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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

Decana de América

Facultad de Letras y Ciencias Humanas

Escuela Profesional de Arte

2018 - II

Curso: Arte del Perú del siglo XIX

Alumna: Alejandra Maria Teresa Cuadros de Osambela

Código: 15030081

Profesora: Diana Rodríguez Díaz


INTRODUCCIÓN:

Los estudios que se han hecho sobre la Alameda de los Descalzos han sido

abordados desde una perspectiva histórica, arquitectónica, artística, antropológica y

aún así es difícil conseguir vislumbrar todos los secretos que esconde realmente. En

la actualidad, posiblemente lo más enigmático de su construcción sean las

esculturas que representan los doce signos del zodíaco y que pese a haberse

conjeturado mucho sobre ellas, aún no se ha llegado a un consenso sobre su total

identificación o respecto al desorden de colocación en las que están.

La Alameda de los Descalzos reposa todavía en el distrito del Rímac como un

vestigio colonial que fue traído de vuelta a la modernidad en el siglo XIX, dejando

atrás los recuerdos de virreyes y tapadas, de romances y batallas. Y en la

actualidad, es nuevamente una huella ahora del pasado neoclásico que inundó las

calles de Lima en el siglo XIX hasta gran parte del XX, cuando la historia dio un giro

hacia la postmodernidad y cambió el panorama completamente.

El trabajo verá en primera instancia un panorama completo de lo que se comprende

cuando se habla de la Alameda de los Descalzos y luego se verá el enigma de sus

esculturas, que perdura hasta la actualidad. Después se añadirán los anexos de

imágenes y la bibliografía requerida para este ensayo.


La Alameda de los Descalzos y su enigmático Zodíaco

“Del puente a la alameda…” dice parte del coro de una famosa canción criolla que

vive en el recuerdo de los peruanos, más específicamente de los limeños y hace

una referencia que todos relacionan a la alameda republicana que reposa, cada vez

más olvidada, del otro lado del puente de piedra, como un vestigio romántico. (Fig. 1

y 2)

Empezó con el virrey Juan de Mendoza y Luna, marqués de Montesclaros, quien

hacia 1609, planificó un paseo que organizara las calles y abriera un camino mucho

más limpio con árboles que propicien sombra para aliviar en los días de verano la

caminata larga que daban los ciudadanos hacia la capilla que Francisco Pizarro

había puesto en honor a San Cristóbal, por quien el famoso cerro lleva su nombre.

El paseo que se creó en 1611 difería mucho del que posteriormente se reorganizó

con el virrey Amat y Juniet en 1770, quien le cambió el nombre y plantó nuevos

árboles alrededor de la alameda de tres hileras que mencionaba el padre Bernabé

Cobo.

Pero la importancia que volvió a la Alameda Vieja -en contraste con la que se había

construído en Acho-, ocurrió cuando en 1853 se dio la orden de restaurarla y

mejorarla con la inclusión de 12 esculturas que representen los meses del año. En

el mismo año se había promulgado la ley de Municipalidades que buscaba controlar

los espectáculos por parte del Estado y es importante tener en cuenta la mentalidad

local de un grupo elitista que quería conseguir “modernizar” Lima convirtiéndola en

una suerte de sucursal europea, por lo que la estilización de las piezas escultóricas

que vinieron demostraban la deuda con el pasado clásico grecorromano.


“Lima era una ciudad pequeña con signos de atraso, mas -como anota Palma-

conservaba su ambiente de fiesta. La animada vida social y festiva fue un rasgo que

la caracterizó y hasta popularizó” (Muñoz 2001: 39). Finalmente la alameda,

después de los cambios que se implementaron para su ornato, ya estaba

organizada como un paseo moderno que todavía mantenía el romance del pasado

vivo en su largo camino hasta la iglesia de Nuestra Señora de Los Ángeles.

Menciona Alfonso Castrillón que las seis esculturas menores que hasta el día de

hoy se aprecian en la entrada de la alameda, y las doce de mayor tamaño que se

distribuyen en dos hileras de seis cada una, estaban ya disponibles para la vista

pública en 1858. (Fig. 3)

Las esculturas han sido hechas por autores diferentes, no del todo estudiados y

algunas de ellas ni siquiera presentan firma con la cual relacionarlas. La gran

mayoría también presenta características con las cuales es sencillo identificarlas

con su respectivo signo, aunque existe una particularidad con dos de ellas que

parecen entrar en conflicto al momento de reconocer su identidad.

Entre los primeros escritos oficiales que redactan con cuidado un análisis de las

esculturas, está el compendio de ensayos llamado Escultura en el Perú, publicado

en 1991. En el apartado que escribe Alfonso Castrillón respecto a la escultura

monumental y funeraria de la capital, habla sobre algunas de las esculturas de la

Alameda de los Descalzos y particularmente analiza con cuidado las que para él

corresponden al signo de Virgo y al de Libra.

En primer lugar, después de reconocer las figuras en la entrada del paseo, se

detiene en la primera imagen a la derecha:

Entrando a la derecha puede verse la imponente representación de Virgo, como un


venerable anciano cubierto por un amplio manto que lleva en la mano izquierda un
libro cerrado, evidente alusión a la virginidad. En la tapa sobresale el relieve de una
mujer sentada, sosteniendo en la mano derecha un lirio. Es del escultor Benaglia y
está fechada en 1857. (Castrillón 1991; p. 334)

La imagen de Virgo como un hombre corpulento de rostro adusto es ciertamente

llamativa porque también es una de las pocas esculturas que son representadas con

zapatos y que presentan un estilo diferente, junto a la de Aries, al puro

neoclasicismo de las otras. (Fig. 4) A su vez, después de identificar el resto de

obras, menciona que una de ellas es difícil de reconocer por la falta de elementos

iconográficos que la representen y la atribuye al signo que falta, el cual sería libra:

La primera estatua de la hilera de enfrente está firmada por Bisetti, en Roma el año
1855, y representa a Leo, Acuario y Tauro no tienen más señas que sus símbolos,
pero Libra, la más enigmática de todas, está firmada por V. Gajassi en Roma (1857).
(Castrillón 1991; p. 337)

La escultura de Libra (Fig. 5) es ciertamente curiosa ya que no representa símbolo

alguno que lo represente con su supuesto signo y todo el peso del estudio

iconográfico recae en la postura relajada que se apoya sobre un tronco de árbol

cortado al tiempo que sostiene un manto del que caen flores. hasta sus pies.

Por otro lado, muchos otros historiadores se han aventurado a exponer conjeturas

variadas sobre la identificación de los signos del zodíaco y entre ellos, una de las

que circula hasta la actualidad es la del Dr. Luis Raygada Echevarría, quien publicó

en su libro El misterio del Oráculo de la Alameda de los Descalzos de Lima, cinco

años después que Castrillón, una identificación distinta a la anterior.

Aunque el libro es actualmente difícil de conseguir, en una página web dedicada a la

historia de Lima se recopiló la parte que nos interesa para este trabajo. El

reconocimiento que hace Raygada ahonda mucho más en la iconografía de cada

escultura y las identifica con personajes del panteón grecorromano al mismo tiempo

que esclarece el signo al cual corresponden.

La mayor diferencia recae en el estudio de Libra y Virgo, que para Raygada son el

contrario de las que definió Castrillón. La escultura que empezaría ahora por la
hilera izquierda corresponderá a Libra, ya que sería la última si se empieza desde

Escorpio, la cual es el primer signo que abre la serie de la derecha y en esta fila si

se encuentran los signos ordenados a partir de ella.

Menciona que no sólo se trataría del signo de Libra (Fig. 4), si no que además es la

representación del dios Hermes, el cual fue personificado como dios de los

comerciantes, de la astucia y los ladrones. En la tapa del libro cerrado que porta la

imagen es de Atenea como la sabiduría, sosteniendo su característica rama de

olivo.

Virgo se vuelve la escultura que faltaría identificar (Fig. 5), con el joven y su manto

que desborda flores hasta sus pies. Para Raygada, la personificación de este signo

es Hermafrodito, el hijo de Hermes y Afrodita, quien estaría según el mito a punto de

ser acechado por la ninfa Salmacis. Las representaciones de Hermafrodito en las

esculturas grecorromanas sirven como pauta para señalar el parecido y la deuda

que la estatua de la Alameda tiene con ellas.

Otras esculturas son correlacionadas a otros dioses y personajes mitológicos, como

Escorpio con Eros (Fig. 6), Tauro con Dionisio (Fig. 7), Capricornio con Zeus (Fig.

8), etcétera. Particularmente, respecto a ésta última, existe un aspecto que ninguno

de los dos investigadores ha esclarecido en cuanto a su conformación y es que en

la imagen que representa al signo de Capricornio y alude supuestamente al dios

Zeus, aparece detrás de su pierna derecha una cola larga de pez que parte del

tronco en el cual la escultura se apoya y hasta ahora no ha sido posible discernir a

qué alude este elemento (Fig. 9).


CONCLUSIONES:

Se ha escrito mucho de lo que la historia ha dejado saber sobre la Alameda de los

Descalzos. Antes de ser el paseo neoclásico que llegó hasta nuestros días, ya era

un camino romántico donde los encuentros furtivos daban inicio a grandes historias

de amor, dolor y hasta muerte, ya que se sabe que era casi normal la presencia de

duelos llegada la noche a la alameda. El misterio de estas reuniones quedó en el

recuerdo de quienes las vivieron y ese enigma ya estaba en la mente del limeño

cuando se reorganizó todo el espacio. Aunque las esculturas llegaron y la alameda

fue rodeada de rejas traídas de Inglaterra, de todos modos el romance del pasado

seguía convergiendo en cada rincón.

La Alameda de los Descalzos y sus esculturas, estuvieron durante décadas viviendo

el avance de la sociedad mientras ella parecía quedarse detenida en el tiempo.

Fueron maltratadas y olvidadas por años hasta que finalmente se inició un proyecto

de restauración el noviembre del 2014. Fueron nuevamente puestas a disposición

del público a principios del 2017 y exhibieron la belleza que siempre caracterizó uno

de los sitios más representativos de la capital.

Por desgracia, el misterio que circunda las esculturas del Zodíaco de la alameda -lo

más llamativo de ella-, es aún imposible de descifrar. De lo único de lo que

parecemos estar seguros, es de que las doce esculturas de gran tamaño que están

adentro y las seis que protegen la entrada del paseo, se yerguen todavía

imponentes sobre la ciudad como unos protectores del ayer, como un grito que le

clama a la ciudad que no se olviden de ellos y de que todavía siguen en pie.

ANEXO DE IMÁGENES:
Fig. 1. Vista a la fuente y al final de la
Alameda.

Fig. 2. Vista desde el final de la Alameda


hacia el camino que va a la entrada.

Fig. 3. Esculturas de la Alameda.


Tomado del Repositorio de la
PUCP.
Fig. 4. Obra de Benaglia (1857) Fig. 5. Obra de Gajassi (1857)

Fig. 6 Obra de F. Baini (1855) / Escorpio Fig. 7. Tauro


Fig. 8. Capricornio Fig. 9. Detalle de cola de pez
BIBLIOGRAFÍA:

● Cavero, M. (1981) Estudio urbano y monumental del Rímac antiguo. (Tesis

sin especificar) Universidad Nacional de Ingeniería. Lima, Perú.

● Castrillón, A. (1991) Escultura monumental y funeraria en Lima. En: Escultura

en el Perú. ed: José Antonio de Lavalle. Banco de Crédito del Perú. pp. 325 ‘

385.

● Durán, M. (1985) La Alameda de los Descalzos de Lima y su relación con la

de Hércules de Sevilla y la del Prado de Valladolid. Tomado de: Jornadas de

Andalucía y América. La Rábida. Vol. 3.

● Majluf, N. (1994) Escultura y Espacio público. Lima 1850 - 1879. En Instituto

de Estudios peruanos. Documento n°67. Serie: Historia del Arte n°2.

● Muñoz, F. (2001) Diversiones Públicas en Lima 1890 - 1920: la experiencia

de la modernidad. Instituto de Estudios Peruanos, Centro de Investigación de

la Universidad del Pacífico y Pontificia Universidad Católica del Perú: Lima,

Perú.

● Vifian, D. (2014) Escultura civil público estatal en Lima de 1852 a 1860.

(Tesis de licenciatura) Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Lima,

Perú.

WEBGRAFÍA:

● Los dioses de la Alameda de los Descalzos (22 de octubre, s.a) Lima: Lima la

única. (Fuente tomada del libro de El misterio del Oráculo de la Alameda de

los Descalzos de Lima, en 1996, del Dr. Luis Raygada). En:

http://www.limalaunica.pe/2011/10/los-dioses-de-la-alameda-de-los.html

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