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Si se descompone este término para analizarlo semánticamente, se obtienen dos

vocablos que lo componen: • Auto: voz que se usa como prefijo con la significación de
propio, por sí mismo. • Regulación: acción y efecto de regular. Y, a su vez, el término
de: • Regular: medir, ajustar o concertar algo según ciertas reglas. Atendiendo, pues, a
las definiciones comprendidas en el Diccionario Ideológico de la Lengua Española, el
término autorregulación, y en el ámbito del problema que nos ocupa, significaría la
capacidad de una persona para ajustar sus acciones (o determinadas acciones) conforme
a las reglas del entorno en que se desenvuelve. Surge, por tanto, otro término en torno al
cual va a girar la cuestión: la acción. De las muchas definiciones que se encuentran en el
mismo Diccionario, entre las referidas a la presente cuestión están: • “efecto de hacer”, •
“poder o posibilidad de ejecutar alguna cosa”, • “resultado de la operación de una fuerza
o potencia”.

Promover el desarrollo de estrategias individuales y colectivas  dentro del núcleo


familiar que permitan la adaptación de cada uno de  los miembros de la familia donde se
establezcan relaciones soportadas en el respeto, el afecto, la aceptación con el fin de
establecer   una mejor convivencia, tolerancia, y entendimiento por parte de los padres
ante las diferentes problemáticas cotidianas  que se presentan al interior del hogar,
aumentando el nivel  de autorregulación y autocontrol  por parte de los padres frente a
la  resolución de los diferentes conflictos implementando  medidas preventivas en aras
de contribuir a la unión y el sostenimiento del sistema familiar.

Por otra parte, Zimmerman (1989); Zimmerman y MartínezPons (1986), y Pintrich


(1995), señalan la autorregulación como un proceso personal para alcanzar habilidades
que orienten su propia conducta:

Para alcanzar la autorregulación es fundamental el conocimiento propio: estar al tanto


de las propias cualidades, fortalezas, debilidades y los defectos. Si se advierten dichos
aspectos personales, alcanzar un objetivo será un proceso más realista y se ideará un
plan personal a partir de las propias características.

En palabras simples: la autorregulación es un proceso interno que incorpora factores


exteriores, que permiten a la persona adquirir habilidades que la beneficien para el logro
de objetivos. Existen factores totalmente relacionados con éste y, sin ellos, no se alcanza
una autorregulación como tal. Algunos son: cognición, metacognición, motivación,
intervención, entre otros, sin descartar que planificar y fijar objetivos previamente es
fundamental para conseguir el objetivo que se desea alcanzar, teniendo en cuenta las
características personales que pueden intervenir en dicho proceso.

Nuestro planteamiento teórico parte de un posicionamiento epistemológico


paradigmático dialéctico, dentro de un modelo teórico interaccionista, asumiendo una
teoría constructivista en la interpretación del ser humano. El posicionamiento dialéctico
entiende la conducta como expresión significativa de un organismo que se conduce
desde la totalidad organizada que lo define y de las circunstancias ambientales en las
que se desenvuelve. La conducta es fruto de las circunstancias estimulantes, en la
medida en que éstas son asumidas por el organismo que queda, por ello, modificado con
relación al momento temporal inmediatamente anterior al contacto con la estimulación.
Al mismo tiempo, la conducta altera las condiciones tanto del contexto como del
organismo, dando lugar a cambios. Mediante esta mutua interrelación se producen
estados que son cualitativamente diferentes a los precedentes. Este modelo
paradigmático es recogido en aquellos planteamientos en los que la conducta se
entiende como efecto de la interacción entre factores personales y las variables de la
situación en la que se desarrolla. Asimismo, nos identificamos con el modelo teórico
interaccionista, ya que este modelo considera que la varianza total del comportamiento
de los individuos se explica, en parte por características personales, en parte por
variables de la situación, pero fundamentalmente, en función de la interacción de
aspectos personales (básicamente estructuras cognitivas y emocionales) y situacionales
(esencialmente situaciones sociales). En las teorías interaccionistas actuales se concede
mayor peso al significado y la valoración que hacen las personas de la situación vivida
más que a las características de la propia situación. Es decir, en este modelo, cuando se
habla de la situación, se hace especial referencia a la significación que aquella tenga
para el individuo y la valoración que éste le concede.
MARCO TEORICO

Las referencias teóricas o conceptuales próximas que justifican y dan cuerpo a la


reflexión sobre el concepto de “autorregulación”, grosso modo, son las siguientes: La
perspectiva psicoanalítica nos aporta los términos “consciente”, las “estructuras
inconscientes”, y los “mecanismos de defensa” como estrategias adaptativas ante las
situaciones del entorno. Por su lado, el enfoque humanista pone énfasis en la noción del
“self” y en sus esfuerzos de realización; conceptos importantes en el devenir de nuestra
reflexión teórica. Los neofreudianos rescatan el concepto del yo. También es
reconceptualizado el self dentro del enfoque cognitivo, planteando un modelo
explicativo a partir de los distintos tipos de self. Esta perspectiva se centra en la
cognición y en el significado que le damos a este procesamiento de la información,
estando interesado en cómo las personas entienden el mundo en que viven y cómo la
cognición modula la conducta. Todos estos conceptos psicológicos sirven de base a
distintas teorías personales explicativas, tales como las teorías atribucionales, la teoría
de los constructos personales, la terapia racionalemotiva-conductual, entre otras. Así, la
teoría de la atribución de Weiner (Heider, 1958; Weiner, 1972) viene a decir que la
mente tiende a dar explicación de los éxitos y fracasos, atribuyéndolos a distintos
motivos. Por ejemplo, hay personas que tienden, ante el fracaso a culpabilizar a los
demás, mientras que otras tienden a culparse a sí mismas. Tales atribuciones son un
claro ejemplo de moldes cognitivo-afectivos porque suponen una tendencia, más o
menos habitual, independientemente de cuál sea el contenido, del modo, formato o
estrategia de la mente, de reaccionar ante el éxito o el fracaso. Se pueden clasificar los
tipos de atribuciones si son producto del éxito o del fracaso, las que plantean un “locus
de control” interno o externo, las que son generales o específicas, las que tienen bajo
control y las que tienen mayor control, las que son consideradas estables y las que son
consideradas inestables. Nos interesa resaltar la teoría de los constructos personales
(Kelly, 1955), porque Kelly utilizaba el término “cognición” (a través de él se primaban
los aspectos racionales del funcionamiento humano) en detrimento de los aspectos
emocionales. Este autor prefería hablar de “construcción” como un término que engloba
tanto a lo cognitivo como a lo emocional. Kelly, asimismo, hace referencia a la
anticipación como la principal causa de los procesos psicológicos. Desde esta
perspectiva, las emociones, conductas, imágenes, pensamientos, sueños, etc. de una
persona no son ajenos al significado que se da a sí mismo y al mundo, sino que forman
una parte integrante del mismo. Pero existe también otro modo de enfocar la relación
del mundo con el ser humano, y es en base a la consideración de habilidades que
podemos calificar como inteligentes. Aquí entrarían, entre otras, las inteligencias socio-
afectivas entendidas como habilidades personales: el concepto de “inteligencia” de
Sternberg, las inteligencias múltiples de Gardner, el concepto de “inteligencia
emocional” de Mayer y Salovey, la inteligencia emocional y el funcionamiento de la
mente de Goleman, la teoría cognitivo-emocional de Lazarus, la teoría de los moldes de
la mente de Hernández-Guanir, e incluso, la teoría del flujo de Mihaly
Csikszentmihalyi, la cual presenta conceptos análogos a “habilidades inteligentes para
la vida”. Desde estas últimas aportaciones teóricas, se entiende que la inteligencia
socioemocional está formada por un conjunto de estrategias para reaccionar e interpretar
la realidad, de forma que facilite la adaptación y realización de las personas en el
mundo. Esas estrategias pueden ser adecuadas, adaptativas, facilitadoras de bienestar,
mientras que otras pueden ser inadecuadas, desadaptativas y entorpecedoras. Todo lo
expuesto hasta ahora nos sugiere que la psicología del siglo XXI debe superar
planteamientos estáticos y dirigir la investigación a aislar determinadas variables
personales (pensamiento y emoción) que están influyendo en la relación entre el ser
humano y su realidad. Concretamente en su relación con eficacia/éxito-fracaso,
entendidos estos constructos, tanto en sentido “interno” como de resultados. Nos
interesa investigar cómo se forman estas variables, su influencia y efectos, su capacidad
de predicción y explicación del rendimiento, la adaptación/inadaptación, y su
variabilidad a lo largo del ciclo vital. Este campo de investigación debe abordar diversos
ámbitos de actuación del ser humano: en el ámbito escolar o de enseñanza-aprendizaje
(la necesidad de aislar predictores del mayor o menor éxito escolar); en el ámbito
deportivo y de competición (las variables psicológicas que nos hacer tener éxito y que a
su vez nos permitan disfrutar del mismo); y en el ámbito laboral o del trabajo (las
variables que tienen que ver con satisfacción, capacidad laboral y adaptación al puesto
de trabajo). Nuestro planteamiento de futuro se basará en ir definiendo los grupos de los
ámbitos reseñados que actualmente tienen validez exitosa, y sobre ellos comenzar un
trabajo de “aislamiento de variables” que nos puedan dar pistas por dónde marcar
propuestas de trabajo diferencial, para con posterioridad plantear un enfoque ATI
(Aptitud, Tratamiento, Intervención, Cronbach, 1980).

Buenas noches Tutora y compañeros. De acuerdo al análisis estadístico y cualitativo


comparto el análisis realizado por la compañera Cecilia Espitia, dando como resultado
que la categoría de mayor riesgo es la Autorregulación, en este sentido realizo mi
aporte para la construcción del marco teórico. Feliz noche para todos

Según (Fox & Calkins, 2003) La autorregulación emocional es la capacidad de dirigir y


manejar las emociones en forma eficaz, dando lugar a la homeostasis emocional y
evitando respuestas poco adecuadas en situaciones de ira, provocación o miedo. Supone
también percibir el propio estado afectivo sin dejarse arrollar por él, de manera que no
obstaculice el razonamiento y permita tomar decisiones acordes con valores y normas
sociales y culturales.
(Roche Olivar, 1998, 1999) . La autorregulación o autocontrol emocional suele iniciarse
con un proceso de atención y de reconocimiento de las propias emociones. El
autocontrol no hace referencia a una represión, sino a que los sentimientos y emociones
estén en mayor relación y consonancia con las circunstancias del momento. Este
proceso beneficia las relaciones interpersonales, posibilita un mayor control de las
situaciones y genera estados de ánimo más positivos.

(Higgins, Grant & Shah, 1999; Bonano, 2001) distinguen tres principios fundamentales
de la autorregulación emocional:

 Anticipación regulatoria: teniendo en cuenta las experiencias previas, las


personas pueden anticipar el placer o malestar que puede causarles determinada
situación, generando esto motivaciones de acercamiento o evitación a
determinadas realidades.

 Referencia regulatoria: ante una misma situación puede tenerse un punto de


referencia positivo o negativo. La motivación es la misma pero en un caso es
movida por algo positivo y en otro por algo negativo.

 Enfoque regulatorio: distinguen enfoque de promoción y enfoque de prevención;


distinguiendo aspiraciones y autorrealizaciones como promoción y
responsabilidades y seguridades como prevención.

Gross (2002; Gross & John, 2002) describe cinco puntos en los que la persona puede
intervenir para autorregularse emocionalmente: seleccionando la situación, esto se
refiere a la aproximación o alejamiento deliberados de determinados ámbitos, personas
u objetos, con el objeto de influenciar las propias emociones; modificando la situación,
adaptándose la persona para modificar su impacto emocional; despliegue atencional, en
este caso la persona centra su atención en un determinado aspecto de la realidad; cambio
cognitivo, significa elegir uno de los muchos posibles significados de una determinada
situación; modulación de la respuesta, influenciando las tendencias de acción una vez
que se han elicitado. Las cuatro primeras opciones estarían centradas en los
antecedentes, mientras que la última estaría centrada en la respuesta emocional.

Según Jean Piaget (2005) la autorregulación está controlada por una regulación de
segundo orden, la voluntad. Explica que el sujeto no desecha una determinada
configuración afectiva sino que la supera y cambia el punto de vista, de tal forma que
aparezcan relaciones que antes no se mostraban; con esto realiza una analogía entre la
voluntad y la descentración (liberarse de la configuración perceptiva para que aparezcan
relaciones que no están dadas en un comienzo). La capacidad de la persona de
autorregularse emocionalmente será tenida en cuenta tomando como referencia sólo dos
de sus dimensiones que fueron seleccionadas por los autores de la presente
investigación de acuerdo a los objetivos planteados, a saber:

 Control ante situaciones externas adversas: definida como el manejo activo y


positivo de las situaciones estresantes, frustrantes o adversas. Supone la
capacidad de autocontrol para resistir, soportar e influenciar las situaciones
problemáticas o de crisis sin dejarse llevar por estados emocionales intensos,
eligiendo cursos de acción y resolución efectivos desde una postura optimista
con respecto a los recursos propios y hacia las nuevas experiencias y cambios en
general.

 Control de los impulsos: habilidad para resistir o posponer la consecución de un


impulso, energía, o tentación de actuar. La aceptación y control de los impulsos
predispone a una conducta más responsable y serena. Por otro lado, cuando estos
mecanismos no funcionan, la baja tolerancia a la frustración y el enojo en el
control de los problemas, entre otros, pueden llevar al sujeto a una pérdida del
control de sí mismo, actuando de manera explosiva e impredecible y/o abusiva.

Rodríguez, L., Russián, G., & Moreno, J. (2019). Autorregulación emocional y


actitudes ante situaciones de agravio. Revista de Psicología, 5(10), 25-44. Recuperado
de http://200.16.86.39/index.php/RPSI/article/view/2496

Autorregulación emocional y actitudes ante situaciones de agravio. Revista de


Psicología. UCA. 2009. Vol 5. Nº 10, pp. 25-44
Según Craik (1943), las acciones reguladoras constan de tres funciones: perceptiva,
traductora y ejecutiva. Y para Welford (1968), la unidad funcional de conducta,
normalmente, no consta sólo de procesos perceptivos que inducen respuestas motrices,
sino también de intentos por parte del organismo de producir modificaciones en la
situación en la que se encuentra.

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