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EL REINO CONSUMADO EN

LA PERSONA DE JESUCRISTO
21 NOVIEMBRE, 2009 ADMINISTRADOR
Autor: Stevan Henning

Cuando la composición de las páginas del Antiguo


Testamento se acabó con las profecías de Malaquías,
el pueblo escogido de Dios se halló bajo el dominio de
los Gentiles. Durante los cuatro siglos que siguieron,
Israel fue un pueblo vencido una y otra vez por los
griegos y después por los romanos. A pesar de su
situación, ellos mantuvieron mucha esperanza porque
las voces de los profetas siguieron recordándoles por
medio de la preservación de las Escrituras de la
promesa de su nueva exaltación sobre todo poderío e
imperio gentil. Empezando con Isaías y en casi todos
los profetas, se halló la promesa del reino del Mesías
que libraría a Su pueblo exiliado de las ataduras de los
que habían dominado su territorio por tantos años.
Este tema del reino de Dios es predominante en el
Nuevo Testamento y se destaca al enfatizar tres
aspectos del reino de Dios: el reino de Dios revelado
en la persona de Cristo, el reino de Dios cumplido en
los sufrimientos y la resurrección de Cristo, y la
consumición espiritual del reino en el Espíritu Santo.
Abdías habló del reino venidero en su breve profecía
contra Edom y el último versículo de su profecía
describe quien será el que se sienta sobre el trono.
Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al
monte de Esaú; y el reino será de Jehová  .
El Nuevo Testamento abre con poco cambio político.
Israel, ya no estaba bajo los persas, pero sí estuvo
bajo el dominio de los romanos, un pueblo más cruel
que los persas. De repente se levantó uno como el
gran profeta Elías. Su mensaje seguía el mismo tema
de los profetas de hace cientos años anterior y ese
tema fue el reino del Mesías. Mateo 3:1-3 relata lo que
sucedió:
En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el
desierto de Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado. Pues éste es aquel
de quien habló el profeta Isaías, cuando dijo: Voz del
que clama en el desierto: Preparad el camino del
Señor, Enderezad sus sendas.
Juan el Bautista predicó sobre el reino de Dios. Esta
primera voz de Dios en más de cuatrocientos años
proclamó la cercanía del reino de Dios, un reino poco
entendido por él, sus oyentes, y por muchos hoy en
día. Este reino no es nada más que el control de Dios
sobre todas las cosas. No es tanto espacial como
espiritual. Dios es Rey de toda la tierra según Salmo
24:1. El reina ya, reinará mañana, y para siempre,
pero la Biblia dice que Su reino crece como la mostaza
del campo. Hay muchos que dicen que la iglesia es el
reino de Dios, pero la iglesia no es el reino, sino el
medio que Dios utiliza para extender Su reino y será
consumido cuando Cristo venga para juzgar a este
mundo. Es interno más que externo. Sin embargo, el
fruto de este reino es visible a todos.
Aunque Juan el Bautista tuvo sus dudas más tarde
respecto al cumplimiento mesiánico en la persona de
Jesucristo, es interesante que él, en vez de enfatizar el
carácter del reino, más bien habló del carácter del
Rey. Lo que aprendemos es que el Rey será nadie
menos que el Señor. Este concordó exactamente con
muchísimas profecías del Antiguo Testamento.
Mateo, al citar este pasaje de Isaías, vio en Juan el
Bautista al que había de preparar el terreno para el
Mesías prometido. Entre tanto que el reino se había
acercado, también el camino del Señor necesitaba ser
preparado porque El es el Rey. Pero el reino de Dios
no es tanto una extensión de tierra, ni tampoco una
dinastía, sino una persona. Juan el Bautista declaró
que Jesús, sin duda, es el Rey. Cristo en Su persona es
el reino de Dios y El lo declara abiertamente en el
principio de Su ministerio:
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir:
Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado . Mateo 4:17.
Es interesante que el mensaje tanto de Juan como de
Jesús es singular. El reino ha venido y es una persona.
Cristo pasó una gran parte expresando lo que es el
reino. El declaró que este reino está dentro de una
persona. Lucas 17:21. Y por ende, el Bautista y Cristo
predicaron un mensaje de arrepentimiento. Solamente
el corazón arrepentido puede cumplir con los
requisitos del reino: gozo, justicia, y hacer la voluntad
de Dios. Cristo incorporó estas y muchas otras ideas
en Sus predicaciones sobre el reino de Dios.
En primer lugar, el reino es gozo y este gozo tiene un
objeto específico en mente. En Mateo 13 Jesús cuenta
parábolas explicando el carácter de Su reino. Entre
estas enseñanzas vemos la parábola sobre la perla. El
declaró que el reino de los cielos es comparable a una
persona buscando buenas perlas. Muchos se han
equivocado sobre quién es la perla de gran precio.
Pero es obvio que no son los objetos de la salvación
que Cristo otorga, sino es Cristo mismo. En esta
parábola Cristo declaró que para la persona que
quiere entrar en el reino de Dios, hay que ver el reino
llegado en una sola persona: Jesucristo.
En segundo lugar, la justicia es necesaria para entrar
en el reino de Dios. Cristo declaró en Mateo 5:20, 48
que la justicia requerida es perfección.
Inmediatamente después de su declaración en Mateo
5:20 Cristo empieza a exponer la ley correctamente y
se establece como la autoridad diciendo vez tras vez,
“ Oísteis que fue dicho…pero yo os digo .” Cristo no
solamente se establece como la autoridad sobre
aquellos que entrarán en Su reino, sino que también
se establece como la justicia perfecta. El vino según
Mateo 5:17, “para cumplir la ley.”
En último lugar vemos como Cristo incorporó la idea
del reino con Su último requisito. En la conclusión del
Sermón del Monte, Cristo declaró que muchos serán
echados fuera del reino. Nuevamente, es importante
destacar que estos requisitos empiezan no con
quehaceres externos, sino una actitud de sumisión a
la voluntad de Dios.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en
aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu
nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y
en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces
les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí,
hacedores de maldad? Mateo 7:21-23.
Cristo mismo cumplió con este propósito en dos
maneras. En primer lugar él vino para hacer la
voluntad de Su Padre. El dijo, “Porque no busco mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del
Padre. Pero antes de mostrar como Cristo se identificó
como el cumplimiento del reino de Dios debemos
hacernos la siguiente pregunta: ¿qué es la voluntad de
Dios? Cristo contestó esta pregunta en Juan 6:40:
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo
aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y
yo le resucitaré en el día postrero .
Este versículo fue de gran ánimo para todos los judíos.
Ellos entendieron los asuntos del juicio final y la
resurrección, pero cuando Jesucristo fue llevado por
los romanos para ser crucificado sobre una cruz de
maldición, aun los discípulos más fieles empezaron a
dudar de que Cristo fuera el Mesías prometido que
había venido para establecer Su reino. Estas palabras
de duda son registradas en Lucas 24:21 donde dos
hombres anduvieron con un “extranjero” que parecía
ignorante de los eventos de la crucifixión de Jesús.
“ Jesús nazareno, que fue varón profeta, poderoso en
obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo;
y cómo le entregaron los principales sacerdotes y
nuestros gobernantes a sentencia de muerte, y le
crucificaron. Pero nosotros esperábamos que él era el
que había de redimir a Israel  .” (Lucas 24:19b-21a)
Estos dos hombres pensaron que la “redención”
prometida de las Escrituras era meramente una
redención política. Lo que ellos no entendieron, pero
lo que aprendieron por medio del “Extranjero” fue que
Cristo tenía que sufrir para ser glorificado. En otras
palabras la muerte de Cristo no fue ningún obstáculo
para el avance de Su reino, sino que fue el
cumplimiento de Su misión a la tierra como Rey de
reyes y Señor de Señores.
En primer lugar los sufrimientos de Cristo sirvieron
para avanzar Su reino. Cuando Cristo apareció delante
de Pilato, Pilato le preguntó si El fue rey. Cristo
respondió,
“ Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de
este mundo, mis servidores pelearían para que yo no
fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de
aquí. 37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey?
Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para
esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para
dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la
verdad, oye mi voz. ” (Juan 18:36-37).
Es interesante que Cristo dice que Su reino tiene que
ver con la verdad. ¿Cómo promovieron Sus
sufrimientos la verdad? El apóstol Pablo nos dice en
Romanos 15:8-9ª, “ Cristo Jesús vino a ser siervo de la
circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para
confirmar las promesas hechas a los padres, y para
que los gentiles glorifiquen a Dios por su
misericordia .” En otras palabras los sufrimientos de
Cristo sirvieron para establecer las promesas de Dios.
Estas promesas se hallan en el Antiguo Testamento,
pero entre ellas, y la mayor de ellas que la promesa
del Nuevo Pacto. Este pacto hablaba de un corazón
nuevo y el perdón de pecados, pero Dios no pudo
establecer Sus promesas de bendición sin exigir el
precio del pecado. Ese precio pagó Cristo en la cruz.
Pablo toca explícitamente la necesidad de justificar a
Dios por haber pasado por alto los pecados. En
Romanos 3:24-25 Pablo dice, “ Siendo justificados
gratuitamente por su gracia, mediante la redención
que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como
propiciación por medio de la fe en su sangre, para
manifestar su justicia, a causa de haber pasado por
alto, en su paciencia, los pecados pasados  .”
Esta redención fue la redención que Cristo compró con
Su sangre. Esta compra avanzó el reino y los frutos no
duraron mucho tiempo. En la misma cruz, Cristo vio el
fruto de Su obra. Por medio de Sus sufrimientos el
ladrón pudo entender que Cristo fue justo, y él,
volviéndose al Señor le pidió, “ Acuérdate de mí
cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De
cierto te digo que hoy estarás conmigo en el
paraíso .” Lucas 23:42-43. Cristo fue Rey en Su vida
terrenal, pero también fue Rey en Su muerte. Pilato,
haciendo exactamente lo que Dios había ordenado,
colocó un letrero encima de la cruz, que dijo: Rey de
los judíos.
Sin embargo, la muerte de Jesús no terminó el avance
de Su reino. Tres día después, Cristo continuó el éxito
de Su reino. Después de su resurrección, Cristo les
encomendó a Sus discípulos una comisión para
evangelizar al mundo. ¿Cuál fue la base de esa
comisión? Cristo lo contestó diciendo:
“ Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo
padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y
que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el
perdón de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén .” (Lucas 24:46-47.)
Al resucitarse, Cristo podría proclamar
verdaderamente:
“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo .”
(Mateo 28:18b-20)
Es interesante que uno de los temas secundarios del I
de Corintios 15, el gran capítulo que defiende la
resurrección de Cristo, es el reino de Cristo. Esta
palabra reino  , tanto como las
palabras vida , victoria  , poder  , y dominio  son claves
para entender lo que la resurrección de Cristo significa
para el creyente. Un rey es uno que tiene dominio
sobre sus enemigos, y Pablo enfatiza que el reino será
consumido cuando Cristo venza a Sus enemigos.
“ Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y
Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda
autoridad y potencia. Porque preciso es que él reine
hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo
de sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido
es la muerte  .” (I de Corintios 15:24-26).
Para Pablo, Cristo reina porque precisamente El ha
conquistado la muerte, y al vencer la muerte al fin de
este siglo presente, El presentará el reino a Su Padre.
Entre tanto, Cristo sigue avanzando este reino por
medio de Uno que ama Su obra.
Cristo había prometido no dejar a Su iglesia sola
cuando El ascendió al Padre. Ya hemos visto que
Cristo dijo, “ “Toda potestad me es dada en el cielo y
en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas
las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y
del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que
guarden todas las cosas que os he mandado; y he
aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin
del mundo  .” La autoridad de Cristo es una autoridad
recibida. El Padre se la había dado, pero se ve
también que esta autoridad está presente con los
creyentes. El medio de esta autoridad es el Espíritu
Santo quien se llama en Romanos 8:9, el Espíritu de
Cristo.
Con todo el malentendido de hoy en día sobre lo que
hace el Espíritu Santo es menester repasar lo que dijo
Cristo del Consolador que El iba a enviar:
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará
a toda la verdad; porque no hablará por su propia
cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará
saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará;
porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo
que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de
lo mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:13-15).
Está claro que el Espíritu no vino para empezar una
obra sin relación a lo que hizo Jesucristo. Tanto el
motivo como la autoridad para hacer esta obra viene
de Jesucristo. No es el reino del Espíritu, pero el
Espíritu es el que avanza el reino de Dios.
Cuando Cristo estaba a punto de ascender al cielo, los
discípulos le preguntaron si El iba a establecer un
reino terrenal en ese momento. La respuesta de Cristo
es sumamente importante porque El señala
inmediatamente la importancia del Espíritu Santo al
decir:
“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre
vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en
Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo
último de la tierra.”  (Hechos 1:8).
Al examinar brevemente el primer mensaje después
de Pentecostés, será obvio que el Espíritu Santo
quiere exaltar el reino de Jesucristo. En este mensaje,
Pedro, predicando bajo la inspiración del Espíritu,
declaró que Cristo es Rey. El está exaltado a la diestra
del Padre (Hechos 2:34). El no fue víctima de las
malas intenciones de los hombres, sino más bien ellos
actuaron conforme a la voluntad divina y soberana
para crucificar a Jesús (Hechos 2:23). Este mensaje
muestra claramente el papel del Espíritu: El no vino
para hablar por Sí mismo, sino para glorificar la obra
de Cristo y El lo glorifica por medio de Su obra tan
especial. Esta obra del Espíritu Santo fue parte del
mensaje que Cristo predicó aun en el principio de Su
ministerio.
Cuando Nicodemo consultó a Cristo respecto a las
condiciones necesarias para entrar en el reino de Dios,
Cristo le explicó:
“De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de
agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de
Dios.”  (Juan 3:5)
Sin el Espíritu Santo es imposible que uno entre en el
reino de Dios. El nuevo pacto de Ezequiel enfatizó la
regeneración por medio del Espíritu al escribir:
“ Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que
andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y
los pongáis por obra.” (Ezequiel 36:27).
¿Y cómo hace el Espíritu Santo la obra? Cristo dijo que
hay que nacer “ de agua y del Espíritu  .” ¿Qué es esta
agua? La Biblia define el agua como “ el lavamiento
del agua por la palabra de Dios  .” (Efesios 5:27; Juan
15:3). Es interesante la estrecha relación entre el
Espíritu de Cristo y el Rey Jesús. Los dos sirven para
avanzar el reino de Dios, todos buscando no Su propia
gloria, sino la gloria de Dios al avanzar el reino en los
corazones de los hombres.
El reino de Dios se avanza hoy por medio de la
proclamación del evangelio. Este evangelio requiere
que el pecador ponga la fe en el Señor Jesucristo. Es el
único Redentor. El murió y se resucitó de entre los
muertos para glorificar a Su Padre y salvarnos a
nosotros. El dejó a Su Espíritu aquí en la tierra para
culminar Su misión de avanzar la voluntad divina de
reinar sobre toda la creación y un día este Rey volverá
a la tierra para conquistar a todos Sus enemigos y
para glorificar a Su pueblo y el reino de Dios será para
siempre. Disfrutaremos de la gloria de nuestro Rey
para siempre y cantaremos de Su hermosura sin fin.
Pero este reino no es exclusivamente para el futuro,
sino que es algo ya dentro del pueblo de Dios y nos
motiva para seguir adelante en la obra que el Señor
nos ha dado, sabiendo que nuestra labor no es en
vano porque tenemos el Espíritu de Cristo dentro de
nosotros. Por eso, el reino de Dios avanza y la iglesia
tiene el privilegio no solo de ver el reino consumido de
Dios un día, sino también de disfrutar de ello todos los
días hasta el fin del mundo.
Soli Deo Gloria .

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