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Psicopatología de las funciones corporales

Se realiza una revisión del “Estudio psicopatológico de las conductas” en el Manual de

Psicopatología del niño de Marcelli y De Ajuriaguerra (2005), se especifica la estructura y

conceptos utilizados en este manual, comparando someramente los especificados en el DSM-V

(APA, 2014), para con ello, poder dar cuenta de los cambios conceptuales que han devenido. Cabe

señalar que a pesar de las diferencias conceptuales encontradas, es de gran relevancia la revisión

de ambos manuales, para obtener una visión más amplia y con ello realizar un diagnóstico

adecuado.

Trastornos de la alimentación

En el DSM V, estos trastornos se abordan en la categoría “Trastornos de la conducta

alimentaria y de la ingesta de alimentos”, (no podemos observar mayores variaciones aunque se

especificaran de ser necesario) mientras en Marcelli y De Ajuriaguerra (2005) se estudia la

anorexia del bebé, las obesidades y otras conductas alimenticias aberrantes, además, se señala

puntualmente que el cólico del tercer mes, los vómitos psicógenos y la rumiación se integran

dentro de los trastornos psicosomáticos, mientras que el en DSM V, el “Trastorno de rumiación”

se incluye dentro de la categoría antes mencionada. El estudio de la psicopatología de la esfera

oroalimenticia se aborda de la siguiente manera:

a) Anorexia del segundo trimestre. Es frecuente entre los 5 y 8 meses, ocasionalmente frente a

un cambio de régimen alimenticio. Según su evolución, se distinguen dos formas: 1) anorexia

simple, como trastorno esencialmente reactivo pasajero; y 2) anorexia mental grave, semejante

a la anterior, aunque a través del tiempo la conducta persiste, puede ir acompañado de vómitos

frecuentes. Según la edad, se distinguen: 1) anorexia esencial precoz, que aparece desde el

nacimiento; 2) en el plano diagnóstico, se señala la anorexia precoz grave, pudiendo ser uno
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de los primeros signos de autismo o psicosis infantil; 3) anorexia de la segunda infancia,

caracterizada por una actitud de oposición y la existencia de numerosos caprichos alimenticios;

y 4) anorexia mental de las jóvenes. En el DSM V, comparamos esta dimensión con el

“Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos” y la “Anorexia nerviosa”.

b) Obesidad. Se trata de un excedente de al menos un 20% del peso en relación con la media

normal según la talla. Se distingue la obesidad primaria y la secundaria de acuerdo al periodo

de aparición. Puede sobrevenir como resultado de crisis de bulimia en el niño, aunque es más

frecuente su mantenimiento debido al clima familiar (por hiperfagia). Esta dimensión se no se

incluye dentro del manual del DSM V.

c) Comportamientos alimenticios desviados. 1) crisis de bulimia, se puede presentar en

adolescentes anoréxicos o en niños obesos, se constituye como un impulso irresistible por

alimentarse, acabando en un acceso de torpor, somnolencia, sensación de saciedad,

experimentando placer o disgusto; 2) manierismo y desagrado electivos, frecuentes en la

pequeña infancia, ocasionalmente se alternan con períodos de anorexia, se presenta la

preferencia o desagrado por cierto tipo de alimento; 3) potomanía, caracterizada por la

necesidad imperiosa de beber grandes cantidades de líquidos, se debe eliminar cualquier causa

orgánica para poder ofrecer este diagnóstico; 4) pica, se trata de la ingestión de sustancias no

comestibles (clavos, monedas, papel, yeso, tierra, arena, entre varios otros; y 5) coprofagia, se

trata de una afición por las materias fecales, inscrita comúnmente en un cuadro que evoca la

psicosis. Dentro del manual del DSM V, esta dimensión se encuentra dividida en: “Pica”,

“Trastorno de evitación/restricción de la ingesta de alimentos”, la “Anorexia nerviosa”, la

“Bulimia nerviosa” y el “Trastorno de atracones”.

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Trastornos de la eliminación: control de esfínteres

En el manual del DSM V podemos encontrar estos trastornos como “Trastornos de la

excreción”, en donde se incluye la “Enuresis”, la “Encopresis” y otros trastornos no especificados,

por su parte, en el manual de psicopatología del niño de Marcelli y De Ajuriaguerra (2005) los

encontramos como “Trastornos esfinterianos” y presentan una división similar:

1) Enuresis. Se trata de la emisión activa, completa y sin control de orina, ya cuando existe una

madurez fisiológica, se distingue la enuresis nocturna, la diurna y la mixta. De acuerdo a la

frecuencia, se divide en diaria, irregular o intermitente. Se asocia a otras manifestaciones tal

como la encopresis, la potomanía y la inmadurez motriz.

Por otro lado, la enuresis tiene asociaciones psicopatológicas con el déficit intelectual, la

psicosis y la neurosis.

2) Encopresis. Se trata de la defecación en los pantalones por parte de un niño, cuando supondría

ya una edad habitual de adquisición de control esfinteriano (2-3 años). Al igual que la enuresis,

es más frecuente en niños que en niñas.

3) Constipación psicógena y megacolon funcional. La sintomatología puede enriquecerse con

una encopresis, normalmente transitoria. Respecto al megacolon funcional, el estreñimiento

sobreviene en el curso del segundo semestre y persiste, en donde la defecación se produce a la

inversa. En el manual de DSM V no se específica este trastorno como tal, ya que el

estreñimiento puede incluirse dentro de la “Encopresis”.

Trastornos del sueño

Respecto a los trastornos de sueño, en el manual del DSM V no existe una categoría donde

se mencione específicamente los trastornos de sueño en niños y adolescentes, es decir, se empata

con la aparición en adultos y se hacen especificaciones respecto a la aparición en niños. Por su


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parte, en Marcelli y De Ajuriaguerra (2005) se distinguen los comportamientos que tienen relación

con el adormecimiento (insomnio inicial o tardío, rituales y fobias al acostarse, etc.) y las

conductas patológicas que se presentan en el transcurso del sueño, mismas que tienen relación con

el sueño paradójico (SP), ya que lo sustituyen, dificultan o modifican (terror nocturno,

sonambulismo, enuresis).

A. Patología del adormecimiento: se presentan 1) el insomnio del primer año (insomnio común e

insomnio precoz severo [agitado y tranquilo]), el cual refleja una relación inadecuada entre el

bebé y su entorno; 2) dificultades en la conciliación del sueño del niño, en donde se presentan

diversas manifestaciones clínicas, tal como oposición, fobia o rituales al acostarse, insomnio

auténtico y/o fenómenos hipnagógicos. En el DSM V esta patología se menciona como

“Trastorno de insomnio”.

B. Parasomnias: donde se agrupan 1) las angustias nocturnas, que se trata de terrores nocturnos,

sueños de angustia y despertares con ansiedad; 2) sonambulismo, predominante en los varones,

el niño se levanta y deambula; 3) automatismos motores (ritmias de sueño), como

automatismos motores (bruxismo y somniloquia), catexis autoerótica y balanceo del cuerpo; 4)

enuresis nocturna, se relaciona con los terrores nocturnos y el sonambulismo; y 6) epilepsia

nocturna o morfeica. En el DSM V se muestra una categoría de “Parasomnias”, en donde se

incluyen el “Trastorno del despertar del sueño REM” (sonambulismo y terrores nocturnos),

“Trastorno de pesadillas”, “Trastorno del comportamiento del sueño REM”, el “Síndrome de

piernas inquietas” y algunos otros no especificados.

C. Patología particular: 1) apneas en el curso del sueño, donde se puede presentar hipersomnia

diurna hasta llegar al insomnio nocturno y 2) hipersomnia o somnolencia, en la hipersomnia

patológica se distingue la narcolepsia-catalepsia, la hipersomnia idiopática y el síndrome de

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Kleine-Levin. Respecto a esta dimensión, en el DSM V se distinguen el “Trastorno de

hipersomnia” y la “Narcolepsia”, mientras que las apneas se mencionan en la categoría de

“Trastornos del sueño relacionados con la respiración”.

Trastornos psicomotrices

En el DSM V, en los “Trastornos del neurodesarrollo” podemos encontrar los “Trastornos

motores”. En Marcelli y De Ajuriaguerra (2005) se hace referencia a las siguientes dimensiones:

1) Trastornos de la laterización, motivo de consulta frecuente sobre todo cuanto la laterización

se inclina hacia el lado izquierdo, aunque se debe considerar el ojo dominante, mano

dominante y el pie dominante, si la lateralidad es homogénea no se plantea un problema.

2) Disgrafía, en el cual el niño muestra una calidad de escritura deficiente, no explicado por

déficit neurológico o intelectual. Si se compara con el DSM V, podemos ver que las

dificultades para la expresión escrita se encuentra dentro del “Trastorno específico del

aprendizaje”, el cual forma parte de los “Trastornos del neurodesarrollo”, cabe señalar que en

tal manual no se menciona como tal el concepto de “disgrafía”.

3) Debilidad motriz, compuesta por los siguientes factores: torpeza de la motilidad voluntaria

(marcha poco ágil, gestos pesados y burdos), sincinesias (movimientos difusos que implican

grupos musculares) y parotonía (imposibilidad o dificultad extrema para obtener la relajación

muscular activa).

4) Dispraxia, caracterizada por perturbaciones profundas en la organización del esquema

corporal y en la representación témporo-espacial. Tratándose de niños incapaces de desarrollar

secuencias gestuales o las realizan con torpeza, además de dificultades para vestirse, anudarse

los zapatos, etc. En el DSM V, dentro de los “Trastornos motores” se encuentra el “Trastorno

del desarrollo de la coordinación”, el cual muestra características propias de la dispraxia.

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5) Inestabilidad psicomotriz, se revelan dos polos de la inestabilidad, el motor y el de la

capacidad de atención. Se asocia con lo que se denomina “niño hipercinético” y se hace

mención del “trastorno por déficit de atención”. En el DSM V, vemos que esta categoría puede

entrar en el “Trastorno por déficit de atención/hiperactividad”, mismo que se incluye dentro de

los “Trastornos del neurodesarrollo”.

6) Tics, pueden ser transitorios o crónicos y se caracterizan por la ejecución de movimientos

repetidos frecuentes, involuntarios y absurdos, donde los tics faciales suelen ser los más

frecuentes, además de los tics de cabeceo, de encogimiento de hombros y los respiratorios o

fonatorios. Algunos niños pueden conservar sus tics y en la vida adulta presentar el “trastorno

de La Tourette”. Al comparar esta dimensión con lo especificado en el DSM V, encontramos

el “Trastorno de movimientos estereotipados” (incluido dentro de los “Trastornos motores”),

además de “Trastornos de tics”, estos últimos se semejan mayormente a esta dimensión,

además de especifica el “Trastorno de la Tourette”.

7) Tricotilomanía (onicofagia), donde se muestra la necesidad de enrollar, acariciar, estirar o

arrancarse los cabellos, algunas veces el niño puede comerse sus pelos, puede aparecer como

un aspecto autoerótico, como aspecto autoagresivo o en situaciones de frustración o carencia.

Este trastorno podemos encontrarlo en el DSM en la categoría de “Trastorno obsesivo-

compulsivo y trastornos relacionados” como “Tricotilomanía (trastorno de arrancarse el pelo)”.

Trastornos del lenguaje

Resulta de gran relevancia el estudio de los trastornos del lenguaje, ya que pueden provocar

un retraso en las interacciones del niño con su entorno, además de llevarle a dificultades

psicoafectivas. Para el estudio de estos, es necesario tener conocimiento del desarrollo normal del

lenguaje en sus dos dimensiones: neurofisiológica y psicoafectiva. En el DSM V, el trastorno del

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lenguaje se encuentra incluido dentro de los “Trastornos del neurodesarrollo” en su categoría de

“Trastornos de la comunicación”. En Marcelli y De Ajuriaguerra (2005) se menciona la

psicopatología del lenguaje de la siguiente manera:

1) Alteraciones del desarrollo del lenguaje. Se distinguen: a) los trastornos de articulación,

como el “ceceo” y el “siseo”; b) retraso de la palabra, que se trata de una deficiente

integración de los diversos fonemas que componen una palabra (confusiones fonemáticas,

omisión de las finales, simplificación de fonemas complejos, desplazamiento de ciertos

fonemas y asimilaciones; c) retraso simple del lenguaje, caracterizado por existencia de

perturbaciones no explicadas por déficit intelectual, ni sordera grave, ni organización psicótica,

las anomalías son variables (trastorno en la ordenación de palabras de la frase, agramatismo,

etc.). Si comparamos esta dimensión con respecto al DSM V, vemos que en este se observan

como “Trastorno del lenguaje” y “Trastorno fonológico”.

2) Disfasias graves. Se trata de dificultades que pueden ir desde los retrasos simples del lenguaje

hasta alteraciones severas que muestran ausencia absoluta del lenguaje. Se pueden presentar

trastornos caracterizados por alteración de la capacidad de repetición, alteraciones fonológicas,

doble repertorio fonológico y/o retraso morfosintáctico global. En el DSM V, vemos que en

esta dimensión se incluiría en “Trastorno del lenguaje” y “Trastorno fonológico”, cabe señalar

que en tal manual no se hace mención como tal de la disfasia, pero se puede concluir esto

debido a las características presentadas.

3) Dislexia-disortografía. La dislexia se caracteriza por dificultades en la adquisición de la

lectura, donde se asocian deficiencias en la ortografía. Evidentemente no se puede hablar de

dislexia antes de los 7 años. En la dislexia existe una confusión en los grafemas, dificultades en

captar la fragmentación y el ritmo, es raro que la información escrita pueda no ser

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comprendida. Por su parte, la disortografía se trata de errores parecidos a los que se observan

en la lectura (confusión, conversión, omisión, etc.). Algunos factores asociados a la dislexia

son el retraso en el lenguaje, trastornos de la laterización y las alteraciones de la organización

temporo-espacial. En el DSM V la dislexia-disortografía se incluye dentro del “Trastorno

específico del aprendizaje”

4) Patologías especiales. A) tartamudez, refiriéndose a una perturbación en el dominio de las

interacciones orales, se trata de un trastorno que tiene relación con la fluidez verbal más no con

el lenguaje; b) mutismo, que se trata de la ausencia del lenguaje en un niño que con

anterioridad si hablaba, en donde no se forma parte de un cuadro de afasia (mutismo total

adquirido y mutismo electivo duradero); y c) lenguaje y psicosis, en las psicosis infantiles las

alteraciones del lenguaje son muy frecuentes, el diagnóstico de disfasia es incompatible con el

de psicosis precoz. El DSM V, el tartamudeo se muestra como “Trastorno de la fluidez de

inicio en la infancia.

Bibliografía

Asociación Americana de Psiquiatría. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos

mentales (DSM-5), 5a edición. España: Editorial Médica Panamericana.

Marcelli, D. y De Ajuriaguerra, J. (2005). Manual de psicopatología del niño, 3ª edición.

Barcelona: Editorial Masson.

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