La aprobación judicial del testamento cumple los mismos fines y
efectos que la declaratoria de herederos pero a diferencia de aquella solamente se presenta para distribuir la porción disponible de la herencia, mejorar la porción hereditaria de alguno de los herederos legitimarios o legítimos o en su defecto para instituir herederos cuando no existieren herederos legitimarios del causante. En el caso de la existencia de un acto de última voluntad de carácter ológrafo o público, el mismo deberá ser presentando ante el respectivo Juez, y este procederá a aprobar en cuanto a sus formas el acto testamentario respectivo. En el caso de los testamentos ológrafos deberá previamente cumplirse con la realización de la pericia caligráfica respectiva para acreditar que la firma y la escritura se corresponden con el puño y letra del causante.
El acto de aprobación del testamento se realiza “en cuanto a sus
formas” puesto que el Juez solo verifica que se cumplan los extremos legales extrínsecos del instrumento sin evaluar su contenido intrínseco (las disposiciones), el cual puede ser objeto de disquisiciones posteriores mediante diversas acciones (nulidad de disposiciones testamentarias, nulidad del acto testamentario por vicios de actos jurídicos, etc.).
La aprobación judicial del testamento permite, al igual que la
declaratoria de herederos, que el peticionante respectivo adquiera el reconocimiento de su calidad de continuador del testador fallecido. Este acto es indispensable ya que el carácter de heredero en estos casos no se adquiere de pleno derecho sino que requiere el obligatorio reconocimiento judicial mediante el acto pertinente que lo constituye la aprobación judicial del testamento.