J: Mi nombre es Jonathan Luna y para dar una respuesta sencilla, me considero defensor territorial, pero en este ejercicio uso mucho el arte y la cultura como parte de la defensa territorial.
C: ¿Por qué crees que el arte es un medio para defender el territorio?
J: El arte en todas sus manifestaciones, incluyendo la música, muchas veces logra toca sensibilidades en las personas que quizás apaleando a su moral o a su ética, o sus ideas no les hace mayor resonancia, pero muchas veces con una pintura, una obra de teatro, una canción, puede llegar tocar a alguien y abrir las sensibilidades para que le importe un tema como la defensa de un territorio, de un río, de un bosque, que quizás de otra manera no hubiesen visto ninguna importancia de por qué les debería importar eso. Eso por un lado, y por otro lado, porque muchos de esos procesos, casi siempre uno de los argumentos por la defensa del territorio y en contra del extractivismo es ¿de qué van a vivir los niños? ¿de qué van a vivir las próximas generaciones? pero si vemos muchas veces, los métodos organizativos son muy aburridos para la gente joven y los niños, no son algo a lo que ellos se quieran involucrar, el arte y la cultura son las estrategias perfectas para que los jóvenes puedan participar en estos procesos y aportar desde sus intereses, desde sus habilidades y sentirse bien, sentir que están cumpliendo y aportando a este proceso, pero no necesariamente asistiendo a una reunión de muchas muchas horas aburridoras, en las que casi ni los dejan hablar, sino aportar desde otras maneras.
C: ¿A través de qué metodologías el arte puede aportar a eso?
J: Pues nosotros hemos hecho varias metodologías, se me ocurre una para usar como ejemplo. Hemos hecho un proceso ya de muchos años de lo que llamamos "Muralismo por la defensa del territorio", digamos que, normalmente un mural o dos murales se hacen en una semana, pero en esos siete días solo estamos pintando tres, y los primeros tres días se requiere una investigación del territorio porque si el mural va a hablar de la defensa del territorio, vos no podés hablar de un territorio que no conoces, un territorio que no entiendes. Entonces mucho antes de pintar, los muchachos, de manera colectiva tienen que hacer recorridos territoriales, tienen que investigar la biodiversidad, tienen que aprender cómo entrevistar una persona mayor, consultar información. Después hay todo un ejercicio de elaboración de bocetos de manera individual y también colectivamente, teniendo la sensibilidad de incluir todos los aportes de todas las personas en la elaboración de ese boceto y eventualmente, todo el tema de crear el mural, pero vemos que en toda esa metodología hay una cantidad de ejercicios que no tienen qué ver realmente con pintar, pero son cualidades importantes para las personas de cualquier edad, de cualquier contexto, de poder desarrollarlas y ejercerlas desde su territorio, sea urbano o sea rural. Yo solo mencioné seis días hasta el momento, los tres días de investigar y los tres días de pintar, el último día normalmente es como un paseo, una integración, un compartir, porque esos espacios también de poder gozar el territorio, con los seres queridos, con los que uno lleva seis días construyendo y trabajando, ayuda a hacer más sólidos esos lazos de solidaridad y de apoyo mutuo que estos procesos tanto necesitan para poder funcionar.
C:¿Cómo entiendes tu tus propios procesos creativos?
J: Como Colectivo La Colmena, por mucho tiempo nos referimos como artivistas, una mezcla entre artista y activista, y que todo el arte que estamos generando tiene un propósito, tiene una claridad política, tiene un sentido, tiene una comunicación, no simplemente crear algo bonito por crearlo. No es menospreciar esa práctica, pero por lo menos, para nosotros es importante que haya una comunicación muy directa y muy clara en el artivismo que estamos generando, sea gráfica, sea lúdica, sea audiovisual, cualquier manifestación.
C: ¿Con qué sujetos les interesa desarrollar esos procesos creativos?
J: Como colectivo y también personal con quienes más nos ha gustado desarrollar esas actividades son con las personas de comunidades rurales. Muchas veces el arte y la cultura, por lo general en nuestro país no recibe mucho apoyo, hay poco financiamiento, y lo poco que hay se concentra en las cabeceras municipales, en las ciudades grandes o los pueblos más grandes donde hay casas de la cultura, ese tipo de infraestructura, pero uno va a las veredas, uno va a los corregimientos y cosas tan sencillas como una comparsa de teatro o un grupo que se dedica a ilustrar o a pintar -que en una ciudad pueden haber una docena de grupos que se dedican a eso-, con solamente uno en un vereda ya puede ser algo transformador, ya puede ser algo revolucionario, en cómo cambia, no solamente la vivencia y la cotidianidad de las personas involucradas, sino también las actitudes de las otras personas en las comunidades que conviven con las personas que practican y están participando en este proceso.