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huyen de este sitio al abrir la primera página sin siquiera ver bien de qué trata.
2 palabras: “Hombre” y “Superior”.
La gente, sin mucha razón, suele rechazar automáticamente conceptos con los que no
están alineados, por lo que en esta época de emasculación y mediocridad, que más se
podía esperar. Debido a que la mayoría de la gente odia la masculinidad y no tiene
nada por lo que batallar de manera significativa en su vida, ambas palabras, que
conforman “Hombre Superior” les causan aversión.
Justo es que “aquel que trabaje coma,” no que el que no hace nada coma igual que el
que si. Justo es que quien estudió en lugar de pasarla de fiesta reciba una buena
paga por su profesión, y no así el que prefirió la parranda y por ello no sabe
hacer nada. Justo es que el hombre que trabaja más horas y tiene mejor desempeño en
su empleo se le pague más que a la mujer que trabaja menos o con menor proficiencia
—ya sea porque no están diseñadas para esto o porque necesitan dedicar más tiempo a
la familia (vengan a mi feministas). No es cuestión de raza, no es cuestión de
sexo, no es cuestión de “igualdad,” en cuestión de justicia.
¿Si alguien nace físicamente más atractivo, con mayor riqueza, o con mayor
inteligencia le deberíamos odiar por ello, por ejemplo? Ciertamente, le favoreció
más la suerte, pero no existe razón por la que le deberíamos tratar de bajar a
nuestro nivel. La opción más honorable, la opción más positiva, desde toda
perspectiva, sería tratar de compensar esta debilidad con una de nuestras
fortalezas, no tratar de socavar algo positivo para el colectivo. Además, no existe
razón por la que no puedas competir elevándote tu en lugar de tratar de disminuir a
los demás en primer lugar.
Alguien podrá tener mejor genética que tu, pero puedes compensarla optimizando tu
composición corporal; alguien puede haber heredado la riqueza de sus padres ricos,
pero tu puedes crear tu propia riqueza desde cero; alguien puede haber nacido con
mayor inteligencia, pero tu puedes superar esto con una mayor ética de trabajo
intenso. Es esta competencia, inicialmente “desigual,” la que te dará algo porque
luchar, le dará significado a tu vida, y te hará probarte a ti mismo; algo que tu
contraparte aventajada jamás podrá experimentar en este rubro determinado
particular.
¿Además, que crees te dará más satisfacción, saber que lo que tienes te fue
regalado, o que fue conseguido por tu fuerza de voluntad y trabajo disciplinado?
¿Qué opción crees desarrollará más tu confianza, conocimiento, habilidades, y
fuerza? ¿Qué posición crees te hará sentirte más libre y empoderado?
Mentalidad de víctima: creer que todo lo que le pasa es culpa de alguien más y no
suya.
Mentalidad de cangrejo: creer que la mejor solución a su inferioridad es “jalar” a
los demás a su desventajosa posición.
Generalmente, pero no necesariamente, ambos trabajan sinérgicamente en la misma
persona. El mismo individuo que se siente inferior en algún campo con respecto a
otro, culpa a la suerte o alguien más de este hecho y trata de, en lugar de
mejorarse en este ámbito, hacer que la otra persona pierda su ventaja atacando—”si
yo no puedo, tú tampoco.”
Ciertamente, hasta me revuelve el estómago el solo pensar en las personas con este
tipo de mentalidad combinada. La mentalidad de víctima la puedo soportar, a fin de
cuentas, en ocasiones está hasta cierto punto justificada—ej., niños hambrientos en
áfrica, pero la del cangrejo, aún y siendo alguien bastante tolerante, simplemente
no la asimilo. Considero a este tipo de individuos lo más bajo, deshonorable, y
despreciable que existe en este mundo. Van contra todo lo que creo correcto—el
empoderamiento evolutivo individual y colectivo. Caso concreto: el socialismo.
Las feministas quieren ganar lo mismo o tener la misma autoridad que los hombres
pero con menos esfuerzo, carga trabajo estrés, y/o responsabilidad. Las razas
anteriormente oprimidas quieren, no que se les integre, sino que se les prefiera
en el área laboral solo por el hecho de pertenecer a este sector, sin importar de
si tienen o no realmente la capacidad para desempeñarse de manera superior en el
trabajo en cuestión. Esto no es justicia, esto es injusticia. En ambos casos, no es
lo que hacen, sino quienes son, por lo que quieren se les retribuya—no es igualdad
de oportunidad lo que quieren, sino igualdad de resultado. En ambos caso podemos
observar la despreciable combinación de la mentalidad de víctima y la mentalidad
cangrejo.
El león no pide perdón por asesinar a la gacela para obtener su nutrición. ¿De
manera similar, porque deberíamos nosotros privarnos de nuestro alimento
fundamental? Y no, la preservación medioambiental no es una buena razón si la
crianza animal se realiza de manera natural y, de hecho, es beneficial.
Debemos saber categorizar y priorizar para poder actuar en nombre del mayor
bienestar—la prosperidad grupal. Debemos “separar el trigo de la paja.” La
naturaleza lo hace todos los días mediante el mayor método de selección natural en
existencia: el atractivo sexual.
Superioridad es atractividad
Como hombre, debido a ciertos esquemas de la naturaleza, podemos sentir atracción
por mujeres de ligeramente inferior o igual valor. No obstante, la mujer, gracias a
la mayor fuerza de atracción dual en ellas conocida como hipergamia, para sentirse
atraída por un hombre debe considerarle superior en cuanto a valor de mercado
sexual.
Una mujer siempre buscará emparejarse con hombres con encima de su posición. Entre
más aspectos le considere a este como su superior, mayor la atracción. Es por esto
que creo que aquel hombre que no puede reproducirse debido a falta de estética,
confianza, o recursos, no debe ser ayudado a hacerlo, a través de “estrategias de
seducción.”
Todos los rasgos necesarios para la atracción, excepto la belleza, hasta cierto
punto, pueden ser obtenidos por cada hombre lo suficientemente inteligente y fuerte
como para hacerlo. Un hombre no deberías aspirar a “saber seducir”, sino a
convertirse en un hombre digno de ser seducido—mediante la elevación de su de su
valor percibido.
El hombre, para se considerado como atractivo por una mujer y, por lo tanto,
considerado para ser seducido, primero debe ser percibido como alguien superior.
Reitero, no “igual,” mucho menos inferior, sino superior. Enfatizó, el ser visto
como “superior” es cuestión de percepción. Contrario al femenino, el atractivo
masculino es mayormente subjetivo.
Es debido a esta realidad, que, a menos que estas te provean de mayor autoconfianza
a la larga, no creo en, ni recomiendo, las “técnicas de seducción” cómo tal. La
confianza real, duradera, e inquebrantable, debe estar fundamentada, para poder ser
fácilmente demostrada. ¿Como? Enfocándote en ti, en tu propia mejora, y en tu
propósito de vida antes que nada. De esta manera elevaras tu percepción de valor de
mercado sexual, cuya, instantáneamente derivara en confianza.
Ciertamente, por más confianza que tengas, muy probablemente tengas que seguir
acercándote a las mujeres que te interesan por tu cuenta—muy difícilmente ellas se
acercaron primero a ti a menos de que se te perciban con un valor inmensamente
superior, no obstante, gracias a tu autopercepción de superioridad, y derivada
confianza, sabrás automáticamente como actuar mejor para ser percibido como
atractivo, es decir, atraerás mujeres de “manera natural”—”técnicas de seducción”
aprendidas no requeridas.
La atracción está basada en leyes fijas, en mecanismos diseñados por miles de años
de evolución. La atracción son solo gatillos inconscientes que se activan o no. Es
simple, si puedes transmitir la suficiente confianza derivada de tu propia
percepción de superioridad a una mujer determinada, esta se sentirá atraída lo
quiera o no; esto, independientemente de tu forma física, poder adquisitivo, o
estatus social, especialmente si estos elementos se encuentran en suma rondando el
promedio—puedes compensar tu falta de estética con riqueza,de riqueza con estatus,
y viceversa.
Como hombres, a nosotros nos pasa lo mismo, pero nuestros “gatillos” son
diferentes. A un hombre lo que le atrae principalmente e inicialmente, es la forma
física de una mujer, más específicamente, el potencial transmitido por esta para
engendrar y nutrir crías. Es por esto que, entre mayor sea su proporción de caderas
a cintura—capacidad para dar a luz, mayor el tamaño de sus senos—capacidad para
nutrir, y mayor estética en general—buenos genes, más estas nos atraen. En segundo
término, una personalidad femenina y altruista suma a su atractividad por la misma
razón—esta demuestra su capacidad y disposición para cuidar minuciosamente de
nuestros descendientes.
Es debido a esta realidad, que es común que un hombre rondando los 35 años se
empareje con una mujer rondando los 25, siendo el caso contrario algo casi nunca
visto. Teóricamente, en este punto, ambos individuos se encuentran alrededor de la
cúspide de su potencial atractivo sexual.
Últimamente, tanto en hombres como mujeres, la atracción no es una opción—la
atracción es una emoción que no podemos influir fácilmente mediante la razón. No
obstante, los mecanismos para determinar el atractivo del sexo contrario difieren
drásticamente entre hombres y mujeres. Un hombre es primordialmente atraído por el
físico, con la personalidad en segundo término. Una mujer, en cambio, es
primariamente atraída por la personalidad—especialmente la autoconfianza traída por
autopercepción de superioridad relativa; con el atractivo físico en segunda
instancia.
Bueno, pues lo mismo que ocurre entre especies, este método de selección natural en
cuyo lo superior es preferido sobre lo inferior—como debe ser, afortunadamente, al
día de hoy, también puede ser visto en el mundo laboral y de negocios. Tanto el
mercado laboral, como el mercado económico en general, tienen instaurados
mecanismos de proceso selectivo cuyos impulsan su progreso como colectivo, esto
gracias a el ecualizador definitivo: el capitalismo.
Amo la filosofía, y creo que es una de las materias más importantes a estudiar
debido a que trata de responder una de las dudas más importantes de todas— “cómo
vivir”. No obstante, de no ser por el capitalismo, muy probablemente ni
Aristóteles, ni Platón, ni Séneca, hubieran tenido el tiempo para poder
desarrollar sus escritos—cómo podrían si tendrían que estar cazando o recolectando
todo el tiempo para siquiera poder sobrevivir. Es por esto que considero que
aquellos que desprecian el capitalismo, el dinero, o hasta el emprendeurismo están
equivocados en el mejor de los casos, y en el peor, están delirando.
Actualmente, el dinero rige nuestras vidas, es casi como el aire que respiramos. Si
no crees que la gente debería enfocar la mayor parte de su vida en obtener este
recurso y, derivadamente, añadir valor al mundo en forma de productos o servicios
que promuevan algún tipo de cambio, creo que no lo estás analizando bien.
Si, el leer, escribir, y planear nos ayuda a actuar mejor, pero la clave no está en
analizar sino en actuar. El cambio es promovido por el movimiento, no por el
pensamiento. El cambio inherentemente implica algún tipo de acción, nada es
consumado si se queda solo en la imaginación.
Una manera fácil de determinar el potencial de tu carrera para destacarse por sobre
las demás y, por ende, ser mejor recompensada, es evaluando la cantidad y/o
complejidad de problemas que esta solucionara en la sociedad. Un doctor salva
vidas, un abogado protege la libertad/recursos de los demás, un ingeniero
desarrolla soluciones, un vendedor de alto nivel promueve soluciones.
¿Es debido a esta realidad que, conceptos como el salario básico universal
simplemente no podrían funcionar. O tú te sentirías cómodo ganado igual que los
demás aún y ante el hecho de haber estudiado más, puesto más esfuerzo, sacrificado
más noches de trabajo en lugar de irte de fiesta, trabajado más horas en total y,
en general, haber provisto de mayor valor a la sociedad? Te parecería correcto, te
parecería “igual”, te parecería justo?
Particularmente sabiendo que muchas personas son pobres por que quieren, no porque
no pueden—“querer es poder;” el que una superior inversión de esfuerzo, capacidad,
y tiempo no son recompensados acordemente no puede formar parte de una
propuesta“igualitaria” simplemente. Cada quien debe ganar lo que vale, por lo que
provee, y eso está bien. De manera contraria simplemente todo el sistema
colapsaría.
Si buscas ganar lo mismo que una persona que resuelve problemas mas grandes que tu,
ya sea en cantidad o calidad, date cuenta que lo que tu buscas no es “igualdad”
sino desigualdad—ganar igual/mas por un menor impacto en calidad/cantidad. En lugar
de buscar esto, mejor enfócate en encontrar una industria/profesión en que puedas
ser la mejor posibilidad para resolver una problemática en particular.
Oferta y demanda
En todo tipo de mercado libre, la ley de “oferta y demanda” es la que manda.
Siempre y cuando la oferta no sea ya demasiada, si ofreces algo que muchos quieren
estarás en alta demanda. Entre mayor sea la diferencia entre la demanda y la
oferta, favoreciendo a la primera, mayor el valor percibido de un
producto/servicio.
“Virtus,” una de las 3 virtudes cardinales romanas, fue originalmente usada para
describir la proficiencia marcial, cuya incluye fuerza, coraje, excelencia, y, en
general, masculinidad. Esta les parecía tan importante, que la palabra “virtud”
proviene en sí misma de “virtus,” esto, muy probablemente porque sin “virtud”
ninguna otra virtud, valga la redundancia, puede ser obtenida. Este concepto es el
fundamento de toda significado y talento. Es solo a través del empoderamiento de
este elemento, que podemos fomentar el crecimiento de fuerza, maestría, y
conocimiento.
El saber decidir a quién considerar como enemigo, basado en sus acciones, no tomará
mucho esfuerzo de tu parte. Generalmente son esos insultos relacionados con
cuestiones personales irremediables los que duelen más. Es la impotencia la que nos
provoca más rabia. Si eres criticado por tu familia, raza, estatura, el tamaño de
tus orejas, etc.; en una manera agresiva en lugar de empatica, solo pueden existir
2 razones para esta acción: tratan de disminuir tu confianza porque les pareces
amenazante o solo te están empleando para disminuir su complejo de seguridad al
tratar de humillarte.
En cualquier caso, al ser atacado de esta manera, toma este hecho como una
declaración de guerra, y como tal, elige circunstancialmente cualquiera de las
únicas 2 opciones de actuar: retirarte o atacar. Independientemente de la
alternativa que elijas, cuya te recomiendo reflexionar antes de seleccionar,
considera a este individuo de ahora en adelante como tu enemigo. Si no le huyes,
atácalo e instrúyelo—enséñale que lo que está haciendo no está bien mediante el
castigarle.
Sin embargo, de ser la crítica constructiva, tómala como positiva. Consciente o
inconcientemente, quien te critica te está ayudando. Si estas gordo, adelgaza. Si
no eres bueno con las mujeres, práctica. Sí estás por debajo del estándar de
calidad en tu profesión, cámbiala o mejora. En este caso la crítica, la burla, y el
avergonzamiento, pueden ser una de tus mayores herramientas para tu mejora personal
o impulsar la mejora de alguien más. Solo es cuestión de reformular la situación.
Notablemente, a través del tiempo, una de las mayores herramientas para fomentar el
honor grupal, ha sido el avergonzamiento. Cada vez que alguien no cumple con los
criterios del grupo, se le humilla para que este reconozca este hecho. Debido a que
queremos que todos los miembros del grupo estén a la altura de su posición respecto
a los demás, tradicionalmente, entre hombres solemos “bromear duramente.” De aquí
el dicho de: “dime con quien te juntas y te diré quién eres.” El temor a la
crítica, de decepcionar a nuestro superior o igual, es la raíz del honor grupal.
Generalmente, lo que impide que una persona trabaje en su excelencia, aun ante la
crítica, no es más que una falta de fuerza—coraje, vitalidad, ambición, fortaleza,
etc. La fuerza es lo que hace la diferencia entre un hombre criticado que por esto
es socavado, en comparación con alguien que lo toma como indicador y/o impulsor de
cambio. En otras palabras, la fuerza precede a la excelencia.
—Friedrich Nietzsche
No solo “los fuertes sobreviven”, solo los fuertes se animan, solo los fuertes
conquistan, solo los fuertes son libres, solo los fuertes son verdaderamente
confiados y felices. Ciertamente, la fuerza es, de todas, la característica
masculina suprema. Entre más puedas soportar, entre menos cosas negativas te puedan
afectar, mayor libertad para desplegar todo tu potencial, es decir, alcanzar la
excelencia, ”Eudaimonía”—la mayor felicidad según los griegos: el florecimiento del
ser humano.
Puedes ser todo un erudito, pero sin fuerza para aplicar tu conocimiento, este no
te servirá de nada. Puedes tener un talento natural para una habilidad particular,
pero sin fuerza para practicar lo suficiente a través de la incomodidad que implica
el poderte superar, jamas la podrás dominar. La fuerza no es la única
característica esencial de la masculinidad, pero sin duda es fundamental.
Todo es evolución
evolucion
La evolución es la ley principal que reina sobre la vida en la tierra. Todo lo que
existe, tanto en materia como esencia, lo hace así por el único propósito de
evolucionar—no sobrevivir como se cree comúnmente. La competencia, ya sea con uno
mismo o externa, es el mayor estimulador de la evolución y superación.
Es solo cuando trabajamos por subsanar el dolor que nos aqueja, o que encontremos
alguna manera en que este nos puede mejorar—ej., fortalecer nuestro control
emocional, que este puede ayudarnos a evolucionar. Por lo tanto, lo mejor siempre
será encontrar en todo dolor un significado o, de ser este menor—ej., te lesionaste
levemente en el gimnasio, simplemente ignorarlo. En cualquier caso, date cuenta de
que el dolor es un elemento esencial de la mejora personal.
Para evolucionar tenemos que pasar por el dolor traído por la necesidad, no existe
otra manera. Simplemente, de no sentir la necesidad por cambiar, no existe razón
para hacerlo. Para poder vivir, para sentirnos vivo, debemos estar en constante
transformación. Transformación es de lo que está hecha la vida. La vida es
evolución.
¿Cómo hemos llegado a ser la raza y sociedad que somos hoy en día? Mediante nuestro
voluntad por superioridad o, en términos de Friedrich Nietzsche, nuestra “voluntad
de poder”—hacer mas, tener mas, ser mas. Es gracias a este anhelo que hemos
progresado mediante la competencia entre especies y la propia. Es mediante a esta
voluntad que hemos podido evolucionar—y lo seguimos haciendo.
Irónicamente, aunque en muchos puntos en desacuerdo, ambos extremos filosóficos
opuestos, “materialismo” y “espiritualismo,” apelan a la misma conclusión: seguir a
la naturaleza es la mejor solución, es decir, la evolución. La diferencia entre
ambas corrientes de filosofía sólo radica en el “que” es lo que se debe
evolucionar: espíritu o materia. ¿Yo digo, porque no evolucionar en los 2?
Asimismo, la naturaleza apela, y siempre lo hará, por el bien del colectivo antes
que el individuo—cualquier individuo. Si ciertos individuos tienen que perecer por
el bien del conjunto, así debe ser—y eso está bien. Además, si lo pensamos a
detalle, lo que es bueno para el colectivo siempre será bueno para el individuo,
mientras que en el caso contrario no siempre es el caso.
Ejemplo concreto, muchos negocios y carreras han pasado al olvido y, con ellos, de
no haber evolucionado, muy probablemente fueron afectados muchos individuos que
dependían de estos. No obstante, de no haber sido esto así, los negocios/carreras
superiores con los que contamos no habrían existido y, por ende, tampoco el
desarrollo socio-cultural de estos derivado. En este caso, como en el de las
especies, el declive de ciertos individuos claramente no fue lo mejor para ellos,
pero sí lo fue para el colectivo lo que, a su vez, fue lo mejor para una mayor
cantidad de individuos al final y, argumentativamente, fomento en ellos, debido a
esta competitividad, una mayor calidad.
Conclusión
“Lo que no es bueno para la colmena no puede ser bueno para las abejas.”
—Marco Aurelio
Este sitio web tiene su nombre tan particular para filtrar a las personas con
complejo de inferioridad en primer lugar—no las quiero ni cerca de mi persona; y,
en segunda instancia, para empoderar a aquellas que buscan desplegar todo su
potencial. Amo a toda persona que busca la superioridad no por ser superior en sí—
aunque lo es, sino por su simple anhelo de querer sobresalir—ser más, hacer más,
evolucionar.
Es por esto que nunca es bueno categorizar acciones o conceptos como “buenos” o
“malos,” todo depende del contexto. Blancos y negros son raramente respuestas
acertadas de ser estas generalizadas. Toda ley bien formulada debe considerar
primero la situación particular a la que esta se debe aplicar. Todo es contextual.
En el caso de la voluntad por superioridad, la distinción entre bien y mal, similar
a cualquier otra actividad, parte de la intención, más específicamente si esta es
realizada por resentimiento o por amor.