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Annali di storia militare europea

Tra Marte e Astrea


Giustizia e giurisdizione
militare nell’Europa
della prima età moderna
(secc. XVI-XVIII)
a cura di
Davide Maffi

FRANCOANGELI
Il volume è stato pubblicato con un contributo del Dipartimento di Scienze Storico-So-
ciali, Filosofiche e della Formazione dell’Università degli Studi di Siena.

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Indice

Introduzione. Tra Marte e Astrea. Giustizia e giurisdizione militare


nell’Europa della prima età moderna (secc. XVI-XVIII), Davide
Maffi pag. 7

Military Justice in Early Modern Europe, Christopher Storrs » 11

Early Modern German Military Justice, Peter H. Wilson » 43

La superintendencia de la justicia militar: establecimiento y


evolución inicial en el ejército de Flandes (1594-1622), Alicia
Esteban Estríngana » 87

Justicia y gobierno en las galeras de Felipe III, Manuel Lomas


Cortés » 125

Crimini e punizioni: i descritti nelle sentenze dei tribunali toscani


del Cinquecento, Giuseppe Vittorio Parigino » 153

Un conflitto giurisdizionale: il ruolo della giustizia militare e le


relazioni coi civili nella Milano spagnola, 1550-1700, Davide
Maffi » 201

5
Lavori in corso

Al servicio del rey. Reclutamiento y transporte de soldados


italianos a España para luchar en la Guerra contra Portugal
(1640-1668), Antonio José Rodríguez Hernández pag. 229

6
Al servicio del rey. Reclutamiento y transporte de
soldados italianos a España para luchar en la
Guerra contra Portugal (1640-1668)
Antonio José Rodríguez Hernández∗

El largo conflicto entre españoles y portugueses denominado Guerra de Portu-


gal, o Guerra de Restauración (1640-1668), no fue una guerra fronteriza más.
Aunque durante las décadas de 1640 y 1650 así lo pareciera debido a la escasez
de grandes operaciones militares entre ambos bandos, a finales de esta última dé-
cada las cosas cambiaron a raíz de toda una serie de acontecimientos políticos. En
1659, con la Paz de los Pirineos, España cerró todos sus frentes bélicos en Euro-
pa, lo que la permitió concentrarse e intentar recuperar Portugal. A partir de 1660
empezaron a llegar a Andalucía importantes contingentes de tropas extranjeras
provenientes de Italia, ante las nuevas reclutas realizadas allí y en Alemania para
el ejército de Extremadura, siendo el contingente más importante el formado por
las tropas que se desmovilizaban del ejército de Milán. Hasta ese momento el
frente portugués había sido un frente secundario, por lo que en él apenas había
profesionales, sino milicianos. La poca eficacia de estas tropas para la realización
de operaciones bélicas a gran escala y en territorio enemigo, hicieron que el Con-
sejo de Guerra se replanteara la situación. Se necesitaban soldados profesionales
en gran cantidad, los cuales debían buscarse en Castilla, pero también fuera, tanto
en las posesiones italianas de la monarquía como en el resto de Europa1.


UNED, Madrid. Abreviaturas utilizadas: AGS=Archivo General de Simancas,
GA=Guerra Antigua, E=Estado, CMC=Contaduría Mayor de Cuentas, SP=Secretarias Provin-
ciales, AHN=Archivo Histórico Nacional (Madrid), BN=Biblioteca Nacional (Madrid),
Leg.=Legajo, Ms.=Manuscrito.
1
A. J. Rodríguez Hernández y P. Rodríguez Rebollo, Entre la guerra y la paz: La Guerra
de Restauración portuguesa en Extremadura y las negociaciones de paz con Portugal (1640-
1668), en Iberismo. Las relaciones entre España y Portugal. Historia y tiempo actual, Llerena,
2007, pp. 141-154.

229
Antonio José Rodríguez Hernández

El motivo que explica los esfuerzos de la Monarquía Hispánica por en-


contrar soldados en Italia, pese al coste de su embarque, es que siempre
estuvo presente la idea de la expatriación militar, que suponía que un solda-
do era más eficaz cuanto más lejos estaba de su lugar de origen, ya que su
combatividad, fidelidad y permanencia serían mayores, intentándose evitar
así la lacra de las deserciones, más fáciles si se tenía cerca su hogar2. Con la
medida también se pretendía elevar la experiencia de los soldados y oficiales
que luchaban en la frontera, incorporando unidades veteranas de los grandes
ejércitos europeos.
Los italianos eran junto con los españoles la nación más apreciada por el
alto mando español3, que especialmente confiaba en ellos cuando luchaban en
el ejército de Flandes4. Aunque los italianos habían combatido junto con los
españoles en los Países Bajos desde las últimas décadas del siglo XVI5, no
comenzaron a servir en la península como soldados de una manera prolongada
hasta finales de la década de 1630, ya que hasta ese momento no había sido
necesaria la presencia de grandes ejércitos de campaña. Durante la década de
1640 la península se consolidará como su principal destino, ante la mayor fa-
cilidad de transporte, ya que la ruta de comunicación terrestre a Flandes quedó
virtualmente cortada, por lo que desde ese momento los italianos debían en-
viarse por mar a Flandes, haciendo escala en España, un largo y duro viaje
que podía costar la vida a muchos6. A partir de finales de la década de 1630

2
G. Parker, El ejército de Flandes y el Camino Español 1567-1659, Madrid, 1991, pp. 66-
67. (primera edición en inglés en 1972, con el título: The Army of Flanders and the Spanish
Road, 1567-1659: The logistics of Spanish Victory and Defeat in the Low Countries Wars,
Cambridge, 1972).
3
Una buena reflexión sobre el tema la podemos ver en: L. Ribot, Las Naciones en el Ejér-
cito de los Austrias, en A. Álvarez-Ossorio y B. García García (eds.), La Monarquía de las Na-
ciones. Patria, nación y naturaleza en la Monarquía de España, Madrid, 2004, pp. 653-677.
4
El Consejo de Estado decía de españoles e italianos en 1648: «pues son estas dos naciones
los fundamentos de aquel exercito (de Flandes)». AGS, E, Flandes Leg. 2.068. El Conde de
Fuensaldaña decía en 1654: «españoles y italianos es la fuerza deste exercito para dentro y fue-
ra del país». Carta del Conde de Fuensaldaña, Bruselas, 26 de enero 1654. AGS, E, Flandes
Leg. 2.083.
5
Según Parker, los primeros italianos llegaron a Flandes hacia 1580: Parker, El ejército de
Flandes y el Camino Español, cit., Apéndices A y C, pp. 321-322 y 328-329.
6
Para saber más sobre el reclutamiento de italianos para Flandes ver: A.J. Rodríguez
Hernández, España, Flandes y la Guerra de Devolución (1667-1668). Guerra, reclutamiento y
movilización para el mantenimiento de los Países Bajos españoles, Madrid, 2007, especialmen-
te pp. 138-144, y también: D. Maffi, Cacciatori di Gloria. La presenza degli italiani
nell’esercito di Fiandre (1621-1700), en «Guerra e pace in età moderna. Annali di storia milita-
re europea», 1 (2008), pp. 73-104.

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Al servicio del rey

las tropas italianas empezarán a estar presentes el Cataluña, presencia que


continuará hasta la muerte de Carlos II7.
Los primeros italianos que lucharon en Extremadura llegaron en 1643.
Según los datos aportados por Lorraine White, en la muestra de enero de ese
año había 1.271 italianos dentro del ejército8. En la muestra del mes de
mayo en el ejército estaban presentes dos Tercios de infantería napolitana,
los de don Francisco Carrafa y don Juan Bautista Pignatelli, que en total
contaban con 1.398 plazas. En el ejército también había 9 compañías sueltas
de caballería napolitana, con 52 oficiales y 328 jinetes, a cargo del comisa-
rio general Marcelo Filomarino9. En la batalla de Montijo, mayo 1644, uno
de los escuadrones de infantería de la primera línea estaba compuesto por
las tropas italianas lideradas por Pignatelli, como podemos advertir en la re-
presentación contemporánea de la batalla realizada para el Atlas del Mar-
qués de Heliche10. Su presencia se difumina durante los años siguientes ha-
sta 1647, fecha en la que de nuevo podemos constatar un contingente de
1.076 italianos en Extremadura11. Pese a estas cantidades lo cierto es que los
italianos no durarán demasiado en la frontera extremeña, ya que continua-
mente serán llamados a acudir a Cataluña, al ser este el conflicto peninsular
prioritario. A finales de 1649 se ordenó que de las tres compañías napolita-
nas que se mantenían en el ejército sólo se conservase una con 80 hombres,
signo evidente de la falta de reemplazos y del desgaste de estas tropas12. De
esta manera, en la muestra del ejército de mayo de 1654 podemos ver que
sólo quedaba una compañía de napolitanos agregados a un Tercio español,
que contaba únicamente con 25 hombres13. A pesar de su estado, la com-
pañía se mantuvo en el ejército durante los años siguientes, ante la carencia

7
A. Espino López, Las tropas italianas en la defensa de Cataluña, 1665-1698, en «Investi-
gaciones Históricas», 18 (1998), pp. 51-74.
8
L. White, War and government in a Castilian province: Extremadura 1640-1668, Tesis docto-
ral inédita de la Universidad de East Anglia, 1985, tabla 8.2, pp. 495-497.
9
S. Estébanez Calderón, De la conquista y pérdida de Portugal, volumen I, Madrid, 1885.
Reedición en: S. Estébanez Calderón, Obras completas, volumen II, Madrid, 1955, Apéndice E,
pp. 84-86.
10
Plano del Reencuentro de Montijo, original realizado hacia 1655. R. Sánchez Rubio, I.
Testón Núñez y C. M. Sánchez Rubio, Imágenes de un Imperio Perdido. El atlas del Marqués de
Heliche, Badajoz, 2004.
11
White, War and government, cit., tabla 8.2, pp. 495-497.
12
Carta del Consejo de Guerra al Marqués de Leganés, Gobernador del ejército de Extre-
madura, 19 de diciembre 1649. AGS, GA, Libro Registro 216 f. 19. Relación de lo que se pue-
de reformar en la frontera de Extremadura, 1649. AGS, GA, Leg. 1.717.
13
Muestra del ejército de Extremadura, mayo 1654. AGS, GA, Leg. 1.911.

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Antonio José Rodríguez Hernández

de soldados profesionales para la defensa de las fortificaciones que rodeaban


la plaza de Badajoz14.
Con la reactivación del frente portugués, en 1657 se enviará a Extrema-
dura a todos los Tercios de infantería de la Armada que estaban alojados en
Andalucía, entre los que fue el Tercio napolitano que en esos momentos di-
rigía Fabricio Rossi, que aunque contaba con buenos soldados y oficiales,
muy veteranos, tenía en sus dos compañías sólo 45 hombres15. Pese a la
anecdótica presencia de esta unidad durante las campañas de 1657-58, la
masiva llegada de italianos no se producirá hasta 1660, cuando la Paz de los
Pirineos acabe con los duros enfrentamientos que había en Milán durante los
años anteriores. La paz significó la posibilidad de desmovilizar el ejército de
Milán, que se había reforzado notablemente durante los años anteriores,
además de que toda Italia pudiera aportar hombres y recursos a la guerra de
Extremadura16.
Para conocer mejor los contingentes italianos que lucharon en España, lo
primero y fundamental es reconstruir su llegada a España, algo sólo posible
tras una ardua labor de archivo, ante la carencia de bibliografía sobre el tema.
A través de los informes de reclutamiento, embarques de tropas y otras múlti-
ples relaciones podemos conocer bien la venida de las tropas italianas para
luchar en el los conflictos de la península ibérica. Para diferenciar mejor las
llegadas, hemos dividido éstas según orígenes y periodos.

1. La desmovilización del Ejército de Milán (1660-1661)


La Paz de los Pirineos (1659) permitió a España la posibilidad de poder
reunir más tropas profesionales para la empresa de Portugal, muchas de las
cuales pudieron llegar de otros ejércitos que empezaban a suprimirse ante el
final de la contienda, como los de Cataluña, Milán o Flandes. Tras el final del
conflicto en Europa, la masiva llegada de tropas italianas no tardó en produ-
cirse, y en 1660 advertimos las primeras expediciones navales. Para suprimir
costes, el ejército de Milán debía quedar reducido y reajustado, a tenor de las
necesidades económicas y del enorme gasto que suponía, tanto para la región
lombarda como para las arcas españolas, napolitanas y sicilianas que sufraga-

14
Carta del Consejo de Guerra al Duque de San Germán, 23 de noviembre 1655. AGS, GA,
Libro 250 f. 103v.
15
Muestra del ejército de Extremadura, julio 1655. AGS, GA, Leg. 1.896.
16
Consulta del Consejo de Estado, 22 de febrero 1660. Consulta de la Junta de Estado, 8 de
marzo 1660. AGS, E, Leg. 3.378.

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Al servicio del rey

ban parte de los costes del mismo17. Sin riesgos aparentes en el horizonte, y
con la necesidad de formar prácticamente de la nada un ejército en la frontera
portuguesa profesional, eficiente y de naciones, el ejército de Milán debía ser
reducido hasta los 4.000 infantes y 2.000 caballos, a parte de las guarniciones
de los castillos. Dentro de la infantería, los que debían quedarse en Lombardía
eran las tropas más fiables y las que en aquellas latitudes eran más difíciles de
conseguir: fundamentalmente los españoles. Éstos se verían acompañados por
2.000 plazas de caballería, de alta calidad y veterana, tanto de la caballería del
Estado, como de efectivos alemanes, napolitanos y borgoñones que formaban
parte de las unidades montadas del ejército18. El reajuste hacia esta cifra fue
rápido. De febrero de 1660 a mayo las bajas de las tropas no fueron cubier-
tas19, y en septiembre se embarcaron los primeros hombres para España, tres
Tercios de infantería lombarda junto con otros tres regimientos alemanes, y un
pequeño grupo de españoles, todos ellos veteranos fogueados durante los úl-
timos y duros años del conflicto20. Los primeros en partir desde el puerto de
Finale fueron los Tercios de Francesco Gattinara (Marqués de Sartirana), Jo-
seph Fossan (Giuseppe Fossani) y Antonio Trotto, que contaban con 2.139
plazas de infantería lombarda, transportados a España en las galeras de las
escuadras de Génova, Nápoles y Sicilia, y en navíos particulares fletados para
la ocasión21. El transporte fue algo accidentado, y cerca de Cádiz dos de los
galeones, en los que venía embarcada parte de la infantería, se hundieron al
llegar a la bahía un recio temporal. De las 3.700 plazas que más o menos se

17
D. Maffi, La Cittadella in Armi. Esercito, società e finanza nella Lombardia di Carlo II
1660-1700, Milán, 2010, pp. 17 y ss.; L. Ribot García, Milán, Plaza de Armas de la Monar-
quía, en «Investigaciones Históricas», 10 (1990), pp. 221-223.
18
Consulta del Consejo de Estado, 22 de febrero 1660. Junta de Estado, 8 de marzo 1660.
AGS, E, Milán Leg. 3.377 f. 5 y 19. Copia de la carta de su majestad para el Conde de Fuensal-
daña, Madrid, 27 de marzo 1660. AGS, E, Milán Leg. 3.378 f. 262. Al final esto terminó ocur-
riendo, y ya en el verano de 1661 el ejército quedó reducido a 3.322 infantes y 2.019 caballos.
Muestras del ejército de junio y julio 1661. Carta del Duque de Sermoneta, Milán, 6 de mayo
1661. AGS, E, Milán Leg. 3.378 f. 245-246 y 88. De hecho el Duque de Sermoneta, apoyando
esta medida de dejar prácticamente sólo infantería española, decía: «Que los lombardos en
tiempo de paz solo sirven para destruir el país, sólo de españoles y napolitanos se puede fiar».
19
Resumen de la muestra que se tomó a la infantería y caballería en 24 de febrero 1660.
AGS, E, Milán Leg. 3.377 f. 19. También sobre la reducción de los efectivos del ejército de
Milán: Maffi, La Cittadella in Armi., cit., pp. 46-47.
20
Sobre la guerra en el milanesado durante la década precedente: D. Maffi, Il Baluardo del-
la Corona. Guerre, esercito, finanze e societá nella Lombardia seicentesca (1630-1660), Flo-
rencia, 2007.
21
Relación de los oficiales y soldados de los infrascritos seis Tercios y regimientos que pa-
san a servir a España, 17 de agosto 1660. Relación de la muestra que se ha pasado en el hospital
de la Marina, 11 de septiembre 1660. Mapa para la embarcación de la infantería, 10 de sep-
tiembre 1660. AGS, E, Leg. 3.377.

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Antonio José Rodríguez Hernández

juzgaba que traían la expedición sólo se había pasado muestra a 2.978, por lo
que se juzgaba que cerca de 700 hombres habían perecido ahogados, aunque
en este caso la peor parte se la llevaron los alemanes22. Para que los hombres
descansasen, se determinó que las tropas se acuartelasen en Andalucía durante
todo el invierno, para que al comienzo de la campaña siguiente pudieran pasar
a Extremadura a luchar contra los portugueses23.
La desmovilización del ejército de Milán continuó durante 1661, hasta el pun-
to de que su infantería quedó reducida a las unidades españolas y otros pequeños
contingentes de soldados irlandeses y borgoñones, mientras que su caballería
quedó en la mitad que dos años antes. La expedición naval de mayo de ese año
llevó a España desde el puerto de Finale otros dos Tercios de infantería napolitana
de aquel ejército, los del Marqués de Torrecuso y Carlos Tuffo, con unas 1.508
plazas, además de otros dos regimientos alemanes, 1.351 plazas de caballería sin
un pie – organización – de nación fija, siendo fundamentalmente italianos, alema-
nes, borgoñones y españoles, algo que concuerda con los orígenes de los apellidos
de los capitanes24, y 71 especialistas para la artillería, de varias nacionalidades, la
mayoría de origen italiano. En total se embarcaban 4.244 personas – 2.449 de in-
fantería y 1.317 de caballería, 71 de artillería y 407 entre mujeres y niños –, aun-
que desconocemos el origen nacional de las familias25. Todos fueron embarcados
en 6 navíos 2 polancas y 1 saetía, además de en 6 galeras que conducía el Duque
de Tursis. Los navíos llegaron a Cádiz el 19 de junio, mientras que las galeras lo
hicieron al día siguiente. Aunque algunos hombres debieron desembarcar, la
mayoría de las tropas pasaron a Sevilla por el río el día 25 de junio en los mismos
22
Consulta del Consejo de Guerra, 29 de noviembre 1660. AGS, GA, Leg. 1.956. Minuta
del Consejo de Estado al gobernador de Milán, Madrid, 5 de diciembre 1660. AGS, E, Milán,
Leg. 3.461 f. 173.
23
Carta del Consejo de Guerra al Duque de San Germán, Capitán General del ejército de
Extremadura, Madrid, 27 de mayo 1660. AGS, GA, Libro 268 f. 79. Consulta del Consejo de
Guerra, 18 de febrero 1661. AGS, GA, Leg. 1.996.
24
Sobre la complicada reforma de la caballería: AGS, E, Leg. 3.378 f. 260, 272, 278-282 y
284. Finalmente los desmontados pasaron a España organizados en 5 compañías de las del
Estado, 4 de las de Nápoles, 3 de borgoñones y 4 sacadas de los regimientos alemanes reforma-
dos: Relación del número de los soldados en que quedan los infrascritas compañías de caballos
que pasan a España según la muestra que se les ha pasado en 12 de julio 1660. AGS, E, Leg.
3.378 f. 286.
25
Consulta del Consejo de Estado, 19 de julio 1661. Relación de los oficiales y soldados
que están alojados para pasar a España, 28 de abril 1661. Relación de los oficiales y soldados
que se han presentado en la muestra tomada en el Finale, 10 de mayo 1661. Relación de la
muestra que se ha tomado a la gente que pasa a España, mayo 1661. Relación de los víveres,
bastimentos, municiones que se han embarcado, 12 de mayo 1661. AGS, E, Leg. 3.378. Rela-
ción de los oficiales y demás gente que en virtud de orden del Duque de Sermoneta van a servir
a España, 30 de junio 1660. AGS, SP Leg. 1.862 f. 242. Carta del Consejo de Guerra al Duque
de Medinaceli, 25 de mayo 1661. AGS, GA, Libro 268 f. 190v.

234
Al servicio del rey

navíos, para agilizar su paso y a la vez limitar las deserciones26. El 19 de julio el


Tercio del Marqués de Torrecuso había llegado a Alburquerque, en Extremadura.
Aunque había hecho el trayecto en muy poco tiempo, los calores del verano hicie-
ron que más de 60 hombres se quedaran enfermos por el camino27.

2. Las primeras llegadas al frente desde Nápoles (1660-63)


El reino de Nápoles también contribuyó a este despliegue de medios con di-
rección a la península, tanto con dinero para financiar el transporte de las tropas
sacadas de Milán, como con pertrechos, unidades navales y hombres. De hecho
los primeros italianos que llegaron a la península fueron los napolitanos de la
nueva leva realizada en el reino desde finales de 1659, algo que no fue fácil ante
la reciente epidemia de peste acaecida en 165628. Junto con estos bisoños, se
debían transportar cerca de 1.000 alemanes que el virrey de Nápoles reclutaba en
el Imperio a cargo de las arcas del reino, y que llegaron al reino vía Trieste. En
este caso el envío quedó a cargo de la escuadra contratada por asiento del Príncipe
de Montesarchio, que a principios de año se empezó a formar en Nápoles a cargo
de este noble, comprando el príncipe los navíos y pertrechos necesarios para for-
marla29. En la primavera ya tenía bajo sus órdenes seis navíos de porte y un pata-
che, aunque en España hubo quejas en cuanto a la calidad de los barcos contrata-
dos y a su tonelaje. Hacia el mes de julio la expedición partió de Nápoles con
otros cuatro navíos fletados para el transporte, tanto de las tropas como de grano y
otros materiales que se despachaban a España (remos para las galeras, pólvora y
cuerda). Aunque el Conde de Peñaranda, a la sazón Virrey de Nápoles, avisaba en
sus escritos del reclutamiento y embarque de más de 1.500 napolitanos – coman-
dados por Manuel Carrafa (Emanuele Carrafa), que ya había servido antes al
mando de una unidad napolitana en Cataluña –, lo cierto es que no debieron ser

26
Relación de los oficiales de primera plana y soldados que han pasado muestra en 23 junio
de 1661 en el sitio de Bonanza a bordo de las embarcaciones que pasan a Sevilla, Cádiz, 30 de ju-
nio 1661. Consulta del Consejo de Guerra, 13 de julio 1661. AGS, GA, Leg. 1.980. Relación de la
gente que ha venido de Milán a servir a Extremadura en la artillería del ejército, 27 de julio 1661.
AGS, GA, Leg. 1.998. Gaceta nueva (Impresa), nº7, hasta mediado el mes de mayo de 1661. Ga-
ceta nueva, nº8, hasta 25 de junio de 1661. Biblioteca Nacional, Madrid, MS. 2.388 f. 169 y 173-
175.
27
Carta de don Juan de Austria, Arronches, 19 de julio 1661. Certificación de la gente que
tiene el Tercio del Marqués de Torrecuso, hecha por su Sargento Mayor, Alburquerque, julio
1661, en italiano. AGS, GA, Leg. 1.980.
28
Carta del Conde de Peñaranda, Nápoles, 14 de octubre 1659. AGS, E, Nápoles, Leg.
3.283 f. 10.
29
Consultas del Consejo de Estado, 28 y 29 de enero 1660. Carta del Conde de Peñaranda,
Nápoles, 14 de diciembre 1659. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.283 f. 63, 64 y 65.

235
Antonio José Rodríguez Hernández

tantos30. A principios de agosto la escuadra llegaba a la bahía de Cádiz, desem-


barcando el Tercio napolitano en Gibraltar, el cual llevaba en sus 16 compañías
118 oficiales y 1.201 soldados31. El viaje fue largo y algo turbulento. El 30 de ju-
nio la expedición llegó a Barcelona, pero no quedaban bastimentos suficientes pa-
ra completar la travesía, ya que sólo se habían proveído los necesarios para dos
meses, por lo que allí hubo que conseguir más. En su singladura localizaron dos
navíos ingleses, llegando a apresar a uno de ellos que fue hundido32. Pese a lo
ocurrido, la escuadra llegó intacta a la bahía de Cádiz, pudiéndose alojar las tro-
pas sin problemas en Andalucía durante los meses siguientes, antes de emprender
su marcha hacía Extremadura33.
Muy poco tiempo después de la llegada de las primeras tropas italianas, Ma-
drid requirió que las levas continuasen tanto en Milán como en Nápoles. Como
afirmaba la Orden Real, en esos momentos Felipe IV consideraba que la prioridad
de la monarquía era la “recuperación” de Portugal, por lo que los Tercios italianos
que habían llegado a España debían ser reclutados para reemplazar sus bajas:
«porque sin esta providencia es cierto que se desharán, y se malograría el fru-
to que de ellos se espera». Se cursaron las órdenes, enviándose a Milán al Conde
Antonio Trotti – que acababa de llegar a la península conduciendo su Tercio – pa-
ra que allí se encargase directamente del reclutamiento, ya que con su asistencia
se conseguiría con mayor facilidad la leva, mientras que desde Nápoles el virrey
buscaría los medios para sufragar los gastos34. En este último reino se encontraba
el Maestre de Campo Fabrizio Rossi reclutando el Tercio viejo de napolitanos de
la Armada. La unidad, que como vimos participó en las operaciones militares ex-
tremeñas de finales de la década de 1650, estaba en cuadro, por lo que ya a finales
de 1656 se aceptó la oferta de su Maestre de Campo para reconstruirle, gracias a
que ofrecía levantar 400 hombres a su costa. Pese a los contratiempos, tras la
campaña de Elvas (1659) Rossi pudo volver a Nápoles a realizar su recluta. Pero
en enero de 1661 la Junta de Armadas se hacía eco de su petición de que el virrey

30
Cartas del Conde de Peñaranda, Nápoles, 1 de marzo, 26 de abril y 22 de mayo 1660.
Consultas del Consejo de Estado, 22 de junio, 15 de julio y 27 de agosto 1660. AGS, E, Nápo-
les, Leg. 3.283 f. 76, 98, 122, 97, 106 y 120.
31
Relación de los oficiales y soldados del Tercio de infantería italiana del Maestre de Cam-
po don Manuel Carrafa, Gibraltar, 1 de agosto 1660. AGS, GA, Leg. 1.955. Carta del Príncipe
de Montesarchio, Cádiz, 13 de agosto 1660. Relación de la infantería que se ha presentado…,
Gibraltar, 1 de agosto 1660. AGS, GA, Leg. 3.439.
32
Orden Real, Madrid, 10 de julio 1660. AGS, GA, Leg. 1.969. Carta del Consejo de Guer-
ra al Príncipe de Montesarchio, tras carta de éste del 1 de julio, Madrid, 19 de julio 1660. AGS,
GA, Libro 268 f. 104v.
33
Carta del Consejo de Guerra al Conde de Villahumbrosa, Asistente de la ciudad de Sevil-
la, 29 de octubre 1660. AGS, GA, Libro 268 f. 133v.
34
Orden Real, Madrid, 28 de octubre 1660. AGS, E, Nápoles Leg. 3.283 f. 191.

236
Al servicio del rey

de Nápoles le consignara su sueldo, ya que la recluta le estaba llevando más tiem-


po del previsto, ante el contagio de peste ocurrido hacía poco, por lo que necesi-
taba algún fondo extra para acelerar el enganche35.
Esta recluta tardó más de lo previsto, y realmente los napolitanos que lle-
garon a la península durante ese año fueron reclutados por el virrey, llegando
a España de distinta manera. En la primavera, una compañía de infantería na-
politana se incorporó al ejército de Extremadura después de darse orden para
que abandonara los navíos de la escuadra de asiento del Príncipe de Monte-
sarchio, ya que había venido en ellos como guarnición extraordinaria36.
Además, durante el verano de 1661 llegaron desde Nápoles varias compañías
de infantería, levantadas para reclutar el Tercio de don Manuel Carrafa, aun-
que no sabemos su cuantía total. Estas tropas se embarcaron en tres de las ga-
leras del reino y un navío mercante particular fletado para la ocasión, con ór-
denes de llevar el dinero necesario para pagar a las tropas de los presidios de
la Toscana, y después dirigirse a la península vía Cataluña, hasta llegar a Cá-
diz, en donde debían desembarcar las tropas, pasando previamente por Carta-
gena, en donde debía apearse el Duque de Lenuchi, hijo del Conde de Con-
versano, que iba preso. La calidad de la tropa era tan sospechosa que se or-
denó al Marqués de Bayona que ningún italiano subiese a la Galera patrona,
en donde sólo debían ir españoles custodiando al preso, ya que el virrey
Peñaranda no se fiaba de la infantería napolitana que se transportaba. De he-
cho, ésta iba desarmada, siendo la mayor parte de los reclutas bandidos, fora-
jidos y delincuentes37.
Entre finales de ese año y comienzos del siguiente (1662) llegaron a la
península varios navíos de la Armada transportando la recluta que Fabrizio
Rossi había hecho en Nápoles para el Tercio viejo de la Armada. La unidad
quedó en Cádiz para reforzar el presidió, aunque en abril se la ordenó que
abandonase sus cuarteles y se desplazara a Extremadura38. En mayo se creía
que el Tercio traería cerca de 250 infantes39, aunque al final al llegar a Bada-
joz no llevaba más que 108 hombres, ya que se había deshecho por el camino

35
Junta de Armadas, 25 de enero 1661. AGS, GA, Leg. 3.444.
36
No sabemos la fuerza de esta compañía, aunque debía estar muy mermada. Su capitán,
mientras tanto, había ido a la corte a pretender, en donde quedó convaleciente sin poder retomar
el mando de sus hombres. Orden del Consejo de Guerra, 3 de mayo 1661. AGS, GA, Libro 268
f. 179.
37
Instrucción que se dio al Marqués de Bayona, Nápoles, 9 de julio 1661. AGS, E, Nápo-
les, Leg. 3.286 f. 146. Instrucción para los capitanes que fuesen de guarda con el Duque de
Lenuchi, sin fecha. AGS, SP Leg. 30.
38
Orden Real, Madrid, 3 de abril 1662. AGS, GA, Leg. 2.020. Junta de Armadas, 23 de ju-
nio 1662. AGS, GA, Leg. 3.449.
39
Carta de don Juan de Austria, Badajoz, 7 de mayo 1662. AGS, GA, Leg. 2.000.

237
Antonio José Rodríguez Hernández

ante la falta de socorros40. Al final la unidad pudo en parte recobrarse, ya que


tras la campaña, en la muestra de octubre de ese año, mantenía en sus 6 com-
pañías 255 plazas de oficiales y soldados41.
Las levas continuaron en Nápoles, y a finales de 1661 se enviaron desde
España a dos experimentados oficiales napolitanos con amplios servicios, para
que cada uno se hiciese cargo de la recluta de un Tercio de 500 hombres. Uno
de ellos era el capitán de caballos don Camillo Dura42, mientras que el otro era
el Teniente de Maestro de Campo General don Paolo Gualtieri43. El envío de
estos sujetos era un claro intento del Consejo de Guerra para que los siguien-
tes Tercios que salieran del reino fueran bajo la dirección de militares vetera-
nos. A su llegada a Nápoles los militares fueron asistidos por el Virrey, del
que recibieron dinero y ayuda para comenzar la recluta, que se terminó en
unos meses, ya que el 15 de abril las dos nuevas unidades fueron embarcadas
en las cuatro galeras del reino y otras cuatro de la escuadra de Sicilia. En total
ambos Tercios llevaban 1.000 infantes, teniendo cada uno 7 compañías. El
único problema fue el surgido entre el Consejo de Estado y el virrey Peñaran-
da con motivo del uso de los despachos enviados, ya que éste había hecho ca-
so omiso a las órdenes. De hecho enviaba a España dos Tercios, uno de ellos
bajo el mando de un sujeto que no había sido aprobado por el Consejo de
Estado. Camilo Dura se embarcó al mando de un Tercio, dándose el otro – sin
seguir las órdenes previas –, a Andrea Coppola, hijo del Duque de Canzano.
El motivo era que éste joven noble había estado inmerso en cierto disgusto en-
tre su familia y otro de los grandes linajes del reino, el del Marqués de Fu-
scaldo. Todo había surgido debido a un frustrado matrimonio. Lo más conve-
niente era que éste joven noble saliera del reino con otros mozos camaradas
suyos, para así evitar percances y disgustos, de ahí que ocupara el puesto de

40
Consulta del Consejo de Guerra, 1 de junio 1662. Carta de don Juan de Austria, Jurome-
nha, 26 de mayo 1662. AGS, GA, Leg. 2.000.
41
Muestra pasada al ejército de Extremadura en sus cuarteles, 26-28 octubre 1662. AGS,
GA, Leg. 2.006.
42
Hasta ese momento había servido en la caballería del ejército de Cataluña: Carta de don
Diego Sarmiento a don Blasco de Loyola, Madrid, 8 de enero 1661. AGS, GA, Leg. 1.933.
43
En 1664 este había servido durante 28 años, 6 meses y 20 días en Milán, Cataluña, Nápoles
(durante la recluta de su unidad) y la Armada del Mar océano, habiendo empezado sus servicios
como soldado, para pasar a ser sargento, alférez, capitán de infantería napolitana, Sargento Mayor,
Teniente de Maestre de Campo General y Maestre de Campo. Con valentía se había destacado en
numerosas acciones bélicas, peleado fundamentalmente en el Estado de Milán en más de 24 oca-
siones desde el combate de Tornavento –como él señalaba– además de destacarse en la defensa de
Valencia de Poo, y participar en los sitios de Barcelona y Gerona: Consulta del Consejo de Guer-
ra, 26 de noviembre 1664. Resumen de las relaciones de servicios de los sujetos que han concurri-
do a la pretensión del Tercio de infantería napolitana. AGS, GA, Leg. 3.465.

238
Al servicio del rey

Gualteri, que recibió cumplida satisfacción de lo gastado hasta el momento44.


El Consejo amonestó al Virrey por su decisión, al recaer el mando de una
nueva unidad en un jovenzuelo sin experiencia, haciéndole saber «que siem-
pre los Tercios se proveen en gente de primera calidad, aceptación y séquito,
o en soldados de conocido valor y servicios, y que los provea así en adelante».
A pesar de todo el Rey aprobó el cambio, ya que a fin de cuentas Coppola era
hijo de un noble principal del reino, y su padre, el Duque de Canzano, había
servido destacadamente a la Corona, por lo que la concesión se haría teniendo
en cuenta los servicios realizados por éste último45.
Estos italianos eran bisoños, por lo que en un primer momento el Consejo de
Estado planteó que la mitad de ellos – 500 efectivos –, de camino a Cádiz se
quedaran en Cataluña, para allí ser intercambiados por el mismo número de ve-
teranos. Pero en este caso tanto el Consejo como don Juan de Austria decidieron
que la medida demoraría demasiado la llegada de refuerzos, de ahí que no se
realizara46. Las tropas desembarcaron de ocho galeras de las escuadras de Sici-
lia y Nápoles el 14 de junio en Sevilla, al remontar el Guadalquivir para adelan-
tar su transporte47. Los dos nuevos Tercios mandados por Camilo Dura y An-
drea Coppola llegaron a Badajoz en pleno mes de julio, tarde para ser útiles du-
rante la campaña veraniega. Además, durante las marchas, debido al calor,
habían dejado numerosos enfermos por el camino, además de otros tantos que
dejaron en Sevilla tras desembarcar, a los que se esperaba ir recuperando con el
paso del tiempo. A su llegada a Badajoz ambas unidades habían perdido por lo
menos una tercera parte de sus efectivos48, y ya en la muestra pasada en octubre
de ese año, el Tercio de Camilo Dura mantenía 258 plazas en sus 7 compañías,
mientras que el de Andrea Coppola 285 en sus 7 compañías, por lo que pocos
meses después de su llegada, y sin llegar a entablar combate, los dos Tercios
tenían poco más de la mitad de los hombres con los que habían desembarcado49.
Las levas en toda Italia continuaron durante 1663. De hecho para ese año se
esperaba poder formar cuatro Tercios de infantería, de 1.000 efectivos cada uno,
en Nápoles, Milán, Sicilia y Cerdeña, aunque al final la recluta en estos dos úl-

44
Consultas del Consejo de Estado, 3 de marzo y 24 de mayo 1662. Cartas del Conde de
Peñaranda, Virrey de Nápoles, Nápoles, 23 de enero y 27 de abril 1662. AGS, E, Nápoles Leg.
3.285 f. 8, 16, 9 y 17. Consulta del Consejo de Italia, 19 de mayo 1662. AGS, SP Leg. 30.
45
Consulta del Consejo de Estado, 24 de mayo 1662. AGS, E, Nápoles Leg. 3.285 f. 16.
46
Consulta del Consejo de Estado, 28 de mayo 1662. AGS, E, Nápoles Leg. 3.285 f. 24.
47
Gaceta nueva (Impresa), Nº4, de los sucesos políticos y militares sucedidos en la mayor
parte de Europa y África, de fin de abril hasta 23 de Junio de 1662. Madrid, Julián de Paredes,
1662. BN, Madrid, Ms. 2.389 f. 310-113.
48
Carta de don Juan de Austria, Badajoz, 14 de julio 1662. AGS, GA, Leg. 2.029.
49
Muestra pasada al ejército de Extremadura en sus cuarteles, 26-28 octubre 1662. AGS,
GA, Leg. 2.006.

239
Antonio José Rodríguez Hernández

timos reinos quedó anulada. Pese al revés, la Corona insistió en que en Lom-
bardía y Nápoles se debía continuar alistando el mayor número de gente posi-
ble, consignándose el dinero necesario para la recluta de Milán a cargo de las
arcas napolitanas y sicilianas. De esta manera se pretendía que los Tercios que
servían en Extremadura conservaran su pie, esperando que la recluta estuviese
lista para incorporarse al ejército en el mes de marzo, lo que suponía que debía
partir de Italia a comienzos del año. Incluso en Nápoles se intentó reclutar 500
albaneses, y que de la caballería del reino se enviaran a España 400 soldados
desmontados, escogidos de entre los mejores que hubiera, teniendo éstos que
ser solteros. Pero dicha prevención era demasiado complicada para llevarla a
cabo, por lo que debió desestimarse50. En Nápoles el reclutamiento de infantería
continuó sin tregua de la mano de Paolo Gualtieri, que había llegado al reino
meses atrás. Éste pudo salir en el mes de junio con su Tercio, compuesto por
cerca de 800 infantes, que según Peñaranda serían más aptos para servir en la
Armada que «para echarlos a tierra», signo evidente de que el virrey no se fiaba
de que los nuevos reclutas no desertasen en masa de camino a Extremadura,
como venía siendo habitual, por lo que al embarcarse en la Armada y acuarte-
larse en los alojamientos cerrados de Cádiz las fugas serían menos graves. Los
hombres iban embarcados en la escuadra del Príncipe de Montesarchio, llegada
a Nápoles a principios de ese año, y compuesta por tres navíos y un patache,
acompañados por un navío mercante de flete que llevaba un cargamento de
pólvora para España. También se realizaron reclutas para la guarnición de la
Armada de Montesarchio, aunque de una manera diferente. A su llegada ésta
traía varías compañías de infantería formadas a través de los tradicionales servi-
cios de tropas de las provincias vascas51. Al menos 250 de estos «vizcaínos»,
como les llamaba Peñaranda, fueron convencidos para que entraran a servir en
el Tercio fijo de españoles del reino, falto de reemplazos, formándose otras cua-
tro compañías nuevas de infantería napolitana, cada una de 80 infantes, para su-
stituirlos e incrementar la guarnición de los navíos. En total la expedición lle-
vaba unos 1.120 infantes, parte de los cuales, en principio, serían destinados a
Extremadura, mientras que las cuatro compañías sueltas se quedarían agregadas

50
Consultas del Consejo de Guerra, 18 y 28 de agosto 1662. AGS, GA, Leg. 2.002. Consultas
del Consejo de Estado, 20 y 29 de julio, y 25 de noviembre 1662. Orden Real, Madrid, 9 de abril
1662. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.285 f. 139, 138, 93 y 105.
51
Sobre el servicio de los contingentes vascos en la Armada: Junta de Armadas, 11 de julio
1662. AGS, GA, Leg. 3.449.

240
Al servicio del rey

a la Armada52, que estaba incrementando notablemente sus efectivos para em-


pezar a bloquear las comunicaciones marítimas portuguesas53.
Los barcos de Montesarchio salieron del puerto de Nápoles la noche del 20
de junio. Tras un viaje no exento de sobresaltos, pudieron llegar a las costas
de Alicante el 20 de julio. Durante la travesía encontraron fuertes vientos, lo
que produjo demoras en la llegada, ya que uno de los navíos quedó desarbola-
do, lo que obligó a la expedición a entrar en el puerto francés de Tolón para
reparar los daños. Pese a todo, en total sólo habían tardado un mes en efectuar
el trayecto54. A su llegada a Cádiz, la infantería napolitana estaba muy mal pa-
rada, desembarcando 167 enfermos, aunque ninguno de infecciones contagio-
sas, sino provocadas por la «descomodidad del viaje». Ante ello se vio conve-
niente que la unidad quedase acuartelada en Cádiz, en el Castillo de Santa Ca-
talina, donde los hombres podrían descansar, para que una vez en condiciones
y recobrados de su viaje pudiesen pasar a Extremadura55. Durante los años si-
guientes la unidad quedó definitivamente incorporada a la Armada56.

3. El reclutamiento en Lombardía (1662-63)


Desde finales de 1660 se dieron órdenes para que en Milán se continuara
con la recluta de hombres para reemplazar las bajas de los Tercios lombar-
dos que había en Extremadura, enviándose desde Nápoles 10.000 escudos.
También se preparó el embarque de las tropas, que debía realizarse al año
siguiente en las galeras del Duque de Tursis57. En septiembre la recluta pa-
recía concluida, ya que el gobernador afirmaba tener listos 1.000 infantes,
aunque se tenía claro que al final el embarque se debería producir en barcos
de flete, ante la imposibilidad de que las galeras pudieran hacerse cargo del
transporte, por lo que se debieron proveer otros 30.000 ducados para el pago

52
Consultas del Consejo de Estado, 15 y 30 de junio, 9 de agosto 1663. Cartas del Conde
de Peñaranda, Nápoles, 1 y 20 de junio 1663. Carta del Príncipe de Montesarchio, Alicante, 20
de julio 1663. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.286 f. 55, 57, 66, 58 y 68.
53
Sobre los planes de bloqueo marítimo y la actuación naval durante la guerra con Portu-
gal: R. Valladares, La dimensión marítima de la empresa de Portugal. Limitación de recursos y
estrategia naval en el declive de la Monarquía Hispánica (1640-1668), en «Revista de Historia
Naval», 51 (1995), pp. 19-31.
54
Carta del Conde de Peñaranda, Nápoles, 20 de junio 1663. Carta del Príncipe de Monte-
sarchio, Alicante, 20 de julio 1663. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.286 f. 68 y 67.
55
Junta de Armadas, 20 de agosto 1663. AGS, GA, Leg. 3.456. Consulta del Consejo de
Guerra, 14 de septiembre 1663. AGS, GA, Leg. 2.029.
56
Relación de la infantería que tiene la Armada conforme a las últimas muestras, 1665.
AGS, GA, Leg. 3.473.
57
Minuta del Consejo de Estado al Duque de Sermoneta, Madrid, 18 de agosto 1661. AGS,
E, Milán, Leg. 3.461 f. 249.

241
Antonio José Rodríguez Hernández

de las embarcaciones58. Al Conde Antonio Trotti, que había vuelto a Milán


desde España meses atrás, se le encomendó la recluta de otros 1.000 infan-
tes59. Aunque el gobernador, el Duque de Sermoneta, le intentó proveer el
dinero necesario para comenzar con el alistamiento, éste se negó a aceptarlo,
alegando que lo mejor era que él se encargara de nombrar a los capitales, al-
go que el gobernador aceptó y concedió. Pese a eso, las desavenencias entre
ambos fueron importantes, ya que claramente el veterano Trotti no deseaba
volver a España a la cabeza de la nueva unidad que se formaba, sino que
sólo estaba interesado en medrar y continuar su acción de patronazgo sobre
los suyos, al poder proveer los puestos de nuevas compañías que se forma-
ban. Ante ello, Sermoneta intentó encontrar una solución, ya que como bien
decía, la recluta «no se conseguiría sino se interesaban los cavalleros del
pays más bienquistos», ya que el patriciado lombardo era esencial para lo-
grar que el reclutamiento se consolidase y tuviese efecto. Por ello el conde
decidió encargar al Maestre de Campo General del ejército que buscase otra
persona para el mando. De esta manera se concertó con el Marqués France-
sco Pirromano – que aunque no contaba con experiencia previa era hijo de
un ministro que había servido durante muchos años a la monarquía –, la leva
de una compañía de 170 hombres, casi todos a su costa, a cambio del puesto
de Sargento Mayor. Para que este sujeto se inclinase a servir, se le dieron
esperanzas de ser elegido Maestre de Campo cuando el Tercio se embarcar-
se, aunque en realidad lo que se pretendía hacer era nombrar al Conde Teo-
doro Barbò60, un soldado de valor y experiencia61.
Al final el envío del contingente lombardo se demoró más de lo esperado,
aunque no sabemos muy bien el motivo. Si bien el gobernador avisaba a fina-
les de 1661 que ya tenía 1.000 efectivos, el transporte no se realizó hasta bien
entrado el año de 1662. Parte del problema fue encontrar embarcaciones apro-
piadas para el transporte, ya que las galeras no pudieron acometerlo62. A co-

58
Consulta del Consejo de Estado, 6 de diciembre 1661. Carta del Duque de Sermoneta,
Milán, 19 de septiembre 1661. AGS, E, Milán, Leg. 3.378 f. 252 y 253. Consulta del Consejo
de Estado, 26 de diciembre 1661. AGS, E, Milán, Leg. 3.378 f. 25 y 34.
59
Orden Real, Madrid, 28 de octubre 1660. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.283 f. 191.
60
Este veterano militar había empezado a servir en Milán desde 1644, destacandose en la
defensa de Cremona, y luchando tanto en el estado de Milán como en los presidios toscanos.
Relación de servicios del Maestro de Campo Conde Theodoro Barbo, 1676. Archivio di Stato
di Palermo, Reale Segreteria, Dispacci Guerra 143 f. 69.
61
Consulta del Consejo de Estado, 26 de diciembre 1661. AGS, E, Milán, Leg. 3.378 f.
254.
62
Consulta del Consejo de Guerra, 16 de diciembre 1661. AGS, GA, Leg. 1.982. Consultas
del Consejo de Estado, 24 de mayo y 4 de septiembre 1662. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.285 f. 25
y 34.

242
Al servicio del rey

mienzos de marzo de 1662 el Tercio pasó su última muestra en Alejandría de


Palla, afirmando el Veedor Diego Patiño que la gente era de buena calidad, e
iba muy bien tratada y vestida, ya que siempre se había tenido a la tropa en
excelentes cuarteles, sin tocar presidio, esperando que su número no mermara
hasta el embarque. Los miedos de Patiño iban referidos a que se conocía que
más de 300 de los 1.000 reclutados eran soldados de los dos Tercios lombar-
dos llegados a España durante 1660, los cuales se habían vuelto sin licencia
alguna, siendo algunos incluso oficiales, algo ciertamente escandaloso, ya que
algunos pagaron para ser perdonados y buscaron un sustituto. Evidentemente
Patiño no esperaba demasiado de estos 300 hombres, ya que aunque Teodoro
Barbò reconocía que eran los mejores de la unidad, debido a su veteranía, era
muy probable que todos decidieran fugarse a las primeras de cambio, espe-
cialmente de camino al puerto de Finale63.
El reclutamiento había sido un éxito, pero éste quedó empañado por las di-
ficultades en el transporte, que debió ser encomendado a navíos mercantes. Si
bien el alistamiento había comenzado en el mes de junio de 1661, el embarque
no se produjo hasta el 18 de abril de 1662, más de 10 meses después. La de-
mora había generado muchos gastos de alojamiento, ya que más de la mitad
de los 95.804 escudos de gasto correspondían a los gastos de alojamiento y
pagas de las tropas, desembolsos que en otras circunstancias deberían haber
sido menores. En total se trataba de 67 oficiales y 896 soldados, nombrándose
previamente al Marqués de Cassino como Maestre de Campo. Los gastos por
plaza embarcada ascendieron a 99 escudos, más o menos cuatro veces más de
lo que costaba poner un soldado español en el frente extremeño64.
A finales de mayo el Tercio llegó a la Bahía de Cádiz con aproximadamente
1.000 efectivos, transportados mediante el flete de tres navíos mercantes geno-
veses65. La unidad fue trasladada por el Guadalquivir hasta Alcalá del Río, don-
de desembarcó, recibiendo varias pagas y un refresco de pan, queso y vino, para
que la tropa quedase socorrida y fuese más gustosa hacia Extremadura, aunque

63
Copia de la carta del Veedor General del ejército de Milán, Diego Patiño, a don Blasco
de Loyola, Milán, 4 de marzo 1662. Papel de don Blasco de Loyola, Aranjuez, 7 de mayo 1662.
AGS, GA, Leg. 2.020.
64
Relación de lo que ha montado el gasto de la leva de la gente del Tercio de infantería
lombarda del Maestre de Campo el Marqués de Cassin, Milán, 21 de agosto de 1662. Relación
de los oficiales y soldados que se han presentado en las infrascritas compañías de infantería
lombarda del Tercio del Maestre de Campo Marqués de Cassin en la muestra que se tomo en
final en 13 de abril 1662, y en 18 del se embarcaron para España. AGS, SP Leg. 30.
65
Según la Gaceta, esta unidad tendría 1.200 infantes, pero sin duda la fuente propagandística
infló un poco su número: Gaceta nueva (Impresa), Nº4, de los sucesos políticos y militares suce-
didos en la mayor parte de Europa y África, de fin de abril hasta 23 de Junio de 1662. Madrid, Ju-
lián de Paredes, 1662. BN, Madrid, Ms. 2.389 f. 310-113.

243
Antonio José Rodríguez Hernández

conseguir el dinero fue difícil por las necesidades de la Hacienda. Al desembar-


car la unidad tenía más de 40 enfermos, número que fue creciendo con el tiem-
po66. En junio el Tercio ya había llegado a Extremadura, tras realizar el viaje
desde Andalucía en muy poco tiempo, aunque a su paso había dejado por el
camino un amplio reguero de enfermos y desertores. El propio don Juan de Au-
stria avisaba a Madrid que al pasar muestra a la nueva unidad, ésta sólo tenía
575 hombres para formar escuadrón, sin dejar admitir en éste a los criados o vi-
vanderos, reconociendo una gran merma en las dilatadas marchas que había rea-
lizado hasta llegar a Olivenza. Ante las pesquisas de don Juan, el Maestre de
Campo, el Marqués de Cassino, justificaba parte de la reducción de efectivos en
los más de 80 enfermos que había dejado en Sevilla, aunque sin duda eso no de-
jaba de ser una escusa ante el gran número de deserciones67.
A partir de noviembre de 1662 las levas continuaron en Milán para cum-
plir con la orden de reunir 1.000 efectivos para combatir en Extremadura. De
esta manera se formó un nuevo Tercio al Conde Geronimo Serbelloni 68, que
tras embarcar en el puerto de Finale en las galeras de Génova, pasó a Cádiz,
en donde pudo desembarcar hacía el 13 de junio. Después se incorporó al
ejército de Extremadura, ya a comienzos de septiembre de ese año, no tardan-
do mucho en ser reformado para que sus reclutas llenasen los otros Tercios
lombardos más veteranos69. Los gastos del transporte de los lombardos fueron
consignados desde Nápoles – como venía siendo habitual –, remitiendo el
Conde de Peñaranda una póliza de 14.280 ducados a lo largo del mes de mayo
de ese año70.

4. La extensión del reclutamiento por Italia: Toscana y Piamonte


(1663-65)
Las prevenciones hispanas por hacerse con soldados italianos fueron más
allá de los territorios patrimoniales en donde el rey de España era también el
soberano. Desde finales de 1662 se determinó la leva de un Tercio de solda-
66
Órdenes del Consejo de Guerra, 10 y 20 de junio 1662. AGS, GA, Libro 281 f. 13v y
16v. Consultas del Consejo de Guerra, 22 de mayo y 14 de junio 1662. AGS, GA, Leg. 2.000.
67
Carta de don Juan de Austria, Campo sobre Juromenha, 21 de junio 1662. AGS, GA,
Leg. 2.001.
68
Se trataba de un sujeto experimentado que ya había servido como capitán de caballos:
Carta del Duque de Sermoneta, Milán, 3 de mayo 1661. AGS, E, Milán, Leg. 3.378 f. 96.
69
Orden al Duque de Tursis, Buen Retiro, 23 de julio 1663. AGS, GA, Leg. 2.047. Estado
de las guarniciones, febrero de 1664. AGS, GA, Leg. 2.053. Fe de oficios de Francisco Zucca-
ro. AHN, E, Leg. 1.337-3. Relación de servicios del capitán Juan Bautista Botón. AHN, E, Leg.
1.285-3.
70
Carta del Conde de Peñaranda, Nápoles, 8 de mayo 1663. Consulta del Consejo de Esta-
do, 9 de junio 1663. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.286 f. 50 y 49.

244
Al servicio del rey

dos toscanos que se realizaría por medio de Marco Alessandro del Borro
(también en ocasiones denominado Borri), oficial de origen toscano que ser-
vía en España71. La propuesta se había gestado en el propio ejército de Extre-
madura, siendo secundada a instancias de don Juan de Austria y del Duque de
San Germán. En octubre de 1662 del Borro pasaba a la Corte para ajustar la
materia, tras la aprobación de la recluta por parte de los Consejos de Estado y
de Guerra. Éstos dieron orden al virrey de Nápoles para que entregase a del
Borro los despachos necesarios, asegurase su colaboración y financiase el re-
clutamiento y transporte de los hombres. La patente de Maestre de Campo se
despacharía en Madrid, aunque las restantes se expedirían en Nápoles. Se
formaría un Tercio de 1.000 soldados toscanos en 11 compañías, que se debe-
rían reclutar por este oficial tanto en Piombino como en los estados adyacen-
tes a Florencia, siendo lo más sencillo arbolar las banderas en Puerto Hércules
y Orbitello, donde no habría problemas, mientras que en otros lugares el re-
clutamiento podría realizarse de manera más soterrada. La materia no dejaba
de ser algo espinosa por las posibles reticencias del Gran Duque de la Tosca-
na, pero como hacía referencia el Consejo de Estado, en los presidios de la
Toscana no era necesario pedir el beneplácito del Gran Duque, porque era re-
galía de los propios presidios levantar gente, excusándose el Consejo de pedir
este permiso. Pese a ello, el Virrey de Nápoles escribiría a este príncipe para
intentar fomentar su colaboración72.

71
Este sujeto, emparentado con el más conocido general imperial el Marqués Alessandro
del Borro, había llegado a España de su mano, después de que éste se alistará en el bando
español en 1648, con la Paz de Westfalia. El Marqués del Borro se desplazó a la Península,
aceptando un puesto de importancia en el alto mando del ejército de Cataluña. Con él llegaban
otros oficiales italianos, alemanes y españoles que habían combatido en Alemania durante la
Guerra de los Treinta Años, ya que en Viena formalizó un asiento con el embajador español pa-
ra traer a España especialistas en artillería, fortificaciones y otros menesteres. En 1649 el Mar-
qués del Borro llegó a Cataluña, con él viajaba Marco Alessandro del Borro, un joven capitán
que sólo podía demostrar dos años de experiencia en Alemania, pero que entendía la «teórica
del ingeniero militar» y diseñaba bien, además de hablar varios idiomas. En 1661 don Juan de
Austria, que lo conocía tras ser Capitán General del ejército de Cataluña, reclamaba su presen-
cia en Extremadura, ya que por aquel entonces era ya Teniente de Maestre de Campo General,
y un ingeniero entendido en fortificación: Cuentas de las levas efectuadas por el Conde de Lu-
miares, embajador en Viena, noviembre 1648-febrero 1656. AGS, CMC 3ª época Leg. 3.148.
Junta de Guerra de España, 24 de noviembre 1649. AGS, GA, Leg. 1.717. Carta de don Juan de
Austria, Arronches, 28 de junio 1661. AGS, GA, Leg. 1.980.
72
Consulta del Consejo de Guerra, 22 de noviembre 1662. Nota de las levas de gente que
su majestad ha resuelto se hagan en diferentes partes para el ejército de Extremadura y del dine-
ro mandado proveer para ellas, Madrid, 12 noviembre 1662. AGS, GA, Leg. 2.005. Carta de
don Juan de Austria, Badajoz, 18 de octubre 1662. Consultas del Consejo de Estado, 26 de sep-
tiembre y 25 de noviembre 1662. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.285 f. 95, 42 y 93.

245
Antonio José Rodríguez Hernández

A pesar de que del Borro llegó a Italia poco después, su recluta se fue re-
trasando. En verano de 1663 escribía a Madrid aludiendo a que su leva estaba
lejos de cumplirse, culpabilizando al Virrey de Nápoles de que el alistamiento
no estuviera avanzado. Del Borro usaba sus contactos en Madrid, y el patro-
nazgo que ejercía sobre él Don Juan de Austria, para presionar indirectamente
a Peñaranda a fin de que éste destinase importantes sumas para su recluta, de-
sviándolas de las que se necesitaban en Nápoles para todas las prevenciones
que se le exigían desde Madrid. Felipe IV ordenó que rápidamente se envia-
sen asistencias para agilizar el reclutamiento, ya que era capital que la unidad
estuviese en España en febrero de 1664, para participar a tiempo en las opera-
ciones de la campaña militar en Extremadura. Al contratiempo económico
también se le unía que el propio del Borro había padecido una enfermedad
que le impidió realizar sus funciones, aunque pronto pudo recobrarse73. El pa-
norama internacional cambió en Italia, por lo que durante 1664 fue necesario
reforzar los presidios toscanos con algunas tropas desde Nápoles, aunque
rápidamente los temores españoles se demostraron inciertos, pese a lo cual
esto supuso que el Tercio de toscanos no pudiera salir de los presidios hasta
bien avanzado el año74. El 27 de septiembre Marco Alessandro del Borro y
531 de sus hombres se embarcaban en Nápoles en 5 navíos de flete que tam-
bién llevaban trigo para España, haciéndose a la vela al día siguiente. En la to-
scana dejaba a la mitad de su unidad con el Sargento Mayor, ya que no había
más espacio en los buques75. Estos hombres permanecieron alojados en los
presidios toscanos, desde donde se fueron embarcando con posterioridad, en
pequeños contingentes, en navíos de flete que transportaban granos a la penín-
sula desde Nápoles, aunque no fue fácil concertar el transporte, ante la falta de
mercantes76. Al final éste se pudo ajustar con diversos navíos que trabajaban
con el puerto de Liorna, en especial barcos de pabellón holandés y genovés.
Los navíos cargados de grano salían desde distintos puertos napolitanos y de
camino a España pasaban por la toscana a recoger los restos de la recluta rea-
lizada allí por del Borro. Los barcos tardaban en muchos casos más de un mes

73
Carta del secretario don Diego de la Torre, Madrid, 21 de julio 1663. Junta que se tiene
en presencia del sr don Juan, Buen Retiro, 29 de septiembre 1663. Orden Real, Madrid, 24 de
octubre 1663. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.286 f. 202, 81 y 183.
74
Carta del Conde de Peñaranda, Nápoles, 17 de diciembre 1663. Consultas del Consejo de
Estado, 10 de febrero y 1 de marzo 1664. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.287 f. 9, 36 y 24.
75
Consultas del Consejo de Estado, 11 de octubre y 10 de diciembre 1664. Junta de Provi-
siones, 10 de noviembre 1664. Cartas del Cardenal de Aragón, Virrey de Nápoles, Nápoles, 14
de octubre 1664. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.287 f. 101, 126, 125 y 127 y 129.
76
Cartas del Cardenal de Aragón, Nápoles, 6 de diciembre 1664 y 19 de febrero 1665.
Consultas del Consejo de Estado, 28 de febrero y 19 de marzo 1665. AGS, E, Nápoles, Leg.
3.288 f. 28, 31, 54 27 y 53.

246
Al servicio del rey

en llegar a los presidios toscanos, costeando gran parte del reino de Nápoles,
ya que algunos debían cargar el grano en la costa adriática. Las tropas se fue-
ron embarcando para Cádiz en seis barcos diferentes, todos holandeses salvo
uno que era danés. En total iban para España 562 plazas de infantería recogi-
das en Portolongone y Puerto Hércules, que embarcaron a partir de mediados
de diciembre de 1664 hasta el 21 de abril de 1665, cuando se despachó la úl-
tima compañía77.
Marco Alessandro del Borro llegó a Cádiz a finales de 1664, demasiado
tarde para que su unidad fuese útil en el ejército, por lo que el Tercio se acuar-
teló en el Reino de Sevilla a la espera de que el resto de efectivos llegasen.
Pero lo cierto es que no se esperaba demasiado de estos hombres, no tanto por
su valía, sino porque al desembarcar no pudieron ser pagados, ante la carencia
general de dinero. Por ello se creía que entre ellos habría muchas deserciones,
y que los toscanos cometerían tropelías en su camino hacia Extremadura, co-
mo otras unidades alemanas estaban haciendo, ensañándose con la población
civil para conseguir de ellos lo que de la administración no podían obtener78.
La reincorporación del resto de las compañías al Tercio tras su llegada a la
península no dejó de ser complicada, al estar éstas muy divididas. Las tropas
hicieron un viaje largo en navíos mercantes, muy poco apropiados para el
transporte de tropas, por lo que los hombres venían agotados, habiendo falta-
do en muchos casos bastimentos durante el viaje, lo que obligó a que las com-
pañías permanecieran en Gibraltar o Cádiz durante meses hasta estar listas pa-
ra ser conducidas a Extremadura79.
La vía primordial para el reclutamiento de italianos era la vía directa, es de-
cir, el reclutamiento de contingentes por orden real en los territorios italianos de
la monarquía mediante la acción de los virreyes o gobernadores, todo gestiona-
do a través de los oficiales de las nuevas unidades, ya fueran éstos veteranos del
ejército o nobles sin servicio alguno. Realizar reclutamientos en territorios en
donde el rey de España no era soberano era más complicado, de ahí la utili-
zación – en este caso obligatoria – de otros métodos como los asientos. En este
tipo de contratos, un particular se comprometía a reclutar cierta cantidad de
hombres a cambio de dinero80. Durante este periodo sólo en una ocasión se re-
77
Consulta del Consejo de Estado, 12 de abril 1665. Carta del Cardenal de Aragón, Nápoles,
28 de febrero 1665. Relación individual de la cebada, trigo, pólvora, cuerda y gente que se ha en-
viado a España… AGS, E, Nápoles, Leg. 3.288, f. 68, 69 y 104.
78
Consulta del Consejo de Guerra, 16 de enero 1665. AGS, GA, Leg. 2.083. Cómputo de la
infantería y caballería que se supone para el ejército de Extremadura, 1665. AGS, GA, Leg.
2.107.
79
Consulta del Consejo de Guerra, 13 de abril 1665. AGS, GA, Leg. 2.083.
80
Sobre este sistema: L. Ribot, Types of Armies: Early Modern Spain, en P. Contamine
(Coord.), War and competition between States, Oxford, 2000, pp. 52-55. F. Andújar Castillo,

247
Antonio José Rodríguez Hernández

clutaron italianos por este procedimiento, realizándose todas las gestiones en


Madrid. Durante 1664 Guido Francesco Aldobrandino, Marqués de San Giorgio
(San Jorge para los españoles), concertó un asiento para reclutar un Tercio de
infantería y un regimiento de caballería. Según los primeros acuerdos, el prime-
ro debía tener 1.000 hombres en 16 compañías, y el segundo de 500 montados
en otras 10 compañías. La recluta debía ser de saboyanos, nacionalidad del ofer-
tante, pero en las capitulaciones realmente se admitirían todos los orígenes sal-
vo españoles y franceses. La infantería estaría encuadrada en un Tercio con pie
italiano, y los jinetes en forma de regimiento, al uso de la caballería alemana y
borgoñona. Pese a ello la recluta se realizaría en los límites del estado de Milán,
donde se le dio cuartel para ir juntado a los hombres. El gran interés del asenti-
sta era servir al mando del Regimiento de caballería, algo que atestigua el hecho
de que se encargara de armar, pertrechar y vestir a los jinetes que juntaba, mien-
tras que la infantería sería armada a cargo de la Hacienda Real. El precio ajusta-
do era de 5 reales de ocho y medio por cada soldado de infantería, y 6 doblones
de a dos escudos de oro por cada jinete, entregándose esta cantidad en Milán al
pasar muestra a los hombres. Esta gran diferencia económica no sólo indicaba
la diferencia de precios entre el equipamiento de un infante y un jinete, sino
también que el verdadero interés del asentista por formar una unidad de caballe-
ría en forma de regimiento. El acuerdo se firmó en la Corte en agosto de 1664,
teniendo que estar lista la recluta para la siguiente campaña militar, debiendo
hacerse el alistamiento en tres meses como máximo, pagándose el transporte de
las tropas hasta España a cargo del Rey81.
En marzo ambas unidades, aún en formación, pasaron su primera muestra.
El Tercio mantenía 175 oficiales y 810 soldados, mientras que el regimiento
eran 60 oficiales y 402 soldados, por lo que la recluta no estaba acabada82. Du-
rante las semanas siguientes la leva se fue completando mientras se iba ajustan-
do el transporte. En un primer momento se esperaba que los navíos de la escua-
dra de asiento de Hipólito Centurión, aún en formación, pudiesen transportar
estas tropas. Pero esto no era posible, ya que no había espacio para todos en los

Empresarios de la guerra y asentistas de soldados en el siglo XVII, en E. García Hernán y D.


Maffi (eds.), Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica: Política, Estrategia y Cultura en
la Europa Moderna (1500-1700), Vol. II, Madrid, 2006, pp. 375-394. A.J. Rodríguez Hernán-
dez, Patentes por soldados. Reclutamiento y venalidad en el ejército durante la segunda mitad
del siglo XVII, en «Chronica Nova», 33 (2007), pp. 37-56.
81
Orden de su majestad, Madrid, 17 de agosto 1664. Capitulación que el Marqués de San
Jorge ha hecho para leva de 1.000 infantes y 500 soldados de caballería, 1664. AGS, GA, Leg.
2.074.
82
Relación del número de oficiales y soldados que hoy día de la fecha se hallan claros en
las infrascritas compañías de infantería italiana del Tercio del Marqués de San Jorge y regi-
miento de caballería del mismo, Milán, 23 de marzo 1665. AGS, GA, Leg. 2.109.

248
Al servicio del rey

dos navíos y el patache que de momento conformaban la escuadrilla. Por ello se


debieron buscar navíos de flete genoveses83. El dinero, en cambio, debía salir de
Nápoles, por lo que a mediados de año se enviaron 30.000 escudos desde aquel
reino. De hecho el tanteo del transporte de las tropas desde Alessandria de Palla
al Finale, las étapes, las primeras pagas de los hombres y el gasto del embarque,
se computaba en más de 46.500 reales de a ocho, ya que sólo en el flete se pa-
garían 6 reales de a ocho por persona, de las 1.821 plazas que se estimaba que
tenía la unidad, que se transportaría hasta Cádiz84.
En junio ambas unidades habían desembarcado en Andalucía, alojándose
los hombres entre los reinos de Sevilla y Córdoba en grupos de unos 200, para
evitar sobrecargar las ciudades de la región. El regimiento de caballería llega-
ba con 692 plazas, mientras que el Tercio tendría 1.161 infantes. En Anda-
lucía los desmontados recibieron caballos, mientras que la infantería se recu-
peró del viaje antes de incorporarse al ejército de Extremadura. En sus aloja-
mientos las tropas no se comportaron como debían. Al desembarcar en Sevilla
los soldados italianos se dedicaron a cometer diferentes robos y excesos en la
isla de la Cartuja. Entre ellos, desnudar y robar la imagen de la virgen que
estaba en la ermita. Su escandaloso comportamiento llegó a provocar que in-
cluso diferentes ciudades intentaran evitar el alojamiento85. Este comporta-
miento, y la mala calidad de los hombres, hicieron que el Tercio de infantería
se reformase rápidamente86, y que las propuestas de nuevas reclutas cursadas
por San Jorge fueran desoídas87. En cambio, la unidad de caballería era mejor,
por lo que continuó en el ejército durante más tiempo88.
83
Copia de la carta de don Luis Ponce de León al Rey, Milán, 5 de mayo de 1665. Traduc-
ción de la carta de Hipólito Centurión escribió a don Luis Ponce de León, Génova, 29 de abril
1665. AGS, GA, Leg. 2.101.
84
Consultas del Consejo de Estado, 20 de abril y 20 de julio 1665. Tanteo de lo que montarán las
tapas, bagajes, paga y embarcación del Tercio de infantería del Marqués de San Jorge y del regimien-
to de caballería. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.288 f. 77, 156 y 81.
85
Cartas del Consejo de Guerra a don Juan Manuel Pantoja, Corregidor de Córdoba, 30 de
junio 1665; a don Joseph Pardo de Figueroa, Asistente de la ciudad de Sevilla, 30 de junio y 14
de julio 1665; al Concejo de la ciudad de Écija, 14 de julio 1665; y al Marqués de Caracena,
Capitán General del ejército de Extremadura, 18 de julio 1665. AGS, GA, Libro 281, f. 111v,
112, 125v, 124v y 133v. Cuentas del pagador don Luis Carlos de San Martín, 1665. AGS,
CMC 3ª época, Leg. 2.655, f. 8.
86
Consulta del Consejo de Guerra, 4 de noviembre 1667. Carta del Marqués de Caracena,
Badajoz, 29 de octubre 1667. AGS, GA, Leg. 2.131.
87
A comienzos de 1667 se comprometió a reclutar otros 400 infantes al mismo precio que
la anterior vez, para formar otras 8 compañías con que reclutar el Tercio de infantería: Papel del
Consejo de guerra dando cuenta de la leva propuesta, Madrid, 24 de enero 1667. AGS, GA,
Leg. 2.136.
88
Relación de servicios del Teniente Coronel y Capitán de Caballos Corazas, Conde Marco
Antonio Valperga. AHN, E, Leg. 1.361-1.

249
Antonio José Rodríguez Hernández

5. Los intentos de cambio de sistema y las nuevas llegadas desde


Nápoles (1665-67)
La derrota de Extremoz y la pérdida de Évora hicieron que desde finales de
1663 se intentase reconstruir el ejército de Extremadura, para que estuviera en
condiciones de hacer frente a los portugueses en el menor tiempo posible. En
España surgió la formación de los denominados Tercios Provinciales, sistema
que pretendía solucionar los problemas económicos generados en el ejército,
ya que pretendía que las distintas provincias castellanas se encargasen de re-
clutar y pagar directamente un Tercio en el ejército de Extremadura. Se pen-
saba que esto solucionaría numerosos problemas, y haría que estás unidades
estuvieran bien pagadas, al no detraer este dinero a las arcas comunes del
ejército, ya que cada unidad tendría su propio pagador, que recibiría directa-
mente los fondos obtenidos en los distintos reinos a través del cobro de la de-
nominada composición de milicias, dinero que entregaban los municipios para
verse liberados de la salida de sus milicianos a servir durante el verano lejos
de sus casas. Si bien el sistema se implantó con eficacia en Castilla, no ocurrió
lo mismo en Canarias, la Corona de Aragón o Italia. Esta propuesta no dejaba
de ser un servicio voluntario, de ahí que la negociación fuera básica para ello,
y que los reinos y provincias pudieran negarse a concederlo89. En Italia se
esperaban formar cinco Tercios, dos de 1.000 hombres en Nápoles, otros dos
con esa misma cantidad en Sicilia y Milán, y el último de 500 en Cerdeña,
unidades fijas que no sólo se debían reclutar, sino también financiar por esos
mismos reinos. Pero lo cierto es que nada se consiguió90, intentándose nueva-
mente su formación durante 166691.
A pesar del fracaso en la implantación los Tercios Provinciales en Italia, el
Consejo de Estado intentó que las levas no parasen, aunque con desigual suer-
te. En Nápoles, tras comunicar Peñaranda la negativa a la formación de los
dos nuevos Tercios propuestos, Madrid pretendía que se realizase la recluta de
500 albaneses para la caballería del ejército de Extremadura para la campaña
de 1664, aunque no había fórmulas para ello, por lo que la leva nunca fructifi-
có. Igualmente se intentó, de nuevo sin éxito, que del Tercio de Nápoles fue-
ran a la península 2.000 de sus veteranos, para que éstos fueran remplazados

89
Sobre la formación de los Tercios Provinciales: Junta de Guerra, 24 de agosto 1663. Jun-
ta del Consejo de Guerra sobre la forma de ajustar la dotación de los Tercios españoles por
Reinos y provincias, 14 septiembre 1663. AGS, GA, Leg. 2.029. J.L. Bermejo Cabrero, Aspec-
tos Jurídicos e Institucionales del Antiguo Régimen en España, Madrid, 1985, pp. 89-102.
90
Órdenes del Consejo de Guerra, 29 de septiembre 1663. AGS, GA, Libro 282, f. 40. Jun-
ta que se tiene en presencia del Sr. don Juan, Buen Retiro, 29 de septiembre 1663. Consulta del
Consejo de Estado, 27 de septiembre 1663. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.286, f. 81 y 83.
91
Consulta del Consejo de Estado, 12 de junio 1666. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.289, f. 63.

250
Al servicio del rey

por 4.000 bisoños españoles, signo evidente de la desesperación que había en


Madrid para conseguir veteranos para la guerra contra Portugal. Al mismo
tiempo desde Nápoles, Sicilia y Milán se deberían enviar a España un sin fin
de pertrechos militares, además de grano. En Nápoles las levas habían conti-
nuado tras la marcha del Tercio de Gualtieri, y en diciembre Peñaranda in-
formaba que pese a la dificultad de continuar con las reclutas había hecho lo
imposible para que éstas se alargasen, teniendo juntos hasta ese momento
otros 617 infantes. Pero el problema era que en ese momento no podía enviar-
los a España, ya que era urgente remitirlos a los presidios Toscanos y reforzar
así la dotación ordinaria92.
En junio se produjo el embarque para España de dos regimientos alemanes
que estaban alojados en el reino de Nápoles, tras pasar de los territorios imperia-
les vía Trieste, usando para ello 9 navíos particulares. Pero el embarque de los
napolitanos reclutados en todo el reino se hizo esperar, a pesar de que estaban
preparados. Las estimaciones en cierta manera eran imprecisas, ya que aunque en
Madrid se esperaba la llegada de unos 1.000 soldados para reclutar los Tercios
napolitanos del ejército de Extremadura, al final Peñaranda sólo pudo reunir algo
más de 800. Se presuponía que éstos se embarcaran a mediados de julio en la ga-
leras del reino, pero en sucesivas misivas el virrey fue demorando el transporte.
En julio se avisó de que sería en Agosto, y a últimos de este mes que se realizaría
a principios de septiembre. Al final las galeras no tenían espacio suficiente para
toda la infantería, ya que Peñaranda volvía con licencia a España, por lo que al
traer a sus criados y alhajas todas las tropas no entraban, por lo que fue necesario
contratar algunos navíos mercantes para que condujesen a España a los solda-
dos93. No sabemos exactamente cuántos hombres embarcaron, ni en cuantos bu-
ques, pero por lo menos se utilizaron tres navíos mercantes holandeses, que llega-
ron a Cádiz el 15 de noviembre de ese año trayendo a unos 450 infantes italianos.
El pago de los fletes adeudados a los transportistas privados fue problemático,
motivando el impago las quejas de los cónsules de esta nación94.
En Sicilia, las peticiones de formación de un Tercio Provincial no cuaja-
ron, como ocurrió en toda Italia, pero el reino sí que se mostró algo más cola-
borador a la hora de participar en la formación de una nueva escuadra para
92
Órdenes Reales, Madrid, 5 y 24 de octubre 1663. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.286 f. 181 y
183. Cartas del Conde de Peñaranda, Nápoles, 13 y 17 de diciembre 1663 y 10 de febrero y 30
de abril 1664. Consultas del Consejo de Estado, 27 de enero y 1 de marzo 1664. AGS, E, Nápo-
les, Leg. 3.287, f. 8, 9, 36, 38, 7 y 24.
93
Consultas del Consejo de Estado, 19 de julio, 23 de agosto, 18 de septiembre y 11 de oc-
tubre 1664. Cartas del Conde de Peñaranda, Nápoles, 15 y 21 de julio, 23 de agosto 1664. AGS,
E, Nápoles, Leg. 3.287, f. 49, 50, 74, 88, 101, 75, 79 y 92. Orden Real al Marqués de Bayona,
Capitán General de las galeras de España, Madrid, 22 de julio 1664. AGS, GA, Leg. 2.074.
94
Orden Real, Madrid, 10 de marzo 1665. AGS, GA, Leg. 2.048.

251
Antonio José Rodríguez Hernández

bloquear Portugal por mar. En marzo de 1664 salía de Mesina la Nao Vitoria,
pertrechada a cargo del reino para incorporarse a su llegada a Cádiz a la Ar-
mada del Mar Océano. En ella venían más de 80 marineros y oficiales de mar,
además de 240 infantes sicilianos en dos compañías, totalmente equipados y
amunicionados. Al tenerse noticia de que habían llegado a Alicante, se dio or-
den para que el navío se enviase a Cádiz, decidiéndose que la infantería ser-
viría en la Armada, donde sería más apropósito que en Extremadura95.
En Nápoles el reclutamiento continuó durante 1665, especialmente tras las
órdenes cursadas para que se levantasen 1.000 infantes para Flandes, que se
enviarían allí a través del Camino Español, cruzando Borgoña, teniendo tam-
bién Nápoles que financiar los reclutamientos que se efectuaban en Milán. Al
mismo tiempo, a comienzos de 1665, llegó al reino el Duque de Canzano con
órdenes para reclutar gente para el Tercio de infantería que mantenía en el
ejército de Extremadura, por lo que desde Madrid se pedía al virrey que cuida-
ra también de que esta leva se completase con éxito96. Aunque los despachos
que traía Canzano eran claros al respecto, y pretendían la total colaboración
del Virrey, especialmente la económica, esta no se llegó a producir del todo.
El Cardenal de Aragón veía difícil la recluta, «por no ser tan fáciles aquí (en
Nápoles) las levas», como reconocía. Aunque apoyaría al Duque de Canzano
con dinero y medios, intentado que éste pudiera partir cuanto antes con al me-
nos 300 reclutas para llegar a tiempo a Extremadura y poder participar en la
campaña militar de la primavera siguiente, veía difícil que esto no perjudicase
la recluta que se hacía para Flandes97. Pero lo más arduo era el transporte a
Flandes de los italianos que se pretendían reclutar, lo cual no sólo era compli-
cado, sino demasiado caro, ya que la mayor parte de los gastos deberían ser
proveídos por las arcas napolitanas, al igual que parte de los desembolsos de
la recluta de los lombardos98.
La recluta para Extremadura fue la primera en concluirse, ya que debía
estar en España a finales de marzo. El Duque de Canzano se embarcó a me-
diados de ese mes en un navío mercante genovés con destino Cádiz, acom-

95
Orden Real, Madrid, 5 de junio 1664. Relación de lo que trae la Nao Vitoria, Mesina, 28
de marzo 1664. AGS, GA, Leg. 2.074.
96
Cartas del Cardenal de Aragón, Virrey de Nápoles, Nápoles, 27 de diciembre 1664 y 10
de enero 1665. Consultas del Consejo de Estado, 28 de febrero 1665. AGS, E, Nápoles Leg.
3.288 f. 18, 35, 32 y 34.
97
Carta del Cardenal de Aragón, Nápoles, 10 de enero 1665. AGS, E, Nápoles Leg. 3.288 f.
37.
98
Carta del Cardenal de Aragón, Nápoles, 19 de febrero 1665. Carta de don Luis Ponce de
León, Gobernador de Milán, 28 de febrero 1665. Copia de la Carta del Conde Francisco Casate
para don Luis Ponce, Lucerna, 20 de enero 1665, y su traducción del italiano. AGS, E, Nápoles
Leg. 3.288 f. 41, 42, 43 y 44.

252
Al servicio del rey

pañado por 180 soldados, vestidos y armados, y algunos oficiales más, por lo
que en total serían unas 200 plazas. La leva se pudo hacer en tan poco tiempo
gracias a la colaboración de las provincias, que en muchos casos ayudaron a
que «algunos de inquieta vida» se alistaran y abandonasen así el reino99.
La recluta para Flandes comenzó poco después, y a pesar de las pocas ex-
pectativas se fue realizando a buen paso. Para asegurar su logro, el virrey in-
tentó monopolizar el reclutamiento, por lo que avisó a Madrid de los inconve-
nientes de que en el reino se reclutase un Tercio a cargo de un particular, el
Sargento Mayor Simonetto Rossi, por lo que consiguió que la disposición se
anulase. De hecho el virrey informaba a Madrid que los naturales del reino no
se movían por los puestos que esta clase de reclutamientos producían, por lo
que era conveniente que se continuaran con las fórmulas habituales, intentan-
do captar voluntarios y aplicar malhechores y bandidos. El problema más gra-
ve fue sin duda el transporte, determinándose finalmente – ante la imposibili-
dad de poder hacer el trayecto a pie, mediante el camino español –, que serían
enviados por mar a la península en las galeras, y desde allí harían el resto del
trayecto en la Armada de Flandes100.
A principios de junio el Cardenal de Aragón avisaba de que ya tenía alista-
dos para Flandes cerca de 800 hombres, esperando la fórmula para llevarlos ha-
sta Milán, ya que durante el verano las costas mediterráneas estaban plagadas
de corsarios musulmanes101. Las dificultades continuaron durante los meses si-
guientes, ante la incapacidad para transportar las tropas por mar y el problema
de cómo enviarlos a Flandes, si por mar o por tierra. Al final la lógica se im-
puso, y nuevamente se reconocía que debían quedarse mejor en la península pa-
ra luchar contra los portugueses, aunque esta opción no se tomó de una manera
definitiva hasta el verano, habiéndose perdido mucho tiempo en la materia. En
un primer momento, los hombres se debían embarcar en las galeras de la escua-
dra del reino. A finales de 1665 el Cardenal de Aragón volvía a informar a Ma-
drid que tenía ya reunidos 800 efectivos para Flandes, por lo que claramente el
reclutamiento se había detenido ante los problemas surgidos. En febrero ya
afirmaba tener 1.000, pero llevaban demasiado tiempo reclutados, por lo que la

99
Cartas del Cardenal de Aragón, Nápoles, 19 de febrero y 13 de marzo 1665. Consulta del
Consejo de Estado, 31 de marzo 1665. Relación individual de lo que se ha enviado desde Nápoles
a España… AGS, E, Nápoles Leg. 3.288 f. 59, 60, 78, 58 y 104.
100
Carta del Cardenal de Aragón, Nápoles, 13 de marzo 1665. Consultas del Consejo de
Estado, 16 y 20 de abril 1665. AGS, E, Nápoles Leg. 3.288, f. 73, 78, 70 y 77.
101
Cartas del Cardenal de Aragón, Nápoles, 1, 14 y 17 de junio, y 20 de agosto 1665. Con-
sultas del Consejo de Estado, 30 de junio y 30 de julio 1665. AGS, E, Nápoles Leg. 3.288, f.
92, 147, 163,193, 90 y 153.

253
Antonio José Rodríguez Hernández

cantidad disminuía más que aumentaba102. El transporte continuaba siendo un


gran problema, ya que aunque se había decido enviar a los napolitanos en la
escuadra de galeras103, pero tras la llegada de ésta a Nápoles, el 7 de septiembre,
se comprobó que no sería posible, ya que ni había espacio suficiente ni estaban
en perfectas condiciones para acomodarlos. Además, el propio Consejo, ante la
«adversión que se ha conocido en aquellos naturales de venir a la guerra de
España», decidió que se les debía asegurar que irían a Flandes, por lo que se
veía más conveniente que fueran a la península en navíos de flete para desde allí
continuar su viaje. Al final las galeras pudieron salir de Nápoles a finales de
septiembre, llevando 350 de los reclutados en el reino para Flandes, del Tercio
que recientemente se había formado a Jacinto Suardo de Mendoza. Los napoli-
tanos embarcados ayudaron a suplir la falta de infantería que padecían las gale-
ras, ya concertándose el flete de los 650 hombres restantes con distintos navíos
mercantes al módico precio de 12.000 ducados104. Esta primera expedición que
se producía en las galeras llegó sin problemas a Cádiz, alojándose allí durante
meses a la espera de embarcaciones apropiadas para ir Flandes105.
Aunque buena parte de los reclutados para Flandes todavía no habían salido
de Nápoles, desde Madrid se pedían nuevos reclutas, por lo que en noviembre
de 1666 don Pedro de Aragón se comprometía a reclutar otros 500 que se man-
darían a Extremadura106. Pero el transporte de la mayor parte de los hombres de
Jacinto Suardo de Mendoza se retrasó durante muchos meses, acrecentándose
los gastos. La demora en el embarque también creó malestar entre la tropa, ya
que muchos pensaban que serían conducidos a España, idea que no les gustaba.
Ante ello, en enero de 1667 el virrey hizo despedir a 50 franceses y loreneses
asentados en las compañías con la intención de conseguir un pasaje gratuito a su
tierra, asegurando a Madrid que el Tercio podría enviarse donde se estimara, ya

102
Cartas del Cardenal de Aragón, Nápoles, 1 de diciembre 1665, 3 de febrero, 12 de junio,
3 de julio y 1 de agosto 1666. Consultas del Consejo de Estado, 10 y 16 de enero, 27 de julio
1666. AGS, E, Nápoles Leg. 3.289, f. 14, 49, 74, 91, 75, 4, 13 y 73.
103
Orden a los generales de las galeras de Nápoles, Génova y Cerdeña, Madrid, 8 de junio
1666. AGS, E, España, Leg. 2.684.
104
Consultas del Consejo de Estado, 22 de octubre y 11 de noviembre 1666. Carta de don Pe-
dro de Aragón, Nápoles, 11 y 28 de septiembre y 9 de octubre 1666. Relación de lo que se ha pro-
veído el Sr. don Pedro de Aragón en diferentes partes, desde el 8 de abril de este año de 1666 que
tomo posesión de este gobierno. AGS, E, Nápoles Leg. 3.289, f. 101, 103, 102, 104, 105 y 109.
Consulta del Consejo de Italia, 20 de noviembre 1666. Relación de lo que se ha proveído el Sr.
don Pedro de Aragón en diferentes partes desde 8 de abril de 1666, Nápoles, 8 de octubre 1666.
AGS, SP Leg. 34.
105
Orden Real, Madrid, 8 de enero 1667. AGS, GA, Leg. 2.154. Consulta del Consejo de
Guerra, 5 de enero 1667. AGS, GA, Leg. 2.136.
106
Carta de don Pedro de Aragón, Nápoles, 27 de noviembre 1666. AGS, E, Nápoles Leg.
3.290, f. 12.

254
Al servicio del rey

que los recelos no harían que la unidad se desbaratara antes de partir. La noche
del 5 de marzo salieron de Nápoles 4 navíos de flete que se dirigían a Cádiz.
Tres de ellos irían primero a los presidios de la Toscana para recoger 650 solda-
dos del Tercio de Jacinto Suardo de Mendoza, de la recluta realizada para Flan-
des, que se encontraban allí en ese momento. El cuarto navío a su salida de
Nápoles llevaba ya en su bodega 150 infantes de la leva de 500 que se ofreció
levantar en el reino. A finales de ese mismo mes se pudo ajustar el flete de los
otros 350 infantes de esta leva, por lo que pudieron despacharse en navíos mer-
cantes a finales de ese mes, llegando a España a lo largo del mes de mayo107.
La primera expedición tuvo problemas durante la travesía, y uno de los cuatro
navíos, un patache, se apartó del grupo en el Golfo de León durante una tormenta,
naufragando poco después en las costas de Denia. El barco genovés transportaba
dos compañías de infantería del Tercio de Jacinto Suardo, que tendrían entre las
dos cerca de 200 efectivos entre oficiales y soldados. Aunque en el siniestro no se
ahogaron demasiados soldados, muchos terminaron huyendo. A su llegada a Ali-
cante, en donde se ordenó embarcarlos de nuevo para Cádiz, las compañías
habían perdido 30 de sus 141 soldados, todos ellos huidos108. Pero el principal
problema fue mantener a las tropas en Cádiz, a la espera de tomar una decisión
sobre donde enviarlos. Las cuatro compañías sueltas que traían los 500 hombres
de recluta fueron enviadas a Extremadura para unirse a los Tercios napolitanos
veteranos, mientras que el Tercio de Suardo de Mendoza quedó en Cádiz a la
espera de navíos para ser embarcado a Flandes, ya que se había prometido a los
hombres que ese sería su destino, a pesar de los enormes gastos y de la poca utili-
dad de tener a unas tropas alojadas en Cádiz a la espera de embarcarse109.
Con el comienzo de las hostilidades entre España y Francia el panorama
reclutador cambió mucho. Mientras que en Milán debían reclutarse tropas pa-
ra la propia defensa del estado, a Nápoles llegaban peticiones de diversos lu-
gares para reclutar. Por un lado desde Milán se pedía el envió de dinero y un
contingente de 2.000 hombres, algo que al final no se realizó debido a lo bre-
ve que fue la contienda, llegando desde Cataluña una petición parecida.

107
Carta de don Pedro de Aragón, Nápoles, 8 y 15 de enero, 5 y 12 de marzo 1667. Consul-
tas del Consejo de Estado, 14 y 15 de enero, 16 y 26 de abril y 5 de mayo 1667. Relación del
estado de la Real Hacienda en este reino, Nápoles, 1667. AGS, E, Nápoles Leg. 3.290, f. 27, 2,
44, 48, 10, 51, 43, 47, 57 y 36. Consulta del Consejo de Estado, 24 de mayo 1667. AGS, E,
España Leg. 2.686. Carta del consejo de Guerra al Duque de Medinaceli, Madrid, 12 de julio
1667. AGS, GA, Libro 307, f. 4v.
108
Carta del Duque de Medinaceli, Puerto de Santa María, 24 de abril 1667. AGS, GA,
Leg. 2.134. Carta del secretario don Diego de la Torre, Madrid, 26 de abril 1667. AGS, GA,
Leg. 2.154. Carta del Marqués de Leganés, Alicante, 5 de julio 1667. AGS, GA, Leg. 2.160.
109
Junta de Provisiones, 15 de septiembre 1667. Carta de los oficiales reales, Puerto de
Santa María, 4 de septiembre 1667. AGS, GA, Leg. 2.136.

255
Antonio José Rodríguez Hernández

Además, las hostilidades hicieron necesario reforzar la dotación de los presi-


dios toscanos, a los que se enviaron 200 soldados napolitanos durante el mes
de julio110. La recluta que sí que se efectuó con éxito en el reino de Nápoles
fue la realizada por don Domenico Pignatelli. Este sujeto era Maestre de
Campo de uno de los Tercios de infantería napolitana del ejército de Extrema-
dura, que en noviembre de 1667 concertó el reclutamiento de su unidad. Éste,
tras concedérsele una licencia para ir a Nápoles, se comprometía a reclutar
400 hombres, la mitad de ellos a su costa. A cambio de ello pedía que su uni-
dad no fuera reformada, y emplear las nuevas patentes en dos de sus sobrinos.
Para que la propuesta se aceptara tenía a su favor sus servicios en el ejército,
donde había servido por tiempo de 10 años, la muerte en acción de dos de sus
hermanos – capitanes de caballos –, y su nobleza, al ser descendiente de los
Duques de Terranova. La propuesta de recluta se aprobó, y se ejecutó con éxi-
to, aunque no en los términos acordados. A pesar de que el Consejo de Guerra
instó al Virrey de Nápoles para que acrecentara la aportación del particular
para que se le diera por válida la propuesta, éste no llegó a reunir los 200
hombres que debía juntar a su costa. Durante los 9 meses que permaneció en
Nápoles pudo encontrar 170 nuevos reclutas, por lo que el Virrey debió suplir
los restantes para que éste se embarcara, con la promesa de que el hermano
del Maestre de Campo se encargase de pagar los 30 soldados restantes. En to-
tal se enviaron a España 5 compañías con unos 450 soldados. Los hombres
desembarcaron en Barcelona de las galeras de Sicilia y otros barcos menores a
mediados del mes de agosto de 1668, quedándose en Cataluña, en donde se
formó un nuevo Tercio, pese a las quejas del Maestre de Campo, ya que el re-
sto de su unidad se había enviado a Flandes111.

110
Cartas de don Pedro de Aragón, Virrey de Nápoles, Nápoles, 11 de junio, 10 de julio y 17
de agosto 1667. Copia de la carta de don Luis Ponce para don Pedro de Aragón, Milán, 1 de ago-
sto 1667. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.290 f. 101, 110, 126, 127 y 128.
111
Orden Real, Madrid, 8 de noviembre 1667. Copia de la Consulta del Consejo de Guerra, 2
de noviembre 1667. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.290 f. 161 y 162. Cartas de don Pedro de Aragón,
Nápoles, 20 de septiembre, 31 de diciembre 1667, 29 de febrero y 16 de junio 1668. Consultas del
Consejo de Estado, 24 y 29 de abril 1668. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.291 f. 16, 29, 53, 128, 44 y 66.
Consulta del Consejo de Guerra, 17 de enero 1668. AGS, GA, Leg. 2.161. Consultas del Consejo
de Guerra, 19 y 26 de septiembre 1668. AGS, GA, Leg. 2.165. Carta del Duque de Osuna, 26 de
agosto 1668. AGS, GA, Leg. 2.161. Carta del Consejo de Guerra al Duque de Osuna, Gobernador
del ejército de Cataluña, 9 de septiembre 1668. AGS, GA, Libro 300 f. 50. Título de Maestre de
Campo del Tercio de infantería napolitana que ha venido de Nápoles a Cataluña, Madrid, 29 de
diciembre 1668. AGS, GA, Libro 309. Relación de los servicios del Maestre de Campo don Do-
mingo Pinatelo, 30 enero 1672. GA, Servicios Militares, Leg. 16 f. 122.

256
Al servicio del rey

6. Los nuevos esfuerzos reclutadores en Milán (1665-67)


Durante 1664 fue complicado seguir reclutando efectivos en Lombardía.
El reclutamiento había sido continuo durante los años anteriores, pero también
en el ducado estaban alojados numerosos soldados alemanes – dos regimien-
tos de caballería y otro de infantería, unidades cedidas por el Emperador –,
además de que habían pasado por el estado un regimiento desmontado bor-
goñón y 6.000 suizos y grisones. Evidente el paso de casi 10.000 hombres, y
los enormes gastos de alojamiento, no permitía que las levas se prolongasen.
De hecho, aunque en España se esperaba que se formase un nuevo Tercio
lombardo para servir en Extremadura, dándose por segura su llegada, lo cierto
es que el reclutamiento era imposible. En julio, cuando ya habían salido de
Milán la mayor parte de las tropas extranjeras, el gobernador, don Luis Ponce
de León, escribía a Madrid que la recluta de lombardos se intentaría, pero que
faltaba el dinero112.
A pesar de que la recluta demandada por Madrid para Extremadura ni tan
siquiera se había empezado, ya comenzaba a solaparse con otras, debido a que
desde mediados de 1664 se esperaba el reclutamiento de al menos otros 2.000
infantes para Flandes, tanto en Nápoles como en Milán113. Pese a todo, las le-
vas en Lombardía para Extremadura continuaron, aunque en compañías suel-
tas, para así poder reclutar las unidades veteranas que había en el ejército,
estando la recluta a cargo del Conde de Sartirana114. El 3 de enero de 1665 de-
sembarcaba en Cádiz una compañía suelta de infantería lombarda junto con
dos compañías de desmotados borgoñones, aunque no sabemos cuántos hom-
bres venían en ella115. El siguiente transporte se hizo esperar. El 25 de agosto
llegaron a Sevilla por el Guadalquivir las galeras de Génova con tres com-
pañías de infantería lombarda y otras tres de caballería desmontada, destina-
das a Extremadura. La infantería era claramente lombarda, aunque la caballe-
ría mantenía cierta mezcla de naciones, y de hecho la mayor parte de sus capi-
tanes parecían de origen español, a diferencia de los furrieles y otros oficiales.
Aunque previamente se había ordenado que desembarcaran en Sevilla – para

112
Junta de Armadas, 8 de junio 1664. Relación de los bajeles que se pueden aplicar a la
conducción de infantería de Italia, de los portes de cada uno, y la que en ellos se podrá embar-
car demás de su tripulación. AGS, GA, Leg. 3.465. Junta de Provisiones, 22 de junio 1664.
AGS, GA, Leg. 2.054. Carta de don Luis Ponce, Gobernador de Milán, Milán, 4 de julio 1664.
AGS, GA, Leg. 2.075.
113
Carta del Secretario don Blasco de Loyola, Madrid, 25 de marzo 1664. AGS, E, Nápo-
les, Leg. 3.287 f. 154.
114
Puntos resueltos para el ejército de Extremadura, para el otoño, 10 agosto 1664. AGS,
GA, Leg. 2.080.
115
Consejo de Guerra, 16 de enero 1665. AGS, GA, Leg. 2.083.

257
Antonio José Rodríguez Hernández

acortar su viaje hasta Extremadura, y las posibles deserciones –, lo cierto es


que la medida no sirvió de mucho. Las tres compañías de infantería llegaron a
Sevilla con 304 plazas entre oficiales y soldados. Tras disponer de varios días
de descanso allí, se enviaron a Badajoz, llegando allí sólo 104 de ellos. Las
indagaciones realizadas indicaron que parte del motivo del gran número bajas
era el elevado número de kilómetros diarios que se hizo marchar a las tropas
de camino a Extremadura, a lo que se sumaba que realizaban el viaje en una
época muy calurosa, sin más vigilancia que sus propios oficiales, y con tan so-
lo una paga tras desembarcar116. Las tres compañías de desmontados debieron
tener menos bajas, ya que aunque no sabemos con cuantos hombres desem-
barcaron, en noviembre mantenían 217 plazas según la muestra que se las
pasó en Andalucía117.
A finales de septiembre llegaron más lombardos, esta vez a bordo de las
galeras de la escuadra de Sicilia. En total 5 compañías con unos 420 infantes,
tropas que en principio, tras desembarcar en Cádiz, tendrían que pasar a Flan-
des en otros navíos. Tras proveerse el dinero para darles dos pagas, se pre-
tendía mantener a los hombres durante el invierno cerca de la Bahía de Cádiz
para poder ser enviados a Flandes cuando se pudieran encontrar los navíos
apropiados. Poco después las galeras de Génova necesitaron reforzar su infan-
tería para pasar a Cataluña, por lo que la mayoría de estos hombres fueron con
ellas, creándose un problema de entendimiento entre las diversas administra-
ciones territoriales de carácter militar118. Como mínimo, entre 1.100 y 1.200
hombres fueron reclutados en Milán durante los meses finales de 1664 y todo
1665, tanto para ser enviados a Extremadura como a Flandes, aunque al final
todos quedaron en España.

116
Cuentas del pagador don Luis Carlos de San Martín, 1665. AGS, CMC 3ª época, Leg.
2.655 f. 8. Cartas del Consejo de Guerra al Duque de Medinaceli, Capitán General del Mar
Océano y Costas de Andalucía, 22 de mayo y 28 de septiembre 1665, y carta al Asistente de Sevil-
la, 20 de octubre 1665. AGS, GA, Libro 281 f. 68v, 201 y 219.
117
Relación de la gente que permanece alojada fuera de Extremadura, noviembre 1665.
AGS, GA, Leg. 2.086.
118
Cartas del Consejo de Guerra al Duque de Medinaceli, 22 de septiembre y 20 de octubre
1665. AGS, GA, Libro 281, f. 197v y 223. Junta de Provisiones, 18 de octubre 1665. AGS, GA,
Leg. 2.083. Consultas del Consejo de Guerra, 25 de noviembre y 9 de diciembre 1665. AGS,
GA, Leg. 3.472 y 2.084. Carta del Duque de Medinaceli, Puerto de Santa María, 6 de diciembre
1665. AGS, GA, Leg. 3.481. Orden Real, Madrid, 5 de noviembre 1665. Orden de la Reina
Gobernadora, Madrid, 20 de noviembre 1665. AGS, GA, Leg. 2.101. Carta del Consejo de
Guerra al Duque de Medinaceli, 7 de diciembre 1665. AGS, GA, Libro 282 f. 136. Consulta del
Consejo de Estado, 14 de septiembre 1665. Carta del Marqués de Castel-Rodrigo, Gobernador
de los Países Bajos, 14 de octubre 1665. AGS, E, Flandes, Leg. 2.104. Fe de oficios del capitán
Antonio Cabezal. AHN, E, Leg. 1.285-1.

258
Al servicio del rey

A finales de 1665, ante el éxito de la recluta de lombardos gestionada en


Milán, se encomendó al Gobernador del Estado que continuase alistando gen-
te, esta vez serían 2.000 italianos. En un primer momento se planeó que fue-
ran enviados a Flandes, en compensación a que sólo una pequeña parte de los
alistados en años anteriores había llegado a ese destino. Esta recluta se esti-
maba en 90.886 escudos, cantidad que debían proveer las arcas napolitanas,
algo que se veía complicado. Al final la cifra se rebajó a los 1.500 soldados,
ya que otros 500 serían reclutados en Nápoles, donde parecía más fácil y bara-
ta la recluta119. La leva se realizó muy rápidamente, y según la muestra pasada
al ejército de Milán el primero de enero de 1666, estas 12 compañías tenían
un total de 1.129 plazas120. Pero el continuo problema seguía siendo el tran-
sporte, ante la indecisión de cómo enviar los hombres a Flandes. Durante todo
un año las tropas permanecieron inactivas, alojándose en distintos lugares a la
espera de órdenes definitivas, reforzando de manera esporádica la guarnición
ordinaria del presidio del Finale121.
Durante el verano se intentó remitir estas tropas a España, aprovechando la
vuelta a los puertos españoles de la escuadra de galeras que llevaba a Milán a la
futura Emperatriz, aunque no fue posible122. Durante más de un año las 12 com-
pañías permanecieron en Milán, pese a que ya estaban formadas y reclutadas. A
finales de noviembre las compañías pasaban por Alessandria, embarcando rumbo
a España el 18 de diciembre en tres navíos mercantes genoveses con los cuales se
concertó el flete de las tropas. En total subieron a bordo 125 oficiales y 675 sol-
dados, por lo que poco más del 70% de los alistados en enero de ese año se em-
barcó123. Los navíos realizaron la travesía a la deshilada, por lo que no llegaron al

119
Cartas del Cardenal de Aragón, Nápoles, 12 de octubre 1665. AGS, E, Nápoles, Leg.
3.288, f. 184 y 185. Orden Real, Madrid, 28 de diciembre 1666. AGS, GA, Leg. 2.126.
120
Relación del sueldo del año 1666, Milán, 1 de enero 1666. AGS, SP Leg. 1.862, f. 2.
121
Consulta del Consejo de Estado, 13 de abril 1666. Cartas de Pedro de Aragón, Virrey de
Nápoles, Nápoles, 12 de junio, 3 de julio y 1 de agosto 1666. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.289 f. 51,
74, 88 y 75. Consulta del Consejo de Estado, 16 de mayo 1666. AGS, E, España Leg. 2.684. Carta
del Contador Principal al Rey, Milán, 28 de junio 1666. Relación de los oficiales, soldados y bor-
rados que ha habido en las infrascritas 12 compañías de infantería lombarda levantada para Flan-
des por la muestra que se les ha formado en 30 de abril de 1666. Relación de la muestra que se ha
pasado en Alejandría a las infrascritas 6 compañías de infantería italiana que pasan al Finale en 22
de mayo de 1666. Relación de la muestra que se ha pasado en el Finale a 29 de mayo de 1666 a
las infrascritas compañías de infantería italiana sueltas que han venido del Estado de Milán a re-
forzar el presidio de esta plaza. AGS, SP Leg. 1.862 f. 77, 81, 82 y 83.
122
Consulta del Consejo de Estado, 3 de junio 1666. AGS, E, España Leg. 2.684.
123
Carta del Contador Principal, Milán, 24 de diciembre 1666. Muestra pasada en el Final,
en 18 de diciembre 1666, a las 12 compañías de infantería italiana sueltas que pasan a Flandes.
Relación de la muestra que se ha pasado en Alejandría, en 25 de noviembre, a las 12 compañías
de infantería lombarda que pasan a Flandes. AGS, SP Leg. 1.862 f. 131, 132 y 133.

259
Antonio José Rodríguez Hernández

mismo tiempo a la bahía de Cádiz. En enero de 1667 el Gobernador de Cádiz in-


formaba de que un mercante genovés en solitario llegaba a la ciudad con 6 com-
pañías sueltas de infantería, que tendrían unos 466 efectivos124. Los barcos restan-
tes debieron llegar con posterioridad, y tras varios meses de dura espera en los
puertos andaluces los lombardos pudieron continuar su viaje hacía Flandes, aun-
que no sin percances. Ante el miedo de que si desembarcaban la mayor parte de-
cidiese huir, la tropa no obtuvo permiso para poner pie en tierra durante esa espe-
ra, por lo que cuando los vientos fueron propicios y pudieron desembarcar en
Ostende, la mayoría habían estado embarcados más de 8 meses, llegando a Flan-
des en unas deplorables condiciones, estando muchos enfermos125.
Pese a que a principios de 1666 la leva para Flandes no se había despacha-
do, en Milán se determinó la formación de otras 10 compañías sueltas para re-
forzar los Tercios lombardos que combatían en el frente extremeño. La recluta
debió comenzar a mediados del mes de enero, por lo que en la muestra pasada
al ejército de Milán en febrero se advierte la presencia de parte de estas nue-
vas compañías que se estaban formando. Su embarque para España se va a
producir mucho más rápido, y el 5 de abril las compañías pasaban por Ales-
sandria de camino al puerto del Finale, desde donde salieron para España el
29 de abril de 1666. En total las 10 compañías presentaban 100 oficiales y 521
soldados, embarcándose con las tropas 6 mujeres126. En mayo llegaron a Cá-
diz, según los primeros informes, 540 soldados en los navíos de la escuadra de
asiento de Hipólito Centurión, pagándose los gastos de la embarcación, 8.000
escudos, a cargo de las arcas napolitanas127. La comparación entre estas 10
compañías y las 12 que en esos momentos estaban reclutadas para Flandes es
clara. Por un lado, las destinadas a España tenían menos efectivos por com-
pañía, lo que significa que se concertó con los capitanes que entregaran unos
70 soldados para recibir la patente128, frente a los 100 efectivos de media que
debieron tener las compañías levantadas para Flandes. La otra gran diferencia

124
Carta del Marqués de Asentar, 7 de enero 1667. AGS, E, España Leg. 2.686. Consultas
del Consejo de Estado, 14 de enero y 16 de abril 1667. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.290 f. 10 y 43.
125
Rodríguez Hernández, España, Flandes y la Guerra de Devolución, cit., pp. 138-144.
126
Relación de los oficiales y soldados de toda la infantería y caballería del ejército que se
presentaron en la muestra que se les ha pasado en 18 de febrero de 1666. Relación de la mue-
stra que se ha pasado en Alejandría, en 5 de abril 1666, a las infrascritas 10 compañías de in-
fantería italiana suelta que se han de pasar a España. Relación de las 10 compañías de infantería
italiana suelta que pasan a servir a su majestad a España, Finale, 29 de abril 1666. AGS, SP
Leg. 1.862 f. 78, 79 y 80.
127
Carta del Conde de Cabañas, Cádiz, 24 de junio 1666. AGS, GA, Leg. 3.482.
128
A su paso por Alessandria las compañías tenían 100 soldados, 542 soldados y al menos 123
borrados, es decir soldados que faltaban al número original, por lo que más del 18% de los efectivos
habían abandonado sus compañías. AGS, SP Leg. 1.862 f. 79 y 80.

260
Al servicio del rey

era los capitanes. Los que reclutaron para Flandes tenían un origen social muy
variado, destacando entre los doce sujetos cinco condes, un marqués y un ca-
ballero. En cambio, entre los capitanes que reclutaron para España no adver-
timos ningún noble titulado. No sabemos muy bien el motivo de ello, aunque
podía ser el mayor atractivo que tenía Flandes, y el poco que tenían las guer-
ras peninsulares, en donde el servicio era mucho más duro.
Con el comienzo de la Guerra de Devolución, Lombardía continuó apor-
tando tropas, aunque esta vez para Cataluña, algo que ya se había prometido
al Capitán General del principado, para así reforzar la presencia militar de
aquella frontera. El 8 de agosto de 1667 las galeras de la escuadra de Génova
desembarcaron en Barcelona 772 plazas de infantería lombarda y 63 artille-
ros129. Estos hombres se unieron a los 200 soldados italianos del Tercio de de
Gerónimo Dualdo Ales que se mantenían en el ejército de Cataluña, unidad
que no se había vuelto a reclutar desde la Paz de los Pirineos130.

7. El reclutamiento de italianos en España


Además del reclutamiento de italianos en origen – directamente en Italia –,
durante el conflicto con Portugal también se realizaron otras fórmulas para re-
clutar contingentes italianos en España, utilizando tanto la intervención de los
propios mandos italianos, como puntualmente sistemas que se utilizaban para
reclutar españoles. A finales de 1664 el Tercio napolitano Viejo de la Armada
de don Fabrizio Rossi había quedado prácticamente reducido a la nada tras la
rendición de Valencia de Alcántara. En septiembre de 1664 sólo mantenía 30
soldados, por lo que se vio conveniente que la unidad se reincorporara a la Ar-
mada del Mar Océano y se reclutara131. Poco después se ascendía a Rossi a Sar-
gento General de Batalla del ejército de Extremadura, quedando vacante la uni-
dad. Como nuevo Maestre de Campo se eligió a don Antonio Simonetta Ponce
de León, Barón de San Crispiero detto Santa Cristina (Santa Cristina para los
españoles). Éste fue elegido no tanto por sus años de servicio – 10 hasta el mo-
mento, tanto en Cataluña como en Extremadura –, sino porque el Consejo de
Guerra decidió darle el ascenso para mantenerle en servicio, al haber pedido li-
cencia para volverse a su casa por estar herido en un pie, pese a lo cual había

129
Orden Real, Madrid, 15 de agosto 1667. AGS, GA, Leg. 2.152. Consulta del Consejo de
Guerra, 19 de agosto 1667. AGS, GA, Leg. 2.135. Cartas del Consejo de Guerra al Duque de
Osuna, Capitán General del ejército de Cataluña, Madrid, 16 de abril y 26 de agosto 1667.
AGS, GA, Libro 282 f. 142 y 178.
130
Consulta del Consejo de Guerra, 31 de marzo 1667. Carta del Duque de Osuna, Barce-
lona, 18 de marzo 1667. AGS, GA, Leg. 2.132.
131
Consulta del Consejo de Guerra, 10 de septiembre 1664. AGS, GA, Leg. 2.055. Orden
Real, Madrid, 12 de septiembre 1664. AGS, GA, Leg. 2.074.

261
Antonio José Rodríguez Hernández

demostrado gran valentía y se había destacado en numerosos combates, tanto en


Cataluña como en Extremadura, lo cual hizo que el Consejo le prefiriera frente
a otros más veteranos132. En febrero de 1665 el Barón afirmaba que había podi-
do reclutar 80 hombres a su costa, «gracias a su maña», en sus alojamientos en
Andalucía. De hecho en la muestra que se pasó a la unidad en febrero, ésta
mantenía en sus 5 compañías 42 oficiales y 106 soldados133. La unidad siguió
reclutándose durante los años siguientes, alistando a los numerosos italianos
que huían del ejército de Extremadura o de las tropas que nuevamente llegaban
a la península. De esta manera, en noviembre de 1666 el Tercio tenía 400 efec-
tivos en sus cuarteles situados en la frontera de Huelva134.
El método de reclutar soldados italianos en la propia península no era nove-
dad. Durante los años finales de la década de 1640 y los primeros de la de 1650
se realizaron en Madrid, a pequeña escala, diversas reclutas de soldados italia-
nos. Éstas pretendían alistar tanto a los desertores de las unidades llegadas en
los años anteriores a Cataluña, como todos los soldados y reformados que esta-
ban en la Corte pretendiendo ascensos, pensiones o cualquier otra aspiración135.
Este tipo de reclutas se volvieron a realizar durante la década de 1660, debido
fundamentalmente a la llegada masiva de contingentes italianos para luchar
contra los portugueses en Extremadura. Así, durante los primeros meses de
1666 se optó por reclutar en la Corte a todos los italianos posibles, ya que se re-
conocía que por falta de asistencias en el ejército estos habían ido a Madrid a
buscar alguna forma de subsistencia. Por esta vía se pudieron alistar 121 italia-
nos que se incluyeron en los Tercios de su nación que había en Extremadura136.
Otra fórmula para reclutar italianos en España era el acuerdo del recluta-
miento de pequeños contingentes – que no pasaban de los 100 hombres – a co-

132
Consulta del Consejo de Guerra, 26 de noviembre 1664. Resumen de las relaciones de
servicios de los sujetos que han concurrido a la pretensión del Tercio de infantería napolitana.
AGS, GA, Leg. 3.465. Relación de Servicios de don Antonio Simoneta Ponce de León, Barón
de Santa Cristina, 20 de noviembre 1664. AGS, GA, Servicios Militares, Leg. 7 f. 34.
133
Carta del Barón de Santa Cristina, Puerto Real, 15 de febrero 1665. AGS, GA, Leg.
3.481. Carta del Vizconde de Cabañas, Cádiz, 1 de febrero 1665. Relación de los oficiales
mayores, oficiales y soldados que del Tercio del Maestre de Campo Barón de Santa Cristina de
infantería napolitana, uno de los de la Armada del Mar Océano se presentaron en muestra que
se les paso en 26 de enero de 1665 en la villa de Puerto Real, Cádiz, 1 de febrero 1665. AGS,
GA, Leg. 3.480. Gasto de una leva de infantería napolitana, 27 de octubre 1665. AGS, GA, Li-
bro 281 f. 229.
134
Muestra tomada al ejército de la Frontera, Huelva, 5 de noviembre 1666. AGS, GA,
Leg. 2.111.
135
De esta manera, en 1648 se reclutó en Madrid una compañía de infantería de naciones
con píe italiano. Patente para el Teniente Thomás de Juan, Madrid, 24 de febrero 1648. AGS,
GA, Libro 209, f. 4.
136
Consulta del Consejo de Guerra, 14 de marzo 1666. AGS, GA, Leg. 2.112.

262
Al servicio del rey

sta de los nuevos oficiales, formándose nuevas compañías de infantería o cabal-


lería. Mediante esta fórmula, el ofertante, al reclutar a su cargo un número de-
terminado de soldados, se hacía con una patente de oficial superior, progresan-
do en el escalafón militar sin necesidad de cumplir con las Ordenanzas Milita-
res. El modelo se había utilizado en contadas ocasiones durante la década de
1650 para reclutar en Madrid compañías de caballería de “naciones”, o clara-
mente italianas. Los particulares se comprometían sólo a aportar los hombres
sin coste para la administración, aunque ésta debía aportar los caballos. Sin du-
da ejercer el mando de compañías de caballería a cambio de 80 nuevos reclutas
era una inversión mucho más lucrativa que una recluta de infantería, ya que el
nuevo capitán de caballos corazas recibiría un sueldo mensual bastante superior
a la media, a la par del honor aristocrático de servir en la caballería137. En la dé-
cada de 1660 esto también volvió a ocurrir. A finales de 1667 el Comisario Ge-
neral de origen italiano don Francesco de Ricca, ofreció realizar una recluta de
50 hombres a su costa para poder mantener su compañía de caballos y su sueldo
en Cataluña. Éste acababa de ser reformado en Extremadura con parte de su
unidad, el Trozo de Milán, una de las unidades de caballería que llegaron en
1661, por lo que gracias a esta recluta pretendía mantener su puesto. Ricca re-
clutaría a sus expensas a los hombres, aunque los uniformes, armas y caballos
serían aportados por las arcas reales. La proposición se aceptó, debido a que se
trataba de un oficial veterano que había servido más de 15 años, por lo que inte-
resaba que continuara en servicio138.

8. Los métodos de reclutamiento


Hasta el momento sabemos bastante poco sobre el reclutamiento de tropas
italianas, más allá de la importancia de la aristocracia local, básica para ge-
stionar el reclutamiento139, y de las mercedes concedidas por la Corona a los
militares que se destacaban en su empleo, las cuales iban desde los propios
despachos de oficiales hasta títulos nobiliarios, siendo curioso como éstos ofi-

137
En 1650 se reclutaron 80 italianos a costa de un particular para formar una compañía de ca-
ballería italiana para el ejército de Cataluña, y al año siguiente otros tantos: Patente de capitán de ca-
ballos a don Septimio Uberti y Aldeseo, 16 de noviembre 1650. Carta del Consejo de Guerra a don
Diego Sarmiento, Comisario General de la Caballería e Infantería, 9 de diciembre 1650. AGS, GA,
Libro 225 f. 10, y libro 223 f. 85. Patente para el capitán don Lucas Palavecin, Madrid, 4 de junio
1651. AGS, GA, Libro 225 f. 24v.
138
Orden Real, Madrid, 20 de noviembre 1667. Memorial de don Francisco Ricca. AGS,
GA, Leg. 2.152.
139
D. Maffi, Un bastione incerto? L’esercito di Lombardia tra Filippo IV e Carlo II (1630-
1700), en García Hernán y Maffi (eds.), Guerra y sociedad en la Monarquía Hispánica, cit.,
Volumen I, pp. 501-536, en especial pp. 530-531.

263
Antonio José Rodríguez Hernández

ciales, a su vuelta a Italia, recibían importantes recompensas y privilegios140,


algo que no siempre ocurría en el caso de los españoles. De hecho muchos mi-
litares italianos se beneficiarán de su servicio en el ejército para ir escalando
puestos dentro de la administración del Estado. Incluso en algunas coyunturas
los militares tuvieron el favor Real para ocupar puestos técnicos o políticos, e
imponerse sobre los letrados en los nombramientos, ya que había que recolo-
car a los veteranos del ejército141.
Tras una dilatada carrera, o incluso cuando ésta ya estaba consolidada,
muchos de los oficiales italianos que sirvieron al rey fuera de sus lugares de
origen recibieron notables recompensas por sus servicios. Algunos recibían
pensiones o ayudas de costa nada despreciables, lo que incrementaba sus bie-
nes patrimoniales y en cierta manera les permitía continuar con su alto tren de
vida y los notables gastos que experimentaban al realizar sus funciones al ser-
vicio del monarca142. Otros, tras servir durante algunos años en la península
como altos oficiales de las unidades italianas, obtenían en caso de volver a su
tierra alguna alta designación honorifica. Este era el caso de los Maestres de
Campo napolitanos, los cuales casi automáticamente obtenían su nombra-
miento como miembros del Consejo Colateral de Nápoles, ya que solo los seis
consejeros más veteranos cobraban sueldo, por lo que no se consideraba esta
merced algo negativa para las arcas reales. De hecho, en algunos casos la con-
cesión de esta prerrogativa tardó en llegar, y varios de los agraciados tuvieron
que perseverar en sus memoriales y peticiones. Pero tras reconocerse que este
nombramiento era sólo honorifico, finalmente el rey determinó conceder los
nombramientos, ya que la intención era que estos sujetos «vuelvan favoreci-
dos a su casa»143. En otros casos los veteranos eran recompensados con cargos

140
Maffi, Cacciatori di Gloria, cit., pp. 87-96; Idem, La Cittadella in Armi, cit., pp. 129 y
ss.
141
Cédula del Rey al Conde de Castrillo, Virrey de Nápoles, Madrid, 19 de julio 1660.
AGS, SP Leg. 141.
142
Así, por ejemplo, Luigi Poderico gozaba de 2.000 ducados de renta por vía de enco-
mienda como Maestre de Campo General. Cédula Real al Conde de Castrillo, Madrid, 4 de
abril 1661. AGS, SP Leg. 142.
143
De esta manera al Maestre de Campo don Marzio Orilla se le negó dicha plaza, aunque
tras un año de suplicas e intentos consiguió el nombramiento, ya que había servido al rey en sus
ejércitos durante más de 20 años. Consultas del Consejo de Italia, 18 de abril y 10 de noviem-
bre 1665, 1 y 22 de junio 1666. AGS, SP Leg. 34. El Maestre de Campo Camilo Dura también
consiguió el nombramiento poco después, alegando sus 18 años de servicio en el ejército y que
otros veteranos oficiales napolitanos del ejército de Extremadura habían conseguido el nom-
bramiento, como Antonio Guindazo o Marzio Orilla. Consulta del Consejo de Italia, 28 de sep-
tiembre 1666. AGS, SP Leg. 34. Con posterioridad, en 1693, Marzio Orilla será nombrado Ca-
pitán General de la Artillería de Nápoles: R. de Salas y Cortés, Memorial histórico de la artille-
ría española, Madrid, 1831, p. 69.

264
Al servicio del rey

políticos de menor posición, como los gobiernos de ciudades, los cuales en


ocasiones se entregaban a sujetos que apenas habían servido unos cuantos
años en el ejército144. Otros, en cambio, consiguieron la recompensa honorífi-
ca de ser nombrados nobles titulados tras sus largos servicios, como le ocurrió
Carlos Tuffo. Este había servido previamente 24 años en el ejército, tanto en
Nápoles como en Milán y España, por lo que tras retirarse con el grado de
Maestre de Campo consiguió este premio, aunque previamente poseía la tierra
del Tuffo, sobre la que se instituyó su título de marqués145.
El reclutamiento, aunque en muchos casos liderado por la nobleza o la ari-
stocracia local, no era una simple leva de carácter feudal. En Nápoles parece
que el reclutamiento seguía fórmulas algo parecidas a Castilla. Básicamente se
realizaban reclutas voluntarias, arbolando banderas y tocando el tambor, fun-
damentalmente en la ciudad de Nápoles y en otros lugares. Así, en 1663 el Vir-
rey de Nápoles avisaba a Madrid que no había «rincón en aquella provincia
donde no se estén tocando cajas»146. Teniendo en cuenta los desembolsos reali-
zados, parece que el Nápoles el reclutamiento de voluntarios era el más común.
Durante 1668 la leva de 2.000 napolitanos que se realizaba para Milán estaba
presupuestada en 40.000 ducados. Es decir, el coste medio por hombre ascendía
a unos 20 ducados, precio bastante parecido al que se estipulaba en Castilla147.
Este tipo de reclutamientos voluntarios no siempre fructificaban, y en oca-
siones el Virrey, para intentar incrementar el número, probaba a reclutar en
zonas menos habituales. A finales de 1662 se intentó que los presidentes de
las provincias calabresas de Catanzaro y Cosenza ejecutasen una recluta de
200 infantes cada uno. No hubo problemas para encontrar capitanes, pero sí
para encontrar soldados. La recluta en Catanzaro duró desde el 20 de noviem-

144
A don Settimio Uberti le bastó con haber servido en el ejército 3 años para conseguir un
nombramiento. De hecho este primer servicio como capitán de caballos lo realizó a su costa,
pagando la recluta de su compañía, la cual se mantuvo en el ejército de Cataluña poco más de
3 años antes de ser reformada. Tras servir al Duque de Osuna en su etapa como virrey de Sici-
lia, consiguió en 1660 ser nombrado gobernador de la ciudad de Bitonto, en la Apulia napolita-
na. Relación de servicios del capitán de caballos corazas don Septimio Uberti, Nápoles, 7 de ju-
lio 1661. AGS, SP Leg. 142.
145
Consulta del Consejo de Italia, sobre el decreto de 14 de noviembre de 1661. AGS, SP
Leg. 30.
146
Carta del Conde de Peñaranda, Virrey de Nápoles, 17 de diciembre 1663. AGS, E,
Nápoles, Leg. 3.287 f. 9.
147
Razón de las partidas gastadas por cuenta de los efectos de este año de 1668 tocantes a al
Real Hacienda, y exigencias de ella, en este reino. Para enviar a su Majestad, con carta del 12 de
mayo 1668. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.291 f. 105. Durante la década de 1650 el coste aceptado por
la Corona por cada hombre que entregaban en el frente los Corregidores era de 250 reales de vel-
lón, precio en el que iba incluido el vestido de munición: Instrucciones para el repartimiento gene-
ral de 1649. AGS, GA, Libro 209.

265
Antonio José Rodríguez Hernández

bre de 1662 hasta el 3 de julio de 1663, alistándose 78 voluntarios y otros 11


sujetos que fueron condenados a servir. Los costes de reclutamiento fueron
muy elevados, más de 3.743 ducados para mantener y vestir a los hombres,
algo desorbitado. En Cosenza hubo el mismo problema, ya que en dos parti-
das se llegaron a entregar tan solo 86 soldados, aunque los gastos fueron mu-
cho menores, 1.483 ducados, ya que la recluta principal se fue por finalizada
en febrero, ante el poco éxito de la misma. La gran diferencia de precio se
debía a los costes de mantenimiento de las tropas en los lugares de recluta-
miento, ya que en Catanzaro se estuvo reclutando durante más de 7 meses148.
Además de la recluta de voluntarios, en Nápoles siempre había la posibili-
dad de incluir a las compañías que se levantaban delincuentes condenados a
servir en el ejército149, y fundamentalmente forajidos y bandidos que servían a
cambio de la redención150. De hecho el virreinato del Conde de Peñaranda se
caracterizó por la persecución de los bandidos. Algunos fueron ahorcados,
otros condenados de por vida a galeras, pero los más obtuvieron el perdón a
condición de ir a servir al rey a Extremadura151. Esta práctica podía abaratar
los costes del reclutamiento – los cuales eran menores que en Milán –, a la vez
que convenía a la tranquilidad del propio reino. Con estas palabras expresaba
esto último el virrey don Pedro de Aragón: «este reyno importa mucho tenerlo
purgado por los naturales inquietos que en él se crían»152.
En otros casos parte de los costes del reclutamiento parece que recayeron
en los nuevos mandos a cargo de los cuales se formaban las nuevas unidades.
Aunque no sabemos cómo se llegaba a ajustar el tema en Nápoles, sí que te-
nemos noticias de este sistema dentro del Consejo de Guerra, al que acudían
algunos veteranos militares italianos – ya presentes en España – con la inten-
ción de formar nuevos Tercios o reclutar los suyos para continuar en el puesto

148
Consulta del Consejo de Estado, 27 de enero 1664. Relación de la leva que se hizo en las
dos Calabrias, y el tiempo y dinero que ha costado, Nápoles, 17 diciembre 1663. AGS, E,
Nápoles, Leg. 3.287 f. 7 y 11.
149
La sociología de los condenados a servir en el ejército en España era muy variada. Así Gio-
vanni de Massielo fue condenado en 1660 por el Tribunal de la Vicaría de Nápoles a servir en el
ejército 7 años tras prometer el matrimonio a una mujer y no cumplir con lo acordado. Pese a la pena,
tras servir 4 años en Extremadura consiguió la redención a cambio de dar un hombre en su lugar, ob-
teniendo la libertad algo tras abonar los gastos equivalentes a los soldados comprometidos. Consulta
del Consejo de Italia, 7 de octubre 1664. Carta de don Iñigo de Zarate, Madrid, 19 de octubre 1664.
AGS, SP, Leg. 33.
150
Instrucción que se dio al Marqués de Bayona, Nápoles, 9 de julio 1661. AGS, E, Nápo-
les, Leg. 3.286 f. 146.
151
Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España, Tomo 23, Madrid, 1853,
pp. 529 y ss.
152
Carta de don Pedro de Aragón, Virrey de Nápoles, Nápoles, 1 de agosto 1666. AGS, E,
Nápoles, Leg. 3.289 f. 75.

266
Al servicio del rey

que ejercían. Oficiales como Domenico Pignatelli o Fabrizio Rossi ofrecieron


al Consejo de Guerra reclutar hombres a su costa para los Tercios que manda-
ban, carentes de personal, formando nuevas compañías153. Con el reclutamien-
to de algunos hombres a su costa se estaba permitiendo un ahorro a la Hacien-
da Real, pero también la “compra” de las patentes y los suplementos, ya que
muchos de los oficiales napolitanos, si bien pertenecientes a familias nobles,
no tenían servicios previos en el ejército. En 1666 desde Nápoles se reconocía
que en «las provisiones de compañías de napolitanos es forzoso dispensar los
servicios respecto de haberse de dar a caballeros mozos que conviene salgan
de aquella ciudad». Por ello se advertía que en la elección de los nuevos man-
dos no se podía actuar como se hacía con los españoles, o siguiéndose las or-
denanzas, ya que en el reino no siempre había personas cualificadas o con ex-
periencia militar previa. De hecho se procuraba elegir para el mando de las
compañías napolitanas a jóvenes caballeros, a los que en muchos casos había
que dar suplementos para alcanzar su puesto, ya que con ello se desembaraza-
ba la ciudad de sus «inquietudes»154.
Un rápido análisis de algunos destacados oficiales que sirvieron en las uni-
dades napolitanas destacadas en el frente portugués confirma este hecho. La
mayoría de los oficiales obtenían su primer puesto como capitanes de infante-
ría o caballería, contando en ese momento con escasa experiencia o con
ningún tipo de servicio previo155. Esto no siempre significó que se tratara de
malos oficiales, ya que algunos, con el tiempo, se convirtieron en soldados de
gran valor, demostrando una notable experiencia156. Otros usaron la carrera
militar como trampolín de sus aspiraciones, y tras servir en el ejército fuera
del reino, a su vuelta a Nápoles eran recompensados y llegaban a obtener

153
Orden Real, Madrid, 8 de noviembre 1667. Copia de la Consulta del Consejo de Guerra,
2 de noviembre 1667. AGS, E, Nápoles, Leg. 3.290 f. 161 y 162. Consulta del Consejo de
Guerra, 17 de enero 1668. AGS, GA, Leg. 2.161. Junta de Armadas, 25 de enero 1661. AGS,
GA, Leg. 3.444.
154
Carta de don Pedro de Aragón, Virrey de Nápoles, Nápoles, 1 de agosto 1666. AGS, E,
Nápoles, Leg. 3.289 f. 75.
155
Relación de servicios del Sargento Mayor Joseph de Lobueno. AHN, E, Leg. 1.311-2.
Relación de servicios de Ignacio Melone. AHN, E, Leg. 1.312-2. Relación de servicios del
Maestre de Campo Vicencio Femiano. AHN, E, Leg. 2.015.
156
Un buen ejemplo es Scipion Brancaccio, que aunque comenzó ya como capitán, destacó
en sus más de 34 años de servicio a la monarquía, luchando en Flandes y en Hungría: Relación
de servicios del Sargento General de Batalla y Teniente General de la Caballería del ejército de
Flandes don Scipion Brancaccio, 1701. AHN, E, Leg. 1.285. Otro militar destacado que empezó
como capitán fue el Barón de Santa Cristina: Relación de Servicios de don Antonio Simoneta
Ponce de León, Barón de Santa Cristina, 20 de noviembre 1664. AGS, GA, Servicios Militares,
Leg. 7 f. 34.

267
Antonio José Rodríguez Hernández

premios y ascensos dentro de la carrera administraba regional157. Los que no


empezaban como capitanes lo solían conseguir tras unos pocos años. El hecho
de que comenzaran como simples soldados en ocasiones podría estar motiva-
do más por la juventud de los sujetos que por otras cuestiones158. La excep-
ción a la escasa experiencia de los capitanes de infantería napolitanos curio-
samente la encontramos en los genízaros (o jenízaros), es decir a los sujetos
de orígenes mixtos, que tenían sangre italiana y española159. Un ejemplo lo te-
nemos en Álvaro Minutilo Quiñones, nieto de de un ilustre oficial español,
Álvaro de Quiñones, que había llegado a consejero de Guerra y del colateral
de Nápoles160.
En ocasiones se ha hablado de que el reclutamiento en Italia era un mono-
polio casi absoluto de la aristocracia local161, pero posiblemente esta afirma-

157
Tras su muerte, Carlos Tuffo había servido a la monarquía a lo largo de 39 años, la mi-
tad de ellos como oficial en el ejército, ya que su primer puesto fue capitán de caballos. A su
vuelta a Nápoles, tras la licencia oficial de don Juan de Austria, en 1662, consiguió el gobierno
de la provincia de L’Aquila, presidente de la Catanzaro, General de artillería, Gobernador de
las Armas de las dos provincias de Calabria y gobernador de la plaza de Rijoles. Puestos, que
junto con el nombramiento de consejero de Colateral, consiguió gracias a sus servicios milita-
res y a sus orígenes familiares: Relación de los servicios del difunto General de la Artillería
Don Carlos del Tuffo, Marqués del Tuffo. AHN, E, Leg. 2.015.
158
Así Orazio Coppola comenzó a servir de soldado en la compañía de su hermano Andrea,
futuro Duque de Canzano, Maestre de Campo de uno de los Tercios formados en 1662, sin que
hasta ese momento ninguno hubiera servido nunca en el ejército. Combatió en el frente extre-
meño hasta mediados de 1667, consiguiendo en tan sólo cinco años ser capitán de infantería,
para pasar a ser poco después Sargento Mayor, todo a la sombra de su hermano, y en su misma
unidad. Relación de servicios del Maestre de Campo don Oracio Coppola, 1686. AHN, E, Leg.
1.289-2.
159
Sobre este tema en el ejército: L.A. Ribot García, Las Provincias italianas y la defensa
de la Monarquía, en «Manuscrits», 13 (1995), pp. 97-122, aquí: p. 106. Sobre los jenízaros en
la administración: A. Álvarez-Ossorio Alvariño, Naciones mixtas. Los jenízaros en el gobierno
de Italia, en Álvarez-Ossorio y García García (eds.), La Monarquía de las Naciones, cit., pp.
597-649.
160
Minutilo había empezado a servir como simple soldado en la infantería española del
estado de Milán, puesto que ocupó durante más de 8 años. Después consiguió hacerse con una
patente de capitán de las que el Virrey Conde de Peñaranda concedió durante 1660, gracias se-
guramente a sus contactos. Pese a todo, por lo que conocemos, era uno de los oficiales con más
años de servicio antes de ser capitán de infantería napolitana: Relación de servicios del Maestre
de Campo Don Álvaro Minutilo Quiñones, Caballero de la Orden de San Juan, del Consejo Co-
lateral de Nápoles y Nieto y Heredero de los servicios del Señor Don Álvaro de Quiñones, Ca-
ballero que fue del Hábito de Santiago, Comendador de Aguilarejo, el Primer Teniente General
de la Caballería de las Órdenes y del Consejo de Guerra de S.M. y Colateral de Nápoles. AHN,
E, Leg. 2.015.
161
F. Andújar Castillo, Entre la corte y la guerra. Militares italianos al servicio de España
en el siglo XVIII, en «Guerra e pace in età moderna. Annali di storia militare europea», (2008),
pp. 105-134, aquí 107. Sobre el papel de la aristocracia en Milán: Maffi, La Cittadella in Armi,

268
Al servicio del rey

ción sea demasiado general y algo simplista. Si bien es cierto que la mayor
parte de los cargos los obtuvieron jóvenes nobles, alcanzando la mayoría su
puesto sin servicio previo alguno, el reclutamiento de nuevas unidades no pa-
rece que recayera en ellos directamente, y tampoco que tuvieran que formar
sus Tercios a sus expensas. Los contactos y el séquito de un noble podía ayu-
dar a que su unidad se completase más rápidamente, alistándose algunos de
sus vasallos y feudatarios, pero no parece que eso fuera suficiente para cum-
plir con una recluta. Domenico Pignatelli, pese a sus elevados orígenes, fue
incapaz de reclutar durante 1668 los 200 hombres a los que se comprometió, a
pesar de permanecer en el reino durante 9 meses162. De esta manera parece
que – al menos durante esta época –, el reclutamiento no tiene excesivos to-
ques feudales, y el batir del tambor, junto con la aplicación de bandidos y de-
lincuentes, fueron las fórmulas más eficaces y extendidas para reclutar, aun-
que el escalafón de las nuevas unidades sí que tuvo una estructura noble y
feudal, permaneciendo en la cúspide muchos aristócratas.
El servicio de la alta nobleza napolitana en el ejército estuvo bien conside-
rado, pero no parece que ésta tuviera que aportar mucho, o recurrir a la vena-
lidad, para conseguir los honores y cargos. A veces parece que aspiró a conso-
lidar su posición y riqueza a cuenta del ejército, sin tener por ello que aportar
nada a cambio. Frente a ello la Corona pretendía mantener ocupados y conten-
tos a los nobles napolitanos. La salida de éstos del reino tenía un interés dual.
El reino se beneficiaba de la salida de jóvenes aristócratas que turbaban la
tranquilidad del reino, pudiendo éstos atraer a otros, recibiendo a cambio nue-
vos puestos y honores que a su vuelta podían encumbrar su posición, consi-
guiendo la Corona fidelizar a la nobleza por el camino. Muchos de los jóvenes
nobles aspiraban a una posición de mando privilegiada, pero también un ele-
vado sueldo más allá del de Maestre de Campo163.

cit., pp. 118 y ss.; G. Hanlon, The twilight of a military tradition. Italian aristocrats and Euro-
pean conflicts, 1560-1800, Londres, 1998; C. Donati, L'idea di Nobiltà in Italia. Secoli XIV–
XVIII, Roma, 1988.
162
Relación de los servicios del Maestre de Campo don Domingo Pinatelo, 30 enero 1672.
GA, Servicios Militares, Leg. 16 f. 122.
163
En 1668 dos de los elegidos como mandos de nuevos Tercios reclamaban a la Corona,
además de su sueldo, otros 400 escudos al mes de ayuda de costa, algo desorbitado y a todas
luces inaceptable. Ambos eran jóvenes que nunca antes habían servido en el ejército –los Prín-
cipes de San Jorge y Belvedere–, que exigían esas cantidades por ser descendientes de impor-
tantes familias nobles del reino. El chantaje no fue aceptado, pese a las instancias del virrey,
que recomendaba la concesión de estas ayudas por ser ambos sujetos de «bonísimas prendas y
de las primeras casas del Reino de Nápoles». Éste también tenía la esperanza que a imitación de
éstos salieran otros «caballeros mozos por capitanes, y entre ellos algunos que son soldados,
ymportando mucho purgar aquella ciudad destos sujetos por los malos efectos que resultan de
la ociosidad en que se hallan»: Consulta del Consejo de Estado, 27 de junio 1668. Carta de don

269
Antonio José Rodríguez Hernández

Un hecho que confirma que los Tercios napolitanos no fueron reclutados


exclusivamente por las aportaciones de un noble o un empresario, es que al
tiempo de las reformas – con la supresión de unidades –, nunca hubo proble-
mas por eliminar un Tercio napolitano. Algo distinto ocurría cuando la unidad
había sido reclutada vía asiento, ya que el empresario podía establecer en las
capitulaciones que la unidad no podía suprimirse tras pasar cierto tiempo.
Eliminar una de estas unidades traía muchos más inconvenientes, porque la
Corona ahorraba gastos, pero podía perder a la mayor parte de los oficiales y
soldados, ya que como se reconocía los oficiales superiores mantenían sus
Tercios y compañías gracias a su séquito y al «conocimiento de los sujetos in-
feriores»164.
El reclutamiento en Milán era algo diferente al efectuado en Nápoles, ya
que se trataba de una empresa más personal, ya que los reclutadores concerta-
ban un precio por hombre reclutado y armado, o un servicio a su propia costa.
Durante 1661 Juan Bautista Cerbellón (castellanización de Giovanni Battista
Serbelloni), hijo del Conde Giovanni Serbelloni, fue encausado por matar a un
villano que había asesinado previamente a un criado suyo. A cambio de un
salvoconducto para su persona, el Conde ofreció reclutar a su costa un Tercio
de 820 soldados, en 12 compañías, para servir en la frontera con Portugal, en-
viando como Maestre de Campo a su hermano Geronimo, que por aquel en-
tonces era capitán de caballos en el ejército de Milán. Pese a pertenecer a una
«casa de muy buena sangre», el Senado lombardo puso muchas pegas a esto,
ya que se consideraba que se alistaría «gente de mal hacer», considerando que
si se aceptaba la propuesta sería un mal castigo para el infractor165. Pese a el-
lo, en 1663 un Tercio lombardo llegó a Extremadura a cargo de Geronimo
Serbelloni, aunque no sabemos cómo se reclutó166.
El análisis de los costes de reclutamiento también nos informa de más detal-
les sobre los procedimientos empleados. En 1662 se mando hacer un apunta-
miento de los costes que produciría la leva de 1.000 infantes lombardos, en 13
compañías, y su envío en navíos de flete hasta Andalucía. Según los cálculos
del Marqués de Mortara, basados en la experiencia previa de lo que costó una
recluta ajustada años atrás, se calculaba que en ese momento sería necesario dar

Pedro de Aragón, Virrey de Nápoles, 30 de noviembre 1667. Memorial del Príncipe de San
Jorge. Memorial del Príncipe de Belvedere. AGS, E, Nápoles Leg. 3.291 f. 108, 112, 113 y
109.
164
Carta del Consejo de Guerra al Marqués de Caracena, 24 de agosto 1665. AGS, GA, Li-
bro 281 f. 166v.
165
Carta del Duque de Sermoneta, Gobernador de Milán, Milán, 3 de mayo 1661. Traduc-
ción de la consulta del senado de Milán hecha al Duque de Sermoneta, 2 de mayo 1661. AGS,
E, Milán, Leg. 3.378 f. 96 y 97.
166
Orden al Duque de Tursis, Buen Retiro, 23 de julio 1663. AGS, GA, Leg. 2.047.

270
Al servicio del rey

algo más, y concertar cada recluta por 6 reales de a ocho167, ajustando con los
capitanes que se encargasen también de armar a sus hombres. Se reconocía a su
vez que los capitanes tenían la obligación de socorrer cada día a sus soldados,
por lo que si se les daba cuartel, concediéndolos alojamiento ordinario, el gasto
sería mucho menor. En total se calculaban los costes en 6.000 reales de a ocho
para el reclutamiento, 1.000 para socorrer a los hombres durante su viaje hasta
el puerto de Finale, 6.000 para dar una paga a la tropa antes de embarcarse,
5.000 para la compra de bastimentos para 40 días de viaje y otros 8.000 por el
transporte en navíos mercantes, a razón de 8 reales de plata por cabeza. En total
el reclutamiento de 1.000 infantes estaba estimado en 26.000 reales de plata168.
Dentro de este cómputo el reclutamiento era un gasto más que asequible, lo que
podría ocultar la venalidad, aunque a pequeña escala.
El análisis de los servicios de muchos de los oficiales podría confirmar
esta práctica, pero entre los oficiales lombardos no encontramos tanta homo-
geneidad, lo que hace difícil comprobarlo, ya que podemos ver algunos que su
primer servicio era el de capitanes de una compañía que ellos mismos levan-
taban, pero también verdaderos soldados de oficio. Un ejemplo de esto lo en-
contramos en don Tommaso Casnedi, caballero originario de Milán, hijo de
Francesco Maria Casnedi, Proveedor General del ejército y los presidios del
Estado de Milán. Su posición económica y sus contactos le permitieron en
1665 salir de Milán como capitán de una compañía de infantería que el mismo
levantó, su primer puesto en el ejército169. Otros, en cambio, eran verdaderos
soldados de oficio, que tuvieron una dilatada carrera militar marcada por la
profesionalidad y los amplios servicios en el ejército, lo que a la postre les
llevará a ascender dentro del escalafón militar. Entre ellos destacan personajes
como Giovanni Barbiano, Conde de Belgioioso170, o Fabio Bonamico171.
167
En otras ocasiones la cantidad fue algo menor, ya que en la leva realizada entre 1661-62
se concertó con cada capitán la entrega de 5 escudos por cada uno de los 70 hombres que
debían aportar para sus compañías: Relación de lo que ha montado el gasto de la leva de la gen-
te del Tercio de infantería lombarda del Maestre de Campo el Marqués de Cassin, Milán, 21 de
agosto de 1662. AGS, SP Leg. 30.
168
Copia de parecer del Sr. Marqués de Mortara sobre la leva que se ha de hacer, 1662.
AGS, E, Nápoles, Leg. 3.285 f. 140.
169
Relación del Maestre de Campo don Tomas Casnedi, 1678. AHN, E, Leg. 1.947.
170
Este había empezado a servir en Milán en 1637, dentro de la infantería alemana. De
hecho llegó a Extremadura en uno regimiento de esta nacionalidad, para ser ascendido en 1664
a Maestre de Campo de un Tercio lombardo: Fe de oficios del Conde de Belgioioso, 1673.
AHN, E, Leg. 1.285-1.
171
Natural de Voghera, asentó como soldado en 1646. En 1651 fue nombrado alférez, y po-
co después capitán. En 1666 se le nombró por su veteranía Sargento Mayor de uno de los Ter-
cios lombardos del ejército de Extremadura. El siguiente ascenso, el de Maestre de Campo, lo
conseguirá en 1675, tras casi 30 años de servicio, sirviendo en ese momento en el ejército de

271
Antonio José Rodríguez Hernández

9. Conclusiones
En total fueron unos 20.000 los italianos que llegaron a la península duran-
te estos 9 años (1660-68), una media nada despreciable, algo superior a los
2.000 efectivos anuales. La cifra es bastante reveladora, no tanto por su
cuantía, sino porque de apenas nos han llegado referencias de este notable
esfuerzo militar de las provincias italianas de la monarquía, que aportaron no
sólo hombres, sino también barcos, dinero, granos y pertrechos. Éstas colabo-
raron en un conflicto intenso y que desgastó Castilla, pero poco conocido por
la historiografía. Cuantitativamente este esfuerzo militar no es comparable a
otros anteriores, pero sí que se nos muestra muy representativo. Fueron más
los soldados italianos que llegaron a Flandes entre 1567 y 1609, 44.368172,
una media anual de poco más de 1.000, por lo que el aporte a la guerra con
Portugal fue más intenso. Pero a la altura de la segunda mitad del siglo XVII
la peste, las revueltas, y el empeoramiento de las condiciones económicas hi-
cieron que Italia no pudiera aportar lo mismo, algo que nos demuestra el
análisis de las aportaciones del reino de Nápoles. Entre 1635-1658 el reino
envió más de 37.000 soldados a Milán, pasando una parte de éstos a otros
frentes173. Eso significa una media anual de unos 1.500 hombres, cifra supe-
rior a los 1.000 que salieron anualmente para España durante el periodo de
1660-68, lo que demuestra un claro debilitamiento del reino, en donde había
menos hombres que reclutar.
En cuanto al origen geográfico de los soldados, podemos observar en el
gráfico adjunto la preponderancia de los napolitanos, seguida muy de cerca
por los lombardos, pese a que la Lombardía española tenía unas bases hu-
manas mucho más reducidas que el reino de Nápoles, lo que indica una
mayor militarización de esa sociedad, mucho más acostumbrada a la guerra.
El contingente siciliano es anecdótico y poco importante, algo que contrasta
con la importancia del reino, que pese a sus dimensiones, y a estar bastante
poblado, no aportó demasiados hombres, ya fuera a tenor de quedar reserva-
do en caso de cualquier invasión musulmana o extranjera, o fundamental-
mente por lo poca colaboración del reino y los pocos voluntarios que él
siempre se encontraban.

Flandes: Relación de servicios de don Fabio Bonamico, Maestre de Campo de un Tercio de infan-
tería Italiana del ejército de Flandes, 1686. AHN, E, Leg. 1.285.
172
Parker, El ejército de Flandes y el Camino Español, cit., Apéndice C, pp. 328-329.
173
Maffi, Il Baluardo della Corona, cit., pp. 145-146.

272
Al servicio del rey

Origen de los soldados

Toscanos Sicilianos
1093 240
6% 1%

Lombardos
7299
39%

Napolitanos
8147
44%

Piemonteses y
Saboyanos
1853
10%

273
Antonio José Rodríguez Hernández

Principales llegadas de soldados Italianos a la Península Ibérica (1660-1668)


AÑO VÍA DE UNIDAD NACIONALIDAD PLAZAS
LLEGADA TOTALES
1660 Milán Tercio de Francesco Gattinara, Marqués de Lombardos
Sartirana 731 D
1660 Milán Tercio de Joseph Fossan Lombardos 724 D
1660 Milán Tercio de Antonio Trotto Lombardos 684 D
1660 Nápoles Tercio de Manuel Carrafa Napolitanos 1.319 D
1661 Milán Tercio del Marqués de Torrecuso Napolitanos 763 D
1661 Milán Tercio de Carlos Tuffo Napolitanos 745 D
1661 Milán Artilleros y especialistas Italianos en su
mayoría 71 D
1661 Milán Caballería desmontada (La mitad serían italia- Italianos y me-
nos. También había españoles, alemanes y zcla de na-
borgoñones) ciones 1.351 D
1661 Nápoles 1 Cía. de guarnición en los navíos del Prín- Napolitanos
cipe de Montesarchio ¿?
1661 Nápoles Compañías sueltas para la recluta del Tercio Napolitanos
de Manuel Carrafa (forajidos y bandidos
en su mayoría) ¿?
1661 Nápoles Tercio de Fabricio Rossi (de la Armada) Napolitanos 250 C
1662 Nápoles Tercio de Camilo Dura Napolitanos 500 C
1662 Nápoles Tercio de Andrea Coppola Napolitanos 500 C
1662 Milán Tercio del Marqués de Cassin Lombardos 963 D
1663 Milán Tercio de Jerónimo Serbelloni Lombardos 1.000 C
1663 Nápoles Para la Armada, Tercio de Pablo Gualteri Napolitanos 800 C
1663 Nápoles Para la Armada, 4 compañías sueltas para tri- Napolitanos
pular los navíos de la escuadra del príncipe
de Montesarchio 320 C
1664 Nápoles Parte del Tercio de Marco Alejandro del Toscanos
Borro 531 D
1664 Sicilia 2 Cías. para la Armada Sicilianos 240 D
1664 Nápoles Recluta para los Tercios de Extremadura Napolitanos 800 C
1665 Toscana 5 (o 6) compañías y el Sargento Mayor del Toscanos
Tercio de Marco Alejandro del Borro 562 D
1665 Milán 1 Cía. Suelta Lombardos ¿?

274
Al servicio del rey

1665 Milán Tercio de Guido Aldobrandino, Marqués de Lombardos,


San Jorge piamonte-
ses y sa-
boyanos 1.161 D
1665 Milán Regimiento de caballería del Marqués de Piamonteses,
San Jorge saboyanos
y borgoño-
nes 692 D
1665 Milán 3 Cías. de infantería lombarda suelta Lombardos 304 D
1665 Milán 3 Cías. de caballería desmontada Lombardos y
mezcla de
naciones 217 M
1665 Milán 5 Cías. de infantería para Flandes (quedaron Lombardos
en España) 420 D
1665 Nápoles 1 Cía. de recluta con el Duque de Canzano Napolitanos 200 D
1666 Nápoles Primer envío del Tercio de Jacinto Suardo Napolitanos
de Mendoza (en las galeras) 350 C
1666 Nápoles Segundo envío del Tercio de Jacinto Suardo Napolitanos
de Mendoza (navios particulares) 650 C
1666 Nápoles Recluta para los Tercios napolitanos del Napolitanos
ejército de Extremadura 500 C
1666 Milán Recluta de 10 Cías. de lombardos para Ex- Lombardos
tremadura 621 D
1667 Milán Recluta de 12 Cías. sueltas de lombardos Lombardos
para Flandes 800 D
1667 Milán Recluta de Lombardos, se enviaron a Cata- Lombardos
luña, además de 63 artilleros 835 D
1668 Nápoles Recluta para el Tercio de Domenico Pigna- Napolitanos
telli, llegó a Cataluña 450 D
Total (incluida la caballería mezclada con otras naciones) 20.054
Fuente: AGS, GA, Leg. 1.955, 1.980, 1.998, 2.000, 2.001, 2.006, 2.020, 2.029, 2.047,
2.048, 2.053, 2.074, 2.083, 2.084, 2.086, 2.101, 2.107, 2.134, 2.136, 2.152, 2.154, 2.160,
2.161, 2.165, 3.449, 3.456, 3.472, 3.481 y 3.482. AGS, GA, Libro 268, 281, 282, 300,
307 y 309. AGS, CMC 3ª época Leg. 2.655. AGS, E, Leg. 2.684, 2.686, 3.283, 3.285,
3.286, 3.287, 3.288, 3.289, 3.290, 3.291, 3.461, 3.377 y 3.378. AGS, SP, Leg. 30 y 1.862.
BN, MS. 2.388 y 2.389. (Notas: Solo hemos tenido en cuenta las llegadas desde otras par-
tes, y no el reclutamiento de italianos efectuado directamente en España. D= cifra sacada
vía a la hora de desembarcar en España o embarcar en Italia. M= cifra saca a raíz de la
muestra del ejército. C= cantidades aproximadas expresadas vía correspondencia, fuente
más imprecisa ya que tiende al redondeo)

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