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EL​ ​METODO​ ​CLINICO​ ​EN​ ​PSICOLOGÍA

Por:​ ​Fernando​ ​Ulloa

Una reseña de la evolución histórica, nos muestra que la psicología clínica aparece
predominantemente​ ​ligada​ ​a​ ​circunstancias​ ​específicas;​ ​ellas​ ​son:

·​ ​ ​Por​ ​tradición:​ ​ligada​ ​al​ ​campo​ ​psicopatológico


·​ ​ ​Por​ ​ámbito:​ ​ligada​ ​a​ ​las​ ​instituciones​ ​asistenciales
·​ ​ ​Por​ ​enfoque​ ​o​ ​por​ ​división​ ​de​ ​funciones:​ ​Ligada​ ​al​ ​diagnóstico​ ​psicológico
·​ ​ ​Por​ ​metodología:​ ​ligada​ ​al​ ​uso​ ​de​ ​los​ ​test

Frente a este perfil histórico que sugiere una imagen limitada y rígida de la psicología
clínica, proponemos un enfoque más unitario y a la vez más plástico, en el que se
considera que el psicólogo clínico es aquél que esta entrenado para emplear las leyes
generales del método clínico, adecuándolas a un determinado campo o a un
determinado fin. La capacitación del psicólogo clínico para proceder como tal en un
campo determinado depende no solo del uso de este método, sino de la idoneidad
proveniente​ ​del​ ​entrenamiento​ ​e​ ​información​ ​necesaria​ ​para​ ​trabajar​ ​en​ ​ese​ ​campo.

Habitualmente esta capacitación se refiere más que a la idoneidad, a la vigencia de


legislaciones​ ​habilitantes.

Podrá pues valerse de este método tanto en el campo de la psicopatología, como en el


de la psicoprofilaxis. Tanto en el ámbito de las instituciones asistenciales como en el de
las instituciones de otro tipo (laborales, escolares, etc.) Tanto para un enfoque
predominantemente diagnóstico (dentro de un equipo) como predominantemente
terapéutico, teniendo en cuenta que en este método coinciden los tres momentos de la
unidad​ ​de​ ​operancia​ ​(investigación,​ ​diagnóstico,​ ​modificación).

El psicólogo clínico se vale siempre de la entrevista, aunque ésta este encuadrada en


un momento dado en el empleo de técnicas especificas tales como las psicométricas
como​ ​las​ ​proyectivas.

Las características de la entrevista se modifican según los objetivos a lograr y según el


ámbito​ ​individual,​ ​grupal​ ​o​ ​institucional​ ​donde​ ​se​ ​desarrolle.

Método​ ​Clínico

El método clínico es fácilmente identificable mientras permanece referido al quehacer


médico y a las funciones clásicas de una institución clínica, es decir, a la cosa
predominantemente​ ​psicopatológica​ ​y​ ​al​ ​ámbito​ ​institucional-asistencial.
Hacerlo extensivo a otra situación implica encuadrarlo en un esquema conceptual
básico, que al mismo tiempo que define una manera unitaria de proceder (no nos
olvidemos que un método es una manera de proceder) sea un proceder adecuado o
circunstancias​ ​muy​ ​dispares.

Dos son los pilares en que puede afirmarse esta manera de proceder, el concepto
situación​ ​y​ ​la​ ​unidad​ ​de​ ​operación.

Podemos decir que la situación, como una unidad identificable dentro de un campo
psicológico, cumple las veces que le corresponde a la idea de clínica como lugar
geográfico, donde se da el proceder clínico dentro de una comunidad y que la unidad
de operación-investigar, diagnosticar y modificar (mirar, pensar y hablar) guarda
relación​ ​con​ ​las​ ​seis​ ​funciones​ ​clásicas​ ​de​ ​una​ ​clínica

Situación: El ejemplo más simplificado del alcance que le damos a “situación”, es el que
todo organismo vivo ​es critico frente a su medio; es decir, “interpreta” (se modifica)
frente a los estímulos que provienen del medio, lo cual a su vez significa una
modificación​ ​del​ ​mismo.

La primera característica de situación es pues, el reconocimiento y uso de la


interacción​ ​individuo-medio.

La segunda es que, cualquiera sea la actitud del individuo frente al medio, siempre es
ésta​ ​una​ ​reacción​ ​que​ ​implica​ ​una​ ​“interpretación”​ ​de​ ​este​ ​medio.

Para traducirlo en términos de conducta, podemos tomar la situación como una unidad,
analizable (dentro de la conducta total), como un contexto momentáneo (artificialmente
detenido para su estudio) y siempre cambiable (la conducta es un continuo proceso
situacional) y siempre imperativo (la conducta depende de las situaciones en que un
individuo​ ​se​ ​encuentra).

Delimitada así la idea de situación, descompongámosla en los elementos útiles para


nuestro​ ​propósito​ ​de​ ​conceptualizar​ ​el​ ​método​ ​clínico.

Podemos traducir la relación individuo-medio como una situación entre el quehacer del
psicólogo clínico y el objeto en su campo, donde “el objeto en su campo” es el medio
en que se incluye el psicólogo clínico, transformándose a su vez en un constituyente
del​ ​medio​ ​del​ ​objeto​ ​de​ ​estudio.

Esta situación, ​ ​como toda situación, puede ser descompuesta en acción e


interpretación, donde acción se denomina todo lo que esta ocurriendo con “el individuo
de estudio y su campo” e interpretación la apreciación que el psicólogo hace de ese
ocurrir.
Hasta aquí se cumplen los dos aspectos que destacamos en el concepto situación,
interacción individuo-medio e interpretación de este medio (acción) por parte del
psicólogo.

Conviene señalar que le concepto acción corresponde en parte a un artificio de técnica,


ya que en realidad, designa también una situación: la interacción “individuo de estudio y
su medio” frente a la que se sitúa (en realidad se incluye) el psicólogo clínico con su
interpretación,​ ​creando​ ​una​ ​nueva​ ​situación​ ​dentro​ ​de​ ​un​ ​campo.

Veamos​ ​ahora​ ​cómo​ ​procede​ ​el​ ​psicólogo​ ​clínico​ ​ubicado​ ​dentro​ ​de​ ​este​ ​campo.

Digamos por iniciar que su proceder está encuadrado por lo que reconocemos como la
unidad​ ​de​ ​operación.​ ​Falta​ ​ver​ ​ahora​ ​sobre​ ​qué​ ​objetivos​ ​dirigirá​ ​este​ ​proceder.

La primera tarea de un psicólogo clínico, cualquiera sea el campo donde trabaja, es


detectar los puntos de urgencia que le permitirán determinar cuál es la acción crítica
que​ ​enfrenta.

Por puntos de urgencia se entiende los síntomas (datos más evidentes) que denuncian
una acción crítica, designando este último concepto una situación que, por haberse
estereotipado, crea una dificultad de adaptación, una dificultad frente al cambio (no
olvidemos​ ​que​ ​la​ ​conducta​ ​es​ ​un​ ​continuo​ ​proceso​ ​situacional).

Veamos​ ​como​ ​se​ ​lleva​ ​a​ ​cabo​ ​el​ ​diagnóstico​ ​de​ ​una​ ​acción​ ​crítica:

En una situación hay emociones y hay objetos vinculados a estas emociones, hay
también una dimensión témporo-espacial donde trascurren los hechos. Recordemos
además que debemos tener aquí en cuenta la capacidad más instrumental del
psiquismo​ ​humano,​ ​la​ ​capacidad​ ​de​ ​disociación.

Estas emociones y estos objetos están disociados en diferentes grados y distribuidos


en la dimensión témporo-espacial configurando la estructura de conducta o técnica
psicológica​ ​que​ ​habitualmente​ ​conocemos​ ​(fóbica,​ ​obsesiva,​ ​etc.)

Diagnóstico de la acción crítica: significa pues, detectar la emoción más actuante en


ese​ ​momento,​ ​comprenderla​ ​y​ ​formular​ ​la​ ​comprensión​ ​(interpretación).

Las​ ​fases​ ​son​ ​las​ ​siguientes:

1.​ ​diagnosticar la emoción básica más actuante: amor, odio; lógicamente en


términos de ansiedades esta emoción se traduce en dos miedos básicos, miedo a la
perdida​ ​de​ ​algo​ ​amado​ ​(aun​ ​el​ ​propio​ ​yo)​ ​y​ ​miedo​ ​al​ ​ataque​ ​por​ ​algo​ ​odiado.
2.​ ​ ​diagnóstico​ ​del​ ​objeto​ ​al​ ​que​ ​se​ ​refiere​ ​este​ ​miedo.

Los dos puntos anteriores se reúnen en: diagnóstico de un vínculo con una calidad
particular​ ​(depresiva,​ ​persecutoria)​ ​que​ ​el​ ​sujeto​ ​establece​ ​con​ ​un​ ​objeto.

3.​ ​ ​diagnóstico​ ​de​ ​localización​ ​de​ ​este​ ​objeto​ ​en​ ​términos​ ​de​ ​áreas.
4.​ ​diagnóstico de los mecanismos defensivos del yo y de la eficacia o no de los
mismos,​ ​para​ ​la​ ​emergencia​ ​a​ ​enfrentar.

Repitiendo conceptos, digamos que la investigación diagnóstica e interpretación deben


coincidir, pero que esta coincidencia témporo-espacial, propia del método clínico, solo
se alcanza a través del entrenamiento, ya que quien esta haciendo su aprendizaje
tiende naturalmente a establecer una cronología con los tres elementos (observar,
consultar o supervisar, volver para actuar o corregir la actuación), cronología que en
un principio conviene respetar, pues permite al aprendiz el manejo de sus ansiedades
fóbicas​ ​frente​ ​a​ ​un​ ​objeto​ ​nuevo.

Si continuamos desarticulando cronológicamente estos tres momentos para la mejor


exposición, veremos que si la investigación (observación de los puntos de urgencia)
nos permitió el diagnóstico de la acción crítica, ahora nos corresponde examinar el
tercer momento: la interpretación, que permitirá encontrar y promover el cambio más
adecuado​ ​y​ ​la​ ​adecuación​ ​a​ ​este​ ​cambio.

Para ello, nos valemos de lo que Enrique Pichón Riviere llama unidad básica de
interpretación,​ ​formada​ ​por​ ​los​ ​siguientes​ ​elementos:

1.​ ​esquema referencial del entrevistador (toda su experiencia, información y


entrenamiento​ ​específico)
2.​ ​ ​existente​ ​(aquí​ ​acción)
3.​ ​ ​formulación​ ​de​ ​una​ ​interpretación
4.​ ​modificación del existente por la interpretación y surgimiento de un emergente
que modifica a la vez el esquema referencial del investigador y se constituye en un
nuevo​ ​existente.

Agreguemos a este esquema un quinto elemento que es fundamental cuando se


pretende​ ​investigar,​ ​se​ ​trata​ ​de​ ​la​ ​predicción.

Todo psicólogo clínico que pretenda trabajar eficazmente y con economía del tiempo,
debe acostumbrarse a formular predicciones (hipótesis) respecto a cómo será la
reacción​ ​del​ ​sujeto​ ​ante​ ​un​ ​estímulo​ ​(interpretación,​ ​propia​ ​presencia,​ ​etc.)

Es en la confrontación de esta predicción con el emergente real y en el ajuste o


desajuste de los mismos, donde el investigador recoge noticias acerca del objeto y
donde​ ​puede​ ​elaborar​ ​actitudes​ ​instrumentales​ ​adecuadas​ ​al​ ​caso.

Por último, cabe destacar que la mayor eficacia se logra cuando se da al máximo el
juego dialéctico entre el esquema referencial del psicólogo clínico, modificando el
objeto​ ​y​ ​siendo​ ​modificado​ ​por​ ​los​ ​datos​ ​que​ ​recoge​ ​(integración​ ​teórico-práctica).
Podemos agregar finalmente un último aspecto que conforma lo que podríamos llamar
el clima en que transcurre el método clínico en psicología. Se refiere a la importancia
en lo que se ha dado en llamar “la ley de los emergentes” en donde se trata de sustituir
una apreciación en términos normativos, por una conducta de parte del psicólogo
clínico, que le permite tomar cada elemento de la situación como un dato que debe
integrar​ ​al​ ​conjunto​ ​para​ ​la​ ​mayor​ ​comprensión​ ​del​ ​todo.

Ficha Nº 148 de la facultad de psicología de la Universidad de Buenos Aires -


Argentina.

Trascripción:​ ​Psicólogo​ ​Juan​ ​David​ ​Higuita​ ​M.

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