Sei sulla pagina 1di 36

EL TIEMPO DE DIOS

“20  Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y
ofreció holocausto en el altar.  21  Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su
corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del
corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente,
como he hecho.  22  Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el
frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.”  Génesis 8:20-22 

Noé fue al altar, y Dios estableció un nuevo parámetro: Mientras la tierra permanezca,
siempre existirán estas temporadas.  Dios restablece las temporadas en las que el hombre
debe aprender a vivir.  Cuando vino el diluvio, todo esto cesó; no había tiempo para
sembrar, no había que cosechar.  Esto fue lo que vivió Noé en el arca.  Es frustrante estar
perdido en la vida, sin saber qué tiempo es o si has perdido tu tiempo.  Estás en el arca, y no
sabes ni la hora que es. 

Al mundo le gusta dictar lo que deberíamos hacer en nuestro tiempo.  Por ejemplo, para el
mundo, los jóvenes deberían divertirse; pero los jóvenes que se divierten demasiado en su
tiempo, después pasan tiempos de amargura.  Los tiempos de juventud deben ser tiempos
de preparación porque se tiene menos responsabilidades que limiten el tiempo para
enfocarse en las habilidades.  El joven que no se enfoca en sus talentos, en su llamado, en
su propósito, mientras tiene tiempo, cuando no lo tiene, trata de recuperarlo; y entonces
entramos en la frustración de querer recuperar el tiempo perdido, porque lo viviste
divirtiéndote, haciendo algo que no era lo que había que hacer. 

En Eclesiastés dice que Dios lo hizo todo hermoso, en su tiempo.  Si hay algo feo en tu
vida, es que, quizás, está fuera de tiempo.  No es que Dios no lo quiera, es que a lo mejor
no está en el tiempo correcto, porque todo es lindo en su tiempo; no necesariamente es que
sea malo, sino que está fuera de tiempo.  Es complicado estar fuera de tiempo; no haber
comprado cuando debiste, no haber vendido en el tiempo correcto, haberte casado fuera de
tiempo.  Y algo que no te puedes permitir es perder el tiempo. 

Por causa de que Noé fue al altar, Dios le dice que Él no permitiría que no hubiera
temporadas en su vida.  En otras palabras: Te voy a dar indicios durante tu vida para que
sepas que viene invierno, que viene verano.  Uno de los problemas de los caribeños es que
el clima permanece igual todo el año; no hay que usar abrigos ni sacar nieve, no vemos las
hojas de los árboles cambiar; todo el tiempo está verde.  En otros lugares, te das cuenta que
viene el invierno porque el ambiente comienza a cambiar.  Por eso estamos perdidos de
tiempo; el ambiente nos debería decir que el tiempo ha cambiado, pero aquí solo sabemos
que llegó Navidad por los especiales, que de hecho empiezan con meses de anticipación. 
Nuestro concepto de tiempo está fuera de orden.  Dios le dice a Noé: Voy a darte un mundo
nuevo donde nunca más vas a estar perdido en el tiempo; va a haber tiempo para sembrar y
tiempo para cosechar; pero más vale que sepas cuando es el tiempo para cada cosa.  El
problema es que creemos que es tiempo de cosechar cuando todavía es tiempo de sembrar,
porque pensamos que Dios es demasiado lento.  Pensamos que los tiempos deben ajustarse
a nosotros, y no nosotros a los tiempos.  El éxito no es que el tiempo se ajuste a ti, sino que
tú puedas identificar en qué época, en qué tiempo tú estás, en qué momento, en qué época,
para entonces saber cuáles son los próximos pasos que tienes que dar, qué es lo que Dios
está trayendo, cuáles son las oportunidades que están viniendo a tu vida. 

Has pasado por un local vacío y has dicho: Ahí debería haber una panadería.  Y van a pasar
cinco años y ahí va a haber una panadería, y vas a decir: Me robaron la idea.  Pero no te la
robaron, lo que hicieron fue aprovechar bien el tiempo, cuando tú lo que viste fue algo que
debiste haber hecho, pero no te atreviste a creer, sino que tan solo oíste que no era tiempo
de abrir negocios; otro creyó y lo hizo.  A veces, los cristianos no tenemos la dirección de
Dios que deberíamos tener para vivir en los tiempos divinos, en las cosas de Dios.  A veces,
el mundo prospera, y habrá quien critique, pero hacen negocio y dan trabajo.  Una tienda
como Walmart, que abrió en tiempos de crisis y se le cuestionó cómo sería esto, a lo que
respondió su fundador: Yo sé que hay crisis, pero he decidido no participar de ella. 

No te muevas por lo que dice la economía, por el tiempo humano, muévete por lo que Dios
ha dicho que es una temporada para ti.  Cree que viene un tiempo de aceleración divina
para tu vida, tiempo de multiplicación.  Recíbelo, y se van a soltar las riendas, te vas a
comenzar a mover a un nivel más grande.  Todo lo que estaba detenido, paralizado, va a
comenzar a acelerarse.  En tu país habrá cambios acelerados y, si no abres tus ojos y no te
atreves a entrar en ese tiempo, perderás las más grandes oportunidades que Dios va a traer. 

Se acabó eso de estar perdido en tu mente acerca de qué tiempo es.  Es tiempo de moverte,
de progresar, de creer, de que el propósito de Dios se cumpla en tu vida.  El diluvio se
acabó; llegó el momento de multiplicarte, y que hagas la nueva vida que Dios tiene para ti. 
LA VELOCIDAD DIVINA

Hay diferentes velocidades a las que nos movemos.  La velocidad humana es de acuerdo a
tus metas, a tu presupuesto.  A ti no te controla el dinero, pero pides permiso a tu
presupuesto para ver qué puedes hacer y qué no.  Cuando vives así, nunca haces nada.  No
pidas permiso a tu presupuesto, sino a tu fe.  Haz presupuesto y ajustes, pero no limites tu
fe por tu presupuesto.  Cuando Dios te dice que vas a hacer algo, no es basado en tu
presupuesto; tienes que moverte de acuerdo a la fe para pasar a otro nivel.  No se trata de
endeudarte porque te pondrías sobre el límite; perderías tu norte por tener ambición y no
fe.  La fe es dirigida por Dios; la ambición, por tus emociones.  La ambición te hace infeliz
porque no lo tienes ahora; la fe te llena de expectativa porque aunque no lo tienes en lo
natural, sí en tu interior, y estás feliz porque sabes que algún día se va a manifestar. 

En tu vida, habrá también momentos de cámara lenta donde irás paso a paso, pero al
menos te mueves hacia adelante y vas a completar tu tiempo.  La contraparte de la cámara
lenta es la desaceleración.  Esto es cuando ibas rápido, y ahora vas reduciendo velocidad. 

Generalmente, nos movemos en alguna de estas cuatro dimensiones: A velocidad humana,


a sobre límite, en cámara lenta o desacelerando.  Pero, cuando conoces la Palabra y tienes
acceso a un mundo espiritual y vives diferente a como vive el mundo, esto se torna en una
contradicción porque sabes que deberías moverte más rápido, deberías estar en otra
temporada, en otro nivel; lo que no sabes es cómo entrar en él. 

Hay un quinto concepto, que es en el que tú tienes que aprender a moverte, la velocidad
divina.  A veces lenta, a veces rápida, pero es la velocidad de Dios para ti; poco a poco,
acelera, y comienzas a ver el cumplimiento de Su palabra y cómo Él va abriendo puertas. 

No te muevas más a velocidad humana, ni en cámara lenta; muévete a la velocidad de


Dios.  Las cosas van a ocurrir, no cuando el mundo quiera, sino cuando Dios ha dicho que
van a ocurrir en tu vida; no tendrás tu casa cuando tu crédito se arregle, sino cuando Dios
diga que vas a tenerla; no tendrás un nuevo trabajo cuando tu currículum esté completado;
tendrás el trabajo, la promoción y lo que Dios tiene para tu vida, en el tiempo de Dios. 

Hay momentos en que la aceleración divina es tal, que ciertas cosas comienzan a unirse. 
En Amós 9, dice que llegaría un momento donde los que siembran serían alcanzados por
los que recogen.  Hay un momento donde Dios une los tiempos de forma sobrenatural. 
Isaías dijo que, antes que tú pidas, ya la contestación va a estar dada.  Tú has estado orando,
y parece que nada ha ocurrido, pero hoy tu perspectiva cambia y comienzas a vivir en la
velocidad divina; antes que termines de orar, la respuesta estará tocando tu puerta.  Eso es
lo que dice la palabra del Señor, créelo.  Ya no estarás más perdido en el tiempo. 

Cuando vives con esa sensación de estar perdido en el tiempo, de no saber para dónde vas,
qué deberías hacer, en qué tiempo estás, no disfrutas de las cosas que Dios tiene para ti.  Te
pierdes en el tiempo cuando te comparas con otros.  Te comparas con uno que está
aparentemente mejor que tú, cuando tal vez está sobre su límite y va directo a un desastre;
tiene un mejor carro, pero también una mayor deuda, así que tú duermes más tranquilo. 
Moverte en la velocidad divina es saber que Dios va a acelerar, desacelerar y poner en
pausa ciertas cosas; y, cuando llegue tu momento, Él te va a impulsar a un nuevo nivel. 
Esto pasa más rápido de lo que piensas; Dios no es lento, eres tú el que te tardas en
entender lo que Él quiere hacer en tu vida.  Cuando te comparas, lo que tienes no es fe, sino
envidia.  No dañes tu tiempo de siembra; alégrate de que Dios se lo haya dado a otro. 

Te pierdes en el tiempo cuando dejas que otros establezcan lo que debería estar pasando
contigo.  Si todavía no te has casado, no te apresures; si no es tu tiempo, no es tu tiempo. 
La gente te dice que tú deberías esto o aquello, pero tú no le debes nada a nadie; el tiempo
de otro no es tu tiempo.  Olvídate de los debería; estos ponen una presión innecesaria. 

Te pierdes en tu tiempo por la mentalidad de cosas instantáneas.  Velocidad divina no


necesariamente es instantánea.  Dios te va a promover, te va a impulsar, en su tiempo; y,
cuando abras tus ojos, habrá sido como si nada.  Esa es la velocidad de Dios. 

Para entrar en los tiempos de Dios, tienes que percibir.  En Jeremías 1, Dios pregunta al
profeta qué ve, y él responde: Una vara de almendro.  Y Dios dijo: Bien has visto; porque
yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.  Lo que hizo que se apresurara el tiempo
fue que Jeremías viera.  Cuando tú ves con tus ojos espirituales, Dios acelera su palabra
para cumplirla.  Él no lo hace, hasta que tú lo ves; tan pronto lo ves, pone todo en marcha. 

El almendro florece al final del invierno.  Jeremías estaba en medio del peor invierno del
pueblo de Israel, en medio del peor momento, pero había un almendro floreciendo.  No era
tiempo de almendro, sino de invierno; pero, en el tiempo de Dios, era tiempo de almendro. 
En el tiempo de Dios, aun en el invierno, es tiempo de que tú florezcas.  En tiempo de
crisis, cambia tu percepción.  Mira lo que Dios tiene para ti y, en tu peor invierno, se
levantará una vara de almendro que va a producir; Dios va a acelerar lo que Él te prometió. 

¿Qué tú estás viendo hoy?  ¿El invierno, o lo que Dios quiere hacer contigo en el invierno? 
¿Te mueves a tu velocidad, o sobre tu límite?  Si te sobre limitas es en tus fuerzas, y
terminas mal.  Hoy se acaba la sensación de estar perdido en el tiempo.  Percibe el tiempo
que estás viviendo y aprovéchalo al máximo.  Hoy Dios abre tus ojos, y ves el almendro. 
UBICATE EN TIEMPO Y ESPACIO

11 
La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara
de almendro.  12  Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para
ponerla por obra.”  Jeremías 1:11-12 

La velocidad de Dios en tu vida depende de tu percepción.  Es tu percepción espiritual, no


natural, la que te ubica en el tiempo de Dios.  Cuando permites nublar tu percepción por lo
que otros piensan o dicen, pierdes de vista la obra de Dios en tu vida, y entonces piensas
que Dios es lento.  Dios no es lento, el que te tardas en comprender eres tú, te tardas en
ubicarte en tiempo y espacio, eres tú quien te atrasas.  Las cosas, naturalmente, van a tomar
un tiempo, pero Dios sabe que tú tienes poco tiempo en esta tierra, y lo que Él te prometió
Él lo va a cumplir en el tiempo que tú tienes; tú lo vas a poder ver, lo vas a disfrutar.  Abre
tus ojos espirituales para ver las cosas como Dios las ve; si no, te vas a desesperar, harás
cosas innecesarias, vivirás en ilusiones incorrectas. 

Dios le dice a Abraham que le va a dar un hijo, y Abraham se desespera y se acuesta con su
sirvienta y tiene un hijo, y piensa que fue el hijo que Dios le prometió.  Hay cosas que tú
puedes obtener por tu propia fuerza, que no necesariamente fueron las que Dios te
prometió.  Y tú te puedes estar conformando con las cosas buenas que tú has podido
obtener por tus propias fuerzas, en vez de alcanzar las cosas que Dios tiene para tu vida, a
la manera de Él; pero todo lo bueno que has alcanzado por tu propia fuerza, un día, va a ser
tu mayor complicación, cuando Dios te dé lo que Él te prometió.  Por eso es que tú no
puedes desubicarte de tiempo y espacio.  Percibir lo que Dios está haciendo espiritualmente
es vital para tú poder tomar decisiones correctas. 

Dios le dice a José, cuando este tenía 17 años: Te voy a poner en el trono.  José lo comparte
a sus hermanos, y termina vendido como esclavo.  José pudo haber dicho: ¿De qué sirve
creerle a Dios?  Pero más grande para José era la visión que Dios le había dado, que la
prisión, la esclavitud que estaba viviendo.  Él vio las estrellas, el sol y la luna, inclinándose;
más grande para José era su percepción espiritual, que la circunstancia que estaba
viviendo.  En el momento que tu circunstancia es más real en tu vida que tu percepción
espiritual de tu destino, ese día es donde tú eres verdaderamente preso y esclavo de todo lo
que tú estás viviendo. 

Tú tienes que vivir como loco para el mundo, ver tu país como nadie más lo ve, ver las
cosas diferente.  Loco te vas a volver si ves las cosas como los demás.  Tú tienes que ver
bendición, oportunidades.  Tu percepción te ubica en lo que Dios está haciendo.  Tu
problema no es velocidad; Dios quiere llevarte a una velocidad; tu problema es percepción. 

El tiempo parece algo real, pero no lo es; es algo de percepción.  Y es tu percepción de tu


tiempo y del tiempo de Dios lo que permite que tú tomes decisiones correctas.  Para José,
más real era su sueño que su prisión.  Un día, Dios lo despertó a una realidad más grande,
como un día la vida y Dios te  han despertado a algo más grande.  Si hay algo poderoso que
hace la vida es darte pequeñas muestras de cosas grandes en tu vida, para que tú las
pruebes, las percibas y digas: Esto no debería ser de casualidad; esto debería ser toda mi
vida.  Cuando Dios te muestra las uvas de la tierra prometida, no es para que tú vivas toda
tu vida con el sabor de las uvas que un día probaste, sino para que sepas que esas uvas te
están esperando por el resto de tus días, aunque estés comiendo maná hoy. 

Para algunos, eso es frustración.  No quieren probar las cosas buenas de la vida, cosas más
grandes, porque se sentirían frustrados de que nunca pueden llegar a ellas; hay gente que las
disfruta como si fuera algo de suerte, cosa de una vez en la vida.  Otros, después que
probamos… puede ser que estés comiendo hoy maná, pero sabes que hay manjares al otro
lado.  Da gracias a Dios por el maná, pero averigua qué es lo que tienes que hacer para
obtener el manjar que está al otro lado. 

Dios siempre te muestra estas cosas porque es la única manera de ubicarte.  José pudo
haber dicho, cuando la esposa de Potifar se le ofreció: “Si nadie me va a ver, ¿de qué me
sirve cuidarme para Dios?  Si cuidarme para Dios me ha traído hasta aquí, y estoy como
esclavo, entonces hago lo que quiera.”  Pero José tenía un sueño más grande.  Él sabía que
aquella mujer no era parte del sueño, Dios no se la mostró en ningún sueño.  Sabía que Dios
no se la había dado; así que decide mantenerse porque, para él, más grande y más real era el
sueño que Dios le había dado, que la experiencia que estaba viviendo. 

Abre tus ojos espirituales a las cosas que Dios te ha mostrado.  En vez de estar frustrado
porque perdiste un día algo, lo que debes saber es que, si lo tuviste un día, lo deberías tener
toda la vida.  Si lo viviste, lo deberías vivir por el resto de tus días; esa oportunidad está
para ti, y tu percepción va a ubicarte en el tiempo en que lo vas a poder experimentar, lo
vas a poder vivir y lo vas a poder alcanzar. 

¿Qué tú estás viendo hoy?  Ubícate, y vas a ver el tiempo de Dios en tu vida; vas a entender
por qué Dios te ha estado posicionando, vas a entender las vueltas que has dado en la vida.
Abre tus ojos espirituales, y deja que Dios te muestre lo que Él quiere que tú veas en tu vida
hoy. 
DIOS MIRA QUE SU PALABRA SE CUMPLA

No se te ha pasado el tiempo.  Tu tiempo no ha pasado hasta que Dios diga que ha pasado;
tu tiempo no termina hasta que Dios diga que termina.  Tu tiempo está determinado por el
Dios Todopoderoso, y en ese tiempo Él va a cumplir lo que Él ha dicho en tu vida. 

¿Qué tú ves hoy?  Dios le dice a Jeremías: No digas que tú estás fuera de tiempo.  El
conflicto de Jeremías era que el tiempo natural no era apropiado para él, en su mente.  Pero,
aunque Dios respeta las temporadas naturales –porque Él las formó – Él gobierna sobre lo
que pasa en cada temporada. 

En Números 17, cuando Dios fue a escoger al sumo sacerdote, había gente discutiendo
quién sería el elegido.  Dios mandó a buscar una vara de cada tribu, una vara cortada y seca
que debían poner en el altar.  La vara que, al otro día, floreciera, sería la del sumo sacerdote
escogido por Dios.  Hicieron esto y, al otro día, la vara de Aarón no solo había florecido,
sino reverdecido.  En 24 horas había echado flores y tenía almendros; en una misma vara,
las cuatro etapas.  A Dios no le bastó con simplemente poner almendros en aquella vara,
sino que Él hizo que aquel almendro experimentara las cuatro etapas en 24 horas. 
Reverdeció, floreció, y tenía almendras.  Las cuatro etapas en una misma vara, solo para
que la gente supiera que Dios era quien determinaba el tiempo de aquellos a los que Él
escogía para una misión en particular.  Y Aarón fue el escogido en ese momento. 
“11 
La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara
de almendro.[a] 12  Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro [b] mi palabra para
ponerla por obra.”  Jeremias1:11-12 

en el texto original, la palabra que se usa para almendro es una variación de la que se usa
para apresuro.  Cuando Dios dice que apresura su palabra para cumplirla, lo que está
diciendo es: Yo miro que mi palabra se cumpla.  Cuando tus ojos espirituales se alinean a la
palabra de Dios, Dios mismo mira que su palabra se cumpla sobre tu vida. 

Si hay alguien que protege tu destino y que su palabra se cumpla sobre ti, siempre será el
Dios que te la dio; aunque haya montones de cosas que tú no entiendas.  Hay cosas que
Dios hace contigo solo porque Él está mirando que se cumpla la palabra. 

Dice la Palabra que Abraham, en tiempo de hambre, fue a Egipto.  Y, en aquel momento,
Dios le cerró el vientre a Sarah.  Es poderoso que un Dios de fertilidad haga a alguien
estéril.  A través de toda la Palabra, Dios hace que las mujeres den a luz, pero a Sarah la
hizo estéril, y que todas las mujeres de Abimilec también estuvieran estériles.  Un Dios de
fertilidad, ¿por qué hace que Sarah esté estéril?  Porque Abraham la acababa de regalar, y
Dios le había dicho que le daría un hijo con ella; si Abimelec se acostaba con Sarah y la
embarazaba, ahora el linaje se dañaría porque, aunque Abraham era el llamado, el vientre
santificado era el de Sarah, y Dios no podía permitir que ningún otro hombre pusiera en
Sarah lo que Dios había dicho que Abraham tenía que poner. 

Así que Dios hace estéril a Sarah, no por importunar a Abraham –aunque él así lo tomara,
porque él nunca entendió que, si él no hubiera ido a Egipto, eso no hubiera pasado – pero,
como se desesperó por el tiempo de hambre, y no confió en Dios, bajó al mundo… no
pienses que vas a ir a Egipto y vas a salir con manos vacías.  Y ahora toma 25 años para
que Sarah fuera liberada; fue un milagro que ella diera a luz, pero Sarah tenía que perdonar
a Abraham, porque ninguna mujer recibe de un hombre a quien no ha perdonado; así que
Sarah tenía que perdonar a Abraham por lo que le había hecho para que su vientre se
abriera.  Y eso tomó veinticinco años.  Un error, 25 años.  Pero Dios había dicho que el hijo
de la promesa sería de Sarah, y Él iba a mirar que eso se cumpliera.  Si Abraham metió a
Sarah donde no tenía que meterla, entonces Dios tenía que mirar que Él dijo se cumpliera;
por eso tuvo que cerrar el vientre de Sarah. 

Hay cosas en tu vida que se han cerrado por un tiempo, y no es Dios importunándote, sino
velando que no se dañe lo que Él ha dicho que va a hacer contigo; y, cuando tú te ubicas,
las cosas comienzan a abrirse, comienzan a pasar.  Eso es un solo ejemplo de lo que Dios
comienza a hacer; hay muchas otras cosas que Dios hace en el mundo espiritual y que tú
desconoces.  Esto mismo pasó con Mefi-boset.  Él estaba comiendo en casa de un mendigo,
con sus piernas lisiadas, desconociendo que, en lo oculto, su padre había un pacto con
David y que el rey lo estaba mandando a buscar para bendecirlo.  Él no sabía todo lo que
estaba pasando alrededor, todo lo que estaba ocurriendo, pero Dios se había asegurado que
la palabra se cumpliera. 

Hay cosas que están pasando –o que no están pasando – en tu vida, pero es porque Dios
está mirando que lo que Él te dijo se cumpla.  A veces, nos desesperamos, nos ponemos
ansiosos, nos desubicamos, no entendemos; a veces, han sido nuestros errores y Dios
reaccionando a nuestros errores para liberarnos y cuidarnos de nuestros propios errores, y
nos protege haciendo que ciertas cosas se cumplan porque la palabra que llevamos dentro
es demasiado importante, y Dios se encargará de ver que su palabra se cumpla. 
DIOS NO ES LENTO

“11 La palabra de Jehová vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara
de almendro.[a] 12  Y me dijo Jehová: Bien has visto; porque yo apresuro [b] mi palabra para
ponerla por obra.”  Jeremías 1:11 

Jeremías estaba dando excusa tras excusa por las que pensaba que Dios no podía usarle;
hasta que, finalmente, Jeremías vio lo que Dios quería que él viera.  Tú tienes que mirar
correctamente en el mundo espiritual, para poder ver cómo Dios se está moviendo en tu
vida.  Él se mueve en tu vida, apresuradamente. 

Varios errores afectan nuestra perspectiva.  Entre estos, permitir que otros establezcan lo
que debería estar pasando en tu vida.  Una de las cosas que te hace perder de perspectiva la
velocidad de Dios en ti es cuando tú aceptas pensamientos de otros, de lo que ellos creen
que debería pasar en tu vida.  Te dicen que ya deberías haberte casado, o tenido hijos; pero,
¿qué le importa a la gente?  El tiempo de Dios para ti es diferente al de otros.  No estás
tarde, estás en el tiempo de Dios.  No te pongas presión por lo que otro te diga.  Quítate la
presión de los “debería”.  Deja que Dios trabaje contigo en el tiempo apropiado.  No afectes
tu percepción porque esto afecta lo que Dios puede hacer en tu vida en su tiempo. 

Para Dios, no hay tal cosa como joven o anciano; Dios puede llamar a un viejo, como
puede llamar a un joven; Él puede usar a un David, como puede usar a un Moisés; puede
llamar a un Pablo, y también a un Timoteo; Él puede usar a cualquiera a cualquier edad. 
Para que llegara el cumplimiento de la venida de Jesús, Dios tuvo que usar a una joven y a
una vieja; Elizabeth y María.  Dios tuvo que unir dos tiempos para que se cumpliera una
palabra.  Elizabeth tenía que dar a luz a Juan el Bautista; María, a Jesús.  Si Juan el Bautista
hubiera nacido después de Jesús, no hubiera sido Juan el Bautista porque, para serlo, tenía
que nacer antes.  Cada uno tiene su tiempo, y tu percepción del tiempo te puede limitar en
lo que Dios quiere hacer contigo. 

Dios puede acelerar el cumplimiento de su palabra en tu vida.  Lo primero es que te quites


de la cabeza que Dios es lento.  El hecho de que tú no veas hoy la manifestación de ciertas
cosas que tú quieres, es por muchas razones; quizás es algo que Dios nunca planificó para
tu vida; quizás no es el tiempo todavía.  Las razones sobran; pero tú no puedes decir que
Dios es lento porque tu circunstancia te haga pensar que lo es.  Analiza un momento: ¿Se
tardó mucho Dios en redimir el pecado de Adán?  ¿Tomó mucho tiempo en redimir, en
salvar Dios al hombre?  La respuesta sencilla es: No.  El hombre peca, y pasan unos cuatro
mil a seis mil años en lo que Jesús llega.  Eso es mucho tiempo, para nosotros; pero, cuando
analizamos, ¿cuánto tiempo estuvo Jesús muerto?  Tres días.  ¿Qué era lo que tenía que
pasar para que el hombre recibiera redención?  ¿Que Jesús viniera, o que muriera y
resucitara?  Que muriera y resucitara.  Así que, redimir al hombre no le tomó a Dios seis
mil años, sino tres días.  Pagar el pecado del mundo, lo que le tomó fueron tres días. 
Ahora, tres días comparados con seis mil años, es poco; pero, si tú te enfocas en los cuatro
a seis mil años desde que el hombre peca, entonces, para ti, Dios tardó mucho; viéndolo
desde el concepto espiritual, redimir al hombre tomó tres días.  Jesús se presentó en el
cielo, buscó a los que estaban en el Seol, se aseguró que ningún creyente quedara allí, se
presentó ante Dios; todo esto, en tres días.  La pregunta es si eso fue mucho tiempo; y la
respuesta es que depende de qué es lo que tú quieras ver.  Lo que tomó más tiempo fue
preparar al hombre para que pudiera experimentar eso; porque las decisiones de los
hombres fueron cambiantes y errantes. 

La Biblia dice que, antes que el hombre pecara, ya el Cordero había sido inmolado.  Así
que, antes de que comenzara a correr el tiempo, ya Dios había preparado el sacrificio. 
Todo es cuestión de la percepción que tú tengas.  En tres días, Dios redimió todo el pecado
del hombre; lo que tomó mucho fue llegar a ese tiempo; así que, ¿quién fue el lento?  El
hombre.  Y, aun cuando ya Jesús llegó, no lo podían entender.  Dios no es lento, los lentos
somos nosotros. 

“17  Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de
cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18  sabiendo que
fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres,
no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19  sino con la sangre preciosa de Cristo, como
de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20  ya destinado desde antes de la
fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,” 
1 Pedro 1:17 
DIOS SE ANTICIPA

“17  Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de
cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18  sabiendo que
fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres,
no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19  sino con la sangre preciosa de Cristo, como
de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20  ya destinado desde antes de la
fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,” 
1 Pedro 1:17 

El amor de Dios tiene preparado de antemano lo que Él va a hacer en tu vida.  Pedro dice:
Tienes que conducirte correctamente, sabiendo que Dios tiene preparado algo para tu vida
que todavía no se ha manifestado, pero tú tienes que estar listo para cuando se manifieste. 
Si tú te pones a pensar que Dios es lento, no te conduces como tienes que conducirte, y no
te das cuenta del amor de Dios.  La gente piensa: Todo lo que Dios me está haciendo
esperar, todo lo que estoy viviendo, ¿qué pasa con mi vida?  Y esto lleva a muchos a
conducirse de la manera incorrecta, a tomar decisiones incorrectas; pero los que sabemos
que Dios tiene para nosotros predestinado, de antemano, su bendición para nuestras vidas,
sabemos que Dios no está inventando, sabemos que el día que le pedimos algo o
necesitamos algo, desde antes que naciéramos, ya Él lo tenía predestinado, programado
para nosotros.  Lo que hace falta es que tú llegues a ese momento, a ese lugar, que esperes y
hagas lo que tienes que hacer, hasta que veas la manifestación.  Si no piensas de esta
manera, piensas que Dios no te ama, que no te quiere, y vives de forma contraria; y,
eventualmente, cuando llega el tiempo de la manifestación de lo que Él preparó de
antemano, no puedes disfrutarlo de la manera que deberías. 

Dios no está inventando contigo, no está buscando qué va a hacer contigo ahora; Él tiene
preparado y trazado para tu vida un propósito eterno, desde antes que tú nacieras.  Quizás tú
todavía no lo has visto, pero está a punto de manifestarse porque su amor es más grande
que el pecado, más grande que tu problema, que tu enemigo, que lo que el mundo ha
querido hacer en tu vida.  Lo que pasa es que tienes que conducirte correctamente. 

La gente ve los tiempos de espera como tiempos de martirio.  Hubo una mujer que se
anticipó a los tiempos.  Cuando aquella mujer derramó el pote de alabastro, Cristo dijo:
Esta mujer, bien ha hecho, porque se ha anticipado a mi sepultura.  Esa sí fue rápida.  Ser
rápido es anticiparte.  Dios no es lento; Él se ha anticipado.  La Biblia dice que, tan pronto
llega la prueba, llega la salida; lo que te deja saber que la salida estaba antes de la prueba. 
Ya Dios tiene una salida preparada para tu vida; lo que tienes es que abrir tus ojos y saber
que el amor de Dios es más grande.  No fue Dios quien puso la prueba, pero puso la salida
para lo que te iban a hacer, para el error que ibas a cometer.  El Dios al que le sirves no es
lento; Él vive anticipándose a los tiempos, preparando de antemano lo que Él va a hacer en
tu vida.  El amor de Dios es eterno y es más grande que cualquier circunstancia; es su amor
lo que te cuida, lo que te protege, lo que te sostiene.  Cuando el enemigo planifica en contra
tuya, Dios tiene planificada tu salida para lo que el mundo va a hacer. 

Hay cosas que hacen ver como que Dios es lento en tu vida, porque toman tiempo, pero no
es que Él sea lento, es que hay otro que Dios necesita para hacer lo que va a hacer contigo,
y es esa persona la que es lenta.  Dios tiene que preparar a otro, y ese otro le toma tiempo. 
Esto pasa mucho en los matrimonios.  A veces, el otro no entiende, pero es que quizás Dios
te dijo algo a ti, pero a tu cónyuge le va a tomar más tiempo.  Dios te habló a ti en secreto,
en un tiempo de oración; recibiste una palabra, pero tú no lo vas a hacer solo.  Y tienes que
tener paciencia, no para Dios, sino por tu cónyuge.  Hay cosas que Dios va a hacer en tu
vida, que involucran a otros.  Y, hasta que ellos no entren en el plan, no se puede cumplir. 
No es que tu destino dependa necesariamente de una persona en específico; Dios puede
usar a cualquiera otro, pero tiene que usar a alguien.  Si uno se tarda mucho, Dios trae a
otro.  Dios le habla a María, pero María no podía ser únicamente una virgen, sino una
virgen desposada.  Dios convence a María, pero ¿quién convence a José?  Hay cosas que
Dios va a hacer contigo que van a provocar que otros salgan corriendo.  María, en cuestión
de nada, dijo: Hágase tu voluntad.  Pero, a ella, se lo dijo Dios.  ¿Cómo explicarle a José
algo que ella no entendía?  Porque hay cosas que tú sabes, pero no sabes cómo explicarlas
porque, cuando las recibiste de Dios, no hubo entendimiento, sino fe para recibirlas.  Dios
no es lento en tu vida, lo que pasa es que Él está preparando a otros. 

Hechos 13 nos narra una ocasión en que Pablo salió con Bernabé a predicar.  Lo interesante
es que en Hechos 4 se nos habla de Bernabé, que vendió todo lo que tenía y lo dio para el
ministerio; pero no volvemos a saber de él hasta este capítulo, y esto no fueron días, sino un
tiempo más.  La pregunta es, si Bernabé estaba listo desde Hechos 4, ¿por qué Dios no lo
usa hasta Hechos 13?  Porque para poderlo usar en Hechos 13, él tenía que ganarse a Saulo.
Dios tiene que cambiar a Saulo en Pablo para que Bernabé le acompañara.  Tú puedes estar
activo haciendo algo para Dios, pero todavía Saulo anda cabalgando por otro lado.  Tu
esposo, tus hijos están pensando en otras cosas, y lo que hace falta es que Dios los tumbe
del caballo, los deje ciegos, y tengan un encuentro con Dios.  ¿Cómo tú les explicas?  Es
que tú no puedes hacerlo; tienes que dejar que Dios sea quien haga la obra. 

Pensamos que Dios es lento con nosotros, pero no lo es; es que Él tiene que preparar
personas, encaminarlas, para nosotros poder hacer lo que tenemos que hacer. 
UNA LLUVIA GRANDE SE OYE

“41  Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye.”  1
Reyes 18:41  

Elías se paró un día frente a la reina y le dijo que no llovería sino hasta que él lo dijera; y no
llovió por tres años y medio.  Ahora, llegó el momento de que lloviera; Elías había orado
una vez para que se cerraran los cielos, pero tuvo que orar siete veces para que se abrieran. 
Tú te preguntas cuántas veces vas a tener que orar para que llueva; y la respuesta es: Todas
las necesarias; no hasta que llueva, sino hasta que tú percibas que va a llover, hasta que tú
tengas la certeza de que va a llover. 

Elías enviaba a su siervo cada vez que oraba, para que viera si iba a llover; y cada vez este
regresaba y le decía que no.  No fue sino hasta la séptima vez, que entonces le dijo que veía
una nubecita como la palma de la mano.  Elías había dicho: Una lluvia grande se oye. 
Estamos creyendo que, en el nombre de Jesús, se oye una grande lluvia para tu vida.  Oye
que hay algo grande que viene para tu vida; algo grande se oye.  Quizás no se ve nada, pero
hay algo que se está oyendo.  Algo grande se está oyendo en tu casa, algo grande que viene
para tus hijos, para tu familia.  No se ve, pero se oye.  ¿Qué estás oyendo?  ¿La crisis?  ¿O
la lluvia grande que viene del cielo para tu vida?  ¿Estás oyendo que viene bendición para
tu vida, o estás pendiente a los problemas?  Oye que, desde el cielo, hay algo grande que
viene para tu vida.  Hay un tiempo de aceleración.  Apresúrate, porque grande lluvia viene
en esta hora, en el nombre de Jesús. 

Grande lluvia viene.  No la ves, pero la oyes.  Se oye un estruendo de que algo grande viene
para ti, de que tu situación está a punto de cambiar.  El problema de muchos es que no
hacen lo que hizo Elías.  Dice el verso 42 que, después que oyó una lluvia grande, Elías
subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. 
43 
Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay
nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces.  O sea, no solo Elías oró, sino que oró no
basado en lo que estaba viendo, sino en lo que está oyendo en el mundo espiritual.  El
problema es que tú estás orando basado en lo que estás viviendo, no basado en lo que estás
oyendo.  Él no oró para oír; él oyó para orar. 

Y dice la Palabra que Elías se puso su capa; porque, cuando tú vas a orar basado en lo que
estás oyendo, nada te debe interrumpir.  Tú no oras a Dios implorando por una casa; tú oras
porque Él te dijo que te la iba a dar; oras porque tú ya escuchaste, y sabes que pronto vas a
ver.  Si no te pones tú capa, vas a oír el noticiero.  ¿En quién tú has creído?  Cada vez que
recibes palabra, escuchas lo que Dios va a hacer, para orar basado en lo que oíste; y tú lo
que oyes es que viene lluvia, viene un tiempo de aceleración, Dios va a apresurar su palabra
y pronto viene el cumplimiento de todo lo que tú has estado esperando. 
“44  A la séptima vez dijo: Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un
hombre, que sube del mar. Y él dijo: Ve, y di a Acab: Unce tu carro y desciende, para que
la lluvia no te ataje. 45  Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con
nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel. 46  Y la mano de
Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a
Jezreel.”  1 Reyes 18:44-46 

Hay gente que siempre llega tarde.  Dios te avisa lo que viene y, si no te mueves rápido, vas
a llegar tarde.  Elías oye y ora por lo que oyó; y, cuando él ve la primera señal, dice: Salgan
corriendo.  Acab se tardó, y Elías llegó a la ciudad primero.  Elías se le adelantó; en un
tramo de 17 millas, él corrió más rápido que un caballo.  Hay gente que siempre llega tarde
porque no se preparan por lo que oyen, sino por lo que ven.  Acab tiene que haber mirado
también y, al no ver nubes, pensó que tenía tiempo.  Pero Elías se amarró la cintura.  La
Biblia dice, en 1 Pedro, que tenemos que amarrarnos la cintura con la palabra de verdad. 

La razón por la que mucha gente piensa que Dios está tarde en sus vidas es porque están
esperando de los caballos que los lleven por adelantado a lo que Dios quiere hacer.  Acab,
como tenía un carruaje con caballos, se dio puesto; pero Dios hizo por Elías lo que los
caballos no hicieron por Acab.  En la Biblia, los caballos representan la confianza del
ejército.  Y aquel lugar, Jezreel, era conocido por sus carruajes.  Lo que Dios está
demostrándole a aquella gente es: No son tus carruajes los que hacen que se derrame la
bendición; es el poder de Dios sobre tu vida.  La razón por la que piensas que Dios está
tarde es porque estás esperando que lleguen carruajes a tu vida para llevarte al destino que
Dios tiene para ti, cuando tú no necesitas de un caballo ni de nada natural para llegar. 

Ya oíste lo que viene, pero todavía no te has amarrado la cintura.  Lo que ya oíste de Dios
va a pasar, y si va a pasar es porque Dios lo va a hacer contigo.  Tú no dependes de una
financiera, de nada natural, para llegar al lugar de Dios para tu vida.  Deja de estar
esperando por los recursos que tú piensas que debes tener para hacer lo que Dios quiere
hacer en tu vida; sal corriendo por ti mismo, y tú vas a llegar antes que aquellos que tienen
los recursos, los que creen tener las oportunidades.  Esos se están dando puesto porque
están confiando en que tienen lo necesario para llegar a tiempo.  Pero tú, que no tienes
carruaje, tienes al Dios Todopoderoso, que te ha dicho que te muevas, y tú te vas a mover
más rápido de lo que se mueve el mundo, porque hay un sonido del cielo que dice que llegó
el momento donde Dios va a prosperar tu vida.  Recibe esta palabra y entiende que Dios va
a comenzar a acelerar tus pasos.  Cierra tus oídos a lo que el mundo ha dicho, y oye la
grande lluvia que se oye caer del cielo sobre tu vida. 

Hay gente que se va de su país, no porque las cosas estén mal, sino porque el mundo ha
dicho que las cosas están mal.  Están sobresaturados de malas noticias; todo lo que oyen
son problemas.  Cierra tus oídos a los que dice el mundo; oye lo que Dios está diciendo, y
muévete a la velocidad de Dios. 
DIOS NO ESTA TARDE

En Génesis 15, cuando Dios le dice a Abraham que le va a dar un hijo, le añade: Tus
generaciones van a estar en esclavitud en Egipto por cuatrocientos años, y yo los voy a
liberar.  Pero, en Éxodo 12:40, dice: 40  El tiempo que los hijos de Israel habitaron en
Egipto fue cuatrocientos treinta años.  Dios había dicho cuatrocientos, pero le tomó
cuatrocientos treinta.  La pregunta es si Dios lo hizo más lento, o si fue el hombre quien se
atrasó.  Tenemos la percepción de que Dios es lento, de que Él no está trabajando en lo que
nos prometió, pero ¿qué fue lo que pasó? 

“11  En aquellos días sucedió que crecido ya Moisés, salió a sus hermanos, y los vio en sus
duras tareas, y observó a un egipcio que golpeaba a uno de los hebreos, sus hermanos.
12 
Entonces miró a todas partes, y viendo que no parecía nadie, mató al egipcio y lo
escondió en la arena. 13  Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo
al que maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? 14  Y él respondió: ¿Quién te ha
puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? ¿Piensas matarme como mataste al
egipcio? Entonces Moisés tuvo miedo, y dijo: Ciertamente esto ha sido descubierto.
15 
Oyendo Faraón acerca de este hecho, procuró matar a Moisés; pero Moisés huyó de
delante de Faraón, y habitó en la tierra de Madián.”  Éxodo 2:11-15 

Moisés tenía que tener una presión emocional terrible; nació en un momento de crisis,
donde estaban matando a los niños varones, nace en casa hebrea, su mamá lo entrega a la
hija de Faraón, quien la contrata para que lo críe; pero, aunque lo cría su madre hebrea, lo
cría en casa egipcia, así que le enseña la cultura hebrea, pero en la universidad le enseñan
que es egipcio.  Moisés tenía un conflicto de lealtad.  Estaba tomando en aquel momento
una decisión: No soy egipcio, soy hebreo, y tengo que defender a mi pueblo.  Pero lo hizo
fuera del tiempo que Dios había determinado.  Había tanta confusión en su mente, que se
dejó llevar por la emoción del momento.  Él sabía para qué Dios lo había llamado, pero
todavía no había entendido cómo Dios lo iba a hacer.  Dio un primer paso tratando de
provocar la manifestación de su destino, y esto lo manda cuarenta años al desierto.  Ahí
vemos los treinta años extra; esto pasó a los trescientos noventa años de esclavitud, y
Moisés pasó cuarenta en el desierto, lo que suma cuatrocientos treinta años.  En el reloj de
Dios, la liberación de Israel debía haber pasado treinta años antes, pero había un hombre
fuera de su destino, y toda una nación se atrasó en la manifestación de la promesa. 

Todo lo que hace falta en una casa es que uno se salga del destino de Dios para su vida,
para atrasar lo que Dios quiere hacer con el resto.  Entra en el tiempo de aceleración en tu
vida, porque hay cosas que no van a pasar en la vida de otros hasta que tú entres en lo que
Dios tiene contigo, de la misma manera que hay cosas que no van a pasar en tu vida hasta
que otros entren en todo lo que Dios tiene para ellos.  Cuando Dios te conectó a este
ministerio, conectó nuestros propósitos.  Si prosperamos, tú tienes que prosperar, y
viceversa.  Si se atrasa la promesa de Dios para tu vida, se atrasa también lo que Dios
quiere hacer con nosotros.  Dios nos puede dar un grande sueño de hacer algo nuevo, pero
si tú no has entrado en la nueva etapa de prosperidad que Dios quiere para ti, y todavía
estás en el desierto dando vueltas, Dios tiene que sacarte a ti del desierto, tienes que dejar
de estar dando vueltas y perdiendo el tiempo por una mala decisión, porque hay gente
esperando; se ha atrasado el destino de toda una nación porque hay un hombre perdido. 

Dios te va a usar a ti para libertar a una nación entera, pero tienes que salir del desierto, de
la oscuridad, de lo oculto, y entrar en el plan de Dios para tu vida; Dios ha estado llamando
tu atención, ha puesto una zarza ardiendo ante ti, y te ha dicho: Vuelve y entra porque ya mi
reloj se pasó, quien me está atrasando eres tú.  Fue un error de Moisés lo que atrasó la
promesa de Dios; y hasta que él no entrara en lo que Dios quería hacer con él, aquello no se
podía completar.  Imagina que Dios hubiera tenido que levantar a otro más; pero el que
Dios escogió fue a Moisés; lo cuidó, lo preparó.  Todo lo que Dios ha invertido contigo, Él
no lo va a desperdiciar porque tú no entres a tu lugar.  Él va a insistir e insistir, hasta que tú
entres.  Dios no va a empezar otra vez con otro. 

Dios no ha invertido tanto en tu vida para dejarte perdido en el desierto porque Él sabe, no
tan solo el valor de su inversión en ti, sino lo que Él puede hacer a través de ti para libertar
a un montón de gente.  Hay gente que necesita trabajo, y la empresa que Dios te va a dar no
es por ti, sino por un montón de personas que en ningún otro lado va a conseguir trabajo
sino hasta que tú tengas tu empresa.  Hay cosas que están esperando que tú te levantes y
hagas lo que tienes que hacer.  El reloj de Dios está pasado de hora, pero han sido tus
errores los que te han sacado de ese tiempo.  Hoy Dios te llama desde la zarza para que
entres en tu propósito divino; Él va a ir contigo dondequiera que tú vayas, y vas a ver
completado todo lo que Él destinó para tu vida. 
RECUPERA TU TIEMPO PERDIDO

“15  Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios,
16 
aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17  Por tanto, no seáis
insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor.”  Efesios 5:15-17 

En el texto original, esa palabra aprovechar es realmente la palabra redimir.  Redimir el


tiempo no tiene que ver con aprovechar el tiempo.  Aprovechar el tiempo no está mal, pero
redimir tu tiempo no es maximizarlo.  El concepto de redención en la Biblia se refiere a
recuperar lo perdido.  Por supuesto, si aprovechas el tiempo, no lo pierdes; pero, una de las
razones por las que tienes que entrar en la velocidad de Dios, es porque a través de la
aceleración divina, cuando tu vida se pone en la perspectiva correcta, Dios te da la
capacidad de redimir tu tiempo, de recuperar tu tiempo perdido.  Todos, en algún momento,
hemos desperdiciado nuestro tiempo; y de las peores cosas que hay es realizar todo el
tiempo perdido, todo lo que pudiste haber hecho, lo que pudiste haber aprendido.  Quizás
por tonterías, por errores, por ignorancia; pero todos, en algún momento, hemos sentido que
tuvimos oportunidades y las desperdiciamos.  Ahora, meditas en ese tiempo que perdiste. 
Pero, cuando tú te conectas con el tiempo de Dios, una de las cosas más poderosas que pasa
en tu vida es que el tiempo perdido se recupera.  En el tiempo que te queda de vida, vas a
poder hacer aquellas cosas que no hiciste cuando se perdió el tiempo.  Dios no cuida
descuidos, esto no es una excusa para hacer lo que mejor nos parezca, pero todos hemos
perdido tiempo en el que debimos alcanzar ciertas cosas y no lo hicimos; pero, si tú tienes
un encuentro con Dios, el tiempo perdido se puede recuperar. 

En la Biblia, vemos hombres como Moisés, por ejemplo.  Moisés, a sus cuarenta años,
comete un error, y termina cuarenta años más en el desierto; pero, a sus ochenta años, Dios
le dice: No he terminado contigo.  Pierde cuarenta años; cuando regresa, en cuestión de
semanas, Dios libera al pueblo de Israel.  Así que, los cuarenta años que Moisés perdió en
el desierto, los recuperó en días.  Tan pronto Moisés se encamina en la voluntad de Dios,
tan pronto ve lo que Dios ve en su vida, los cuarenta años se redimen en cuestión de días. 
Dios aceleró todas las cosas.  Aquello que se había detenido, en cuestión de días se alineó. 

No puedes vivir frustrado porque tú has perdido el tiempo por malas decisiones.  Dios te
envía esta palabra para que entiendas que aquello que parecía una pérdida de tiempo, en el
momento en que entras en la voluntad divina, ese tiempo se recupera en cuestión de
semanas, en cuestión de días.  Dios no va a esperar veinte años para arreglar los veinte años
perdidos; Dios puede arreglar los veinte años perdidos, en cuestión de semanas, en cuestión
de un año, dos años.  Dios puede hacer esa obra en tu vida. 

Veamos a Josué.  Si triste es vivir en un tiempo perdido por tu decisión, peor es cuando
otros te hacen perder el tiempo.  Moisés estaba en el desierto por su culpa, pero Josué
terminó en el desierto por culpa de unos chismosos.  Pasaron los cuarenta años, se cumplió
ese tiempo, se murió toda la vieja generación, y ahora Josué iba a entrar.  Y a Josué le tomó
siete años conquistar la tierra prometida.  Siete años es nada para conquistar treinta y cuatro
reinos.  Cuarenta años perdidos, recuperados en siete; cuarenta años dando vueltas, pero
cuando entra en el plan de Dios, en siete años todo cambia, todo se recupera, conquistan
toda la tierra que Dios le había prometido; treinta y cuatro reyes.  Cuando Dios dice que va
a redimir tu tiempo, es para darte hoy la tranquilidad, el descanso y la fe suficientes para
entender que no importa la edad que tú tengas el tiempo que se perdió, si tú entras en la
voluntad de Dios para tu vida, si tú abres tus ojos a lo que Dios quiere hacer contigo en este
tiempo, a lo que Él quiere hacer en tu vida, si tu vida está encaminada en el plan de Dios,
aquello que parecía una pérdida de tiempo, se puede recuperar en cuestión de nada.  Esto
debe traer tranquilidad a tu corazón. 

No se trata de aprovechar tu tiempo, se trata de redimirlo.  Para muchos, aprovechar el


tiempo es vivir la vida como mejor les parezca; el que habla de aprovechar lo que está
pensando es en el relajo.  Entonces, para aprovechar ahora el tiempo, se les van diez años
más; pero del vacilón nadie come.  Cuando llegues al final de tu vida, habrás brincado y
saltado, pero la pregunta es: ¿Hiciste todo lo que tenías que hacer?  ¿Alcanzaste tu máximo
potencial?  ¿Lograste todo lo que Dios quería que tú lograras?  Lamentablemente, no todos
van a poder decir que sí.  La vida es corta, pero no se trata de meramente aprovechar el
tiempo, sino de, en ese corto espacio de tiempo, ser todo lo que Dios quiere que tú seas. 

No es que no haya tiempo para disfrutar, pero aprovechar el tiempo no debe ser lo que
establezca tus prioridades, sino alcanzar lo que Dios tiene para tu vida porque, de otra
manera, te llevas contigo a los tuyos, a un ciclo de pérdida de tiempo, en lugar de
aprovecharlo al máximo.  Tenemos que establecer las prioridades correctas, y enseñarles a
nuestros hijos; no nos metamos en la cabeza ideas erróneas, en vez de redimir el tiempo
correctamente.  La vida se mide en tiempo; tenemos que maximizarlo.  Y lo grande es que
Dios puede hacer que tu tiempo perdido por malas decisiones del pasado, en menos tiempo,
puedes lograr y alcanzar lo que siempre fue la intención de Dios para tu vida. 

Josué estuvo cuarenta años dando vueltas en el desierto, perdido.  Pero fueron solo siete
años de conquista para pasar sus últimos días gozando de la provisión y de haber
conquistado la tierra prometida.  Nadie es perfecto, todos vamos a cometer errores; pero,
cuando tú entras en la voluntad de Dios, tu tiempo perdido se recupera.  Dios te muestra lo
que Él quiere que tú hagas, para que entonces tu tiempo se redima. 
NO PIERDAS TU TIEMPO

Has pensado que has perdido el tiempo y, en base a eso, te has acomodado a tus
circunstancias, has dejado de soñar, y estás invirtiendo tu tiempo en cosas que te lo van a
hacer perder más.  Cuando piensas que no vas a recuperar el tiempo perdido, o que te va a
tomar demasiado tiempo recuperarlo, comienzas a tomar decisiones erróneas en tu vida;
cambias tus prioridades, provocando más frustración.  Te acomodas y piensas que ya no
podrás alcanzar, y acomodas tus sueños al poco tiempo que piensas que te queda, y que no
podrás recuperar lo que perdiste. 

Pero no hay tiempo perdido que Dios no pueda redimir.  Puede que estés en el desierto por
tus malas decisiones, como Moisés; como puede ser que estés en el desierto por culpa de
otros, como Josué.  Todo lo que hace falta es un encuentro con Dios; Moisés se encontró
con Dios, y en cuestión de semanas volvió al camino correcto.  Josué se encontró con Dios,
y vio a aquel gigante frente a él, y en cuestión de unos años conquistó toda aquella tierra;
cuarenta años perdidos se redimieron en siete años. 

Si en algún momento has tenido ese pensamiento, oro porque hoy puedas decir: Señor,
redime mi tiempo.  Y tú vas a ver cómo ese tiempo perdido tú lo vas a recuperar.  Pero,
¿qué cosas tienes que cuidar para no perder tu tiempo?  Porque no tendríamos que
redimirlo, si no lo perdiéramos, si lo maximizáramos. 

Ten claro cuáles son tus valores.  Tú no puedes mirar tu vida como la miran otros.  El
problema es cuando tus valores son altamente influenciados por las modas y por la gente a
tu alrededor.  Hay quienes pierden dinero y tiempo en cosas innecesarias para sus vidas,
simplemente para pertenecer a un grupo por un tiempo, pero realmente no es lo que trae
satisfacción a sus vidas.  Si no quieres perder tiempo, protege tus valores.  No te
desenfoques; no hagas lo que todo el mundo hace porque tú no fuiste llamado a eso; si te
pones a tratar de hacer lo que otros hacen porque es la moda, lo nuevo, pierdes el tiempo de
aquellas cosas a las que tú fuiste llamado a hacer. 

Toma decisiones, no basadas en tus circunstancias, sino en tu destino.  ¿Cuál es tu destino? 


¿Cuál es tu plan de aquí a diez, veinte, treinta años?  Si te metes en el negocio incorrecto
hoy, no pensando en el futuro sino meramente en tu circunstancia actual, después vas a
estar tratando de recuperar el tiempo.  No hagas las cosas meramente porque puedes
hacerlas; pregúntate cómo tu decisión de hoy afecta tu destino en el futuro. 

No trates de complacer a todo el mundo.  Eso es imposible de lograr.  Tratar de complacer a


todo el mundo es perder el tiempo.  Toda decisión que tomes, a alguien le va a agradar y
alguien no.  Después que agrades a Dios con lo que estás haciendo, olvídate de lo que la
gente piense, de lo que otros digan; haz lo que tú tienes que hacer, sin tratar de complacer a
todo el mundo a tu alrededor.  Tratando de complacer a todo el mundo, pierdes el tiempo y
hasta la cabeza.  Tú tienes que complacer a Dios; a más nadie; ni aun a ti mismo.  Si haces
cosas por complacerte a ti, haces cosas que no debes hacer.  Tú lo que debes hacer es lo que
Dios quiere que tú hagas, para complacerlo a Él; porque Él se encargará de asegurarse que
tu vida se maximice. 

Haz un inventario de tus relaciones.  En tu vida, hay relaciones del pasado, del presente y
del futuro.  Hay gente de tu pasado, que no cabe en tu futuro.  Mientras más rápido les
digas adiós, mejor.  Mejor es llorar hoy porque descubriste que no servían, que llorar cinco
años después.  Dios te puede redimir el tiempo, pero es mejor no perderlo.  Si perdiste el
tiempo, Dios te lo puede redimir; pero mejor no lo pierdas.  Despide de tu vida a aquellos
que no están en tu futuro.  Hay gente que Dios no las quiere en tu futuro, y tú tampoco
deberías quererlas en tu futuro.  Para saber si alguien está en tu futuro, habla con esa
persona y descubre cuál es su sueño, y mira si tú cabes en ese sueño.  Si tú no cabes en el
sueño que otro tiene, él tampoco cabe en el tuyo.  José no estaba obsesionado con que otros
supieran su sueño; él aprendió a interpretar los sueños de otros para saber en dónde él
cabía.  Cuando interpretó el sueño del panadero y se dio cuenta que en tres días lo iban a
matar, no le dijo más; pero cuando se dio cuenta que el sueño del copero decía que iba a
estar en la casa del rey, le dijo: Acuérdate de mí.  Con ese tenía futuro.  Si tú sabes el sueño
de otro, sabes con quién tienes futuro; si no sabes, no te metas en esas relaciones. 

Si tú has perdido tu tiempo, Dios lo puede redimir.  El tiempo que se perdió por las malas
decisiones del pasado, Dios lo va a redimir.  Perdiste dinero, finanzas, cosas; en menos
tiempo, las vas a recuperar, en el nombre poderoso de Jesús.  Y Dios te va a dar sabiduría
para tomar las decisiones correctas para que maximices el tiempo y, en el nombre de Jesús,
puedas alcanzar el destino que Dios tiene para tu vida. 
DIOS CONFIRMA SU PACTO CONTIGO

A través de toda la Biblia, especialmente en el Antiguo Testamento, vemos grandes


milagros económicos que ocurrieron en cuestión de días, semanas.  En una ocasión, en
medio de una hambruna, un profeta dijo que al otro día habría de comer, y así fue; una
crisis económica gigantesca cesó en cuestión de 24 horas, todo porque el profeta obedeció
la voz de Dios.  Como creyentes, no podemos movernos por lo que vemos, sino por lo que
escuchamos de Dios.  Cuando tú recibes palabra de parte de Dios, bajo esa palabra es que
debes moverte.  Deja de oír lo que el mundo dice, y conéctate a lo que Dios está diciendo. 

“2  Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te


diré.  3  Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y
a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham
tu padre.”  Génesis 26:2-3 

En Génesis 26, se nos narra el momento en que, en tiempo de hambre, Dios le dice a Isaac
que, en aquella tierra, Él le iba a bendecir.  Una cosa es oír que Dios tiene un pacto; otra,
que Él lo confirme, que puedas ver la manifestación de esos beneficios en tu vida.  Isaac era
hijo de Abraham, un hombre de fe; así que, Isaac sabía que tenía promesas de parte de
Dios, porque Dios se lo había prometido a su padre.  Pero una cosa es que tú oigas las
promesas de Dios en base a la experiencia de tus antepasados; otra, que tengas una
experiencia propia.  Hace falta algo que ocurra en cada nueva generación; de lo contrario,
estarán viviendo de las victorias pasadas.  Pero Dios te quiere dar a ti una nueva victoria,
algo por lo que creer, que provoque tu fe, para que Él confirme su pacto, para no ser el Dios
que prosperó a tu padre, sino el Dios que te prosperó a ti, en este tiempo, para que tu fe no
dependa de la experiencia de otro, sino de lo que Dios ha dicho que va a hacer contigo. 

Dios te da una experiencia, en tiempo de crisis, porque cualquiera puede creer en


prosperidad cuando las cosas están buenas, pero los que tenemos fe, creemos que, en medio
de las crisis, Dios puede hacer algo contigo.  Él va a confirmar su pacto contigo. 

El verso 1 nos aclara que, en aquel tiempo, había hambre, al igual que la hubo en el tiempo
de Abraham.  El problema que te ha sorprendido a ti, no sorprende a Dios.  Isaac está
viviendo un tiempo de hambre que nunca había vivido, pero Dios fue el Dios de Abraham
durante un tiempo de hambre.  Así que aquello sorprendía Isaac, pero no a Dios.  Los
problemas que tú estás experimentando hoy, son nuevos para ti, pero el Dios al que tú le
sirves los ha resuelto a través de toda la historia. 

Esto de crisis económica no es nuevo; quizás sí, para esta generación, pero no para Dios. 
Eventualmente, saldremos de la crisis, y eventualmente vendrá otra; y entonces no nos va a
sorprender, porque ya habremos entendido que las crisis son cíclicas.  El problema que tú
estás teniendo hoy, quizás te ha sorprendido, pero el Dios que trabajó en aquel momento
con Abraham no está sorprendido, y Él tiene una respuesta para ti en esta época. 
Las dificultades te han sorprendido; jamás pensaste estar en el lugar que estás; pero
entiende que las promesas del Dios al que tú le sirves son más grandes, y Él no está
sorprendido por lo que tú estás viviendo.  Dios lo que está buscando es gente que, en medio
de sus crisis, le obedezcan a Él, y no a sus instintos ni a lo que aprendieron del pasado. 

“4  Multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo, y daré a tu descendencia todas
estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente, 5  por cuanto
oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.

Habitó, pues, Isaac en Gerar.”  Génesis 26:4-6 

La instrucción de Dios para Isaac fue que permaneciera en Gerar.  Isaac iba a hacer lo
mismo que Abraham hizo.  Abraham tomó dos malas decisiones en su vida: Bajar a Egipto,
y regalar a su esposa – lo que le costó veinticinco años de esterilidad de Sarah.  Isaac iba a
cometer el mismo error, bajar a Egipto, pero Dios intervino.  Lamentablemente, las nuevas
generaciones aprenden de las viejas, y pagamos por sus errores, pero no tenemos las
mismas excusas.  La generación pasada no sabía cuáles serían las consecuencias, pero la
nueva no puede decir eso.  Dios permitió que Abraham fuera a Egipto, trabajó con la
consciencia que Abraham tenía.  Ahora, cuando Isaac tiene el mismo problema, Dios no le
permite hacer lo mismo, porque la generación de Isaac debe aprender de los errores de la
pasada.  Dios le exige a Isaac que se quede en aquella tierra.  E Isaac se quedó. 

“12  Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo
Jehová. 13  El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy
poderoso. 14  Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le
tuvieron envidia.”  Génesis 26:12-14 

Aquel mismo año, Isaac sembró y cosechó, se enriqueció al grado tal que los filisteos
tuvieron envidia.  Todo aquel que te critica, el que te señala, es porque te tiene envidia; en
tiempos de crisis y dificultad, se preguntan cómo tú permaneces, cómo sigues prosperando;
sin darse cuenta que la diferencia es que tú has aprendido a creerle a Dios y a obedecerle. 

Dios no tiene que esperar que la crisis cambie para prosperarte, este año; Él no tiene que
quitar la crisis para hacer contigo lo que Él quiere hacer.  En medio de la peor crisis, de la
peor escasez, Dios puede hacer que tu trabajo produzca cien veces más.  Créele a Dios que
se va a acelerar el proceso de prosperidad, de abundancia, de libertad en tu vida, y que tú no
vas a depender de Egipto, del mundo. 
ESTE AÑO CIENTO POR UNO

“12  Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo
Jehová. 13  El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy
poderoso. 14  Y tuvo hato de ovejas, y hato de vacas, y mucha labranza; y los filisteos le
tuvieron envidia.”  Génesis 26:12-14 

Lo primero que pensó Isaac, en medio de aquella hambruna, fue mudarse; y Dios le dijo:
No.  Y fue su obediencia lo que provocó que, aquel año, Isaac cosechara ciento por uno. 

Uno de los peores errores que puedes cometer, es que sea el dinero lo que determine tus
decisiones.  No bases tus sueños en lo que tienes en tu cuenta de banco.  ¿Cómo tú puedes
decir que tienes fe, si todas tus decisiones están basadas en los números de tu cuenta de
banco?  Tenemos que ser sabios, inteligentes, buenos administradores, conscientes; pero
cuando Dios te dice que te va a dar algo, no es tu dinero lo que va a determinar lo que Dios
te puede dar.  No es que te metas en deudas, porque estarías creyendo en los anuncios del
banco.  El que está para ti es Dios; el que no está pendiente a tu historial de crédito es
Dios.  Tú no tienes que estar pendiente a ningún banco para nada.  El Dios al que tú le
sirves mira por encima de tu currículum, de tu crédito; y, cuando Él dice que te va a
bendecir, lo va a hacer por encima de tus enemigos, de lo que el banco dice que puede
hacer por ti, de lo que el mundo ha dicho.  Cuando Dios te va a bendecir, no pide permiso
al banco; tu fe no tiene que pedir permiso a ningún socio, a ningún banco, tú no tienes que
esperar que nadie venga a rescatarte; tu fe en el Dios al que tú le sirves es la que puede
provocar que, este año, sea totalmente diferente. 

Este año, va a haber un tiempo de aceleración en tu vida; todo lo que tú hagas, va a


producir.  No vas a volver a las malas decisiones del pasado; en adelante, vas a caminar en
fe, en tierra de escasez donde están los filisteos.  Dios le dijo a Isaac: Quédate donde están
la pobreza y la envidia; allí te voy a prosperar.  Donde a otros no les está dando resultado,
allí te voy a prosperar.  Dios no está esperando que el ambiente cambie para cambiar tu
situación.  Sacúdete el polvo de la depresión, de la amargura, de la crisis, de todo lo que te
ha pasado, de las malas noticias.  Cree que el Dios al que tú le sirves es capaz de
bendecirte, delante de tus enemigos, en medio de las peores crisis.  Él hace por ti lo que
más nadie puede hacer por ti.  Eso es lo que decía el salmista: Aderezas mesa delante de mí,
en presencia de mis angustiadores.  Delante de aquellos que no quieren que tú prosperes, si
tú le crees, Dios te va a bendecir.  La gente se va a dar cuenta de que Él está contigo,
porque Él va a confirmar su pacto contigo. 

El problema de muchos es que piensan que esto es magia.  Salen tan inspirados de la iglesia
que piensan que se pueden quedar en sus casas y todo va a cambiar; pero no ser prospera
así.  ¿Por qué Dios le dice a Isaac que se quede en aquella tierra?  Isaac es el primer hombre
que dice la Biblia que sembró en la tierra prometida y le produjo.  No es tan solo para
eliminar el error del pasado de depender de Egipto; sino porque permanecer es la única
manera de tú reclamar la tierra.  Si se iba, perdía derecho sobre aquella tierra; aunque Dios
se la haya dado, naturalmente, habría perdido derecho sobre ella. 
No cedas el derecho sobre tu tierra.  Deja de pensar en dejarle el espacio a otro.  Mira cómo
Dios te puede prosperar en el lugar en que Él te ha puesto.  Permanece, y mira las cosas
como Dios quiere que las veas.  La crisis económica no es la que te va a mover; si Dios no
te ha dicho que salgas, es porque estás donde Él te quiere, y allí Él te va a prosperar. 

Tienes que estar dispuesto a labrar la tierra, a esforzarte, a hacer lo que otros no han hecho. 
Isaac comenzó a abrir pozos, en medio de aquel desierto; y, en un año, Dios le dio todo lo
que Él quería, cien veces más.  Esto no es por arte de magia, sino porque Dios te dio una
promesa, y tú estás dispuesto a trabajar sobre esa palabra que Él te dio.  Tu prosperidad no
viene del gobierno, la prosperidad que Dios quiere traer a tu vida viene de que tú estés
dispuesto a creer que hay promesa de prosperidad para tu vida en tu tierra prometida, y
estés dispuesto a salir a trabajar todos los días, creyendo que Dios te va a prosperar en ese
lugar.  Él te entregó esa tierra y Él va a hacer lo que tenga que hacer para que tu vida
cambie. 

Sal a trabajar, sabiendo que hay una promesa divina.  Si obedeces y permaneces, este año,
las cosas van a ser diferentes.  El mundo va a ver lo que Dios va a hacer en tu vida, en
medio de la crisis, por tú haberte atrevido a creerle al Dios de los cielos.  Tú lo vas a ver.  
PARA ESTE TIEMPO

“3  Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.  4  Jesús le dijo: ¿Qué tienes
conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.  5  Su madre dijo a los que servían: Haced todo
lo que os dijere.”  Juan 2:3-5 

Esta escritura nos narra el momento en que, estando Jesús en las bodas de Caná de Galilea,
se acaba el vino, y su madre, María, le dice que tiene que hacer algo.  Jesús dice “no ha
llegado mi hora”, y ya tiene discípulos, ya había sido bautizado; él ya había comenzado a
caminar en el llamado de Dios para su vida.  María no hizo caso a las palabras de Jesús, y
Jesús hizo el milagro; el agua se convirtió en vino, y aquel fue el mejor vino. 

“11  Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus
discípulos creyeron en él.”  Juan 2:11 

Jesús había comenzado ya su ministerio, ya tenía discípulos.  Sin embargo, se encuentra


con esta situación, y resulta que, según él, no era su hora.  En cierta forma, fue forzado a
hacer algo que provocó que se diera el inicio de las señales.  Una persona puede tener un
llamado y un ministerio, y no ver las señales de ese ministerio.  Puedes tener el llamado a
ser empresario, tener el deseo de serlo, de alcanzarlo, puedes ser llamado para serlo, y no
ver las señales.  Y lo grande es que hay gente que te admira, que te sigue, pero solo van a
creer cuando vean las señales; y, para que las vean, tiene que haber un inicio, tiene que
entrarse en un tiempo para que se comience ahora a acelerar el llamado al que entraste. 

Jesús se bautiza; Dios dice: Este es mi Hijo amado; comienza su ministerio, busca a sus
discípulos, y es invitado a las bodas de Caná de Galilea.  Todavía no había hecho milagros,
ninguna señal; le seguían porque habían visto algo en especial en él, pero no habían visto
las señales necesarias para que el ministerio comenzara a moverse a otra dimensión.  Así
que hay un espacio de tiempo entre el llamado, la unción para hacer algo, y el inicio rápido
o acelerado del cumplimiento de tu llamado.  Muchos se cuestionan si han sido llamados
para algo, para esto; se preguntan por qué no se mueven con rapidez.  Y es que tiene que
haber un inicio de señales que provoque que aquello para lo que tú fuiste llamado comience
a moverse aceleradamente en tu vida.  Tiene que haber algo que debe ocurrir en tu mente,
en tu corazón, para que ahora se dé el inicio acelerado de eso para lo cual fuiste llamado. 

Ester llega a ser reina en un momento crucial; Procuraban acabar con el pueblo de Israel, y
Ester se casa con el rey, ganando un certamen de belleza, convirtiéndose en la reina.  Su tío,
Mardoqueo, la preparó para ese momento, no para que fuera reina de belleza, sino porque él
conocía lo que ella haría en un momento preciso; aprovechó las circunstancias para que,
cuando llegara el tiempo, aquello se cumpliera.  El pueblo de Israel estaba en problemas, y
Mardoqueo busca a su sobrina, Ester, y le dice: Tienes que hablarle al rey de lo que está
pasando; es la única manera que seremos libertados de esto.  Y Ester comienza a vacilar en
el asunto; tiene miedo porque ella no podía entrar a la recámara del rey sin permiso. 

“12  Y dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester. 13  Entonces dijo Mardoqueo que
respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro
judío. 14  Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de
alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si
para esta hora has llegado al reino?”  Ester 4:12-14 

Mardoqueo dice a su sobrina, Ester: Ten por cierto que, si tú no haces nada, Dios nos va a
librar en este tiempo, respiro y alivio vendrán de algún lugar; ¿no te habrá puesto Dios en
ese lugar para este tiempo? 

Si contrastamos estas dos historias, vemos dos personas que están batallando con el tiempo
y las circunstancias.  Dios no se mueve por circunstancias, sino por tiempo, por lo que Él
quiere hacer en un tiempo específico.  Lamentablemente, la mente del hombre, muchas
veces, está limitada por sus circunstancias.  Algunos dicen que fuimos creados para batallar
con los problemas que enfrentamos; pero fuimos creados para un tiempo, que sí tiene
ciertas situaciones, ciertos retos; pero estas circunstancias han existido a través de los
tiempos.  Dios te trajo en este tiempo que tiene estas circunstancias; pero tu enfoque no
puede ser tú ver a Dios en medio de tus circunstancias, sino ver a Dios en este tiempo en tu
vida.  Dios no es un Dios circunstancial, es un Dios de tiempo.  En el principio, el hombre
se movía en la eternidad; Dios establece el tiempo cuando el hombre peca, para poder
redimir al hombre en un tiempo específico.  Dios tiene que establecer el tiempo para poder
ponerle fecha de expiración al pecado del hombre.  Dios se iba a manifestar, no por una
circunstancia, sino en un tiempo señalado, preciso, para redimir al hombre. 

Tú no fuiste creado para unas circunstancias, para un lugar geográfico, sino para un tiempo,
para lo que Dios quiere hacer en este tiempo en tu país y en tu familia.  En vez de estar
viendo la limitación de tus circunstancias, lo que tienes que estar viendo es en qué tiempo
del destino de Dios para tu vida tú te encuentras, para comenzar a ver la mano poderosa de
Dios y puedas entender las circunstancias que estás viviendo porque Él te posicionó –no en
estas circunstancias, sino – en este tiempo, para hacer algo. 

Tú lo que estás es batallando con el problema, con las circunstancias; y esto te agobia, te
limita, te paraliza, te detiene, no sabes qué hacer.  Pero el poder de Dios está determinado
para este tiempo en tu vida para vencer cualquier circunstancia.  Dios lo que asigna son los
tiempos al destino de cada hombre para que pueda entrar en lo que Dios estableció.  Si tú
eres capaz de irte por encima y más allá de las circunstancias que estás viviendo, vas a
poder entrar en el tiempo de Dios. 
PARA ESTE TIEMPO


Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino.  4  Jesús le dijo: ¿Qué tienes
conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora.  5  Su madre dijo a los que servían: Haced todo
lo que os dijere.”  Juan 2:3-5 

Esta escritura nos narra el momento en que, estando Jesús en las bodas de Caná de Galilea,
se acaba el vino, y su madre, María, le dice que tiene que hacer algo.  Jesús dice “no ha
llegado mi hora”, y ya tiene discípulos, ya había sido bautizado; él ya había comenzado a
caminar en el llamado de Dios para su vida.  María no hizo caso a las palabras de Jesús, y
Jesús hizo el milagro; el agua se convirtió en vino, y aquel fue el mejor vino. 

“11  Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus
discípulos creyeron en él.”  Juan 2:11 

Jesús había comenzado ya su ministerio, ya tenía discípulos.  Sin embargo, se encuentra


con esta situación, y resulta que, según él, no era su hora.  En cierta forma, fue forzado a
hacer algo que provocó que se diera el inicio de las señales.  Una persona puede tener un
llamado y un ministerio, y no ver las señales de ese ministerio.  Puedes tener el llamado a
ser empresario, tener el deseo de serlo, de alcanzarlo, puedes ser llamado para serlo, y no
ver las señales.  Y lo grande es que hay gente que te admira, que te sigue, pero solo van a
creer cuando vean las señales; y, para que las vean, tiene que haber un inicio, tiene que
entrarse en un tiempo para que se comience ahora a acelerar el llamado al que entraste. 

Jesús se bautiza; Dios dice: Este es mi Hijo amado; comienza su ministerio, busca a sus
discípulos, y es invitado a las bodas de Caná de Galilea.  Todavía no había hecho milagros,
ninguna señal; le seguían porque habían visto algo en especial en él, pero no habían visto
las señales necesarias para que el ministerio comenzara a moverse a otra dimensión.  Así
que hay un espacio de tiempo entre el llamado, la unción para hacer algo, y el inicio rápido
o acelerado del cumplimiento de tu llamado.  Muchos se cuestionan si han sido llamados
para algo, para esto; se preguntan por qué no se mueven con rapidez.  Y es que tiene que
haber un inicio de señales que provoque que aquello para lo que tú fuiste llamado comience
a moverse aceleradamente en tu vida.  Tiene que haber algo que debe ocurrir en tu mente,
en tu corazón, para que ahora se dé el inicio acelerado de eso para lo cual fuiste llamado. 

Ester llega a ser reina en un momento crucial; Procuraban acabar con el pueblo de Israel, y
Ester se casa con el rey, ganando un certamen de belleza, convirtiéndose en la reina.  Su tío,
Mardoqueo, la preparó para ese momento, no para que fuera reina de belleza, sino porque él
conocía lo que ella haría en un momento preciso; aprovechó las circunstancias para que,
cuando llegara el tiempo, aquello se cumpliera.  El pueblo de Israel estaba en problemas, y
Mardoqueo busca a su sobrina, Ester, y le dice: Tienes que hablarle al rey de lo que está
pasando; es la única manera que seremos libertados de esto.  Y Ester comienza a vacilar en
el asunto; tiene miedo porque ella no podía entrar a la recámara del rey sin permiso. 

“12  Y dijeron a Mardoqueo las palabras de Ester. 13  Entonces dijo Mardoqueo que
respondiesen a Ester: No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro
judío. 14  Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de
alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si
para esta hora has llegado al reino?”  Ester 4:12-14 

Mardoqueo dice a su sobrina, Ester: Ten por cierto que, si tú no haces nada, Dios nos va a
librar en este tiempo, respiro y alivio vendrán de algún lugar; ¿no te habrá puesto Dios en
ese lugar para este tiempo? 

Si contrastamos estas dos historias, vemos dos personas que están batallando con el tiempo
y las circunstancias.  Dios no se mueve por circunstancias, sino por tiempo, por lo que Él
quiere hacer en un tiempo específico.  Lamentablemente, la mente del hombre, muchas
veces, está limitada por sus circunstancias.  Algunos dicen que fuimos creados para batallar
con los problemas que enfrentamos; pero fuimos creados para un tiempo, que sí tiene
ciertas situaciones, ciertos retos; pero estas circunstancias han existido a través de los
tiempos.  Dios te trajo en este tiempo que tiene estas circunstancias; pero tu enfoque no
puede ser tú ver a Dios en medio de tus circunstancias, sino ver a Dios en este tiempo en tu
vida.  Dios no es un Dios circunstancial, es un Dios de tiempo.  En el principio, el hombre
se movía en la eternidad; Dios establece el tiempo cuando el hombre peca, para poder
redimir al hombre en un tiempo específico.  Dios tiene que establecer el tiempo para poder
ponerle fecha de expiración al pecado del hombre.  Dios se iba a manifestar, no por una
circunstancia, sino en un tiempo señalado, preciso, para redimir al hombre. 

Tú no fuiste creado para unas circunstancias, para un lugar geográfico, sino para un tiempo,
para lo que Dios quiere hacer en este tiempo en tu país y en tu familia.  En vez de estar
viendo la limitación de tus circunstancias, lo que tienes que estar viendo es en qué tiempo
del destino de Dios para tu vida tú te encuentras, para comenzar a ver la mano poderosa de
Dios y puedas entender las circunstancias que estás viviendo porque Él te posicionó –no en
estas circunstancias, sino – en este tiempo, para hacer algo. 

Tú lo que estás es batallando con el problema, con las circunstancias; y esto te agobia, te
limita, te paraliza, te detiene, no sabes qué hacer.  Pero el poder de Dios está determinado
para este tiempo en tu vida para vencer cualquier circunstancia.  Dios lo que asigna son los
tiempos al destino de cada hombre para que pueda entrar en lo que Dios estableció.  Si tú
eres capaz de irte por encima y más allá de las circunstancias que estás viviendo, vas a
poder entrar en el tiempo de Dios. 
LAS SEÑALES TE VAN A SEGUIR

En una ocasión que el pueblo de Israel iba a ser asesinado, Ester tenía la posibilidad de
hacer algo; y su tío, Mardoqueo, le dice: Para este tiempo tú naciste.  Jesús, de otro lado, en
unas bodas, cuando se acaba el vino y su madre le dice que haga algo, él dice: No es mi
hora.  El que se casa es el que tiene que hacer los preparativos de la boda; y Jesús dice:
¿Por qué tengo que hacerlo yo, si esta no es mi boda?  Jesús vino a preparar todo para la
boda de la iglesia con él; así que él estaba hablando a nivel espiritual, profético.  María no
lo entendió; por lo tanto, hace algo similar a lo que hizo Mardoqueo; María y Mardoqueo
provocaron a aquellos a quienes ellos habían preparado, para que iniciaran sus tiempos. 

La gente está buscando personas que le alivien sus circunstancias, que se las faciliten; pero
los que se mueven en el tiempo acelerado de Dios, son los que tienen a un Mardoqueo, a
una María, que los obligan a entrar en un tiempo nuevo.  Tanto Ester como Jesús habían
llegado a un nivel de prominencia, de comodidad, pero aquellos que los habían preparado
no podían desperdiciar el momento que estaban viviendo, porque ellos sabían que Dios los
había preparado para aquel tiempo. 

Pero la sociedad nos prepara para las circunstancias, no para los tiempos.  Hay quienes
estudian algo porque tiene demanda, pero esa demanda depende de las circunstancias, y las
circunstancias cambian.  Tienes que prepararte, pero no dependas de las circunstancias
porque el propósito que Dios tiene para tu vida no depende de las circunstancias que tú
estás viviendo.  Prepárate para la vida para que, en las circunstancias que estés, Dios te
pueda mover; entiende el tiempo que Dios tiene para ti en esta época, y tú vas a comenzar a
ver las cosas aceleradas de Dios para tu vida.  En vez de estar tratando de conocer las
circunstancias que está viviendo tu país, pídele a Dios que te dé revelación de los tiempos,
de qué es lo que Él quiere hacer en este momento.  Te vas a dar cuenta que Dios no
posicionó la circunstancia, pero te posicionó a ti allí en este tiempo, para que se desate una
nueva bendición y se comience a iniciar un nuevo tiempo para tu vida. 

Que esta palabra sea como Mardoqueo, como María en tu vida, que te diga: Respiro y
alivio vendrán de alguna manera.  Deja de estar cómodo en tu situación, de estar llorando
por el problema, y comienza a caminar en el tiempo de Dios para tu vida, muévete bajo la
autoridad del Dios Todopoderoso para que puedas ver el milagro.  Que esta palabra te
impulse a hacer algo que nunca antes hubieras hecho; cuando actúes, comenzarás a ver el
milagro.  Jesús recibió el bautismo del Espíritu Santo, Juan lo bautizó, y él se fue al
desierto; pero la mamá le dijo: Tienes que hacer algo aquí, ahora.  Y esa circunstancia de
que se acabó el vino en aquel momento, fue lo que marcó el inicio a la nueva temporada de
señales.  Las señales van a comenzar a seguirte, si tú recibes esta palabra de parte de Dios,
que te dice: Entra en el tiempo de Dios para tu vida; deja de estar viendo tu circunstancia y
comienza a entrar, a hacer lo que tienes que hacer en este tiempo. 
El problema es que estás llorando y lamentándote porque piensas que son tus circunstancias
las que te tienen atrasado.  Quieres ser libre de deudas, pero la deuda está dentro de ti;
piensas que, si Dios te diera un mejor trabajo, un aumento de salario, pagarías tus deudas;
pero la última vez que te lo dio, fuiste y cogiste un carro nuevo, pagando más que el
anterior.  Y ahora tienes un mejor trabajo, pero sigues en el mismo nivel; porque dices que
quieres salir de la deuda, pero sigues pensando como un endeudado.  Dios puede remover
una circunstancia, pero si tú no estás apto para el tiempo, vuelves a lo mismo.  Dios lo que
quiere es que tú entiendas sus tiempos para ti.  Tú estás donde estás porque este es tu
tiempo.  El problema es que, si tú no lo puedes ver, entonces, respiro y alivio vendrán de
alguna parte.  Lo que hace falta es que tú entiendas que, si lo que tienes es agua, entonces
cámbiala en vino.  Dios va a hacer un milagro, algo sobrenatural; el llamado, la unción, el
poder los tienes.  Comienza a caminar con autoridad.  El lugar donde Dios te ha
posicionado es para que tú camines con autoridad.  Las señales van a comenzar a seguirte. 
Tú vas a ver cómo Dios va a hacer señales, una tras otra.  Has estado esperando señales de
parte de Dios para entonces moverte; sin darte cuenta que Él está esperando que tú te
muevas para Él enviar las señales detrás de ti y la gente pueda ver que tú fuiste llamado
para este tiempo, para esta época, para esta dimensión. 

No más limitación en tu consciencia por tus circunstancias.  Este es tu tiempo.  Todos


necesitamos quien nos empuje, quien nos provoque.  Hoy, Dios te dice: Llegó el momento
de hacer algo nuevo, algo grande.  Si esta palabra hoy te incomoda, es Dios diciéndote:
Tienes que moverte.  Si no te mueves, esto no se queda así, Dios no va a esperar por ti;
respiro y alivio vienen de algún lugar.  Deja de esperar que las circunstancias cambien. 
Entra hoy en el tiempo de Dios para tu vida, y las señales de Dios te van a seguir a favor de
tu vida y la de los tuyos, trayendo liberación. 

Las señales van a comenzar a seguirte.  Comienza a actuar en fe, que los límites
desaparezcan de tu vida.  Tú estás esperando un milagro más grande, otra confirmación;
pero no, ya tú fuiste llamado, ungido, bautizado.  Comienza a cambiar el agua en vino,
comienza a hacer algo con lo que tienes.  Te están empujando para algo más grande; crece
para ese negocio, prospera, progresa.  No te acomodes; ejercita tu fe porque es para este
tiempo que Dios te ha traído, y las señales van a seguirte porque tú has creído.  Llegó tu
tiempo y las señales te van a perseguir.
SI…PERO

En Habacuc 1, vemos a Habacuc cuestionando a Dios.  En Habacuc 2, vemos a Dios


respondiéndole, y a Habacuc reaccionando a la respuesta de Dios.  Habacuc estaba
consternado por lo que estaba ocurriendo, al punto que de dudar que se pudiera cumplir la
palabra de Dios.  En Habacuc 3, vemos a Habacuc celebrando que Dios cumplió su
promesa. 

En esta porción de la Biblia, Dios le hace claro a Habacuc la diferencia entre alguien
orgulloso, y alguien que es justo.  El justo vive por fe.  Hay gente que piensa que, cuando
alguien actúa en fe, es porque es orgulloso; creen que es alguien que piensa que lo merece
todo.  Para Dios, orgulloso es todo aquel que no vive por fe.  Y Dios le estaba diciendo a
Habacuc: Esto tienes que tenerlo y vivirlo por fe. 

Ante el cuestionamiento de Habacuc, Dios le hace una aclaración: Habacuc, esta revelación
que te voy a dar es demasiado importante; tienes que escribirlo porque esto que está
ocurriendo no tan solo te va a afectar a ti, sino también las decisiones que están tomando
otros.  Dios le dice: Lo que está pasando no es cualquier cosa; tienes que poner claramente
la certeza de lo que te estoy diciendo para que todo el que la lea pueda correr basado en
ella.  Uno de los errores más grandes que a veces cometemos es que, nosotros que hemos
recibido la visión, ponemos incertidumbre en aquellos que están a nuestro alrededor.  Dios
siempre cree más en nosotros de lo que nosotros creemos de nosotros mismos.  Desde
Génesis 12, Dios ya viene trabajando con Abraham; y en Génesis 17, le dice: Establezco mi
pacto contigo, esto va sobre las próximas generaciones, la gente te va a reconocer.  Y
Abraham dice: ¿Será que a un hombre de 100 años y a una mujer de 90, Dios les va a dar
un hijo?  Y dice la Biblia que se rió Abraham de aquello que Dios le estaba diciendo. 
Porque Abraham entró en una mentalidad de “sí, pero…”; sí lo quería creer, pero…  Quizás
tienes un hijo, un compañero de trabajo, un amigo al que quisieras hacerle entender que
puede hacer algo más, algo mejor de lo que está haciendo; pero tú sabes que se están
quedando en una vida mediocre por lo que las probabilidades dicen que ellos pueden
alcanzar.  Son las personas que te dicen “sí, pero…”  Y Abraham le estaba diciendo a Dios:
Sí, pero un hombre de 100 años no va a tener un hijo, y menos con una esposa de 90 años. 
Y Dios tiene que asegurarle, recalcarle para que él lo entendiera y Sarah lo pudiera entender
también; porque la gente acusa a Sarah de que se rió, pero Abraham se rió primero.  Si tú te
ríes de algo, el que está al lado tuyo, se va a reír; porque tu inestabilidad en creer que se va
a cumplir lo que Dios ha dicho crea también inseguridad en lo demás.  Pero al tú mostrar
seguridad de que tú crees que va a pasar lo que Dios ha dicho que va a pasar, al plasmar
claramente la visión, el que la lea y la entienda, corre con ella. 
El apoyo que tú vas a recibir de la gente a tu alrededor, y la velocidad a que la gente se va a
mover, va a depender de la importancia y de la seguridad que nosotros tengamos de que lo
que Dios dijo se va a cumplir en tu vida.  Tu seguridad se transfiere a los demás; tu
inseguridad, también.  No puedes pretender recibir de los demás la seguridad que se supone
que tú inspires, si quien recibió la visión fuiste tú.  Ellos van a correr basado en la
importancia y la seguridad que tú les des de que la palabra se va a cumplir.  La gente a tu
alrededor va a acelerar, a correr, en el momento que vean que tú le das la importancia
necesaria a lo que Dios ha dicho que Él va a hacer en tu vida.  Por eso, Dios le dice al
profeta: Lo primero que vas a hacer es que lo vas a comenzar a plasmar, a escribir, para que
no sea algo que solo tú lo entiendas, sino para que otros lo vean y se alineen.  No basta con
recibir una revelación de Dios.  Tienes que plasmárselo a aquellos a tu alrededor.  Hoy Dios
te dice: Si tú lo escribes, si lo haces claro, si muestras la importancia de esto, se van a
alinear, van a correr.  Tu inseguridad se transfiere; pero tu seguridad de que, a pesar de las
probabilidades, la promesa de Dios se va a cumplir en tu vida, esa seguridad se va a pasar a
aquellos a tu alrededor, y van a correr dentro de la misma visión. 

Dios le dice al profeta: Ponlo claro, que otros lo vean.  Por supuesto, cuando tú lo pones
para que otros lo vean, te comprometes.  Pero, hasta que otros no lo ven, tú no estás
diciendo que lo que tú estás creyendo lo crees en realidad.  Tienes que manifestarlo, que
hablarlo, que expresarlo porque una de las maneras de demostrar que lo que has recibido de
Dios es importante y se va a cumplir es que te atreves a decirlo, escribirlo, hablarlo, porque
Dios no te va a dejar en vergüenza.  Y el que esté a tu alrededor, que sepa que, o se alinea,
o va a ver lo que Dios va a hacer comoquiera porque lo que Dios dijo que va a hacer se va a
cumplir. 

No dejes las cosas en el aire, diciendo: Yo sé que algo va a pasar.  No; tú di qué es lo que
va a pasar.  De otra manera, o no estás creyendo, o no estás tan seguro de que fue Dios
quien te lo dijo.  Pero el que está seguro y sabe la importancia de lo que Dios está diciendo,
lo escribe para que otros se alineen y corran hacia esa misma visión.  No podemos
pretender el apoyo y el interés de los demás, si tú todavía no estás seguro de que lo que
Dios te está diciendo es real, verdadero, y se va a cumplir en tu vida. 

Tienes que tener la certeza, la seguridad, de que Dios va a cumplir su palabra.  A lo mejor,
no todo lo que te pasa en tu vida está de acuerdo a tus planes o a tu idea de cómo debería
ocurrir; pero la palabra que Dios ha dicho acerca de ti, tú puedes estar seguro que Dios la
va a cumplir; que hay una certeza, que todo es cuestión de tiempo; que hay un tiempo
asignado para que esa palabra se cumpla. 
ACELERACION DIVINA
A LA AMANERA DE DIOS

La persona que no entiende la importancia de lo que Dios le ha dado, quien no tiene la


seguridad de que Dios lo va a cumplir, corre el peligro de convertirse en una persona
orgullosa.  Una persona orgullosa, ante los ojos de Dios, es aquella que, como no cree que
Él vaya a cumplir su palabra, no está seguro, busca cumplirla por sus propias fuerzas; en
vez de esperar, ajustar su vida al plan, al proceso de Dios, a lo que Dios quiere hacer,
comienza a buscar cómo hacerlo, por no estar tan seguro de que Dios lo va a cumplir. 

Abraham cometió ese error.  En vez de depositar su confianza en Dios, la puso en sí


mismo; por eso se adelanta y se acuesta con la sirvienta y tiene a Ismael.  Y ahora tuvo que
pasar un momento donde, naturalmente ya él no puede.  Interesantemente, cuando Abraham
podía tener hijos, no creía que podía, y lo buscó por su propia fuerza; ahora Dios tiene que
esperar que él no pueda, para que él tenga que creer.  Muchas veces, porque podemos hacer
algo por nuestras fuerzas, nos volvemos orgullosos, e intentamos hacerlo a nuestra manera,
sin darnos cuenta que teníamos que esperar el momento de Dios, estar seguros de que Él lo
iba a cumplir, que no era por tus fuerzas que se iba a completar; te vuelves orgulloso al
tratar de hacerlo a tu manera, y ahora el tiempo que te atrasas es el tiempo que te lleva a ti
realizar que no eras tú, sino Dios, quien lo iba a hacer.  Por eso, hoy hay cosas que tienes y
se convierten en tus mayores problemas; porque no son producto de la fe, sino de tu
orgullo.  Abraham, cuando podía embarazar, no creyó que Dios lo podía hacer, así que
recurre a su manera, y termina con un hijo que no era el que Dios le había prometido, el
cual le causa grandes problemas.  Porque, cuando él podía, dependió de sus fuerzas.  Dios
le fue claro a Abraham; era con Sarah.  Pero como él podía y ella no, entonces, lo hizo por
sus fuerzas, a su manera.  Pero, si él podía, entonces no era Dios.  Y la mayor bendición
que tú puedes disfrutar no es la que tú obtienes por tu fuerza, sino aquella que tú obtienes
porque Dios te la dio, tú creyendo que, aunque podías, fue Él quien te la dio.  Espera, y
confía que va a ser de la manera que Dios dijo que se haría. 

Ante la oferta de Sarah para que Abraham se acostara con la sirvienta, Abraham acepta. 
Era culturalmente aceptable, y él lo acepta, porque no había entendido la importancia y no
tenía la certeza de que aquella visión se tenía que cumplir exactamente como Dios había
dicho.  El hijo de Abraham no podía venir de Agar; ella era la esclava, la sirvienta.  La
promesa que Dios le había dado era de los libres, era de la libertad; Dios le había prometido
las estrellas del cielo, una herencia espiritual, algo más grande que simplemente algo
natural.  Él todavía no había comprendido la importancia de eso que Dios estaba diciendo. 
Como él podía, y Sarah ya no, no quería que a Dios se le atrasara el tiempo porque entonces
no iba a poder.  Pero él nunca debió confiar en lo que él podía hacer; tenía que confiar en
que, lo que Dios había dicho, en la forma que lo había dicho, era como se tenía que hacer,
porque así era importante para que los demás corrieran en esa visión. 

Por eso, muchas veces, nos encontramos tratando de echar para atrás decisiones que
tomamos orgullosamente.  Para Dios, orgulloso es aquel que, cuando Él dijo que se va a
hacer algo de una manera –a su manera–, porque tú puedes hacerlo de otra manera, buscas
hacerlo, porque no has creído en la importancia y en la certeza de que se tiene que cumplir
como Dios ha dicho.  Y, aunque el tiempo natural parezca estar en contra tuya, el Dios al
que tú le sirves está por encima de toda probabilidad.  Si nadie ha tenido un hijo a los 100,
para Dios las probabilidades no importan; a Él le importa la fe de aquel que cree a los 100,
a los 150, la fe de aquel que cree por encima de lo que el mundo ha dicho.  

El problema es que, cuando no conoces la importancia de que se haga como Dios ha dicho,
y no tienes la seguridad, entonces, te desesperas porque piensas: Mientras puedo yo
hacerlo, tengo que hacerlo, porque después será más difícil.  Y ahí es donde te encuentras
con que se tiene que volver totalmente imposible, para que entonces tú puedas creer. 
Porque, al fin y al cabo, el justo por la fe vivirá.  Por eso es que en Hebreos dice que,
cuando ya el cuerpo de Abraham estaba casi muerto, entonces tuvo que creer en esperanza
contra esperanza.  Y es triste que a veces apliquemos nuestra fe cuando ya estamos casi
muertos, porque no entendimos de un principio la importancia y la seguridad de la visión. 

El reconocer la importancia de lo que Dios quiere, y cómo Él quiere que se haga, te ayuda a
establecer los parámetros para los que te rodean.  De lo contrario, cada cual corre como le
parece, porque hay que alcanzar una meta y no hemos establecido claramente cómo se va a
hacer.  Hay cosas que, haciéndolas a la manera de Dios, te van a tomar más tiempo,
naturalmente hablando, pero no vas a perder noches de sueño, no vas a perder la seguridad;
porque, en los lugares más altos, aunque tú no lo creas, es donde más están buscando gente
en quien puedan confiar.  Potifar confiaba en José al punto que lo dejaba solo en casa con
su esposa, porque él sabía que él no se iba a acostar con ella.  Cuando un hombre sabe que
puede confiarte hasta eso, es porque cree en ti.  Potifar nunca creyó en la acusación que le
hicieron a José; lo mandó a la cárcel por salvar su nombre.  Puede ser que tu honestidad,
aparentemente, te atrase en un momento, pero ahí es que viene tu fe.  Tú vives por fe, y
todo el que esté al lado tuyo tiene que saberlo, y va a correr a la visión, y tu seguridad está
en que se cumpla a la manera de Dios.  Porque estés en la capacidad de tomar un préstamo,
no significa que esa sea la manera de Dios; si no es la manera de Dios, si no tienes la
certeza, confundes a aquellos a tu alrededor, te llegan tentaciones, y los que te rodean
corren basado en las inseguridades que tú demuestras; pero si te mantienes seguro y vives
por fe, Dios te da la victoria, te pone en un lugar de honra. 

Parece que, a la manera de Dios, se tarda, que es más complicado; pero tú puedes estar
seguro de que se va a cumplir.  Y esa es la seguridad que tú tienes que exhibir; que esa
visión viene y se cumple, en el tiempo asignado de Dios; y pronto, cuando abras tus ojos,
verás la manifestación completa de lo que Dios te había prometido.  Aprende a vivir por fe,
y dile a aquellos a tu alrededor que así es que tú vives; que tú haces las cosas a la manera de
Dios porque estás seguro que lo que Él prometió se va a cumplir en tu vida. 

Potrebbero piacerti anche