El sánscrito es un idioma perteneciente a la familia indoeuropea. Se trata
de un lenguaje clásico de la India y de uso litúrgico en el hinduismo, el budismo y el jainismo. En cuanto al tarot, se trata de un supuesto medio de adivinación de hechos pasados, presentes y futuros, aunque sus seguidores aseguran que se trata también de una herramienta para la meditación, el crecimiento espiritual, la reflexión y el autoconocimiento.
El origen del tarot no ha podido ser establecido con precisión. Hay
investigadores que aseguran que proviene del Libro de Thot, el dios egipcio de la magia, las ciencias y las matemáticas. Sin embargo, las pruebas más remotas que existen del tarot tal como lo conocemos se remontan al siglo XIV. El especialista Paul Foster Case (1884–1954), de todas formas, señala que el tarot surge en el año 1.200, cuando tras la destrucción de Alejandría se reunieron ocultistas de todo el mundo en la ciudad de Fez (Marruecos). Para superar la barrera del idioma, idearon un sistema basado en ideas compartidas a nivel general y las representaron en clave pictográfica. Esas claves fueron conocidas como arcanos (secretos) y dieron nacimiento al tarot. El tarot se trata, en definitiva, de un sistema simbólico que costa de 78 cartas: 22 arcanos mayores y 56 arcanos menores. Los arcanos mayores representan principios universales a la existencia humana, mientras que los arcanos menores se relacionan con acontecimiento cotidianos. Se supone que las cartas del tarot pueden ayudar a comprender situaciones actuales y futuras del sujeto que solicita su lectura por parte de los tarotistas.