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OCTUBRE / 2012 BOGOTÁ, COLOMBIA ISSN- 2215-8332

Conflicto y solución política ¿Paz express o asamblea


constituyente? · La paz, la guerra y los negocios: Un análisis desde
el realismo político · De Antígona al proceso de paz · Lucha social y
popular en los diálogos de paz Historia y memoria Jaime Pardo
Leal Neoliberalismo rampante La mitología de la colonización
neoliberal de la salud de los pueblos · La cara productivista de los
proyectos priorizados del sistema general de regalías Régimen
político y discurso Delito y política en el Valle del Cauca: Las
elecciones del 1º de julio Nuestra América Elecciones en Venezuela:
Abriendo brecha a la independencia de América Latina Luchas
populares La ira musulmana Editorial Hacia el reagrupamiento de
la izquierda unitaria
Jairo Estrada Álvarez Director
Jesús Gualdrón Sandoval Jefe de redacción

Álvaro Vásquez del Real, Daniel Libreros Caicedo, César Giraldo Giraldo,
Frank Molano Camargo, Jorge Gantiva Silva, María Teresa Cifuentes Traslaviña,
Nelson Fajardo Marulanda, Patricia Ariza, Ricardo Sánchez Ángel,
Sergio De Zubiría Samper, Víctor Manuel Moncayo Cruz Consejo editorial

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al Consejo Editorial de la Revista.

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Nº 27, Octubre de 2012. Bogotá, Colombia
Conflicto y solución política

¿Paz Express o asamblea constituyente? Jairo Estrada Álvarez 04


L a paz, la guerra y los negocios: Un análisis desde el realismo 10
político Santos Alonso Beltrán Beltrán
De Antígona al proceso de paz. Apuntes para una discusión 16
sobre ética y política Gerardo Andrade
Lucha social y popular en los diálogos de paz 24
Sandra Carolina Bautista

Jaime Pardo Leal Jesús Gualdrón 30


Historia y memoria

L a mitología de la colonización neoliberal de la 38


Neoliberalismo rampante

salud de los pueblos Adriana Ardila Sierra


L a cara productivista de los proyectos 46
priorizados del sistema general de regalías
Carolina Jiménez M.

Delito y política en el Valle del Cauca: 52


Régimen político y discurso

L as elecciones del 1º de julio


Marino Canizales P.

Elecciones en Venezuela: Abriendo 58


Nuestra América

brecha a la independencia de
América L atina José Honorio
Martínez

L a ira musulmana Oscar 66


Luchas populares

Andrés Espitia Lombo,


Ricardo Sánchez Ángel
Editorial

Hacia el 72
reagrupamiento de
la izquierda unitaria
Jaime Caycedo
Turriago
Conflicto y solución política

¿Paz express o
Asamblea constituyente?

E l anuncio del inicio de diálogos entre las


guerrillas de las FARC-EP y el gobierno co-
lombiano para abordar el Acuerdo general para la
terminación del conflicto y la construcción de una paz
duradera y estable representa para quienes han tenido
y tienen la esperanza de vivir en paz con justicia social
el hecho político de mayor relevancia tras la ruptura
Jairo de los diálogos del Caguán hace una década.
Estrada Álvarez De prosperar la posibilidad de una solución política
al conflicto social y armado colombiano, es indiscuti-
Profesor del ble que podrían abrirse condiciones no solo para un
Departamento de
ejercicio de la política que desista del recurso del al-
Ciencia Política
Universidad Nacional zamiento armado contra el Estado, sino para avanzar
de Colombia más decididamente hacia las transformaciones econó-
micas, políticas, sociales y culturales que requiere el
país. A pesar de todas las críticas que se le han hecho al
Acuerdo, unas bien intencionadas, otras encaminadas
a entorpecerlo, no puede considerarse una casuali-
dad que amplios sectores de la sociedad colombiana,

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El 28 de marzo de 1984, el gobierno de Belisario Betancur y las FARC (Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia) firman los Acuerdos de la Uribe, los cuales preveían un cese al fuego
y la tregua en las acciones armadas. Un primer paso en la búsqueda de la paz para Colombia.
Imagen: http://www.elcolombiano.com/bancomedios/galerias/colombia_30-anos-de-acercamientos-a-las-guerri-
llas-27082012/1.jpg

particularmente de las clases subalternas, demanden –con razón– ocupar un


espacio en la mesa. Tales demandas son una demostración de la presencia (es-
tructural) de aspiraciones de mujeres, campesinos, estudiantes, obreros, indígenas,
afrodescendientes, en general, de gentes del común, no resueltas por el régimen
imperante en el marco de la institucionalidad existente. Al mismo tiempo, se trata
de un entendimiento implícito de la mesa de diálogos como otro espacio probable
de la organización del poder sobre presupuestos que den cuenta justamente de sus
legítimas aspiraciones.
Más allá de la letra del Acuerdo, es indiscutible que el desarrollo de los diálogos
puede contribuir a desatar a través de diversas formas y mediante diversos meca-
nismos esa potencia –en ocasiones imperceptible– del poder constituyente. En el
despliegue de ese poder se encuentran las verdaderas posibilidades de La Habana.
La importancia del Acuerdo entre la guerrilla y el gobierno radica precisamente en
haber abierto el compás. Qué tanto se despliega y cómo se dispone el campo, de-
penderá justamente de la capacidad e iniciativa que pueda mostrar el movimiento
social y popular.
El hecho de que los diálogos se pretendan adelantar en medio de la confronta-
ción armada y que sólo frente a la eventualidad de un acuerdo se contemple el cese
bilateral al fuego, es decir, al final del proceso, como lo ha señalado expresamente

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el gobierno, no sólo hace peligrosamente vidriosos los encuentros de La
Habana, sino indica la aspiración del gobierno actual de resolver asuntos
de la mesa en el campo de batalla. En los altos círculos gubernamentales
hace carrera la tesis de que la dinámica de la confrontación producirá la
rendición. “La paz es la victoria”, se afirma reiteradamente.
La gran dificultad del proceso que se está desatando radica precisamente
en que las clases dominantes del país y su gobierno, el de Santos, están
vendiendo la idea de una paz express basada en la desmovilización de la
insurgencia. Los diálogos serían una especie de organización programada
de la rendición. Además de las múltiples manifestaciones en ese sentido,
incluidas las presidenciales, en reciente entrevista el expresidente César Ga-
viria sintetizó esa mirada así:

Siempre las Farc han propuesto que hay que resolver los proble-
mas nacionales por cuenta del proceso de paz. Eso es imposible. Que
no se pueden desmovilizar porque hay pobreza, miseria... Lo que el
presidente Santos está acordando con las Farc ahora es que se van a
desmovilizar, pero no que van a hacer acuerdos políticos. Es una cosa
de un alcance mucho más limitado (…). (El Tiempo, 01.10.2012).

Un entendimiento de esas características parte de dos premisas falsas:


Primera, tras su derrota militar, a la insurgencia no le queda más camino
que la entrega; segunda, en palabras del variopinto Ministro Consejero
Garzón, “ya no hay oxígeno para ninguna lucha armada”. No obstante, si
se suscribe un acuerdo para la terminación del conflicto mediante el diálo-
go, es porque se reconoce la imposibilidad de su solución por la vía militar.
La firma del acuerdo conlleva el reconocimiento de la insurgencia como
fuerza político-militar; por tanto, la aceptación de hecho de la existencia de
causas que explican el alzamiento armado, que tendrían que ser resueltas.
La definición de la Agenda implica el consentimiento mutuo de la ne-
cesidad de llegar a acuerdos políticos que generen condiciones para avanzar
hacia la superación de los motivos del conflicto. La búsqueda de acuerdos
implica situarse en escenarios de transacción para construir el difícil ba-
lance entre las transformaciones requeridas para dejar atrás las causas del
conflicto y los mecanismos y vías para lograrlas. Se trata de la compleja rela-
ción entre fines y medios, definidos en modos y tiempos. Cómo se producen

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esas definiciones, si a ello se llegare, dependerá en gran Si en verdad se quiere avan-
medida de la dinámica y de los alcances de la lucha zar hacia la superación de
social y popular. la guerra y la reconciliación,
Si no se logra aceptar la idea de que toda solución en condiciones aceptables
política que busque avanzar hacia un proceso de paz para las partes y para la
duradero y estable implica concesiones de las partes, sociedad colombiana en su
pero sobre todo de quienes han detentado y detentan conjunto, debería contem-
el poder, será muy difícil pensar en una terminación plarse recorrer el camino
del conflicto. El reto que se le plantea al movimiento de una Asamblea nacional
social y popular consiste justamente en comprender constituyente como
y asumir que el Acuerdo entre la insurgencia y el go- mecanismo de refrendación
bierno genera nuevas condiciones de posibilidad para de un eventual acuerdo
pensar el poder y sus actuales formas de organización final, si a ello se llegare.
e institucionalización. De parte de las clases domi- Los términos de la Agenda
nantes, se trata de una oportunidad para intentar la permiten llegar a una
recomposición de su poder de clase y un mejor encua- consideración de ese tipo.
dramiento del modelo de reprimarización financiari-
zada de la economía, que muestra límites por las resis-
tencias y luchas por el territorio y la propia tendencia
de la acumulación transnacional en el marco de la crisis capitalista.
Si se analiza el contenido del Acuerdo como un todo, en lo que él alcanza
a expresar, tanto en el preámbulo como en los seis puntos, se puede afirmar
que él es contentivo de preocupaciones centrales de la sociedad colombiana,
en general, y de las clases subalternas y de las gentes del común, en particular,
más allá de los enunciados y acápites específicos, que pueden sorprender en
lo formal y dar lugar a múltiples interpretaciones, incluso porque algunos de
ellos provienen de lenguajes institucionales o de organismos multilaterales.
Los círculos del establecimiento que están pensando en la paz express y le
han definido de antemano un horizonte de tiempo a los diálogos, consideran
–a partir de una visión estrecha del conflicto social y armado–, que en las
políticas gubernamentales actuales y en algunos de sus desarrollos legales se
encuentran sentadas las bases de un acuerdo final y que sólo la intransigencia
de las FARC-EP y su desconexión con la realidad no lo haría posible. En
particular se estima que las principales cuotas del proceso ya se han pagado:
la Ley de víctimas y de restitución de tierras y el llamado Marco jurídico
para la paz. Se encontraría pendiente, la ya “cocinada” ley general agraria y

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de desarrollo rural, cuyo proyecto ni siquiera
se ha podido presentar al Congreso por los
impedimentos generados por la regulación del
mecanismo de la consulta previa, y la regla-
mentación del marco jurídico para la paz, cuyo
proyecto se ha anunciado, será presentado en
este mes de octubre al Congreso. De esa forma
quedarían resueltos los puntos cardinales del
Acuerdo: la cuestión agraria y la participación
política de la insurgencia desmovilizada. Lo
demás sería cuestión de carpintería. Las dis-
cusiones de alcance estructural acerca de las
causas que originan y explican el alzamiento
en armas, de la formación socioeconómica
que produce y reproduce las formas de poder
existentes, tendrían que ser resueltas en la
competencia electoral. Si interpreto bien y esos
fueran los términos de quienes imaginan una
Los Acuerdos de Corinto,
paz espress, creo que la posibilidad de un acuer- Cauca, fueron suscritos el
do final se encuentra muy lejana. 24 de agosto de 1984 entre
Sin lugar a duda, la Agenda de diálogos el gobierno de Betancur y el
contiene, en una interpretación amplia, dos Movimiento 19 de Abril (M-19).
temas medulares de la actual problemática Se llegó a acuerdos similares
con el Ejército Popular de
colombiana: En primer lugar, la cuestión de
Liberación (Medellín, 23 de
la tierra y el territorio, que en sentido estricto agosto de 1984) y Autodefensa
conlleva a la discusión sobre el modelo econó- Obrera. El proceso de paz se
mico, y, en una mirada más amplia, sobre el fortalecía.Imagen: http://www.
modo de vida y de producción. En segundo youtube.com/watch?v=tVt8UdbNf_s
lugar, la organización institucional del ejercicio
de la política, que comprende la discusión acer-
ca de las configuraciones del régimen político
y, en particular, del sistema político, es decir, la
cuestión de la democracia.
Esta interpretación amplia puede ponerse
en sintonía con aspiraciones y elaboraciones
del movimiento social y popular. Las Agenda

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debe ser apropiada socialmente y dota-
da con los contenidos que le quieran y
le puedan imprimir las clases subalter-
nas, las gentes del común. Las múlti-
ples demandas de participación en los
diálogos de La Habana indican que no
se estará en presencia simplemente de
unas conversaciones entre la guerrilla
y el gobierno. Sectores mayoritarios de
la sociedad colombiana ven en ellas,
con toda la razón, una oportunidad
para avanzar efectivamente hacia una
solución política del conflicto social y
armado.
Si en verdad se quiere avanzar hacia
la superación de la guerra y la reconci-
liación, en condiciones aceptables para
las partes y para la sociedad colombiana
en su conjunto, debería contemplarse recorrer el camino de una Asamblea nacional
constituyente como mecanismo de refrendación de un eventual acuerdo final, si a
ello se llegare. Los términos de la Agenda permiten llegar a una consideración de ese
tipo. Menos probable es la idea de que acuerdos entre las partes queden supeditados
a la voluntad del Congreso, institución cuestionada y carente de legitimidad, y al
control de constitucionalidad que ejerce la Corte Constitucional.
Si bien es cierto que un concepto de solución política no implica la materialización
inmediata de transformaciones estructurales, que en sentido estricto llevan tiempo
y responden más a la lógica de procesos, tal propósito sí demanda la definición de
principios, propósitos, vías y mecanismos, que conlleven una reorganización del
poder y una redefinición del Estado y de la sociedad sobre los presupuestos de un
nuevo consenso, como lo exige hoy el movimiento social y popular en nuestro país,
y lo muestra la propia experiencia constituyente latinoamericana de los últimos
lustros. Si ello es posible, dependerá en gran media de la capacidad de despliegue
–a través de la organización y la movilización, de la acción política organizada– de
la potencia constituyente de las clases subalternas y de las gentes del común.

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La paz, la guerra y
los negocios: Un análisis
desde el realismo político

L a paz es, por supuesto, un derecho que debe-


ría garantizarse a todos los ciudadanos, y su
búsqueda, un deber de todos los gobiernos. La paz es
la condición social en la que los individuos pueden
desarrollarse de manera integral; en la que el creci-
miento económico reporta mejores condiciones de
vida para todos, mediante la resolución de las necesi-
dades y deseos de la sociedad a través del uso racional
de los recursos a disposición; en la que la política se
convierte en el espacio civilizado de confrontación
de las tendencias ideológicas sobre el destino de los
recursos públicos y la participación de todos en la
administración de los asuntos comunes; la paz es la
Santos Alonso condición social en la que la vida humana obtiene el
Beltrán Beltrán máximo grado de validez en una atmósfera de respeto,
solidaridad y tolerancia activa de las diferencias. De
Politólogo manera tal que resultaría absolutamente descabellado
Administrador Público
oponerse a la búsqueda de la paz, más en una sociedad
Ingeniero Industrial
Magíster en como la colombiana que ha vendido soportando la
Estudios Políticos más cruenta violencia de un conflicto bélico prolon-
Candidato a Doctor gado y degradado, en el que millones de colombianos
en Estudios Políticos se han visto afectados de múltiples formas, ya por el
y Relaciones asesinato de sus seres queridos, por el desplazamiento
Internacionales
forzado, por la perdida de sus bienes y enseres o por el
señalamiento y el ostracismo político al que han sido

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En septiembre de 1987, las FARC, el ELN, el M-19, el EPL, el PRT y el Movimiento Quintín Lame
crearon la Coordinadora Nacional Guerrillera ‘Simón Bolívar’, segundo intento por unificar las
organizaciones guerrilleras y proyectar el proceso de paz. La nueva estructura, sin embargo, no
logró sus objetivos. Imagen de: http://www.elpais.com.co/elpais/infografias/cronologiapaz/index.html

condenados; en fin, por las consecuencias nefasta de la guerra, que sufren de ma-
nera mas descarnada las clases populares, en ultimas los miembros de los cuerpos
armados, ejército y guerrillas, y también los integrantes del contexto social donde se
desarrollan las acciones de guerra, la periferia de las grandes ciudades, la Colombia
rural en la que se mueven los actores armados, las zonas de frontera agrícola donde
campean la pobreza, el descuido estatal y los cultivos ilícitos. La paz debería signi-
ficar para estos colombianos no sólo el cese de la violencia, sino la transformación
real de sus condiciones materiales de existencia.
Pero la paz puede percibirse también como el contexto social positivo en el que
se pueden desenvolver, sin contratiempos, los negocios, las cuantiosas inversiones
de capital en la explotación agropecuaria y minero-energética y el disfrute de la
propiedad sin término por parte de los poseedores de capital. La paz, en este senti-
do, reduce de manera real los costos derivados de la incertidumbre, un sobrecosto
que obliga al gran capital a realizar provisiones extras de dinero para cubrir los
posibles atentados contra la infraestructura que debe crear, a reducir la amenaza de
violencia que pende sobre la cabeza de los que, en una sociedad tan desigual como
la nuestra, quieren hacer gala de la ostentación y el derroche en la propiedad y el
consumo. La paz es, en este sentido, tanto una condición para la inversión como
un garante del aumento de las ganancias del capital. En una sociedad donde la

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expansión económica esta cifrada en la explotación primaria de recursos
por parte de grandes inversionistas privados, en espacios geográficos don-
de el conflicto armado se recrudece, sellar un acuerdo de paz es la mejor
manera de garantizar la seguridad de la inversión y la ganancia, y ese es el
caso de Colombia.

La guerra interna y las locomotoras del desarrollo: Títulos mineros,


explotación petrolera y violencia armada
La relación entre economía y guerra irregular va más allá del análisis eco-
nomicista que liga la captura de rentas ilegales con el fortalecimiento de los
grupos insurgentes. Esta posición despolitiza las confrontaciones armadas
internas reduciéndolas simplemente a una acción de bandidaje adelanta-
da por grupos armados ilegales, que, ante una dinámica económica de
fácil extorsión –basada en la explotación de productos primarios, metales
preciosos o combustibles, en un Estado sin capacidad de imponerse en el
territorio y con una población dispersa, alejada de los centros de poder y
con bajo nivel de cohesión social– se convierten en mafias que capturan la
producción local y se proyectan a la influencia nacional para satisfacer su
afán de acumulación ilegal. La despolitización se concreta con la denomi-
nación de estas agrupaciones como simples grupos terroristas, mientras se
les cercena su carácter político como representantes de dinámicas sociales
de resistencia en lo territorios, y se les reduce a agrupaciones alejadas del
sentir popular y a simples instrumentos de cabecillas bien posicionados
en el disfrute de las rentas ilegales, que usan la violencia para amedrentar
a la población, alejar a las autoridades y neutralizar a sus enemigos en el
negocio ilegal.
En Colombia, esta orientación analítica ha hecho carrera y el análisis
político del conflicto armado ha sido desplazado por la medición economé-
trica de las rentas de los ilegales y la estimación de las ganancias dejadas de
percibir por los inversionistas privados en las regiones. La geo-referencia-
ción desarrollada por estos análisis descubre verdades de Perogrullo: que la
guerra interna se intensifica en los territorios donde las economías ilegales
tienen presencia, donde se proyectan las grandes inversiones en obras de
infraestructura o de explotación minero-energética, o donde el gran capital
ubica la mirada para generar dinámicas de desarrollo montadas sobre la
gran explotación agropecuaria. La agudeza del análisis cae pues en el lugar

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común de señalar que para que una guerra irregular se Una posición de izquierda
desarrolle es necesario que existan recursos cuantiosos debe insistir en que la llave
y una presencia institucional corrupta, débil o, por lo de la paz no está en manos
menos, inexistente. La conclusión del análisis termina sólo de los contendientes,
obviando la dinámica más importante, a saber, que sino que descansa de
la conflictividad social derivada de las economías de manera real en la sociedad
diáspora se politiza ante un Estado que más que ser el victimizada por el terroris-
garante de los derechos de la poblaciones vulneradas, mo de Estado y hastiada de
se convierte en agente de los intereses de las grandes la explotación económica,
compañías de explotación, en el cómplice local de las la exclusión política y la
mafias que secuestran el poder político y en la tropa dominación internacional.
de ocupación para frenar los reclamos de las comuni-
dades afectadas.
Nuevamente es Colombia el ejemplo por antono-
masia de esta situación: la complejidad territorial del país, su relieve abrupto
que plantea una difícil conexión interna, la construcción de territorialidades
en donde la ausencia estatal ha generado para la población la necesidad de
organizarse de manera independiente a las lógicas emanadas desde el cen-
tro –excluyentes y violentas– y, por supuesto, la potencialidad de riqueza
económica que el territorio es capaz de generar, ya por los cultivos ilícitos,
la extracción de recursos naturales o la explotación agrícola, permitió el
desarrollo de agrupaciones insurgentes que desde los años sesenta empe-
zaron a disputar con el Estado la construcción de referentes políticos y la
organización social en las regiones.
La respuesta violenta del Estado a estas organizaciones y la construcción
de tejido social alrededor de ellas, por la inmigración campesina a las regio-
nes de dominio insurgente, solo recrudeció la guerra, la prolongó y generó
la degradación del conflicto armado por todos los actores involucrados. En
este momento las perspectivas de crecimiento económico están atadas, en
esas regiones, al desarrollo de proyectos de extracción minera y petrolera, a
la explotación de metales conflictivos y a la generación de grandes proyectos
de desarrollo agrícola: alcanzar la paz se convierte en una necesidad para
aclimatar las inversiones, para reducir los riesgos derivados de la conflicti-
vidad social y para con ello generar los puntos adicionales de crecimiento
que se han dejado de percibir, pero que no garantizan la redistribución del
ingreso y, por ello, tampoco el desarrollo con justicia social.

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La paz y la guerra: ¿Una cuestión de costos?
En repetidas ocasiones se ha afirmado por algunos
analistas, y por funcionarios del mismo gobierno, que
la guerra interna que vive el país ha causado un retraso
en el crecimiento económico. Apuntan los analistas
económicos que se podría generar un alza de dos a
tres puntos porcentuales en la cifra de crecimiento de
la economía nacional, pero que los costos asociados
a la violencia inhiben el desenvolvimiento adecuado
Unión Patriótica: Movimiento de la economía: el riesgo de desarrollar inversiones en
político surgido en 1985 a las regiones aquejadas por el conflicto, los recursos
raíz de las Acuerdos de La destinados a la guerra, la destrucción de infraes-
Uribe con las FARC. Sería tructura por los alzados en armas y, en general, la
desde su creación blanco del
incertidumbre para el capital inversionista, causarían
militarismo, que practicó un
genocidio político contra ella. este rezago en el crecimiento. Así, una sociedad en
Imagen: http://es.wikipedia.org/wiki/ paz sería un ambiente provechoso para la inversión
Uni%C3%B3n_Patri%C3%B3tica_ extranjera y, con ello, para el crecimiento de la eco-
(Colombia) nomía. Sin embargo, no es claro que el crecimiento
económico derive de manera fácil en equidad social,
y tal vez estos economistas sigan pensando en que la
teoría neoliberal del goteo beneficiará por añadidura a
los más pobres: la riqueza rebosante de los poseedores
de capital irrigará las clases populares con beneficios
como empleo e ingreso.
El establecimiento está, pues, dispuesto a pagar los
costos para obtener una paz que permita el crecimiento
económico. En la mentalidad del tendero, las sumas y
las restas le plantean un balance positivo: tendrán que
incurrir en algunos costos fiscales, tendrán que mo-
dificar levemente el ritmo de las inversiones, pero –a
largo plazo– podrán acelerar el ritmo de las ganancias.
En este momento más que un presidente comprometi-
do con la paz, lo que tenemos es a un establecimiento
hastiado de los costos económicos de la guerra, un es-
tablecimiento que “se metió la mano al bolsillo” para
garantizar el financiamiento de diez años de la guerra

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En el proceso de paz que se más cruenta y costosa de la historia del país, y
inicia, la sociedad colom- que no cosecho lo frutos que esperaba. Ahora,
biana debe tener claro que ante el boom minero, ante la posibilidad de
la invitación del estableci- explotación masiva del agro, ante la perspectiva
miento a encontrar salidas de inserción internacional mediante los TLC,
al conflicto armado busca los factores reales de poder presionan para que
en buena medida construir el gobierno de turno vuelva a la mesa de nego-
un ambiente de seguridad ciación, aunque no están dispuestos a permitir
política y jurídica paralos ruidos de una sociedad civil que quiera
las inversiones: la guerra ampliar la perspectiva de la negociación, que la
interna es un impuesto muy saque del simple objetivo de la desmovilización
alto que las clases domi- de los alzados en armas y la proyecte hacia una
nantes no están dispuestas transformación de la economía, del ejercicio del
a seguir pagando. poder político, de la organización del territorio,
del sentido de las relaciones internacionales: las
cortas miras del establecimiento soportarían los
costos de la negociación, pero siempre que estos
sean limitados, tanto en el tiempo como en la modificación de las estructu-
ras de poder; si se “extralimitan” se levantarán de la negociación, inventando
cualquier excusa, y luego lo hará el gobierno para dar la impresión de que son
los alzados en armas los que siempre boicotean el proceso.
En el proceso de paz que se inicia, la sociedad colombiana debe tener
claro que la invitación del establecimiento a encontrar salidas al conflicto
armado busca en buena medida construir un ambiente de seguridad po-
lítica y jurídica para las inversiones: la guerra interna es un impuesto muy
alto que las clases dominantes no están dispuestas a seguir pagando. La
posición de una sociedad consciente de la potencialidad transformadora de
los acercamientos de paz, debe forzar a la ampliación de la mesa de diálogo
y a la inclusión de sectores sociales, mas allá de los clásicos factores de po-
der –el gobierno, los gremios económicos, los militares e, incluso, la propia
guerrilla–; una posición de izquierda debe insistir en que la llave de la paz
no está en manos sólo de los contendientes, sino que descansa de manera
real en la sociedad victimizada por el terrorismo de Estado y hastiada de la
explotación económica, la exclusión política y la dominación internacional.

Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Conflicto y solución política Contenido


De Antígona
al proceso de paz
Apuntes para una discusión
sobre ética y política

Para mis estudiantes de la asignatura de


Ética y trascendencia 2012

E n la historia humana, la ética y la política han


aparecido a menudo antagónicas. En la litera-
tura, por ejemplo, Morin (2006) trae a cuento la oposi-
ción de Antígona a Creonte. Ella reivindica los valores
religiosos y fraternos, en nombre de los cuales afirma el
derecho de su hermano a ser enterrado, mientras que él
representa la soberanía del Estado y ha prohibido que se
le dé sepultura a Polinice1. La oposición de Antígona
Gerardo Andrade
1 Antígona era hermana de Eteocles y Polinice. A la
Filósofo muerte de Edipo, éstos debían turnarse el poder
Profesor del Instituto en Tebas. Sin embargo, Eteocles rompe el acuerdo
Alberto Merani y pretende perpetuarse como rey. Polinice busca
solidaridad en la ciudad de Argos y ataca a Tebas;
en la batalla, los hermanos se dan muerte entre sí,
debido a lo cual Creonte, tío de todos ellos, asume
el mando y condena a Polinice por haber atacado
a su propia ciudad. El castigo consiste en que el
cadáver de Polinice no puede recibir sepultura, lo
que significa que su alma errará eternamente, hor-
ror que evita Antígona al enterrar el cuerpo.

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16 de noviembre de 1985. Lanzamiento de la Unión Patriótica como partido político. Imagen de: http://
cdn.dipity.com/uploads/events/1c0ac9cd533f3997d7520bcd3c3a4135_1M.png

causa su propia muerte y da lugar al desencadenamiento de la tragedia, al final de


la cual Creonte queda completamente solo y se da cuenta de que cometió un grave
error al defender el orden establecido sin considerar la particularidad de la situación.
Para Antígona, las leyes divinas están por encima de las leyes del Estado. Ha
regresado a Tebas después de cuidar de su padre Edipo en su destierro errante y
nuevamente es víctima de la desgracia. Actúa por amor, es su fuerza la que la lleva
a correr cualquier riesgo, a afrontar su propio sacrificio, como declara en un pasaje
de la obra: “No he nacido para compartir el odio, sino el amor”. En ella se hacen
evidentes todas las instancias que comporta una ética propia, una autoética, como
la denomina Edgar Morin (2006). Aunque se expone a morir, es indudable que se
ama a sí misma, pues ha decidido morir con gloria, como le cabe a un ciudadano,
y ama a su hermano Polinice, así como amó a su padre y a su madre. Sabe bien lo
que implica su condición de mujer en una sociedad que privilegia a los hombres; es
consciente de lo que significa vivir en una cultura patriarcal y, por lo tanto, conoce
la magnitud de su inminente castigo. Pese a todo, realiza su propósito porque en él
ha cifrado su trascendencia.

Yo, por mi parte, enterraré a Polinice. Será hermoso para mí morir cum-
pliendo ese deber. Así reposaré junto a él, amante hermana con el amado

Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Conflicto y solución política Contenido


hermano; rebelde y santa por cumplir con
todos mis deberes piadosos; que más cuenta
me tiene dar gusto a los que están abajo, que
a los que están aquí arriba, pues para siempre
tengo que descansar bajo tierra.

Creonte ha tomado partido por las leyes de la


ciudad y busca que se obedezcan ciegamente. Para él
no importa el amor fraterno, aun cuando su propio
hijo, Hemón, es el prometido de Antígona y ésta es
su sobrina. Su actitud está determinada por leyes que
él mismo pretende inmutables e incuestionables.

Por mi parte considero, hoy como ayer, un


mal gobernante al que en el gobierno de una
ciudad no sabe adoptar las decisiones más
cuerdas y deja que el miedo, por los motivos
que sean, le encadene la lengua; y al que es-
time más a un amigo que a su propia patria,
a ése lo tengo como un ser despreciable. ¡Que
Zeus eterno, escrutador de todas las cosas,
me oiga! Jamás pasaré en silencio el daño que
amenaza a mis ciudadanos, y nunca tendré
por amigo a un enemigo del país. Creo, en
efecto, que la salvación de la patria es nuestra
salvación y que nunca nos faltarán amigos
mientras nuestra nave camine gobernadacon
recto timón.

En rigor, Creonte actúa de acuerdo con un impera-


tivo moral que proviene de una fuente social, externa a
él mismo. Muy tarde, a expensas del adivino Tiresias y
del coro de ancianos, comprende que ha cometido un
grave error que provocará desgracias no sólo a él, sino
a toda Tebas, y trata de enmendar su acción, pero el
destino ya se ha cumplido.

_18 Volver a contenido


6 y 7 de noviembre de 1985.
Un comando guerrillero del
M-19 se toma el Palacio de ¡Oh, irreparables y mortales errores de mi
Justicia, con la intención de mente extraviada! ¡Oh vosotros que veis al
juzgar a Belisario Betancur matador y a la víctima de su propia sangre!
por el incumplimiento de los ¡Oh, sentencias llenas de demencia! ¡Ah, hijo
acuerdos de paz y reinserción. mío: mueres en tu juventud, de una muerte
La toma termina con el
prematura, y tu muerte, ¡ay!, no ha sido causa-
incendio de la edificación y la
masacre de 98 personas, en- da por una locura tuya, sino por la mía!
tre ellas, 11 magistrados. 10
personas más también fueron El coro de ancianos de Tebas sentencia al final:
desaparecidas durante la
retoma por parte del ejército La prudencia es con mucho la primera
colombiano.Tomado de: http://
fuente de ventura. No se debe ser impío con
redaccion.lamula.pe/2011/11/05/
el-jefe-maximo-de-las-farc-alfonso-
los dioses. Las palabras insolentes y altaneras
cano-en-imagenes/rafaelponc las pagan con grandes infortunios los espíritus
orgullosos, que no aprenden a tener juicio sino
cuando llegan las tardías horas de la vejez.

Veinticinco siglos después de escrita y representada


la tragedia griega, en un plano distinto, en Colom-
bia, los pueblos indígenas del Cauca han exigido “el
retiro de la guerra de sus territorios, el respeto a sus
derechos territoriales y culturales, de autonomía,
consulta, identidad, dignidad y respeto a las normas
del Derecho Internacional Humanitario”2. Ya no es
una persona que lucha por una muerte digna; es un
colectivo el que busca una vida digna. ¿Y en nombre
de quién nos están hablando? Yo me atrevería a decir
que lo hacen en nombre de la humanidad, tanto como
en nombre propio y tanto como en nombre de una
Constitución cuyos principios están cada vez más lejos
de hacerse realidad. ¿Y qué es lo que los inspira? Como
a Antígona, el dolor y el amor:

2 Manifiesto por la Paz de Colombia.

Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Conflicto y solución política Contenido


No nos vamos a quedar de brazos cruzados mirando como nos
matan y destruyen nuestros territorios, comunidades, planes de vida
y nuestro proceso organizativo. Por esto, enraizados en la palabra, la
razón, el respeto y la dignidad, iniciamos a caminar en grupos hasta
donde están atrincherados los grupos y ejércitos armados, para decir-
les frente a frente que, en el marco de la autonomía que nos asiste,
les exigimos que se vayan, que no los queremos , que nos cansamos de la
muerte , que están equivocados , que nos dejen vivir en paz . (ACIN: Carta
a los grupos armados, 9 de julio de 2012)

A ese reclamo el gobierno ha respondido desde el gobierno mismo, es de-


cir, desde su propia e inalterable lógica, desde las instituciones establecidas,
como lo hace Creonte en la tragedia griega. Ha acusado al movimiento de
estar infiltrado por las Farc, como ya lo ha hecho consuetudinariamente.
¿Qué busca con eso? Sin duda, despojar al movimiento de cualquier funda-
mento ético, minimizar, incluso eliminar su contenido fraterno y humano,
inculpándolo de aliarse con el terrorismo. Las declaraciones del Ministro de
Defensa son contundentes:

Esas organizaciones terroristas han optado por tratar de movili-


zarse hacia el movimiento de masas y han aparecido tomas como la
tal Marcha Patriótica, que yo sí puedo decirlo con claridad, que nadie
se equivoque que está financiado en buena medida por la guerrilla
de las Farc. Están tratando de hacer utilización, penetración, si que
quiere en cualquier movimiento de protesta social para integrarlos a
su actividad.

Hoy como ayer, el gobernante recurre a la figura de “enemigos del país”


para justificar sus acciones y deslegitimar a los ciudadanos que se oponen a
sus medidas de guerra. En su visión bélica no puede haber sentimientos sino
por la patria; cualquier otro sentimiento resulta subversivo, como subversivo
era el amor de Antígona por su hermano. Como Creonte en su ceguera, no
reconoce sino el “amor” por la patria; ni una sola palabra de afecto para los
ciudadanos. Ni una condolencia para las víctimas indígenas que sufren la
violencia, pero, eso sí, un exhibicionismo farandulero por la resistencia de un
soldado que llora al ser expulsado del territorio ancestral. En la prensa, ni un

_20 Volver a contenido


solo titular que dé cuenta del asesinato de ciudadanos indígenas a manos de
las fuerzas militares.
¿Y las Farc? Pues este pueblo ha tenido la desgracia de no tener uno, sino
dos Creontes y, peor aún, enfrentados entre sí. Los comandantes rebeldes se
muestran igualmente insensibles al dolor humano; justifican sus ataques a
la población civil con el argumento de que algunos indígenas son cómplices
de los militares.

… en una errónea y engañosa interpretación de la Autonomía,


ciertos “dirigentes” vienen sembrando odios en los comuneros y pro-
mueven en las asambleas el espíritu confrontacional, no solo contra
la presencia guerrillera, sino también contra los propios hermanos
indígenas que se alejan de sus políticas proclives al Estado. En esa
dirección promueven acciones hostiles que terminan haciendo de las
guardias indígenas una mera extensión de los cuerpos policíacos del
Establecimiento. (Mensaje del Comando Conjunto de Occidente de
las Farc a los indígenas del Cauca, marzo de 2012.)

Aunque hace algunos años, por la presión de los pueblos indígenas


del Cauca, se comprometieron a no atacar a la población civil, las
Farc terminaron por no cumplir su promesa y continuaron reclutando
campesinos e indígenas en contra de la voluntad de una comunidad
decidida a vivir en paz. En su llamamiento, la organización de estos
últimos había declarado:
… Es posible que ustedes tengan desde hace tiempo la enferme-
dad del militarismo y de la violencia sin contenido y no se hayan dado
cuenta. Esa enfermedad es la que hace que el Secretariado diga que
van a respetar la autonomía, y sin embargo sus mandos medios, sus
combatientes y milicianos hagan otra cosa. Es que a la gente que lleva
tanto tiempo en la guerra le parece normal que si alguien se roba una
gallina, o conversa muy duro, o habla con un funcionario del gobierno,
o si se duerme en la guardia, o piensa contrario al que manda en el
pueblo, hay que fusilarlo por orden de un comandante, sin derecho a
defenderse y sin poder saber de qué lo acusan. (Asociación de Ca-
bildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN), carta al comandante
Timochenko).

Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Conflicto y solución política Contenido


Columna de insurgentes de las FARC durante la constitución de la Coordinadora Guerrillera Simón
Bolívar. Imagen: http://www.abpnoticias.com/boletin_temporal/images/contenido/beligerancia_casa_verdeg.jpg

Ambas tragedias –la de ayer en Tebas y la de hoy en Colombia– dejan


claro que la preocupación de la política son las instituciones, mientras que
la de la ética son las personas. Las instituciones garantizan, en un sentido, la
continuidad de las conquistas colectivas alcanzadas; sin duda, el Estado re-
presenta las aspiraciones de un pueblo en un momento dado, pero también,
como todas las creaciones humanas, puede enajenarse, de creado puede
convertirse en creador. Los seres humanos podemos llegar a ser poseídos por
nuestras creaciones que se adueñan de nosotros cuando creemos disponer
de ellas. Por otro lado, son las personas las que sufren por la guerra, las que
pagan con su vida un conflicto que hace mucho tiempo no representa sus
intereses; son las familias las que se desintegran, las que pierden la oportu-
nidad de construir riqueza; son los jóvenes quienes se quedan sin opciones
de futuro.
Tanto las instituciones como las reivindicaciones de las personas se pue-
den pervertir y terminar bien en un autoritarismo creciente, bien en un
terrorismo despiadado. Se pervierte el Estado cuando resguarda los intere-
ses de unos cuantos bajo la máscara de normas constitucionales, cuando,
en nombre de la patria, ejerce el terrorismo contra los ciudadanos, cuando
intercepta las comunicaciones de periodistas, jueces, líderes sociales y gente
del común; cuando ignora los derechos humanos, cuando, en suma, pierde
el sentido de humanidad. Se pervierten las reinvindicaciones sociales e in-
dividuales cuando las acciones de resistencia cobran la forma de terrorismo,
cuando las organizaciones de lucha contra el auoritarismo pierden la sensi-
bilidad y cuando deja de ser el amor su principal motivación.
La independencia política de los indígenas es incómoda tanto para la
institucionalidad armada como para la guerrilla, justamente porque hace
evidentes las carencias de la política, porque desafía el orden que una y
otra buscan conservar. La política tradicional –en la cual hay que incluir
la política de las Farc y los demás grupos guerrilleros– no tiene ideas. El

_22 Volver a contenido


pensamiento político actual en Colombia –y esto es válido para los dos ban-
dos– va a remolque del pensamiento económico y del pensamiento militar.
Pero, sobre todo, la política en Colombia ha buscado fundamento en la
moral que, como lo dice su etimología, es costumbre, es pretender ceñirse a
valores que se pretenden universales e inmodificables. Peor aún, ha recurrido
a una moralina que, como dice Morin (2006), “juzga y condena en virtud
de criterios exteriores o superficiales de moralidad, la moralina se apropia
del Bien y transforma en oposición entre bien y mal lo que en realidad es un
conflicto de valores”. La moralina hace que se juzgue a los adversarios como
personas u organizaciones indignas de ser escuchadas.
No es muy probable que la decisión de buscar la paz con los grupos
armados que ha tomado el actual gobierno tenga un fundamento ético.
Por lo menos, éste no se encuentra en las declaraciones que confirmaron
los acercamientos con las Farc. Prima un lenguaje que guarda distancias
dando a entender que se hará el intento, pero que si no resulta el país no
perderá nada, cuando lo cierto es que perderá todo si reproduce los últimos
cincuenta años. Es más, el ministro de Defensa sostiene que el presupuesto
para la guerra debe conservarse así ésta llegue a su fin. Por ahora, no hay
evidencias de un pensamiento político que reivindique las solidaridades, que
rehumanice las ciudades y que revitalice el mundo rural.
Por eso, es ahora cuando la ética tiene todo para decir. Es aquí donde
los ciudadanos pueden dotar el proceso de paz de solidaridades concretas y
vividas, de persona a persona y entre grupos y personas. Es la oportunidad
de recuperar las fuentes básicas de la ética; la individual, la social y la de
la especie, representada en la historia y la cultura. La fraternidad, el amor,
el sentido de humanidad tendrán que tomarse las calles y las instituciones
por asalto. Es indispensable que nosotros, los ciudadanos, dotemos de un
contenido ético a una apuesta política. Es más, es la hora de que la ética
comande a la política.

Referencias
Morin, E. (2006). El método. Ética. Madrid: Cátedra.

Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Conflicto y solución política Contenido


Lucha social y popular
en los diálogos de paz

E l establecimiento de una mesa de diálogos


entre la insurgencia de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia y el gobierno de Juan
Manuel Santos se ha convertido en el punto central
de la discusión política. Entre tan diversas posturas,
surge con fuerza la pregunta por cuáles son las dife-
rencias sustanciales entre este y otros intentos en la
búsqueda dialogada de la paz. Hasta el momento, las
respuestas han oscilado entorno a la capacidad militar
de las organizaciones en contienda en la confrontación
armada, el carácter y viabilidad de la institucionalidad
que ha venido creando el gobierno de Santos de cara a
los diálogos o la valoración sobre el momento econó-
Sandra mico en el país.
Carolina Bautista Un elemento fundamental no ha sido incorporado
suficientemente en la discusión, siendo cardinal para
Economista ubicar particularidades de este nuevo momento de
Magíster en
diálogos de paz, a saber, la dinámica de lucha social y
Estudios Políticos
Docente universitaria popular, que da un cariz distinto a las conversaciones
de paz a desarrollarse en La Habana y en Oslo. No es
este un aspecto de mero contexto, sino que por el con-
trario puede jugar un papel determinante en el inicio y
desarrollo de los diálogos, tal y como ha ocurrido con
varias experiencias en Nuestra América Latina.

_24 Volver a contenido


Jairo Calvo (Ernesto Rojas), John Agudelo Ríos, Oscar William Calvo y Bernardo Gutiérrez, durante la
firma de los acuerdos de cese al fuego entre el Gobierno Nacional y el EPL, 24 de agosto de 1984.
Imagen de: http://oscarwilliamcalvo.blogspot.com/2004/09/los-hombres-de-paz-y-de-guerra.html

1. El momento de lucha popular


La dinámica de lucha social y popular en el país es un elemento que marca
amplias diferencias con el proceso de diálogo del Caguán, realizado entre 1999 y
2002. Mientras que a finales de los noventa la conclusión generalizada sobre los
movimientos sociales era la aguda crisis por la que atravesaban, en los albores de
la década del diez del siglo XXI se hace evidente un proceso de recomposición
y fortalecimiento de la lucha social, que, aunque no es homogéneo, si permite
discutir la trascendencia que puede tener en una dinámica de diálogos por la paz
con justicia social.
Según Mauricio Archila1, al iniciar el siglo XXI los actores colectivos se carac-
terizaban por un precario papel en transformaciones de fondo, un alto grado de
dispersión en las luchas, con primacía de las demandas particulares, organizaciones
poco representativas, con escasos mecanismos de coordinación y que, a lo sumo,
participaban en convergencias temporales determinadas por factores políticos y
económicos externos, dejando como gran resultado la inexistencia de movimientos
sociales fuertes.
Diez años después, algunos de estos problemas persisten, pero varios elementos
evidencian una dinámica de cambio, reconociendo también que se trata de un
proceso lento, desigual y aún en curso. Desde lo cuantitativo y según datos del
Centro de Investigación y Educación Popular - CINEP, el número de acciones
de protesta se ha incrementado lo largo de los últimos quince años, pasando de
menos de quinientas en 1998 a poco más de ochocientas en 2010, con dos picos

1 Mauricio Archila. “Colombia en el cambio de siglo: actores sociales, guerra y


política. En: Revista Nueva Sociedad, No. 182

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importantes en 1999 y 2007, este último con el mayor número de eventos.
Si bien no se cuenta aún con el dato para 2011, es evidente que continúa el
ascenso, observable en la dinámica del movimiento estudiantil, las luchas
por el territorio protagonizadas por indígenas y campesinos, por transporte
público digno en algunas de las principales ciudades, o por condiciones de
trabajo encabezadas por trabajadores del sector minero energético.
Más allá de lo cuantitativo, otros elementos de orden orgánico, progra-
mático y relativos a los repertorios de confrontación, dejan claro que algunos
de los movimientos sociales colombianos se encuentran en proceso de forta-
lecimiento. Lo primero tiene que ver con la cualificación en la capacidad de
movilización y confrontación, observable por el sostenimiento de las accio-
nes colectivas a lo largo del tiempo, con casos regionales, como la lucha de
los trabajadores del sector minero energético o las tomas a entidades a nivel
local. Como segundo elemento, el sostenimiento de tales acciones permite
el fortalecimiento de la unidad de acción y la construcción programática,
tal y como ha ocurrido con varios sectores del movimiento campesino e
indígena que han avanzado en elaboraciones como las Zonas de Reserva
Campesina o en la conceptualización del territorio y lo territorial.
Una tercera consideración está en la construcción de referentes unita-
rios a partir de procesos regionales y de base,
Un elemento fundamental no ha tanto sectorial, como la Mesa Amplia Nacional
sido incorporado suficientemente Estudiantil, MANE, en el movimiento estu-
en la discusión, siendo cardinal diantil universitario, como en convergencias de
para ubicar particularidades de este organizaciones sociales y populares en torno a
nuevo momento de diálogos de proyectos políticos colectivos, como el Congre-
paz, a saber, la dinámica de lucha so de los Pueblos o la Marcha Patriótica. Parti-
social y popular, que da un cariz cularmente estos dos últimos procesos reabren
distinto a las conversaciones de el debate sobre la relación entre lo político y lo
paz a desarrollarse en La Habana social en los movimientos sociales en Colombia,
y en Oslo. No es este un aspecto en tanto proponen la construcción del poder
de mero contexto, sino que por político como un proceso que, si bien converge
el contrario puede jugar un papel hacia lo estatal, se sustenta en la reivindicación
determinante en el inicio y desa- social y en la capacidad de las organizaciones
rrollo de los diálogos, tal y como y comunidades para tomar decisiones, distan-
ha ocurrido con varias experiencias ciándose así de las concepciones que restringen
en Nuestra América Latina. lo político a lo institucional formal.

_26 Volver a contenido


El movimiento estudiantil universitario es el caso más representativo
en la recomposición de los movimientos sociales. Desde 2005 propuso un
repertorio de acción colectiva con un claro protagonismo del paro de acti-
vidades académicas, y a partir de una base organizativa, reconstruida desde
finales de los noventa, logra pasar de acciones locales sostenidas a una fuerte
articulación y coordinación a través de la MANE, con la definición de un
programa mínimo asumido a nivel nacional que permite desarrollar el em-
blemático paro de 2011, cuya duración y contundencia significó un punto
de inflexión en la construcción de este actor colectivo.

2. Paz con justicia social en la agenda social y popular


Los analistas de movimientos sociales han creado la categoría “movimien-
to por la paz”, constituido por un conjunto de acciones colectivas motivadas
en la búsqueda de la paz, la defensa de la vida y el rechazo a la violencia,
catalogándolas a su vez como las más importantes de los años noventa en
Colombia 2. Siendo evidente la amplia movilización social en torno a estos
temas, vale la pena abrir el debate sobre el significado de la paz como un
campo en disputa, pues las expresiones a favor de la paz y en contra del
conflicto, lejos de constituir una dinámica homogénea, son expresiones de
las diversas formas de entender la dinámica de violencia en el país.
Las organizaciones sociales y populares constituyen el sujeto colecti-
vo más persistente en la lucha por la paz, tanto desde lo sectorial como
lo regional. Esto resulta lógico al observar casos de recrudecimiento de la
confrontación armada, como Antioquía, Magdalena Medio, Cauca, Arauca
o Chocó. Pero, una mirada a las reivindicaciones planteadas permite ubicar
que la búsqueda de la paz no es un punto más en la agenda, propuesto de
manera paralela al conjunto de exigencias. Es, por el contrario, un elemento
orgánico en la construcción reivindicativa, articulador de los diferentes as-
pectos contenidos en propuestas programáticas, transversal a las mismas y
que da cuenta de la comprensión de la confrontación armada como parte del
desarrollo de sendos conflictos económicos, sociales, políticos, ambientales
y culturales en el país.

2 Mauricio García (2006) “Paz en el territorio: dinámica de expansión


geográfica del accionar colectivo por la paz en Colombia 1978-2003”. En
Revista Territorios No 15, pp. 9-32

Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Conflicto y solución política Contenido


Enunciando algunos ejemplos encontramos que
el Mandato Agrario, documento programático re-
sultado del Congreso Agrario de 2003, plantea la
vinculación entre lógicas de las empresas nacionales
y multinacionales, desplazamiento forzado, la política
de Seguridad Democrática y la política económica del
entonces presidente Álvaro Uribe. De igual manera, la
movilización Agraria y Popular de octubre de 2007,
propuso una fuerte articulación entre aumento del
presupuesto de guerra y deterioro de derechos como
salud y educación. Recientemente, tanto el Encuentro
Nacional de Comunidades Campesinas, Afrodescen-
dientes e Indígenas por la Tierra y la Paz de Colombia,
como el Congreso de Tierras, Territorios y Soberanías,
celebrados en 2011, dejaron claro en sus conclusiones
una perspectiva de conflicto que denota un carácter
multidimensional, donde lo social, lo económico y lo
político sustentan y retroalimentan las dinámicas de
confrontación armada. En ese mismo sentido, la con-
signa central de la MANE, “por una nueva educación
para un país con soberanía, democracia y paz”, en su
proceso de discusión a lo largo de 2011, permite ver
la concepción articuladora entre conflicto armado y
conflicto social, político y económico.
La comprensión del conflicto en diversas dinámicas
interrelacionadas conduce también a una perspectiva
de paz con justicia social que las organizaciones sociales
y populares ponen en juego en cada evento de protesta
y en sus repertorios de acción colectiva. Es así como a Leonardo Posada Representante
la luz de los diálogos que apenas inician entre la insur- a la Cámara por la UP, asesinado
gencia y el gobierno de Santos, el aporte sustancial del en Barrancabermeja el 30
movimiento social y popular estará en el acumulado de de agosto de 1986. Imagen
construcción reivindicativa y programática, así como de: http://www.semana.com/
photos/%5C1582%5CImgArticulo_
de esas concepciones de conflicto y paz fundadas en
T1_117673_2012824_212018.
la realidad local y cristalizadas en acuerdos, pronun- jpgphotos/%5C1582%5CImgArticulo_
ciamientos y propuestas de corte nacional, como la ley T1_117673_2012824_212018.jpg

_28 Volver a contenido


alternativa de tierras o la ley alternativa de educación superior que se encuentra en
construcción.
Mediante el ejercicio reivindicativo, la generación de propuesta y la movilización,
las organizaciones sociales y populares pueden hoy entrar con fuerza en un proceso
de diálogo por la paz, poniendo en juego las lecturas construidas y alimentando
la agenda de discusión ya establecida para el escenario de Oslo. No puede ser esta
un espacio cerrado, cuando los temas a tratar son de interés nacional, por lo que
el logro de esta apertura se constituye en la primera tarea del movimiento social.

3. Enseñanza del caso salvadoreño


Los conceptos de conflicto y paz constituyen un campo en disputa frente a la
apuesta que hoy realiza el bloque hegemónico en el poder, evidente en construccio-
nes como el Marco Jurídico para la Paz, tendiente a tocar de manera exclusiva la
desmovilización y las garantías políticas. Este hecho invita a revisar una enseñanza
del proceso de paz en El Salvador, la cual, guardadas proporciones, constituye un
valioso aprendizaje para el caso colombiano.
Este país centroamericano vivió un dramático estado de guerra a lo largo de los
años ochenta que culminó con la firma del Acuerdo de Paz de 1991, logrado entre
el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional y el gobierno de derecha de
la Alianza Republicana Nacionalista, ARENA, en el cual jugó un papel fundamen-
tal la movilización social y popular, encabezada particularmente por las principales
centrales sindicales.
El proceso estuvo rodeado por la sociedad salvadoreña mediante convergencias
de corte social y popular. En tal sentido, en 1987 surge el Comité Permanente
para el Debate Nacional por la Paz, CPDN, amplio espacio que generó la agenda
social para los diálogos de paz, haciendo énfasis en las causas sociales, económicas
y políticas de la confrontación armada, pero que no tuvo participación en la mesa
de diálogos. Tal ausencia generó la gran deuda social y económica que hoy todavía
padece El Salvador, gracias a la imposición del neoliberalismo. El efectivo logro de
mayores garantías políticas fue estrangulado por la regresiva agenda económica del
posconflicto, hecho derivado de la no incorporación de las propuestas del movi-
miento social y popular.
Tal dinámica de exclusión social creciente en El Salvador, convertida hoy en
bomba de tiempo, deja como moraleja la trascendencia de la participación social y
popular en los diálogos de paz, toda vez que la agenda construida desde esta orilla
es la base irremplazable de la paz duradera, la paz con justicia social.

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Historia y memoria

A los 25 años de su sacrificio

Jaime Pardo Leal:


“Los que combatimos por la
vida, aquí estaremos siempre”

La Unión Patriótica

E l 16 de noviembre de 1985, sobre el trasfondo


de las ruinas aún humeantes del Palacio de
Justicia incendiado 10 días antes durante la retoma
del mismo por parte de la Fuerzas Armadas colombia-
nas, la Unión Patriótica clausuró su primer congreso
nacional realizando una multitudinaria manifestación
Jesús Gualdrón en la Avenida Jiménez con Séptima. Se oficializaba así
el nacimiento de una organización que había surgido
Profesor como resultado de los Acuerdos de la Uribe, firmados
el 28 de marzo de 1984, los cuales incluían el cese al
fuego y una tregua en la confrontación entre el Estado
y las FARC.
La recién fundada Unión Patriótica expresaba la
profunda convicción de importantes sectores demo-
cráticos de la sociedad colombiana acerca de la nece-
sidad de ganar la paz –y no la guerra– y de alcanzar
una real apertura democrática, y pretendía, así mismo,

_30 Volver a contenido


Jaime Pardo Leal como candidato presidencial por la UP para las elecciones de 1986.
Imagen: http://rubensvegan.blogspot.com/2011/10/jaime-pardo-leal-1941-1987.html

constituirse en una plataforma de convergencia que lograra integrar en un movi-


miento unitario las más diversas expresiones organizativas y luchas populares que,
a mediados de los años 80 del siglo pasado, mostraban un innegable ascenso y for-
talecimiento: “[…] en el momento actual existen fuerzas sociales que determinan
una salida de la guerra interminable, del régimen de violencia que ya casi por medio
siglo azota a nuestro país. […] UP es la propuesta de apoderarse de estas fuerzas, de
abrirles y allanarles el camino, de ponerlas en marcha.”1
Mucho se ha insistido en que la UP constituía un partido instrumental, cuyo
propósito consistía en facilitar la inserción de las FARC a la vida política nacional.
Semejante afirmación es una simplificación extrema del carácter de esta organi-
zación. Su plataforma programática, su acción política y su vinculación con los
movimientos y las luchas sociales demuestran todo lo contrario: “El hecho de que
las FARC […] hubieran hecho la propuesta de la Unión Patriótica, no indica otra
cosa sino que la paz es el camino de la unidad popular en el país.”2

1 Nicolás Buenaventura y otros, Tregua y Unión Patriótica, Ediciones CEIS, Bogotá,


noviembre de 1985, p. 20.
2 Ibídem, p. 66.

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Esta es una de las principales razones por las cuales
Fernando Pardo Flores: la UP concitó de manera inmediata un amplio apoyo
“Por el temor que mi popular. En las primeras elecciones en las que partici-
papá representaba para el pó, en marzo de 1986, por ejemplo, el recién lanzado
establecimiento nacional y movimiento eligió 5 senadores, 9 representantes a la
para las clases dirigentes, Cámara, 14 diputados a asambleas departamentales,
por la capacidad que tenía 23 alcaldes y 351 concejales a lo largo y ancho del
de denunciar a los crimi- país. Precisamente en esos comicios, Jaime Pardo Leal,
nales, por sus deseos de quien había sido postulado candidato presidencial por
cambio y por su voluntad de la UP, obtuvo 328  752 votos, esto es, el 4.5% de los
soñar con un país en paz…” sufragios válidos depositados. Un resultado que puede
… ¡Por eso lo mataron! catalogarse como el más importante en la historia de
la participación electoral de la izquierda colombiana
hasta ese momento.

El genocidio
La reacción militarista no se hizo esperar. Unidos en santa alianza, secto-
res de los partidos políticos tradicionales, de poderosos grupos económicos
–incluyendo latifundistas, ganaderos y narcotraficantes–, de las Fuerzas
Armadas y el paramilitarismo iniciaron la llamada “Operación Exterminio”
contra los representantes más connotados de la UP, sus parlamentarios y
militantes, así como las masacres continuadas en regiones donde esta orga-
nización construía sus bases populares. La cruzada criminal tenía también
el propósito de provocar la ruptura de la tregua con las FARC. Los medios
de comunicación, por su parte, contribuyeron en gran medida en la tarea de
identificar a la UP con el movimiento guerrillero que le había dado origen,
y de esa manera “justificar” la macabra empresa. Solamente entre los años
1985 y 1987 cayeron víctimas de esta acción criminal 330 colombianos. El
exterminio de la UP –catalogado, con justicia, como genocidio político por
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos - CIDH– continuó a
lo largo de las décadas de los 80 y los 90 y se prolongó hasta bien entrado el
siglo XXI, alcanzando un espeluznante guarismo de víctimas que supera las
seis mil, según datos de la Corporación REINICIAR (septiembre de 2006).
El genocidio, sin embargo, no se circunscribe exclusivamente a la UP y al
partido comunista colombiano, su núcleo central. Muchos otros luchadores
por la paz y la justicia social en nuestro país cayeron víctimas de las balas

_32 Volver a contenido


asesinas: recordemos a Oscar William Calvo, dirigente del EPL y miembro
de la Comisión de Paz, quien “a sus 32 años fue ultimado, junto con los di-
rigentes de la Juventud Revolucionaria Alejandro Arcila y Angela Trujillo, al
parecer por efectivos del Ejército, al interior de una droguería en la calle 42
con carrera 13 en Bogotá”3, y a Carlos Pizarro Leongómez, comandante del
M-19, quien tras haber hecho dejación de las armas se ha había convertido
en el candidato presidencial de la Alianza Democrática M-19. Pizarro cayó
el 26 de abril de 1990 víctima de los paramilitares (AUC).
Y recordemos también a los defensores de los derechos humanos, blan-
co, a su vez, del terrorismo del Estado. Algunos de ellos fueron asesinados
igualmente en el año de 1987: Pedro Luis Valencia Giraldo –quien además
había sido elegido senador por la UP–, el 14 de agosto; el 25 del mismo mes,
Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancur Taborda, y Luis Fernando Vélez
Vélez, abogado, filósofo y antropólogo, el 17 de diciembre.

Jaime Pardo: Vivo en las luchas de nuestro pueblo por la paz


Y es en ese contexto, en el que hace 25 años, el 11 de octubre de 1987,
cayó asesinado por los enemigos de la paz y la democracia en Colombia
Jaime Pardo Leal. Regresaba de su finca de descanso en cercanías del Mu-
nicipio de La Mesa (Cundinamarca). Eran cerca de las 3 y 45 de la tarde de
aquel domingo aciago.
Meses antes, el 27 de abril de 1987, en un discurso pronunciado ante
el V Foro por los Derechos Humanos «Por la vida, la paz y la democra-
cia», realizado en Bogotá, había dicho refiriéndose a la situación de terror
creada por el militarismo: “A pesar de las amenazas de muerte, nosotros no
gritamos como los condenados del circo romano: ‘los que vamos a morir
mañana os saludan’, sino, por el contrario, los que combatimos por la vida
aquí estaremos siempre.”4
Y es que Pardo Leal encarnaba los sueños de paz de una generación
que había crecido abrumada por la violencia. Nacido el 28 de marzo de
1941 en Ubaque, un pueblo de ascendencia indígena –centro ceremonial
de los muiscas– ubicado en las laderas de la Cordillera Oriental a 56 km.
de Bogotá, fue testigo a lo largo de su vida de las diversas formas que ésta

3 Véase: http://es.wikipedia.org/wiki/%C3%93scar_William_Calvo
4 Véase: http://www.revistacontornojudicial.com/adjuntos/biografia_jpl1.pdf

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fue adquiriendo, de su expansión por todo el
territorio nacional, de su utilización para el
despojo de campesinos y colonos y para acallar
la protesta y la organización ciudadanas, pero
también del crecimiento de la resistencia popu-
lar para enfrentarla.
Hijo de un hogar humilde, muy tempra-
namente se decantó por las “causas que con-
sideraba justas, honestas y dignas” y “con este
pensamiento vio en el comunismo una opción
para materializar sus ideales, por esto su tra-
segar por el partido lo inicia desde el colegio,
cuando decidió ser militante de la Juventud
Comunista…”5. Sus estudios de derecho los
realizó en la Universidad Nacional, donde
obtuvo el título de abogado en marzo de 1966
con una tesis titulada “La clase obrera ante el
derecho social”. Siendo estudiante viajó a la Unión Soviética y se destacó
por su papel de liderazgo en las luchas estudiantiles.
Ese era Jaime Pardo Leal: un hombre que “durante toda su vida dio
muestras de ser un líder, un luchador por las causa de los más desprotegidos,
un soñador del Estado democrático; por eso no tuvo reparo en tratar de
construirlo en cada uno de los cargos que desempeñó en la rama judicial,
desde citador hasta magistrado; el profesor que concebía la enseñanza del
derecho como un medio de humanización, el sindicalista que no escatimó
jamás en reparos, ni miedos, cuando se trataba de defender, dignificar y
reclamar las reivindicaciones de su gremio; ese buen compañero, excelente
amigo, magnífico padre, inigualable hijo a quien cegaron su vida […] por
invitar a soñar, a construir, a reclamar, a exigir el derecho a la existencia.”6
En su calidad de presidente de la Unión Patriótica, Pardo Leal no cejó en
la tarea de desenmascarar la impunidad reinante, el fortalecimiento del pa-
ramilitarismo, la complicidad de sectores del Estado, de las Fuerzas Armadas

5 Jaime Pardo Leal, Escritos jurídicos y políticos, Universidad Nacional de Co-


lombia, Bogotá, 2002, p. 16.
6 Ibídem, p. 40

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Jaime Pardo Leal, esposa e hijos.
Imagen: Documental EL Baile Rojo. http://www.youtube.com/watch?v=QVL54FcZq5E

y de la Policía en el genocidio que se practicaba contra su partido y el movimiento


popular colombiano. Son múltiples las denuncias en las que con nombre propio y
lujo de detalles ponía al descubierto tal complicidad. Su voz no cesaba de nombrar
a los responsables, pero el establecimiento no estaba interesado en la verdad. ¡Era
preferible acallarlo! Y ello fue lo que sucedió. Su hijo, Fernando Pardo Flores, lo
afirma con enorme contundencia: “Por el temor que mi papá representaba para el
establecimiento nacional y para las clases dirigentes, por la capacidad que tenía de
denunciar a los criminales, por sus deseos de cambio y por su voluntad de soñar con
un país en paz…”7 … ¡Por eso lo mataron!

Su legado
Nuevamente, después de varios intentos fallidos, el país habla de paz. Nueva-
mente, el movimiento popular se pone a la cabeza de su búsqueda. Se ha creado
un escenario que ha hecho posibles los acercamientos y el inicio de un proceso.
La clase dominante se apresura a apropiarse de su desarrollo. El presidente Santos
cuantifica el optimismo y asume la responsabilidad frente a la duración del mismo.

7 Agencia Prensa Rural, 11 de octubre de 2010, (http://prensarural.org/spip/spip.


php?article4711)

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No quedan dudas de que la intención es excluir otra vez al pueblo colom-
biano de este proceso de paz. Y –ahí– surge de nuevo el punto de confron-
tación: la paz debe ser un escenario de transformaciones democráticas, de
avance en los derechos de la población trabajadora, de mejoramiento de las
condiciones de vida y de trabajo de las mujeres y los hombres del común; no
un espacio de fortalecimiento del bloque de poder, de su modelo antisocial,
de su feria de recursos naturales para beneficio del capital transnacional, no
un elemento más de manipulación y engaño. Recordemos a propósito de
esta reflexión las palabras de Jaime Pardo Leal:

“El acuerdo democrático de todos los colombianos sensibles al


futuro de la patria es urgente y, sobre todo, no puede eludirse ningún
esfuerzo tendiente a restaurar la confianza en la posibilidad de la paz,
removiendo la injusticia social y la presión política. Si pensamos en la
vida de nuestros compatriotas y en su progreso social, es insoslayable
asistir al llamado contra la guerra. Los colombianos somos capaces de
vivir en paz, unámonos para tan impostergable propósito.”

[…]

“El proceso de paz corresponde a una realidad política del país.


El proceso de paz no depende del presidente de la república ni del
militarismo. El proceso de paz es un derecho de los colombianos y eso
ya no lo puede atajar nadie. Desde luego que ese proceso de paz tiene
que estar complementado con las reformas políticas y sociales, pero el
pueblo impondrá la paz e impondrá las reformas y esa es la tarea que
le corresponde a las fuerzas políticas en la actualidad.”8

¡Tengamos presente su legado!

8 Jaime Pardo Leal, Op. Cit., p. 40

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Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Historia y memoria Contenido

Tomado de: http://www.facebook.com/pages/Jaime-Pardo-Leal/


Neoliberalismo rampante

La mitología de la
colonización neoliberal de
la salud de los pueblos

L a explicación de la crisis del sistema de salud


colombiano concentrada en lo financiero es
sólo una posibilidad interpretativa dentro de otras en
escena que, desde una perspectiva crítica, deberían
comprenderse como partes de un sólo fenómeno: una
crisis estructural (1). Sin embargo, así como el pensa-
miento y la praxis neoliberales permean las subjetivi-
Adriana dades y los espacios más cotidianos (2), en salud se está
Ardila Sierra haciendo central la idea de que los asuntos financieros
son el tema a resolver.
Médica En las dos últimas décadas, bajo el supuesto de que
Magíster en
la salud de los pueblos está condicionada a la salud
Salud Pública
Candidata a Ph.D. financiera de los sistemas de salud, hemos visto coloni-
en Salud Pública zar el conocimiento en salud por saberes económicos
Universidad Nacional y administrativos de corte neoliberal. Éstos han ido
de Colombia girando nuestras brújulas hacia el norte de la salud
financiera, como si al optimizar el mercado el efecto
natural fuese el mejoramiento de la salud y el bienestar
de los pueblos. Fórmulas mágicas que se suman a la

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El 3 de marzo de 1989 otro líder de la Unión Patriótica fue asesinado: José Antequera. Imagen
de: http://www.semana.com/nacion/crimenes-impunidad-22-anos-del-asesinato-jose-antequera/152797-3.aspx

mitología que emergió cuando el neoliberalismo colonizó la salud de los pueblos


y de las cuales se está haciendo uso intensivo por estos días en que los debates en
torno a la perdurabilidad o transformación estructural del sistema de salud colom-
biano se encuentran tan activos.

El mito de la salud vía sostenibilidad financiera


Hay que preocuparse cuando revistas de economía y negocios de circulación
nacional entran a resolver las dudas que el público pueda tener sobre la necesi-
dad de continuidad o de desmonte de un sistema de salud. Y en especial hay que
preocuparse si la resolución de la duda se soporta en estudios concentrados en las
posibilidades de sostenibilidad financiera (3), como si el nuevo paciente fuera el
gasto y no el sujeto que padece.
El mito de la sostenibilidad financiera se basa en la creencia que ajustando el
mercado de la salud se logran simultáneamente el bienestar financiero y el bienestar
de los pueblos. Se asume, por ejemplo, que ampliando las afiliaciones al régimen
contributivo y el monto de las contribuciones, vigilando y controlando la corrup-
ción, diseñando y gestionando los recursos para evitar que se concentren en manos
de quienes los manejan, controlando el crecimiento del gasto y de los sobrecostos, o

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En las dos últimas décadas, controlando el crecimiento de los regímenes especiales,
bajo el supuesto de que la surgen sujetos y poblaciones con mejores condiciones
salud de los pueblos está de salud y de vida.
condicionada a la salud Al delinear este camino, nuestros expertos neolibera-
financiera de los sistemas les pasan por encima del acumulado teórico explicativo
de salud, hemos visto y comprensivo de los procesos salud-enfermedad, ha-
colonizar el conocimiento ciendo polvo cualquier debate decente sobre los deter-
en salud por saberes eco- minantes o la determinación social de la salud.
nómicos y administrativos Pero además, la fe neoliberal alcanza para convencer-
de corte neoliberal. Éstos se ‒¿o convencernos?‒ de poder lograr la sostenibilidad
han ido girando nuestras financiera del mercado de la salud a través de medidas
brújulas hacia el norte de que contradicen los mercados: control del deseo de lucro
la salud financiera, como de los capitalistas del sector a través de límites morales
si al optimizar el mercado y normativos al ingenio humano que se mueve hacia la
el efecto natural fuese el extracción de rentas.
mejoramiento de la salud y Que en Colombia los procesos de atención se de-
el bienestar de los pueblos. nominen cadenas productivas, o que a los sujetos se les
quiera denominar compradores educados, o que quienes
administran los recursos del sector se denominen accio-
nistas (4), no son asuntos semánticos; una vez instaurado
el lenguaje del mercado empiezan a legitimarse formas
de maltrato como aquellas en que las Empresas Promo-
toras de Salud (EPS) acusan a sus pacientes de ser uno
de los dos “grandes defraudadores del Sistema General
de Seguridad Social en Salud” (5).
La senda del mercado conduce a la salud de los exper-
tos en mercados; para avanzar hacia la salud de los pue-
blos ésta, y no la salud financiera, ha de ser el norte de
los sistemas de salud y de las sociedades en su conjunto.

El mito de la ineficiencia de lo público


El deseo de privatización de la infraestructura de
atención en salud se sustenta en un prejuicio típicamente
neoliberal: que lo público es inherentemente ineficiente;
como si se tratara de una maldición, las instituciones y los
funcionarios públicos estarían, de manera inextricable,
destinados a ser ineficientes.

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No es jocoso ni es sarcástico; la cruzada privatizadora que cabalga sobre
este prejuicio ha sepultado buena parte de la red pública de atención médica en
Colombia, mientras en paralelo se levanta una rentable infraestructura privada
aislada de la realidad social, incluso en términos arquitectónicos.
La desmitificación de la ineficiencia inherente a lo público empieza por
recordar que somos los mismos humanos ocupando espacios públicos y pri-
vados; lo demás es voluntad y gestión.

El mito de la equidad en la pobreza


Cuando se afirma que el sistema de salud colombiano exhibe logros en
equidad se pone en evidencia un tercer prejuicio: que la igualación por lo
bajo asigna un límite razonablemente justo al deseo humano de bienestar.
Reza el mito, por ejemplo, que el pobre (quien pertenece al quintil más
bajo de gasto de los hogares) ha de sentirse satisfecho en términos de equidad
si su gasto de bolsillo en caso de enfermedad es inferior al del quintil más
alto de ingreso del país, y más si se considera que su aporte a la carga de
enfermedad acumulada es superior a la de ese quintil con ingreso superior.
En otras palabras, se cree que el sistema es equitativo porque en caso de
enfermedad los más pobres gastan menos de diez mil pesos mensuales en
salud mientras que los más ricos gastan entre ochenta y noventa mil pesos
mensuales (6), omitiendo que para el quintil más pobre diez mil pesos son
más de un día de trabajo mientras que para el quintil más rico noventa mil
pesos son menos de una hora de trabajo; lo cual no representa una simple
falla técnica en el análisis ajustado de unos datos sino la miopía con que se
pretende abordar la categoría de clase social.
En salud abundan estudios que apuntan hacia la equidad porque pen-
sar en equidad es atractivo y esperanzador, pero se olvida que en contextos
capitalistas la equidad no es más que un concepto ilusorio: la pobreza es
inherente al y necesaria en el capitalismo.
En contextos capitalistas, es más rentable negar las enfermedades de la
pobreza y concentrarse en desigualdades mórbidas puntuales modificables
a partir de la gestión de estilos de vida individuales que modificar las con-
diciones de vida en que se gestan tales desigualdades.
Por eso, el país no puede dormir tranquilo cuando, tras casi veinte años
de ley 100, nuestros expertos anuncian haber descubierto que el núcleo de
las inequidades está ubicado en los regímenes especiales, desfavoreciendo a

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la población general con respecto a la población de estos regímenes (4). Si
bien sería deseable la igualación de beneficios entre regímenes, una sociedad
equitativa no admitiría sistemas de salud fragmentados en subregímenes
dependientes de la condición laboral.
Entonces, para que la equidad deje de ser el sonajero de la Salud Pública
es necesario aspirar a sociedades y a sistemas de salud estructuralmente
diferentes y con posibilidades de transformar las condiciones –y no sólo los
estilos‒ de vida de las poblaciones.

El mito de la calidad vía competencia


Reza el mito que cuando en un mercado se estimula la competencia
entre actores hay una ganancia en calidad para los usuarios. Con tal con-
vicción, Colombia adoptó en salud, desde 1993, un modelo de competencia
regulada donde la calidad de los servicios de salud estaría garantizada por
la competencia entre aseguradores, la competencia entre prestadores y la
competencia entre trabajadores, todos preocupados por satisfacer de la me-
jor manera las necesidades de los pacientes con el fin de mantenerlos como
sus usuarios.
Para que en un mercado de salud hubiera competencia por la satisfac-
ción de los pacientes habría que garantizar en éstos la libertad de elección
del prestador en el momento en que se requiere la atención médica –más
allá de la red de prestadores propia o de aquellos prestadores con quienes
el asegurador ha convenido contratos‒. Pero además, en un mercado de
salud, la competencia por la satisfacción de los pacientes exigiría la perversa
condición de que esa satisfacción estuviera representada en rentabilidad.
Es por esto que en este sistema de salud las instituciones prestadoras
no compiten por los pacientes, compiten por satisfacer a los aseguradores
que ofrecen las condiciones contractuales más favorables; los profesionales
tampoco necesitan competir por los pacientes, dadas las altas cargas labora-
les y las condiciones de trabajo vigentes, la competencia es por los mejores
empleadores. Y los aseguradores, en tales condiciones, pueden bastarse con
competir en los terrenos de los planes de atención complementaria (PAC),
propios de la medicina prepagada.
Sin embargo este mito de la calidad por competencia está lejos de des-
aparecer; los expertos del momento creen que no hay fallos estructurales
sino necesidades de ajuste y, por tanto, que una vez se implementen sistemas

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Los féretros de seis campesinos de la región de El Castillo, Meta, pertenecientes a la UP, asesinados
en septiembre de 1988. Imagen: Pabloé, Voz - http://www.kienyke.com/historias/la-union-patriota-en-la-voz-de-
sus-sobrevivientes/

de información de buena calidad se favorecerá la competencia en el sector y por


ende la calidad de la atención en salud (4).
El mito de la universalidad del derecho
“La meta de universalización es prácticamente una realidad” (4, p.147). Este
es tal vez el mito más viejo, más defendido y, a la vez, más desvirtuado dentro del
sistema de salud vigente en Colombia: que una vez se emite en algún lugar de la
geografía nacional un carné con el nombre de una persona, e incluso si ese carné
no llega jamás a manos de su titular, esa persona ingresa al universo en el que el
acceso, la oportunidad, la calidad, la equidad y, por ende, la salud y la vida digna
son una realidad.
Podríamos narrar con mayor detalle el desfase entre teoría y praxis en contextos
de atención de salud colonizados por lo neoliberal, pero quizás sea más razonable
un alto en el camino para invitar al traslado del ingenio humano hacia modelos de
salud estructuralmente diferentes.
Cierro, entonces, expresando optimismo y apoyo ante la iniciativa actual de
construcción de un Sistema de Salud nuevo y diferente, contenida en el Proyecto
de Ley 105 - Ley estatutaria en Salud (7), entendida como un primer avance hacia
la concepción de modelos de salud y de sociedad estructuralmente diferentes.

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Trabajos citados (con gusto)

(1). L a Colombia...¿cuál crisis? Ardila, Adriana. 16, Enero


crisis de la salud en
a junio de 2012, Espacio Crítico. http://www.espaciocritico.com/?q=taxonomy/
term/5. 1794-8193.
(2). Harvey, David. Breve historia del neoliberalismo. Madrid, España  : Ediciones
Akal, S. A, 2007 [2005].
(7). Comisión de Seguimiento a la Sentencia T-760 de 2008 y de Reforma Estructural
al Sistema de Salud y Seguridad Social - CSR; Alianza Nacional por un Nuevo
Modelo de Salud. Proyecto de Ley Estatutaria. N° 105 , http://www.viva.org.
co/lobbying /comision-de-salud/199-proyecto-ley-105,-ley-estatutaria-en-salud.
html : Senado. República de Colombia, 2012.

Trabajos citados (con disgusto)

(3). Portafolio. Revista Portafolio. “Continuidad del sistema de salud no puede estar
en duda”. [En línea] 21 de 8 de 2012. [Citado el: 23 de 8 de 2012.] http://www.
portafolio.co/economia /%E2%80%98continuidad-del-sistema-salud-no-puede-
estar-duda%E2%80%99.
(4). Castañeda, Carlos, y otros. L a sostenibilidad financiera del Sistema de Salud
colombiano - dinámica del gasto y principales retos de cara al futuro. Bogotá,
Colombia : Fedesarrollo, 2012.
(5). Dinero.com. “L a otra cara del fraude en las EPS”. [En línea] 17 de 09 de 2012.
[Citado el: 18 de 09 de 2012.] http://www.dinero.com/empresas/articulo/la-otra-
cara-del-fraude-eps/160039.
(6). Gómez, Fernando Ruiz. “Sistema de Salud, Equidad y Fallos de Mercado: ¿A juste
Estructural o Regulatorio?” [En línea] CENDEX, 30 de 8 de 2012. [Citado
el: 20 de 9 de 2012.] https://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:iVzApqSd8fU
J:www.fedesarrollo.org.co/wp-content/uploads/2012/07/Sistema-de-salud-equidad-y-
fallos-de-mercado-Fernando-Ruiz Cendex.pdf+&hl=es&gl=co&pid=bl&srcid=ADGE
ESj96hRblTfGu157o_KTFuBcZZzhU4FfAmUe--ahfG2sLVyu. Ver las gráficas “Gasto de
Bolsillo (mensual)” y “Estado de salud (menos que bueno)”, ambas según quintil de
gasto de los hogares.

_44 Volver a contenido


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La cara productivista de los
proyectos priorizados del
sistema general de regalías

E n el último mes ha venido emergiendo con


fuerza un debate a nivel nacional y regional
sobre los problemas del nuevo Sistema General de Re-
galías - SGR, creado a través del acto legislativo 05 de
2011 (que reformó los artículos 360 y 361) y reglamen-
tado por la ley 1530 de Mayo de 2012. Las discusiones
que se han dado son de tres órdenes, a saber: 1. El
asociado con el tecnicismo y las complejidades jurídi-
cas y económicas del proceso de asignación, así como
con su carácter centralista; 2. el referido a la reducción
de los ingresos de los entes territoriales productores de
recursos minero-energéticos, y 3. el relacionado con su
uso como instrumento de política económica tanto en
Carolina una perspectiva cambiaria como fiscal, que ha llevado
Jiménez M. al congelamiento de los recursos que se deben girar a
las regiones.
Docente e Las discusiones en torno a los dos planteamientos
investigadora
iniciales han venido desde los gobiernos municipales y
Universidad Nacional
de Colombia departamentales, para quienes el nuevo SGR es muy
Corporación complejo. Por una parte, los requerimientos técnicos
Planeta Paz para la presentación de los proyectos resultan muy
difíciles de cumplir en municipios con muy poco
personal calificado para la elaboración de este tipo de
propuestas, y, por la otra, porque el procedimiento
de inscripción y aprobación hace muy engorroso el

_46 Volver a contenido


Bernardo Jaramillo Ossa asume la jefatura de la Unión Patriótica tras el asesinato de
Jaime Pardo Leal.. Imagen de: http://www.facebook.com/pablo.cala.3

proceso. Frente al tercer argumento se ha planteado que el gobierno nacional a


través del recién creado Fondo de Ahorro y Estabilización dirigido por el Banco de
la República ha venido usando la plata de las regalías para comprar dólares que le
permitan mantener controlada la tasa de cambio.
Esta situación ha sido problematizada por Amylkar Acosta, quien ha señalado
en dos artículos publicados en Razón Pública1 que el retraso en el giro de recursos
de las regalías a las regiones obedece a una política fiscal contraccionista del gobier-
no de Santos y al uso que se le ha dado a dichos recursos por parte del Ministerio
de Hacienda para la compra de 500 millones de dólares para la reserva monetaria
del país.
Como se puede apreciar son variados los argumentos que han surgido para
explicar el retraso en las asignaciones de las regalías a los entes territoriales para
la vigencia del 2012, que, de acuerdo con datos suministrados por Mauricio Santa-
maría, director del Departamento Nacional de Planeación, ascienden al orden de 6
billones de pesos según la distribución establecida por el nuevo SGR 2.

1 “Regalías: El gobierno central compra dólares con dinero de las regiones”, pub-
licado el 9 de septiembre, y “El trancón de las regalías”, 26 de agosto. Ambos
publicados en Razón Pública.
2 Recordemos que, según el acto legislativo, la distribución de las regalías quedó
establecida de la siguiente manera: 10% para el Fondo de Ciencia, Tecnología e
Innovación; 10% para el fondo de pensiones - FONPET; el 30% para el Fondo de
Ahorro y Estabilización – FAE, y el 50% restante para compensaciones directas
(20% del 100%) y los fondos de compensación regional y de desarrollo regional
(80% del 100%).

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Más allá del debate suscitado en torno a si es falta de competitividad
de los organismos territoriales para formular los proyectos –tal como lo ha
sostenido el gobierno–, o a los tecnicismos y burocratismos del sistema –tal
como lo han manifestado alcaldes y gobernadores–, incluso a si esta situa-
ción obedece a un manejo monetario por parte del Ministerio de Hacienda
que hasta hace pocos días lideraba Juan Carlos Echeverry, lo cierto es que el
asunto sigue bastante enredado y aún no hay luz verde para la transferencia
de dichos recursos.
Lo que más llama la atención de todo este debate es que la discusión se
ha centrado en que, como producto de este retraso, hoy está en cuestión la
financiación de los sistemas de educación y salud de los departamentos. Sin
embargo, un análisis en profundidad de los proyectos priorizados por los
ODCA para esta primera ronda lo que pone en evidencia es que más que
un horizonte social de financiación, el sistema ha dado prioridad a proyectos
económicos que favorecen la “competitividad regional”. Esto es, el horizon-
te de la financiación es netamente productivista y economicista y relega a
un segundo nivel el sentido social que en sus inicios le había asignado a las
regalías la Constitución Política del 91.

_48 Volver a contenido


En efecto, el grueso de los proyectos priorizados para las seis regiones homogéneas3
definidas en el Plan Nacional de Desarrollo se concentraron en los siguientes temas:

Ejes temáticos Tipos de proyectos


Tecnificación ganadera y pesquera, reforestación,
Modernización agrícola desarrollo de la industria maderera y producción fo-
restal sostenible.
Parques agroindustriales, caficultura competente,
Agroindustria distritos de riego, fortalecimiento de la productivi-
dad y competitividad de la cadena cacao.
Conectividades eco sistémicas, conservación y or-
Desarrollo ambiental
denamiento ambiental, clúster de bienes y servicios
productivo
ambientales
Planes viales, recuperación de navegabilidad, puer-
tos, corredores férreos, plataformas logísticas, cen-
Desarrollo infraestructural trales eléctricas, interconexión eléctrica, sistema
integrado de plataforma logística para el comercio,
promoción de zonas francas
Fortalecimiento institucional y organizacional para
Desarrollo y fortalecimiento ejecutar funciones de planeación en los municipios,
institucional fortalecimiento del aparato de justicia de la Región
del Pacífico.

3 Estas zonas se definieron según criterios de homogeneidad en términos demográfi-


cos, de ingreso, pobreza y desigualdad y capital humano. Según estos criterios, se
definirán incentivos en materia de localización de actividades productivas y de asig-
nación de inversiones y recursos, favoreciendo el aprovechamiento sostenible de los
recursos naturales, el aumento de la competitividad y el crecimiento económico. Se
definieron las siguientes zonas: 1. Zona Central (Antioquia, Boyacá, Caldas, Cundinamar-
ca, Huila, Meta, Quindío, Risaralda, Santander, Tolima y Valle). 2. Zona Caribe e insular (Antio-
quia, Atlántico, Bolívar, Cesar, Córdoba, Chocó, La Guajira, Magdalena, Sucre y Archipiélago de
San Andrés, Providencia y Santa Catalina). 3. Zona Nororiental (Norte de Santander, Vichada,
Arauca, Casanare, Meta y Boyacá). 4. Zona Sur (Caquetá, Cauca, Huila, Nariño y Putumayo).
5. Zona Amazorinoquía (Caquetá, Meta, Putumayo, Amazonas, Guainía, Guaviare y Vaupés).
6. Zona Pacífico e insular (Chocó, Nariño, cauca, Antioquia y Valle del Cauca).

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Ejes temáticos Tipos de proyectos
Desarrollo y mejoramiento de parques orientados al
Ecoturismo mejoramiento de la oferta turística, el desarrollo del
sector empresarial y turismo.
Ampliación, fortalecimiento, permanencia y sosteni-
bilidad de la fuerza pública en la Región del Pacífi-
Militarización territorial
co; Plan integral de seguridad para la Región Centro
Oriente.
Planificación y ordenación de cuencas hidrográficas,
Ordenamiento territorial planes de agua, ordenación de complejos cenago-
sos.
Fuente: Construcción propia basada en la priorización de proyectos por regiones.
Disponible en la página web del Sistema General de Regalías (http://sgr.dnp.gov.co/
Proyectos/PriorizacióndeProyectos.aspx).

Como se puede apreciar, el grueso de los proyectos le apunta a un for-


talecimiento productivo de los territorios. Lo que se observa es que a través
de estos proyectos se busca ayudar a soportar la reorganización territorial
que se ha desarrollado en el país en los últimos años en
La orientación productivista consonancia con la definición de una estrategia econó-
que han privilegiado los mica soportada en el desarrollo minero extractivo, in-
ODCA en los proyectos fraestructural, energético y agroindustrial. De ahí que
priorizados asume el territo- los asuntos militar, infraestructural y de ordenamiento
rio desde su utilidad como territorial ocupen un lugar privilegiado en el nuevo
recurso, negando el sentido escenario de financiación.
social, comunitario y de Tenemos, entonces, que la orientación productivis-
vida que las comunidades ta que han privilegiado los ODCA en los proyectos
han construido sobre sus priorizados asume el territorio desde su utilidad como
territorios. De ahí, que sea recurso, negando el sentido social, comunitario y de
posible afirmar que algunos vida que las comunidades han construido sobre sus
de los proyectos alimenten territorios. De ahí, que sea posible afirmar que algunos
las disputas territoriales que de los proyectos alimentan las disputas de territoriales
se presentan hoy en algu- que se presentan hoy en algunas regiones del país fren-
nas regiones del país frente te a la ordenación, el uso y el sentido de los territorios.
a la ordenación, el uso y el Estas disputas expresan el antagonismo entre una terri-
sentido de los territorios. torialidad social popular, que asume el territorio como

_50 Volver a contenido


El genocidio contra la Unión Patriótica y el movimiento popular colombiano, que cobró
miles de víctimas, ha sido cobijado con la más absoluta impunidad. Hasta hoy, no hay
más de una decena de investigaciones de la justicia. Imagen de: http://www.semana.com/
nacion/baile-rojo/105510-3.aspx

espacio de vida, y una territorialidad productivista economicista, que lo asume


considerando su uso como recurso económico y generador de riqueza.
Esta situación se puede identificar frente a los proyectos infraestructurales como
la Ruta del Sol, los corredores férreos en la Guajira, los planes de militarización en el
Pacífico y en el Centro Oriente, los desarrollo madereros en los Montes de María, los
monocultivos en el Pacífico, la caficultura competente que persigue el programa del
paisaje cultural cafetero, los proyectos ectoturísitcos en las ciéngas –lugar de pueblos
palafitos–, entre otros, que son fundamentales a la hora de entender los conflictos
territoriales que hoy se viven en estos territorios.
Así que el debate en el país debe necesariamente ir más allá de que se logren
superar los “tecnicismos” del proceso y de que se levante rápidamente el “trancón
de las regalías”. Aquí lo realmente preocupante –y lo que está en juego– es el uso
social de las regalías producidas bajo un modelo de desarrollo económico soportado
en la explotación indiscriminada de los recursos naturales, y que está siendo el di-
rectamente responsable de los fuertes impactos ambientales y del despojo territorial
de las comunidades ricas en estos recursos. En efecto, tal y como lo hemos venido
sosteniendo, más que mitigar y contribuir al desarrollo social de las comunidades,
las regalías ahora pretenden contribuir al reforzamiento de las lógicas de exclusión
del modelo.

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Régimen político y discurso

Delito y política
en el Valle del Cauca

E l pasado 1º de Julio, previa convocatoria del


gobierno nacional, fue elegido “otro nuevo
gobernador” del departamento del Valle del Cauca,
ésta vez el Dr. Ubeimar Delgado, quien reemplaza al
odontólogo Héctor Fabio Useche. Este último, electo
en octubre del 2011 para un período de cuatro años
(2012-2015), fue obligado a abandonar el cargo por
decisión de la Contraloría General de la República que
Marino Canizales P. lo declaró responsable de haber cometido detrimen-
to patrimonial en la Licorera del Valle por la suma
Abogado de $ 40.000 millones de pesos. Semanas después,
Magíster en Filosofía
la Procuraduría General de la Nación lo destituyó e
Profesor de la
Universidad del Valle inhabilitó por un término de trece años por irregu-
laridades cometidas en la celebración de un contrato,
cuando se desempeñaba como Secretario de Salud de
su antecesor y jefe político, Juan Carlos Abadía, quien
también fue procesado y sancionado por la misma
causa. Este señor, electo para el período comprendido
entre los años 2008 y 2011, tampoco pudo terminarlo.

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A finales del gobierno de Virgilio Barco (1986 -1990) las gestiones de paz que se venían desarrollan-
do, permitieron llegar a un acuerdo con el Movimiento 19 de Abril, M-19. Su máximo comandante
Carlos Pizarro Leongómez, tras reintegrarse a la vida civil y siendo aspirante a la presidencia de la
república por la Alianza Democrática M-19, fue asesinado el 26 de abril de 1990.
. Imagen de: http://www.elpais.com.co/elpais/infografias/cronologiapaz/index.html

Fue destituido e inhabilitado por la Procuraduría General en mención por haber


participado abiertamente en la campaña política del ex ministro de agricultura,
Andrés Felipe Arias, el cual buscaba afanosamente su nominación como candidato
presidencial dentro de la consulta interna adelantada por el partido conservador.
Estos acontecimientos constituyen un laboratorio sobre el delito y la política en
el Valle del Cauca como lo paso a referir. A la fecha de la citada contienda electoral,
ya son cinco los gobernadores que ha tenido el departamento a partir del año 2008.
Unos lo fueron en propiedad, y otros como encargados por el Gobierno Nacional
en el marco de agrios debates y disputas por la convocatoria a lo que se ha dado
en llamar en forma light “elecciones atípicas”. No está demás señalar que dentro
de tal sainete, la mano del vicepresidente Angelino Garzón también ha jugado un
gran papel. Ubeimar Delgado se convirtió así en el sexto de tales gobernadores.
Elegido para terminar el periodo de Héctor Fabio Useche, obtuvo el pasado 1º
de julio 263.000 votos frente a una abstención del 86%. Su adversario, Francined
Cano, protegido del ex senador Juan Carlos Martínez y promovido por la alianza
de los partidos PIN y MIO, logró 176.000 votos. Una amorfa campaña por el voto
en blanco, contabilizó a su favor 132.000 sufragios, y 23.000 Carlos González,
candidato del Polo Democrático.

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Al respecto, cabe anotar que la candidatura
de Ubeimar Delgado, ante los escándalos sin
nombre provocados por los anteriores gober-
nadores y la profunda crisis de gobernabilidad
que se generó, fue asumida y presentada por
el presidente Juan Manuel Santos y su coali-
ción de Gobierno como la única solución para
el Valle. Las mencionadas elecciones del 1º
de julio, calificadas de atípicas por diferentes
sectores políticos y grupos de opinión, como ya
se dijo antes, lo fueron si se parte de reconocer
el reducido arco de tiempo que tuvieron para
adelantar la campaña electoral los diversos can-
didatos, y por la falta de garantías que afectó al
proceso en mención. Fueron atípicas también
por el vulgar juego de maquinarias de los par-
tidos que conforman la citada coalición de go-
bierno, y por la concurrencia obscena de las chequeras y empresas electorales
con sus ingentes sumas de dinero. Aquella fue una campaña política en la
cual los barones electorales de la región y la provincia hicieron de las suyas,
aplicando a rajatabla el dictado del gatopardo: “que todo cambie, para que
todo quede igual”.
Por lo demás, dichos comicios departamentales fueron valorados por no
pocos como el mejor momento para construir un nuevo liderazgo departa-
mental. Eso sí, sin debate de ideas, sin programas, y sin balances concretos
sobre los fracasos de las anteriores administraciones. En síntesis, se asistió a
toda una parodia política, con su juego de disfraces y simulaciones.
Ahora bien, lo anterior podría ser lo “atípico”, pero solo si se parte de
reconocer, sin ninguna concesión, que lo “típico” y dominante en este depar-
tamento ha sido, desde hace varios lustros, el ejercicio de la política como aso-
ciación para delinquir, donde el Estado regional y la administración pública
han sido tratados como botín. Es el secuestro de la política por una sociedad
criminal en sus diferentes expresiones. Que esto es así de grave, lo prueba
el descubrimiento de una Registraduría paralela al amanecer del día 1º de
julio en la ciudad de Cali, conformada, entre otros, por algunos miembros
de los sectores políticos que apoyaron la candidatura de Francined Cano,
la Secretaria del MIO y una alta funcionaria de la Registraduría Nacional
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Luego de su canditatura
presidencial y como dirigente
de la Unión Patriótica fue
asesinado Bernardo Jaramillo,
el 22 de marzo de 1990. Imagen
de: http://www.elespectador.com/
files/images/febmar2010/3b293cfe94
3cef45595122c35945e032.jpg

del Estado Civil, la cual fue establecida con el único fin de imponer a tal personaje
mediante el fraude electoral y mantener la férula de quienes se enriquecieron en las
anteriores gobernaciones.
La realidad económica, política y social del departamento del Valle confirma
con creces que estamos ante un capitalismo gansteril, dentro del cual las relaciones
entre política y delito son harto fructíferas para sus agentes, tanto a nivel regional
como nacional. Al respecto hay que decir que no son sólo las mafias del narcotrá-
fico las que lo sustentan, las cuales han sentado sus reales de manera enfática en
esta región, penetrando y controlando gran parte de su tejido social, lo mismo que
muchas de las actividades económicas, donde el sector financiero ha jugado un
gran papel. De dicho cuadro hacen parte, igualmente, la contrarreforma agraria
adelantada por el paramilitarismo y los terratenientes con sus secuelas de des-
plazamiento y barbarie; la contratación pública como fuente de enriquecimiento
ilícito; la minería legal e ilegal y sus grandes daños medioambientales; el lavado
y legalización de activos, y múltiples empresas criminales, tributarias de tales
realidades. A lo anterior se suma el despotismo de las empresas electorales que
terminaron convirtiendo, las más de las veces, el voto libre e independiente en
una caricatura sangrienta. Una prueba al canto la constituyen los ocho años del
gobierno de Álvaro Uribe Vélez.

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En la crisis también está la Ubeimar Delgado no puede ser sindicado de ser
solución, y esta última es igual a sus predecesores; sin embargo, no es un hombre
posible si se democratiza de ruptura. Su personalidad política triunfó como una
el ejercicio de la política, candidatura de compromiso con los mismos respon-
construyendo desde abajo sables de la actual crisis por la que atraviesa el depar-
partidos y movimientos tamento del Valle: los barones de la Unidad Nacional.
sociales de base popular En su coalición de gobierno no están el PIN ni el MIO,
como opción de poder, que pero están los otros y las otras. Una senadora de la
gobiernen en contravía República y baluarte de dicha candidatura, quien se
y con independencia encuentra en la cárcel, mantiene su cuota de poder en
de los intereses y prác- la nueva administración departamental, y, como si fue-
ticas tanto del crimen se poco, a la Fiscalía no se le conoce la voz en materia
organizado y las mafias de decisiones judiciales sobre los citados responsables.
como del clientelismo. Gobernará sí, como en efecto lo está haciendo, con
acentos y actitudes de control en algunas dependencias
y oficinas del departamento, pero los factores que han
provocado la crisis en mención seguirán siendo efica-
ces, donde la corrupción como forma de acumulación
privada y pública seguirá haciendo de las suyas como
uno de los rostros de ese capitalismo gansteril antes
descrito. Y todo en virtud de los pactos celebrados.
En este departamento, como ocurre a nivel nacio-
nal, existe una clase dominante, que no se expresa ni
actúa como clase dirigente. En lo fundamental, su
interés está centrado en el ejercicio de la política como
negocio, provocando a la larga el que esta sea una re-
gión sin identidad, en la que sus habitantes han ido
perdiendo poco a poco el sentido de pertenencia a la
misma. La tutela ejercida en sus asuntos principales
por el gobierno nacional, no ha hecho más que ahon-
dar su postración económica, política y social. No en
vano el gobernador entrante manifestó el pasado 28
de julio ante un diario capitalino haber recibido un
departamento saqueado, con deudas y embargos que
superan los 700 mil millones de pesos y con un déficit
que asciende a los 164 mil millones de pesos.

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La última gobernadora encargada, Adriana Cara- Fue una campaña política
balí, entregó a Ubeimar Delgado un departamento a en la cual los barones
punto de ser declarado en insolvencia económica y en electorales de la región y
cesación de pagos. El Hospital Departamental y la res- la provincia hicieron de las
tante red hospitalaria de la región están en bancarrota suyas, aplicando a rajatabla
y a punto del cierre, y el sistema de salud se encuentra el dictado del gatopardo:
colapsado. La corrupción rampante comentada por “que todo cambie, para
unos y denunciada por otros, deja al departamento que todo quede igual”.
postrado en términos económicos, con una profunda
crisis humanitaria en materia de desplazados, violación
de los Derechos Humanos, y una de las más altas tasas
de homicidios a nivel nacional. Cali, su capital, pre-
senta el mayor índice nacional de mujeres asesinadas,
ubicándose como la cuarta ciudad del país con más
desempleo y una economía informal por encima de
51%. A esto se suman más 75.000 niños por fuera del
sistema escolar. Ni que decir tiene lo relativo al auge
de la delincuencia común, con sus expresiones vario-
pintas, en este, un departamento de ciudades, donde lo
que ocurre en su administración central, se reproduce
y acentúa en ellas con rasgos más acusados.
Sin embargo, los ciudadanos y habitantes del Valle
del Cauca no están en presencia de un apocalipsis. Si
bien es cierto, que una sociedad criminal ha hecho de
las suyas en el manejo de lo público, en forma poderosa
y eficiente, también lo es que dicha realidad no abarca,
ni mucho menos, todo el conjunto social de este de-
partamento. En la crisis también está la solución, y esta
última es posible si se democratiza el ejercicio de la po-
lítica, construyendo desde abajo partidos y movimien-
tos sociales de base popular como opción de poder,
que gobiernen en contravía y con independencia de los
intereses y prácticas tanto del crimen organizado y las
mafias como del clientelismo.

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Nuestra América

Elecciones en Venezuela:
Abriendo brecha a la
independencia de América Latina

Introducción

P ara la contienda electoral en la República


Bolivariana de Venezuela se inscribieron siete
candidaturas1, entre ellas la del actual presidente Hugo
Chávez, quien figura, según los sondeos de opinión de
las encuestadoras más serias, con la máxima opción
para triunfar en los comicios.
José Honorio Este proceso electoral es de gran importancia para
Martínez las fuerzas revolucionarias y progresistas de América
Latina y el Caribe, pues en él se decide la continuidad
Profesor Universidad de la revolución bolivariana, de la cual depende en bue-
Nacional de Colombia
na medida el curso de iniciativas (Alba, Unasur, Celac,
Doctor en estudios
latinoamericanos Petrocaribe, Banco del sur, Telesur) que vienen siendo
Universidad Nacional fundamentales para la apertura de caminos hacia la
Autónoma de México emancipación continental.
Miembro de la
Fundación Manduco
1 La boleta electoral está disponible en: http://www.
cne.gov.ve/web/normativa_electoral/elecciones/2012/
presidenciales/documentos/000000P1.jpg

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El 11 de noviembre de 1988 ocurrió una masacre en el municipio de Segovia (Antioquia), en la que
fueron asesinadas 43 personas y heridas 45. El ataque fue realizado por el grupo paramilitar “Muerte
a Revolucionarios del Nordeste”, con el propósito de eliminar a los militantes de la UP que habían
ganado las elecciones de marzo de ese mismo año. Imagen de: Jesús Abad Colorado - http://documentalamarillo.
blogspot.com/2011/11/masacre-de-segovia-23-anos-de-impunidad.html

A continuación se expondrán algunos elementos para la comprensión de esta


crucial coyuntura que se prolongará por lo menos hasta mediados del mes de di-
ciembre, cuando se llevarán a cabo las elecciones regionales de gobernadores y
legisladores estaduales, y que tiene como referente contextual obligado la elección
presidencial de noviembre en Estados Unidos.

Lo que está en juego


Según los resultados de la mayor parte de las encuestas realizadas, el presidente
Hugo Chávez aventaja a sus contendientes por un amplio margen que oscila entre
10% y 18%2. De acuerdo con esos pronósticos, lo que parece estar en juego en
esta elección no es quién ganará los comicios, sino con cuánto margen de ventaja
saldrá avante la candidatura del presidente Chávez; es decir, lo que se juega es el
nivel de legitimidad con que cuenta el proceso abierto hace 14 años. Una victoria
holgada de Chávez permitirá acelerar el ritmo en el desenvolvimiento del proyecto

2 Encuestadoras mostraron sus números en UN, Últimas Noticias, 15 de septiembre de


2012.

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del socialismo bolivariano del siglo XXI3, mientras que un triunfo estrecho
marcará una tendencia inercial o al estancamiento del mismo.
Los procesos eleccionarios, que suelen ostentar un marcado carácter de
reality-show, en el caso venezolano han adquirido un signo particular, y
es el de dar relativa cuenta de los antagonismos de clase. Analizando los
resultados del referendo revocatorio de 2004 y de las elecciones regionales
de 2005, sostenía López Maya que “Quien es pobre es chavista pues allí
tiene la esperanza de un cambio para él o para sus hijos; el discurso y el
proyecto bolivariano lo incluyen, le dan una identidad y una pertenencia
desde la cual puede moverse. Si es de la clase alta o “rico”, es antichavista,
pues allí le prometen un imaginario “occidental” y “moderno” que es fun-
damentalmente blanco anglosajón y con el cual se identifica plenamente”4.
El carácter que las elecciones han adquirido de develar con cierta aproxi-
mación los conflictos de clase es una de las consecuencias más notorias
de la exigencia de politización formulada por la revolución bolivariana a
los venezolanos. Han sido el conflicto social y la politización los factores
que han contribuido a cualificar los criterios de decisión de los sufragan-
tes, y en esa medida, la derecha, que antes se burlaba del pueblo poniendo
como candidatos personajes sacados de los reinados y las comedias, hoy es
impresentable. Bajo esta perspectiva, los guarismos electorales, además de
sopesar la legitimidad de que goza el régimen político instituido desde 1999,
de mostrar la aceptación y el respaldo que tiene el proyecto bolivariano y
permitir evaluar el desarrollo del Partido Socialista Unido de Venezuela
(PSUV) y del campo popular, serán indicativos de la correlación de las
fuerzas sociales en el país y reconfigurarán las condiciones políticas de la
lucha de clases para los años venideros.

3 No es del caso discutir en estas líneas el significado del término so-


cialismo del siglo XXI, pero cabe reseñar dos documentos que pueden
introducir al debate: “El libro rojo del PSUV” y “El PCV y la construcción
del socialismo en Venezuela”. Disponibles en: http://www.psuv.org.ve/temas/
biblioteca/libro-rojo/; http://www.iccr.gr/site/es/issue2/el-pcv-y-la-construccion-
del-socialismo-en-venezuela.html
4 Al respecto: Margarita López Maya, “Referendo revocatorio y elecciones
regionales en Venezuela: geografía electoral de la polarización”, en Revista
Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, Volumen 11, No. 1 enero-abril de
2005.

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La revolución bolivariana ante una derecha impresentable
La candidatura del presidente Chávez tiene como bandera la profun-
dización de los avances y las realizaciones alcanzadas por la revolución
bolivariana 5 en el transcurso de 14 años. Entre ellas sobresalen el proceso
constituyente que refundó el régimen político, la política energética que ha
sido un baluarte de la lucha por la soberanía, el acento en la política social
con la cual se ha dignificado a amplias capas urbanas de desposeídos, la
creación de condiciones para el ejercicio del poder comunal y el liderazgo de
iniciativas de unidad e integración latinoamericana. La acentuación de estas
líneas está consignada en el Programa de la Patria (2013-2019)6.
Chávez cuenta con el respaldo de su partido, el Partido Socialista Unido
de Venezuela (PSUV), y el apoyo de la mayor parte de partidos y organi-
zaciones del campo popular 7, entre ellos, el Partido Comunista Venezolano
(PCV), el Partido Patria para Todos Maneiro (PPT), el Partido Revolu-
cionario de los Trabajadores (PRT), el Movimiento Electoral del Pueblo
(MEP), PODEMOS, REDES, Nuevo Camino Revolucionario (NCR), Mo-
vimiento Revolucionario Tupamaros, Unidad Popular Venezolana (UPV) y
Corrientes Revolucionarias Venezolanas (CRV).
Por su parte, la derecha se ha hecho impresentable, no solamente por ser un
producto massmediático (un simulacro) y el anonimato de la mayor parte de las
22 organizaciones que convergen en la Mesa de Unidad Democrática (MUD),
sino principalmente por la negativa a defender su programa económico.
Su candidato Henrique Capriles Radonski inscribió su candidatura con
el Programa de gobierno denominado “Comprometidos con el progreso de
todos”, pero posteriormente desde el seno de la MUD se filtró el texto del

5 “El desarrollo desigual propio de la expansión capitalista ha situado en


la agenda de la historia otro tipo de revolución, la de los pueblos (esto es,
no clases específicas) de la periferia. Esta revolución es anticapitalista en
el sentido de que se enfrenta al desarrollo capitalista realmente existente
porque resulta insoportable para esos pueblos; (…) su contenido real es el
de la construcción nacional popular en la que se combinan y contraponen
tres tendencias: socialismo, capitalismo y estatismo”. Samir Amin citado
por Harvey, David, El nuevo imperialismo, Akal, Madrid, 2003, p.134.
6 Disponible en: http://www.chavez.org.ve/programa-patria-venezuela-2013-2019
7 La excepción es el Partido Socialismo y Libertad (PSL), corriente troskis-
ta, que presentó la candidatura de Orlando Chirino.

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“Programa de gobierno de la unidad nacional en materia económica”, que
esboza las líneas centrales de acción en materia de política económica. En
este texto se consignan diversas medidas de política económica orientadas
a realizar recortes y ajustes a la política social y a la gestión e intervención
del Estado en la producción8. Luego de conocerse el “programa económico
neoliberal” de la MUD, su candidato se negó insistentemente a defender-
lo, tal situación condujo a la separación de cuatro organizaciones (Piedra,
Cambio, Unidad Democrática y Manos)9 de la MUD.
La negativa de Capriles Radonski a defender los contenidos de la pro-
puesta económica tiene que ver con la impresentabilidad de la misma en un
país que optó por abrir una senda alternativa a los mandatos orientados por
la dogmática neoliberal.
Posteriormente, el candidato de la derecha sufrió otro duro revés al darse
a conocer el soborno en el que incurrió –y por el cual renunció a la Asamblea
Nacional– el diputado Juan Carlos Caldera10, quien hace parte del partido
Primero Justicia, del cual proviene Capriles Radonski.
Las equívocas acciones de las organizaciones de la derecha muestran que
después de diez años de su derrota en “el golpe de abril”11 continúan siendo
incapaces de unificarse y de generar una propuesta presentable para dispu-
tar el poder gubernamental por los cauces legales.

8 Ambos documentos están disponibles en: http://www.ciudadccs.info/wp-


content/uploads/DOC-ACCIONES-ECON%C3%93MICAS-MUD.pdf; http://up-
loads.hayuncamino.com/wp-content/files_mf/1339616428ProgramadeGobierno
CaprilesRadonski.pdf
9 Cuatro partidos se retiran de la contienda electoral, Noticias Venezuela,
septiembre 11 de 2012. http://noticiasvenezuela.org/?p=121480
10 Comisión de la AN presentará cronograma de investigación para caso Cal-
dera, El Universal, septiembre 19 de 2012. http://www.eluniversal.com/nacional-
y-politica/120919/comision-de-la-an-presentara-cronograma-de-investigacion-
para-caso-cal
11 José Honorio Martínez, “El golpe de abril: el estado venezolano ante
la globalización neoliberal”, HAOL No.28 2012. Disponible en: http://www.
historia-actual.org/Publicaciones/index.php/haol/article/view/642/567

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Abriendo brecha a la independencia de América Latina
La afirmación de la revolución bolivariana y la incapacidad de la MUD para
plantear una disputa consistente por el poder gubernamental mantienen latente,
como lo advierte Golinger, la posibilidad de acciones conspirativas desde las fuerzas
de derecha, las cuales continúan siendo aupadas y auspiciadas por los enemigos
de la revolución bolivariana. Cabe recordar que recientemente, “el ex embajador
de Estados Unidos en Venezuela, Patrick Duddy, recomendó al gobierno de su
país intervenir la nación suramericana, luego de las elecciones presidenciales del
próximo 7 de octubre, para apoyar un proceso de transición”12.
La recomendación de Duddy no es un comentario suelto, sino que se inscribe
en la línea de la política exterior sostenida por los gobiernos norteamericanos desde
el arribo de Chávez al gobierno. Estados Unidos ha intentado legitimar distintas
justificaciones a fin de crear condiciones para deponer al gobierno Chávez, e in-
cluso para propiciar una intervención directa en Venezuela. Sin embargo, ninguna
de las acusaciones y asociaciones (dictadura, violación de los derechos humanos,

12 Eva Golinger, “Estados Unidos tiene un plan desestabilizador ante las elecciones
presidenciales en Venezuela”, Radio del Sur, septiembre 19 de 2012. Disponible
en: http://www.aporrea.org/actualidad/n214415.html

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narcotráfico) intentadas tiene mayor sentido. El gobierno de Chávez ha mos-
trado que su poder y legitimidad brotan del respaldo popular en las urnas
y en las calles, que el país no está colmado de desplazados, desaparecidos,
encarcelados o asesinados por disentir; es decir, que la oposición política es
un ejercicio garantizado, y que el narcotráfico, o mejor los narcotraficantes
y los paramilitares “exportados” desde Colombia 13, no gozan del cobijo sino
de la persecución estatal. A pesar de todo ello, la amenaza que representa el
militarismo norteamericano para Venezuela no ha desaparecido sino que se
ha intensificado con las provocadoras operaciones de la IV Flota norteame-
ricana frente a las costas venezolanas.
Estados Unidos enfrenta hoy una colosal crisis que busca solventar afa-
nosamente, incendiando el mundo entero si lo considera necesario. En la
frenética carrera militarista del Pentágono los estados poseedores de grandes
reservas petroleras constituyen el botín más preciado: por ello, ni Venezuela

13 El caso más reciente fue el del “Loco Barrera”, que se agrega a las deten-
ciones de “Valenciano”, “Martín Llanos”, “Tolemaida”, “Diego Rastrojo”,
“Beto Rentería” y “Wílber Varela”, entre otros. En mayo de 2004, habían
sido capturados 86 paramilitares trasladados desde Colombia para par-
ticipar en los planes conspirativos de la derecha.

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Las manifestaciones contra el asesinato de los dirigentes de la Unión Patriótica fueron una
constante durante los gobiernos de Virgilio Barco y César Gaviria. Hasta hoy muchas de esas
muertes continúan impunes. Imagen de:http://www.antologiacriticadelapoesiacolombiana.com/imagenes/
algunos_asesinados_union_patriotica_g.jpg

ni los pueblos del continente que son solidarios con la revolución bolivariana
pueden bajar la guardia.
La revolución bolivariana ha encarado con resolución, coraje y creativi-
dad la tarea de la independencia nacional, aquella obra que quedó pendiente
en los años 1820/1830 y respecto de la cual vale decir con Martí: “Lo que
Bolívar no hizo, está todavía por hacerse en América”.
Desde 1999, el pueblo venezolano ha andado un importante trecho en
el largo camino de la emancipación, dando un notable ejemplo a los pue-
blos latinoamericanos de cómo avanzar en la lucha por fundar sociedades
distintas.
La refrendación del mandato del presidente Chávez, constituirá un paso
más en la tenaz lucha por librar a Venezuela, y al continente, de la do-
minación impuesta por el imperialismo con sus monopolios (energéticos,
farmacéuticos, agroalimentarios, mediáticos) e instituciones (FMI, Banco
Mundial, OMC, etc.); en suma, se trata de un nuevo avance en la histórica
lucha por sentar las bases para la construcción del socialismo.

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Luchas populares

La ira de los musulmanes

Oscar Andrés
Espitia Lombo
E l pasado 11 de septiembre, el embajador de
Estados Unidos en Libia, Chris Stevens, mu-
rió como consecuencia de un ataque armado contra
Economista la embajada de su país en Bengasi, junto a otros tres
Profesor Universitario miembros de la misión diplomática estadounidense. El
hecho fue asociado a la divulgación de la película In-
nocence of Muslims (La Inocencia de los Musulmanes),
Ricardo de origen norteamericano, donde se parodia la imagen
Sánchez Ángel de Mahoma y la idiosincrasia musulmana.
La ola de movilizaciones y protestas se extendió
Doctor en Historia rápidamente a Yemen, Túnez, Marruecos, Sudán,
Profesor
Irán, Iraq y Palestina. También a Alemania, Francia y
Universidad Nacional
de Colombia Australia. La ira musulmana fue el rótulo con el que
los medios de comunicación a nivel mundial denomi-
naron las reacciones de indignación que se sucedieron.
Todas con un marcado sentimiento antiestadouniden-
se.
Barack Obama expresó su rechazo por la muerte
de los funcionarios norteamericanos y la utilización

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Tras el inicio de contactos, y luego dos reuniones en Caracas en 1991, el gobierno de Gaviria y
la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, integrada por las FARC, el ELN y el EPL, acordaron
trasladar los diálogos de paz a la ciudad de Tlaxcala, México. En medio de numerosas dificulta-
des, el 4 de mayo de 1992 se anunció por parte del gobierno la ruptura de las conversaciones.
Imagen de: http://www.abpnoticias.com/boletin_temporal/images/contenido/beligerancia_tlaxcalag.jpg

de las sedes diplomáticas estadounidenses como blanco de los ataques. Asimismo,


condenó la película en cuestión, calificándola de desafortunada. Mientras tanto,
ordenó la movilización de dos buques de guerra y de unidades militares a la zona.
Luego de la solicitud pública de perdón al gobierno de Estados Unidos por
parte del presidente del Parlamento libio, y del rechazo mundial por la muerte del
embajador Stevens, 50 personas fueron detenidas en Libia, siendo relacionadas con
el ataque y con Al Qaeda.
Los fundamentalismos de ambos extremos del espectro ideológico han querido
sacar réditos de la situación, atizando las contradicciones.
El aspirante republicano a la presidencia de Estados Unidos, Mitt Romney, criti-
có la postura de Obama, catalogándola como débil e inconsecuente con la defensa
de los valores y los intereses de la política exterior norteamericana.
Terry Jones, pastor religioso del Estado de Florida, célebre por incinerar una
copia del Corán en uno de sus rituales en 2011, defendió la película, asumiendo
una posición justificativa y desafiante. Contradijo a aquellos que la consideran di-
famatoria, asegurando que la película “busca revelar las verdades sobre Mahoma
que posiblemente no son ampliamente conocidas”.
Por otra parte, Al Qaeda llamó al levantamiento de la población y afirmó que
el ataque se debió a la reciente ejecución de Cheij Abu Yahya al-Libi, uno de sus

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miembros más importantes. El líder del Hezbolá libanés convocó a expresar
la ira contra lo que consideró “el peor ataque contra el Islam”.
Para el 16 de septiembre ya eran 20 los países en los que se desarrollaban
protestas, siendo en Indonesia, Afganistán, Egipto y Paquistán donde las
expresiones de descontento se vivieron con mayor intensidad, con consignas
como “Muerte a Estados Unidos” y “Mi vida es de Mahoma” y la tradicio-
nal quema de banderas y símbolos norteamericanos.
Sólo en Paquistán, las primeras jornadas de protesta dejaron una vein-
tena de muertos y cientos de heridos y detenidos. En Afganistán estalló un
carro bomba en inmediaciones a una base militar de los Aliados. En Egipto,
la plaza Tahrir fue de nuevo el corazón de las movilizaciones.
El 19 de septiembre, el diario francés Charlie Hebdo publicó en su por-
tada una caricatura con el nombre de Los intocables, en la que aludía a la
intolerancia de los judíos y los musulmanes ante la crítica. Este hecho crispó
aún más los ánimos y llevó al gobierno francés a extremar las medidas de
seguridad de sus sedes diplomáticas y centros culturales localizados en paí-
ses musulmanes.
El denominado Día del Amor al profeta Mahoma, convocado para el
pasado 21 de septiembre, lo fue de álgidos enfrentamientos, especialmente
en Paquistán y su capital, Islamabad. Cerca de 30 personas perdieron la
vida en el desarrollo de las protestas, que tuvieron como objetivo la sede
diplomática de Estados Unidos y varios locales de cine.
En Paquistán, así como en el resto de países, la respuesta de los gobiernos
ha sido el despliegue del ejército y de las fuerzas del orden. La crisis social ha
querido conjurarse por medio de dicha institución represiva.
Y aunque al día de hoy la intensidad de las manifestaciones de rechazo
se ha ralentizado en varios de los países en cuestión, las manifestaciones
continúan con especial fuerza en Paquistán, donde partidos políticos de
credo islámico y movimientos religiosos alientan el sentimiento antiesta-
dounidense.
Con esta nueva ola de movilizaciones y protestas en el mundo islámico,
la estigmatización basada en los estereotipos y el odio racial y religioso toma
fuerza en el hemisferio occidental.
Se destaca el fanatismo religioso y el peligro que encarna para la libertad
de expresión la condena y censura de películas y caricaturas como las que
han servido de detonante, así como de cualquier manifestación de crítica

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contra creencias y dogmas de todo orden. Aspectos
estos relevantes, pero que eluden las dimensiones cen-
trales del problema en cuestión.
En primer lugar, cualquier intento de valoración de
los hechos recientes debe incorporar la política exterior
norteamericana para con el mundo musulmán. En
efecto, la Casa Blanca ha procurado desde hace varias
décadas el control geoestratégico de esta región por el
petróleo y el despliegue de la acumulación capitalista
ligada a la explotación y la guerra, haciendo gala de su
poderío militar.
Los pueblos del mundo musulmán han sufrido
de parte de Estados Unidos la humillación, el some-
timiento y la aniquilación, con el Estado de Israel y
las dictaduras dinásticas de los Estados Árabes como
aliados estratégicos.
Un hilo histórico decisivo es el exterminio a que
ha sido sometido el pueblo palestino durante décadas,
incluyendo la pérdida de su territorio, por parte del
ejército sionista.
En el gobierno de George Bush, después de la des-
trucción de las Torres Gemelas el 11 de septiembre del
2001, se lanzó una larga y cruenta ofensiva militar.
Primero en Afganistán, con ayuda de España y el
Reino Unido. Casi en simultáneo se invadió a Irak,
en una operación de barbarie con centenares de miles
de muertos. Eduardo Umaña, principal
defensor de las víctimas del
La crisis de la dominación burguesa y colonial en el genocidio contra la Unión
Oriente Próximo se manifestó de manera positiva con Patriótica, fue asesinado al
el derrumbe de las dictaduras de Ben Ali en Túnez y medio día del sábado 18 de
de Hosni Mubarak en Egipto. También por las movi- abril de 1998 por una mujer y
lizaciones y toma de plazas en otros tantos países, al dos hombres que ingresaron
igual que por el desarrollo de un potente movimiento a su oficina haciéndose pasar
por periodistas. Imagen de: http://
huelguístico. www.elespectador.com/impreso/
En Libia, Estados Unidos y los aliados decidie- judicial/imagen-261909-eduardo-
ron convertir la crisis del gobierno de Gadafi en una umana-mendoza

Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Luchas populares Contenido


oportunidad de recolonización a través de la guerra ci- El motivo religioso musul-
vil, con apoyo de la OTAN. Se realizó un cambio del mán es la máscara de un
uso de la estrategia de la guerra, dado que se pasó de la poderoso sentimiento de
ocupación militar directa, como en el caso de Irak, a resentimiento legítimo, que
un apoyo a los insurgentes anti Gadafi con tecnología, adquiere dimensiones de
armas, asesoría, recursos financieros y un apoyo en la conciencia antiimperialista,
aviación de los ejércitos de las potencias, además de un y no una mera expresión
despliegue de su poderío naval. de criminalidad.
Este desplazamiento estratégico tiene a Siria como
otro de sus puntales. Aprovechando la crisis del ré-
gimen, la división nacional y la confusión reinante,
la ofensiva de las grandes potencias encabezadas por
Estados Unidos apoya a los opositores al gobierno de
Bashar Al-Assad, desatando una guerra civil.
Capítulo decisivo que se encuentra en la agenda
de Estados Unidos e Israel, es la intervención militar,
política y diplomática en Irán, so pretexto del peligro
que encarna el gobierno de Mahmud Ahmadineyad y
su industria nuclear.
Es en esta situación, en este contexto de contrarre-
volución militar y política con expresión, a su vez, de
despliegue de la protesta masiva en el todo el Oriente
Medio, donde se articula la explosión de ira colectiva
contra la presencia diplomática de Estados Unidos y
demás potencias.
El motivo religioso musulmán es la máscara de un
poderoso sentimiento de resentimiento legítimo, que
adquiere dimensiones de conciencia antiimperialista,
y no una mera expresión de criminalidad.
En este sentido, los motines, el ataque contra la em-
bajada en Libia, y la lamentable muerte del embajador,
son la respuesta desesperada a la larga humillación y
barbarie de los colonialistas.

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Imagen: http://www.elpais.com.co/elpais/multimedia/graficos/cronologia-conozca-intentos-paz-gobierno-medio-siglo-guerra

Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Luchas populares Contenido


Editorial
Hacia el reagrupamiento de la izquierda unitaria
Jaime Caycedo Turriago

H ay un nuevo escenario político, cargado de retos para las fuerzas parti-


darias del cambio democrático. Como efecto natural de la decisión del
régimen de iniciar diálogos de manera oficial con la insurgencia, se aprecia un
relativo descongelamiento de la polarización extrema, esmeradamente cultivada
por los aparatos ideológicos del poder a lo largo del primer decenio del siglo XXI.
El guerrerismo recalcitrante de Uribe evidencia un creciente aislamiento, lo que
no quiere decir que no conserve excepcionales palancas en el parlamento, el poder
ejecutivo y las fuerzas armadas y de policía. No hay una muralla china que separe
el contenido del régimen, visto desde la variante Santos o Uribe, en términos de
su concepción predominantemente militarista en el tratamiento de los conflictos
sociales y de la salida de la guerra contrainsurgente. El punto de viraje, no obs-
tante, lo constituye la decisión de dialogar, que implica reconocer al adversario
como un sujeto político, y, en consecuencia, como el interlocutor en el tema de
la paz, convenir con él un acuerdo de intención con momentos metódicamente
escalonados, prioridades de agenda explícitamente establecidas, acompañamiento
y facilitación internacional sólida y confiable. Nada semejante pudo verse a lo lar-
go de ocho años de Uribe, pese a los peregrinos intentos circunstanciales, a última
hora siempre frustrados.
Este hecho ha modificado el panorama político en el nivel del problema del
conflicto armado. De ninguna manera en lo relacionado con la política económi-
ca, social o cultural de clase. El diálogo está previsto en medio de la guerra y en
medio del afianzamiento de los proyectos legislativos de inspiración neoliberal del
gobierno y la derecha, como las pensiones o la reforma tributaria, entre otros. La ley
estatutaria para el Marco jurídico, el fuero militar y otra reforma política (transfu-
guismo, etc.) complementan un contexto de decisiones sobre la paz o la guerra por
cuenta del parlamento actual, que crea una figura de encerramiento del proceso de
paz en los límites encajonados del régimen político. Ese camino no es realista si la
voluntad oficialista es, como lo ha dicho Santos, sincera hacia el acuerdo para cons-
truir la paz y no un camuflaje jurídico para disimular otro empeño más de victoria
contrainsurgente. En otras palabras: si la burguesía colombiana ha vuelto a dar un
giro hacia la solución política, no es por buena voluntad de Santos o mero cálculo
reeleccionista, es porque “ya no puede seguir gobernando como antes” pero busca,
por todos los medios a su alcance, “que todo cambie para que todo siga igual”.

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El 7 de enero de 1999 se instalaron los diálogos del Caguán tras acordarse una zona de distensión entre el
gobierno y la guerrilla de la FARC-EP. Ese nuevo intento de buscar una salida política al conflicto armado fracasó.
El 25 de febrero de 2002 se anunció la ruptura por parte del presidente Andrés Pastrana. Imagen de: http://www.
eltiempo.com/Multimedia/galeria_fotos/pasodeeltiempo/GALERIAFOTOS-WEB-PLANTILLA_GALERIA_FOTOS-12169936.html

No puede seguir gobernando con la soberbia agresiva de Uribe, con visos


de reyezuelo y de clan familiar empresarial de estilo mafioso, articulado a
todas las instancias del poder, lo que explicaría su creciente distanciamiento
e, incluso, contradicción. Pero también, al colocarse Santos bajo la expecta-
tiva latinoamericana e internacional se le hace más difícil actuar con base en
la perfidia y el condicionamiento al Comando Sur. Los factores de la crisis
mundial, sumados a la crisis de la guerra contrainsurgente que se expresa
en el rechazo social a los bombardeos, ametrallamientos y operativos de
los planes Consolidación y Espada de Honor, especialmente en las regiones
agrarias hostigadas por la guerra y en el clamor nacional en pro del cese de
fuego bilateral, un cansancio generalizado frente a la militarización del país
y una insurgencia no derrotada obran como poderosos determinantes de un
cambio de actitud en las clases dominantes que la sociedad sigue con interés.
La derecha, aún la más recalcitrante, ahora se reagrupa en torno de San-
tos. Piensa en los réditos de una paz a bajo costo y valora altamente que no
se alteren los privilegios fiscales y contralaborales, incoados en los últimos
diez años de hegemonía neoliberal y transnacionalización.
El campo de la izquierda, en tanto, pareciera estar cruzado por una recu-
rrente indefinición de identidad y de proyecto. En él intentan predominar
las tendencias heredadas de la crisis del socialismo “real”, es decir, la renun-
cia a un proyecto revolucionario, el desprendimiento de la idea de alterna-
tiva socialista y la burda inclinación a buscar acomodo en los intersticios
del régimen que dicen han surgido de la ultramodificada Constitución de

Nº 27, Octubre de 2012 · Bogotá, Colombia Editorial Contenido


1991. Se trata de ignorar los cambios que están aconteciendo y de cerrar
los ojos ante las nuevas realidades que han emergido en las distintas formas
de oposición de masas al régimen de clase, de la guerra permanente y del
intervencionismo militar del Comando Sur.
Los hechos más notorios corresponden a las derivas en la dirección de
la CUT y, particularmente, el viraje del PDA, que puso como norte la
exclusión de los comunistas, en la perspectiva de reorientar ese proyecto
unitario a una conciliación estratégica con el empresariado y los terrate-
nientes golpeados por los TLC de la transnacionalización en marcha. Esta
distorsión ideológica que opaca las contradicciones sociales, que invisibiliza
el papel de estos sectores de clase dominante con el narcoparamilitarismo
y su alinderamiento frente a la militarización y la guerra, considera pecado
imperdonable el acercamiento unitario a la Marcha Patriótica, al Congreso
de los Pueblos, a las Mingas indígenas y a las fuerzas comprometidas en
la lucha por la paz democrática. La consulta del 30 de septiembre para
elegir delegados al 3er Congreso nacional de PDA ratificó las opiniones
mayoritarias de carácter crítico, que se habían puesto de manifiesto en la
Conferencia ideológica de fines de julio de 2012. Ahora la crisis ha tocado el
núcleo duro del Polo y reducido su activo militante en un 70%. De persistir
la actual orientación excluyente y enfrentada a la izquierda se hará más
precaria la capacidad convocante de este proceso frustrado. Al contrario,
una rectificación de rumbo reanimaría una opción. El Polo puede hacerlo,
si en su congreso predominan la sensatez y las posiciones avanzadas.
 Entre tanto, no hay tiempo para sentarse a esperar nuevos hechos, sin
lucha y sin iniciativas. Reagrupar a la izquierda unitaria, antiimperialis-
ta, patriótica, democrática y comprometida con el cambio desde la orilla
popular tiene desde ya un objetivo claro: contribuir al frente amplio de
convergencias por la paz, la lucha contra la guerra contrainsurgente y contra
el modelo económico que la alimenta y perpetúa. La paz democrática es
construcción colectiva que llama a la creación del sujeto de la democratiza-
ción del país y de la profundización de la democracia.

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DATOS IMÁGENES
Las imágenes presentadas en este
número fueron tomadas de las fuentes
indicadas en cada pie de foto.

*En portada: Fotograma tomado de “El Baile


Rojo” Documental sobre la Unión Patriótica
*En bandera, contenido y página actual: Jesús
Abad. http://www.eltiempo.com/Multimedia/
galeria_fotos/colombia5/postales-de-un-pais-que-
siempre-ha-sonado-con-la-paz_12246373-5

Todos los números de la publicación se pueden


consultar en www.espaciocritico.com
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