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Ideas fuerza sobre El mundo de la percepción. Siete Conferencias.

de Maurice
Merleau-Ponty

El libro trata una compilación de conferencias que el mismo autor preparó para pasar por
la radio. En cada una de ellas trata una temática diferente pero sin perder su hilo
conductor que es la percepción.
Entonces, para abordar las ideas fuerza lo haré deteniéndome en cada una de estas
conferencias.

1. El mundo de lo percibido
Comienza directamente estableciendo la tesis general de las siete conferencias: el
mundo de la percepción, aquel que nos revelan nuestros sentidas y la vida que
hacemos, parecería ser el que mejor conocemos, pero esto no es más que una falsa
apariencia y en relación a esto, uno de los méritos del arte y el pensamiento moderno es
hacernos redescubrir este mundo donde vivimos pero que siempre estamos tentados a
olvidar.
Si bien le reconoce a la ciencia todos los aportes que ha realizado, también destaca que
esta no puede ofrecer una representación definitiva de este mundo, por lo cual, la
objetividad absoluta y última no existe, y cada observación –y lo propio con cada uno de
nuestros sentidos– estará siempre ligado a la subjetiva posición del observador,
atravesada por sus experiencias, conocimientos y vivencias previas.

“El sabio de hoy no tiene ya, como el del período clásico, la ilusión de acceder
al corazón de las cosas, al objeto mismo.” p. 14

2. Exploración del mundo percibido: el espacio


Toma la idea clásica del espacio:
“es el medio homogéneo donde las cosas están distribuidas según tres
dimensiones, y donde conservan su identidad a despecho de todos los
cambios de lugar.” p. 18

Sin embargo, con la llegada de las geometrías no-euclidianas –que conciben al espacio
como una curvatura propia, una alteración de las cosas– disponemos de un mundo donde
sujetos no podrían encontrarse a sí mismos en una identidad absoluta, donde forma y
contenido están como enrollados y mezclados. Y la pintura moderna coincide
curiosamente con la idea de que la ciencia no alcanza nunca la verdad.
Así, en la pintura clásica se buscan representaciones idénticas que involucran al punto de
vista y punto de fuga, pero en la pintura moderna distintos autores se niegan a esa
representación para buscar otros modos de mostrar un paisaje bajo su propia mirada,
intentando “alcanzar el propio estilo de la experiencia perceptiva (p .22).

El espacio de la pintura moderna, decía hace poco Jean Paulhan, es el


"espacio sensible al corazón",3 donde también nosotros estamos situados,
cercano a nosotros, orgánicamente ligado a nosotros. Es posible que en un
tiempo consagrado a la medida técnica, y como devorado por la cantidad,
agregaba Paulhan, el pintor cubista celebre a su manera, en un espacio
acordado no tanto a nuestra inteligencia como a nuestro corazón, alguna sorda
boda y reconciliación del mundo con el hombre”. pp. 22-23

“la idea de un espacio homogéneo ofrecido por completo a una inteli- gencia
incorpórea es reemplazada por la de un espacio heterogéneo, con direcciones
privilegia- das, que se encuentran en relación con nuestras particularidades
corporales y nuestra situación de seres arrojados al mundo.” p. 24

3. Exploración del mundo percibido: las cosas sensibles


Una vez tratado el tema del espacio, llegan las cosas que en él habitan. Una cosa es un
sistema de cualidades ofrecidas a los diferentes sentidos y que están reunidas por un
acto de síntesis intelectual.
Las cosas se definen a partir de sus cualidades y esto es lo que las vuelve capaces de
simbolizar toda una variedad de situaciones: sucede con los colores con afectos o
intenciones –triste, alegre, etc.–, y los sonidos o los datos táctiles. Decimos por eso, que
las cosas no son neutras (p. 30).

“El hombre está investido en las cosas y éstas están investidas en él. Para
hablar como los psicoanalistas, las cosas son complejas. Es lo que quería decir
Cézanne cuando hablaba de cierto "halo" de las cosas que hay que traducir en
la pintura.” p. 31
4. Exploración del mundo percibido: la animalidad
Comienza recapitulando las tres conversaciones pasadas:

“Cuando se pasa de la ciencia, de la pintura y de la filosofía clásicas a la


ciencia, la pintura y la filosofía modernas, se asiste, decíamos, en las tres
conversaciones precedentes, a una suerte de despertar del mundo percibido.”
p. 35

Para hacer una ampliación de estas ideas:


“En este mundo así transformado, empero, no estamos solos, ni siquiera entre
hombres. También se ofrece a animales, niños, primitivos, locos que lo habitan
a su manera, que, también ellos, coexisten con él, y hoy veremos que al
recuperar el mundo percibido [...] el pensamiento clásico no da mucha
importancia al animal, al niño, al primitivo ni al loco” pp. 36-37.

Este “dejar fuera” del pensamiento clásico, no es ingenuo, puesto que en contrapartida
encontramos al hombre sano, adulto y civilizado se esfuerza por diferenciarse de los
comportamientos infantiles, primitivos o bestiales, caminando hacia una pretendida
coherencia.
Y digo pretendida, porque no es más que una construcción: lo normal no existe. A partir
de este punto, la conclusión es que de aquellas anomalías que son salientes a lo
coherente o lo normal, nunca estaremos despojados o liberados, y son las que en
definitiva, vuelven nuestro mundo incompleto, e indefinible de manera absoluta.

5. El hombre visto desde afuera


Así como en la conferencia anterior el autor distingue al hombre civilizado del resto, la
propuesta aquí es continuar la misma tentativa pero respecto del propio hombre.
Llega así a tratar el tema de la dualidad espíritu - cuerpo, y cómo al espíritu tampoco le
cabería la categoría de cosa descripta en la tercera conferencia, ya que no reside en el
espacio.
“al considerar al hombre desde afuera, o sea, en otro, es probable que me vea
llevado a reexaminar algunas distinciones que sin embargo parecen
imponerse, tales como la del espíritu y el cuerpo.” p. 49
“la ira es un pensamiento, estar encolerizado es pensar que el otro es
detestable, y este pensamiento, como los demás, así como lo mostró
Descartes, no puede residir en ningún fragmento de materia. Por lo tanto, es
espíritu.” p. 51

Siempre estamos retornanto a nosotros mismos, pero mediante la experiencia del otro,
siempre a través del reflejo, en la coincidencia de las cosas. Así, el contacto de nosotros
mismos con nosotros mismos se hace a través de una cultura determinada en la cual
estamos inmersos, y en la que nos reflejamos.

“está en una situación inestable: nadie puede creer sino en lo que reconoce por
verdadero interiormente, y al mismo tiempo nadie piensa ni se decide sino ya
tomado en ciertas relaciones con el otro” p. 55

Ver al hombre desde fuera es la crítica y la salud del espíritu.

6. El arte y el mundo percibido


Merleau-Ponty postula que al recurrir a la pintura moderna, los objetos bien conocidos, al
no estar “fielmente representados” nos comunican de otra forma su sustancia propia.

“una filosofía de la percepción, que quiere reaprender a ver el mundo, restituirá


a la pintura, y en general a las artes su verdadero lugar, su verdadera dignidad,
y nos predispondrá para aceptarlos en su pureza.” p. 59

En la pintura clásica, no percibimos esa sustancia. Solo entendemos lo que son esos
objetos de la misma manera que lo entenderíamos si leyéramos un diccionario. Entonces
esto no es percibir, sino definir.
En la obra de arte, si bien la significación no está del todo liberada porque vive “cautiva de
sus signos”, el recorrido de la experiencia perceptiva puede ser absolutamente diferente.

“Braque escribía, más claramente todavía, que la pintura no trataba de


"reconstituir un hecho anecdótico" sino de "constituir un hecho pictórico". Por
consiguiente, la pintura sería no una imitación del mundo, sino un mundo por
sí. Y esto significa que, en la experiencia de un cuadro, no hay ninguna
remisión a la cosa natural, en la experiencia estética del retrato ninguna
mención a su "semejanza" con el modelo.” p. 62

Así, el nuevo objetivo de la pintura no es evocar objetos, sino fabricar sobre la tela un
espectáculo propio, que “se baste a sí mismo”. Termina la conferencia con la conclusión
de que el mundo percibido, no son solamente las cosas naturales sino que incluye al arte,
por esta condición de bastarse a sí mismo como algo distinto a una mera representación
de algo otro.

7. Mundo clásico y mundo moderno


Se postula al pensamiento moderno a través de su doble carácter: inconclusión y
ambigüedad, un pensamiento que por su intermitencia siquiera llega a conocerse; en
comparación al clásico que buscaba la forma definida, objetiva y cerrada.
Sin embargo, el autor abre una duda acerca de si durante la época clásica, no habrían
sentido eso que hoy vemos como cerrado y definitivo, como una inconclusión inherente a
ese tiempo, y tan ambiguo como lo sentimos hoy en día.

En lo inmediato, la pérdida de calidad es manifiesta, pero no es posible


remediarlo restaurando la humanidad estrecha de los clásicos. La verdad es
que el problema, para nosotros, es hacer en nuestro tiempo, y a través de
nuestra propia experiencia, lo que los clásicos hicieron en el suyo” p. 77

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