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TALLER 2 DE CATEQUETICA II

BENANCIO ORTEGA

Una catequesis que inicie en el misterio del Dios vivo

1. La finalidad de la iniciación cristiana: la participación en el


misterio de Cristo.

Todo hombre y mujer que viene al mundo está llamado a


conocer y a amar a su creador y así participar de su naturaleza
divina. Pero como pobre creatura que es, no está en sus manos
alcanzar por sí mismo un fin que le trasciende y le supera. Dios ha
dado al hombre como gracia la vida y ha puesto en su corazón la
vocación divina; vocación que Dios quiere consumar.

Al aceptar su dependencia como creatura respecto a Dios el


hombre tiene que abrirse a la acción divina y así poder alcanzar la
plena felicidad. En palabras de san Ireneo “Dios se hace hombre para
que el hombre pueda hacerse Dios”.

Pero el hombre al no resignarse a su ser creatural busca con sus


propias fuerzas querer ser Dios sin Dios.

En la persona de Jesucristo el hombre ha sido liberado del


pecado y de la muerte. Él les ha dado la gracia del Espíritu para que
unidos a Él cumplan su vocación.

Al estar en plena comunión con Jesucristo, el hombre, puede


gozar de la vida trinitaria y alcanzar así la plena felicidad. Pero para
que esto se lleve a cabo la iglesia ha recibido la encomienda de la
evangelización, la de predicar el evangelio, la realización de los
sacramentos de salvación.

En el proceso de iniciación Cristiana el creyente recibe de Dios


mismo, y de modo anticipado, el don divino para el cual había sido
destinado desde su misma creación. El cristiano es liberado del
pecado, ha nacido de nuevo; en la persona de Cristo ha sido
regenerado como hijo adoptivo de Dios, coheredero suyo, y por el don
del Espíritu participa de la naturaleza divina y además, incorporado a
la iglesia, familia de Dios.

2. El Espíritu actualiza el misterio de Cristo a lo largo del


tiempo.

La misión del Espíritu Santo antecede toda acción que el


hombre quiera realizar. Es el quien siembra la semilla de la Palabra y
mueve los corazones de los interlocutores a acoger el anuncio del
Evangelio.
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La acción evangelizadora no se limita a lo que por gracia divina


esta dado en los corazones de los hombres, sino que dota a la iglesia
unos medios que hace eficaz su intervención. Entre ellos se destacan:
la Palabra de Dios, los Sacramentos, el servicio apostólico, el
testimonio de los santos, la vida fraterna, etc. Estos medios, la iglesia
los ejecuta para que el Espíritu ejecute en cada hombre su acción
secreta y aporte novedad.

Sin embargo la iglesia no puede anunciar lo que no está


presente y activo por la acción secreta del Espíritu y entonces todo
caería en saco roto si este a nuncio no recibe los efectos de la gracia.

II. La acción del espíritu discernida y servida en el itinerario


espiritual del creyente.

1. la acción del Espíritu se manifiesta en la respuesta libre del


creyente

Hay que tener presente que Dios, con la encarnación de su hijo


y la pascua, ha abierto un camino hacia el ser humano. Camino que
llega hasta un punto medio. Da toda autonomía al hombre para que
haga su propio camino y logre encontrarse con Él.

Vemos que Dios nos deja absolutamente libres para aceptar, o


no, su voluntad. Es un Dios, que respeta nuestra libertad de decisión.
Él quiere que le queramos libremente. Esta siempre a la espera que
nuestra libertad sea libre y generosa. Ha hecho al hombre libre
desde un principio, y así como le dio la vida le dio también el dominio
sobre sus actos, para que, voluntariamente, se adhiriera a la voluntad
de Dios, y no por coacción del mismo Dios.

Es el Espíritu quien mueve el interior del hombre y los instruye


dándole la capacidad espiritual y se abran así al dinamismo de su
vocación y se interroguen por el sentido de la verdad y que miren a
Dios que se ha revelado en Jesucristo y busquen de Él la respuesta a
sus vidas.

El creyente, entra en una verdadera comunión con Cristo en la


medida que se abre a la acción del Espíritu Santo

2. El proceso de fe y conversión como itinerario espiritual.

a) La importancia de la conversión primera y de la fe inicial.

Por la conversión el iniciado sale de sí mismo y se vuelve hacia


Dios. Y por la fe este recibe la luz que le lleva a reconocer la acción
misteriosa del Espíritu que hace presente a Cristo en su vida.
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Es importante considerar que para iniciar un proceso iniciático


el individuo tiene que tener una experiencia y una conversión previa.
Este paso las comunidades cristianas no pueden obviarlo al momento
de comenzar un proceso catecumenal. Ya que todo se inicia con un
encuentro personal con la persona de Jesucristo. Encuentro que la
persona se encuentra con él amor que le precede y su vida es
iluminada. Encuentro en el que le es dado unos ojos nuevos, ojos de
fe, que además de llevarle a reconocer a Cristo le permite realizar un
nuevo proyecto en su vida.

La conversión primera y la fe inicial, son las condiciones que el


que busca ser discípulo de Cristo viva su condición inicial como un
verdadero itinerario espiritual. El don primero de la fe lleva al
catecumenado a reconocer la acción misteriosa que la tercera
persona de la Trinidad ha hecho y le ha dispuesto a recibir la palabra
de la iglesia como palabra de Dios y sus acciones litúrgicas como
signos salvíficos.

b) Itinerario creyente, itinerario espiritual.

La fe y la conversión inicial, es la puerta de entrada del proceso


de iniciación cristiana. Puerta que abre a u camino de la fe y la
conversión que dura toda la vida.

Este camino supone para el creyente un proceso transformativo


que bajo la acción de la gracia la persona se va configurando con
Jesucristo le lleva pensar como Él y a vivir como Él.

Dentro de este proceso de fe entra un itinerario espiritual donde


la persona en su totalidad queda totalmente implicada y va
asumiendo existencialmente la participación en la filiación divina que
Cristo por medio del Espíritu otorga a sus discípulos por medio de la
iglesia.

Ese proceso de configuración con Cristo ha de ser real que


articule toda las dimensiones de la vida ya sea del que inicia como
para el que más adelante camina hacia la madurez de la santidad.
Este proceso de configuración se concibe como itinerario espiritual,
acontece por obra del Espíritu Santo.

Para que este proceso transformador misteriosos se realice al


modo humano, y que el hombre se llegue a interpelar es preciso que
la iglesia otorgue todos los medios. Ya que la vida eclesial no solo
ofrecerá u soporte objetivo al itinerario espiritual, sino que supondrá
un itinerario de maduración.
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Proceso de conversión que según el Directorio está configurado


por un momento bien definido como lo es el interés por el Evangelio,
la conversión inicial, la profesión de fe y el camino hacia la
perfección.

III. La iniciación cristiana, iniciación en el misterio de Dios


revelado en Cristo.

1) La iglesia sacramento de Cristo

- Ella es pueblo de Dios. No pertenece de modo propio a nadie en


particular. Es en ella donde el hombre encuentra su dignidad y su
libertad. Además nos llama, nos convoca, nos invita a formar parte de
su pueblo. Su finalidad es a comunión plena con el Señor, la
familiaridad con el Señor, entrar en su misma vida divina, donde
viviremos la alegría de su amor sin medida, un gozo pleno.

-Es cuerpo de Cristo, porque está dotada de bienes y medios que


proceden de la cabeza y que son efectivos para la salvación. Es en el
Bautismo donde nos unimos realmente a Cristo Cabeza y a los
hermanos como miembros del mismo cuerpo.

-Es templo del Espíritu Santo porque iluminada por la luz de la fe y


fortalecida por la gracia peregrina atraves de la verdad para alcanzar
su comunión divina.

2) Instrumento del Espíritu

La iglesia es instrumento vivo del Espíritu porque va


actualizando el acontecimiento de Cristo entre los hombres y los
pueblos. Es el Espíritu quien esparce la semilla de la palabra en los
corazones del hombre y en sus culturas. Es Él quien guía los
acontecimientos para que estos sean signos de presencia de Dios. Es
en Ella donde todo creyente posee el sentido de su fe y la hace capaz
de discernir la acción mistérica del Espíritu.

3) La iglesia, al servicio del itinerario de la iniciación


cristiana.

a) la iniciación cristiana como proceso litúrgico- catequético-


espiritual

Cada una de esta dimensiones poseen un carácter propio, pero


entre ellas se abren caminos que hacen que el proceso iniciático se
haga posible y los discípulos de Cristo se inicien en la fe y participen
así de su relación filiar con el Padre

b) El itinerario espiritual, alma de la iniciación cristina.


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Se trata de que la acción de la iglesia se ponga al servicio de la


acción misionera que el Dios vivo lleva con los que lleva a la fe. La
catequesis y la liturgia, en cuanto accione de la comunidad cristiana,
secunden el proceso espiritual de fe, acción de la gracia y respuesta
libre del hombre, por el que el creyente se va identificando con Cristo
y va avanzando con su relación filial con Dios.

IV. La necesidad de dar un giro copernicano a nuestro proceso


de iniciación

 De una concepción donde prima la dimensión social a una


concepción sacramental.
 De una catequesis desarrollada al margen de la comunidad
cristiana a un proceso iniciático a una comunidad entendida
toda ella a un espacio iniciático.
 De un proceso voluntarista en cuyo centro está la lección de la
iglesia a una concepción graciosa, donde el Espíritu sea
reconocido como maestro interior.
 De una acción iniciática centrada en el grupo catecumenal a
una acción centrada en los que se inician y sus itinerarios
personales.
 De itinerario temático y rituales a la a articulación de unos
dinamismos que haga posible el seguimiento y
acompañamiento de los procesos espirituales.
 De una concepción depositaria de la revelación a una
concepción histórica que sea capaz de iluminar los procesos
vitales de los que inician.
 De una catequesis entendida como educadora de la fe dada por
supuesta a una catequesis precedida por un tiempo que ayude
a suscitar la fe en referencia a los interrogantes de la propia
vida.
 De una catequesis descentrada (escritura y catecismo), a una
catequesis articulada a partir del kerigma.
 De una pedagogía mimetizada de las ciencias humanas a una
pedagogía ejercida en acto de fe.
 De una catequesis a modo de profesionales de enseñanza, a
una catequesis puesta al servicio del Espíritu.
 De una catequesis centrada a meros conocimientos doctrinales
a una formación que ponga en el centro la propia experiencia
de fe.
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Aplicación pastoral

La iniciación cristiana es un don que Dios ofrece al hombre


atraves de la madre iglesia. En este proceso el hombre criatura
amada por Dios se adhiere a Jesucristo y se hace hijo por adopción.
Es un don de Dios puesto que solo Dios puede hacer que el ser
humano renazca en Cristo a una vida nueva por medio del agua y del
Espíritu.

Dios tiene la iniciativa y Él tiene la capacidad de santificar al ser


humano por medio de la gracia divina. Gracia que se da atraves de
los sacramentos.

La respuesta de la fe es ante todo obra de Dios, no solo porque


es Dios quien toma la iniciativa de ir al encuentro de las expectativas
del hombre, sino sobre todo, porque el acto mismo con el que el
hombre acoge la palabra, se haya bajo la moción del Espíritu y es por
tanto gracia.

“Para profesar esta fe es necesaria la gracia de Dios, que


proviene y ayuda, a los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual
mueve el corazón y lo convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da
"a todos la suavidad en el aceptar y creer la verdad". Y para que la
inteligencia de la revelación sea más profunda, el mismo Espíritu
Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones” (DV
5).
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Es por esto que en esta época en que vivimos donde todo se ha


secularizado y además todo es relativo, el mensaje de Jesucristo
nunca debe darse por supuesto, sino que sea explicitado
continuamente y así pueda abrirse a la revelación de Dios.

Sin embargo ese mensaje de Jesucristo que la iglesia como


mediadora ofrece, solo puede llevar en el interior del hombre si es
guiado por la gracia mistérica del Espíritu Santo porque es el quien
actualiza la comunicación de Dios a los hombre desde el inicio de la
creación.

La catequesis tiene que ser un camino que inicie a la persona a


la vida cristina y que no tiene que agotarse en una mera preparación
a los sacramentos. Su misión primera tiene que ser la de abrir la
puerta a la fe y a la conversión. Fe y conversión que la iglesia en su
misión de madre tiene que ayudar a madurar al individuo.

Esta misión encomendada no tiene que quedarse en un


conjunto de temas doctrinales o morales como muchas veces suele
hacerse, sino que tiene que llegar al corazón del hombre; es por eso
que es importante ese primer paso a la fe y a la conversión.

La catequesis tiene que ser una catequesis que refleje la


presencia del Espíritu Santo porque así es la manera como lo que
hacemos lograra despertar en la persona una experiencia de
Jesucristo. Pero de esta experiencia los evangelizadores tiene que
haberlo vivido para que así todo lo que se haga tenga sentido y no
llegar a tener la catequesis como un conjunto de obligaciones
pesadas. Este proceso necesita de catequistas que acompañe y que
ayude, no solo con teorías sino con su testimonio. Por eso han de
tener una identidad cristiana ay eclesial bien definida para ser testigo
de la vida cristiana. Porque nadie puede trasmitir lo que no vive y
celebra.

“La evangelización también busca el crecimiento, que implica


tomarse muy en serio a cada persona y el proyecto que Dios tiene
sobre ella. Cada ser humano necesita más y más de Cristo, y la
evangelización no debería consentir que alguien se conforme con
poco, sino que pueda decir plenamente: «Ya no vivo yo, sino que
Cristo vive en mí» (Ga 2,20)” (E G160).

Es importante destacar que cada etapa lleva consigo combates


en los que se inician deben aceptar libremente las emociones del
Espíritu Santo. Pero si bien son cierto esas emociones para que sean
bien discernidas deben de estar bajo el acompañamiento y la guía
eclesial y así llegar a configurarse con su Maestro.
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