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MATEO 20:20-28

La solicitud de la madre de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, muestra como el deseo de poder se
anido en su corazón, en aquellos tiempos la lucha por el poder entre el pueblo Judío, estaba
claramente dañado, Fariseos y Saduceos luchaban por controlar el Sanedrín y las familias
sacerdotales se congraciaban con el Cesar a fin de conseguir un sumo sacerdocio, Los discípulos
vivían de acuerdo a la mentalidad de ese tiempo y entonces buscaron un lugar especial en el Reino de
Nuestro Señor y Salvador, esto no es algo que pasara en aquellos tiempos solamente, hoy en día en
muchas círculos sociales sucede lo mismo, pareciera que la mentalidad del ser humano se centra en la
búsqueda del poder, aun entre los Cristianos, pero el Señor Jesucristo hoy a través de su Palabra nos
dice que: Como creyentes el nos llamo al conocimiento de su Palabra para ser siervos.

Dios ha querido que seamos siervos, porque cuando somos siervos somos esclavos que hacen
lo que su Señor dice.

El siervo no puede hacer las cosas como él quiere. De hecho, siempre se le está corrigiendo. No hay
nada mejor que
Aplicar a nuestras vidas lo que dice 1 Corintios 9:19“Por lo cual, siendo libre de todos, me he hecho
siervo de todos para ganar a mayor número.” Pablo se hizo siervo de todos para alcanzar al mayor
número de vidas para salvación. Lo hizo para el bienestar de otros. Solamente aquella
persona que sabe lo que debe hacer, es la única persona que decide ser un servidor, un esclavo
del Señor.

Hoy día el mensaje que se lleva en nuestra sociedad, no es el de ser siervos sino el de
gobernar para ser señores. Sin embargo el Señor a nosotros como pueblo suyo nos pide que
seamos siervos. El siervo no tiene ideas propias en la Obra de Dios, ni es el que gobierna y
planea hacer las cosas; porque para nosotros como siervos que somos, ya Él planificó lo que
vamos a hacer desde antes de la fundación del mundo. Nosotros lo que tenemos que buscar es
lo que Dios tiene para nosotros. Nuestra arma son nuestras rodillas porque mientras nosotros
oramos sabemos a dónde vamos y lo que debemos hacer.

Un siervo nunca puede decir: “ahora no puedo, mejor lo haré luego porque estoy ocupado en
mis propósitos”. Un siervo se levanta y pone sus manos a la obra con toda su confianza puesta
en Aquel que planificó nuestras vidas. Un siervo es obediente porque ha reconocido que es un
esclavo, que no puede hacer las cosas por sí mismo sino por la voluntad de Dios. ¿Cómo vamos a
obrar en justicia si no reconocemos que somos esclavos de Él? El que ha reconocido que es un siervo
va siempre a hacer lo que el Padre ha querido. Nosotros no somos esclavos de nuestra voluntad, sino
de la voluntad del Padre sobre nuestras vidas. El siervo camina doblegado en su humildad.

Entonces doblegando nuestro corazón en humildad nos daremos cuenta que es un placer vivir
en la voluntad de Dios. Cuidado hermanos porque cuando alguien se equivoca y se hace “un señor” y
no un siervo, no le va a ir bien y entonces comienza a quejarse. Cuando camina como “un señor”, les
pone yugos a otras personas, entonces no le va a ir bien y le viene la frustración. ¿Cuán dispuestos
estamos para ser siervos? Nosotros somos libres en Cristo, pero siervos de Dios y de todos. Cuando
Dios nos llama lo hace Él y no los hombres.

Por lo tanto no debemos de olvidarnos de servir a Nuestro Señor, porque en la Biblia


encontramos este ejemplo, 2 Samuel 11:1 “Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los
reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus siervos y a todo Israel, y destruyeron a los
amonitas, y sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén”.
A David se le olvidó que era un esclavo de Dios y en vez de salir a la guerra se quedó descansando
en Jerusalén. Así a veces nosotros tenemos mil razones que nos hacen olvidar que somos siervos de
Dios y es que a veces no hemos desarrollado nuestro espíritu, no nos damos a nuestro amo y se nos
olvida que cada día nos tenemos que someter más al amo. Antes éramos esclavos de la carne y del
pecado, ahora ya no. Lo que sucede es que a veces tenemos muchas razones para no ser
completamente siervos de Dios. Cuando alguien no es un siervo, entonces es un Señor y cuando uno
es “un señor” no puede vencer la carne. La mente de David se le corrompió, ya no era un siervo sino
“un señor” y Dios lo castigó, las Sagradas Escrituras así nos lo muestran en:
2 Samuel 12:9-12, 9 ¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo
delante de sus ojos? A Urías heteo heriste a espada, y tomaste por mujer a su mujer, y a él lo
mataste con la espada de los hijos de Amón.
12:10 Por lo cual ahora no se apartará jamás de tu casa la espada, por cuanto me
menospreciaste, y tomaste la mujer de Urías heteo para que fuese tu mujer.
12:11 Así ha dicho Jehová: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y
tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus
mujeres a la vista del sol.
12:12 Porque tú lo hiciste en secreto; mas yo haré esto delante de todo Israel y a pleno sol.

Dios castigó a David por su pecado. Esto nos enseña que mientras seamos siervos y esclavos vamos
a caminar bajo la voluntad de Dios y no habrá mal que nos toque. Nosotros necesitamos oír la voz de
Dios. Nosotros no somos otra cosa sino siervos para que no haya mal, ni peste, ni castigo. Si algo
debemos aprender es que hemos nacido de nuevo para seguir instrucciones y no para dirigir nuestras
vidas como queramos porque no tenemos capacidad para hacerlo.

Aprendamos lo que nos enseña la Biblia en Mateo 18:1-3 “En aquel tiempo los discípulos
vinieron a Jesús, diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?
18:2 Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos,
18:3 y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de
los cielos.
A un niño se le manda a hacer las cosas y este obedece, entonces nosotros tenemos que ser como un
niño. Si no tenemos nada de niño Dios no nos puede mandar a nada de lo que su iglesia requiere.
Dios esta noche amados hermanos quiere que Seamos como niños para que aprendamos a recibir
instrucciones de parte de Él. Nosotros somos servidores de Cristo. Pablo dijo que él era un
servidor. Lo que tenemos nos viene de Dios. Por eso, no podemos ser señores, porque entonces
viene la envidia. Todos somos iguales. Cuando se quiere ser señor hay disensión, riña, disputa, celos
y se destruye a cualquiera. Al creerse poderoso ya no se quiere ser siervo para nada. Caminemos
con mucho cuidado. Comencemos a disciplinar el cuerpo en lo físico, porque entonces vamos a
aprender a disciplinarlo en todo.

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