Sei sulla pagina 1di 5

Los evangelios apócrifos o extracanónicos son los escritos surgidos en los primeros siglos

del cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret que no fueron incluidos ni


aceptados en el canon del Tanaj judío hebreo-arameo, de
la Biblia israelita Septuaginta griega, así como tampoco de ninguna de las versiones de
la Biblia usadas por distintos grupos de cristianos como la Iglesia católica, la Iglesia
ortodoxa, Comunión anglicana e Iglesias protestantes. Entre esos escritos se encuentran
los Manuscritos de Nag Hammadi.
El término apócrifo (griego: από, ‘lejos’ y κρυφος ‘oculto’; latín: apócryphus), que
originalmente significaba ‘ocultar lejos’, y luego fue derivando en ‘oculto’, ‘oscuro’, ha
sido utilizado a través de los tiempos para hacer referencia a algunas colecciones de textos
y de escritos religiosos sagrados surgidos y emanados en contextos judíos o cristianos. Con
él se califican una cantidad de libros que las Iglesias cristianas de los primeros siglos no
reconocieron como parte de la Sagrada Escritura, pero que se presentan con nombres o
características que los hacen aparecer como si fueran libros canónicos.
Cuestión distinta es la de si un determinado escrito, forma o no parte de la Biblia, de si se
considera o no un libro inspirado. Cuando un determinado escrito o libro merece ser
considerado como formando parte de la Biblia, se dice que es «canónico». El canon
consiste en un elenco de los escritos bíblicos. Católicos, cristianos no católicos y judíos
tienen distintos cánones. Cuando el carácter canónico de un escrito es reconocido
tardíamente se dice que es «deuterocanónico». En ocasiones un libro puede ser
simultáneamente apócrifo y no canónico. Tal sucede con el Evangelio de Santo Tomás. Ni
Santo Tomás es realmente su autor, ni se considera que forme parte de la biblia. Cuestiones
distintas son las de si El Libro de la Sabiduría fue o no escrito por Salomón y la de si forma
o no forma parte de la Biblia.

Índice

 1Diferencias entre los evangelios canónicos y apócrifos


o 1.1Estilo y contenido en general
o 1.2Autoría
o 1.3Intelección
 2Evangelios apócrifos
 3Valoración de los evangelios apócrifos
 4Clasificación
o 4.1Evangelios gnósticos
o 4.2Evangelios de la Natividad
o 4.3Evangelios de la Infancia
o 4.4Evangelios de Pasión y Resurrección
o 4.5Evangelios asuncionistas
o 4.6Cartas del Señor
o 4.7Otros
o 4.8Manuscritos de Nag Hammadi
o 4.9Evangelios perdidos
o 4.10Fragmentos papiráceos
o 4.11Agrapha
 5Traducciones al español
 6Véase también
 7Referencias
 8Bibliografía
 9Enlaces externos

Diferencias entre los evangelios canónicos y


apócrifos[editar]

Papiro de Oxirrinco 1. Es un fragmento de papiro con dichos o pronunciamientos (logia) escritos en griego que el
autor pone en labios de Jesús. Fue descubierto por Grenfell y Hunt en 1897 y está datado de la primera mitad del
siglo III.1 Se considera una sección del apócrifo evangelio de Tomás.

A los evangelios apócrifos se les dio el nombre de evangelios por su aspecto, similar al de


los cuatro evangelios admitidos en el canon del Nuevo Testamento. Sin embargo, difieren
de los evangelios hoy llamados «canónicos» en su estilo y en su contenido,2 y fueron
abrupta o progresivamente desestimados por las comunidades cristianas para el anuncio de
la «buena noticia» (significado etimológico del término «evangelio»).
Estilo y contenido en general[editar]
Los evangelios denominados «canónicos» conservan el estilo propio de una predicación
apostólica templada, carente de adornos. Algunos autores redactaron otros escritos distintos
de los evangelios resultantes de aquella predicación apostólica. En los evangelios apócrifos,
se pueden encontrar relatos resultantes de abundante fantasía (en algunos de ellos, Jesús
realiza milagros mucho más numerosos y extravagantes), o doctrinas diferentes de las
transmitidas en los evangelios canónicos, o enseñanzas misteriosas reservadas a unos
pocos. Las Iglesias cristianas históricas consideraron que estos escritos son el resultado de
una incorrecta intelección de lo que significa la palabra «evangelio». En general, se observa
en los «evangelios canónicos» un estilo más sobrio que en los «evangelios apócrifos».
Varios apócrifos ya no fueron aceptados por las primeras comunidades cristianas.2
Autoría[editar]
A diferencia de los evangelios canónicos, cuyos escritores apenas señalan su autoría de los
escritos, los autores de cada uno de los evangelios apócrifos destacan muchas veces la
presunta autoría del escrito por parte de algún personaje distinguido de la comunidad
(Pedro, Felipe, Santiago, María Magdalena, Tomás, etc.), buscando un respaldo en ese
nombre.2
Intelección[editar]
Algunos de los Evangelios apócrifos surgieron en comunidades gnósticas (por ejemplo,
el evangelio de Tomás) y contienen «palabras ocultas» (en griego, apokryphos) al
entendimiento de la mayoría, quizá con la finalidad de dar apoyo a sus doctrinas cuando
estas no estaban en total acuerdo con los materiales canónicos, incluidos hoy en la Sagrada
Escritura. Estos mensajes ocultos entre los discursos atribuidos a Jesús estaban reservados a
los iniciados en esas comunidades. Aunque en principio se calificó como «apócrifo»
únicamente a este tipo de escritos, se extendió posteriormente esta valoración a todos los
materiales que no se incluyeron en el canon del Nuevo Testamento, independientemente de
su finalidad, oculta o no. Según el Diccionario de la lengua española (Real Academia
Española), «apócrifo» significa ‘fabuloso’, ‘supuesto’ o ‘fingido’. En nuestros días, la
acepción más utilizada para el término «apócrifo» presenta una connotación de falsedad.
Por tal motivo, se ha empezado a llamar también a esos escritos «evangelios
extracanónicos», para evitar la evocación de algo falso, siendo que las Iglesias cristianas
históricas consideran que son materiales no inspirados por Dios, aunque no por eso carentes
de valor.

Evangelios apócrifos[editar]
El término apócrifos, lejos de referirse a las consabidas acepciones adversas negativas que
tiene, es una expresión que reviste otro carácter: se trata de textos cuyo acceso fue oculto,
vedado, denegado ante las grandes masas de cristianos católico-ortodoxos, escritos
revestidos en un aura de magia y misticismo.[cita  requerida]
Se trata de otras palabras y enseñanzas de Jesús, que posiblemente fueron escritas por
siete, Felipe, Tomas, Bartolomé, Andrés (hermano de Simón Pedro), Judas Iscariote, Simón
el Zelote y Jacobo hijo de Zebedeo, conocido como Santiago el Mayor (hermano de Juan),
de los doce discípulos de Cristo, ya que de acuerdo con los textos del Nuevo testamento,
solo aparecen compilados documentos escritos por cinco, Mateo, Juan (hermano de Jacobo
hijo de Zebedeo, conocido como Santiago el Mayor), Simón Pedro (hermano
de Andrés), Judas Tadeo y su hermano Jacobo hijo de Alfeo, conocido como Santiago el
Menor, de estos doce discípulos. Se trata de escritos que alegan ser las enseñanzas ocultas
de los restantes apóstoles y cuyo contenido no respalda muchas de las ideas mesiánicas
comúnmente aceptadas por grupos de cristianos, y que fueron documentos tenidos en gran
estimación.
Los apócrifos del Nuevo Testamento incluyen varios evangelios y vidas de los apóstoles.
Algunos de ellos fueron escritos evidentemente por autores gnósticos o miembros de otros
grupos posteriormente definidos como herejes. Muchos de estos textos fueron descubiertos
durante los siglos XIX y XX, generando una intensa oleada de especulaciones en torno a su
importancia en los inicios del cristianismo entre los eruditos religiosos.[cita  requerida]
Si bien los protestantes, católicos y, en general, los ortodoxos están de acuerdo acerca de
qué libros deben ser incluidos en el canon del Nuevo testamento, la Iglesia ortodoxa
etíope solía incluir las epístolas I y II de Clemente y al Pastor de Hermas. A su vez, otras
iglesias como la Copta tenían en sus pasajes escritos que describían la niñez de Jesús.
[cita  requerida]

Lutero consideraba apócrifa a la epístola de Santiago, dudando y cuestionando su autoría a


manos de cualquiera de los dos apóstoles llamados por el nombre de Jacobo o Santiago, que
algunos atribuyen a otro Jacobo, Santiago el Justo. También porque la epístola contiene una
declaración que contradice aparentemente las enseñanzas de Lutero de la salvación solo por
la fe: la «fe sin obras está muerta» (2:26). Lutero, en su propia edición de la Biblia, degradó
y relegó al nivel de unos simples apéndices la Epístola de Santiago y otros tres documentos,
a saber: la Epístola a los Hebreos, la Epístola de Judas y el libro de Apocalipsis.
[cita  requerida]
 Posteriormente se incluyeron estos libros con el canon protestante en su Nuevo
Testamento, pero los colocaron luego de esos libros. Por lo tanto, los libros del Nuevo
Testamento luterano (al menos en alemán) están ordenados en forma diferente a otras
Biblias protestantes.
Un libro apócrifo del Nuevo testamento bien conocido es el Evangelio de Tomás, el único
texto completo que fue encontrado en la ciudad egipcia de Nag Hammadi en 1945. Otro
evangelio propio de las corrientes gnósticas dentro del cristianismo de los primeros siglos,
atribuido a Judas de Carioth, el Evangelio de Judas, generó expectativa entre los seguidores
de estudios y cuestiones del judeocristianismo cuando fue rescatado, reconstruido y
presentado en el año 2006, en esfuerzo conjunto de Maecenas Foundation y National
Geographic Society.[cita  requerida]
Han ejercido y ejercen un enorme influjo en la piedad e iconografía cristianas. Entre las
tradiciones conservadas únicamente en los apócrifos, se cuentan los nombres de los padres
de María, (Joaquín y Ana), el episodio de la Presentación de la Virgen niña en el templo, el
número y los nombres de los Reyes Magos (Melchor, Gaspar, Baltasar), y la presencia de
un asno y un buey en el pesebre donde María dio a luz. Allí también se encuentran los
nombres y las historias del Buen Ladrón (Dimas) y del Mal Ladrón (Gestas); la historia de
Verónica (recogida inclusive en la devoción piadosa del Via Crucis, de tradición católica);
el nombre de Longinos, el centurión que atravesó el costado de Jesús en la cruz; o la
primera sugerencia explícita de la virginidad perpetua de María, que se encuentra en
el Protoevangelio de Santiago. La fuerte presencia de esas tradiciones en la liturgia lleva
con frecuencia a olvidar que ninguno de ellos ha sido incluido entre los Evangelios
canónicos.[cita  requerida]
Entre los textos apócrifos se cuentan numerosos Evangelios; entre ellos hay los que llevan
nombres de personajes famosos de la iglesia primitiva a los que se atribuyen estos escritos,
como el Evangelio de Tomás, del cual se encontraron antiguas copias en copto, manuscritas
por una comunidad de cristianos gnósticos; otros fueron titulados por el supuesto contenido
de la obra (Evangelio de la Verdad), por su origen (evangelios atribuidos a Marción, a
Cerinto) o por el grupo al que estuvieron destinados (Evangelio de los Hebreos, de los
Griegos, etc.).
En el siglo XIX comenzaron a hacerse unos estudios a fondo sobre estos textos. Se hallaron
escritos «apócrifos» desde el año 300 a. C. hasta el Nuevo testamento, que proporcionaron a
los investigadores una gran riqueza como fuentes históricas, así como posturas divergentes
sobre temas como inmortalidad y resurrección, y la creencia en ellos a través de los siglos,
desde un punto de vista siempre escatológico.[cita  requerida]

Valoración de los evangelios apócrifos[editar]


Durante algún tiempo, varios de esos escritos fueron tenidos como canónicos por
comunidades o grupos del judaísmo o del cristianismo. Más aún, algunos de ellos dejaron
su huella en textos y celebraciones litúrgicas y en la piedad popular.2 Si bien muchos textos
apócrifos permearon ciertos aspectos de la liturgia y de la piedad de los fieles cristianos, las
Iglesias cristianas históricas tienden a considerar que los materiales apócrifos en general no
aportan contenidos de relevancia para la fe de los creyentes. Sin embargo, los estudiosos y
especialistas de las propias Iglesias consideran que el estudio de los evangelios apócrifos
puede ser útil para conocer el pensamiento y la forma de expresión de la fe que tuvieron
ciertos grupos judíos o cristianos en momentos específicos de la Historia.
En una extensa carta a Laeta, quien le había consultado sobre la crianza de su hija Paula,
Jerónimo da una serie de consejos; entre ellos, que la instruya en las Escrituras, sugiriendo
el orden en que ha de leerlas, añadiendo:
Que [Paula] evite todos los escritos apócrifos, y si ella es llevada a leerlos no por la verdad de la
doctrinas que contienen sino por respeto a los milagros contenidos en ellos, que ella entienda que no
son escritos por aquellos a quienes son adjudicados, que muchos elementos defectuosos se han
introducido en ellos, y que requiere una discreción infinita buscar el oro en medio de la suciedad.

Potrebbero piacerti anche