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Entendiendo algunas diferencias entre hombres y mujeres

por Enrique Zapata


Entre hombres y mujeres hay diferencias
estructurales en su psicología, más allá de sus
anatomías. Comprender las diferencias que hay
entre los dos géneros ayuda en gran manera para
la vida diaria, la comunicación en la pareja y el
trabajo pastoral. Las diferencias que el autor
plantea no son evaluativas sino descriptiva; no
señalan la calidad ni determinan los roles de los
hombres y las mujeres.

Entre hombres y mujeres hay diferencias estructurales en su


sicología, más allá de sus anatomías. Comprender las
diferencias que hay entre los dos sexos ayuda de gran manera
para la vida diaria, la comunicación en la pareja y el trabajo
pastoral. Por ejemplo, las mujeres, en su mayoría, tienen un
funcionamiento mental plural en forma simultánea. Eso se
aprecia en una mañana tipo de una ama de casa. Mientras se encuentra
haciendo la comida, tiene bajo control el lavarropas, está pendiente del horario
del colegio de sus niños y cuanto tema haya surgido esa mañana. A una
secretaria ejecutiva la vemos atender varias llamadas telefónicas al mismo
tiempo, mientras vigila que la cafetera esté funcionando para dar el "cafecito"
al jefe, escribe cartas a máquina y ejerce de "filtro" ante todos los que intentan
entrar en la oficina del gerente. El varón, en cambio, es más monotemático en
su proceso mental; tal vez sea por eso que es más filosófico en el análisis de
cada tema.

PRECAUCIONES

Téngase en cuenta que estamos hablando de generalidades, lo que no impide


encontrar casos en que las características se aprecien en forma inversa.
Estas generalidades nos amplían el campo de comprensión en los roles, y
ayuda significativamente en la comunicación entre un hombre y una mujer,
pero convengamos que no son absolutas. Las diferencias a que hacemos
referencia deben ser analizadas en forma descriptiva y no evaluativa.

Ambos sexos poseen todos los rasgos, y muchas de las comparaciones sobre
las características hombre/mujer no son universales, sino que pertenecen a un
mismo grupo social, o están dentro del contexto de las relaciones
hombres/mujeres.

Por otro lado, las diferencias más significativas están en la estructura


psicológica y el comportamiento social, más bien que en la inteligencia,
destreza y habilidad. Algunas veces debieran ser controladas, en lugar de ser
maximizadas, ya que ellas no determinan los roles de los hombres y las
mujeres.
ÚLTIMA PRECAUCIÓN

Tal vez usted tienda a autoevaluarse a medida que lee el presente trabajo.
Tenga cuidado de no perseguirse a sí mismo si no encuentra en usted
exactamente las características correspondientes a su sexo. Recuerde que
estamos hablando de generalidades. No todos somos iguales en nuestra
personalidad. Además no todos hemos tenido el mismo trasfondo. Estas
características no son cualitativas; no miden la calidad.

INTEGRACIÓN – DIFERENCIACIÓN

La mujer se caracteriza por la integración: la unidad y totalidad de su ser, así


como por el desarrollo armonioso de las facultades. Las emociones, el
intelecto y el cuerpo forman una unidad.

El hombre, en cambio, se caracteriza por la diferenciación: el


perfeccionamiento de las capacidades individuales. Él separa con mayor
facilidad los elementos de su persona.

EMOCIONES

Los hombres guardan mayor distancia de sus emociones y tienen mayor


capacidad para apartarse, mientras que las mujeres responden a las
situaciones en una forma más inmediata, espontánea e íntegra.

CONOCIMIENTO

La mente masculina discrimina, analiza, separa, pule, categoriza y encasilla;


le gusta separar las cosas. La mente femenina tiene una percepción intuitiva
de la sensación, una tendencia a unir más bien que a separar. La mujer se
coloca a sí misma en un punto central, decidiendo la relación que el objeto
tiene con su propia vida. Relacionan las cosas de un modo más personal,
como individuos totales, teniendo una respuesta más integrada.

La segunda diferencia central entre los estilos típicos de conocimiento


masculino y femenino es el contraste entre el énfasis intuitivo de la mujer de
tener "empatía" o "fusión" y el énfasis masculino de guardar distancia. Las
mujeres quieren conocer un objeto, acercándose a él, en cambio los hombres
tienden a distanciarse del objeto con el fin de entender y de actuar en relación
al mismo de un modo más eficaz.

EXPERIENCIA CORPORAL

Las mujeres sienten sus cuerpos como una parte integral de sus
personalidades, mientras que los hombres sienten sus cuerpos más como
herramientas para cuidar y usar.

Las mujeres sienten sus límites corporales en una forma más definida que los
hombres. Su autoevaluación como mujeres depende en gran medida de su
atractivo físico y de su comportamiento sexual y maternal. Por supuesto que
esto ha sido magnificado por las culturas, las que han puesto más énfasis aun
en ese aspecto.

Los hombres tienden a plantearse una relación sexual como una actividad
placentera que persiguen, muchas veces sin importar la identidad de su
compañera. Esto no justifica las infidelidades pero sí ayuda a entender dónde
trabajar para fortalecer lo débil.

El tipo de estímulo inicial que excitará al hombre sexualmente generalmente


es físico (la vista o el tacto), mientras que el estímulo inicial para una mujer
frecuentemente es una expresión de atención personal.

ORIENTACIÓN Y METAS

En lo que hace a la acción del trabajo y la acción del cuidado personal, el


comportamiento social del hombre está más orientado hacia metas, mientras
que el de la mujer lo está más hacia asistir y cuidar de las necesidades
personales. Los hombres tienen un mayor sentido de propósito, y están más
inclinados a formular y perseguir metas de largo alcance, ocupándose de
lograr una serie particular de fines predeterminados. Por otro lado, las mujeres
tienden a preocuparse más con las necesidades inmediatas y con la forma en
cómo las personas se relacionan unas con otras.

En toda sociedad humana se reconoce la necesidad masculina de realización,


de obtener logros. Ellos tienden a analizar una situación o persona, con lo cual
aíslan la esfera particular de la necesidad.

La forma femenina de mostrar preocupación apunta a la persona como una


totalidad, y se preocupa integralmente por la persona, más bien que por
problemas específicos. Los hombres se relacionan con las situaciones
sociales más en términos de metas específicas o problemas que tratan de
solucionar.

COMPORTAMIENTO

Agresión. Algunos varones relacionan la agresión con el comportamiento


dominante (autoritario), el deseo de triunfar sobre otros, de derrotar a un
oponente y de colocarse en una posición ascendente. La agresión estaría,
entonces, detrás del espíritu de competencia general en la vida política,
económica y social.

Cuidado especial. Este término se refiere al comportamiento femenino dirigido


hacia los pequeños, los más débiles, o los que están en una situación de
dependencia, con el propósito de brindarles ayuda y bienestar. No es que los
hombres no sean sensibles, sino que al pensar en soluciones lo hacen en
términos más abstractos y de largo plazo. Las mujeres piensan en el ya.
COMPORTAMIENTO GRUPAL

Los grupos masculinos tienden a ser mayores que los femeninos. Desde una
edad temprana, los hombres tienden a formar grandes "pandillas", mientras
que las mujeres tienden a formar grupos menores basados en la amistad
íntima. Otro aspecto grupal es que los hombres tienden a establecer un orden
más jerárquico en sus relaciones, que lo que las mujeres parecen hacer.

Finalmente, en los grupos masculinos habría una estabilidad mayor en cuanto


a compromiso y lealtad que lo que puede hallarse en los grupos femeninos.
Tienen mayor continuidad a través del tiempo y tienden a una mayor
importancia en la vida de sus participantes.

Cómo discutir limpiamente en pareja

El diálogo es la mejor herramienta que pueden usar los cónyuges para


comprenderse mutuamente y saber cómo enfrentar mejor las situaciones
concretas. Bien usado, el diálogo ayudará a avanzar notablemente a la pareja.
Mal usado, el mismo termina en la pelea, la discordia y en momentos que son
mejor olvidar.

A continuación, transcribimos varias ideas para un compromiso mutuo, a fin


de poder dialogar mejor:

 Estaremos seguros de que es el momento correcto. Los dos


deberemos estar de acuerdo.
 Recordaremos que el propósito al discutir un asunto es profundizar
nuestra unidad y la comprensión que tenemos el uno del otro, por lo
que usaremos las armas de humildad, paciencia, comprensión, perdón
y misericordia.
 Revisaremos nuestras tácticas de guerra:
o Guardar las palabras
o Cuidarse de las referencias al pasado o de cosas que ya no
pueden ser cambiadas. Santiago 3.
 Bajaremos el tono de nuestra voz, en lugar de subirlo.
 Nunca pelearemos en público ni revelaremos cosas privadas.
 Cuando hayamos llegado a un acuerdo, lo mantendremos durante todo
el tiempo pactado.
 No evadiremos el enfrentar las cosas, aun cuando el problema sea de
la otra persona.
 Daremos tiempo al otro para que piense y cambie.

© Apuntes Pastorales, 1991.Los temas de Apuntes Pastorales. Volumen


1, número 2.

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