Sei sulla pagina 1di 7

CIPER ACADÉMICO

COLUMNA DE OPINIÓN

Derechos Humanos en tiempos de decisiones difíciles


12.04.2020
Por Claudio Nash Rojas

TEMAS: Cárceles, Chile, CIPER/Académico, Coronavirus, COVID-19, Derechos Humanos, Ministerio de Justicia, Pandemia, Virus

+Ciper
Aporta al periodismo
independiente.

Hazte Socio

El gobierno ha propuesto liberar a algunos presos ante el peligro del Covid-19. ESPECIAL

¿Es legítimo hacerlo si la justicia los condenó y si la sociedad chilena les teme? Especial Pandemia

Y si la respuesta es sí, ¿por qué no extender ese bene cio a los condenados por Leer Especial

delitos de lesa humanidad? Claudio Nash, doctor en derecho, re exiona en


esta columna de opinión sobre los valores y derechos que están en juego en INFORMACIÓN ADICIONAL

esta difícil época. Argumenta que justamente ahora es cuando más los Chile en crisis: desigualdades
reveladas y la oportunidad de
derechos humanos deben guiar las decisiones públicas.
“resetear”
Ver link

INFORMACIÓN ADICIONAL
La pandemia del Covid-19 ha generado un escenario nuevo para la humanidad y para Chile, El caso de la Primera Línea. La
trama continúa
donde se deben tomar decisiones difíciles, como aquellas que afectan a las personas y la vida
Ver link
social; mientras, los acuerdos éticos y políticos para justi car dichas decisiones parecen
porosos. De ahí que surja la pregunta de si los derechos humanos pueden ser el parámetro INFORMACIÓN ADICIONAL

que permita guiar estas decisiones. Derechos de la infancia


estudiantil y condena al
Estado-padre maltratador
El debate que se ha abierto en Chile sobre el indulto a personas privadas de libertad y el
Ver link
intento del gobierno de valerse de este debate para reinstalar un proyecto de ley que busca
conceder bene cios a los condenados por crímenes de lesa humanidad, son un buen punto
de partida para responder la inquietud sobre el rol que pueden jugar los derechos humanos al
momento de tomar decisiones difíciles.

El tema carcelario es un buen escenario para esta discusión ya que nos pone en un contexto
límite. La cárcel desde hace poco más de dos siglos representa el lugar donde escondemos
los fracasos de la humanidad. Es un espacio donde son relegados quienes han roto los
acuerdos sociales y han sido castigados con una de las sanciones más graves, la pérdida de su
libertad y, además, son puestos en condiciones de vida que afectan una serie de otros
derechos humanos. Lo complejo de la situación de las cárceles es que son un lugar donde
sabemos que se violan derechos humanos y eso no solo se acepta socialmente, sino que
parece existir un acuerdo en que eso es correcto ya que sería parte esencial del “castigo”.

De ahí, que el discurso de derechos humanos desde hace años se preocupa de la situación al
interior de las cárceles, estableciendo estándares exigentes para que los Estados adopten
medidas e caces para garantizar los derechos humanos de las personas privadas de libertad.

La actual pandemia del Covid-19 y la forma brutal en que ha afectado a la humanidad, ha


vuelto a relevar el tema carcelario y la necesidad de adoptar medidas. Atendido el
hacinamiento en las cárceles chilenas y las características del coronavirus (alto contagio y
consecuencias fatales para un porcentaje importante de los infectados), el Covid-19 ha
traído a la discusión pública un tema difícil: la mejor forma de prevenir resultados fatales
es liberando a un porcentaje importante de la población penal. Claramente, un debate
incómodo para quienes deben justi car estas medidas ante una sociedad, siempre
dispuesta a recurrir al instrumento penal para conjurar sus miedos.

El gobierno propuso un indulto sustitutivo para que un porcentaje de la población penal


(10%) pueda salir de la cárcel y cumpla su pena bajo arresto domiciliario. Esta es una medida
mínima y que no resuelve el problema, pero de todas maneras, no generó consenso político.
Inicialmente no hubo acuerdo político porque se cruzó otro tema a la discusión: la exclusión
de este bene cio respecto de quienes han cometido crímenes graves, incluido criminales de
lesa humanidad.

"La cárcel representa el lugar donde escondemos los


fracasos de la humanidad (…) Sabemos que allí se
violan derechos humanos; y eso no solo se acepta
socialmente, sino que parece existir un acuerdo en que
eso es correcto ya que sería parte esencial del 'castigo'."
COMPARTIR CITA  

Frente a este escenario y con el n de lograr su aprobación, el gobierno hizo cambios al


proyecto de indulto (ampliar las exclusiones de delitos graves y asegurar sanciones para
quienes incumplan con el bene cio) y, además, re otó un proyecto de ley presentado al
Congreso a nes de 2018 que concede un indulto, sin exclusión, bajo un ánimo
“humanitario”.

Este último proyecto plantea sacar de la cárcel a quienes cumplan con tres requisitos: a)
diagnosticadas con una enfermedad en fase terminal; b) tengan un menoscabo físico grave e
irrecuperable que les provoque una dependencia severa; c) setenta y cinco años de edad o
más, que hubieren cumplido a lo menos la mitad de la condena impuesta, con excepción de
las condenadas a presidio perpetuo o presidio perpetuo cali cado, quienes deberán tener
cumplidos veinte o cuarenta años de privación de libertad efectiva, respectivamente.

¿Cuáles son las cuestiones de fondo que nos plantean estos proyectos? Ambas iniciativas
legales, que han sido discutidas públicamente, generan dos preguntas relevantes, por una
parte ¿es legítimo liberar de la cárcel a personas por razones de salud pública? y por otra, ¿es
lícito conceder bene cios a criminales de lesa humanidad por razones de salud personal?

Más allá de la discusión de si es ético que el gobierno plantee el debate sobre la liberación de
criminales de lesa humanidad usando el contexto de la pandemia, me parece que aquí es
donde el acuerdo de derechos humanos nos puede servir de parámetro para resolver estas
cuestiones.

El acuerdo sobre derechos humanos es un acuerdo ético y político sobre los límites al
poder y de ello dan cuenta los instrumentos internacionales de derechos humanos. Este
pacto no solo busca establecer restricciones a la actuación de los poderes públicos, sino que
también persigue establecer parámetros de conducta.

Un supuesto básico en materia de derechos humanos es que de que hay ciertos derechos
que no admiten límite alguno (prohibición de la esclavitud, de la tortura, libertad de
conciencia, entre otros) ya que no hay bene cio social que justi que estas afectaciones a
la dignidad humana.

21 de Diciembre de 2013/SANTIAGO
FOTO .DAVID CORTES SEREY/AGENCIAUNO

Por otra parte, existe consenso en que la gran mayoría de derechos sí permite límites #SoyCiperista
legítimos, sea en casos de excepción en la vida de los países (suspensión de derechos), sea
Apoya el periodismo
mediante límites, cuando hay otros intereses que conciliar (restricción de derechos). Sin
independiente
embargo, estos límites no implican  discrecionalidad. Al contrario, deben atenerse a un
criterio o parámetro de corrección: las decisiones públicas que limiten derechos deben
Donar ahora
perseguir el mayor bene cio social, al menor costo para los individuos.
Ver lista de donaciones
Como los derechos humanos son un límite al poder, en caso de límites legítimos al pleno
goce y ejercicio de derechos, es necesario que el Estado cumpla con condiciones mínimas que
materialicen dicho criterio fundamental para legitimar la afectación de derechos humanos: ESPECIAL
principio de legalidad, perseguir un objetivo legítimo y ser medidas necesarias en una
Especial CIPER/Académico:
sociedad democrática (adecuadas, conducentes y proporcionales). debate sobre los crímenes de
lesa humanidad
En el caso del proyecto de indulto de personas privadas de libertad en el marco de los riesgos Leer Especial

para la salud que implica el Covid-19, es claro que si bien es una medida difícil de justi car
para las autoridades (saca de la cárcel a quienes han delinquido y han sido condenados por la
justicia), esta se justi ca porque se obtiene un bene cio social (mejora las condiciones en las
cárceles, baja riesgo de contagio y evita muertes) y no hay costos sociales asociados (la
sanción o reproche social por el acto sigue vigente). Tampoco hay costos individuales
asociados directamente (se excluyen ilícitos donde podría existir peligro para las víctimas,
como violencia intrafamiliar, o daño social, como narcotrá co).

En el caso del proyecto de indulto para criminales de lesa humanidad, al contrario, el


parámetro de corrección no se cumple. En efecto, esta es una medida que bene cia
ilegítimamente a quienes no están en riesgo por el Covid-19, atendidas las condiciones en
que están privados de libertad (sin hacinamiento, con acceso a atención de salud y
condiciones de vida dignas e incluso privilegiadas). Por otra parte, tiene graves costos
sociales: genera una situación de impunidad de facto. Esa impunidad es contraria a la
obligación del Estado de sancionar proporcionalmente tanto los crímenes graves contra los
derechos humanos, como los crímenes individuales (las víctimas ven frustrada una medida
que estaba destinada a restablecer la con anza con el Estado que violó sus derechos. Al
bene ciar a sus agentes, el Estado genera una situación de revictimización).

Este mismo estándar general de derechos humanos (mayor bene cio social con el menor
costo individual) debiera ser un parámetro para tomar otras decisiones difíciles en momento
de pandemia.

Por ejemplo, mantener privadas de libertad a personas que no han sido condenadas
(prisión preventiva) tiene un costo individual altísimo (riesgo para la salud y vida de
personas amparadas por la presunción de inocencia) con un bajo bene cio social (solo
justi cado por peligro de fuga);
Disponer medidas que afectan la propiedad (ya sea jación de precios de artículo básicos, o
el uso de espacios privados) para bene cios colectivos de salud pública (para permitir acceso
a condiciones de vida digna en tiempos de crisis de salud y económicas);

O, afectar el derecho de movimiento (mantenerse en cuarentena) para no aumentar los


contagios (salud pública).

Adoptar una perspectiva de derechos humanos a la hora de resolver las cuestiones difíciles
en el marco de una pandemia debiera permitirnos, en casos como los recién enunciados,
decidir a favor del bien común por sobre, por ejemplo, la necesidad de asumir los “costos”
en vidas humanas para mantener el sistema económico funcionando o un pretendido
“derecho” a viajar en helicópteros a casas de veraneo y así eludir los controles sanitarios.

Visto desde esta perspectiva la propuesta del gobierno de bene ciar con impunidad a
criminales de lesa humanidad, es un chantaje político en su peor expresión, pues arriesga
a miles de personas: los usa como moneda de cambio para obtener un objetivo político
valorado por un sector político nacional, cual es, la impunidad para los criminales de la
dictadura.

Son tiempos difíciles estos. Al parecer, la pandemia ha trasladado -éticamente- a algunas


personas  a la época de la “peste negra”, donde el ser humano no era el centro del acuerdo
social, sino que un mero instrumento para el bene cio de los poderosos.

Afortunadamente, el “tiempo de los derechos” -pese a todo- sigue vigente y es nuestro


deber darle sentido en tiempos de crisis.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser
un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos
fundacionales que inspiran a nuestro medio.

CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e


internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica.

Hasta el momento, CIPER/Académico recibe aportes de tres centros de estudios: el Centro de


Estudios de Con icto y Cohesión Social (COES), el Centro de Estudios Interculturales e
Indígenas (CIIR) y el Instituto Milenio Fundamentos de los Datos IMFD. Estos aportes no
condicionan la libertad editorial de CIPER.

Potrebbero piacerti anche