Sei sulla pagina 1di 3

471917144.

doc (平/05/aa: ) - 1

Resurrección y reencarnación

Prof. MICHAEL F. HULL, New York

La integridad de la persona humana (cuerpo y alma en la vida

presente y la futura) ha sido y sigue siendo uno de los aspectos de la

revelación divina más difíciles de entender. Son todavía actuales las palabras

de san Agustín: «Ninguna doctrina de la fe cristiana es negada con tanta

pasión y obstinación como la resurrección de la carne» (Enarrationes in

Psalmos, Ps. 88, ser. 2, § 5). Dicha doctrina, afirmada constantemente por la

Escritura y la Tradición, se encuentra expresada de la manera más sublime en

el capítulo 15 de la Primera carta de San Pablo a los Corintios. Y es declarada

continuamente por los cristianos cuando pronuncian el Credo de Nicea:

«Creo en la resurrección de la carne». Es una expresión de la fe en las

promesas de Dios.

A menudo, aun sin el auxilio de la gracia, la razón humana llega a

vislumbrar la inmortalidad del alma, pero no alcanza a concebir la unidad

esencial de la persona humana, creada según la imago Dei. Por ello, a

menudo, la razón no iluminada y el paganismo han visto «a través de un

vidrio, borrosamente» el reflejo de la vida eterna revelada por Cristo y

confirmada por su misma resurrección corporal de los muertos, pero no

pueden ver «la dispensación del misterio escondido desde siglos en Dios,

creador del universo» (Ef 3,9). La noción equivocada de la metempsícosis

(Platón y Pitágoras) y la reencarnación (hinduismo y budismo) afirma una

transmigración natural de las almas humanas de un cuerpo a otro. La

reencarnación, que es afirmada por muchas religiones orientales, la teosofía y

el espiritismo, es muy distinta de la resurrección de la fe cristiana, según la


471917144.doc (平/05/aa: ) - 2

cual la persona será reintegrada, cuerpo y alma, el último día para su

salvación o su condena.

Antes de la parusía, el alma del individuo, entra inmediatamente,

con el juicio particular, en la bienaventuranza eterna del cielo (quizá después

de un período de purgatorio necesario para las delicias del cielo) o en el

tormento eterno del infierno (Benedicto XII, Benedictus Deus). En el

momento de la parusía, el cuerpo se reunirá con su alma en el juicio

universal. Cada cuerpo resucitado será unido entonces con su alma, y todos

experimentarán entonces la identidad, la integridad y la inmortalidad. Los

justos seguirán gozando de la visión beatífica en sus cuerpos y almas

unificados y también de la impasibilidad, la gloria, la agilidad y la sutileza.

Los injustos, sin estas últimas características, seguirán en el castigo eterno

como personas totales.

La resurrección del cuerpo niega cualquier idea de reencarnación

porque el retorno de Cristo no fue una vuelta a la vida terrenal ni una

migración de su alma a otro cuerpo. La resurrección del cuerpo es el

cumplimiento de las promesas de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento.

La resurrección del cuerpo del Señor es la primicia de la resurrección.

«Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre

viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que por Adán

mueren todos, así también todos revivirán en Cristo. Pero cada cual en su

rango: Cristo como primicia; luego los de Cristo en su venida» (1 Cor 15,21–

23). La reencarnación nos encierra en un círculo eterno de desarraigo

corporal, sin otra certidumbre más que la renovación del alma. La fe cristiana

promete una resurrección de la persona humana, cuerpo y alma, gracias a la

intervención del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para la perpetuidad del

paraíso.
471917144.doc (平/05/aa: ) - 3

En la carta apostólica Tertio millennio adveniente (14 de noviembre

de 1994), escribe Juan Pablo II: «¿Cómo podemos imaginar la vida después

de la muerte? Algunos han propuesto varias formas de reencarnación: según

la vida anterior, cada uno recibirá una vida nueva bajo una forma superior o

inferior, hasta alcanzar la purificación. Esta creencia, profundamente

arraigada en algunas religiones orientales, indica de por sí que el hombre se

rebela al carácter definitivo de la muerte, porque está convencido de que su

naturaleza es esencialmente espiritual e inmortal. La revelación cristiana

excluye la reencarnación y habla de una realización que el hombre está

llamado a alcanzar durante una sola vida terrenal» (n° 9).

Potrebbero piacerti anche