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Ferran Armengol Ferrer

cuantía. La práctica de algún pais, sin embargo, fue todavía más lejos en esta
flexibilización, como es el caso de España, donde no se aprobó la ampliación
de su cuota hasta abril de 1999 y se estableció, de forma unilateral, un pro-
grama de desembolso en diez años.481
Al margen de la flexibilidad de los plazos, el Convenio BERD establece aún
otro medio para hacer más soportable para sus miembros la inversión que supo-
ne la participación en el Banco, y es la posibilidad de hacer efectivo hasta el
50% de la suscripción en pagarés u otras obligaciones emitidas por el miem-
bro de que se trate. Estos pagarés y obligaciones «no serán negociables, no
devengarán intereses y serán pagaderos al Banco por su valor nominal cuando
éste así lo solicite». Es decir, en la práctica, la parte de capital que se hace efec-
tiva a través de estos documentos queda en una situación no muy diferente de
la del capital exigible, ya que vienen a sustituir el pago efectivo de un impor-
te dinerario por un compromiso de pago.482 La Resolución nº. 59 ha amplia-
do todavía más este margen de suscripción para pagarés y otros títulos valo-
res, hasta el 60%.
La flexibilidad que se permite a los miembros del BERD en cuanto a la par-
ticipación en las suscripciones de capital sólo tiene un límite, y es la pérdida
proporcional de poder de voto en los órganos del Banco de aquellos países que
no hayan abonado totalmente en el Banco su parte pagadera del capital, medi-
da que ha sido una auténtica novedad dentro del ámbito de las instituciones
financieras internacionales.483 De conformidad con el artículo 29 del Convenio,
relativo a las votaciones en la Junta de Gobernadores y el Consejo de Adminis-
tración, en el supuesto de que un miembro no haya pagado una parte del impor-
te que debe por las obligaciones contraídas en relación a las obligaciones a
desembolsar, no podrá ejercer, mientras el impago subsista, la parte de derechos
de voto que corresponda a la proporción de acciones adeudada y no pagada.
Con respecto a la moneda utilizada en el pago, los negociadores del Con-
venio BERD acordaron que el desembolso de capital se pudiera hacer en ecus,
dólares de Estados Unidos o yenes japoneses, previsión ésta que recogió el
artículo 6.3 del convenio y mantuvo la Resolución nº. 59 de la Junta de Gober-
nadores, y que se puede considerar de aplicación al euro desde que ha susti-
tuido al ecu.
Finalmente, hay que tener presente que la suscripción de acciones está suje-
ta en todo caso a un acto formal expreso del Estado de que se trate. Así lo dis-
pone el artículo 5.1 del convenio cuando prevé qué

481. Art. 2 de la Ley 12/1999, de 21 de abril, por la que se autoriza la participación de Espa-
ña en la ampliación de capital del Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo. BOE núm. 98,
de 22/4/1999, p. 149.
482. J. GARRIGUES (op. cit., p. 745) define el pagaré como un simple reconocimiento de deuda
escrita que se entrega al acreedor para la persona que contrae la obligación de pagarlo en una
época determinada.
483. En esta situación se encontró el Reino de España durante prácticamente dos años, desde
abril de 1997 hasta la ratificación de la ampliación de capital, en abril de 1999.

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«...cada miembro suscribirá acciones del capital del Banco, siempre y cuan-
do cumpla con los pertinentes requisitos legales».

Shihata ha criticado esta redacción por considerarla superflua y redundan-


te, ya que parece evidente que la suscripción tendrá que cumplir los requisi-
tos legales pertinentes.484 Lo que no es tan evidente, a veces —y el caso del
Reino de España es paradigmático—485 es determinar cuáles son estos requisi-
tos legales. Sin embargo, por respeto al principio de igualdad soberana de los
Estados, esta cuestión no se puede resolver en el convenio constitutivo de una
organización internacional de cooperación.
Al margen del supuesto de ampliación del montante global del capital, el
Convenio BERD admite también la posibilidad de aumentar, a petición de un
miembro, la cuota que corresponde a dicho miembro, o de asignarle acciones
del capital social autorizado que no hayan sido suscritas por otros miembros,
con la única limitación, ya mencionada, de respetar la mayoría estatutaria de
la Comunidad Europea, sus miembros y el BEI.486 Hasta el momento presente
sólo se ha dado un caso de incremento de la cuota de capital de un miembro
y ha sido el de la República de Corea, autorizado por la Resolución nº. 87 de
la Junta de Gobernadores, adoptada el 9 de mayo de 1997. Este incremento
supuso la asignación a la República de Corea de un total de 7000 acciones, de
las cuales 3500 procedían del capital inicial no asignado y las 3500 restantes,
del incremento de 1996.487

2.6. Provisiones para pérdidas


El artículo 17.1 del Convenio BERD prevé, de forma genérica, que el Banco
mantenga provisiones oportunas en relación con las posibles pérdidas por los
casos de demora o incumplimiento en relación con las operaciones ordinarias.
Esta previsión se concreta en el artículo 16, que prevé la constitución de una
reserva especial para hacer frente a las posibles pérdidas y en el párrafo 2 del
propio artículo 17, que establece un orden de prelación de los recursos a tal
efecto. Según este orden de prelación, cuando se trata de cubrir las pérdidas
del BERD, los recursos del artículo 17.1, los ingresos obtenidos y el fondo de
reserva del artículo 16 tienen preferencia sobre los recursos de capital del
Banco, es decir, la reserva general, los excedentes, el capital suscrito y desem-
bolsado y, finalmente, la parte que se determine del capital exigible. Es decir,
se trata de que las pérdidas se cubran preferentemente con los recursos gene-
rados por la propia actividad del Banco, antes que acudir al desembolso del
capital.

484. I.F.I. SHIHATA, op. cit., p. 10.


485. Vid. supra., pp. 200-203.
486. Convenio BERD, art. 5.4.
487. Annual Report, 1997, p. 66.

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3. EL PRODUCTO DE LAS OPERACIONES DEL BANCO.


LA EMISIÓN DE EMPRÉSTITOS. LOS INGRESOS
DERIVADOS DE LAS OPERACIONES DE CRÉDITO

De conformidad con el artículo 13,i) de su convenio constitutivo, el BERD


tiene que ajustar su funcionamiento a sólidos principios bancarios. De forma
coherente con este principio, el artículo 7 del Convenio BERD incluye entre
los recursos ordinarios del Banco los fondos obtenidos mediante la emisión
de empréstitos (art. 7,ii) y los fondos que derivan de sus operaciones de cré-
dito. es decir, el reintegro de préstamos y garantías, el producto de la enaje-
nación de participaciones, los ingresos que generan los préstamos, garantías
y las adquisiciones de participaciones (art. 7, iii y iv) y cualquier otro que no
forme parte de los recursos de los fondos especiales (art. 7,v). Siguiendo el
orden del mencionado precepto, se considerará primero el recurso a la emi-
sión de empréstitos y, seguidamente, los recursos procedentes de las opera-
ciones de crédito.

3.1. La emisión de empréstitos


La emisión de empréstitos es un recurso utilizado de manera muy frecuente
por parte de las organizaciones internacionales, empezando por las propias
Naciones Unidas,488 y más concretamente, por los bancos de desarrollo. El BIRD
—a pesar de no preverlo su convenio constitutivo— y el BEI han recurrido
muchas veces a la emisión de empréstitos.489 En otras instituciones similares,
como es el caso del BAfD, el BAsD y el BID, la posibilidad de financiarse median-
te la emisión de empréstitos está ya prevista de forma expresa en los propios
convenios constitutivos.490
El BERD no ha sido la excepción en este sentido, y ha recurrido para su
financiación a la emisión de empréstitos y de obligaciones. En la redacción del
Convenio BERD se previó ya de forma expresa la facultad de emitir emprésti-
tos (artículo 20.1) y se incluyeron los fondos procedentes de los empréstitos
entre los recursos ordinarios de capital (art. 7,ii).
La emisión de empréstitos se puede considerar como una manifestación de
la autonomía de la personalidad de las organizaciones internacionales, ya que
sólo sus órganos directivos, con total independencia de los miembros, pueden
adoptar la decisión de emitirlos. Hay que recordar, en este sentido, que anti-
guamente se había considerado la emisión de empréstitos como una manifes-

488. V. ABELLÁN, El sistema financiero de las Naciones Unidas, Madrid, Tecnos, 1973, p. 15.
489. Sobre los empréstitos del BEI, cfr. R. BERMEJO, op. cit., pp. 494-495; C. Spirou, op. cit.,
p. 63
490. Convenio BAsD, art. 7,ii): convenio BAfD, art. 23; convenio BID, art. VII, seco. 1(1) y art.
II, seco. 5 (ii).

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tación de la soberanía del Estado, similar a la emisión de moneda.491 Aunque


esta visión se considera hoy día superada con respecto a los estados, mantie-
ne una cierta vigencia con respecto a las organizaciones internacionales, en la
medida en que implica una esfera de autonomía frente a los estados miembros.
El Convenio BERD participa plenamente de esta filosofía. El artículo 20 auto-
riza expresamente al Banco a tomar fondos en préstamo tanto en los países
miembros como en otros países. A estos efectos, pueden emitir empréstitos u
obligaciones sujetas a lo que se ha denominado el «doble consentimiento»:492
consentimiento del estado en el que se quieran poner en circulación («con-
sentimiento del mercado») y consentimiento del estado en la moneda del cual
se emitan («consentimiento monetario»). La necesidad de este consentimiento
no es obstáculo para el reconocimiento de autonomía al cual se ha hecho antes
referencia. De entrada, se observa que, de acuerdo con el redactado del pre-
cepto que se comenta, sólo se vincula a la condición de miembro el consenti-
miento monetario (cuando las obligaciones del Banco vayan a estar denomi-
nadas en la moneda de un miembro...), mientras que, con respecto al mercado,
se hace referencia sólo al territorio de un país, sin especificar si es miembro
o no, de dónde se desprende, en buena lógica, que no tiene por qué ser for-
zosamente un miembro del Banco. En cambio, no hay ninguna previsión espe-
cífica con respecto a una cuestión ligada normalmente al consentimiento mone-
tario, como es la posibilidad de convertir los fondos obtenidos mediante
empréstitos en la moneda de un miembro a la moneda de otro miembro.493
Más allá de esta desvinculación explícita, lo cierto es que, aunque el esta-
do al que se pidiera el consentimiento para emitir obligaciones en su merca-
do o en su moneda fuera un miembro del BERD, este consentimiento no impli-
caría una relación de control sobre el Banco, sino en todo caso, una relación
de tipo contractual. Con todo, la manifestación más clara de la autonomía del
BERD en la emisión de empréstitos se desprende del párrafo 2 del propio artí-
culo 20, que establece que cualquier título-valor emitido por el Banco —inclui-
das, por lo tanto, las obligaciones o empréstitos— tiene que indicar de mane-
ra visible a su anverso que este título —valor no es una obligación de ningún
miembro o administración.
Más allá de estos principios generales, la regulación de los empréstitos en
el Convenio BERD presenta, sin embargo, muchas lagunas: No se establecen
unas normas precisas de procedimiento, ni queda clara tampoco la competen-
cia dentro del Banco para aprobar una emisión de empréstitos. A primera vista,
el artículo 27 atribuye esta competencia al Consejo de Administración. De todos
modos, si se observa bien, esta competencia se sujeta al cumplimiento de las

491. Así, DRAGO «Les emprunts d’État et leurs rapports avec la politique internationale» RGDIP,
1907, pp. 251 ss., citado por J.J. FERREIRO LAPATZA, «Análisis jurídico de la deuda pública». RAP núm.
53, p. 147.
492. J. PISSALOUX, op. cit., p. 98.
493. J. PISSALOUX, ibid., p. 99.

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directrices emanadas de la Junta de Gobernadores. La cuestión así planteada


puede dar lugar a serios conflictos de competencias entre ambos órganos, ya
que hay que ver hasta dónde llega el «cumplimiento de las directrices» de la
Junta de Gobernadores.

3.2. El producto de las operaciones de crédito. Otros recursos


Las inversiones y las actividades de carácter bancario del BERD pueden dar
lugar a percibir remuneraciones y obtener beneficios. Los ingresos así obteni-
dos ocupan un lugar importante en la cuenta de resultados del BERD hasta el
punto de que en las últimas reuniones de la Junta General se ha planteado la
posibilidad de repartir dividendos entre los miembros del Banco. De todos
modos, estos beneficios están sujetos a la regla ya expuesta, según la cual una
institución financiera internacional de carácter público no puede repartir ganan-
cias entre sus miembros. Por lo tanto, su producto se tiene que destinar exclu-
sivamente a cubrir las eventuales pérdidas o a dotar nuevas inversiones.
Finalmente, el BERD puede, según su convenio constitutivo494 y en la línea
de otras instituciones similares,495 tomar fondos en préstamo, e invertir o depo-
sitar los fondos que no necesite para sus operaciones. Como en el caso de los
empréstitos, dichas operaciones requieren el denominado «doble consenti-
miento».

4. LA GESTIÓN DE FONDOS ESPECIALES

Junto con sus propios recursos de capital, el Convenio BERD prevé que el
Banco gestione recursos de procedencia ajena, a los cuales denomina, siguien-
do la terminología propia de las instituciones financieras internacionales,496
«fondos especiales» (special funds). La relación del Banco con estos fondos es
la de un administrador fiduciario (trustee, en la denominación anglosajona),497

494. Convenio BERD, art. 20.1, y),ii).


495. Convenio BIRD, art. IV, sec. 1ª, (iii),b); convenio CFI, art. 3, seco. 6ª; convenio BAsD, art.
21; convenio BID, art. VII, sec. 1, entre otros.
496. Así, convenio BAfD, art. 13; convenio BAsD, art. 9; convenio BID, art. III, sec.2 (aquí se
incluyen tres categorías: operaciones ordinarias, operaciones con fondos interregionales y opera-
ciones especiales); convenio BISD, art. 13.
497. La utilización del término «fideicomíso-fiduciario» (o de su equivalente anglosajón «trust-
trustee» o el francés «fiduciaire») en el contexto del Derecho internacional público resulta un tanto
problemática, ya que su sentido es diferente del que se utiliza en Derecho Civil, donde se refiere
exclusivamente al derecho de sucesiones (cfr. Arts. 781 a 786 del Código Civil y Capítulo VI, Tít.
II (arts. 426-1 a 426-59 del Código Civil de Catalunya, aprobado por Ley 10/2008, de 10 de julio).
En Derecho internacional público empezó la utilización del término a partir de los mandatos de
administración «fiduciaria» de la Sociedad de Naciones y de las Naciones Unidas, desde donde se
extendió a la administración de fondos por parte de las organizaciones internacionales económi-

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es decir, no ostenta la propiedad de los fondos sino que, en virtud de un acuer-


do con sus beneficiarios, se compromete a gestionarlos con diligencia, evitan-
do riesgos innecesarios y siempre en interés del beneficiario.498 En consecuencia,
y en los términos del artículo 10 del Convenio BERD, «deberán, en todo momen-
to y circunstancia, mantenerse, utilizarse, comprometerse, invertirse o emple-
arse de cualquier otra forma enteramente por separado» y figurar en los esta-
dos contables del Banco por separado respecto del capital y los recursos
ordinarios.
La actividad del BERD en la gestión de fondos especiales revela de forma
particularmente evidente la evolución del papel que se ha asignado a esta ins-
titución en el concierto internacional, desde los primeros proyectos relativos a
su concepción hasta su integración en el espacio público global. Así, en sus ini-
cios, la gestión de fondos especiales tenía que ser uno de los medios por los
que el BERD desarrollaría su función de coordinación de la cooperación inter-
nacional a la transición en la Europa del Este.499 En la práctica, sin embargo,
y dado que el BERD se ha visto desposeído de esta función de coordinación,
la gestión de fondos especiales implica simplemente el apoyo del Banco a ini-
ciativas de sus miembros, bien de forma individual o colectiva. Es muy elo-
cuente, en este sentido, el ejemplo de la Cuenta «Seguridad Nuclear», cuyo
establecimiento —y su gestión por el BERD— se aprobaron dentro del ámbito
del G-7,500 cuyos miembros, como es ya conocido, disfrutan de una cómoda
mayoría dentro de los órganos de decisión del Banco.
La regulación que el Convenio BERD hace de los fondos especiales se basa
en el principio de especialidad, o separación absoluta entre los recursos ordi-
narios de capital y los fondos especiales. Este principio es común a las orga-
nizaciones internacionales de carácter financiero,501 si bien en algún caso se ha
admitido alguna modulación que permite hablar más de complementariedad
que de una separación radical. Así, por ejemplo el convenio BAsD, prevé la
posibilidad de que los fondos especiales de este banco puedan recibir recur-
sos transferidos del capital desembolsado.502 Por su parte, el convenio BID esta-
blece, en su artículo IV, un «fondo para operaciones especiales» que, si bien es
autónomo respecto de los recursos ordinarios de capital, se alimenta de las

cas. Cfr. J. GOLD, «Trust Funds in International Law: The Contribution of the International Mone-
tary Fund to a Code of Principles», AJIL vol. 72 (1978), pp. 856-866, esp. pp. 856-858.
498. J. GOLD, art. cit., pp. 862-865.
499. D.R.R. DUNNETT, «The European Bank for Reconstruction and Development: A Legal Sur-
vey», CMLRev. vol. 28 (1991), pp. 571-597, en p. 587.
500. Aprobado en la cumbre del G-7 del mes de julio de 1992 un programa para mejorar la
seguridad en las centrales nucleares, el mes de febrero de 1993 el G-7 propuso que el BERD ins-
tituyera la cuenta «Seguridad Nuclear», para recoger fondos de los miembros donantes para desa-
rrollar proyectos con este objetivo. El mes de marzo de 1993, el Consejo de Administración del
Banco aprobaba las normas. Cfr. «Nuclear Safety», en la página web del BERD (http.//www.ebrd.
com/english/opera/nucsafe/spnsa01.htm
501. Convenio BAfD, arts. 8 y 10.
502. Convenio BAsD, art. 20,a.

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contribuciones que hacen los estados miembros paralelamente a la suscripción


de su cuota de capital.503
La separación entre los recursos ordinarios de capital y los fondos espe-
ciales viene establecida por el artículo 9 del Convenio BERD, el cual, utilizan-
do una fórmula común a los textos constitutivos de las instituciones financie-
ras internacionales, define ambos tipos de recursos a partir del tipo de
operaciones financiadas. Así, los recursos ordinarios financian las operaciones
ordinarias y los fondos especiales, las operaciones especiales. Planteada así la
cuestión, no es fácil establecer un criterio de distinción, ya que tanto las ope-
raciones ordinarias como las especiales se tienen que ajustar a los objetivos y
las funciones del Banco.504 No hay un criterio objetivo que permita distinguir
qué operaciones se consideran «ordinarias» y cuáles «especiales». Sin embargo,
como advierte Juillard, el sentido de la distinción entre los diferentes tipos de
fondo del Banco no se encuentra en el tipo de operaciones que se financien
con cada uno de ellos sino en la mayor flexibilidad en la gestión que permi-
ten los fondos especiales. A diferencia de los recursos ordinarios de capital,
que sólo pueden provenir de los miembros y se tienen que ajustar estricta-
mente a las modalidades de utilización que determina el convenio, los fondos
especiales pueden proceder de fuentes diferentes de los miembros y admiten
modalidades distintas de utilitzación, por ejemplo, en lo que respecta al grado
de concesionalidad.505 Esta flexibilidad tiene, por descontado, un límite, y es
el respeto a los objetivos y funciones del Banco, y más concretamente, al prin-
cipio de «sana gestión bancaria» que debe inspirar todas sus operaciones.506
El principio general enunciado por el artículo 9 del convenio BERD es desa-
rrollado por el artículo 10, que viene a concretar los efectos de esta separa-
ción de fondos. Así, el artículo 10.1 establece la obligación de utilizar, com-
prometer, invertir o utilizar siempre por separado los recursos ordinarios o los
especiales. El artículo 10.2 concreta, por su parte, que los recursos de capital
no se pueden utilizar para compensar pérdidas o cancelar obligaciones de los
fondos especiales, ni se imputarán tampoco a aquellos recursos las pérdidas o
las obligaciones que se deriven de las operaciones especiales o de otras activi-
dades para las cuales se hubieran inicialmente utilizado o comprometido recur-
sos procedentes de fondos especiales, previsión ésta que repite el artículo 18.1
de forma prácticamente literal. Este redactado se puede considerar prácticamente
una cláusula de estilo de los convenios constitutivos de las instituciones finan-
cieras internacionales, por lo que no es necesario añadir más comentarios. Con

503. Convenio BID, art. IV, sec 3, d.


504. Según el artículo 18.1 del Convenio BERD, el Banco podrá aceptar la gestión de aque-
llos fondos especiales «...que contribuyan al logro de sus objetivos y formen parte de sus fun-
ciones».
505 Generalmente, los fondos especiales son utilizados por los bancos de desarrollo para finan-
ciar determinadas operaciones en condiciones más favorables que las que ofrecen los recursos ordi-
narios. Cfr. J. SYZ, op. cit., p.126 y el artículo 19.2 del convenio BAsD.
506. P. JUILLARD, art. cit., p. 726.

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todo, es importante reseñar que las normas reguladoras de cada uno de los
fondos gestionados por el BERD contienen provisiones específicas relativas a
su autofinanciación. Así, por ejemplo el artículo 3.01 de las normas regulado-
ras del Fondo Especial de Inversiones del Báltico (Baltic Investment Special
Fund), prevé que éste se pueda financiar con el producto de las inversiones
hechas a su cargo.507 En otros casos se establecen provisiones para cubrir posi-
bles pérdidas, como es el caso del Fondo Especial para la Pequeña Empresa en
Rusia (Russia Small Business Special Fund).508 En este sentido merece una men-
ción especial el Fondo Especial para la Micro-empresa en Moldova (Moldova
Micro-business Investment Special Fund), constituido en virtud del acuerdo de
3 de septiembre de 1996 entre el Gobierno suizo y el Banco, en el que se prevé
que el Fondo se hará cargo de las pérdidas en sus propias inversiones y las
inversiones paralelas hechas por el Banco hasta un 75% de los recursos del
Fondo, mientras que lo que rebase esta cantidad será a cargo del Fondo y del
Banco a partes iguales.509 Esta norma, que sin duda tiene el objetivo de pro-
teger la integridad de este fondo, parece, a primera vista, ir en contra de la
separación entre recursos ordinarios y fondos especiales que, como se ha visto,
establece el Convenio BERD. De todos modos, hay que tener en cuenta que de
ninguna manera se hace referencia a un hipotético trasvase de recursos del
Banco al Fondo o viceversa, simplemente se trata de mantener la responsabi-
lidad conjunta del Banco y del Fondo, incluso en el supuesto que éste pierda
más del 75% de sus recursos.
Con respecto a la constitución de los fondos especiales, el redactado del
artículo 18.1 del BERD prevé que el Banco podrá aceptar la gestión de este
tipo de fondos, lo que, a primera vista, da la impresión de que éstos tendrán
que provenir siempre de terceros.510 Sin embargo, en la práctica, se han dado
los dos supuestos, es decir, la aceptación de la gestión de fondos constituidos
por terceros y la constitución de fondos por el propio Banco.
En relación con la gestión de fondos constituídos por terceros hay que hacer
una especial referencia a aquellos que tienen por objeto promover la realiza-
ción de actividades de asistencia técnica. A diferencia, por ejemplo, de la prác-
tica habitualmente seguida en el BIRD,511 el BERD no otorga préstamos para
financiar este tipo de actividades sino que acude a la constitución de fondos
procedentes tanto de los países miembros como de diversas instituciones inter-
nacionales. El 31 de diciembre de 1998 estaban constituidos 53 fondos de coo-
peración técnica, que movilizaban recursos por un valor de 595 millones de
ecus. En 2006, estaban constituidos un total de 399 fondos de cooperación téc-

507. Annual Report, 1997, p. 79.


508. Annual Report, cit., p. 81.
509. Sección 5.04 de las normas del fondo. Annual Report, cit., p. 89.
510. Así, convenio BAsD, art. 19.1.i; convenio BAfD, art. 8.1.
511. Sobre los préstamos por asistencia técnica del Banco Mundial, cfr. T. HASSAN, «Legal Aspects
of World Bank Financing. Part 2». Butterworths Journal of International Banking and Financial
Law. Septiembre 1998, pp. 347-351, p. 348.

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nica, que representaban una inversión total de 73.762.997 euros.512 En este


ámbito hay que destacar el Fondo Especial de Asistencia Técnica (Technical Coo-
peration Special Fund), constituido a raíz de la revisión de la política de coo-
peración técnica que tuvo lugar el año 1995. El mencionado fondo se alimen-
ta de recursos reembolsados de fondos de cooperación técnica previamente
asignados a operaciones del sector privado y/o de donaciones directas. Eso ha
permitido al Banco disponer de una nueva fuente de recursos para la finan-
ciación de la asistencia técnica que complementa los ya existentes y permite
aumentar su eficiencia.513
El procedimiento para la constitución de un fondo es diferente según se
trate de la aceptación de la gestión de un fondo ajeno o de la constitución de
un fondo por el propio Banco. En el primer caso, se establece un acuerdo entre
el BERD y los países o instituciones que constituyen el fondo, que se adopta
generalmente en forma simplificada, mediante un canje de notas.514 En el segun-
do, el Banco constituye el fondo y lo abre a la suscripción por parte de los
miembros, de manera similar a las suscripciones de capital: El establecimiento
del fondo es acordado por el Consejo de Administración, que aprueba, a la vez,
las normas que lo tienen que regular. La entrada en funcionamiento de estos
fondos se vincula con las aportaciones económicas que recibe, si bien no exis-
ten unas normas uniformes. Así, por ejemplo, el Fondo de Inversión en la
Pequeña Empresa en Rusia entró en funcionamiento cuando las aportaciones
de los donantes llegaron a la cantidad de tres millones de dólares.515 En cam-
bio, el Fondo Especial de Cooperación Técnica del BERD se consideró opera-
tivo una vez se hubo recibido la primera contribución.516
El hecho de que los fondos especiales se constituyan mediante un acuerdo
entre la institución correspondiente y los miembros o terceros países o enti-
dades, diferente del convenio constitutivo, ha dado pie a plantear la posibili-
dad de que estos fondos disfruten de una personalidad jurídica propia, dife-
rente de la del Banco donde se constituyen. La respuesta tiene que ser, sin
embargo, negativa, ya que es el administrador fiduciario —el Banco— y no el
fondo quien responde de las obligaciones contraídas como consecuencia de las
actividades de éste, aunque se pueda responder de estas obligaciones con cargo
al fondo mismo.517

512. Cfr. EBRD Donor Funds Programme and Official Co-financing. Mid-Year Update 2006.
Disponible en www.ebrd.com
513. Cfr. EBRD, doc. cit. y Technical Cooperation Fund Agreements (donde se detallan los fon-
dos de asistencia técnica actualmente existentes), http://www.ebrd.com/english/opera/1c/go/fund.htm
514. En este sentido cfr. Decisión del Consejo de 29 de marzo de 1994, relativa a la cele-
bración del Acuerdo, en forma de Canje de Notas, entre la Comunidad Europea y el Banco Euro-
peo de Reconstrucción y Desarrollo sobre la contribución de la Comunidad a la cuenta «seguri-
dad nuclear», DOCE núm. L 200/33, de 3.8.1994.
515. EBRD, Annual Report, 1997, p. 81.
516. EBRD, Annual Report, 1997, p. 91.
517. Esta es la práctica seguida, por ejemplo, por los fondos que gestiona el Banco Mundial

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Las normas reguladoras de los Fondos vienen establecidas por el mismo


acuerdo de constitución, cuando se trata de la gestión de fondos ajenos, o bien
son aprobadas por el Consejo de Administración, si es el mismo Banco lo que
instituye el fondo. Con todo, se ha dado también algún caso mixto, como es
la Cuenta «Seguridad Nuclear», que si bien se instituyó de forma convencional,
está regulado por unas normas aprobadas por el Consejo de Administración
del Banco.
La participación del BERD en los fondos especiales que gestiona abarca una
doble perspectiva. Por una parte, el Banco interviene en su función de admi-
nistrador fiduciario, lo cual implica la gestión diligente del fondo conforme a
los intereses de los donantes y de los beneficiarios. De la otra, participa direc-
tamente en los proyectos financiados con cargo en estos fondos, poniendo a
su disposición a su personal cualificado y otros expertos, sirviendo de vínculo
entre los donantes, los beneficiarios y todas aquellas entidades públicas o pri-
vadas que estén implicadas, y organiza las reuniones de la asamblea de con-
tribuyentes.518 En relación en los fondos especiales, por lo tanto, el BERD com-
bina sus funciones estrictamente bancarias con las de asistencia técnica.

y también por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial. Cfr. J. GOLD, art. cit., p. 864; P.M. DUPUY,
«Oú en est le droit international de l’environnement»? art. cit. p. 898. A sensu contrarío se puede
citar el caso del Fondo Europeo de Inversiones, ya que el artículo 30 de los estatutos del BEI, que
autoriza la creación, especifica que éste tendrá «personalidad jurídica y autonomía financiera»
518. Cfr. «Nuclear Safety», loc. cit.

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