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¿Qué repercusiones puede tener el desempleo en una persona adulta según las diferentes

etapas de la vida?

Cuando una persona busca empleo por primera vez o ha trabajado durante años y
repentinamente se encuentra en una situación de desempleo puede llegar a experimentar una
serie de transformaciones emocionales, psicológicas y sociales.

Generalmente, la primera reacción ante la llegada del desempleo suele ser la perplejidad, con
una mezcla de escepticismo y miedo. Similar a una situación de shock en la que hay presentes
sentimientos de desorientación y confusión, acompañados de una sensación de fracaso e
incapacidad para hacer planes de futuro.

Más tarde, le sigue una fase de recuperación, caracterizada por un optimismo irreal, teniendo
la impresión de “estar en vacaciones”, lo que implica que la persona todavía no se considera
como un desempleado. Así, la pérdida del empleo es percibida como algo temporal.

Pero si la situación no se revierte, se produce un momento en el que la persona ya no puede


seguir viviendo su situación como unas vacaciones y le asalta el miedo a que su estado de
desempleo se prolongue en el tiempo. Es aquí cuando comienza a hacer gestiones más
incisivas para encontrar trabajo, obteniendo las primeras experiencias serias de rechazo.

Cuando todos los esfuerzos no dan resultado, el individuo se siente pesimista y puede
presentar síntomas de ansiedad, con períodos de melancolía e irritabilidad y en muchos casos
con la aparición de trastornos psicofisiológicos. En esta fase es crucial el apoyo familiar social y
la capacidad de afrontamiento de la persona.

Posteriormente tiene lugar el reconocimiento de la propia identidad de desempleado con


todas sus características psicológicas. Llegan ideas fatalistas, mientras se reduce la actividad de
búsqueda de empleo, sin tener perspectivas de éxito. Así, el individuo ve el paro como un
fracaso personal en lugar de social, lo que le conduce al aislamiento.

Con el paso del tiempo, la experiencia social se ve empobrecida, debido al cambio de la


estructura de la vida cotidiana y por la tendencia a apartarse de la vida social, al sentirse
avergonzados e inseguros. Situación que se ve agravada a menudo por la indiferencia y el
desprecio de los otros que le consideran débil. Así, no es raro que la persona se introduzca en
una espiral depresiva, en la que los coletazos de afrontamiento activo cada vez son más
débiles y aumente la probabilidad de sucumbir a determinadas tentaciones, como las drogas.

Asi mismo, el desempleo puede afectar de diferentes formas según el periodo de vida por el
cual esté atravesando la persona, por ejemplo, si se encuentra entrando a la adultez y
experimenta un desempleo de un trabajo en el cual lleva trabajando menos de 1 año, puede
sentir un poco de tristeza y ansiedad, pero aún así sabe que cuenta con el apoyo de sus padres
y también podría conseguir otro trabajo muy rápidamente. No es el caso con adultos mayores
(40 a 50 años) quienes dieron más de 30 años de servicio en un empresa y reciben una
notificación de despido, estas personas sí podrían atravesar periodos más intensos de tristeza,
ansiedad y vivir una real crisis tanto psicológica como económica.

¿Con qué aspecto psicodinámico podemos vincular la vivencia del desempleo?

Se puede vincular con un duelo, duelo por el trabajo perdido. Se trata de un duelo casi
imposible, un duelo ya no por algo que hemos tenido, sino por lo que no vamos a tener. Un
futuro cuyo problema no es la incertidumbre sino la desesperanza, la falta de metas, duelar lo
que no va a ser. Progresivamente se va desarrollando un proceso de descomplejización que va
sustituyendo la dinámica de la esperanza por un apego desconectado

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