Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
TEXTO 1
El significado de las ciudades
CARLO AYMONINO
Con una decisión casi sobrehumana, decidió adoptar una forma oval (para la definición del
recinto de la plaza de San Pedro, en Roma). Ciertamente, aquellos que no conociesen los
inconvenientes señalados anteriormente pensarían que Su Santidad se habría inclinado por
esta conformación ovalada ateniéndose sólo a motivaciones de orden estético, cuando el
aspecto más sorprendente de esta decisión se encuentra en la unión de lo bello, apropiado y lo
necesario.
En efecto, la belleza de esta solución depende de su forma, más agradable visualmente,
perfecta en sí misma y capaz de producir un efecto maravilloso mediante los arquitrabes planos
sobre las columnas exentas. Su carácter apropiado, del hecho de que siendo el templo de San
Pedro casi una matriz de todos los templos, requería disponer de un pórtico que demostrase su
capacidad de recibir con los brazos abiertos, materialmente, a todos los católicos, con el fin de
confirmar sus creencias; a los herejes, con el fin de lograr su unión con la Iglesia, y a los
infieles, con el fin de atraerles a la verdadera fe. Su aspecto necesario, de la superación de las
dificultades señaladas anteriormente.
Escrito contenido en el Cod. Vat. Chig. En AA. VV.
Topografía y urbanística di Roma, Bolonia, 1958, p. 527
En este momento podemos identificar, quizá, aquella característica urbana que puede
definir, de modo más intenso, el significado de las ciudades: la organización artificial, si bien
constituye un fenómeno totalmente necesario, no es suficiente por sí misma (en tanto que se
encuentran elementos artificiales como diques, redes de comunicación, etc., que no poseen
esta característica urbana); resulta necesario, por el contrario, una organización artificial que no
responda a un objetivo único (función, necesidad), sino a varios objetivos ocultos, diferenciados
y, en ocasiones, contradictorios; que permita la utilización de los espacios construidos –abiertos
y cerrados, vacíos y llenos- con respecto a dos parámetros que condicionan el significado de
las ciudades: el temporal (la ciudad respecto a su propia historia) y el espacial (la ciudad
respecto a su propia extensión); que tienda a confirmar “decisiones diversas” en su estructura
física, como una continua e ininterrumpida transición de la necesidad a la posibilidad. Para
reducir toda esta problemática a datos cuantitativos bastaría considerar la existencia de cierta
cantidad de metros cúbicos construidos “al servicio” de cada habitante, además de su lugar de
residencia y de su puesto de trabajo; pero estos fenómenos adquieren una representación
arquitectónica: y, entonces, surge la ciudad.
Esta representación posee, además, una mayor evidencia en función de la
homogeneidad, de la unilateralidad alcanzada por una determinada ciudad, en uno o varios
períodos históricos, en sus múltiples aspectos (recorridos, subdivisión de la propiedad,
implantación de sus monumentos, disposición de espacios públicos y de equipamientos
colectivos, etc.) hasta llegar a asumir, en ciertos casos, una forma general de identificación, en
la que reconocen las distintas partes que la componen.
Examinemos, por ejemplo, ciertos componentes de tres ciudades muy distintas: Roma,
Venecia y Londres.
Una lectura superficial resultaría suficiente para identificar, en las relaciones existentes
entre viales-edificios-espacios públicos, representaciones muy diferentes, que no se limitan,
además, al simple aspecto planimétrico. En efecto, estos datos planimétricos implican, aún de
modo indirecto, otros de carácter volumétrico, relativos no sólo a la altura de la edificación
respecto a las calles sino también a la misma solución arquitectónica de los distintos
componentes (en tanto que relación jerarquizada entre ellas), solución que la arquitectura
explicita y que la planimetría registra bidimensionalmente.
En este aspecto, se hace totalmente necesario incluir otros datos de análisis y
valoración: aquellos que se relacionan con el tema de la dimensión. Sin embargo, debe
señalarse que estos datos no deben entenderse sólo como dimensiones cuantitativas de una
determinada ciudad (si bien este fenómeno posee cierta importancia indirecta), sino más bien
como dimensiones históricamente representadas; es decir, aquellas relaciones dimensionales
que denotan el período político-cultural durante el cual un determinado sector urbano, o la
ciudad en su conjunto, ha llegado a adquirir un carácter homogéneo y unitario, hasta alcanzar
una completa representación formal.
La ciudad de Venecia puede considerarse “concluida” ya en su organización medieval,
que las yuxtaposiciones y transformaciones posteriores han completado y enriquecido,
haciéndola, en cierto modo, aún más evidente. Le Corbusier señalaba, a este aspecto:
TEXTO 2
ALDO ROSSI (La arquitectura de la ciudad)
Estructura de los hechos urbanos