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Jn 13,23 «Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba recostado junto a él en
la mesa…»
En la fiesta de San Juan Evangelista, Santa Gertrudis tuvo una visión de Nuestro
Señor, quién le permitió descansar su cabeza en la Llaga de Su costado. Al
escuchar el palpitar de Su Corazón, ella se tornó hacia San Juan, quién estaba
también presente. Le preguntó si había escuchado lo mismo en la Ultima Cena,
cuando se reclinó sobre el pecho del Señor y de haberlo escuchado, por qué no lo
relató en su Evangelio. San Juan contestó que la revelación del Sagrado Corazón de
Jesús estaba reservada para tiempos posteriores cuando el mundo, aumentando en
frialdad, necesitaría ser reavivado en el amor.
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Cervera P. Encíclica Temática del Corazón de Cristo, 121
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Díez-Macho, A. Fundamentación Bíblica de la Devoción al Corazón de Jesús, 189
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el aspecto exterior del hombre, pero Dios nos penetra en lo íntimo, «ve en lo
secreto», dice Jesús (Mt 6,4.6.18),
En el corazón tienen su origen los sentimientos y los afectos, la concupiscencia y las
pasiones, el amor, la alegría, el dolor, los deseos, etc.
Mc 7,20-23: Así Jesús declaraba que todos los alimentos son puros. Y luego
continuó: «Lo que hace impura a la persona es lo que ha salido de su propio
corazón. Los pensamientos malos salen de dentro, del corazón: de ahí proceden la
inmoralidad sexual, robos, asesinatos, infidelidad matrimonial, codicia, maldad,
vida viciosa, envidia, injuria, orgullo y falta de sentido moral. Todas estas maldades
salen de dentro y hacen impura a la persona»
Antes de plantear el amor de Jesús, veremos la salvación que realizó Cristo por
nosotros
Texto clave: Jn 19,34-37
Is 12,3: «Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación»
Num 20,8-11: «Toma tu varilla y junto con hermano Aarón reúne a toda la
comunidad. Y a la vista de todos le dirás a la roca que dé agua. Harás que brote para
ellos agua de la roca y se la darás a beber a la comunidad y a su ganado". Moisés
sacó la varilla que estaba ante Yahvé tal como se le había ordenado.
Luego Moisés y Aarón reunieron a la comunidad frente a la roca y Moisés dijo:
"¡Oigan, pues, rebeldes! ¿Así que nosotros vamos a hacer brotar para ustedes agua
de esta roca?" Moisés levantó su mano y golpeó dos veces la roca con su varilla.
Entonces brotó agua en abundancia y tuvieron para beber la comunidad y su
ganado».
Ex 17,1-7: «Al salir la comunidad de Israel del desierto de Sin, dispusieron sus
etapas según Yavé les ordenaba. Acamparon en Refidim donde el pueblo, sediento,
no encontró agua. Le reclamaron a Moisés, diciendo: «Danos agua para beber.»
Moisés les contestó: « ¿Por qué me reclaman ustedes a mí?, ¿por qué tientan a
Yavé?» Allí el pueblo, atormentado por la sed, murmuró contra Moisés: « ¿Por qué
nos has hecho salir de Egipto? ¿Para qué ahora muramos de sed con nuestros hijos y
nuestros animales?» Entonces Moisés llamó a Yahvé y le dijo: « ¿Qué puedo hacer
con este pueblo?; por poco me apedrean.» Yahvé respondió a Moisés: «Preséntate al
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pueblo, lleva contigo algunos jefes de Israel, lleva también en tu mano el bastón con
que golpeaste el río Nilo. Yo estaré allá delante de ti, sobre la roca. Golpearás la
roca y de ella saldrá agua, y el pueblo tendrá para beber.» Moisés lo hizo así, en
presencia de los jefes de Israel. Aquel lugar se llamó Masá (o sea, tentación) y
Meribá (o sea, quejas), a causa de las quejas de los israelitas que allí tentaron a
Yahvé, diciendo: « ¿Está Yahvé en medio de nosotros, o no?»
Ez 47,1-12: «El me llevó a la entrada del Templo y vi que brotaba agua de debajo
del dintel de la Casa: corría hacia el oriente igual como la Casa que daba al oriente.
El agua brotaba del lado sur del altar. Me hizo salir por el pórtico norte y que diera
la vuelta por el exterior hasta el pórtico este: el agua corría ahora a mi derecha. El
hombre se alejó al oriente. Midió mil codos con la vara que sostenía en la mano,
luego me dijo que atravesara el arroyuelo: el agua me llegaba apenas a los tobillos.
Midió luego mil codos y me dijo que atravesara el arroyo; el agua me llegaba a las
rodillas. Midió otra vez mil codos y me dijo que atravesara el estero: el agua me
llegaba a la cintura. Midió todavía mil codos: esa vez no pude atravesar el torrente;
las aguas habían subido, se habían convertido en un río que no se podía atravesar a
pie sino a nado. Me dijo entonces: "¿Has visto, hijo de hombre?" Después de eso
me hizo pasear por la orilla. Cuando regreso al torrente, veo que hay en la orilla
muchos árboles, a ambos lados del torrente. Me dijo: "Esa agua corre hacia la
región este, desciende hacia la Arabá y desemboca en el mar Muerto para que sus
aguas queden sanas. Todo ser viviente, todo lo que se mueva por donde pase el
torrente se llenará de vida; la pesca será allí muy abundante. Bastará con que
lleguen sus aguas para que haya salud y vida por donde ellas pasen».
Ez 36,25-27: «Los rociaré con un agua pura y quedarán purificados; los purificaré
de todas sus impurezas y de todos sus inmundos ídolos. Les daré un corazón nuevo
y pondré dentro de ustedes un espíritu nuevo. Quitaré de su carne ese corazón de
piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes mi Espíritu y haré
que caminen según mis mandamientos, que observen mis leyes y que las pongan en
práctica».
Jn 6,36: «"Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá
hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed».
Jn 7,37-39: «El último día de la fiesta, el más solemne, Jesús puesto en pie, gritó:
«Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba el que crea en mí», como dice la Escritura:
De su seno correrán ríos de agua viva. Esto lo decía refiriéndose al Espíritu que iban
a recibir los que creyeran en él. Porque aún no había Espíritu, pues todavía Jesús no
había sido glorificado».
Jn 4,13-15: «Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener
sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua
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que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.»
Jn 19,32-37: «Fueron, pues, los soldados y quebraron las piernas de los dos que
habían sido crucificados con Jesús. Pero al llegar a Jesús vieron que ya estaba
muerto, y no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le abrió el
costado con la lanza, y al instante salió sangre y agua. El que lo vio da
testimonio. Su testimonio es verdadero, y Aquél sabe que dice la verdad. Y da
este testimonio para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se
cumpliera la Escritura que dice: No le quebrarán ni un solo hueso. Y en otro
texto dice: Contemplarán al que traspasaron».
4. Enlace, unión
San Juan Eudes atribuyó a transformar el propio corazón a imagen del Corazón de
Jesús: «Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que por la excesiva caridad
con que nos amaste, nos diste, con bondad inefable, el Corazón amantísimo de su
queridísimo Hijo, para que con un solo corazón con Él te amemos perfectamente,
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concede, te pedimos: que consumados en uno nuestros corazones entre sí y con el
Corazón de Jesús, todas nuestras cosas se hagan en su humildad y caridad…».
Segunda revelación: «Me hizo ver, continúa Margarita, que el ardiente deseo que tenía
de ser amado por los hombres y apartarlos del camino de la perdición, en el que los
precipita Satanás en gran número, le había hecho formar el designio de manifestar su
Corazón a los hombres, con todos los tesoros de amor, de misericordia, de gracias, de
santificación, y de salvación que contiene, a fin de que cuantos quieran rendirle y
procurarle todo el amor, el honor y la gloria que puedan, queden enriquecidos
abundante y profusamente con los divinos tesoros del Corazón de Dios, cuya fuente es,
al que se ha de honrar bajo la figura de su Corazón de carne, cuya imagen quería ver
expuesta y llevada por mi sobre el corazón, para grabar en el, su amor y llenarlo de los
dones de que está repleto, y para destruir en él todos los movimientos desordenados.
Que esparciría sus gracias y bendiciones por dondequiera que estuviere expuesta su
santa imagen para tributarle honores, y que tal bendición sería como un último esfuerzo
de su amor, deseoso de favorecer a los hombres en estos últimos siglos de la Redención
amorosa, a fin de apartarlos del imperio de Satanás, al que pretende arruinar, para
ponernos en la dulce libertad del imperio de su amor, que quiere restablecer en el
corazón de todos los que se decidan a abrazar esta devoción».
5. Devoción
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En la devoción al Corazón Sagrado de Jesús, honramos, pues, el amor que nos
alcanza el Verbo encarnado. Primeramente amor creado. Cristo Jesús,
simultáneamente, Dios y Hombre, Dios perfecto: es el misterio mismo de la
encarnación. En su Calidad de “Hijo del hombre”, Cristo tiene un corazón como el
nuestro, un corazón de carne, un corazón que late por nosotros con el amor más
tierno, más verdadero, más noble, más fiel que pueda haber.
Cuarta revelación: «No puedes tributarme ninguno mayor que haciendo lo que
tantas veces te he pedido ya." Entonces el Señor le descubrió su Corazón y le dijo
"He aquí el Corazón que tanto ha amado a los hombre y que no ha ahorrado nada
hasta el extremo de agotarse y consumirse para testimoniarles su amor. Y, en
compensación, sólo recibe, de la mayoría de ellos, ingratitudes por medio de sus
irreverencias y sacrilegios, así como por las frialdades y menosprecios que tienen
para conmigo en este Sacramento de amor. Pero lo que más me duele es que se
porten así los corazones que se me han consagrado. Por eso te pido que el primer
viernes después de la octava del Corpus se celebre una fiesta especial para honrar a
mi Corazón, y que se comulgue dicho día para pedirle perdón y reparar los ultrajes
por él recibidos durante el tiempo que ha permanecido expuesto en los altares.
También te prometo que mi Corazón se dilatará para esparcir en abundancia las
influencias de su divino amor sobre quienes le hagan ese honor y procuren que se le
tribute».
«Yo te prometo, en la excesiva misericordia de mi Corazón, que su amor
omnipotente concederá a todos aquellos que comulguen nueve Primeros Viernes de
mes seguidos, la gracia de la penitencia final: No morirán en desgracia mía, ni sin
recibir sus Sacramentos, y mi Corazón divino será su refugio en aquél último
momento».