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El calvario está penumbroso, la naturaleza se conmueve ante la inminente

partida de su creador, al pie de la cruz los testigos atentos a lo que sucede; hoy
tú y yo somos los nuevos testigos, llamados a acoger con humildad las palabras
de aquel hombre que nos entrega en la cruz, su mayor prueba de amor y
misericordia.
Y es en medio de este espectáculo cruento, desde donde el cual se oye un grito
de aparente derrota, pero un grito que encierra en sí mismo el cumplimiento de
toda la escritura: “Todo está consumado”.
Si vamos a la escritura original encontraremos que la palabra griega usada para
referirse a esta frase es la expresión: “TETELESTAI”. Esta expresión era usada
en la antigüedad, con un doble sentido: el primero para referirse a una deuda
que era cancelada “TETELESTAI” (TODO ESTÁ CONSUMADO) y la segunda
era usada cuando los sacerdotes judíos aprobaban el cordero como apto para el
sacrificio pascual “TETELESTAI” (TODO ESTÁ CONSUMADO).
Esta noche, en la cruz de Jesús estos dos sentidos se hacen una realidad: el
Hijo es entregado por el Padre para cancelar la deuda de la humanidad, una
deuda que estaba lejos de nuestro alcance pagar. En esta noche es Jesús quien
por nosotros dirá al Padre: “TETELESTAI” (TODO ESTÁ CONSUMANDO), no
debemos ya nada, estamos salvados en la persona sufriente de Cristo quien
también se hace el cordero apto para el sacrificio, por eso esta noche podemos
decir al igual que los sacerdotes judíos al referirse al cordero pascual:
“TETELESTAI” (TODO ESTÁ CONSUMADO), éste que vemos crucificado,
agonizante y casi muerto por nuestros pecados, es el cordero perfecto y sin
mancha que había de ser inmolado por nuestra salvación.
Es el grito del que triunfa, del que hace la voluntad del Padre, del que amando
hasta el extremo se hizo uno con nosotros, caminó con nosotros y murió por
nosotros. Esta palabra debería resonar una vez más en nuestra vida: “Todo está
consumado”. Y aquí deberíamos preguntarnos: ¿estoy consumando en mi vida
el querer y la voluntad de Dios?
Todos estamos llamados a como Jesús gritar desde nuestra vida cotidiana:
Señor todo está consumado”. Cada uno desde nuestra propia realidad: los
padres de familia con sus hijos: Todo está consumado; la mujer que valiente
decide no abortar a su hijo: Todo está consumado; cuando en nuestros trabajos
somos honestos y cumplimos con nuestros deberes: todo está consumando;
cuando ejercemos la caridad (así como lo recuerda el lema de este mes): Todo
está consumando, cuando como agentes de pastoral estamos prestos y
obedientes al servicio de la comunidad sin quejarnos: Todo está consumado.
Pero la tarea no termina allí, hay algo más para lo que fuimos bautizados e
insertados a esta comunidad de fe que es la Iglesia, ese acontecimiento en el
cual podremos decir junto con Jesús “todo está consumado” es la MISIÓN. La
cruz de Jesús es la última etapa de una gran vida misionera, desgastada y
dolida por el anuncio del evangelio. Es la misión la que da sentido pleno a la
frase “todo está consumado”. Jesús no se quedó en la sinagoga, ni en el templo,
Jesús salió incluso de sí mismo para entregarse totalmente a quienes tenían sed
del Evangelio, prueba de esta entrega, es el acontecimiento de la cruz.
Si queremos decir con Jesús “todo está consumado” el único camino que nos
queda es ser misioneros, así como nuestra diócesis nos lo recuerda este año
como dice el lema general: “anuncio a Jesucristo”. Seamos Misioneros que día a
día, desde su familia, su lugar de vivienda, trabajo, estudio, etc, se empeñen por
anunciar el Evangelio. Ser personas de fe no implica el encerrarse en los
templos, o permanecer a perpetuidad de rodillas frente a un sagrario; ser
personas de fe implica el salir de estos lugares con la fuerza y la valentía
necesarias para hacer vida la experiencia de Dios en el otro.
Que tan distinto fuera el mundo si todos los bautizados aceptáramos la verdad
de la fe, que NO es una fe intimista ni individualista, sino que es una fe que
adquiere sentido en el hermano; que distinto sería incluso la misma Iglesia, si se
lograra entender que las Eucaristías en las que participamos, o que los grupos
de oración a los que asistimos, e incluso las plegarias y oraciones que hacemos
de manera personal, es en el otro donde adquieren el verdadero sentido
cristiano, en otras palabras: Es en la misión donde el cristiano puede decir
plenamente con Jesús “todo está consumado”
Queridos hermanos, que esta no sea una semana santa más, que no nos
quedemos en un viernes santo más, sino que en verdad esta palabra haga eco
en nuestro corazón de modo que al final de nuestras vidas terrenas al igual que
Jesús podamos decirle al Padre: “TETELESTAI”: Todo está consumado.

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