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Título.

¿Es el morbo una manifestación del placer? Es posible encontrar satisfacción a través de la
percepción, romper la unidad establecida por una represión en la sociedad y obtener goce
desde éstos. De igual manera, ¿es el morbo una construcción que permite liberar el placer? Se
pueden mirar esos dispositivos que regulan la satisfacción; ¿de qué forma operan, qué sentido
y qué papel juega el placer en nuestra sociedad? El morbo como intencionalidad que conduce
a una suerte de autocomplacencia en los límites de la represión social, es un intento por
encontrar qué formas adopta el ser humano para hallar entre esa unidad que restringe su goce
mecanismos de sensibilidad que lo conduzcan a una obtención del placer. El morbo y su
relación con el placer de buscar a satisfacer, manifestar; localizar en otros sentidos una
sensibilidad que permite expulsar el placer contenido, la mirada, el olfato, el oído, el gusto y el
mismo tacto como incitadores del placer. Para esto, tomaremos como referencia algunos
planteamientos de: Marcuse, Freud y Bataille.

Los seres humanos tienen diversas formas de manifestar la pasión y el deseo que empujan sus
vidas, la cuales se convierten en el motor esencial de esta actividad. Se hace indispensable,
entonces, la investigación sobre este motor, cómo funciona, qué características tiene y cómo
responde ante la represión autoimpuesta de postergar la satisfacción de los mismos. Es decir,
¿qué mecanismos empiezan a ser útiles ante la necesidad social de retardar el cumplimiento
del deseo para utilizar esta fuerza en una empresa tan fundamental como lo es el trabajo 1?
(Marcuse, 1972 )

El placer libera una fuerza, una potencia que tienen los hombres, es una energía que debe ser
expulsada. Para Marcuse: “los instintos ya no son definidos en términos de su origen y su
función orgánica, sino como una fuerza determinante que otorga al proceso de la vida una
«dirección»”(1972. p,39) Es decir, hay una fuerza anterior a cualquier racionalización y funciona
como un impulso, como energía que puede ser utilizada en cualquier tarea, ya sea en la
búsqueda de satisfacción del placer o como herramienta en el trabajo. Esta fuerza, entonces,
es la que se busca controlar, limitar o revitalizar en otro uso que no sea simplemente la
satisfacción del placer.

A partir de esto, entendemos esta represión de dos maneras, como postergación del placer y
como cambio o modificación del mismo para la utilización de esa fuerza en otra actividad. Estas
formas no son excluyentes entre sí, por el contrario, participan en un mismo proceso. Desde
esta perspectiva, la represión como fundamento de la sociedad tiene sus límites. El placer
busca esas fronteras para derribarlas y generar nuevas fuentes del mismo. En términos y
palabras de Marcuse: “El hecho de que el principio de la realidad tiene que ser restablecido
continuamente en el desarrollo del hombre indica que su triunfo sobre el principio de placer no
es nunca completo y nunca es seguro.” (1972. p, 28)

1Aquí el trabajo se tomará para señalar y evidenciar que para Marcuse éste es uno de los principios que
posibilita la represión. (Marcuse, 1972.)
El problema surge desde esta represión y cómo la zona genital va a recibir todo el peso de la
insatisfacción, convirtiéndose históricamente en el punto principal donde recae toda la actividad
de generar complacencia. Sin embargo, qué pasa con los otros órganos dotados de cierta
sensibilidad y excluidos del mapa del placer. La satisfacción a través de los ojos y la
intencionalidad como acto de desenvolvimiento de la represión, el morbo como punto de fuga 2
de la unidad social represora y reguladora de los instintos humanos.

El morbo se piensa en las sociedades contemporáneas como ese deseo, esa toma de
elementos del ambiente para deformarlos en mero contenido sexual. La mirada se convierte en
un acto de intención frente a otro cuerpo de deseo, ya no solamente pasa por querer devorar
sexualmente a ese organismo, sino que se establece una suerte de dominio, donde la figura
deseada no es ingenua a lo que pasa, pero no tiene poder para evitar ese usufructo de sus
rasgos que se convierten en el observador en formas de autocomplacencia, sin que con el
cuerpo del deseo haya un contacto físico3.

El morbo viene acompañado de la obscenidad esta, para Bataille, es “la perturbación que altera
el estado de los cuerpos que se supone conforme con la posesión de sí mismos, con la
posesión de la individualidad, firme y duradera.” (pág 13) Es decir, la obscenidad es la
característica que permite modificar esos cuerpos a gusto del observador, siguiendo a Bataille,
es la desposesión de ese cuerpo, es la pérdida de su en “sí mismo”, de su individualidad.4

La intencionalidad del mirar y el morbo son formas de autocomplacencia que se forman en lo


común y en el cual no hay distinción de ningún tipo, en otras palabras, el morbo no nace de un
canon impuesto o acordado, es una manifestación que se produce espontáneamente y que
busca la satisfacción de un deseo. Esta separación es importante, ya que, como menciona el
Marqués de Sade, hubo una época en donde los placeres carnales que se salían del

2 La cita de Deleuze en qué texto aparece el término.


3 Podría decirse, que en esta condición del ojo como un faro que recorre sigiloso sobre la anchura del
mundo, ese foco que succiona lo explícito y lo dirige al cerebro, también selecciona algunas
particularidades de las cosas que a simple vista no tienen un peso en el objeto. En detalle, parece ser,
que el ojo atrae como telaraña, no sólo lo que cae en su campo visual, sino todo aquello que pueda
adherirse al mismo para acercarlo a juicio de observación. Mejor dicho, el ojo no tiene una lectura
estética sobre lo que ve, y no selecciona en categorías que es lo que por medio de su uso, tenemos
como contacto de imagen en el mundo. Además, si pensamos en la referencia del morbo como represión
de una imagen, o el hecho de facto en un momento donde lo explícito se ha tergiversado, el ojo mismo
parece dilatarse (como el de un gato), y ubicarse con asombro en esa nueva presa manifiesta por el
contacto. Referencia.

4 El ojo mismo, parece ser un dispositivo de control, donde todo lo visto, exige un examen reflexivo
sobre el cómo se entiende o cómo debe leerse (verse). Seguidamente, cuando algo se contrae respecto
a la libertad de ser contemplado con el ojo, parece ser que se restringe a una mera casualidad de cómo
la composición de un entorno, se juzga sobre una lógica de apreciación de sí mismo. Si lo miramos de la
forma estructural, parece ser que el mismo ojo, es tensionado a ser el directo responsable de diseminar
la realidad, para recrear las imágenes más allá de las que vemos en nuestra y mente para, por así
decirlo, luego encadenarlo a una conciencia que juzgue la manera en que se deforma a gusto, o bien se
manipula al antojo, lo visto con el deseo de ser disfrutado y recorrido por la vista libremente. Cambiar
este y explicar lo de individualidad. Referencia.
estereotipo establecido por la iglesia católica eran atacados y perseguidos, sólo una pequeña
elite que podía comprar estos placeres y el silencio de los participantes, logran disfrutar de los
mismos.

El morbo es un transgresor de la moral cristiana. Rompe el mandamiento de “No desearás a la


mujer del prójimo” porque es, precisamente, su función. El morbo convierte al objeto deseado,
inalcanzable en cualquier otra circunstancia, en satisfacción propia. Los componentes que se
desprenden del cuerpo son productores del placer, la fijación de la mirada en un punto
específico del organismo libera la tensión causada por la represión laboral. No es importante el
contacto ni la persona misma, esta persona se objetiviza, quedará en el recuerdo como objeto
de un placer momentáneo que libera cargas y puede ser compartido. En detalle, esta
objetivación se produce porque se sustraen elementos, se genera un dominio de ellos sin que
se tomen detalles personales o subjetivos, más que el deseo y la satisfacción del placer.

El órgano del morbo es, principalmente, el ojo. Esta sociedad ha puesto al ojo en el centro de
las relaciones humanas, información, publicidad, sexo etc. Todo lo dado debe pasar por este
órgano. La exposición violenta, los colores, las formas, todo con el objetivo de llamar la
atención. No es entonces de extrañar que la búsqueda del placer mute a éste. La misma
saturación de imágenes hace que el morbo se ubique en las partes donde la concentración se
hace mayor. El morbo busca y fija su atención en los cuerpos de proporciones distintas, donde
la carga es mayor y donde se rompa el prototipo. El morbo se caracteriza por su búsqueda de
dimensiones que llenen, una imagen cargada capaz de provocar en los individuos la
satisfacción del placer. Somos una sociedad que consume imágenes.5

El deseo juega a ser parte de esta búsqueda de imágenes, su intención es encontrar, satisfacer
una pulsión6. Es entonces cuando el objeto del deseo busca formas de hacerse notar, lo erótico
como un llamado al morbo, al deseo mismo. Para Bataille: “El sentido último del erotismo es la
fusión, la supresión del límite. En su primer impulso, el erotismo no se significa menos por ello
en la posición de un objeto del deseo.” (p, 98) No sólo el que desea posee una posición, una
mirada, una “actividad”, el objeto del deseo tiene y señala una postura frente a la situación, no
es completamente ajeno, pero no está completamente consciente, es decir hay una carga
recíproca entre: lo deseado y el deseante. El objeto del deseo construye una imagen, se hace
notar, busca directa o indirectamente ojos que la observen, propicia el deseo.7

Esta saturación de imágenes es el principal elemento del morbo. SIn embargo, se evidencia
otra característica y es la comunión que se puede formar alrededor de este placer. Se genera
5 En su libro, Historia del ojo, Bataille, parece advertirnos tras algunos cuentos, que el mismo ojo, no
funciona solo como un filtro de esa “realidad” que a través de él, se condensa para ser leída por el
cerebro, asumida en nuestra conciencia y explicada a través de nuestro lenguaje; sino que, además de
eso, hay algo más que con el ojo, atraviesa ese campo de contacto y nos sirve, como segunda lectura,
de interpretaciones más allá de las formas, como si tuviéramos un perforador que se adentrase en lo
denso de las imágenes, y a través de la intuición, la lectura que hacemos con los estados mentales, se
manifestara una hermenéutica del sentido de lo visto. Referencia.

6 Aqui iria la nota de freud el texto donde se encuentra la referencia del concepto “pulsión”.
7 Alguna alusión al deseo a lo que estamos entendiendo por deseo.
individualmente y se comparte, provocando que sean más ojos los que se junten para observar
y obtener placer. Es decir, se puede encontrar un patrón estético que permite una regulación
del placer, propiciando que éste se comparta y ocasione algún tipo de complacencia. El placer
tiene un patrón similar en los seres humanos, el Marqués de Sade lo expone asi:

Los placeres recibidos de la estima, Eugenia, no son más que placeres morales, sólo convenientes a
ciertas cabezas; los de la jodienda agradan a todos, y estos seductores atractivos nos compensan pronto
de ese desprecio ilusorio al que es difícil escapar si se desafía a la opinión pública, pero del que muchas
mujeres sensatas se han burlado hasta el punto de hacer de él un placer más. (P, 32)

La popularización y el placer como goce común hacen que la percepción estética cambie, que
ésta deje de ser excluyente y se vuelve incluyente. El morbo establece una relación distinta con
la estética y con lo ojos que la observan, es una postura del lugar común y no academicista,
atrae por el placer que genera, sin teorías ni observaciones sofisticadas que respondan a un
por qué, es un hecho, una intención y un goce. Mucho menos se puede suponer que sea
totalmente racional, está íntimamente ligada a los instintos, aunque hay una influencia en ellos;
por esto es difícil negar que los medios y la misma organización de la sociedad han cambiado
nuestros gustos, los han modificado.8

El morbo, como erotismo, modifica. “Lo que está en juego en el erotismo es siempre una
disolución de las formas constituidas. Repito: una disolución de esas formas de vida social,
regular, que fundamentan el orden discontinuo de las individualidades que somos.” (p, 14)
Bataille nos remite, en este fragmento, nuevamente al erotismo como trasgresor de un orden
establecido, de la ruptura de la represión con el placer. El erotismo, el morbo y el placer son
fisuras en el molde impuesto por la sociedad, por allí descargan toda su fuerza innata los
hombres, se dan cuenta del abismo que hay entre uno y el otro, y el deseo que ello establece
buscando alguna continuidad. Estamos separados por naturaleza, no hay una forma de
hallarnos en una unidad.

El morbo termina siendo una pulsión cuyo objetivo es erotizar un objeto deseado, encontrar
satisfacción del placer por fuera de la regulación física del apareamiento. Es una búsqueda que
rompe el esquema y en donde participan dos cuerpos. Primero el que busca a través de la
mirada el placer. Segundo el que busca ser observado (este puede llegar a no ser tan
intencional.) Se mira y se desea una forma de belleza muchas veces no especifica, que va
desde lo voluptuoso a lo esbelto, a pesar de ello se encuentran patrones de belleza
semejantes. Es decir prevalece en el fondo una categoría estética para juzgar y escoger cómo
satisfacer el placer.

8 Inclusive, el mismo detalle de demonizar algo como morboso, parece situarlo en un campo donde las
condiciones para que sea posible, lo hacen dirigir a la extravagancia y degradación de algo. Sin
embargo, Bataille parece rechazar este tipo de concepciones sobre cómo el mismo ojo, no representa
una cárcel donde todo lo que atraído como contacto, tiene un embudo físico que regula lo que se ve, sino
que se deleita con absolutamente lo que puede ser recreado en la mente, a través de lo que relaciona
con el mundo externo. (referencia)
Podemos, entonces, establecer que el morbo es una manifestación del placer. Nace de un
deseo de satisfacer, de obtener y poseer, busca una ruptura con el orden y la represión
establecida. Funciona como un punto de fuga que agrieta la unidad con que se sostiene una
sociedad. Es el elemento fundante de una nueva forma de percibir el deseo, de utilizarlo y
transformarlo en placer. Elimina la acumulacion genital del placer, para contagiar a otras partes.
Permite seguir rompiendo el pudor instaurado históricamente y que fundamenta la dicotomía
entre cuerpo y mente.

A modo de conclusión, vale la pena preguntarse si podemos concebir al hombre como un


sujeto sin órganos, en donde el placer no tenga una zona reducida en la cual manifestarse, sino
que se produzca y proyecte a más zonas. El morbo como intencionalidad y manifestación del
placer abre esa discusión, ya que es pensarse el placer desde los otros sentidos, en última es ir
más allá del contacto físico para el encuentro con el placer. Es intentar establecer con el cuerpo
una relación diferente a la existente, el cuerpo como esencia y manifestación de la vida cuya
mayor significación se encuentre en la satisfacción del deseo, en definitiva es revelar una forma
de concebir la felicidad, de ser felices, sin los tapujos y el pudor, de una sociedad
acostumbrada a la represión y a la hipocresía.

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