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Pepos (1983), de Jorge Aldana, es una película colombiana de ficció n filmada en 16

mm en un perímetro de calles y barrios bogotanos que vieron crecer formas de vida


atravesadas por la marginalidad econó mica y social. Pero el interés, todavía fresco, de
la película, no reside ni en las características socioló gicas de los sujetos filmados ni en
la importancia política del tema de la precariedad. Es la mirada de la película,
conscientemente alejada de una estética miserabilista, la que a los ojos de hoy puede
verse como pionera para el cine colombiano y latinoamericano.

En la década de 1970, los cineastas Luis Ospina y Carlos Mayolo denunciaron en


Agarrando pueblo la proliferació n de una estética que llamaron pornomiseria. En las
películas que los dos directores acusaban, el cine servía como un dispositivo para
hacer grandes proclamas y para reclamar intervenciones y cambios sociales. Sin
embargo, la pornomiseria poco reparaba en la densidad cultural y la riqueza simbó lica
de los sectores y personajes marginales. Pepos, que filma a jó venes que se drogan con
tranquilizantes u otro tipo de medicamentos, reconoce en estos personajes
dimensiones que no se pueden reducir a la miseria. En estas vidas precarias hay una
celebració n de la libertad y una disponibilidad para juntarse y crear formas nuevas e
insó litas de comunidad.

La película misma es un gesto aná rquico y libertario, que anticipa el tipo de atenció n
que en los añ os noventa el cine colombiano y latinoamericano dirigirá a la infancia, ya
no desde el marco de un aná lisis marxista de la inequidad econó mica, que fue lo
habitual en los añ os anteriores, sino desde una perspectiva contracultural y poética.
Esta película, como después lo sería Rodrigo D., es un documento musical y una
memoria invaluable sobre el trabajo con actores no profesionales, que también va a
caracterizar el cine de Víctor Gaviria y de muchos otros cineastas latinoamericanos
posteriores.

Como producto cultural, Pepos ha tenido una vida precaria como la de sus personajes.
Se ha exhibido muy poco y siempre con la presencia de su director, que ha rescatado
la materialidad que de ella sobrevive. En 2008, el Buenos Aires Festival Internacional
de Cine Independiente-BAFICI la proyectó en una de sus sesiones. El director del
Festival escribió de ella por entonces: “Mucho del ú ltimo cine de la calle que se hizo en
Latinoamérica debiera ver esta joya oculta como quien descubre que tenía un pariente
lejano y no lo sabía”. Así, recuperar y poner a circular este filme inclasificable y
soberanamente libre es una contribució n a traer de vuelta una pá gina parcialmente
borrada de la historia del cine de la regió n.

Pedro Adrián Zuluaga

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