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ORIENTACION VOCACIONAL.

Una perspectiva crítica.


Sergio Rascovan

Prólogo
El dominio de las “ciencias duras” ha impuesto condiciones epistemológicas y
metodológicas a las ciencias humanas, que han debido dar cuenta sobre sus métodos,
abriendo un absurdo debate “cuantitativas-cualitativas”, siendo que el elemento común es el
científico es decir, no hay ciencia sin sujeto.
El autor define la Orientación Vocacional como un campo de intersección entre salud,
educación, trabajo y subjetividad. Campo de prácticas en el cual actúan teorías, modos de
comprender y hacer, vinculados a áreas disciplinares diversas.
El sistema educativo formal en el nivel universitario resulta rígido, los jóvenes deben
elegir una vocación recortada y limitada por esta oferta educativa. Además, el joven debe
elegir lo que el mercado plantea como rol social de “lo que hay”, es decir de lo que el
mercado privilegia.
Analizando la última crisis social y económica del país, el autor señala cómo los sujetos
sociales se constituyeron en precarios, temporarios y vulnerables. Además ubica la
problemática de la Orientación Vocacional bajo el paradigma de la Salud Mental en su
enfoque comunitario, como una trama inextricable entre el sujeto y lo social”
Cada sujeto construye sentidos, interpreta significados y efectúa valoraciones dentro de
los marcos de su cultura y de su época, y cono éstos guía sus conductas prácticas. El
concepto de producción de subjetividad, comprenderla desde una cultura y una vida social.
No hay que restringir la Orientación Vocacional a los jóvenes, de allí también la
preocupación del autor por los “excluidos”, a quienes se debe ayudar a comprender la
compleja de relación entre el sujeto, el contexto social y cultural, debe orientársele sobre los
proyectos de vida posible, lo que hace de esta perspectiva una verdadera clínica.
El autor reseña la Orientación Vocacional fundada desde el discurso psicológico,
asumiendo complejidad también en las respuestas de intervención que ofrece, apoyándose
en los actuales enfoques sobre la complejidad, la posición crítica y la deconstrucción.
Se debe comprender a la Orientación Vocacional como parte de las condiciones reales
de la existencia social y cultural.

Introducción
En diciembre de 2001 se produjo una ruptura irreconciliable entre los intereses del
capital y el de los Estados-nación. Las sociedades iniciaron de este modo un grave proceso
de desintegración, de fragmentación, y aumentaron exponencialmente el desempleo y la
pobreza, los sujetos sociales se constituyeron en precarios, temporarios y vulnerables.
¿Podemos en este contexto seguir pensando y operando en Orientación Vocacional del
mismo modo?
El principal objetivo hoy es responder demandas sociales: el drama que aqueja a
millones de personas que no encuentran un lugar en la vida colectiva, por eso proponemos
generar una revisión crítica bajo el paradigma de la salud mental.
Podríamos situar el campo de la salud mental comunitaria en las complejas
interrelaciones que se producen entre los sujetos y los conjuntos sociales, permite visualizar
la imposibilidad de reducir los problemas psíquicos al sujeto o a la sociedad exclusivamente.
La noción de enfermedad mental promueve una consideración del sufrimiento humano,
del padecimiento, el dolor o malestar entendidos como manifestaciones del continum
salud/enfermedad.
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Las prácticas en Orientación Vocacional tenían como destinatarios excluyentes a los
jóvenes escolarizados que finalizaban sus estudios secundarios. Finalizar la escuela se
caracteriza por la creciente dificulta para ingresar en el mundo adulto, condicionado por la
amenaza de exclusión y por el miedo de caer de la pirámide social. Este nuevo escenario
social caracterizado por lo cambiante, lo imprevisible y lo desigual, donde no trabajar o no
estudiar es quedar fuera del sistema que regula los intercambios.
Definir qué hacer, compromete la propia singularidad de cada sujeto. Es un hacer que
va construyendo el ser, “yo soy médico” en lugar de “yo hago medicina”. Este
desplazamiento del hacer al ser genera mucha exigencia para quienes están en un proceso
de definición.
Podríamos considerar los problemas que los jóvenes tienen al finalizar la escuela
secundaria genéricamente problemas vocacionales, y son todos los vinculados con el qué
hacer.
La temática vocacional surgió en la sociedad capitalista incipiente, cuando hubo
necesidad de incorporar a grandes masas de trabajadores al industrialismo. Surgieron las
exigencias propias de la organización científica del trabajo. Las empresas tuvieron
necesidad de optimizar sus recursos humanos.
En argentina se produjo una puja entre dos formas de concebir la práctica de la
Orientación Vocacional, la que se denomino modalidad actuarial (psicotecnia) y por otro
lado, la modalidad clínica (psicoanálisis), ambas comparten el mismo supuesto ideológico
basado en recortar lo individual de la trama social en la que se inscribe la vida subjetiva y
considerar el contexto como algo estable.
Desde otra perspectiva, el propósito es intentar construir categorías conceptuales que
respeten la complejidad de la trama entre sujetos, objetos y contexto. Los problemas
vocacionales concebidos como vicisitudes existenciales, son parte del campo de la salud
mental comunitaria, y se ubican justamente en relación entre el sujeto y la sociedad.

Capítulo 1: La Orientación Vocacional en el actual escenario social.


1.1 La complejidad de lo vocacional
Dubois, plantea tres enfoques para lo vocacional. El primero denominado naturalista,
es positivista sobre las bases de las regularidades, patrones subyacentes, conexiones
causales. Se propone como modelo hegemónico. El segundo es el modelo interpretativo,
que propone comprender las motivaciones, las razones o la significación subjetiva del hecho
para sus participantes. El tercer enfoque es el crítico, que intenta desnaturalizar los hechos
sociales atendiendo a las particularidades de cada época que les dieron origen, no supone
interpretar con supuesta neutralidad, sino elucidar la lucha por el poder.
La complejidad requiere un pensamiento complejo, adoptar una posición que
reconozca la transversalidad del conocimiento y recurra a los diferentes saberes.
Lo vocacional es un campo y no un objeto, implica un entrecruzamiento de variables.
Este campo requiere distinguir las diferentes dimensiones que lo constituyen recurriendo a
los saberes específicos de las diversas disciplinas. Pensar y actuar desde un paradigma de
la complejidad, desde una conciencia de la discontinuidad, de la no linealidad, de la
diferencia, entendidas como dimensiones operativas en la construcción de escenarios en
que vivimos.
Entendemos la deconstrucción como la operatoria que procura desocultar y desmontar
las lógicas de poder, implica analizar problemáticas vocacionales de la vida actual,
reconociendo las singularidades y las especificidades de cada sujeto y sector social,
posibilitando la desnaturalización de los patrones de significado que son utilizados
cotidianamente y sin advertir sus implicancias, quebrar el hábito de pensar las categorías
conceptuales como ahistóricas y universales. Elucidar es “pensar lo que hacen y saber lo
que piensan”
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Lo vocacional es un campo de problemáticas conformado por dos dimensiones: Social
y subjetiva.
La dimensión social supone entender la elección y realización de un hacer “ocupación”,
como el efecto de un particular escenario social, económico, político, cultural en cada
sociedad y en cada momento histórico.
La dimensión subjetiva, considera lo vocacional como un fenómeno estrechamente
vinculado con la búsqueda de “objetos vocacionales”, es una búsqueda incesante y a la vez
contingente pues no hay un objeto necesario para un sujeto.
En línea con estas dos dimensiones se configura lo que se denomina “objetividad de
primer orden” o dimensión social establecida por la distribución de los recursos materiales y
de los modos de apropiación, y por la otra la “objetividad de segundo orden” estructurada
bajo la forma de clasificación o matriz simbólica de las actividades y prácticas sociales.
El qué hacer esta hoy fuertemente atravesado por la incertidumbre en relación con el
futuro, la llamada metamorfosis de la cuestión social, constituida por el derrumbe de la
denominada sociedad salarial, es una metamorfosis entendida como un cambio que implica
ruptura, y es radical. Lo particular de una metamorfosis es el quiebre de una lógica de
organización social que tuvo al estado nación como principal regulador de la vida colectiva y
que cedió su poder ante el mercado.
Sobre la cuestión social podemos señalar, que una sociedad experimenta el enigma de
su cohesión y trata de conjurar el riesgo de su fractura. En la actualidad, la cuestión social se
estructura en torno al derrumbe de la condición salarial.
La relación salarial conforma una verdadera sociedad salarial, un modo de gestión
política caracterizada por la expectativa de crecimiento económico y fortalecimiento del
Estado social. El capital necesitaba fuerza de trabajo y el trabajador tenía lugares para
ocupar (pleno empleo) y entre los intereses de ambos debió mediar el Estado.
El derrumbe de la sociedad salarial podemos situarlo, justamente en la ruptura de este
esquema. El capital pudo empezar a prescindir del trabajo humano para acumular riqueza.
El trabajador perdió poder de negociación en la defensa de sus intereses. La consecuencia
es que se destituyo el ciudadano como tipo subjetivo socialmente instituido por la figura del
consumidor.
Con la muerte del estado, la tarea subjetiva parecía consistir en inventar modos de
pensar y de habitar capaces de operar en condiciones de carencia de estado
metainstitucional. El pensamiento crítico varía de acuerdo con los sistemas que cuestiona,
en la época del apogeo del estado nación, operaba a través de la ruptura, la impugnación
del sistema y la subversión de lo establecido. Entonces la propuesta crítica es promover la
transformación de los fragmentos. Si los sistemas de dominación de las sociedades de
mercado dominan por fragmentación, el pensamiento crítico deberá operar suturando. El
peligro de romper lo ya fragmentado es, lisa y llanamente, la desintegración social.
1.2 La sociedad salarial y los itinerarios vocacionales.
Las formas de intelección de los problemas vocacionales y los dispositivos de
intervención a lo largo del siglo XX, se sostuvieron en la condición salarial. Si la condición
salarial desaparece, habrá que analizar nuevas maneras de construir los itinerarios de vida.
El salariado y los valores asociados a la educación y la cultura urbana desempeñaron el
papel de polo de atracción de otros sectores sociales, los trabajadores independientes por
ejemplo, no obstante el incuestionable mejoramiento, no se eliminó su especificidad, la
condición de asalariados alienados.
Un último bloque podríamos denominarlo periférico o residual, son los más
precarizados, menos calificados, con menores ingresos. Habitan las fronteras de la sociedad
salarial. Esos bolsones residuales de pobreza no parecían cuestionar las reglas ni la
dinámica del progreso incesante de la sociedad.
La sociedad salarial pudo funcionar como una estructura relativamente homogénea,
donde todo circula, todos se miden y se comparan por los ingresos, por los bienes
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materiales y culturales a los que pueden acceder. En el centro se estableció el estado social
que se desplegó en tres direcciones: La seguridad social, la regulación de la economía, y la
regulación entre los diferentes sectores con intereses divergentes.
Los itinerarios vocacionales en las sociedades modernas se organizaron
fundamentalmente alrededor del trabajo-empleo como sostén para la vida económica, pero
también como productor de subjetividad. La certidumbre de dominar el futuro iba
construyendo una carrera ascendente. El trabajo es el principal proveedor de identidad
social, aunque no es el único, interviene también la actividad, el itinerario se configurará
alrededor del amplio conjunto de actividades que el sujeto realiza en su vida, dentro de las
cuales el empleo es una de las privilegiadas.
Debemos distinguir los conceptos de actividad y empleo. Actividad es un concepto muy
amplio, abarca todo el dinamismo de la vida humana, requiere el despliegue de diferentes
áreas de comportamiento con predominio de algunas sobre otras y de diversos ámbitos
(deportivo, político, domestico, etc.). La actividad es algo que tiene sentido para la persona
que la realiza. La significación de la actividad tiene aspectos socioculturales y también
subjetivos, cuya meta es satisfacer una necesidad material o inmaterial.
El trabajo podría definirse como una actividad coordinada de hombres y mujeres,
orientada hacia una finalidad específica la producción de bienes y servicios que tengan una
utilidad social. Requiere la movilización de todo el ser humano es decir, su fuerza física y sus
capacidades psíquicas, y la puesta en práctica de las calificaciones, competencias
profesionales y experiencia. Es multidimensional y se manifiesta en diversas esferas, se
expresa en un saber hacer acumulado de la habilidad personal, del aprendizaje realizado en
el marco del colectivo de trabajo que pone de manifiesto la autonomía, la responsabilidad, la
creatividad, las capacidades de adaptación. El trabajo es un mediador entre lo singular y lo
colectivo, entre la esfera pública y la privada, entre las actividades sociales y las domésticas,
entre el sujeto y la naturaleza, entre el sujeto y la cultura. El lugar de mediador genera que
pueda funcionar como agente de la salud, o por el contrario como fuente de patologización.
Trabajo no es sinónimo de empleo. Se puede trabajar y no tener un empleo, cuando no
se percibe remuneración. El empleo es una relación que vincula el trabajo de una persona
con una organización, dentro de un marco institucional y jurídico que está definido
independientemente de ambos y que se constituyo antes de su ingreso en la empresa, es la
relación salarial normatizada por la Ley de Contrato de Trabajo, la Ley Nacional de Empleo y
las Convenciones Colectivas de Trabajo y acuerdos celebrados por las empresas.
La noción de itinerario vocacional, refiere a un recorrido vital, nutrido de las
experiencias asociadas con actividades de todo tipo. Es el conjunto amplio de experiencias
que realizan los sujetos sociales en torno a su hacer, con un plus de satisfacción.
En épocas de sociedad salarial, se configuró alrededor de una institución, verdadera
productora de subjetividad que es la “carrera”. El deterioro de la carrera profesional como
institución, es consecuencia del derrumbe de la sociedad salarial, del debilitamiento del
estado, de la preeminencia del capitalismo financiero sobre el industrial. La corrosión de las
carreras se ha experimentado como una disminución del control que los sujetos tienen sobre
sus vidas.
Transitar la vida haciendo carrera, permitía conformar una narrativa coherente de la
vida de los sujetos, a su vez los discursos hegemónicos de la época –que entendían
vocación como inclinación o preferencia hacia determinados objetos que una vez
encontrados o descubiertos otorgaban garantía de bienestar– concedieron a la vida humana,
en su conjunto, un sentido trascendente, una misión particular. El problema actual que
enfrentan la mayoría de los seres humanos es la vulnerabilidad generada por la inseguridad
de sus empleos, en las ineludibles consecuencias económicas pero también simbólicas.
1.3 Alternativas de itinerarios laborales en tiempos de escasez de empleo.
F. Flores y J. Gray sostienen la obsolescencia de la institución carrera y describen dos
formas alternativas de desplegar la vida laboral: wired y el espíritu emprendedor.
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Lo que llaman una forma wired de productividad (rápida, con redes globales, centrada
alrededor de proyectos) crea nuevos viene sociales y valores éticos que sustituyen a los
tradicionales comprendidos en la noción de carrera, los sujetos no se comprometen con una
profesión sino que se dejan llevar por algunos de sus varios talentos o inspiraciones. Son
“trabajadores de portafolio”. Sus proyectos pueden modificarse cada vez que el sujeto lo
considere oportuno, incluyendo compromisos de corto plazo, pero no es el compromiso lo
que los define, sino que su mayor lealtad es probar estilos de vida diferentes y participar de
la mayor variedad de comunidades de proyectos posibles, es un nómade. La vida wired
necesita estar en constante movimiento por razones económicas, psicológicas, siendo el
desplazamiento errante su mayor satisfacción.
Otra forma laboral alternativa es la que se denomina espíritu emprendedor los sujetos
se desempeñan en el área comercial, en la esfera política, cultural, deportiva, cuyo
denominador común es la iniciativa, la búsqueda de cambios, de soluciones creativas a los
problemas que se le plantean. Estos sujetos perciben la inclusión en instituciones y
comunidades particulares como un valor destacado, logran reconocimiento al declararse
responsables de resolver problemas y, para ello, reúnen a otros que tengan intereses
similares. El emprendedor valora mucho la lealtad.
La actividad que emprende no queda restringida a los límites que determina cada
práctica profesional.
Los tipos descriptos presentan un abordaje adaptativo, frente al que Richard Sennet,
procura una visión menos descriptiva y más crítica. Reconoce que en las sociedades
actuales la flecha del tiempo se rompe, las trayectorias se organizan a corto plazo con un
gran desprecio hacia lo rutinario. La experiencia de trabajar se hace para un empleador que
está pendiente de aumentar su rentabilidad y de encontrar una oportunidad para liquidar el
negocio y marcharse. El trabajo resulta ajeno para el sujeto que lo realiza, el mentado
trabajo en equipo termina siendo una práctica en grupo que expresa una superficialidad
degradante.
La experiencia de trabajar en equipo transmite la noción de que los empleados no
compiten entre sí y tampoco con sus empleadores ni jefes, se ubica al jefe no como
antagonista de los intereses de la clase de los trabajadores, sino como quien gestiona el
proceso del grupo. La lucha de poder queda desplazada al juego que se despliega entre un
equipo y otro, de una mima u otra empresa. El poder sin autoridad permite a los líderes de
un equipo dominar a los empleados negando la legitimidad de las necesidades de estos.
André Gorz, plantea al sujeto multiactivo, que el capital emplea un número cada vez
más reducido de trabajadores, por lo tanto la solución no sería creas trabajo sino repartir
riqueza. El capitalismo desde sus orígenes ha asociado capital y trabajo, y la producción de
subjetividad está relacionada con este proceso: la necesidad de actuar, de obrar de ser
apreciado, lleva a una vida multiactiva, en el seno de la cual cada uno pueda hacerle al
trabajo su lugar, en lugar de que la vida tenga que contentarse con el lugar que le dan las
restricciones del trabajo. Propone que el trabajo se emancipe de la dominación del capital y
la persona de la dominación del trabajo. Para lograr estas sociedades propone la ruptura de
la sociedad del trabajo.
Miguel Benasayang propone la alternativa de construir zonas de metaeconomía,
(pensadas como un más allá de la economía) que desvirtualicen la relación de los hombres
con su mundo, con los objetos del mundo, pero a la vez con ellos mismos, suponen
proyectos alternativos a través de formas que no impliquen su asilamiento detrás de una
frontera impermeable, ni tampoco como el principio de lo que debería ser un modelo global
de nuevo tipo.
En síntesis el momento histórico actual es un proceso de transición entre la sociedad
salarial y una nueva forma de estructuración social todavía desconocida. La actual sociedad
sigue siendo salarial, por lo tanto se trata de pensar la metamorfosis de la sociedad salarial.
El sistema no puede disolverse enteramente en el mundo vivido, no se trata de un proceso

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que empieza y termina en la singularidad de cada sujeto, sino que antes bien tiene su origen
en la configuración de la dimensión social.

Capítulo 2: El proceso de transición de los jóvenes a la vida adulta.


2.1 La Transición
Las edades de la vida no responden a razones naturales sino a la cultura. Se trata de
representaciones que es necesario deconstruir para comprender.
Infancia y adolescencia se constituyeron alrededor de dos instituciones sociales
básicas la escuela y la familia, que delinearon trayectorias relativamente previsibles
asociadas a las diferentes edades de la vida.
Cómo se desarrollan los procesos de transición de los jóvenes a la vida adulta.
Hablamos de transición pues los sujetos saltan de una institución a otra. En la sociedad
actual, la finalización de la escuela secundaria implica un proceso de cambio,
reacomodamiento subjetivo. Un salto al vacío, en una sociedad que no garantiza la
existencia de una red protectora.
El inicio de la transición al llamado mundo adulto, está representado por dispositivos de
educación distintos de los de la vida adolescente y por la aparición del empleo. La
particularidad de este proceso de transición es que no está asegurado el pasaje, lo que se
agrava con la amenaza de exclusión social. La escuela regula la vida de los niños y de los
adolescentes, es una institución social cuya función principal es promover los procesos de
enseñanza y aprendizaje de contenidos significativos para el desarrollo del sujeto de la vida
colectiva y también es un espacio de intercambio social.
Una particularidad que se viene acentuando llamativamente en los últimos años es la
prolongación de la adolescencia, asociada con la postergación de la incorporación al
mercado de trabajo esto no ocurre con los jóvenes que perteneces a los sectores menos
favorecidos, quienes supeditan la posibilidad de los estudios al hecho de conseguir un
empleo.
Las diferencias sociales, la condición de clase fundamentalmente, configuran, entonces
distintas juventudes. La transición estará fuertemente condicionada por la posibilidad de
gozar de las denominada moratoria psicosocial, que consiste en un tiempo que el
adolescente necesita durante el cual se enfrenta a la lucha entre los objetos viejos que debe
abandonar y los nuevos que va a tomar, es un periodo de espera otorgado a los adolecentes
desde el mundo de los adultos, y responde a una necesidad de la sociedad para organizar
su producción económica y cultural. En las sociedades capitalistas modernas, las
actividades de producción reclaman un tiempo de formación prolongado.
La juventud puede pensarse como el periodo de la vida en que se está en posesión de
un “excedente temporal”. De este modo, tendrá más probabilidades de ser joven quien
posea ese capital temporal como condición general.
2.2 Tiempo, transición y elección vocacional
La transición está dominada por cierto desajuste temporal entre los tiempos del sujeto y
las exigencias del tiempo histórico, el rasgo más sobresaliente de la cultura actual es la
velocidad y la violencia de los cambios en todas las áreas del acontecer social.
La vivencia de la inadecuación de los tiempos suele ser una experiencia subjetiva
dolorosa, pero permite construir dispositivos para que los jóvenes puedan reconocer el
carácter paradójico e irreversible del tiempo, De este modo estaremos favoreciendo que el
joven pueda darse cuenta de que, el tiempo subjetivo tiene la particularidad que al dirigirse
hacia el futuro, construye el pasado, significándolo y resignificándolo. El pasado no es lo que
fue, sino lo que puede llegar a ser retroactivamente.
Pensar, soñar e imaginar un proyecto de vida futuro será una experiencia subjetivante,
entendida como proceso de reinvención singular, toda vez que la emparentemos con la
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experiencia del jugar, se pone en escena una fantasía en la cual emerge lo reprimido de
manera deformada.
Los jóvenes están cada vez mas presionados para pensar y construir proyectos que
respondan a las exigencias sociales dominantes, pueden terminar asumiendo una posición
pasiva, lo cual les dificulta el acceso a sus propias aspiraciones. Pensar, soñar, imaginar –
entendidos como expresiones del jugar – son ante todo, una invitación a crear un espacio de
libertad entre la fantasía y la realidad social, una invitación a no quedar pegados. Abrir
horizontes que colaboren para que los jóvenes no inicien su proceso de transición desde el
“ajuste”.
Los jóvenes construyen defensas psíquicas para evitar el sufrimiento que muchas
veces, acarrea el proceso de elegir, una de ellas es la posición omnipotente, la pretensión de
querer poder todo y saber todo lo necesario para encarar una correcta elección, aspirando a
tener la seguridad acerca de aquello que se elegirá. En oposición, la posición impotente,
cree que nada puede, nada sabe sobre lo que elegirá. Ambas posiciones indican la
búsqueda –infructuosa- por parte del sujeto para crear las condiciones ideales a fin de
alcanzar una decisión.
Las decisiones nunca son certeras, tampoco se trata de pensar la decisión desde la
espontaneidad, sino luego de un proceso de elaboración psíquica, pero es un acto que
irrumpe y sorprende, adviene después que se ha accedido a un punto de indecibilidad, un
momento en el que no se podrá seguir eligiendo, deliberando para optar por lo mejor. La
experiencia de elegir tiene un valor inaugural. Una decisión irá formando al joven como
sujeto. No somos neutrales respecto de la toma de decisión, no es lo mismo elegir que no
elegir, no nos interesa qué va a elegir el sujeto, sino que vaya a elegir. No somos neutrales
respecto de reforzar una posición pasiva frente al discurso de las clases dominantes, nos
jugamos para que intente elegir con los mayores grados de libertad posibles.
Las elecciones vocacionales, al igual que las otras decisiones de la vida, son siempre
prematuras, solo en el futuro podrá saberse sobre sus efectos, se trata de desdramatizar
este momento, no significa minimizar sino de ubicarlo como período de decisión que tiene
carácter exploratorio.
2.3 Proyecto futuro, cultura y mercado.
Repensar la categoría proyecto futuro, proyecto es arrojar hacia adelante. Sobre la
base de un futuro, un conjunto de representaciones de lo que aún no está pero se desea
lograr y se apoya sobre las significaciones del presente que se espera sobrepasar.
La cultura del mercado, cuyo rasgo sobresaliente es la producción de una subjetividad
cada vez más individualista, enaltece el consumo como valor supremo del mercado, los
seres humanos adquieren valor por cuanto compran, por lo que tienen, antes que por lo que
hacen o lo que son. El consumo llena un vacío de ideales.
Si en el nivel del imaginario social global no es posible pensar en el futuro, también el
ideal del yo, en su carácter prospectivo, diluye su funcionamiento psíquico al privilegiar vivir
el presente, sin creer en el pasado y futuro. El discurso neoliberal, procura legitimar un
sistema social profundamente desigual a través de la defensa irrestricta de los derechos de
la propiedad privada. El mercado solo posibilita la concurrencia de aquellos que están en
condiciones de participar. Los que no tiene, no son, pasan a engrosar una población
excedente. No poder acceder a determinados bienes genera el temor a no ser, a quedar al
margen de la vida colectiva, lo que desencadena el “sálvese quien pueda”.
El individualismo es la expresión de la exacerbación de los valores de la individualidad
asociada con la caída de lo público. El proceso de individuación depende enteramente de los
sistemas de reconocimiento, por lo que la ilusión de esta realización no puede más que
llevar al individuo justamente a una pérdida de los rasgos de individualidad.
Las prácticas laborales y recreativas se estructuran bajo formatos rígidos, que
gradualmente disminuyen las capacidades creativas de los sujetos.

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Capítulos 3 y 4) - Investigaciones
Población:
Ocho escuelas dependientes de la Secretaría de Educación de CABA bajo el Programa ZAP
(Ver apartado 1.) Zonas: Mataderos, Floresta y Villa Lugano. Sectores medios y medios bajos. No
son las llamadas escuelas “de riesgo”.

Encuesta aplicada en 2002.


Se indagó
Expectativa por estudiar
 Carrera o curso
 Nivel académico
 Ámbito
 Expectativa por trabajar
 Motivos
 Expectativas y obstáculos.
 Relación entre elección y orientación escolar.
Orientaciones: Perito mercantil, bachiller común y con orientación en comunicación y técnica.
Población: 552 estudiantes: 38% mujeres 62% hombres. Promedio edad 19 años.
Otros datos:
 46% de la población orientación técnica.
 40% turno vespertino.
 27% de los estudiantes estudia y trabaja. Promedio laboral: 7 horas diarias
 73% sólo estudia.
 80% son obreros o empleados.
 72% trabaja diariamente en la semana.
 7% sólo fines de semana.
Resultados relevantes:
 Proyectos futuros:
 Sólo estudiar: 7. 61%
 Sólo trabajar: 8.15%
 Trabajar y estudiar 70,11%
 Hacer otros proyectos: 1,63%
 Trabajar y hacer otros proyectos: 0.91%
 Estudiar y hacer otros proyectos: 1.08%
 Estudiar, trabajar y hacer otros proyectos: 8.88%
 NS NC 1.63%
Nivel y ámbito de estudio:
 Universitario público: 51.81%
 Universitario privado: 1.63%
 Universitario NS: 1.09%

 Terciario Público: 17.93%


 Terciario privado: 3.62%
 Terciario NS: 1.45%

 Educación no formal. Público: 2.72%


 Educación no formal. Privado: 1.63%
 Educación no formal. NS: 0.54%

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Estudios: más de la mitad de los jóvenes proyectan seguir estudios universitarios. Casi la
cuarta parte en instituciones terciarias. El nivel terciario “no” universitario menos elegido,
desvalorizado: herencia cultural en la que se privilegia la universidad para el ascenso social acorde
con la valorización moderna de la universidad y de la institución carreras. (Modelo capitalista
industrial)
Trabajar: mayormente para ayudar a sus familias, costear sus gastos personales y sus gastos
de estudio. Vinculado a las necesidades económicas y no a generar experiencia laboral.
Áreas disciplinares elegidas:
 Ciencias básicas: 1.09%: Química. Física. Biología. Prof. Matemática
 Ciencias aplicadas: 2.36%: Alimentos. Agronomía. Arquitectura. Diseños. Fotografía.
 Tecnología: 26.09%: Ingenierías. Tec. electrónica, mecánica. Cursos de reparación
(automotriz, electricidad, TV.)
 Sociales: 11.04%: Abogacía. Administración. Contador / Económicas.
Gastronomía. Turismo. Ceremonial.
 Ciencias Médicas: 13.21%: Medicina. Enfermería Bioquímica. Farmacia. Estética personal.
 Ciencias Humanas: 1.63% Profesorados. Psicología. Sociología. Periodismo. Historia.
Filosofía. Idiomas. Artes.
 Deportes: 19.17%: DT. Prof. Gimnasia. Guardavidas.

EXPECTATIVAS:
 La principal expectativa es estudiar. El estudio es valorado por sí mismo y por permitir
acceder al mundo de trabajo.
 Estudiar: casi el 80% lo considera importante o muy importante. Entidad propia del estudio.
 Estudio y trabajo: el estudio como llave al empleo. Es para el 75% aprox. importante y muy
importante.
 Conseguir empleo sin estudiar: poca o ninguna importancia para más del 60%
 Autoempleo sin estudiar: más del 70% considera que un autoempleo sin estudiar es de
regular, poca o ninguna importancia.
 Autoempleo estudiando: más del 50% lo considera importante y muy importante.
 Tener dinero asociado al estudio: importante para casi el 75%
 Tener dinero sin estudiar una carrera: importante para aprox. 20%.
 Estudiar, empleo y dinero aparecen muy asociados vinculados quizás al ascenso social y
económico.
 Estudiar carrera para el desarrollo intelectual: importante y muy importante para el 70% y
60%. El desarrollo intelectual sin estudiar posee poca importancia o ninguna.
 El desarrollo intelectual asociado fuertemente a las instituciones educativas
 80% asocia estudiar para obtener satisfacción personal. En cambio, hacer algo que de
satisfacción sin estudiar e resultado baja a 45%.
 Satisfacción asociado al estudio por valoración cultural.
 El 70% ve como poco poca o ninguna importancia hacer algo para sobresalir, ser famosos sin
estudiar.
 El 80% estudia para tener satisfacción personal. En menor porcentaje aparece como
expectativa crear, descubrir, inventar o cambiar algo de la realidad social. (Rasgo
individualista de la posmodernidad).

OBSTÁCULOS
 Aspectos macro contextuales:
o Falta de empleo: importante para casi el 75%. Inestabilidad social, económica y
política contextual 73%
o (Desocupación momento post crisis
o 2001. Precarización laboral, inestabilidad social)

 Aspectos individuales:
o Dificultades económicas importante y muy para el 53%.

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o También problemas personales y familiares.

Apartado 1:
Programa ZAP: Zona de Acción Prioritaria. Su objetivo es la inclusión educativa para hacer
posible la equidad en el acceso, la permanencia y el sostenimiento de los niños/as y jóvenes en las
diferentes instancias del sistema educativo a lo largo de su trayectoria escolar. También, se propone
trabajar en conjunto con todos los actores que rodean la situación educativa de niños/as y jóvenes
para generar espacios de inclusión educativa y social.
Las escuelas incluidas son consideradas de mayor vulnerabilidad.
Vulnerabilidad: Debilitamiento de los soportes relacionales que aseguran la inserción en el
medio social donde cada uno vive. El contexto genera este debilitamiento. La caída de la sociedad
salarial, la “descolectivización”, las políticas neoliberales y sus efectos como la falta de trabajo, la
desprotección jurídica y el incumplimiento de derechos elementales.
Sujetos excluidos: desocupados, precarizados “en negro”. Sin protección social: pobreza /
exclusión / trabajo.

Año 2010: “Revisión crítica sobre las elecciones vocacionales de los jóvenes
escolarizados” (Fase II) (disponible en Aula virtual) Año 2010
 Cantidad de estudiantes encuestados: 762:
o 377 varones y
o 385 mujeres
 Cantidad de escuelas: 46 (Bs. As. Córdoba. Mendoza. Río Negro. Misiones. Salta. Santiago
del Estero)
o 25 escuelas de gestión pública y
o 21 escuelas de gestión privada
 20 equipos de investigación: 44 profesionales.
 Casi el 70% de los padres y madres de los jóvenes tienen el secundario completo.
 Se mantuvieron los resultados de la investigación 2006 respecto a:
o Estudiar en general 86%
o Estudiar para obtener satisfacción 84%
o Para conseguir empleo 85%
o Para obtener dinero 78%
 Los jóvenes expresan sus intenciones futuras en términos de proyectos y expectativas
 Los jóvenes presentan una fuerte representación sobre la sobrevaluación del estudio de los
estudiantes encuestados en 2006. Esto ocurre en menor medida en escuelas privadas donde
“estudiar” es excluyente. Allí, “estudiar” obtiene más presencia que “estudiar y trabajar”
(Segmentación. Diferencia de origen en el sistema educativo.)
 “Sólo estudiar” obtuvo más presencia como opción. ¿Intervención del proceso de crecimiento
económico?
En escuelas más humildes en cambio “sólo trabajar” impactó por su bajo porcentaje (6%)
Relatos de los jóvenes: “Me sorprendió que pocos alumnos quieran sólo trabajar” “Pensé que
iba a ser un número más grande el que no quería estudiar para ganarse la vida y crecer”
 La opción “estudiar y trabajar” en su alto porcentaje en la investigación nacional, sorprendió a
un número alto de jóvenes. Estos consideran que ambas actividades son muy exigentes y
cuestionan que vayan a hacerlo.
En escuelas técnicas en cambio, predominó la revalorización de ambas actividades: “el título
secundario sólo no te alcanza”
 Las representaciones de futuro de los jóvenes 2006 -2010 tienen la lógica del proyecto.

Testimonios de los jóvenes:


 “Pensaba que no se le daba tanta importancia al estudio”
 “Creo que me equivoqué al pensar que los chicos le daban más importancia al trabajo, al
dinero que a lo intelectual”
 “Me sorprende los resultados de la investigación, porque hoy en día los alumnos sólo
desean dejar el colegio y trabajar”
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Ven en los otros sobrevaloración del estudio y subestimación de las opciones vinculadas al
dinero, empleo o autoempleo sin estudiar.
Aquí, las chances de obtener dinero sin estudiar parecen ser más significativas. Aumentó
también las expectativas de ganar dinero y obtener un empleo. Producto esto, de la mejora de la
situación económica respecto a 2001.
La mejoría socio-económica reflejada en los datos estadísticos habría producido cierto efecto
en las representaciones de los jóvenes escolarizados que están terminando la escolaridad media.
Idealización en juzgar a los otros jóvenes (Fase I) como más comprometidos, esperanzados,
optimistas.
 “Eran otros tiempos, antes había más compromiso con los proyectos futuros”.
 “Los jóvenes encuestados en el año 2006 tenían más optimismo y esperanza que nosotros”.
 “Ahora los pibes quieren tener cosas sin esfuerzo”.
 “Antes el país estaba en otra situación, no era tan complicado como ahora”.
 “Ahora están todos más pendientes del trabajo”.
 “Los chicos de ese momento al parecer, tenían más esperanza en su futuro de lo que me
hubiera imaginado. Incluso más de la que podemos tener hoy en día”.
 “Lo que sucede actualmente en comparación al año 2006 es que antes había más
compromiso para realizar los proyectos, eso es lo que hace falta ahora”.

Reflexiones de Investigadores:
Pareciera que los jóvenes del año 2010 tomaran las expresiones de los estudiantes del año
2006 como si se tratasen de proyectos efectivamente realizados y no como intenciones a cumplir. La
idealización antes mencionada muy probablemente se deba a las ansiedades que despierta la
finalización de los estudios secundarios y a los temores asociados con la dificultad de cumplir los
proyectos y las expectativas planteadas.
“Parece como si hablaran de jóvenes de otras épocas lejanas”. Distancia temporal mecanismo
defensivo al servicio de mitigar los miedos de proyectar hacia el futuro.
Expresaban una intención, no un proyecto efectivo a realizar, pero los estudiantes del año 2010
no lo perciben así y cuestionan el excesivo optimismo de aquellos respecto a las posibilidades de
conseguir trabajo.
La mejora de la situación socio-económica “no quita los miedos, las preocupaciones e
incertidumbres frente al futuro”. Es decir que las particularidades del contexto socio económico no
eliminarían ciertos rasgos propios de los procesos de transición en general.
En cuanto a los factores que ayudarían u obstaculizarían el cumplimiento de las expectativas,
se mantiene una valoración importante de los componentes subjetivos (mencionados en la Fase I)
aunque se reconoce la importancia de los elementos macro contextuales y de las políticas de Estado.
Las elecciones e intentos que hacen los jóvenes en materia de carrera educativa y laboral
dependen de la estructura de oportunidades presentes como de las expectativas acerca de los logros
que pueden alcanzar en el futuro.
Creemos necesario revisar la categoría “jóvenes escolarizados” ya que la misma podría estar
señalando un tipo de sujeto institucionalizado que invisibiliza las diferencias al interior de las
escuelas, y los procesos de segmentación aún vigentes.
Actualmente la desigualdad entre los jóvenes se manifiesta en distintos espacios de la vida
social y en particular en los espacios vinculados con la educación y el trabajo.
Por lo dicho podríamos reconocer –al menos- dos segmentaciones diferentes: Jóvenes
escolarizados vs no escolarizados por un lado y jóvenes escolarizados en escuelas populares vs
jóvenes escolarizados en escuelas de sectores medios y altos que estarían produciendo
representaciones diferenciadas respecto a sus futuras trayectorias de vida.

Capítulo 5: Los dispositivos de Orientación Vocacional.


Tres tipos de intervención en el campo de la Orientación Vocacional: la pedagógica, la
psicológica y la sociológica. Cada una corresponde con una dimensión del campo
vocacional.

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La intervención psicológica, enfocada en el sujeto que elige. Hay muchas formas, pero
apoyamos la llamada modalidad clínica con una orientación psicoanalítica como procesos de
acompañamiento.
La indagación de las identificaciones, la elaboración de los conflictos que obstaculizan
la toma de decisión y el análisis de la forma de “ver” o pensar la realidad social y cultural,
buscando favorecer cierta elucidación de los condicionantes subjetivos y determinaciones
inconscientes. Además tiene un objetivo menos específico: lograr que la experiencia entre el
consultante y el profesional le otorgue al primero la posibilidad de reconocerse como sujeto
al que algo le falta, y por lo tanto tiene que salir a buscar. Esa búsqueda es incesante porque
no hay un objeto que satisfaga absolutamente.
La intervención pedagógica, se centra fundamentalmente en el conocimiento de los
objetos y en la problematización sobre el contexto, promueve procesos de enseñanza-
aprendizaje, que favorezcan la comprensión de la nueva realidad social, efecto de la
metamorfosis de la cuestión social.
La escuela debe cumplir su función y para ello debe recuperar el rol de propiciar
aprendizajes significativos, que difícilmente sean abordados en otros ámbitos. También la
intervención pedagógica debe incluir aspectos procedimentales y actitudinales.
La intervención sociológica, (algunos profesionales la denominan orientación laboral),
se lleva a cabo por fuera del marco escolar, destinada a la población que finalizo la escuela
secundaria pero no se incluyó en el mercado laboral ni en el nivel superior de educación y,
por otro, una práctica destinada aquellos que quedaron fuera del sistema educativo antes de
tiempo. El acento en este tipo de intervención está puesto en el conocimiento de los objetos
y el contexto priorizando las estrategias para la reincorporación al sistema educativo.
5.1 Los dispositivos de Orientación Vocacional en el sector educación.
Están ausentes todavía los programas escolares sistemáticos y formalizados de
Orientación Vocacional. La implementación de un sistema de Orientación Vocacional debe
incluir a los jóvenes como principales protagonistas y materializarse a través de un proceso
de interinstitucionalidad.
La orientación en el marco escolar, debería realizarse en dos sentidos: un eje
diacrónico y un eje sincrónico. El primero se refiere al conjunto de acciones educativas a lo
largo del proceso escolar, está relacionado con los variados procesos de enseñanza y
aprendizaje, que preparen a los alumnos para integrarse a la sociedad. El eje sincrónico,
supone un “corte” en cada momento en que el futuro se juega muy vinculado con la propia
organización de la vida escolar. Son las articulaciones entre los niveles y/o ciclos educativos.
La Orientación Vocacional como práctica escolar se caracteriza por tres aspectos
fundamentales: función escolar, curricular y participativa.
La función escolar está dada por ser parte del proyecto educativo institucional. Es
curricular con el propósito de promover aprendizajes significativos que permitan el desarrollo
de competencias. Supone una intervención pedagógica, pretende constituirse en un espacio
subjetivante, es decir, favorecer una creciente implicación personal.
Es participativa pues la inclusión curricular de la Orientación Vocacional requiere
necesariamente de la participación activa de los protagonistas del proceso, se trata de un
espacio de elaboración colectiva. Los jóvenes no parten de cero, cada uno sabe una cosa
distinta sobre diversos temas, porque cada uno tiene experiencias singulares en el marco de
una cultura que no es homogénea, se puede adoptar un criterio dinámico y funcional, sujeto
a los intereses y motivaciones de los jóvenes.
5.2 El proceso de Orientación Vocacional como experiencia subjetivante.
Los procesos estandarizados de Orientación Vocacional proponen regular la cantidad
de entrevistas y las técnicas específicas para cada encuentro, separando mecánicamente en
dos ejes uno de información y otro de autoconocimiento. En contraposición proponemos

12
pensar y actuar un paréntesis en la vida de un sujeto a la espera de que algo advenga una
verdad sobre sí mismo.
Este proceso se organiza alrededor de una secuencia de entrevistas donde se utiliza
como herramienta principal la escucha, empleando además diferentes técnicas y recursos.
No hay nada que orientar, ni nadie que pueda orientar, sostener una pregunta social y
construir a partir de ella una pregunta singular.
Desde una perspectiva psicoanalítica, el motor es la transferencia. Esta se construye
en la expectativa confiada del saber del otro. Hay una espera que se sostiene en la
confianza en el otro; por ello, podemos afirmar que la transferencia resulta reciproca. Es una
espera tan angustiante para el consultante como para el profesional, el consultante puede
alimentar la expectativa de que el POV resuelva su conflicto diciéndole qué debe elegir, y el
profesional espera que le consultante elija con autonomía, pero es ante todo un espacio para
que circule la palabra.
El profesional acompaña con la escucha atenta y con intervenciones tendientes a
devolverle al sujeto su propio saber, se sostiene la pregunta, se procura dinamizarla. La
trama se sostiene en la confianza depositada por el consultante en el saber del POV y a su
vez en el corrimiento incesante del profesional del lugar en que es ubicado como sujeto de
un supuesto saber.
El set de imágenes vocacionales son mediadoras, muestran personas haciendo
distintos tipos de actividades, no hay una verdad que el sujeto deba develar, sino un saber a
construir, no es un test, solo hay que estar atento a lo que el material suscita en el sujeto
que consulta.
La posición del POV consiste en aguardar con paciencia, la neutralidad en este
proceso es una operación activa consistente en mantener a raya los ideales, valores y
deseos del profesional, desestimar las preferencias propias, para liberar el espacio al deseo
del consultante.
Tomar una decisión no puede ser una operación con pretensiones de exactitud. Los
momentos de zozobra están dominados por la urgencia del consultante por elegir. Planificar
un determinado número de sesiones para el proceso de Orientación Vocacional tendría el
mismo valor, de ejercer ilusoriamente el control sobre el proceso.
5.3 Las intervenciones comunitarias.
Las instituciones modernas productoras de subjetividad ubicaron al individuo como
realidad primera y al lazo social como secundario, suponen el pasaje del ciudadano a la
figura del consumidor.
La intervención comunitaria puede entenderse como una serie de acciones o
influencias, planificadas o no, dirigidas a problemas que se manifiestan dentro de una
comunidad cuyos objetivos incluyen la resolución de problemas y el desarrollo de la
comunidad, mediante la utilización de estrategias situadas en diferentes niveles.
Hay que diferenciar la posición comunitaria de los denominados abordajes
comunitarios. Los primeros suponen el reconocimiento de una comunidad como protagonista
en la definición de sus propias políticas, tanto las referidas al análisis de sus problemas
como la búsqueda creativa de soluciones.
La posición comunitaria es una posición de sujeto no de objeto, se trata que la
comunidad se presente sin asumir las representaciones de otro en el lugar de amo.
Hay una producción discursiva cada vez mayor de abordajes comunitarios a medida
que se agrava y deteriora la situación social, y a la vez resulta sorprendente el desfasaje
entre los discursos científico-tecnológicos y el empeoramiento de la calidad de vida. Por otro
lado la formación académica con fuerte anclaje disciplinario que lleva a los profesionales a
recortar los problemas (sociales) en objetos discretos, generando distancia, privilegiando la
lógica de nuestro propio recorte disciplinario de los problemas, de la defensa de nuestro
trabajo en lugar de someterse a las necesidades de la propia comunidad.
Nos proponemos analizar ciertos programas destinados a jóvenes:
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Para los jóvenes, paternalistas, proteccionistas, como forma de control social.
Por los jóvenes, caracterizados por el adoctrinamiento, la retórica heroica, y por poner
a los jóvenes en un rol pasivo.
Con los jóvenes, basados en la solidaridad, participativos, activos e interactivos en la
dialéctica juventud-sociedad.
Desde los jóvenes, autogestionarios, imaginados, diseñados y realizados por los
mismos jóvenes y aun por subsidios otorgados por el estado al colectivo de gestión y trabajo
juveniles.
En Orientación Vocacional nos inclinamos por programas con y desde los jóvenes.
Como parte de las políticas públicas su objetivo principal es retener y/o incorporar en la
escolaridad a los adolescentes y jóvenes que quedaron fuera del sistema educativo así
como también facilitar la inclusión en el mercado laboral.
5.3.1 Dos líneas de programas.
Podemos ubicar dos líneas de programas. Una referida a la retención y reinserción de
los jóvenes en las escuelas, y otra asociada con la facilitación en la inserción laboral.
Intuimos que será necesario incluir el papel de los jóvenes en dispositivos de
participación efectiva en tanto cogestores de un programa de retención y reincorporación.
En el marco de las intervenciones comunitarias, debemos incluir programas dirigidos a
la incorporación de los jóvenes al mundo del trabajo.
Los dispositivos de ayuda a la inserción, irrumpen con virulencia a partir del
agravamiento de la problemática del desempleo a principios de los años 80 en la unión
europea con políticas activas dirigidas a actuar sobre el mercado de empleo. En argentina
aparecen estos programas en los 90.
La supuesta inempleabilidad de los jóvenes no está dada por la falta de capacitación,
falta de estrategias para conseguir empleo o falta de una actitud emprendedora. Son las
políticas económicas neoliberales y las consecuencias de la revolución tecnológica.

Capítulo 6: Revisión crítica y propuestas de intervención.


6.1 Destitución de ciertas categorías conceptuales.
Empezaremos por diferenciar la noción de campo (lo vocacional) y de intervención
(orientación vocacional). Lo vocacional es un campo de problemáticas vinculadas con el qué
hacer humano, lo vocacional implica el entrecruzamiento de una dimensión social y una
dimensión subjetiva, asociada a las formas singulares en que los sujetos construyen sus
trayectos o itinerarios de vida.
La Orientación Vocacional surge como respuesta a las demandas sociales propias de
una época capitalista e industrial, es un invento de la modernidad para asistir a las personas
que se preguntan por su hacer presente y futuro. En un sentido amplio, es una experiencia a
través de la cual se procura dilucidar algo respecto de la forma singular que cada sujeto
tiene de vincularse con los otros y con las cosas.
La modalidad clínica resultó ser una práctica subjetivante para enfrentar el modo
psicotécnico que, amparándose en una cuestionable rigurosidad, terminó deshumanizando
al consultante.
Al enunciar lo vocacional como encrucijada nos proponemos deconstruir la
autodenominada identidad vocacional/ocupacional, los autodenominados procesos de
Orientación Vocacional tienen por objetivo desarrollar la identidad vocacional/ocupacional
del sujeto que consulta.
El concepto de identidad vocacional/ocupacional, remite al de identidad personal, se
construyo desde un paradigma moderno sustancialista, esencialista, como intento de
articulación entre lo individual y lo social, justamente, la noción de sujeto viene a enfrentar

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esta concepción de individuo en tanto indiviso, homogéneo y encapsulado en sus propios
límites.
A partir del psicoanálisis el yo deja de ser un todo, lo uno congruente, coherente y
queda ligado al narcisismo por vía de las defensas inconscientes. El yo tendría una
dimensión inconsciente a través de la cual pone en funcionamiento sus propias defensas,
dicho mecanismo no es voluntario, las defensas inconscientes del yo no se eligen
libremente, sino que sencillamente se cumplen.
El registro de un yo, asiento de la identidad, sólo será posible desde la otredad. Hay yo
porque hay otros.
La identificación se despliega para el psicoanálisis en dos sentidos. El lugar en que se
identifica, la imagen, y el lugar desde donde se identifica, la posición social y cultural.
El primer sentido se conoce como yo ideal, el segundo corresponde al registro
simbólico y se relaciona con el ideal del yo. La alienación primaria (estadio del espejo)
produce alienación, el sujeto se ve, se reconoce donde no está, en la imagen cuyo
reconocimiento permitirá adquirir atributos de permanencia, de identidad y de sustancia,
pero que sin embargo condicionará el psiquismo a la fijeza, a la inmovilidad.
El segundo sentido es de orden simbólico, lo que se conoce como ideal del yo. El
proceso de identificación primaria ocurre en un mundo cultural, es decir simbólico, donde el
Otro es todo el código inconsciente. De ese Otro del inconsciente, solo se puede lograr
acceder a cierta verdad. El proceso de acceso a una verdad inconsciente siempre es
doloroso y generalmente muy lesivo para el narcisismo.
Podríamos entender la configuración de la identidad como un crédito otorgado por los
otros, que a través de la conciencia habilita la construcción de una imagen sobre si
resguardada por dos procesos psíquicos defensivos del yo: desmentida y represión. Las
imágenes que el sujeto construye intentan dejar afuera lo inconsciente. La identidad se
construye por unión con los otros, por pertenencia y a la vez por separación es decir
diferencia. La identidad se estructuraría en torno de las experiencias de satisfacción y de
dolor que en conjunto establecen marcas que edificarían la singularidad subjetiva. La
identidad es entonces la representación de si como perteneciente a un conjunto pero
también como diferente de él.
La primera forma de reconocimiento de la individualidad está ligada a la institución
social de la propiedad, la constitución de lo privado, la individualidad no puede ser asumida
sin esta referencia, ya que la propiedad y la privacidad se caracterizan la cualidad que toma
la individualidad en los procesos históricos. La propiedad y la privacidad son relaciones
sociales es decir que solo se sostienen con referencia a otros. Pareciera que el concepto de
subjetividad puede integrar lo idéntico y lo diferente, por ese motivo preferimos hablar de
subjetividad, de producción de subjetividad antes que de identidad.
Queda por responder qué es lo vocacional. La vocación expresa una certeza, un
absoluto que en la vida subjetiva puede descubrirse, vía revelación y/o hallazgo o, por el
contrario, la vocación se encuentra a través de un proceso de construcción más o menos
racional a lo largo de la vida. Ambas perspectivas, se encuadran en el mismo paradigma:
lineal, certero y absoluto. Si hay vocación se la puede descubrir o se la puede construir, ya
que en ese sentido la vocación es una verdad. La vocación así concebida, parece guiar al
sujeto hacia una única actividad determinada. La Orientación Vocacional será la práctica
psicológica que le asegure al sujeto descubrirla, en su caso y/o encontrarla en el otro.
El principal aporte del paradigma crítico fue romper la noción absoluta, certera de la
vocación. La vocación será una búsqueda, no es un proceso acabado, sino un ser siendo
como proceso abierto, indefinido y contingente, que se va construyendo, deconstruyendo y
reconstruyendo a lo largo de la vida, como algo que se mantiene pero que también cambia,
la vocación sí existe, y podemos desarrollarla, enriquecerla reorganizarla. Quedará
necesariamente implicada en los procesos relativos al deseo y al goce, el primero constituirá
la meta final en la búsqueda de satisfacción del sujeto, pero que conllevará la amenaza de

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un peligro a su identidad, el sujeto se encuentra profundamente dividido ante el goce:
buscara alanzarlo y a su vez, se protegerá de su proximidad.
El goce tiene su contracara, la culpa que el sujeto siente por haber gozado, a través de
la cual la procura componer una envoltura de olvido al goce experimentado.
El deseo se traduce subjetivamente como búsqueda y proyecto, referido a la
experiencia sexual, amorosa, pero también, vocacional, surge del sentimiento de que algo
falta. Reconoce la experiencia de vacio e impulsa a la búsqueda de aquello que lo satisfaga.
Lo paradójico es que el deseo se presenta como una defensa ante el goce.
Cuando un sujeto está por alcanzar la meta de su deseo, queda invadido por una
particular inquietud, en una parálisis que termina por anclarlo en la frustración. Se distinguen
diversas modalidades defensivas del sujeto en la preservación de su deseo como aquello
incumplido (en la histeria se mantiene el deseo como insatisfecho, en la neurosis obsesiva
como imposible, en la fobia se conserva el deseo con técnicas evitativas). La vocación como
proceso subjetivo gira alrededor de la dinámica del deseo y del goce.
Preferimos hablar del deseo antes que de lo vocacional, ya que la singularidad del
sujeto no supone su único organizador, sostenemos una perspectiva transdisciplinaria que
articule lo subjetivo-singular (dinámica del deseo y el goce) con las determinaciones del
contexto (productoras ellas mismas de una subjetividad social) y las modalidades
cambiantes de los objetos a elegir. Es decir un entramado inextricable entre sujeto, objeto y
contexto. Lo vocacional será esa complejidad.
En la dimensión social, tomamos a Castel quien plantea que la asociación “trabajo
estable/inserción relacional sólida, caracterizó una zona de integración. A la inversa, la
ausencia de participación en alguna actividad productiva y el aislamiento relacional conjugan
sus efectos negativos para producir exclusión o desafiliación. Así es posible pasar de la
integración a la vulnerabilidad y de ahí a la inexistencia social.
El drama que trae aparejado el derrumbe de la condición salarial es la pérdida del lugar
del trabajo como principal ordenador de la vida social, sostén de la identidad de las
personas, que irradia en todo el conjunto social, los menos calificados y la llamada
inempleabilidad de los calificados. Se plantea así no solo la constitución de una periferia
precaria, sino también la desestabilización de los estables.
La sociedad salarial necesitó del estado como principal sostén y protección de los
individuos, actualmente el estado social pierde su poder integrador. La Orientación
Vocacional debería tender a facilitar la construcción de recorridos abiertos al cambio. En los
distintos ámbitos y niveles de intervención deberá intentarse desentrañar donde la
construcción de un proyecto futuro hace nudo. La intervención consistirá en la operatoria que
permita desanudar a aquello que se ha anudado y que, por lo tanto, obstaculiza el proceso
de lección.
Intentamos más que promover una identidad vocacional, generar espacios en los que
el sujeto se niegue a identificarse con un papel, con una función o una utilidad social. Lo no
idéntico pasaría a ser una dimensión de la experiencia individual opuesta a la racionalidad
instrumental. En las sociedades híper modernas no falta identidad conforme a una imagen,
sino sujetos de sus actos. En las llamadas patologías del reconocimiento social los sujetos
no pueden hacerse reconocer por lo que son, hacen, sienten y desean.
Frente al control social que implica la llamada integración social, los sujetos buscarán
afirmarse, defendiendo su libertad contra una sociedad demasiado organizada. Lo
vocacional como deseo de hacer puede quedar encapsulado en trabajo-empleo-
remuneración como actividad obligatoria, ocupar lugares prescriptos por la sociedad y no por
construir o inventar los lugares para habitar. Observamos con preocupación las formas de
sobreadaptación en las que “ser alguien” o “tener éxito” está asociado a asumir una
identidad personal tributaria de las expectativas de un sistema que privilegia la acumulación
a cualquier precio y de cualquier manera o, su contraparte, formas de autoexclusión
expresada en sujetos que desertan de encarar la búsqueda.

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6.2 Orientación Vocacional y salud mental comunitaria.
Implica el pasaje de la noción de diagnostico positivista a la de riesgo, promoviendo
una forma de cobertura amplia sobre los problemas humanos, que de este modo, no se trata
sólo de una práctica de salud mental en el sistema de salud, sino que incluye a otros
sectores del estado. Esta idea quiebra los criterios disciplinarios, se hace ineludible una
intervención intersectorial interinstitucional e interprofesional capaz de restablecer un nivel
de protección social adecuado sin descuidar la atención individual pero, obviamente sin
reducirla a ella.
Los habituales modelos de abordaje en la argentina, privilegiaron el ámbito del sujeto
individual a través de una intervención personalizada al que se lo diagnosticaba aplicando
diversos recursos en dos posiciones diferentes: la modalidad clínica y actuarial.
Los dispositivos de Orientación Vocacional reforzaron las comprensiones naturales de
lo vocacional, excluyendo la cultura la y vida sociocomunitaria del análisis de la
problemática.
Los problemas vocacionales concebidos como vicisitudes existenciales, son parte del
campo de la salud mental, aunque no necesariamente formen parte del sistema de salud.
El discurso neoliberal ha calado hondo en las mentalidades y ha producido su sujeto, el
“sálvese quien pueda”, invisibiliza la despreocupación por el otro. Tanto la modalidad clínica
como la actuarial comparten el mismo supuesto ideológico, recortar lo individual de la trama
social en la que se inscribe la vida subjetiva y considerar el contexto social como una
invariante.

Orientación Vocacional estrategia clínica


Rodolfo Bohoslavsky

Addenda
a) En lo teórico:
Mi vuelta a Freud ha me hace ver que la elección de carrera es un síntoma si se la
entiende como efecto sobredeterminado de la estructura del aparato psíquico del sujeto que
elige por un lado y de la estructura social por otro. La dinámica del deseo y la demanda
social se le imponen al sujeto y lo constituyen a través de los procesos de identificación, los
conceptos de “libertad de elección”, “autenticidad” y “madurez” que estaban en el libro,
exigen un replanteo radical. Hoy sobre la frase “quien elige” se abre un interrogante de difícil
respuesta. Si los objetos son “vocantes” y la ideología “convoca” (interpela) al sujeto, ¿este
elige o más bien es vocado desde una insoslayable alteridad?
b) En lo estratégico:
Las discusiones acerca de los límites entre Orientación Vocacional y pedagogía por un
lado, y Orientación Vocacional y psicoterapia por otro, me han conducido a precisar el
encuadre clínico. La pedagogía busca una toma de conciencia de la realidad institucional y
social en lo que hace a significados inconscientes de los motivos y proyectos “personales”,
es decir informa. La psicoterapia, esclarece, tiene como contrincante la ignorancia y sus
determinaciones, la represión, la idealización y negación como defensas. Ambas coadyuvan
a la toma de conciencia, propósito que debe ser resguardado aun cuando varíen las
estrategias y técnicas a emplear.
c) En lo técnico:
Encuadres grupales e institucionales parecen ser más efectivos para la prevención
primaria, técnicas como el role-playing, técnicas dramáticas y lúdicas. El grupo no solo por la
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cuestión económica sino por otras dimensiones. El encuadre institucional parece tender a
privilegiarse, pero cabe advertir el peligro de que el servicio de Orientación Vocacional por
organizar se instaure la misma patología institucional cuyo esclarecimiento debería tender a
promover.
b) En el plano ideológico:
El campo de la Orientación Vocacional compuesto por las dimensiones económica,
educacional y familiar, constituye una encrucijada vocacional. Las implicancias ideológicas
de la teoría (¿existe un yo libre capaz de elegir autónomamente?) y la técnica (¿qué
demandas del sistema hallan eco en el psicólogo que pretende una elección madura,
adaptada y libre de conflicto?). Además de un análisis de los componentes ideológicos, hace
necesario ver como aquellos actúan a través del psicólogo que como profesional los soporta
y transporta. La psicología ha de constituirse en una ciencia del sujeto y de las
determinaciones que lo “sujetan” y su ejercicio apuntar a una toma de conciencia, si la
materia prima del psicólogo “orientador” es el futuro de sus “orientados”, resulta evidente que
este no puede ser cualquier futuro, sino uno y solo uno: o bien el de una engañosa libertad
personal para la cual es condición sine qua non la liberación nacional y social.

Palabras iniciales
¿Qué es orientación vocacional?
Es un campo de actividad de los científicos sociales, constituye un amplio orden de
tareas que incluyen lo pedagógico y lo psicológico en el nivel de diagnostico, la
investigación, la prevención y resolución de la problemática vocacional. Estas tareas tienden
a prevenir y/o resolver factores implicados en el proceso de orientación ante la situación de
elección.
Existe una dimensión de la tarea en la que el campo es privativo del psicólogo: el
diagnostico la resolución de los problemas que los individuos tienen en relación con su futuro
como estudiantes y productores en el sistema económico de la sociedad a la que
pertenecen.
Los destinatarios de estas tareas son personas que enfrentan en determinado
momento de su vida la posibilidad y necesidad de ejecutar decisiones. Esto hace de la
elección un momento crítico. Creo que en la adolescencia emergen las dificultades y
soluciones de índole vocacional, entre los quince y los diecinueve años.
Por orientación vocacional se entienden distintas actividades que responden a marcos
de referencia, orientaciones teóricas, concepciones filosóficas, científicas y técnicas de
trabajo diversas. He resumido las diferencias en dos tipos extremos a los que llamaré
modalidad actuarial y modalidad clínica.
A) Modalidad actuarial:
El joven debe elegir, puede ser asistido una vez conocidas sus aptitudes e intereses,
puede encontrar entre las oportunidades existentes, aquellas que más se ajusten a las
posibilidades y gustos del futuro profesional. El test es el instrumento fundamental.
B) Modalidad clínica:
La elección puede ser asistida si el joven puede llegar a tomar en sus manos la
situación que enfrenta y, al comprenderla, llegar a una decisión personal responsable. La
entrevista es para estos psicólogos el principal instrumento. El psicólogo se abstiene de
adoptar un rol directivo porque considera que ninguna adaptación a la situación de
aprendizaje es buena si no supone una decisión autónoma. Personalmente creo que solo la
modalidad clínica es orientación vocacional.

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En el marco de esta segunda modalidad he definido la orientación vocacional como:
Colaboración no directiva con el consultante que tiende a restituirle una identidad y/o
promover el establecimiento de una imagen no conflictiva de su identidad profesional.
La estrategia alude al conjunto de operaciones mediante las cuales el psicólogo tiene
acceso a la comprensión de la conducta del otro y facilita a este el acceso a su propia
comprensión.

SUPUESTOS SUBYACENTES DE CADA MODALIDAD


MODALIDAD ACTUARIAL MODALIDAD CLÍNICA
El adolescente no está en condiciones de llegar El adolescente puede de llegar a una decisión.
a una decisión por sí mismo.
Cada carrera y profesión requieren aptitudes Las carreras y profesiones requieren
especificas y estas son: potencialidades que no son específicas, no
 Definibles a priori pueden definirse a priori, se modifican en el
 Mensurables transcurso de la vida del estudiante y del
 Mas o menos estables a lo largo de la vida profesional.
El goce en el estudio/profesión depende del El goce en el estudio/profesión depende del tipo
interés que se tenga por ellos. Este interés es de vínculo que se establece con ellos, y éste
específico, mensurable y desconocido por el depende de la personalidad, que se define en la
sujeto. acción de estudiar y trabajar una disciplina. El
interés no es desconocido para el sujeto aunque
probablemente lo sean los motivos que
determinaron ese interés específico.
Las carreras no cambian. La realidad La realidad sociocultural cambia. Conocer la
sociocultural tampoco, se pude predecir el situación actual es importante pero mucho más
desempeño de quien hoy se ajuste por sus es anticipar la situación futura. El éxito no se
aptitudes a determinada carrera o profesión. Si puede predecir, excepto en su acepción de
el joven tiene las aptitudes suficientes no tendrá superar obstáculos con madurez.
que enfrentar obstáculos.
El psicólogo debe desempeñar un rol activo El adolescente debe desempeñar un rol activo.
aconsejando y no hacerlo le incrementa La tarea del psicólogo es esclarecer e informar,
injustamente la ansiedad del joven y esta debe la ansiedad no debe ser aplacada sino resuelta,
ser aplacada. y esto solo si el adolescente elabora los
conflictos que la originan.

¿Qué es la estrategia clínica?


La psicología clínica para unos constituye una rama de la psicología, para otros está
caracterizada como equipo de trabajo del psicólogo, definiéndose en función de un tipo de
problema. En otros casos son un lugar de trabajo, las clínicas o el trabajo que allí se hace.
En algunos casos es considerado el término como sinónimo de terapéutica, finalmente se
usa por oposición a experimental, enfatizándose las diferencias en cuanto a la intención: la
psicología clínica intenta comprender conductas, la psicología experimental busca
explicarlas.
Para mí, la psicología clínica se caracteriza por una estrategia de abordaje al objeto de
estudio, que es la conducta de los seres humanos. Hablar de estrategia es decir mirada y
operación sobre las conductas humanas por encima de lo que se mire o lo que se opere.
El termino estrategia refiere a acciones planificadas tendientes a actuar sobre una
situación con el fin de modificarla de acuerdo a propósitos. Toda estrategia tiene un carácter
intencional consciente, quien la emplea sabe por qué y para qué, responden a criterios
racionales que surgen del marco de referencia del usuario. Esto hace descartar la opinión de
que la psicología clínica es intuitiva.
Si bien el manejo de una estrategia guarda relación con el estilo, y por eso tiene un
carácter artesanal, es fundamentalmente una actividad científica pues se basa sobre ciertas

19
hipótesis o predicciones que se han de verificar ciñéndose al imperativo el control que
caracteriza al método científico.
El psicólogo tiene en cuenta que su rol de observador modifica el campo, es un
observador participante. Al observar, está observándose a sí mismo y al vínculo que ha
establecido con ella, conforma un nuevo campo del cual, a la vez que forma parte se
distancia, efectuando una disociación instrumental.
La estrategia clínica constituye el contexto óptimo para el descubrimiento de ideas o
concepciones sobre el hombre, pero es la estrategia experimental la que conforma el
contexto de la verificación de las hipótesis. Una teoría construida según una estrategia
clínica, no descarta la necesidad de una validación empírica y no escapa a las exigencias de
un razonamiento experimental que busca en experimentos naturales como en otras ciencias
para validar sus hipótesis sugeridas en el transcurso de los tratamientos.
Psicología clínica y psicología individual.
El enfoque idiosincrático en las personas, le cupo a la psicología clínica, entendida
como la aplicación de conocimientos psicológicos en el diagnostico de trastornos de
conducta y su investigación, por este motivo para muchos psicología clínica es sinónimo de
estudio de individuos en tanto tales, es decir de psicología individual.
La estrategia clínica puede aplicarse para conocer, investigar, comprender modificar la
conducta de los seres humanos operando tanto en un ámbito Psico-social como socio-
dinámico, institucional o comunitario. Entendemos que la psicología clínica sea individual en
cuanto a su particularizante que encara cada situación como singular, pero aun cuando se
trabaja con una sola persona, el trabajo está centrado en el vínculo con lo cual es bi-
personal.
Psicología clínica y psicoprofilaxis.
Psicoprofilaxis es para algunos un conjunto de recursos puesto al servicio de la
prevención, el diagnostico precoz y la rehabilitación de los enfermos mentales. Pero en lo
fundamental es una actitud delineada a partir de la salud y no de la enfermedad.

El ascenso de las incertidumbres.


Manuel Castels

Prefacio. Una gran transformación.


Al comienzo de los años sesenta se asociaba el desarrollo económico y el
perfeccionamiento social. Creer en el progreso social es pensar que mañana será mejor que
hoy.
Hoy en día, tras un periodo marcado por una movilidad ascendente sostenida y
considerable entramos, aparentemente en una dimensión de movilidad descendente.
Comenzó a hablarse de “crisis”, primero fue pensada como provisoria, no obstante, lo que se
jugó a lo largo de estos últimos treinta años es un cambio de régimen del capitalismo.
Salimos del capitalismo industrial y entramos en un nuevo régimen capitalista que es más
importante comprender que nombrar. Las instituciones establecidas y las evidencias se
encuentran súbitamente cuestionadas, el porvenir está abierto.
El compromiso social del capitalismo industrial.
La ruptura de la trayectoria. El capitalismo industrial, al final de su periodo de mayor
desarrollo, había llegado a promover una gestión regulada de las desigualdades en el
corazón de la cuestión social. Supone poder comparar las situaciones de individuos o de
grupos escalonados según un continuo de posiciones, estas desigualdades son entonces
20
tan masivas que aparecen como datos naturales. Para que la cuestión de las desigualdades
se plantee, es preciso que la sociedad deje de estar escindida en bloques antagonistas
entere los cuales la única relación posible es la sumisión total o el enfrentamiento radical.
Esta estructura es la de la sociedad salarial. En una sociedad salarial todo circula, todo
el mundo se mide y se compara, pero sobre la base de la desigualdad de posiciones.
Funciona la distinción y esta dialéctica no juega solamente entre individuos. Son las grandes
categorías socio profesionales homogéneas que componen la sociedad salarial sobre la
base del lugar que ocupan en la división del trabajo las que participan en el juego de la
distinción. No se trata de una división entre clases sino de una competencia entre grupos
profesionales.
Las desigualdades pueden parecer soportables porque no están establecidas. Se pone
en juego lo que podría llamarse un principio de satisfacción diferida, en función del cual cada
grupo, llegado el momento, puede programar la mejora de su condición. La radicalidad de
los conflictos es desactivada en el presente, se puede anticipar una reducción progresiva de
las desigualdades. Como mañana será mejor que hoy, ya no hay que encarar una lucha
final. Cada categoría ve como mejoran sus conquistas: un derecho al trabajo que reduce
progresivamente la arbitrariedad patronal, y provee protecciones eficaces contra los
principales avatares de la existencia, la enfermedad, el accidente y la suspensión del trabajo
(jubilación).
Esa es la lógica del “compromiso social” del capitalismo industrial, que no debe evocar
un consenso, que si bien tiene un trasfondo de “rugido de batalla”, hay un compromiso entre
intereses divergentes. Del lado del capital, las relaciones de producción permanecen
inmutables, del lado del trabajo la condición de salarial se ha consolidado, está rodeada y
atravesada de protecciones. El asalariado ya no trabaja solamente para su empleador, parte
del futo de su actividad, es salario indirecto que vuelve a él para financiar su seguridad.
Se trata de una respuesta reformista al antagonismo del capital y el trabajo. La
revolución no tuvo lugar gracias a ese compromiso. El proletario tiene mucho más que
perder que sus cadenas.
La dinámica de la descolectivización
La primera “modernidad liberal restringida” de los comienzos del capitalismo industrial,
fundada en el predominio del contrato y la dominación de los notables y los propietarios, los
únicos que pueden jugar plenamente el juego de la ciudadanía porque están respaldados
por la solidez de su situación social, había fracasado en su intento de reinstalar en su seno a
la masa de los trabajadores porque no disponían de los recursos y los derechos necesarios
para conducirse y ser reconocidos como ciudadanos. La condición salarial dependía de la
inscripción de de sus miembros en colectivos de trabajo, no es ya un trabajador aislado al
que se contrata, sino que se apoya en forma colectiva, regulaciones del derecho del trabajo
y la protección social, coronando todo, el manejo del Estado social, colectivo por excelencia
que no es un árbitro neutro pero tampoco un instrumento exclusivo de la dominación de una
clase, conduce los compromisos entre los interlocutores, los ratifica y les da fuerza de ley.
Un presencia fuerte del estado social que daba carácter legar y obligatorio a los equilibrios
negociados entre intereses del capital y los del trabajo.
En esta configuración es el colectivo que protege. A lo largo del capitalismo industrial
se había producido una desindividualización progresiva de las relaciones de trabajo
correspondiente a la promoción del trabajo abstracto inscripto en los sistemas de garantías
del estatuto del empleo y la protección social.
A partir de este background, el advenimiento del nuevo régimen del capitalismo
postindustrial, se orienta en una dinámica de descolectivización o de reindividuación a través
de la reconfiguración profunda que produce en la organización del trabajo y en las carreras
profesionales. Una individuación creciente de las tareas que exige la movilidad, la
adaptabilidad, la asunción de responsabilidad por pare de los operadores. El trabajador ha
dejado de ser “up to date”. Las modalidades más avanzadas del trabajo inmaterial, las
21
empresas apelan más a los temporarios y los contratados, y practican la tercerización. Los
trabajadores compiten unos con otros con efectos profundamente desestructurantes sobre
las solidaridades obreras.
Del lado de las trayectorias profesionales también se asiste a la misma modalidad, se
puede hablar de un “modelo biográfico” a esta exigencia de los trabajadores de hacerse
cargo ellos mismos de su propio recorrido profesional, de producir reconversiones. Las
carreras profesionales se han vuelto discontinuas, dejan de estar inscriptas en las
regulaciones colectivas del empleo estable. Algunos individuos salen a flote muy bien, pero
otras categorías de individuos carecen de los recursos para hacer frente a la novedad, son
así amenazados de invalidación social.
Las zonas grises de una sociedad de individuos.
La posibilidad de que el individuo se comporte como un sujeto libre y responsable
constituye realmente el valor de referencia de la modernidad. Pero el individuo no es una
sustancia sino una construcción histórica.
Es posible llamar propiedad social al basamento de recursos y derechos que en la
sociedad moderna dieron a la mayoría de los individuos, que no estaban protegidos y
reconocidos sobre la base de la propiedad privada, y los proveyeron de una ciudadanía
social. Es el pasaje de la modernidad liberal restringida a la modernidad organizada,
estamos y cada vez más en una sociedad de los individuos en la cual, la capacidad de
conducirse como un actor social responsable es cada vez más requerida y cada vez mas
valorizada.
Esta afirmación de la autosuficiencia puede llegar hasta la postura solipsista de
individuos tan provistos de recursos y de bienes que, como nuevos Narcisos, se encierran
en sí mismos en una cultura de su subjetividad. Podría entonces hablarse de individuos por
exceso, pero hay otros que carecen de los soportes necesarios, individuos por defecto cuya
presencia prueba que la dinámica de la modernidad conlleva una posibilidad de
descalificación del individuo. La dinámica de la individuación implica así efectos
contrastados. Maximiza las posibilidades de unos e invalida las de otros. No estamos ya en
el marco del continuo de las posiciones de la sociedad salarial que permita sostener
desigualdades.
Más profundo que el aumento de las desigualdades, se asiste a una transformación del
propio régimen de las protecciones que hace que los “individuos por defecto” sean remitidos
hacia formas inferiores de protección. Se devalúan los dispositivos montados para paliar las
carencias del empleo y la ausencia de protecciones construidas a partir del trabajo.
Esos individuos por defecto no son solo aquellos que no tiene trabajo, cada vez más
trabajadores carecen de las condiciones necesarias para conducirse y ser reconocidos como
individuos de pleno derecho, por tener formas de empleo que no son empleos de pleno
derecho, desarrollándose una zona hibrida donde faltan las condiciones para construir su
independencia social y económica.
¿Una sociedad del riesgo?
Una sociedad de los individuos es también una sociedad en la cual la incertidumbre
aumenta porque las regulaciones colectivas para dominar todos los avatares de la existencia
están ausentes, por eso la sociedad contemporánea desemboca en una representación
totalizadora como una sociedad del riesgo.
Una primera constelación es el riesgo social, que ha sido eficazmente cubierto a través
de la mutualización mediante la tecnología del seguro obligatorio con garantía del estado
social. Una de las consecuencias de la gran transformación actual es la fragilización de este
sistema que se ve confrontado con dos desafíos principales. El primero la desocupación
masiva y la precarización de las relaciones de trabajo amenazan el financiamiento del
sistema, vuelven a poner en entredicho la generalidad de su propia estructura, una parte
creciente de la población, fuera del trabajo o en situaciones de trabajo muy precarias, ya no
22
puede ser “cubierta”. El segundo desafío radica en la aparición de nuevos riesgos, por
ejemplo el riesgo de dependencia. Hoy podría añadirse al “riesgo desocupación” el “riesgo
precariedad”.
La configuración que lleva a pensar en términos de “población en riesgo” resulta de un
deslizamiento de la noción de peligrosidad hacia la de riesgo. Hay poblaciones peligrosas, o
que son percibidas como tales, como locos que había que encerrar o delincuentes que había
que condenar. Estas tecnologías de intervención son pesadas, costosas, y no tienen ningún
valor preventivo. Hay que esperar que el crimen haya sido cometido, a que el mal esté
hecho.
En términos de factores de riesgo se construye una combinatoria de factores que lo
vuelven más o menos probable, este pensamiento del riesgo promueve una modalidad
inédita de la vigilancia, la gestión previsional a distancia de las poblaciones.
La construcción de poblaciones de riesgo da nacimiento a un tipo de profesional, o de
experto, muy diferente, que trabaja a distancia, nunca te vio y nunca le veras. A comienzos
de los años ochenta, esta orientación adquirió amplitud y encontró nuevas ramificaciones, al
menos por dos razones: una es que las tecnologías que soportan estas operaciones se
desarrollaron fantásticamente, y la otra es que nuestro mundo social se duplicó con una red
sobre la cual circulan todas las informaciones necesarias para construir todos los perfiles de
riesgos posibles e imaginables.
Esta instrumentalización de la noción del riesgo está en vías e dar un poder que podría
ser exorbitante a expertos que uno espera competentes y responsable que uno espera
esclarecidos. Esta lógica no es tranquilizadora, lo que es paradójico si realmente se trata de
conjurar riesgos.
Una tercera constelación de riesgos son los “nuevos riesgos” para designar las
consecuencias nefastas que se producen como efecto bumerán de los desarrollos de la
ciencia (Chernóbil, vaca loca, etc.).
Esta hipertrofia del riesgo en adelante forma parte de nuestra realidad social y tiene
que ver con una loca preocupación de seguridad y un miedo generalizado a la inseguridad.
La respuesta no está en el mito de la erradicación total de todos los riesgos cuya realización
es imposible.
Distinguir entre los riesgos en lugar de adicionarlos, ya que no son acumulables. La
amalgama entre los riesgos conduce más bien a la confusión intelectual y a la impotencia
práctica. Por otro lado interrogarse sobre los medios que se pueda disponer o por el
contrario que no se dispone, para enfrentar los riesgos, no confundir los riesgos sino también
no confundir los medios para enfrentarlos.
Con estas consideraciones lo que queda es el arbitraje de riesgos, para lo cual es
necesario deconstruir la concepción globalizadora del riesgo que actualmente prevalece.
El estado social en cuestión/cuestiones.
Esta proliferación de los riesgos contribuyó al cuestionamiento de las capacidades del
estado social: ¿Cómo podría controlar todos esos factores de incertidumbre? Pueden
distinguirse dos series de cuestiones que conducen a reformular en la actualidad la
problemática del estado social:
 Sobre su perímetro de intervención: La mundialización de los intercambios, van a
hacer que ese estado nación carezca de la autonomía suficiente para decidir sus
políticas económicas y sociales y ponerlas en marcha. En la actualidad hay un
inmenso déficit de instituciones internacionales con el poder de imponer reales
protecciones frente a la competencia despiadada que se despliega a escala planetaria
bajo la égida del capitalismo financiero internacional. Hay que insistir en la necesidad
de tales instancias porque lo que se juega hoy en materia social depende
fundamentalmente de dinámicas mundializadas, pero hay que añadir que, puesto que
no existen todavía, no se debe enterrar al estado nacional social demasiado rápido, el
estado nación sigue siendo la principal instancia donde se toman y se hacen las
23
decisiones sobre políticas sociales. ¿Cuál puede ser el papel de este estado social en
esta difícil coyuntura?
 Se cuestiona el modo en que el estado social funciona, procede por regulaciones
generales que conciernen a grandes categorías homogéneas de la población. Este
modus operandi ya no está adaptado al estado de una sociedad cada vez menos
móvil, con particularidades locales y la diversidad de las trayectorias personales.
También se multiplicaron las críticas al carácter burocrático de este estado, con un
amplio consenso para apelar a un estado a su vez más flexible y activo. Muchas de
las críticas están inspiradas por la única preocupación de promover menos estado. La
voluntad de flexibilizar la acción pública acercándola a las expectativas de los
usuarios lo que anima la empresa descentralizadora. Lo que aquí se busca es un
mejor estado, a partir de tentativas para sincronizar un impulso dado primero por el
estado, pero que exige la movilización de actores locales, se ha llegado a hablar de
un “estado animador”. La activación de los gastos “pasivos” está en vías de
recomponer con bastante profundidad las modalidades de ejercicio de la acción
pública, se trata de implicar a los beneficiarios de la intervención del estado y de
hacerlos cooperar en la realización de las medidas que se toman a su respecto.
Relacionando el otorgamiento de una prestación pública con un esfuerzo desplegado
por el beneficiario, eso es querer responsabilizar a los usuarios volviendo sobre la
automaticidad de la entrega de los servicios y auxilios, reforzar sus capacidades y
hacerlos responsables del manejo de su vida para ponerlos en condiciones de
enfrentar la batalla por la vida más que asistirlos. El problema es que esos objetivos
pueden dar lugar a resultados por lo menos ambiguos si no son debidamente
controlados.

Conclusión. El desafío de convertirse en un individuo: bosquejo de una


genealogía del individuo hípermoderno.
Prehistoria: Dios, Primer soporte del individuo.
El individuo está dotado de un valor inconmensurable y sagrado porque fue creado por
Dios. Por ello los hombres conformaran una comunidad de individuos iguales, hay así una
esencia del individuo que trasciende las particularidades sociales e históricas. La prehistoria
del individuo, fue religiosa, el primer soporte del individuo fue Dios, el reconocimiento del
individuo pasó por su participación en un orden trascendente. Así santificado es un individuo
fuera del mundo. El hombre es un individuo en su relación con Dios, pero “el reino de Dios
no es de este mundo”. Dios debe reinar sobre las almas, el mundo permanece entregado a
las relaciones profanas de dominación, la sociedad puede seguir siendo holística. Es una
sociedad de individuos fuera del mundo.
La salvación es asunto del individuo en su relación con Dios y, al mismo tiempo, hay
que dar al César lo que es del César. Sólo el santo o el mártir que vive y muere
exclusivamente por Dios es íntegramente un individuo realizado, la calidad del individuo se
realiza en la muerte, o en todo caso en la muerte en el mundo. El cristiano es un ser
desgarrado, cruelmente dividido entre dos mundos y ésta contradicción resulta cada vez
más insoportable a medida que el hombre adquiere cierto dominio del mundo.
El retorno del individuo fuera del mundo como individuo en el mundo, es el producto de
un proceso de secularización de lo religioso que hace que el individuo moderno habite
completamente el mundo, la realización del individuo religioso pasaba por la renuncia al
mundo, la realización del individuo moderno pasa por el domino del mundo y sus figuras
emblemáticas se convertirán en el ciudadano, el sabio, el empresario, el vendedor y también
el trabajador. Dominio político del mundo, y la constitución de una democracia de
ciudadanos; pero también dominio práctico del mundo a través de la transformación de la
24
naturaleza mediante el trabajo, la producción de riquezas, el progreso económico y social.
Es la concepción moderna del individuo “amo y poseedor de la naturaleza”, se apropia del
mundo mediante su trabajo y se gobierna a sí mismo en el plano político.
La salida de la sociedad “holística” se produjo simultáneamente con el aflojamiento de
las coerciones colectivas, de la omnipresencia de las tradiciones, de la costumbre, de las
filiaciones, de las jerarquías tradicionales que asignaban a los individuos a lugares y
funciones con las que debían identificarse y a las que debían “servir”. El Individuo deja de
estar completamente inmerso en estos sistemas de dependencia e interdependencia
colectivos que hacían que no pudiera ser valorizado por él miso. Es heterocentrado y no
autónomo. Tiene carácter, por estar incorporado a un sistema de pertenencias que lo
superan como individuo.
La primera modernidad: la propiedad privada como soporte del individuo.
El individuo es ante todo, el individuo propietario. El hombre, el individuo moderno, el
ciudadano, es aquel que es indisociablemente propietario de sí mismo y poseedor de bienes,
puede ser propietario de sí mismo por la propiedad que es la condición de posibilidad
necesaria para esta independencia. En la declaración de los derechos del hombre (1789) la
propiedad tiene rango de derecho inalienable y sagrado. La propiedad no es solamente un
valor “burgués”, un privilegio de clase, en 1791 se excluye el derecho de voto a aquellos que
o disponen de un mínimo de propiedad. En el plano social, la discriminación para con los no
propietarios es todavía más evidente, aquellos que no tienen nada no son nada socialmente
hablando, los jornaleros, los peones, la gente de trabajo de brazos, no son individuos. La
propiedad protege y dignifica, la “gente de bien” está bien porque tiene bienes, y
recíprocamente, si está bien, tiene bienes.
La segunda modernidad: de la propiedad privada a la ciudadanía social
Hasta muy avanzado el siglo XIX, la mayoría de las situaciones salariales son a tal
punto, indignas y miserables que es una aspiración comúnmente compartida abandonarla lo
antes posible. Con el desarrollo progresivo del mercado, el salariado se instala de manera
irreversible. Esa sociedad industrial en plena expansión ubicada frente a un dilema: o bien
dejar que ese salariado se extienda bajo formas de precariedad extrema e instalar una
vulnerabilidad masiva y un riesgo de subversión en el corazón de la sociedad moderna; o
bien consolidar el salariado otorgándole protecciones que le sean propias, vincular
protecciones al trabajo mismo, se puede llamar propiedad social a esas nuevas garantías
asociadas con la condición salarial. A falta de ser propietario de bienes, el trabajador se
vuelve propietario de derechos.
Se trata precisamente de una forma inédita de propiedad que se inscribe en el espacio
de luna falta, la falta de la propiedad privada y consiste en un basamento de derechos y de
acceso a servicios no mercantiles que van a funcionar como un equivalente de la propiedad
privada para garantizar a esos trabajadores un mínimo de seguridad y de protecciones
“esencial para todo ciudadano”.
El núcleo de esta propiedad social se construyó a partir de instituciones del trabajo. El
estatuto del empleo rompe con la relación contractual, porque en esta relación es
individualizada, el empleador siempre prevalece ya que dispone de reservas que le permiten
imponer sus condiciones, mientras que el asalariado está obligado a comprometerse en la
urgencia de la necesidad. Existen convenciones colectivas, es el colectivo el que protege al
individuo que no está protegido por la propiedad. El trabajo en adelante estará sometido a
reglas colectivas, de obligaciones no contractuales, cuyo garante es el estado. La propiedad
social puede tener un papel protector tan fuerte como la propiedad privada. En adelante, las
relaciones de interdependencia entre los individuos pueden reemplazar las relaciones
unilaterales de dependencia. Se puede hablar de una ciudadanía social.
Se efectuó un verdadero cambio cualitativo entre la condición de ese asalariado que
acabo de esbozar y la del proletario de los comienzos de la industrialización que, según
25
palabras de Marx, “no tenía nada que perder salvo sus cadenas”. Sigue siendo una relación
de subordinación, pero no es una dependencia que aniquile la posibilidad le la
independencia social.
Es un individuo personalizado, porque no es solamente un miembro incorporado a esos
colectivos, adhiere a ellos y actúa en su marco, pero en su propio nombre. Es responsable
de sus actos como individuo y tiene deberes para con la sociedad, lo que significa a la vez
que reconoce su dependencia con respecto a normas colectiva y su implicación personal en
el hecho de adherir a ellas y tener que cumplirlas.
Es un individuo con derecho propio porque no está basado en los colectivos a los que
pertenece, sino que dispone de ese margen de independencia social que le permite tratar de
actuar en su nombre y hacer elecciones que le sean propias.
El individuo hípermoderno I: “Individuo por exceso”
En la actualidad se pueden hacer dos comprobaciones. La primera es que ese perfil de
individuo moderno todavía es mayoritario pero la dinámica que lo sustentaba parece
quebrada o detenida, su expansión ya no es segura, más bien debemos trabajar con la
hipótesis de su retroceso. Su porvenir es por lo menos incierto. En segundo lugar ese perfil
de individuo moderno ya no es hegemónico. Yo propongo la hipótesis de dos perfiles de
individuos hípermoderno, los “individuos por exceso” y los “individuos por defecto”.
El individuo hípermoderno, tendría la exclusividad de ser el primer individuo en vivir
ignorando que vive en sociedad, íntegramente sumergidos en su subjetividad. El individuo se
toma a sí mismo como objeto y fin. Los individuos por exceso de subjetividad, que en su
punto límite conduce al narcisismo.
Muchos individuos contemporáneos están en una suerte de vacio social porque están
poco encuadrados por regulaciones colectivas, y no están conducidos por aspiraciones
colectivas. Su objetivo principal es realizarse como individuos en una especie de solipsismo.
La sensación de no ser ya nada ni de ninguna parte, el vértigo de su propio vacio, es el
precio que hay que pagar por esta manera de ejercer la propiedad de sí. Son individuos que
al no ser lo bastante ricos o poderosos para ejercer gran influencia sobre sus semejantes,
sin embargo adquirieron o conservaron, los suficientes bienes o luces para bastarse a sí
mismos. Son individuos autosuficientes, con los soportes necesarios para la independencia
social. Cuando decimos luces nos referimos a capitales sociales, culturales relacionales y
simbólicos, y los tienen por el lugar que ocupan en el orden jerárquico. Ni siquiera el rico y
poderoso se basta a sí mismo sino que depende de sus dependientes. La relación de
dominación los remite fuera de sí mismos.
El individuo por exceso lleva al límite la descolectivización, la desinstitucionalización y
un alejamiento de las pertenencias y valores colectivos. Es separado y se separa de sus
afiliaciones colectivas porque estas de algún modo están saturadas.
El individuo hípermoderno II: “Individuo por defecto”
Las personas más gravemente afectadas por la gran transformación en curso son
individuos atrapados en la contradicción de no poder ser los individuos que aspiran a ser, en
una sociedad donde la presión para ser un individuo es muy fuerte. La estructura de la
familia cambio profundamente, no está ya inscrita en una relación tradicional de autoridad
rígida, sino que funciona con el consentimiento mutuo en cuyo seno los miembros son
reconocidos en su individualidad.
Llamo individuos por defecto a aquellos que carecen de los recursos necesarios para
asumir positivamente su libertad de individuos, por la pérdida de su trabajo, experimentan
una pérdida del sentido de la existencia que pude llegar a la vergüenza.
Los sectores en expansión producen estos individuos por defecto, se pasa de la
precariedad al precariado, y del precariado instala a sus víctimas en una impotencia para
realizarse como individuos. No se puede considerar la precariedad solamente como una
situación transitoria. La heterogeneidad del precariado, no tiene ninguna unidad actual y sin
26
duda ninguna unidad posible, sus miembros carecen de recursos materiales y de
pertenencias. Estas condiciones de privación no parecen aptas para formar una nueva clase
o subclase social que reúna a las víctimas de las transformaciones en curso.
El trabajo no garantiza ya las condiciones mínimas de la independencia económica y
social. No sólo hay trabajadores pobres, sino también estatutos híbridos entre trabajo y
asistencia que institucionalizan formas de actividades que tienen relacione más o menos
lejanas con el salariado clásico. Se forman así zonas grises no reguladas.

27
Jóvenes, crisis y saberes Orientación Vocacional ocupacional
en la escuela, la universidad y el hospital.
Lidia Ferrari

El tiempo en Orientación Vocacional.


El tiempo es irreversible. El discurso también lo es, ese avance hacia el futuro va
produciendo el pasado, lo significa y lo resignifica. El pasado no es lo que fue, sino lo que
puede llegar a ser retroactivamente. En el análisis se irá produciendo un pasado en un
nuevo viaje al futuro.
Los momentos adecuados para una decisión.
Los procesos de Orientación Vocacional, en general, son demandados por el sujeto en
la adolescencia, el momento menos adecuado para realizar decisiones (casi como un
enfermo grave), se trabaja para poder producir una decisión comprometida. El poder
emprender algo, aun a riesgo de equivocarse, a muchos jóvenes los pone en marcha, y ese
ponerse en marcha es crucial para ellos.
Paradojas temporales.
En el momento de la salida de la escuela secundaria al mundo (que coincide con la
salida exogámica) se debe realizar en un momento caracterizado como anticipado respecto
de los propios recursos. La madurez, la experiencia y el conocimiento necesarios para tomar
decisiones bien sustentadas, se producirán en el sujeto luego, como efecto de esa
separación. Se asiste a una paradoja si se espera estar con las condiciones psíquicas que
se encuentran cuando alguien ya ha producido esos movimientos y esas rupturas.
Si bien la Orientación Vocacional puede favorecer, estas decisiones tendrán carácter
de iniciático, inaugurantes, que luego darán a esas acciones valor de momentos cruciales.
No se puede dar ese paso sino iniciáticamente. Ese paso no puede contener lo que se va a
obtener, justamente por haberlo producido. Prescribir la suspensión de la decisión puede
estar contribuyendo a anular esta paradoja. No hablamos de no tomarse el tiempo para
pensar e informarse, pero hay una cierta tendencia a tratar de encontrar las condiciones
“ideales” para producir la decisión.
El valor iniciático de las decisiones, es producto de que se trata de un momento donde
los cambios son continuos. El valor de la experiencia es fundamental, pues se trata de un
acto exogámico, cada decisión, cada experiencia que realicen, ira construyendo en ellos
nuevas herramientas y desarrollará nuevos rasgos y gustos. Solo la propia y personal
experiencia hace al hombre sabio.
El tiempo de la decisión.
Desde Aristóteles se piensa que hay una razón ideal, que podría calcular el momento
adecuado para realizar una acción o tomar una decisión, lo que implica un sujeto ideal y un
mundo estable. Sin embargo, el paso del tiempo transforma los materiales con que
deliberamos y nunca se podrá llegar al momento adecuado.
Si se trata de alcanzar las decisiones ideales para decidir, tal sujeto debería ser adulto
y sabio, muchos jóvenes llegan a la conclusión que su problema es ese, y dicen “tendría que
seguir todas las carreras para poder decidirme”.
La vida de cada sujeto se constituye a través de cada instancia, de cada decisión
tomada. Y estas son siempre prematuras. Sólo se confirmará o no su éxito o fracaso en el
futuro. Las decisiones no son calculables aunque si el trabajo previo para poder llegar a
ellas. Pero ni el orientador ni el que consulta pueden predecir exactamente cuando se
tomará la decisión.

28
Se puede decidir luego de un proceso de análisis de información, pero le momento de
la decisión sobreviene, como un acto que irrumpe y sorprende. Cada información nueva,
desmitifica otra, derriba un prejuicio, el joven se transforma, hay que tomar una decisión
cuando no se puede elegir, en el sentido de deliberar y optar por el mejor.
Dislocación del tiempo en la subjetividad.
Existe una percepción compartida, por la cual existiría un ajuste entre el tiempo
subjetivo y el tiempo del Otro (o el tiempo social o de la cultura) que hace a la ilusión de un
mismo tiempo homogéneo, compacto, que compartimos todos. Una consistencia que el yo
construye sobre el tiempo y que tiene consecuencias en la vida de las personas.
Sin embargo, siempre existe una inadecuación entre el tiempo subjetivo tal cual es
percibido por los sujetos y el tiempo del otro, hay una cierta dislocación, que habla de los
tiempos vertiginosos de los cambios.
Las nuevas generaciones parecen más flexibles para las que les preceden, a adaptarse
a esos tiempos más acelerados. El vértigo supone una posición subjetiva clara de estar
inadecuado a lo que ocurre entre el sujeto y el mundo que lo rodea, es la expresión de
desajuste entre la propia gravedad y la gravedad externa.
Por la percepción de una inadecuación que no se termina de aceptar, existen
numerosas actividades que intentan ajustar lo desajustado, la Orientación Vocacional debe
algo de su razón de ser a esa insistencia.
El tiempo del que consulta.
Es necesaria la anticipación de la que ya hablamos para que la decisión tome el valor
de algo que haga huella como experiencia. Si la decisión modifica al sujeto, no podrá volver
al momento anterior, no se puede desconocer la huella de la experiencia, porque desde allí
vuelve a elegir nuevamente. No se puede mantener la tabula rasa cuando ya hay
inscripciones a tener en cuenta, es necesario considerar el tiempo del que consulta desde su
propia posición subjetiva en su momento vital. Si ya pasó por una experiencia que lo ha
marcado, la sintomatología que surge en función de la neurosis de cada uno por lo que se
hizo. Es muy diferente el trabajo que se puede realizar con alguien que todavía no paso por
la definición de que hacer una apuesta ligada a su independencia.
Es muy importante el momento vital del que consulta, la edad cronológica ligada con la
experiencia vital del sujeto.
La Orientación Vocacional tiene un límite de tiempo, que no puede ser largo. Debe
llegar un momento de conclusión, aunque sea el de no poder decidir en ese momento. La
Orientación Vocacional despliega un espacio que articula las urgencias, apremios, lentitudes
del tiempo social y cultural, como una articulación a veces iniciática del joven con el mundo.
Coartadas para seguir esperando.
Algunos jóvenes están a la espera de que aparezca algo que les guste para empezar a
vivir, es una coartada que los deja a la espera de la aparición, del hallazgo. Entonces la
espera se hace síntoma, el sujeto está a la espera, absolutamente pasivo.
El “todavía” implica la ilusión del hallazgo con el objeto, fantasía destinada a rechazar
la confrontación con la falta, en la cual el esfuerzo está destinado a detener eso que
amenaza con producirse todo el tiempo. La castración sería el estatuto teórico de sucumbir a
los efectos de que sólo podrá encontrar los objetos que estén al alcance toda vez que mida
las consecuencias de sus actos. El éxito deja de ser un todo para ser un objetivo que le
permite ir recorriendo su camino. El paso del tiempo lo lleva cada vez más a perder la ilusión
del “todavía” puedo llegar a encontrar “mi carrera”, así el tiempo cronológico logra el efecto
de mostrar que están ilusionados en sostener la ilusión, y que eso mismo les impide hacer
algo en pos de lo que quieren.

29
En las demandas de Orientación Vocacional, la promesa de encontrar lo que a uno le
guste, a veces es la coartada para no pensar y decidir sobre el objeto, que ya no será
ilusorio, como aquel encuentro mítico con el objeto perdido, sino el encuentro con algo que,
desde lo simbólico, lo ponga a funcionar como sujeto que produce, desea y vive tomando
objetos del mundo.
El problema del tiempo en la decisión y su relación con la transferencia.
Por efecto de la transferencia, se supone un saber a otro, que pude anticipar lo que
surgirá en el futuro. Está suposición es necesaria para un proceso de orientación.
En algunos casos desde el lugar de la transferencia urge una precipitación en la
decisión. El orientados pide una decisión, en otros toma la forma de “a que vengo aquí”
transfiriendo sobre el orientador la imposibilidad de tomar una decisión.
En el punto de indecibilidad, el punto donde no aparece la decisión, aparece la figura
del orientador. Si se abstiene de indicar o sugerir una decisión, el joven, al verse confrontado
con lo que solo resta que decida, vuelve la mirada al orientador esperando que esté haga
algo, una palabra, un gesto que de indicios. Al no hallarla porque el orientador se abstiene,
cae esa imagen del orientador que todavía era el garante de evadir la toma de decisión. Se
trata del límite de la demanda que en análisis daría la posibilidad de pensar un poco más, en
Orientación Vocacional invita a apresurar el acto. Hay un momento previo a la toma de
decisión que parece como urgencia ajena al consultante. “Tiene” que decidir. Se deben
abandonar las certidumbres, no se va a conocer todo para decidir y es ahí cuando
sobreviene una toma de decisión.
En estos momentos cae el orientador como aquel que podría asegurar que la decisión
no sea eso, una decisión singular, muchos de los que consultan pueden concluir cerrando su
proceso de orientación, y otros no, se van antes, desaparecen, ante la inadecuación que
produce la urgencia de la decisión. En el orientador esto puede provocar cierto malestar.
Planificar un determinado número de sesiones sería un modo de controlar esto.
Las urgencias en la Orientación Vocacional.
El proceso de Orientación Vocacional, para los jóvenes, puede ser el lugar donde
imaginan que alguien puede decirles lo que deben hacer, como un espacio donde las
respuestas están prontas. Esto incide en el orientador, que se sitúa en ese lugar creyendo
que tiene que dar respuestas.
Muy frecuentemente la urgencia por las respuestas va unida a una necesidad de
garantías.
La urgencia y la necesidad de garantías.
Hay un tiempo necesario para estar perdido. Muchas veces es inevitable. Uno está
perdido porque ha decidido dejar las guías que le marcaban el camino hasta que podamos
movernos independientemente de ellos, hay un espacio, un tiempo de estar perdido.
El orientador vocacional no puede garantizar. Muchos procesos de Orientación
Vocacional dan lugar a que alguien, a partir de ahí, se pueda ubicar en otra posición y
comience a pensar lo que quiere hacer más desprendido de mandatos y urgencias
parentales, o propias. Otros de dan cuenta que han llegado a una decisión, pues los propios
límites frente a la selección deciden su opción. La decisión sobreviene, acontece, se hace la
apuesta que hay que hacer.
Pedido de garantías y pedido de ayuda en un mundo inseguro.
Las incertidumbres por el futuro son las que tiene todo sujeto por no poder predecir lo
que vendrá. Los jóvenes se encuentran con la necesidad de la exploración para la previsión,
ligar el destino que se quiere con la propia voluntad y no con el azar. Este suele ser el
motivo que impulsa a los padres a guiar a sus hijos a la consulta, aunque creemos que el

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proceso debe ocurrir en un marco de cierta separación del ámbito familiar, se constituye
muchas veces en el primer ámbito por fuera de la escuela, de la familia y de los amigos
donde se puede hablar y reflexionar sobre temas cruciales, como la construcción del propio
destino.
Hace treinta o cuarenta años los padres se preocupaban por sus hijos pero el futuro no
era tan amenazante, y los hijos no querían ser acompañados por los padres pues la
independencia y la autonomía eran lo más importante para ellos. No es tampoco que hoy
sean dependientes, sino que se unen a sus padres para tener más herramientas para
enfrentar una realidad cada vez más difícil.
Existe una clara incidencia de los ideales paternos en los ideales de los jóvenes de
hoy, que si bien son deseos genuinos también pueden ser ideales que en su faz superyoica
inmovilicen, inhiban y desorienten.
El pedido de garantías es urgente, imperativo, no da lugar a la vacilación o al no saber,
que hay que distinguir del pedido de ayuda que es la necesidad de la construcción con otro
de un destino que no es solo singular.
El pensamiento angustioso por el futuro surge cuando este se ve amenazado. Cuando
el futuro se visualiza promisorio el sujeto está más tranquilo construyendo su presente.

María Ester Jozami


De Pasiones y Destinos.
Contribuciones psicoanalíticas a la Orientación Vocacional.

Capítulo III - Invocaciones.


¿Qué es la vocación? o mejor dicho ¿a qué significados nos remite este término?
Cotidianamente está asociado al campo de la elección de las ocupaciones o profesiones y
definida vagamente como la predisposición o la tendencia, o el deseo o la inclinación de una
tarea o una actividad.
Su etimología lleva al termino “vocatio” el “llamar” como el “ser llamado”. Desde una
perspectiva, vocación se podría definir como el llamamiento por el cual dios inclina a
cualquier estado de la vida (Padre Acosta, 1989). Por otra parte, Ferrater Mora (1988) dirá:
“la vocación es el resultado de una vox, y ésta es la acción y el efecto de un vocare o
llamar”.
Tenemos entonces una “voluntad divina”, una llamado, un proyecto que espera una
respuesta incondicional. Tenemos también un “llamado de la existencia (Vocación) a la
Existencia (vocación) perdida entre las cosas” y un encuentro posible. En ambos planteos
hay “un proyecto de otro” (Dios) y un compromiso con él,
Vocación incluye tanto “un llamar” como un “ser llamado”. Será importante que
“encontrarlo”, “escucharlo”, implicará y remitirá siempre a Otros, los Otros del sujeto que lo
preexistieron y por cuyos deseos, y por cuyos proyectos su constitución fue posible.
Estamos frente a un sujeto que en cuanto logre hacerse cargo de su deseo podrá
proyectarse y circular entre los significantes de la cultura.
¿Quién es el sujeto de la Orientación Vocacional? Es un sujeto sujetado al deseo de
Otro (los padres) que habla, tesoro de los significantes de la cultura, que atraparan al sujeto,
incluyéndolo en un orden cultural. El sujeto así, está amarrado a los significantes del otro,
cuyo discurso insistirá en él, conformándolo, en tanto es hablado y en tanto que el Otro
habla a través de él.
Lo primero es el deseo, es deseo de la madre por el niño, lo que posibilitará su
condición de sujeto. La necesidad del infante se traduce en demanda y resto, ese resto que
no pudo ser satisfecho, ligado a la pura necesidad se perdió. La perdida dejó un vacío de
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significación, algo que va a faltar siempre y esto que falta retornará en el deseo,
estructurándolo, llevando al sujeto a la búsqueda permanente de aquello que lo complete.
Habrá que diferenciar entonces ese “hueco” que causa el deseo de “el objeto del deseo”. La
condición del deseo, de su permanencia es la insatisfacción.
Sujeto, Edipo y ley
“Hay otra cosa que mamá desea, además de mi, algo que la satisface”. La madre
desaparece y vuelve a aparecer, “no siempre esta”, “falta por momentos”, “hay algo que
busca por fuera de mi”, y con esto se posibilita la entrada de un tercero, el padre, como
portador de la ley, como prohibidor del objeto que es la madre, el padre podrá ocupar el
lugar del mediador, del portador de la ley en tanto la madre lo funde como tal (en el código
civil el padre del hijo no es aquel designado por el matrimonio sino aquel que la madre lo
nombre como tal). El nombre del padre fundamenta la autoridad paterna.
Los tiempos lógicos por los que pasa el sujeto en el Edipo, son lógicos y no
cronológicos, en un primer tiempo, la madre es interrogada sobre su deseo, y el niño intenta
satisfacer el deseo de la madre, ser el objeto de su deseo. La respuesta de la madre es
“quiero ‘otra cosa’ que me satisface además de vos”. En el segundo tiempo el padre
interviene como privador de la madre. La madre depende de un objeto que no tiene, que le
padre posee. El padre entonces ocupa el lugar de un rival amenazante. En un tercer tiempo,
el padre se ubica como el que “tiene” esa “otra cosa” que la madre va a buscar para
satisfacerse, es portador, representante de la Ley. Freud llama castración a esta operación
simbólica. El padre es internalizado como Ideal del Yo. Acceder a este tercer tiempo le dará
al sujeto una salida, el padre donando emblemas, permitiendo al sujeto su inserción en el
mundo de la cultura y de sus leyes, produciendo un efecto ordenador. El amor al padre
engendra el superyó por identificación con los trazos del padre en especial su potencia, y su
figura vociferante somete siempre al sujeto a su imperativo. “no hablo, soy hablado” tenemos
al sujeto a expensas de la voz. Esta posición del padre, depende de una ley que está más
allá de su capricho, entra el juego también el “no todo” que lo convierte al propio padre en
faltante. Si este Otro desea surge en el sujeto la pregunta: ¿Qué desea de mí? El sujeto se
defiende tratando de tapar la falta en el Otro.
Sujeto y yo.
El sujeto amarrado a los significantes del Otro, está sometido al discurso de este Otro
que insistirá en él conformándolo. El sujeto se defiende del desamparo que provoca la falta
en el Otro con su Yo. La ilusión de autoconciencia, hace que el sujeto se aferre a este otro
especular y se sostenga desde allí, desde el Yo Ideal. La conciencia del Yo está sostenida
en un vacio, es una ilusión. Para mantenerla ilusión de su consistencia, el Yo se sostiene en
lo que denominamos Ideal del Yo que le propone una salida airosa y lo lleva a incluirse en el
campo de la cultura y la producción, sostenido desde lo simbólico una identificación con una
imagen.
El sujeto no es el Yo, en tanto que sujetado, capturado en las redes del lenguaje, el
sujeto es un producto. “Sujeto del Inconsciente” y lo inconsciente alude a un conjunto de
pensamientos ajenos que operan sobre el Yo. El sujeto es efecto de pensamientos ajenos,
efecto del discurso del Otro. El Yo en cambio, ofrece defenderse del desamparo, recrea la
ilusión de autonomía de “apoderado del propio destino”. El Yo piensa, el sujeto “existe”,
insiste y repite, en tanto sujeto del inconsciente. EL sujeto es allí donde no piensa.
Una frase hace posible una historia que es construida desde un discurso donde se
juega el deseo de los padres. Se jugaran entonces para el sujeto determinaciones
inconscientes de las cuales nada sabe y que se ordena desde el ideal del Yo. El sujeto se
las ingenia para no saber acerca del a castración, hay dos formas de evadir ese saber: una
vía es el síntoma, la posibilidad del deslizamiento metonímico y otra vía es la frase
axiomática, donde aparece la figura vociferante y sometedora del Superyó “tú debes”, “tú
deberás ser”, doble vertiente que lleva a la salida por el lado de los ideales, el ideal del yo
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remite a una instancia donde se jugaran para el sujeto determinaciones inconscientes
ligadas al deseo de los padres y a la estructura que los precede y contiene que es de orden
cultural. Pasa así el deseo a la categoría de identificación.
Decíamos doble vertiente, la del ideal del yo y la que se escucha en el imperativo
mandato. Vociferación que puede arrastrar a un sujeto hacia el vacio, “serás lo que debas
ser, sino no serás nada”. Es la vertiente superyoica en donde se filtra un imperativo que
puede precipitar al sujeto inexorablemente en la angustia, llevarlo a su destrucción.
El síntoma es una vía de acceso al inconsciente, en tanto repite e insiste en la cadena
significante con una verdad que está separada del sujeto. El síntoma tiene estructura de
ficción, en donde lo reprimido tiene lugar sólo envuelto en múltiples disfraces. Esto nos
permitirá situar al problema de la elección vocacional en esa dimensión. Podríamos pensarlo
como uno de esos múltiples disfraces con los que lo reprimido se presenta en escena.
Sujeto, síntoma y creación.
Situar el problema de la elección vocacional en la dimensión del síntoma, nos obliga a
preguntarnos si es que todos los adolescentes hacen este síntoma. En la adolescencia se
pone en juego para un sujeto “hacer uso de los emblemas donados por el padre, que
instituyen el Ideal del Yo y esto implica elecciones respecto a su definición sexual, familiar,
profesional, etc. Cuando un adolescente demanda un saber sobre su vocación realiza esta
pregunta ¿Qué desea el Otro de mi?, ¿Qué quiere el Otro? La elección vocacional se
plantea como uno de los múltiples disfraces de lo reprimido que aparece en escena. ¿Por
qué en la adolescencia, ese “disfraz”?
Hace muchos años no hubiera aparecido esta pregunta, el hijo adoptaría la profesión
del padre y probablemente lo reprimido utilizaría otros disfraces. Con la revolución industrial
aparece la idea de ubicar al hombre en el lugar correcto, de acuerdo a sus capacidades y
aptitudes. Aparece la pregunta que crea orientadores y orientados.
La elección vocacional devenida en pregunta, implicaría una demanda sobre el saber
del deseo de Otros, que se expresa en el síntoma del sujeto del inconsciente, no del yo,
sujeto que da cuenta de su verdad por vía de una ficción que supone el síntoma. Responder
a la demanda con el estudio de las aptitudes, los intereses, las capacidades y/o el
psicodiagnóstico da cuenta de un abordaje con el Yo. Los test proyectivos agregan la idea
de que por medio de estos se puede develar lo que está oculto en el Inconsciente. En ambas
posturas, el orientador devuelve pronósticos y resultados. La respuesta si proviene del
orientador, tranquilizará, y satisfará, pero cerrará también la pregunta que probablemente
aparecerá con este u otro disfraz en este u otro escenario.
La respuesta que podrá retornar al sujeto, sobre lo que el Otro desea, si proviene del
síntoma, llegará por vía de los ideales. Posibilitará la construcción en donde el sujeto podrá
cambiar la letra del libreto que le fuera entregado con su nacimiento, que lo acompaño hasta
ahora y que tapó con esto hasta este momento.
Dos vías posibles: la primera podrá posibilitar la segunda o no. Desde nuestra práctica
se facilitará un espacio de reflexión donde el sujeto podrá acceder a algún punto de sus
determinaciones inconscientes, como así también, a la información de carreras y
ocupaciones utilizada en todos los casos, como un disparador más, a partir del cual discutir y
analizar los aspectos que se juegan al momento de elegir y que tiene que ver con los
ideales, con los proyectos de futuro.
Tomar la vía del síntoma apuntando a la segunda vía, la de la frase axiomática, no
necesariamente continuará con un análisis.
Este enigma con el que llega el sujeto, puede convertirse en un planteo de las causas
del malestar, posibilitándose con esto una salida por vía de los ideales, que permitirá
incluirse en el mundo de la cultura y la producción, para lo cual el orientador deberá correrse
del lugar se sujeto supuesto saber y facilitar el peregrinaje de un sujeto hacia su verdad.
Todo esto supone el manejo de la transferencia y una escucha analítica.

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Situamos la demanda de Orientación Vocacional como un síntoma en estado de
enigma, que aún no estaría formulado, ya que el síntoma sólo queda constituido cuando el
sujeto se percata de él, y se dibuja algo cuya índole es que le sugiere que tiene una causa.
Desde el lugar de orientadores con formación psicoanalítica es posible remitir al sujeto
a su propia pregunta, devolverle su propio mensaje en forma invertida, único camino posible
para que algo de la verdad del deseo de un sujeto emerja.
Recapitulando diremos que la identificación a algún rasgo del padre es la salida posible
por la instancia del Ideal del Yo, que permitirá al sujeto desplazarse por el mundo de los
objetos deseables y sustituibles.
¿Cómo puede el sujeto apropiarse de su deseo y no quedar alienado al deseo de sus
Otros? Ser creador es producir formas que no están ya en el Otro.
En resumen, el sujeto de la Orientación Vocacional está sujetado al deseo de otro
como punto de partida que le permitirá acceder a apropiarse de un proyecto luego de sortear
las dificultades que cada tiempo edípico le ira imponiendo. El lugar del padre como el lugar
de salida por vía del Ideal del Yo, y la ruptura de los primeros lazos, hacen posible
apropiarse de una posición diferente del deseo del Otro. Situamos el problema de la elección
vocacional en el estatuto del síntoma, que en estado de enigma que aun no está formulado.

Capítulo IV - El adolescente un sujeto-un exilio.


La palabra adolescencia está tomada de la palabra “adulescens” participio presente del
verbo “adolescere”, que significa crecer. Mientras el niño parece relativamente estable y
acabado, y el adulto parece el resultado del proceso de crecimiento, la adolescencia se
considera como un “proceso”, “como un camino hacia”, como el paso obligado de un estadío
a otro.
Stanley Hall (1844-1920) con su Teoría Biogenética de la Adolescencia” tomó el
concepto darwiniano y lo elaboró como una teoría de la recapitulación. El desarrollo
atraviesa etapas que corresponden con aquellas que se dieron durante la historia de la
humanidad. La adolescencia seria así un periodo característico de “tormenta e ímpetu”,
cuando la raza humana se hallaba en una etapa de turbulencia y transición. La vida del
adolescente se caracteriza por una fluctuación entre tendencias contradictorias e impulsos
antitéticos.
Ana Freud (1895) se intereso en la interpretación de la dinámica del desarrollo
adolescente, afirma que los factores implicados en los conflictos de la adolescencia son:
 La fuerza de los impulsos del ello, determinada por los procesos fisiológicos y
endocrinológicos durante la pubertad,
 La capacidad del yo para superar a las fuerzas instintivas o ceder ante ellas,
algo que depende de la ejercitación del carácter y del desarrollo del superyó
durante la latencia y
 La eficiencia y naturaleza de los mecanismos de defensa.
Considera normal la conmoción (lo anormal seria un equilibrio estable).
M. Knobel (1982) dirá que el síndrome normal de la adolescencia es perturbado y
perturbador pero necesario para el adolescente, que en este proceso va a establecer su
identidad. El joven debe enfrentar el mundo de los adultos y desprenderse de su mundo
infantil donde mantenía roles claramente establecidos.
A. Aberasturi distingue tres tipos de duelos: que debe realizar el adolescente:
 El duelo por el cuerpo infantil perdido, base biológica de la adolescencia.
 El duelo por el rol y la identidad infantiles, desde donde deberá renunciar a la
dependencia y aceptar responsabilidades que muchas veces desconoce
 Duelo por los padres de la infancia.
El término “duelo” significa dolor, pero también desafío y combate. Apunta por un lado
al sufrimiento provocado por la pérdida del objeto y de parte del Yo, proyectados en el
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mismo, como también al normal esfuerzo psíquico que implica recuperar el ligamen con la
realidad y el combate librado por desligarse del los aspectos persecutorios del objeto perdido
y asimilar los aspectos positivos y bondadosos.
Melanie Klein, se basa en “el objeto del deseo” como aquel que será reparado, y
permitirá una evolución satisfactoria en tanto se realicen los duelos por el “objeto perdido”.
Como efecto y causa del pasaje de una etapa a otra, se iría conformando “etapa por etapa”
lo que se definió como identidad.
Erikson definió este proceso como una entidad yoica, la capacidad del yo de mantener
la nimiedad y la continuidad frente al destino cambiante. Aparece la idea del “sí mismo” o
self.
Francois Dolto opina que la adolescencia es una fase de mutación, el adolescente pasa
por una muda respecto de la cual nada puede decir, y es, para los adultos, objeto de un
cuestionamiento que, según los padres está cargado de angustia o pleno de indulgencia.
En la adolescencia tenemos adolescentes, enfrentados a adultos, enfrentados a
resultados, a los efectos de ser padres, una especie de examen después de 17 o 18 años de
preparación.
Retomando el concepto de duelo, este implica un objeto perdido, que remite a objetos
de deseo, metonímicos, sustituibles, que completan hasta que algo se quiebra y es
necesario continuar su búsqueda y así interminablemente.
Si pensamos al adolescente como un sujeto constituido por el deseo de los otros, en
tanto sujeto del inconsciente, deseante por efecto de una perdida, de una falta, este objeto
perdido, es irrecuperable e “irreparable” lo que causa el deseo. Si este libreto o ropajes
emblemáticos del Yo se rasgan el sujeto queda vacio, desnudo. Es entonces un sujeto
indefenso que necesita apropiarse del yo desde una imagen llamada Ideal del Yo.
El padre es quien dona las insignias, los emblemas a los que el hijo podrá recurrir y de
los que podrá hacer uso, tiene los títulos para servirse de ellos en el futuro. Ese futuro
comienza en la pubertad, se juega con fuerza su “libreto”.
Los planteos evolucionistas, desarrollistas, derivan necesariamente en el concepto de
duelo por el objeto perdido, luego reparado y en el concepto de identidad, crean
adolescentes sujetos a la adolescencia. Categoría sostenida en base a ciertos
convencionalismos que pueden modificarse, según la cultura desde donde esto sea
analizado. Pero como plantea Dolto, los modelos de juventud desde la edad media han
cambiado notablemente. Entonces la adolescencia seria una categoría social que enmarca,
delinea y propone lo que es un adolescente. Así se crean sujetos sujetados a la
adolescencia.
El nombre propio nos espera, la historia de una vida va hacia el “hacerse con ese
nombre”. El significante adolescente, también hace las veces de nombre, esto nos hace
pensar en un sujeto sostenido, amarrado al significante adolescencia, al modo “soy adicto”,
“soy adolescente” que será más o menos significante, más o menos posibilitadora.
Podemos pensar que el adolescente grafica hasta la caricatura al sujeto enfrentado a
su exilio estructural. Recordemos que Freud plantea que la vida nos molesta, nos irrumpe.
Nacer es violento. El estado de nirvana se consigue sólo con la muerte. E decir que la vida
va a ser molesta siempre. Tan molesta que vamos a tener que poner todo eso que nos
produce en algo. Por eso hay tanta producción artística, esto que se convierte cuando no
podemos hacerlo toma caminos diferentes. Hay una carga pulsional y que tiene como fin
satisfacerse y esto se logra con la muerte. Hablamos de soportar la molestia de vivir.
Nos destruiríamos en unas pocas horas si al nacer no contáramos con la presencia de
los Otros. Entonces se trata de un sujeto que es efecto de los otros, no es padre de sí
mismo. Somos tan extraños a nosotros mismos que nos aferramos a la madre tierra, nos
enmarcamos en un determinado sitio, en los modos de socializar, que nos permiten sostener
la ilusión de pertenencia (no sin quiebres).

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Las dos prohibiciones fundantes de la cultura, se trata de que algo se sostenga como
prohibido para todos, para que algo sea permitido. Así funcionan los lugares para que cada
sujeto pueda ubicarse. Porque existe la Ley es posible desear.
El sujeto es efecto de un triple atravesamiento: Lenguaje, Inconsciente e Historia, lo
que imposibilita diferenciar “el sujeto” de “lo social”. El adolescente es un sujeto que discute
su derecho a ser hombre o a ser mujer, y en tanto se halla constituido a través de los
tiempos edípicos, podrá discutir también cómo incluirse en el mundo, en la cultura y en la
producción.
Esta discusión será reactualizada cada vez que se discuta algo en torno a su
sexualidad.

Capitulo V – El orientador vocacional: “sujeto supuesto saber”


El orientador que responde con test de personalidad, pronosticará qué es lo que le
conviene a este adolescente que busca orientación, probablemente lo dejará sin
posibilidades de protagonizar su elección, lo deja entonces alienado a la pregunta ¿qué
desea el Otro de mi? Este orientador contestará con un yo sé. Una tarea abordada desde el
plano imaginario de Yo a Yo, algunas veces desde el lugar del semejante, otras en el lugar
de Saber.
El psicoanalista debe guardarse de la tentación de querer desempeñar el papel de
mentor.
En el mejor de los casos, desde una relación de Yo a Yo, convierte el proceso en un
espacio de mutuo y reciproco aprendizaje, un intento de intercambio creativo.
En nuestro planteo, la elección vocacional tiene el estatuto del síntoma en estado de
enigma que aun no estaría formulado, implica necesariamente a un orientador que soporte
sin identificarse y pueda sostener el lugar de “sujeto supuesto saber”, un tercer elemento,
fundamento mismo de la transferencia.
La orientación vocacional como síntoma empieza a formularse, se convierte en una
demanda sobre la verdad del deseo del consultante, donde la tarea del orientador no tiene
como objetivo “un mutuo aprendizaje”, tampoco el de aprender a elegir. El sujeto del
inconsciente no aprende ni puede ejercitar su voluntad, aquí entonces se juega la escucha
analítica del orientador, y es desde donde será posible remitir al sujeto a su propio
enunciado, propiciando un efecto de interrogación. El orientador no es educador.

Klappenbach, Hugo

Historia de la orientación profesional en Argentina.


El surgimiento de la orientación profesional en argentina estuvo relacionado con dos
procesos complementarios. Por un lado los avances en el campo de la psicología y la
psicotecnia en relación al conocimiento de aptitudes y características de personalidad que
posibilitan la reciproca adecuación del trabajo al hombre. Por otra parte las condiciones
económicas y sociales que transformaron el escenario político del país desde finales del 30.
La orientación profesional llegó a alcanzar rango constitucional tras la reforma del 49,
incorporada en el artículo 37, el cual reconocía los derechos del trabajo: La orientación
vocacional concebida como un complemento de la acción de instruir y educar, es una
función social que el estado ampara y fomenta mediante instituciones que guíen a los
jóvenes con el fin de que la adecuada elección profesional redunde en beneficio suyo y de la
sociedad.
En el segundo plan quinquenal, se fijaba que la política del estado debía desarrollarse
sobre la base del establecimiento de correlaciones racionales entre la aptitud del trabajador
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y su ocupación, a fin de obtener los más altos índices de productividad y de retribución.
Estas aspiraciones se relacionaban con la orientación profesional colectiva, concebida a
partir de un interés público, pero a la vez creaba las condiciones para una orientación
profesional individual que se consolidará en la década del 60.
La orientación profesional fue posible por los avances producidos en el campo de la
psicología aplicada y de la psicotecnia, es especial las nuevas concepciones respecto a al
problema del rendimiento y de la capacidad en la escuela y el trabajo y la cuestión de las
aptitudes en la educación y el trabajo.
En 1947 la editorial Kapeluz, publicaba un Manual de Orientación Profesional, de Mira y
López. Un verdadero tratado de psicotecnia donde se discutían cuestiones teóricas, técnicas
e institucionales. Desde los datos que debían considerarse para formular el “consejo
orientador”, hasta la teoría general de los test y las normas para la clasificación de los
trabajos en función de la aptitudes.
Si en los años veinte, la psicotecnia y la orientación profesional se habían implantado
en el país principalmente en el campo del trabajo, a mediados de siglo, se habían
desplazado principalmente hacia los problemas del campo educativo.
El Instituto de Psicotecnia y Orientación Profesional de la Universidad de Tucumán,
dirigido por Benjamín Aybar, tenía por objetivo el desarrollo del factor humano y el estudio
del trabajo obrero. Los problemas de mayor producción, podían traducirse a términos
psicológicos: adecuación de las herramientas al obrero y del obrero a las herramientas,
aptitudes y cualidades más acordes con los oficios, locales adecuados, motivación,
incentivos, etc.
Según Aybar había un acceso pre-intelectual a la trascendencia, denominada esseidad,
el yo se construía después, y al mismo tiempo creía que el hombre había sido puesto
armoniosamente en la tierra (no arrojado a la existencia). Afirmaba que se debía respetar
esa esseidad de esa tendencia pre intelectual y la diversidad de aptitudes. La finalidad del
proceso de la orientación Profesional era encontrar la mejor ocupación para la realización
personal.
En Tucumán, la orientación profesional estaba sustentada en un doble registro, uno de
ellos de tipo económico, centrado en la racionalidad de la ciencia del trabajo, y el otro de
carácter antropológico-filosófico, fundamentado en la búsqueda de la realización personal. El
desarrollo potencial de las aptitudes podía corresponder, en un nivel psicofísico, con el
desarrollo de la libertad de la propia esseidad.
Los antecedentes de Aybar se encuentran en el diputado Alfredo Palacios que estudió
la fatiga desde una doble matriz: en lo científico la psicofisiología de principios de siglo
(Wudnt) y en lo ideológico, desde los ideales del socialismo. Ambos, Aybar y Palacios
criticaran fuertemente la orientación profesional de inspiración taylorista.
Carlos Jesinghaus, en 1923, en un Congreso del Trabajo en la ciudad de Rosario
propuso la creación de un Instituto Central de Orientación Profesional. El objetivo sería
examinar a los jóvenes próximos a finalizar la escuela, estableciendo un diagnostico en base
a la idoneidad corporal, la vocación y la situación económica tanto del joven como de su
familia y la situación del mercado de trabajo. Se instala el Instituto en 1925 y mantuvo una
escuela destinada a formar consejeros de orientación profesional que era una especie de
posgrado, orientado en cinco materias: fisiología, psicología, economía y dos materias
propias de la práctica de la orientación profesional.
Jesinghaus privilegiaba el sesgo económico de la ciencia del trabajo. Distinguía dos
causas de accidentes de trabajo, las objetivas, relacionadas con desgaste o falla de
materiales y máquinas, y las subjetivas o personales relacionadas con fallas del trabajador.
El psicotécnico de seguridad intervenía para prevenir accidentes y no para mejorar las
condiciones del trabajo.
Mientras que Palacios y Jesinghaus habían recurrido al instrumental desarrollado por la
psicofisiología, Aybar, podía recurrir al conjunto amplio de técnicas y test que habían
desarrollado la psicotecnia en casi medio siglo. Se organizará en la Universidad Nacional de
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Tucumán la Licenciatura en Psicotecnia y Orientación Profesional desde 1950 a 1958. La
transformación de esta carrera en psicología a partir de la creación de la carrera de
psicólogo en las universidades nacionales.
En 1953 en Rosario se organizaría la carrera de Asistente en Psicotécnica pero
comenzaría a languidecer después de creada la carrera de psicología.
En San Luis, en 1952 la Dirección de Psicología Educacional y Orientación Profesional
dirigida por Plácido Horas tenía como finalidad el asesoramiento en la enseñanza de niños
infradotados, diagnostico y asistencia psicopedagógica de los pupilos dependientes de la
Dirección de Menores, exámenes y consejos de orientación y capacitación profesional tanto
en el estudio de las aptitudes como en lo referente al ajuste de la personalidad al trabajo,
examinar psicotécnicamente a los aspirantes a becas ofrecidas por la Provincia, formar el
personal técnico especializado en tareas antedichas.
Plácido Horas concebía la orientación profesional como un punto de encuentro entre
las aspiraciones y condiciones individuales (personalidad y aptitud) y las necesidades
sociales. En la elección vocacional del adolescente, incidían no sólo los factores
económicos, sino también los morales, ya que dicha elección constituía una cosmovisión
para el joven. En San Luis la orientación profesional aparece menos relacionada con el
ámbito del trabajo y más con la educación.
En ambas formas de orientación profesional, el acento en la aptitud y el rendimiento
aplicado al ámbito del trabajo acercaría ambas formas, había un consenso respecto que
ambas formas requerían un desarrollo armónico y que las diferencias se presentarían en las
técnicas y el tipo de institución que llevaría adelante el proceso. No se las consideraba
incompatibles.
Al promediar el siglo, se desarrollaría en Argentina todo un conjunto de teorías,
técnicas e intervenciones prácticas en el campo de la orientación profesional, que serian
canalizadas por un estado con intenciones planificadoras. Cuando al madurar la década del
sesenta, dicho estado comenzara a perder hegemonía, aquella modalidad de orientación
comenzaría a ser reemplazada por una perspectiva clínica, centrada principalmente en las
demandas del individuo.

ORIENTACIÓN PROFESIONAL COLECTIVA LA ORIENTACIÓN PROFESIONAL INDIVIDUAL

 Procuraba que la población trabajadora


del país se distribuya convenientemente
en los diversos casilleros, de acuerdo con
las conveniencias o requerimientos del  Aspiraba a conseguir que cada sujeto se
plan económico-social vigente para dedique al trabajo que mejor le cuadre,
obtener el progreso nacional con un mínimo de esfuerzo y un máximo
 Comprometía directamente las políticas de rendimiento
públicas, en educación, en el mercado de  Un proceso de índole psico-social
trabajo, en el desarrollo socio-económico  Una demanda que surgía, a un mismo
en general y en la formación de recursos y tiempo desde el estado, desde las
en particular, las políticas demográficas instituciones de la sociedad civil (en
 Únicamente podía constituirse en el marco particular de las empresas), y del propio
de las decisiones del estado en países con individuo
una economía centralizada por lo menos
planificada.
 Se desarrolla en Argentina al promediar el
siglo

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Elsa S. Emmanuele

Trama Social y Subjetividad.


La vocación lleva una impronta religiosa y mítica, el vocablo Iglesia se traduce del
griego designa específicamente una convocación a las asambleas del pueblo, de carácter
religioso. Sólo con vocación, hay Iglesia.
La palabra vocación se usa vulgarmente cada vez que alguien quiere referirse a un
entusiasmo, interés o pasión por algo. Era nuestra hipótesis de trabajo inicial que la vocación
es un concepto vacío de significación, pero tropezamos con un diversificado empleo
discursivo, un abuso de la palabra vocación que siempre alude a la afirmación de un Ser.
Foucault: habla de las disciplinas (áreas del saber y disciplinamientos) para disciplinar
al modo de una maquinaria del tejido social, fabrican una variedad de panópticos vinculados
a intereses de época de las tramas saber-poder, un saber disciplinado que en su devenir
atraviesa al trípode Educación, Salud, Trabajo.
La cuestión político social acciona sobre los sujetos moldeando formas de
subjetivación, modelos de filiación portadores de identificaciones que son puentes móviles
entre la singularidad subjetiva (en la historia de una biografía), y las particularidades histórico
político económicas del momento.
Ahora bien, las identificaciones proceden desde otro -nadie se identifica a sí mismo-
entonces esa cosa-vocación, se torna un tanto peligrosa pues el devenir humano supone
que somos lo que vamos siendo, entonces no puede haber orientación posible como
tampoco vocación.
La población debe distribuirse y en este sentido la vocación toma el sitio de un
dispositivo, destinado en nuestra cultura al control de la vida poblacional, al modo de las
biopolíticas. Y esta condición de dispositivo la sitúa -y nos sitúa- en una seria encrucijada. Lo
político social no es un mero contexto, no es una cuestión externa que simplemente influye
como una variable más sino que es sustantiva en cuanto a la constitución de la subjetividad
humana y sus vicisitudes.
No estoy proponiendo la clausura de las prácticas profesionales abocadas a las
supuestas vocaciones, sino su transformación hay que divulgar su hipocresía y su vacío,
desprenderse de todo afán de cientificidad, desmitificar su pesada materialidad,
desnaturalizarla, interpelar esas acciones culpabilizadoras que caracterizan a nuestra cultura
y que sin duda alguna, moldean la singularidad subjetiva.
En el tránsito a una praxis de su destitución, hablar de “problemática vocacional” y no
de un problema que supondría un resultado, una inequívoca resolución. Una problemática
alude a lo incierto. Se trata de tolerar la incertidumbre, la incompletud y las vicisitudes
propias del devenir humano, renunciando a la ilusión de pretenderlo todo: decir, saber,
poder, hacer. Problemática que ni siquiera resulta estrictamente individual, ya que apunta a
un embrollo de atravesamientos, a una trama fundante desde la economía política de una
época, a un anudamiento que excede a cada uno y a cada cual.

Adolescencia, crisis y discursos sociales.


La sociedad de consumo acorrala a los jóvenes mediante los mercados que
interesados en capturarlos dentro de las celdas atroces que el discurso científico (anorexia,
bulimia, drogas, etc.) avala y no deja de producir con una lógica clasificatoria efecto de un
capitalismo salvaje, sin fronteras, donde el golpe de mercado se instala como estrategia
política que desdeña pero a la vez invoca la subjetividad humana.

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La psicología evolutiva y su concepto de lo humano.
La problemática adolescente remite a encrucijada, desde el enfoque tradicional, la
adolescencia es un período de transición, un paso de la niñez a la adultez, un período crítico
y conflictivo.
Las llamadas psicologías evolutivas albergan en sus concepciones un ser humano
acabado, capaz de alcanzar una identidad propia sellada alguna vez y para siempre. Se
distinguen dos líneas: las concepciones monádicas y las concepciones diádicas.
Las concepciones monádicas enfatizan la noción de un desarrollo humano progresivo y
espontaneo, un despliegue de algo arrollado. Tal proceso endógeno evoluciona según las
influencias de un medio ambiente que favorece u obstaculiza potencialidades en germen.
Las concepciones diádicas se formulan a partir de la influencia de la antropología,
postula un determinismo cultural, concluyendo que la problemática adolescente se deriva de
nuestra organización sociocultural que promueve la discontinuidad de la sexualidad, ya que
las experiencias sexuales infantiles están censuradas y los niños son mirados como seres
asexuados.
En entre estas dos posturas se despliega una lucha de oposiciones entre quienes
afirman el paradigma positivista acentuando la postura ontogenética (biologista o
psicologista) o bien la hegemonía de los condicionantes socioculturales o bien postulando el
equilibrio y la armonía entre las tres aéreas dicotomizadas que propone la corriente
funcionalista (hombre bio-psico-social). Pero el hombre es un ser histórico y no se sostiene
en categorías de interacción, armonía y equilibrio.
Antes de poder hablar, es preciso ser reconocido como uno a través de un nombre y de
una imagen fundante, la imagen especular. El cuerpo biológico es condición necesaria pero
no suficiente para la constitución de un sujeto.
La adolescencia como encrucijada.
Desde la perspectiva tradicional se sitúa la adolescencia como un corte transversal.
Queda así localizada en un tiempo cronológico entre el nacer y el morir. El cuerpo biológico
sufre constantes transformaciones que conllevan cierto registro en el psiquismo. No se trata
entonces de ubicar lo biológico como un área o entidad, que interactúa con otras sino como
algo que dentro de la trama estructurante hace del devenir humano, una constante
encrucijada.
Tal encrucijada se materializa en la adolescencia en su doble acepción de cruce oscuro
de caminos y como acechanza o emboscada.
La significativa búsqueda de lo propio conlleva en esa encrucijada adolescente a
interpelar y a revisar todo lo dado en una reedición de percepciones de extrañamiento frente
a las cosas familiares, al cuerpo, al nombre, y el reconocimiento de los otros solo expresa la
evidencia de lo que falta. Se dice: “no es niño”, “no es un adulto”.
La noción de crisis y los discursos sociales.
La etimología de la palabra crisis, enlaza el discurso médico con el discurso jurídico. Se
trata del momento decisivo en que una enfermedad se resuelve entre la curación o la
muerte. Marca un momento de ruptura, casi lineal entre el pasado de un niño pronto a
desaparecer y el futuro de un adulto por venir. Se trata de una disfunción, un desorden, un
desequilibrio que irrumpe en la supuesta armonía de un orden establecido. La adolescencia
entraña desde la posibilidad y los riesgos derivados de dejar de ser juicioso y obediente,
hasta los peligros de una perdida irremediable del juicio.
Desde el discurso jurídico, la población se clasifica en mayores y menores, femeninos y
masculinos. Se regula lo permitido y lo prohibido montado sobre edades cronológicas
definidas por la hegemonía biologista del discurso medico, edades que habilitan para votar,
para conducir vehículos, para acceder a la actividad laboral, etc. La categoría social de

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mayor se obtiene a los 21 años y la de emancipado de la patria potestad sobre todo para
actividades comerciales es a partir de los 18 años.
El discurso pedagógico encarna a su modo, las normativas sociales, instituyéndolas en
el ámbito de la organización escolar. El verticalismo de tinte gerontocrático, consolida los
lugares respectivos del enseñante (docente) y el enseñado (alumno) como ubicaciones fijas,
inamovibles, absolutas. Los mayores, dirigen y enseñan a los enseñantes y éstos, a los
enseñados. La palabra vale más cuanto más avanzado en la carrera, cuanto más grande o
superior es el año en curso. La categoría de mayores concentra el compendio del saber y el
poder infalible.

Sergio Enrique

Los jóvenes y la construcción de itinerarios vocacionales en un mundo


sin amarras.
Los jóvenes en un mundo sin amarras.
La producción de proyectos futuros se haya interrogado, ya que se encuentran
desanclados de referentes y emblemas históricos sólidos. Desde la ilustración hasta no hace
muchas décadas, la modernidad se caracterizaba en términos generales, como un proceso
histórico más o menos lineal y evolutivo, en expansión perpetua.
Hoy esas significaciones surgidas de la modernidad, han comenzado a corroerse,
disolverse. Dichas categorías (entre las que también incluiría las de trabajo, vocación,
carrera, profesión) flotan hoy, desustancializadas fundamentalmente por la caída de las
instituciones donadoras de sentido.
El modelo social hundía sus raíces en el trabajo, que ocupaba un lugar central tanto en
la construcción de la identidad como en los proyectos de vida a largo plazo. Una sociedad de
productores (homo faber). Las elecciones del sujeto estaban orientadas a la conformación
de su ser, a la presión de ser alguien y el imperativo categórico principal era ¡Tú debes!
En el presente, esta modernidad tardía, impone a sus miembros la obligación de ser
consumidores, configurando una sociedad de consumidores. Los proyectos de vida se
construyen sobre las opciones de consumo y no sobre el trabajo y la educación. El trabajo
es tomado como una dimensión estética. La medida de exclusión e inclusión está dada por
la capacidad de consumir-desechar-volver a consumir. El modelo social esta sostenido en la
idea de la construcción de proyectos a corto plazo, elecciones orientadas a no elegir para
ser sino para tener o poseer y la presión de ser alguien bajo el nuevo imperativo ¡tú puedes!
A su vez todas las esferas de la vida han sido colonizadas por la reflexividad, somos
bombardeados constantemente por la urgencia de elegir, desde la orientación sexual hasta
la identificación social, son percibidos como cosas que elegimos o podríamos o deberíamos
elegir (homo eligens). La elección ha adquirido el status de obligatoria, y elegir una carrera al
terminar el secundario se ha vuelto un acto de consumo, los jóvenes tienen que construir su
propia biografía, inventarse a sí mismos se vuelve una empresa.
Hay un vacío representacional respecto a las expectativas de los jóvenes provocando
desidentificación y crisis identitaria. Nos encontramos inmersos en el ocaso de una sociedad
salarial y en el albor de una sociedad dual, de individuación de las desigualdades donde le
individuo ve como se le atribuye la responsabilidad de su destino, pero que al mismo tiempo
las determinaciones objetivas, el dinero, el nacimiento y los diferentes tipos de capitales
continúan pesando sobre ese destino, según el lugar que uno ocupe en la estratificación
social.
Las transiciones de los jóvenes a la madurez, están sufriendo un proceso de
desestandarización, las instituciones y políticas orientadas a facilitar transiciones siguen
operando bajo el supuesto de un modelo lineal del curso de la vida, en el que la integración
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social es equivalente a la integración en el mercado laboral, la transición a la vida adulta ha
dejado de ser un tipo de “trayectoria lineal” de final conocido, donde el eje de la transición
fue el paso de la educación al trabajo. Actualmente, este tránsito está más vinculado a una
fase imprevisible, vulnerable, de incertidumbre mayor que en las trayectorias tradicionales o
lineales.
Estos posibles itinerarios de transito a la vida adulta, tendrán final diverso como
“trayectorias exitosas” o “trayectorias fallidas”.
En el modelo de sociedad industrial, la juventud era conceptualizada como una fase de
la vida, una moratoria que sigue a la infancia y sirve como preparación para la vida adulta,
como un proceso lineal en el que se generaban las biografías normalizadas, sin embargo, en
los últimos años se observa una brusca ruptura de esta linealidad. La juventud es pensada
como una condición vital caracterizada por su incertidumbre, vulnerabilidad y reversibilidad.
Los jóvenes son fundamentales protagonistas del presente.
Hace veinte años se sostenía que el momento en que el joven pasaba a la adultez
estaba vinculado con la inserción laboral, con la salida del hogar. Hoy en cambio, puede
hablarse de una adolescencia y de una juventud, interminables se han desintegrado casi
todos los ritos de pasaje. Esta ruptura está creando itinerarios vitales de carácter no lineal, a
ello deberíamos sumar la fragmentación e individualización de la juventud en términos de
debilitamiento de los modelos colectivos de socialización y una mayor auto-responsabilidad.
Muchas trayectorias se vuelven fragmentadas, fallidas o tendientes a la desintegración.
Los sujetos se sienten obligados a tomar a cada momento elecciones y decisiones de
resultado incierto.
En ausencia de itinerarios confiables y estables, y enfrentados a una precariedad sin
precedentes, estos jóvenes han aprendido que su propio desarrollo personal, su capacidad
de adaptabilidad y de toma de decisiones “correctas” son los recursos confiables parar
construir sus vidas. Presionados a forjar sus trayectorias individuales sin andamiaje colectivo
está apuntalado sólo en su capacidad de ser flexible, su movilidad y el ejercicio de la
autonomía personal.
Tropiezan con obstáculos que dificultan su edificación y construyen itinerario en este
contexto se encuentran signadas por situaciones de incertidumbre, mutabilidad,
imprevisibilidad y laxitud.
Jóvenes y educación secundaria.
La escuela secundaria ha mantenido una expansión desde los años 50 donde comenzó
a contemplar la preparación para el ámbito del trabajo. Desde el año 1983, democratiza el
acceso y se masifica este nivel. Esta tendencia está relacionada con una universalización
temprana de la escuela primaria, y el aumento de la obligatoriedad de mayor cantidad de
años de estudios, que crean la convicción en las familias de cierta obligatoriedad social de
este nivel de estudio. Hoy se suma la obligatoriedad legal a partir de la sanción de la nueva
ley de educación secundaria de 12/2006.
Durante la crisis de 2001 el espacio educativo funciono como un espacio de contención
y amparo para niños y jóvenes.
La escuela es la institución que allí donde parece no haber porvenir, tiene que delinear
un futuro, una representación de otro futuro posible.
Hoy la escuela media es condición necesaria aunque no suficiente para la reproducción
del lugar social. El pedido que se le hace a la escuela ya no ronda entorno a que es lo que
garantiza su eventual continuidad sino que implicaría su falta… ¿Qué pasaría si no termino?
La escuela media, media en una suerte de pasaje, pues ya no garantiza un empleo.
Aparece como una especie de medio que hay que soportar para poder acceder a la
universidad o a otras instancias superiores. En este sentido el valor del secundario está en
una suerte de doble vínculo, por un lado no sirve para nada, pero por otro sirve para todo.
También se la asocia con evitar trabajos poco calificados o estigmatizados,
considerando que la continuidad en los estudios permitirá un mejor posicionamiento en el
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mercado laboral. Esto le otorga un sentido instrumental. Es un pasaje de alta vulnerabilidad
y de potencial de exclusión, estudiar se constituye en un amarre que permite continuar.
Diana Aisenson
Ensayo y Experiencias. Año 3 Nº 18. Buenos Aires.

Perspectivas actuales en Orientación Vocacional.


a) Los primeros enfoques: Teoría de los Rasgos y Factores.
Surge en el contexto de la sociedad industrial. Parsons, plantea la elección vocacional
como una comparación de los “rasgos y factores” de la persona con los requisitos
características de la ocupación. Tests e inventarios de valide reconocida son utilizados para
la medición de rasgos relevantes para el desempeño profesional. La elección se considera
única y definitiva. El ajuste de las características personales (aptitudes, inteligencia, interese,
personalidad, etc.) a los perfiles de exigencia para el desempeño de determinadas
ocupaciones, es el objetivo principal. Es una concepción estática, de la teoría del ajuste.
b) Desde la década del 50 hasta la del 80: Enfoque dinámico.
Los aportes provenientes del psicoanálisis, la fenomenología y las teorías
psicodinámicas de la personalidad, plantean un cambio de perspectiva. Aspectos evolutivos
del sujeto, la elección vocacional se desarrolla a través de una serie de estadios, y no se
realiza en un único momento de la vida, es un compromiso entre las necesidades
individuales y las posibilidades de la realidad. Se pasa de una concepción estática a otra
dinámica. Súper utiliza el término carrera para referirse a la dimensión ocupacional desde
que las personas empiezan a prepararse para una profesión hasta que se retiran de la vida
productiva.
c) Desde los 80 hasta la actualidad: Enfoque del desarrollo de la carrera.
Se pasa de la consulta de tipo clínico a la consideración de situación de aprendizaje.
Los enfoques teóricos se modifican, desde un enfoque centrado en el diagnostico, a un
enfoque del desarrollo personal. Lo vocacional se plantea como una dimensión educativa
individual. Se han desarrollado áreas más especializadas: orientación de la carrera,
educación de la carrera, planificación del desarrollo vocacional.
La orientación de la carrera:
Tiene como objetivos ayudar a integrar la comprensión de sí mismo y del contexto, y
aplicarla en la vida y en la planificación profesional.
Educación de la carrera:
Busca identificar y utilizar recursos en la escuela y en la comunidad, para ampliar el
desarrollo profesional. Se busca la investigación activa por parte del alumno para el
desarrollo de su propio proyecto de vida. Se le brinda información de oportunidades
educacionales, y ocupaciones disponibles.
c) Situación actual.
Los años 80 y 90 producen innovaciones tecnológicas, profundas transformaciones en
el sistema económico, en el paradigma productivo y en el proceso de trabajo. La
globalización de la economía, liberalización y privatización, la movilidad, los espacios
económicos multinacionales, y los fenómenos de mayor acceso de la mujer y las edades
más avanzadas de las personas son las nuevas condiciones del mercado laboral.
El trabajo es un referente importante en la vida de las personas, fuente básica de
identidad, ingresos y posición en la sociedad.

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Se amplían los servicios de orientación para atender a sectores con necesidades y
edades diferentes. La orientación vocacional se concibe hoy en tres áreas:
 Orientación personal y social: Incluye las problemáticas personales y de
desarrollo personal.
 Orientación educativa: Incluye problemas de aprendizaje y elecciones referidas a la
educación.
 Orientación Vocacional/profesional: incluye la ayuda a las personas en sus elecciones
y ubicación respecto a ocupaciones profesiones y trabajos.
Actualmente hay tres tendencias:
 La orientación como un proceso continuo y permanente accesible durante el
transcurso de toda la vida.
 La orientación abordada con la participación de una red de personas y organismos
diversos
 El individuo es activo en el proceso y no un receptor pasivo.
 El orientador necesita un enfoque multidisciplinario para abordar la complejidad de
la problemática actual de sociedad post-industrial.
Los jóvenes necesitan ampliar el conocimiento de sí mismos; articular metas y
aspiraciones, con decisiones informadas respectos al mercado laboral; planificar una
formación adecuada, y prepararse para las transiciones. Las personas que ya se insertaron
en el mercado laboral, necesitan reorientarse para adaptarse a los cambios y adquirir las
competencias requeridas. Los adultos desocupados, que deben re-dirigir su trabajo en
función de los cambio de la economía y la evolución del mercado laboral, necesitan elaborar
un plan de acción profesional y adquirir o mejorar sus competencias. Los adultos mayores
necesitan reorientar sus interese y recursos y buscar nuevos proyectos, actividades e
inserciones.
Las actividades del orientador son:
 Informar oportunidades ocupacionales y educacionales disponibles;
 Orientar en cuanto ayuda investigar y esclarecer la propia experiencia,
explorando alternativas de estudio y trabajo y su implementación;
 Asesoramiento para decidir sobre la pertinencia de oportunidades particulares;
 Capacitación, para la toma de decisiones y transiciones personales, proveyendo
una progresión planificada y sistemática de experiencias.
 Trabajo en redes, estableciendo nexos entre las personas y las agencias.
El proceso de elegir una ocupación forma parte del desarrollo personal.

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Fernández, A.

Las diferencias desigualadas. (Aula virtual)


Se trata de desnaturalizar el pensamiento de lo Uno, podemos decir que el modo en el
que se construye “la diferencia” es inseparable de cómo se construye “la identidad”. Tres
cuestiones que se entrelazan en el modo moderno de sostener la tensión identidad-
diferencia:
 La diferencia como lo no idéntico: así, B es no A. La diferencia sólo puede ser
pensada como negativo de lo idéntico. Opera aquí el basamento epistémico para
pensar y producir las diferencias desigualadas.
 La diferencia como el otro: la diferencia sólo puede ser pensada como alteridad, el
otro, lo otro, siempre extranjería; se construye así el diferente amenazante por
inferiorizar o por descalificar.
 La diferencia en el orden del ser: ser diferente. A partir del rasgo “diferente”, se
construye la identidad. La identidad con el rasgo, hace del rasgo totalidad. Define el
ser por el rasgo diferente. A partir de allí, soy anoréxica, soy judío, soy negra, soy
homosexual, indígena, sudaca, latino, etc. Se distingue un rasgo de toda una
multiplicidad de características o atributos y se totaliza desigualando.
La diferencia es pensada como negativo de la identidad, en el mismo movimiento en
que se distingue la diferencia, se instituye la desigualdad. No se trata de la mera diferencia,
sino de diferencias desigualadas. Se sostienen así muchos siglos de dispositivos de
discriminación, exclusión, estigmatización o exterminio.
Hablar de diferencias desigualadas supone pensar que la construcción de una
diferencia se produce dentro de dispositivos de poder. Esto implica dos cuestiones:
 No se constituye primero una diferencia y luego una sociedad injusta la
desiguala.
 No se trata de describir diferencias o desigualdades, sino de realizar el trabajo
de elucidación; se trata de la construcción de categorías hermenéuticas que
puedan visibilizar y enunciar la producción- reproducción de los dispositivos
biopolíticos que configuran en un mismo movimiento esa diferencia y esa
desigualdad.
Una interesante herramienta para pensar alguna de estas cuestiones puede ser la idea
deleuziana de diferencia de diferencias. Desde esta noción de multiplicidad, no se trata de
negar identidades ni totalizaciones, sino de pensar totalizaciones que no subsuman las
partes. El todo al lado de partes
Son dos operatorias en una. Cuando pueden ponerse en acción, en el plano del
pensamiento, categorías de multiplicidad y no de diferencia, simultáneamente se crean
condiciones para hacer visibles infinidad de micro-políticas de resistencia de colectivos
desigualados; y lo que es más importante, pueden evidenciarse las lógicas de multiplicidad
desde donde se crean estos colectivos cuando entran en acción.

La lógica del objeto discreto (Fernández, 1989) ha demostrado ocasionar problemas


para comprender las transferencias mutuas entre los distintos niveles, ya que desde ella no
puede pensarse la articulación de las formaciones de lo singular y lo colectivo que supera el
pensamiento binario antinómico (individuo/sociedad, alma/cuerpo, naturaleza/cultura, etc.).
Un criterio transdisciplinario supone replantear varias cuestiones. En primer lugar, un
trabajo de elucidación crítica sobre los cuerpos teóricos involucrados, desdibujado la
intención legitimante de lo que ya se sabe para poder interrogarse sobre otro modo de
pensar. Implica, el abandono cuerpos nocionales hegemónicos de disciplinas reinas, a cuyos
postulados, se subordinan disciplinas satelizadas; creándose las condiciones para la
articulación de contactos entre diferentes territorios disciplinarios, y que aquellos saberes
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que las disciplinas hegemónicas habían satelizado, recobren su potencialidad de
articulaciones multivalentes con otros saberes afines.
De esta forma, los cuerpos conceptuales funcionan como cajas de herramientas
aportando instrumentos que incluyen en su reflexión una dimensión histórica de las
situaciones que analizan.
Se hace clara entonces, la diferencia con teorías que en realidad operan como
concepciones del mundo, que se auto-legitiman en el interior de su universo teórico-
institucional, y que por lo mismo exigen que toda conexión con ellas implique instancias de
subordinación a la globalidad de su cuerpo teórico.
Por lo antedicho, un enfoque transdisciplinario presupone un desdisciplinar las
disciplinas de objeto discreto, y en el plano del actuar, cierto desdibujamiento de los perfiles
de profesionalización, por lo menos aquellos más rigidizados. Los criterios transdisciplinarios
se sustentan, justamente, a partir de una elucidación crítica de este tipo de totalizaciones,
buscando nuevas formas de articular lo uno y lo múltiple. En su propuesta de contactos
locales y no globales, focalizan un tema en su singularidad problemática, y éste es
atravesado por diferentes saberes disciplinarios.
Este movimiento sostiene varias y complejas implicaciones. En primer lugar, cuando
cierta región de una disciplina se transversaliza con otros saberes, pone en crisis muchas de
sus zonas de máxima evidencia. En segundo lugar, exige la construcción de redes de
epistemología crítica abocadas a la elaboración de aquellos criterios epistémicos que en su
rigurosidad hagan posible evitar cualquier tipo de patch-work teórico. En tercer lugar, y ya en
el plano de las prácticas, vuelve necesaria otra forma de constitución de los equipos de
trabajo: si no hay disciplinas “reinas”, tampoco habrá profesiones hegemónicas.
Este pluralismo no es sencillo de lograr. Estas tres cuestiones son elementos centrales
a la hora de crear los espacios de trabajo, ya que es imprescindible que amalgamen dos
cuestiones: la constitución de equipos de trabajo en organizaciones horizontales (condición
de las posibilidades de invención colectiva) y la disposición para establecer conexiones con
saberes y experiencias no académicas. Experiencias y saberes plebeyos interpelan una y
otra vez, generando raíces a partir de conexiones muchas veces impensadas o
impensables.

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