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UNIVERSIDAD NACIONAL DE SAN AGUSTÍN DE AREQUIPA

FACULTAD DE ENFERMERÍA
UNIDAD DE SEGUNDA ESPECIALIDAD

MONOGRAFÍA: “LA PERSONA”


CURSO: BIOÉTICA Y ÉTICA DEL CUIDADO

Docente: Dra. Magda Zea Rodríguez

Autoras:

Díaz Pilco, Gina

Ito Mamani, Jessica

Layme Paja, Elizabeth

Libandro Quispe, Patricia

Rodríguez Marín, Stephani

AREQUIPA – PERÚ
2019
INTRODUCCIÓN
1. DEFINICIÓN DEL TÉRMINO “PERSONA”
(Sgreccia, 2013)

En el ámbito de la filosofía, es con Severino Boecio con quien se ofrece


por primera vez una definición secularizada del concepto de persona,
que será retomada posteriormente por Tomás de Aquino: “persona est
rationalis naturae individua substantia”. Esta definición pone en
evidencia tres categorías filosóficas esenciales en el concepto de
persona humana: la sustancialidad, la individuación y la naturaleza
racional.

Por lo tanto, persona es un ente real, una subsistencia particular del


género universal y abstracto de la esencia, subsistencia indica el existir
en sí y para sí, en virtud exclusiva de su mismo acto de ser e
independientemente de la existencia de otra sustancia o de sus
cualidades. De una sustancia entendida de esta manera se puede
predicar la inmutabilidad y la permanencia (en el espacio y el tiempo) y,
por lo tanto, también la identidad.

La individuación se refiere a la unicidad y al carácter irrepetible de la


persona humana. Ésta se distingue de las otras personas gracias a la
corporeidad (hoy diríamos, al código genético) que consiente la
materialización de la forma, la existencia concreta de la esencia y la
encarnación del espíritu. La corporeidad es el principio de individuación
y de diferenciación de la sustancia, es el simple existir como cuerpo
(espiritualizado) que determina el valor/significado del ser humano.

La especificación siguiente es la “naturaleza racional”, a saber, el ser


dotado de razón, entendida como la facultad intelectual que permite
abstraer, universalizar, razonar y dar significado a las cosas. La
atribución de la racionalidad a la persona humana ha dado origen a
muchas ambigüedades: ¿se excluye del reconocimiento de la dignidad
personal de todo sujeto que no ejercite actualmente el raciocinio?, no
serían personas los que duermen, los ebrios, ni tampoco los embriones,
los discapacitados mentales, los ancianos, los individuos en coma, con
el resultado de una interpretación restrictiva del concepto de persona
respecto al de ser humano basada en la consideración de simples
“accidentes” de la sustancia. Si, por el contrario, la razón indica el
atributo que pertenece a la naturaleza humana, todo sujeto que tenga
esta naturaleza, aunque no ejercite actualmente la funcionalidad
cerebral neurológico-sináptica, es persona en cuanto sustancia
individual dotada por naturaleza de racionalidad.
Esta fundamentación ontológica del concepto de persona consiente el
reconocimiento de una trascendencia que garantiza el respeto del ser
humano en todas las manifestaciones de la vida física contra toda
tentativa que intente discriminar al hombre.

2. LA PERSONA HUMANA

Una mejor definición de la esencia humana en vez del animal racional,


es la de espíritu encarnado, ya que manifiesta mejor lo que es el
hombre, dado que lo esencial en él no es lo sensitivo sino lo racional;
esto se convierte en su esencia de ser propio de los seres humanos.
(Adame G. Jorge)

a) TIENE CUERPO Y ALMA:

La constitución del hombre se divide en dos: en un cuerpo físico


sujeto a las leyes biológicas de todos los seres vivos (nacimiento,
nutrición, crecimiento, reproducción y muerte). Y un alma, principio
de movimiento de todo ser vivo desde el nacimiento, qué es
diferente al de los demás seres vivos ya que está dotado de
inteligencia y voluntad.

b) TIENE DIGNIDAD:

La dignidad es la cualidad de digno que significa valioso, con honor,


merecedor y el término dignidad deriva del vocablo en latín dignitas.

En el Preámbulo de La Declaración Universal de Derechos Humanos


de 1948 afirma en su artículo 1º que "todos los seres humanos
nacen libres e iguales en dignidad y derechos".

La dignidad humana, por lo tanto, es innata, positiva y fomenta la


sensación de plenitud y satisfacción, reforzando la personalidad. La
esclavitud, por ejemplo, es lo contrario de dignidad ya que no se
tratan las personas como tales ni como dignas, siendo que el
esclavo no es considerado una persona humana, sino un objeto. La
dignidad también es el respeto y la estima que merece una cosa o
una acción. Es una excelencia, un realce de esa cosa o acción.

c) ES INDIVIDUAL:

La persona humana presenta dos características fundamentales:


- Es distinta de todos los otros miembros de la especie humana,
es decir, aunque participe de la misma naturaleza, constituye
una totalidad en sí.
- Es una unidad, que no puede dividirse sin perecer. Se
compone de alma y cuerpo, espíritu y materia, que en ella
forman una unidad sustancial, cuya ruptura es la muerte.
(Fernando Bastos, La Doctrina Social de la Iglesia.)
-
d) ES SOCIAL:
El hombre por naturaleza es un ser social, que sólo en la
compañía de sus semejantes encuentra las condiciones
necesarias para el desarrollo de su conciencia, racionalidad y
libertad. No es autosuficiente; necesita de la ayuda y cuidado de
los demás seres de su especie. No puede vivir aislado, tiene que
vivir en sociedad para así poder satisfacer sus necesidades tanto
físicas como espirituales.
"Los hombres, las familias y los diversos grupos que constituyen
la comunidad civil son conscientes de su propia insuficiencia para
lograr una vida plenamente humana y perciben la necesidad de
una comunidad más amplia, en la cual todos conjuguen a diario
sus energías en orden a una mejor procuración del bien común.
Por ello forman comunidades políticas.".

e) POSEE DIGNIDAD:
Es la actitud de respeto a sí mismo y a los otros, por el
reconocimiento que toda criatura humana posee características
que la elevan por encima de los otros seres. El respeto a esa
dignidad es la garantía suprema del orden social. Para poder
desarrollar la dignidad de la persona humana, se necesita de un
estado que esté al servicio del hombre y permita a éste una libre
elección, hecha a conciencia, en la participación de la vida política
del estado. Que el hombre, porque tiene dignidad, pueda escoger
a sus gobernantes, pueda tener libertad en el trabajo, en la
religión, en la participación económica social, en pocas palabras:
que tenga libertad, con responsabilidad individual y social, en su
vida.

f) POSEE LIBERTAD:
La libertad es la capacidad del ser racional y consciente de auto
determinarse, ante la multiplicidad de alternativas de opción que
se le ofrecen, en cada situación concreta. En este sentido, es un
dato inmediato de la conciencia y se identifica con el libre
albedrío: todos experimentamos que podemos ser un principio
absoluto de acción, actuando o dejando de actuar, actuando de
esta o de aquella manera. Es una facultad exclusiva del ser
racional, capaz de interiorizar el mundo bajo una gran variedad de
aspectos.
La libertad es la parte de la voluntad (elemento constitutivo de las
personas humanas) de poder elegir entre uno o más bienes. Es la
elección del bien que perfecciona, eso es una verdadera libertad:
con responsabilidad.

2.1. NECESIDADES SOCIALES DE LA PERSONA HUMANA

Este tema va directamente relacionado con el bien común; las


necesidades del hombre se dividen en necesidades materiales
(casa, alimento, vivienda, educación etc.) y espirituales o
inmateriales, ambas son objeto de estudio del bien común, por lo
tanto, sólo señalo a la justicia que es una virtud relacionada con la
libertad y a la felicidad que es una consecuencia de satisfacer
esas necesidades y es un fin propio del hombre.
a. JUSTICIA:

"Por todas partes se aspira a una justicia, se desea una paz


mejor asegurada en un ambiente de respeto mutuo entre los
hombres y entre los pueblos".
La libertad y la justicia van de la mano; se complementa una
con la otra. Si la justicia es la virtud de darle a cada quien lo
que le corresponde por derecho; entonces, es necesario que
se ejercite la libertad con justicia. Es decir, el hombre al elegir
entre varios bienes, tiene que tenerlos disponibles. El estado
tiene que otorgarle a cada persona lo que por derecho le
corresponde a cada una de ellas.

Es el deber moral de dar a cada uno lo que le es debido. Es la


base insustituible de toda relación no sólo de las personas,
entre sí, sino también entre las personas y el estado, y de los
estados entre sí. El estado debe, por lo tanto, buscar una
equidad en la repartición de bienes y los hombres deben de
buscar ser justos en su vida social. Y así progresará el país.
"El cumplimiento, por tanto, de los deberes propios de la
justicia social tendrá por efecto una intensa actividad que,
nacida en el seno de la vida económica, madurará en la
tranquilidad del orden y demostrará la entera salud del
Estado, de la misma manera que la salud del cuerpo humano
se reconoce externamente en la actividad inalterada y, al
mismo tiempo, plena y fructuosa de todo organismo".
b. FELICIDAD

Este término, en un principio, puede parecer algo


"Romántico", que no es de gran trascendencia en la
política; pero esto es totalmente falso. Este concepto es tan
importante, que para algunos países ha sido considerado
como un derecho inalienable del hombre (Como la
Constitución Norteamericana).
La felicidad es aquello que todos buscan, aunque adopten
caminos diferentes para alcanzarla. Unos imaginan que la
encuentran en las riquezas, porque suponen que con el
dinero todo se compra y que la felicidad es una mercancía
como cualquier otra. La verdad es que, sin embargo, hay
muchos ricos que se mueren de tedio, y que las más altas
tasas de suicidios se registran en los países y en las
categorías más ricas. Otros se imaginan que encuentran la
felicidad en el disfrute de los placeres; desde los placeres
más altos del espíritu, el placer del descubrimiento y de la
creación intelectual, el placer estético, hasta los placeres
que más de cerca limitan con la animalidad: la sexualidad y
la glotonería. Otros, en fin, esperan alcanzarla en la fruición
de la honra, del prestigio que acompaña, por lo general, en
el ejercicio del poder.

c. . IGUALDAD:

Igualdad se refiere a la correspondencia y proporción


resultante de diversas partes que integran un todo
uniforme. En el ámbito social, se considera como igualdad
al contexto o situación donde las personas tienen los
mismos derechos y las mismas oportunidades en un
determinado aspecto.

d. IDENTIDAD:

La identidad personal está formada por esos rasgos que lo


hacen a uno, precisamente, identificable. Decimos que la
identidad de una persona está hecha de esas propiedades
que perduran en el tiempo y que la hacen, a esa persona,
distinta a las demás y reconocida como un individuo
particular. Algunos psicólogos y filósofos de habla inglesa
han acuñado la palabra self, traducido al castellano como
“sí mismo” para referirse a la suma de esas características
que la persona sabe que posee y que la hacen
diferenciable del resto de los congéneres.

3. TEORÍA DEL SUPERHOMBRE


(Nietzsche, 1885)

En el pensamiento de Nietzsche, el hombre es como una enfermedad en


el universo, y es el único animal que todavía no ha llegado a
consolidarse. Mientras todos los animales han producido algo superior a
ellos, el hombre se resiste a evolucionar, no quiere abandonar los
valores del pasado y dar un nuevo sentido a la humanidad. El mayor
ideal del ser humano es el superhombre, donde se integra y sintetiza el
radical cambio de valores que propone.

De acuerdo con Nietzsche, las masas se adaptan a la tradición, mientras


su superhombre utópico es seguro, independiente y muy individualista.
Afirma la vida, incluso el sufrimiento y el dolor que conlleva la existencia
humana, es un creador de valores, un ejemplo activo de "eticidad
maestra" que refleja la fuerza e independencia de alguien que está
emancipado de las ataduras de lo humano "envilecido" por la docilidad
cristiana, excepto de aquéllas que él juzga vitales.

Nietzsche sostenía que todo acto o proyecto humano está motivado por
la "voluntad de poder". La voluntad de poder no es tan sólo el poder
sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, algo que es necesario para
la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del
superhombre, en su creatividad y coraje. Aunque Nietzsche negó en
multitud de oportunidades que ningún superhombre haya surgido
todavía, cita a algunas personas que podrían servir como modelos:
Sócrates, Jesucristo, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Shakespeare,
Goethe, Julio César y Napoleón. Para llegar al superhombre, el hombre
tiene que autosuprimirse, y este proceso debería pasar por tres fases:

 El camello es el símbolo del hombre actual, que todavía está


impregnado de la moral de esclavos y que soporta el peso de la
carga con paciencia.
 El león en cambio es el símbolo del hombre revolucionario, el que
se levanta contra la moral de los esclavos.
 El niño simboliza la pureza e inocencia de la infancia, desde la
que se recrea la nueva tabla de valores.

El superhombre representa, pues, esa nueva tabla de valores: el amor a


la vida, el sentido de la Tierra y la exaltación de los instintos
ascendentes. El hombre para convertirse en superhombre ha de
expulsar de su interior a Dios. No se trata de una divinización del
hombre, sino todo lo contrario, una sustitución de Dios por el
superhombre, de tal forma que éste se convierta en un ser con plenitud
de poder y de dominio sobre sí y sobre los demás. Pero esta
transformación requiere, según Nietzsche, de una voluntad de dominio,
de agresión y de sentimientos hacia lo ajeno, la "voluntad de poder".

4. EL HOMBRE EN BUSCA DE SENTIDO


(Frankl, 1991)

De acuerdo con la logoterapia, la primera fuerza motivante del hombre


es la lucha por encontrarle un sentido a su propia vida. La búsqueda del
sentido de la vida constituye una fuerza primaria y no una
"racionalización secundaria" de sus impulsos instintivos. Este sentido es
único y específico en cuanto es uno mismo y uno solo quien tiene que
encontrarlo; únicamente así logra alcanzar el hombre un significado que
satisfaga su propia voluntad de sentido.

La voluntad de sentido del hombre puede también frustrarse, en cuyo


caso la logoterapia habla de la frustración existencial, que se puede
convertir en “neurosis noógena”. Este tipo de neurosis tiene su origen no
en lo psicológico, sino más bien en la dimensión espiritual de la
personalidad humana. No obstante, debe recordarse que, dentro del
marco de referencia de la logoterapia, el término "espiritual" no tiene
connotación primordialmente religiosa, sino que hace referencia a una
dimensión específicamente humana.

La búsqueda humana de ese sentido y de esos principios puede nacer


de una tensión interna y no de un equilibrio interno. Ahora bien,
precisamente esta tensión es un requisito indispensable de la salud
mental. Puede verse, pues, que la salud se basa en un cierto grado de
tensión o vacío entre lo que se es y lo que se debería ser.

El sentido de la vida siempre está cambiando, pero nunca cesa. De


acuerdo con la logoterapia, se puede descubrir de tres modos distintos:
(1) realizando una acción; (2) teniendo algún principio; y (3) por el
sufrimiento.
El ser humano no es una cosa más entre otras cosas; las cosas se
determinan unas a las otras; pero el hombre, en última instancia, es su
propio determinante. Lo que llegue a ser (dentro de los límites de sus
facultades y de su entorno) lo tiene que hacer por sí mismo. Entonces,
¿qué es en realidad el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es.

5. EL SER HUMANO COMO UNA TOTALIDAD


(Alonso y Escorcia, 2003)

Los gobiernos de hoy han puesto en primer plano la salud del hombre
entre sus objetivos sociales, ya que es un requisito fundamental para el
desarrollo. A pesar de los grandes progresos, existe gran descontento
por las políticas de salud, dado que no son coherentes con la realidad de
la población, que no goza de asistencia adecuada.

La finalidad de la mayoría de las entidades prestadoras de servicios de


salud se orienta a las dimensiones puramente físicas y biológicas del ser
humano, se centra en la enfermedad y no en el cuidado de la salud. Es
decir, se desatiende a la persona integral, sus percepciones,
sentimientos, emociones y los nichos ecológicos con los que interactúa;
esto se refleja en las frecuentes quejas por parte de los usuarios y sus
familiares.

El ser humano es un ser integral que se desenvuelve dentro de un


ambiente; en él influye un sinnúmero de características biológicas,
psicológicas, sociales y espirituales. Está dotado de conciencia,
inteligencia, voluntad, intencionalidad, afectividad y creatividad; en
síntesis, de una personalidad, que obedece a su ubicación temporal
(momento histórico) y espacial (lugar donde habita). Para que el
trabajador de salud logre entender al individuo como un todo, se
requiere, además del trabajo interdisciplinario y multiprofesional,
reflexionar sobre los elementos básicos de la condición humana.

Luis Vélez (1989) define al ser humano a partir de tres dimensiones: El


Yo, el Otro y el Universo. La percepción del yo la describe como la
percepción más profunda y existencial, cuando analizamos qué somos,
brota inmediatamente el dualismo cuerpo-alma, materia-espíritu. Cuando
se habla del Otro, resulta imperioso trabajar sobre esta relación, pues el
proceso de desarrollo de la humanidad ha hecho que la sociabilidad
cada día sea más necesaria, y hoy en día se realiza a velocidades
inimaginables por el uso de nuevos sistemas tecnológicos, lo importante
en la relación con el otro no es sólo conocerlo, sino respetarlo, ayudarlo
a convertirse en un mejor ser y crecer junto a él sin miedos y temores,
ya que éstos son la contradicción del amor. El Universo es básicamente
la relación armónica del hombre y la mujer con lo que los rodea, a ello se
refiere no sólo el entorno material, sino el cultural; este vínculo con el
universo implica relaciones biológicas, psicológicas y ecológicas. Sólo
en la interacción armónica de esas dimensiones podemos considerar al
ser humano en una dimensión plenamente integral.

Todos estos aspectos se tienen en cuenta al momento de interactuar


con el ser humano para poder dinamizar las variables que influyen en él,
los profesionales de la salud deben propender por el respeto de sus
necesidades, y contribuir de esa manera a aminorar los riesgos
psicosociales, pues atentan contra la integridad moral, que suele ser tan
importante como la física.

El estudio de las ciencias de la salud es complejo, en la medida en que


se profundiza en las dimensiones e interrelaciones del ser humano y de
qué manera influyen en el proceso salud-enfermedad, el profesional es
responsable de hacer un estudio global que lo lleve a un diagnóstico y
tratamiento que sea más coherente con la realidad del usuario, y, a la
vez, que sea menos desgastante y más satisfactorio. La solución estriba
en hacer un examen de conciencia que reafirme la unidad del hombre y
las soluciones verdaderas para dar respuesta a la búsqueda de la
esencia humana en la unidad, «en el ser de la totalidad».

6. DEFINICIÓN DE PERSONA SEGÚN TEÓRICAS DE ENFERMERÍA


A) FLORENCE NIGHTINGALE: La persona es el ser humano afectado
por el entorno y bajo la intervención de una enfermera, denominada
por Nightingale como paciente.
B) JEAN WATSON: Considera a la persona como una unidad de
mente/cuerpo/espíritu/naturaleza. Propone utilizar la mente, el cuerpo,
el alma o la unidad en una visión del mundo emergente en evolución-
conexión de todo, conocida a veces como paradigma unitario
transformador-holográfico del pensamiento.
C) VIRGINIA HENDERSON: Individuo que necesita de la asistencia para
alcanzar su salud e independencia o para morir con tranquilidad.
Considera a la familia y a la persona como una unidad. Influible por el
cuerpo y por la mente. Tiene unas necesidades básicas que cubrir
para su supervivencia. Necesita fuerza, voluntad o conocimiento para
lograr una vida sana.
D) DOROTHEA OREM: Orem la define como el paciente, un ser que
tiene funciones biológicas, simbólicas y sociales, y con potencial para
aprender y desarrollarse. Con capacidad para autoconocerse. Puede
aprender a satisfacer los requisitos de autocuidado; si no fuese así,
serán otras personas las que le proporcionen los cuidados.
E) SOR CALLISTA ROY: Ser biopsicosocial que forma un sistema
unificado, en constante búsqueda de equilibrio.
F) DOROTY JOHNSON: Colección de subsistemas comportamentales
en búsqueda de equilibrio.
G) HILDEGARD PEPLAU: Es considerada como un organismo que vive
en un equilibrio inestable. La vida es el proceso de luchar por lograr
un equilibrio estable, es decir un patrón fijo que no se alcanza si no
con la muerte.
H) NOLA PENDER: Es el individuo y el centro de la teoriza. Cada
persona está definida de una forma única por su propio patrón
cognitivo-perceptual y sus factores variables.
I) MYRA ESTRIN LEVINE: Individuo enfermo en el hospital, quien es el
centro de los cuidados de enfermería.
J) RAMONA MERCER: Se refiere al “si mismo”. A través de la
individualización maternal una mujer puede alcanzar de nuevo su
propia condición de persona.
K) IMONEGE KING: Ser social, emocional, racional, que percibe,
controla, con propósitos, orientado hacia una acción y en el tiempo.
Correcto autoconocimiento, participa en las decisiones que afectan a
su vida y su salud y acepta o rechaza el cuidado de salud. Tiene tres
necesidades de salud fundamentales: Información sanitaria útil y
oportuna; Cuidados para prevenir enfermedades; Ayuda cuando las
demandas de autocuidado no pueden ser satisfechas.
L) BETTY NEUWMAN: Se refiere al receptor de los cuidados, lo
considera como un sistema abierto donde puede recibir información
del entorno: (positivo ó negativo), de la cual se retroalimenta, mientras
mantiene una tensión dinámica entre lo que recibe y lo que
experimenta. Mantener un equilibrio.
M) MARILYN ANNE RAY: Es un ser espiritual y cultural. Las personas
son creadas por Dios, el Misterio del Ser, y participan de manera
cocreativa en organizaciones humanas y en relaciones transculturales
para encontrar el significado y el valor.
N) KARI MARTINSEN: Lo que transforma al individuo en persona deriva
de la significación y la tradición. La persona no puede ser apartada
del medio social y de la comunidad de personas en que vive. En cierto
sentido, existe un paralelismo entre la persona y el cuerpo. Es como
cuerpos que nos relacionamos con nosotros mismos, con otros y con
el mundo. El cuerpo es una unidad de alma y carne, de espíritu y
carne. La persona es corpórea, y como cuerpos percibimos y también
entendemos.
O) KATIE ERIKSSON: El ser humano es una entidad formada por
cuerpo, alma y espíritu. El ser humano es fundamentalmente sagrado
y este axioma está relacionado con la idea de dignidad humana, que
significa aceptar la obligación humana de servir con amor y de existir
para los otros. Es considerado en constante transformación basada
en su libertad de decisión hasta su trascendencia, por tanto, nunca
alcanza un estado de completa terminación. Vive en constante lucha
entre el ser y el no ser. El ser humano depende fundamentalmente de
la comunión; depende de otro, y el ser humano se forma a sí mismo y
a su ser precisamente en la relación entre un otro concreto (ser
humano) y un otro abstracto (alguna forma de Dios). El ser humano
busca una comunión en la que pueda dar y recibir amor, experimentar
fe y esperanza, y ser consciente de que su existencia tiene, aquí y
ahora, un significado.

7. DEFINICIÓN DE PERSONA A TRAVÉS DEL TIEMPO

En la antigüedad, Aristóteles formuló las definiciones clásicas del


hombre como animal político, como ser racional y como ser lingüístico.
Para el estagirita, el hombre, por esencia, es un ser que, para
constituirse a sí mismo, requiere de la relación y la comunicación social.
De este modo, se estableció, por una parte, que todo hombre de por sí
es valioso para otro, en tanto las relaciones entre ellos les permiten
conformarse como lo que son: seres sociales; por otra, se reveló que, el
hombre, mediante la razón y la palabra, tiene la capacidad de distinguir,
apreciar y significar el valor que para sí tienen las cosas y los demás
hombres.

Sin embargo, Aristóteles, y toda la filosofía griega, debido a su


cosmovisión universalista, no lograron aproximarse a la noción de
persona.

En el Derecho Romano, se establece, por primera vez, la distinción entre


hombre y persona. Hombre es todo ser que pertenezca al género
humano, sea libre o esclavo. Persona solo es el hombre libre, aquel que
posee derechos. Los esclavos, en tanto no son libres ni sujetos de
derecho, no son personas. Se destaca, pues, que persona solo es aquel
individuo humano que tiene la cualidad de ser libre y, por tanto, activo. A
la vez, se niega la condición de persona al esclavo, pues se le concibe
como un instrumento de trabajo; es decir, como un objeto carente de
libertad, a merced de las decisiones del amo.

Por eso, en la sociedad romana antigua la dignidad tiene un carácter


clasista. Solo se reconoce en los hombres libres, sobre todo, en los
patricios descendientes de las curias fundadoras de Roma que, por
demás, tienen una participación activa en la vida política.

De este modo, se establece, por primera vez, que la dignidad no es solo


valor, sino un valor que solo puede ser privativo del individuo humano,
pues está indisolublemente vinculado con la libertad y la autonomía.
Lo señalado, tiene gran importancia para subvertir el paradigma
paternalista, autoritario y despótico de la tradicional ética de
beneficencia, que aún sobrevive en la práctica asistencial actual en no
pocos lugares.

De la filosofía cristiana es el mérito de plantear la cuestión de la persona


como problema filosófico, al efectuar la exégesis de la Santísima
Trinidad. Luego de siglos de polémica, San Basilio, en el siglo IV, es
quien formula la más reconocida tesis: en la Trinidad existe una
sustancia o esencia única, Dios, común a las personas divinas: Padre,
Hijo y Espíritu Santo. Así, la cristiandad determina el paradigma clásico
de la comprensión dialéctica de la relación entre lo universal y lo singular
en la persona, sea divina o humana.

En los albores del Medioevo, Boecio elabora la definición inaugural de


persona humana: "Persona es la sustancia individual de la naturaleza
racional.". Así, se destacan propiedades que, en tanto sustanciales,
fundamentan y, a la vez, potencian la dignidad de la persona: su
unicidad y, con ello, su carácter irrepetible; así como su racionalidad, la
cual la capacita para reconocer la significación que ella posee en sí
misma.

En la baja Edad Media, Ricardo de San Víctor define la persona humana


como "existencia incomunicable de la naturaleza intelectual.”. Así, el
Victorino reitera la racionalidad y la unicidad de la persona; pero, a la
vez, revela que ésta no solo es irrepetible, sino también singular e
intransferible. Además, al definir la persona como existencia (del latín,
exsistentîa; término compuesto por ex, fuera, y sistentîa, palabra con
diferentes significados: ser, estar, permanecer, sostenerse), la concibe
como un ente individual cuyo ser se constituye desde sí y, a la vez, fuera
de sí, al establecer relaciones con otras individualidades; lo cual sugiere
que los valores que sustentan la dignidad de la persona se constituyen
en la dialéctica entre su ser y su relación con los otros. De ahí que el
Victorino subraya otras de las bases de la dignidad: su carácter
intransferible y relacional. Es decir, la persona, por una parte, tiene un
valor que, por intransferible, no es trasladable a otro ser (humano o no
humano), ni intercambiable con otro; solo es privativo de ella y, por tanto,
es inmueble; lo cual tiene una gran significación ética para evaluar la
clonación reproductiva de humanos. Por otra, este valor, en tanto tiene
un carácter relacional, se conforma en la interacción y la
interdependencia con otro; pero, a la vez, dimana, se origina, en sí
misma, ya que la persona es un ser natural.

El cogito cartesiano inicia la Modernidad. La máxima "pienso, luego


existo", expresa la conciencia de la conciencia, es decir, la
autoconciencia. Con ésta, el hombre moderno asume plenamente la
identidad de su yo, así como sus diferencias y semejanzas con la res
(cosas) y los demás hombres. Por tanto, se reconoce a sí mismo y, con
ello, reconoce, el valor y, con ello, la dignidad inherente a su yo
personal. Así, deviene en sujeto, en actor de sus propios actos, en ente
que actúa sobre sí mismo, de forma consciente y voluntaria. De este
modo, se conforman las premisas teóricas para la formulación de la
noción de los derechos humanos.

En la época de la Ilustración, el hombre, devenido sujeto que reconoce


su valor, enuncia sus derechos como conjunto de regulaciones que
permiten su realización como persona y la protección de sus valores.
Entonces, con las declaraciones de los derechos humanos por las
revoluciones burguesas del siglo XVIII, la sociedad comienza a expresar
la necesidad del reconocimiento del respeto de la dignidad de la
persona. Sin embargo, en el ámbito de las relaciones entre los sujetos
de salud, no será hasta la segunda mitad del siglo XX que se reconoce
plenamente, el respeto a la dignidad de la persona enferma, con las
primeras declaraciones de derechos del paciente.

Kant, al exponer su concepción de la antropología como ciencia y definir


las cualidades éticas fundamentales, profundizará la noción de respeto
de la dignidad de la persona. Para Kant, la antropología debe tener un
sentido fisiológico, es decir, debe estudiar lo que la naturaleza hace del
hombre, y un sentido pragmático, o sea, investigar lo que el hombre
hace de sí mismo. Así, se realzará el valor de la persona al afirmar que
ella es un resultado de la naturaleza y, a la vez, un producto del hombre
mismo. Y queda establecido que la dignidad de la persona ha de
respetarse por ser un producto natural y una creación humana, una obra
propia y original.

A la vez, Kant afirma que las cualidades éticas fundamentales de la


persona son libertad, autonomía, responsabilidad, deber y constituir un
fin en sí mismo. Éstas, evidentemente, son, a la vez, valores. De este
modo, la modernidad define la noción de autonomía - valor cardinal de la
Bioética actual - como cualidad intrínseca a la persona, que consiste en
su capacidad de elegir de forma racional, sin coacción, ni imposiciones
externas, las normas y principios que rigen su conducta.

También se afirma que la persona, en cuanto valor en sí mismo, no es


esclava; es decir, no debe ser tratada o usada como un medio o
instrumento para lograr fines ajenos a ella, sino como un fin: el objetivo
de toda acción con la persona, incluidas las acciones de salud, será,
pues, proteger su integridad, satisfacer sus necesidades y promover la
realización de su personalidad sobre la base del respeto a su dignidad.

En el siglo XIX, Hegel enuncia la noción del reconocimiento, antecedente


de las actuales concepciones de Jürgen Habermas, sobre el
reconocimiento recíproco como base de la existencia del respeto mutuo
entre las personas en el contexto de un estado de derecho de carácter
democrático. Para Hegel, la autoconciencia de cada persona se
constituye, a partir del reconocimiento de ella, por la autoconciencia de
otra persona y viceversa.

De esta forma, se formula un antecedente de un criterio generalizado en


la vida social contemporánea: el respeto de la dignidad de la persona
solo es posible en el marco del reconocimiento recíproco de los
individuos entre sí.

En el siglo XX, el existencialismo afirma la precedencia de la existencia


sobre la esencia en el individuo, y declara que este es un ser para la
muerte que tiene la responsabilidad de definirse mediante la elección de
su sistema de valores. De este modo, se reafirmará, de forma absoluta,
el valor de la persona como resultado de la libre autodeterminación. A la
vez, quedará valorizada su dignidad, porque ésta, por una parte, es una
obra de la responsabilidad y, por otra, es frágil y finita.

Las postrimerías del siglo XX y los albores del siglo XXI están signados
por la división de las concepciones sobre la dignidad de la persona en
dos grandes tendencias: aquellas que destacan el valor absoluto de la
persona humana en todas las etapas de la vida, sus formas de
expresión; y las que, desde diversas concepciones, establecen algún
tipo de límite a este valor.

Las distintas corrientes de la filosofía de inspiración cristiana se


encuentran entre las primeras. En este sentido, la Iglesia Católica,
basadas, sobre todo, en las concepciones de Tomás de Aquino,
continúa sosteniendo que el hombre, en tanto tiene su origen en Dios y
goza de la espiritualidad propia del alma durante toda la vida, es, por ley
natural, un ser eminentemente personal desde el momento de la
concepción y hasta la muerte. Por eso, posee un valor infinito que ha de
ser absolutamente respetado.

Tristam Engelhardt, Jürgen Habermas y Peter Singer constituyen los


representantes más destacados de la segunda tendencia.

Singer afirma que persona es todo animal racional y consciente, capaz


de diferenciarse a sí mismo como un ser aparte. Así, Singer,
interpretando de modo peculiar hallazgos de la etología actual, afirma
que todos los individuos adultos de los mamíferos más avanzados
pueden ser considerados personas, sean humanos o animales. Sin
embargo, los fetos y los neonatos humanos no son tales, pues carecen
de racionalidad y conciencia; lo cual lo lleva a legitimar el aborto e,
incluso, el infanticidio, aunque paradójicamente estima que todos los
seres con actividad sensible, capaces de experimentar dolor y
sufrimiento, merecen respeto.

Po su parte, Engelhardt distingue el ser humano de la persona. Ser


humano, para él, es todo aquello que tiene las características biológicas
propias de la especie; mientras que persona solo es aquel ser humano
que posee los atributos de la racionalidad, la autorreflexión y la
responsabilidad. Por eso, puede desempeñar un papel en la comunidad
moral, y recibir de ella el reconocimiento de la autonomía y la dignidad
que les son inherentes. Los fetos, neonatos y retrasados mentales son
seres humanos, pero no son personas, ya que no son racionales,
autorreflexivos y responsables; por ende, carecen de autonomía. No
obstante, como seres humanos, deben ser objeto de respeto mediante la
adopción de una actitud de beneficencia hacia ellos. Se infiere pues
Engelhardt no lo explica que los humanos no personas tienen una
dignidad limitada.

Habermas diferencia la prepersona y la persona mediante el


establecimiento de una división entre lo natural y lo social marcada por el
nacimiento. Prepersona es aquel ser humano que existe antes del
nacimiento. Persona es el ser humano que, por nacido, se encuentra en
el contexto individualizador del espacio intersubjetivo propio de la
comunicación lingüística. De este modo, distingue la dignidad de la vida
humana de la dignidad humana. Las prepersonas, en tanto, seres vivos,
poseen la dignidad de la vida humana, que es limitada. En cambio, las
personas gozan de plena dignidad humana. Por eso, su vida es
inviolable, debe ser absolutamente respetada; mientras que la vida de
los embriones y los fetos solo es indisponible, y, por tanto, no debe ser
objeto de respeto absoluto.

Luego de un largo y tortuoso proceso histórico, que incluyó guerras,


revoluciones, luchas de clases, etcétera, hoy la Bioética promueve el
respeto a la dignidad de la persona como uno de los principios básicos
de su paradigma humanista y democrático para la esfera de las ciencias
biológicas y de las ciencias médicas.

En la sociedad contemporánea este principio ha de ser, entonces, una


de las bases para, por una parte, subvertir las relaciones despóticas,
autoritarias, jerárquicas o paternalistas, propias del paradigma
hipocrático tradicional sobre las relaciones entre los sujetos de salud, ya
que, al no reconocer la autonomía de los pacientes, fomentan el
irrespeto de la dignidad de la persona. Por otra, debe actuar como
principio que valorice la dignidad de la persona, mediante la promoción
del establecimiento de relaciones más libres, democráticas e igualitarias
entre estos sujetos.

Las concepciones del marxismo sobre la dignidad de la persona.

El marxismo hace aportes a la noción de dignidad no estudiados


suficientemente; por eso, se le dedica este epígrafe.

En primer lugar, Marx reafirma la concepción clásica sobre el hombre


como "animal político"; pero, desde una nueva óptica: el materialismo
histórico. Por eso, significará el condicionamiento material e histórico de
la persona por las relaciones sociales que contrae, en especial, por las
relaciones sociales materiales: el hombre solo puede individualizarse y
devenir persona en el contexto histórico-concreto de las relaciones
sociales propias de cada sociedad, las cuales tienen por base el modo
de producción. De esta forma, se subraya el carácter social e histórico
de la dignidad; es decir, el valor de la persona depende del contexto
social donde existe, y cambia, se transforma, en el desarrollo histórico,
no es inmutable; tiene, por tanto, una relatividad histórico-social.
Marx, además, perfila el paradigma laborista de la dignidad al considerar
el trabajo como actividad que humaniza al hombre, determina su
esencia, valoriza sus cualidades físicas y espirituales, y, por tanto, lo
dignifica.

Sin embargo, también señala que, en el marco de las relaciones


capitalistas de producción, el trabajo se desnaturaliza, debido a la
explotación, la propiedad privada, el dominio de las relaciones
monetario-mercantiles y la propia división social del trabajo. De este
modo, se convierte en la actividad de la enajenación; o sea, en la
actividad en que las cualidades humanas, el trabajo mismo y sus
resultados, se independizan del hombre, lo dominan y transforman las
relaciones sociales en relaciones entre cosas. Por lo cual, el hombre se
cosifica y, con ello, se desvaloriza; mientras que las cosas, devenidas en
fetiches, se personalizan, y, por tanto, se sobrevaloran.

Por otra parte, el hombre, en tanto objeto de explotación en el trabajo, no


constituye un fin, un valor en sí mismo, sino un medio que se utiliza para
lograr un fin distinto: la creación de nuevos valores materializados en
cosas intercambiables en el mercado; es decir, mercancías que, en tanto
valores finitos y cuantificables, poseen precio. De esta forma, la relación
ética fin-medio promovida por Kant se invierte: el hombre, auténtico
creador del valor de las mercancías, deviene medio, mientras que las
mercancías, valores creados por el hombre, se convierten en fines.
Queda, pues, subrayado que el capitalismo, en tanto sociedad
explotadora y enajenante, desvaloriza la dignidad de la persona.

Incluso, Marx, junto a Engels, formuló una tesis de gran significación


para los estudios actuales sobre el valor de la vida humana antes del
nacimiento. En ella, afirma que la procreación es un proceso de
producción de una vida humana ajena a la de los productores, que
contiene en sí una doble relación: una, de carácter natural, dada por la
actividad biológica de los órganos sexuales y reproductivos; y otra, de
carácter social, dada en la cooperación de diversos individuos que
actúan con fines conscientes en el contexto de las relaciones
sociales (esencia y existencia del hombre y la persona en la procreación
y la revolución biomédica; tesis doctoral del autor).

De ahí se infiere que, para el marxismo, la vida humana prenatal, en


tanto es una vida individual ajena a la de los procreadores, tiene un
carácter social, y se crea a partir de fines conscientes, posee en sí
misma el valor de la dignidad, aunque no sea una persona en su plena
integridad socio-psico-biológica, ya que es una entidad en desarrollo.
Por ello, debe ser objeto de respeto por los procreadores y por toda la
sociedad.
CONCLUSIONES

PRIMERA: Según las teorías de enfermería la persona es el ser humano,


reconocida como paciente, representa un sistema unificado del cuerpo, mente,
espíritu, naturaleza, que para sobrevivir requiere cubrir sus necesidades en
búsqueda del equilibrio, está en constante evolución tanto en crecimiento como
desarrollo, que se relaciona con el entorno y la enfermera, quien le brinda
cuidados para alcanzar su salud, independencia o una muerte tranquila basada
en el trato digno.

SEGUNDA: La persona es un ser sociocultural autónomo, único e irrepetible


que crece y se desarrolla a lo largo de las etapas de la vida en constante
cambio y evolución, haciéndose ser digno de respeto por la sociedad.
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