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Precisamente aquí no estamos

Veo tan sólo una parte de la noche. Que para la risa de esta mañana lejana, es la parte
izquierda. Veo, en la obscuridad que me protege de tanto estímulo, tu rostro, tus ojos
cerrados, tu pecho, tus brazos, a ti por vez primera.
Nos eres.
No estás.
Aunque si, cierras los ojos y te encuentro como quise verte desde hace tiempo. Tu piel se
torna la maravilla más extraña. Me encanta. Si pudiera tan sólo detenerte unos minutos para
mirarte quieto y sublime. Se han apagado las luces, la luna se cuela por entre las persianas o
será la pantalla que ilumina de azul el cuarto. No hay nadie, ni tu ni yo tampoco, pero la
música suena por nosotros. De nuevo tu piel eterna, es que se entremezcla con esos sonidos
sutiles y la voz raspada de un cantante. Me dices amor en un idioma inentendible.
No soy.
No estoy.
Te abrazo con cuanto cuerpo puedo cubrirte y enroscarme para evitar un frío que no existe.
Te encanta. Y todo sigue siendo azul, y ya no oigo la música y verte envolverme me
sobrecoge.
Que vine porque quise, que me llamaste en un atrevimiento, que caminamos preguntando lo
menos justo y aún menos que necesario, que se que cargas a tus muertos como una lanza
atravesada en algún lugar recóndito de tu cabeza, enmudecidos. Que sabes que de cariños
no vengo tratada y que avanzar sola ha sido la tónica. Que entre tus precoses canas y estos
tres años la puerta es bien ancha, pero me sujetas, pero no tengo intención de salir.
No somos.
No estamos.
Escucho tu voz fuerte y clara y la mía no es más que un susurro buscando intimidad. Se ve
que eres dueño de todo.
Hoy veo un solo lado que trato de contrastar con tu recuerdo. La imagen de tu cara y esa
voz desentendida no caben en la misma persona. Es que a ti te gusta más pelear ¡y me
preguntas si eso me gusta! Te miro y te miro, me agrada observarte con el pelo cayendo
sobre la cara, con los párpados serenos y esa inexpresable textura en tu piel, porque fue
tuya siempre al igual que la mía.
He aquí nuestra rosa-cruz. Entre una borrachera, una locura, la carne sedienta, el uso y la
negrura que divisé tan encima e inminentemente e hizo que me interesara más. He aquí que
no se discute de política ni existe un programa; somos una amalgama de practicidad y
emociones pegadas como revoltijo azaroso de historias propias. Hoy está el producto de los
caminos que seguimos, y esta noche a medias decidió a última hora que no faltara el valor
para que lo buscáramos.
Mis manos buscan acariciar tu espalda. Tomas mi cintura.
¿Vendremos a hacernos cargo de nosotros?

5/03/2011

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