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Los destinatarios son 18 países, aunque el mayor porcentaje llega al Perú. “Es el principal
receptor. El año pasado compró un total de 27.240 toneladas por $us 7,1 millones, esto es
un 53% del volumen y un 64% del valor exportado”.
El INE también menciona como naciones de destino a Bélgica, Países Bajos, la República
Checa, Canadá, Italia, Panamá, además de Chile, Brasil y Perú en Sudamérica.
Los materiales que son vendidos al exterior son “los desperdicios y desechos de fundición,
desperdicios y desechos de aceros aleados inoxidables, desperdicios y desechos de hierro o
acero estañados y demás desperdicios y desechos. Es lo que Bolivia exporta por años”,
sostuvo Rodríguez.
Añadió que estos materiales son transformados en manufacturas que luego son importadas,
pero que —de existir una industria recicladora— podrían ser procesadas en Bolivia dada la
alta demanda que existe de materiales como fierro de construcción, tubos y planchas.
“Muchos dicen que la venta al Perú de garrafas en desuso, latas de bebidas y conservas,
calaminas, partes de autos chocados o viejos provoca la fuga de recursos económicos. Las
plantas fundidoras, principalmente en Arequipa, aprovechan estos materiales que luego de
reciclados son nuevamente internados al país con un alto valor agregado en forma de
manufacturas. Bolivia paga un alto precio por los productos”.
Para Rodríguez similar situación pasa con más del 80% del valor de nuestras exportaciones,
principalmente vinculados a recursos extractivos no renovables y sin mayor valor agregado
como el gas.
Revendedores dicen que no existe consenso con la Comibol para vender el material.
1.500 bolivianos son los ingresos que genera por mes, aproximadamente, un recolector por
acopiar envases de aluminios, vidrios o papel.
"Si el negocio está identificado y existe la materia prima en el país, lo que se debe hacer es
invertir en una fundidora en Bolivia a fin de agregar valor y dejar de importar manufacturas
a un mayor costo. Los bonos no son una solución, vuelve
dependientes”.