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BLOQUE 5: LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN

5.1. La Guerra de Independencia: antecedentes y


causas. Bandos y fases de la guerra
Antecedentes y causas: influencia de la Revolución Francesa y alianza con
Napoleón
La crisis de 1808 tiene sus orígenes en la crisis del Antiguo Régimen que originó la Revolución Francesa,
y en la extensión de las ideas revolucionarias provocadas por la expansión y el dominio de Napoleón en
Europa.
Desde el momento en que se inició la revolución en Francia (1789), el recién llegado al trono
Carlos IV (1788-1808) y su ministro Floridablanca, intentaron evitar cualquier “contagio”
revolucionario procedente del país vecino. Los medios utilizados para aislar a nuestro país del
tumulto francés fueron un férreo control en las aduanas y una estricta censura.
Tras un corto período de gobierno del conde de Aranda, Carlos IV tomó una decisión clave en su
reinado, y nombró ministro a MANUEL GODOY en 1792. Era un joven militar, de origen plebeyo,
cuyo ascenso se relacionaba con su estrecha amistad con la reina; resurgía la figura del valido.
Este favorito de los reyes será la figura clave durante el resto del reinado de Carlos IV.
A pesar del proceso revolucionario francés, España mantenía su tradicional alianza con los Borbones
franceses (Los Pactos de Familia). Pero la ejecución de Luis XVI en enero de 1793 provocó la ruptura de
esta alianza con Francia. España se unió a una coalición internacional y participó en la denominada Guerra
de la Convención, junto a Inglaterra. La derrota militar española fue rápida y concluyente. Este fracaso
bélico precipitó la firma de la Paz de Basilea (1795), por la que nuestro país aceptó la pérdida de la parte
española de la isla de Sto. Domingo, y la vuelta a la tradicional alianza con Francia, esta vez contra
Inglaterra. Esta alianza se selló en el Tratado de San Ildefonso, firmado en 1796.
El ascenso al poder de Napoleón en 1799 y la debilidad del gobierno de Godoy provocó que España
dependiera fuertemente de la política exterior francesa y eso nos llevó al enfrentamiento con Inglaterra.
Las consecuencias pronto se hicieron notar: en 1801, España vence a Portugal, fiel aliada de Inglaterra, en
la “Guerra de las Naranjas" y se anexiona Olivenza (Badajoz), pero eso no sirvió para compensar la
catastrófica derrota naval de la armada franco-española frente al almirante inglés Nelson en Trafalgar, en
1805. Los gastos de estas guerras provocaron una fuerte crisis económica.
Los ruinosos resultados de la alianza con Francia no impidieron que Godoy firmara con Napoleón el
TRATADO DE FONTAINEBLEAU, en 1807. Por este acuerdo se autorizaba la entrada y el establecimiento
de tropas francesas en España con el propósito de invadir y atacar Portugal , país que incumplía el
Bloqueo Continental impuesto por Francia a Gran Bretaña. Francia y España se repartirían Portugal y
Godoy obtendría un principado. Pero, en realidad, este tratado ponía todas las facilidades para que los
franceses invadieran España; unos 28000 soldados franceses entran en la Península, camino de Portugal,
pero van ocupando y dejando guarniciones en las fortalezas de las ciudades españolas.
A esas alturas, la actuación de Godoy era ampliamente criticada en los medios influyentes del país. La
derrota naval de Trafalgar había desbaratado el poder marítimo español y generado la crisis económica
que había provocado un enorme déficit del Estado y la drástica disminución del comercio con América; todo
eso avivó la oposición de la nobleza, (desairada por el favor real dado a un "advenedizo" como Godoy), y
del clero, asustado ante la tímida propuesta de desamortización de bienes eclesiásticos por parte de
Godoy. El error de Fontainebleau, también provocó los recelos del Príncipe de Asturias, el futuro Fernando
VII, hacia Godoy. Todo este descontento llevó a la formación de un grupo de oposición liderado por el
Príncipe de Asturias, Fernando, que rápidamente se puso a conspirar para acabar con el gobierno de
Godoy y, de paso, arrebatar el trono a su padre Carlos IV, el rey que había nombrado ministro a Godoy. El
primer intento conspiratorio acabó con el arresto del Príncipe (Procesos del Escorial) en 1807.
Al mismo tiempo se hizo evidente para todos que la entrada consentida de las tropas napoleónicas se había
convertido en una ocupación de facto de nuestro país. Consciente de este hecho, Godoy tramó la huida de
la familia real hacia Andalucía, para sacarlos del país, y la Corte se desplaza a Aranjuez. Pero aquí
sus planes se van a ver frustrados. El 19 de marzo de 1808 estalló un motín popular, que en
realidad estaba organizado por la facción de la Corte partidaria del Príncipe de Asturias. El Motín
de Aranjuez precipitó la caída de Godoy y obligó a Carlos IV a abdicar en su hijo con el título de
Fernando VII. Carlos IV pide ayuda a Napoleón, para que medie en el enfrentamiento con su hijo.
La Guerra de la Independencia: bandos en conflicto y fases de la guerra:
Con las tropas del general Murat en Madrid, Napoleón llamó a Carlos y a Fernando a Bayona, en
Francia, y allí les forzó a abdicar en su hermano José Bonaparte. Fueron las Abdicaciones de
Bayona por las que los Borbones cedieron sus derechos a Napoleón (5 de mayo de 1808).
Y mientras, en España, y ante la evidencia de la ocupación francesa, el descontento popular acabó por
estallar: el 2 de mayo de 1808 se inicia una insurrección en Madrid abortada por la brutal
represión de las tropas napoleónicas. Los días siguientes los levantamientos antifranceses se
extienden por todo el país, paralizando el movimiento de las tropas galas. Se inicia así LA
GUERRA DE LA INDEPENDENCIA (1808-1814).
Durante seis años, se enfrentaron el ejército francés, con el apoyo de los "afrancesados", y la guerrilla
española, formada por antiguos militares españoles y campesinos, ayudados por el ejército británico
enviado a la península.
Tratando de atraerse a la opinión ilustrada, el nuevo monarca José I publicó el Estatuto de Bayona (julio
de 1808), una Carta Otorgada que concedía algunos derechos más allá del absolutismo: sistema bicameral,
con división de poderes limitada, reconocimiento de ciertos derechos individuales (libertad de comercio e
imprenta), supresión de la Inquisición y del feudalismo y desamortización de tierras del clero, reforma de la
administración y la hacienda... Cuando llega a España el pueblo no aceptará a José I. Sólo le apoyarán los
afrancesados, una minoría intelectual que deseaba que el nuevo rey aplicase medidas reformistas.
Las abdicaciones de Bayona y la insurrección contra José I significaron una situación de "vacío de
poder" que desencadenó la quiebra de la monarquía del Antiguo Régimen en España. Para
hacer frente al invasor, la población organiza las Juntas Provinciales, que asumen la soberanía
en nombre del rey ausente: en ningún momento se cuestionan la monarquía; sólo llenan el vacío de poder
en ausencia del rey. En septiembre 1808, las Juntas Provinciales se coordinaron y se constituyó la Junta
Central Suprema, que declara la guerra al invasor y exige el retorno de los reyes. Pese a que gran parte de
los miembros de estas juntas eran conservadores y partidarios del Antiguo Régimen, la situación bélica
provocó que asumieran medidas revolucionarias, como la convocatoria de Cortes en Cádiz.
En el desarrollo de la Guerra de Independencia distinguimos tres FASES:
La primera fase abarca desde mayo a octubre de 1808, y en ella se desarrolla una guerra
convencional. Tras el levantamiento general contra los invasores, la guerra se desarrolla con los
restos del ejercito regular español, que se enfrentó y venció, sorprendentemente, a los franceses
en Bailen (julio de 1808), demostrando a Europa que el ejército napoleónica podía ser derrotado. El gran
error de Napoleón fue pensar que la guerra iba a ser rápida y sin resistencia, pero los sitios de Zaragoza y
Gerona impidieron llegar a Levante al ejército francés, y permitieron la organización de la resistencia en
otros lugares. Además, la victoria de Bailén, impidió la toma de Andalucía y obligó al repliegue francés hacia
el Ebro, abandonando Madrid.
La segunda fase abarca desde finales de 1808 a finales de 1811: es una fase de dominio militar francés.
Para poner fin a la insurrección, el propio Napoleón viene en otoño de 1808 a la península, al frente de
250.000 hombres, y ocupa la mayor parte del país, excepto las zonas periféricas y montañosas donde se
organizan las “guerrillas", (como las dirigidas por Merino o el Empecinado), que pusieron en jaque a las
tropas francesas. La guerra de guerrillas fue una gran innovación que tiene su origen en las técnicas de
resistencia de Viriato frente a los invasores romanos. Se trataba de pequeños grupos de civiles y
exmilitares que, aprovechando su conocimiento del terreno, se dedicaban a atacar por sorpresa y a hostigar
al ejército francés, a destruir sus instalaciones o asaltar cargamentos de avituallamiento, hostigamiento que
estaba apoyado por la población civil, que les proporcionaba información, alimento y refugio.
La tercera fase abarca 1812 y 1813 y se vuelve a la guerra convencional, ahora de contraofensiva inglesa
apoyada por la guerrilla: el año decisivo fue1812, pues la guerra cambia de curso. El ejército del general
británico Wellington, con el apoyo de españoles y portugueses infringió sucesivas derrotas a los franceses
(Arapiles, San Marcial), empujándoles hacia los Pirineos. La campaña de Rusia obliga a
Napoleón a retirar tropas de España y, en 1813, la catastrófica retirada de la Grande Armée de
Rusia, debilita tanto a Napoleón que decide pactar el fin del conflicto español: las tropas
francesas abandonan el país y Napoleón devuelve la corona a Fernando VII por el Tratado de Valençay
(diciembre de 1813). La cruenta Guerra de la Independencia toca a su fin.
Las consecuencias de la guerra:
-Elevadas pérdidas humanas y económicas (medio millón de españoles murieron directa o indirectamente).
Se perdieron las cosechas, el ganado y ciudades como Gerona o Zaragoza fueron arrasadas. Las bajas en
el ejército francés se calculan en torno a los 300.000 soldados (eso influyó en su desastre final en Europa).
-La incipiente industria catalana se hundió y perdió su capacidad competitiva. Se paraliza la Rev.Industrial.
-Se aceleró el desmoronamiento del Imperio español en América y la independencia de las colonias.
-La obra política de las Cortes de Cádiz rompe con el Antiguo Régimen e inicia el Liberalismo en España.
Los posicionamientos sociales ante el conflicto:
• Numerosos intelectuales, altos funcionarios y una parte de la alta nobleza, integraban el grupo de  los
afrancesados, que aceptaron a José Bonaparte, como una forma de mantener el gobierno del Despotismo
Ilustrado que bebía de las ideas de la revolución francesa, garantizando que no se produjeran los excesos
del Terror. Eran una minoría y tuvieron que exiliarse.
• El grueso de la población integraba el frente patriótico, opuesto a la invasión. Se trata de nobleza y clero
con ideas muy tradicionales y que buscaban la vuelta de una monarquía de antiguo cuño personificada en
Fernando VII; y las masas populares, esencialmente monárquicas y defensoras de la Iglesia católica, como
base de un sentimiento patriótico contra el invasor extranjero, pero que en su lucha tomaron conciencia de
su capacidad revolucionaria. No obstante, como dice Fontana, la revolución española fue una revolución
ambigua, se hace contra un monarca (José Bonaparte), pero no contra el sistema monárquico; no existió
revolución social.
• Los ilustrados, con personajes como Floridablanca y Jovellanos, querían una monarquía tradicional pero
que impulsara la modernización del país. Se sitúan contra los franceses.
• Sectores liberales, creían en la monarquía parlamentaria liberal, eran el equivalente a los girondinos.
Defendían la Soberanía Nacional, división de poderes, constitución, acabar con los gremios y desarrollo del
capitalismo liberal.

5.2. Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

a) Las Cortes de Cádiz


Las Juntas Provinciales y la Junta Central

Las Abdicaciones de Bayona habían creado un vacío de autoridad en la España ocupada. Pese a que


los Borbones habían ordenado a las autoridades que obedecieran al nuevo rey José I, muchos españoles
se negaron a obedecer a una autoridad que veían como ilegítima. Para llenar ese vacío y organizar la
insurrección espontánea contra los franceses se organizan Juntas Provinciales que asumen la soberanía. 

Las Juntas Provinciales sintieron desde un principio la necesidad de coordinarse. Así, en septiembre de
1808, se constituyó la Junta Central Suprema  que reconoció a Fernando VII como rey legítimo, pero en su
ausencia, asumió la totalidad de los poderes soberanos y se estableció como máximo órgano de gobierno,
encargado de dirigir las acciones bélicas. En la Junta encontramos a personajes relevantes de gobiernos
anteriores como Floridablanca y Jovellanos. Ante la ofensiva francesa, la Junta se desplaza a Sevilla, y
luego a Cádiz. Aprovechando la ausencia del rey, la Junta Central, con mayoría liberal, convocó reunión
de Cortes extraordinarias en Cádiz, acto que inicia la primera revolución liberal burguesa en España, con
dos objetivos: adoptar reformas que acabaran las estructuras del Antiguo Régimen en España y aprobar
una Constitución que cambiara el régimen político del país. Finalmente, en enero de 1810, la Junta se
disuelve y cede el poder a una Regencia, que no paralizó la convocatoria de Cortes.

Las Cortes de Cádiz


La celebración de las elecciones en situación de guerra propició que se reunieran unas
Cortes con predominio de elementos burgueses y cultos, procedentes de las ciudades
comerciales del litoral, sobre todo comerciante de Cádiz, de pensamiento liberal, que
sustituyeron a muchos diputados que no pudieron llegar por la guerra.
Las sesiones de Cortes comenzaron en septiembre de 1810 y muy pronto se formaron dos grupos de
diputados enfrentados:

 Liberales: partidarios de reformas revolucionarias, inspiradas en los principios de la Revolución


Francesa. Eran mayoría.
 Absolutistas o “serviles”: partidarios del mantenimiento del Antiguo Régimen (monarquía
absoluta, sociedad estamental, economía mercantilista).
El sector liberal consigue un primer triunfo al constituirse una cámara única, frente a la tradicional
representación estamental. Otro elemento clave en las primeras sesiones fue el reconocimiento de la
soberanía nacional, expresada a través de las Cortes.
b) La Constitución de 1812
Aprobada el 19 de marzo de 1812 y popularmente es conocida como “La Pepa”.

Este texto legal fue la primera constitución liberal del país. Desarrolla el concepto de liberal en su sentido
más progresista, lo que la ha convertido en uno de los grandes textos liberales de la historia, siendo muy
célebre en su tiempo. A pesar de ello, hizo concesiones a los sectores más conservadores, como el
mantenimiento de los derechos de la religión católica.

Los diputados liberales Agustín Argüelles, Diego Muñoz Torrero y Pérez de Castro son las


figuras más destacadas en su elaboración. 

Consta de 384 artículos. Estas son las principales reformas políticas, económicas, sociales y jurídicas
adoptadas por las Cortes de Cádiz en la Constitución de 1812:
 Soberanía nacional. El poder reside en la nación, idea opuesta a la soberanía monárquica. La
nación incluye a todos los ciudadanos peninsulares y de las colonias (“los españoles de ambos
hemisferios”).

o Poder legislativo: Cortes Unicamerales (aprueba presupuestos y tratados internacionales).


o Poder judicial: tribunales, con códigos únicos y jueces que no pueden ser cesados.

o Poder ejecutivo: Rey, dirige el gobierno, pero con importantes limitaciones:

 Sus órdenes deben ir validadas por la firma del Ministro correspondiente.

 No puede disolver las Cortes

 Veto suspensivo transitorio durante dos años de leyes, tras ello la decisión de las
Cortes se convierte en ley.

 Nombra a los ministros, pero estos deben ser refrendados por las Cortes (“doble
confianza”). Los ministros están sometidos a responsabilidad penal por sus actos.
 

 Nuevo derecho de representación. La nación ejerce su soberanía mediante sus representantes en


Cortes; el cargo de diputado era inviolable y por dos años. 
 Complicado procedimiento electoral por sufragio universal masculino indirecto en cuarto grado.
Derecho de voto: todos los hombres mayores de 25 años, que elegían a unos compromisarios que a
su vez elegían a los diputados.
 Igualdad de los ciudadanos ante la ley. Esto supuso el fin de los privilegios estamentales.
 Declaración de los derechos individuales del ciudadano, que bebe de los principios de la Rev.
Francesa: reconocimiento del derecho a la vida, a la educación, igualdad ante la ley, derecho de
petición, libertad de imprenta, inviolabilidad del domicilio, a la libertad civil y a la propiedad.
 Reforma Fiscal y adopción de mecanismos para crear una Hacienda Pública.
 Reorganización del Estado: división en provincias y, a nivel local, se establece la elección popular
de alcaldes. Se omite toda referencia a los territorios con fueros, lo que equivalía a su no
reconocimiento. No obstante, los regímenes forales de las provincias vascas y de Navarra no se
derogaron de forma explícita.  
 Abolición de los gremios. Libertad económica, comercial, de trabajo y de fabricación (1813)
 Se crea un ejército nacional, con servicio militar obligatorio.
 Implantación de la enseñanza primaria pública y obligatoria.
 Abolición del régimen señorial: supresión de los señoríos jurisdiccionales, reminiscencia feudal.
Sin embargo, la nobleza mantuvo la propiedad casi todas sus tierras.
 Confesionalidad del Estado: el catolicismo es la única confesión religiosa
permitida. La necesidad de contar con la colaboración del clero en la lucha contra los franceses es
lo que explica este rasgo intolerante, que choca con el espíritu avanzado de la constitución. La
libertad de imprenta no se aplicará a los textos religiosos.
 Tímida desamortización de algunos bienes de la Iglesia.
 Supresión de la Inquisición (1813)
Estamos ante planteamientos constitucionales revolucionarios, pero que apenas tuvieron aplicación en la
vida pública debido al estado de guerra. La constitución estuvo vigente entre 1812-14, cuando Fernando VII
la anula; también en el Trienio Liberal (1820-23) y durante unos meses entre 1836-37.
Las fuentes ideológicas y sociales del Liberalismo español, creador de la constitución de 1812:
Los referentes ideológicos que inspiraron a los primeros liberales españoles fueron:
 La filosofía política francesa del siglo XVIII : sobre todo, la propuesta de la división de poderes de
Montesquieu, y las teorías democráticas e igualitarias de Rousseau sobre la soberanía nacional y el
contrato social.
 El sistema político parlamentario inglés y las nuevas instituciones surgidas en Norteamérica tras su
revolución.
 El pensamiento económico de Adam Smith (liberalismo económico).
 La tradición iusnaturalista española encarnada en Francisco de Vitoria y Francisco Suárez (esta
tradición inspiró las Leyes de Indias del siglo XVI). Esto ayudó a configurar el pensamiento liberal
que afirma que los individuos poseen unos derechos naturales previos a la creación del Estado.

Los referentes sociales fueron:


 Las ideas políticas fueron defendidas por sectores minoritarios de la sociedad española: los grupos
más instruidos y preparados intelectualmente: altos funcionarios, abogados, juristas, profesores,
periodistas y escritores.
 Los grupos sociales que y se beneficiaron de la revolución liberal fueron los altos funcionarios, los
nobles terratenientes, los abogados y la burguesía comercial, industrial y financiera. Pero los
burgueses y hombres de negocios sólo abrazaron el liberalismo cuando, después de 1808, se
derrumbó el tráfico comercial con las colonias y se perdieron esos mercados.
 La nobleza, al principio, se opuso, pero se adaptó bien a la nueva situación después de que vieron
que la abolición de los privilegios y señoríos les permitía conservar sus propiedades territoriales y su
poder económico.
 El campesinado no participó en la revolución política y no obtuvo beneficios de los cambios. La
escasa preparación intelectual del pueblo impidió que entendiesen la importancia de los cambios
que se estaban planteando en Cádiz; por tanto, no la apoyaron mayoritariamente.

REPERCUSIONES: La trascendencia del proceso de Cádiz y la viabilidad del mismo:


• Los legisladores desarrollaron su labor en un ambiente de revolución frente al enemigo exterior y su
optimismo legislativo fue más teórico que práctico.
• Elaboraron una constitución muy avanzada para una sociedad desestructurada por la guerra y que no
había interiorizado los conceptos liberales que se proponían: se pretendió reestructurar una sociedad que
no estaba preparada para cambios tan profundos y que no fue consciente, ni apoyó de forma mayoritaria
estos cambios. Podemos afirmar que fue un intento de implantar la visión progresista de una minoría sobre
una mayoría que tenía otros problemas.
• Se intentó acabar con el Antiguo Régimen e implantar un estado liberal: se suprimen señoríos, libertad de
trabajo, anulación de gremios, abolición de la Inquisición e inicio de la desamortización y la reforma agraria
(pero el proceso nació viciado por el peso que la religión tenía en la propia configuración del Estado). En
consecuencia su desarrollo práctico fue casi nulo al no poderse aplicar lo legislado. La vuelta de Fernando
VII, y con él la del absolutismo, abortó la experiencia liberal.
• Su más importante logro fue que se convirtió en un ejemplo para muchas constituciones europeas y
americanas y fue la base sobre la que se intento organizar el constitucionalismo español del siglo XIX, pero
no daría frutos hasta mucho tiempo después.
En conclusión: El ímpetu revolucionario no caló en una sociedad muy tradicional y falta de una clase media
dinámica. La Constitución de 1812, fue una ilusión que intentó modernizar el país pero que no permitió a
éste salir de su atraso y se produjo una regresión.

5.3. Fernando VII: Absolutismo y liberalismo. 


La Independencia de América Latina

La Restauración de Fernando VII

Tras el Tratado de Valençay, en 1813, Fernando VII es reconocido como monarca legítimo de España,
y se preparó para regresar a un país donde gobernaban unos principios políticos (constitucionales)
completamente contrarios a sus convicciones absolutistas, principios que él se negaba a asumir. Los
liberales eran muy conscientes de esta situación, y por ello querían que el rey volviera a Madrid y jurara la
constitución, comprometiéndose a respetar el nuevo marco político. El monarca se mostró cauto y
conciliador, pero retrasó su regreso a Madrid, tanteando la situación ante la cada vez mayor debilidad de los
liberales en el interior del país, y permitiendo que las fuerzas más reaccionarias maniobraran para restaurar
el Antiguo Régimen. Estos fomentaron la idea de que el rey era “El Deseado” por el pueblo.
Fernando VII entró en España el 22 de marzo de 1814, recibido por continuas aclamaciones
populares. El 12 de abril un grupo de diputados a Cortes absolutistas le presentaron el conocido
como Manifiesto de los Persas en el que le reclamaban la vuelta al absolutismo. En el
afirmaban: “Señor, era costumbre entre los antiguos persas pasar cinco días de anarquía después
del fallecimiento de su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos, robos y otras desgracias,
les obligase a ser más fieles a su sucesor...”, y apreciar mejor los rigores de un gobierno firme y de poder.
Finalmente, Fernando VII terminó por decidirse y el 4 de mayo de 1814 emite en Valencia un Real Decreto
por el que disolvía las Cortes, abolía la Constitución de 1812 y condena toda la labor legislativa de las
Cortes de Cádiz y restablecía el absolutismo, proponiendo la convocatoria de unas Cortes al estilo
antiguo. Además, inicia una fuerte represión, donde el rey juzga e impone las penas a todos los defensores
de la labor de Cádiz.
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
El decreto de 4 de mayo  inició un triste período caracterizado por la sistemática anulación de las
reformas de las Cortes gaditanas y la vuelta al antiguo régimen y al absolutismo.
Se toman las siguientes medidas:
-Se restablecen los privilegios, las contribuciones indirectas, se restauran los gremios y los privilegios de la
Mesta así como el régimen señorial, se devuelven los bienes a la iglesia y se exigen pruebas de nobleza
para entrar en el ejército. Estas medidas se apoyan en un contexto internacional muy favorable a estas
tesis, Napoleón había sido derrotado y las potencias vencedoras se habían propuesto, en el Congreso de
Viena, restaurar el viejo orden en Europa. La Santa Alianza garantizaba la defensa del absolutismo y el
derecho de intervención en cualquier país para frenar el avance del liberalismo.
Pero, además, en un período crucial en la historia de Europa, cuando se estaba dirimiendo el equilibrio de
fuerzas tras Napoleón, Fernando VII se mostró sorprendentemente desinteresado por los asuntos
externos. Así, pese a haberse enfrentado y derrotado al emperador francés, España quedó
marginada de los beneficios que las potencias vencedoras de Napoleón recibieron en la Segunda
Paz de París y en el Congreso de Viena  en 1815. Nuestro país, destrozado por la guerra de la
Independencia, quedó relegado a un papel secundario en el concierto internacional.
Con una economía depauperada por la guerra recién terminada y con unas colonias americanas que ya no
producían ningún beneficio a la metrópoli, y en pleno proceso de independencia, Fernando VII, apegado
al mantenimiento de los privilegios estamentales, se negó a emprender cualquier reforma fiscal que
incrementara los ingresos de un estado cada vez más endeudado y en quiebra desde 1818. Se vuelve a la
política de precios fijos y de abastos. El tren industrializador se pierde definitivamente.
La labor del gobierno de Fernando VI se caracterizó por el inmovilismo y la ineficacia, y se centró en
la represión de los enemigos de la restaurada monarquía absoluta. Más de doce
mil “afrancesados” tuvieron que exiliarse del país y se inició una dura persecución contra los liberales.
Los liberales buscan al ejército para derribar el absolutismo, lo que originará el militarismo y la implicación
del ejército en política. Muchos militares descontentos, entre ellos antiguos héroes de la guerra de la
Independencia, optaron por las posturas liberales y para hacer frente a la represión se integraron en
sociedades secretas de ideología liberal como la masonería.  Estos militares protagonizaron diversas
intentonas de golpe militar o  pronunciamientos: Espoz y Mina en 1814, Díaz Porlier en 1815, Lacy en
1817… Todos los intentos de golpe fueron duramente reprimidos.
Y mientras se suceden los intentos independentistas de las colonias. El rey manda tropas para frenarlos.

El Trienio Liberal (1820-1823)

Finalmente, un pronunciamiento liberal terminó por triunfar. El teniente coronel Riego  se puso
al frente de un ejército que estaba acantonado en Cabezas de San Juan (Sevilla), para marchar
hacia América  a luchar contra los rebeldes independientes. Proclamó la Constitución de 1812.
Tras diferentes avatares la insurrección se generalizó. El 9 de marzo de 1820, Fernando VII,
atemorizado, juró la Constitución de 1812.

Por primera vez, se aplicaba la Constitución de 1812 en una situación de paz y con el monarca en el
país. Fernando VII, absolutista convencido, trató de obstruir desde un principio la labor de los gobiernos
liberales y el normal funcionamiento constitucional. Esta actitud del rey va a provocar una fractura política
que se extenderá durante décadas: la escisión de los liberales.

Por un lado, los “doceañistas” pretenderán modificar la Constitución buscando una transacción con el


Rey. Para ello, defendieron la concesión de más poder al monarca y la creación de una segunda cámara
reservada a las clases más altas. Después de 1833, los "doceañistas" se convertirán en los moderados.

Por otro lado, los “veinteañistas” pedían simplemente la aplicación estricta de la Constitución


de 1812. Eran sectores del ejército, la prensa e intelectuales. Conocidos también como
los exaltados, serán denominados progresistas tras 1833.

La división de los liberales introdujo una gran inestabilidad política durante el Trienio.

Los liberales en el poder durante el Trienio van a aplicar una política claramente anticlerical:
racionalización de la Iglesia, expulsión de los jesuitas, abolición del diezmo, supresión de la
Inquisición, desamortización de los bienes de las órdenes religiosas... Todas estas medidas
trataban de debilitar a una poderosísima institución opuesta al desmantelamiento del Antiguo Régimen. El
enfrentamiento con la Iglesia será un elemento clave de la revolución liberal española.

Otras medidas que adoptaron fueron: supresión de los mayorazgos, reforma agraria con un mercado libre
de venta de tierras para crear una clase de propietarios rurales contrarios al absolutismo. Abolición del
régimen señorial, estableciéndose la libertad de industria, comercio y la libertad del cerramiento de tierras.
Se promulga un nuevo código penal. Se crea la Milicia Nacional un cuerpo armado de voluntarios, formado
por clases medias, esencialmente urbanas, con el fin de garantizar el orden y defender las reformas
constitucionales.

El rey tiene que aceptar por fuerza muchas de estas medidas, pero trabajará para ralentizarlas o
obstaculizarlas en un doble frente: a través del derecho de veto que le otorga la Constitución y conspirando
de forma secreta contra el gobierno, buscando el apoyo extranjero para una intervención.

Alentados por las conspiraciones del rey y espoleados por la grave crisis económica pronto surgieron
movimientos de protesta contra el gobierno liberal en Madrid.  La nobleza tradicional y la iglesia juegan
sus cartas e impulsan la contrarrevolución realista, que se concretará en la aparición partidas armadas
de campesinos en el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. Los campesinos veían como las reformas
no significaron un reparto de tierras y rebaja de impuestos. Todo lo contrario: los antiguos señores eran
ahora propietarios, y ellos eran arrendatarios, y eso les obligaban a pagar con dinero las tradicionales rentas
en especie, en una economía de subsistencia donde era difícil conseguir dinero. Eso los empobreció más y
los hizo más indefensos. Alentados por todas estas protestas, la oposición absolutista se aventuró a
crear Regencia Suprema de España en Urgel, cerca de la frontera francesa. Trataban así de crear un
gobierno español absolutista, alternativo al liberal de Madrid. El fracaso de la Regencia de Urgel hizo
evidente para Fernando VII y los absolutistas que la única salida para acabar con el régimen liberal era la
intervención de las potencias absolutistas europeas, tal como se especificó en el Congreso de Viena (1815)

Esta revolución se exporta a Nápoles, Piamonte, Portugal y los Decembristas rusos. Aunque sólo triunfará
en Grecia. Tras la derrota de Napoleón en 1815, las grandes potencias absolutistas (Prusia, Austria,
Rusia y la Francia de Luis XVIII), reunidas en el Congreso de Viena y coaligadas la Santa Alianza, se
habían comprometido a intervenir ante cualquier amenaza liberal que surgiera en Europa contra los
principios de la Restauración (absolutismo, antiguo régimen). Así, reunidas en 1822 en el Congreso de
Verona, las potencias acordaron la intervención en España, con la oposición de Inglaterra. El 7 de abril de
1823 un ejército francés, conocido como los“Cien Mil Hijos de San Luis”,  al mando del Duque de
Angulema, entró y, sin encontrar resistencia popular, conquistó fácilmente el país. El 1 de octubre puso fin al
último foco de resistencia del gobierno liberal en Cádiz y repuso como monarca absolutista a Fernando VII. 

La Década Absolutista (1823-1833) (también conocida como Década Ominosa)


El mismo día en que Fernando VII fue liberado por los Cien Mil Hijos de San Luis promulgó un
decreto por el que anulaba todo lo legislado durante el Trienio. El monarca trata de  volver al
absolutismo y al Antiguo Régimen. Pero las conspiraciones militares liberales continuaron, y
el temor a un nuevo pronunciamiento llevó a Fernando VII a tomar una medida extrema: la
disolución del ejército. La Corona sería defendida hasta 1828 por 22.000 soldados franceses, mantenidos
por el Estado español.
Inmediatamente se inició la represión contra los liberales y militares. Riego fue ahorcado en Madrid en
noviembre y, aunque la Inquisición no llegó a ser restablecida, se crearon Juntas de Fe que ejercieron la
función inquisitorial y represiva. Los civiles perdieron sus empleos, propiedades y fueron encarcelados.
Paralelamente, el régimen absolutista abordó la depuración de la administración, lo que llevó a la
expulsión de miles de funcionarios, especialmente docentes. El maestro valenciano Cayetano Ripoll fue la
última víctima legal del fanatismo religioso.
Uno de los pocos factores positivos de esta última década absolutista fue la reforma de la Hacienda
emprendida por el ministro López Ballesteros, y que era urgente para solucionar los problemas económicos.
La reforma permitió un cierto equilibrio presupuestario, mediante un estricto control del gasto público, al
que no fue ajena la disminución de los gastos militares tras la independencia de las colonias.
En este sentido a partir de 1825, el monarca se abre a colaborar con el sector más moderado de la
burguesía financiera e industrial de Madrid y Barcelona. En 1829 se promulga el Código de Comercio que
estaría en vigor hasta 1885 y que decretaba la libertad de Sociedades Anónimas y se establece un arancel
proteccionista para las manufacturas catalanas. El régimen quería aparentar que no es inmovilista y lleva a
cabo pequeñas reformas administrativas, que sin embargo se ven truncadas con medidas antieconómicas
como el cierre de Universidades en 1830.
Estas pequeñas reformas fueron mal vistas por el sector más conservador y tradicionalista, que se quejaban
de que no se tuviese más mano dura con determinados sectores anticlericales. En Cataluña a partir de
1827, se levantan partidas realistas que reclaman el poder para los grupos más ultraconservadores y que
defendían la vuelta a la costumbre y fueros tradicionales. Estos se agrupan en la corte en torno a Carlos
María Isidro, hermano del rey y previsible sucesor, ya que el rey aún no tenía descendencia.
La emancipación de América Latina
La política económica de los Borbones reactivó el comercio y la agricultura de plantación trabajada por
esclavos; eso generó el desarrollo de un grupo burgués-criollo, imbuido de las ideas de la Ilustración. Pero
en el siglo XIX, España pierde sus territorios en América y los hispanoamericanos consiguen la
independencia. Varios factores explican el desencadenamiento del movimiento independentista:
  El creciente descontento de los criollos, descendientes de españoles nacidos en América,
quienes pese a su riqueza y cultura tenían vedado el acceso a los grandes cargos políticos en las
colonias, reservados para los peninsulares. Ellos dirigirán la independencia en algunos focos.
 Las limitaciones al libre comercio y al desarrollo económico de las colonias impuestas por el
régimen colonial. Estas limitaciones perjudicaban económicamente a la burguesía criolla.
 La influencia de las ideas ilustradas y el ejemplo de la independencia de los Estados Unidos.
 La crisis política producida por la invasión napoleónica, que privó de legitimidad a las
autoridades que representaban a la monarquía de José I en las colonias (vacío de poder).
 La ruptura de las comunicaciones por mar con la Península Ibérica tras la invasión francesa.
En el proceso de independencia se pueden distinguir dos grandes etapas:
 1808-1814: Los territorios americanos se declararon independientes de la España napoleónica,
pero mantuvieron sus lazos con las autoridades de Cádiz, enviando representantes a las Cortes.
Cuando Fernando VII fue repuesto en el trono, todas las colonias, excepto Argentina, volvieron a
unirse a la Corona española y manifestaron su fidelidad.
 1814-1824: La vuelta al absolutismo propició pronunciamientos militares que rápidamente derivaron
hacia posturas independentistas entre los criollos. Esta deriva fue alentada por Inglaterra, que
rápidamente se hizo con la influencia económica en la zona, y por Estados Unidos.
Entre los caudillos independentistas sobresalen las figuras de José San Martín (Argentina- Virreinato de la
Plata) y Simón Bolívar (Venezuela- Virreinato de Nueva Granada). Fueron movimientos de corte liberal-
burgués dirigidos por la élite criolla. En México, el levantamiento tiene carácter popular y revolucionario y
solicitan reparto de tierras. Las guerras de independencia que siguieron fueron complejas y culminaron con
la derrota española en Ayacucho en 1824,.que puso fin al dominio español en América. Sólo las islas
antillanas de Cuba y Puerto Rico siguieron ligadas a la metrópoli, así como las Filipinas, en Asia.
Simón Bolívar planteó la alternativa de la unidad americana tras el fin del imperio hispánico. Los
localismos, las mezquindades de los nuevos dirigentes, el atraso económico, las dificultades de
comunicación, ayudados por las maniobras de Estados Unidos (Doctrina Monroe), llevaron al
fracaso del ideal bolivariano y a la fragmentación política de la América hispánica.

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