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EL PECADO DESDE EL PRINCIPIO

LUIS ALEJANDRO REINA ROMERO

DR. JAMES BEARSS

UNIVERSIDAD SEMINARIO REFORMADO LATINOAMERICANO

ANTROPOLOGÍA

Villavicencio, 26 de Octubre del 2018


EL PECADO DESDE EL PRINCIPIO

Bosquejo temático

INTRODUCCIÓN………………………………...............................................................................Pág. 3

1. El Surgimiento del pecado…….……………………………………………………….………….Pág. 4

2. La raíz del pecado……….……………………………………………………………………...….Pág.


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CONCLUSIÓN…………………………………………………………………..…………..…..…..Pág. 9

REFERENCIA………………………………………………………………………………….......Pág. 10
INTRODUCCIÓN

En Edén, en el principio de la historia de la raza humana, la creación de Dios (El hombre y la mujer)
habitaba en paz y armonía con Dios, el hombre fue creado perfecto y a la imagen de Dios, inocente,
santo, justo, recto, etc. Sin embargo, un suceso terrible sucedió, de manera que marcó toda la historia de
la creación de Dios y de la raza humana. El hombre pecó al desobedecer la Palabra de Dios, creyendo el
engaño de la Serpiente y haciendo a Dios mentiroso. Con tal acto de rebeldía, la Caída del hombre es
inminente y conlleva consigo consecuencias devastadoras para todos los presentes, cargando con las
maldiciones hasta el fin del mundo. Solo Dios por su amor y su gracia tienen un plan para librar al
hombre de esta enfermedad.

Este es un pequeño ensayo que quiere abarcar la historia del pecado desde el inicio y de forma general el
pecado desde su surgimiento, encontrando su raíz y abarcando la Caída del hombre. Al final podremos
ver como este sucedió y como llego a ser una realidad, sin embargo, Dios es libre de ser autor del mal y
promotor del pecado, sino que al contrario, prepara de antemano un plan redentor para salvar al hombre
de este pecado.

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EL SURGIMIENTO DEL PECADO

Existe una doctrina sin la que la historia del mundo y de la obra de Dios no pueden tener sentido. Esta es
la doctrina del pecado original, la realidad del pecado y la miseria, una verdad que muchos no suelen
acoger y de la cual erróneamente se separan sin entender la importancia de esta para que toda la historia
bíblica tenga el sentido que Dios ha dado. La doctrina dice lo siguiente: Toda persona, en todas partes y
en todas las épocas, desde la caída de nuestros primeros padres en pecado los cuales fueron Adán y Eva,
tienen una depravación que fluye desde el corazón, que los guía a pecar tan pronto como pueden; y esta
condición universal de la humanidad se debe a la desobediencia de un hombre (Adán) y al juicio de Dios
sobre esa desobediencia. En la Teología sistemática de Berkhof dice lo siguiente:

“Se originó en un acto libre de Adán como el representante de la raza humana, una transgresión de la ley
de Dios y una corrupción de la naturaleza humana que dejó al hombre expuesto al castigo de Dios” 1
(Louis Berkhof, 1949, P. 299)

En el principio de todo podemos notar que Dios creó al hombre perfecto, a su imagen y semejanza lo
creó. “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.” (Génesis
1:27). De manera que al ser Dios un ser Santo, Santo, Santo, perfecto y con todas sus perfecciones
actuando de forma perfecta y controlada en Él. Dios no pudo haber creado al hombre como otra cosa
diferente a Su imagen, a lo que me refiero con esto, es que siendo Dios mismo perfecto, creó al hombre
de igual manera perfecto y bueno. “Dios creó al hombre bueno, sin ningún pensamiento ni deseo
pecaminoso.”2 (Anthony Hoekema, 1986, P. 151)

Entonces podemos percibir dos principios en la historia. El primero es que Dios es el creador de todo lo
que existe y por lo tanto, él tiene el derecho y el poder para usar todo lo que ha creado para Su propia
Gloria. En este caso podemos afirmar que la creación del hombre hace parte de este principio y viene a
ser el fin de este el glorificar a Dios.

El segundo principio que observamos es que el hombre ha pecado, y al ser Adán, el representante
escogido por Dios de toda la humanidad, lo que llamamos una parte de la Imputación, es que el pecado y

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la caída de Adán son imputados a toda la raza humana. De manera que entonces todos los hombres han
pecado y por lo tanto todos están destituidos de la Gloria de Dios (Romanos 3:23).

Es fundamental entender estos dos principios, para alcanzar a percibir el surgimiento del pecado desde
su origen. Estos dos principios unidos actúan de manera que podemos ver después como emerge desde
las profundidades, el plan de redención del hombre. Este plan que desde antes de la fundación del
mundo ya ha sido planeado y establecido por la Trinidad, lo cual es muestra de la obra de Dios, obra
redentora y salvadora que Él mismo ha planeado y lleva a cabo por la realidad del pecado y la miseria
que es lo que hace necesaria esta redención. Y entender el principio de que Dios es el creador de todas
las cosas, y por lo tanto él tiene el derecho y el poder para usarlo todo para Su gloria es lo que nos
garantiza que esa redención sea realmente segura.

El surgimiento del pecado es algo que nos concierne entender a todos porque en primer lugar, es la
Biblia la que nos muestra esta verdad y en segundo lugar porque este pecado es el que ha deshonrado al
Creador y nos ha puesto bajo maldición y una condena eterna, la cual solo puede ser frenada por la
redención planificada del Señor para con Sus escogidos. De manera que conocer el surgimiento, el
origen, la naturaleza del pecado nos ayuda a comprender la historia, y más importante que eso, nos hará
buscar con prisa a Cristo quien es el mediador y quien obra la redención, quien sufre la redención por
nuestros pecados en la vergonzosa cruz y a la vez que corremos hacia Él, Cristo mismo nos hace
aceptables ante el Creador, nos santifica a través del Espíritu Santo de Dios, nos imputa su justicia
perfecta, nos justifica haciéndonos santos, puros y justos delante de Dios y nos lleva con Él a morar
eternamente en adoración perpetua con ÉL.

Ahora debemos preguntarnos entonces, ¿Cuál es el origen del pecado? ¿De dónde apareció este? ¿Cómo
fue la Caída, aquella que nos fue imputada a toda la raza humana? La Biblia es la que nos da una
respuesta tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento en Génesis 3.
Vemos la desobediencia de Adán y Eva. Ellos comieron del árbol prohibido del conocimiento del bien y
el mal. Ellos perdieron su inocencia, sus ojos fueron abiertos, y conocieron que estaban desnudos.

En el Nuevo Testamento el Apóstol Pablo nos da una explicación de lo que sucedió aquí. En Romanos 5
expone lo que ocurrió en Génesis 3.

“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y por el pecado la muerte, así
la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron. Antes de la Ley ya había

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pecado en el mundo; pero donde no hay Ley, no se inculpa de pecado. No obstante, reinó la
muerte desde Adán hasta Moisés, aun en los que no pecaron a la manera de la transgresión
de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero el don no fue como la transgresión,
porque si por la transgresión de aquel uno muchos murieron, la gracia y el don de Dios
abundaron para muchos por la gracia de un solo hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede
como en el caso de aquel uno que pecó, porque, ciertamente, el juicio vino a causa de un
solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para
justificación. Si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida
por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la
misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación que produce
vida. Así como por la desobediencia de un hombre muchos fueron constituidos pecadores,
así también por la obediencia de uno, muchos serán constituidos justos. La Ley, pues, se
introdujo para que el pecado abundara; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la
gracia, porque así como el pecado reinó para muerte, así también la gracia reinará por la
justicia para vida eterna mediante Jesucristo, Señor nuestro.” (Romanos 5:12-21)

En este texto podemos tener claro que el surgimiento del pecado y su origen fue en el principio, donde
éste entró al mundo por un hombre, y la muerte entró por el pecado. Que por la trasgresión de este
hombre murieron muchos y el juicio surge a causa de esta trasgresión, resultando en una notable
condenación. Que por una trasgresión resultó la condenación de todos los hombres. Y que por la
desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores. Entonces, el surgimiento del
pecado es por causa de la Caída de nuestros primeros padres, Adán y Eva. “Adán fue nuestro
representante legal en el jardín y, cuando pecó, su acción fue tan comprometedora para nosotros como si
hubiéramos pecado personalmente”3 (Jerry Bridges, 2001, P. 72)

Sin embargo, podemos notar que el surgimiento del pecado es de mucho más atrás, con la caída de los
ángeles. “Debemos observar que el pecado se originó antes de la caída del hombre en la caída de los
ángeles. Adán y Eva fueron tentados en el Jardín del Edén por una criatura llamada “serpiente” 4
(Anthony Hoekema, 1986, P. 162) El origen y surgimiento del pecado está envuelto en las tinieblas de
la eternidad pasada. El conocer esto quizás pueda hacer que muchos acusen a Dios de ser el autor del
pecado o ser el culpable de la Caída del hombre y esto no puede ser afirmado como una verdad.
Es necesario mencionar que Dios no añadió maldad al hombre cuando cayó Adán, sino que la
depravación que se encuentra en el corazón humano es más una privación que una adición. Y esto tiene
argumento bíblico el cual menciona lo siguiente: “porque nada de lo que hay en el mundo —los deseos
de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida— proviene del Padre, sino del mundo.” 1
Juan 2:16. Con respecto a esto John Piper menciona lo siguiente:

“Me parece que lo que ocurrió en la Caída es que Dios extrajo del hombre la luz con la cual
el hombre podría ver la gloriosa deseabilidad de Dios sobre todas las cosas. Sin esta luz, el
hombre es solo un ser natural. Y como tal, todos sus deseos fueron absorbidos en tinieblas y
fueron tras las cosas del mundo: el placer, el poder, la estima, el estatus. Dios no añadió
estos deseos malvados; Él simplemente puso una distancia entre el hombre y la santa luz de
Su gloria.”5 (Jhon Piper, Desiring God, ¿Son todos los pecados iguales ante Dios?, (citado el
2 de Noviembre del 2009), https://www.desiringgod.org/interviews/are-all-sins-equal-
before-god?lang=es)

Y para terminar veo necesario mencionar que nuestra propia conciencia nos acusa como
responsables delante de Dios por nuestro pecado. Aunque Adán haya sido el representante de la
raza humana en su pecado y caída. No podemos lanzarnos en su contra como si fuera una
injusticia cuando aún nosotros mismos desde que hemos nacido ya hemos actuado de forma
desobediente, de forma pecaminosa delante de Dios, así que somos culpables delante de Dios de
forma particular y necesitamos redención de forma particular. La palabra de Dios es como un
espejo que nos muestra totalmente desnudos y en el estado caído en el que nos encontramos de
manera que podemos tener conciencia de eso que somos.

Ahora, al conocer el surgimiento y origen del pecado, pretendo que veamos un poco más profundo, la
raíz de este pecado de forma espiritual. Esto nos ayudará a entender incluso por qué fallamos en nuestro
diario vivir y también porque el pecado es tan abominable delante de Dios.

LA RAIZ DEL PECADO

Quiero que veamos sobre el pecado algo de un poco más de profundidad. Hay algo muy importante que
es pasado por alto cuando decimos que el primer pecado fue la desobediencia, comer del fruto
prohibido. Desobedecer a Dios en su mandato. El árbol que el Señor prohibió comer de su fruto es
llamado “el árbol del conocimiento del bien y del mal” que lo vemos en Génesis 2:17. Este árbol

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representa la habilidad de determinar por uno mismo lo qué es bueno y malo, lo que es útil y perjudicial.
Este derecho que tiene Dios lo vemos en Génesis 3:22 “Luego dijo Jehová Dios: El hombre ha venido a
ser como uno de nosotros, conocedor del bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, tome
también del árbol de la vida, coma y viva para siempre.” Donde el conocimiento del bien y del mal se
refiere a la capacidad y derecho de decidir, por uno mismo, lo que es bueno y lo que es malo.

Ahora, lo perjudicial de esto es que aquello que Dios está prohibiendo al comer del fruto de este árbol,
era más bien la prohibición de lo que esto significaba. ¿Y qué significaba? Pues comer del fruto de este
árbol significaría rechazar a Dios como el creador, como Aquel que tiene todo conocimiento, Aquel que
tiene toda la sabiduría, Aquel que conoce absolutamente todo y por ende, sabe lo que es bueno y lo que
es malo. Al hacer esto, seriamos nosotros los que buscaríamos ponernos en el lugar de Dios y decidir por
nosotros mismos lo que es bueno y lo que es malo, en otras palabras, al hacer esto, hacemos a Dios
mentiroso. El Señor dijo que si se comía de este fruto de cierto iban a morir, pero la Serpiente dijo
“Ciertamente no moriréis”. De manera que al creer lo que dice la Serpiente, lo cual es contrario a lo que
dijo Dios, entonces hacemos de Dios un mentiroso y nos ponemos en la posición de Dios al decidir qué
comer de este fruto prohibido en realidad era algo bueno. Así que esta prohibición de Dios es como si
dijera al hombre, “No traten de tomar mi lugar, no busquen destronarme sino que confíen en mi quien
tiene todo el conocimiento y sabiduría y quien puede darles a sus vidas gran gozo eterno”.

De manera, que otra parte de esta raíz del pecado es la incredulidad, el hecho de no creer o dudar de la
Palabra de Dios, fue lo que causó en primer lugar que el hombre desobedeciera a Dios al no creer con
sinceridad lo que Dios había dicho que sucedería al desobedecer y por lo tanto preferir creerle a una
criatura del Creador. Es aquí donde vemos como la naturaleza pecaminosa del hombre de hoy es
innegable y como acudimos habitualmente a la incredulidad, ya que sabemos por la Palabra de Dios que
el pecado nos conduce a la muerte y es una ofensa contra Nuestro Gran Dios, sin embargo pecamos
todos los días, porque estamos atados a esta carne y esta naturaleza pecaminosa hasta que la presencia
del pecado en nuestras vidas, Dios la quite por fin. Con respecto a esta naturaleza Spurgeon dice: “Uno
puede confiar antes en contener el viento del Norte con la palma de la mano que en controlar por sí
mismo las fuerzas turbulentas que anidan en su naturaleza caída”6 (Charles Spurgeon, 1886, P. 34)
CONCLUSIÓN

El hecho de que todos los hombres lleven consigo el pecado original es debido a la desobediencia y
caída de nuestros primeros padres Adán y Eva. Adán fue el representante escogido por Dios en su
pecado y caída por toda la raza humana, su pecado y su caída fueron imputadas a toda la raza humana,
por el pecado de uno el pecado entro al mundo y por el pecado entró la muerte. El surgimiento del
pecado no solo lo vemos en los eventos históricos del Edén sino que mucho antes en la eternidad pasada
con la Caída de los ángeles. La raíz del pecado viene a ser el mismo deseo que tuvo Lucifer de ser igual
a Dios y querer ocupar el trono de Dios. Al haber desobedecido el hombre al mandado de Dios de no
comer del fruto del árbol del conocimiento del bien y del mal, y haber creído a la Serpiente en vez de
Dios, lo que hacemos es hacer de Dios mentiroso, acudiendo a la incredulidad y queriendo nosotros
mismos tomar la posición de Dios de decidir lo que es bueno y malo.

Es necesario contemplar estas verdades para buscar evitar hacer que nuestras vidas caigan en los mismos
errores de nuestros primeros Padres, sino que más bien tomemos la opción de confiar en Dios
sinceramente entendiendo que Él es todo conocedor, todo sabio, y que cuando él dice que algo es malo y
abominable nosotros también lo tomemos como tal y lo evitemos siguiendo el consejo de nuestro Gran
Dios. Y podremos estar confiados siempre y seguros que al recibir del Creador del Universo la parte en
su plan redentor de salvación para sus escogidos un día estaremos libres por fin de la presencia del
pecado en nuestras vidas.

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REFERENCIA

1
Louis Berkhof, (1949), Teología sistemática, Michigan EE. UU, Editorial Libros desafio.

2
Anthony Hoekema, (1986), Creados a imagen de Dios, Michigan EE. UU, Editorial Libros desafio.

3
Jerry Bridges, (2001), La disciplina de la gracia, Bogotá Colombia, Editorial CLC.

4
(Jhon Piper, Desiring God, ¿Son todos los pecados iguales ante Dios?, (citado el 2 de Noviembre del

2009), https://www.desiringgod.org/interviews/are-all-sins-equal-before-god?lang=es).

5
Charles Spurgeon, (1886), Todo por gracia, Ciudad real España, Editorial Peregrino.

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