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T'inkazos.

Revista Boliviana de Ciencias


Sociales
ISSN: 1990-7451
fundacion@pieb.org
Programa de Investigación Estratégica en
Bolivia
Bolivia

Hoffmann, Sabine
Hacia una (re)conceptualización de ciudadanía
T'inkazos. Revista Boliviana de Ciencias Sociales, núm. 18, mayo, 2005, pp. 81-92
Programa de Investigación Estratégica en Bolivia
La Paz, Bolivia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=426141561005

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Hacia una (re)conceptualización de ciudadanía1
Sabine Hoffmann2

Este artículo presenta un esquema analítico de la


ciudadanía, el mismo que comprende diferentes
dimensiones interrelacionadas. Partiendo de las
dimensiones “status versus práctica”, “lo privado
versus lo público” y “espacio público” se busca
conceptualizar la noción de la participación ciudadana
en los espacios públicos.

El concepto de ciudadanía es multidimensional y Según estos autores, en el caso del primer ti-
dinámico: los diferentes ámbitos que integran el po de dimensiones, la conceptualización de ciu-
concepto se influencian recíprocamente y se mo- dadanía no significará apostar por uno de los po-
difican con el tiempo y en el espacio (Tapia et al., los que se encuentra en una relación de tensión,
2005). Para concebir el concepto en su multidi- sino más bien concebir las dinámicas y fricciones
mensionalidad y dinámica, Luis Tapia, Sabine entre los dos polos extremos y opuestos. Además,
Hoffmann, Jorge Viaña y Bernardo Rozo (2005) la conceptualización implicará aprehender la in-
desarrollaron un esquema analítico que compren- terrelación entre los diferentes campos de ten-
de diferentes dimensiones interrelacionadas. sión, así como entre éstos y las dimensiones
Entre las dimensiones identificadas y seleccio- transversales.
nadas se pueden distinguir: 1) dimensiones relacio- Siguiendo Tapia et al. se conceptualizará
nales que forman campos de tensión y que giran en ciudadanía a partir de las dimensiones relacio-
torno a polos extremos y opuestos como “status ver- nales de “status versus práctica” y “lo público
sus práctica” y “lo privado versus lo público” y 2) versus lo privado”, así como desde la dimensión
dimensiones transversales que trascienden dichos transversal de “espacio público”, siendo dichas
campos como “espacio público” (Véase figura 1). dimensiones claves para aprehender la noción

1 Es preciso destacar que este trabajo individual se basa en un trabajo colectivo realizado por Luis Tapia, Sabine Hoffmann, Jorge
Viaña y Bernardo Rozo. Agradezco a mis compañeros por haberme permitido compartir con ellos una experiencia vital.
2 Estudiante de doctorado en el Instituto Universitario de Estudios de Desarrollo (IUED) de la Universidad de Ginebra, Suiza, en
el marco del Polo Nacional de Competencias en Investigación Norte-Sur de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación
(COSUDE) y el Fondo Nacional Suizo (FNS). Email: sabine.hoffmann@gmx.ch

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de la participación ciudadana en los espacios nía consiste, esencialmente, en asegurar que cada
públicos. cual sea tratado como un miembro pleno de una
sociedad de iguales. La manera de asegurar este ti-
Figura 1: Esquema analítico po de pertenencia consiste en otorgar a los indivi-
de ciudadanía duos un status, un conjunto de derechos ciuda-
danos que define las relaciones entre los ciudada-
nos y entre los ciudadanos y el Estado. Marshall
divide los derechos en tres categorías: derechos ci-
viles, referidos a las libertades de los individuos,
derechos políticos, referidos al derecho de elegir y
ser elegidos como gobernantes y derechos sociales,
referidos al derecho de acceder a servicios públi-
cos como educación, salud y servicios básicos. Al
garantizar a todos iguales derechos, el Estado
tiende a asegurar que cada integrante de la socie-
dad se sienta capaz de participar y de disfrutar de
la vida en común.
A esta concepción liberal de ciudadanía suele
denominarse ciudadanía “pasiva” o “privada”, da-
do su énfasis en los derechos puramente pasivos y
en la ausencia de toda obligación de participación
Fuente: Basado en Tapia et al. (2005).
de los ciudadanos en la vida pública (Kymlicka y
Norman, 1997); en este sentido, se trata de una
STATUS VERSUS PRÁCTICA concepción que subraya los derechos de los ciu-
dadanos frente a la comunidad, los mismos que
En el debate actual sobre ciudadanía existen dife- prevalecen sobre las responsabilidades de los ciu-
rentes concepciones, entre otras la concepción de dadanos hacia la comunidad.
ciudadanía como status y la concepción de ciuda- La ortodoxia sostenida por Marshall (1950) y
danía como práctica. Estas concepciones se en- otros autores como Rawls (1991), ha sido critica-
cuentran en una relación de tensión y la pregun- da con creciente frecuencia a lo largo de la última
ta de si la ciudadanía debe ser entendida como década, enfatizando la necesidad de complemen-
status y/o práctica es uno de los puntos de partida tar (o sustituir) la aceptación pasiva de los dere-
para definir su naturaleza y, por ende, la naturale- chos con el ejercicio activo de las responsabilida-
za de la relación entre derechos y obligaciones des y virtudes ciudadanas (Kymlicka y Norman,
ciudadanos. Este debate sobre la concepción de 1997), una noción de ciudadanía que se refleja en
ciudadanía como status y/o práctica está alimen- la concepción republicana de ciudadanía.
tado por las tradiciones de la filosofía política de El republicanismo concibe al ciudadano co-
liberalismo y republicanismo. mo alguien que se identifica con la comunidad
Las líneas principales de la concepción liberal política a la cual pertenece y se compromete con
de ciudadanía pueden verse en el trabajo clásico la promoción del bien común por medio de la
de Marshall (1950). Según este autor, la ciudada- participación activa en su vida política (Miller,

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1997). En contraposición a la concepción liberal, producción. Siguiendo la argumentación de los
la concepción republicana puede ser concebida autores, esos derechos públicos buscan mayor
como ciudadanía “activa” o “pública”, dado su democratización y pluralización de los espacios
énfasis en el ejercicio activo, es decir en la prácti- públicos (Véase también dimensión transversal
ca de las responsabilidades y virtudes ciudadanas de espacio público).
y en la participación de los ciudadanos en la vida Respecto a los derechos públicos, Ferguson
pública. En efecto, se trata de una concepción (1999) sostiene que, mientras los derechos socia-
que subraya las responsabilidades de los ciudada- les pueden ser considerados como libertades po-
nos hacia la comunidad; estas responsabilidades sitivas que habilitan a los ciudadanos a ejercer sus
prevalecen sobre los derechos de los ciudadanos derechos civiles y políticos, los derechos relacio-
frente a la comunidad. nados a la participación ciudadana en lo público
Con relación a las nociones “pasiva” o “activa” pueden ser concebidos como libertades positivas
de ciudadanía, Turner (1990) propone otra tipo- que habilitan a los ciudadanos a ejercer sus dere-
logía alternativa, distinguiendo entre dos tipos de chos sociales.
ciudadanía: 1) ciudadanía que puede ser concebi- Según Zilocchi (1998), el concepto de parti-
da como “otorgada desde arriba”, es decir desde el cipación y control social de lo público tiende ac-
Estado, dándoles a los derechos ciudadanos un tualmente a relacionarse con los sectores sociales
carácter “pasivo”. Así, los ciudadanos, cuyos dere- más débiles. Apoyándose en Liboreiro (1989),
chos les han sido otorgados “desde arriba”, son Zilocchi sostiene que participar es “el conjunto
concebidos como súbditos de una autoridad ab- organizado de acciones tendientes a aumentar el
soluta. Este tipo de ciudadanía puede ser enten- control sobre los recursos, decisiones o beneficios,
dida como estrategia para paliar conflictos socia- por personas o grupos sociales que tienen niveles
les y promover la integración social de los ciuda- de injerencia relativamente menores dentro de
danos; y 2) ciudadanía que puede ser considerada una comunidad u organización. La idea de con-
como “conquistada desde abajo”, dándoles a los trol es esencial al concepto de participación en
derechos ciudadanos una noción “activa”. Los tanto se trata de modificar, en mayor o menor
ciudadanos, cuyos derechos han sido conquista- medida, el dominio que un grupo ejerce sobre las
dos “desde abajo”, son vistos como agentes políti- variables indicadas” (Zilocchi, 1998: 188).
cos y la ciudadanía es resultado de luchas sociales Por otro lado, más allá de las tradiciones de
contra la desigualdad y la injusticia social de gru- liberalismo y republicanismo, hay autores con-
pos subordinados. temporáneos que pretenden relacionar las dife-
La concepción de ciudadanía como ejercicio rentes concepciones para encontrar un equili-
activo de responsabilidades y virtudes ciudada- brio entre los derechos frente a la comunidad, y
nas, ha recibido bastante atención en vista de la las responsabilidades hacia la misma; entre ellos
expansión de los derechos de ciudadanía hacia destacan Mouffe (1992), Lister (1997), Isin y
los llamados derechos de cuarta generación, dere- Wood (1999) y Oldfield (1990). Los trabajos de
chos republicanos o derechos públicos. Según Bres- esos autores consideran ciudadanía como status
ser y Cunill (1998), consisten en un conjunto de y práctica, combinando los dos polos opuestos
derechos relacionados a la participación ciuda- de la concepción ciudadana. En el mismo senti-
dana en la producción de bienes y servicios pú- do, Mackert y Müller (2000) sostienen que en la
blicos así como en el control social sobre dicha conceptualización de ciudadanía no se trata de

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apostar por una de las concepciones alternativas, 18). Siguiendo Rabotnikof, este segundo sen-
sino de concebir la dinámica entre las dos con- tido de lo público no siempre coincide con el
cepciones, destacando que la práctica de ciuda- primero: ni lo público (en el primer sentido de
danía lleva a defender y ampliar los derechos ciu- lo común a todos) es siempre tratado pública-
dadanos y, en consecuencia, el status de ciudada- mente, ni lo privado (también en el primer
nía; el mismo que abre nuevas prácticas de ciu- sentido) es tratado siempre privadamente.
dadanía. En este mismo sentido, no sólo se trata • Lo público como “lo que es de uso común,
de conceptualizar la dinámica entre las dos con- accesible a todos, abierto, contra lo cerrado,
cepciones opuestas, sino también de concebir las aquello que se sustrae a la disposición de los
tensiones que surgen a raíz de diferentes concep- otros. Lo público, en este caso, es aquello que
ciones y prácticas de distintos actores. al no ser objeto de apropiación particular se
halla abierto y distribuido” (Rabotnikof,
LO PRIVADO VERSUS LO PÚBLICO 1997: 20). Según la autora, este tercer senti-
do de lo público no siempre coincide con los
La dicotomía entre lo privado y lo público ocupa primeros dos: algo puede ser público (en el
un papel central en el actual debate sobre ciuda- primer y segundo sentido) por ser de interés
danía. Los límites de dicha dicotomía se modifi- general y utilidad común por ser visible y
can históricamente, siendo el conflicto por la de- manifiesto y —a la vez— puede ser no públi-
finición de esos límites en parte de la vida política. co (en el tercer sentido) por no ser accesible o
Según Rabotnikof (1997), en el término “públi- disponible para todos. Así, este tercer sentido
co” se relacionan tres sentidos básicos: de lo público se encuentra en el par público-
privado que se relaciona más con el sentido
• Lo público como lo que es de interés general o de inclusión-exclusión.
de utilidad común, que atañe a lo colectivo y
que concierne y pertenece a toda la comuni- Con relación a la noción de “lo público”,
dad, y, en consecuencia, “a la autoridad [co- Gómez (1996: 262) propone que “lo público
lectiva] de ella emanada contra lo privado co- puede ser entendido como el conjunto de ins-
mo aquello que se refiere a la utilidad y al in- tancias para la deliberación colectiva y la adop-
terés [particular e] individual, […] aquello ción de decisiones que afectan a la colectividad
que pretende sustraerse a ese poder público en cuanto tal”. A raíz de esta definición, Velás-
(entendido como poder de la colectividad)” quez indica que “lo público no es sinónimo de lo
(Rabotnikof, 1997: 17). Según la autora, es estatal. Lo estatal es por definición público, pe-
en este primer sentido que “lo público” se ro lo público no se reduce a lo estatal, porque la
vuelve progresivamente sinónimo de “lo polí- sociedad civil también delibera y decide en ma-
tico”, y particularmente de “lo estatal”. terias de interés colectivo” (Velásquez, 1996:
• Lo público como “lo que es visible y se desa- 262). En consecuencia, apoyándose en Bresser y
rrolla a la luz del día, lo manifiesto y ostensible Cunill (1998), Velásquez propone diferenciar
contra aquello que es secreto, reservado y entre lo público estatal, relacionado meramente
oculto: lo que no puede verse, aquello de lo al aparato estatal, y lo público no-estatal, referi-
que no puede hablarse, que se sustrae a la co- do exclusivamente a la sociedad. En este senti-
municación y al examen” (Rabotnikof, 1997: do, la noción de lo público no sólo se refiere a lo

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general y común, lo visible y manifiesto y lo abier- nikof, 1997: 69)— para aquello que es común a
to y accesible, sino también a lo público estatal y todos.
no-estatal, aplicando a estos últimos los tres sen- Uno de los autores contemporáneos y, a la
tidos básicos ilustrados. vez, fundador del concepto, Habermas (1962,
1992), concibe el espacio público como espacio
ESPACIO PÚBLICO “informal” y “discursivo”, pensado como flujo
comunicativo generado a partir del “mundo de
Según Rabotnikof (1997), es habitual referir el vida” sin sujeto privilegiado, en el que se desplie-
origen de la dicotomía público/privado en rela- gan procesos de entendimiento intersubjetivos.
ción a la distinción entre la esfera doméstica, liga- El espacio público informal propuesto por Ha-
da a la resolución de necesidades básicas, y la esfe- bermas corresponde “a un nivel ubicado entre la
ra pública, entendida como el ámbito de acción esfera privada y el Estado, y actúa como caja de
de ciudadanos libres para tratar los asuntos co- resonancia de los problemas de la sociedad que
munes, entonces a la polis. deben ser tratados por el sistema político. Su
En efecto, para esta autora, la polis griega pa- función clave no es sólo percibir e identificar
recía articular estos tres sentidos de lo público: lo problemas que afectan al conjunto de la socie-
general y común, lo visible y manifiesto y lo abierto dad, sino tematizarlos de forma convincente y
y accesible, trayendo consigo una serie de caracte- persuasiva, presentar contribuciones, dramatizar
rísticas que hasta la fecha aparecen indisoluble- sobre ellos [y problematizarlos efectivamente] de
mente asociadas a la reflexión sobre el espacio pú- modo tal que sean asumidos y procesados por el
blico. “En primer lugar, el predominio de la pala- sistema político” (Habermas, 1992, traducido
bra sobre otros instrumentos de poder, es decir, la en: Cunill, 1997: 51-52). Según Habermas, la
asociación de los espacios públicos con ámbitos capacidad limitada de tratar los problemas pro-
de despliegue de la persuasión mediante la argu- piamente, debe ser utilizada para controlar el tra-
mentación. En segundo lugar, la reorganización tamiento ulterior de los problemas en el marco
del espacio social alrededor de la plaza. La refe- del sistema político.
rencia a un ‘lugar’ de convergencia de todos los En efecto, para Habermas, la opinión pública
ciudadanos, y por ende, la delimitación de un es- representa un potencial de influencia política. Pa-
pacio propiamente político que funciona como ra que dicha influencia —apoyada en consensos
‘centro’ de referencia para todos. ‘Dentro’ de di- públicos amplios que resultan del debate pú-
cho centro hay igualdad, nadie está sometido a blico— adquiera la forma de poder político, es
otro. Por último, la constitución de la polis como decir, el potencial de tomar decisiones vinculan-
ámbito público que lleva consigo la reivindica- tes, es necesario que pase por el sistema de esclu-
ción de la ley escrita. Dicha ley ‘separa’ así la de- sas institucionales hasta asumir el carácter de
cisión del arbitrio individual [y del secreto]” (Ra- “persuasión” sobre miembros autorizados del sis-
botnikof, 1997: 23-25). tema político, determinando cambios en el com-
La teoría política social y contemporánea ha portamiento de estos últimos. En este sentido, al
alimentado las nociones sobre el espacio público igual que el poder social, la influencia política só-
moderno —“entendido como la existencia de lo puede ser transformada en poder político a tra-
un conjunto de problemas, el lugar para su tra- vés de los procesos de formación de voluntad po-
tamiento o la forma misma de tratarlos” (Rabot- lítica institucionalmente constituida.

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Alex Pelayo. “Primer día” del libro Ítaca de B. Wiethüchter
“Bajo esta perspectiva, la primera clave para cación de lo privado con lo particular, hace de la
la conformación del espacio público democráti- homogeneidad un requisito de la participación
co está en su autonomía respecto del sistema po- pública. Al ejercer su ciudadanía, todos los ciu-
lítico. […] La segunda está en su informalidad o dadanos deberían asumir el mismo e imparcial
espontaneidad de los procesos de formación de punto de vista, que trasciende todos los intere-
opinión. Habermas, en este sentido, distingue ses, perspectivas y experiencias particulares. La
entre formación de voluntad política constitui- autora sostiene además que en una sociedad
da, que conduce a decisiones (incluyendo las donde algunos grupos son privilegiados, mien-
elecciones), y los procesos no-constituidos, in- tras otros están oprimidos, insistir en que las per-
formales, de formación de opinión, que pueden sonas, en tanto que ciudadanos, deberían omitir
actuar de esta forma precisamente porque no es- sus experiencias y afiliaciones particulares para
tán bajo la presión de toma de decisiones. La in- adoptar un punto de vista general sólo sirve para
teracción entre ambas abriría la posibilidad de reforzar ese privilegio, puesto que las perspecti-
que los procedimientos democráticos, estableci- vas e intereses de los privilegiados tenderán a do-
dos conforme al derecho, puedan conducir a una minar ese sector público unificado, marginando
formación racional de voluntad” (Cunill, 1997: o silenciando a todos los grupos restantes”
52). En este sentido, “la racionalidad de una de- (Young, 1996: 106).
cisión política y la validez de la norma vinculan- A raíz de esta crítica surge el concepto de la
te parecen ubicadas en el juego concertado entre ciudadanía diferenciada, la misma que busca re-
la formación de voluntad política institucional- conocer las particularidades y diferencias grupa-
mente constituida y las corrientes de comunicación les como mecanismo de inclusión de todos los
espontánea, no dominadas por el poder de una ciudadanos en la vida pública. Como uno de los
estructura pública [en el sentido de estatal], no elementos centrales de dicha concepción, Young
programadas para la toma de decisión y en ese plantea la necesidad de sustituir el ámbito públi-
sentido no organizadas” (Habermas, 1992, tra- co unificado por un ámbito público heterogéneo
ducido en: Rabotnikof, 1997: 54-55). —un ámbito en el que las diferencias se recono-
El concepto del espacio público planteado cen y aceptan públicamente como irreducibles y
por Habermas ha sido fuertemente criticado; una un “espacio público, en el que los participantes
de las críticas ha sido sostenida por Young (1996) discuten conjuntamente los asuntos y donde se
que pone en duda uno de los supuestos básicos supone que lo que decidan será lo que consideren
del mismo: el supuesto que todos los ciudadanos mejor o más justo” (Young, 1996: 117).
pueden participar por igual en el espacio público, Avritzer (2002) propone otro modo diferen-
así como el del espacio público como espacio ho- te para vencer los supuestos subyacentes del con-
mogéneo. cepto habermasiano. Este autor desarrolla el
Partiendo de la noción de lo público del con- concepto del espacio público deliberativo que
cepto habermasiano, Young subraya la oposición integra no solo las críticas mantenidas por
inherente al concepto entre la esfera pública co- Young (1996), sino también aquellas en torno a
mo ámbito del interés general y la esfera privada la noción defensiva del concepto habermasiano
como ámbito del interés y afiliación particular e sostenidas por otros autores como Arato y Co-
individual. Young afirma que “la idea de lo pú- hen (1988, 1992). Dicha noción defensiva se re-
blico como universal y la concomitante identifi- fiere a la exclusión de los actores de los procesos

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constituidos de formación de voluntad política, sos a nivel público. Esta idea básica se articu-
restringiéndoles a los procesos no-constituidos, la con la noción sostenida por Arato y Cohen
informales, de formación de opinión pública, y de que los movimientos sociales y asociacio-
por ende, a la mera influencia indirecta sobre la nes sociales introducen a nivel público nuevas
formación de voluntad política. prácticas democráticas así como nuevas for-
En efecto, Avritzer propone vencer dicha no- mas y diseños organizacionales e institucio-
ción homogénea y defensiva, recurriendo en un nales (Arato y Cohen, 1988), las mismas que
primer paso a la teoría de los movimientos socia- hacen frente a la exclusión política y social de
les, introduciendo a estos últimos como princi- grupos marginados (Wampler y Avritzer, sin
pales sujetos del espacio público. En un segundo fecha).
paso este autor incorpora una dimensión institu- • Tercero, la idea de mantener a nivel del siste-
cional y propone relacionar los procesos de co- ma político un espacio de complejidad admi-
municación y deliberación —situados en el es- nistrativa, cuestionando el acceso exclusivo
pacio público— con la administración pública y, de expertos técnicos a foros de toma de deci-
por ende, con la racionalidad administrativa del sión. Los públicos participativos se reservan a
sistema político. sí mismos el privilegio de monitorear a nivel
Para tal fin, Avritzer plantea un concepto in- público la implementación de las decisiones
termediario de diseño democrático, el mismo tomadas en dichos foros.
que integra los tres elementos centrales del con- • Cuarto, la idea de institucionalizar los proce-
cepto de espacio público (libre expresión y discu- sos de discusión y deliberación a nivel públi-
sión, la formación de identidades plurales y la li- co. Dicha idea básica se apoya en la noción de
bre asociación) con dos mecanismos adicionales, Cohen (1997) que sostiene que los públicos
ligados a la deliberación: el foro público de deli- deliberativos preferían instituciones que rela-
beración y el monitoreo. Para este autor, dicho cionan los resultados de sus discusiones con
concepto intermediario, denominado “públicos un “outcome” institucional inequívoco y,
participativos” integra cuatro nociones básicas: además, que los éxitos comunicativos a nivel
público serían más fáciles de lograr si las dis-
• Primero, la idea de formar a nivel público me- cusiones se llevan a cabo con un procedi-
canismos de libre expresión, libre asociación y miento institucionalizado consensuado.
libre deliberación. Mediante estos mecanis-
mos los movimientos sociales y asociaciones En resumen, Avritzer propone la incorpora-
voluntarias abordan elementos específicos ción de dos instituciones alternativas en el dise-
dentro de una cultura dominante, tematizan- ño democrático: el forum público de delibera-
do y problematizándolos de modo tal que se- ción y el monitoreo. Según el autor, la asociación
an asumidos y abordados por el sistema polí- de estas dos instituciones con la administración
tico. En efecto, esta noción básica del concep- pública posibilitaría imaginarse una situación en
to se vincula con las ideas centrales del con- la que el forum incorporaría, como parte de su
cepto de espacio público de Habermas, inclu- práctica democrática, una crítica a la racionali-
yendo en éste la libre deliberación cara a cara. dad administrativa, esquivando así tener que
• Segundo, la idea de introducir prácticas polí- proponer nuevas formas alternativas de adminis-
ticas alternativas al abordar temas contencio- tración pública. En este sentido el monitoreo

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complementaría la toma de decisión por esta úl- cios” (Velásquez, 1998: 263). La segunda apun-
tima, manteniendo así la autonomía y compleji- ta al control social de los ciudadanos, los que
dad interna del ámbito administrativo, generan- ejercen una función crítica sobre el comporta-
do a la vez instituciones que señalarían el origen miento de los agentes públicos, estatales y no-
de su poder administrativo. estatales.
Los conceptos aquí explicitados, sobre todo En efecto, esta segunda noción de lo público
el del espacio discursivo de Habermas o del es- no-estatal se articula con uno de los elementos
pacio deliberativo de Avritzer, convergen entre básicos del concepto de “públicos participativos”
otros elementos en la asunción de los “movi- de Avritzer, es decir con el elemento del monito-
mientos sociales” y “asociaciones voluntarias” reo de la implementación de las decisiones toma-
como principales sujetos del espacio público. das a nivel público.
Cunill (1997: 65) pone en duda esta asunción, Además de la introducción de la noción de lo
sosteniendo que dicha concepción restringe “en público no-estatal, Cunill pone en evidencia que
extremo el ámbito público en lo social, sobre to- en el ámbito latinoamericano existen principios
do aplicada al espacio latinoamericano”, e indi- y lógicas contradictorias, las mismas que enfren-
ca que en las últimas décadas se reivindica en tan a los valores y prácticas de sujetos “privilegia-
América Latina “la constitución de ámbitos pú- dos por la modernización” con los valores tradi-
blicos voluntarios de interrelación social, capa- cionales y prácticas concretas de solidaridad de
ces de autodeterminarse y, por tanto, no media- los sectores populares. En este sentido la autora
dos por el Estado”. La autora apunta a la crea- pone de relieve otros sujetos y otras prácticas que
ción de zanjas no estatales en la vida cotidiana “bien pueden admitir el calificativo de públicas,
para satisfacer las necesidades colectivas y resol- pero que no sólo son tradicionales sino informa-
ver los problemas comunes. Según ella, el origen les e incluso, en oportunidades, al margen de la
de este ámbito es el asociacionismo voluntario, legalidad” (Cunill, 1997: 65). Se trata de valores,
o sea, la entrega voluntaria de actividades, recur- prácticas e instituciones tradicionales de ayuda
sos y tiempo en común con otros para realizar mutua, formales e informales, legales e ilegales
objetivos compartidos. que ponen en evidencia dicho asociacionismo
Para subrayar la noción pública de estas acti- voluntario y que necesitan ser integrados en el
vidades voluntarias, Bresser y Cunill (1998) in- concepto de espacio público, al menos en el con-
troducen, en trabajos más recientes, el concepto texto latinoamericano.
del espacio público no-estatal. Según estos auto- A modo de concluir, Rabotnikof (1993: 89)
res, en el seno de este espacio se puede distinguir sostiene que “el ciudadano no es un personaje ya
entre el espacio público no-estatal de la produc- constituido en busca de un espacio público de
ción social y aquello del control social. “La pri- expresión, […] sino que es una identidad por
mera alude a la posibilidad de que nuevos acto- construir”. De este modo la autora pone en
res no estatales intervengan en la producción de duda la noción meramente discursiva o delibe-
bienes y en la prestación de servicios públicos. rativa del concepto de espacio público, desta-
Ello permitiría pluralizar la oferta de bienes y cando la necesidad de abrirse a otros valores y
servicios, flexibilizar la gestión pública e intro- lenguajes, a otras interacciones, a saber, aquellas
ducir lógicas de solidaridad y de racionalidad entre lo abstracto de la ley y los concretos cultu-
comunicativa en la provisión [de bienes] y servi- rales (Cunill, 1997: 66).

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CONCLUSIONES una de las concepciones de ciudadanía alegadas
por las tradiciones de la filosofía política del libe-
La (re)conceptualización de ciudadanía a partir ralismo, republicanismo o comunitarismo, alla-
del esquema analítico desarrollado por Tapia nando así los contenidos normativos de dichas
et al. (2005) revela el doble potencial de este es- concepciones. En este sentido, el esquema analí-
quema: por un lado permite, a partir de las dife- tico revela otros potenciales diferentes: el poten-
rentes dimensiones, sistematizar el debate ac- cial de aprehender las diferentes concepciones y
tual sobre ciudadanía en general y —en el caso prácticas de distintos actores —con el fin de evi-
del presente trabajo— sobre la participación tar enmarcarlas, mostrando simplemente si los
ciudadana en los espacios públicos en particu- distintos actores encajan o no en la teoría política
lar; por otro lado permite evidenciar las tensio- elegida—, así como el potencial de concebir las
nes y fricciones, así como las dinámicas que sur- tensiones y dinámicas entre estos actores, las mis-
gen a partir de diferentes concepciones a lo lar- mas que surgen a partir de diferentes concepcio-
go de estas dimensiones. nes y prácticas en torno a la ciudadanía. En este
En efecto, la (re)conceptualización de ciuda- sentido, encierre el potencial de aproximarse a la
danía propuesta busca evitar tomar partido por compleja realidad de la ciudadanía.

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