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Las obras que nos han parecido más relevantes de dicha década son las siguientes por
orden cronológico:
I. Episcopado y primado (1961)
II. La fraternidad cristiana (1962)
III. Revelación y tradición (1965)
IV. La Iglesia se renueva (1965)
V. La Iglesia en el mundo (1965)
VI. Implicaciones pastorales de la doctrina de la colegialidad de los obispos (1965)
VII. Comentario de la Dei Verbum (1967)
VII*. La Eucaristía, ¿es un sacrificio? (Concilium 24,1967)
VIII. Introducción al cristianismo (1968)
IX. Nuevo Pueblo de Dios (1969)
X. Fe y futuro (1973)
Para mayor facilidad, hemos optado por las traducciones al español. A cada libro le
damos un número romano siguiendo el orden cronológico de su aparición.
ÍNDICE TEMÁTICO
• CRISTIANO: II-1,II-2,IX-10, IX-12, IX-13
• CRISTOLOGÍA: IX-11, IX-16
• IGLESIA:II-1,II-2,IV-1,V-1,V-2,IX-1, IX-2, IX-7,IX-14,X-1,X-2,X-3
• LITURGIA:VII*-1,VII*-2,VII*-3, IX-5, IX-9, IX-19
• MUNDO: IX-6, IX-8
• TEOLOGÍA: IX-3, IX-4
• RELIGIONES: IX-15, IX-17,IX-18
Notas:
1 No es posible citar aquí en detalle la copiosa bibliografía
acerca de Lutero. Cf. una presentación sintética del problema
en R. Seeberg, Lehrbuch der Dogmengeschichte) IV /1,
Darmstadt, 51953,396-407, sobre todo 405ss; P. Althaus, Die
Theologie Martin Luthers, Gütersloh, 1962. La reciente
investigación de H. Meyer, Luther und die Messe, Paderborn,
1965, se centra únicamente en la historia de la liturgia. Acerca
de la actual situación del diálogo teológico interconfesional en
torno al carácter sacrificial de la eucaristía, cf. P. Meinhold-E.
Iserloh, Abendmahl und Opfer, Stuttgart, 1960, y sobre todo el
trabajo de W. Averbeck, Der Opfercharakter des Abendmahls
in der neuer evangelischen Theologie, Paderborn, 1966.
Además, por parte católica, cf. W. Breuning, Die Eucharistie
in Dogma und Kerygma: «Trierer Theol. Zeitschr.», 74
(1965), 129-150; por parte protestante, G. Voigt, Christus
sacerdos: «Theol. Literat. Zeit.», 90 (1965), 482-490. A todo
ello añadiremos el bello trabajo de M. Thurian, al que haremos
referencia en la nota 9.
2 WA 18,205; cf. R. Seeberg, op. cit., 404; Meinhold-Iserloh,
op. cit., 53.
3 Apología de la Confesión de Augsburgo, XXIV, 19, en Die
Bekenntnisschriften der evangel.-lutherischen Kirche,
Gotinga, 1952, 354. Convendría hacer una comparación,
respecto a nuestro problema, con todo el artículo XXIV,
«acerca de la misa». Sobre la recusación, por parte del
Tridentino, de la idea de un mero sacrificio de acción de
gracias, cf. DS 1753.
La Eucaristía según el VII*-2
Nuevo Testamento a) Los textos
Notas
4 De toda la abundantísima bibliografía sólo citaremos aquí a
J. Jeremias, Die Abendmahlsworte Jesu, Gotinga, 1960; P.
Neuenzeit, Das Herrenmahl, Munich, 1960; J. Betz, Die
Eucharistie in der Zeit der griechischen Vater, 11/1, Friburgo,
1961; H. Schürmann, Der Abendmahlsbericht Lukas 22,7-38,
Leipzig, 1960 (recopilación de otros trabajos más extensos del
autor); F. Leenhardt, Le sacrement de la Sainte Cene,
Neuchâtel-París, 1948; P. Benoit, Le récit de la cene dans Luc
XXII, 15-20: «Rev. bibl.», 48 (1939).
5 Cf. J. Ratzinger, art. Stellvertretung, en H. Fries, Handbuch
der theologischen Grundbegriffe, II, Munich, 1963,566-575
(hay traducción española bajo el título Conceptos
fundamentales de la teología, Madrid, Ediciones Cristiandad,
1966).
6 H. Schürmann, op. cit., supra nota 4, 35.
7. Ibid., 40.
La Eucaristía y el VII*-3
problema de la e) La Eucaristía y el problema de la representación
representación
Con esto se inicia un último paso: el problema de la presencia
como característica de la Cena. Habremos de contentarnos
aquí con una ligera alusión. Esta cuestión ha sido tocada
también en las mismas palabras bíblicas de la institución: en el
mandato «haced esto en memoria mía» (Lc 22,19; 1 Cor 11,
24.25.26). H. Lietzmann creyó en un principio haber
encontrado en estas palabras la clave del origen helenístico de
la Cena sacramental; partiendo de dichas palabras, juzgaba
poder demostrar que la Cena era una institución paulina en
conexión con los banquetes helenísticos conmemorativos de
los difuntos(8). Hoy es para nosotros evidente -sobre todo por
las investigaciones de J. Jeremias, reelaboradas totalmente por
M. Thurian- que tenemos que habérnoslas, en este caso, con
un tema fundamental de la teología veterotestamentaria(9).
La «memoria» es una categoría esencial de la institución
sacrificial del Antiguo Testamento; este concepto vincula
nuevamente la Cena a aquellas realidades espirituales a las
que nos hemos referido anteriormente, esclareciéndolas aún
más. La «memoria» es sobre todo (e independientemente de lo
dicho) una categoría de actualización: cuando Israel recuerda
la historia de salvación, la recibe como presente, entra en esa
historia y se hace partícipe de su realidad. Podría llegar a
afirmarse que la diferencia decisiva entre el culto de Israel y el
de los demás pueblos en torno suyo está constituida por la
noción del recuerdo y por la subordinación de todo el culto
bajo la idea de «memoria»: mientras el culto de los pueblos
limítrofes se centraba en el «morir y renacer», incesantemente
repetido, del cosmos -es decir, en la transposición del mito del
eterno retorno a la estructura ritual-(10), el culto de Israel dice
relación a la obra histórica de Dios con los padres y con el
mismo Israel, es una inserción en esta historia y por ello
esencialmente una «memoria» que crea una presencia. El culto
cósmico y la fe histórica se distinguen mutuamente por el
concepto de memoria. Finalmente desearíamos añadir que la
«memoria» no sólo tiene que ver con el presente y el pasado,
sino también -y sobre todo— con el futuro: es recuerdo, por
parte del hombre, de la acción salvífica de Dios; pero
precisamente por ello es también recuerdo, por parte de Dios,
de aquello que aún no se ha cumplido: el clamor de la
esperanza y de la confianza con vistas al futuro(11).
En la misma dirección señala el pasaje con que Pablo
completa y explica el mandato de la institución: «Cuantas
veces comáis de este pan y bebáis de este cáliz, proclamad la
muerte del Señor hasta que él venga» (1 Cor 11,26). La
«proclamación» a que aquí se alude es algo más que un mero
discurso, que una comunicación teórica sin contenido real; se
trata, por el contrario, de un anuncio y de una proclamación
que, en la palabra del recuerdo y del kerigma, crea una
realidad(12). Esto es muy importante, porque así aparece la
íntima conexión entre el acontecimiento de la palabra y el
sacrificio, y se hace patente cómo el sacrificio cristiano en
cuanto «memoria» acaece también en la proclamación, que es,
al mismo tiempo, acción de gracias y confesión de una
esperanza. Ese principio demuestra igualmente que no puede
hablarse de antítesis entre palabra y sacramento; antítesis que,
posteriormente y con demasiada frecuencia, ha servido para
desfigurar la naturaleza de ambos. Los Padres de la Iglesia
habrían partido precisamente de esta realidad y habrían
desarrollado el concepto de sacrificio eucarístico desde la idea
de un «sacrificio de la palabra»; el sacrificio eucarístico se
halla vinculado más a la palabra que a los elementos
sacramentales. De este modo venimos a parar nuevamente al
punto de partida. Creemos, en todo caso, que ha quedado
bastante claro cómo, en la perspectiva del Nuevo Testamento,
la acción de gracias y el sacrificio no se hallan en mutua
oposición: por el contrario, se definen mutuamente.
Con todo lo expuesto, naturalmente, no puede decirse que
hayamos ofrecido una teoría dogmática completa acerca de la
eucaristía como sacrificio. Pero quizá hemos logrado presentar
un punto de arranque del que podría y debería partir aquel
estudio y en el que quizá los cristianos separados pudieran
llegar a comprender.
Notas:
8 H. Lietzmann, Messe und Herrenmahl, Bonn, 1926, 223; cf.
también el comentario de Lietzmann a la primera carta a los
Corintios.
9 J. Jeremías, op. cit., supra nota 4, 229-246 (extensa
confrontación con la obra de Lietzmann); M. Thurian,
Eucharistie, Neuchâtel, 1959 (hay traducción castellana).
10 M. Eliade, Der Mythos der ewigen Wiederkehr,
Düsseldorf, 1953 (original francés: Le Mythe de l’eternel
retour) París, 1949).
11 El carácter de memorial orientado hacia el futuro ha sido
elaborado por J. Jeremias, op. cit.
12 Cf. H. Sch1ier, Die Zeit der Kirche, Friburgo, 21958, 249s;
ídem, Wort Gottes, Wurzburgo, 1958, 65ss; J. Schniewind,
artículo Katangéllô, en Theol. Worterb. z. N. T., I, 70s.