nuestros actos correspondan a
nuestras promesas. Si prometemos “hacer lo correcto” y no lo hacemos, entonces no hay
responsabilidad.
El tercer paso es educar a quienes están a nuestro alrededor para que sean responsables. La
actitud más sencilla es dejar pasar las cosas: olvidarse del carpintero y conseguir otro, hacer
yo mismo el trabajo de plomería, despedir al empleado, romper la relación afectiva. Pero
este camino fácil tiene su propio nivel de responsabilidad, porque entonces nosotros
mismos estamos siendo irresponsables al tomar el camino más ligero. ¿Qué bien le hemos
hecho al carpintero al despedirlo? ¿Realmente romper con la relación era la mejor
solución? Incluso podría parecer que es “lo justo” y que estamos haciendo “lo correcto”.
Sin embargo, hacer eso es caer en la irresponsabilidad de no cumplir nuestro deber y ser
iguales al carpintero, al gobernante que hizo mal las cosas o al marido infiel. ¿Y cuál es ese
deber? La responsabilidad de corregir.
El camino más difícil, pero que a la larga es el mejor, es el educar al irresponsable. ¿No
vino el carpintero? Entonces, a ir por él y hacer lo que sea necesario para asegurarnos de
que cumplirá el trabajo. ¿Y el plomero? Hacer que repare sin costo el desperfecto que no
arregló desde la primera vez. ¿Y con la pareja infiel? Hacerle ver la importancia de lo que
ha hecho, y todo lo que depende de la relación. ¿Y con el gobernante que no hizo lo que
debía? Utilizar los medios de protesta que confiera la ley para que esa persona responda por
sus actos.
Vivir la responsabilidad no es algo cómodo, como tampoco lo es el corregir a un
irresponsable. Sin embargo, nuestro deber es asegurarnos de que todos podemos convivir
armónicamente y hacer lo que esté a nuestro alcance para lograrlo.
¿Qué no es fácil? Si todos hiciéramos un pequeño esfuerzo en vivir y corregir la
responsabilidad, nuestra sociedad, nuestros países y nuestro mundo serían diferentes.
Sí, es difícil, pero vale la pena.

REFLEXIÓN:
1. ¿Qué significa en mi vida cotidiana el valor de la responsabilidad?
2. ¿Cómo vivo el valor de la Responsabilidad en medio de mi familia, colegio,
universidad, iglesia y sociedad en general?
TEMA 8: LA SOLIDARIDAD
Objetivo: Conocer el verdadero sentido de la solidaridad en medio de nuestra sociedad
actual llena de tanto egoísmo.
¿QUÉ ES LA SOLIDARIDAD?
Un valor que nos ayuda a ser una
mejor sociedad y que no
solamente debe vivirse en casos
de desastre y emergencia.
Pensamos en la Solidaridad como
una actitud que debemos asumir
en emergencias y desastres, sin
embargo, la Solidaridad es una
característica de la sociabilidad
que inclina al hombre a sentirse unido a sus semejantes y a la cooperación con ellos.
EXPERIENCIA DE VIDA
El valor de la Solidaridad lo podemos manifestar cada vez que procuramos el bienestar de
los demás, participando en iniciativas que nos impulsen a servirles, como puede ser: la
visita a los enfermos en un hospital, haciendo colectas de ropa y alimentos para los más
necesitados, en un grupo que imparta educación en comunidades marginadas, colaborando
en campañas de cuidado y limpieza de calles y áreas recreativas de la comunidad, en los
momentos que auxiliamos a quienes son víctimas de alguna catástrofe, es decir, prestando
nuestros servicios en la creación de mejores condiciones de vida.
NO PODEMOS REDUCIR EL CONCEPTO DE SOLIDARIAD A UN SIMPLE
SERVICIO EXTRAORDINARIO
En la empresa los dueños deben procurar pagar un salario justo a sus trabajadores, de tal
manera que les alcance para cubrir las necesidades primordiales de su familia; también los
trabajadores en la oficina, el taller, el hospital, deben preocuparse por ayudar a sus colegas
a desempeñar mejor su labor, con consejos, orientaciones o simplemente enseñarlos a hacer
aquello que más se les dificulta.
- En el trabajo personal: poniendo alegría y empeño por hacerlo lo más
perfectamente posible, pues garantiza el progreso de la empresa y por consiguiente
el propio.
- Los educadores actualizando continuamente sus conocimientos, al mismo tiempo
que las técnicas de enseñanza, para garantizar un mejor aprendizaje y
aprovechamiento de los alumnos, además de ver en cada educando a una persona en
desarrollo y formación.
- En el hogar: dando un trato justo a los empleados que conviven diariamente con
nosotros y nos ayudan a tener una vida más agradable.
- El respetar las normas de vialidad al ir conduciendo, para garantizar la seguridad de
los peatones y automovilistas.
La solidaridad es la ayuda mutua que debe existir entre las personas, no porque se les
conozca o sean nuestros amigos, simplemente porque todos tenemos el deber de ayudar al
prójimo y el derecho a recibir la ayuda de nuestros semejantes. Qué agradable es el
momento en que un desconocido se ofrece a ayudarnos a cambiar el neumático averiado o
levanta los objetos que han caído de nuestras manos, son pequeños detalles de Solidaridad:
servir a los demás desinteresadamente, por el simple hecho de ser personas, porque han
descubierto la fraternidad….
Debemos descubrir y comprender que en cada lugar de trabajo y de convivencia, las
personas tienen algo interesante que aportar y que enseñarnos; si aprendemos a interesarnos
por el bienestar de las personas estamos en condiciones de ayudarles y prestarles un mejor
servicio. Si queremos que algo mejore – el servicio de limpieza de las calles o la educación
que reciben los hijos en la escuela, por ejemplo -, debemos decidirnos a tomar el problema
en nuestras manos, tal vez el vecino tiene la misma inquietud, y sólo le hacía falta con
quien empezar a trabajar, con sus medios y los nuestros… no esperemos que las cosas
cambien por sí mismas.
Generalmente el bien común va planteando nuevas necesidades, consecuentemente la labor
no termina, pero se crea un ciclo en el cual se va haciendo cada vez más efectiva la ayuda y
participación de todos. En resumidas cuentas, para vivir la Solidaridad se requiere pensar
en los demás como si fuera otro yo, pues no vivimos aislados y nuestros conciudadanos
esperan que alguien se preocupe por el bienestar y seguridad de todos, tal vez de alguien
como nosotros, como líderes emprendedores.
REFLEXIÓN:
1. ¿Qué significado tiene el valor de la Solidaridad en mi vida diaria?
2. ¿Cómo practico el valor de la Solidaridad en medio de mi comunidad?
TEMA 9: EL VALOR DE LA AMISTAD
Objetivo: Valorar y fomentar la amistad entre
nosotros, como un medio para crecer en la
fraternidad.
DINÁMICA:
Necesitamos cartulinas, revistas, periódicos, tijeras,
pegamento y plumones.
1. Se divide al grupo en equipos de 4. La dinámica
consiste en plasmar en la cartulina a EL AMIGO
IDEAL a base de recortes y dibujos.
2. En forma personal, cada quien reflexionará quiénes
de sus amigos tienen esas cualidades del amigo ideal.
3. Y yo, ¿tengo las cualidades necesarias para ser amigo? ¿Qué me falta?
4. Cada equipo pasará ahora al frente a exponer su cartulina. En el pizarrón o rotafolio, se
irá haciendo la lista de las características del amigo ideal.
"Un amigo es un hermano que escogemos". A nuestra familia no se nos dio la oportunidad
de escoger, pero nosotros sí podemos escoger a nuestros amigos. ¿Se imaginan cómo sería
la vida si no tuviéramos amigos? sería triste…. nos sentiríamos solos… pues aunque
contamos con el cariño y apoyo en nuestra casa, necesitamos de compañeros de nuestra
edad, que estén viviendo la misma realidad que nosotros.
Ser amigo es cosa de dos. La amistad es tender un puente entre dos. Cada quién tenderá su
parte, su mitad. Si acaso alguno de nosotros considera que no tiene amigos verdaderos, es
conveniente que se pregunte si tiene las cualidades que pide a sus amigos. Si da, para poder
recibir.
Todos sabemos que hay distintos grados de amistad. Unos cuantos, son amigos verdaderos,
otros, en realidad son compañeros, o “amiguillos” y también puede haber los malos amigos.
¿QUÉ CARACTERÍSTICAS TIENE LA AMISTAD VERDADERA?
Hay tres cualidades básicas, que en realidad encierran a todas las que mencionamos: que
sea buena, que sea fiel y que sea accesible.
QUE SEA BUENA: Un verdadero amigo busca siempre el bien de la otra persona. No la
induce a hacer algo que la dañe en su cuerpo o en su interior. Con un amigo verdadero nos
divertimos sanamente. Compartimos lo que sabemos y lo que tenemos. Siempre contamos
con su abrazo, su sonrisa, su palabra de consuelo o su crítica constructiva. Por tanto un
amigo verdadero no nos invitará a drogarnos, a emborracharnos, a hacer algo de lo que
después nos remorderá la conciencia.
QUE SEA FIEL: ¿Qué quiere decir esto? Que contamos con ella incondicionalmente. Que
no es nuestro amigo sólo cuando las cosas van bien, sino aun cuando hayamos fallado. Con
un amigo podemos llorar o reír, rezar, cantar o divertirnos, hablar o estar callados. En una
palabra, podemos ser nosotros mismos, sin disimulos, sin tener que quedar bien.
Le podemos confiar lo que nos pasa, sabiendo que no nos va a juzgar. Nos escucha y nos
comprende. Posiblemente no apruebe y aplauda nuestra conducta, pero nos respeta y
acepta. Jamás le cuenta a nadie lo que le hemos confiado. Por eso nos tenemos tanta
confianza, que podemos hablar libremente y sinceramente de todo lo que nos pasa.
QUE SEA ACCESIBLE: Para que haya una verdadera amistad, necesitamos estar cerca
uno del otro. Saber que está disponible para nosotros, y que, si la necesitamos, la podemos
ir a buscar, así sea a medianoche.
Si las circunstancias nos separan, hacernos presentes a través de una carta, una llamada, etc.
Porque una amistad es como un rosal, necesitamos cuidarlo, regarlo, etc., para que dé rosas.
Si nos olvidamos de él y no lo regamos, cuando lo volvamos a buscar, estará demasiado
débil para volver a florear, si no es que ha muerto ya. Si a un amigo o amiga lo vemos muy
de vez en cuando, será difícil tenernos la confianza suficiente como para descubrirnos ante
ella como somos. Y así como a un rosal no lo podemos tapar para que nadie lo vea, porque
lo queremos solamente para nosotros, así tampoco a los amigos los podemos sofocar con
nuestros celos, queriendo que sean nuestros amigos, y de nadie más. Una amistad necesita
libertad.
No es fácil ser o encontrar amigos verdaderos, ¿verdad? Sin embargo, tener un buen amigo
es el mejor tesoro que podemos tener en la vida. Y no sólo las amigas o amigos de nuestra
edad… papá, mamá, la maestra, la hermana mayor… pueden ser amigos de verdad. Que
podamos reír o llorar, rezar o cantar con él. ¡Que podamos ser nosotros mismos… si así es,
vivir juntos será mucho más hermoso!
ILUMINACIÓN CRISTIANA DE LA REALIDAD
¿Cuáles eran las tres características básicas de un verdadero amigo?
Ahora pensemos… ¿es Jesús nuestro amigo? ¿Posee Jesús estas características?
BUENO: Todo lo que Jesús nos enseñó y vivió, es bueno. Nunca nos pide algo que nos
dañe o nos degrade.
FIEL: Con Jesús, no tenemos que fingir. Nos podemos presentar tal como somos, con
nuestras cualidades y fallas. Así como aceptó a María Magdalena, a Pedro, a pesar de que
lo negó tres veces, a los leprosos, a los ciegos, etc., así nos acepta a nosotros. No siempre
aplaudirá nuestra conducta, pero nunca nos rechaza. Él, como amigo, quiere lo mejor para
nosotros, y hasta dio su vida, con tal de dejarnos trazada una forma de vida que nos hace
realmente felices. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn.
15, 13).
ACCESIBLE: ¡Jesús y nuestro Padre Dios, siempre están disponibles! La línea telefónica
con ellos nunca está ocupada… nos escuchan sin prisa… nos esperan con los brazos
abiertos… jamás nos voltean la cara.

REFLEXIÓN:
1. ¿Qué significado tiene para mí la palabra amistad?
2. ¿Qué tipo de amigo me considero entre mis compañeros?
3. ¿Jesús está entre mis amigos, qué lugar ocupa en mi vida?

Se puede terminar el tema cantando: "Amigo”.


TEMA 10: ¿CÓMO SER UNA PERSONA AUTÉNTICA?
Objetivo: Descubrir la manera de cómo podemos
ser personas auténticas en medio de nuestra
sociedad y comunidad eclesial.
¿QUÉ SIGNIFICA AUTENTICIDAD?
La condición de auténtico se conoce
como autenticidad. Auténtico, por su parte, es
un adjetivo que califica a aquello que está
documentado o certificado como verdadero o
seguro. También se dice que una persona es
auténtica cuando no es hipócrita ni pretende
mostrarse diferente de cómo es.
EXPERIENCIA
Todos queremos ser diferentes y originales, pero ¿qué hacen las personas que son
verdaderamente auténticas? Aquí te lo decimos.
El deseo de superación siempre será bien visto, pero con relativa frecuencia perdemos
tiempo en querer ser precisamente lo que no somos: porque en ocasiones gastamos más de
lo que tenemos para dar la apariencia de una mejor posición económica, no se diga en el
modo de comportarse o de vestir según el círculo social al que queremos pertenecer; copiar
el estilo de hablar elocuente o gracioso que utiliza otra persona, o la tendencia a participar
activamente en conversaciones como conocedor y erudito, sin tener el mínimo
conocimiento. En resumidas cuentas, esta manera de ser se debe a la falta de aceptación de
sí mismo.
En ocasiones la auto-aceptación se hace más difícil por lamentarnos de lo que no tenemos.
En distintos momentos y circunstancias personas han dicho: “si hubiera nacido en una
familia con mejor posición económica, otra cosa hubiera sido”; “si yo tuviera las cualidades
que (aquel tiene…”; “si hubiera tenido la posibilidad de una mejor educación…”; “si se me
hubiera presentado esa oportunidad…” ¿No es también una pérdida de tiempo de la que
hablamos al principio?
Para ser auténticos hace falta algo más que copiar partes de un modelo, como si
quisiéramos adueñarnos de una personalidad que no nos pertenece, o peor aún, pasar la vida
esperando “la gran oportunidad” para demostrar lo que somos y lo que podemos lograr. Las
experiencias, el conocimiento y la lucha por concretar propósitos de mejora, hacen que con
el tiempo se vaya conformando una personalidad propia.

¿QUÉ HACER PARA SER AUTÉNTICOS?


– Evitar la mentira y la personalidad múltiple. Ser el mismo siempre, independientemente
de las circunstancias.
– Cooperación y comprensión para evitar el deseo de dominio sobre los demás, respetando
sus derechos y opiniones.
– Ser fieles a las promesas que hemos hecho, de esta manera, somos fieles con nosotros
mismos.
– Cumplir responsablemente con las obligaciones que hemos adquirido
– Hacer a un lado simpatías e intereses propios, para poder juzgar y obrar justamente.
– Esforzarnos por vivir las leyes, normas y costumbres de nuestra sociedad.
– No tener miedo a que “me vean como soy”. De cualquier manera, mientras no hagamos
algo para cambiar, no podemos ser otra cosa.
En resumen: La autenticidad da a la persona una natural confianza, pues con el paso del
tiempo ha sabido cumplir con los deberes que le son propios en el estudio, la familia y el
trabajo, procurando perfeccionar el ejercicio de estas labores superando la apatía y la
superficialidad, sin quejas ni lamentaciones. Por la integridad que da el cultivo de este
valor, nos convertimos en personas dignas de confianza y honorables, poniendo nuestras
cualidades y aptitudes al servicio de los demás, pues nuestras miras van más allá de nuestra
persona e intereses.
REFLEXIÓN:
1. ¿Soy una persona auténtica o copia de los modelos de personalidad que me
presenta la sociedad?
2. ¿Cómo manifiesto mi autenticidad en medio de mi comunidad social y eclesial?
3. ¿Qué estoy haciendo para fomentar el valor de la autenticidad en mi propia vida?

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