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Capítulo 2

2. EL PENSAMIENTO ECONÓMICO Y SU MARCO HISTÓRICO


2.1. INTRODUCCIÓN
Encarar una breve revisión de la historia del pensamiento económico, sobre todo en el nivel
introductorio planteado en este texto, es siempre una tarea compleja, dada la vastedad de
interpretaciones del fenómeno económico, de las ideas prevalecientes en las distintas épocas y
también de la profundidad con que debe encararse el estudio del mismo, a los efectos de que su
revisión no sea una mera enumeración de autores y teorías que no constituya ningún tipo de aporte
a quien realice su lectura.
Dos riesgos extremos se corren en esta difícil tarea: 1) En el afán de sintetizar largos cuerpos de
teoría en brevísimos párrafos, terminar rescatando sólo una “caricatura” de cada una de las escuelas
y las épocas económicas; 2) En el intento de no olvidar nada importante, tornar el presente capítulo
tan largo e inacabable, que iguale en extensión a todo el resto del contenido del libro.
Ni uno ni lo otro resulta la solución en nuestra opinión, y es por eso que creemos que debe existir un
“justo medio” en el desarrollo de este tema, que no reduzca cada escuela a un mero enunciado de
ideas, pero que al mismo tiempo no torne este capítulo el más tedioso de este texto. De algo
estamos seguros, conocer que fue la Economía antes de nuestra época, es un elemento
imprescindible para comprender qué es y qué será esta ciencia en el futuro.
Otro aspecto a destacar es que, dado que la ciencia económica surge como una respuesta a
necesidades que presentaron las distintas sociedades en cada momento, y que muchos de sus
principales aportes teóricos surgieron como consecuencia de cambios y modificaciones que fue
presentando la vida económica, el análisis de las distintas teorías debe ser realizada en su contexto
histórico-social, a los efectos de entender en términos contextuales el porqué del surgimiento de una
determinada forma de analizar la realidad.
¿Cuándo surge el pensamiento económico?, o, mejor dicho, ¿cuándo surge la preocupación por lo
económico? Es evidente que, dado que lo económico implica satisfacer todo tipo de necesidades
humanas, entre ellas las más primarias, lo económico estuvo presente en las preocupaciones de los
primeros pensadores y estudiosos de las formas sociales, por más antiguas que éstas fueran. Sin
embargo, si hacemos la pregunta que ya introdujimos en el capítulo anterior: ¿Cuándo surge el
pensamiento económico con carácter científico, es decir con método y objeto propios de estudio?,
no encontramos la misma respuesta, ya que el mismo tiene sus primeras manifestaciones en la
segunda mitad del siglo XVIII, con la aparición de los escritos de los que podrían ser considerados los
“padres fundadores” de la ciencia económica, los denominados “clásicos”. Si bien algunos
pensadores asignan una particular trascendencia a otra escuela económica, denominada fisiocracia,
no existe una diferencia significativa en el tiempo entre los escritos de una y otra escuela.
En este capítulo se efectuará entonces un somero análisis de las principales escuelas de pensamiento
económico, lo cual no quiere decir que se revisará todo el espectro de las mismas, ya que ello
excedería el marco introductorio propuesto, sino que se centrará sobre aquellas que tengan que ver
con el esquema analítico básico de este tema. El esquema de presentación se centrará básicamente
en torno de escuelas, con mención a sus principales autores, y no sobre los autores propiamente
dichos, ya que en este nivel de introducción resulta difícil marcar diferencias claras para el recién
iniciado en esta ciencia entre autores que compartieron el marco básico del pensamiento.

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Previamente realizaremos un breve análisis histórico previo al surgimiento de las escuelas en la
ciencia económica, a fin de enmarcar la aparición de las formas de mercado como mecanismo de
resolución de los problemas económicos de las distintas sociedades. Seguiremos allí las líneas
generales trazadas por Robert Heilbroner en su conocido libro “La formación de la sociedad
económica”, y a partir de dicha base acometeremos el estudio de las distintas escuelas de la ciencia
económica.

2.2. LA HISTORIA PREVIA AL SURGIMIENTO DE LA CIENCIA ECONÓMICA


El estudio de la economía previo a la aparición del sistema de mercado como forma dominante
puede dividirse, a rasgos extremadamente gruesos, en los aspectos económicos de la antigüedad y la
economía en la Edad Media.
2.2.1. La economía en la antigüedad
¿Puede hablarse de un esquema económico común en sociedades que tuvieron un alto grado de
diversidad en materia política, cultural, artística y religiosa? Aunque a primera vista podría parecer
difícil, en realidad estas sociedades tuvieron muchos rasgos en común en lo que hace a sus aspectos
económicos. A modo de gruesa síntesis, los rasgos que caracterizaron a las mismas pueden resumirse
en los siguientes:
2.2.1.1. Eran sociedades que tenían como fundamento su producción agrícola. Si bien en la
actualidad existen sociedades que tienen como producción central la agricultura, no
conforman lo que se entiende por una sociedad agrícola. La gran diferencia entre
ambas es la cantidad de personas que puede mantener su población agrícola. Esa
capacidad en la antigüedad era muy limitada, al igual que en muchas economías
subdesarrolladas o periféricas en la actualidad. Las modernas producciones agrícolas,
al mantener altos niveles de productividad, hacen que una pequeña fracción de la
población produzca los alimentos necesarios para el conjunto de los habitantes.
¿Qué es tener un alto nivel de productividad en agricultura? Sencillamente obtener
un alto nivel de producción agrícola por persona ocupada en dichas tareas, lo que
actualmente es posible por el alto nivel de tecnología y de maquinarias allí utilizadas.
El campesino labrador de la antigüedad no realizaba innovaciones tecnológicas, en la
mayor parte de los casos fabricaba los elementos con los que producía, y su
producción no tenía como destino su venta en algún mercado, sino que debía
entregar gran parte a los dueños de la tierra y al Estado, quedando el resto para
alimento y sustento propio y de su familia. Sólo una muy pequeña fracción de esa
producción (cuando alcanzaba) se destinaba a la venta y a su intercambio por dinero.
En general daba lugar a una producción básica que utilizaba el trueque como
elemento central de intercambio, con una escasa o nula utilización del dinero.
2.2.1.2. Las ciudades no generaron un desarrollo integrado con el resto de la economía. Si
bien se reconoce la existencia de una vitalidad y efervescencia en la vida económica
de las ciudades, tales como Atenas o Roma, que en muchos casos desarrollaban
niveles de actividad que las hacían comparables con nuestras propias sociedades,
esto no debe llevarnos a la conclusión de que el funcionamiento económico
resultaba igual al actual. La diferencia estriba en dos aspectos centrales:
a) Uno de ellos es el propósito esencialmente limitado de la función mercantil de la
ciudad, dado que las mismas no eran centros donde se enviasen materias primas
para ser elaboradas y consumidas por el resto de la sociedad, tal como ocurre

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con las modernas ciudades integradas al conjunto de la economía, sino en su
mayor parte eran receptoras de bienes de lujo destinados a las clases más
elevadas de la sociedad, lo que las convertía en entidades separadas de la base
económica agrícola de esas sociedades.
b) El otro elemento central que las diferencia de las modernas ciudades es la
dependencia que tenían las mismas del trabajo de los esclavos, dado que la
esclavitud en gran escala era un pilar fundamental de casi todas las sociedades
económicas antiguas, siendo éste un rasgo común a todas las sociedades
antiguas. Si bien existían otras categorías de trabajadores no esclavos en estas
economías, sin el trabajo de los esclavos difícilmente se hubiesen sostenido las
brillantes economías urbanas de la antigüedad.
2.2.1.3. El uso del excedente y la acumulación de la riqueza. La existencia de riqueza en
cualquier sociedad implica también la existencia de un excedente, en el sentido que,
a partir de los recursos que tiene la misma, ha logrado solucionar no sólo sus
problemas básicos de subsistencia, sino que queda un margen de esfuerzo
productivo para destinar a la cobertura de otras necesidades secundarias. Esta
porción de producción es el excedente de una sociedad.
En la antigüedad, a pesar de los escasos medios con los que contaban, era notable el
excedente que se obtenía sobre la base de la masa campesina pobre y la población
esclava. Templos, pirámides, carreteras y obras de arquitectura dan la prueba de que
se podía mantener mano de obra que no estuviese directamente vinculada con las
actividades de subsistencia. Lo que diferencia la sociedad antigua de la moderna
sociedad que caracteriza el mercado, es la utilización que se hace de dicho
excedente. En la antigüedad ese excedente no se canalizaba como un auxiliar de las
actividades económicas para la acumulación de riqueza y nuevos medios de
producción, sino que beneficiaba de una u otra manera a emperadores, nobles y/o
comerciantes. En este sentido podemos afirmar que la mayor parte de la riqueza
recaía en manos de personas que no desempeñaban un rol estrictamente económico
en la sociedad. La riqueza se otorgaba como recompensa al poder o a la posición
política, religiosa o militar, pero no por el desarrollo de actividades económicas. El
hecho que estas sociedades no integraran la obtención de riqueza con la producción
de bienes, hacía que la actividad económica fuese considerada “innoble”. Como se
señaló, la riqueza, que surgía del excedente extraído del esclavo o del campesino, no
era un auxiliar natural del sistema de producción, que incrementara los medios de
producción con los que se generan bienes en la sociedad. En estas condiciones, la
riqueza tiende a conseguirse como una consecuencia del poder. En las modernas
sociedades la situación tiende a ser a la inversa, ya que el poder puede conseguirse a
partir de la riqueza.
2.2.1.4. El pensamiento económico en la antigüedad. ¿Qué opinaban sobre estos temas los
economistas de la antigüedad? La respuesta es bastante sencilla: no había
economistas en un estricto sentido de la palabra, por lo que no había verdadera
doctrina económica. En la antigüedad no existían personas que se dedicasen a
estudiar la economía como campo independiente de pensamiento. La sistematicidad
y la repetición, aparte de la simplicidad de la estructura económica, no despertaban
la curiosidad de ningún pensador. Dado que en general la acumulación de riqueza
dependía de avatares distintos que la actividad económica (guerras, matrimonio o el

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simple azar), lo cambiante de los mismos no daba mucho margen para el análisis y
por lo tanto para el surgimiento de un pensamiento independiente en materia de
economía. El problema de la distribución de los bienes y servicios siempre estuvo
presente dentro del tronco común filosófico, pero como la acumulación de riqueza
era independiente de la producción de bienes, no existían estudios sistemáticos
sobre el sistema social que generaba la riqueza y la forma en que se distribuía.
Una excepción a esta regla es Aristóteles, que enfocó su capacidad analítica a una
serie de disciplinas en el marco general de la filosofía, encontrándose la economía
entre ellas, con lo cual podemos decir que gestó el inicio de un estudio de carácter
más sistemático de la economía. De cualquier manera, Aristóteles no independizó
totalmente el pensamiento de carácter económico. Dividió a la economía en dos
partes, a una la denominó œconomía, que consiste en el arte de dirigir la casa, la
administración del patrimonio y el ahorro de los recursos, y a la otra la llamó
crematistike, y que es el uso de los recursos con fines adquisitivos, era toda actividad
cuyo móvil y finalidad no era el servicio sino la ganancia. Aristóteles, en su propuesta
de sociedad, aprobaba la economía pero rechazaba la crematística, actividad innoble
para el hombre griego.
2.2.2. La economía en la edad media
La Edad Media es ese prolongado período histórico que abarca a la totalidad de Europa, con
comienzos y finales formales en la caída del Imperio Romano de Occidente y de Oriente,
respectivamente. Es de interés la revisión de este ciclo, dado que su crisis coincidió con la aparición
de los elementos que permitirían su avance hacia la sociedad económica moderna.
En términos económicos se observa una marcada diversidad en su transcurso. La historia económica
del feudalismo medieval no se caracteriza por un estancamiento ni por un progreso uniforme, sino
por enormes e irregulares fluctuaciones seculares. Los comienzos del feudalismo coincidieron con un
período de fuerte penuria, privaciones y despoblación. Varios siglos después se logró una
considerable prosperidad, pero una serie de catástrofes ocurridas en el siglo XIV (hambre, peste y
guerras), vuelven a hacer retroceder el bienestar económico.
El hecho político y económico de mayor importancia ocurrido a comienzos de esta era, y que
enmarcó el desarrollo posterior de esta sociedad, fue el desmoronamiento de la organización política
en gran escala que representaba el Imperio Romano. La desaparición de un Estado de carácter
unificado, dio lugar a la aparición de estados y entidades políticas en pequeña escala. En estas
condiciones se tornó extremadamente costoso y de alto riesgo mantener la operatoria comercial que
había caracterizado a la sociedad antigua, por lo que la red habitual de operaciones económicas se
disgregó o cayó en desuso, de esta manera resultó imposible mantener la vigorosa vida que las
ciudades habían llevado en etapas anteriores. La adopción de formas defensivas de organización
económica, destinadas a lograr la subsistencia a través de la autosuficiencia, fueron generando una
compresión de la vida social y económica a círculos muy reducidos, que apuntaban
fundamentalmente a la autarquía tanto en lo económico como en lo social y en lo político. Piense el
lector que si en la actualidad cada Municipio moderno resultara un Estado independiente con
aduanas particulares, regulaciones especiales e impuestos ante cada traspaso de límites, el comercio
no podría desarrollarse y cada comunidad debería “cerrarse” sobre sí misma en la búsqueda de su
subsistencia.
¿Cómo eran las características de la vida social y económica en esta etapa? Existen una serie de
rasgos característicos e instituciones que la definen:

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2.2.2.1. La organización social y económica. La necesidad de la autosuficiencia, y el
desmembramiento del antiguo Estado trajo aparejado una nueva base de
organización no solo económica sino también social: el feudo o propiedad señorial.
Estos feudos eran grandes extensiones territoriales propiedad de un señor feudal, en
la cual este último no sólo era propietario de las mismas sino también protector,
juez, jefe de policía y administrador, constituyendo de esta manera más que una
unidad económica una entidad de carácter social y político. Las reglas del vasallaje
imponían la autoridad dentro del feudo, pero también establecían las jerarquías a las
que el señor feudal estaba sujeto. Se generaron unidades económicas
autosuficientes en torno de la casa del señor feudal, que en algunos casos eran
auténticas fortalezas amuralladas, a los efectos de defenderse de eventuales
ataques. Los campos circundantes, que en gran parte pertenecían al señor feudal,
eran sembrados con un sistema de “franjas” de cosecha y descanso, en las cuales
laboraban los siervos, que literalmente estaban atados a su parcela de tierra. En el
corazón mismo de la estructura económica feudal se observaba que los siervos
estaban obligados a trabajar las tierras y talleres del señor feudal, y entregarle una
porción de su cosecha, y también, en algunos casos, efectuar pequeños pagos en
dinero por impuestos o derechos. A cambio de ello, el señor feudal proporcionaba
seguridad física a los habitantes del feudo, elemento de suma importancia en una
sociedad que carecía de estado unificado que hiciera cumplir las leyes. También
proporcionaba a los súbditos cierta seguridad económica, en el sentido de paliar el
hambre con sus propias reservas o prestar animales y equipo de trabajo a los siervos,
en los momentos de necesidad. En general se puede afirmar que era una sociedad en
la cual regía un sistema de obligaciones mutuas entre los súbditos y el señor feudal,
pero en el marco de una fuerte explotación de este último hacia los primeros. Otra
de las características de esta sociedad era la escasa cantidad de transacciones que se
realizaban con dinero, dado que la mayor parte de las mismas implicaban pagos en
especies, característica propia de las unidades económicas autosuficientes como el
feudo.
2.2.2.2. La vida fuera del feudo. Juntamente con las propiedades feudales existía también
ciudades (burgos), en algunos casos descendientes del antiguo Imperio Romano.
Estas ciudades desarrollaron una serie de mercados para abastecerse, en el cual los
campesinos vendían una pequeña parte de su producción, y donde las transacciones
eran básicamente en dinero. Las leyes del feudo no se aplicaban en las ciudades o
poblados. Periódicamente se realizaban en las ciudades las denominadas “ferias”, en
las cuales se comercializaba gran cantidad de productos. Las mismas eran un
acontecimiento no sólo económico, sino también social, que ofrecían una prueba de
la falta de estabilidad de la actividad comercial, ya que las mismas se mudaban
continuamente.
Otra institución característica de esta época fueron los denominados gremios, que
agrupaban a todas aquellas personas que ejercían un oficio y no formaban parte del
feudo propiamente dicho. Existió toda una variedad de gremios1 en esta época, de
hecho para ejecutar cualquier tipo de artesanía u oficio, quien lo hiciese debía
pertenecer a un gremio. Si bien puede considerarse que estos gremios constituyeron

1
Muy lejos estaban estos “gremios” de los actuales sindicatos, ya que esencialmente eran agrupaciones de
“patrones” medievales, más que de “obreros”.

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las primitivas industrias que surgieron en esa época, debe tenerse mucho cuidado
con esta afirmación, ya que estos gremios no sólo se ocupaban de aspectos
económicos sino que, siguiendo con la tradición imperante, también intervenían en
otros aspectos de la vida de sus asociados. Su estructura era de carácter jerárquico
(maestros, jornaleros y aprendices), y si bien representaron el aspecto más
“moderno” de la sociedad medieval, sus objetivos distaron mucho de parecerse a los
de las modernas empresas, ya que su propósito no era hacer dinero sino preservar
una forma de vivir y de producir, sancionando incluso a quienes efectuaran prácticas
que en la actual forma de realizar los negocios resultan comunes. Con ellos no había
fluctuaciones libres en los precios, ni libre competencia, ni búsqueda de ganancia.
Existiendo al margen de una sociedad que realizaba escasas transacciones con
dinero, los gremios trataron de eliminar los riesgos de sus frágiles empresas. Su meta
no era el desarrollo ni la innovación sino la conservación, la estabilidad y el orden.
Como tales, los gremios estaban impregnados de la misma atmósfera medieval que
los rodeaba.
2.2.2.3. El pensamiento económico de la época. En una sociedad de las características antes
descriptas, en la cual los dueños de la tierra (terratenientes), por carencia de
mercados, no encontraban ningún incentivo para expandir la producción, al igual de
lo que ocurría en las ciudades. La búsqueda del crecimiento económico, del trabajo
en escalas cada vez mayores con productividad creciente, eran totalmente ajenas
tanto al terrateniente como para el maestro gremial o el mercader de las ferias. De
esta manera, no podía extrañar que en esta sociedad la economía fuese un aspecto
totalmente subordinado y no dominante de la vida.
En realidad, el centro de la actividad de los individuos era la búsqueda de la salvación
espiritual sobre la base del pensamiento de la Iglesia, que, como pilar de la
estabilidad en el medio de una era de desorden, constituía la máxima autoridad
tanto en economía como en casi todos los renglones del pensamiento. La actitud de
la Iglesia Católica fue una arraigada desconfianza respecto de las prácticas que
caracterizan a la sociedad económica moderna, que se tradujo en una condena al
móvil de lucro como finalidad de la actividad humana. Si bien existió entre los
principales teólogos una preocupación por el “precio justo” de una cosa, no existió
una esfera independiente de pensamiento de los aspectos económicos, que estaban
fuertemente impregnados de aspectos morales y religiosos. La condena al móvil de
lucro llegó a su máxima expresión respecto del cobro de intereses por los préstamos
en dinero, que fueron considerados una práctica parasitaria y usuraria, por lo que
resultó objeto de las máximas condenas en el ámbito eclesiástico. El pensamiento
dominante en este aspecto es la llamada “escolástica”, que tuvo expresiones de tipo
medieval y otras en las colonias, principalmente españolas. La figura dominante en
este sentido es Santo Tomás de Aquino, que recoge muchas de las opiniones de
Aristóteles. La expansión y la acumulación de riquezas y bienes como objetivos para
los individuos estaban totalmente ausentes del pensamiento económico de la
institución eclesiástica.

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2.2.3. La vida económica en la edad moderna
2.2.3.1. Los factores históricos concretos que determinaron la ruptura del sistema feudal
Los cambios en una serie de instituciones, y el progreso de otras fueron los que posibilitaron un
cambio esencial en el clima económico feudal europeo. Entre los más importantes podemos citar:
El desarrollo del comercio y la urbanización. Son quizás los elementos más importantes a la hora de
ponderar los factores de cambio de un sistema a otro. Desaparecida la red comercial que se había
tejido en la época del Imperio Romano, el tráfico de bienes pasó a estar en manos de los llamados
mercaderes ambulantes, una especie de aventureros situados en una escala muy baja en la
consideración social de la época. Sin embargo, quienes los catalogaban de advenedizos y
perturbadores del orden social imperante, tampoco estaban dispuestos a prescindir de los artículos
que ellos vendían. Hacia los siglos XIV y XV el comercio estaba lo suficientemente organizado como
para prescindir de ellos, sin lugar a dudas gracias a sus propios esfuerzos para establecer una red
estable de comercio. El establecimiento de esta red más estable de intercambio fue posible también
gracias a la expansión de las ciudades que, lentamente fueron creciendo luego del despoblamiento
inicial en la era medieval. Las leyes del feudo no se aplicaban en las ciudades, por lo que debieron
generar su propia legislación, que favoreció en muchos casos el desarrollo de las actividades
económicas. Fueron un fuerte estímulo para el crecimiento del comercio y la difusión del uso del
dinero, siendo un factor decisivo en la introducción de una atmósfera mercantil en la vida económica
europea.
Las Cruzadas. Estas expediciones, si bien originalmente tuvieron como objetivo llevar la noción del
orden feudal hacia Medio Oriente, sirvieron para poner en contacto, de modo repentino, a dos
mundos muy distintos, el feudal ya descripto y el oriental, con modos de vida fastuosos y una mayor
utilización de dinero en las transacciones, dado que estas sociedades habían avanzado en aspectos
referidos a la monetización de la vida económica. Es decir que la aventura religiosa devino, sin
quererlo, en una ampliación de las áreas de comercio conocidas hasta ese momento. Las antiguas y
arraigadas bases de la riqueza se pusieron en contacto con nuevas bases monetarias que
demostraron ser mucho más poderosas. Estas expediciones, si bien fueron hechos de carácter
circunstancial y no estructural como el desarrollo urbano y la acción de los mercaderes ambulantes,
también sirvieron para dar un fuerte empuje a la actividad comercial y una importante aceleración
de la transformación económica de Europa. En otras palabras: “Los estados establecidos por los
cruzados en el Mediterráneo Oriental comenzaron a comerciar con el mundo islámico. Los bancos
italianos prosperaron proporcionando fondos a los reyes y a los papas, y otorgando préstamos a los
piadosos viajeros. A su regreso, los Cruzados traían información sobre el esplendor oriental, así como
un nuevo gusto por los damascos, las sedas, y las especias que otorgaban un exótico encanto a
Venecia, visible aún en el palacio de los dogos y la Plaza de San Marcos”2.
La consolidación de los estados nacionales. Otro factor de carácter estructural que ayudó a la
expansión y consolidación del comercio en Europa fue la gradual amalgama de entidades políticas y
económicas fragmentadas en agrupaciones más grandes. Uno de los grandes obstáculos al comercio
justamente había sido la anarquía reinante en materia legal, monetaria y de pesos y medidas que
implicaba la existencia del orden feudal. Las estaciones de peaje existentes en cada frontera
agravaban esta situación, ya que encarecían notoriamente las mercaderías al ser transportadas de un
punto a otro. La unión de los mercados fragmentados fue tanto un proceso político como

2
Boorstin, Daniel, “Los descubridores”, Grijalbo Mondadori, Traducción Castellana 1986, Pág. 128-9.

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económico, que se produjo en general a partir de las incipientes ciudades, cuya clase burguesa3
apoyó económicamente a las nacientes monarquías a consolidar su poder por una parte, y a hacerlas
dependientes de sus aportes en dinero por otra. La unificación legal y de monedas fue un fuerte
aliciente al comercio. Pero el efecto más importante se observó en el apoyo que estos nacientes
estados nacionales brindaron a los descubrimientos y la colonización de “nuevos mundos”. Estas
exploraciones provocaron un efecto económico de importancia incalculable, ya que multiplicaron la
cantidad de bienes que se comercializaban, dieron un carácter mucho más estable al comercio y, a
partir del saqueo de las riquezas naturales del Nuevo Mundo, proveyeron los metales preciosos que
constituyeron el circulante sobre el que se produjo la explosión del crecimiento comercial en Europa
en los siglos XVI y XVII.
La reforma religiosa. Si la actitud de la Iglesia hacia las actividades económicas en el Medioevo fue
uno de sus determinantes; la reforma religiosa, que tuvo al protestante Juan Calvino como uno de
sus principales impulsores, fundamentó la visión económica de la Edad Moderna. Como contraste
con los teólogos católicos, que tendían a considerar a las actividades terrenales económicas como
inconvenientes para la salvación, los calvinistas aprobaban el esfuerzo como una especie de índice
del valor espiritual de una persona. El desempeño de un oficio pasó a ser considerado como una
dedicación a la vida de la fe. En general, el calvinismo produjo una atmósfera religiosa que, en
contraste con el catolicismo, estimuló la búsqueda de riqueza y al ambiente del mundo de los
negocios. Quizás más importante que ese estímulo a la búsqueda de la riqueza, fue la influencia que
ejerció el calvinismo sobre su empleo. En contraste con la actitud de la nobleza feudal, el calvinismo
promovió la frugalidad e hizo que el ahorro fuese considerado una virtud.
En general, el calvinismo dio alas a una nueva concepción de la vida económica. En lugar del antiguo
ideal de estabilidad social y económica en el cual cada integrante de la sociedad conocía y
conservaba su posición, inyectó respetabilidad a un ideal de lucha, de mejoramiento material y de
desarrollo económico.
La monetización de las obligaciones feudales. Un aspecto muy importante en el derrumbe definitivo
del sistema feudal lo cumplió la conversión de los antiguos pagos en especie en pagos monetarios de
tributos y arrendamientos, con los cuales se saldaban las deudas con los señores feudales. Las causas
de ello fueron múltiples, destacándose el aumento de la demanda de alimentos por parte de las
ciudades que crecían, que hizo filtrar la moneda en transacciones que hasta ese momento se habían
efectuado en especie. Por otra parte la nobleza, al cobrar en dinero podía acceder a los nuevos
bienes disponibles, por lo tanto aceptó esta situación, sin darse cuenta que el sistema feudal no era
compatible con transacciones generalizadas en dinero, las que terminaron provocando un profundo
deterioro del mismo. Pronto la nobleza quedó atrapada entre cobros de sumas monetarias fijas, alza
de precios y nuevas necesidades en las que gastar. De esta manera la nobleza rural perdió su estable
poderío económico, y dio lugar al surgimiento de la denominada nobleza empobrecida, situación de
estrechez que en muchos casos abarcó también a las nacientes monarquías. Mientras la nobleza
sufría el alza de costos y contaba con precios e ingresos estáticos, las clases mercantiles hacia las
cuales fluía naturalmente el dinero en efectivo, aumentaban continuamente su poder, cambiando las
características centrales propias del sistema de dominación feudal. Esto demuestra claramente que
el sistema feudal era incompatible con una economía en la cual las transacciones se realizaran en
términos monetarios. Existen numerosas anécdotas acerca de la creciente dependencia del resto de

3
Si bien originalmente el término “burguesía” se aplicó a los habitantes de las ciudades o burgos, en este caso, al
igual que cuando se utilice en el estudio de las doctrinas económicas, hace referencia a las clases urbanas
propietarias de los medios de producción.

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la sociedad respecto de las clases mercantiles, pero el resultado final no deja lugar a dudas acerca de
su contribución a la ruptura del orden feudal.

2.2.3.2. Los factores del sistema de producción a partir de la Edad Moderna


A través de lo expresado en forma muy sintética en los puntos anteriores, podemos observar un
fuerte proceso de transformación que literalmente revolucionó la organización económica de
Europa. Las transacciones mercantiles y el uso del dinero, que eran elementos marginales en la vida
de estas sociedades en el siglo X, pasaron a desempeñar un rol central en los siglos XVI y XVII. Pero el
cambio más profundo, y que atañe a nuestro objetivo de situar históricamente el surgimiento del
pensamiento de carácter económico, fue la aparición de una esfera económica independiente, cuya
actividad se hacía visible dentro de los moldes de la vida social circundante y al mismo tiempo era
separable de dichos moldes. Esto fue la creación de un aspecto integral de la sociedad que nunca
había existido previamente, pero que de allí en adelante iba a constituir una faceta preponderante
de la existencia humana.
De acuerdo a lo señalado anteriormente, en la Antigüedad y en los tiempos feudales no podían
separarse las acciones económicas de las personas del círculo normal de la existencia misma.
Ninguno de los personajes de esta sociedad, ni el labriego, ni el esclavo, ni el siervo, ni siquiera los
señores feudales, tenían conciencia de actuar con una finalidad económica. Sus intereses principales
eran militares, políticos o religiosos, y no estaban orientados hacia la idea del lucro, de la
acumulación o del crecimiento. Como hemos visto, el desarrollo del comercio y la monetización de la
vida económica fueron cambiando esa forma de pensar y de obrar, permitiendo la aparición del que
hemos denominado aspecto económico de la vida de las personas con carácter independiente de
otros ámbitos, lo que posibilitó la aparición de estudiosos y pensadores que trataron esta esfera de la
vida de las personas también en forma independiente, surgiendo el pensamiento económico
propiamente dicho.
El trabajo humano, por ejemplo, en esta fase histórica apareció de una manera totalmente diferente
de lo que había sido en el pasado. El mismo dejó de ser una relación social explícita en la cual una
persona (esclavo, aprendiz o siervo) trabajaba para otra (amo, maestro del gremio o señor) a cambio
de tener asegurada, por lo menos, la subsistencia. Pasó a ser sólo una cantidad de esfuerzo, una
mercancía destinada a ser vendida en el mercado al mejor precio que pudiese cotizarse, y
completamente desprovista de cualquier clase de responsabilidades recíprocas por parte del
comprador que no fuesen el pago del salario convenido. Si ese salario no alcanzaba para
proporcionar la necesaria subsistencia, no era responsabilidad de quien lo compraba. Aquí se
observa claramente la aparición del trabajo como un factor de producción en la economía moderna,
al desaparecer el vínculo de tipo personal que se establecía en las sociedades previas a la vigencia de
la economía basada en las relaciones de mercado.
Lo mismo ocurrió con la tierra, anteriormente concebida como territorio de un gran señor, fuente de
poder político, de cobros de tributos y de prestigio, comenzó a verse en su aspecto económico, como
algo que podía ser comprado, vendido o arrendado por la utilidad económica que rendía. De los
pagos en especie y los tributos que rendía anteriormente, la posesión de la tierra empezó a rendir un
tipo de pago: la renta. Esta transformación tuvo su expresión en el denominado proceso de
cercamientos, que fue particularmente intenso en Inglaterra en el siglo XVI, con una fase final a fines
del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Sintéticamente, se trató de un proceso mediante el cual la
nobleza terrateniente, en la búsqueda de mayor cantidad de dinero, comenzó a cercar los campos
que anteriormente se consideraban como tierra común y eran utilizados por los campesinos como

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tierras de pastoreo, para destinarlos a la cría de ovejas en gran escala, cuya lana tenía por ese
entonces mucha demanda y proporcionaba de esa manera mayores ingresos a sus propietarios.
Desde un punto de vista estrictamente económico, el movimiento de cercamientos constituyó un
avance, ya que convirtió en productivas a tierras anteriormente destinadas al pastoreo común,
racionalizando la forma de producir heredada del sistema feudal. Pero, por otra parte, tornó cada
vez más difícil la situación de los campesinos, ya que impidió que estos ganen lo suficiente para su
subsistencia. Lentamente al comienzo y después con creciente rapidez, el movimiento de
cercamientos fue expulsando la mayor parte de los campesinos del campo, por la carencia de medios
para la subsistencia o al ser despedidos por los terratenientes. Esto generó la aparición de los sin
tierra, una nueva clase social compelida a la búsqueda de trabajo por un salario como único medio
de subsistencia. De proletariado rural devino en proletariado urbano 4, dadas las escasas
oportunidades existentes en el campo. Esta masa sin trabajo, mantenida en condiciones
infrahumanas en las ciudades, conformó la base del trabajo sobre la que posteriormente se
desarrollará, principalmente en Inglaterra, la denominada Revolución Industrial.
Las propiedades de una persona, que en la Edad Media eran una cantidad de riqueza tangible en
metálico o joyas, también materializada en casas lujosas, castillos y armamentos, se transformaron
en la Edad Moderna en el germen del moderno factor de la producción que caracteriza al sistema
económico moderno: el capital. Con el desarrollo del comercio y el avance de la monetización, la
propiedad pasa a ser cuantificable en valores monetarios. La propiedad se convirtió en capital y no se
manifestó bajo la forma de bienes específicos, sino que se convirtió en una cantidad abstracta, cuyo
valor dependía de su capacidad de generar intereses o utilidades.
En las economías previas a la sociedad de la Edad Moderna, el trabajo, la tierra y el capital estaban
inevitablemente mezclados y confundidos en las figuras del esclavo y del siervo, del señor y del
maestro gremial, ninguno de los cuales formaba parte del proceso de producción como
personificación de una de las funciones específicas que se ofrecen por un precio. El esclavo no era un
trabajador, el maestro gremial no era un capitalista ni el señor era un terrateniente. Únicamente
cuando se ha desarrollado un sistema social en el que el trabajo se vende, la tierra se arrienda y el
capital se invierte libremente, encontramos esas categorías en la economía.
Junto con el nuevo tipo de relaciones entre las personas que se establecieron bajo un sistema de
mercado, también aparecieron las nuevas formas de organización social, que básicamente eran una
combinación de tres elementos: la búsqueda de la elevación al máximo de los ingresos de los
individuos, la competencia y la movilidad de los factores que permitiesen esa competencia. En el
próximo capítulo profundizaremos en el funcionamiento de este mecanismo económico-social que
caracteriza a las sociedades desde la Edad Moderna hasta la actualidad.
2.2.3.3. El surgimiento del capitalismo
La lenta evolución del sistema de mercado no debe ser vista solamente como la aparición de un
nuevo mecanismo de control social. Debe ser vista también como la evolución de una nueva
organización económico-social de la sociedad, una nueva estructura de leyes, de la organización
política, de las instituciones sociales y de las ideas. El sistema de mercado no podía coexistir con una
organización legal que estableciese vínculos de carácter personal en el mercado de trabajo, que
apenas reconociese la propiedad privada tal como se la conoce actualmente, ni tampoco con una
organización política en la cual la posición de privilegio o subordinación dependiese del nacimiento y
no de los propios méritos.

4
El término “proletario” se aplica en este caso a trabajadores carentes de medios de producción propios.

26
A la forma de sociedad que surgió en el seno propio del sistema feudal y que terminó sustituyéndolo
se la denominó capitalismo, y es el resultado del largo proceso de transformación que se reseñó en
los puntos anteriores. Quien se dedique a estudiar en detalle todo este proceso de cambios,
observará los cambios políticos que implicaron la pérdida de poder de la nobleza terrateniente, como
la Revolución Francesa o su erosión más gradual en Inglaterra. También observará los cambios
legales que implicaron la decadencia de las prerrogativas de la aristocracia y la aparición del derecho
contractual en las relaciones de carácter comercial. Es decir que el cambio de una sociedad a otra no
significó solamente la monetización de las relaciones comerciales o el fuerte desarrollo del comercio,
sino un cambio en todas las estructuras que impedían su avance.
Si bien los avances en ese aspecto son continuos, cuando se estudia la historia de países como
Inglaterra, Francia, Holanda y Alemania, se observa que hacia mediados del siglo XVII la gran
revolución del mercado se ha realizado sólo a medias, ya que persistía gran cantidad de regulaciones
provenientes de la época feudal, pero también se observa que el proceso subyacente de
monetización y crecimiento comercial cabe a duras penas dentro de un marco de organización social
que todavía no estaba adaptado para contenerlo.
A esta etapa previa del capitalismo propiamente dicho, y que coincide con la fuerte expansión
comercial de los siglos XVI, XVII y parte del XVIII, se la denomina mercantilismo. Esta es una etapa
que se puede catalogar de contradictoria, porque si bien aún persistían regulaciones provenientes de
la etapa anterior, también se observa un fuerte estímulo para acelerar la realización final del
capitalismo. El mercantilismo, que también llegó a conformar un cuerpo de doctrina económica (no
de teoría), dio un fuerte impulso hacia la estructuración de una fuerza económica nacional, impulsó
el comercio y también la manufactura. Sus regulaciones en algunos casos impulsaban los
emprendimientos, y en otros casos terminaban sofocándolos; los beneficios de sus políticas en
muchos casos estuvieron frenados por el mantenimiento del rígido e injusto sistema tributario
feudal. Sin embargo, más que en ningún otro período anterior, durante la era mercantilista se
plantaron deliberadamente las semillas que posibilitaron el desarrollo ulterior.
Otro elemento contradictorio respecto de las reglamentaciones mercantilistas, es que, debido en
muchos casos a la dificultad de implementación y en otros a los inconvenientes que provocaban las
mismas, de a poco fue ganando espacio la idea de la necesidad de un mercado completamente libre,
convirtiéndose poco a poco en el leit motiv del nuevo mundo capitalista.

2.2.4. La revolución industrial


Todavía no se ha descripto el mundo que observaron los economistas clásicos, que teorizaron sobre
una etapa superior de desarrollo capitalista. Esta etapa se denomina Revolución Industrial, en la cual
la producción manufacturera tomó una fuerte preponderancia respecto del resto de las actividades
económicas, situando a la misma en el centro de la escena productiva y económica.
Es importante aquí aclarar el concepto de “revolución” en Economía. Este concepto en nuestra
ciencia, no implica conmociones sociales, aunque estas seguramente existirán, como dentro del
concepto sociológico o político de “revolución”. “Revolución” en Economía es simplemente la
obtención de un fuerte aumento en la productividad por unidad de factor de la producción utilizada.
La industrial es una revolución porque implicó un fortísimo aumento de la productividad de los
trabajadores por unidad de tiempo. Compárese por ejemplo la cantidad de productos por día que
podía generar un artesano medieval realizando una prenda de vestir manualmente y un operario

27
inglés manejando un telar movido por la fuerza del vapor, y se tomará dimensión del aumento de la
productividad del factor trabajo5.
Hasta este momento prácticamente no se hicieron alusiones a la producción industrial en la
antigüedad o en la Edad Media, no porque no existiese ningún tipo de manufactura, ya que
antecedentes de las mismas se pueden encontrar en la antigua Grecia, sino porque esta forma de
producción era mucho menos importante que la agricultura o el comercio para la estructura
económica de esos tiempos.
Una de las razones para esa escasa importancia era la pequeña escala en que se producían las
manufacturas en esas épocas, que no tenían nada que ver con la noción actual de industria. Otra
razón que contribuyó a su escaso progreso estaba dada también por el mínimo interés para
desarrollar una tecnología industrial, pero ello también se debía a que estas sociedades, previas al
sistema de mercado, carecían completamente de la base económica necesaria para cualquier
fabricación industrial en gran escala. Evidentemente, en estas sociedades donde la vida económica
transcurría en forma totalmente estable y la circulación monetaria era muy pequeña, no tenía
sentido la fabricación de bienes en escala industrial para su venta.
No obstante existían algunos centros de producción altamente organizados, que se podían situar en
la fabricación de telas en algunas zonas de Francia y de Italia. Recién a mediados del siglo XV se
pueden observar algunas manifestaciones de tecnología industrial, y aún en esa época era imposible
prever que algún día la industria se convertiría en la forma dominante de la organización productiva.
En estas economías la agricultura era considerada como el fundamento de la nación misma, siendo
útil el comercio en tanto aportara metales preciosos al país, pero a la industria se la consideraba
como una actividad auxiliar de las otras, siempre que proveyera al comerciante de los artículos para
exportar o fuese un mercado secundario para la colocación de los productos de la agricultura.
¿Por qué razón la industria manufacturera llegó a una posición de preeminencia abrumadora en la
estructura económica? En ello confluyeron una serie de elementos, para los cuales el fuerte
desarrollo comercial y la era mercantil que las precedieron fueron su preparación indispensable. Para
formarnos una noción de las razones de este fuerte cambio en las formas de producir, quizá sea
necesario revisar qué ocurrió con la historia económica de Inglaterra desde mediados del siglo XVIII,
que fue donde la industria manufacturera adquirió su rol primordial en la actividad económica y
comienza a realizar una serie de fuertes transformaciones sociales.
2.2.4.1. La situación en Inglaterra a mediados del siglo XVIII
La primera pregunta que surge cuando se analiza la Revolución Industrial, es porqué tuvo lugar
originalmente en Inglaterra y no en el continente europeo. Para ello confluyeron una serie de
factores, que se transformarían en los elementos objetivos que posibilitaron ese cambio y al mismo
tiempo la aparición de una serie de empresarios que hicieron de la industria el objeto de sus desvelos
y la fuente de su enriquecimiento, que aportarían el elemento subjetivo para que este cambio fuese
posible.
Pueden señalarse varios elementos determinantes. En primer lugar, Inglaterra era una nación
relativamente rica respecto de las demás, y la acumulación de esa riqueza no había favorecido
únicamente a la nobleza terrateniente sino a un vasto estrato de clase media alta, formada por la
burguesía comercial. Como resultado de esa situación, Inglaterra disponía de un mercado de

5
La primera revolución económica acontece a la entrada del período Neolítico Prehistórico, cuando el hombre
pasa de ser recolector y cazador, a agricultor y apacentador de ganado, por lo que la productividad de alimentos
por hombre aumenta drásticamente ante el surgimiento de la actividad agropecuaria.

28
consumo en gran escala, del que carecían otros países. En segundo lugar, Inglaterra había unificado
su reino, eliminando el poder de la nobleza local dando un fuerte estímulo a la clase mercantil. El
régimen de cercamientos aportó lo suyo en este proceso, expulsando gran cantidad de campesinos
que se transformaron en la semilla del proletariado industrial de las ciudades. En tercer lugar,
Inglaterra fue un país en el cual se desarrolló un fuerte entusiasmo por la ciencia y la ingeniería, y
sobre todo, por sus aplicaciones prácticas a la producción. Esto dio lugar a un proceso de invenciones
en estos aspectos, con los que colaboró una legislación de patentes que trató de estimular y proteger
el acto mismo de inventar. La clase terrateniente también mostró una tendencia a la adopción de
innovaciones que no se observó en otros países. También contribuyó a este desarrollo el hecho
fortuito de que Inglaterra dispusiese de amplias reservas de hierro y carbón, lo cual posibilitó el
desarrollo de la industria del hierro y del acero.
Otro aspecto tan importante como los anteriores fue el aporte que hicieron los nuevos empresarios
industriales que crearon las bases sobre las que se desarrolló la Revolución Industrial. En primer
lugar cabe destacar los esfuerzos de personas como Wilkinson, Watt y Arkwright para encontrar
nuevas formas de producir las manufacturas y lograr nuevas aplicaciones a materiales y artefactos ya
conocidos como el hierro, la máquina de vapor y los telares. La conjunción de esta nueva forma de
hilar con las máquinas de vapor se convirtió en una fuerza que arrasó con todas las otras formas de
producir textiles que se conocían hasta entonces, derribando por completo el poder remanente de
los gremios que provenían de la época feudal. No debe desdeñarse en ningún caso el aporte de
comerciantes, ya sea en capital como en la experiencia para colocar los productos.
En general, ninguno de los precursores de la industria provenía de la nobleza, y en muy contados
casos contaron con algún capital monetario inicial. Es evidente que, para que esto pudiera ocurrir, se
requería de un sistema social lo bastante flexible para permitir el ascenso social de esta clase de
“aventureros” oscuros. Aquí cobra su exacta dimensión el efecto de la liberación que trajeron las
anteriores revoluciones económicas y políticas, ya que, dentro de la jerarquía medieval, estas
carreras hubiesen sido inconcebibles. En muchos casos amasaron impresionantes fortunas, sus
aspectos y actitudes podían resultar agradables o desagradables, pero en todos los casos se puede
afirmar que eran personas interesadas en la expansión, en el crecimiento y en las aplicaciones de la
inversión. Todos estaban identificados con el progreso tecnológico y ninguno desdeñaba el proceso
productivo. Estas personas pueden sin lugar a dudas identificarse como empresarios. En un sentido
económico, sin lugar a dudas se los puede calificar como revolucionarios, ya que el cambio que
introdujeron en las formas productivas fue de carácter total, demoledor e irrevocable.
2.2.4.2. Los efectos productivos y sociales.
El primer efecto que se observa de la Revolución Industrial es un espectacular aumento en la
producción de las ramas recientemente industrializadas. Durante el Siglo XVIII la importación de
algodón en bruto para la fabricación de telas aumentó más de 30 veces, lo que implicó un aumento
en la producción de telas por la industria de por lo menos ese volumen. Algo parecido ocurrió con la
producción de carbón y de hierro en el mismo período. La aceleración de la producción fue entonces
un rasgo distintivo de ese período.
Lo que sí cabe destacar es que esta denominada Revolución Industrial no actuó como palanca del
aumento de la producción en todos los sectores. Las tasas mencionadas anteriormente se lograron
sobre la base de un sector industrial muy pequeño en sus comienzos, ya que donde se instalaron en
primera instancia las nuevas formas de producir es en la industria textil y la metalúrgica. De cualquier
manera, lo que no debe perderse de vista como resultado de todo esto es la transformación de una
sociedad esencialmente agrícola y comercial en una sociedad en la cual la manufactura industrial se
convirtió en la forma dominante de la organización de la vida económica, caracterizándose por elevar

29
a la fábrica hasta el centro de la vida social y económica, como anteriormente lo habían sido el feudo
o el gremio medieval.
Si bien en términos de niveles de producción económica nadie puede dejar de evaluar positivamente
estos cambios, muy lejos de tal visión era la que se tenía en esos momentos de los mismos. Por un
lado, el cambio de la disciplina de las tareas rurales, que era de donde provenían la mayor parte de
los trabajadores, a la disciplina que imponía la fábrica, y dentro de ellas las maquinarias, hicieron que
en muchos casos los trabajadores reaccionaran en contra del maquinismo, incendiando fábricas y
destruyendo las maquinarias. El movimiento ludita fue una férrea pero infructuosa oposición al
industrialismo.
Pero más desagradable que el advenimiento de la fábrica fueron las condiciones que prevalecían
dentro de ellas y en los barrios donde habitaban los primeros trabajadores industriales. Era muy
común el trabajo de niños y las jornadas eran de doce o más horas diarias. Este tipo de jornadas, los
abusos, la suciedad y la falta de normas elementales de seguridad contribuyeron a darle al
capitalismo industrial una reputación de la que tomó mucho tiempo poder desprenderse. Las
condiciones de vida de la población que se desempeñaban como obreros fabriles también eran de
suma miseria. El hacinamiento y la falta de las más elementales comodidades eran moneda corriente
en esa época.
Sin lugar a ninguna duda, este período se caracterizó por un tremendo sufrimiento social. A pesar de
ello, existe toda una discusión acerca si realmente empeoraron las condiciones vigentes en ese
momento, y una certeza respecto de la mejoría a largo plazo que implicó este período. En primer
lugar, existen numerosos autores que sostienen que la pobreza vigente representó un deterioro del
nivel de las masas en general, dado que esa población antes del advenimiento del capitalismo
industrial eran en su mayoría los expulsados del campo por el movimiento de cercamientos, lo que la
transformó en una masa itinerante, sin trabajo, sin hogar y sin siquiera qué comer. Existen
numerosas referencias a muerte de niños de hambre en esa etapa.
También cabe señalar que muchas de las críticas a las que estuvo sujeto el capitalismo industrial en
su primera época, derivaban de sus concomitantes políticas y no de las económicas. El capitalismo
vino acompañado, aunque más tardíamente, de un cambio profundamente arraigado de las formas
políticas, surgiendo nuevas ideas de democracia, de justicia social y de los derechos del individuo,
que generaron movimientos de críticas de las cuales cualquier sistema, no sólo el capitalismo
industrial, no hubieran podido librarse. El movimiento de liberalismo político que desencadenaron la
burguesía comercial e industrial superó los estrechos límites para los cuales había sido creado y
transcendió hacia los sectores populares, dando origen a un movimiento reformista, hostil hacia el
orden dominante, y que, luego de cierto tiempo, fue obteniendo algunos logros en lo que hace a la
limitación al trabajo de niños y a la jornada laboral. De cualquier manera, para tener una idea de las
condiciones prevalecientes al comienzo del capitalismo industrial, basta como ilustración decir que
uno de los logros de ese movimiento reformista fue que, en 1842, se prohibiera el trabajo de
menores de diez años en las minas de carbón, o que, en 1847, se estableciera un límite de diez horas
diarias para el trabajo de mujeres y niños. De cualquier manera, y a pesar de la desconfianza que
suscitaron estas reformas, cabe señalar que el capitalismo inicial derivó en su sujeción a la fuerza
correctiva de la democracia. La “cuestión social” fue el problema político principal al que se enfrentó
la sociedad europea de la segunda mitad del Siglo XIX, para la que se propusieron distintos caminos
de solución que incluían en algunos casos la eliminación del propio sistema capitalista.
No caben dudas respecto al cambio a largo plazo que introdujo la Revolución Industrial, y que
consistió en una elevación de los niveles de vida de los sectores populares. A pesar de la miseria
inicial, y de que el salario cobrado por un obrero no alcanzaba para mantener a su familia ni siquiera

30
en condiciones paupérrimas, por lo cual debían trabajar mujeres y niños, hacia la última parte del
siglo XIX esas condiciones ya empezaron a cambiar, permitiendo que el salario de un obrero logre la
manutención de su familia. Además se observaron progresos en lo que hace a la reducción de la
jornada laboral, que oscilaba, también en esa época, en torno de las 54 horas semanales. Todavía
estaba muy lejos de ser una sociedad rica, pero la crisis inicial tendía a ser superada.
2.2.4.3. El rol de la acumulación de capital en el desarrollo económico.
Si bien ya estaríamos en condiciones de abordar las ideas de los primeros pensadores del tema
económico, conviene realizar una abstracción acerca de cómo funciona un sistema económico
cuando apunta a incrementar los niveles de producción existentes, ya sea de los mismos bienes u
ofreciendo bienes distintos o nuevos, cosa que, si bien es vista como elemento absolutamente
natural en nuestra época, resultaba totalmente extraño en una economía como la antigua o la del
medioevo. Esta abstracción será útil para la mejor comprensión del problema económico tal cual lo
estudia Adam Smith, al que podríamos catalogar como el primer economista que enfoca a la
temática como a una ciencia.
Para introducir el problema, podemos categorizar a las economías previas a la sociedad capitalista
como economía de reproducción simple. ¿Qué significa reproducción simple? Que estas economías,
período tras período, tienden a reproducirse de la misma forma, es decir generar las mismas
cantidades de cada bien y los mismos tipos de bienes. Implica también que el excedente, término al
cual ya hicimos referencia, no se utiliza para aumentar la producción en otros períodos sino con fines
diversos del económico. En cambio, la gran diferencia de esas economías con las que la suceden,
básicamente la economía de mercado, a partir de la Revolución Industrial, es que se pueden
categorizar como de reproducción ampliada. El significado de este término es que estas economías,
en cada período, destinan una parte de su producción a la generación de nuevos bienes que
permitan aumentar la producción en los períodos siguientes.
Que un sistema económico sea definido como de reproducción simple tiene que ver básicamente, tal
como se señaló, con el uso que se le da al excedente. En puntos anteriores analizamos este concepto
y también se había concluido que las economías antigua y medieval fueron economías que
generaron excedentes, sólo que los mismos no tenían una finalidad productiva, sino que
básicamente eran destinados a mantener ejércitos, realizar obras faraónicas o mantener una nobleza
parasitaria. Al no ampliarse la capacidad productiva de la economía, ésta tendía a generar año tras
año la misma cantidad de bienes, y a distribuirlos de la misma forma, todo a tono con el inmovilismo
social prevaleciente en esas épocas.
La reproducción ampliada en la economía implica que período tras período la misma está en
condiciones de elevar la cantidad de bienes que se ofrecen en la misma. Para que esto sea posible, es
necesario que parte de la producción de cada uno de estos períodos no sea consumida sino dedicada
a ampliar la capacidad productiva de la misma. En este caso se observa que el excedente de esa
economía, o por lo menos parte del mismo, es utilizado con ese objetivo, tomando la forma de
ampliación de la cantidad de capital existente, o, definido en términos precisos, se destina a la
acumulación de capital.
El capital se refiere al stock de bienes de capital económico y son el conjunto de utensilios, máquinas
y construcciones que la sociedad genera para acelerar el proceso de producción. Con el uso de estos
bienes se hace mucho más productivo el trabajo humano, en el sentido de aumentar la producción
que puede realizar en un tiempo determinado, que no es otra cosa que la productividad. En la
actualidad un trabajador produce muchos más bienes en un tiempo determinado que en la
Antigüedad, es decir, es mucho más productivo, esencialmente porque cuenta con una dotación de

31
capital mucho mayor para hacerlo. El capital también facilita la especialización del trabajo del ser
humano, en el sentido que si, dentro de un equipo de personas trabajando, cada una de ellas tiende
a ejecutar una determinada labor en la que es experto, generalmente puede producir más que si
cada uno de los miembros de ese equipo hace varios trabajos. La red de Internet, las computadoras,
los teléfonos celulares, los softwares utilitarios son simplemente algunos de los elementos que
permiten que hoy produzcamos en la misma cantidad de tiempo mucho más que ayer.
¿Cómo se forma el capital en la economía? Pues simplemente destinando recursos para la
fabricación de los utensilios, maquinarias, construcciones y otros elementos similares a los que
hicimos referencia en el punto anterior, que a su vez logren hacer más eficiente la producción en los
períodos siguientes. En una economía primitiva, diríamos que se efectúa produciendo máquinas-
herramientas que a su vez produzcan arados y herramientas para cultivar la tierra y obtener de esa
manera los alimentos. En una economía mucho más actual, implicaría construir las máquinas-
herramienta necesarias para fabricar tractores, sembradoras, camiones, etc., que aparecen como
necesarios en el proceso de producción de alimentos. Todos son bienes de capital, pero si no se
amplía la capacidad de producir aquellos que están directamente involucrados en el proceso de
producción, difícilmente logremos expandir a esta última. Esta secuencia, que parece absolutamente
natural en nuestros días, no lo era en los comienzos de la Revolución Industrial, en la que hubo que
destinar ingentes cantidades de recursos de una economía, que si bien había logrado un fuerte
desarrollo comercial, todavía tenía una base agrícola. Los países donde el cambio técnico fue más
lento o la economía agrícola estaba más atrasada, fueron los que más sufrieron o más tardaron en
lograr la expansión de sus sectores de producción de bienes de capital, ya que los recursos humanos
destinados a ello hubo que sustraerlos de una producción agrícola de subsistencia, cayendo la
producción de alimentos en primera instancia.
La formación de capital requiere entonces de un desvío en el esfuerzo dentro del propio sector
productor de bienes de capital y también un desvío del esfuerzo en el total de la economía
destinando parte de los recursos que antes se dedicaban a producir para el consumo y destinarlos a
producir bienes de capital. ¿De dónde se obtienen recursos para hacerlo? Sin duda serán recursos
que no se destinen a consumir, es decir que resultarán de la existencia de ahorro en el sistema
económico, al que nos referimos al hablar de la frugalidad calvinista. Mientras más alta sea la
cantidad de ahorro, más rápida podrá ser la formación de capital y más rápido también crecerá la
oferta de bienes en la misma, pero más sacrificio de consumo deberá soportar la sociedad. Debemos
admitir que en los comienzos de la Revolución Industrial, este “ahorro” en realidad fue soportado
por los trabajadores percibiendo muy bajos salarios, lo que permitió la acumulación inicial en este
sistema.
Examinado de esta forma muy simple el esquema de funcionamiento de la economía inglesa a
comienzos de la Revolución Industrial, estamos en condiciones de abordar los aspectos referidos al
pensamiento económico, que tiene su nacimiento en forma conjunta con la introducción del sistema
capitalista.

2.3. EL NACIMIENTO DE LAS DOCTRINAS ECONOMICAS


Si bien cuando nos referiremos en lo sucesivo a economía clásica haremos referencia al cuerpo de
ideas que aparece esbozado con Adam Smith, y completado con aportes de David Ricardo, Jean
Baptiste Say, Thomas R. Malthus y otros, conviene efectuar una breve revisión previa de las ideas de
mercantilistas y fisiócratas, que anteceden a los economistas clásicos, sobre todo teniendo en cuenta
que parte de las ideas fisiocráticas son recogidas en los planteos teóricos de Adam Smith.

32
2.3.1.Mercantilistas y Fisiócratas
2.3.1.1. El mercantilismo
El mercantilismo, que en realidad no puede ser considerado como un cuerpo teórico unificado de
teoría económica sino como una serie de guías para la acción de gobierno, tuvo su momento de auge
juntamente con el fuerte desarrollo del capitalismo comercial. De hecho, el historiador Sombart ha
llamado al mercantilismo “la economía política del capitalismo primitivo”6, sugiriendo que las
doctrinas que constituyen el sistema mercantilista pueden ser consideradas “…como los frutos de un
tiempo en que Europa pasaba de una economía natural a otra de cambio”7. Se basaba
principalmente en el gran desarrollo del comercio, por la especialización geográfica de la producción
y la consecuente expansión del capitalismo comercial y financiero, que crecía especialmente en
torno a un comercio internacional en rápido aumento, protegido por el poder de los estados
nacionales. La doctrina económica surgió en esta época como guías de acción concretas para afianzar
el poder del Estado y de la burguesía comercial.
Los elementos esenciales de la doctrina del mercantilismo en general responden a otras tantas
situaciones concretas de la época. Entre ellos se pueden citar los siguientes:
 El bienestar de un país depende de la cantidad de su población y de su incremento. Este planteo
resulta conforme con las necesidades de la época de desarrollar el comercio y la manufactura, en
una sociedad poco poblada y en la que buena parte de la misma estaba arraigada a la tierra. Si se
la sitúa en esa época, esta idea revela que el aumento de la población se vislumbra como una
forma de superar el aislamiento típico de las economías feudales cerradas, y pasar a una etapa
más elevada de la vida económica.
 El bienestar de una nación depende también, según algunos autores mercantilistas, de la masa
de metales preciosos que tenga a su disposición una comunidad. Esta idea, que si bien fue objeto
de fuertes críticas porque implicaba una visión de la riqueza limitada y distorsionada, es
reconocida como una de las más características del mercantilismo. Se origina en la necesidad de
ampliar la cantidad de medios de pago en una economía que deja de operar bajo la forma de
trueque, y se transforma rápidamente en una economía comercial, con niveles crecientes de
utilización de dinero en las transacciones.
 Debe activarse al máximo el comercio exterior para obtener un saldo favorable en la balanza
comercial para así conseguir abundancia de oro y plata. Los países más desarrollados de la época
(Inglaterra, Francia y Holanda) no poseían metales preciosos, por lo que la única forma de
obtenerlos era lograr una balanza comercial favorable. En su visión, el comercio internacional
permitía redistribuir la dotación mundial de metales preciosos.
 El comercio y la industria contribuyen más al bienestar nacional que la agricultura. En opinión de
William Petty: “hay mucho más que ganar de la manufactura que de la agricultura, y más del
comercio que de la manufactura”.8 Esta frase indica las posibilidades reales de la actividad
económica durante el siglo XVII. En la etapa de la expansión colonial, el comercio producía
grandes ganancias, siendo principal objeto del intercambio los bienes agrícolas y productos
artesanales de consumo suntuario y de manera incipiente, las manufacturas, especialmente

6
W. Stark, “Historia de la economía en su relación con el desarrollo social”. Fondo de Cultura Económica,
1961, Pág. 27.
7
Ibid, Pág. 27.
8
W. Stark, op. cit., Pág. 25.

33
metalúrgicas, que habían logrado liberarse de las regulaciones gremiales. La producción de estos
bienes generaba más beneficios que la agricultura, aún sujeta a leyes feudales.
 El Estado es el encargado de lograr el bienestar nacional mediante acciones concretas y
disposiciones normativas, en otras palabras con una política económica que asegure el
cumplimiento de los anteriores principios. El fortalecimiento de los estados nacionales, elemento
que ya se analizó, cumplió un papel importantísimo en el desarrollo del capitalismo comercial y
financiero, y su acción se tradujo en la ampliación de los mercados, superando la fragmentación
política propia del feudalismo, reservando el mercado de la metrópoli y las colonias a los
productores y comerciantes nacionales, disminuyendo así los riesgos propios de la actividad
comercial de la época.
En síntesis, la diversificación de la estructura productiva y el consecuente enriquecimiento de las
naciones se realizan en el siglo XVII básicamente en torno al comercio, y en menor medida a la
manufactura. Como el primero tenía muchos componentes de riesgo y aún resultaba de carácter
ocasional, exigía la protección del Estado nacional, que en muchos casos lo fundó y lo desarrolló. Esta
expansión exige también la monetización de la economía nacional. En este marco, la economía
política mercantilista trató de estructurar un conjunto de normas del Estado concebidas para
promover la economía de mercado e incorporar volúmenes crecientes de metales preciosos al
sistema económico.
En cuanto a sus contenidos, no se puede hablar de una única escuela mercantilista, dado que no se
trata de un cuerpo teórico unificado sino de una serie de soluciones nacionales a la problemática de
la creación de riqueza tal como lo entendía esta escuela. Es así como encontramos una
predominancia en los aspectos relativos al comercio y la navegación en el pensamiento mercantilista
inglés, mientras que en Francia se enfatizó en el desarrollo de la manufactura para su venta a la
nobleza española, al igual que el cameralismo austríaco.

2.3.1.2. La escuela fisiocrática


La fisiocracia, escuela que gira en torno a la figura de Francoise Quesnay, goza de fama e influencia
durante un lapso bastante breve, aproximadamente entre 1755 y 1780. Posee un esquema
explicativo del funcionamiento económico que en varios aspectos antecede a los economistas
clásicos. Si bien cuenta con algunas fallas explicativas, muchas de sus ideas fueron retomadas
posteriormente por Adam Smith, y constituyeron un intento serio de abstracción en la explicación
del funcionamiento del sistema económico.
Dos aspectos deben destacarse del pensamiento fisiocrático: el primero de ellos se refiere a la idea
de “orden natural” en el funcionamiento del sistema económico, opuesta a las orientaciones del
mercantilismo basadas en reglamentaciones minuciosas del Estado en todos los aspectos de la vida
económica. El segundo aspecto, fue concebir el orden económico como análogo a un organismo
natural, estableciendo un sistema de circulación dentro del mismo, que se plasma en el denominado
Tableau Economique elaborado por Quesnay.
Este Tableau Economique pasó a ser la pieza fundamental en la explicación que dieron los fisiócratas
al funcionamiento de la economía, a partir de su teoría del produit net (producto neto). En lo
fundamental, esta teoría consiste en admitir que sólo la tierra es capaz de crear valores en un

34
sentido estricto, que sólo la agricultura puede producir una renta más allá de los costos, o, con
palabras de Quesnay, “el suelo es la única fuente de riqueza”9.
El produit net constituye el fundamento de la teoría de la distribución de la fisiocracia, que trató de
demostrar cómo la producción de un período se distribuye entre los distintos grupos sociales que
participan en el proceso productivo. Tanto la teoría del produit net como la de la distribución que de
ella se deriva encuentran una formulación bastante precisa en el mencionado Tableau Economique,
que resume los caminos de la circulación de riqueza en un sistema económico de la época y resultó
el antecesor de los actuales modelos que intentan representar los complejos sistemas actuales.
La ligazón entre la teoría del produit net y la realidad circundante es bastante obvia, ya que aparece
concentrando la atención entre la clase productora (arrendatarios) y la clase terrateniente. El
esquema refleja una organización económica y social cuya característica central es la apropiación de
un excedente por parte de la clase terrateniente. Ésta absorbe el excedente logrado con el trabajo de
la población rural organizada por los arrendatarios, con la finalidad de financiar su existencia, sus
lujos y la compra de productos artesanales y manufactura en general. La idea de que la industria o
manufactura es una clase estéril, poco sostenible frente a lo expresado respecto de la Revolución
Industrial inglesa, se alimentaba de la realidad de la manufactura en Francia, que mantiene una
producción de carácter artesanal, en pequeña escala, y en general de artículos de consumo suntuario
dirigido a la clase terrateniente, lo que a Quesnay le sugiere la idea de una “clase estéril”.
Los fisiócratas mantienen respecto del comercio internacional una posición librecambista, como
después también la sostuvieron los clásicos ingleses, pero con un objetivo distinto de éstos, ya que la
misma forma un programa coherente, junto con su programa de reforma agraria y el proyecto de
impuesto único a las rentas de los propietarios, que tienden a liberalizar la economía y favorecer a
los arrendatarios rurales. Quesnay entendía que la eliminación de las trabas al comercio agrícola
proveería de mejores precios agrícolas, que a su entender se mantenían artificialmente deprimidos
por las regulaciones mercantilistas existentes.
No solamente plantearon la eliminación de regulaciones respecto del comercio internacional, sino
también sostuvieron que deben eliminarse todo tipo de trabas y regulaciones al comercio dentro del
reino, entendiendo que de esta manera mejorarían los volúmenes producidos por la agricultura y
también el bienestar general. El famoso laissez-faire (dejad hacer) atribuido a los economistas
clásicos ingleses, en realidad fue una frase acuñada por Quesnay, en respuesta a la pregunta acerca
de qué debía hacer el gobierno para favorecer la producción y el comercio "laissez-faire, laissez-
passer" (dejad hacer, dejad pasar), en obvia alusión a sus planteos en contra de las regulaciones del
mercantilismo.
En síntesis, observamos que los fisiócratas partieron de una idea de “orden natural” y plantearon una
transformación del marco institucional de la economía francesa, sobre la base del laissez-faire y el
libre cambio. Esa idea y esa transformación la plantearon a partir una economía donde la agricultura
era el sector clave y fuente del excedente, sirviendo para fundamentar analíticamente medidas de
política económica que interesaban a un grupo social determinado.

2.3.2. La escuela clásica


Lo que habitualmente se denomina escuela clásica abarca fundamentalmente a los escritos de los
economistas ingleses a partir de los comienzos de la Revolución Industrial inglesa. Se desarrolló en

9
F. Quesnay, Oeuvres. Ed. Oncken. Citado por Sunkel y Paz en "El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del
desarrollo".

35
torno a una visión que, por primera vez, apareció con un alto grado de sistematización en la obra
cumbre de Adam Smith, conocida por una abreviación de su título, denominada “La riqueza de las
naciones”. La idea básica que orienta este sistema, que opera por “prueba y error”, es que las
decisiones individuales se orientan por los datos que ofrecen los mercados y las mismas, tomadas
por cada individuo según su propio interés, contribuyen sin saberlo a obtener una solución definida
en cuanto al tipo y cantidad de bienes que conviene producir. Es como si una “mano invisible”
orientara esas decisiones individuales mostrando en el aparente desorden de la vida económica un
orden natural subyacente, en virtud del cual el sistema económico actúa de acuerdo con ciertos
mecanismos que le son inherentes, y que forman parte de su naturaleza.
2.3.2.1. Adam Smith y "La riqueza de las naciones"
Escrito durante el período mercantilista, cuando las opiniones predominantes de la Economía
equiparaban a la riqueza con el oro, y señalaban como camino del aumento de esa riqueza a la
concesión por parte del gobierno central a unos pocos privilegiados de franquicias exclusivas para
obtenerlo, “La riqueza de las naciones” (1776) redefine de manera total el concepto de riqueza,
señalando que los metales preciosos son valiosos como instrumentos de cambio y depósitos de
valor, pero que la riqueza de una nación no está representada por la cantidad de oro que posee sino
por la cantidad de bienes que es capaz de poner a disposición de sus habitantes, y que sólo el
aumento de esa cantidad de bienes contribuye al mejoramiento del bienestar material de los seres
humanos. Por otra parte, Adam Smith señaló que la riqueza debe ser para todos y no sólo para unos
cuantos privilegiados, mostrando cómo debe funcionar ese sistema para asegurar que las personas
de todas las clases sociales tomaran parte de una economía que ampliaba continuamente su
capacidad productiva.
¿Cómo funciona ese sistema? Smith establece una serie de consideraciones y suposiciones respecto
del comportamiento de las personas y de la forma en que debería organizarse la economía para
obtener los mejores resultados; estos principios en general forman parte de la base del pensamiento
clásico, siendo ampliados por otros escritores, cuyos aportes de mayor importancia serán analizados
dentro de este mismo apartado.
 Para Adam Smith, los seres humanos actúan en su propio interés: “No esperamos nuestra cena
de la benevolencia del carnicero, el cervecero o el panadero, sino del respeto que sienten por sus
propios intereses”10, así, quienes participan en el proceso productivo, lo hacen con la finalidad
del “consumo, que es el único fin de toda la producción”11. Esto es una ligazón que mantienen en
general los autores clásicos con la filosofía utilitarista, que encuentra en la concepción racional
del homo economicus (hombre económico) su expresión más acabada en ese sentido.
 La lucha por sus propios intereses que lleva adelante cada individuo se verá limitada por la
competencia. En ese sentido, la misma hará que nadie pueda abusar de los demás y cada cual se
verá forzado a dar a los recursos que se encuentren a su disposición el uso más productivo
posible. Los productores producirán los bienes que los consumidores demanden y los obreros
trabajarán donde les paguen mejores salarios. La búsqueda de los propios intereses sumado a la
competencia llevarán a la economía a los mejores resultados posibles.
 La propensión de la naturaleza humana a permutar o intercambiar unas cosas por otras hace que
la gente se especialice en oficios o profesiones particulares y comercie con lo que produce y esto,

10
Adam Smith, La riqueza de las naciones, Fondo de Cultura Económica. Citado por Clement, Pool y Carrillo en
"Economía: enfoque América Latina". Pág. 28.
11
Ibíd. Pág. 30.

36
en opinión de Adam Smith, proporciona la base para el progreso y el estímulo para el
crecimiento económico: la división del trabajo.
 La existencia de la propiedad privada, entendida como se definió anteriormente, como la
posesión de derecho pleno sobre un recurso o factor productivo; y de mercados libres, es decir,
con muchos compradores y vendedores, para poder comprar y vender, sin restricciones, toda
clase de artículos, son elementos básicos para que el sistema económico funciones conforme las
expectativas clásicas.
 La existencia de un gobierno “pasivo”, que no interfiera en las transacciones económicas,
permite el funcionamiento “natural” del sistema. Este supuesto surge como una reacción a la
fuerte intervención estatal que propugnó el mercantilismo, y respecto de la cual Smith fue un
vigoroso opositor.
Sobre la base de estos supuestos relativos a la acción de las personas y a las instituciones que rodean
el fenómeno económico, Smith sostiene que este sistema, en términos humanos, tiene como fin
liberar al individuo de los esquemas sociales y económicos rígidos del pasado, de dar libertad para
pasar de un empleo a otro y adquirir los productos que necesite y desee. Estas decisiones serán
tomadas por el sujeto, de acuerdo con sus evaluaciones objetivas y subjetivas de lo que más le
conviene a él y su familia, después de tomar en consideración los precios de los diversos bienes, así
como sus ingresos.
Antes de pasar a detallar las teorías involucradas dentro del pensamiento de Smith, conviene
reafirmar la idea básica que se encuentra en su obra, respecto de que las acciones de las unidades
económicas, en apariencia desordenadas, obedecen a ciertos mecanismos que presentan
regularidades y que éstas pueden ser expresadas mediante leyes. Por otra parte se admite que el
mecanismo descripto anteriormente, si se lo deja operar libremente, lleva a un resultado óptimo, en
el sentido que el sistema económico se ajusta en la medida necesaria para el logro de la producción
máxima factible.
2.3.2.1.1. La división del trabajo y la teoría de la producción.
En términos económicos, el sistema descripto por Smith tiende a utilizar las fuerzas de la
competencia para asegurar que los precios de los bienes y servicios para la sociedad tiendan a ser
iguales a los costos de producirlos; y sostiene que el mercado proporcionará las cantidades
crecientes de bienes que desean los consumidores de manera automática, eficiente e impersonal,
eliminando la influencia de las decisiones arbitrarias sobre la vida de las personas.
¿Cómo lo hace? Si en una economía existen numerosas empresas que tienen como meta maximizar
sus utilidades y producen en competencia un bien relativamente homogéneo, entonces el precio de
este artículo tenderá a ser uniforme en cualquier lugar. Esto significa que los productores de
cualquier industria dada, entendiendo como industria a un grupo de empresas que produzcan un
artículo más o menos homogéneo, harán que se establezca, debido a las fuerzas de la competencia,
un precio uniforme para el artículo producido por los miembros de esa industria, siendo este precio
la suma de los costos de producción más un beneficio promedio sobre el capital, que son las
utilidades que le corresponden al capitalista.
Dado que la conducta de los productores es maximizar sus beneficios, y es evidente que no lo podrán
lograr aumentando indefinidamente los precios porque la competencia no se los permite, lo que
tratarán de hacer será reducir sus costos, a través de la adquisición de nuevo capital o ideando
métodos nuevos para utilizar mejor los factores de producción existentes. En ambos casos lo que se

37
logra, de acuerdo a la visión de Smith, es reducir costos mediante un aumento de la división del
trabajo y de la especialización de la mano de obra.
Este concepto de división del trabajo que ocupa un lugar preponderante en la formulación de leyes
económicas por parte de Adam Smith, resulta contemporáneo con el proceso que se estaba
observando en las nuevas fábricas instaladas a comienzos de la Revolución Industrial. Es así que en la
mayoría de los procesos de producción, un número determinado de trabajadores, realizando
operaciones separadas y distintas para producir un artículo dado, puede generar un número mayor
de artículos que el mismo número de hombres, en el mismo período, si cada uno de ellos realiza
todas las operaciones necesarias para la producción de dicho artículo. Si bien el ejemplo que él toma,
que son las distintas operaciones para fabricar alfileres es totalmente válido, lo podríamos
transportar a nuestros días e imaginar la ínfima cantidad de autos que se podrían llegar a fabricar si
cada operario realizara todas las operaciones necesarias para producirlos. Hoy día, resulta
generalmente aceptado que cada operario, al ejecutar una tarea especializada, la hace con mayor
rapidez y probablemente mejor, evitando los movimientos innecesarios y los desplazamientos,
aumentando por esa razón la productividad.
De cualquier manera, Adam Smith entiende que la amplitud del mercado limita las posibilidades de
crecimiento de la división del trabajo, ya que si el mercado para un producto es muy pequeño, la
escala productiva, por esa razón, también lo será y cada operario deberá ejecutar varias tareas con
una productividad será menor.
Volviendo a la teoría de la producción de Adam Smith, se observa en ella cómo los productores, a
través de la mejora tecnológica y la incorporación de capital, aumentan la productividad y bajan los
costos de sus productos, siempre teniendo como meta el aumento de sus utilidades. Pero este
aumento de las utilidades de un productor en particular no asume un carácter definitivo, ya que los
demás productores no se quedan observando cómo uno de ellos obtiene estas sobreutilidades, sino
que tratarán de imitar la forma en que aquél logró el descenso de los costos. Cuando la mayoría de
ellos adoptó la nueva forma de combinar los factores para producir ese artículo, esto incrementa la
cantidad de ese bien existente en el mercado (oferta), lo que hace que el precio disminuya hasta
alcanzar el denominado precio natural, que es igual al costo de producción, incluyendo la ganancia
normal que obtienen los productores.
En resumen, la secuencia arranca con el incentivo que implica la mejora tecnológica o incorporación
de capital al mejorar las utilidades de los productores. Ello se consigue temporalmente por los que
logran efectivamente bajar sus costos de producción, sigue con la adopción mayoritaria de esa
técnica, y finalmente la baja de precios provoca el retorno de las utilidades a su nivel normal. Para la
población, el resultado es, desde la óptica de Smith, una mejora real, ya que los precios de los bienes
que compra son más bajos. Tendríamos un proceso parecido si el aumento de los beneficios hubiese
arrancado con un aumento de precios por incrementos en los deseos de la sociedad para adquirir
determinado bien (demanda). En ese caso la “mano invisible” hubiese indicado a los productores
aumentar la producción de los bienes que tienen mayor demanda para mejorar sus utilidades; este
aumento en la oferta hará descender los precios a sus niveles anteriores, y la población se
beneficiará al obtener las mayores cantidades del bien que desea.
2.3.2.1.2. Teoría de la demanda
La teoría de la demanda esbozada por Adam Smith tiene que ver con la forma en que las personas
gastan sus ingresos. Para Smith, la conducta de los consumidores sigue los parámetros de
racionalidad que enuncia con su homo economicus, en el sentido que éstos, dado su nivel de ingreso,
tratarán de maximizar la cantidad de bienes que puedan comprar y así obtener la mayor satisfacción

38
posible. Esto ejerce presión sobre los vendedores, obligándolos a vender al precio más bajo posible.
También existe competencia entre los demandantes por los productos, lo que hace que, ante falta o
escasez, la misma tenga como efecto un aumento en los precios. En este caso vemos que la “mano
invisible” también actúa asignando los bienes entre los demandantes.
2.3.2.1.3. La distribución de la renta y la teoría de los salarios
En el modelo de Smith, la racionalidad de los trabajadores hace que éstos traten de aumentar al
máximo sus sueldos y vender su mano de obra al capitalista que mejor les pague. En la época en que
escribe Smith, estaba en pleno desarrollo el movimiento de cercamientos y existían grandes
cantidades de personas desocupadas que estaban dispuestos a trabajar aún a salarios muy bajos. De
cualquier manera, las diferencias salariales eran consideradas por Smith como indicativos para ver en
qué sectores los trabajadores eran más necesarios, por lo que la “mano invisible” también actuaba
asignando el factor trabajo a los distintos sectores productivos.
Pasando a las consideraciones distributivas que hace Adam Smith, éste admitió que el trabajo era el
generador de valor de los bienes, pero no avanzó mucho más en este aspecto, destinando parte de
su estudio al análisis de la distribución de la producción. Admitió sin críticas el hecho que los
trabajadores obtienen sólo una parte del ingreso que se genera, quedándose con la otra parte los
capitalistas. Consideró que los salarios de los trabajadores tienden a lo que denominó nivel de
“subsistencia”, aunque éstos pueden elevarse a medida que la economía crece. Puede darse el caso
que la acumulación de capital se produzca a mayor velocidad que la tasa de crecimiento de la
población, y en ese caso se producirá una escasez temporal de trabajadores y los salarios
aumentarán. Esto, en la visión que tiene Smith del problema, hará que la cantidad de trabajadores
crezca por las mejoras en sus condiciones de vida. Como consecuencia de este crecimiento de la
cantidad de trabajadores, los obreros se verán obligados a competir entre sí para obtener los
empleos disponibles y los salarios volverán al nivel de subsistencia. Por esta razón afirmaba que los
salarios tendían a oscilar en torno a dicho nivel, aún cuando admitía que este salario de subsistencia
podía aumentar a medida que la economía crecía.
Es decir que en sus escritos se observan dos teorías de los salarios, una aplicada al corto plazo
(doctrina de los fondos salariales), en la cual los fondos para los salarios surgen de la acumulación de
capital por lo tanto puede oscilar en ese plazo. A largo plazo las condiciones la fijarían lo que con
posterioridad se denominó “doctrina malthusiana de la población”, según la cual la población crecía
más rápidamente que los recursos con los cuales se podía mantener, por esa razón los salarios
tendían a lo que se denominó nivel de subsistencia, según se explicó en el párrafo anterior. Autores
posteriores como David Ricardo y Thomas Robert Malthus continuaron con ambas teorías (de corto
plazo y largo plazo). Con posterioridad, incluso dentro de la escuela clásica, va perdiendo vigencia lo
que se conoció como doctrina malthusiana de la población, básicamente debido a su alejamiento de
la realidad, siendo la teoría salarial sustituida por otra distinta, centrada en lo que se conoce como
productividad marginal del trabajo, ya en los escritos de lo que se conoce como economía neoclásica.
Justificó las enormes diferencias de ingresos entre trabajadores y capitalistas en el hecho que estos
últimos utilizaban la mayor parte de su ingreso para ahorrar e invertir en la búsqueda de mayores
beneficios. Más inversiones significan más empleo, mayor división del trabajo, mayor crecimiento, y
así sucesivamente, por este motivo consideró razonable la existencia de esas diferencias. De esta
manera, a pesar de la disparidad de ingresos entre capitalistas y trabajadores, el sistema seguía
creciendo sin interrupción.

39
2.3.2.1.4. La dinámica del crecimiento económico en Adam Smith
La economía que se describió anteriormente también posee una dinámica de crecimiento. La fuerza
impulsora de la búsqueda de beneficios hace que los capitalistas utilicen cada vez más capital,
busquen técnicas productivas más eficientes y construyan fábricas más grandes. Quienes no sigan
esta tendencia, verán irremediablemente cómo su mercado se achica y sus utilidades disminuyen
hasta su inevitable quiebra. Sin embargo, en el proceso de construcción de más fábricas y más
equipo de capital, se crean empleos para más trabajadores, que a su vez utilizan su ingreso para
adquirir más artículos que se producen en fábricas o en la agricultura, generando mayor volumen de
producción, más empleo y así sucesivamente. Es decir, tenía una visión básicamente optimista
respecto de la evolución del sistema económico, en tanto y en cuanto se respetaran los principios
básicos de funcionamiento enunciados al comienzo.
Respecto de los obstáculos que podían interferir en esa senda de crecimiento, los clasificó en dos
grupos.
 El primero de ellos se refiere al peligro que implica para este sistema la formación de monopolios
en el cual un productor o un grupo pequeño de ellos podía incrementar sus beneficios a través
de la restricción de la producción con la consecuente elevación de los precios. En ese caso se
verían afectadas tanto la eficiencia del sistema de producción como la igualdad en la
distribución, tendiendo a concentrarse el poder económico en pocas manos.
 El segundo de los obstáculos que señala Smith como interferencia para el crecimiento, surge de
la intervención del gobierno en los asuntos económicos, muchas veces a través de la concesión
de monopolios o del establecimiento de legislación restrictiva de las libertades de los
trabajadores y los capitalistas, reduciendo la eficiencia del sistema “natural”. En su opinión, el
gobierno sólo se debe limitar a la administración de las leyes, la defensa nacional y la
construcción de obras públicas que no puedan ser ejecutadas por el sector privado. Este planteo
surge como una natural reacción frente a la doctrina mercantilista, que postulaba una alta
participación del Estado en la economía.

2.3.2.2. Los aportes de David Ricardo


David Ricardo, un continuador de la obra de Adam Smith, realizó una serie de interesantes aportes a
la teoría económica, siempre englobado dentro de lo que hemos denominado escuela clásica,
complementando muchos aspectos que Smith había enunciado pero no había tratado en
profundidad. También discrepó con algunas de las conclusiones que elaboró Smith, en especial
respecto de su visión optimista acerca del crecimiento dentro del sistema capitalista.
Hombre dotado de gran talento y habilidad en el ámbito de los negocios, fue un acaudalado
banquero a temprana edad, para luego abandonar esa actividad y dedicarse plenamente a las
ciencias. Cultivó primero las Matemáticas, la Física, la Química y la Geología, entre otras disciplinas,
para luego entrar de lleno a la Economía y a la actividad política a fines del siglo XVIII. Publicó varios
libros, siendo su obra cumbre “Principios de Economía Política y Tributación” editada en 1817.
Dentro de su vasta labor de economista se destacaron sus teorías sobre el valor-trabajo, los salarios,
la tasa media de beneficio, la renta agraria y el principio de las ventajas comparativas.
En este punto nos concentraremos en las dos teorías que completaron el marco teórico y analítico
básico de la escuela clásica con sus aportes respecto de la renta agraria y la teoría de las ventajas
comparativas, que resultan, a su vez, los elementos que lo diferencian de Adam Smith, en particular
respecto de la forma de crecimiento del sistema económico. La teoría de las ventajas comparativas

40
va a resultar el sustento teórico de todo el esquema librecambista que logró imponerse en las
relaciones entre los países más desarrollados a partir de la segunda mitad del siglo XIX.
2.3.2.2.1. La renta diferencial o renta económica
El origen de la teoría de la renta diferencial o renta agrícola debe buscarse en el planteo original de
Ricardo acerca de la inexistencia de armonía, sino de conflicto en la base de la distribución. Señalaba
la existencia de tres clases diferentes para la distribución de la renta, que regularmente pugnan entre
sí: los propietarios terratenientes, los capitalistas y los trabajadores. Ricardo entendía que, a medida
que avanza el desarrollo económico, se incrementa la población, y, conjuntamente con ésta, también
aumenta la demanda de alimentos, que son producidos básicamente por la agricultura. Dado que en
un determinado país la cantidad de tierra fértil es fija y no se expande, este sector no puede
abastecer de alimentos a precios constantes, sino que, al incorporar tierras de menor fertilidad, con
mayores costos para obtener alimento, sólo puede aumentar su producción si aumentan los precios.
Dado que el aumento en la demanda de alimentos provoca esos aumentos de precios, las tierras se
incorporarán a la producción y aumentará el volumen ofrecido de alimentos, pero a precios más
elevados.
Como los costos por unidad de producción aumentan, aparece una renta diferencial o renta
económica para los propietarios de las tierras más fértiles, o de mayor rendimiento, por el mero
hecho de su mayor fertilidad y no porque sean más eficientes produciendo. Como este hecho forma
parte de la dotación de recursos que tiene un país, no tiende a desaparecer por sí mismo, sino que
tiende a agravarse a medida que aumenta la población, haciendo afluir utilidades hacia los
propietarios terratenientes. En el cuadro 8.1. ejemplifica cómo un aumento de los precios originado
en un aumento de la demanda hace incorporar tierras de menor fertilidad y, por ende, con costos
más elevados de producción. Esta situación provoca la aparición de renta diferencial para los
productores de las tierras de mayor fertilidad. En este ejemplo las tierras más fértiles son las
denominadas 1, las denominadas 2 son de menor fertilidad, y las menos fértiles fueron identificadas
como 3. Suponemos que entre los tres tipos de tierra agotan la oferta de tierras de un país, y que los
precios de los cereales (supongamos que se trata de trigo) son uniformes en todo el país. La renta
diferencial que perciben los propietarios de las tierras de mejor calidad se calcula multiplicando su
volumen de producción, medido en quintales (qq) por hectárea (Ha), por la diferencia entre el precio
y el costo unitario de producción.
El problema más serio no es quién recibe las utilidades sino, en la visión que tenía David Ricardo del
problema, qué es lo que hacen con ellas. Dado que la cantidad de tierras fértiles es fija, no cabe la
inversión dentro de las mismas, así que las sobreutilidades obtenidas por los terratenientes no dan
lugar a procesos de aumento de la producción, sino a su gasto en bienes suntuarios. Los
trabajadores, que perciben salarios de subsistencia, en este caso recibirán salarios monetarios más
elevados, pero eso no les mejora sus ingresos reales, ya que simplemente mantienen su posibilidad
de compra de los bienes que le permiten sobrevivir. Los capitalistas industriales, en cambio, ven
aumentar su costo salarial sin que se incrementen los precios de los bienes que ellos venden, por lo
tanto se reducen las utilidades que perciben.

41
Cuadro 8.1. Ejemplo de aparición de renta económica en explotaciones agrícolas
ZONA
1 2 3
Costo Prod. Por Ha. ($) 150 150 150
Rendim. Por Ha. (qq) 20 15 10
Costo Unit. Prod. ($/qq) 7,5 10 15
Situación 1
Precio($): 7,5 7,5 7,5
Produce: Si No No
Renta Diferencial ($/Ha.) - - -
Situación 2
Precio($): 10 10 10
Produce: Si Si No
Renta Diferencial ($/Ha.) 50 - -
Situación 3
Precio($): 15 15 15
Produce: Si Si Si
Renta Diferencial ($/Ha.) 150 75 -

Como resultado de esto tendremos un traslado de utilidades desde los capitalistas industriales hacia
los propietarios terratenientes, y, en consecuencia, un menor nivel de inversión y crecimiento de la
economía. En opinión de Ricardo, de no tomarse ninguna medida, esta situación llevaría a detener el
crecimiento y colocar a la economía en el denominado estado estacionario, es decir aquél en que la
economía crece a la misma velocidad que crece su población, y solamente un hallazgo de nuevos
recursos o mejoras tecnológicas haría que la economía creciese más rápidamente. ¿Cómo resolver
este problema? Ricardo encuentra la respuesta en el comercio internacional, que permite aumentar
la cantidad de tierras fértiles al considerar a todo el mundo como productor de granos y alimentos,
comercio que en esa época estaba trabado por una serie de reglamentaciones, denominadas Leyes
de Granos en Inglaterra. Para ello, en el plano teórico, esboza una teoría de amplia aceptación
denominada Teoría de las ventajas comparativas, y en el plano político desencadena una fuerte
corriente favorable a la derogación de las Leyes de Granos en Inglaterra que logra su éxito en 1848.
2.3.2.2.2. La teoría de las ventajas comparativas
La resolución al problema planteado en el punto anterior, David Ricardo la plantea a través de la
abolición de los aranceles aduaneros que protegían a la producción agrícola de Inglaterra. De esa
manera se podrían importar alimentos más baratos de otros países eliminándose el problema que
implica la restricción de la cantidad de tierras fértiles dentro de un país. Por esta razón no subirían
los precios de los alimentos, y tenderían a mantenerse las utilidades de los capitalistas industriales,
de manera tal que el crecimiento económico seguiría adelante sin interrupciones.
Pero David Ricardo fue un poco más lejos en su análisis. Sostenía que los aranceles deberían
reducirse o eliminarse por completo, no sólo sobre las importaciones de alimentos. Al hacerlo, utilizó
sus argumentos a favor de libre comercio entre las naciones.
A partir de la suposición de que los gastos y las preferencias de los pueblos, las formas de producción
y las bases de recursos naturales no son iguales en dos países del mundo, llegó a la conclusión de que
las naciones, como los individuos, debían especializarse en la producción de uno o más artículos,
para los cuales fuesen relativamente más eficientes, y comerciar sus excedentes cambiándolos por
los producidos por otras naciones, que a su vez también se habrán especializado en la elaboración de

42
otros bienes, para los cuales también serán relativamente más eficientes. El resultado, en su opinión,
sería que el producto total, medido sobre una base mundial, sería mayor que si no hubiese comercio
internacional, y todos los países tendrían un nivel de bienestar más elevado.
Un tema a resaltar es el término “relativamente más eficiente” cuando se trata de especialización
entre países. ¿Qué significa esto? Un ejemplo numérico nos ayudará a una mejor comprensión del
tema. Supongamos la siguiente estructura de precios entre dos países, A y B, para la producción de
dos tipos de bienes, 1 y 2.

País A País B
Bien 1 50 70
Bien 2 65 60

Esta estructura de precios absolutos origina este equivalente en términos de precios relativos:

País A País B
Precios del bien 1 en términos del bien 2 0,769 1,1667
Precios del bien 2 en términos del bien 1 1,3 0,857

En este caso no cabe ninguna duda que, de acuerdo a los precios absolutos y relativos, al país A le
conviene especializarse en la producción del bien 1 y al país B le conviene especializarse en la
producción del bien 2.
Pero, ¿qué pasaría si la situación de precios absolutos fuese la siguiente?:
País A País B
Bien 1 50 84
Bien 2 65 72

Es evidente que, a priori, no habría comercio desde el país B hacia el país A, y A exportaría de los dos
tipos de bienes hacia B. Sin embargo en opinión de David Ricardo, el esquema de especializaciones
no se vería alterado, ya que, en términos de utilización de recursos, es evidente que al país A le
cuesta más producir el bien 2 en términos del bien 1, y al país B le cuesta más producir 1 en términos
del bien 2, por lo tanto A se seguirá especializando en producir 1 y B en producir 2. Esto se observa si
calculamos la estructura de precios relativos, que es igual que en el caso anterior:
País A País B
Precios del bien 1 en términos del bien 2 0,769 1,1667
Precios del bien 2 en términos del bien 1 1,3 0,857

La conclusión resultante de esto es que, si a un país le resulta relativamente económico en términos


de recursos producir algún tipo de bien determinado, deberá concentrar su atención en producir ese
tipo de bien, exportar sus excedentes e importar otros bienes de otros países, a los cuales, a su vez,
les será más económica su producción en términos de utilización de recursos. Esto da origen a la
primera fase de división internacional del trabajo entre los distintos países. El ejemplo utilizado por
Ricardo fue la producción de telas en Inglaterra y la de vinos en Portugal, pero en general es aplicable
a otro tipo de producciones.
El problema que subyace a esto es que no existe acuerdo acerca de cómo deben repartirse las
ganancias emergentes de este comercio, ya que el planteo inicial de Inglaterra acerca de división

43
internacional del trabajo, en el cual este país se reservó para sí las ramas productivas de crecimiento
más dinámico, en tanto adjudicó el rol de proveedores de alimentos y materias primas a otros países,
terminó acumulando las utilidades en su país y provocando una marcada disparidad en el desarrollo
de las naciones participantes de este esquema, aún cuando las diferencias no eran tan marcadas al
comienzo del mismo.
2.3.2.3. La “ley de los mercados” de J. B. Say y la teoría cuantitativa del dinero
En este punto se tratarán de completar algunos aspectos que hacen a la visión del problema
económico tal como lo entendía la escuela clásica. Si bien correspondería también el análisis de otros
autores, como Thomas Robert Malthus (1766-1834), un autor contemporáneo de David Ricardo,
John Stuart Mill (1806-1873) y otros, en este punto se analizarán sólo algunos aspectos teóricos que
están presentes, en forma explícita o implícita dentro de la teoría clásica, y que han contribuido a
modelar el pensamiento y completar el esquema analítico que en su momento habían desarrollado
Adam Smith y David Ricardo.
2.3.2.3.1. La “ley de los mercados”
El primero de estos aspectos es la forma en que la economía expande su demanda agregada. Esta
"ley" fue desarrollado por Jean Baptiste Say (1767-1832), y se conoce como “ley de los mercados” o
también, directamente “ley de Say” de los mercados. En su forma más simple esta ley establece que
“la oferta crea su propia demanda”, es decir que la renta creada en el curso de la producción
conducirá necesariamente a una cantidad igual de gasto y, por lo tanto, a una cantidad de gasto
suficiente para comprar los bienes y servicios producidos. Como consecuencia de esto, establece
que, de existir recursos no empleados en la economía, la misma expansión de la producción
resultante de la utilización de estos recursos creará un aumento proporcional de la renta que se
empleará en la compra de esa mayor producción. Si existiesen recursos ociosos dispuestos a
ofrecerse en el mercado, alguien que piensa que podrá obtener ganancias con su utilización los
empleará, esto implica que la producción tenderá a ser siempre la de pleno empleo. Esta “ley de los
mercados” niega, por lo tanto, que pudiese existir desempleo a causa de que la demanda global
fuese insuficiente o inferior a la oferta de la economía. Ningún factor quedará desempleado por falta
de demanda.
Esta ley se fundamenta sobre la base de una economía sin dinero, es decir que utiliza el trueque
como forma de intercambio. En este caso, “ofrecer” algo implica necesariamente también
“demandar” algo, ya que, de otra manera, el intercambio sería imposible. Say y los economistas
clásicos en general entendían que nadie demandaba el dinero por sí mismo, sino que lo hacían para
demandar luego otros bienes. En este caso el dinero es un simple medio para facilitar el intercambio,
por lo que nada se opondría a las conclusiones que se sacan del funcionamiento de una economía de
trueque para una economía en la que existía el dinero.
La ley de Say considera que cualquier incremento de la renta producirá un aumento del gasto de
igual cuantía, por lo que no existe ningún impedimento, en tanto se cumplan las premisas
establecidas para su funcionamiento, para que la producción tienda a una situación de equilibrio con
pleno empleo, uno de los supuestos centrales de la escuela clásica. Say sostiene, entonces, que toda
la nueva renta se gastará completamente, no manteniéndose ninguna fracción de renta atesorada, o
sea sin gastar.
2.3.2.3.2. La teoría cuantitativa del dinero
Esta teoría, que encuentra su formulación analítica con un continuador de los clásicos, Irving Fisher,
está presente en general en todos los razonamientos de orden monetario y de precios que efectúan

44
los economistas clásicos, desde Adam Smith y David Ricardo en adelante. Surge a partir de la
concepción de estos economistas que la función del dinero está limitada esencialmente a la de
medio de cambio, cuya única utilidad es la de vencer a las dificultades de funcionamiento de una
economía de trueque.
Trata de dar respuesta a la siguiente pregunta: ¿De qué depende que se intercambien un quintal de
trigo a $ 5 y una tonelada de carbón a $ 20, o que los valores de intercambio sean (manteniendo los
precios relativos o las relaciones entre precios absolutos) $ 15 el quintal de trigo y $ 60 la tonelada
de carbón? La respuesta que da la economía clásica a este problema, es que el nivel absoluto de
precios, $ 5 ó $ 15 para el quintal de trigo y $ 20 ó $ 60 para la tonelada de carbón, depende de la
cantidad de dinero existente en la economía, siendo la relación que establece que el nivel de precios
es función de la cantidad de dinero denominada teoría cuantitativa del dinero. Es más: esta teoría
establece que los cambios en la cantidad de dinero y los cambios en el nivel de precios son
estrictamente proporcionales.
La formulación analítica de la teoría, que, repetimos, la hicieron economistas de la escuela
neoclásica, es en base a la identidad:
MV ≡ Py
Siendo:
M: Cantidad de dinero u oferta monetaria
V: Velocidad de circulación del dinero
P: Nivel general de precios
y: Nivel del producto en términos reales
Si bien nadie discute a esta identidad en términos ex-post, en el sentido que el Producto medido en
términos monetarios será siempre igual a la cantidad de dinero existente en la economía
multiplicado por la cantidad de veces que tuvo que circular ese dinero para financiar ese nivel de
actividad económica, lo que afirma la teoría cuantitativa del dinero es que esa igualdad también
tiene validez en términos ex-ante. ¿En qué términos realiza esta afirmación? La opinión clásica es que
el nivel de producción a corto plazo es estable, ya que se encuentra en el nivel de pleno empleo
(opinión sustentada en la ley de Say), y que sólo se modificará si se modifica el stock de capital o los
recursos existentes en la economía en el largo plazo. Por otra parte, las tesis clásicas señalan que la
velocidad de circulación del dinero depende de condiciones institucionales, estructurales y de
hábitos de pago, y que éstas condiciones cambian muy gradualmente, por lo cual se pueden
considerar estables en el corto plazo.
En estas condiciones, si tanto V como y son estables a corto plazo, quedan sólo con posibilidades de
variar en el corto plazo M y P. En este sentido la teoría cuantitativa afirma que el nivel general de
precios depende del volumen de dinero existente, estableciendo una dependencia de la variable
nivel general de precios respecto de la variable dinero. Cada vez que M aumente o disminuya, el
nivel de precios deberá aumentar o disminuir en la misma proporción.
Esta teoría se convierte, dentro del esquema macroeconómico clásico, en una teoría rudimentaria de
la demanda agregada y a la vez una teoría de la inflación, en el sentido de explicar las razones del
alza sostenida y generalizada de los precios. Decimos teoría rudimentaria de la demanda porque, al
negar la existencia de otro uso para el dinero que no sea el de medio de cambio, supone también
que cualquier aumento en la cantidad de dinero automáticamente se transforma en aumento de la
demanda de bienes. Como parten del supuesto de que la economía funciona en pleno empleo,
cualquier aumento en la demanda de bienes no podrá ser afrontado con mayor producción sino con
aumento en el nivel de precios de esos bienes, lo que transforma a esta teoría cuantitativa en la base

45
de la explicación del aumento generalizado de precios en la economía. Muchas de las actuales
explicaciones al fenómeno inflacionario encuentran su sustento original en la vigencia de esta teoría.

2.3.2.4. Las visiones críticas: el marxismo


Contemporáneo de la revolución industrial inglesa y testigo de los excesos y la miseria que
acompañó los primeros tiempos de la misma, Karl Marx (1818-1883) fue un estudioso de la forma en
que funciona el sistema capitalista, dando origen a una corriente fuertemente crítica de su
desarrollo.
Heredero intelectual de los socialistas utópicos, que ayudaron a modelar su proyecto de sociedad sin
clases; de los economistas clásicos ingleses, de donde estudia la forma en que funciona el sistema
económico y de la dialéctica; y el materialismo como construcciones filosóficas, conjuga todos estos
elementos para edificar una teoría de la evolución de la sociedad, en la cual el capitalismo no es el fin
de la misma sino una etapa hacia otras formas superiores de organización social y económica. La
obra de Marx fue muy vasta, abarcando distintas disciplinas, como para tratarla en forma exhaustiva
en un texto con las finalidades del presente, por lo que en este punto nos centraremos básicamente
en la metodología de análisis de funcionamiento del sistema económico, y en las perspectivas que le
asignaba al mismo. Si bien su producción en esta materia también fue muy grande, parte de la cual
se conoció incluso después de su muerte, en base a la compilación de Friedrich Engels, es en El
Capital donde desarrolla sus principales teorías en el campo de la economía.
2.3.2.4.1. El materialismo histórico y el materialismo dialéctico
La filosofía del marxismo, conocida como materialismo dialéctico, se refiere a una visión particular de
la naturaleza de la realidad y de cómo perciben los seres humanos esa realidad. Conjuga dos visiones
del problema filosófico que preceden a Marx, que son el materialismo como escuela de pensamiento
filosófico que sostiene que la naturaleza y el contenido de la “materia” o realidad puede observarse y
verificarse objetivamente, mediante el uso del razonamiento y de las evidencias empíricas,
oponiéndose al “idealismo”, basado en la noción platónica de que las ideas abstractas puras son la
realidad básica, que es eterna e invariable y que las cosas materiales son simples copias imperfectas
y transitorias de lo que tenemos en la mente. En términos de análisis de la evolución de los hechos
sociales, esta confrontación implica situar a los hechos materiales o a la idea o visión que se tenga de
los mismos, en el punto inicial de estudio. Lo que agrega Marx a la antigua visión mecanicista que
sostenían los materialistas es la dialéctica, como forma dinámica de estudio de la realidad de las
cosas a través de la confrontación entre opuestos, entre las cuales incluye a la sociedad y a sus
formas de organizarse.
Pero, si bien es importante el aporte que realiza Marx en términos de creación filosófica, donde se
encuentran los elementos que se conjugan en su particular análisis de la evolución del sistema
económico es en su teoría de la historia, denominada materialismo histórico. Haciendo una
simplificación muy fuerte de sus contenidos, podemos decir que Marx considera que la evolución de
la historia de las sociedades humanas están integradas por tres dimensiones básicas: las “fuerzas de
producción”, las “relaciones de producción” y la “superestructura social”.
 Las fuerzas de producción incluyen recursos naturales, herramientas, instrumentos y técnicas de
producción, es decir, todo lo que confluye en el acto material de producir.
 Las relaciones de producción son las relaciones legalmente sancionadas a favor de ciertos grupos
respecto de la titularidad de los medios de producción.

46
 La superestructura social se define como el sistema de leyes, gobiernos, religión, filosofía, artes,
etc., que influye o determina la “conciencia” o “ideología” de cualquier sociedad. A esta
superestructura social en muchos casos se la presenta dividida en “superestructura jurídico-
política”, que hace referencia a los mecanismos legales y de gobierno; y en “superestructura
ideológica”, que abarca a todas las formas de percepción de la realidad en esa sociedad.
Dado que la preocupación central de la teoría marxista es explicar la dialéctica del cambio de una
sociedad a otra, bien cabe preguntarse dónde se origina el cambio en este esquema. La respuesta es
que el continuo avance de las fuerzas de producción que impulsan los seres humanos en búsqueda
de satisfacer sus necesidades de supervivencia y el deseo de alcanzar mejores niveles de vida, es lo
que lleva al avance de las fuerzas productivas, que en muchos casos entran en colisión con las
relaciones de producción vigentes en esa sociedad. Es decir que le otorga un rol preponderante a la
base económica como impulsora del cambio en la sociedad. Esto no debe interpretarse como un
mecanicismo de origen económico explicativo del fenómeno del cambio, ya que Marx entiende que
las revoluciones básicamente cambian las relaciones de producción vigentes en una sociedad por
otras que permitan el avance de las fuerzas productivas, a la sazón detenidas o frenadas en su
avance justamente por la vigencia de un orden que obstaculiza su desarrollo. Es más, sostiene que el
cambio en primer lugar se produce en el nivel del poder que mantiene esa situación, es decir en la
superestructura política de la sociedad, que instaurará nuevas relaciones de producción y que las
mismas terminarán incidiendo favorablemente sobre el desarrollo de las fuerzas productivas en esa
sociedad.
2.3.2.4.2. La lucha de clases y las etapas de la historia
Un concepto ineludiblemente asociado a la teoría marxista es el de lucha de clases, que el mismo
Marx considera como el “motor de la historia”. Para esta teoría, una clase se define como un grupo
de personas que tienen una relación común con los medios de producción. En una sociedad coexisten
varias clases, pero las clases principales son las que determinan la naturaleza de la lucha de clases,
que se produce básicamente por dos razones:
 En primer lugar por que existe un conflicto básico de intereses entre los propietarios de los
medios de producción y quienes trabajan con ellos, originado en la apropiación por parte de los
propietarios de los medios del excedente generado por los trabajadores.
 En segundo lugar, el desarrollo de herramientas y técnicas nuevas (avance de las fuerzas de
producción), hace que se incremente el conflicto entre las dos clases principales, haciendo que
resulten anticuadas las instituciones existentes.
En cuanto a las etapas que atravesó la historia de la humanidad hasta desembocar en el capitalismo,
Marx distingue cuatro: la etapa primitiva comunal, la sociedad esclavista, el feudalismo y el
capitalismo. La primera de ellas se caracteriza por la inexistencia de excedentes de carácter
permanente, con un escaso grado de desarrollo de las fuerzas productivas. Un avance de las mismas
y la existencia de excedentes de carácter permanente es una de las características de las otras
etapas, lo que origina dentro de las mismas la lucha de clases a la que se hizo referencia en el párrafo
anterior. A las características intrínsecas de las mismas ya se hizo referencia en la primera parte de
este capítulo, por lo que sería reiterativa una descripción detallada de las mismas. Para Marx, el
capitalismo debe considerarse como una etapa muy importante en la historia de la humanidad, que
además de miseria lleva consigo el “progreso”, entendido el mismo como un fuerte avance en las
fuerzas productivas de esa sociedad. A pesar de ello no es un sistema libre de la contradicción
fundamental que él señala en todas las sociedades donde se generan excedentes en forma
permanente: la lucha de clases que existe entre los proletarios que trabajan en las fábricas y la

47
burguesía dueña de los medios de producción. Esta contradicción, en su opinión, terminará
generando un freno al desarrollo de las fuerzas productivas en el seno del capitalismo, siendo
sustituido por el socialismo, que ve como el paso inicial al retorno a una sociedad sin clases.
2.3.2.4.3. El valor de uso y el valor de cambio
¿Qué lleva a las personas a producir bienes en una sociedad? Si se trata de una economía primitiva,
que Marx denomina economía natural, la producción de bienes se realiza para satisfacer
directamente las necesidades, y estos bienes, elaborados en condiciones de escasa división del
trabajo, tienen lo que se denomina “valor de uso”, es decir se elaboran porque son útiles para la
supervivencia en esas condiciones. La inexistencia de transacciones monetarias implica que dichos
bienes sólo tienen “valor de uso” pero carecen de “valor de cambio”, es decir no se intercambian ni
por dinero ni por otros bienes.
El avance de las fuerzas productivas y la aparición de excedentes de carácter permanente generan la
aparición del “valor de cambio” de los bienes. El trueque por otros bienes y la progresiva
monetización de la vida económica genera la aparición de productores que elaboran bienes que no
necesitan en sí, sino que, proceso de división del trabajo mediante, son enviados al mercado para
obtener dinero con el cual los productores comprarán otros bienes. Si se quisiera simbolizar esta
progresiva transformación de la producción de bienes porque tienen valor de uso a la producción de
los mismos debido a que tienen valor de cambio, se podría establecer la siguiente relación:
1. C-M-C, siendo C los artículos y M el dinero. En esta economía, los productores realizan la mayor
parte de la producción por que tiene valor de uso, intercambiando una parte por dinero (M), con
el cual obtienen bienes que no pueden producir por sí mismos.
2. M-C-M', en donde M'= M + m, y en donde m es igual a “plusvalía”. En esta economía se observa
que ya no se produce porque los bienes tienen valor de uso sino que esa producción tiene como
finalidad obtener una mayor cantidad de dinero que la invertida inicialmente, es decir se
produce porque la elaboración de esos bienes permite obtener una ganancia. En la concepción
de Marx, el capitalismo procede de esta manera, y los bienes se producirán solamente si generan
ganancia, es decir, por que tienen valor de cambio, al margen del poco o mucho valor de uso que
posean.
2.3.2.4.4. La teoría del valor trabajo y la plusvalía.
¿De qué depende el valor de un bien? Este tema había sido abordado anteriormente por Adam Smith
y David Ricardo. Estos autores señalaron que el valor de un bien depende de la cantidad de trabajo
que tiene incorporado. Marx retomó el planteo de estos economistas pero profundizó el problema,
que tanto Smith como Ricardo habían, a su juicio, tratado en forma incompleta. Para Marx el valor de
intercambio de un bien o un artículo está determinado por la cantidad de mano de obra socialmente
necesaria para producirlo en un país dado y en un momento determinado, considerando que una
hora de trabajo especializado resulta un múltiplo de una hora de trabajo no especializado.
Esta observación tenía el antecedente inmediato del planteo de David Ricardo. No obstante, este
economista había señalado que ese principio se aplicaba a la casi totalidad de los bienes, pero no
incluyó al trabajo mismo dentro de estas características, ya que había observado que el producto del
mismo era superior al costo que implicaba contratarlo, por lo que prefirió concluir que dicho
principio no se aplicaba a la categoría especial de mercancía que era el trabajo. El avance de Marx al
respecto fue que su teoría del valor trabajo también se hace extensiva al trabajo considerado como
mercancía, desarrollando su famosa teoría de la explotación dentro del sistema capitalista, basada
en la existencia de lo que él denominó plusvalía.

48
El punto más interesante dentro de este planteo es la discrepancia que tiene Marx con otros
economistas clásicos, dado que los mismos sostenían que, si bien existía explotación en los sistemas
previos al capitalismo, donde la dependencia de tipo personal la hacía posible, la libertad de mudar
de trabajo impedía esa situación dentro del sistema capitalista. No obstante ello, Marx demostró que
la situación de explotación es perfectamente posible dentro de este sistema, al ser mayor el valor del
trabajo (lo que se obtiene con el producto del trabajo de un obrero en un tiempo determinado), que el
valor de la fuerza de trabajo (el costo de reproducción de la fuerza de trabajo, que es el costo de
mantener al trabajador y su familia en ese mismo período de tiempo). En el sistema capitalista toma
la forma de productos elaborados por el obrero multiplicados por sus precios, mayores al salario que
cobra el trabajador en el período necesario para elaborar esa cantidad de productos. A esa diferencia
Marx la denomina plusvalía, de la que se apropia el propietario de los medios de producción
resultando la base de la ganancia del capitalista y de la posterior acumulación bajo la forma de
nuevos medios de producción.
También señaló que esta situación es inevitable para el trabajador, ya que si bien el mismo puede
cambiar de patrón, lo que no puede es dejar de ofrecerse en el mercado de trabajo por que de ello
depende su subsistencia. Como la generación de puestos de trabajo en general es inferior a los
interesados en ocuparlos, el sistema capitalista mantiene en forma permanente una masa de
desocupados de cantidad variable, que Marx denomina con el nombre de ejército industrial de
reserva.
2.3.2.4.5. La evolución del sistema y las crisis económicas
En la opinión de Marx, la dinámica del crecimiento capitalista deja lugar tanto para su crecimiento
como para su fin. Para este autor la fuerza impulsora del capitalismo es la competencia, que hace
obligatoria la acumulación de capital por parte de quienes quieran seguir en ella. En otras palabras,
tan sólo para sobrevivir, los productores deben constantemente introducir innovaciones, utilizando
más maquinarias y menos trabajadores para elaborar los bienes que llevan al mercado. Esto tiene
una consecuencia sobre lo que Marx denomina composición orgánica del capital, siendo esta
expresión igual al cociente entre capital fijo (maquinarias y equipos) y capital variable (mano de
obra) utilizados en la producción de un bien. La continua introducción de innovaciones,
materializadas en nuevos equipos y nuevas maquinarias, hace que esta composición orgánica del
capital tienda elevarse con el paso del tiempo. Las consecuencias de este hecho sobre las
características del crecimiento capitalista serán examinadas en este mismo punto.
Este autor, cuando analiza la dinámica del sistema capitalista, elabora una acabada teoría sobre las
crisis dentro del mismo, analizando sus causas y consecuencias tanto a corto como a largo plazo. En
épocas de prosperidad, los precios de los productos son altos, los ingresos se elevan y la plusvalía de
la que se apropian los capitalistas también se incrementa. Pero este crecimiento no es indefinido, ya
que la existencia misma de la plusvalía hace que la capacidad de compra de sectores mayoritarios de
la población no crezca a la misma velocidad que la producción de bienes, provocando una
acumulación de existencias en poder de los empresarios, es decir que el poder adquisitivo del
conjunto de la población es inadecuado para ese volumen de producción. En este punto es donde se
produce la crisis: los precios bajan, se reduce la plusvalía, se reduce la producción y se despiden
trabajadores que engrosan el ejército industrial de reserva. La crisis continúa hasta que los stocks
disminuyen, se recomponen los precios de los bienes, los salarios de los trabajadores descienden
(por presión del aumento en la cantidad de desocupados), y por este motivo se reconstituye la
plusvalía y recomienza la acumulación de capital, que luego llevará a otra crisis de este tipo.
Como consecuencia de estas crisis, Marx señala que a largo plazo se observan dos tendencias dentro
del sistema capitalista.

49
 Una de ellas es lo que denominó tendencia decreciente de la tasa de ganancia, originada en el
continuo aumento en la composición orgánica del capital. La razón es bastante sencilla: la
remuneración del capital surge de la plusvalía extraída a los trabajadores, es decir que la
remuneración del capital fijo surge del capital variable; como el primero es cada vez mayor con
relación al segundo, son muy bajas las posibilidades que se mantengan sus tasas de retribución, y
en todo caso únicamente con un nivel de explotación muy elevado a los trabajadores.
 La otra tendencia que Marx distingue dentro de la marcha del sistema capitalista es la tendencia
a la formación de monopolios, originada en el hecho de que no todas las empresas pueden hacer
frente a las crisis de la misma manera, y que muchas de ellas quiebran en las fases recesivas; de
producir lo que ellas hacían se encargan las empresas que sobreviven, pero ahora trabajan a
escala mayor. Tras muchos ciclos de corto plazo, sobrevivirán sólo un puñado de empresas por
industria, formando oligopolios o directamente monopolios.
De cualquier manera, siempre en opinión de Marx, las crisis generarán una mayor cantidad de
desocupados y condiciones crecientes de miseria, a la par que concentrarán la producción en unas
pocas manos. Llegará el momento en el cual las relaciones capitalistas de producción serán las que
frenen el desarrollo de las fuerzas productivas y esto generará las condiciones objetivas para un
cambio revolucionario de las primeras. En condiciones políticas propicias, serán los trabajadores, que
son los explotados en este sistema, quienes sancionarán nuevas relaciones de producción a su favor,
siendo en este caso el capitalismo sustituido por el socialismo, como el comienzo de la marcha hacia
una sociedad sin clases.
La teoría marxista tuvo una serie de continuadores en el siglo XX, básicamente de la mano de las
revoluciones socialistas llevadas adelante en la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y en la
República Popular de China. Vladimir Ilich Lenin en un caso y Mao Tse Tung en otro, fueron teóricos
que aportaron a su desarrollo, al margen del fracaso a largo plazo de la revolución en la ex URSS y de
la extensión del modo de producción capitalista en la República Popular China. Otros interesantes
aportes neomarxistas fueron hechos por dos economistas norteamericanos: Paul A. Baran y Paul M.
Sweezy en su libro El Capital Monopolista.

2.4. LA ECONOMÍA NEOCLÁSICA


La llamada “escuela neoclásica” encuentra su apogeo en la Europa continental (especialmente la
actual Austria), Inglaterra y Estados Unidos de América aproximadamente desde el inicio de la
segunda mitad del siglo XIX y la finalización de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).
Sus autores fueron los titulares de la más afamadas cátedras de Economía Política de las
Universidades de dichos países y sus teorías resultan “...el cuerpo de pensamiento económico más
generalmente aceptado en el mundo de hoy día. Suya es la doctrina que se enseña a los colegiales” y
“... tienen probabilidades de perpetuar su preeminencia en los círculos ortodoxos en los años
venideros”12
Su nombre deriva del hecho de que resultaron verdaderos “nuevos clásicos” que se apoyaban en casi
todos los fundamentos de sus predecesores clásicos, pero los ordenaron y presentaron en forma más
inteligible o con tonos distintos sin subvertirlos salvo en raras excepciones. Los neoclásicos vivieron
una realidad histórica distinta que la de sus maestros y al mismo tiempo debieron enfrentar a las
nuevas escuelas que refutaban a las teorías clásicas: el socialismo científico marxista y el historicismo
alemán.
12
Ferguson, J.M., “Historia de la Economía”, México, 1ra reimpresión en castellano, 1987, FCE, Página 165.

50
Los principales exponentes de esta escuela fueron entre otros: Herrman Heinrich Gossen (natural de
la actual Alemania, 1810-1859); William Stanley Jevons (británico, 1835-1882), Karl Menger
(austríaco,1840-1921); Friedrich Von Wieser (austríaco, 1851-1926); Alfred Marshall (británico, 1842-
1924); John Bates Clark (norteamericano, 1847-1938); León Walras (francés, 1834-1910); Francis
Ysidro Edgeworth (británico, 1845-1926); Vilfredo Pareto (nacido en París de padre italiano, 1848-
1923); Irving Fisher (norteamericano, 1867-1947).
2.4.1. Marco histórico social de surgimiento de la economía neoclásica
Los neoclásicos surgieron en una etapa de estabilidad para los centros mundiales de la época. Las
guerras del período 1870-1914 eran escasas y no afectaban especialmente a los países centrales. El
avance tecnológico permitió el desarrollo de la llamada Segunda Revolución Industrial sobre finales
del Siglo XIX y el comercio internacional mostró un crecimiento exponencial al amparo del sistema de
cambios fijos del patrón oro.
La mejora en los transportes permitió el comercio de bienes que hasta ese momento poseían costos
de fletes demasiado altos para desarrollar un sistema de división del trabajo de los mismos que
aprovechase a quienes participaban del comercio. Fue en esta época que la Argentina se incorporó al
sistema de la división internacional del trabajo proveyendo productos primarios a los centros
económicos mundiales y obteniendo desde allí la casi totalidad de los productos manufacturados que
requería. Esto sólo fue posible merced a la fuerte disminución de los costos de transporte de las
mercancías involucradas en el tráfico.
Este esquema mostró un fuerte éxito del sistema de mercado para el logro de mayores beneficios
para los Estados que participaban dentro del mismo, siempre que se garantizara la perfecta
movilidad de los factores de la producción dentro y fuera de los distintos Estados. Es así que el
capital y el trabajo que “sobraban” (es decir obtenían baja remuneración) en Europa se movilizaron
hacia los llamados “espacios vacíos”, como la Argentina, en busca de mayores rentas y salarios. La
avalancha de capitales de riesgo y de préstamo y de inmigrantes recibidos en aquella época por los
actuales Canadá, Argentina, Australia, Nueva Zelanda, etc., son el más claro ejemplo de esta
transferencia de factores por encima de las fronteras políticas.
Al mismo tiempo, fue el momento en que surgió y se potenció la llamada “cuestión social”, los
trabajadores en el sistema capitalista comenzaron las protestas por las condiciones de trabajo y de
vida. Es en esta época en que surgieron los primeros sindicatos modernos y se produjeron las
primeras protestas obreras organizadas. El problema del trabajo y sus condiciones pasó a ser una de
las cuestiones centrales a resolver en el sistema económico. Así surgieron las condiciones para que
los pensadores socialistas en sus diversas ramas cuestionen fuertemente a las ideas económicas del
momento representadas esencialmente en los pensadores neoclásicos.
Este período muestra también una fuerte concentración de las empresas productoras de bienes y
servicios. Las fusiones determinaron el surgimiento de grandes conglomerados de empresas que
enfatizan la imposibilidad de explicar el mecanismo de mercado a través de los modelos de
competencia perfecta ya que los monopolios y los oligopolios pasaron a controlar la mayor parte de
la oferta de bienes y servicios. Fue a finales del Siglo XIX cuando el Estado empezó a dictar
regulaciones para el control de las imperfecciones en los mercados a través de la legislación
antimonopólica.

51
2.4.2. Principales aportes de la economía neoclásica
2.4.2.1. Una nueva concepción sobre el fenómeno del valor
Los clásicos habían coincidido en general sobre el hecho de que el valor resultaba una magnitud
objetiva determinada esencialmente por los costos de producción de los bienes. Es decir, que
cualquier bien valía en sí por la cantidad de trabajo necesaria para su producción.
Esta teoría se denominaba la teoría del valor trabajo, debido esencialmente a que el componente
destacable del costo de producción de un bien era para los clásicos, sin lugar a dudas, el factor
trabajo. La concepción de Marx, según se desarrolló en el punto anterior, avanzaba al considerar que
el trabajo era el único factor que podía generar valor, determinando así la base teórica del concepto
de plusvalía.
La escuela neoclásica llamó la atención sobre otra dimensión del fenómeno del valor: la demanda y
la necesidad de los bienes por parte de los consumidores. Esta nueva concepción, contrapuesta en
principio a la clásica tradicional, sostiene que los bienes no valen en sí, sino por la valoración que de
ellos hacen quienes van a consumirlos. Es decir, “el valor ... debe ser una apreciación de la
inteligencia. No es necesaria ninguna conexión con la cantidad de trabajo o capital empleado ... ya
que las cosas se venden con frecuencia a mucho más o a mucho menos de su costo de producción” 13.
Esta concepción invertía el énfasis hasta ese momento brindado a los elementos del costo (oferta)
como determinantes del valor, sustituyéndolos por el análisis de las razones por las que se necesitan
los bienes y sus aptitudes para la satisfacción de las mismas (demanda). Dado que la valoración de
los bienes que pueden hacer los consumidores puede diferir mucho de uno a otro, este grupo de
economistas (denominados “marginalistas”), se recurrió a la idea que una unidad adicional o
marginal de un bien proporcionará una utilidad menor a la anterior, por lo que los demandantes
estarían dispuestos a pagar una menor cantidad por cada unidad adicional, ya que la misma brindaría
un nivel de satisfacción inferior a la anterior. Esta es la idea que subyace detrás de la confección de la
curva de demanda de un bien con pendiente decreciente que habitualmente se desarrolla en los
cursos introductorios de economía o en los cursos básicos de microeconomía.
En realidad, el esquema neoclásico resulta de una síntesis de ambos elementos como determinantes
del precio. Es decir que trasciende el planteo marginalista inicial, incorporando la idea que los costos
de producción también intervienen en la determinación del precio. Para esta escuela la oferta de un
bien mantiene una pendiente positiva, ya que se relaciona directamente con el mayor costo que
implica producir unidades adicionales de un bien en el corto plazo, introduciendo el análisis marginal
a la determinación de estos costos.
Fue Marshall quien utilizó la analogía de que son ambas hojas de unas tijeras las que cortan un papel,
del mismo modo que son la oferta y la demanda conjuntamente las que determinan el precio de
mercado de un bien o servicio. Nótese que dejamos de hablar del valor y pasamos a referirnos al
concepto de precio. Para la escuela neoclásica el fenómeno del valor se reduce al de los precios en el
mercado, por lo que su teoría del valor es simplemente una teoría de los precios. Sólo los precios son
observables en la realidad por lo que cualquier otra noción de valor no es cognoscible
científicamente. De este modo surgió lo que en los cursos de Economía actuales denominamos
Teoría Microeconómica o simplemente Teoría de los Precios.

13
Ferguson, J.M. Op. cit. Pág. 156.

52
2.4.2.2. El análisis del mercado de trabajo y la noción de equilibrio
Este esquema de oferta y demanda la teoría neoclásica lo hizo extensivo al análisis de lo que
denominaron mercado de trabajo, en el cual también “confrontarían” una demanda de trabajo con
pendiente decreciente (originada en la denominada ley de los rendimientos decrecientes) con una
oferta con pendiente creciente (que tiene como fundamento lo que se conoce como desutilidad
marginal del trabajo, sólo se ofrece más trabajo si el salario es más elevado). Este mercado también
registraría una situación de equilibrio cuando la cantidad ofrecida de trabajo coincida con la cantidad
demandada de trabajo. Es más, si no hubiese restricciones al alza o la baja de los salarios, este
mercado siempre se encontrará en equilibrio con pleno empleo, en el sentido que no habría
desempleados a la tasa salarial de equilibrio. Como se observa, se reemplaza totalmente la teoría de
la distribución clásica, ya sea en la versión de Ricardo o John Stuart Mill o la versión crítica de Marx.
La noción de equilibrio es una que se repite continuamente dentro del esquema teórico neoclásico,
aparece tanto en su teoría de los precios como en la teoría del mercado de trabajo. Para ellos,
cualquier valor de las variables fuera de sus niveles de equilibrio era considerado un “desequilibrio” y
su solución era que esos valores fueran lo suficientemente flexibles para adecuarse a sus niveles de
equilibrio. En el caso particular del mercado de trabajo, consideraban que la existencia de desempleo
se debía a que se habrían fijado salarios por encima de su nivel de equilibrio y que las fluctuaciones
del salario serían las encargadas de retornar a ese mercado a una situación de pleno empleo.
2.4.2.3. La utilización de los métodos de las ciencias naturales en la ciencia económica
La economía dejó su calificativo de política y pasó a ser economía simplemente positiva. Los métodos
que permitieron el desarrollo de las ciencias naturales durante el Siglo XVIII y XIX se comenzaron a
aplicar en el estudio de la realidad económica. La utilización y comprensión de conceptos
matemáticos y físicos se transformaron en un requisito básico para el estudio de cualquier problema
y complejas cuestiones socioeconómicas intentan simplificarse a través de sistemas de ecuaciones.
Los elementos sociales y políticos de la ciencia económica se minimizaron y se popularizaron la
concepción del objeto de la economía ligado a las formas más eficientes de satisfacción de
necesidades infinitas con una dotación de bienes escasos.
Un típico ejemplo de esta concepción es la llamada “Discusión sobre el método” que tuvo lugar en la
actual Alemania entre los sostenedores de la injustamente olvidada “Escuela histórica de la
economía” propugnadora de la utilización del método inductivo y los autores neoclásicos de la
“escuela austríaca” que resaltaban las ventajas del método deductivo. Así, estos autores sostenían la
construcción de un cuerpo teórico a partir de determinados axiomas o postulados no demostrados
entre los que se encuentran los supuestos sobre el comportamiento humano (hombre económico). 14

2.4.2.4. La convicción fundamentada de que el sistema de mercado en competencia perfecta


es la garantía de la obtención del óptimo social
Los economistas neoclásicos consideran que el mercado y sus mecanismos de ajuste son el mejor
sistema de asignación de recursos en una comunidad. Las preguntas básicas de la economía obtienen
su mejor respuesta a través del sistema de mercado en competencia perfecta. La autoridad en la
mayoría de sus aplicaciones económicas simplemente distorsiona al sistema de mercado y lo aleja
del óptimo social.

14
Esta polémica fue llevada adelante por parte de Gustav Schmoller (por la escuela histórica alemana) y Karl
Menger (por el naciente marginalismo).

53
En Microeconomía lograron demostrar matemáticamente que dadas determinadas condiciones,
entre las que se destaca la existencia de competencia perfecta en todos los mercados, el equilibrio
del sistema está garantizado en un nivel de bienestar social óptimo, sin la necesidad de la
intervención estatal.
En Macroeconomía y utilizando como pilares dos de los desarrollos clásicos analizados
anteriormente, la ley de Say y la Teoría Cuantitativa del Dinero, y además la idea de que el ahorro y
la inversión siempre mantendrían volúmenes equivalentes ya que ambas son regidas por la tasa de
interés, sostienen que el sistema de los agregados económicos se mantiene automáticamente en el
empleo pleno de la totalidad de los factores y, por ende en el máximo nivel de producción siempre
que los mecanismos de mercado puedan funcionar sin trabas. Si el sistema permite, entre otros
requisitos, la total flexibilidad de los precios y salarios (al alza y a la baja) y la perfecta movilidad de
los factores de la producción, el equilibrio en el pleno empleo está garantizado.

2.5. KEYNES Y EL KEYNESIANISMO


John Maynard Keynes (1883-1946), economista inglés, resulta un hito en el conjunto del
pensamiento económico moderno, al mismo tiempo que el iniciador de la escuela económica que sin
lugar a dudas ha resultado la más destacada en el curso del Siglo XX. Tanto sus sostenedores como
sus detractores han sostenido con pasión sus argumentos a favor o en contra del keynesianismo, por
lo que ningún economista moderno puede observar con indiferencia sus postulados.
Keynes se formó en Cambridge, en el centro de las formulaciones neoclásicas inglesas del momento,
a pesar de lo cual su libro más famoso resultó “una repudiación de los fundamentos del laissez
faire”15. Desarrolló una vasta actividad como funcionario y científico, habiendo realizado numerosas
publicaciones, entre las que se destaca sin lugar a dudas su “Teoría General del Empleo, el Interés y
el Dinero” de 1936. En dicha obra reformula la macroeconomía neoclásica intentando abarcar dentro
de la misma a una situación de desempleo crónico como se vivía en el mundo de aquella época a
partir de la caída de la Bolsa en Wall Street en 1929, durante la denominada crisis del ’30.
La producción intelectual de Keynes está directamente ligada al período de las guerras mundiales,
desde su obra “Las consecuencias económicas de la paz” en la que predecía los problemas que
generarían las reparaciones económicas impuestas a la Alemania imperial luego de su derrota en la
Primera Guerra Mundial, hasta su participación en la Conferencia de Bretton Woods en 1944 como
delegado británico participando en el diseño económico del mundo posterior a la Segunda Guerra
Mundial.
En este contexto, entender los aportes keynesianos resulta más complejo para el recién iniciado en la
ciencia económica, ya que su comprensión requiere el manejo de una cantidad de conceptos ya
establecidos para la época de sus escritos, algunos de los cuales se abordarán a lo largo de este
texto. A pesar de ello, intentaremos resumir a continuación los puntos más básicos de sus
contribuciones.

15
Dillard, Dudley, “La teoría económica de John Maynard Keynes”, Aguilar, Sexta Reimpresión de la Novena
Edición, 1981, Pág. 3.

54
2.5.1. Principales aportes del keynesianismo

2.5.1.1. La formulación de una teoría general


La teoría de Keynes intenta englobar dentro de sí a las ideas macroeconómicas prevalecientes hasta
la crisis de 1930. Keynes consideraba que los principios que aprendió de los neoclásicos explicaban a
una situación particular de la economía adaptada al momento especial de los mercados de aquella
época. Ahora bien, dichas teorías sostenían que dentro del laissez faire el mercado nos aseguraba
siempre la obtención del pleno empleo de los factores de la producción, a pesar de lo cual la crisis
del ’30 había demostrado que no existía la seguridad de dicho equilibrio. Keynes resaltó el hecho de
que es posible que exista en términos macroeconómicos un equilibrio estable en desempleo, sin que
automáticamente las fuerzas del mercado nos lleven al equilibrio. Para ello define de otra manera a
la situación de equilibrio macroeconómico, señalando que el mismo se da cuando oferta agregada
planeada es igual a la demanda agregada planeada, y esto puede darse tanto con pleno como con
situaciones que pueden involucrar un elevado desempleo.

2.5.1.2. La importancia del dinero en la economía moderna


La base de la formulación macroeconómica neoclásica: la ley de Say, sostenía que la oferta creaba
automáticamente su propia demanda, lo que resultaba perfectamente válido en el mundo de la
doble coincidencia de deseos del trueque, pero no era siempre cierto para el caso de un sistema de
mercado monetizado. Al existir dinero, siempre existe la posibilidad de que los propietarios de los
factores de la producción luego de cobrar dinero por sus servicios, no lo gasten totalmente al
momento de decidir su nivel de demanda, por lo que podría determinarse la existencia de una crisis
de sobreproducción (bienes producidos y no vendidos). Keynes demostró que era posible pensar que
los agentes económicos atesoren dinero líquido en épocas de incertidumbre, y se abstengan de
demandar provocando una insuficiencia de la demanda agregada. Así llamó la atención sobre la
relación inversa existente entre el nivel de la tasa de interés y la cantidad de dinero líquido que
mantienen los agentes económicos.

2.5.1.3. La Demanda Agregada como factor clave del sistema económico


La ley de Say determinaba la importancia de la oferta de bienes y servicios. Con sólo llevar adelante
la producción el sistema se aseguraba la existencia de demanda para su adquisición. Keynes realizó
una inversión de la clave del problema: muchas veces a pesar de que exista oferta de bienes, la
demanda agregada será insuficiente, por lo que el sistema podrá caer en una crisis de acumulación
de existencias, a pesar de que el aparato productivo se encuentre intacto. Keynes reanalizó desde
este punto de vista los componentes más importantes de la demanda global a saber:
a) Consumo: Uno de los aportes más importantes de la teoría keynesiana resultó el análisis de la
llamada función consumo. A grandes rasgos, Keynes planteó que el Consumo resulta una función
directamente proporcional respecto del ingreso de una comunidad. Es decir que ante aumentos
del ingreso, el consumo responderá de la misma manera, aunque en una cuantía menor.16 En
épocas de depresión del ingreso, el consumo resultaba entonces una de las variables más
deprimidas por dicha declinación en la renta. La insuficiencia de demanda en una recesión no
podrá entonces solucionarse a través de aumentos en el consumo.
b) Inversión: Keynes planteó la gran importancia de flujo de inversión. Si el empleo depende de la
demanda agregada y el consumo no se puede alterar en el corto plazo por depender

16
A esto Keynes lo denominó “propensión marginal a consumir”.

55
directamente del ingreso, la inversión resulta el determinante más importante de la demanda
agregada y por ende del nivel de empleo. Invertir resulta un acto de fe en el futuro, es confiar
que el rendimiento del bien de capital a comprar resultará mayor a la tasa de interés del
mercado (costo de oportunidad de la adquisición de ese bien de capital). Cuando analizaba a la
inversión, Keynes decía “la teoría clásica subestima los factores ocultos de la duda radical, la
incertidumbre, la esperanza y el temor”17, ya que en realidad ésta depende de las expectativas
de los empresarios y fluctúa fuertemente aún en el corto plazo. En medio de una depresión, la fe
en el futuro es escasa por lo que la inversión decae y la demanda global es insuficiente. Ni la
inversión, ni el consumo automáticamente nos aseguran un alto nivel de empleo.
c) Gasto Público: En su obra, Keynes destacó la importancia de este componente de la demanda
agregada en los momentos de depresión. Si nadie realiza gastos, la demanda es insuficiente, por
lo que el único actor económico que puede tomar una decisión importante de gasto será el
Sector Público sin ser influido por la depresión reinante. El Gasto Público puede, en medio de una
depresión, resultar el componente de la demanda agregada que aumente y saque al sistema de
la insuficiencia de la demanda. La importancia asignada a este elemento dependiente del
accionar del Estado, evidencia que para los keynesianos el Sector Público no debía ser sólo un
“Estado Gendarme”, sino intervenir activamente en el sistema económico cuando resultara
necesario para mantener el nivel de actividad.

2.5.1.4. Los ciclos económicos bajo la óptica keynesiana


Como se señaló, una de las principales preocupaciones que plantea Keynes es tratar de explicar el
origen de los ciclos económicos en la economía capitalista y la forma de evitar la destrucción de
riqueza que implica la recesión o directamente la depresión económica. Ya se hizo referencia a que
este economista entendía el origen de los ciclos en la caída de la demanda agregada. Y en particular
señalaba a las caídas en la inversión en el origen de estos ciclos, Keynes entendía que tanto el ahorro
como la inversión no dependían de la tasa de interés, por lo tanto el hecho que ambas sean de la
misma magnitud sería un hecho fortuito y coincidiría con una situación de pleno empleo. Pero
cualquier caída en la inversión (motivada en muchos casos por expectativas negativas sobre el
funcionamiento futuro de la economía) originaría una caída en la demanda agregada y una caída en
la producción acorde a esa caída en la demanda agregada y la consecuente disminución en el empleo
y aumento en el desempleo, siendo en su opinión una situación de equilibrio en las condiciones que
se definieron en los puntos anteriores. Es más: señalaba que no habría ninguna razón para que la
producción retornara automáticamente al pleno empleo, debiendo existir estímulos para que ello
ocurra.
¿Cuáles eran esos estímulos? Podían provenir de dos fuentes distintas: la política monetaria y la
política fiscal. Keynes en realidad confiaba más en los efectos de la política fiscal, con los efectos a los
que se hizo referencia en el punto anterior. La política monetaria también podía actuar como
estímulo de la demanda agregada, pero para ser efectiva debía cumplir con los requisitos de afectar
(disminuyéndola) a la tasa de interés, y a su vez la caída en la tasa de interés debía superar a las
expectativas de caídas en la rentabilidad de la inversión.

17
Dillard, D. Op. cit. Pág. 12.

56
2.6. EL PENSAMIENTO ECONOMICO EN AMERICA LATINA
Resulta difícil sostener la existencia de una escuela de pensamiento económico específicamente
latinoamericana, ya que la formación teórica básica de los economistas que más se destacaron en
este ámbito en la casi totalidad de los casos se realizó en el seno de las escuelas más difundidas en el
mundo. Pero, a pesar de ello, las características particulares de los problemas económicos más
difundidos en los países de América Latina, hicieron que desarrollaran enfoques especiales para el
abordaje de algunos de ellos, que la llevaron en muchos casos a diferenciarse de los planteos de las
teorías tradicionales.
Uno de los hechos que más llamaron la atención de este grupo de economistas fue la fuerte
disparidad en materia de desarrollo económico entre el núcleo de países de economía más avanzada
y una extensa periferia que aparentemente estaba excluida de la distribución de los frutos de ese
desarrollo económico. En ese aspecto, desarrollaron teorías que tienden a explicar el núcleo central
de esas fuertes diferencias, abarcando también aspectos vinculados a la especialización de estos
países en materia de comercio internacional, el escaso y sesgado grado de industrialización de estas
economías, la fuerte concentración del ingreso que se observa en la mayoría de los países del área, la
carencia de un entramado productivo que la independizara de determinado tipo de importaciones, y
otros elementos que en general caracterizan a la estructura productiva de la mayor parte de estos
países.
Otro de los aspectos donde los economistas de estos países elaboran marcos teóricos específicos es
en torno de un problema de carácter crónico en la mayor parte de los países de América Latina,
como es la inflación. También colaboran en el diseño de políticas tendientes a resolver estos
problemas, con éxito diverso.
La mayor parte del desarrollo teórico giró en torno de la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL), organismo dependiente de las Naciones Unidas. Los autores más destacados en este ámbito
son los chilenos Osvaldo Sunkel y Orlando Caputo, los argentinos Raúl Prebisch, Julio H.G. Olivera,
Aldo Ferrer, Pedro Paz y Oscar Braun, los brasileños Fernando Henrique Cardozo, Theotonio Dos
Santos y Enzo Faletto, entre muchos otros que también hicieron importantes aportes en estos temas.
2.6.1. Los principales aportes del pensamiento económico latinoamericano
Resulta obvio destacar que en esta síntesis ensayada será muy difícil hacer una exposición con algún
grado de detalle de una serie de aspectos abordados en forma genérica por este grupo de
economistas. Pero hay dos de ellos sobre los cuales conviene explayarse aunque sea en forma breve,
uno es el referido a su posición en torno del problema del desarrollo económico, y el otro es una
versión no ortodoxa del estudio del problema inflacionario en estas economías.
2.6.1.1. El problema del desarrollo desde la óptica de América Latina
Una importante corriente de pensamiento gestada a partir de los primeros escritos de la CEPAL sostiene
que, si bien es deseable una elevación de la productividad y un avance en la tecnología utilizada, ello no
es posible para los países subdesarrollados sin cambios profundos en el sistema de relaciones político-
sociales en el ámbito nacional e internacional. La idea fundamental de esa corriente es que el
subdesarrollo no es una etapa previa en el tránsito hacia el desarrollo, sino que ambos fenómenos
coexisten y son meras facetas de un mismo proceso histórico.
El sustento teórico puede encontrarse en la teoría de Centro-Periferia. No interesa aquí una exposición
detallada de esta teoría, salvo en lo referente a los aspectos básicos concernientes a las relaciones entre
centros y periferia que determinan la coexistencia del desarrollo con el subdesarrollo. Se identifica como
centros a las economías en las cuales han penetrado primero las técnicas capitalistas de producción, en

57
tanto la periferia está constituida por países cuya producción permanece rezagada, debido a una
insuficiencia tecnológica e institucional. La estructura productiva de los centros es homogénea y
diversificada, en tanto la de la periferia es heterogénea y especializada.
Pero la diferencia entre centro y periferia es algo más que una caracterización estática: se trata de una
situación que tiende a mantenerse en el tiempo debido a la desigual repartición de los frutos del
progreso técnico entre ambos grupos de países. Un ejemplo de ello es la teoría del deterioro de los
términos del intercambio, que plantea la continua pérdida de valor de las exportaciones de los países
periféricos, mientras que las exportaciones de los países centrales mantienen o mejoran sus precios.
Para esta teoría, esta inequidad básica deriva de los diferentes ritmos de aumentos en la productividad
media de la mano de obra en los centros y la periferia. Como consecuencia de ello las economías
periféricas no pueden alcanzar tasas adecuadas de ahorro e inversión, afectándose así la capacidad de
crecimiento de la economía.
En otras palabras, las diferencias entre países desarrollados y subdesarrollados no tienden a desaparecer
sino a agudizarse en virtud del funcionamiento del sistema de relaciones internacionales. De esta
manera, los países subdesarrollados no poseen capacidad propia o endógena de crecimiento, sino que
su dinámica es esencialmente inducida por la propia evolución de los países centrales. Ello confiere el
carácter de dependiente a la periferia.
Por consiguiente, el problema del desarrollo pasa a ser el de lograr capacidad endógena de crecimiento.
Ello plantea la necesidad de llevar a cabo un proceso deliberado de cambio social, orientado a equiparar
las oportunidades sociales, políticas y económicas en el ámbito nacional e internacional.
En el orden económico, la posición de la CEPAL es industrialista. La industrialización, sin embargo no se
concibe como un fin en sí mismo, sino como un medio adecuado para absorber progreso técnico. Por
otra parte, al propiciar un crecimiento autónomo se pretende remarcar la necesidad de desarrollar una
estrategia productiva acorde a la estructura de la demanda interna, por contraposición a divorcio entre
demanda y producción que se visualiza en las pautas de consumo “imitativo” de los países de la
periferia.
Es importante señalar la cosmovisión política subyacente en estas ideas. En efecto, al postular cambios
deliberados en las relaciones internacionales se presupone la existencia de un sujeto en el proceso de
transformación: el Estado. Aún más, en la definición de los cambios a llevar a cabo se requiere un
consenso en el orden nacional para garantizar la permanencia de esos cambios, razón por la cual se
propugna un elevado grado de participación interna en ámbitos políticos, sociales, económicos, etc. Ello
a su vez requiere de una independencia en el orden internacional para poder llevarlos a cabo. De
manera tal que la independencia internacional y el consenso interno se retroalimentarían y serían
prerrequisitos para un proceso de crecimiento autónomo.
En resumen, estos autores visualizan el problema de la dependencia, aunque mantienen la creencia en
la posibilidad de un desarrollo homólogo al de los países del centro mediante una política económica
adecuada. En algunos trabajos se relativiza, sin embargo, la deseabilidad de un crecimiento rápido como
objetivo excluyente: la sociedad debe poder elegir no sólo cuánto producir sino también qué producir (y
qué no producir) sin excluir la posibilidad que un crecimiento lento sea deseable si es que, en cambio,
garantiza una distribución más equitativa de la renta.
2.6.1.2. El problema de la inflación en América Latina
Observando la realidad predominante en estos países, este grupo de economistas planteó una
explicación alternativa al fenómeno de la inflación de carácter crónico que afecta a la mayor parte de
ellos. Esta explicación se basa en la poca satisfacción teórica que brindaba la escuela monetarista al

58
problema, reduciéndolo a un fenómeno básicamente de carácter monetario, dado que en muchos
casos la inflación aparecía aún cuando no se hubiesen cumplido los supuestos que esta teoría
planteaba como causantes del problema. Recordemos que la teoría monetaria clásica y neoclásica
sostenía que el único determinante relevante del nivel de precios era la cantidad de dinero existente.
El esquema teórico planteado giraba en torno a dos elementos centrales: uno de ellos era el rol que
desempeñaban las variaciones de los precios relativos entre productos o grupos de productos; y el
otro era la notoria rigidez descendente de los precios absolutos o monetarios. Las variaciones de los
precios relativos eran una fuente inagotable de generación de situaciones que sacaban a la economía
del equilibrio en que se encontraba; la escasez de oferta de algún grupo de bienes, como por
ejemplo los alimentos, o en algún casos de divisas con aceptación internacional, generaban un
brusco aumento de precios de esos bienes en particular, en detrimento del precio relativo de los
demás bienes. Dado que los precios monetarios normalmente eran inflexibles a la baja, su aumento
traía aparejado lo que estos economistas llamaban presión inflacionaria básica. El deseo o la
necesidad de ajustar nuevamente los precios relativos a la situación anterior, provocaba nuevas
presiones inflacionarias.
Luego de desatado el fenómeno inflacionario, comenzaron a hacer sentir sus efectos los mecanismos
de propagación de la inflación, que son aquellos que, si bien no la desatan, pero tienen capacidad
para realimentarla y mantenerla en el tiempo. Dentro de estos se encuentran los incrementos en la
oferta monetaria para evitar que se deteriore aún más el nivel de actividad y el de empleo, los
mecanismos indexatorios, las altas tasas de interés, las distorsiones sobre las decisiones de inversión
que genera la propia inflación y otros. La gran diferencia planteada con respecto a otras escuelas, es
que este grupo de economistas no sitúa al crecimiento en la cantidad de dinero como el elemento
desencadenante de la inflación, sino que el mismo juega fundamentalmente un rol de mecanismo de
propagación del problema, ya que generaliza el fenómeno a la totalidad de la economía y tiende a
mantenerla en el tiempo.
Esta explicación de la inflación, denominada estructuralista, debido a que adjudica los problemas de
crecimiento de precios a problemas derivados de las rigideces de oferta que presenta la estructura
económica de estos países, dio origen a políticas específicas de control de la inflación, que en
muchos casos no atendieron a las recomendaciones tradicionales u ortodoxas en esa materia.

2.7. TENDENCIAS ACTUALES Y FUTURAS EN DOCTRINAS ECONOMICAS


El desarrollo del pensamiento económico es aún joven y está muy lejos de llegar a algún punto de
culminación. Muchas escuelas existieron y existen aún en la actualidad y no han podido ser
mencionadas en esta apretada síntesis. Entre ellas es destacable el institucionalismo como escuela
que rescata la influencia de los aspectos sociales en la determinación de los contextos económicos y
la posibilidad de discutir desde el punto de vista cultural los supuestos tradicionales ligados al
hombre económico.
Se observa además la importancia que ha adquirido en el desarrollo de la ciencia económica,
su interacción con otras ciencias como la psicología, la sociología, el derecho y la matemática. Así la
mayoría de los nuevos desarrollos en Economía tienen íntimas ligazones con aplicaciones de otros
campos del conocimiento científico.
El centro de la controversia en la temática, sin que esto implique excluir a las visiones críticas
sobre el sistema capitalista, se da actualmente entre las posturas de los nuevos keynesianos y los
nuevos clásicos, que discuten en diversos frentes girando sobre la cuestión central de la conveniencia

59
de la mayor o menor participación del Sector Público en las decisiones dentro del sistema de
mercado.

2.8. GUIA DE ESTUDIO


2.8.1. Conceptos básicos.
 La economía y el pensamiento económico en la antigüedad.
 La economía y el pensamiento económico en la edad media.
 La ruptura del sistema feudal.
 El surgimiento de los factores de producción.
 La Revolución Industrial.
 Rol de la acumulación de capital en el desarrollo económico.
 Mercantilismo.
 Fisiocracia.
 Adam Smith.
 La división del trabajo.
 La teoría del valor y la distribución del ingreso.
 David Ricardo.
 La renta diferencial o renta económica.
 La teoría de las ventajas comparativas.
 La ley de los mercados de Say.
 La teoría cuantitativa del dinero.
 Karl Marx.
 La lucha de clases y las etapas de la historia.
 El valor de uso y el valor de cambio.
 La teoría del valor trabajo y la plusvalía.
 Las crisis económicas.
 La economía neoclásica.
 La nueva concepción del valor.
 El problema del método.
 John Maynard Keynes.
 La teoría monetaria en Keynes.
 El rol de la demanda agregada en la teoría keynesiana.
 Los economistas latinoamericanos.
 Los problemas del desarrollo y la inflación.

2.8.2. Preguntas de repaso


1. ¿Por qué considera que la ciencia económica surge en el siglo XVIII y no anteriormente?
Recuerde los caracteres de las ciencias particulares analizados en el Capítulo 1.
2. Busque en libros de historia sucesos de la Antigüedad y la Edad Media y relaciónelos con las
características económicas de dichas épocas aquí marcadas.
3. Realice un esquema con flechas con cada una de las escuelas analizadas en relación con el
tiempo y el espacio (Siglo y lugar de Surgimiento).

60
4. Busque biografías de al menos cinco pensadores económicos. Analice el contexto en que se
desenvolvieron (familiar, social, formación educativa, etc.) e intente relacionarlo con las ideas
que expresa en sus obras.
5. Marque las diferencias que observa entre:
a) Marxistas y Clásicos
b) Neoclásicos y Keynesianos.
6. ¿La ley de Say es válida en una economía sin dinero? ¿Qué vínculo entre renta y gasto debe
producirse para que tenga esta validez?
7. Explique si, de acuerdo a la teoría de las ventajas comparativas de David Ricardo, el hecho que
un país se especialice en la producción de un determinado tipo de bienes tiene que ver con la
diferencia de precios entre los países en cada tipo de bienes o con la estructura interna de
precios entre los distintos bienes de cada país.
8. ¿Cuál es el componente de la demanda agregada que Keynes consideraba más fluctuante en el
corto plazo y situaba a sus variaciones en el origen de las fluctuaciones económicas?
9. ¿Cuál es la conducta de los agentes económicos no prevista por la teoría cuantitativa del dinero
en la que Keynes se basa para negar el pleno empleo automático previsto por la ley de Say?
10. ¿Cómo influye el contexto de tiempo y espacio en las respuestas de los economistas de América
Latina?
2.8.3. Señale si es verdadero o falso. Fundamente su respuesta.
1. Si bien los mercantilistas fueron fuertes impulsores del comercio internacional, respecto del
mismo mantuvieron una posición librecambista, al igual que los fisiócratas.
2. De la teoría de la producción de Adam Smith se desprende la idea que la búsqueda de mayores
beneficios por parte de los productores carece de efectos sobre el volumen de producción, ya
que de cualquier manera la economía tiende hacia el estado estacionario.
3. Según la teoría de las ventajas comparativas de David Ricardo, si en un país producir maíz cuesta
$ 90 por tonelada y en el otro cuesta $ 110 producir la misma tonelada de maíz, el país con
costos más bajos de producción de maíz se especializará en la producción de ese grano.
4. La ley de Say tiene entre sus supuestos de origen que todos los aumentos en el ingreso se
transforman en aumentos en el gasto. ¿Qué implicancias tiene este supuesto sobre la posibilidad
de equilibrio con desempleo?
5. La teoría cuantitativa del dinero señala que, siendo estables en el corto plazo los precios y el
nivel de producción, las variaciones en la velocidad de circulación del dinero dependen de la tasa
de interés de la economía.

2.8.4. Ejercicios resueltos. Criterios para la resolución de los problemas planteados.


1. La teoría cuantitativa del dinero, que es una de las construcciones teóricas neoclásicas, establece
un vínculo de carácter estrictamente proporcional entre la cantidad de dinero y el nivel del
producto en términos reales en esa economía.
Falso. La teoría cuantitativa del dinero, que efectivamente fue sistematizada por los economistas
neoclásicos, estable un vínculo de carácter proporcional entre la cantidad de dinero y el nivel de

61
precios de esa economía, dado que considera establece al producto por entender que el mismo
siempre correspondía al nivel de pleno empleo.
2. La teoría de la distribución planteada por David Ricardo, que establecía una contradicción entre
capitalistas y terratenientes en la distribución del ingreso, sostenía que era causada por
aumentos en los precios agrícolas e industriales, sin cambios en los salarios monetarios de los
trabajadores.
Falso. Si bien la teoría de la distribución planteada por David Ricardo establece una contradicción
entre capitalistas y terratenientes en la distribución del ingreso, sostenía que la misma era causada
por los aumentos en los precios agrícolas que generaban renta diferencial a favor de los
terratenientes, producían aumentos en los precios de los alimentos y consecuentemente aumentos en
los salarios que permanecían en los niveles de subsistencia en términos reales. Todo esto daba como
resultado una disminución en los beneficios de los capitalistas, que no podían aumentar sus precios,
dado que los mismos los fijaba el mercado.
3. La teoría de la producción de Adam Smith, al igual que para la teoría neoclásica de Alfred
Marshall, la innovación tecnológica da origen a utilidades de carácter permanente para quienes
la realizan.
Falso. En la teoría de la producción de Adam Smith la innovación tecnológica daba como resultado
beneficios extraordinarios a corto plazo para quienes las llevaban adelante debido a la reducción de
costos que implicaba, pero a mediano y largo plazo los demás empresarios adoptaban esa misma
tecnología para ponerse en igualdad de condiciones respecto de quien obtenía mayores utilidades.
Pero esto terminaba generando aumentos en la oferta y disminuciones en los precios, que hacía
desaparecer las utilidades extraordinarias para todos, hasta que otro empresario innovaba y
generaba un nuevo ciclo de estas características.
4. De acuerdo a la teoría de las ventajas comparativas de David Ricardo, si en el país A producir tela
cuesta $ 70 la pieza y producir vino cuesta $ 60 el tonel, y en el país B producir tela cuesta $ 110
la pieza y producir vino cuesta $ 120 el tonel, el país A se especializará en producir vino y el país
B en producir tela.
Verdadero. Por la relación que se establece entre los precios de los productos en cada país, se observa
que en el país A es relativamente más barato producir una determinada cantidad de vino que una
determinada cantidad de tela. En cambio en el país B, si medimos la misma relación, se observa que
es relativamente más barato producir la misma cantidad de tela que en A que producir la misma
cantidad de vino que en A. El hecho que en B sean más altos los precios absolutos no es un elemento
que dificulte la especialización, ya que en ese caso se exportarán ambos bienes desde A hacia B y oro
desde B hacia A. Como la teoría supone la vigencia del patrón oro, nos vamos a encontrar después de
un tiempo que los precios habrán subido en A y bajado en B, posibilitando las exportaciones de
acuerdo al patrón que surge de los precios relativos de ambos bienes.

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