Sei sulla pagina 1di 8

Aportaciones de la comunicación intercultural en el ámbito de la

salud
Autora: Carmen Padró Cabello. Licenciada en Ciencias de la Educación. Doctora en
Filología Románica. Especialista en Comunicación Intercultural. Profesora asociada en la
Escuela de Enfermería de la Universidad Rovira i Virgili de Tarragona.
Dirección de contacto: C/ Beethoven, 115. 43007 Tarragona.
E-mail: carme@tinet.fut.es

Resumen: El propósito de este artículo es analizar cómo la comunicación intercultural


está organizada según diferentes elementos. Éstos son los que marcan las diferencias
comunicativas entre unas culturas y otras y, por tanto, se reflejan en la forma de pensar,
sentir y actuar de pacientes y familias procedentes de otros entornos. Entender el impacto
que tiene la percepción guiada por nuestros valores, creencias, normas y visión del
mundo es comprender por qué personas diferentes entienden la realidad de forma
desigual. Así mismo las diferencias entre los procesos verbales, reflejados no sólo en la
lengua, sino también en los estilos de comunicación verbal y en la estructuración de las
ideas, son claves para comprender que las dificultades de comunicación verbal van más
allá del desconocimiento de la lengua ajena. Aún más sorprendente resulta analizar el
impacto de los procesos no verbales. Las diferencias culturales relacionadas con el
concepto de tiempo, con la organización del espacio, con el reconocimiento y la
expresión de las emociones, con el impacto de los silencios, el tono y la intensidad del
habla, etc., inciden mucho más en el proceso de comunicación que los aspectos
meramente verbales. Finalmente el contexto, igual que la percepción, nos ayuda a
seleccionar la información que recibimos. La selección y la valoración de esta
información también, aunque no exclusivamente, obedece a diferencias culturales
importantes. Conocer estos elementos nos puede ayudar a entender la complejidad que
implica comunicarnos y relacionarnos, personal y profesionalmente, con personas que
piensan, sienten y viven desde parámetros bien distintos a los que estamos
acostumbrados. Los profesionales de la salud necesitamos información y formación para
poder superar los retos de la diversidad.

Palabras clave: comunicación intercultural; percepción; valores; creencias; visión del


mundo; lengua; estilos de comunicación verbal; pautas de razonamiento; comunicación
no verbal; espacio.

Contribution of intercultural communications to healthcare


Summary: The purpose of this article is to analyse how intercultural communication is
organised into different elements. These are the elements that make communication
different from one culture to another, and are thus reflected in the way patients and their
families from other cultures feel, think, and present themselves. To understand how the
perception guided by our own values, beliefs, codes and vision of the world affects us is
to understand why different people understand reality in different ways. In accordance to
this, differences in verbal processes that are not only reflected in the language, but also in
verbal communication styles and in the structure of ideas, are the key to understand that
difficulties brought about by verbal communication go beyond the lack of knowledge of
the foreign language. Even more surprising is to analyse the effect of non-verbal
processes. Cultural differences related to the concept of time, with the organisation of
space, with the recognition and the expression of emotions, with the impact of silences,
the tone and intensity of speech, etc. have a much greater impact on the communication
process than merely verbal aspects.

1
Finally, the context, as in perception, helps us select the information we receive. The
selection and evaluation also obeys, although not exclusively, to important cultural
differences. Determining what these elements are can help us to understand the
complexity involved in communicating and interrelating, both at a personal and at a
professional level with other people who think, feel and live within parameters that are
quite different to those we are used to. We, healthcare professionals, need information
and training in order to overcome the challenges posed by diversity.

Key words: Intercultural communication; perception; values; beliefs; vision of the world;
language; verbal communication styles;no verbal communication styles; space.

INTRODUCCIÓN

La comunicación intercultural puede considerarse, según Kim (1984), como un


subsistema específico de la comunicación humana. Ahora bien, más que repetir o
traducir lo que antropólogos, psicólogos o lingüístas han escrito sobre cultura y
comunicación, es preciso preguntarse qué propone la comunicación intercultural que es
significativamente distinto a otras ciencias sociales, conductuales y humanas. Por tanto,
es importante, tal y como dice la autora, definir nuestra identidad conceptual y crear
líneas metodológicas que puedan responder a nuestras preguntas.

Kim explica que la diferencia más importante entre la comunicación intercultural y otros
estudios relacionados con la comunicación es que la comunicación intercultural implica
"contacto" y "comunicación" entre personas de bases culturales significativamente
diferentes. Antropólogos o psicólogos transculturales tienen como objetivo en sus
investigaciones la descripción de culturas o la identificación de similitudes y diferencias
culturales.

Por otro lado, no podemos olvidar que, sobre todo hasta la década de los ochenta del
siglo pasado, los trabajos de comunicación intercultural se basaban en formulaciones
propuestas por otras disciplinas como la antropología, la sociología, la psicología social,
la teoría de la comunicación, las ciencias de la educación o la lingüística. Este hecho ha
marcado el carácter interdisciplinario de esta materia. A medida que se ha ido
consolidando, muchos de los conceptos se han ido reformulando y analizando desde la
óptica específica de la comunicación intercultural pero su carácter interdisciplinario ha
quedado patente. Martin (1986) la definía como una disciplina diversa, multidisciplinaria
y multimetodológica, lo que ha condicionado en gran medida tanto sus planteamientos
teóricos como sus aplicaciones más prácticas.

Podríamos encontrar muchas definiciones de comunicación intercultural. En este caso


proponemos la de Gudykunst y Kim (1992), puesto que se centra más en el proceso de
comunicación en sí que no en situaciones concretas. Estos autores proponen el concepto
de "stranger" que podríamos traducir por "extraño". Un extraño es una persona que
físicamente está cercana a nosotros pero que sentimos lejos porque nos resulta
desconocida o no familiar. Es la persona que encontramos en el supermercado, en la
acera, en la escuela de nuestros hijos, en el hospital, pero que la sentimos lejana.
Analizando de forma simple, podemos decir que la comunicación intercultural intenta
explicar qué ocurre cuando dos personas de diferentes culturas se relacionan, se
comunican. Es cierto que en este proceso intervienen bastantes variables como la
personalidad de las personas implicadas o el contexto de la interacción pero, sin lugar a
dudas, una variable importante y que a menudo olvidamos es el impacto que tiene la
cultura en el proceso de comunicación. De dónde somos, dónde crecemos, así como
nuestro proceso de socialización es muy importante en la definición de nuestras pautas
comunicativas.

Cuando nos comunicamos interpretamos mensajes, los construimos y los transmitimos a


los demás. Buena parte de estos mensajes vienen mediatizados por nuestra cultura. Por
tanto, culturas diferentes atribuyen significados distintos a estos mensajes.

En el ámbito de la salud, la cultura, entre otras cosas, nos dicta cómo expresamos el
dolor, cómo reaccionamos frente a la enfermedad o cómo vemos el sufrimiento. Por

2
ejemplo, en la mayoría de culturas árabes, sudamericanas y mediterráneas, el dolor se
expresa libremente mientras que gran parte de los pacientes provenientes del Este
asiático tiene una expresión más "estoica" en relación al dolor (Galanti, 1997). Esto no
quiere decir, de ningún modo, que todos los pacientes de estas culturas reaccionen según
su patrón cultural pero sí que existen más posibilidades de que esto ocurra. Ante este
hecho, nuestra respuesta como profesionales estará basada también en nuestras
expectativas personales y culturales que son las que valorarán si nuestros pacientes han
tenido una respuesta adecuada o no a la situación.

Samover y Porter (1991) explican qué elementos socioculturales configuran la


comunicación intercultural y que por tanto inciden en nuestra relación, en nuestra
comunicación con pacientes y familias que piensan, sienten y viven la realidad desde
otro prisma diferente.

El siguiente esquema resume los puntos más importantes que trataremos a continuación:

- Percepción.
- Sistemas de valores, creencias y actitudes.
- Visión del mundo.
- Procesos verbales.
- Lengua.
- Patrones de pensamiento.
- Procesos no verbales.
- Concepto del tiempo.
- Proxémica.
- Paralingüística.
- Otras conductas no verbales.
- Contexto.

PERCEPCIÓN

Un primer elemento de análisis es la percepción, entendida como un proceso interno


mediante el cual seleccionamos, evaluamos y organizamos la información que recibimos
del mundo externo, atribuyéndole un significado concreto. Precisando un poco más,
podemos afirmar que lo que nosotros percibimos depende en buena parte de nuestro
sistema de valores, nuestras creencias y nuestras actitudes aprendidas durante el proceso
de socialización institucionalizado básicamente por la familia, la escuela y el grupo de
iguales. Así mismo, nuestras percepciones también tienen mucho que ver con nuestra
cosmovisión, que es nuestra orientación filosófica o religiosa relacionada con temas
como Dios, la muerte, el universo, la naturaleza (Samover y Porter, 1991). Ambos
aspectos están íntimamente ligados con nuestra cultura. Ella es la que nos ha enseñado
mediante los procesos perceptivos qué elementos son importantes de considerar y cuáles
no son precisos de tener en cuenta.

En el contexto de la diversidad cultural, los pacientes y sus familias parten de unos


valores, unas creencias y una visión del mundo distinta de la nuestra. Como
profesionales de la salud debemos ser conscientes que a menudo nuestros pacientes no
pretenden complicarnos la vida ni dificultarnos nuestro trabajo, sino que actúan y se
comportan de la forma en la que están acostumbrados. Del mismo modo que nosotros no
pretendemos añadir mayores complicaciones a los problemas de salud que nos
encontramos sino que simplemente actuamos como sabemos y como hemos aprendido
qué es lo correcto, lo normal, lo habitual en aquella situación concreta. Unos y otros
somos nosotros mismos, tenemos buenas intenciones, pensamos que actuamos de forma
responsable y de buena fe pero constatamos que algo no funciona porque las relaciones
interculturales nos resultan complejas, nos dificultan el día a día y añaden una
complicación añadida a nuestra vida profesional. Tenemos dificultades de comunicación
y de relación puesto que unos y otros entendemos no sólo la salud y la enfermedad de
forma distinta, sino que vemos e interpretamos la realidad de forma distinta.

Valorar el impacto que tiene en la comunicación el proceso perceptivo es crucial para


comprender cómo personas diferentes entendemos el mundo. Aunque cada uno lo

3
perciba de forma distinta, lo cierto es que algunas de estas percepciones las compartimos
únicamente con nuestro grupo cultural. Ello implica que cuando interactuamos con
personas de otras culturas tenemos visiones y concepciones de lo que nos rodea no sólo
distintas, sino que a veces son incluso contrapuestas. Es importante ser capaces de
distinguir que nuestra visión del mundo, nuestros valores, nuestras creencias, normas y
actitudes que guían nuestras conductas, no son universales. Responden a una forma
concreta de entender la realidad, a un aprendizaje selectivo de nuestro entorno. Quizás
ser conscientes de esta realidad puede ayudarnos a ser más tolerantes, más comprensivos
y más respetuosos con la diferencia.

PROCESOS VERBALES

Otro elemento que configura la comunicación intercultural es todo lo relacionado con


los procesos verbales. En este apartado incluimos no sólo la lengua, sino también los
estilos de comunicación verbal y los modelos de pensamiento. Como afirman Samover y
Porter (1991), los procesos verbales se refieren tanto a como hablamos entre nosotros
como a las actividades internas del pensamiento. Es obvio que distintos grupos culturales
utilizan lenguas distintas. Mediante la lengua transmitimos valores, creencias y actitudes,
así como nuestra forma cultural de ver el mundo y de entender lo que nos rodea.
También la cultura nos enseña diferentes modos de interacción verbal. Hay culturas que
tienden más a fomentar los estilos directos de comunicación; otras eligen los estilos
indirectos. Algunas prefieren un estilo rico y expresivo en las conversaciones cotidianas
mientras que otras fomentan los eufemismos, los silencios y las pausas. Por otro lado,
ciertos estilos de comunicación verbal están orientados a potenciar la identidad del yo
mientras que otros enfatizan las relaciones de rol preestablecidas. Finalmente, hay estilos
de comunicación verbal más instrumentales orientados al emisor y basan el intercambio
verbal en el objetivo de la interacción. Por otro lado, podemos encontrar un estilo más
afectivo donde el elemento clave de la comunicación es el receptor del mensaje y el
intercambio verbal se entiende como un proceso. Podemos afirmar pues, sin miedo a
equivocarnos, que las culturas difieren en la importancia que dan a las palabras y al
hecho de hablar.

Más allá de la lengua o del estilo de interacción verbal, pero igualmente importante,
están los modelos o patrones de pensamiento. Depende de cómo las personas de una
cultura concreta piensen, así interpretarán los mensajes que reciben de los demás. La
forma de resolver los problemas cambia de una cultura a otra. D. Lieberman (1991) cita
Luria (1966) afirma que todos tenemos los mismos componentes cognitivos, pero
mediante la experiencia aprendemos a utilizarlos de forma distinta. Por ejemplo, hay
culturas que resuelven las situaciones con planteamientos concretos y participativos,
mientras que otras lo hacen de forma abstracta y individualista. Hay culturas que son de
tendencia más impulsiva y otras que son más reflexivas.

Así, en el ámbito de la salud y la diversidad, no sólo encontramos pacientes y familias


que hablan una lengua distinta, sino que tienen estilos de interacción verbal diferentes y
formas de interpretar los mensajes diversos. Sin conocer la lengua nos parecía
complicado, quizás ahora entendamos que la comunicación verbal con nuestros
pacientes es más compleja de lo que podíamos suponer. Esto, lejos de desanimarnos, nos
debería ayudar a comprender por qué a veces resulta tan difícil relacionarnos y
comunicarnos con pacientes que piensan, sienten y viven desde parámetros diferentes a
los que estamos acostumbrados.

PROCESOS NO VERBALES

Si en el campo de los procesos verbales encontramos elementos de contraste, más aún


los hallaremos en el ámbito de los procesos no verbales. Los códigos no verbales podrían
dividirse de muchas formas. A modo de síntesis incluiremos el concepto de espacio, el
de tiempo, las conductas no verbales y todo lo relacionado con la paralingüística. Es
cierto que las diferencias en comunicación no verbal no son debidas exclusivamente a
las diferencias culturales, puesto que las diferencias individuales y las de contexto
también tienen un peso muy importante. Nosotros nos centraremos en las disparidades

4
culturales por ser nuestro objeto de estudio, pero no debemos olvidar que hay otras
variables que también inciden.

Uno de los primeros autores que trabaja y demuestra como el uso del espacio viene
condicionado por la cultura y puede incidir en muchos ámbitos es ET Hall (1966) en el
libro The Hidden Dimension. Un factor decisivo en el uso de la distancia es la forma en
que las personas nos sentimos con relación a los demás. Podemos afirmar que distintas
culturas utilizan el espacio para mostrar valores diversos como, por ejemplo, el de
respeto o el de hospitalidad. Un parámetro relacionado con el concepto de espacio y del
que podemos encontrar dos tendencias culturales es lo que Hall definía como culturas de
"alto contacto" y culturas de "bajo contacto". En las primeras se mantiene en las
distancias cortas un mayor contacto visual, un tono de voz más alto y un contacto físico
más frecuente entre sus miembros. En este último aspecto también las variables de edad,
género y etnicidad de las personas implicadas juegan un papel muy decisivo.

También Hall (1983) escribió el libro The dance of Life donde explica como el concepto
de tiempo puede tratarse como un sistema cultural puesto que es el organizador primario
de todas las actividades. El concepto de tiempo también nos permite establecer
prioridades y categorizar experiencias. Es un instrumento para medir la capacidad, el
éxito, el esfuerzo y también un sistema que muestra si las personas están cómodas juntas.

Según este autor, hay dos tendencias culturales que marcan la forma de organizarse en
las llamadas sociedades complejas. Una se conoce como tiempo monocrónico y la otra
como tiempo policrónico. Cada una de ellas tiene asociadas características culturales
diferentes. Por ejemplo, las culturas que tienden hacia un concepto de tiempo
monocrónico valoran los horarios rígidos, enfatizan la eficiencia y se deben sobre todo al
trabajo. Entienden el tiempo como "reloj" puesto que es el reloj el que determina la
acción. Por el contrario, en las culturas policrónicas se valora la flexibilidad en los
horarios, se cambia de planes con facilidad y se enfatizan las relaciones humanas.
Entienden el tiempo como una experiencia, puesto que es la actividad la que determina
la acción. Ambas tendencias inciden en el concepto de puntualidad, de espera y de
ritmo. Por ejemplo, hay culturas que valoran positivamente dar respuestas rápidas
mientras que otras ven a las personas que responden rápidamente como imprudentes y
merecedoras de poca confianza.

Nuestro sistema sanitario occidental valora la eficiencia y la prontitud en el trabajo


cuando muchos de nuestros pacientes provenientes del Magreb, del África Subsahariana
o de países latinoamericanos valoran prioritariamente las relaciones personales y
entienden el tiempo como experiencia. Como consecuencia de estas diferencias en el
concepto de tiempo, nos encontramos a menudo con profesionales de la salud frustrados
y con pacientes insatisfechos. En realidad, tanto unos como otros desconocen que la
fuente de conflicto reside en el inconsciente, en la manera en que unos y otros
manejamos el concepto de tiempo.

Aparte del concepto de tiempo y espacio, hay otras conductas no verbales que pueden
generar malos entendidos y conflictos a nivel intercultural. A veces, una misma conducta
no verbal quiere decir lo mismo en las dos culturas implicadas en el proceso de
comunicación. Otras veces, para una tiene significado pero para la otra no. En este caso
el conflicto es mínimo. El problema real es cuando una misma conducta no verbal tiene
un significado opuesto en las dos culturas. Por ejemplo, el mirarse a los ojos para algunas
culturas está asociada al respeto mientras que para otras precisamente una forma de
demostrar respeto es no mirarse a los ojos. También, según Gudykunst y Kim (1992), hay
bastantes diferencias culturales en la expresión y el reconocimiento de las emociones.
Todo ello sólo para confirmar un poco más que ser un buen profesional, persona, tener
correctas intenciones o ser uno mismo, no es razón suficiente para comunicarnos de
manera efectiva y apropiada entre personas de bases culturales distintas.

Otro aspecto de comunicación no verbal que también influye en la comunicación


intercultural es todo lo relacionado con la paralingüística. Nos referimos a la importancia
que dentro de los mensajes tienen la entonación de la voz, la intensidad, la velocidad,
los silencios, las pausas y el estrés. Las culturas difieren en estos aspectos y por tanto, la
probabilidad de malos entendidos, prejuicios y experiencias negativas está garantizada.

5
Por ejemplo, la tradición occidental tiene una actitud relativamente negativa con relación
al silencio y la ambigüedad, especialmente en las relaciones sociales y públicas. Se da
valor a la palabra, la autoafirmación y la informalidad. Por otro lado, las culturas
orientales favorecen el silencio, la reserva y la formalidad. Es cierto que la forma básica
del silencio es universal pero sus funciones e interpretaciones varían entre las culturas.
Otro ejemplo está relacionado con el tono de voz. Los árabes y los latinoamericanos
tienen un tono de voz más alto que, por ejemplo, los japoneses. Este hecho a veces
puede interpretarse como falta de consideración, inmadurez o, incluso, como una
conducta agresiva.

Si observamos a nuestros pacientes veremos que en realidad algunos cuando hablan su


propia lengua, pero también cuando hablan la nuestra, utilizan un tono de voz más alto
o responden más lentamente de lo que nosotros esperamos o su respuesta es un silencio
que no entendemos. Todo ello es probablemente consecuencia de sus conductas
paralingüísticas. En realidad la paralingüística juega un papel muy importante en la
comunicación intercultural y da una nueva dimensión al dicho popular "las palabras se
las lleva el viento".

Para entender el gran impacto que la comunicación no verbal tiene en los demás,
reproducimos gráficamente las aportaciones del Dr. Albert Mehrabian (Gráfico 1). En él
podemos comprobar que el 93% del impacto del mensaje en el receptor corresponde a
los aspectos no verbales, incluyendo la paralingüísitica anteriormente citada.

Gráfico 1. Impacto del mensaje en el receptor (Dr. Albert Mehrabian)

CONTEXTO

Finalmente, el contexto también es un elemento a considerar dentro de la comunicación


intercultural puesto que una interacción siempre se da en un contexto físico y social.
Hablamos de contexto en sentido amplio puesto que tan importante es entender que la
conducta comunicativa está condicionada por el contexto situacional concreto como por
el contexto cultural en sentido más amplio.

Desde la perspectiva de la comunicación intercultural hay dos grandes tendencias


culturales relacionadas con el contexto. Es lo que Hall (1976) definió como culturas de
contexto amplio (high context) y culturas de contexto reducido (low context). Ambas
tendencias deben entenderse como parte de un continuo y no como dos bloques
totalmente separados. Hay diferencias importantes entre ambos parámetros que sería
preciso profundizar pero ello excede los límites de este artículo. A escala general, y
siguiendo las directrices de Samover y Porter (1991), podemos afirmar que las culturas
definidas como de contexto amplio recogen la mayoría de la información del contexto
físico o bien es interiorizada por las personas que forman parte de la interacción. Muy
poca información se codifica en mensajes verbales puesto que el entorno es el que
proporciona la mayor parte de la información. Contrariamente, en las culturas definidas
como de contexto reducido, la mayor parte de la información está contenida en el
mensaje verbal y por tanto, tiene muy poco impacto el contexto o los participantes.

6
Ambas tendencias pueden verse comparadas en el excelente esquema propuesto por
Halverson (1992) (Gráfico 2).

Gráfico 2. Elementos que determinan el contexto (Halverson)

Si entendemos la diferencia clave entre ambas tendencias, no nos deberían de sorprender


los conflictos, los equívocos y las tensiones que se generan cuando personas socializadas
en uno u otro parámetro deben interactuar dentro y fuera del marco de la salud. Para
unos, a lo mejor el profesional de la salud es demasiado explícito y para otros demasiado
parco en palabras. Unos dan mucha importancia a lo que se dice mientras que otros al
cómo se dice y a los condicionantes de la interacción. Por ejemplo, si el profesional le
resulta impaciente, poco atento, distante o cualquier otro parámetro más relacionado con
lo no verbal y con las percepciones personales que con el mensaje verbal explícito.

A parte de estos aspectos de variabilidad cultural es preciso mencionar, aunque sólo sea
muy brevemente, que la comunicación intercultural se da en contextos sociales bien
diversos. En nuestro caso nos centramos en el contexto medico-terapéutico pero como
afirma Kim (1984) la comunicación intercultural puede aplicarse a contextos tan diversos
como el económico, el político, el contexto de las migraciones, el educativo entre
algunos otros.

Como conclusión, sólo constatar que los elementos que configuran la comunicación
intercultural son muchos y muy complejos y, por tanto, las variables que intervienen en
el proceso de comunicación entre personas de culturas distintas no son fáciles de
controlar. También es importante señalar que no podemos generalizar sino que debemos
ver cada uno de estos elementos como parte de un continuo y no como parámetros
absolutos.

CONCLUSIÓN

Probablemente conocer el impacto de la cultura en los procesos de comunicación nos


lleve a la conclusión que es muy difícil conseguir relaciones interculturales positivas,
enriquecedoras y satisfactorias. Es cierto que sin preparación es casi imposible y con ella
tampoco es fácil pero... ¿quién dice que las relaciones humanas lo sean? Tener más
conocimientos y más formación nos ayuda a ser más conscientes de que las cosas no son
tan sencillas como a veces nos gusta pensar y que si queremos crecer en nuestras
relaciones humanas y ejercer nuestra profesión desde la complejidad de la diversidad es
preciso asumir riesgos y trabajar con perseverancia, voluntad de aprender y sensibilidad
hacia el otro.

No debemos olvidar que el miedo, los equívocos y las tensiones son muchas veces el
resultado de la ignorancia, de no saber más y de actuar de la única forma que hemos
aprendido. No responden ni a la mala fe ni a la falta de profesionalidad. No deberíamos
olvidar que nuestras habilidades personales y profesionales pueden funcionar en nuestro
contexto cultural pero ser inapropiadas cuando interactuamos con personas que viven,
piensan y sienten desde parámetros distintos a los que estamos acostumbrados.

7
Cuanto más sepamos, más probabilidades tendremos de crear relaciones positivas,
gratificantes y satisfactorias con nuestros pacientes y con sus familias y descubriremos
que hay muchas posibilidades distintas de ser humanos.

Trabajar desde la perspectiva de la comunicación intercultural nos brinda la posibilidad


de entender que no sólo hay diferencias entre las personas de distintas culturas, sino que
también hay elementos que son comunes y que juntos podemos contribuir a mejorar
nuestra sociedad. La diversidad nos ofrece una magnífica oportunidad para trabajar en
esta dirección.

BIBLIOGRAFÍA

- Galanti GA. Caring for Patients from Different Cultures. 2nd ed. Philadelphia:
University of Pennsylvania Press; 1997.
- Gudykunst WB, Kim YY. Communicating with strangers: an approach to intercultural
communication. 2nd ed. New York: McGraw Hill; 1992.
- Hall ET. The Hidden Dimension. New York: Doubleday; 1966.
- Hall ET. Beyond Culture. New York: Doubleday; 1976.
- Hall ET. The Dance of Life. The Other Dimension of Time. New York: Doubleday;
1983.
- Halverson C. Managing Differences on Multicultural Teams. Cultural Diversity at
Work 1992; 4 (5): 10-15.
- Kim YY. Searching for Creative Integration. International and Intercultural
Communication Annual. Sage: Newbury Park. CA. (Vol. 8); 1984.
- Lieberman D. Ethnocognitivism and Problem-solving. 6» ed. Belmont: Intercultural
Communication: a Reader Wadsworth Publishing Company, Inc; 1991. p. 229-234.
- Martin JN. Training Issues in Cross-Cultural Orientation. Vol. 10. New York:
International Journal of Intercultural Relations. Pergamon Press; 1986. p. 103-116.
- Samovar LA, Porter R. Communication Between Cultures. 1» ed. Belomont:
Wadsworth Publishing Company, Inc.; 1991.

Padró Cabello C. Aportaciones de la comunicación intercultural en el ámbito de la salud.. Educare21 2004; 7. Disponible en:
http://enfermeria21.com/educare/educare07/ensenando/ensenando1.htm

Potrebbero piacerti anche