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Vidas perpendiculares Veinte biografias de personajes célebres Ana Marfa Shua Ilustraciones de Pez GruPo horma Barcelona, Bogotd, Buenos Aires, Caracas, Guatemala, Lima, México, Miami, Panamd, ‘Quito, San José, San Juan, San Salvador, ‘Santiago de Chile, Santo Domingo. ‘Shua, Ana Maria Vides perpendiculares. Veinte biografas de pers najes célebres- Ia ed, - Buenos Aires Grupo Editorial Norma, 2009, 144 p. 20x12 em (Torre de Papel) ISBN 978.-987.545.540-5, 1, Literatura Infantil y Juvenil Argentina. Titulo CDD A863.928 2 (© Ans Maria Shua, 2001 y 2008, © Grupo Editorial Noema, 2008 ‘San José 851, Ciudad de Buenos Altes, Argentina Reservados todos los derechos. Prohibida la reproduccién total parcial de esta obra sin permis escrito de la editorial Impreso en la Argentina ~ Pred in Argentina Primera edicidn: febrero de 2009 Edicén: Ana Lucia Salgado y Cecilia Espésivo Diagramacién: Heman Vargas Iastraciones: Pez CC: 28001308 ISBN: 978-987.-545.540.5 Contenido Antes de empezar Miguel de Cervantes Saavedra Marie Curie Walt Disney Isadora Duncan Thomas Alva Edison Albert Einstein Galileo Galilei Carlos Gardel Vincent van Gogh Cecilia Grierson Salvador Mazza Lola Mora Wolfgang Amadeus Mozart Isaac Newton Florence Nightingale Louis Pasteur 2B 21 ri) B 2) 41 a 53 59 or B 9 85 1 105 mw William Shakespeare Mary Shelley Sor Juana Inés de la Cruz Leonardo da Vinci ae 125 BL 137 A mi hermanita Alist. Antes de empezar H.. muchos cientos de afios, un his- toriador griego que se lamaba Plutarco escribi6 un libro de biografias y le puso de titulo Vidas paralelas. En recuerdo de ese libro quise llamar al mfo, en broma, Vidas perpendiculares. ‘Van a encontrar aqui las historias de vida de veinte personas famosas. Son cientificos y artistas de muy distintas Epocas de la historia. A pesar del titulo gracioso, estas biografias no estén escritas en broma. Cuando empecé a es- tudiar y aprender c6mo habfan sido las vidas verdaderas de estas personas, me di cuenta de que no hacfa falta usar humor para escribir algo divertido. Estos veinte hombres y mujeres han tenido vidas interesantisimas, apasionantes. Yo disfruté mucho estudiando y escribien- do sobre ellos y ojalé pueda contagiarles mi entusiasmo. Aqui estan mezclados personajes muy dis- tintos unos de otros. Al principio pensé que no iba a encontrar ninguna relacién entre ellos. Pero cuando me puse a estudiar, descu- brf que por algo todos ellos se habfan destaca- do, por algo sobresalian, perpendiculares, a la linea horizontal del pensamiento de su época. Y no por casualidad. Mis veinte nuevos y ad- mirados amigos tenfan mucho en comin. Lo que tenfan era una forma de mirar distinta ala del resto de la gente. Todos ellos eran capaces de ver Ia realidad saltando por encima de los prejuicios de su época. ‘Por qué una rosa es linda? Por qué el Sol sale por un lado y se esconde por el otro? Hay personas que no se conforman con lo que les ensefiaron. Siguen preguntindose por qué. Van a mirar otra vez, de otro modo. Y descu- bren que una rosa no es ni linda ni fea. Y des- cubren que el Sol no “sale” sino que la Tierra gira a su alrededor. Los cientificos y los artistas se parecen mu- cho, Son gente curiosa, que vuelve 2 mirar todo como silo viera por primera vez. Se hacen mu- chas preguntas. No les aleanza con cualquier respuesta. No creen en el poder de la fantasia, sino en el de la observacién. Leonardo da Vinci, que tuvo un poco de las dos cosas, dijo que los ojos de la cara ven més y mejor que los ojos de la imaginacién. Van Gogh no podia pintar sin tener un modelo delante. Newton decfa que se sentia como un chiquito que busca caracoles en la orilla del mar. Disney hacia que sus di- bujantes observaran en detalle el movimiento de los animales vivos. El doctor Mazza no se conformé con estudiar enfermos de Chagas en Buenos Aires, fue a Jujuy a ver c6mo y por qué se contagiaban. Lornuevo no necesita ser inventado, sino des- cubierto. Lo nuevo esté ahi, esperando que al: guien lo mire y se dé cuenta. ¥ sino, pregintenle a Edison, el mas grande inventor de la historia. ‘Ademfs de la mirada especial, estas perso- nas tuvieron otra cosa en comén: una tremen- da voluntad. Creyeron en sf mismos, creyeron en lo que estaban haciendo y tuvieron la fuer za de convencer a otros de su importancia. Y empezaron por estudiar profundamente aquello en lo que iban a trabajar, ya fuera la literatura, la fsica, la pintura o la astronomia de su época. Para encontrar algo nuevo, hay que conocer perfectamente todo lo que ya hay. El que no sabe, cree que esté inventando yen realidad no hace més que repetir. Otra cosa que me impresioné mucho fue el tema de la mortalidad infantil, que recién empez6 a cambiar bastante avanzado el siglo xx. Todos los personajes nacidos antes de esa 6poca son sobrevivientes: todos tienen varios hermanos muertos. A todos se les murieron varios hijos. Incluso en las familias ricas, que podian ofrecer abrigo, alimento y educacién, las enfermedades mataban a los bebés y a los chicos sin piedad. ul Esta realidad tiene mucha relacién con lo diffeil que result6 encontrar ocho mujeres fa- mosas para este libro. No habia nada tan im- portante que las mujeres pudieran hacer por la humanidad como tener hijos y cuidarlos. ‘Tan pocos eran los que sobrevivian. Por eso casi todas las mujeres famosas de otras épocas son las reinas y las santas. Ninguna de las mujeres famosas de este libro pudo tener una familia normal. Ser esposa y madre era una obligacién tan pesada que no permitia ningtin otro desa- rollo personal. ‘Algo més que tienen mis personajes en co- mtin es una buena situacién econémica y la educaci6n. Aunque hayan pertenecido a fa- milias més o menos pobres, ninguno tuvo que trabajar en ver de estudiar. Todos tuvieron la posiblidad, de distintas maneras, de legar a tener una buena educacién. El més humilde de todos fue, seguramente, Carlos Gardel, y hasta él pudo terminar segundo afio del se- cundario. No hay grandes cientificos que no hayan estudiado en la universidad. No hay grandes artistas analfabetos. O tal vez sf los hay, pero no tienen cémo hacerse conocer, no pueden llegar a ser famosos. Espero haber logrado transmitir todo el asombro y el interés que me produjeron estas veinte vidas tan especiales. Los dejo en buena compafifa. ‘Ana Maria Shua Miguel de Cervantes Saavedra Escritor espaiiol (1547-1616) ‘Quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el més hermoso, el mds gallardo y més discreto Del prologo al Quijote. E, una época de funcionarios corrup- tos, donde nadie puede confiar en el vecino, donde no hay ideales y todo se artegla con pla- ta, a un sefior de cincuenta afios se le ocurre salir a recorrer su pais para poner fin a la injus- ticia y proteger a los débiles. Por supuesto, est loco. Ese sefior se hace lamar “don Quijote” y es hijo de la inteligencia de Miguel de Cer- vantes Saavedra, un escritor de cincuenta y ‘ocho afios, casi desconocido. Cervantes pen- saba que la literatura no era solo fantasfa, si no que debfa contar también historias reales, cercanas, posibles, de todos los dias. Tal vez porque su vida fue muy dura. Cuando nacié el cuarto de sus siete hijos, los Cervantes decidieron llamarlo Miguel y r0- gar para que Dios les diera con qué alimentar- lo. El bebé nacié en Alcala de Henares casi por casualidad. Su papé, Rodrigo, era cirujano bar- bero, un sacamuelas profesional en una época en que los dentistas no existian. Viajaba con su familia de ciudad en ciudad buscando un lugar ‘enel mundo donde no les fuera tan mal. Hasta alguna vez estuvo preso por deudas, ero también hubo momentos mejores, por- que Miguel, que era un muchacho inteligente, con buena cabeza para el latin, pudo estudiar en el colegio oficial de Madrid. Enseguida em- pez6 a destacarse entre sus compafieros por sus versos y sus escritos. Como cualquiera que sofiara ser escritor en la Espafia de su siglo, Miguel quiso conocer Italia y consiguié traba- joen Roma como asistente de un cardenal. En ese momento, el Imperio Turco avanza- ba sobre Europa. Los turcos tomaron la isla de Chipre. Miguel de Cervantes, a los veinticua- tro afios, sintié que su deber era luchar por su patria y se alist6 como soldado. Una enorme flota de trescientas naves, al mando del hermano del rey de Espafia, enfren- 16.a los turcos. El dia de la batalla de Lepanto, Miguel estaba enfermo, con mucha fiebre y lo mandaron bajo cubierta. Pero se neg6, porque queria participar en el combate, Al frente de doce compafieros luché con gran valor hasta que, al anochecer, el enemigo huyé vencido. Miguel habia recibido tres tiros de arcabuz, dos en el pecho y uno en la mano izquierda, que le quedé arruinada para toda la vida. Por eso se lo llam6 “el manco de Lepanto”. Siempre estu- vo orgulloso de sus heridas en la gran batalla, Heridas que, por cierto, no lo hicieron dejar el ejército, Durante tres afios, a pesar de su ma- no intl, el soldado Cervantes siguié peleando contra los turcos. ‘Al fin, cerca de los veintiocho afios, se em- barcé hacia Espafia para pedir una muy mere- ida pension del Gobierno. Llevaba cartas de recomendacién de sus jefes, que hablaban de su importancia y de su gran valor. El mismo don Juan de Austria, el hermano del rey, habta es- crito en favor de Cervantes. Cerca de la costa de Francia tres. barcos turcos atacaron la galera. Y la obligaron a ren- dirse. Miguel y su hermano Rodrigo fueron evados como cautivos a Argel. Los turcos encontraron las cartas de recomendacién de sus jes y, sobre todo, las del hermano del rey. iEste hombre debfa ser muy valioso! El pirata que lo tenfa prisionero decidié sacar buen pro- vecho de tan importante personaje y pidié un altisimo rescate. La pobre familia de Cervantes traté de reu- nir el dinero, pero se le hacia imposible. Mien- tras tanto, Miguel, convencido de que nunca lo rescatarfan, se dedicé a escribir poesfa y a tratar de escapar. Tuvo cuatro intentos de fuga y siempre alguien lo delataba. Su familia logré por fin reunir algin dinero, Las dos hermanas mujeres aportaron sus dotes para rescatar a Miguel y a Rodrigo, lo que significaba renun- ciar a casarse. iY apenas llegaban a la mitad del rescate! Por suerte los mercaderes cristia- nos de Argel completaron la suma y asf, des- pués de cinco afios terribles, pudo Cervantes volver a Espafia. Regres6 con grandes planes: ahora conocta a los turcos desde adentro y sabia cémo des- alojatlos de Africa. Pero ic6mo conseguir que el rey escuchara a un simple soldado? Pronto Cervantes se dio cuenta de que nunca podria liberar a todos los cautivos de Argel, como ha- bia sofiado. Y ni siquiera le darfan una pensién Por sus actos heroicos y sus heridas de guerra Resignado, decidi6 instalarse en Madrid y tratar de vivir de la profesién de escritor. Lo que més le interesaba en ese momento era el teatro y Cervantes escribié varias obras que se han perdido, pero que en su momento fueron consideradas excelentes. Tenfa treinta y seis afios cuando nacié su tinica hija, Isabel de Saavedra. Cervantes se hizo cargo de la chiquita y la tuvo toda su vida con él. Pero no se sabe qué pasé con la madre, Porque ese mismo afio se cas6 con otra mujer, un matrimonio que duré muy poco. A todo esto, ganarse el pan como escritor, para él, su hija y sus hermanas no era nada facil. En Sevilla, Cervantes consiguié un em- pleo en el Gobierno. Solicité un puesto en América, pero no se lo dieron. Varias veces estuvo preso, acusado de quedarse con dinero como cobrador de impuestos. La iltima ver lo encontraron culpable, le tocé una condena de varios meses y ya no pudo seguir trabajando para el Gobierno. Un tiempo después volvié a la cércel, esta vez por deudas. Por algo dirs més adelante, presentando al Quijote, que su libro “se engendré en una cércel, donde toda incomodidad tiene su asiento y todo triste ruie do hace su habitacién”, Pero en medio de sus miserias y trabajos, Cervantes nunca dej6 de escribir: poesia, teatro, prosa. Poco @ poco su nombre se hizo conocido y algtin noble muy rico empe26 a in- teresarse en protegerlo, ayudéndolo econémi- camente para que pudiera terminar de escribir su novela. Por fin, en 1604, viviendo Cervantes en Valladolid, que en ese momento era la capi- tal de Espatia, se publicé Bl ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, la primera novela moderna de la historia. El libro tuvo un éxito enorme, inmediatamente se agotaron varias ediciones y fue traducido a todos los idiomas de Europa. Cervantes se convirtié en un autor impor- tante y famoso. Y, sin embargo, segufa siendo muy pobre. Un best seller internacional en el siglo xvu, cuando la mayor parte de la gente era analfabeta, significaba apenas una venta de unos cuantos miles de ejemplares. El Quijote se hizo tan famoso que al tiem- po aparecié una continuacién escrita por un. autor cualquiera. Cervantes salié al cruce es- cribiendo el segundo tomo de las aventuras de su personaje. Y ahora que los editores lo buscaban, aprovech6 para publicar todas sus obras: las Novelas ejemplares, su poesia, obras de teatro, otra novela larga. Ya era un hombre viejo y enfermo. Sintien- do que se acercaba el fin, entr6 en una orden religiosa. En el mismo afio en que salié la se- sgunda parte de las aventuras de don Quijote, murié su creador. Cervantes fue enterrado en el convento de Jas Trinitarias, en Madrid, y no se sabe exacta- mente dénde esta su tumba. Pero cada vez que alguien abre las paginas del Quijote, lo trae otra vez ala vida. Miguel de Cervantes asoma la cabeza desde su libro y mira a su alrededor sin asombro: en el fondo, iqué poco cambié el mundo! Marie Curie Cientifica polaca (1867-1934) Lo que aprendemos a entender ‘ya no nos da miedo. Hu, una vez, hace més de cien afios, en Polonia, un profesor de mateméticas que, en lugar de ensefiar a sus hijas mujeres a sonreir y ser lindas, compartié con elas su pasién por saber, aprender, entender. La mayor quiso estu- diar Medicina, pero en la Universidad de Var sovia no aceptaban mujeres. Entonces, su padre la envio a estudiar a Paris. La quinta hija, Marie, terminé el secunda- rio con medalla de oro. Su mamé habfa muer- to hacfa afios. Su papé estaba muy orgulloso de ella, pero no tenfa plata para mantener a dos hijas en Francia al mismo tiempo. Maria tuvo que trabajar ensefiando matemiticas y f sica alos nifios hasta que su hermana se recibi6. Recién a los veintitin afios, pudo entrar a la Universidad de la Sorbona, en Paris. Para Marie habfa estado prohibido lo que otros tienen que hacer a la fuerza: estudiar! Ahora vivia en un cuartito, se alimentaba a té y pan con manteca. Y estudiaba con entu- siasmo, con locura. Sus compafieros se pre~ guntaban quién era esa hermosa muchacha de ojos claros y cabellera rubia que se sentaba en primera fila y no hablaba con nadie. En solo tres afios se recibié de licenciada en Fisica y en Matematicas. ‘Marie consiguié trabajo en un laboratorio. A\llf conocié a Pierre Curie. Para él era raro y maravilloso poder hablar de fisica en serio con una mujer. {Y qué mujer encantadora! Marie se enamoré de su sonrisa, de su voz, de Ta expresi6n de su mirada, Para ella fue una decisién grave casarse con un francés: signifi- caba renunciar a vivir en Polonia, cerca de su padre y de sus hermanas. Con la plata de los regalos de boda se compraron dos bicicletas y se fueron de luna de miel pedaleando por los caminos de Francia. Dos afios después nacfa la pequefia Irtne. Marie cocinaba, limpiaba, cuidaba a su bebé y segufa adelante con sus estudios y sus expe- rimentos. En esa época recién se habia descubierto que el uranio emitia unos rayos raros. Pero ha- bfa un mineral con uranio que emitfa més rayos todavia que el uranio puro. Para ser un gran cientifico hay que empezar por ser un gran cu- rioso. {De dénde salfa tanta energia? Eso era lo ‘que Marie estaba tratando de averiguat. En ese ‘mineral tenfa que haber otras sustancias, toda- via desconocidas. Era tan interesante su teorfa que Pierre dej6 sus propias investigaciones para ayudarla, Trabajando juntos se convencieron de que esos elementos existfan, aunque todavia no o podian demostrar. A uno de ellos Marie lo llamé “polonio”, por su querida patria. Al otro. Jo llamaron “radio”, por su gran “radiacién” (a capacidad de emitir rayos). Ast nacié la palabra “radioactividad”. Trabajaban en un galpén abandonado. Marie se pasaba todo el dfa removiendo una masa de mineral hirviendo con un batidor de hierto grande como ella. Y era enormemente feliz, a pesar de los problemas de dinero. Para dedicarse al laboratorio, necesitaba ayuda en Ja casa, y el sueldo de profesor de Pierre en la Escuela de Fisica no alcanzaba. En la Univer- sidad no lo.aceptaron. Marie consigui6 trabajo como profesora en un colegio de sefioritas. Porfin, en 1902, Marie Curie pudo anunciar la gran victoria: habfan conseguido preparar un gramo de sal de radio. ‘Habian demostrado que el radio existial La sal de radio parecia sal comtin de mesa, pero tenfa un terrible poder: dos millones de veces més radiactividad que el uranio puro. Lo nico que no podfan atravesar sus rayos era cl plomo. Enseguida se le encontré utilidad: servia para sacar radiografias y para luchar contra el cncer. En poco tiempo, los esposos Curie recibieron tuna proptiesta de Estados Unidos para paten- tar su invento y ganar muchisimo dinero. No To pensaron mucho: 2 Marie y a Pierre no les interesaba hacerse ricos, sino hacer un bien ala humanidad. Y, sin patentar nada, publicaron to- dos los detalles de sus investigaciones en revistas cienttficas, para que cualquiera pudiera usarlos. En 1903, cuando Marie tenfa treinta y seis afios, les dieron a los dos el Premio Nobel de Fisica, Se habfan vuelto tan famosos que sus admiradores no los dejaban trabajar en paz. Por supuesto, ahora sf consiguié Pierre el pues- to de profesor en la Sorbona. Al afio siguiente nacié Eve, la segunda hija de los Curie. Todos los paises del mundo los invitaban para escu- charlos y aplaudirlos. Una tarde, después de almorzar con otros profesores, Pierre volvia a su casa cuando al cruzar una calle, distraido como siempre, lo atropell6 un enorme carro tirado por un caba- Ilo. Una rueda le pas6 por encima y lo maté. Marie rechaz6 una pensién del Gobierno francés, diciendo que todavia era joven y po- dfa ganarse la vida. Entonces la nombraron en el puesto que habia tenido Pierre. Por primera ver en la historia de Francia, una mujer era profesora en la universidad. El dolor por la muerte de su marido la hi- zo trabajar con mAs dedicacién y esfuerzo que nunca. Ahora tenfa un buen laboratorio, con instrumentos apropiados y ayudantes. Siguié adelante con sus investigaciones y por fin con- sigui6 lo que sofiaba desde hacia afios: jun gra- mo de radio puro! En 1911, Marie Curie recibi6 por segunda vez el Premio Nobel, esta vez en Quimica. Fue la primera persona en recibir dos veces un Premio Nobel y no volvié a suceder algo ast durante cincuenta afios. En 1914, estall6 la Primera Guerra Mun- dial. Marie y su hija Iréne organizaron una red de ambulancias que llevaban los aparatos para sacar radiografias a los hospitales de campafia. Ella misma manejaba uno de los vehiculos, al que los soldados llamaban el “Petit Curie”. Después de la guerra, se dedicé a trabajar en el Instituto del Radio de Parfs, que investigaba Ja mejor manera de aplicar la radioactividad al tratamiento del céncer. Se habfa transforma- do en un personaje importantfsimo. Recibia diplomas, honores y medallas de las universi- dades de todo el mundo. Como siempre, ella trataba de usar su fama y su prestigio para ser ‘itil a la humanidad. El dinero que le donaban se lo entregaba a las universidades. Pero Marie Curie nunca le habia dado bas- tante importancia a los dafios que Ia radiacti- vidad podfa causar a la salud. Y no les prestaba atenci6n a sus molestias y malestares. Asi fue ‘como un dfa cay6 con algo que parecia una simple gripe y ya no se volvié a levantar. A los sesenta y siete afios, Marie Slodowska Curie murié de leucemia, un cfncer de la san- gre provocado por la radiactividad. Sus descubrimientos hicieron avanzar enor- memente a la humanidad en la comprensin del mundo que habitamos. Un afio después de su muerte, su hija Iréne Curie recibié el Pre- mio Nobel de Fisica por descubrir la radiacti- vidad artificial. — Walt Disney Cineasta norteamericano (1901-1966) No hay nada més divertido ‘que hacer lo imposible. WV alt Disney no dibujé al ratén Mickey, pero le puso su voz. No invents los dibujos ani- ‘mados, pero consiguié Ievatlos a todos los chi- cos del mundo. Ni siquiera la bonita firma con su nombre, que aparece en todos sus productos, es realmente suya: dicen que hasta le daba tra- bajo imitarla. Y, sin embargo, todo lo que hizo lleva la firma de su personalidad. Walter Elias fue el cuarto hijo de una maes- tra y un granjero. Su papé, Elias Disney, era muy severo con sus hijos. Cuando el pequetio Walter “decors” con sus dibujos una pared de la granja, lo castig6 con una brutal paliza. Pero entonces una de sus tfas le regal6 una caja de crayones. La granja fracas6 y la familia fue a vivir a la ciudad de Kansas. Walter y su hermano Roy trabajaban con su padre. A los nueve atios, ‘Walt se levantaba a las tres y media de la ma- fiana para ayudar a repartir diarios puerta por puerta, a veces con la nieve hasta la cintura. Durante toda su vida adulta, Walt Disney su- fri6 pesadillas en las que se veia otra ver traba- jando de “canillta” en invierno. Elmuchacho dibujaba bien, eso era indiscu- tible. Por suerte su padre no se opuso a que to- mara clases de dibujo. A Walt le atrafa también el mundo del espectéculo y participé en unos ‘cuantos concursos, sin grandes resultados. ‘Al terminar el secundario no tenfa muchas opciones para independizarse de su familia, que se habia mudado a Chicago. Hacia el fin de la Primera Guerra Mundial, Walter Elias Disney, un chico de dieciséisafios al que le gustaba di- bujar, se alists en el Ejército. Fue chofer de am- bulancia de la Cruz Roja. Mientras las demas ambulancias estaban pintadas con camuflaje, Ja de Walt estaba cubierta por completo con dibujitos de animales. Cuando volvié de Europa, Walt consiguis una pasantia en un estudio que hacfa dibujos animados para publicidad. Allf conacié a otro muchacho de su edad, que llevaba el extrafio nombre de Ub Iwerks. Juntos crearfan un im- perio: lwerks fue el genio técnico que desarro- Il6 casi todas las novedades en animacién de los estudios Disney. Pero por el momento no habia ningtin estu- dio Disney. Lo que haba era una serie de fra- casos, uno detras de otro, cada vez que Walt intentaba algo por su cuenta. Primero consiguié algdn éxito con unos di- bujitos cortos que combinaban publicidad con ‘gngs y chistes animados. Organiz6 una peque- fia empresa y lanz6 los primeros dibujos sobre ccuentos de hadas. Pero cuando todo empezaba a salir bien, el distribuidor de sus peliculas lo es- taf6. Dejando un montén de deudas en Kansas (que pagé rigurosamente cuando empez6 a me- jorar su situacién), Walt se fue a Hollywood. ‘Tenfa veintidés aftos, mucha confianza en si mismo y cuarenta délares. Su hermano Roy, que siempre crey6 en él, lo ayud6 a instalarse, En el garage de un tio realizaron varios filmes con un método que Walt estaba probando: una combinacién de actores en vivo con dibu- jos animados. El negocio empez6 a funcionar y Walt se trajo de Kansas a su amigo Ub. Para 1925 les iba tan bien que Walt Disney se pudo dar el lujo de contratar una secretaria, con la que después se casarfa. El matrimonio Disney solfa decir en broma que le results més ‘econémico casarse con Lilian que pagarle los sueldos atrasados. Tuvieron dos hijas, Sharon y Diana. Ties afios después de la boda, sin embargo, nacerfa otto hijo. Un hijo negro y orejudo al que Walt le queria poner “Mortimer” y Lilian insistié en lamar “Mickey”. Era un ratén. Y aunque todavia nadie lo sabia, iba a conver- tirse en el rat6n més importante y famoso del mundo entero. En ese momento surgi6 una tremenda no- vedad: jel cine hablado! Muchos empresarios pensaron que habia que oponerse y defender el cine mudo. Pero Walt Disney siempre cdnfié en los adelantos tecnol6gicos. Y el ratén Mickey debut6 en pantalla en el primer dibujito habla- do de a historia. El éxito fue extraordinario. Al cine hablado le siguié el cine en colores y tam- bién allf Walt Disney estuvo primero. Durante la terrible depresién econémica que suftis Es- tados Unidos en’los atios treinta, los estudios Disney crecieron y se afianzaron. La entrada de cine no era cara y parecfa ser, para la mayoria de la gente, la forma més sencilla de escapar de una realidad dificil. En 1937, Walt Disney trajo al mundo otra novedad: el primer largometraje en dibujo ani- ‘mado. Blancanieves y los site enamitos es, ade- ‘més, una pelicula bellisima, una verdadera obra de arte que no envejece y que siguen disfrutan- do todos los chicos del mundo. ‘Ahora Walt y Roy ganaban mucho dinero, Y querian compartir tanto éxito con su familia. Compraron para sus padres una casa enorme y hhermosa cerca de los estudios. Un mes después de instalarse en Ia casa, hubo un escape de gas por un problema en la caldera y Flora, la mama de los Disney, murié asfixiada, Walt se sintié culpable de su muerte por el resto de su vida, Al éxito de Blancanieves lo siguieron una serie de fracasos. Aunque hoy parezca incref- ble, Pinocho y Fantasia fueron, en su momento, desastres econémicos. Eran peliculas demasia- do caras que no recuperaron la inversién (el dibujo animado costaba mucho més que tra- bajar con actores). Disney estaba al borde del desastre cuando Estados Unidos entré en la Segunda Guerra Mundial y eso lo salvé, Hasta el fin de la guerra, los estudios Disney hicieron decenas de filmes para el Gobierno, no solo di- bujitos de propaganda de guerra, sino también ‘otros que servfan, por ejemplo, para ensefiar a los soldados a cuidar sus armas o para entre- nar civiles en tareas de defensa. Después de la guerra, obruvo un gran éxito con Cenicienta, pero otra ver le fue mal con Alicia en el Pats de las Marauillas y con Peter Pan. En 1960, créase 0 no, La bella duermiente fue un fracaso tan absoluto que casi lo manda ala quiebra. Por suerte, los estudios Disney ya estaban trabajando en otras ideas, como las peliculas documentales sobre animales. “iA quién le in- teresa mirar focas?”, le dijeron a Disney los dis- tribuidores cuando hizo el primer documental sobre animales que se vio en el mundo. ¥, sin embargo, result6 que varios millones de perso- nas tenfan interés en mirar focas... y muchos otros animales también, Disneylandia, el programa de televisién, fue otro éxito impresionante, y le sirvié a Walt para lanzar uno de sus grandes suffi: el parque de diversiones més original, el mas grande y mas importante del mundo. WPero qué hacia este empresario exitoso con tanto dinero? Trabajar doce horas por dia. Imaginar imposibles y realizarlos. Estar todo lo posible en casa con su familia. 'Y via- jar en tren! Walt hizo instalar vias férreas en el enorme parque de su casa y tenfa varios tre- nes a escala, lo bastante grandes como para llevar a varias personas. Manejar la locomo- tora era su gran diversién. Cuando Walt Disney murié, a los sesenta y cinco afios, de cancer de pulmén, el proyecto de Disneyworld y Epcot, la ciudad del futuro, ya estaba en camino. Todo el mundo cree que su cadaver fue conservado en frfo para ser resucitado cuando se encontrara una cura contra el ener. Y, sin embargo, esa es una leyenda. La versi6n oficial dice que fue cremado y sus cenizas estén ente- rradas en un cementerio de Los Angeles. Pero Mickey, Donald y Pluto son eternos. Isadora Duncan Bailarina norteamericana (1877-1927) Desde el primer momento, no he hecho mds que bailar mi vida. E, mundo habia olvidado la danza. Se bai- Taba en una fiesta algtin baile de moda. Y existia cl ballet. Para bailar, habia regas fijas: un pasito para aqui, una vuelta para allé. Pero el arte de moverse libremente, entregindose a la misica, ya no existfa, Entonces nacié Isadora Duncan. Fue en Estados Unidos, en San Francisco, y tan rapido sucedié todo que, a los diez afios, Isadora decidié dejar la escuela para dar clases de danza a los chicos de su barrio. Sus padres se habfan separado, algo terrible y escandaloso en esa época. Los cuatro chicos Duncan no conocfan a su papé, y la madre los mantenfa dando clases de piano. Eran pobres, pero se alimentaban de mtsica, de poesfa, de danza. En la biblioteca pablica de Oakland, don- de vivian, Isadora descubrié por primera vez el arte y la civilizacién de la Antigua Grecia, y eso cambi6 su idea del mundo. Ast queria bailar ella. Con esa libertad. Siguiendo a la na- turaleza, Desde el primer momento fue enemi- ga del ballet, al que consideraba una gimnasia social, una forma absurda de forzar el cuerpo a movimientos poco naturales. Antes de los veinte afios convencié a su ma- dre de que la acompafiara a Chicago. Queria mostrar su arte al mundo. Pero lo tinico que consigui6, cuando estaban a punto de morirse de hambre, fue un contrato para bailar algo “divertido”, con ropita liviana, en un cabaret. All la descubrié un dfa un productor tea- tral y la contrat6 para bailar en una obra de Shakespeare. Las alitas de su traje de hada la enfurecian, pero era mucho mejor que lo que hacfa antes. El suefio de Isadora era bailar sola sobre el escenario y eso, por el momento, no existfa. En Nueva York la llamaron durante un tiempo para actuar en fiestas de la alta sociedad, pero enseguida se olvidaron de ella. Entonces deci- di6 ir a Londres, llewndose a toda su familia. Duncan crefa en su arte con tanta fuerza que no podia pensar en el fracaso. Querfa bailar y vivir ast libre y natural, descalza, vestida so- lamente con una téinica griega, moviéndose al ritmo del Universo. Pero nadie le prestaba atenci6n, ‘Una noche, Isadora y sus hermanos baila- ban sus extrafias danzas en un jardin, a la luz de las estrellas, cuando una mujer que pasaba se qued6 miréndolos maravillada, conmovida. Era la més famosa de las actrices de teatro in- glesas. ¥ la suerte cambi6. Con ayuda de su nueva amiga, Isadora pu- do presentarse en los mAs importantes teatros londinenses. El pablico llegaba asombrado pa- ra ver a esa jovencita disfrazada con su tanica, bailando sola en escena como jamés se habia visto antes. Hasta entonces Isadora habia bai- lado poesia, pero ahora empez6 a bailar la mai- sica de los grandes maestros como Chopin 0 Beethoven. Por toda Europa bailé Isadora y el pablico Ja segufa. En Mainich, un grupo de artistas y estudiantes desengancharon los caballos de su coche y ellos mismos la arrastraron por las ca- Iles de la ciudad bajo una lluvia de flores. Pero ella querfa todavia més. Querfa llevar suarte hasta el lugar que tanto amaba y respe- taba, Grecia misma, Durante un afio entero, Ja familia Duncan recorrié Grecia, bailando de aldea en aldea. El mundo se refa de ellos y Jos llamaba locos. De vuelta en Londres, Isadora se enamoré de un hombre tan extraordinario como ella. Gordon Craig era un escendgrafo que estaba cambiando Ia idea del teatro. Cuando la vio bailar, sintié que esa mujer estaba creando ese nuevo estilo de belleza que él trataba de imaginar. El encuentro fue maravilloso y ast nacié Deirdre, la primera hija de Isadora, No solo el pitblico, sino los més grandes ar- tistas de Europa se sentfan atraidos por el arte de Isadora. Ella estaba bailando los suefios de toda su generacién. Cuando volvié a América, era la bailarina més famosa del mundo y su pais la recibi6 con delitio. Por donde pasaba Isadora, fundaba escuelas de danza en las que se ensefiaba a bailar con la libertad y la preci- si6n de las olas del mar. Era joven, hermosa, libre, exitosa. Los hom- bres la amaban. Y ella los amaba. El padre del segundo hijo, Patrick, fue Paris Singer, un rico heredero (de la empresa de maquinas de coser Singer) y un enamorado de las artes. Entonces, cuando Isadora tenfa treinta y seis afios y estaba en la cumbre de su éxito, llegé la desgracia. Estaba bailando en Paris. Sus ijos habfan salido esa mafiana a dar un paseo en coche con la nifiera. El coche se cay6 al rfo, al Sena. Los dos chiquitos murieron ahogados. Isadora crey6 que no podria seguir viviendo, que todo habia terminado. Sin embargo, de al- ‘(in modo, se repuso. Destruida por dentro, se levant6 y siguié bailando. Durante la Primera Guerra volvié a hacer giras por América y Eu- ropa, aunque ya no tan exitosas como antes. Después de la guerra fue invitada a fun- dar una escuela de danza en Mosc. Alt co- nocié al poeta ruso Sergéi Esenin, diecisiete afios menor que ella. Se cas6, en contra de sus principios, solo para que le permitieran a Ese- nin entrar a Estados Unidos. Fue mala idea: era una época de feroz anticomunismo y los acusaron de espias rusos. Ofendida, Isadora se despidi6 de su pais para siempre y viaj6 con Esenin a Europa, Pero el poeta empez6 a sufrir crisis de locura violenta. Finalmente se volvi6 solo a la Unién Soviética, y all se suicidé. En los ailtimos afios de su vida, Isadora Duncan vivié como pudo en Niza, en la Re viera Francesa. Allf sufrié su ridiculo acciden- te fatal: el largo echarpe que levaba puesto se enredé en la rueda del auto en el que viajaba y muri6 estrangulada, Isadora Duncan vivié a su manera, bailé a su manera y pudo haber sido feliz. Le entreg6 al mundo la idea de que los suefios, el dolor, la alegria, la poesia, la vida y la muerte, todo, absolutamente todo, se puede bailar. Thomas Alva Edison Inventor norteamericano (1847-1931) No sabemos ni la millonésima parte del uno por ciento de nada. An (@stlo llamahan sus padres) empe- 26 la escuela a los siete afios en un pueblito de Estados Unidos. A los chicos que hacfan pre- ‘guntas, el maestro les pegaba. Al pobre Alva le pegaba mucho. Por hacer preguntas y por tonto. El maestro le io a la mamé que ese chico era incapaz de aprender nada. Lo cierto es que Alva tenfa un problema: ofa mal. Muchos afios después, cuando ya era el inventor mas famoso de la Tierra, dio algu- nna vez que la sordera lo ayudaba a concentrar- se. Puede ser: pero a esa edad era una carga pesada. Por suerte sus padres eran pobres, pero inteligentes y educados. A pesar de que tenia cuatro hijos para atender (ottos tres habian muetto), su mamé Nancy sacé al més chiquito de la escuela y le enseaé ella misma a leer y escribir. En cuanto pudo leer, Alva empez6 a devorar libros como si fueran caramelos. Cuando tenfa nueve afios, los padres le re- galaron un libro con experimentos cientificos. El chico se volvié loco de entusiasmo. Hizo todos los experimentos del libro y empezé a gastarse en la farmacia cada moneda que con- seguta, comprando productos quimicos. A los diez afios se construy6 un pequefio laboratorio ene s6tano de su casa. ‘Ales doce afios trabajaba vendiendo go- losinas y diarios en el tren. Uno de los diarios lo escribfa y lo imprimia él mismo. Durante la. parada larga en Detroit hacia experimentos en el laboratorio que habia instalado en un vagén de carga. Un dfa el tren arrancé de golpe, se volearon las probetas, el laboratorio se incen- dioy a Alva lo despidieron. Entonces sigui6 vendiendo diarios en las es- taciones de tren. Un dia el hijito de un jefe de estaci6n se cay6 en las vias. El tren se le venta encima, Alva se lanz6 a rescatarlo y lo salv6 de Ja muerte. El padre no sabia cémo agradecerle. Pero Alva sf sabia: le pidi6 que le ensefiara a ‘manejar el telégrafo. Bra un aparato que envia- boa sefiales a través de un cable, un mensaje por vex, en un c6digo de sefiales, de una estacién a otra. Durante toda su adolescencia, Alva fue telegrafista en varias ciudades de Estados Uni- dos y Canad. A los dieciséis afios era telegrafista noc- turno y tenfa que enviar la misma sefial una vvez por hora durante toda la noche. Alva se pasaba el dia trabajando en sus experimentos, tratando de mejorar el aparato del telégrafo. A la noche necesitaba dormis. Ast nacié su primer invento: un aparatito que enviaba las sefiales en forma automética. [Cuando su jefe lo encontré durmiendo casi lo despiden! Todo su dinero lo gastaba en materiales y en los libros de ciencia que no podta conse- guir en la biblioteca piblica. Al fin consiguié plata prestada, dej6 su trabajo y decidig de- dicar todo su tiempo y energia a sus inventos. Edison fracas6 muchisimas veces. Y cada vez aprendié de su fracaso. “Claro que consi- go resultados’, dijo una ver, “descubrf muchos miles de cosas que no funcionan’. El primer invento que trat6 de vender fue una maquina que servia para contar votos. Era demasiado buena: los politicos no querfan tener tan ré- pido el resultado de la votacién, necesitaban tiempo para negociar. Fue una gran leccién: desde entonces, Edison se dedicé primero a averiguar qué necesitaba la gente antes de tra- tar de inventarlo. Su siguiente invento fue una maquina para la Bolsa que le dio mucho més dinero del que calculaba. Edison nunca trabajé solo: no fue sola- mente un inventor sino también un empresa- rio. Desde chico ya les pagaba a otros chicos como él para que lo ayudaran. Siempre tuvo socios, gente que tenfa habilidades que a él le faltaban. Por ejemplo, Edison nunca fue muy bueno en mateméticas. Asi, con el dinero de su primer invento, asociado con expertos en ingenierfa y electricidad, inicié una empresa de la que saldrian muchas novedades, entre ellas, la moderna méquina de escribir. Antes de Edison escribir a méquina era més prolijo que escribir a mano... ipero mucho mis lento! A los veinticuatro afios se cas6 con una chica de dieciséis, con la que tuvo tres hijos. Pero él habia soiiado en compartirlo todo, y en su diario personal, un mes después del matrimonio, qued6 escrita su gran decep- ci6n: “iMi adorada esposa no es capaz de in- ventar nada!”. Como empresario, a Edison nunca le fue tan bien: no era bueno para administrar el di- nero. Tal vez gracias a eso invent6 tantas co- sas: sus empresas le daban pérdidas y tenfa que seguir creando novedades para ganar plata. Lleg6 a patentar més de mil inventos. Para no tentarse con gastos inétiles y no dis- traerse, decidié alejarse de las grandes ciudades. Con la ayuda de su padre y varios socios cons- truyé un tallerylaboratorio gigante en el campo, en un lugar llamado Menlo Park. ¥:contraté a cientificos, electricistas, operarios, para que tra- bajaran al mismo tiempo en muchos proyectos, Su idea era producir algo nuevo cada diez dias y fabricar inventos a pedido. iLleg6 a producir un: ‘nuevo invento cada cinco dias! Por algo lo llamaron “el mago de Menlo Park”. All fue donde Edison dijo hégase la luz y la luz eléctrica se hizo: invent6 la lam- parita. Pero también el sistema para llevar la Juz eléctrica a toda una ciudad, Alf invents el micr6fono, el fonégrafo, un primitivo teléfono y tantas otras méquinas y aparatos que cam- biaron la historia. Por ejemplo, Edison produjo las primeras peliculas de cine mudo. Su problema personal de sordera tuvo mu- cho que ver con muchas de sus biisquedas en aparatos de sonido. La mayoria de sus inventos no partieron de la nada, sino que fueron cam- bios y mejoras de aparatos que ya existian pero que todavia no'le servian a la gente. Edison tenia la genial capacidad de convertir ideas en resultados pricticos. Su invento més personal y més original fue el fonégrafo. Edison fue el primer hombre en sgrabar sonido y teproducirlo. Afios después es- tuvo a punto de ganar el Premio Nobel por su invenci6n. Pero se lo querfan dar compartido con uno de sus investigadores y en esas condi- ciones no lo acepté. ‘Su primera esposa suftié una grave enfer- medad cerebral y murié dejéndolo con tres chiquitos. A los treinta y nueve afios Edison se volvi6 a casar y tuvo otros tres hijos con su se- gunda mujer. Para entonces se habfa mudado de Menlo Park a otro laboratorio, més grande todavia, una verdadera fébrica de inventos. Mina, su segunda esposa, harta de luchar para que su marido volviera a dormir a casa, termi- 1n6 por prepararle una cama en un rincén de su cuarto de trabajo, porque le daba pena verlo dormido en el banco del laboratorio. Edison tenfa fama de ser muy terco. Cuando se enter6, siendo ya viejo, de que los adolescen- tes de su época cambiaban la velocidad del fo- négrafo para escuchar la misica més rpida, le cexigié al fabricante que incorporara un control para impedir el cambio de velocidad. Thomas Alva Edison muri6 a los ochenta y cuatro afios, cuando estaba trabajando en un experimento, Hoy su nombre es leyenda. Cuando Edison nacié, algunas ciudades esta- ban empezando a ifuminarse con luz de gas. Cuando murié, el mundo entero brillaba eléc- trico por las noches. Este hombre liberé a la humanidad, poniendo a su servicio al mas obe- diente de los esclavos: la electricidad. Préctica- mente no hay ningtin aparato eléctrico que no haya empezado con una de sus ideas. ‘Muchos dicen que el siglo veinte fue un in- vento de Edison. Albert Einstein Cientifico aleman (1879-1955) Si hubierasabido est, me habria dedicado a fabricar relojes En referencia a la bomba at6mica Aten Einstein fue un cientifico tan brillante que se transformé en un simbolo de Ia inteligencia humana. Sin embargo, su vida estuvo marcada por dos grandes dramas. Por una parte, tuvo su idea més genial a los dieciséis afios. Terminé de demostrarla an- tes de los cuarenta. Dedicé todo el resto de su vida a pensar otra y no se le ocurri6. Pero ademés, Binstein luché toda su vida por la paz: y sus investigaciones condujeron a la creacién. de la bomba atémica. Los Einstein eran una familia judia que vi- via en Ulm, una ciudad de Alemania, cuando nacié Albert. Enseguida se mudaron a Méinich. La mamé se afligia porque su hijo no aprendia a hablar. “No te preocupes, Albertito entiende todo’, le diria el papé y tenfa raz6n. Finalmente, a los tres afios, el chiquito empez6 a hablar nor- malmente. Albert tenta facilidad para las matematicas. Su mamé quiso que estudiara violin y fue bue- na idea: toda su vida Einstein encontrarfa con- suelo y alegria en la misica. El chico andaba siempre por el taller donde su padre y sus tios fabricaban aparatos eléctricos. Todo le intere- saba. Todo menos la escuela! Siempre sacaba malas notas, sobre todo en lengua y en cien- cias sociales. Pero sus tfos estahan encantados con él y ’stimulaban su interés por la ciencia. A los dote aiios, Albert habfa decidido dedi- carse a resolver el misterio del Universo como si fuera una adivinanza. Pocos afios después, su familia se mud6 a Milén. Albert fue a completar sus estudios en Suiza, ya que no le habia ido bien en el examen para entrar al Instituto Técnico de Minich, donde queria recibirse de ingeniero eléctrico. En Suiza, se recibié como profesor de Fisica ‘y Mateméticas. Y se enamoré de Mileva Maric, una compafiera de estudios. Consiguié salvarse del servicio militar por varices y pie plano. Pero mientras sus compafieros consegufan trabajo, ninguna universidad queria tomarlo a Binstein. Sus antecedentes como estudiante no eran muy impresionantes. Finalmente, consigui6 trabajo en una oficina de patentes y se cas6 con Mileva. Tavieron dos hijos varones. En el tiempo libre que le dejaba la oficina, Einstein se las arreglé para escribir y publicar importantisimos traba- jos sobre fisica te6rica. Entre otras cosas, empe- 26 a desarrollar un ensayo que habia escrito a Jos diecistis afios: la teorfa de la relatividad. Sus ideas cambiaron por completo la idea que el ser humano tenia hasta entonces del universo. Entre otras cosas, estableci6 la famo- sa formula E=me?. Significa que la energfa (E) es igual a la masa (mm) por la velocidad de la luz multiplicada por sf misma (c). Y demues- tra que de una pequefitsima cantidad de mate- ria se puede obtener una enorme cantidad de energfa. Con el. tiempo, esa idea servirfa para inventar la bomba at6mica. El pablico en general no lo conocfa, pero entre los fisicos ya se estaba haciendo famoso. Por fin consiguié un puesto en la Universidad de Zérich. Los més importantes cientfficos de Ia época empezaron a consultarlo. No todo lo que parece bueno resulta bue- no: la Universidad de Berlin le dio trabajo co- mo investigador en 1914. Pero su mujer y los chicos estaban de vacaciones en Suiza cuando estall6 la Primera Guerra Mundial. La familia qued6 separada por varios afios y tal ver fue una de las causas del divorcio. Einstein se ca- 6 después con su prima Elsa, que no entendia nada de fisica pero lo queria y lo admiraba mucho y le organiz6 la vida para que pudiera trabajar tranquilo. Einstein odiaba la guerra y criticaba a todos Jos que estaban a favor. Mientras seguia inves- tigando, empez6 a participar en movimientos por la paz. Cuando tenfa treinta y siete afios publicé completa y terminada su Teoria Gene- ral de la Relatividad. Era una explicacién del Universo como nunca antes se habia entendi- do hasta ese momento. La fama universal legs de pronto, en 1919, cxiando todo lo que Binstein habfa dicho se de- mostr6 en la préctica durante un eclipse de Sol. La Teoria de la Relatividad era demasiado complicada para el piblico, pero los cientifi cos estaban tan asombrados y admirados que Einstein fue aclamado en el mundo entero co- ‘mo el hombre més genial de la Tierra. Sin embargo, en Berlin habia empezado a surgir el nazismo, que lo acus6 ridiculamente de hacer fisica *judia y comunista”. Tal vez esto lo decidi6 por la causa sionista:el Estado de Israel no existia y, como Einstein, muchos judios en el mundo pensaban que era necesario fundarlo. Como sionista y pacifista, estaba incémo- do en Alemania. Einstein empez6 a viajar por todo el mundo dando conferencias, aclamado por el piblico. Solfa llegar en tren, en el vagén de tercera, con un traje arrugado, siempre des- peinado y su violin debajo del brazo. En 1921, en Shangéi, le avisaron que habia ganado el Premio Nobel de Fisica. Siguieton los viajes y las presentaciones pé- blicas. Einstein trataba de convencer al mundo de que la paz era posible y necesaria. Pero el mundo no lo escuchaba. En cambio, todas las universidades querfan retenerlo como inves- tigador. iPensar que tan pocos afios atrés no podfa conseguir trabajo! Finalmente, acept6 quedarse 1a mitad del afio en la Universidad de Princeton, en Estados Unidos. La otra mi- tad seguiria en Miinich. Solo que en 1933 los nazis ganaron las elecciones en Alemania, y Einstein ya no pudo volver a su pais. Entretanto, seguia investigando y trabajando en el suefio de su vida: una teorfa que sirviera para entender todo el funcionamiento del Uni- verso. La llam6 la “Teoria del campo unificado” ¥y todo el resto de su vida intent6 demostrar que era posible, sin conseguirlo, Pero més tremendo debe haber sido para 4,, que habia luchado siempre por la paz mun- dial, descubrir que ahora la guerra le parecia necesaria. Einstein tuvo que renunciar a su ideal y salié a decirle al mundo que habfa que armarse y luchar contra Hitler y contra la Alemania nazi. En esa €poca varios cientificos se dieron cuenta de que era posible inventar la bomba atémica. Aunque Einstein nunca participé’ en el proyecto, en 1939, el afio en que empezé la Segunda Guerra Mundial, le escribié una carta al presidente de Estados Unidos y le dio la idea. ‘Sin embargo, Einstein se sintié horroriza- do cuando Estados Unidos arrojé la bomba atémica sobre Hiroshima y Nagasaki, en una demostracién de poder que ya no hacfa falta para ganar la guerra. Con otros cientificos de fama mundial, se dedicé a luchar para que ja- més la humanidad volviera a usar armas at6- micas contra s{ misma. Einstein muri en 1955, en Estados Unidos. En su escritorio se encontr6 un discurso sin terminar para el Dia de la Independencia de Israel. Decia, entre otras cosas: “Todo lo que busco es poner mi modesta capacidad al ser- vicio de la verdad y la justicia, a riesgo de no complacer a nadie”. De acuerdo con su tiltima voluntad, su cuerpo fue cremado y sus cenizas esparcidas al viento. Einstein fue un genio extraordinario que cambié para siempre el conocimiento cientf- fico, con una nueva mirada sobre el Universo. Su gran ambicién fue cambiar también el im- pulso de autodestruccién humana. Y tal vez se propuso demasiado. Galileo Galilei Astrénomo italiano (1564-1642) El Universo es um libro abierto, escrito eel lenguaje de las matematias L. arcos europeos habfan dado la vuelta alrededor del mundo para volver al puerto de partida: ya nadie crefa que la Tierra fuera plana. Pero esa Tierra redonda, colgada en el espacio, estaba inmévil por decreto. Era el centro absoluto del Universo. El Sol y las es- trellas giraban a su alrededor. Y quien se atre- viera a discutilo simplemente iba preso. El joven Galileo Galilei se atrevia a todo. Habia nacido hacia el fin del Renacimiento, cuando Europa redescubria el pensamiento de los antiguos griegos. Era una época de re- beldfas. El padre de Galileo fue un hombre inteligente y culto, humanista, matemético y también un mésico famoso, que se rebeld contra la construccién rigida de la misica me- dieval y buse6 nuevos caminos. Quiso que su hijo Galileo, nacido en Pisa, estudiara Medici- na en la universidad. ‘A Galileo le interesaba la fisica. Un dia vio cémo oscilaba una Kimpara en la catedral. ¥ tu- vo una idea. Corrié a su casa y empez6 a probar qué pasaba si ataba bolitas de plomo a hilos de distinto largo y las hacia oscar. Se dio cuenta de que el tiempo que la bolita tardaba en ir y volver dependia solamente del largo del hi- lo, y no importaba su peso 0 su tamafio. Esas observaciones se iban a usar més tarde: para inventar el reloj de péndulo. Galileo no queria ser médico: cambié de carrera y estudié fisica y matemética. A los veinticinco afios lo nombraron profesor de Ma- tematica en la Universidad de Pisa. Rebelde en todo, se negaba a ponerse la ropa académica porque le molestaba para trabajar. Tuvo que pagar varias multas por no llevar el uniforme y al fin lo despidieron. Pero la Universidad de Padua estaba ansio- sa por contar con un profesor que ya empezaba a ser famoso. Galileo investigaba las leyes del movimiento, haciendo nuevos descubrimien- tos. En esa época conocié a la bella veneciana Marina Gamboa, que serfa su mujer durante diez afios, y la madre de sus tres hijos. Galileo tenfa muchos amigos y era muy apreciado entre los intelectuales y los cient ficos de todas las ciudades italianas. Era ca- riffoso con sus hermanos, a los que ayudaba econémicamente todo lo que podfa. Pero también tenia enemigos. Una parte de la ciencia de la época negaba que el cono- cimiento estuviera en la observaci6n y la ex- periencia. Crefan que Arist6teles, el antiguo filésofo griego, ya lo habia descubierto todo, y que un verdadero cientifico tenfa que limitarse a repetir sus palabras sin discutirlas. Galileo, en cambio, sabia que la gran ensefianza de Arristételes no eran sus palabras, sino su for- ma de pensar el mundo. Para él, el papel de la ciencia era mirar, entender, reflexionar, expe- rimentar, establecer leyes que no fueran into- cables y sagradas, sino que estuvieran abiertas a nuevas discusiones. Hacia 1610, Galileo escuché una fascinan- te novedad: usando una lente c6neava y otra convexa, un holandés habia inventado un tubo que servia para ver de cerca lo que estaba les. Inmediatamente trat6 de poner en préctica la novedad y lo consiguié. El duque de Toscana se puso tan contento con ese invento titil para Ja guerra que lo nombré su Gran Matematico, con un sueldo maravilloso que le permitia de- dicarse por completo a sus investigaciones. Pero Galileo no se conformaba con usar el telescopio para observar al ejército enemigo: lo levanté hacia el cielo y comenzé a hacer descu- Drimientos increibles. Vio las montafias de la Luna y pudo sefialérselas a quien dudara de su existencia, demostrando que la Luna era un cuerpo celeste como Ia Tierra. Descubrié los satélites de Jépiter. Se dio cuenta de que la Via Léctea no era una niebla blanquecina, sino un montén de lejanas estrellas que no se distinguian a simple vista. Descubrié las man- chas solares. Y observé que el planeta Venus se agrandaba y se achicaba cada dfa como la Luna, es decir, tenfa fases. Sus observaciones lo levaron a sostener una teorfa que ya habia tratado de demostrar Copérnico, con menos elementos de prueba. Galileo Galilei empez6 a afirmar que el Sol era el centro del sistema, que la Tierra y los de- és planetas giraban a su alrededor. iEso era un escéndalo! iContradecia las palabras de la Biblia! Y ademas ese tal Galilei no era, pre- cisamente, prudente, se divertia poniendo en ridiculo a los que se oponfan a sus ideas: con sus razonamientos impecables los hacia que- dar como tontos. Hay que recordar que en esa época la Bi- blia se entendia al pie de la letra, y se crefa palabra por palabra en lugar de interpretarse simbélicamente como ahora. Galileo nunca se ppuso en contra de la fe, sino que opinaba que los campos de la religion y de la ciencia debian estar separados. Debia darse libertad al pensa- miento para investigar, sin que eso pusiera en. duda la existencia de Dios. Muchos personajes importantes de la Iglesia estaban de acuerdo con él, entre ellos un cardenal que después se- rfa papa. Peto la Inquisici6n prohibi6 desde Roma la ‘obra de Copémnico y mandé a quemar todos sus libros por afirmar que la Tierra se movia al- rededor del Sol. Esto sucedi6 en 1616. Galileo comenz6 a tener problemas y tuvo que afron- tar un juicio. Fue acusado de hereje, aunque no lo condenaron. Solo le prohibieron seguir sosteniendo sus teorfas y le propusieron dedi- carse a cuestiones menos peligrosas. Sin embargo, cuando su amigo cardenal se convirti6 en papa, Galileo pens6 que habfa lle- gado el momento de defender sus ideas. Y con permiso oficial de la Iglesia, a los cincuenta y ‘ocho afios, publicé sus Didlogos, un libro en el que demostraba las teorias de Copémnico y re- sumia sus observaciones astrondmicas. Estaba escrito en forma de diélogo, y algdin enemigo de Galileo convencié al Papa de-que el perso- naje Simplicio, que quedaba en el libro como un tonto, estaba inspirado en él. Lo cierto es que esta vez Galileo Galilei fue condenado por el tribunal del Santo Oficio, la temible Inquisicién. Los ejemplares de su libro fueron quemados. La sentencia fue leida pa- blicamente en las universidades. A cambio de aque le perdonaran a vida, ese hombre de mas de sesenta afios tuvo que desmentirse pibli- camente, de rodillas, afirmando aquello que no crefa ni creeria jamas: “Yo, Galileo Galilei, abandono la falsa opinién de que el Sol es el centro del Universo, esta inmévil y la Tierra se mueve a su alrededor. Abjuro, maldigo y detesto los mencionados errores”. Lo habfan obligado a admitir que la Tierra no se movia. Pero cuenta la leyenda que, cuando se puso de pie, el anciano dijo en voz muy baja: “Y sin embargo, se mueve”. Galileo no fue a prisi6n, pero tuvo que cumplir arresto en su casa hasta el dia de su muerte. Acompafiado por sus discipulos, se las arregl6, sin embargo, para escribir su tlti- mo libro y enviarlo secretamente a Holanda, donde fue publicado. En los tiltimos afios esos ojos que habfan mirado por primera vez las es- trellas a través de un telescopio se quedaron ciegos. Murié respetado y admirado por todos los cientificos y las mentes libres de su época, incluyendo a muchos sacerdotes. En el afio 1992, la Iglesia Catélica, a tra- vvés del papa Juan Pablo 1, reconocié su error y pidi6 perdén al mundo por haber intentado silenciar el pensamiento inteligente y sabio de Galileo Galilei, que logré abrirse paso a pesar de todas las condenas. Carlos Gardel Cantante, argentino por eleccién (1890-1935) Yo he nacido en Buenos Aires. alos dos aos y medio, “ Gore cada dfa canta mejor’, di- cen los argentinos. ¥ dicen tantas cosas de su maximo idolo, y tan distintas unas de otras, que la verdadera historia de Carlos Gardel es un misterid. Es que el mismo Carlitos, el mo- ocho del Abasto, se divertia confundiendo a los periodistas con datos tan confusos como la frase con la que empieza esta biografia. Eso sf: a la hora de escribir su testamen- to, Gardel no se anduvo con tantas vueltas. Escribi6 de su pufio y letra que era francés, nacido en Toulouse en 1890 y su verdadero nombre era Charles Romuald Gardés. Que su mamé se lamaba Bérthe y Gnicamente a ella le dejaba todo lo que tenfa. Que no tenia ningtin hijo y ninguna deuda y que perdonaba a todos sus deudores. Igual hay quien sigue’diciendo que naci6 en Uruguay, en Tacuarembé, Y otros tienen pruebas de que naci6 en Buenos Aires. Es que a Carlitos cada uno lo quiere para su tierra Su mamé, dofia Berta, era una francesita que se vino a Buenos Aires con ilusiones y na- da més. Haba tenido un hijo sin casarse y se las tenia que arreglar como podia para man- tenerlo y mandarlo a la escuela trabajando de planchadora. Hasta segundo afio del secunda- rio consiguié darle a su Carlitos, y cusnto ha- bré tenido que planchar para lograrlo. “El francesito”, como lo llamaban en el ba- trio, se crié en la calle. Si vamos a los papeles, encontramas algunos datos de los que nadie duda. Por ejemplo, varias entradas en la Poli- cfa, cuando todavia era un chiquito. Y algiin pedido de paradero en la comisarfa cuando era adolescente, lo que quiere decir que mas de tuna ver desapareci6 de su casa por varios dias, dandole unos buenos sustos a su mamé. Por algo los tangos que eligié para cantar hablan todo el tiempo de la vieja con tanto carifio y tanto arrepentimiento. Siempre andaba dando vueltas por los tea- tos, el francesito. Era loco por la 6pera y mas de una ver trabaj6 ayudando a los utileros con tal de que lo dejaran ver los espectéculos. ‘Ab, quin pudiera cantar como el gran Caruso, el famosisimo tenor italiano! Mientras tanto, él cantaba en el coro de la escuela y muy bien. Siempre con buenas no- tas en todas las materias, y malas notas en conducta. De a poco su vor empez6 a hacerse conocida en ese barrio bravo, el del Mercado de Abasto. Ahora lo llamaban para cantar en las reuniones politicas, en las fiestas de quince. El pibe cantaba canciones criollas: valsecitos, zambas, chacareras. También era payador. Ya en esa época lo empezaron a llamar ast: “el Zorzal Criollo”. Tenia veintitrés afios cuando un dfa un tal Razzano, el Oriental (por ser uruguayo), lo desafié en ptblico. Sostuvieron una tenida en tuna casa de la calle Guardia Vieja, donde can- taron los dos ante un tribunal de treinta per- sonas. B] resultado fue una amistad para toda la vida y el exitoso déio Gardel-Razzano, que dejé grabadas tantas canciones criollas. Cantaban en un modesto local de barrio cuando una noche los invitaron a seguir la fa- rma en el Armenonville, el més lujoso cabaret de entonces. iY qué lujo! Epocas eran aquellas, en que la Argentina era el cuarto pafs més ti- co del mundo. Fue tan espectacular el éxito, que los nifios bien del cabaret los Ilevaron en andas por la calle y el empresario los contrat allf mismo. Cuando Gardel escuché cufnto le ofrecfan, le dijo a su amigo en voz baja: “IPor esa plata, yo ademas de cantar le lavo los pla- tos!", Esa noche migica fue el comienzo de la fama y la fortuna. Pero todavia faltaba lo principal: Gardel tenfa veintisiete afios y ya era un cantante co- nocido cuando se encontré con el tango. Y el tango lo encontré a él. Hasta entonces el tango era una miisica rea, que bailaba la gente del pueblo, un po- ‘co como es ahora la miisica bailantera. Pero era misica sola, recién estaban apareciendo las primeras letras. Un tal Contursi andaba cantando (bastante mal) una letra que habfa inventado para un tango. Gardel la escuchd y la quiso cantar, pero Razzano no estaba de acuerdo, porque estaba escrita con mucho lun- fardo. Ahora que estaban entrando en lugares de gente rica, pensaba él, les convenfa cantar ‘cosas més decentes. Gardel no le hizo caso y cantando como so- lista grab6 por primera vez “Mi noche triste”. Y asf empez6 para siempre lo que se llamé el “tango-cancién” de Buenos Aires. En ese mismo afio Gardel actué en la pri- mera pelicula muda del cine argentino: Flor de durazno. Allf se ve al flamante actor més an- cho que alto: apenas un metro setenta y ciento dieciocho kilos de peso. El mismo Carlitos se dio cuenta de que ast no tenfa pinta de galén y luchando contra su buen apetito, a fuerza de gimnasia y bafios turcos, consiguié bajar cua- renta kilos para llegar a ser el buen mozo que todos conocemos. Toda su vida tuvo que lu- char con la aguja de la balanza, que al menor descuido se le iba para arriba. Bl primer tango-cancién habfa tenido tanto éxito que ahora habia montones de letristas y compositores que se dedicaban a la novedad. Razzano tenfa un problema grave en la garganta y cada ver més seguido se escuchaba solamente Ja vor de Carlitos. Gardel cantaba para todo el ‘mundo. Se presentaba tanto en los teatros po- pulares como en las salas privadas de los ricos. Siempre muy profesional, trataba de enriquecet su interpretacién con elementos de la miisica li- rica'y estudiando con maestros de canto, Entretanto, la tinica mujer segura en la vi- da de Gardel era su mamé, dofia Berta. Se dice que fue por una mujer el episodio confuso que casi le cuesta la vida en 1915, cuando un desco- nocido le peg6 un tio y la bala le qued6 alojada para siempre en un pulmén. Pero de Garde! se dicen tantas cosas... Tavo su novia oficial, Isa- bel del Valle, durante muchos afios, pero en sus cartas les pide a sus amigos que lo libren del “problema Isabel”, ‘Una famosa millonaria norteamericana de cierta edad le financi6 las peliculas que se fil- maron en Paris. Pero no hay que hacer caso de las malas lenguas, porque la sefiora y su marido hicieron muy buen negocio invirtien- do en esas peliculas, que tuvieron enorme éxito en todos los pafses de habla hispana. Los empresarios querfan que Gardel fuera internacional, que cantara tangos también en inglés o en francés. Después de varias pruebas, Carlitos dijo que no: cémo iba-a cantar lo que no sentfa, justo él, que era todo sentimiento. Se cuenta que una vez, cantando un tango con bronca, se posesioné tanto que rompié una si- lla en el escenario. Gardel y el tango ya eran conocidos en el mundo entero y el morocho del Abasto viajaba por todas partes haciendo delirar multitudes Cuando volvfa 2 su tierra querida, no dejaba de visitar uno de sus lugares preferidos: el hi- pédromo. Carlitos era tan burrero como sus tangos. Y a la hora de comer, nada le gustaba tanto como un buen puchero en El Tropezén. En 1935, en una gira por América Latina, saliendo de la ciudad de Medellin, en Colom- bia, el avién en el que viajaba choc6 con otto. Gardel tenfa cuarenta y cinco afios y murié... para volver a nacer. Porque después de su muerte, su fama inmensa crecié todavia més. Su nombre pas6 al idioma. “Ser Gardel” para ‘un argentino quiere decir ser lo mejor y mas extraordinario en lo que sea. Y su voz maravi- llosa esté alli, canténdonos igual que siempre. Por algo le decimos “el Mudo”, Por algo deci- mos que el Mudo cada vez canta mejor. Vincent van Gogh Pintor holandés (1853-1890) Suefio que estoy pintando 1 después pinto mi suo. CS Sus dirfa Vincent van Gogh si viera Sus cuadi6s de girasoles, su casa amarilla, sus paisajes que flamean como fogatas reproduci- dos en posters y colgados de adorno por todas partes? Quién sabe si le gustarfa... En los treintay siete afios de su corta vida, Van Gogh no consiguié vender més que un solo cuadro. Y siempre se sintié una pesada carga para su hermano Theo, que lo queria, lo admiraba y lo ayudaba a mantenerse. (A. través de las setecientas cartas que se eseribie- ron conocemos con detalle su vida, sus ideas y sus suefios) Pero, por otra parte, Van Gogh pintaba con furia, con pasin, con ganas de cambiar el mundo a través de la pintura. No crefa que un cuadro fuera solamente un ador- no bonito. Su padre era pastor protestante en Holan- da, Vincent fue el mayor de seis hermanos. Se cri6 en un pueblito. Siempre amé la naturaleza y le gustaba dar largos paseos por el campo. También le interesaba el arte. A los dieci- séis afios entré a trabajar como aprendiz en una galeria de arte en La Haya, en la que un tio era socio. El trabajo lo ponfa en contacto ccon los artistas y eso lo hacia feliz. Aunque su forma de ser ya empezaba a traerle problemas. Vincent era un rebelde y algunos negocios que se hacfan con el arte lo indignaban. Como encargado de la galerfa, fue envia- do a las sucursales de Francia y de Inglaterra. En Londres, a los veintitrés afios, se enamord de la hija la de duefia de la casa donde vivia. ‘Su amor era tan apasionado como todo lo que Vincent hacia y deseaba. Cuando fue recha- zado, cayé en una depresi6n grave. En 1876 lo despidieron de la galerfa de arte. A todo esto, en los iiltimos afios, habfa cre- cido en Vincent un gran sentimiento religioso. Querfa ser pastor protestante como su padre. Cuando se recuperé de su pena de amor pens6 que ese era el momento més adecuado para volcarse al amor a Dios y transmitirlo. Vincent ingres6 en la Iglesia evangélica, estudié, se preparé y fue enviado a prueba co- mo misionero a una regién de Bélgica donde Jos mineros vivian en la més terrible miseria. cca EI muchacho empez6 a convivir con ellos, y pronto sintié que solamente dindoles todo lo que tenta poda llevarles la palabra de Dios con la conciencia tranquila. Cuando sus superiores cn la Iglesia fueron a controlar lo que estaba haciendo, se lo encontraron viviendo en una choza miserable, vestido con harapos, alimen- téndose con lo imprescindible para no morir- se de hambre. ¥ lo echaron inmediatamente, porque consideraron su conducta inaceptable. El pobre Vincent se sentia fracasado. Estaba desesperado y no sabfa qué hacer. Otra vez te- nnfa.que empezar de nuevo. Entonces descubrié una manera de expresar todo lo que le pasaba: sus sentimientos religiosos, su opinién sobre el mundo, la intensidad de sus pasiones. Esa forma de expresién era el arte, la pintura. No era la primera vez que intentaba dibujar o pintar, pero ahora se dedicarfa a hacerlo con todas las fuer- zas de su cuerpo, de su mente, de su voluntad. ‘Asi empezaron los diez afios que durarfa to- da la historia artistica de Van Gogh. Empezd a pintar en Holanda. Pintaba sobre todo cam- pesinos trabajando o el interior sombrio de las cabatias donde vivian. Querfa expresar a tra- ‘vés de sus pinturas tan oscuras su vida triste y dura, la relaci6n con la tierra. Después decidis ir a Paris, donde estaba su hermano Theo. Alf el mundo del arte es- taba en plena revolucién. Un grupo de pinto- res se habia rebelado contra las viejas reglas. Proponfan pintar la luz y el color tal como se vefan en la naturaleza, tratando de captar una impresi6n visual. Por eso se los llamaba “impresionistas”. ‘A Vincent esas nuevas posihilidades lo des- lumbraron. Conocer a los impresionistas cam- bié completamente su forma de pintar y de ver el mundo, Sus cuadros se hicieron mas claros, mis brillantes. En cambio, no le gustaba la vida de la gran ciudad. Y decidi6 ise a Arles, en el sur de Francia. Otra vez en contacto con la tierra, los campesinos, los sembrados, empez6 a pin- tar maravillosos paisajes enos de luz. Pintaba y pintaba sin parar; terminaba casi un cuadro por dia. Vincent sofiaba con una comunidad de pintores impresionistas en Arles. Para eso al- quilé la Casa Amarilla, que aparece en tantas de sus pinturas y serfa, luego, tan famosa, Pero de todos los amigos a los que invit6, solo Gau- guin acept6 el experimento. El resultado fue desastroso. Gauguin y Van Gogh estaban de acuerdo en ciertas cuestiones artfsticas, pero convivir se les hacia imposible. Se peleaban constantemente. Una Nochebuena, después de una discusi6n muy grande, Van Gogh tuvo su primer ataque de locura y se corté la oreja, La locura es terrible, no tiene nada de ar- tistico ni de creativo. Cuando se repitieron los ataques, Vincent buscé ayuda en un hospital psiquitrico, donde segufa pintando en los mo- mentos en que se sentia mejor. Para ese entonces, su hermano Theo ya se habia casado. Cuando sali6 del hospital de Saint Rémy, Vincent pas6 por Paris a visitarlo y después se instalé en un pueblo de las afue- ras, donde lo trataba un médico amigo, que también era pintor. Van Gogh se sentia un fracasado. Nadie se interesaba en sus cuadros, pero él no queria ni podia hacer otra cosa que pintar. Segufa dependiendo de su hermano y, sobre todo, la enfermedad lo acosaba. Al fin, en. un momento de desesperacién, se quit6 la vida. Theo murié seis meses después. Si hubiera vivido veinte afios més, habria conocido el éxito yla gloria. Cualquiera de esas pinturas, por las que el almacenero no acepta- ba fiarle el azticar, hoy valen muchos millones. Con su trabajo, al que le entreg6 toda su vida, ‘Vincent van Gogh hizo de este mundo un lu- gar mejor y més hermoso. Cecilia Grierson Médica argentina (1859-1934) Motivos tan poderosos como leyes imposibiltan ‘alas mujeres concurrira clases. L sefiorita Grierson odiaba el piano. “Una hora perdida’, se decta, cada vez que la obligaban a practicar. Los que tenfan que escu- charla la pasaban todavia peor. {Qué mal toca- ba el piano esa muchacha! En cambio, haba que verla en la estancia de sus padres en Entre Rios, rodeada de chi- os, jugando a la maestra. En ese papel sf que se sentia cémoda. Tan e6moda que a los doce afios Cecilia re- cibi6 su nombramiento oficial como maestra de escuela rural. Hoy puede parecer extrafio, pero en ese entonces, en Entre Rios, la mayor par- te de la poblacién era analfabeta. No resulta- ba facil para el Gobierno encontrar gente que ” supiera leer y escribir y estuviera dispuesta a ensefiar. EI papa de Cecilia habia muerto. La mamé, cargada de hijos, pasaba por una situacién econémica muy mala, Cecilia sabfa enseftar y le gustaba. A los doce afios no podian nom- brarla directora. De modo que la escuela fue la estancia misma y la directora fue su mamé, aunque de hecho la que se ocupaba de todo era la chiquita. Asi, con los dos sueldos, ganaban ara mantener a la familia. Asombrosamente, Ja escuela funcioné muy bien. Pero en cuanto fue un poco més grande, Cecilia tuvo conciencia de lo mucho que le faltaba para ser una maestra con todas las de lalley. ¥ decidis ingresar a la Escuela Normal, que recién empezaba a existir. Ella misma Cuenta que para entonces sabia tres idiomas, pero no mucho castellano y tenfa muy mala ortografia. Como era descendiente de irlande- ses y escoceses, sus padres le habfan ensefiado a leer y escribir en inglés, Cuando se recibid, tres afios més tarde, Sarmiento, que era presidente de la reptblica, lanombré directora de una escuela y pi@fesora de la misma Escuela Normal, atinque todavia no habfa cumplido los dieciocho afios. Otra vez hay que entender qué dificil era encontrar maestros: cuando Cecilia dio examen para en- trar en la Escuela Normal, se habfan presenta- do solamente diez chicas. Muy pronto, Cecilia tuvo que renunciar alos dos cargos y conseguir un empleo como maestra nocturna: st. madre habfa muerto y ahora tenia ‘que hacerse cargo de sus hermanitos. Haciendo de mama de dia y trabajando a la noche para mantenerlos, los afios siguientes gasaron tan ré- jos que ni tiempo hubo de contarlos. aru Escuela Normal, Celia se habia hecho ‘una gran amiga: Amelia Kenig. Ahora su amiga estaba muy enferma. Los médicos no encontr ban la forma de curatla, Si ella misma fuera dica, pensaba Cecilia, quizés podria descubrir cémo salvarla. Tenfa veintitrés afios cuando tra- 16 de inscribirse en la Facultad de Medicina, — Por cierto, no fue sencillo, Cecilia tenta una yentaja: antes que ella, otra jovencita habia Iuchado én los tribunales para que la dejaran estudiar Farmacia, y habfa ganado el juicio. Ahora el Decano fue ms prudente. Se limit6 a informarle a Cecilia que no podta in- sresar porque no sabia latin. Claro, el latin se ensefiaba solamente en el Colegio Nacional, adonde iban solamente varones. : Pero a Cecilia no la iban a parar tan fécil. Exigié que la inscribieran como condicional y se puso a estudiar latin: dos afios después pre~ sentaba los certificados. : Por supuesto, era la dinica estudiante mujer. Tanto que hasta a los dos afios no volvié a ano- tarse otra, A Cecilia no le importaba que los estudiantes y los profesores la miraran con des- confianza. Ella seguia adelante sin hacer caso de tonterfas. A los dos afios se habia ganado el respeto de todo el mundo y la nombraron ayu- dante de una materia de la carrera Pronto se dio cuenta de que las enfermeras eran pobres mujeres que hacfan lo que podtan, pero no tenfan ningiin conocimiento. Cecilia era maestra de alma y, antes todavia de réci- birse, fund6 la primera Escuela de Enfermeras del pats. Ese afio la terrible epidemia de fiebre amari- lla se desaté en la ciudad. Cecilia enfrent6 va- lientemente la enfermedad, como practicante en el hospital donde se aislaba a los enfermos. Por fin, a los treinta afios, consiguis recibir se de médica. Lamentablemente, el titulo uni versitatio no le sirvi6 para salvarle la vida a su querida amiga Amelia, que murié pocos afios después. En cambio, la Repiblica Argentina tenia por fin a su primera médica. Pero si hoy Cecilia Grierson es parte de este libro, no fue solo por la relativa hazafia de ha- ber estudiado medicina cuando ninguna otra mujer lo hacta. Tal vez por ser mujer, Cecilia empez6 a prestar atencién a muchos aspectos de la me- dicina que sus colegas no tenfan en cuenta. Por ejemplo, a la kinesiologia: como una mé- dica de avanzada, fue de los primeros en darse cuenta de la importancia que la gimnasia y los ‘masajes tenfan en el tratamiento de los enfer- ‘mos. Siempre siguiendo su vocacién docente, fue ella la que inicis la primera Escuela de Ki- nesioterapia. ‘También se interes6 en el tema de los prime- 10s auxilios, sobre todo en casos de accidente y de guerra. Adelanténdose a lo que hoy ha- cen los paramédicos, Grierson insistié en que Jos enfermeros debian tener més conocimien- tos médicos, para responder con eficacia en el momento del accidente. Tuvo que aprender mucho de cuestiones militares para dedicar un capitulo de su libro Primeros auaxilios en casos de accidente a lo que tiene que hacer los enferme- 10s durante una batalla, El Gobierno se dio cuenta de que una mu- jer tan emprendedora merecfa apoyo, y varias veces fue enviada Grierson a Buropa para en- terarse de los dltimos adelantos cientificos. De allt trajo la idea, que en ese entonces provocé gran revuelo, de que a los chicos hospitalizados habia que darles juguetes y tratar de mantenerlos en un ambiente célido y alegre. Hasta entonces los juguetes se con- sideraban antihigiénicos. Ademés, Grierson funds la primera Escuela de Sordomudos y el primer Instituto para Ciegos. En Londres fue nombrada vicepresidenta del Congreso Inter- nacional de Mujeres. Y fund6 y sostuvo en la ‘Argentina el primer gabinete psicopedagégi- co que existié en el pats. Pero su enorme voluntad no pudo con to- dos los prejuicios de la época. Cuando Grierson quiso ensefiar obstetricia a las parteras en la Facultad de Medicina, el consejo de profesores prefirié no darle el cargo a nadie y dejarlo va- cante antes que nombrar profesora uiversta- ria a una mujer. Tampoco aceptaron nombrarla jefa de sala ni mucho menos directora de un hospital. Cecilia Grierson murié a los setenta y cua- tro aos. En 1934 habia diez mil quinientos médicos en el pats, de los cuales solamente cien eran mujeres. Hoy, més de la mitad de Jos estudiantes que se inscriben en la Facul- tad de Medicina son mujeres. La Escuela de Enfermeras “Cecilia Grierson” sigue forman- do enfermeras diplomadas. La kinesiologia, la accidentologia, la psicologia como parte inse- parable del arte de curar, todas esas materias que en su momento fueron casi “inventos" de la Grierson, se consideran imprescindibles en la medicina actual. Cecilia Grierson no fue solo la primera mé- dica mujer de la Argentina, sino que luché to- da su vida por colocar nuestra medicina entre las mas avanzadas del mundo. Salvador Mazza Médico argentino (1886-1946) La enfermedad de Chagas no se apagard jamas mientras cexista el rancho de paja y adobe. A principios del siglo xx estaba cam- biando la cara del pats. Pasaban cosas que indig- naban a cierta gente. Como que se recibiera de ‘médico el hijo de una pobre inmigrantesiciliana, hhuérfano de padre desde los tres afios. La mam4 del Dr. Mazza vivia en Rauch, iy qué orgullosa estaba cuando se recibié su hijo Salvador! Desde su primera investigacién, con la que obtuvo su titulo de doctor, Salvador demostré que estaba dispuesto a escuchar, ver y enten- der lo que otros médicos habian pasado por alto. La ciencia médica consideraba que las pic caduras de arafia no enfermaban a nadie. Los pobres ignorantes se enfermaban por creer en 80 leyendas. Salvador reuni6 durante tres afios ca- sos de picaduras. Escuché lo que deca la gente de campo allé en Rauch. Les prest6 atencin. Los curé. Y descubrié que una misma arafia puede ser muy venenosa en cierta época del afio y casi inofensiva en otras. Lo apasionaba la investigacién. Hacfa muy poco que Louis Pasteur habia descubierto la relacién entre los microbios y las enferme- dades. El Dr. Mazza no sacaba los ojos del microscopio. Era un excelente bacteriélogo. Tanto, que el Gobierno le encarg6 organizar cn la isla Martin Garefa un laboratorio para evitar que entraran enfermedades contagio- sas al pais. Los barcos se detenfan en la isla. Y el Dr. Mazza con sus ayudantes analizaban la materia fecal de todos los inmigrantes que legaban desde paises donde habia célera. Por esa época visitaba la Argentina un cientifico brasilero, el Dr. Chagas, que crefa haber descubierto una enfermedad nueva. Sin duda, habia encontrado un nuevo pardsito, que se alojaba en el coraz6n de los enfermos y al que lamé “tripanosoma’. Pero mucha gente pensaba que esos jévenes bacteridlogos, entusiasmados con la novedad de los gérme- nes patégenos, estaban descubriendo bichitos nuevos todas los dfas. Pronto se comprobé que el Dr. Chagas se habia equivocado al describir los sintomas de la supuesta enfermedad, y ya nadie crey6 en ese ridiculo invento: el Mal de Chagas no existia. ‘Sin embargo, el Dr. Mazza se habfa hecho muy amigo del brasilero y estaba seriamente interesado en el tema. El también habia encon- trado tripanosomas en el corazén de muchos pacientes muertos por problemas del corazén, generalmente gente pobre que venta del campo, sobre todo de las provincias del norte. ‘Seria pura casualidad? Tenia apenas treinta afios cuando fue nom- brado profesor de Bacteriologia en la Facultad. ‘También fue jefe del Laboratorio del Hospital de Clinicas. La Universidad lo envié a Europa, donde visité los centros cientificos més impor- tantes del mundo. Estuvo también en Africa, en Argelia y en Tiines, y alli se hizo muy ami- go de un genial médico francés, El Dr. Nicolle, premio Nobel de medicina, no solo era bacte- ridlogo: también era especialista en insectos. Mazza se cas6 con una hija de italianos, co- mo él, que se llamaba Clorinda. La chica tenia una gran edmiraci6n por la tarea de su marido y lo ayudé con todas sus fuerzas. El matrimo- nio no tuvo hijos. A la vuelta de sus viajes, el Dr. Mazza sigui6 investigando la cuestién del Mal de Chagas. Cada vez estaba mas convencido de que el bra- silero tenfa raz6n, a pesar de algunos errores. Entonces, cuando el premio Nobel francés vino a la Argentina, en 1925, Mazza decidio aprovechar Ia influencia de su amigo para con- seguir lo que siempre habia querido: la crea- cin de un instituto dedicado al diagnéstico y BI tratamiento de las enfermedades tipicas del pais, instaladas desde siempre en ciertas regiones. ‘As se funds la Misi6n de Estudios de Pa- tologia Regional Argentina, la Meena. El Dr. Salvador Mazza y su sefiora se instalaron en Jujuy para estudiar de cerca, en el lugar de sus peores fechorfas, al maldito tripanosoma. Organizaron el laboratorio, tomaron personal médico, Y en cuanto empezaron con los andli- sis de sangre, se encontraron con que el paré- sito estaba por todos lados. El Dr. Mazza se carteaba siempre con su amigo Chagas. Los dos estaban de acuerdo en que la enfermedad la transmitfan las vin- chucas. Estos insectos, que hoy siguen provo- cando victimas, pueden vivir muy cémodos y felices en los ranchos de adobe con techo de paja. Llevan al tripanosoma en el intestino. Cuando pican, al mismo tiempo defecan so- bre la piel. Al rascarse las picaduras, la gente hace que los pardsitos microscépicos entren en la sangre. La Misién que fund6 el Dr. Mazza se ocup6 también de muchas otras enfermedades regio nales de todo el pais. Sus médicos no solo se dedicaron a investigar: también curaban y en- sefiaban. ‘Mazza queria saber hasta dénde Hlegaba el tripanosoma, ese pardsito que enfermaba a tanta gente. Para eso consiguié que le cons- truyeran un vag6n de ferrocarril equipado co- mo laboratorio y consultoria. En esa época el tren llegaba a todas partes. Asi recorti6 todo el pais, curando, explorando, ensefiando, pero sobre todo persiguiendo a los bichos asesinos. ‘Ast descubrié que el Mal de Chagas estaba distribuido por todas partes, hasta en la Pa- tagonia. Donde habia miseria, donde habia viviendas humildes, habia Chagas. Costé convencer a los profesores de la Uni- versidad de que la enfermedad realmente exis- tfa, pero al fin, con tanta informacién, no hubo ‘manera de negarlo. Al Dr. Mazza lo desesperaba la indiferen- cia del Gobierno. El habfa demostrado de to- das las maneras posibles que la tinica forma cde combatir la enfermedad era eliminando los ranchos donde convivian chicos y grandes con Jas vinchucas. Pero, entonces, iadénde iba a vivir esa gente? {Qué pretendfa ese hombre? iQue el Gobierno le solucionara a todo el mundo su problema de vivienda? Se encontz6, por fin, un remedio que cura- ba el Mal de Chagas si se tomaba muy a tiem- po. Pero cuando la enfermedad era crénica, las cdrogas no podian hacer nada para curarla, Entretanto, el Dr. Mazza era reconocido y aplaudido en el mundo entero, De todas partes le legaban invitaciones para hablar sobre su especialidad. La enfermedad que ha- bia ayudado a descubrir se llamaba ahora el Mal de Chagas-Mazza. ¥ los médicos de toda ‘América Latina estaban empezando a encon- trarla en sus pacientes. En 1946, el Dr. Mazza estaba con su mujer en México, en un congreso sobre enfermeda- des tegionales. Habia estado el dia anterior trabajando siete horas en su microscopio. De pronto, e fallé el coraz6n. Los terribles pardsi- tos que habfa estado persiguiendo toda su vida se habfan instalado en su propia sangre. Unos afios después murié su esposa Clorinda, tam- bién chagésica. Las historias de vida de este libro terminan siempre mostrando cémo después de su muerte estos hombres y mujeres célebres siguieron be- neficiando a la humanidad a través de su obra co de sus descubrimientos. Pero lo que el doctor Mazza empez6 atin no esté terminado. Somos nosotros los que tenemos que conseguir que su esfuerzo haya servido para algo. Todavia hoy existen en América Latina millones de perso- nas que suften el Mal de Chagas-Mazza. Lola Mora Escultora argentina (1867-1936) Vine a seca a mis hijtas.. De viejita, secando con un pafivelo las nereidas de su fuente. A los padres de Dolores les parecfa bien que la chiquita quisiera pintar flores, una. actividad adecuada para una sefiorita tucuma- na de buena familia. Y hasta la dejarfan hacer retratos de las visitas de més confianza. En la casa de Lola, en El Tala, las visitas eran gente importante. Sus padres estaban en buena po- siciGn y tenfan muchos amigos en el Gobierno. Su padrino fue Nicolas Avellaneda, un amigo de su papé que llegaria a ser presidente de la Repiiblica. YY quién sabe, si sus padres hubieran vivido mis, Ia chica hubiera tenido algin freno. La thubieran hecho casar para que les diera nietitos,

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