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1. Abreviaturas utilizadas…………………………………9
7
7. Las insuficiencias del estado actual del Derecho Penal
Ambiental chileno. Análisis a la luz del derecho
comparado y de las obligaciones internacionales
contraídas en la materia...............................................205
8
ABREVIATURAS UTILIZADAS
9
CAPITULO PRIMERO
INTRODUCCION: LA CONCIENCIA
DE LOS PELIGROS AMBIENTALES
Y EL SISTEMA CHILENO DE PROTECCION
DEL MEDIO AMBIENTE
1
Ver al respecto las múltiples notas de prensa surgidas en relación con la
contaminación ambiental en el Gran Santiago, particularmente las referidas a las
alertas ambientales ocurridas en el pasado año (por todos, El Mercurio, de 4 de mayo
de 2002, Cuerpo C). Pero también existen otros riesgos de contaminación del aire
no siempre igual de destacados, pero a veces de mayor gravedad para la salud de
quienes los padecen, como la contaminación por plomo y cobre sufrida por un
sector de la ciudad de Antofagasta (El Mercurio, 9 de noviembre de 2002, Cuerpo
C). Entre la bibliografía científica, pueden verse los textos de Hajek, Ernst / Es-
pinoza, Guillermo / Gross, Patricio: Percepción de los problemas ambientales en las regio-
nes de Chile, Santiago, 1994; AA.VV.: Gestión Ambiental del Gobierno de Chile, CONAMA,
Santiago, 1997; y Guillermo Geisse G.: 10 años de debate ambiental, Santiago, 1993.
2
Ver, al respecto, la noticia referida a las emergencias ambientales por derrames
mineros en el tranque Talabre (Calama) y en el Río Elqui (El Mercurio, 9 de no-
viembre de 2002, Cuerpo C).
11
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
3
El último ejemplo de lo cual es el grave suceso del hundimiento del buque
petrolero Prestige, y el posterior derrame de su cargamento en las costas gallegas
(Emol, internet, 30 de noviembre de 2002).
4
El ejemplo más paradigmático es el problema suscitado por el control de
los vertederos y el depósito de residuos sólidos, reflejado en el editorial de La Ter-
cera, de 14 de febrero de 2002. Esta preocupación también se ha reflejado a nivel
parlamentario en las mociones contenidas en el Boletín 150-11, donde se intentó
legislar prohibiendo el ingreso al territorio nacional de desechos provenientes de
terceros países; en el Boletín 2401-12, sobre un proyecto de ley que establece pe-
nalidades a los vertederos clandestinos; y en el Boletín 2721-12, que contenía un
proyecto de ley que prohibía el traslado y posterior depósito de basuras y desper-
dicios generados en una región en el territorio de otra.
5
Juan Claudio Godoy, alcalde de San Miguel y presidente de Emeres, infor-
mó a la Comisión de Recursos Naturales, Bienes Nacionales y Medio Ambiente
de la Cámara de Diputados (Sesión 35ª de la 342 Legislatura, 5.09.2000) que en
ese año a un vehículo que transportaba cloro al 8%, sin autorización ni medidas
de prevención adecuadas, se le cayó una bolsa en la Carretera del Sol, lo cual dio
como resultado que 8 funcionarios municipales y 4 bomberos fueran hospitaliza-
dos. Ver, además, el estudio Riesgo y Costo Social del Transporte de Sustancias Peligro-
sas en la Minería, por Andrés Wrann, Marcelo Andía y Gustavo Lagos, del Centro
de Investigación Minero-Metalúrgico y Pontificia Universidad Católica de Chile,
Informe de Avance, mayo 2000, en http://www.cipma.cl/hyperforum/chile1.doc.
12
INTRODUCCION: LA CONCIENCIA DE LOS PELIGROS AMBIENTALES...
13
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
6
Como la propia Contraloría General de la República ha reconocido en su
Dictamen Nº 8.988, de 14 de marzo de 2000, no existen sanciones en la Ley
Nº 19.300 para quienes infringen la obligación en ella establecida de someter los
proyectos o actividades que se señalan en su art. 10 al Sistema de Evaluación de
Impacto Ambiental (cfr. Juan Francisco Bascuñán Muñoz: Jurisprudencia de la Con-
traloría General de la República relativa al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental:
1997-2000, Santiago, 2001.
7
En efecto, cuando se discutió el art. 77 de la Ley Nº 19.300, sobre Bases Ge-
nerales del Medio Ambiente, se acordó en el Senado otorgar al Director Ejecuti-
vo de la CONAMA la faculta de crear Comités operativos, como “comités consultivos
14
INTRODUCCION: LA CONCIENCIA DE LOS PELIGROS AMBIENTALES...
15
CAPITULO SEGUNDO
* Este capítulo ha sido elaborado por los profesores Jean Pierre Matus A. y
Marcos Orellana Cruz, y se refiere exclusivamente a los tratados suscritos por Chile
hasta diciembre de 2002 y actualmente vigentes. Para una visión de los tratados
no suscritos por Chile, pero que han sido elaborados por los países de nuestra ór-
bita cultural, ver la Memoria de Grado dirigida por el profesor Jean Pierre Matus
A., Obligaciones internacionales de establecer delitos medioambientales, contempladas en los
tratados no suscritos por Chile, de la alumna Marcia Allendes, U. Talca, 2003.
1
Autores como Manuel Diez de Velasco, Instituciones de Derecho Internacional
Público, 11ª ed., Madrid, 1997, p. 613, citan incluso precedentes provenientes de
las postrimerías del siglo XIX, tales como el Laudo en el asunto de las focas peleteras
del Pacífico, que decidió una controversia entre los Estados Unidos de América y
el Reino Unido, laudo que serviría de base para la celebración posterior de trata-
dos destinados a la conservación de dicha especie. Precisamente, la conservación
de especies de la flora y fauna fue el objeto principal de los tratados celebrados
en la primera mitad del siglo XX.
2
Tribunal Internacional de Justicia, Dictamen de 8 de julio de 1996 sobre la
legalidad de la amenaza o el empleo de las armas nucleares (Dictamen A.G.N.U.),
Rec. 1996, p. 226. Adoptamos aquí un concepto utilizado por el Tribunal Inter-
nacional de Justicia, que parece apropiado para el enfoque del problema desde
el punto de vista del derecho internacional, aunque no sin reconocer que, como
señala Miguel Perales, Carlos: Derecho español del medio ambiente, Madrid, 2000, p. 24,
17
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
se trata de “un concepto de difícil precisión” respecto del cual “hay opiniones para
todos los gustos” (que el propio Miguel Perales cita).
3
Jiménez de Parga y Maseda, Patricia: El principio de prevención en el Derecho
Internacional del Medio Ambiente, Madrid, 2001, p. 14.
4
González Campos, Julio D. / Sánchez Rodríguez, Luis I. / Sáenz de Santa
María, Paz Andrés: Curso de Derecho Internacional Público, Madrid, 1998, p. 792.
5
Kiss / Shelton., op. cit., p. 17.
6
Loibl, op. cit., p. 106.
7
No es claro el número total de tratados, convenciones, declaraciones, etc.,
que directa o indirectamente tienen relación con el medio ambiente. Fuentes Oli-
vares, Flavio, en su Manual de Derecho Ambiental, Valparaíso, 1999, pp. 119 y s., se-
ñala que existirían más de 4.000 instrumentos jurídicos en la materia, de los cuales,
“de carácter estrictamente internacional, con pretensión de universalidad y glo-
balidad, hay alrededor de 152”; en tanto que González / Sánchez / Sáenz, op. cit.,
18
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
8
Kiss, A. / Shelton D.: International Environmental Law, New York / London,
1991, pp. 14 y ss., cit. por Jiménez de Parga, op. cit., p. 15.
9
Fernández Casadavante Romaní, Carlos: La protección del Medio Ambiente en
Derecho Internacional, Derecho Comunitario Europeo y Derecho Español, Vitoria, 1991,
p. 103. Por su parte, según señalan Birnie / Boyle, op. cit., p. 9, aunque tanto la
declaración de Estocolmo como la de Río no constituyen formalmente tratados
obligatorios, “su adopción con el consenso de 176 Estados [en el caso de la de-
claración de Río], después de un prolongado proceso de negociación, junto con
su carácter normativo, las convierten en un importante ejemplo de la utilización
de instrumentos del “soft law” en el proceso de codificación y desarrollo del dere-
cho internacional”. En esta materia debe tenerse presente lo señalado por Villa-
ry, Michael: El devenir del derecho internacional. Ensayos escritos al correr de los años,
quien califica de “engañosa” la expresión soft law, apuntando que ya al término
de la Segunda Guerra Mundial (con los Tratados de Yalta) y durante la llamada
Guerra Fría, se multiplicaron los compromisos políticos sin compromisos jurídicos
precisos, pero que aún careciendo del carácter de “tratados”, surtían efectos rea-
les (p. 162). También este autor rechaza que las “Recomendaciones” de los orga-
nismos internacionales carezcan de valor jurídico, aunque sólo tengan uno muy
poco delimitado, entendiéndolas como “invitaciones a observar un comportamien-
19
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
10
Loibl, Gerhard: Dispute avoidance and dispute settlement in International Envi-
ronmental Law, some reflections on recent developments, en XXIV Curso de Derecho
Internacional del Comité Jurídico Interamericano (1997), Secretaría General OEA,
Washington, 1998, pp. 101-126, pp. 105 y s.
11
Sin embargo, no cabe atribuir exclusivamente al derecho internacional
ambiental estas características y razones, pues la creciente frondosidad de fuentes
del derecho internacional también está asociada a la creación de numerosas or-
ganizaciones internacionales, partiendo por la Asamblea General de las Naciones
Unidas, y el resto de sus organismos dependientes (entre ellos, naturalmente, el
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente), cuyas “resoluciones”,
“declaraciones” y “recomendaciones” aparecen engrosando el número de fuen-
tes que o bien se caracterizan como soft law, o se entienden como cristalizaciones
previas de un derecho consuetudinario de acelerada creación (cfr. Barbosa, Ju-
lio: The Customary Rule: from Chrysalis to Butterflty, en Kluwer Law International: Li-
ber Amicorun ‘In memoriam’ of Judge José María Ruda, The Hague / London / Boston
2000, pp. 1-14, pp. 9 y s.). Tampoco es aislado el fenómeno del creciente carácter
reglamentario del derecho internacional público y de su “multilateralización”, pues
por nombrar sólo un ejemplo las convenciones cada vez más detalladas sobre trá-
fico ilícito de estupefacientes así lo demuestran (cfr. al respecto la recopilación
de tratados y convenciones contenida en el texto de Politoff / Matus / Ramírez /
Palma: Legislación y reglamentación complementaria del delito de tráfico ilícito de estupe-
facientes, Santiago, 2000). El que, “en última instancia, el derecho internacional
del medio ambiente sólo es verdaderamente eficaz si se aplica por medio del dere-
cho interno de los Estados” (Diez de Velasco, op. cit., p. 616) es una frase que, mu-
tatis mutandi, vale tanto para impedir la explotación indiscriminada de los bosques
como para castigar el lavado de dinero o para lograr la vigencia efectiva de los
derechos humanos, o como en lo que actualmente se encuentra en el centro de
la discusión: la “lucha contra el terrorismo” (cfr. el Convenio Internacional para
la Represión de los Atentados Terroristas Cometidos por Bombas, y el Convenio
Internacional para la Represión de la Financiación del Terrorismo, ambos adop-
tados en Nueva York en diciembre de 1997). Mucho menos particular puede ver-
se el carácter programático de la mayor parte del derecho internacional ambiental,
20
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
12
Loibl, op. cit., pp. 112, 123.
21
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
13
Restringido al ámbito europeo, sí se han realizado esfuerzos precisos y de-
terminados con relación a establecer normas comunes provenientes de tratados
multilaterales para la protección del medio ambiente por la vía penal. Así, res-
pecto a los países que forman el Consejo de Europa, se ha abierto en Estrasburgo
el 4 de noviembre de 1998, para su firma y ratificación, una Convención para la
protección del ambiente a través del derecho penal (ETS 172), la que sin embargo no
había conseguido en diciembre de 2002 la ratificación de tres de los suscriptores
para entrar en vigor. Por otra parte, la Comisión Europea ha propuesto reciente-
mente una Directiva relativa a la protección del medio ambiente por medio del derecho pe-
nal (COM (2001) 139 Final), la que todavía se encuentra en discusión.
La Convención establece: Artículo 2. Delitos dolosos. “1. Cada parte deberá
adoptar las medidas necesarias para establecer como delitos en su derecho inter-
no, cuando se cometan intencionalmente:
a) la descarga, emisión, o introducción de una cantidad de sustancias o de
iones radiactivos en el aire, suelo o agua que:
i) causen la muerte o graves lesiones a una persona, o
ii) creen un significativo riesgo de causar la muerte o graves lesiones a cual-
quier persona;
b) la descarga, emisión o introducción no autorizados de una cantidad de
sustancias o de iones radiactivos en el aire, suelo o el agua que causen o puedan
causar su irreparable deterioro o la muerte o graves lesiones a cualquier persona
o un daño sustancial a monumentos y otras propiedades, objetos, animales o plan-
tas protegidos;
c) el depósito, tratamiento, almacenamiento, transporte, exportación o im-
portación no autorizados de residuos peligrosos que causen o puedan causar la
muerte o graves lesiones a cualquier persona o un daño sustancial a la calidad
del aire, suelo, agua, animales o plantas;
d) la explotación no autorizada de un establecimiento en el cual se desarro-
llen actividades peligrosas que causen o puedan causar la muerte o graves lesio-
nes a cualquier persona o un daño sustancial a la calidad del aire, suelo, agua,
animales o plantas;
e) la fabricación, tratamiento, almacenamiento, uso, transporte, exportación
o importación no autorizados de materiales nucleares u otras sustancias radiac-
tivas peligrosas que causen o puedan causar la muerte o graves lesiones a cual-
quier persona o un daño sustancial a la calidad del aire, suelo, agua, animales o
plantas”...
Artículo 3. Delitos imprudentes. “1. Cada parte deberá adoptar las medidas ne-
cesarias para establecer como delitos en su derecho interno, cuando se cometan
negligentemente, los hechos numerados en el art. 2, párrafo 1, letras a) a e).
Además, el art. 4 de la Convención deja a discreción de los Estados el casti-
gar ya sea por la vía del derecho penal o por la del derecho administrativo san-
cionador, aparte los siguientes hechos no comprendidos en los artículos anteriores:
a) “la descarga, emisión o introducción no autorizados de una cantidad de sus-
22
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
14
Loibl, op. cit., p. 111.
23
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
15
El problema del paso del soft law al hard law es analizado desde un punto
de vista general por Jiménez de Parga y Maseda, op. cit., pp. 21 y ss.
16
Virally, op. cit., pp. 190 y ss., y especialmente p. 218.
17
Informe de la Reunión del Grupo Especial de Expertos sobre las formas
más eficaces de cooperación internacional contra la delincuencia transnacional,
Viena, diciembre 1993 (E/CN.4/1994/4/Add.2,10).
24
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
18
Informe del Noveno Congreso de las Naciones Unidas sobre Prevención
del Delito y Tratamiento del Delincuente, El Cairo, 29 de abril a 8 de mayo de
1995 (A/CONF. 169/16, 352-361).
19
A/CONF.187/PM.1, 29.
20
De hecho, dicha Declaración (A. CONF. 187/4/Rev. 3ª) fue adoptada como
la principal Resolución del Congreso (Informe del Décimo Congreso de las Na-
ciones Unidas sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, Viena,
10 a 17 de abril de 2000, A/CONF.187/15, 1).
21
El Congreso se centró básicamente en los problemas derivados de la emer-
gencia de “los delitos graves de carácter mundial” y de “la necesidad de coopera-
ción” para su prevención y el control de la “delincuencia organizada transnacional”
(A. CONF.187/4/Rev. 3ª, Preámbulo), materias que se distribuyeron en cuatro te-
mas: promoción del imperio de la ley y fortalecimiento del sistema de justicia pe-
25
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
22
Virally, op. cit., p. 151.
23
Fernández de Casadevante, op. cit., p. 108.
24
La cuestión del lenguaje adoptado por los textos del derecho internacional
adquirió, en materia penal ambiental, inusitada importancia en la discusión de los
textos preliminares de algunos artículos del tratado sobre “Responsabilidad de los
Estados”, que se encuentra en elaboración en el seno de la Comisión de Derecho
Internacional. En efecto, en sus primeras versiones, el texto que manejaba la Co-
misión introducía los conceptos de crímenes y delitos internacionales, cometidos por
26
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
los Estados. La conceptualización fue objeto de debate y fuerte oposición por parte
de las principales potencias internacionales (Estados Unidos, Francia, Alemania,
etc.), como puede verse en el Primer Informe sobre responsabilidad de los Esta-
dos del Relator Especial, Sr. James Crawford (A/CN.4/490/Add.1, 52-60), y las
buenas razones dadas para no confundir el incumplimiento de obligaciones in-
ternacionales con la responsabilidad penal internacional hicieron tanta fuerza que
el propio Relator Especial termina por recomendar la supresión de las normas
vinculadas al concepto de crimen internacional y sus efectos, y particularmente del
art. 19 del Proyecto (que consideraba en su Nº 3, letra c) como crimen internacio-
nal del Estado “una violación grave de una obligación internacional de importan-
cia esencial para la salvaguardia y la protección del medio humano, como las que
prohíben la contaminación masiva de la atmósfera o de los mares”) (A/CN.4/
490/Add.1, 100). Esta recomendación ha sido acogida por la Comisión de Dere-
cho Internacional, como puede verse en el Proyecto de Artículos aprobado pro-
visionalmente por el Comité de Redacción en segunda lectura, de 11 de agosto
de 2000 (A/CN.4/L.600), donde ya no se hace referencia alguna a crímenes o delitos
internacionales cometidos por los Estados, e incluso se ha tenido el cuidado de no men-
cionar ninguna obligación referida a materias específicas –incluidas las medioam-
bientales–, al establecerse especiales regulaciones para las “Violaciones graves de
obligaciones para con la comunidad internacional en su conjunto” (arts. 41 y ss.).
25
Fernández de Casadevante, op. cit., p. 109.
26
Virally, Michel: La distinction entre textes internationaux de portée juridique et
textes internationaux dépourvus de portée juridique, en Annuaire I.D.I., vol. 60-I, 1985,
pp. 166-257, cit. por Fernández de Casadevante, op. cit., pp. 109 y s.
27
Fernández de Casadevante, op. cit., p. 110.
27
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
28
Virally, La distinction, cit. por Fernández de Casadevante, op. cit., p. 110.
29
Loibl, op. cit., p. 124.
28
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
30
Montenegro / Hervé / Durán, op. cit., passim.
31
Llanos, op. cit., passim.
32
Cfr. supra, p. 5.
33
Entre esta clase de instrumentos podemos mencionar los siguientes:
– Como parte del denominado soft law, la Declaración de Santiago, sobre Zona
29
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
30
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
i. Desde fuentes terrestres. ii. Desde la atmósfera o a través de ella; y iii. Por verti-
miento; b) La contaminación causada por buques, en particular aquellas para pre-
venir accidentes, hacer frente a emergencias, garantizar la seguridad de las
operaciones en el mar, prevenir descargas intencionales y reglamentar el diseño,
la construcción, el equipo, la explotación y la dotación de los buques de acuerdo
a las normas y reglas internacionales generalmente aceptadas, y c) La contamina-
ción proveniente de todos los otros dispositivos e instalaciones que funciones en
el medio marino, en particular aquellos para prevenir accidentes, hacer frente a
emergencias, garantizar la seguridad de las operaciones en el mar y reglamentar
el diseño, la construcción, el equipo y la dotación de esas instalaciones o esos dis-
positivos”.
– Entre el derecho internacional convencional, referido a la energía nuclear,
el Convenio Acerca de la Responsabilidad Civil en Materia de Energía Nuclear,
Paris, 29 de julio de 1960, y su Convenio Complementario de 1963; la Conven-
ción sobre la Responsabilidad de los Explotadores de Buques Nucleares, Bruse-
las, 25 de mayo de 1962; la Convención de Viena sobre Responsabilidad Civil por
Daños Nucleares, 21 de mayo de 1963; el Protocolo Común de 1988 relativo a la
Aplicación de la Convención de Viena y del Convenio de París, Viena, 21 de sep-
tiembre de 1988; el Convenio Relativo a la Responsabilidad Civil en la Esfera del
Transporte Marítimo de Materiales Nucleares, Bruselas, 17 de diciembre de 1971;
la Convención sobre la Pronta Notificación de Accidentes Nucleares, Viena, 26
de septiembre de 1986; la Convención sobre Asistencia en Caso de Accidente Nu-
clear o Emergencia Radiológica, Viena, 26 de septiembre de 1986; el Tratado so-
bre la No Proliferación de Armas Nucleares; el Tratado para la Proscripción de
las Armas Nucleares en la América Latina, México, 14 de febrero de 1967, sus
Protocolos y Enmiendas; el Convenio de Lima que establece la Organización La-
tinoamericana de Energía, de 1973, y el Tratado sobre Prohibición de Armas Nu-
cleares y otras Armas de Destrucción en Masa en los Fondos Marinos y Oceánicos
y su Subsuelo.
34
Virally, op. cit., pp. 190 y ss., y especialmente p. 218.
31
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
35
Además, se debe tener presente que, respecto al derecho penal propiamente
tal, en la propia Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y
Desarrollo, Río de Janeiro, junio de 1992, Programa 21, Capítulo 17, se afirma,
en su punto 17.21, que ”para prevenir la degradación del medio marino sería más
útil una estrategia de precaución y prevención que de reacción”.
36
Posteriormente, los sucesivos protocolos de esta Convención (particular-
mente el de Montreal de 1987) han ido especificando las obligaciones de las par-
tes, aunque sin hacer referencia directa al establecimiento de sanciones penales.
32
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
37
“Art. 2 (2)... Cada Parte Contratante adoptará para sus nacionales y los bu-
ques bajo su bandera las leyes, reglamentos y otras medidas, incluso un sistema
de permisos según sea apropiado, que puedan ser necesarios para la ejecución
de esta Convención”. La Convención establece cuotas de caza, tiempos de veda y
prohibiciones respecto del recurso “foca antártica”.
38
Artículo V. “1. Los Gobiernos Contratantes convienen en adoptar o en re-
comendar a sus respectivos cuerpos legislativos competentes, la adopción de le-
yes y reglamentos que aseguren la protección y conservación de la flora y fauna
dentro de sus respectivos territorios y fuera de los parques y reservas nacionales,
monumentos naturales y de las reservas de regiones vírgenes mencionados en el
art. II. Dichas reglamentaciones contendrán disposiciones que permitan la caza o
recolección de ejemplares de fauna y flora para estudios e investigaciones cientí-
ficas por individuos y organismos debidamente autorizados”.
“2. Los Gobiernos Contratantes convienen en adoptar el recomendar a sus
respectivos cuerpos legislativos la adopción de leyes que aseguren la protección y
conservación de los paisajes, las formaciones geológicas extraordinarias, y las re-
giones y los objetos naturales de interés estético o valor científico o histórico”.
33
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
39
Art. 2. “Los gobiernos signatarios prohíben la caza y la comercialización ile-
gales de la vicuña, sus productos y derivados en el territorio de sus respectivos
países”.
Art. 4. “Los Gobiernos signatarios prohíben la exportación de vicuñas fértiles,
semen u otro material de reproducción con excepción de aquellas destinadas a al-
guno de los países miembros para fines de investigación y/o repoblamiento”.
40
Artículo Tercero. “Los Gobiernos de Chile y Argentina se comprometen a
prohibir, entre el 1º de noviembre y el 31 de marzo de cada año, el uso del fuego
como medio de habilitar terrenos de cualquiera naturaleza” en la zona que se de-
signa (franja de 15 kms. cuadrados a cada lado de la frontera, entre los paralelos
36 y 45 Latitud Sur, cuya calidad será de terrenos forestales [artículo segundo]).
41
Artículo 4. “Control del comercio con Estados que no sean Partes en el Protocolo”.
“1. Al 1º de enero de 1990, toda Parte prohibirá la importación de las sustan-
cias controladas que figuran en el Anexo A procedentes de cualquier estado que
no sea Parte en el presente Protocolo.
1 bis. En el plazo de un año a contar de la entrada en vigor de las disposicio-
nes del presente párrafo, toda Parte prohibirá la importación de sustancias con-
troladas que figuran en el Anexo B procedente de cualquier Estado que no sea
Parte en el presente Protocolo.
2. A partir del 1º de enero de 1993, toda Parte prohibirá la exportación de
sustancias controladas que figuran en el anexo A a los Estados que no sean Par-
tes en el presente Protocolo.
2 bis. Transcurrido un año a contar de la entrada en vigor de las disposicio-
nes del presente párrafo, toda Parte prohibirá la exportación de sustancias con-
troladas que figuran en el anexo A a los Estados que no sean Partes en el presente
Protocolo”.
Las sustancias de los anexos referidos son clorofluorocarbonos y derivados
que se clasifican según su potencialidad de agotamiento del ozono.
42
Artículo III. “Obligaciones generales”.
“...Las Altas Partes Contratantes dictarán leyes y reglamentos para prevenir,
reducir y controlar la contaminación del medio marino proveniente de fuentes
terrestres, incluso los ríos, estuarios, tuberías y estructuras de desagüe, teniendo
en cuenta las reglas y estándares, así como las prácticas y procedimientos reco-
mendados que se hayan convenido internacionalmente” (inc. 2º).
34
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
43
Artículo II. “Las Altas Partes Contratantes acuerdan prohibir todo vertimien-
to de desechos radiactivos y otras sustancias radiactivas en el mar y/o en el lecho
de éste, dentro del ámbito de aplicación del presente Convenio. Igualmente, las
Altas Partes Contratantes acuerdan prohibir todo enterramiento de desechos ra-
diactivos u otras sustancias en el subsuelo del mar dentro del ámbito de aplica-
ción del presente Convenio”.
44
Artículo 2: “Cada Parte se compromete a prohibir a sus nacionales y bar-
cos pesqueros registrados en virtud de sus leyes, el uso de redes de deriva dentro
del Area de la Convención”.
“Art. 3. Medidas contra las actividades de pesca con redes de deriva. 1. Cada Parte
se compromete a:
“b) adoptar medidas compatibles con el derecho internacional para restrin-
gir las actividades de pesca con redes de deriva dentro del Area de la Convención
incluso, pero sin limitarse a: prohibir el uso de redes de deriva dentro de áreas
que estén en su jurisdicción pesquera, prohibir el trasbordo de capturas obteni-
das con redes de deriva dentro de las áreas que estén dentro de su jurisdicción”.
Además, facultativamente, el art. 3.2 señala otras medidas que podrían adop-
tar las Partes: “a) prohibir el desembarque de capturas obtenidas con redes de
deriva dentro de su territorio; b) prohibir el procesamiento de capturas obteni-
das con redes de deriva en instalaciones que estén dentro de su jurisdicción;
c) prohibir la importación de cualesquiera peces o productos pesqueros, ya sea
procesados o no, que hayan sido capturados utilizando una red de deriva; d) res-
tringir el acceso a puertos e instalaciones de servicio portuario a barcos dedica-
dos a la pesca con redes de deriva; y e) prohibir la posesión de redes de deriva a
bordo de cualquier barco pesquero dentro de las aguas bajo su jurisdicción pes-
quera”.
45
Loibl, op. y loc. cit., menciona la mayor parte de las normas internaciona-
les comprendidas en este grupo de casos entre las que permiten adoptar medi-
das propias del ordenamiento “penal y administrativo sancionador”, sin tomar claro
partido por una u otra opción.
35
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
46
Entre las prohibiciones que contempla la Convención, posibles de come-
ter por particulares, se encuentran el art. IX. 2.: “ninguna gratificación u otra re-
muneración, calculada en relación con los resultados de su trabajo, se pagará a
los cañoneros y tripulaciones de los cazadores de ballenas, cuya captura está pro-
hibida por la presente Convención”; y en el Anexo, los siguientes numerales:
“2. Queda prohibido coger o matar ballenas grises o ballenas francas, salvo cuan-
do la carne y los productos de tales ballenas deban ser usados exclusivamente para
el consumo local de los nativos”; “3. Queda prohibido coger o matar ballenatos o
ballenas lactantes o ballenas hembras acompañadas por ballenatos o ballenas lac-
tantes”; los números 4, 5 y 6, donde se prohíbe utilizar un buque-fábrica o un
barco cazador de ballenas dependiente de aquél con el fin de capturar o benefi-
ciar ballenas con barbas o jorobadas en las zonas que se designan; los números 7
y 8, que prohíben utilizar un buque-fábrica o un barco cazador de ballenas de-
pendiente de aquél con el fin de capturar o beneficiar ballenas con barbas du-
rante un período de veda (15 diciembre - 1º de abril) en las zonas que se designan,
y establecen una cuota máxima de captura en dichas zonas para los períodos sin
veda; el número 9, que “prohíbe capturar o matar cualquier ballena azul, de ale-
tas, boba, jorobada o cachalote” de menos de las longitudes que se señalan; los
números 10 a 14, donde se especifican algunas reglas sobre la forma de explota-
ción de los buques balleneros, tiempo de permanencia de ballenas muertas en el
agua, beneficio de los animales y remuneración de las tripulaciones. La Comisión
Ballenera Internacional ha creado, además, en su 46ª Reunión, de 23 al 27 de
mayo de 1994, un “Santuario para las Ballenas”, ubicado entre los 40º y 60º de
Latitud Sur y entre los 130º Este y 130º Oeste, donde queda prohibida completa-
mente la captura comercial de toda clase de ballenas.
47
Los hechos que, según el art. 7.1, deben considerarse delictivos por los Es-
tados Partes son los siguientes:
“a) un acto que consista en recibir, poseer, usar, transferir, alterar, evacuar o
dispensar materiales nucleares sin autorización legal, si tal acto causa, o es proba-
ble que cause, la muerte o lesiones graves a una persona o daños materiales sus-
tanciales;
36
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
48
La Convención tiene por objetivo la limitación y el control racional de los
movimientos transfronterizos y el tráfico ilícito de desechos peligrosos, entendien-
do por tales básicamente los clínicos, farmacéuticos y químicos, que sean explosi-
vos, inflamables, corrosivos, tóxicos, etc. (Anexos I y III).
Por “tráfico ilícito” de desechos peligrosos se entiende conforme al art. 9.1
de la Convención, “todo movimiento de desechos realizado:
a) sin notificación a todos los Estados interesados conforme a las disposicio-
nes del presente Convenio; o
b) sin el consentimiento de un Estado interesado conforme a las disposicio-
nes del presente Convenio;
c) con consentimiento obtenido de los Estados interesados mediante falsifi-
cación, falsas declaraciones o fraude; o
d) de manera que no corresponda a los documentos en un aspecto esencial; o
37
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
49
El Protocolo establece junto a un régimen de “principios medioambienta-
les” (art. 3) regulado bajo el sistema de “evaluación de impacto ambiental” (art. 8)
y medidas de cooperación, información, y solución de controversias, prohibicio-
nes específicas cuya infracción podría dar origen a las “medidas coercitivas” de
que habla el art. 13.1. Así, el art. 7 prohíbe la actividad minera; el Anexo II pro-
híbe, con relación a la “protección de la fauna y la flora nativa”, “la toma o cual-
quier intromisión perjudicial, salvo que se cuente con una autorización” (art. 3);
prohibiciones similares, para la protección del suelo, agua y el hielo antártico con-
templa el art. 7 del Anexo III al Protocolo, que prohíbe la “introducción en el
área del Tratado Antártico de difenilos policlorurados (PCB), tierra no estéril, grá-
nulos o virutas de poliestireno u otras formas similares de embalaje, o pesticidas
(aparte de aquellos que sean necesarios para fines científicos, médicos o higiéni-
cos)”; en tanto que el Anexo IV, para la “prevención de la contaminación mari-
na”, prohíbe “cualquier descarga en el mar de hidrocarburos petrolíferos o mezclas
petrolíferas” (art. 3.1), salvo los casos autorizados por el Anexo I del MARPOL
73/78, así como “la descarga de cualquier sustancia nociva líquida”, “la de cual-
quier otra sustancia química o de otras sustancias, en cantidades o concentracio-
nes perjudiciales para el medio ambiente” (art. 4), “la eliminación en el mar de
cualquier material plástico” (art. 5.1) y de “cualquier otro tipo de basura” (art. 5.2),
salvo los restos de alimentos.
50
Artículo VIII. “1. Las Partes adoptarán las medidas apropiadas para velar
por el cumplimiento de sus disposiciones y para prohibir el comercio de especí-
menes en violación de las mismas. Estas medidas incluirán:
– sancionar el comercio o la posesión de tales especímenes, o ambos, y
– prever la confiscación o devolución al Estado de exportación de dichos es-
pecímenes”.
38
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
51
Art. 31.1 Convención de Viena.
52
Decisions of the Conference of the Parties to CITES in effect after the 11th
meeting, CITES Secretariat, CHÂTELAINE-Genève 2000, p. 7. Hay que hacer no-
tar, sin embargo, que la falsificación y el uso de certificados o documentos públicos u
oficiales falsos, es, en general, un delito reconocido por los Estados con indepen-
dencia del contenido de dicho certificado o documento (en Chile, arts. 193 y ss.,
Código Penal).
53
Resolutions of the Conference of the Parties to CITES in effect after the
11th meeting, CITES Secretariat, CHÂTELAINE-Genève 2000, Res. 4.22, p. 8.
54
Resolutions of the Conference of the Parties to CITES in effect after the
11th meeting, CITES Secretariat, CHÂTELAINE-Genève 2000, Res. 11.3, p. 119.
55
Resolutions of the Conference of the Parties to CITES in effect after the
11th meeting, CITES Secretariat, CHÂTELAINE-Genève 2000, Res. 8.4, p. 21.
39
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
40
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
59
El art. IV del Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación del
Mar por Hidrocarburos, de 1954, reformado, al que sustituye MARPOL 1973/1978
(art. 9º), establecía:
“1) Toda contravención a las disposiciones de los arts. III [descarga de hidro-
carburos a menos de 50 millas de tierra y en otras zonas prohibidas y por buques
no autorizados] y IX [infidelidades en el libro registro de hidrocarburos] constituye
una infracción punible por la legislación del territorio del cual depende el buque...”.
2) “Las sanciones penales que un territorio de un Gobierno Contratante im-
pondrá, según su legislación, por las descargas ilegales de hidrocarburos o mez-
clas de hidrocarburos fuera de su mar territorial deberán ser lo suficientemente severas
como para desalentar tales descargas ilegales y no serán más leves que las previstas para
las mismas infracciones cometidas en su mar territorial”.
60
Y tomar, “individual o conjuntamente según proceda, todas las medidas com-
patibles con esta Convención que sean necesarias para prevenir, reducir y contro-
lar la contaminación del medio marino procedente de cualquier fuente, utilizando
a estos efectos los medios más viables de que dispongan y en la medida de sus
posibilidades” (art. 194.1).
61
Las obligaciones concretas de los Estados al respecto son las siguientes:
“dictarán leyes y reglamentos para prevenir, reducir y controlar la contami-
nación del medio marino procedente de fuentes terrestres, incluidos los ríos, es-
tuarios, tuberías y estructuras de desagüe, teniendo en cuenta las reglas y
estándares, así como las prácticas y procedimientos recomendados, que se hayan
convenido internacionalmente” (art. 207.1);
41
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
62
El art. 228 de la Convención dispone: “1. Los procedimientos en virtud de
los cuales se puedan imponer sanciones respecto de cualquier infracción de las
leyes y reglamentos aplicables o de las reglas y estándares internacionales para
prevenir, reducir y controlar la contaminación causada por buques, cometida por
un buque extranjero fuera del mar territorial del Estado que inicie dichos proce-
dimientos, serán suspendidos si el Estado del pabellón inicia un procedimiento
en virtud del cual se puedan imponer sanciones con base en los cargos corres-
pondientes, dentro de los seis meses siguientes a la iniciación del primer proce-
dimiento, a menos que éste se refiera a un caso de daños graves al Estado ribereño,
o que el Estado del pabellón de que se trate haya faltado reiteradamente a su obli-
gación de hacer cumplir eficazmente las reglas y estándares internacionales apli-
cables respecto de las infracciones cometidas por sus buques. El Estado del
pabellón pondrá oportunamente a disposición del Estado que haya iniciado el
primer procedimiento un expediente completo del caso y las actas de los proce-
dimientos, en los casos en que el Estado del pabellón haya pedido la suspensión
del procedimiento de conformidad con este artículo. Cuando se haya puesto fin
al procedimiento iniciado por el Estado del pabellón, el procedimiento suspen-
dido quedará concluido. Previo pago de las costas procesales, el Estado ribereño
levantará cualquier fianza o garantía financiera constituida en relación con el pro-
cedimiento suspendido.
2. No se iniciará procedimiento alguno en virtud del cual se puedan impo-
ner sanciones contra buques extranjeros cuando hayan transcurrido tres años a
partir de la fecha de la infracción, y ningún Estado iniciará una acción cuando
otro Estado haya iniciado un procedimiento con sujeción a las disposiciones del
párrafo 1.
3. Las disposiciones de este artículo se aplicarán sin perjuicio del derecho
del Estado del pabellón a tomar cualquier medida, incluida la iniciación de pro-
cedimientos en virtud de los cuales se puedan imponer sanciones, de conformi-
dad con sus leyes independientemente de que otro Estado haya iniciado
anteriormente un procedimiento”.
Más adelante, y en el mismo sentido, el art. 230 dispone: “1. Las infracciones
a las leyes y reglamentos nacionales o de las reglas y estándares internacionales
aplicables para prevenir, reducir y controlar la contaminación del medio marino,
42
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
cometidas por buques extranjeros fuera del mar territorial, sólo darán lugar a la
imposición de sanciones pecuniarias.
2. Las infracciones a las leyes y reglamentos nacionales o de las reglas y es-
tándares internacionales aplicables para prevenir, reducir y controlar la contami-
nación del medio marino, cometidas por buques extranjeros en el mar territorial,
sólo darán lugar a la imposición de sanciones pecuniarias, salvo en el caso de un acto in-
tencional y grave de contaminación del mar territorial.
3. En el curso de los procedimientos por infracciones cometidas por buques
extranjeros, que puedan dar lugar a la imposición de sanciones, se respetarán los
derechos reconocidos de los acusados”.
63
Este Convenio es complementario de MARPOL 1973/1978, en el sentido
de que mientras allí se pretende prevenir la contaminación durante la navega-
ción normal de los buques, aquí se pretende prevenir el vertimiento intencional, des-
de cualquier medio, de desechos y otras materias al mar, entendiendo por tal “toda
evacuación deliberada en el mar de desechos y otras materias efectuadas desde
buques, aeronaves, plataformas u otras construcciones en el mar”, incluyendo el
“hundimiento deliberado en el mar de buques, aeronaves, plataformas u otras
construcciones en el mar” (art. III).
El Convenio dispone en su art. VII.2: “Cada Parte tomará en su territorio las
medidas apropiadas para prevenir y castigar las conductas en contravención con
las disposiciones del presente Convenio”; agregando en su número 5: “nada de
lo dispuesto en el presente Convenio afectará el derecho de cada Parte a adoptar
otras medidas, conforme a los principios del Derecho Internacional, para impe-
dir vertimientos en el mar”. Este agregado es lo que da pie a especular acerca de
la “naturaleza” de esas “otras medidas” de prevención, distintas al castigo a que
hace referencia el Nº 2, y permite suponer que dicho castigo no necesariamente
debe ser de carácter penal, sino que admitiría pertenecer al orden administrativo
sancionador, dejando como “otras medidas” (facultativas y no obligatorias inter-
nacionalmente), las relativas al establecimiento de sanciones penales.
Las prohibiciones que contempla el Convenio se dividen en tres niveles, aten-
diendo la dañosidad de las sustancias de que se trata y se contemplan en su art. IV,
según el cual: “1. Conforme a las disposiciones del presente Convenio, las Partes
Contratantes prohibirán el vertimiento de cualesquiera desechos u otras mate-
rias en cualquier forma o condición, excepto en los casos que se especifican a
continuación: a. Se prohíbe el vertimiento de desechos u otras materias enume-
rados en el Anexo I [compuestos orgánicos halogenados, mercurio, cadmio, plás-
ticos persistentes, petróleo, material de alto nivel radiactivo o producidos para
la guerra química]; b. Se requiere un permiso especial previo para el vertimien-
to de los desechos u otras materias enumeradas en el Anexo II [arsénico, plo-
mo, cobre, zinc, silicio, cianuros, fluoruros y otros químicos y minerales]; c. Se
requiere un permiso general previo para el vertimiento de todos los demás de-
sechos o materias”.
43
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
64
La Convención se dirige principalmente a la actividad de los Estados en
esta materia, pero en su art. IV establece, además, que “Cada Estado Parte en la
presente Convención adoptará, en conformidad con sus procedimientos consti-
tucionales, las medidas necesarias para prohibir y prevenir el desarrollo, la pro-
ducción, el almacenamiento, la adquisición o la retención de los agentes, toxinas,
armas, equipos y vectores”.
65
Artículo I:
“1. Cada una de las Partes firmantes del presente Tratado se compromete a
prohibir, impedir y a no realizar ninguna explosión de prueba de armas nuclea-
res ni ninguna otra explosión nuclear en lugar alguno que estuviere bajo su juris-
dicción o control:
– en la atmósfera; más allá de sus límites, incluyéndose el espacio exterior; o
en el mar, incluyéndose las aguas territoriales o la alta mar; o
– en cualquier otro medio si tal explosión es causa de que aparezcan dese-
chos o restos radiactivos fuera de los límites territoriales del Estado bajo cuya ju-
risdicción o control se hubiere realizado tal explosión”.
66
Benadava, Santiago: Derecho internacional público, 6ª ed., Santiago, 1999, p. 49.
44
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
67
Brownlie, op. cit., p. 35.
68
Jean Combacau / Serge Sur: Droit international public, 3ª ed., París, 1997,
p. 176. Lo que se aplica, salvo que se tratase de un tratado que contenga normas
“self executing”, categoría bien discutible por lo demás.
69
Loibl, op. y loc. cit.
70
Cfr. Jean Pierre Matus Acuña: La ley penal y su interpretación, Santiago, 1994,
pp. 34 y ss.
71
Con la excepción posible de considerar tales normas como complementarias
de una ley penal en blanco que se remitiese a ellas genérica o específicamente, como
sucedería en el ámbito europeo, según señala Raúl Carnevali, Derecho penal y derecho
45
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
miento del Estado deberá hacerse valer por la vía que el res-
pectivo instrumento internacional disponga al efecto,72 aunque
naturalmente no podrá oponerse como excusa para el incum-
plimiento el propio derecho interno.73
72
Como paradigmáticamente sucede con los mecanismos de información de
CITES, v. notas al pie Nos 50 y ss. y el texto a que hacen referencia.
73
Así, ya Andrés Bello en su Derecho Internacional sostenía claramente que “la
legislación de un Estado no puede alterar el derecho de jentes”, Obras Comple-
tas, t. X., Santiago, 1872, p. 21.
74
Un análisis detallado del derecho penal ambiental vigente en Chile corres-
ponde a otro trabajo de esta misma investigación (v. infra Capítulo sexto), por lo
que aquí sólo se señalarán las disposiciones que parecen responder a las obliga-
ciones internacionales de la República.
46
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
75
Cfr. nota al pie Nº 46. A esta conclusión no se opone el que la Ley General
de Pesca parezca diferenciar las “vedas” de una “prohibición de captura tempo-
ral o permanente de especies protegidas por convenios internacionales de los cua-
les Chile es parte”, según señalan las letras a) y b) de su art. 3º, pues la definición
de “veda” del art. 2º Nº 48 consiste precisamente en la prohibición de “capturar
o extraer un recurso hidrobiológico en un área determinada por un espacio de
tiempo”, que son precisamente las prohibiciones que contempla la Convención In-
ternacional para la Regulación de la Caza de Ballenas y su Anexo. Por otra parte, se
debe tener presente que las regulaciones de la Ley General de Pesca no se opo-
nen, sino que deben compatibilizarse con dicha Convención, según dispone ex-
presamente el inciso final del art. 1º de dicha ley, por lo que no habiéndose dictado
una regulación específica de orden administrativo acerca del cumplimiento de
las prohibiciones establecidas en la Convención, parece que la ley entiende in-
corporadas a sus prohibiciones las de dicho Convenio, sin necesidad de un acto
administrativo particular, pues de otro modo las referencias que a dicha Conven-
ción (y a los instrumentos internacionales en general) la propia ley hace, carece-
rían de sentido.
76-77
Cfr. nota al pie Nº 46.
47
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
78
Cfr. nota al pie Nº 47.
79
Sesión 7ª de la 347ª legislatura ordinaria (13.06.2002). El archivado se acor-
dó por la Cámara de Diputados en su tercer trámite constitucional, a sugerencia
de la Comisión de Recursos Naturales, Bienes Nacionales y Medio Ambiente, donde
es esgrimió que dichas conductas ya se encontraban reguladas en el Convenio de
Basilea sobre el Control de los Movimientos Transfronterizos de los Desechos Pe-
ligrosos y su Eliminación, lo que si bien es cierto en cuanto obligación interna-
cional, no lo es si la Cámara creyó que bastaría con la aprobación de dicha
convención para modificar la ley nacional y establecer delitos y penas, pues no
son las convenciones internacionales fuentes del derecho penal interno, mucho
menos cuando en ellas se establece la obligación de legislar, naturalmente, una
vez que se haya aprobado el Convenio que obliga en ese sentido.
48
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
80
Nuevo Segundo Informe de la Comisión de Medio Ambiente y Bienes Na-
cionales recaído en el proyecto de ley, en segundo trámite constitucional, que pro-
híbe o regula, en su caso, el ingreso al territorio nacional de desechos o residuos
provenientes de terceros países. BOLETIN Nº 150-11.
81
Cfr. nota al pie Nº 48.
82
Cfr. nota al pie Nº 49.
83
Cfr. nota al pie Nº 50.
49
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
84
Art. 143 D.L. 2.222. Aunque este artículo hace todavía referencia al Conve-
nio Internacional para Prevenir la Contaminación de las Aguas del Mar por Hidrocarbu-
ros de 1954, debe tomarse en cuenta lo dispuesto por el art. 9º MARPOL 1973/
1978, que impone la sustitución de aquél por éste (cfr. nota al pie Nº 56). En cuan-
to a las obligaciones MARPOL y del Convenio sobre Prevención de la Contaminación
del Mar por Vertimientos de Desechos y otras Materias, cfr. notas al pie Nº 58 y Nº 59.
50
LAS OBLIGACIONES INTERNACIONALES DE ESTABLECER DELITOS MEDIOAMBIENTALES
85
Cfr. nota al pie Nº 58.
86
Cfr. notas al pie Nº 64 y Nº 65.
87
Cfr. nota al pie Nº 53.
51
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
52
CAPITULO TERCERO
3.1. INTRODUCCIÓN
* Este capítulo ha sido elaborado por los profesores Jean Pierre Matus A.,
María Cecilia Ramírez G. y Marcelo Castillo S.
53
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
54
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
1
Cfr., por todos, Huerta Tocildo, Susana: Principios básicos del derecho penal y
art. 325 del Código Penal, en Revista Penal 8 (2001), 39-52, p. 41; Lizaur G. Marga-
llo, Helena: El delito ecológico en España, en Rev. Jurídica Univ. Interamericana de
Puerto Rico, vol. XXXV, Nº 1 (2000), 39-53, p. 43; Vercher Noguera: Reflexiones
sobre las emisiones y vertidos en los delitos contra el medio ambiente y algunos aspectos de-
terminantes en los mismos, en Revista Penal 7 (2001), 99-108, p. 106. Respecto de la
regulación del delito ecológico, conforme únicamente a lo dispuesto en el antiguo
art. 347 bis del Código Penal de 1944, v., por todos, Vega Ruiz, José A.: El delito
ecológico, 2ª ed., Madrid, 1994, passim; Silva Sánchez, Manuel José: Delito ecológico o
medioambiental del art. 347 bis del Código Penal. Tipo objetivo. Tipo básico y subtipos agra-
vados, en Studia Jurídica Nº 4 (1993), 83-96.
55
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
2
Tiedemann, Klaus: Lecciones de derecho penal económico (comunitario, español,
alemán), Barcelona, 1993, pp. 175 y s.
3
Fischer, Thomas, Comentario a los §§ 324 y ss., Código Penal alemán, en Tröndle,
Herbert / Fischer, Thomas: Strafgesetzbuch und nebengesetze, 49ª ed., München, 1999,
p. 1756.
56
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
4
No aplicable a los conductores de automóviles, quienes se rigen sólo por
las disposiciones de policía del tráfico rodado (Fischer, op. cit., p. 1798).
5
Cramer, Peter: Comentarios a los arts. 324 y ss., del Código Penal, en Schönke /
Schröder: Strafgesetzbuch Kommentar, 25ª ed., München, 1997, p. 2247.
57
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
6
Así, ya desde la regulación del antiguo art. 347 bis, Rodríguez Devesa / Se-
rrano, op. y loc. cit., y Ruiz Vieytez, Eduardo: El derecho al ambiente como derecho de
participación, Zarautz (Guipuzkoa), 1990, pp. 303 y s.
7
V. al respecto: Blanco Lozano, Carlos: El delito urbanístico, Madrid, 2001.
8
V. Sánchez Gascón, Alonso: Delitos contra la flora y la fauna, Madrid, 1998, y
la reciente obra de Nieto Garrido, Eva: La protección de la fauna salvaje en el ordena-
miento jurídico español, Valladolid, 2001.
9
V. Madariago y Apellániz, Juan Ignacio: La protección del medio ambiente frente
al delito de incendios forestales, Logroño, 2001.
10
Rangier, Rudolf: Strafrecht, Besonderer Teil II, 2ª ed., München, 1999, p. 306.
11
Que establece: “1) Todos tienen el derecho a disfrutar de un medio am-
biente adecuado para el desarrollo de la persona, así como el deber de conser-
varlo. 2) Los poderes públicos velarán por la utilización racional de todos los
recursos naturales, con el fin de proteger y mejorar la calidad de vida y defender
58
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
12
Así, sobre todo en la redacción anterior al Código Penal de 1995, donde el
art. 347 bis se encontraba en el mismo Capítulo donde se trataban precisamente
los delitos contra la salud pública (cfr., por todos, Muñoz Conde, Francisco: Dere-
cho penal, parte especial, 10ª ed., Valencia, 1995).
13
Bustos, Juan: Necesidad de la pena, función simbólica y bien jurídico medio am-
biente, en Pena y Estado Nº 1 (1991), 101-109, pp. 103 y s., afirma que el ambiente
sería un “bien jurídico colectivo”, “referido a las necesidades de todos y cada uno
de los miembros... del grupo social”, “jerárquicamente inferior y que está en ra-
zón de la protección del bien jurídico salud individual”. Otra visión propiamente
antropocéntrica del bien jurídico protegido es la de Rodríguez Devesa, quien veía
en la regulación penal del medio ambiente una figura residual, afirmando que
“pertenecen al medio ambiente, en el sentido de la ley, todos aquellos elementos
naturales cuya conservación o restauración es indispensable para la supervivencia del ser
humano, siempre y cuando no encuentren una tutela penal específica en otros pre-
ceptos del propio Código o de leyes penales especiales” (Rodríguez Devesa, José
María / Serrano Gómez, Alfonso: Derecho penal español, parte especial, 17ª ed., Ma-
drid, 1994). Este concepto es recogido también por Vega Ruiz, op. cit., p. 32.
14
Así, ya desde la anterior regulación del art. 347 bis Código Penal de 1944,
Boix Reig: Delitos de riesgo en general, en Cobo del Rosal et al., Derecho penal, parte
especial, 3ª ed., Valencia, 1990; y actualmente Suárez González, Carlos: Comentarios
al Tít. XVI del Libro II del Código Penal, en Rodríguez Mourullo (Dir.): Comentarios
al Código Penal, Madrid, 1997, 911-947, p. 924.
59
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
15
Cfr. Serrano Gómez, Alfonso: Derecho penal, parte especial, Madrid, 1999,
p. 579.
16
Las dificultades al respecto las destaca también Carlos Blanco Lozan: La
tutela del agua a través del derecho penal, Barcelona, 2000, p. 490, al calificar esta ex-
presión de “un concepto amplio como pocos, de una abstracción, vaguedad y mul-
tidimensionalidad extremas”.
17
Bacigalupo, Enrique: La instrumentalización técnico-legislativa de la protección
penal del medio ambiente, del mismo: Estudios sobre la parte especial del derecho penal,
Madrid, 1991, 198-210, p. 203. Asumen este planteamiento, Muñoz Conde, Fran-
cisco: Derecho penal, parte especial, 13ª ed., Valencia, 2001, p. 553; Boix, op. cit., p. 381,
Martín Mateo, Ramón: Tratado de derecho ambiental, vol. 1, Madrid, 1991, p. 220.
No obstante, asumiendo que respecto de la actual redacción del art. 325 CP espa-
ñol, la protección penal se dirige al “equilibrio de los sistemas naturales”, Huerta
Tocildo, op. cit., pp. 40 y s., ha criticado con vehemencia no sólo el carácter más o
menos difuso o complejo, o como quiere, difundido, de este bien jurídico (el sentido
de que no se trata de un bien jurídico de carácter plenamente individual, sino
supraindividual, de “titularidad ampliamente difundida” ), sino también que dicha re-
ferencia poco o nada aporta a la concreción del bien jurídico protegido (y conse-
cuentemente a la verificación de un daño o peligro a su respecto), calificando tal
remisión de “evanescente” y, por lo mismo, de insuficiente frente a la exigencia
de taxatividad de los tipos penales –por su falta de definición y limitación–, y difí-
cilmente compatible “con la idea de que sólo pueden amenazarse con pena aque-
llas conductas que representen graves ataques contra bienes jurídicos necesarios
de todo punto para la pacífica convivencia social”.
60
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
18
Fischer, op. cit., p. 1758.
19
Rengier, op. cit., p. 307.
20
Cramer, cit., p. 2180.
21
Triffterer, Otto: Unweltstrafrecht, 1980, 33 y ss., 70 y s.
22
Rengier, op. y loc. cit..
23
Ibídem.
61
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
3.2.3. Tipicidad
24
Cho, Byung-Sun: ¿El Surgimiento de un Derecho Penal Internacional del Medio
Ambiente?, en Revista Penal Nº 8 (2001), 3-23, p. 9.
25
Ibídem.
26
Bacigalupo, op. cit., p. 204.
27
Mateos Rodríguez-Arias, Antonio: Los delitos relativos a la protección del medio
ambiente, Madrid, 1998, p. 72.
62
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
28
Cfr. Huerta Tocildo, op. cit., p. 43; Serrano, op. cit., p. 580; De la Mata Ba-
rranco, Norberto: Derecho comunitario y derecho estatal en la tutela penal del medio am-
biente, en Rev. Electrónica de Ciencia Penal y Criminología, 02-04 (2000), p. 26.
29
Boix Reig / Jareño Leal: Comentario al art. 325 CP, en Vives (Dir.): Comenta-
rios al Código Penal de 1995, vol. II, Valencia, 1996, p. 1598; Blanco Lozano: La pro-
tección del medio ambiente en el derecho penal español y comparado, Granada, 1997, p. 225.
30
Muñoz Conde: Derecho Penal, Parte Especial, 13ª ed., cit., p. 555. De allí que,
según Suárez González, op. cit., p. 928, se exigiría prueba tanto de a) el riesgo de
perjuicio del comportamiento; como de b) su gravedad; prueba que se reconoce
“que en muchas ocasiones no resultará fácil”.
31
Esta tensión entre la afirmación del delito como de peligro abstracto y la exi-
gencia de una prueba de ese peligro, parece deberse, fundamentalmente, a que el
antiguo art. 347 bis CP 1944 no contemplaba la expresión “puedan perjudicar gra-
vemente el equilibrio de los sistemas naturales”, sino la de “pongan en peligro
grave la salud de las personas”, interpretada en general como una fórmula de pe-
ligro abstracto (cfr., por todos, Muñoz Conde, 13ª ed., cit., p. 547, y Boix, op. cit.,
pp. 385 y s.). Un claro ejemplo de esta tensión entre el peligro concreto y el peligro
abstracto, se observa en las Sentencias del Tribunal Supremo citadas por Lande-
cho Velasco, Carlos María / Molina Blásquez, Concepción: Derecho penal español,
parte especial, 2ª ed., Madrid, 1996, p. 310, aunque basadas en el antiguo art. 347
bis, el fondo de su doctrina parece todavía aplicable, se señala que “ha de darse
un peligro grave para las condiciones de vida animal” (STS 5.07.1990), que “no
es típico el vertido de materias inocuas, como el polvo de mármol” (STS
3.04.1995), y que “para la lesión del bien jurídico no basta la emisión por un día
o por una semana de humos contaminantes, sino la persistente y continuada de-
cisión de quien tiene la postura de garante” (STS 30.11.1990).
32
Huerta Tocildo, op. cit., p. 49, señala, entre otras razones, que la sola posi-
bilidad de discusión acerca de la naturaleza abstracta o concreta del peligro cuya
realización se sanciona penalmente, es bastante prueba de la “inseguridad” e “in-
determinación” de la previsión legislativa, que de este modo contravendría el man-
dato constitucional de determinación del ámbito de lo punible.
33
De la Mata, op. cit., p. 26. En el mismo sentido, Serrano, op. y loc. cit., aun-
que no discute el carácter de peligro abstracto de esta figura, exige de todos modos
la prueba del riesgo, “bastando el abstracto”, afirmando que si no se da tal riesgo, la
infracción será “sólo administrativa”.
63
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
34
Rengier, op. cit., p. 306.
35
Tiedemann, op. cit., p. 182.
36
Fischer, op. cit., p. 1774.
37
Cramer, op. cit., p. 2181.
64
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
38
Tiedemann, op. cit., p. 177.
39
Bacigalupo, op. cit., p. 205.
40
BVerfGE 75, 329, con relación precisamente a la figura medioambiental
del § 327 II Nr. 1, cit., por Cramer, op. cit., p. 2179.
41
Huerta Tocildo, op. cit., p. 47. Desde otro punto de vista, Concepción Tra-
bado Alvarez: Protección penal del medio ambiente, Oviedo, 2001, p. 84, critica tam-
65
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
bién esta regulación, que parece ignorar que “lo fundamental en un estado de
derecho es la seguridad jurídica, y la observancia del principio de legalidad, de
cara al justiciable”.
42
Cramer, op. cit., p. 2179.
43
De la Mata, op. cit., pp. 15 y ss. En el mismo sentido, Jesús Urraza Abad,
Delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente, Madrid, 2001, p. 135. Según
De la Mata, quien señala adoptar lo expuesto por Heine (Heine, Günther: Acce-
soriedad administrativa en el derecho penal del medio ambiente (trad. de Paz M. de la
Cuesta Aguado), en Anuario de Derecho Penal y Ciencias Penales, 993, 289-315, pp. 292
y ss.), existirían tres modelos de “vinculación” entre el “derecho administrativo” y
el derecho penal: autonomía absoluta del derecho penal frente a la regulación ad-
ministrativa; accesoriedad absoluta del derecho penal a la regulación administrati-
va; y accesoriedad relativa del primero a la segunda. En el primer modelo, las
disposiciones penales regulan la materia ambiental, fijando valores límites de con-
taminación, sin relación alguna con el desarrollo reglamentario de conceptos ad-
ministrativos. Sería el caso, según De la Mata, de los ordenamientos alemán, danés,
holandés, polaco y portugués. Las objeciones que plantea De la Mata a este mo-
delo son, entre otras, las siguientes: a) que debe darse un margen a la adminis-
tración para regular un bien jurídico caracterizado por “su relatividad y
disponibilidad, dada la necesidad de su utilización” (en el mismo sentido, Gonzá-
lez Guitán, Luis: “Sobre la accesoriedad del derecho penal en la regulación del
medio ambiente”, en Estudios penales y criminológicos, t. XIV, 1991, 109-135, p. 116);
b) que se trata de una “realidad compleja que no admite una regulación penal
original y autónoma, so pena de condenarse a la ineficacia que derivaría de su
inaplicación o, de seguir tendencias excesivamente criminalizadoras” (en este sen-
tido, también antes Rodríguez Ramos, Luis: “Presente y futuro de la protección
penal del medio ambiente en España”, en Estudios penales y criminológicos, t. V
(1982), 279-316, p. 304); y c) que “la garantía de la no contradicción del orden
jurídico requiere que el derecho penal en determinada medida respete los pre-
ceptos administrativos”. Critica también De la Mata el segundo modelo propues-
to, de accesoriedad absoluta del derecho penal al administrativo, donde el derecho
penal actuaría para sancionar infracciones de carácter administrativo (y señala que
tal ocurriría en Bégica, Canadá, Estados Unidos, Francia e Inglaterra), afirman-
do que en su utilización “el bien jurídicamente protegido sería no el ambiente
en sí mismo considerado, sino la capacidad de control de la Administración pú-
blica en esta materia”. En definitiva, según De la Mata, el derecho español habría
66
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
44
De la Mata, op. cit., pp. 20 y s.
45
Huerta Tocildo, op. cit., p. 47.
46
Tiedemann, op. cit., p. 178.
47
Sentencia BHG de 13.03.1975, cit. por Tiedemann, op. cit., p. 178.
48
Sentencia OLG Bayern, en JR 1983, 120 y s., cit. por Tiedemann, op. cit.,
p. 179.
67
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
49
Cramer, op. cit., p. 2181. Excepcionalmente, además, el § 326 VI, establece
una “causal objetiva de exclusión de la pena”, en que se excluyen las penas por la
producción y tratamiento indebidos de residuos, “cuando los efectos dañosos para
el ambiente... estén abiertamente excluidos a causa de la escasa cantidad de resi-
duos” de que se trate. Tiedemann, op. cit., p. 183, llega a similar resultado me-
diante la exclusión de la tipicidad de los hechos que considera de bagatela.
50
Schall, Hero: Umweltschutz durch Strafrecht: Anspruch und Wirklichkeit, en NJW
1990, pp. 1263 y ss.
51
Op. cit., p. 308.
52
Tiedemann, op. cit., p. 186.
68
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
Conductas realizadas sin autorización, pero que cumplen con los re-
quisitos para ser autorizadas: aquí, tanto si la autorización no se
extiende previamente como si se otorga tardíamente o como si
no se cumple con las formalidades (en caso de existir un “con-
sentimiento tácito” o simple tolerancia de la Administración), la
doctrina mayoritaria tiende a considerar el hecho punible;53
Conductas realizadas contra un acto administrativo eficaz, aunque
contrario a derecho, que imponga una carga, prohibición u obligación:
La doctrina mayoritaria estima aquí que, por razones de seguri-
dad jurídica, aunque el acto administrativo sea ilegal pero eficaz
en el sentido del derecho administrativo, en tanto esa ilegalidad
no se subsane, el particular se encuentra obligado a cumplirlo y
si, contraviniéndolo, realiza alguna conducta penada por la ley,
debe responder criminalmente de ella.54 Sin embargo, esta posi-
ción no es pacífica y existe un muy importante sector doctrinal
que estima que “la denegación antijurídica de una autorización
puede ser cuestión decisiva para la vida de una industria”, en-
contrando por lo mismo “inadecuado castigar al emitente si, a
pesar de todo, produce la emisión o explota la instalación sin
autorización”, cuando esa negativa es antijurídica (anulable) y
así se declara posteriormente;55 y
Conductas realizadas conforme a un acto administrativo eficaz, aun-
que contrario a derecho, que otorgue una autorización o permiso espe-
cial: La doctrina dominante en Alemania distingue aquí si la
autorización ha sido concedida por un simple error de la Ad-
ministración o si lo ha sido mediante engaño o cohecho (abuso
del derecho). En el primer caso, se entiende que el autor se en-
cuentra justificado o que su conducta es atípica sin más, aun-
53
Cramer, op. cit., p. 2185. Tiedemann, op. cit., p. 180, cita al respecto la sen-
tencia del OLG Hanau, de 12.09.1987, recaída contra los administradores de una
instalación de energía nuclear (caso ALKEM), que contaba con el consentimien-
to informal del Ministerio de Energía, no previsto en la ley y, por tanto, antijurí-
dico: el tribunal consideró un abuso de derecho (y por tanto, punible), el servirse
de esa autorización viciada, con conocimiento de su antijuridicidad.
54
Fischer, op. cit., p. 1760.
55
Tiedemann, op. cit., pp. 188 y s. Una postura más extrema estima que la
valoración acerca de la antijuridicidad de la negativa debe hacerla directamente
el juez del crimen, sin atención a las decisiones de la Administración (Schüne-
mann, cit. por Cramer, op. cit., p. 2182).
69
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
56
Cramer, op. cit., p. 2182. También aquí la opinión minoritaria tiende a atri-
buir al juez del crimen la facultad de decidir acerca del efecto que esta autoriza-
ción tendría sobre un acto materialmente viciado, cuando tal autorización fuese
parte de la tipicidad del delito, como afirma Tiedemann, op. cit., p. 188.
57
Fischer, op. cit., p. 1761.
58
Suárez González, op. cit., p. 929. Sin embargo, no se admite que la autori-
zación pueda extenderse como causal de justificación para causar daños a otros
bienes jurídicos, particularmente de carácter personal (salud, vida), como lo ade-
lantara Bacigalupo, op. cit., p. 206.
59
Prats Canut, Josep Miquel / Marqués i Banqué, María: Comentario al art. 325
CP español, en Gonzalo Quintero Olivares (Dir.): Comentarios al Nuevo Código Pe-
nal, 2ª ed., Pamplona, 2001, p. 1583.
60
Cfr. Carlos Lesmes Serrano y otros: Derecho penal administrativo, Granada,
1997, pp. 347. Por otra parte, no debe perderse de vista la larga tradición de la
jurisprudencia española en materia urbanística en orden a no reconocer como
lícita en caso alguno las actuaciones sin autorización o con autorización tácita,
en los casos que la ley exige una autorización expresa (cfr. José Luis Laso Martí-
nez: Urbanismo medio ambiente en el nuevo Código Penal, Madrid, 1997, pp. 96 y ss.).
70
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
i) La cuestión de la causalidad
La cuestión de la causalidad en los delitos medioambientales se
encuentra estrechamente vinculada a su caracterización como
delitos de peligro abstracto, concreto o de resultado. Así, entendido
como un delito de peligro abstracto, con remisión al ordenamiento
administrativo, el delito del art. 325 CP español estaría, en prin-
cipio –tal como se afirma en Alemania respecto del delito del
§ 327 (instalación no autorizada de establecimientos de energía
nuclear)–,63 liberado de la prueba acerca de la potencialidad del
peligro que para el medio ambiente significaría la conducta con-
taminadora contraria a las normas generales reguladoras del
61
De la Mata Barranco, Norberto: Protección penal del ambiente y accesoriedad
administrativa, Barcelona, 1996, pp. 243 y s.
62
La cuestión que se debate es el alcance de la remisión del art. 325, en el
sentido si abarca o no disposiciones generales “autonómicas” y “municipales”
(como opuestas a “estatales”, en el sistema político español), a los actos adminis-
trativos derivados de éstas, e incluso a las disposiciones de la Comunidad Euro-
pea, tanto legales como reglamentarias (cfr. especialmente Martín Mateo, op. cit.,
pp. 231 y s., Carlos Miguel Perales: Derecho español del medio ambiente, Madrid, 2000,
pp. 270 y s., Vicente Martínez, Rosario: Derecho penal del medio ambiente, en Alonso
García, Consuelo y otros: Lecciones de Derecho del Medio Ambiente, 2ª ed., Valladolid,
2000, pp. 469 y s. Con detalle, acerca de las disposiciones de la Comunidad Euro-
pea, Mateos, op. cit., pp. 45 y ss., y Prats Canut, Josep Miquel / Marqués i Ban-
qué, María, op. cit., pp. 1560 y ss.).
63
Tiedemann, op. cit., p. 183.
71
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
64
De este modo, se supone una mayor “practicabilidad del derecho penal
del medio ambiente”, al contrario de lo que sucede con los tipos de lesión o peli-
gro concreto, que “obligan a plantear el problema de la causalidad de los com-
portamientos... en el marco de la prueba” (Bacigalupo, op. cit., pp. 206 y s.).
65
Misol Sánchez, Esther: Delito ecológico: relaciones administrativo-penales, en Rev.
de la Facultad de Derecho de la Univ. Complutense Nº 75 (1990), 585-596, p. 588.
66
De la Mata, Derecho comunitario..., loc. cit.
67
Cfr. supra 2. Ultimamente Paz M. de la Cuesta Aguado (Causalidad de los
delitos contra el medio ambiente, 2ª ed., Valencia, 1999) plantea “que no habrá que
probar la existencia de un ‘nexo causal’ (en sentido físico) entre acción y resulta-
do, porque tal ‘nexo causal’ no existe... El juez lo único que habrá de valorar es
si la conducta fue idónea [según pronóstico normativo] para crear un peligro de
lesión para el bien jurídico, sin que tal peligro debiera materializarse siquiera en
una situación concreta”.
Sólo en trabajos aislados, como los de Vercher [Vercher Noguera, Antonio: Re-
flexiones sobre las emisiones y vertidos en los delitos contra el medio ambiente y algunos aspec-
tos determinantes en los mismos, en Revista Penal 7 (2001), 99-108; y del mismo: Aspectos
procesales de la protección penal del medio ambiente: las tomas de muestras, en Revista Penal
4 (1999), 84 y ss.], se analizan con detalle mayor los problemas de causalidad (asu-
miendo que deben probarse), en particular a la hora de determinar la posibilidad
de cometer o no un delito de esta clase, tratándose de la emisión o vertido sobre
cauces de agua previamente contaminados, situación en que un par de sentencias
de juzgados catalanes, han absuelto a los acusados con el argumento de que sus
emisiones o vertidos no pueden causar mayor daño a cursos fluviales “muertos”, y
por tanto, su peligrosidad respecto del medio sería inexistente.
Las sentencias que cita Vercher, Apuntes... cit., pp. 105 y s., son una de 21 de
julio de 1995, del Juzgado en lo Penal Nº 2 de Sabadell, y otra de la Audiencia
Provincial de Barcelona, de 23 de marzo de 1999. El autor también cita la senten-
cia del Tribunal Constitucional de 22 de marzo de 1999, en que se modifica la
primera de las sentencias citadas, aduciendo que la investigación debe recaer en
el peligro potencial del vertido y no en el real (pues “un río calificable en un de-
terminado momento como “muerto”... puede calificarse en ese mismo momento
como regenerable, es decir, como capaz de devenir un río con vida animal o ve-
getal en el futuro y, en consecuencia, un río en el que los vertidos de ciertas sus-
tancias puedan perjudicar gravemente el desarrollo de las condiciones de vida
animal”. A pesar del diferente resultado a que se llega, lo cierto es que como Ver-
cher señala, “de nuevo un tribunal hace depender la peligrosidad de la dilución
72
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
del vertido”, esto es, de un peligro concreto. Por el contrario, la propuesta de Ver-
cher, de “tomar en consideración exclusivamente el vertido en sí mismo, y al mar-
gen del cauce al que éste se efectúe”, parece adecuarse más a una concepción de
prueba estadística e incluso de consideraciones de puro peligro abstracto, donde
los efectos reales o potenciales de la emisión en un cauce determinado no jue-
gan rol alguno a la hora de establecer los elementos del tipo penal.
68
Cfr. con reproducción de sentencias, Josep Mª Prat García / Pedro Soler
Matutes: El delito ecológico, Barcelona, 2000, pp. 40 y ss.
69
Así, la STS 5.10.1993, donde aunque se reconoce que la “consumación”
del delito ecológico, “se produce por la creación del riesgo”, acepta como bastan-
te para tenerlo por acreditado la prueba del “vertido” contaminador, cit. por De
la Cuesta Aguado, Paz M.: La prueba en el delito ecológico, Madrid, 1995, p. 17.
70
Tiedemann, op. cit., p. 183.
71
De la Cuesta, Causalidad..., cit., pp. 96 y ss. La propuesta de esta autora es
la siguiente: si existe una ley natural que permita afirmar la causalidad de mane-
ra general, debe recurrirse a ella; si la ley natural es imperfecta, puede recurrirse
a ella siempre que no se oponga a la lógica o a otra ley natural perfecta; si no hay
forma de explicar por estas vías el acontecimiento, puede entonces recurrirse a
una formulación estadística, que no represente una relación de “necesidad”, sino
sólo de “probabilidad”.
73
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
72
Byung-Sun Cho: Cuestiones de causalidad y autoría en el derecho penal del medio
ambiente coreano y japonés, desde la perspectiva del derecho comparado, en Revista Penal
4 (1999), 42-53, pp. 42 y ss. Según este autor, sobre la base de esta clase de crite-
rios, las legislaciones coreana y japonesa han establecido presunciones de causali-
dad aplicables a los delitos ambientales comunes y aun a delitos de lesiones clásicos,
provenientes de actos de contaminación.
73
Tiedemann, op. y loc. cit.
74
Suárez González, op. cit., p. 325.
75
Ibídem.
74
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
76
Fischer, op. cit., p. 1770.
77
Sobre las particularidades de esta disposición, cfr. Schönke / Schröder / Stree,
StGB Koomentar, 25ª ed., München, 1997, pp. 190 y ss.
78
Fischer, op. y loc. cit.
79
De hecho, la escasa jurisprudencia española sobre la materia hace re-
caer en esa clase de personas la autoría en estos delitos, como puede verse en
SSTS 5.10.1993 y 26.9.1994, reproducidas íntegramente en Vizcaíno, op. cit.,
pp. 469 y ss.
80
Jakobs, Günther: Strafrecht, Allgemaiener Teil, 2ª ed., Berlin, 1993, pp. 599 y
ss. En este sentido, también Tiedemann, op cit., p. 184, quien no obstante hace
ver que la jurisprudencia alemana ha sido reacia a admitir en la práctica esta pro-
posición, aunque Cho, Autoría, cit., p. 53, informa de un cambio en la tradicional
postura de la jurisprudencia alemana, que al parecer ha terminado por admitir
un sistema de responsabilidad social-funcional que encuentra como autores, en pri-
mera línea, a los directivos de la empresa afectada y a los subordinados sólo en
casos excepcionales.
75
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
3.2.4. Antijuridicidad
81
Desde otro punto de vista, y con razón, ha puesto de relieve Blanco Loza-
no, La protección..., cit., p. 167, que aun sin las referencias explícitas del legislador,
la existencia de la causal de justificación referida al ejercicio legítimo de un derecho
operaría de todos modos con una “remisión a otras instancias normativas, pues
es en ellas en las que se va a configurar tal derecho a ejercitar”.
82
Cramer, op. cit., p. 2182.
83
Triffterer, op. cit., pp. 94 y ss.
76
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
84
Fischer, op. cit., pp. 1768 y 1778 y s.
85
Cfr., por todos, Gómez Rivero, María Carmen: El régimen de autorizaciones en
los delitos relativos a la protección del medio ambiente y ordenación del territorio, Valencia,
2000, p. 50. Sin embargo, debe destacarse que aun entre quienes consideran la refe-
rencia en cuestión como elemento normativo del tipo, hay quienes, como Prats Canut,
Josep Miquel / Marqués i Banqué, María, op. cit., p. 1583, que entienden que el error
que sobre dicho elemento recaiga ha de tratarse como error de prohibición.
86
El art. 14. CP español dispone: “1. El error invencible sobre un hecho cons-
titutivo de la infracción penal excluye la responsabilidad criminal. Si el error, aten-
didas las circunstancias del hecho y las personales del autor, fuera vencible, la
infracción será castigada, en su caso, como imprudente... 2. El error invencible
sobre la ilicitud del hecho constitutivo de la infracción penal excluye la responsa-
bilidad criminal. Si el error fuera vencible, se aplicará la pena inferior en uno o
dos grados”. Una discusión acerca de la naturaleza y alcance del art. 14, en cuan-
to regulación del error de tipo y del error de prohibición, puede verse en Rodrí-
guez Mourullo, Gonzalo: Comentario al art. 14 CP, del mismo (Dir.): Comentarios al
Código Penal, Madrid, 1997.
87
En palabras de Bacigalupo, op. cit., p. 205: “En la mayoría de los casos la
referencia a la infracción de las normas administrativas constituye sólo una espe-
cial indicación de la falta de autorización, es decir, del concepto general de anti-
juridicidad”.
77
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
88
Rodríguez Devesa / Serrano, op. cit., p. 1107.
89
Tiedemann, op. cit., p. 161.
90
Rodríguez Ramos, op. cit., p. 304.
91
Una visión crítica de este conflicto, generalmente resuelto a favor del de-
sarrollo económico, puede verse en Paul, Wolf: Megacriminalidad ecológica y derecho
ambiental simbólico, en Pena y Estado Nº 1 (1991), 111-122, quien llega a afirmar
que, mediante el régimen de autorizaciones “todas las áreas –terrestres, maríti-
mas, fluviales y espaciales– devienen esferas y medios disponibles para la elimina-
ción de desechos”.
92
Cfr. Gómez Rivero, op. cit., p. 52, quien recoge los planteamientos de Tie-
demann.
78
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
93
Tiedemann, op. cit., pp. 189 y ss.
94
Sobre el significado de esta disposición, v. Rodríguez Mourullo, Gonzalo:
Comentario al art. 12 CP, del mismo (dir.): Comentarios... cit., pp. 59 y ss. Impruden-
cia grave, según Rodríguez Mourullo, viene a ser lo mismo que imprudencia temera-
ria, definida por la jurisprudencia del Tribunal Supremo español como “la
flagrante representación de la probabilidad del riesgo de ese evento dañoso, aun
para sujetos no escrupulosamente previsores, como la ausencia de toda cautela,
aun de la mínima exigible a cualquier adulto normal” (STS 1.12.89).
79
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
95
Serrano, op. cit., p. 585.
96
Mateos Rodríguez-Arias, op. cit., p. 120.
97
Fischer, op. cit., pp. 1770, 1773, 1778, etc. Según el § 15 del Código ale-
mán, sólo son punibles los hechos no dolosos, cuando la ley los amenaza expre-
samente con una pena. Cfr. Jakobs, op. cit., p. 316.
98
Serrano, op. y loc. cit.
99
Reproducida íntegramente en Vizcaíno, op. cit., p. 469.
100
Que para los “simples delitos” (vergehen) establece la necesidad de una dis-
posición expresa para su castigo a título de tentativa. Cfr. Jakobs, op. cit., p. 735.
101
Fischer, op. cit., 1770, 1773, 1778.
80
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
102
Cramer, op. cit., p. 2248, quien señala que por esta vía los delitos de peli-
gro medioambientales restan como de “muy escasa significación práctica”.
103
Art. 31 CP español. Una disposición similar se contempla en el § 14 II.2
del Código Penal alemán. Acerca del alcance de estas disposiciones, cfr. Silva Sán-
chez, Jesús-María: Comentario al art. 31 Código Penal, en Cobo del Rosal, Manuel
(Eds.): Comentarios al Código Penal, t. III, Madrid, 2000, pp. 369 y ss.
104
Que alguna doctrina insiste en afirmar que “no son penas ni medidas de
seguridad”, cfr. Barreiro, Agustín: Comentario al Libro I, Tít. VI CP español, en Ro-
dríguez Mourullo, Comentarios..., cit., p. 364, aunque también hay quienes reco-
nocen tímidamente que estas medidas tienden a procurar establecer penas
especiales para las personas morales, como Peris Riera, Jaime / Plá Navarro, Cris-
tina, Comentario al art. 129 del Código Penal, en Cobo del Rosal (Dir.), Comentarios,
cit., t. IV, p. 1010. Para hacerse una idea de otras formas de responsabilización
penal de las personas jurídicas en el ámbito del derecho ambiental comparado,
cfr. Cho, Problemas..., cit., pp. 51 y s., y El surgimiento..., cit., pp. 12 y ss.
81
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
105
Muñoz Conde, Francisco / García Arán, Mercedes: Derecho penal, parte ge-
neral, 4ª ed., Valencia 2000, p. 689. De “discutible” califica Barreiro, op. y loc. cit.,
esta forma de (no) regular la materia por el art. 129.
106
Cramer, op. cit., p. 427. La cuestión es, sin embargo, discutida, cfr. Jakobs,
op. cit., pp. 149 y s.
107
Cho, Problemas..., cit., p. 52.
82
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
108
Cfr. Domínguez, José / Farré, Esteban / Sospedra, Fco. / Hernández, Ja-
vier / Grinda, José / Herreros, Máximo / Hervas, José: Delitos relativos a la ordena-
ción del territorio y protección del patrimonio histórico, medio ambiente y contra la seguridad
colectiva (delitos de riesgo catastrófico e incendios), Barcelona, 1999, p. 190.
109
Núñez Castaño, Elena: Responsabilidad penal en la empresa, Valencia, 2000,
p. 173.
110
Silva Sánchez, Jesús María: Responsabilidad penal de las empresas y sus órganos
en el derecho español, en Fundamentos de un sistema europeo del derecho penal, Libro Ho-
menaje a Roxin, Barcelona, 1995.
111
Cramer, op. cit., p. 432. Un panorama completo al respecto, en castella-
no, puede consultarse en Politoff, Sergio: El “autor detrás del autor”. De la autoría
funcional a la responsabilidad penal de las personas jurídicas, en Politoff / Matus: Gran
criminalidad organizada y tráfico ilícito de estupefacientes, Santiago, 2000, 333-414,
pp. 346 y ss.
83
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
112
Cho, op. y loc. cit.
113
Sin embargo, Serrano, op. cit., p. 584, recuerda que todavía sería posible
establecer algún tipo de responsabilidad penal respecto del funcionario que, no
encontrándose en los casos previstos en este artículo, incumpla su deber y permi-
ta la contaminación.
114
A. Calderón Cerezo / J. A. Choclán Montalvo: Derecho penal, t. II, parte espe-
cial, 2ª ed., Barcelona, 2001, p. 387.
115
Gómez Rivero, op. cit., pp. 69 y ss.
84
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
116
Por el contrario, Suárez González, op. cit., p. 936, afirma que el art. 329
impediría hacer valer la responsabilidad penal del funcionario público por otra
vía.
117
Kindhäuser, Urs: Elementos fundamentales del derecho medioambiental alemán,
en Revista de Ciencias Penales (España), vol. 1 Nº 2 (1998), 497-514, pp. 512 y s.
118
Rengier, op. cit., p. 313.
85
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
119
Por todos, cfr. Vega Ruiz, op. cit., p. 33.
120
Muñoz Conde, 13ª ed., cit., p. 557. En contra, Mateos Rodríguez-Arias, op.
cit., p. 116.
121
Bacigalupo, op. cit., p. 206. Sin embargo, respecto de la participación de
funcionarios públicos, se entiende que la figura del art. 329 no concurre sino apa-
rentemente con el delito de prevaricación común del art. 404 CP (Landecho /
Molina, op. cit., p. 313).
122
Cramer, op cit., p. 2197, 2200, 2206.
123
Hervé Espejo, Dominique y Plumer Bodin, Marie Claude: La protección del
medio ambiente y las relaciones comerciales internacionales, una perspectiva desde Chile,
en Revista de Derecho Universidad Católica de Temuco, N° 1, año 200, pp. 45 a 73.
124
Un primer antecedente del MERCOSUR se produjo con la celebración
del Tratado de Montevideo de 1960, a través del cual se creó la ALALC. Luego se
firmó en 1980 un nuevo tratado de Montevideo que constituyó la Asociación La-
tinoamericana de Integración, ALADI, cuyo objeto era la creación de un merca-
do común propendiendo a la integración armónica de la región. El origen
86
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
125
DEVIA, Leila: La política ambiental en el marco del Tratado de Asunción, en
Mercosur y Medioambiente, Buenos Aires, 1996, p. 28. Es el único párrafo del Trata-
do donde se hace una mención expresa al medio ambiente.
126
El GMC es el órgano ejecutivo, adopta resoluciones del MERCOSUR. Su
coordinación está a cargo de los Ministerios de Relaciones Exteriores y se integra
por 4 miembros titulares y 4 miembros alternos por país.
127
Resolución del MERCOSUR/GMC/38/95. Su objetivo ha sido establecer
directrices y formular estrategias que aseguren la protección del medio ambiente
de los Estados miembros en el marco de libre comercio. Dentro de las tareas prio-
ritarias cabe destacar: analizar restricciones y medidas no arancelarias que ten-
gan incidencia medioambiental, establecer condiciones de competitividad en esta
materia, elaborar un proyecto de instrumento legal de medio ambiente, diseñar
sistemas de información ambiental y el sello verde MERCOSUR.
87
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
128
Cfr. El Medio Ambiente en el MERCOSUR, en Bases para la armonización de exi-
gencias ambientales en el MERCOSUR. Grupo Iguazú. Estudio Analítico N° 4-1995
en http:/www.farn.org.ar/docs/p03/publicaciones 3-2.html.
129
Devia Leila, La política..., ob. cit., p. 29.
130
A partir del 1 de enero de 1995 tiene plena vigencia en el MERCOSUR
un “sistema institucional de negociación, de toma de decisiones, de resolución
88
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
131
Ver Mauricio Libster: Delitos Ecológicos, Depalma, 1991 (2ª edición),
pp. 154-155.
89
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
132
El veto presentado por el Presidente al Senado brasileño respecto del pro-
yectado art. 1º de la Ley Nº 9.605/1998, explicita la subsistencia de esta dualidad
normativa. En efecto, allí se señala lo siguiente: “A proposta original do Poder
Executivo objetivava dispor sobre a criaçao e a aplicaçao de multas, de confor-
midade com a Lei n 4.771, de 15 de setembro de 1965, com a nova redaçao da
Lei n 7.803, de 15 de julho de 1989, e a Lei n 5.197, de 3 de janeiro de 1967”,
para ‘sistematizar as penalidades e unificar valores de multas a serem impostas
aos infratores da flora e da fauna’ (Exposiçao de Motivos n 42, de 22 de abril de
1991, do Senhor Secretario do Meio Ambiente)... No Congresso Nacional, a pro-
positura foi amplamente debatida, o que culminou na ampliaçao do seu objetivo
inicial, de modo a consolidar a legislaçao relativa ao meio ambiente, no que tan-
ge a materia penal... Nao obstante a intençao do legislador, o projeto nao alcan-
cou a abrangencia que se lhe pretendeu imprimir, pois nao incluiu todas as
condutas que sao hoje punidas por nocivas ao meio ambiente. Como exemplo,
cite-se: o crime de difusao de doenca ou praga, contido no art. 259 do Codigo
Penal; a proibiçao da pesca de cetaceos (baleias, golfinhos, etc....) nas aguas ju-
risdicionais brasileiras, nos termos do art. 2 da Lei n 7.643, de 18 de dezembro
de 1987, ou a contravençao prevista na alinea ‘m’ do art. 26 da Lei n 4.771/65
(soltar animais ou nao tomar precauçoes para que o animal de sua propriedade
nao penetre em florestas sujeitas a regime especial)... Se mantido o art. 1, condu-
90
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
tas como estas nao mais poderiam ser coibidas. Com o veto, permanecem em vi-
gor as atuais proibiçoes, mesmo que nao incluidas nesta Lei”.
133
El Código Penal de Brasil, que data de 1940, al igual que otros códigos de
América Latina de factura clásica, no dedica un párrafo, título o capítulo, a los
delitos o crímenes ambientales. Esto se explica porque a la fecha de su publica-
ción el bien jurídico “medio ambiente” o la ecología, en general, no era una ma-
teria de especial preocupación del legislador y de la sociedad brasileña en
particular. Por tanto, la tardía aparición de la temática ambiental relegó la tipifi-
cación de los “delitos ambientales” a diversas y sucesivas leyes especiales que se
fueron dictando a través del tiempo. No obstante lo anterior, en varias figuras de-
lictivas y tipos penales se observa una protección penal “refleja” o “indirecta” del
medio ambiente, como la denominan algunos autores. Ello por cuanto no tenien-
do como objeto principal y directo la protección del bien jurídico “medio am-
biente”, el legislador al criminalizar ciertas conductas lesivas de bienes jurídicos
estrechamente vinculados con éste, como la vida o la salud de las personas, ter-
mina protegiéndolo por vía indirecta. Así, por ejemplo, tempranamente, el Códi-
go Penal de 1890 tipificaba como delito “envenenar fuentes públicas y privadas,
tanques o viveros de peces y alimentos destinados al consumo”. Esta norma fue
recogida, en parte, por el art. 271 del Código Penal de 1940, que mantiene la mis-
ma redacción hasta el día de hoy, calificando como delito sancionado con pena
de reclusión de dos a cinco años: “corromper o contaminar el agua potable, de
uso común o privado, volviéndola impropia para el consumo o nociva para la sa-
lud” [esta disposición estaría, en todo caso, derogada por el art. 54 de la Ley
Nº 9.605, según Machado, Paolo A.L.: Da poluição e de outros crime ambientais
na lei 9.605/98, en http://femperj.org.br/artigos/meiamb/apostila.htm]. Además,
el Código Penal, en su Parte Especial, consagra varias figuras delictivas en los tér-
minos que señalamos, específicamente en su Tít. I, “De los Crímenes contra la
Persona”, y en su Tít. VIII, “De los Crímenes contra la Salud Pública”. Así, en el
art. 129 castiga el “daño a la integridad corporal o salud de otro”, con pena de
detención de tres meses a un año. El tipo contiene una figura simple y una figura
agravada en los §§ 1° y 2°, aplicándose esta última si como resultado de las lesio-
nes se producen daños mayores o permanentes en el afectado, en sus miembros,
salud o incapacidad laboral, etc. La descripción de la conducta típica es tan am-
plia, que permite encuadrar, eventualmente, la comisión del delito por medios
tales como la exposición deliberada a la víctima por contaminación generada por
el agresor. Por su parte, el art. 131 castiga el “practicar, con o sin fin de transmitir
a otro molestia grave de que está contaminado, acto capaz de producir contagio”,
con pena de reclusión de uno a cuatro años y multa; y el 132 sanciona el “expo-
ner la vida o salud de otro a un peligro directo e inminente”, con pena de deten-
ción de tres meses a un año, si el hecho no constituye un crimen más grave. Desde
91
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
el punto de vista de la salud pública, el art. 267 sanciona el “causar epidemia me-
diante la propagación de gérmenes patógenos”, con la pena de reclusión de cin-
co a quince años; el 270, el “envenenar el agua potable, de uso común o particular,
volviéndola impropia para el consumo o nociva para la salud”, con la pena de
reclusión de cinco a quince años; y el 271, el “corromper o contaminar el agua
potable, de uso común o particular, volviéndola impropia para el consumo o no-
civa a la salud”, con pena de reclusión de dos a cinco años.
134
Entre las más importantes de estas leyes, podemos citar las siguientes:
El Código Forestal (Ley Nº 4.771, de 15 de septiembre de 1965) señala en su
art. 1° que las “florestas existentes en el territorio nacional y las demás formas de
vegetación reconocidas de utilidad a las tierras que revisten, son bienes de inte-
rés común a todos los habitantes del país, ejerciéndose los derechos de propie-
dad, con las limitaciones que la legislación en general y especialmente esta ley
establecen. Las acciones u omisiones contrarias a las disposiciones de este Códi-
go en la utilización y exploración de las florestas son consideradas uso nocivo de
la propiedad (art. 302, XI b, del Código de Procedimiento Civil)”. Complemen-
tando lo anterior, el art. 26 de esta ley describe varias conductas típicas sanciona-
das con pena de tres meses a un año de prisión simple, o multa de una a cien
veces el salario mínimo del lugar donde se cometió la infracción, pudiendo ser
aplicadas ambas penas acumulativamente. Entre las conductas que se castigan está,
por ejemplo: a) destruir o dañar la flora de preservación permanente; b) cortar
árboles en bosques de conservación permanente, sin permiso de la autoridad com-
petente; c) penetrar en la floresta de preservación permanente conduciendo ar-
mas, substancias o instrumentos propios para caza prohibida o para exploración
de productos o subproductos forestales, sin estar premunido de licencia de la au-
toridad competente; d) causar daños a los Parques Nacionales, Estatales o Muni-
cipales, así como a las reservas biológicas; e) hacer fuego, por cualquier medio,
en bosques y demás formas de vegetación, sin tomar las precauciones adecuadas;
f) fabricar, vender, transportar soltar cosas que puedan provocar incendios en las
florestas y demás formas de vegetación; g) impedir o dificultar la regeneración
natural de las florestas y demás formas de vegetación; h) recibir madera, leña,
carbón y otros productos procedentes de florestas, sin exigir la exhibición de la
licencia del vendedor, otorgada por la autoridad competente y sin premunirse de
la guía que deberá acompañar el producto, hasta el final del beneficio; i) trans-
portar o guardar maderas, leña, carbón y otros productos procedentes de las flo-
restas, sin licencia válida para todo el tiempo del viaje o del almacenamiento,
otorgada por la autoridad competente; (...) j) dejar de restituir a la autoridad li-
cencias extinguidas por el transcurso del plazo o por la entrega de los productos
procedentes de las florestas; l) entregar, como combustible, productos forestales,
sin uso del dispositivo que impida la difusión de chispas, susceptibles de provo-
car incendios en las florestas; m) soltar animales o no tomar las precauciones ne-
cesarias para que el animal de su propiedad no penetre en bosques sujetos a un
régimen especial; n) matar, lesionar o maltratar, por cualquier medio, plantas de
ornamentación de lugares públicos o en propiedad privada ajena (...); o) extraer
de los bosques de dominio público o considerados de preservación permanente,
sin previa autorización: piedras, arena, cal, o cualquiera especie de minerales; y
92
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
93
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
94
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
95
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
137
Modelo seguido en México, según Raúl Brañes (Manual de Derecho Ambien-
tal Mexicano, Fondo de Cultura Económica, México, 2000, pp. 274 y siguientes),
con la reforma del año 1996, se trasladaron numerosos tipos penales desde la Ley
General del Equilibrio Ecológico y Protección del Ambiente, comprendidos en
los arts. 183 a 187, a un nuevo Título que se adicionó con la reforma de un capí-
tulo único al Código Penal para el Distrito Federal en materia de fuero común y
para la República en materia de fuero federal, aunque también se propuso allí la
incorporación de otros tipos de delitos previstos en la Ley Forestal y en la Ley
Federal de Caza y se facultara a los jueces para imponer algunas medidas adicio-
nales de suma importancia.
96
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
138
Las disposiciones más relevantes de esta sección son las siguientes:
“Art 29. Matar, perseguir, caçar, apanhar, utilizar espécimes da fauna silves-
tre, nativos ou em rota migratória, sem a devida permissão, licença ou autorização
da autoridade competente, ou em desacordo com a obtida...
§ 1º Incorre nas mesmas penas: I - quem impede a procriação da fauna, sem
licença, autorização ou em desacordo com a obtida; II - quem modifica, danifica
ou destrói ninho, abrigo ou criadouro natural; III - quem vende, expõe à venda,
exporta ou adquire, guarda, tem em cativeiro ou depósito, utiliza ou transporta ovos,
larvas ou espécimes da fauna silvestre, nativa ou em rota migratória, bem como pro-
dutos e objetos dela oriundos, provenientes de criadouros não autorizadas ou sem
a devida permissão, licença ou autorização da autoridade competente.
§ 4º A pena é aumentada de metade, se o crime é praticado: I - contra espé-
cie rara ou considerada ameaçada de extinção, ainda que somente no local da
infração; II - em período proibido à caça; III - durante a noite; IV - com abuso de
licença; V - em unidade de conservação; VI - com emprego de métodos ou instru-
mentos capazes de provocar destruição em massa.
Art 30. Exportar para o exterior peles e couros de anfíbios e répteis em bru-
to, sem a autorização da autoridade ambiental competente...
Art 31. Introduzir espécime animal no País, sem parecer técnico oficial favo-
rável e licença expedida por autoridade competente...
Art 32. Praticar ato de abuso, maus-tratos, ferir ou mutilar animais silvestres,
domésticos ou domesticados, nativos ou exóticos...
§ 1º Incorre nas mesmas penas quem realiza experiência dolorosa ou cruel
em animal vivo, ainda que para fins didáticos ou científicos, quando existirem re-
cursos alternativos.
§ 2º A pena é aumentada de um sexto a um terço, se ocorre morte do ani-
mal...
Art 33. Provocar, pela emissão de efluentes ou carreamento de materiais, o
perecimento de espécimes da fauna aquática existentes em rios, lagos, açudes, la-
goas, baías ou águas jurisdicionais brasileiras...
Parágrafo único. Incorre nas mesmas penas: I - quem causa degradação em
viveiros, açudes ou estações de aqüicultura de domínio público; II - quem explo-
ra campos naturais de invertebrados aquáticos e algas, sem licença, permissão ou
autorização da autoridade competente; III - quem fundeia embarcações ou lança
detritos de qualquer natureza sobre bancos de moluscos ou corais, devidamente
demarcados em carta náutica...
Art 34. Pescar em período no qual a pesca seja proibida ou em lugares inter
ditados por órgão competente...
Parágrafo único. Incorre nas mesmas penas quem: I - pesca espécies que de-
vam ser preservadas ou espécimes com tamanhos inferiores aos permitidos; II - pes-
97
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
139
Las disposiciones penales más relevantes de esta Sección son las siguientes:
“Art 38. Destruir ou danificar floresta considerada de preservação perma-
nente, mesmo que em formação, ou utilizá-la com infringência das normas de
proteção...
Parágrafo único. Se o crime for culposo, a pena será reduzida à metade...
Art 39. Cortar árvores em floresta considerada de preservação permanente,
sem permissão da autoridade competente...
Art 40. Causar dano direto ou indireto às Unidades de Conservação e às áreas
de que trata o art. 27 do Decreto Nº 99.274, de 6 de junho de 1990, independen-
temente de sua localização...
§ 2º A ocorrência de dano afetando espécies ameaçadas de extinção no in-
terior das Unidades de Conservação será considerada circunstância agravante para
a fixação da pena.
§ 3º Se o crime for culposo, a pena será reduzida à metade.
Art 41. Provocar incêndio em mata ou floresta...
Parágrafo único. Se o crime é culposo, a pena é de detenção de seis meses a
um ano, e multa.
Art 42. Fabricar, vender, transportar ou soltar balões que possam provocar
incêndios nas florestas e demais formas de vegetação, em áreas urbanas ou qual-
quer tipo de assentamento humano...
Art 44. Extrair de florestas de domínio público ou consideradas de preser-
vação permanente, sem prévia autorização, pedra, areia, cal ou qualquer espécie
de minerais...
Art 45. Cortar ou transformar em carvão madeira de lei, assim classificada
por ato do Poder Público, para fins industriais, energéticos ou para qualquer outra
exploração, econômica ou não, em desacordo com as determinações legais...
Art 46. Receber ou adquirir, para fins comerciais ou industriais, madeira, len-
ha, carvão e outros produtos de origem vegetal, sem exigir a exibição de licença
do vendedor, outorgada pela autoridade competente, e sem munir-se da via que
deverá acompanhar o produto até final beneficiamento...
98
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
Parágrafo único. Incorre nas mesmas penas quem vende, expõe à venda, tem
em depósito, transporta ou guarda madeira, lenha, carvão e outros produtos de
origem vegetal, sem licença válida para todo o tempo da viagem ou do armazena-
mento, outorgada pela autoridade competente...
Art 48. Impedir ou dificultar a regeneração natural de florestas e demais for-
mas de vegetação...
Art 49. Destruir, danificar, lesar ou maltratar, por qualquer modo ou meio, plan-
tas de ornamentação de logradouros públicos ou em propriedade privada alheia...
Parágrafo único. No crime culposo, a pena é de um a seis meses, ou multa...
Art 50. Destruir ou danificar florestas nativas ou plantadas ou vegetação fixa-
dora de dunas protetora de mangues, objeto de especial preservação...
Art 51. Comercializar motosserra ou utilizá-la em florestas e nas demais for-
mas de vegetação, sem licença ou registro da autoridade competente...
Art 52. Penetrar em Unidades de Conservação conduzindo substâncias ou
instrumentos próprios para caça ou para exploração de produtos ou subprodu-
tos florestais, sem licença da autoridade competente...
Según el Art. 53 de la ley, los delitos antes mencionados se agravan: I - do
fato resulta a diminuição de águas naturais, a erosão do solo ou a modificação do
regime climático;
II - o crime é cometido: a) no período de queda das sementes; b) no perío-
do de formação de vegetações; c) contra espécies raras ou ameaçadas de extinção,
ainda que a ameaça ocorra somente no local da infração; d) em época de seca
ou inundação; e) durante a noite, em domingo ou feriado.
140
Los “otros delitos ambientales” que comprende esta Sección, diferentes al
de contaminación que se verá arriba en el texto, son:
Art 55. Executar pesquisa, lavra ou extração de recursos minerais sem a com-
petente autorização, permissão, concessão ou licença, ou em desacordo com a
obtida...
Parágrafo único. Nas mesmas penas incorre quem deixa de recuperar a área
pesquisada ou explorada, nos termos da autorização, permissão, licença, conces-
são ou determinação do órgão competente...
Art 61. Disseminar doença ou praga ou espécies que possam causar dano à
agricultura, à pecuária, à fauna, à flora ou aos ecossistemas:
Pena - reclusão, de um a quatro anos, e multa”.
141
Los delitos de esta Sección son los siguientes:
“Art 62. Destruir, inutilizar ou deteriorar: I - bem especialmente protegido
por lei, ato administrativo ou decisão judicial; II - arquivo, registro, museu, biblio-
teca, pinacoteca, instalação científica ou similar protegido por lei, ato adminis-
trativo ou decisão judicial...
Parágrafo único. Se o crime for culposo, a pena é de seis meses a um ano de
detenção, sem prejuízo da multa.
99
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
100
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
143
El carácter obligatorio de estas disposiciones constitucionales deviene del
hecho de que tanto como “deberes” contemplan verdaderos derechos ampara-
dos constitucionalmente, cuya estructura básica, como señala el profesor Anto-
nio Manuel Peña Freire, La Garantía en el Estado Constitucional de Derecho, Madrid,
1997, pp. 155 y s., “viene determinada por la existencia de una serie de deberes del Estado
de realizar actos positivos que determinarán la efectividad del derecho reconocido. Son así
derechos que tienen como correlativo un deber del Estado, a los que denominaremos derecho
a o derechos sociales por oposición a los liberales”... “De este modo, la necesidad de acción
pública es mucho mayor en el caso de los derechos sociales que en los liberales, con lo que
podemos admitir –y vale como criterio diferenciador de ambas categorías de derechos– que
los derechos sociales o derechos a prestación se realizan sólo mediante la declaración y ejecu-
ción de determinados deberes públicos de hacer y quedan absolutamente inefectivos y vulne-
rados si no se realiza ningún acto público específico”. En el art. 225 de la Constitución
Federal de Brasil se señalan varios de estos “deberes” del Poder Público, definiendo
una serie de obligaciones, propias de la Política Ambiental, y estableciendo los
instrumentos para materializarla. En algunos casos, como en el § 1° I, II y V, se
impone un mandato que persigue un objetivo ambiental preciso y concreto; en
otros, se establecen reservas legales para la utilización, alteración, degradación,
etc., del medio ambiente, o estudios previos de impacto ambiental, como en el
101
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
144
Así lo entiende claramente Edson Pereira Ramos, Crimes contra o meio am-
biente, en Revista Electrónica Jus Navegandi, Nº 43.
102
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
3.4.2. Tipicidad
a) Técnica legal
145
Cho, El surgimiento..., cit., p. 10.
103
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
3.4.3. Antijuridicidad
146
Sin embargo, la Sección III de la Ley sobre Delitos Ambientales de Brasil
contempla también una figura típicamente de peligro abstracto, basada simplemente
en la infracción administrativa, como es el de investigación, explotación y extrac-
ción de recursos minerales sin la competente autorización o contraviniendo las dis-
posiciones legales (art. 55). La otra figura de la Sección, que aquí no se considera
como propiamente ambiental, la diseminación de enfermedades, plagas o especies
que puedan causar daño a la agricultura, a la actividad pecuaria, a la flora, fauna o a
los ecosistemas, es también un delito de peligro, pero en este caso, concreto.
147
Machado, Da poluçao..., op. y loc. cit.
104
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
3.4.4. Culpabilidad
148
Reale Junior, Miguel: A lei hedionda dos crimes ambientais, en Flha de Sao
Paulo, 6 abr. 1998, p. 3, cit. por Ana Raquel Cardoso de Oliveira / Marcos Paulo
de Souza Miranda / Sérgio Lopes Loures: Consideraciones acerca da nova lei de Crimes
Ambientais, en Revista Electrónica Jus Navegandi, Nº 27.
105
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
149
Cardoso et al., op. y loc. cit.
150
Luiz Regis Prado: Curso de direito penal brasileiro, Volumne 1, Parte Geral,
2ª ed., Sao Paulo, 2001, p. 318.
151
Cfr. al respecto Politoff, Sergio: El autor detrás del autor. De la autoría funcional
a la responsabilidad penal de las personas jurídicas, en Sergio Politoff / Jean Pierre
Matus: Gran Criminalidad Organizada y Tráfico Ilícito de Estupefacientes, Santiago, 2000,
pp. 393 y ss.
152
Renato de Lima Castro: Responsabilidade penal da pessoa jurídica na lei am-
biental brasileira, en Revista Electrónica Jus Navegandi, Nº 32.
106
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
153
Art. 225. § 3º: “As condutas e atividades consideradas lesivas ao meio am-
biente sujeitarao os infratores, pessoas físicas o jurídicas, a sançoes penais e admi-
nistrativas, independentemente da obrigaçao de reparar os danos causados”.
154
José Henrique Pierangeli, Penas atribuidas às pessoas jurídicas pela lei ambien-
tal, en Revista Electrónica Jus Navegandi, Nº 39.
155
Prado, Luiz Regis, Crime ambiental: responsabilidade pena da pessoa jurídica?, en
Boletim do Instituto Brasileiro de Ciências Criminais, Ed. Especial, 1998, Nº 65, pp. 2-3.
156
Castro, op. y loc. cit.
107
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
157
Prado, Curso, cit., p. 181.
158
Hungría, Nélson, Comentários ao Código Penal, Río de Janeiro, 1958, v. I,
p. 553.
108
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
159
Cfr. al respecto: Matus, Jean Pierre: Concurso (aparente) de leyes y concurso
entre especies de un mismo género en el nuevo Código Penal español de 1995, Tesis Docto-
ral, U. Autónoma de Barcelona, 1996, pp. 208 y ss.
160
Ari Madeira Costa, Conflicto aparente entre os delitos ambientais e os crimes
patrimoniais, en Revista Electrónica Jus Navegandi, Nº 45.
109
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
161
Una síntesis de la regulación ambiental en las constituciones provinciales
se puede ver en DEVIA, Leila: “Legislación ambiental de la República Argentina”
en Mercosur y Medioambiente, Buenos Aires, 1996, pp. 81-107. Las constitucio-
nes provinciales regularon, en su mayoría, tempranamente el tema medio ambien-
te, aun antes que la Constitución Nacional, v. gr. San Juan, La Rioja, Córdoba.
Con respecto a la incorporación de esta materia en las constituciones compara-
das ver CASAUX, Gastón, Derecho ambiental, mecanismos preventivos y punitivos a la
luz de las reformas a la Constitución introducidas en 1996, en Revista de la Fac. de Dere-
cho U. R. O. U., N° 12, 1997, pp. 83 a 93.
162
Sobre los problemas de legitimación activa ver Meli, Yael y Poleri, Ana “La
legitimación activa en el derecho penal ambiental”, en http://www.derecho
penalonline.com/ensayos/ambiental.htm, pp, 1 a 24.
110
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
163
Título VII de los delitos contra la seguridad pública, capítulo IV. También
Dalla Via, Alberto, Derecho Penal en Argentina: Reforma Constitucional de 1994 y el Medio
Ambiente, pp. 286 y 287, en Ruiz-Rico Ruiz, Gerardo, Derecho comparado del medio
ambiente y de los aspectos naturales protegidos, Granada, 2000.
164
O. o. Corbatta, José Carlos, quien enumera como integrante del derecho
penal ambiental argentino la totalidad de los tipos del título en comentario (des-
de el art. 200 al art. 208, ambos inclusive). En Derecho Penal Ambiental, 7 de marzo
de 2001, en http://www.analitica.com/va/ambiente/opinion/4229084.aspmime
text/htmlhvrs data.
165
Sergio Praus García, Marco conceptual para el diseño de la legislación ambiental
penal de Panamá: una propuesta de ANAM. Anexo Delitos contra el medio ambiente en el
derecho comparado, en http:/www.anam.gob.pa/documentos/leydelitoecologico/
marcoconce.../marco-conceptual.htm.
166
Soler, Sebastián: Derecho Penal Argentino, Buenos Aires, 1992, p. 649.
111
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
167
Bacigalupo, op. cit., pp. 198 a 210.
168
Bacigalupo, op. cit., p. 203.
112
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
yor que en las otras figuras señaladas. Este sería nuestro punto
de partida para elaborar el catastro de la legislación ambiental
argentina.
En síntesis, no existe el denominado delito ecológico o de
contaminación en el texto punitivo. Sólo encontramos en el títu-
lo de los delitos contra la salud pública figuras relacionadas tan-
gencialmente, cuyo principal bien jurídico de protección –como
señala Soler– es la seguridad. El autor en comentario vincula es-
trechamente la idea de seguridad a la de peligro común, si la
conducta lesiona o pone en peligro un bien individual no pue-
de hablarse de atentado contra la seguridad. Existe lesión a ésta
en la medida que se cree un peligro común o que “la lesión in-
ferida contenga como en potencia los más variados peligros ul-
teriores, o bien en la medida en que la lesión descubre los
peligros preexistentes para otros bienes y que permanecían la-
tentes hasta el momento en que la lesión lo reveló”.169 Sin estos
aspectos las conductas no podrían entrar en la categoría de este
título. Por otra parte, la noción de peligro permite diferenciar
las conductas contra la vida y la integridad corporal de un suje-
to individual de los atentados contra la salud pública.
En cuanto a las descripciones típicas, no existe consenso en-
tre los autores sobre la naturaleza de las mismas. Tal es la situa-
ción del art. 200 del CP: “el que envenenare, contaminare o
adulterare de un modo peligroso para la salud, aguas potables
o sustancias alimenticias..., destinadas al uso público o al consu-
mo de una colectividad de personas”. Si el hecho es seguido de
la muerte de alguna persona, la pena se aumenta. Para Soler170
constituye un delito de peligro concreto, en tanto que para
Núñez es de peligro abstracto.171
169
Soler, ob. cit., p. 649.
170
Soler, ob. cit., p. 652.
171
Núñez, ob. cit., p. 306. En el tema de medio ambiente estuvo en boga la
opinión que consideraba a los delitos de peligro abstracto como la técnica legis-
lativa más adecuada. Bacigalupo, ob. cit., p. 204. Sin embargo, la evolución histó-
rica ha variado hacia la tipificación de estos delitos como de peligro concreto y
hacia el modelo de la seria contaminación ambiental. En este último la protec-
ción a los bienes jurídicos ecológicos se realiza en tanto la vida o salud humana
estén en peligro (aun cuando se haya contado con la licencia administrativa res-
pectiva). Cfr. Byung-Sun Cho, Surgimiento..., cit., pp. 3-23.
113
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
172
Bacigalupo, ob. cit., p. 205.
173
El criterio de vinculación señalado fue practicado por el proyecto alterna-
tivo alemán en sus parágrafos 52 y siguientes.
174
Se discutió mucho en Argentina si esta disposición era aplicable o no al
contagio venéreo, cuestión que quedó zanjada al promulgarse la Ley Nº 12.331,
que hace aplicable la pena del art. 202 del CP a quien sabiéndose afectado por
una enfermedad venérea transmisible, la contagia a otra persona.
175
Núñez, ob. cit., p. 316.
176
Soler, ob. cit., p. 660.
177
Núñez, ob. cit., p. 346.
178
Soler, ob. cit., p. 683.
179
Este artículo proviene del proyecto de 1905. La Ley Nº 17.567 modificó su
texto introduciendo una referencia a la plaga vegetal. Posteriormente fue dero-
gado por la Ley Nº 20.509. Luego se reimplantó al tenor del texto original –eli-
minándose la mención a plaga vegetal– por la Ley Nº 21.338, modificándose la
pena de multa.
114
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
180
Mestre Delgado, Esteban: Límites constitucionales a las remisiones normativas
en materia penal, en ADCP, 1988, pp. 503-527.
181
Politoff, Sergio, Derecho penal, tomo I, Santiago, 1997, p. 102.
182
En el mismo sentido: De Vicente Martínez, Rosario, en Responsabilidad del
funcionario por delitos contra el medio ambiente, Madrid, 1993, p. 115. También De la
Cuesta Aguado, quien señala que el derecho penal no debe limitarse a incrimi-
nar la desobediencia al orden administrativo (Respuesta penal al peligro nuclear, Bar-
celona, 1994, p. 58).
115
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
183
Rengier, op. cit., p. 307.
184
Soler, ob. cit., p. 665.
185
Cfr. Soler, p. 682.
186
Cfr. Pigretti, ob. cit., Blanco Lozano Carlos, La Protección del Medio Ambien-
te en el Derecho Penal Español y Comparado, Editorial Comares, Granada, 1997, p. 64.
116
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
187
Sobre la regulación ambiental y las competencias entre Estado Federal y
Provincias, ver Dalla Via, ob. cit., pp. 289-306.
117
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
peligro para este caso, siguiendo lo que parece ser la última ten-
dencia doctrinaria. Si el hecho se comete de modo organizado,
se considera agravante, pues estas organizaciones representan
un mayor peligro para la fauna. La ley nada dice si se actúa a
través de una persona jurídica.
Una figura autónoma la representa la caza de animales con
armas, artes u objetos prohibidos por la autoridad jurisdiccio-
nal de aplicación. Nuevamente estamos frente a un precepto
penal en blanco, técnica empleada con anterioridad.
Además, el cuerpo legal en comentario contiene una dispo-
sición que sanciona al que a sabiendas transporte, ponga en el
comercio de cualquier modo piezas que provengan de la caza
furtiva o depredatoria.
Según lo que señala Pigretti,188 corresponde a las jurisdiccio-
nes locales de las provincias establecer modalidades de tiempo
y zona de veda y el conjunto de reglamentación al respecto de
la caza de fauna silvestre. Inmediatamente nos enfrentamos con
uno de los problemas de la técnica de la remisión penal, el error
sobre dicha regulación. El legislador no regula expresamente
esta situación.
No se contemplan especiales causas de justificación basadas
en la necesidad de incrementar el desarrollo económico. Nos
parece natural que así sea, pues es muy difícil justificar la caza
de estas especies en función del crecimiento “económico”.
188
Pigretti, ob. cit., p. 168.
189
El art. 2º de la Ley Nº 24.051 define lo que son los residuos peligrosos como
“Será considerado como peligroso para los efectos de esta ley todo residuo que
pueda causar daño, directa o indirectamente a seres vivos o contaminar el suelo,
el agua, la atmósfera o el ambiente en general.
En particular serán considerados peligrosos los residuos indicados en el anexo I
o que posean algunas de las características enumeradas en el anexo II de esta ley.
118
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
190
Núñez, ob. cit., p. 310.
191
Creus, Carlos: Derecho Penal, Buenos Aires, 1997.
192
Byung-Sun Cho, ob. cit., p. 10.
119
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
120
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
193
Cfr. Pigretti, ob. cit., O. 76.
194
En este mismo sentido, cfr. Carvalho, Iván Lira de: Direito penal mínimo,
eximentes e dirimentes nos crimes ambientais, en Enfoque Jurídico, JAN/FEV 97, pp. 16
y s., cit. por Ramos, op. y loc. cit.
121
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
195
Huerta Tocildo, op. cit., p. 51.
196
Más radical, al otro lado del Atlántico, Prado, Curso..., cit., p. 186, consi-
dera la ley brasileña sobre Delitos Ambientales como “una opción criminalizado-
ra, de cuño eminentemente defensista... [que] privilegia político-criminalmente
el fin sobre los medios... inadmisible en un derecho penal de perfil liberal y de-
mocrático, que tenga al ser humano como centro de todo derecho”.
197
Sin embargo, hay quienes, atribuyendo similar ineficacia al derecho admi-
nistrativo protector del ambiente, no ven en esta crítica algo que se oponga seria-
mente a la “unánime opinión que considera imprescindible una protección penal
del medio ambiente más extensa y eficaz” (Vega Ruiz, José Augusto: Delitos contra
el medio ambiente, ordenación del territorio, patrimonio histórico, flora y fauna en el Códi-
go Penal de 1995, Madrid, 1996).
198
En particular, sobre el delito ecológico, De la Mata, Protección..., pp. 237 y ss.
Más resignadamente, y reconociendo la “aparente ineficacia del delito ambien-
tal”, Martín Mateo, op. cit., pp. 232 y s., y 236, se contenta con “el efecto disuaso-
rio de la amenaza penal”, aunque reconoce que se trata de un efecto de
“problemática patentización”.
199
Lizaur, op. cit., p. 46. La estadística que señala la autora es indesmentible:
sólo 20 sentencias condenatorias y 4 del Tribunal Supremo en 13 años de aplica-
ción de la normativa primitiva del art. 347 bis CP español 1944. La situación no
ha mejorado con la entrada en vigencia del CP 1995: en su Código Penal, doctrina
y jurisprudencia, actualización 1999, Cándido Conde-Pumpido Ferreiro sólo puede
citar tres sentencias producidas en el Tribunal Supremo con posterioridad a 1995,
y menos de 10 de Audiencias Provinciales.
200
Rodríguez Devesa / Serrano, op. cit., p. 1109.
122
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
gido más hacia delitos de bagatela201 que contra los “grandes” agen-
tes contaminadores, y el recurso a la exclusión de la pena (absten-
ción de condena) ha provocado muy dispares sentencias.202
A estas dificultades deben agregarse otras que, por no ser
propiamente normativas, no dejan de tener real importancia en
la aplicación del derecho, pues no basta con la constatación de
la importancia valórica e instrumental del derecho penal am-
biental, en el diseño de la política criminal, y en la elaboración
de normas sustantivas y adjetivas; en el plano operativo, parece
imprescindible afrontar los complejos aspectos probatorios y la
logística involucrada en ellos, pues la capacidad instalada en per-
sonal y laboratorios especializados es imprescindible para la prue-
ba del hecho punible.
Por otra parte, no deben dejarse de lado otra clase de apren-
siones que estudiosos del derecho comparado han planteado en
esta materia, particularmente respecto del supuesto beneficio
(en sede procesal, y básicamente probatoria) que a la persecu-
ción criminal de los delitos medioambientales traería el estable-
cimiento de delitos de peligro abstracto, construidos con la técnica
de la ley penal en blanco, si no se hace una clara distinción en-
tre el grave peligro o daño al medio ambiente y la simple con-
taminación cotidiana, como parece ser uno de los problemas de
las legislaciones españolas y alemana, pues sin esta distinción
enfrentamos necesariamente los siguientes cuestionamientos:
“¿qué tipo de conducta que parezca estar poniendo en peligro
el medio ambiente será a la vez adecuada para su enjuiciamien-
to criminal?”, “¿puede, a este respecto, hacerse una evaluación
del riesgo?”, el establecimiento de esta clase de delitos sin dis-
tinguir lo grave de lo cotidiano “¿no conllevaría, principalmen-
te, la iniciación de la acción penal para castigar en un estadio
anticipado una criminalización de pequeñas infracciones que
son relativamente fáciles de evitar?, ¿afectaría esto, entonces, la
validez conductual de la norma, si infracciones mucho más se-
rias permanecieran sin sancionar debido a estar legitimadas por
las autoridades administrativas?”.203
201
Cramer, op. cit., p. 2178.
202
Rangier, op. cit., p. 306.
203
Cho, El surgimiento..., cit., p. 9.
123
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
204
Huerta Tocildo, op. cit., p. 52.
205
Cramer, op. cit., p. 2178.
206
Cho, El surgimiento..., cit., p. 10.
207
Martín Mateo, op. cit., p. 234.
208
También en este sentido, en la presentación de la citada Propuesta al Par-
lamento Europeo de Directiva relativa a la protección del medio ambiente por medio del
derecho penal (COM (2001) 139. Final), la Comisión hace especial énfasis en cu-
brir únicamente “las actividades contaminantes que generalmente causan o pue-
den causar deterioro significativo o daño sustancial del medio ambiente” (p. 4.),
aunque el articulado propuesto no es tan enfático en este sentido como el texto
que lo justifica, pues la mayor parte de las conductas que se proponen incrimi-
nar, están basadas en la falta de autorización. El articulado es el siguiente:
“Art. 3º. Delitos. Los Estados miembros se asegurarán de que las siguientes ac-
tividades sean delitos, cuando se cometan intencionadamente o por negligencia
grave, en cuanto violen el Derecho comunitario que protege el medio ambiente
o las normas adoptadas por Estados miembros para cumplir con tal Derecho co-
munitario:
– el vertido de hidrocarburos, aceites usados o lodos de aguas residuales;
– el vertido, emisión o introducción no autorizados de una cantidad de ma-
teriales en el aire, el suelo o el agua y el tratamiento, vertido, almacenamiento,
transporte, exportación o importación no autorizados de residuos peligrosos;
– el vertido no autorizado de residuos en o dentro de la tierra o en el agua,
incluida la explotación no autorizada de un vertedero;
– la posesión, apropiación, daño, matanza no autorizados o el comercio de
especies protegidas de fauna y flora silvestres o de partes de las mismas;
– el deterioro significativo de un hábitat protegido;
124
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
209
Este es propiamente el modelo que adopta la Convención para la protección
del ambiente a través del derecho penal (ETS 172), abierta a la firma de los Estados
Miembros del Consejo de Europa en Estrasburgo el 4 de noviembre de 1998, la
que sin embargo no ha conseguido la ratificación de tres de los suscriptores para
entrar en vigor. Conforme su texto, las obligaciones que contraerían los Estados
serían las siguientes:
Art. 2. Delitos dolosos. “1. Cada parte deberá adoptar las medidas necesarias
para establecer como delitos en su derecho interno, cuando se cometan inten-
cionalmente:
a) la descarga, emisión, o introducción de una cantidad de sustancias o de
iones radiactivos en el aire, suelo o agua que:
i) causen la muerte o graves lesiones a una persona, o
ii) creen un significativo riesgo de causar la muerte o graves lesiones a cual-
quier persona;
b) la descarga, emisión o introducción no autorizados de una cantidad de
sustancias o de iones radiactivos en el aire, suelo o el agua que causen o puedan
causar su irreparable deterioro o la muerte o graves lesiones a cualquier persona
o un daño sustancial a monumentos y otras propiedades, objetos, animales o plan-
tas protegidos;
c) el depósito, tratamiento, almacenamiento, transporte, exportación o im-
portación no autorizados de residuos peligrosos que causen o puedan causar la
muerte o graves lesiones a cualquier persona o un daño sustancial a la calidad
del aire, suelo, agua, animales o plantas;
d) la explotación no autorizada de un establecimiento en el cual se desarro-
llen actividades peligrosas que causen o puedan causar la muerte o graves lesio-
nes a cualquier persona o un daño sustancial a la calidad del aire, suelo, agua,
animales o plantas;
e) la fabricación, tratamiento, almacenamiento, uso, transporte, exportación
o importación no autorizadas de materiales nucleares u otras sustancias radiacti-
vas peligrosas que causen o puedan causar la muerte o graves lesiones a cualquier
125
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
persona o un daño sustancial a la calidad del aire, suelo, agua, animales o plan-
tas”.
Artículo 3. Delitos imprudentes. “1. Cada parte deberá adoptar las medidas ne-
cesarias para establecer como delitos en su derecho interno, cuando se cometan
negligentemente, los hechos numerados en el art. 2, párrafo 1, letras a) a e).
Además, el art. 4 de la Convención deja a discreción de los Estados el casti-
gar ya sea por la vía del derecho penal o por la del derecho administrativo san-
cionador, aparte los siguientes hechos no comprendidos en los artículos anteriores:
a) “la descarga, emisión o introducción no autorizados de una cantidad de sus-
tancias o de iones radiactivos en el aire, suelo o el agua”; b) “la emisión no auto-
rizada de ruido”; c) “el depósito, tratamiento, almacenamiento, transporte,
exportación o importación no autorizados de basuras”; d) “la explotación no au-
torizada de una fábrica”; e) “la fabricación, tratamiento, almacenamiento, uso,
transporte, exportación o importación no autorizadas de materiales nucleares u
otras sustancias radiactivas o químicas peligrosas”; f) “la realización de alteracio-
nes no autorizadas en detrimento de los componentes naturales de un parque
nacional, una reserva natural, un área de conservación acuática u otras áreas pro-
tegidas”; y g) “la posesión, captura, daño, muerte o comercio no autorizados de
especies protegidas de flora o fauna silvestre”.
126
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN EL DERECHO COMPARADO...
210
En Europa, ésta es hoy todavía la situación del Código Penal italiano, se-
gún se señala en Antolisei, Francesco / Conti, Luigi: Manuale di Diritto penale, Leggi
Complementari. Vol. 2, Milano, 1995, 430, lo que se complementa con “una plura-
lidad de normas penales y de sanciones administrativas pecuniarias... disemina-
das en leyes especiales relativas a varias modalidades y especies de contaminación”,
en las que parece “que no se protege tanto aquel complejo de elementos natura-
les, biológicos y estéticos en los cuales debe desarrollarse la vida humana, como
mantener una esfera de licitud convencional de comportamientos de por sí ofen-
sivos, pero consentidos, con lo que la punición no se refiere a lo que es nocivo,
sino a lo que está más allá de ciertos parámetros determinados” (p. 437). Una vi-
sión sobre el estado actual del derecho penal ambiental en Italia y sus perspecti-
vas futuras, con referencias bibliográficas, puede verse en Palazo, Francesco:
Principios fundamentales y opciones político-criminales en la tutela penal del ambiente en
Italia, en Revista Penal 4 (1999), 68-83.
211
Herzog, Félix: Algunos riesgos del derecho penal del riesgo, en Revista Penal 4
(1999), 54-57, pp. 56 y s. Los “riesgos del derecho penal del riesgo” los resume
Herzog en el siguiente dilema de la sociedad actual: “El legislador percibe cada
vez más necesidades de regulación jurídica respecto de ámbitos sociales de pro-
blemas cada vez más distantes, y en esa tarea se pierde y pierde la referencia res-
pecto de las posibilidades sociales de regulación. Aunque con la intervención
jurídico penal no se cambie realmente nada, se sucumbe a la imaginaria percep-
127
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
ción de que el problema está en la dosis: más leyes, leyes más severas y una ejecu-
ción implacable enderezarán las cosas. Los ciudadanos se creen esto durante al-
gún tiempo, se alejan de las responsabilidades sociales y, de esta forma, aparecen
ámbitos que escapan al consenso social sobre las normas, renunciando a la auto-
rregulación”. La parte parafraseada es la crítica con que concluye su artículo Her-
zog: “El derecho penal del riesgo no crea paz social alguna. Tan sólo alimenta
ilusiones sobre las funciones sociales de orden del derecho penal. Además, borra
las fronteras entre el derecho penal y el derecho de policía. Tiene igualmente
una tendencia al totalitarismo. Pero el control social total mediante el derecho
penal no se puede implantar y afecta a la autointegración social. Los riesgos del
derecho penal del riesgo para la función de garantía del derecho penal son inmen-
sos”. Una visión más matizada de los problemas del estado actual de lo que se ha
llamado “derecho penal del riesgo”, puede verse en Blanca Mendoza Buergo: El
derecho penal en la sociedad del riesgo, Madrid, 2001, especialmente en sus páginas 181
y ss. La discusión acerca de este nuevo “derecho penal del riesgo” ha sido también
introducida en Chile a través del trabajo de Raúl Carnevalli: ¿Es adecuada la actual
política criminal estatal?, publicado en Gaceta Jurídica Nº 242 (2000), 7-12.
128
CAPITULO CUARTO
129
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
2
Bolea Bardón, C., Autoría mediata en derecho penal, Valencia, 2000, p. 158.
3
Roxin, C., Autoría, cit., p. 274.
4
Con la expresión “criminalidad de empresa”, cuyo contenido fue determi-
nado por Schünemann, B., Cuestiones básicas de dogmática jurídico-penal y de política
criminal acerca de la criminalidad de empresa, en ADPCP 1988, pp. 529 y ss., me refie-
ro a los delitos que se perpetran a través de una actuación que se desarrolla en
interés de una empresa, que plantean cuestiones dogmáticas, político-criminales
y criminológicas específicas, muy distintas de las que se suscitan en relación con
los delitos clásicos. En este trabajo podremos comprobar las dificultades dogmá-
ticas que surgen a la hora de determinar la autoría. Téngase en cuenta, por tan-
to, que no voy a hacer referencia a los supuestos de criminalidad en la empresa,
esto es, a los delitos que se llevan a cabo por los trabajadores o directivos de una
empresa contra la propia empresa o contra los demás trabajadores o directivos,
los cuales pueden reconducirse sin demasiadas dificultades a las reglas generales
que disciplinan la autoría y la participación en los delitos clásicos. Sobre estas dis-
tinciones y su relación con la categoría de los delitos socioeconómicos, vid. am-
pliamente Martínez-Buján Pérez, C., Derecho penal económico. Parte general, Valencia,
1998, pp. 67 ss.
5
Cfr. Schünemann, B., Unternehmenskriminalität und Strafrecht, Köln-Berlin-
Bonn-München, 1979, pp. 30 y ss.
6
Weber, M., ¿Qué es la burocracia?, Buenos Aires, s/f, p. 50.
130
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
7
Vid. entre otras las sentencias de la Sala Segunda del Tribunal Supremo Fe-
deral de 6 junio 1997 (NStZ 1997, p. 544) y de la Sala Cuarta de 11 de diciembre
de 1997 (Wistra 1998, p. 148), duramente criticadas por Roxin, C., Autoría, cit.,
pp. 661-662, que les reprocha que “casi da la impresión de que ha de hacerse res-
ponder como autor mediato al empresario por todo lo que ocurre en su empresa
aun cuando ello sólo esté abarcado por su saber y voluntad de una forma muy
genérica”, y que sólo pretendan resolver problemas probatorios.
8
Vid. entre otros, Ambos, K., “Tatherrschaft durch Willensherrschaft kraft organi-
satorischer Machtapparate”, en GA 1998, pp. 156-157; Bottke, W., “Responsabilidad por
la no evitación de hechos punibles de subordinados en la empresa económica”, en Mir Puig,
S. / Luzón Peña, D.-M. (coords.), Responsabilidad penal de las empresas y sus órganos
y responsabilidad por el producto, Barcelona, 1996; Heine, G., “Von individueller zu ko-
llektiver Verantwortlichkeit. Einige Grundfragen der aktuellen Kriminalpolitik”, en Arnold,
J. y otros (Hrsg.), Beiträge für Albin Eser, Freiburg i. Br., 1996, p. 63; Schmid, N.,
“Einige Aspekte der strafrechtlichen Verantwortlichkeit von Gesellschaftsorganen”, en ZStrR
1988, p. 170. En España, entre otros, Martínez-Buján Pérez, C., Parte general, cit.,
p. 200; Pérez Cepeda, A. I., La responsabilidad de los administradores, cit., p. 412; ídem,
“Criminalidad de empresa: problemas de autoría y participación”, en Revista Penal Nº 9,
enero 2002, p. 118, donde opta por la inducción; Silva Sánchez, J. M., “Criterios de
asignación de responsabilidad en estructuras jerárquicas”, en Bacigalupo Zapater, E.
(dir.), Empresa y delito en el nuevo Código Penal, Madrid, 1997, pp. 9 ss. Vid. también
en contra en la doctrina portuguesa, Serra, T., “A autoria mediata através do domí-
nio de um aparelho organizado de poder”, en Revista Portuguesa de Ciência Criminal N os 3
y 4, 1995, p. 303.
A favor, Kuhlen, A., “Die Abgrenzung von Täterschaft und Teilnahme, insbesondere
bei den sogenannten Betriebsbeauftragten”, en Amelung, K. (Hrsg.), Individuelle Verant-
wortung, cit., pp. 82 y ss.; Lackner, K. / Kuhl, K., Strafgesetzbuch mit Erläuterungen,
23. Aufl., 1999, § 25 Rn.2; Ransiek, A., Unternehmensstrafrecht. Strafrecht, Verfassungs-
recht, Regelungsalternativen, Heidelberg, 1996, pp. 46 y ss. En España, por todos, Bola
Bardón, C., Autoría mediata, cit., pp. 397-401, quien efectúa algunas puntualizacio-
nes pero acaba admitiendo la autoría mediata en este ámbito en algunos casos;
Linares Estrella, A., Un problema de la parte general del derecho penal económico. El ac-
tuar en nombre de otro. Análisis del derecho penal español y cubano, Granada, 2002,
pp. 145 y ss.; López Barja de Quiroga, J., Derecho Penal. Parte General. III. Los fun-
damentos de extensión de la tipicidad, Madrid, 2001, pp. 332-333, con una fundamen-
tación confusa y sin descartar la coautoría. En la doctrina americana, también a
favor siempre que se trate de organizaciones económicas de gran magnitud, Brue-
ra, M., “Autoría y dominio de la voluntad a través de los aparatos organizados de poder”,
en AA.VV., Nuevas formulaciones en las ciencias penales. Homenaje a Claus Roxin, Cór-
doba, 2002, p. 264.
131
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
9
Como apunta Feijóo Sánchez, B. J., Sanciones para empresas por delitos contra
el medio ambiente. Presupuestos dogmáticos y criterios de imputación para la intervención
del derecho penal contra las empresas, Madrid, 2002, p. 41, “los estudios sobre crimi-
nalidad de empresa demuestran también que normalmente resulta difícil recon-
ducir la lesión o puesta en peligro del bien jurídico a una decisión individual.
Más bien suele ser fruto de un proceso de acumulación de un management defec-
tuoso o de una determinada actitud, cultura, ética o filosofía empresarial”. Sobre
esta cuestión, vid. en la doctrina alemana, entre otros, Lampe, E.-J., “Systemunrecht
und Unrechtssysteme”, en ZStW, 1994, pp. 715-716 y 732-733; Schünemann, B.,
Unternehmenskriminalität, cit., pp. 22 y ss. En España, por todos, Gándara Vallejo,
en Bacigalupo Zapater, E. (Dir.), Curso de Derecho Penal Económico, Madrid-Barce-
lona, 1998, pp. 55-56; Zúñiga Rodríguez, L., Criminalidad de empresa, criminalidad
organizada y modelos de imputación penal, en Ferré Olivé, J. C. / Anarte Borrallo, E.
(eds.), Delincuencia organizada, cit., p. 228.
132
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
10
Figueiredo Días, J. de, Autoría y participación, cit., p. 106. En este sentido,
vid. también Ambos, K., Dominio del hecho, cit., p. 157; Pérez Cepeda, A. I., Crimi-
nalidad de empresa, cit., p. 115. Muñoz Conde, F., ¿Cómo imputar a título de autores?,
cit., p. 525, pone de relieve que “no siempre se trata de un anónimo ejecutor inter-
cambiable arbitrariamente”, y en la p. 527 considera decisivo este argumento para
rechazar el dominio de la organización. En el mismo sentido Núñez Castaño, E.,
Responsabilidad penal en la empresa, cit., pp. 184-186.
11
Zúñiga Rodríguez, L., Bases para un modelo de imputación de responsabilidad
penal a las personas jurídicas, Pamplona, 2000, p. 165, también p. 177 nota Nº 47,
donde añade que “la empresa es una organización funcional, donde las personas
juegan un rol funcional, lo importante son las funciones no las personas; éstas pue-
den sucederse en el tiempo, siendo natural el recambio de personas físicas por
meras cuestiones fisiológicas y se mantiene la continuidad de la organización”.
12
Como hacen, entre otros, Aránguez Sánchez, C., El delito de blanqueo de ca-
pitales, Madrid-Barcelona, 2000, p. 352; Muñoz Conde, F., Problemas de autoría y par-
ticipación en el derecho penal económico, o ¿cómo imputar a título de autores a las personas
que sin realizar acciones ejecutivas, deciden la realización de un delito en el ámbito de la
delincuencia económica?, en Revista Penal Nº 9, enero 2002, p. 80.
133
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
13
Así, por ej. Heine, G., Die strafrechtliche Verantwortlichkeit von Unternehmen,
Baden-Baden, 1995, p. 104; Rotsch, T., Individuelle Haftung in Großunternehmen.
Plädoyer für den Rückzug des Umweltstrafrechts, Baden-Baden, 1998, p. 146.
14
Cfr. Rudolphi, H.-J., “Strafrechtliche Verantwortlichkeit der Bediensteten von Be-
trieben für Gewässerverunreinigungen und ihre Begrenzung durch den Einleitungsbescheid”,
en AA.VV., Festschrift für Karl Lackner zum 70. Geburtstag, Berlin-New York, 1987,
p. 868.
15
Apunta Weber, M., ¿Qué es la burocracia?, cit., p. 51, que la burocratización
implica en particular la posibilidad óptima de poner en práctica el principio de
especialización de las funciones administrativas conforme a regulaciones estricta-
mente objetivas, confiando las actividades concretas a funcionarios especializados
que, con la práctica, van aprendiendo cada vez más.
16
Cfr. Weber, M., ¿Qué es la burocracia?, cit., p. 51.
17
Figueiredo Días, J. de, Autoría y participación, cit., p. 106. En Portugal, vid.
también Serra, T., A autoria mediata, cit., p. 303. Ponen de relieve en nuestra doc-
trina este hecho Muñoz Conde, F., ¿Cómo imputar a título de autores...?, cit., p. 525;
ídem, Problemas de autoría, cit., p. 79; Pérez Cepeda, A. I., Criminalidad de empresa,
cit., p. 115, que destaca que “en la estructura de una empresa la relación con el
subordinado se basa en la distribución o división del trabajo, no en la sumisión
ni en la obediencia”. A mi juicio eso poco importa, ya que en la tesis de Roxin la
autoría mediata del hombre de atrás no se basa en la sumisión del subordinado,
además de que sí existe deber de obediencia del trabajador frente al empresario,
como veremos a continuación. En Alemania aluden a esta objeción, entre otros,
Ambos, K., Tatherrschaft durch Willensherrschaft, cit., pp. 239-240; ídem, Dominio del
hecho, cit., p. 157; Langneff, K., Die Beteiligtenstrafbarkeit, cit., pp. 110 y ss.; Rotsch, T.,
134
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
Individuelle Haftung in Großunternehmen, cit., p. 146, para quien se trata de una ob-
jeción decisiva.
18
Cfr. Queralt Jiménez, J. J., La obediencia debida en el Código Penal. Análisis de
una causa de justificación (art. 8, 12ª CPe), Barcelona, 1986, pp. 38-39.
135
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
19
En este sentido Queralt Jiménez, J. J., La obediencia debida, cit., pp. 57-59.
Existe cierto apoyo jurisprudencial. Vid. la STSe 05.03.1988. Por el contrario, ad-
mite que “cualquier relación jerárquica motivadora de un deber de obediencia,
puede... originar la estimación de la circunstancia”, Córdoba Roda en Córdoba
Roda, J. / Rodríguez Mourullo, G., Comentarios al Código Penal. I, Barcelona, 1972,
p. 400; le sigue Morillas Cueva, L., La obediencia debida. Aspectos legales y político-cri-
minales, Madrid, 1984, p. 55. También esta posición ha encontrado apoyo en la
jurisprudencia. Vid. la STSe 10.04.1992 (Ar. 2962).
20
Como hacen, entre otros, Rogall, K., Dogmatische und Kriminalpolitische Pro-
bleme der Aufsichtspflichtverletzung in Betrieben und Unternehmen (§ 130 OWiG), en ZStW
1986, pp. 616-617. Frente a ello, Schünemann, B., Unternehmenskriminalität, cit.,
p. 23, subraya la dependencia del trabajador respecto de su puesto de trabajo.
21
Por ej., en las organizaciones mafiosas. A veces esta posibilidad está muy
limitada o es inexistente, sea por razones fácticas (la amenaza de muerte en caso
de separación del grupo en una organización mafiosa) o jurídicas (de tipo con-
tractual, o por tratarse de una obligación pública, como el servicio militar obliga-
torio donde todavía existe).
136
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
22
Así Muñoz Conde, F., Problemas de autoría..., cit., p. 80. Por lo demás, resul-
ta curioso que otros autores que niegan toda posibilidad de aplicar el dominio
de la organización en el marco de la criminalidad económica y organizada se plan-
teen su utilidad para resolver precisamente los casos del instrumento doloso sin
intención y del instrumento doloso no cualificado. Así, Bottke, W., Criminalidad
económica..., cit., p. 27.
23
Cfr. Roxin, C., Autoría, cit., pp. 378-380.
24
Esto es lo que hace el art. 318 CPe en el marco de los delitos contra los
derechos de los trabajadores, por ejemplo.
137
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
25
Téngase en cuenta que algunos autores, partiendo de que una interpreta-
ción puramente formal del art. 31 CPe lleva a consecuencias indeseables, como
es la exclusión de los representantes meramente fácticos o de los que no actúan
como tales sino en interés propio, proponen acudir a criterios materiales que per-
mitan determinar, en primer lugar, la razón por la cual en los delitos especiales
se delimita el círculo de posibles autores, para en un segundo momento averi-
guar si esa razón se da o no en quienes actúan como representantes. Cfr. Gracia
Martín, L., “Instrumentos de imputación jurídico penal en la criminalidad de empresa y
reforma penal”, en AP 1993-1, p. 228. De acuerdo con estos criterios materiales, el
ámbito de responsabilidad penal del representante está delimitado por los ele-
mentos especiales de la autoría “que expresan un dominio sobre el resultado pro-
ducido equivalente al dominio que posee el garante en la omisión impropia”, de
forma que se debe extender la condición de autor del delito especial a quien al
ejecutar la acción típica actúa en lugar del sujeto descrito por la ley habiendo asu-
mido fácticamente, en virtud de una relación de dominio, sus actividades. Cfr.
Martínez-Buján Pérez, C., Parte general..., cit., pp. 220-222.
26
Cfr. Muñoz Conde, F., Problemas de autoría..., cit., pp. 90-92 y 95.
138
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
27
Cfr. Figueiredo Días, J. de, Autoría y participación, cit., p. 106. En igual senti-
do Lascano, C. J., Teoría de los aparatos organizados de poder y delitos empresariales, en
AA.VV., Nuevas formulaciones en las ciencias penales. Homenaje a Claus Roxin, Córdo-
ba, 2002, p. 379; Pérez Cepeda, A. I., Criminalidad de empresa..., cit., p. 115. En Ale-
mania, por todos, Rotsch, T., Individuelle Haftung in Großunternehmen, cit., p. 147.
28
Roxin, C., “Anmerkung”, en JZ 1995, p. 51. Se adhiere expresamente a este
argumento para negar la autoría mediata en el ámbito empresarial, Pérez Cepe-
da, A. I., La responsabilidad de los administradores de sociedades: criterios de atribución,
Barcelona, 1997, pp. 412-413.
29
Cfr. WEBER, M., ¿Qué es la burocracia?, cit., pp. 80-81.
139
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
30
Cfr. Ambos, K., Dominio del hecho, cit., p. 157; Lampe, E.-J., Systemunrecht und
Unrechtssysteme, cit., p. 707; Langneff, K., Die Beteilitenstrafbarkeit, cit., pp. 109-110.
Esta propuesta se adecua perfectamente a la tipificación de las asociaciones cri-
minales en el par. 129 StGB, cuyo párrafo segundo señala que “no se aplicará el
párrafo primero (donde se sanciona a ‘quien funde una asociación cuyos fines o
actividad se dirijan a cometer delitos, o quien participe en una asociación de este
tipo como miembro, le dé publicidad o la apoye’)... 2. cuando la comisión de de-
litos sólo tenga una finalidad o sea una actividad de importancia inferior”.
31
Así, Schild, crítico en cuanto a la limitación del dominio por organización a
los casos de aparatos de poder que operan por completo al margen de la ley, pro-
pone extender la construcción a otros aparatos sociales de poder, como fábricas o
grandes empresas, que funcionan de manera previsible y casi automática. La im-
portancia que concede a la posición social de poder en la organización y la signifi-
cación que otorga al término “subordinado” le permiten extender la autoría mediata
en organizaciones que no operan al margen del ordenamiento jurídico. Cfr. Schild,
W., Täterschaft als Tatherrschaft, Berlin-New York, 1994, pp. 22-23. Coincide con él Ran-
siek, A., Unternehmensstrafrecht. Strafrecht, Verfassungsrecht, Regelungsalternativen, Heidel-
berg, 1996, pp. 48-49, quien considera que lo relevante a estos efectos es que, debido
a la división social del poder en el seno de la organización, la conducta del subor-
dinado se imputa a la persona que decide, es también su conducta, porque quien
da la orden comete el hecho a través de los miembros de la organización y lo deci-
sivo es la pertenencia a la organización. El hecho de que la pertenencia a la organi-
zación deba determinarse desde una perspectiva social y no jurídica permite, a juicio
de este autor, que esta forma de autoría mediata no se limite a las organizaciones
injustas, pudiendo encontrar aplicación en las empresas lícitas, pues no supone nada
más que el reconocimiento de la realidad social de una organización. Sin embar-
go, cabe señalar frente a esta posición que ambos autores se han limitado a recor-
tar las características que según Roxin debe reunir el aparato de poder sin ofrecer
ninguna fundamentación nueva, pues no hacen más que resaltar la importancia de
la posición fáctica de superioridad del hombre de atrás.
32
Los otros dos son los sistemas organizados criminalmente (por ej., asocia-
ciones criminales) y los sistemas pervertidos criminalmente (por ej., entes estata-
les de injusto).
140
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
33
Lampe especifica que debe tratarse de delitos propios de la empresa, no
de cualquier delito del Código Penal.
34
Cfr. Lampe, E.-J., Systemunrecht und Unrechtssysteme, cit., p. 731.
35
OWiG: Gesetz über Ordnungswidrigkeiten, Ley de Contravenciones de Ale-
mania.
36
Cfr. Lampe, E.-J., Systemunrecht und Unrechtssysteme, cit., p. 732.
141
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
37
Cfr. Lampe, E.-J., Systemunrecht und Unrechtssysteme, cit., p. 733.
38
Cfr. Lampe, E.-J., Systemunrecht und Unrechtssysteme, cit., pp. 708-709.
142
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
39
Lampe, E.-J., Systemunrecht und Unrechtssysteme, cit., p. 709.
143
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
40
En este sentido, vid. Langneff, K., Die Beteiligstenstrafbarkeit, cit., pp. 110 y
ss., especialmente pp. 115-116.
41
Cfr. Ambos, K., Tatherrschaft durch Willensherrschaft, cit., p. 245; del mismo au-
tor, Dominio del hecho, cit., p. 165. Vid. una crítica a las contradicciones en que incu-
rre este autor en Figueiredo Días, J. de, Autoría y participación..., cit., pp. 104-105; y
144
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
Muñoz Conde, F., Problemas de autoría, cit., pp. 78-79. También a favor de la re-
nuncia al requisito de la desvinculación del derecho Núñez Castaño, E., Responsa-
bilidad penal en la empresa, cit., pp. 182-184, que sin embargo acaba negando la
aplicación de esta forma de autoría mediata a la empresa por entender que están
ausentes los otros elementos que caracterizan los aparatos organizados de poder.
42
Cfr. Figueiredo Días, J. de, Autoría y participación..., cit., p. 105.
43
Ambos, K., Tatherrschaft durch Willensherrschaft, cit., p. 242; del mismo autor,
Dominio del hecho, cit., p. 161.
145
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
El núcleo del tipo del art. 325 CPe y su diferenciación con res-
pecto a la infracción administrativa es la puesta en peligro: un
criterio material jurídico-penal. Es preciso que a los vertidos, las
emisiones, los aterramientos realizados por el agente e infrin-
giendo las normas protectoras del medio ambiente puedan atri-
buírseles la capacidad de perjudicar gravemente el equilibrio de
los sistemas naturales o, en su caso, la salud de las personas.
El delito ecológico responde a una estructura típica en la que
resultan adelantadas las barreras de protección penal a una fase
anterior a que se produzca u ocasione la lesión material o daño
al medio ambiente. Se trata de un delito de peligro. Sin embar-
go, respecto a la naturaleza del peligro (delito) en cuestión, la
doctrina se haya totalmente dividida desde la redacción del
art. 347 bis del Código Penal anterior.44 La cuestión es si el deli-
to contra el medio ambiente se considera como un delito de pe-
ligro concreto o abstracto. Dicho de otro modo, unos pretenden
limitar la exigencia de un peligro a un peligro estadístico gene-
* Esta sección está extractada del trabajo presentado por Inma Valeije Alva-
rez, doctora en derecho, profesora titular de derecho penal, Universidad de Vigo.
Este trabajo es también parte del Proyecto de Investigación “Aspectos dogmáti-
cos y criminológicos de las nuevas formas de fraude y corrupción en las socieda-
des complejas” (XUGA- PGIDTOIPX139701PR) y del que es investigador principal
el profesor Dr. Javier de Vicente Remesal, catedrático de derecho penal de la Uni-
versidad de Vigo.
44
Sobre la polémica cfr. De La Cuesta Arzamendi, J. L., Cuestiones dogmáticas
relativas al delito de contaminación ambiental, en Revista Penal, num. 4, julio, 1999,
pp. 32 y 33.
146
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
147
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
45
De la Cuesta Aguado, P. M., Causalidad..., cit., pp. 114 y ss.
148
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
46
Vid. Martínez-Buján Pérez., C., Derecho penal económico. Parte general, Valen-
cia, 1998, pp. 109 y 110.
149
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
47
Cuesta Aguado, P.M., Causalidad de los delitos contra el medio ambiente, 2ª ed.,
Valencia, 1999, p. 235.
150
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
48
Igualmente, adoptan el mismo pronunciamiento las Ss Audiencia Provin-
cial de Barcelona de 22 de febrero de 2000 y de 22 de enero de 2001, entre
otras.
151
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
49
Las consecuencias prácticas derivadas de catalogar el art. 325 CPe como
delito de peligro concreto o de hipotético –aunque el Alto Tribunal emplea en
sus fundamentos el término abstracto– aparecen reflejadas, en mi opinión, en la
STSe de 14 de febrero del 2002, en que se conoce de una provocación de verti-
dos de aguas residuales de una empresa a un cauce público. La audiencia de ins-
tancia absolvió a los acusados por un delito continuado contra el medio ambiente
y el Ministerio Fiscal recurre en casación denunciando infracción por inaplica-
ción del art. 347 bis CPe. Funda el motivo de su recurso en que la Sala sentencia-
dora ha incurrido en un error al considerar que en las acciones enjuiciadas no
concurre la exigencia típica de gravedad del peligro o perjuicio para los bienes
jurídicos protegidos representado por los vertidos de que se trata. Ello se debe
–argumenta el recurrente– a que la Audiencia al atender al grado de la dilución
de las sustancias contaminantes por comparación entre el caudal del vertido y el
del curso fluvial en el que el mismo se produjo, transforma la naturaleza de la
infracción penal, que es de riesgo o peligro potencial, en delito de efecto o de
resultado, al optar el tribunal de instancia por el criterio de dilución –correla-
ción entre el caudal del vertido y el del cauce receptor de éste– para evaluar la
peligrosidad potencial de la incorporación de factores contaminantes a un curso
fluvial concreto. Para el Ministerio Fiscal constituye un error que se haya acudido
a la posibilidad de mayor o menor disolución de los componentes tóxicos del ver-
tido en el medio natural receptor, porque dada la naturaleza de los disolventes
halogenados el peligro es pura y simplemente consustancial al producto tóxico
vertido. El TSe confirma la sentencia de instancia afirmando que se trata de un
delito de peligro concreto que equivale a la relevante posibilidad de que llegue a
producirse el efecto temido, cuya concurrencia debe determinarse en concreto
mediante la prueba.
152
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
50
En este sentido la S Audiencia Provincial de León de 17 de febrero de 1997,
que en su Fundamento Jurídico quinto declara: “Por ello en contra de lo sostenido
por el apelante entendemos acreditado en el caso de autos la generación de un delito de peli-
gro concreto que, además de merecer la calificación de grave, elemento valorativo que es exa-
minado por el juzgador ‘a quo’ ponderando las circunstancias concurrentes, atendiendo al
parámetro medio de gravedad a que alude la STS de 11 de marzo del 1992 y estableciendo
incluso un juicio comparativo con otros supuestos de vertidos, que han dado lugar a sen-
tencias condenatorias por parte del Tribunal Supremo (así la de 11 de marzo de 1992 y 5
de octubre de 1993) en que el riesgo, que fue calificado de grave era incluso de menor enti-
dad y gravedad que el generado en el caso de autos”.
153
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
* Esta sección está extractada del trabajo presentado por José Angel Branda-
riz García, profesor de derecho penal, Universidad de La Coruña, España, el día
9 de octubre de 2002.
51
Para un análisis en profundidad sobre el principio ne bis in idem vid. Nieto Gar-
cía, A., Derecho administrativo sancionador, Madrid, 1993, pp. 345 y ss.; Pérez Manzano,
M., La prohibición constitucional de incurrir en bis in idem, Valencia, 2002, passim.
52
Vid., entre otras, las SsTCe 2/1981, de 30 de enero; 77/1983, de 3 de octu-
bre; 94/1986, de 8 de julio; 154/1990, de 15 de octubre; 150/1991, de 4 de julio;
234/1991, de 10 de diciembre.
154
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
53
Como es bien conocido, la doctrina del TCe permite la imposición de una
duplicidad de consecuencias jurídicas en los casos en que el supuesto se dé en el
marco de una relación de sujeción especial, categoría discutida en la actualidad.
Sobre esta categoría, vid., entre otras, las SsTCe 2/1987, de 21 de enero; 42/1987,
de 7 de abril; 61/1990, de 29 de marzo. Esta doctrina podría permitir, como opor-
tunamente recuerda Urraza Abad, J., Delitos contra los recursos naturales y el medio
ambiente, Madrid, 2001, p. 120, Nº 212, aplicar una duplicidad de sanciones al fun-
cionario que cometiese un delito medioambiental (art. 329 CPe).
54
Vid. las SsTCe 77/1983, de 3 de octubre; 159/1987, de 26 de octubre.
155
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
55
Cfr. Corcoy Bidasolo, M. / Gallego Soler, I., Infracción administrativa e in-
fracción penal en el ámbito del delito medioambiental: ne bis in idem material y procesal
(Comentario a la STCe 177/1999, de 11 de octubre), en AP, 2000, vol. 1, p. 165; Pérez
Manzano, M., La prohibición constitucional de incurrir en bis in idem, Valencia, 2002,
pp. 101 y s.; Prats Canut, J. M. / Marqués i Banqué, M. / Morán Mora, C., Derecho
Penal Ambiental y Derecho Comunitario. La Directiva IP, Pamplona, 2002, p. 102.
56
Mantienen una interpretación ciertamente heterodoxa de la identidad de
hechos Prat García, J. M. / Soler Matutes, P., El delito ecológico, Barcelona, 2000,
pp. 85 y s.
57
Prats Canut, J. M. / Marqués i Banqué, M. / Morán Mora, C., Derecho...,
cit., p. 102, no ven, empero, mayores dificultades en la acreditación de la identi-
dad subjetiva.
58
Vid., en concreto, el art. 130 Ley Nº 30/1992, de 26 de noviembre, de Ré-
gimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administra-
tivo Común.
156
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
59
En este sentido se pronuncia Silva Sánchez, J. M., Delitos..., cit., p. 71, así
como el voto particular a la STCe 177/1999, de 11 de octubre. Corcoy Bidasolo,
M. / Gallego Soler, I., Infracción..., cit., pp. 164 y s., por su parte, puntualizan que
en supuestos de entidades menores una interpretación material de la identidad
subjetiva debe llevar a apreciarla, dada la coincidencia en la práctica de empresa
y sujeto individual responsable.
Por otra parte, la posibilidad de imponer consecuencias accesorias a la perso-
na jurídica en relación con algunos delitos medioambientales, prevista en el art. 327
CPe, obligará también a una reconsideración de esta reflexión en los casos en que
efectivamente esas medidas sean aplicadas, como advierten igualmente Pérez Man-
zano, M., La prohibición..., cit., p. 131; Silva Sánchez, J. M., Delitos..., cit., p. 72.
60
Cfr., sobre ello, Pérez Manzano, M., La prohibición..., cit., pp. 116 y ss.; Prats
Canut, J. M. / Marqués i Banqué, M. / Morán Mora, C., Derecho..., cit., p. 102, así
como la STCe 234/1991, de 10 de diciembre.
Corcoy Bidasolo, M. / Gallego Soler, I., Infracción..., cit., p. 166, apuntan que
la lectura del art. 45.3 de la Constitución española llevaría a entender que ambos
géneros de infracciones coinciden en la protección del interés medioambiental;
sin embargo, se trata, como resaltan estos autores, de una interpretación excesi-
vamente formalista.
61
Cfr., sobre ello, Prats Canut, J. M. / Marqués i Banqué, M. / Morán Mora,
C., Derecho..., cit., pp. 103 y 106. En esta misma línea se enmarca el voto particular
formulado por los magistrados Cruz Villalón y Casas Baamonde a la STCe 177/
1999, de 11 de octubre.
157
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
62
Cfr. Prats Canut, J. M. / Marqués i Banqué, M. / Morán Mora, C., Dere-
cho..., cit., pp. 107 y s.
63
A la misma conclusión llegan, si bien con una argumentación parcialmen-
te distinta, que enfatiza la ausencia de identidad de fundamento, debida a la ne-
cesaria diferenciación cualitativa entre el ilícito administrativo y el penal, derivado
de los principios fundamentadores del ius puniendi, Corcoy Bidasolo, M. / Galle-
go Soler, I., Infracción..., cit., pp. 170 y 173, Nos 59, y 175 y s. Cfr. asimismo Prat
García, J. M. / Soler Matutes, P., El delito ecológico, Barcelona, 2000, p. 83.
64
Sobre esta cuestión, vid., en particular, la STCe 177/1999, de 11 de octubre.
158
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
65
Lo que se explica tanto por las mayores facilidades que a efectos sanciona-
dores aporta el procedimiento administrativo, cuanto por la deficiente concien-
cia de la Administración sobre el carácter verdaderamente delictivo de
determinados comportamientos de agresión medioambiental.
66
Este género de disposiciones se reitera en la normativa sectorial específica,
por ejemplo en los arts. 94.3 Ley Nº 22/1988, de 28 de julio, de Protección, Utili-
zación y Policía de Costas, 120 Real Decreto Legislativo 1/2001, de 20 de julio,
que aprueba el texto refundido de la Ley de Aguas, 40 L. 4/1989, de 27 de mar-
zo, que establece normas de protección, conservación, restauración y mejora de
los Espacios Naturales y de la Flora y Fauna Silvestres, aparte de una pluralidad
de normas de rango inferior o de ámbito autonómico.
67
Trabado Alvarez, C., Protección penal del medio ambiente. Derecho Penal y nor-
mativa extrapenal sobre medio ambiente, Oviedo, 2001, p. 50, considera que la preva-
lencia de la jurisdicción penal es imprescindible para respetar los arts. 117.3 de
la Constitución española, 102 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, 114 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal (LECrim).
68
En esta línea, cfr. Corcoy Bidasolo, M. / Gallego Soler, I., Infracción..., cit.,
pp. 174 y ss.; Prats Canut, J. M. / Marqués i Banqué, M. / Morán Mora, C., Derecho...,
cit., pp. 106 y s.; Silva Sánchez, J. M., Delitos..., cit., p. 70.; Trabado Alvarez, C., Protec-
ción..., cit., pp. 50 y ss., y 63 y s., así como el voto particular formulado a la STCe
177/1999, de 11 de octubre. Ante esta cuestión, los autores reclaman que se bus-
quen vías que permitan compaginar el respeto a las garantías inherentes al princi-
pio ne bis in idem con el relevante postulado de la prevalencia de la jurisdicción penal,
reiterado en toda la jurisprudencia constitucional referente al principio estudiado.
Se distancian de la opinión manifestada en el texto Prat García, J. M. / Soler
Matutes, P., El delito..., cit., pp. 83 y ss., y la propia STCe 177/1999, de 11 de octu-
bre. En la misma línea, llega a cuestionar el postulado de la prevalencia del en-
juiciamiento penal Calvo Charro, M., Sanciones medioambientales, Madrid, 1999,
pp. 100 y ss.
159
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
69
Enfatizan particularmente este hecho Prat García, J. M. / Soler Matutes,
P., El delito..., cit., pp. 83 y s., que también es considerado en la STCe 177/1999,
de 11 de octubre.
70
Cfr., sobre ello, Corcoy Bidasolo, M. / Gallego Soler, I., Infracción..., cit.,
p. 174 –quienes entienden que esta solución supondría también una vulneración
de la división de poderes–. Prats Canut, J. M. / Marqués i Banqué, M. / Morán
Mora, C., Derecho..., cit., p. 101.
No obstante, Gómez Rivero, M.C., El régimen de autorizaciones en los delitos rela-
tivos a la protección del medio ambiente y ordenación del territorio, Valencia, 2000, p. 20,
Nº 12, parece defender esta opción, planteando que la falta de abstención consti-
tuye una causa de nulidad del acto administrativo, conforme al art. 62.2 L. 30/
1992. En el mismo sentido se pronuncia Trabado Alvarez, C., Protección..., cit., p. 63,
destacando que dicha nulidad puede ser declarada por el tribunal penal si es ins-
tada, en virtud del art. 3 LECrim, o por los tribunales de la jurisdicción conten-
cioso-administrativa. En el mismo sentido se pronuncia, no sin ciertas matizaciones
(en el sentido de apuntar que en caso de duda el juez puede plantear una cues-
tión prejudicial), Vercher Noguera, A., Las autorizaciones administrativas y los deli-
tos contra el medio ambiente, en AP, 1995-2., p. 911.
160
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
71
Cfr. Corcoy Bidasolo, M. / Gallego Soler, I., Infracción..., cit., pp. 174 y 176,
así como la STCe 177/1999.
72
Cfr. Prats Canut, J. M. / Marqués i Banqué, M. / Morán Mora, C., Derecho...,
cit., pp. 101 y s.
73
Esta solución ha sido defendida expresamente por Prats Canut, J. M. / Mar-
qués i Banqué, M. / Morán Mora, C., Derecho..., cit., pp. 108 y s.; Silva Sánchez, J.
M., Delitos..., cit., p. 70.
74
Cfr. Corcoy Bidasolo, M. / Gallego Soler, I., Infracción..., cit., pp. 176 y ss.
161
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
* Este trabajo fue presentado por Luz María Puente Aba, doctora en dere-
cho. Becaria postdoctoral, Universidad de La Coruña, España, el día 9 de octu-
bre de 2002.
75
Cfr. Quintero Olivares, G., Manual de Derecho Penal. Parte general, 2002, 684
y 681-682; el mismo autor, en La responsabilidad civil “ex delicto” (Quintero Oliva-
res, G. / Cavanillas Múgica, S. / De Llera Suárez-Bárcena, E.), 2002, p. 128. La
actividad de reparación también es prevista como circunstancia atenuadora de la
sanción en las infracciones administrativas; vid. por ejemplo el art. 97.3 de la Ley
Nº 22/1988, de 28 de julio, de costas.
162
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
76
Cfr. Silva Sánchez, Delitos contra el medio ambiente, cit., p. 181; Boix Reig, en
Vives Antón, T.S. y otros, Derecho penal. Parte especial, Valencia, 1999, p. 653.
163
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
77
Vid. al respecto Queralt Jiménez, J. J., Derecho penal español. Parte especial,
Barcelona, 1996, pp. 738; de acuerdo Faraldo Cabana, P., Las causas de levantamiento
de la pena, Valencia, 2000, pp. 278-279. Manifiesta también Terradillos Basoco, J.,
Delitos relativos a la protección del patrimonio histórico y del medio ambiente, cit., p. 57,
que el término reparación debe interpretarse en sentido amplio, abarcando tan-
to la reparación del perjuicio causado como la neutralización del peligro desen-
cadenado.
78
Cfr. Silva Sánchez, Delitos contra el medio ambiente, cit., p. 178; Faraldo Caba-
na, Las causas de levantamiento de la pena, cit., p. 281; Carmona Salgado, Curso de
derecho penal español, cit., p. 90. También interpreta así el texto legal, si bien consi-
164
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
derando que tal límite temporal es excesivo, De la Cuesta Arzamendi, J. L., Delitos
contra los recursos naturales y el medio ambiente: Capítulo III, Tít. XVI, Libro II del Nue-
vo Código Penal de 1995, en AP 1998-1, marg. 305.
79
Cfr. Quintero Olivares, en La responsabilidad civil “ex delicto” (Quintero /
Cavanillas / De Llera), cit., pp. 128-129; Prats Canut / Marqués i Banqué, Comen-
tarios al nuevo Código Penal, cit., p. 1627.
80
Así lo manifiestan Conde-Pumpido Tourón, C., en Código Penal. Doctrina y
jurisprudencia (Conde-Pumpido Ferreiro, C., dir.), tomo II, Madrid, 1997, p. 3299;
Silva Sánchez, Delitos contra el medio ambiente, cit., p. 181.
165
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
81
Cfr. Faraldo Cabana, Las causas de levantamiento de la pena, cit., p. 279; De
Vega Ruiz, J. A., Delitos contra el medio ambiente, la ordenación del territorio, el patrimo-
nio histórico y la flora y fauna en el Código Penal de 1995, Madrid, 1996, p. 145. Vid.
sobre la suficiencia de la reparación parcial para proceder a la aplicación de la
atenuante 5ª del art. 21, por ejemplo, Borja Jiménez, E., Las circunstancias atenuantes
en el ordenamiento jurídico español, Valencia, 2002, pp. 186-187; y Orts Berenguer,
E., en Comentarios al Código Penal de 1995 (Vives Antón, T. S., coord.), vol. I, Va-
lencia, 1996, pp. 210-211. Vid. sobre la exigencia del esfuerzo del responsable en
la medida de su propia capacidad, Mir Puig, S., Derecho penal. Parte general, Barce-
lona, 2002, p. 606; Valle Muñiz, J. M., en Comentarios al Nuevo Código Penal, cit.,
p. 218; Tamarit Sumalla, J. M., La reparación a la víctima en el derecho penal (Estudio
y crítica de las nuevas tendencias político-criminales), Barcelona, 1994, p. 64.
82
Cfr. Silva Sánchez, Delitos contra el medio ambiente, cit., p. 178. Carmona Sal-
gado, en Curso de derecho penal español. Parte especial II (Cobo del Rosal, M., dir.),
Madrid, 1997, p. 90, manifiesta por su parte que para aplicar el art. 340 CPe no
es necesaria una reparación efectiva, sino que bastaría con que el sujeto dirigiese
sus esfuerzos a tal fin pero sin llegar a conseguirlo.
166
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
167
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
83
Cfr. Llorca Ortega, J., Manual de determinación de la pena conforme al Código
Penal de 1995, Valencia, 1999, pp. 88-89; González Cussac, J. L., Teoría general de
las circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, Valencia, 1988, pp. 225-
226. Vid. también Salinero Alonso, C., Teoría general de las circunstancias modificati-
vas de la responsabilidad criminal y art. 66 del Código Penal, Granada, 2000, p. 177,
nota 225.
168
EXCURSO: OTRAS CUESTIONES DOGMATICAS...
169
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
84
Resaltan precisamente la necesidad de dar un enfoque preventivo al dere-
cho ambiental Blanco Lozano, El delito ecológico. Manual operativo, cit., pp. 127 y ss.;
Quintero Olivares, en Comentarios al Nuevo Código Penal, cit., pp. 1579-1580.
170
CAPITULO QUINTO
171
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
172
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
1
Entrevista al profesor Malcom Grant, Department of Land Economy, Uni-
versity of Cambridge, UK, mayo, 2001.
173
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
174
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
2
Water Resources Act, 1991, Section 8(1), Offenses of Polluting Controlled
Waters (traducción no oficial).
175
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
b) Determinación de la pena
176
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
3
Ver infra.
4
Alphacell Ltd. v. Woodward [1972] 2 All ER 475.
177
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
5
R. v. Milford Haven Port Authority [2000] Env LR 632.
178
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
6
Ver supra.
179
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
180
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
7
7 U.S.C. § 136-136y.
8
15 U.S.C. § 2601-2629.
9
Ver C. Schroeder, Cool Analysis Versus Moral Outrage in the Development of Fede-
ral Environmental Criminal Law, 35 Wm. & Mary L. Rev. 251, 1993.
10
Entrevista a Steve Herman, EPA Head of Enforcement, julio 2001.
11
R. Lazarus, Assimilating Environmental Protection into Legal Rules and the Pro-
blem with Environmental Crime, 27 Loy. Los Angeles Law Rev. 867, (1994).
181
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
12
PEER, Public Employees for Environmental Responsibility, Press Release
10 January 2002, http://www.peeer.org-press-203.html.
13
J. Starr, Turbulent Times at Justice and EPA: The Origins of Environmental Criminal
Prosecutions and the Work that Remains, 59 Geo. Wash. L. Rev. 900 (1991); J. Strock,
Environmental Criminal Enforcement Priorities for the 1990s, 59 Geo. Wash. L. Rev. 916
(1991).
182
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
14
Entrevista S. Herman.
183
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
nales, sino que además surge a partir de las sucesivas reformas que
se han introducido a estas leyes especiales. En los EE.UU., las prin-
cipales leyes ambientales que han incluido delitos ambientales son
el Clean Air Act (CAA),15 el Clean Water Act (FWPCA).16 Luego se
promulgaron el Resource Conservation and Recovery Act (RCRA)17 para
tratar el problema del manejo de los desechos peligrosos, “desde
la cuna hasta la tumba”, seguido del Comprehensive Environmental
Response, Conservation and Liability Act (CERCLA),18 el cual estable-
ció mecanismos para la limpieza de los sitios contaminados con
desechos peligrosos. Finalmente, el Federal Insecticide, Fungicide
and Rodenticide Act (FIFRA)19 y la Toxic Substances Control Act
(TSCA) 20 también introducen delitos ambientales en el ámbito
de las sustancias químicas.
15
Clean Air Act, 33 U.S.C. § 7413.
16
Clean Water Act, 33 U.S.C. § 1319.
17
Resource Conservation and Recovery Act, 42 U.S.C. § 6928.
18
Comprehensive Environmental Response, Compensation, and Liability Act, 42 U.S.C.
§ 9603.
19
7 U.S.C. § 136-136 y.
20
15 U.S.C. § 2601-2629.
21
J. Cooney et al., Environmental Crimes Deskbook, Environmental Law Institu-
te, 1996, p. 24.
184
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
ciales, ofrece una reseña sobre las categorías gruesas del sistema
de protección penal ambiental. Es así como se distinguen ciertos
delitos con un mayor contenido administrativo, de aquellos deli-
tos que afectan al medio ambiente de manera más directa. Por
último, también se toca brevemente la reciente introducción de
delitos de peligro.
185
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
22
K. Brickey, Environmental Crime at the Crossroads: The Intersection of Environ-
mental and Criminal Law Theory, 71Tul. L. Rev. 487, 1996.
186
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
23
874 F.2d 740, 19 ELR 21061 (10th Cir. 1989).
24
977 F.wd 27, 23 ELR 20102 (1st Cir. 1992).
187
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
25
784 F. Supp. 6, 22 ELR 21027.
26
Entrevista al profesor R. Lazarus, Georgetown University Law School, julio
2001.
27
Ver W. Thomas, et. al., Crafting Superior Environmental Enforcement Solutions,
ELI-ELR, 2000; M. Mazza, The New Evidentiary Privilege For Environmental Audit Re-
ports: Making The Worst Of A Bad Situation, 23 Ecology L.Q. 79, 1996; C. Murnane,
Criminal Sanctions For Deterrence Are A Needed Weapon, But Self-Initiated Auditing Is
Even Better: Keeping The Environment Clean And Responsible Corporate Officers Out Of
Jail, 55 Ohio St. L.J. 1181, 1994.
28
Ver D. Buente y K. Thomson, The Changing Face of Federal Environmental Cri-
minal Law: Trends and Developments-1999-2001, 31 ELR 11340, nov. 2001.
29
Ver H. Maher, Attempting To Legislate Attempted Environmental Crimes, 15 Pace
Envtl. L. Rev. 735, 1998; C. Boyden, R. Marzulla, J. Shanahan, Attempted Environ-
mental Crimes: A Flawed Concept, Journal of Law and Politics, 1998.
30
S. Humphreys, An Enemy Of The People: Prosecuting The Corporate Polluter As
A Common Law Criminal, 39 Am. U. L. Rev. 311, 1990; M. Benson, Investigating Cor-
porate Crime: Local Responses To Fraud And Environmental Offenses 28 W. St. U. L. Rev.
87, 2000-2001; E. Jessup, Environmental Crimes And Corporate Liability: The Evolution
Of The Prosecution Of “Green” Crimes By Corporate Entities, 33 New Eng. L. Rev. 721,
1999.
188
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
31
J. Lemkin, Deterring Environmental Crime Through Flexible Sentencing: A Propo-
sal For The New Organizational Environmental Sentencing Guidelines, 84 Calif. L. Rev.
307, 1996; L. Lundin, Sentencing Trends In Environmental Law: An “Informed” Public
Response, 5 Fordham Envtl. L. J. 43, 1993.
32
D. Riesel, Environmental Enforcement: Civil and Criminal, Law Journal Press,
1999, ss. 6.01-7.04.
33
R. Lazarus, Meeting the Demands of Integration in the Evolution of Environmen-
tal Law: Reforming Environmental Criminal Law, 83 Geo. L.J. 2407 (1995).
189
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
b) Mens rea
34
R. Lazarus, Fairness in Environmental Law, Northwestern School of Law of Lewis
and Clark College, Environmental Law, Vol. 27, Number 3, 1997, pp. 732-738.
35
C. Crawford, Criminal Penalties For Creating A Toxic Environment: Means Rea,
Environmental Criminal Liability Standard And The Neurotoxicity Hypothesis, 27 B.C.
Envtl. Aff. L. Rev. 341, 2000; A. Turner, Mens Rea in Environmental Crime Prosecutions:
Ignorantia Juris and the White Collar Criminal, Columbia Journal of Environmental
Law, 23:137, pp. 217-236; R. Lazarus, Mens Rea In Environmental Criminal Law: Rea-
ding Supreme Court Tea Leaves, 7 Fordham Envtl. L. J. 861, 1996; S. Calcote, Crimi-
nal Intent In Federal Environmental Statutes: What Corporate Officers And Employees Should
190
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
36
342 U.S. 246 (1952).
37
Ver Staples v. United States, 511 U.S. 600 (1994); United States v. Freed, 401
U.S. 601 (1972).
38
402 U.S. 558 (1971) en 565.
191
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
39
176 F.3d 1116 (9th Cir. 1999), cert. denied, 528 U.S. 1102 (2000).
40
165 F. 3d 755 (10th Cir. 1999).
41
J. Cooney et al., Environmental Crimes Deskbook, Environmental Law Institu-
te, 1996, p. 24.
42
United States v. Frezzo Bros, United States v. Hayes International Corp., United States
v. Hoflin, United States v. Dee, United States v. Buckley, United States v. Baytank (Houston)
Inc., United States v. Dean, United States v. Goldsmith.
192
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
43
741 F.2d 662, 14 ELR 20634 (3d Cir. 1984), cert. denied sub nom. Angel v.
United States, 469 U.S. 1208 (1985).
44
968 F.2d 795f, 22 ELR 21498 (9 th Cir. 1992).
45
10 F.3d 961, 24 ELR 20221 (2d Cir. 1993), cert. denied sub nom. Goldman v.
United States, 114 S. Ct. 1649 (1994).
46
29 F.3d 264, 24 ELR 21353 (9th Cir. 1994).
193
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
47
35 F.3d en 1283-4, 24 ELR en 21506.
48
101 F.3d 386 (5th Cir. 1996).
194
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
49
Ver United States v. Sinskey, 119 F.3d 712 (8th Cir. 1997) y United States v. Wil-
son, 1997 WL 785530 (4th Cir. 1997).
50
167 F.3d 1176 (7th Cir. 1999).
51
Ver S. Wolf, Journal of Land Use & Environmental Law Fall, 1993; Finding
An Environmental Felon Under The Corporate Veil: The Responsible Corporate Officer Doc-
trine And RCRA, 9 J. Land Use & Envtl. L. 1, 1993; B. Hartman y C. De Monaco,
The Present Use Of The Responsible Corporate Officer Doctrine In The Criminal Enforce-
ment Of Environmental Laws, 23 ELR 10145, 1993.
52
21 U.S.C. §§ 301-392.
53
320 U.S. 277 (1943).
195
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
54
421 U.S. 658 (1975).
196
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
mar las decisiones que permitan cumplir con las normas ambien-
tales.
Las Cortes han establecido ciertos límites a la aplicación de
la doctrina del ejecutivo responsable a través de sucesivos fallos.
Entre estos se encuentra United States v. Brittain,55 en el cual el
acusado era director de servicios públicos de una ciudad, con
responsabilidad sobre la operación de la planta de tratamientos
de residuos. La evidencia indicaba que el personal le había in-
formado al director que ciertos contaminantes estaban siendo
derramados en un estero del lugar, en violación a los permisos.
La evidencia también indicaba que el director personalmente
había observado las descargas, pero había instruido al supervi-
sor de la planta no informar a la EPA, en violación al permiso.
El Décimo Circuito sostuvo que:
“Pensamos que el Congreso consideró que este objetivo [el
de restaurar la integridad de las aguas de la nación] es más im-
portante que las dificultades que pueden sufrir los ejecutivos res-
ponsables condenados a pesar de su falta de conciencia de la
ilicitud. Bajo esta interpretación, un ejecutivo responsable no
necesariamente debe causar, a sabiendas o por negligencia, la
violación del permiso. Más bien, la voluntariedad o negligencia
del agente se le imputa en virtud de su posición de responsabi-
lidad”.56
Otro caso importante es el de United States v. MacDonald &
Watson Waste Oil Co.,57 en el cual una empresa y su presidente fue-
ron condenados por transportar residuos peligrosos a una planta
que no tenía permiso. La evidencia indicaba que el presidente
había participado en la administración del día-a-día, y que había
sido informado acerca de envíos ilegales previos de desechos pe-
ligrosos. Con todo, no existía evidencia directa sobre el conoci-
miento del presidente en el caso específico en juicio. En este caso,
el Primer Circuito revocó la condena del tribunal a quo por ha-
ber instruido al jurado de manera incorrecta. El Primer Circuito
sostuvo que la doctrina del ejecutivo responsable no podía ser usa-
55
931 F.2d 1413, 21 ELR 21092 (10 th Cir. 1991).
56
Id. en 1419.
57
933 F.2d 35 (1st Cir. 1991).
197
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
58
766 F. Supp. 873 (E.D. Wash. 1991).
59
934 F.2d 599 (5th Cir. 1991).
60
Para crítica al gobierno ver K. Onsdorff y J. Mesnard, The Responsible Corpo-
rate Officer Doctrine in RCRA Criminal Enforcement: What You Know Can’t Hurt You,
22 ELR 10099.
61
162 F.3d 1015 (9th Cir. 1998).
62
Nº 99-11638 (11th Cir. Oct. 1, 1999).
63
242 F.3d 528 (4th Cir. 2001).
198
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
64
Ver Montana v. United States, 440 U.S. 147, 153 (1979); D. Buente et al., The
Civil Implications of Environmental Crimes, en A.L.I.-A.B.A., Criminal Enforcement
of Environmental Laws 395 (1994).
199
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
65
26 U.S.C. § 162(a), (f); Treas. Reg. § 1.162-21(b)(1)(i).
66
905 F.2d 667 (2d Cir. 1990) en 673.
200
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
67
991 F.2d. 292 (6th Cir. 1993) en 298-9.
68
63 T.C.M. (CCH) 2672 (1992), aff’d, 54 F.3d 767 (3d Cir. 1995).
69
Equivalente a la Superintendencia de Valores.
70
17 C.F.R. § 229.101.
71
Id. en § 229.103.
72
985 F.2d 1190 (2d Cir. 1993).
201
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
a) Desafíos institucionales
b) Desafíos sociales
202
EL DERECHO PENAL AMBIENTAL EN LA TRADICION DEL COMMON LAW
c) Desafíos normativos
203
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
204
CAPITULO SEXTO
* Capítulo preparado por los profesores Jean Pierre Matus Acuña, Marcos
Orellana Cruz, Marcelo Castillo Sánchez, y María Cecilia Ramírez Guzmán.
1
Ver Infra, 6.3.
2
Cfr. Libster, Mauricio H.: Delitos ecológicos, 2ª ed., Buenos Aires, 2000.
205
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
3
Para este apartado se ha extractado el contenido de la tesis de grado dirigi-
da por el profesor Jean Pierre Matus Acuña, titulada “Análisis de los delitos ambien-
tales contenidos en el Código Penal y las leyes especiales chilenas”, de los alumnos Rodrigo
Troncoso y Scarlet Quiroga, Universidad de Talca, 2002. Al respecto, puede con-
sultarse, además, Fernández Bitterlich, op. cit., pp. 130 y s., y Fuentes Olivares,
op. cit., pp. 622 y ss.; Silva Silva, Hernán: Delito ecológico, en Revista de Derecho U.C.
Stsa. Concepción, vol. IV Nº 4 (1995), pp. 73 y ss.; Künsemüller, Carlos: Protección
legal del medio ambiente: qué enseñar, qué investigar, en Gaceta Jurídica, año XIII, Nº 85
(1987), pp. 6 y ss.; y especialmente, Castillo, Marcelo: Régimen Jurídico de Protección
del Medio Ambiente, Aspectos Generales y Penales, Santiago, 1994, pp. 195 y ss.
206
LAS INSUFICIENCIAS DEL ESTADO ACTUAL DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO...
207
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
A este respecto, nuestra ley es, sin duda, más pródiga y cumple
de mejor manera las prescripciones del derecho internacional,
pues no sólo se castiga la propagación sin permiso de la autori-
dad de enfermedades o plagas animales (art. 289 del Código
Penal), sino también la “propagación indebida” de cualquier
organismo, producto, elemento o agente químico, viral, bacte-
riológico, radiactivo o de cualquier otro orden que por su natu-
raleza sea susceptible de poner en peligro la salud animal o
vegetal, o el abastecimiento de la población. En estas figuras es
donde mejor aparece recogida la idea del castigo a la emisión
indebida de un contaminante, en los términos del art. 2º de la
Ley Nº 19.300 (“todo elemento, compuesto, sustancia, derivado
químico o biológico, energía, radiación, vibración, ruido, o una
combinación de ellos, cuya presencia en el ambiente, en cier-
tos niveles, concentraciones o períodos de tiempo, pueda cons-
tituir un riesgo a la salud de las personas, a la calidad de vida
de la población, a la preservación de la naturaleza o a la conser-
208
LAS INSUFICIENCIAS DEL ESTADO ACTUAL DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO...
209
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
210
LAS INSUFICIENCIAS DEL ESTADO ACTUAL DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO...
211
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
212
LAS INSUFICIENCIAS DEL ESTADO ACTUAL DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO...
4
Actualmente se han dictado sólo las siguientes normas de emisión:
a) Respecto de contaminantes en el aire, por fuentes móviles: D.S. Nº 104 de 2000
(Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones), Norma de emisión para mo-
tocicletas; Decreto Nº 130 de 2002 (Ministerio de Transportes y Telecomunicacio-
nes, Subsecretaría de Transportes), Normas de emisión de Co, Hct, Hcnm, Ch4,
Nox y material particulado para motores de buses de locomoción colectiva de la
ciudad de Santiago; Decreto Nº 103 de 2000 (Ministerio de Transportes y Teleco-
municaciones y Comisión Nacional del Medio Ambiente), Norma la emisión de
hidrocarburos no metánicos para vehículos livianos y medianos; D.S. Nº 4 de 1994
(Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones), Normas de emisión de conta-
minantes aplicables a los vehículos motorizados;
b) Respecto de la contaminación del aire por otras fuentes: D.S. Nº 167 de 1999
(Ministerio Secretaría General de la Presidencia), Norma de emisión para olo-
res molestos; D.S. Nº 165 de 1999 (Ministerio Secretaría General de la Presiden-
cia), Norma de emisión para la regulación del contaminante arsénico emitido
al aire.
c) Respecto de la emisión de contaminantes en las aguas: D.S. Nº 90 de 2000 (Mi-
nisterio Secretaría General de la Presidencia), Norma de emisión para la regula-
ción de contaminantes asociados a las descargas de residuos líquidos a aguas
marinas y continentales superficiales; y D.S. Nº 46 de 2002 (Ministerio Secretaría
General de la Presidencia), Norma de emisión de residuos líquidos a aguas sub-
terráneas.
d) Respecto de la emisión de contaminación lumínica en la II, III y IV Región: D.S.
Nº 686 de 1998 (Ministerio de Economía, Fomento y Reconstrucción), Norma de
emisión para la regulación de la contaminación lumínica.
e) Respecto de la contaminación por ruidos molestos: D.S. Nº 146 de 1997 (Minis-
terio Secretaría General de la Presidencia), Norma de emisión de ruidos moles-
tos generados por fuentes fijas.
213
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
5
Ver al respecto: art. 29 DL 1.305/1976, que reestructura y regionaliza el Mi-
nisterio de la Vivienda y Urbanismo; art. 17 DL 1.939/1977; art. 1º Ley Nº 18.270,
Establece Normas para el Otorgamiento de Títulos Gratuitos de Dominio sobre
Tierras Fiscales Rurales en la XI Región; arts. 11 inc. 4º y 18 inc. 3º Ley Nº 18.883,
Aprueba Estatuto Administrativo de los Funcionarios Municipales; arts. 12 inc. 4º
y 17 inc. 3º. Ley Nº 18.834, Estatuto Administrativo; art. 6º Ley Nº 19.360; art. 18
Ley Nº 18.603, Ley Orgánica Constitucional de Partidos Políticos; art. 16 DL 539/
1974, Establece Normas sobre Reajustabilidad y Pago de Dividendos de Deudas
Habitacionales.
6
Ver al respecto: art. 70 Ley Nº 16.741, Establece Normas para Saneamiento
de los Títulos de Dominio y Urbanización de Poblaciones en Situación Irregular;
art. 1º Ley Nº 19.083, Establece Normas sobre Reprogramación de Deudas del Cré-
214
LAS INSUFICIENCIAS DEL ESTADO ACTUAL DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO...
dito Fiscal Universitario; art. 6º Ley Nº 19.287, Modifica Ley Nº 18.591 y Estable-
ce Normas sobre Fondos Solidarios de Crédito Universitario; art. 50 Ley Nº 19.162,
Establece Sistema Obligatorio de Clasificación de Ganado; art. 37, inc. 2º Ley
Nº 18.168, General de Telecomunicaciones; art. 50 Ley Nº 18.933, Crea la Super-
intendencia de Instituciones de Salud Previsional; art. 49 DFL 251/1931, sobre
Compañías de Seguros, Sociedades Anónimas y Bolsas de Comercio; art. 59, le-
tras a) y f) Ley Nº 18.045, sobre Mercado de Valores; art. 49 Ley Nº 18.876, Esta-
blece el Marco Legal para la Constitución y Operación de Entidades Privadas de
Depósito y Custodia de Valores; art. 59 Ley Nº 18.840 Orgánica Constitucional del
Banco Central de Chile; art. 19 bis Ley Nº 18.902, Crea Superintendencia de Ser-
vicios Sanitarios; 158 DFL 3/1997 (Hacienda), Ley General de Bancos; art. 8º
DFL 15/1991 (Vivienda), Establece Normas sobre Deudores Habitacionales Ley
Nº 19.003; art. 3º Ley Nº 19.353, Condona deudas que indica derivadas del pro-
ceso de Reforma Agraria.
7
Materia que por su gravedad ha concitado la atención de los Honorables
Srs. Diputados patrocinantes de las mociones sobre el proyecto de ley que esta-
blece penalidades a los vertederos clandestinos (Boletín 2401-12) y sobre el que
prohíbe el traslado y posterior depósito de basuras y desperdicios generados en
una región, en el territorio de otra (Boletín 2721-12).
215
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
8
Ver al respecto: art. 3 DL 3.631/1981, Fija Normas sobre Universidades;
art. 25 D.L. 3.500/1980, establece Sistema de Pensiones; art. 60 letras a), b) y c)
Ley Nº 18.045, sobre Mercado de Valores; art. 46 DFL 251/1931 sobre Compañías
de Seguros, Sociedades Anónimas y Bolsas de Comercio; art. 48 DFL 251/1931 so-
bre Compañías de Seguros, Sociedades Anónimas y Bolsas de Comercio; art. 51 DFL
251/1931 sobre Compañías de Seguros, Sociedades Anónimas y Bolsas de Comer-
cio; art. 39 DFL 3/1997 (Hacienda), Ley General de Bancos; art. 23, incs. 1º a 3º
Ley Nº 18.933, Crea la Superintendencia de Instituciones de Salud Previsional; art. 38
Ley Nº 19.220, Regula Establecimientos de Bolsas de Productos Agropecuarios;
art. 8º inc. 1º Ley Nº 19.491, Regula Funcionamiento de Administradoras de Re-
cursos Financieros de Terceros destinados a la Adquisición de Bienes; art. 76 Ley
Nº 19.518, Fija Nuevo Estatuto de Capacitación y Empleo; art. 30, incs. 5º a 7º Ley
Nº 19.728, Establece un Seguro de Desempleo; art. 36 B, letra a), Ley Nº 18.168
General de Telecomunicaciones; art. 63 Ley Nº 18.045, sobre Mercado de Valo-
res; art. 205 Ley Nº 18.290; art. 23, incs. 1º y 2º, Ley Nº 18.118 Legisla sobre el ejer-
cicio de la Actividad de Martillero Público; y art. 495 Nº 9 CP.
9
Lamentablemente, en la sesión 7ª de la 347ª Legislatura ordinaria
(13.06.2002) la importante, aunque insuficiente, moción sobre un proyecto de
ley que prohibía el ingreso al territorio nacional de desechos provenientes de ter-
ceros países (boletín Nº 150-11), fue archivada por la Cámara de Diputados en su
tercer trámite constitucional, a sugerencia de la Comisión de Recursos Naturales,
Bienes Nacionales y Medio Ambiente, donde se esgrimió que dichas conductas
ya se encontraban reguladas en el Convenio de Basilea sobre el Control de los
Movimientos Transfronterizos de los Desechos Peligrosos y su Eliminación, lo que
si bien es cierto en cuanto obligación internacional (ver supra II), no lo es si la Cá-
mara creyó que bastaría con la aprobación de dicha Convención para modificar
216
LAS INSUFICIENCIAS DEL ESTADO ACTUAL DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO...
la ley nacional y establecer delitos y penas, pues no son las convenciones interna-
cionales fuentes del derecho penal interno, mucho menos cuando en ellas se es-
tablece la obligación de legislar, naturalmente, una vez que se haya aprobado el
Convenio que obliga en ese sentido.
10
Además de las mociones citadas arriba en el texto, con especial incidencia
en la penalización de conductas que afectan al medio ambiente, se encuentran
en tramitación las mociones sobre el Proyecto que prohíbe el traslado y posterior
depósito de basuras y desperdicios generados en una región, en el territorio de
otra (Boletín 2721-12), y un número importante de mociones sobre protección
del medio ambiente desde diferentes puntos de vista (Boletines 2725-12, 2992-
12, 2238-12, 2703-12, entre otros).
11
Moción agregada a la cuenta de la Sesión 2ª de la Legislatura 338, de 3 de
junio de 1998.
217
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
12
Artículo 1º. El que contraviniendo gravemente las normas primarias de cali-
dad ambiental que establecen los valores de las concentraciones y períodos máxi-
mos o mínimos permisibles de elementos, compuestos, sustancias, derivados
químicos o biológicos, energías, radiaciones, vibraciones, ruidos o combinación de
ellos, cuya presencia o carencia en el ambiente pueda constituir un riesgo para la
vida o la salud de la población, será sancionado con la pena de presidio menor en
su grado medio a máximo. Si la contravención de las normas constituye un riesgo
para la protección o la conservación del medio ambiente, o la preservación de la
naturaleza, la pena será de presidio menor en su grado mínimo a medio.
Si dichas violaciones se producen por negligencia grave, la pena se rebajará
en un grado.
En caso de reincidencia, las penas anteriormente señaladas se aumentarán
en un grado.
En los casos previstos en este artículo podrá acordarse la clausura temporal
o definitiva del establecimiento, pudiendo además el tribunal disponer la inter-
vención de la empresa, para resguardar los derechos de los trabajadores.
13
Artículo 2º. Si como consecuencia de las conductas penales descritas en el
artículo anterior, se produjera, por imprudencia grave, la muerte de una persona
o una afección irreversible en su salud, la pena aplicable será la de presidio me-
nor en su grado máximo a presidio mayor en su grado mínimo.
Artículo 3º. Si como consecuencia de la contravención de las normas de ca-
lidad ambiental, la destrucción del medio ambiente es irrecuperable, la pena pres-
crita en el art. 1º será de presidio menor en su grado medio a máximo.
218
LAS INSUFICIENCIAS DEL ESTADO ACTUAL DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO...
14
Artículo 4º. Las penas contempladas en la presente ley se impondrán sin
perjuicio de otras sanciones y reparaciones que contemple la legislación vigente
para las conductas descritas en los artículos anteriores.
15
En este sentido se pronunciaron los Srs. Alvaro Sapag (Director Jurídico
de CONAMA), Marcelo Castillo (experto invitado), y Claudio Osorio (Abogado
del Instituto de Libertad y Desarrollo), según consta en el Borrador del Informe
de la Comisión, que no ha sido ingresado todavía a la cuenta de la Cámara.
219
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
16
En este sentido se pronunciaron los Srs. Alvaro Sapag (Director Jurídico
de CONAMA) y el diputado Sr. Juan Bustos.
17
En este sentido se pronunció el Sr. Marcelo Castillo.
18
Ver nota Nº 12.
19
En este sentido se pronunciaron los Srs. Castillo y Osorio.
20
En este sentido se pronunciaron el Sr. Osorio y el diputado Sr. Bustos.
220
LAS INSUFICIENCIAS DEL ESTADO ACTUAL DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO...
21
En el Informe de la Comisión se citan, en este mismo sentido, además, las
opiniones de Marcel Zsantó, docente de la Universidad Católica de Valparaíso.
22
En el Informe de la Comisión, concordando con lo señalado en la moción,
se agrega la siguiente información que avala lo dicho arriba en el texto: “De acuer-
do con información publicada por el diario “El Mercurio”, de fecha 25 de junio,
el valor por camionada de residuos alcanza la suma de $ 4.000. Es decir, por me-
nos de $ 30.000 una persona resuelve su problema de residuos sólidos. En cam-
bio, si las mismas 10 toneladas son depositadas en un vertedero autorizado, la suma
se eleva a $ 46.600, sólo por dejarlos. La estimación publicada considera que la
tonelada entregada a un depósito ilegal tiene un valor de entre $ 1.800 y $ 2.000,
lo que explicaría la proliferación de los vertederos ilegales”. Además, según la in-
formación entregada a la Comisión por Juan Claudio Godoy, entonces presiden-
te de Emeres, en 1994, la Región Metropolitana contaba con 101 vertidos
indiscriminados de residuos sólidos en lugares no autorizados, de los cuales 78 se
situaban en el área urbana y 23 en zonas rurales, con una superficie afectada de
713 hectáreas, ocupando los residuos 10 millones de metros cúbicos. Por su par-
te, el doctor José Concha, Director del Servicio Metropolitano del Ambiente, in-
formó que aunque la prensa ha contabilizado 101 vertederos, en la práctica “el
catastro que tiene Sesma y los que han sido objeto de sumarios, alcanzan a dieci-
nueve”, y que “las multas que al respecto establece el Código Sanitario pueden
aumentarse o duplicarse hasta el infinito, pero en la práctica no se cumplen, aun
cuando también se puede decretar la clausura”.
221
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
23
El proyecto quedó como sigue, después de su discusión en la Comisión:
“Artículo Unico. Intercálase un nuevo art. 319 al Código Penal.
Artículo 319. El que mantuviere, administrare, operare o explotare vertede-
ros, depósitos de basura o rellenos sanitarios ilegales, será sancionado con presi-
dio menor en sus grados mínimo a medio.
En la misma sanción incurrirá el que transporte, manipule, conduzca, trasla-
de o deposite basuras, desechos o residuos en dichos lugares.
Si las basuras, residuos o desechos fueren tóxicos, peligrosos, infecciosos, co-
rrosivos, combustibles, inflamables o pusieren en grave riesgo la salud de la po-
blación o el medio ambiente, la pena podrá elevarse en uno o dos grados”.
24
En un sentido similar se manifestó ante la Comisión el Sr. Eduardo Co-
rrea, representante de Conama Región Metropolitana, pues aunque rechazó en
particular el texto del proyecto, pues entiende más eficaces otras vías de protec-
222
LAS INSUFICIENCIAS DEL ESTADO ACTUAL DEL DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO...
ción diferentes a la penal, afirmó que si se seguía esta última, sería preferible “pen-
sar en la creación de otras figuras penales, como pudieran ser la contaminación
de aguas, vertimiento de contaminantes atmosféricos o incluso la creación de un
delito ecológico”. También opinó en contra del Proyecto el Dr. Concha, Director
del Sesma Metropolitano, a pesar de reconocer la ineficacia de las sanciones ad-
ministrativas que muchas veces no pueden siquiera notificarse o se dirigen a per-
sonas distintas de los operadores de los vertederos clandestinos. Sin embargo, es
importante destacar el apoyo de los representantes de Hidronor, Sres. Pierre Ser-
vanti y José Javier Irureta, a la idea de imponer sanciones ejemplificadoras en esta
materia, como un mecanismo de protección de las cuantiosas inversiones que rea-
lizan los operadores de vertederos legales.
25
El parecer de la Sala se refleja en la opinión expresada por el diputado
Víctor Pérez, quien, solicitando se estudie más detenidamente la materia, funda-
menta esta petición con la pregunta acerca de “si el proyecto en discusión resuel-
ve el problema [de los basurales clandestinos]”, pues, en consonancia con la
opinión del diputado Navarro, afirma “que aquí estamos atacando sólo una parte
–me temo que muy pequeña– de las dificultades ocasionadas por los basurales
clandestinos, mediante el establecimiento de una figura penal: a quien tenga un
vertedero o traslade basura se le aplicará una determinada sanción”. Añade que
la figura propuesta, por una parte, deja fuera situaciones como la autorización
indebida de los mismos (cita el ejemplo del basural en la comuna de Cabrero,
autorizado por el Servicio de Salud de esa provincia, pero no por la Comisión
Regional del Medio Ambiente); y por otra, como señaló también el diputado Exe-
quiel Silva, la figura penal afecta del mismo modo al propietario del predio en el
que se deposita basura, a los dueños de los camiones que transportan residuos
en forma ilegal, y a las personas naturales que depositan una bolsa, un cajón o
cualquier desecho en un vertedero ilegal, por lo que “al no existir una gradua-
ción, es decir, al no haber distintas penas, ocurrirá lo que siempre sucede en nues-
tros tribunales de justicia: los jueces evitarán aplicar sanciones, porque éstas
pueden resultar desproporcionadas”; y además, no señala una autoridad encar-
gada de la acción penal en estos casos, pues “se sabe que cuando todos pueden
iniciar una acción penal, al final nadie lo hace, porque no entregamos a una au-
toridad la facultad de representar a la comunidad”.
223
CAPITULO SEPTIMO
* Capítulo preparado por los profesores Jean Pierre Matus Acuña, Marcos
Orellana Cruz, Marcelo Castillo Sánchez y María Cecilia Ramírez Guzmán.
1
Cfr. al respecto, Lizaur, op. cit., pp. 41 y ss., quien reseña además los condi-
cionamientos propios del sistema de la Unión Europea, que hacen inevitable esta
clase de regulación. Un buen ejemplo de estos condicionamientos de derecho in-
ternacional lo constituye la iniciativa de la Comisión Europea, que, siguiendo las
indicaciones del Consejo Europeo de Tampere de 15 y 16 de octubre de 1999, ha
propuesto el 13 de marzo de 2001 al Parlamento Europeo la dictación de una
directiva relativa a la protección del medio ambiente por medio del derecho penal (COM
(2001) 139. Final), con la justificación, entre otras, de que “la experiencia ha mos-
trado que las sanciones establecidas actualmente por los Estados miembros no son
suficientes para hacer cumplir en su totalidad el derecho comunitario”, que exi-
ge “garantizar un nivel de protección elevado del medio ambiente” (art. 174.2 CE).
225
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
2
Ver nota Nº 1.
3
En este mismo sentido, cfr. Carvalho, Iván Lira de: Direito penal mínimo, exi-
mentes e dirimentes nos crimes ambientais, en Enfoque Jurídico, JAN/FEV 97, pp. 16 y s.
En Chile, el reclamo doctrinal en este sentido lo podemos encontrar ya desde el
año 1993, en el artículo de Peter Sharp V., La necesidad de un derecho penal ecológi-
co, en Revista de Derecho, Universidad de Concepción, julio-diciembre de 1993,
pp. 86 y ss.
226
CONCLUSIONES Y PROPUESTA PARA UN NUEVO DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO
227
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
4
Crítica que muy claramente expresó, en la discusión en el seno de la Comi-
sión de Recursos Naturales, Bienes Nacionales y Medio Ambiente, sobre el pro-
yecto de ley que tipifica el delito ambiental, el representante del Instituto Libertad
y Desarrollo, abogado Claudio Osorio (Boletín 2177-12).
5
Al respecto, es ilustrativa la ineficacia del SESMA en el control de los verte-
deros clandestinos, tal como su propio Director, Dr. Concha, lo reconoce, según
recoge el Informe de la Comisión de Recursos Naturales, Bienes Nacionales y Me-
dio Ambiente (Sesión 35ª de la 342ª Legislatura, 6.09.2000).
6
Vega Ruiz, José Augusto: Delitos contra el medio ambiente, ordenación del territo-
rio, patrimonio histórico, flora y fauna en el Código Penal de 1995, Madrid, 1996.
7
En palabras de Rodríguez Devesa, refiriéndose al anterior art. 347 bis: “No
se hubiera hecho mejor si, deliberadamente, se hubiese buscado la más absoluta
ineficacia” (Rodríguez Devesa / Serrano: Derecho penal español, parte especial, 17ª ed.,
Madrid, 1994, p. 1109).
228
CONCLUSIONES Y PROPUESTA PARA UN NUEVO DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO
8
Cramer, op. cit., p. 2178.
9
Rangier, Rudolf: Strafrecht, Besonderer Teil II, 2ª ed., München, 1999, p. 306.
229
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
230
CONCLUSIONES Y PROPUESTA PARA UN NUEVO DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO
231
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
Los delitos que establece el proyecto de ley son por regla gene-
ral dolosos, permitiendo tanto la imputación a título de dolo
directo como de dolo eventual, evitando utilizar expresiones como
“maliciosamente” o “con conocimiento de causa” u otras similares
que podrían llevar a interpretar la exclusión del castigo a título de
dolo eventual. Sólo respecto del delito de grave contaminación
se establece el correspondiente delito culposo, atendido que es
posible apreciar un resultado materialmente constatable, y que
en tales casos es precisamente la culpa por negligencia o infrac-
ción de reglamentos la que produce los “accidentes” ambienta-
les de mayor magnitud (art. 2º del Proyecto).
232
CONCLUSIONES Y PROPUESTA PARA UN NUEVO DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO
233
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
j) Vacancia legal
234
CONCLUSIONES Y PROPUESTA PARA UN NUEVO DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO
Título I
DE LOS DELITOS DE GRAVE CONTAMINACION AMBIENTAL
235
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
Título II
DE LOS DELITOS QUE AFECTAN EL CORRECTO FUNCIONAMIENTO
DEL SISTEMA DE EVALUACION DE IMPACTO AMBIENTAL
236
CONCLUSIONES Y PROPUESTA PARA UN NUEVO DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO
Artículo 6º. Será castigado como autor del delito del art. 228 del
Código Penal, el empleado público que debiendo o pudiendo
conceder un permiso o pronunciarse respecto de proyectos o
actividades sometidos al Sistema de Evaluación de Impacto Am-
biental, concediere dicho permiso en los casos que la ley o los
reglamentos respectivos no lo permitieren, o emitiere favorable-
mente el pronunciamiento solicitado, cuando ello no fuere le-
gal o reglamentariamente procedente.
Con la misma pena se castigará a los funcionarios o miem-
bros de la Comisión Nacional o Regional del Medio Ambiente,
según corresponda, que, debiendo rechazar conforme a la ley
o a los reglamentos el Estudio o Declaración de Impacto Am-
biental de un proyecto o actividad, no lo hagan, ya sea otorgán-
dole su aprobación directamente o dando lugar a su aprobación
por el mero transcurso de los plazos a que se refieren los arts. 17
y 18 de la Ley Nº 19.300.
La pena señalada en los incisos anteriores se aplicará, aumen-
tada en un grado, a los empleados públicos que otorguen las
autorizaciones o permisos correspondientes a un proyecto o ac-
tividad cuya Declaración o Estudio de Impacto Ambiental ha-
yan sido rechazados por la Comisión Nacional o Regional del
Medio Ambiente, en su caso.
Artículo 7º. Será castigado con las penas del art. 210 del Código
Penal, el que presentare un Estudio de Impacto Ambiental con-
teniendo datos falsos u omitiendo información relevante acer-
ca de la predicción y evaluación del impacto ambiental del
proyecto o actividad, incluidas las eventuales situaciones de ries-
go, las medidas que se adoptarán para eliminar o minimizar los
efectos adversos del proyecto o actividad y las acciones de repa-
ración que se realizarán, cuando ello sea procedente, el plan de
seguimiento de las variables ambientales relevantes que dan ori-
gen al Estudio de Impacto Ambiental, y el plan de cumplimien-
to de la legislación ambiental aplicable.
Con la misma pena se castigará al que presentare una De-
claración de Impacto Ambiental conteniendo datos falsos u omi-
237
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
Título III
DISPOSICIONES VARIAS
238
CONCLUSIONES Y PROPUESTA PARA UN NUEVO DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO
239
DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
240
CONCLUSIONES Y PROPUESTA PARA UN NUEVO DERECHO PENAL AMBIENTAL CHILENO
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DERECHO PENAL DEL MEDIO AMBIENTE
DISPOSICIÓN TRANSITORIA
242