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ENRIQUE GARCÍA

§ 01.0

Historia, teoría y crítica literaria 1


ENRIQUE GARCÍA

El origen de los modernos estudios de historia, se


sitúan en los comienzos del siglo XIX y se relacionan con el
advenimiento del romanticismo.
La historia literaria tiene como meta el conocimiento
de los textos literarios, sus relaciones con una tradición
literaria, su agrupamiento en géneros, su filiación en
movimientos o escuelas y las conexiones de todos estos
fenómenos con la historia de la cultura y de la civilización.
Por razones didácticas, de ordenamiento, el hombre
ha dividido convencionalmente la historia. Del mismo modo
se ha procedido en la literatura. Se ha tenido en cuenta para
esto, el sistema de normas, pautas y convenciones literarias
en cada uno de las diferentes épocas.
Un período o movimiento literario supone una visión
del mundo y de la vida, es decir, una cosmovisión.

MOVIMIENTOS LITERARIOS EN ESPAÑA

RENACIMIENTO BARROCO NEOCLASICISMO

S XI - XIV S XIV S XV – XVI


ROMANTICISMO REALISMO NATURALISMO MODERNISMO DE LA EDAD MEDIA

S. XVIII S. XIX S. XIX – XX

CARACTERIZACIÓN DE PERÍODOS Y ESCUELAS

Grecia y Roma han proporcionado a la civilización


occidental, principios fundamentales de ciencia, pensamien
to, arte, literatura, organización estatal y derecho.
Los poetas y escritores griegos y latinos han sido
objeto de fervorosa imitación, siendo una tendencia a imitar
el equilibrio, la majestad y la perfección de esos escritores.
Por eso se le llaman clásicos, pues clasicismo es sinónimo de
equilibrada perfección.

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Cuando hablamos de clasicismo podemos referirnos


con esa palabra a distintas cosas:

a» referidas a épocas anteriores a Cristo.


b» referidas a épocas que imitaron esas épocas.
c» significadas por el autor perfecto, aquel que perdura.
Clásico en el sentido de modelo, de ejemplo en el tiempo:
son atemporales.
d» referidas a ciertos caracteres opuestos a un estilo
barroco o romántico.

CARACTERISTICAS FUNDAMENTALES DEL CLASICISMO

1» pretensión de universalidad.
2» tendencia a la esquematización.
3» estilo sobrio, razonado y medido.
4» busca la expresión de lo sublime. Los personajes son
únicos. Toda la literatura es majestuosa.

Así el Partenón es la serenidad, la majestuosidad y


en el cristianismo: La Catedral.
Autores clásicos: Esquilo, Sófocles, Aristófanes,
Plauto y Virgilio.

I-LA EDAD MEDIA

Para los historiadores, la Edad Media se extiende


desde la disolución del Imperio Romano de Occidente (476)
hasta la toma de Constantinopla por los turcos (1453) o,
según otros criterios, hasta el descubrimiento de América
(1492)
La Edad Media literaria española es más breve que el
período histórico que se designa con ese nombre, por la
sencilla razón de que empieza con las primeras
manifestaciones en lengua vulgar o romance que
vehiculiza la intención artística. Abarca desde mediados del
siglo XI hasta el siglo XV. EL siglo XV, por sus
características, se considera de transición entre la Edad
Media y el Renacimiento.

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En la antigüedad España fue una posesión romana,


su lengua, era el latín. Con excepción del vasco, todas las
lenguas primitivas desaparecieron ante el avance del latín,
idioma de sus conquistadores.
Con las invasiones germánicas, acaecidas en el siglo
V y la instauración de la monarquía visigótica en España, el
latín empieza a transformarse hasta que, hacia el siglo VII,
los habitantes de la península, como los de otras regiones de
la Romania, hablan una nueva lengua: el romance. Esa
lengua, que tiene características diferentes en las diversas
porciones geográficas del antiguo Imperio Romano, es una
lengua coloquial. El latín sigue siendo la lengua de la cultura
y la única que se escribe. De modo que hay un divorcio entre
la lengua que se habla y la lengua escrita, el latín. Esta
última es sólo patrimonio de unos pocos, los hombres cultos.
En España la situación se complica con la invasión
árabe (711).
Los árabes, que dominan todo el centro y sur de la
península, traen su lengua: el árabe vulgar o hablado y el
árabe clásico o escrito, vehículo de una importante cultura.
España, entonces, arabia es bilingüe. Agreguemos, además,
la presencia de los judíos-hebreos. En la Edad Media, los
judíos eran intermediarios entre cristianos y árabes

Supremacía del Castellano:

1» Glosas Emilianense (siglo X)

Carácter didáctico de la literatura medieval

La sociedad medieval era jerarquizada y teocéntrica:

1» Lírico primitiva (siglo XI)


2» Lírico galaico portuguesa (fines XII – XIII)
3» Mester de Juglaría
4» Mester de Clerecía

Características:

a» olvido de lo clásico.
b» actitud teocéntrica. Preocupación por el más allá.
c» arte y cultura impregnados por el pensamiento cristiano.

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d» el tiempo comienza a preocupar.

II- EL RENACIMIENTO:

El Renacimiento y el humanismo tienen su cuna en


Italia del siglo XV. Se da una conjunción de fenómenos
políticos y sociales que transforman toda Europa.
Dice Díaz Plaja en La poesía y el pensamiento de
Ramón de Basterra:

«... la rigurosa unidad de la fe y de la razón se


rompe al terminar la Edad Media. El Renacimiento es
fundamentalmente la aparición de una cultura laica. La
razón inicia una marcha impresionante a través de los
tiempos»

En el Renacimiento aparece la consideración


antropocéntrica del mundo, es decir, que el hombre,
poseedor de una nueva escala de valores, es centro y
finalidad de todas las cosas, busca el desarrollo armónico de
su facultades físicas y espirituales.
Es un verdadero gustador de la belleza. El señor
feudal se convierte en un cortesano, quien personifica la vida
social.
En el ámbito religioso aparece también un tipo
definido: «el aspirante a la pureza cristiana de los
primeros siglos» En el aspecto cultural, «el estudioso
lleno de curiosidad universal»
Encontramos estos tres tipos de hombre, en tres
libros que pueden ser considerados como libros de cabecera
del Renacimiento:

1» el hombre social: «El cortesano» de Baltasar Castiglione


(1452) pasa a España traducido por Boscán. Es el hombre
experto en armas y letras, que ha de saber conjugar las
maneras más refinadas con el valor en el combate.
2» El hombre religioso: el «Manual del Caballero Cristiano»
de Erasmo de Rotterdam (1503).
3» El hombre cultural: «El Scholástico» de Cristóbal de
Villalón (1536).

El arte renacentista puede sintetizarse así:

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1» tiene por finalidad lograr la belleza de las formas.


2» es un arte estático opuesto al dinamismo del arte
medieval.
3» ofrece la sensación de mesura y de apacible belleza.
4» en su estructura impera la simetría y la coordinación.
5» idealización generalizadora que busca un esquema
arquetípico y no rasgos individualizadores, porque se atiene
a las normas clásicas.

La literatura renacentista se caracteriza por:

1» la aceptación de los modelos clásicos greco-latinos.


Influyen notablemente las obras de Ovidio, Horacio y
Aristóteles.
2» la rehabilitación de los relatos mitológicos y del
bucolismo pastoril (tendencia a la creación de una obra
con personajes místicos –pastores- en escenas y
diálogos idealizados, en medio de un paisaje natural,
perfecto y bello)
3» los modelos italianos preferidos en toda Europa en el
siglo XVI son: Sounazaro, Benebo y Petrarca.
4» ausencia de propósitos. Sólo se busca la armoniosa
belleza de las formas.

Díaz Plaja habla de El mundo poético del


Renacimiento en la poesía lírica española.
El tipo más representativo del Renacimiento es aquel
en el que se da la fusión de las armas y las letras.
El mundo ideal del poeta renacentista no es fácil de
reducir a esquemas, por su complejidad. Este mundo surge
de un proceso de idealización.
La filosofía de Platón sustituye a la de Aristóteles.
Según el neoplatonismo, contemplando las cosas bellas,
nuestra alma puede ascender a la belleza en sí y,
finalmente, a la Divinidad. El motor que puede elevar a este
superior conocimiento es el amor.
Para los neoplatónicos, de la belleza del mundo a la
belleza de Dios, se asciende por el amor.
Esas ideas circulan profusamente por Europa a partir
de las traducciones platónicas de Marsilio Ficino, que se
popularizan con los Diálogos de Amor de León Hebreo (El
Inca Garcilaso hace la mejor traducción de los Dialoghi D’
Amore) y que son la base ideológica de la literatura europea

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durante más de un siglo. Inspirado en esta concepción del


Universo, el poeta no puede volver sus ojos sin encontrar el
resplandor de la belleza en todo lo creado.
De ahí su amor a la naturaleza, su odio a la vida
artificiosa, su nostalgia de una Edad de Oro, en la que solo lo
natural era posible, su imitación de los antiguos como
Teócrito, Virgilio u Horacio, en lo que tenían de bucólico.
Para Fray Luis, la contemplación de la belleza
cósmica lleva a la de la belleza sobrenatural. La expresión
poética del amor humano se produce, en adelante, de
acuerdo con esta ideología.
Finalmente, esa aspiración a la belleza suma,
conduce al misticismo. El alma enamorada, siguiendo
aproximadamente la escala (intellectio, amor, fruitio) de la
filosofía neoplatónica, asciende a la divinidad mediante el
tránsito por una primera etapa de examen de conciencia
(purgatio) que lo conduce al conocimiento de Dios
(illuminatio) y, finalmente, si es espíritu escogido, llega a la
mística fusión (unio).
Para comprender la espiritualidad del Renacimiento
hay que partir, pues, de este triple proceso de idealización:
de la naturaleza, la mujer y la divinidad, que encontramos,
sobre todo, en los poetas de esta época. Pero, analizando la
prosa y el teatro, trabaremos contacto con una concepción
radicalmente contrapuesta, que vive de la realidad estricta y
que se niega a toda transfiguración.
En “Canto a la lengua”, el cuidado de la misma está
revelado en la traducción de algunos libros. Esto está muy
bien expresado en la carta que Garcilaso escribe a Doña
Jerónima Palova de Almogavar (a esta señora Boscán dedicó
la traducción de “El cortesano”. (pág. 255)

El Renacimiento español

España participó de las características del


movimiento tal como en toda Europa; sin embargo, se
caracteriza por su originalidad y profundidad debido a un
hecho esencial: la unión de lo renacentista con la tradición
naciona de lo medieval-cristiano.
Así como en otros países el Renacimiento supone
una ruptura con la Edad Media, en España ambos se unen en
armoniosa síntesis:

a» la valoración del hombre y del mundo no impide la


persistencia del tradicional espíritu religioso y la producción
obras como la de los místicos.

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Épocas: se pueden distinguir dos períodos:

1» el reinado de Carlos V:
momento de orientación europea. Se reciben abiertamente
las tendencias estéticas e ideológicas de afuera. El poeta
más representativo es Garcilaso de la Vega.
2» el reinado de Felipe II:
España se cierra a toda influencia extranjera y las
corrientes renacentistas adquieren carácter nacional en
Fray Luis de León. Este Renacimiento español que se afirma
sobre lo vital terreno, tiene, sin embargo, la certeza de que
la vida es fugaz, tema que se va a desarrollar
dramáticamente en el Barroco.

Tienen fórmulas para expresar la fugacidad de la


vida:

a» «Carpe diem»
b» «Collige, virgo, rosas...» (epigrama de Ausonio)
Soneto 23 de Garcilaso. Desarrolló el tema «Collige», virgo,
rosas, pero sin desesperación, sino hay equilibrio y
armonía.

Garcilaso nos deja la impresión de un mundo


agradable, dulce, bajo la amenaza del rápido fluir del
tiempo.

Egloga V de Garcilaso: no muestra sus sentimientos. Tiene


pudor.
I parte: Salicio llora por el desprecio de Galatea (Isabel
Freire)
II Parte: es una alegría de amor. Nemoroso es Garcilaso,
que llora la muerte de Isabel Elisa. Paisaje idílico, pastoril.
Cortesanos y cortesanas se visten de pastores.

Otro tema del Renacimiento es el desprecio de la


corte y la valoración de la aldea, donde la corte equivale a
ciudad («Beautes ille...») y la aldea equivale al campo.

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III- LO BARROCO

Mucho se ha discutido acerca de este término; entre


sus etimologías, la más aceptada es la que proviene del
término portugués «berrueco» que en el siglo XVI
designaba una perla de forma irregular. Es a mediados del
siglo XVIII cuando el vocablo comienza a aplicarse a las
artes, con sentido evidentemente peyorativo. Los estudios
contemporáneos han fijado el concepto de Barroco, al
atribuir tal denominación a la etapa artística que en España
se desarrolla a continuación del Renacimiento, entre 1570 y
1670. Debemos consignar que toda Europa presenta una
evolución semejante, aunque no paralela cronológicamente:

1» Francia: preciosismo.
2» Italia: Manierismo.
3» Inglaterra: eufemismo.

Los escritores del siglo XVII no se denominaban a sí


mismos «barrocos» Este término les fue atribuido, tardía y
despectivamente, por los neoclásicos, que no supieron
comprender esa literatura a la que tildaban de confusa e
inconsistente.
El Barroco ha sido ampliamente revalorizado por
Dámaso Alons, y Helmut Hatzfud.
El Barroco nace de una aguda crisis espiritual y
moral provocada por la descomposición de los valores
Renacentistas: al ensancharse el horizonte terrestre a causa
de los descubrimientos, el hombre adquiere una nueva
concepción espacial; ya no siente seguridad y alegría de vivir
y se agudizó en él la problemática de la fugacidad temporal,
que lo lleva a enfrentarse con la muerte.
Dentro del Barroco se podrá hablar de la existencia
de tres tendencias:

a» Manierismo.
b» Barroco clásico.
c» Barroquismo.

a» La palabra «Manierismo» designa el período de


transición de dos grande épocas artísticas: el Renacimiento y
el Barroco clásico.

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Hasta hace algunos años este término se aplicaba a


los períodos de decadencia de todos los estilos: Manierismo
era, pues, un amanerado imitar de formas ya hechas.
La idea proveería del nombre usado por los
tratadistas de arte italianos para designar a los numerosos
imitadores de la «maniera» de Miguel Ángel, quienes
repitieron las fórmulas del genial artista, acentuando la
estilización elegante y artificiosa.
Sin embargo, la crítica actual ha ubicado al
Manienismo inmediatamente después del Renacimiento y
antes del Barroco Clásico. Hatzfiel lo sitúa en España entre
1570 y 1610, y considera a Luis de Góngora y Argote como
típico representante de este estilo en literatura o a El Greco
en pintura.

El Culteranismo es la suprema manifestación manierista:

A principios del siglo XVII alcanza difusión en los


círculos cortesanos españoles una singular tendencia
manierista, cuyo mejor cultor fue Luis de Góngora. Su estilo
se llama «culterano» en sentido peyorativo y, por analogía
con «luterano», se caracterizó por dar un mayor
desarrollo a la expresión. Utilizan abundancia de metáforas
atrevidas y sorprendentes, sinécdoques, metonimias y
perífrasis, vocabulario rico tomado del latín o del griego,
sintáxis latinizante (hiperbaton violento) que dificulta la
comprensión y profusión de alusiones mitológicas
enmarcadas en una visión plástica de la naturaleza.

b» Dámaso Alonso define al Barroco como arte de


oposiciones o antítesis violentas cargadas de «una enorme
‘coincidentia oppositorum’» Esto se manifiesta
principalmente en los nuevos temas literarios: la belleza en
contraste con lo monstruoso, la soledad, la fugacidad de
todo lo creado, la muerte, la esencia y la apariencia.
Ejemplos de esta tendencia son el teatro de Lope de
Vega y el Quijote de Cervantes.

c» Así como el cultismo dio más desarrollo a la


expresión; otra escuela, el «conceptismo», dio mayor
desarrollo al contenido. Durante mucho tiempo se habló de
culteranismo y conceptismo como de dos tendencias
opuestas. En realidad, la separación entre ambos no es tan
tajante, ya que, en todo culteranismo hay una base
conceptista.

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Los culteranos eluden nombrar directamente los


objetos y acumulan diferentes recursos: comparaciones,
antítesis, metáforas, hipérbaton, hipérbole, neologismos y
alusiones mitológicas.
Los conceptistas basan la dificultad en la agudeza
verbal.

IV-NEOCLASICISMO:

Desde fines del siglo XVII se verifica en las


literaturas europeas una generalizada y fuerte reacción
antibarroca, aunque en algunas, como la postguerra y la
española, el barroco haya persistido tenazmente durante la
primera mitad del siglo XVIII. Esta reacción antibarroca se
integró en las tendencias generales de la cultura europea.
La estética barroca, por sus características
fundamentales, no estaba acorde con el vigoroso
intelectualismo ilustracionista, y, precisamente, en nombre
de la razón, la crítica de la ilustración condena la literatura
barroca. El clasicismo, por el contrario, armonizaba sin
dificultad con las nuevas tendencias generales de la cultura
europea, pues sus valores estéticos están impregnados de
profundo racionalismo.
Y lo que se verifica en casi todas las literaturas
europeas, sobre todo a partir del comienzo del siglo XVIII,
es la difusión y la aceptación de la estética clásica, bajo la
forma de escuelas neoclásicas.
El siglo XVIII ha sido designado como un “siglo
francés”, y es así que, en toda Europa, la lengua, literatura y
cultura francesas ejercen un dominio casi general.
En esta atmósfera, los grandes clásicos franceses,
Racine, Moliére y La Fontaine, entre otros, se imponen como
modelos indiscutibles, y Boilleau se transformó con su «Art
Poétiquem», es el preceptista y guía por excelencia de la
literatura neoclásica del siglo XVIII.
En la formación de la doctrina neoclásica desempeñó
un papel muy importante el amplio movimiento de exégesis
crítica realizada en Italia, durante la segunda mitad del siglo
XVI, en torno de la Poética de Aristóteles. Esta obra había
permanecido casi desconocida en la literatura francesa desde
fines del siglo XVI y, sobre todo, a partir de las primeras
décadas del XVII. Esta influencia encaminaba los espíritus
hacia la formulación de una estética literaria de temas
intelectualistas, caracterizada por la aceptación de reglas,
por el gusto del raciocinio exacto y de la claridad, por la
desconfianza frente a la inspiración tumultuosa.

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Los aspectos más relevantes de la estética clásica


son:

1» la verosimilitud:
este principio excluye, de la literatura todo lo insólito, lo
anormal, lo estrictamente local o el puro capricho de la
imaginación. El clasicismo no busca lo particular, el caso
único y aislado, sino lo universal y lo intemporal.
2» la imitación de la naturaleza:
constituye un precepto básico del clasicismo. Esta imitación
de la estética clásica, no se identifica con la copia útil, con
la reproducción realista y minuciosamente exacta: el
clasicismo escoge, es decir que es una naturaleza de
elementos escogidos, excluyendo todo lo que sea grosero,
hediondo, vil y monstruoso.
3» el intelectualismo:
es otro rasgo esencial del clasicismo. Todos sus principios,
desde la teoría de lo verosímil hasta la aceptación de las
reglas, están profundamente impregnadas de este
intelectualismo. La «razón» aparecía como «el buen
sentido» que impedía la caída en los caprichos de la
imaginación, en los absurdos de la fantasía.
4» las reglas:
representan, en el sistema de valores de la estética clásica,
la consecuencia de la actitud intelectualista y de la
concepción del acto creador como esfuerzo lúcido, como
vigilia reflexiva y disciplinadora de los arrobos de la
imaginación y de los impulsos del sentimiento. Cada género,
cada forma literaria, poseía sus reglas específicas, relativas
al contenido, a la disposición de los elementos estructurales
y a los aspectos estilísticos. Entre las reglas de la estética
clásica sobresalen las llamadas reglas de las tres unidades:
unidad de acción, de tiempo y de lugar. En la Poética de
Aristóteles sólo se halla claramente formulada la regla de
unidad de acción y únicamente se dan algunas indicaciones
muy sumarias e imprecisas acerca del tiempo y lugar en la
tragedia. Fueron los comentaristas italianos de la Poética,
los que elaboraron, con rigor y minuciosidad, la doctrina de
las tres unidades: a» La unidad de acción no permite
acciones laterales; b» La unidad de tiempo exigía que la
ficción que se desarrolla en una obra no durase más de 24
horas; c» La unidad de lugar exige que la ficción dramática
se representara siempre en el mismo lugar.
5» el principio de la imitación de los autores greco-latinos:
en la estética clásica es una fecunda herencia renacentista:
deriva del culto apasionado con el que los humanistas del

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Renacimiento imitaron a los autores griegos y latinos. 6»


los numerosos críticos franceses que, en el siglo XVII,
prepararon el advenimiento del clasicismo, admiten casi
unánimemente la función moral de la literatura. Hacían
suya la lección horaciana sobre la necesidad de unir «lo útil
o lo dulce»
Por esto es importante la fábula, por la moraleja que
se puede sacar.
Entre los autores más destacados de este
movimiento encontramos a:

a» La Fontaine en Francia.
b» Samaniego y Tomás de Iriarte en España.

Todos ellos, imitan a Esopo.

El neoclasicismo en España

Con la muerte del rey Carlos II (1700) se extinguió


en España el gobierno de la Casa de Austria. El trono fue
ocupado al año siguiente por Felipe V, de la dinastía francesa
de los borbones, cinco reyes borbones gobernaron
sucesivamente a España.
Por imitación de la cultura francesa se crean en
España varias instituciones oficiales:

1» La Biblioteca Nacional (1712).


2» La Academia de la Historia (1735).
3» Real Academia Española (1714).

También se fundaron otras academias oficiales


regionales, y varias privadas, que lograron sellar una gran
influencia espiritual, como la Academia del Buen Gusto
(1749).
Los intelectuales, historiadores, polígrafos, críticos,
polemistas, y preceptistas. ocuparon un lugar de relevancia
en el ámbito espiritual del país, particularmente en el
preceptista Ignacio de Luzán cuya obra Poética o Reglas de
la poesía en general y de sus principales especies
(1737) se convirtió prácticamente en la obra de referencia
del gusto literario de España. El criterio fundamental
defendido en esta obra no era el de las ideas propuestas por
Italia por Vico y en Francia por Boilleau, o sea la sujeción de

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los artistas a reglas fijas fundadas en el análisis racional del


fenómeno literario.
Para Luzán, «el fin de la poesía» es el mismo de la
filosofía moral, o sea conlleva la intención de someter la
materia estética a un criterio moralizador.
En un folleto se acusa a Lope de Vega y a Calderón
de corromper el teatro español.
En algunos casos, ese amor extremo por el
racionalismo y el clasicismo francés llegó a desestimar la
tradición española en lo que tenía de más típico, como el
romancero o el teatro, prohibió la representación de los
Autos sacramentales de Calderón y redactó listas de obras
prohibidas.
La lengua resultó afectada por la introducción de
galicismos.

En Hispanoamérica coincide con la época de las


luchas por la independencia.
Entre las obras que se escriben en Hispanoamérica a
comienzos del siglo XIX, predominan odas, himnos heroicos,
elegías, madrigales, fábulas, tragedias y comedias
clasicistas.
El neoclasicismo alcanza en Hispanoamérica un
reflejo más cabal en la lírica:

a» Andrés Bello (venezolano)


b» José María de Heredia (cubano)
c» José Joaquín de Olmedo (ecuatoriano).
d» Vicente López y Planes (argentino)

V-ROMANTICISMO

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Se entiende comúnmente por Romanticismo el


movimiento intelectual surgido en Alemania y en Inglaterra
durante la última década del siglo XVIII, que se desarrolla y
continúa expandiéndose por el resto de Europa y por
América hasta mediados de la centuria siguiente.
«El Romanticismo -dice Díaz Plaja- es un fenómeno
surgido del movimiento general de las ideas del setecientos,
es la visión estética de la rebelión individualista que
preconiza el racionalismo, de la libertad que propugna la
.Enciclopedia’, de la defensa de la pasión que va desde
Spinoza a Rousseau»
El Romanticismo no fue solamente un movimiento
estético, sino que fue un comportamiento vital del hombre.
Es desde Francia que se difunde al resto de Europa y
América.
A España llega tardíamente. En la Argentina lo
introduce Esteban Echeverría con Elvira y el Plata (1832),
que trae el movimiento desde Francia: Uno de los síntomas
más claros, anunciadores del romanticismo, en el
movimiento alemán del «Sturn und Drong» (impulso y
tempestad)
Este movimiento dura aproximadamente quince
años: 1770-1785. Es la juventud alemana que se rebela
contra los absolutistas. Exigen la libertad política, la libertad
social, la libertad metafísica. En literatura, propugnan al
margen de las reglas, buscando sus modelos en Homero,
Shakespeare y en la canción popular.

Entre los autores románticos encontramos a Gustavp Adpñfp


Bécquer, Larra, al Duque de Rivas, a Víctor Hugo, a
Lamartine, a Alfredo de Vigni, a Esteban Echeverría, y a José
Mármol.

El documento del movimiento (considerando su manifiesto)


es el Prefacio a Cronwell, de Víctor Hugo.

Evolución y desarrollo

Su evolución es distinta según los países. En


Francia, donde fue mantenido dentro de una férrea
observancia de las normas clásicas durante el siglo XVIII, se
manifiesta como la reacción anticlasicista más netamente
que en Alemania o en Inglaterra, donde el clasicismo era
más una moda venida de Francia o de Italia. Su estallido es
la culminación de un largo proceso que se perfila desde el

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siglo XVIII. Desde 1740, las novelas inglesas de Samuel


Richardson están llenas de pasiones fatales. El abate Prevost
las traduce al francés y él mismo describe los estragos de la
pasión en Manon Lescaut. Pero es sobre todo Juan Jacobo
Rousseau quien, a partir de 1760, va a expandir por toda
Europa occidental un espíritu nuevo. Su obra, La nueva
Eloísa, enseña cómo se puede conciliar la pasión con la
virtud y encontrar la felicidad en la contemplación de la gran
Naturaleza. Crea también el primer héroe romántico,
apasionado y desesperado (Emilio). Influye no sólo en su
discípulo Bernardino de Saint-Pierre, sino también en los
literatos extranjeros, como lo atestigua el Werther de
Goethe.
Dice D¡az Plaja que para Aristóteles la poesía es una
mímesis, una imitación, y para Platón una embriaguez que
arrebata al poeta El Romanticismo se encuentra pues, ante
una doble concepción de la poesía que gira entre el
Romanticismo que no concibe otra poesía que la inspirada y
el poeta que hace circular el mundo alrededor de su yo,
única medida y única norma antropocéntrica.
El hombre «razonable» del neoclasicismo se
convierte en el individuo «sensible» en cuya alma se
debaten, conflictivamente, ideas y sentimientos. Prima en él
la afectividad sobre la inteligencia.

Las características más salientes, se conciben conforme al

1» espíritu independiente manifestado en:


a» el individualismo estético.
b» el ansia de originalidad.
c» el culto al «yo»
d» la plena libertad frente a la autoridad de las normas y de
las academias.
e» la libre expresión de la sensibilidad.

2» Tendencia subjetivista, que se expresa por:


a» la primacía de la emoción sobre la idea y del sentimiento
sobre la razón.
b» la fuerza de la pasión.
c» la preponderancia de la imaginación sobre el análisis
crítico.
d» la licitud de todo lo espontáneo y lo sincero.
e» la contemplación en reemplazo de la acción.

3» Inadaptación, desubicación con respecto al mundo que


le toca vivir, que provoca:

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a» el «mal del siglo»


b» la tendencia a la melancolía, a la neurosis, al suicidio.
c» la evasión de la realidad por el ensueño o por el retorno
al pasado remoto.

4» El gusto por el misterio y lo fantástico; interés por lo


exótico, que les hace encontrar especial encanto en:
a» islas remotas y selvas vírgenes.
b» ciudades fantasmagóricas, cementerios y ruinas
melancólicas.
c» el Oriente, la España Arabe, la América salvaje.

5» sentido fatalista, que se advierte en:


a» aceptación de un destino ineludible, siempre cruel para
el romántico.
b» victoria de la muerte sobre el amor.

6» Identificación con la Naturaleza, representada por:


a» inmensa, en libertad, sin cuidado ni cultivo.
b» como una visión de la infinita grandeza de Dios.
c» como reflejo del estado de ánimo del sujeto que la
contempla.
d» es sus grandes manifestaciones.

7» Tendencia pacífica, diversificada en dos corrientes:


a» movimiento tradicional cristiano;
b» liberalismo revolucionario

8» juicio histórico, que se pronuncia:


a» en contra de la antigüedad clásica;
b» en pro de una revalorización de la Edad Media: la
caballería, el espíritu religioso, el arte gótico.

9» la mujer y el amor:
a» la mujer es para el Romanticismo una figura celestial,
como en el Canto a Teresa.
b» la mujer es un producto de la circunstancia del poeta y
como todo ella, espera a que sea una proyección de su
espíritu, una creación subjetiva, como en la Rima XI y la
Rima XV.

Hablábamos del gusto del romántico por las ruinas,


porque la ruina es el predominio de lo natural sobre lo

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artificial, el triunfo de la naturaleza sobre el esfuerzo


meditado de la inteligencia.
En los paisajes de Bécquer, las ruinas son el «leit-
motiv» predilecto.
En Bécquer las ruinas son presentadas, sin
excepción, como la lucha entre lo natural y lo artificial:

«El rayo de lucero»


«La rosa de pasión»

Muchas formas literarias características del


neoclasicismo, como la tragedia, las odas pandóricas, y la
égloga entraron en total decadencia en el período romántico,
mientras que se desarrollaron formas literarias nuevas: el
drama, la novela histórica, la novela psicológica y de
costumbres, la poesía intimista, y los diarios íntimos y las
memorias.
El lenguaje romántico se caracteriza por ser
apasionado e impetuoso. No renuevan el vocabulario.
Intensifican la frase con adjetivos sonoros como «lúgubre,
solitario, o aciago» Las palabras más usadas son:
«melancólico, tenebroso, infernal, pavoroso, agorero» En
lenguaje figurado se percibe el uso de la interrogación
retórica o de hipérbole. Así, Rubén Darío, se pregunta:
«Quién que es, ¿no es romántico?» Esta expresión revela
que, como actitud, el Romanticismo existió siempre. Sólo
que en la época a la que hacemos referencia, predominó
como manifestación aguda y selectiva.

VI-REALISMO:

La palabra realismo se ha aplicado a una corriente


que prevaleció en la narrativa y el drama europeo durante la

Historia, teoría y crítica literaria 18


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segunda mitad del siglo XIX. Se propone como objetivo


reproducir la realidad lo más fielmente posible y aspira al
máximo de verosimilitud.
Durante las décadas de 1830, y 1840 aparecen en
Francia, a modo de folletín, las obras de autores
considerados hoy maestros del género. En 1856, luego de
publicar la Comedia Humana, Balzac defiende en la revista El
realismo, los nuevos postulados ya consagrados.

Características

1» tiempo coetáneo al escritor o recreación novelesca de


acontecimientos recientes al mismo.
2» pertenencia de los personajes a la clase media y al
mundo rural.
3» lenguaje coloquial.
4» incorporación de cuadros de costumbre.

Los exponentes más sobresalientes de este


movimiento fueron:

Autores franceses: Balzac-Flaubert-Mauppasant


Autores Españoles: Benito Pérez Galdós-Pedro Antonio de
Alarcón.
Autores argentinos: Roberto J. Payró-Florencio Sánchez.

VI-NATURALISMO

Se da el naturalismo casi contemporáneamente al


realismo. Generalmente se dice que naturalismo es una
forma exagerada del realismo. Si bien en parte es cierto,
hay una diferencia importante entre ambos movimientos. El
realismo propiamente dicho siempre entraña una actitud
crítica y una posibilidad de enmendar los males sociales que
la obra literaria denuncia; en tal sentido Balzac es un
realista. En el naturalismo, en cambio, ya ha penetrado
profundamente la ideología determinista que surgió como
consecuencia del avance de las ciencias biológicas y de la
irrupción del sociologismo positivista. De allí surge la postura
de Emilio Zolá, máximo representante del naturalismo, quien
juzgaba que su labor no era más que una aplicación literaria
de las teorías científicas de la época, basadas en las
doctrinas de Claude Bernard sobre la medicina experimental.
El naturalismo se caracteriza por una actitud
amorosa que se concentra en la exposición detallada y
exacta de las condiciones que circundan al individuo, operan

Historia, teoría y crítica literaria 19


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sobre él y determinan su conducta, sin que este pueda


escapar a la fuerza opresora.
Emilio Zolá publicó una obra La novela experimental
(1880), en la cual formuló la teoría de la novela naturalista,
aunque un poco tardíamente. Los fundamentos del
naturalismo, tal como fueron expuesto por el maestro son:

1» fundamento filosófico:
La psicología es sólo un capítulo de la fisiología, los
caracteres son temperamentos; el ambiente físico presiona
sobre el destino de las personas, y la historia de las
naciones está sometida al determinismo. Estas ideas
provienen del positivismo francés (en particular Taine)
2» recurso a la ciencia experimental y positivo
(Introducción a la medicina experimental):
Claude Bernard había demostrado que la simple experiencia
no es lo mismo que la experimentación científica
metódicamente provocada, y que lo que interesa conocer no
es «por qué» suceden los fenómenos, sino «cómo». Esto
mismo debe suceder con la literatura, es decir, mostrar
sistemáticamente cómo suceden los hechos.
3» la novela debe ser experimental:
la novela debe pasar del estado de ciencia de la observación
al estado de ciencia de la experimentación, mediante este
proceso literario:
a» una observación sobre un hecho social o individual.
b» se inventa una situación para controlar esta
observación.
c» se verifica esta hipótesis, en función del relato o de la
intriga.
d» el desenlace debe ser resultado de esa experimentación.
(toma un alcohólico, lo coloca en distintos ambientes
sociales, lo ve actuar, estudia el mecanismo por medio del
cual los factores externos operan sobre él y concluye la
novela en la forma en que terminaría en la realidad, sin
concesiones).
4» pesimismo: la visión de la vida es pesimista; el hombre
no es libre, pues depende de su temperamento, de sus
instintos, de su fisiología, de la clase social, de sus
enfermedades y de su pobreza.
5» preferencia por lo anormal:
Los personajes más interesantes para la literatura deben
ser loa anormales, neuróticos, viciosos empedernidos,
enfermos, inmorales, perdidos; los ambientes donde actúan

Historia, teoría y crítica literaria 20


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deben ser los naturales a su condición: hospicios y


hospitales.
6» En España, el cultivo del naturalismo se realizó
excepcionalmente y no llegó a los excesos de la escuela
francesa. Aunque resulta difícil separar como tal a Darío
Emilio Pardo Bazán, Leopoldo Alas (Clarín), Vicente Blasco
Ibañez, aunque no lo fueron en la totalidad de sus obras
sino en algunas.

En la Argentina se da la imitación de la escuela


francesa con Eugenio Cambaceres. Nacido en 1843, ocho
años antes que Miguel Cané, Cambaceres pertenece a la
élite patricia y liberal de los ochenta. Fue Diputado Provincial
y Nacional, defendió con fervor las leyes liberales de
matrimonio civil, la educación laica y la división entre la
Iglesia y el Estado. Fue vicepresidente del Club del Progreso
y participó de los lugares comunes de la cultura refinada y
aristocrática de los hombres de su generación. Sin embargo,
situarlo en el interior de la coalición cultural del nuevo
Estado, produce cierta incomodidad.
Las razones de ello podrían hallarse en su biografía:
si bien fue diputado, renunció a su banca, en medio del
escándalo que produjo al denunciar los fraudes electorales
de su propio partido. Sin embargo, estas razones resultan
insuficientes o, más aún, insustanciales, puesto que en su
biografía conviven motivos suficientes como para situarlo
tanto fuera como dentro de esa coalición. Otra posibilidad
consiste en buscar razones en los rasgos formales y
temáticos de su obra y en sus estrategias para situarse en el
interior del sistema literario. Ambos aspectos ofrecen una
base más sólida para distinguirlo de esa «coalición cultural»
Cambaceres ha entrado en la historia literaria como
un escritor de novelas, lo que lo que, a la sazón alejaría de
la autobiografía, género dominante de la generación que lo
acogió. Sin embargo, esta identificación de la totalidad de su
producción literaria con la novela, merece algunas
objeciones porque estrictamente novelas son sus dos últimas
obras, Sin rumbo y En la sangre. Las dos primeras,
Potpourri, Silbidos de un vago, y Música sentimental, en
cambio, comparten rasgos formales propios de las
autobiografías o de las crónicas, antes que de las novelas.
Más aún, los procedimientos naturalistas presentes por los
cuales uno podría otorgarles carta de ciudadanía novelística,
se hacen visibles a la luz de sus dos obras posteriores.
Observar esta oscilación entre la forma autobiográfica y la
novelística, no es novedad, pues los estudios literarios la han
señalado con frecuencia por quienes no sólo le han atribuido
la fundación de la novela moderna sino también la
introducción del naturalismo en la Argentina.

Historia, teoría y crítica literaria 21


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De esa manera, se ha percibido en su obra un


perfeccionamiento de la forma novelística en coincidencia
con una asimilación progresiva de las técnicas narrativas del
naturalismo. Pues bien, ambas cosas ocurren efectivamente.
Sin embargo, esto puede llevar al equívoco de superponerlas
y ver en la asimilación progresiva del naturalismo la causa
del perfeccionamiento de la forma novelística; o, mejor
dicho, la única causa. Una lectura como ésta se basa en la
metáfora de la maduración de su obra, cuya culminación
sería Sin rumbo y En la sangre, su declinación por una
saturación de los procedimientos naturalistas, como una
fruta que se hubiera pasado de punto.
Por cierto, esa hipótesis se torna sospechosa no
porque dice, sino por lo que no permite ver. En efecto, esta
afirmación impide vincular las tensiones formales presentes
en la obra de Eugenio Cambaceres, tan condicionada por las
que la novela tiene un desarrollo tardío en la Argentina, que
no se reduce a una mera pericia para importar escuelas
literarias desde las metrópolis culturales más conspicuas.
En conclusión, la relación de la obra de Cambaceres
con la novela, no se limita tan solo a los vínculos con el
naturalismo y ofrece una problemática donde es posible
poner en juego cuestiones tales como la recepción del
género novelesco, las relaciones entre novela y
autobiografía, las funciones institucionales de la literatura,
cuestiones todas ellas que conducen al problema del
desarrollo tardío de la novela en la literatura argentina:

1» Los estudios críticos, al examinar las prácticas literarias


de la llamada generación del ‘80, han hecho hincapié en el
carácter accesorio de la literatura respecto de las prácticas
políticas, la fuerte vinculación de tos literatos con el Estado;
el carácter fragmentario de la prosa, el predominio tanto de
la conversación cuanto de las diferentes formas de la
autobiografía y el surgimiento del género novelístico
relacionado con la introducción del naturalismo. En efecto,
se coloca a la autobiografía en el centro de la escena,
cuando considera el autorreconocimiento como una suerte
de sustrato generador de diversas especies literarias como
el recuerdo, el positivismo, la conversación, y el viaje no
son más que la expresión de una necesidad de legitimación
y autorreconocimiento individual y de clase, así como del
proyecto político de la fundación del Estado liberal, donde la
literatura goza de un prestigio accesorio.
También se observa ese estrecho vínculo entre el
predominio de las variantes genéricas de la autobiografía y
el proyecto político cuyo vórtice integran los literatos. Se
focaliza el análisis en la relación entre literatos y Estado. Se
denomina «coalición cultural del nuevo Estado» a la

Historia, teoría y crítica literaria 22


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formación cuyos integrantes no son literatos profesionales,


sino primeros escritores universitarios y, a la vez,
funcionarios estatales de la cultura argentina. Esta coalición
es la que funda la alta cultura argentina y es homogénea en
los lugares comunes del liberalismo, del positivismo, del
Club del Progreso, del teatro Colón, de la Recoleta y de
algunos carnavales donde se produjo una escritura
fragmentada y conversada, novelera y elegante,
sustancialmente culta y refinada
2. En cuanto a los contenidos, diremos que la producción de
estos literatos tematiza la agenda política del nuevo Estado,
subordinados formalmente al género autobiográfico como
principio constructivo. Esta impronta genérica tiene un
correlato en la esfera política, donde los literatos son
sujetos que participan de los emprendimientos estatales y
por lo tanto «las fronteras del ‘yo’ concuerdan con las del
Estado», de modo que la fábula de identidad de la nación
coincide con la personal, que funciona como una metonimia
de la clase dirigente. A pesar del indiscutido carácter
dominante de la autobiografía, se ha señalado
unánimemente que durante este período tiene lugar el
nacimiento de la novela argentina. Tampoco quedan dudas
a la hora de atribuirle la paternidad genérica a Eugenio
Cambaceres.

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